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poblaciones sometidas había contribuido notablemente a incrementar esta debilidad
interna4. Mientras que los aparatos administrativo y ceremonial no paraban de crecer,
las rentas y tributos, frutos de la expansión, empezaron a disminuir con la pérdida del
control de las provincias más lejanas. Esta combinación, sumada al debilitamiento de la
autoridad desde la muerte de Asurbanipal y los abusos de poder militar dieron como
resultado un estallido de desórdenes. Su epicentro, las poblaciones arameas y caldeas
del sur de Babilonia, principalmente de Bīt-Yakn y del País del Mar5.
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562), el monarca más importante de la dinastía neobabilónica. Bajo su mandato realizó
una extensa campaña de expansión que le sirvió para someter al nuevo imperio
neobabilónico, que incluía toda Mesopotamia norte y central, Siria, Anatolia y
Palestina. Igualmente fueron importantes los choques con Egipto. Por otro lado,
merecerá una mención especial la obra de Nabucodonosor en Babilonia, el cual impulsó
una extraordinaria actividad arquitectónica, de carácter predominantemente religioso.
La ciudad bajo su reinado alcanzó su mayor esplendor16.
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directamente, pero el faraón Nekao, que había tenido tiempo de movilizar sus fuerzas
pudo repeler el ataque. Las pérdidas por ambos bandos fueron elevadas,
Nabucodosnosor necesitó dos años para poder reconstruir su ejército19.
A lo largo de estos años, los babilonios habían intentando atribuirse una imagen más
benevolente sobre los territorios conquistados de las que tenían sus predecesores asirios.
Por ejemplo, no recordaron sus empresas militares en sus inscripciones
conmemorativas, se entregaron al cuidado de los templos, acentuando el carácter de
liberación de sus campañas y la utilización cultural de los recursos20:
El Líbano, montaña del cedro, sobre la cual un enemigo extranjero (los egipcios)
gobernaba depredando sus riquezas: sus gentes estaban dispersas, tras huir lejos.
Con la potencia de mis señores Nabu y Marduk, yo organicé el ejército para una
expedición al Líbano. Hice feliz aquella tierra arrinconando de ella al enemigo
arriba y abajo. A los habitantes dispersos los reuní y volví a establecerlos… Hice
vivir a los habitantes del Líbano con seguridad, a todos juntos, sin que nadie los
molestase. (ANET, p.307)21
Cabe decir, sin embargo, que la práctica bélica de Nabucodonosor no fue tan amable.
A la eficiencia de la maquinaria de combate y de asedio, el ejército babilonio, bajo el
mando del monarca, supo añadir la movilidad del saqueador. De esta forma pudo, sin
demasiados problemas, sofocar y someter a aquellos territorios que intentaron resistir,
como Tiro o Judá, cuyo caso trataremos extensamente en el capítulo quinto de este
trabajo.
Las crónicas que han permitido a los investigadores seguir fielmente el curso de los
acontecimientos finalizan en -595. A partir de ese año, faltan tres crónicas que debían
cubrir los treinta y ocho años siguientes. 22 Sin embargo, no podemos finalizar este
apartado sin hacer referencia a dos hechos, a la postre menores, que intentaron mermar
el poder del monarca en ese año. Por un lado, un ataque elamita en el Tigris. Y por otro,
una revuelta interior de los medios militares, la cual fue dura y rápidamente reprimida
por Nabucodonosor.
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3.2. El esplendor de Babilonia
La obra de Nabopalasar, artífice del encumbramiento político de Babilonia, fue
ampliamente continuada por Nabucodonosor, prosiguió con el engrandecimiento de la
ciudad, en todos los sentidos, hasta convertirla en metrópoli de toda Mesopotomia.
Posiblemente se trataba de la ciudad más grande del mundo23. Cubría una extensión de
850 hectáreas y contenía, según se cuenta, 1179 templos y capillas, con una población
estimada de 100.000 personas, pudiendo llegar a albergar el doble24.
El hecho de que Nabucodonosor pudiera mantener sólidamente sus posesiones a lo
largo de sus años de mandato, permitió al monarca llenar sustancialmente las arcas
babilónicas. Gracias a estas riquezas, Nabucodonosor impulsó una política interior con
un objetivo bien definido, convertir la ciudad de Babilonia en el centro político de un
reino fuerte y próspero. Cabe decir en este sentido, que Babilonia había sido ya –desde
la época de Hammurapi a comienzos del II milenio a.C.- el punto de referencia para
toda el Próximo Oriente asiático, y en especial para Asiria, su dueña en lo político pero
su discípula en lo cultural25. Ahora, con Nabucodonosor, volvería a convertirse en el
centro político y cultural del mundo antiguo.
Para ello, Nabucodonosor inició una serie de construcciones y reformas en la ciudad
de gran calado, no podemos olvidar que la ciudad había sufrido destrucciones en las
pasadas guerras. Los considerables trabajos estuvieron encaminados por un lado a
reforzar o extender las defensas de la capital. Y por otro, a profundizar en el sentido
cultural y religioso de Babilonia, que estaba viviendo la apoteosis de su dios, Marduk,
en cuyo honor se había compuesto unos siglos antes el «Mito de la Creación» en lengua
acadia26.
Son dignos de mención diferentes labores realizadas bajo el reinado de
Nabucodonosor. En primer lugar, acabó los trabajos de reconstrucción del Etemenanki,
la gran torre de pisos, que había sido iniciada bajo el reinado precedente. Restauró
varias capillas del gran templo de Marduk y reconstruyó varios templos, prodigando por
todas partes el oro, la plata, las piedras preciosas y las maderas raras27.
Sobre el cauce del Éufrates al norte de la ciudad, Nabucodonosor reconstruyó a
mayor escala un palacio que su padre había levantado. La obra fue monumental, el
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palacio comprendía cinco patios, una puerta monumental, un sinfín de salas y estaba
muy bien fortificado. Es en este palacio, en su ángulo nordeste posiblemente (nota al
pie), donde se elevaban los famosos jardines colgantes.
Además de la vía procesional (veintidós metros de ancha, hecha con baldosa de
piedra calcárea blanca y mármol rojo) brillaba por su belleza la puerta de Ihtar, la
más bella de las ocho puertas de la ciudad. Esta formaba un conjunto colosal, con tres
portillos y torres almenadas, adornada en su fachada y en sus muros interiores, con
ladrillos de esmalte azul, con filas alternas de dragones y toros en relieve.
Babilonia, que estuvo durante tanto tiempo replegada sobre si misma durante la
hegemonía asiria, no dejó de ser nunca la guardiana de las tradiciones sumerio-acadias
en esta zona “sagrada” de Mesopotamia. El renacer de Babilonia, bajo la dinastía
caldea, tenía que estar ligada, de alguna forma, al renacer de la ciudad, eso sí, teñida de
una fuerte impronta religiosa28.
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El reino del Norte, con su capital Samaria, tuvo una breve y agitada historia. Mientras
el imperio asirio se convertía en hegemónico en la región, Israel, estuvo enfrascada en
guerras con Siria, con los amonitas y moabitas, ignorando o subestimando el peligro que
les amenazaba por parte de los asirios. Rápidamente se convertirían en vasallos suyos.
Bajo el dominio de Teglat-Falasar III (-745-727), Israel, junto a los fenicios y los
filisteos prepararon una gran coalición antisiria31, a la cual “invitaron” a participar a
Acaz, rey de Judá. Éste no solamente rechazó unirse, sino que pidió ayuda al rey asirio,
el cual intervino de inmediato. La entrada de Teglat-Falasar tuvo consecuencias
dramáticas para el reino del Norte, deportó a las clases dirigentes y solo dejó una migaja
de estado (Efraim), convertido en estado vasallo dependiente bajo un rey proasirio.
Una década más tarde (Salmansar V habia sustituido a Teglat-Falasar), se produjo en
Efraim un nuevo levantamiento. Samaria fue sitiada y después de tres años de
resistencia, conquistada en -722. Ese fue el fin del reino del Norte, de ahora en adelante,
el nombre de “Israel” solo fue reclamado por el reino del Sur, Judá32.
El reino del Sur, con capital Jerusalem, a pesar de ser más débil desde un punto de
vista económico y político, resultó ser más estable. Posiblemente por considerarse
heredero único, no solo del estado davídico y de su ideología, sino también de la
tradición religiosa que se había desarrollado en el reino del Norte y de su culto.
La declinación a la coalición antisiria de Ajaz también tuvo consecuencias. Aunque
forzados por la necesidad, los de Judá se habían declarado dependientes de los asirios,
y, cuando también se produjo un intento de levantamiento de los del Sur, acabaron
siendo igualmente vasallos de la gran potencia asiria. En todos los lugares de Judea,
incluso en el Templo de Jerusalem, podían encontrarse divinidades y cultos asirios33.
El ocaso del imperio asirio permitió un breve respiro en el reino del Sur, el rey Josías
(-639-609) intentará aprovecharlo.
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recuperación de las posibilidades de iniciativa.34 Igualmente, esta renovada libertad de
acción para la periferia imperial supuso igualmente un período de fermentos
ideológicos. Prueba de ello es el reinado del rey Josías en Judá.
Tras subir al trono jovencísimo, Josías supo aprovechar la situación favorable para
dar al reino de Judá un nuevo impulso. Sus aspectos más destacables serán las reformas
que promulgará de carácter religioso e ideológico, cuyas bases materiales y políticas no
son desde luego despreciables.35
Josías impulsará que en primer lugar el Templo de Jerusalem, y después toda la
ciudad, fueran consideradas como sede de Dios y, por consiguiente, sagradas, a través
de concentrar todo el culto sacrificial en el Templo. Igualmente hará ordenar a todos los
sacerdotes de Yahvé que trasladen su residencia a Jerusalem y llevará a cabo una
“purificación” de cultos paganos y sincretistas, de sus altares, objetos e imágenes en
todo el territorio (II Re 23:4-14)36. Por último se instaura una nueva reglamentación de
todo el culto israelita. De esta forma, Josías intentó imponer la unicidad de dios, del
culto, y del lugar del culto. De este programa de reformas se derivó un profundo cambio
político y religioso con una marcada voluntad de reunificación y asimilación, que le
llevó posiblemente a anexionarse partes del reino del Norte37
Sin embargo, parece que Josías tropezó con una fuerte oposición a su política de
reformas. Las tribus del norte guardaban una mal recuerdo de la política de los reyes de
Judá (caso de Ajaz citado anteriormente, por ejemplo) y sus tradiciones religiosas se
habían alejado mucho de Jerusalem durante el dominio asirio (la llegada de poblaciones
extranjeras deportadas por Asiria había hecho acrecentar el sincretismo (II Re 17: 24-
34)38.
A pesar de ello, Josías prosiguió estrechando la relación que tenía el culto a Yahvé y
el sentimiento nacional, hasta que en un determinado punto esa voluntad le llevó a
cometer un acto, a todas luces, de osadía. Se encontrará en medio de un mapa
geopolítico que se está sacudiendo.
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-609 hacia el Eufrates para enfrentarse a los babilonios, que ya habían acabado con los
últimos residuos del imperio Asirio, le va a salir al paso Josías con un ejército en
Meggido. Su objetivo, impedir que Egipto se constituyese de nuevo en amo de Siria y
Palestina, perdiendo así Judá la libertad obtenida. La batalla se decanta del lado egipcio,
mientras que Josías encontró la muerte o fue herido mortalmente 39. En ese instante la
reforma de Josías acaba, la confianza en Yahvé es puesta en tela de juicio y el rigor
reformista abandonado. La suerte de las reformas de Josías, está atestiguada por los
escritos del profeta Jeremías, que ya en tiempos del rey había manifestado su apoyo
explícito a los principios de estas.40
De esta forma, Judá quedó bajo dependencia de Egipto. El hijo de Josías, Joacaz, que
había sido proclamado sucesor de su padre por el pueblo, fue destituido inmediatamente
por Nekao. En su lugar nombró rey a su hermano Eliaquim (-609-598), dándole el
nombre de Joaquim para indicar que el nuevo monarca era un producto suyo.
Sin embargo, el dominio egipcio en la franja sirio-palestina no duraría mucho. Pronto
Nekao tendrá que enfrentarse a los babilonios, ya dirigidos por Nabucodonosor, en
Karkemish, a orillas del Eufrates.
5. LA TOMA DE JERUSALEM
El reino de Judá que había caído sobre soberanía egipcia, será suplantado pronto por
otra dominación, la del imperio neobabilónico. Después de Josías, la situación política
del reino era bastante clara: la monarquía tenía los días contados. No había sitio para un
Estado-tope políticamente entre el norte y el sur. Analizamos aquí los sucesos que
llevaron a Nabucodonosor II a tomar dos veces la ciudad de Jersualem y el bullicio
interno del reino de Judá, que a la postre, le había llegado ya el final.
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24:7: «El rey de Egipto ya no salió más de su país, porque el rey de Babel le arrebató
todo lo que le había pertenecido, desde el río de Egipto hasta el Eufrates».
De esta forma, toda la región Siria Palestina cae en poder de Nabucodonosor. Pero
éste no pudo afianzar inmediatamente la conquista, ya que su padre, Nabopalasar,
muere meses más tarde. El vencedor tuvo que regresar rápidamente a Babilonia para
asegurarse la sucesión41.
El rey Joaquim, por su parte, sobrevivió a este desplazamiento del poder,
reconociendo a tiempo y de forma adecuada al nuevo soberano, Nabucodonosor. En
este punto se puede poner de relieve las diferentes interpretaciones que se tenían de este
vasallaje. Para los babilonios, el sometimiento fue un acto espontáneo e incruento:
«Todos los reyes de Hatti vinieron a su presencia y él recibió su enorme tributo» (ABC,
p.100:17)42. Por otra parte las fuentes proféticas recogen el efecto del sometimiento de
forma muy diferente: «Todos llegan para entregarse a la violencia. Sus rostros ardientes
son (como viento) solano y amontonan cautivos como arena. Se burla de los reyes, se
mofa de los príncipes, se ríe de todas las plazas fuertes; alza un terraplén y las toma»
(Habacuc 1:6-10).
Durante tres año el reino de Judá pagará sus tributos a Nabucodonosor, quién recogió
el botín y procedió a algunos asedios, sin asalto decisivo. Sin embargo, en -601, a raíz
de los choques entre Egipto y Babilonia, Joaquim vislumbra que podría darse un nuevo
cambio de tendencia en lo que se refiere a la hegemonía de la zona y aprovecha para
negar su obediencia a Nabucodonosor43. Vuelve la tentación de librarse del yugo y
Joaquim enciende la mecha del levantamiento. Quiso el destino que el rey muriera (-
598) antes del contraataque de Nabucodonosor.
Así, su hijo y sucesor Joaquín, de dieciocho años de edad, se encontró en una
situación extremadamente delicada, quedando como responsable de la rebelión. A los
tres meses de su reinado tiene que enfrentarse a Nabucodonosor que viene a poner sitio
a Jerusalem.
Éste, asediado por los babilonios, decidió capitular inmediatamente. Parece ser que
Nabucodonosor, dada la rendición, trató con bastante indulgencia a Joaquín.44 A pesar
de eso, Jerusalem no se libró de ser conquistada, cae el 2 de Adar, es decir, el 15 o 16 de
marzo de -597. El palacio y el Templo fueron saqueados, se deportaron a miles de
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personas45 (entre ellos Joaquín y su familia, parte del clero, dignatarios…) y se
proclamó un nuevo rey vasallo, Sedecías, tio de Joaquín.
La catástrofe de Jerusalem fue considerada durante largo tiempo como una desgracia
nacional. El período de diez años que sigue a la deportación de Joaquín (-597-587) será
una época llena de explosión política entre la población de Judá.
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en libros que llevan sus respectivos nombres. A través de su mensaje exhortarán y
advertirán, amenazarán con el ocaso a los dos reinos; arremeterán contra el culto
mundanizado y contra los cultos extranjeros; proclamaron una fe estrictamente
monoteísta y seguirán una línea de dura crítica social.48
Volviendo al debate interno, la discusión giaraba en que politica seguir frente al
vasallaje babilonio. Una parte de la corte del rey Sedecías apoyaba decididamente una
revuelta, la cual se apoyaría en una alianza con los egipcios y otros vecinos de Judá.
Otra, era mucho más moderada y advertía del peligro que podía conllevar la rebelión.
Existía incluso una tercera postura que defendía la rebelión, partiendo de la base que
Yavé no habría permitido nunca habría consentido nunca la llegada de los caldeos.
Los profetas Ezequiel y Jeremías habían tomado posición (Al parecer Sedecías había
pedido consejo en varias ocasiones a Jeremías49). Jeremías sostenía que la intervención
caldea y el consiguiente desastre eran inevitables en cuanto instrumento de cólera divina
contra las traiciones de apostasía que habían tenido lugar en Jersusalem (Jer 21:5-7). En
cierto modo su postura en filocaldea, contraria a la sublevación. De hecho, el profeta
acabo encarcelado por su postura frente a los babilonios por ser considerado
colaboracionista.50 Ezequiel, por su parte y desde el exilio, piensa también que la suerte
de Judá está prefigurada por analogía en la de Israel y motivada por una larga serie de
traiciones. Considera igualmente que los babilonios actúan por voluntad divina y que el
final es inevitable. Además, advierte que la alianza con los egipcios y la ruptura del
vasallaje babilonio comportaría terribles consecuencias (Ez 17:15-18).
6. CONCLUSIONES
El período histórico en que se ha centrado este trabajo, se abre con la caída del
imperio asirio. Sigue con el auge, en contrapartida, del imperio neobabilónio y focaliza
a través de su monarca más representativo, Nabucodonosor II, su expansión, tomando el
caso particular de la toma y el vasallaje del reino de Judá.
De este convulso período podemos extraer varias conclusiones significantes, que
serán determinadas por los cambios políticos y religiosos que vivió toda la región de la
época. Así, la dinastía caldea, que junto a sus aliados medos, se habían hecho dueños y
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señores de toda Mesopotamia gracias a la destrucción de un imperio asirio que había
entrado en barrena, buscarán en una Babilonia independiente recuperar el prestigio
perdido. Podemos ver por las políticas que llevaron a cabo Nabopalasar, y sobre todo
Nabucodonosor, que todos los esfuerzos se concentraron en su propio país. Fue una
época de innumerables reconstrucciones, de renacimiento político, económico, cultural
y religioso. Para llevar a cabo este gran movimiento, la recuperación de los pedazos de
territorio que habían estado bajo dominio asirio fue fundamental, el botín y los tributos
dieron la oportunidad desde un punto de vista económico para llevar a cabo la gran
reforma.
Por su parte, el reino de Judá, que había resultado en principio más estable que su
vecino del norte, vivió constantemente entre el vasallaje y la búsqueda de
autodeterminación. Dada la situación política, que les hizo estar a la sombra, primero de
los asirios, después de los babilonios, convirtieron las esperanzas de libertad en
aventuras demasiado peligrosas y con un final previsible. Los únicos años en que el
reino de Judá tuvo un respiro (-640-590) fueron aprovechados por Josías para impulsar
una profunda reforma política. Destacar en este punto, que el siglo VII a.C. vió como se
llevaron a cabo profundas tendencias renovadoras, las reformas de Josías encaminadas a
la unificación del culto y la gran obra de Nabucodonosor en Babilonia así lo atestiguan.
La toma de Jerusalem por parte de Nabucodonosor muestra el punto álgido de este
encuentro entre un imperio en auge, en busca de la gloria y un reino que intentaba
encontrarse en un mapa político en el que no tenía cabida. Así, el hecho de
Nabucodonosor tomara dos veces la capital de reino de Judá, muestra como el monarca
quiso afianzar sus posesiones decididamente, y a la vez su carácter más piadoso frente
al vasallaje, si se compara por ejemplo con la forma de intervención característica de los
asirios. Para Judá, la época de hegemonia caldea resultó ser a la postre más de lo
mismo. Búsqueda insistente de alianzas y coaliciones, ya sea con Egipto, ya sea con sus
vecinos más cercanos que no llevaban a nada, más allá de su propia destrucción. De esta
forma se cerraría una página importante de la historia.
La elección de Mesopotamia, historia política, económica y cultural de Georges Roux
es causa de haber sido uno de los libros en que me he apoyado en la redacción de mi
trabajo de curso, dedicado a Nabucodonosr II y su toma de Jerusalem.
Para mi, como estudiante nuevo en la materia, realizar una reseña (cuyo componente
crítico es esencial) resulta un poco embarazoso, ya que a pesar de que mi conocimiento
en lo que respecta a Mesopotamia ha ido creciendo a lo largo de este semestre, me
siento muy pequeño frente a la grandiosidad de la obra de Roux, una verdadera
eminencia en su campo. De él he aprendido mucho, su lectura ha marcado en mi un
antes y un después en mi concepción de la materia.
El libro Mespotamia, es antes que nada, un manual de iniciación, ya que a pesar de
su extensión (quinientas páginas y veinticinco capítulos), el objeto de la investigación es
inmensamente grande, ya que no deja de ser el análisis de una civilización de casi
cuatro mil años. En su estudio, se tratará desde la definición en sí del ámbito de estudio,
la civilización del valle del Tigris y el Eufrates, siguiendo con sus inicios, sus diferentes
apogeo y auges, y finalmente su lenta y larga decadencia en los inicios de la era
cristiana.
Quizás lo más remarcable de la lectura de la obra de Roux es que uno puede no
solamente ver con precisión y exactitud la evolución histórica de la civilización con sus
diferentes denominaciones (caldea, sumerio-acadia…) a pesar de ser un único y mismo
fenómeno, sino que puede hacerse una idea del grandioso legado que esta nos ha
dejado. Al fin y al cabo, se nos demostrará que es en Mesopotamia donde se darán las
primeras experiencias de agricultura, los primeros esbozos del derecho, los primeros
análisis del Universo, los primeros sistemas administrativos eficaces, los símbolos
religioso y como no, la invención de la escritura por parte de los sumerios
aproximadamente en el -3300, y con ello la primera literatura y la primera tradición
escrita.
Tal como indica su autor, la obra no va dirigida fundamentalmente a especialistas. Se
puede apreciar que a pesar de la complejidad histórica de la temática que se trata, su
lectura no deja de ser nunca dinámica y sobretodo clara, hecho imprescindible para
poder crear una imagen definida de la historia. En este sentido, es muy admirable la
gran cantidad de tablas cronológicas, mapas e ilustraciones que nos ofrece el autor,
ayudando sin lugar a duda a cumplir dicho objetivo.
7. BIBLIOGRAFIA
- CASSIN, E., BOTTÉRO, J. y VERCOUTTER, J., 1993, Los imperios del Antiguo Oriente, III:
La primera mitad del primer milenio (Historia Universal Siglo XXI, volumen 4),
Madrid-México: Siglo XXI editores.
- CAZELLES, C., 1984, Historia política de Israel: desde los orígenes a Alejandro Magno
(Introducción a la lectura de la Biblia, volumen 1), Madrid: Ediciones Cristiandad.
- DE VAUX, R., 1975, Historia antigua de Israel, Madrid: Ediciones Cristiandad.
- KUNG, H., 1993, El Judaísmo. Pasado, presente y futuro, Barcelona: Círculo de
Lectores
- LIVERANI, M., 2005, Más allá de la Biblia. Historia antigua de Israel, Barcelona:
Crítica
- ROUX, G., 1987 Mesopotamia. Historia política, económica y cultural, Madrid: Akal.
- SANMARTÍN, J. 1998, “El Próximo Oriente asiático. Mesopotamia y sus áreas de
influencia”, en: Joaquin Sanmartín / José M. Serrano, Historia Antigua del Próximo
Oriente: Mesopotamia y Egipto, Madrid: Akal.
- WAGNER, C. 1999, Historia del Cercano Oriente, Salamanca: Ediciones Universidad de
Salamanca