En primera instancia, escogí este museo porque me encanta conocer la historia de
la naturaleza y más desde este museo tan reconocido en Nueva York. En el inicio del recorrido, nos ubicamos en el hall principal donde se encuentran animales marinos, pero llevándose toda la atención la gigante ballena azul que está colgada en el centro del hall. Al estar este grandioso animal en un espacio tan abierto, te permite una asombrosa contemplación, sin que nadie te distraiga o tape tu visión; realmente es aterrador el enorme tamaño y cómo lo podemos visualizar tan cerca y apreciar cada detalle. Luego pasamos a la sección de los dinosaurios, donde son increíbles por su tamaño y la cantidad de historia de cargan en esos huesos fosilizados. A pesar que el más grande que se encontraba en esta sección era el T-rex, yo me quedé con el estegosaurio, porqué éste me transportó de una manera inmediata a la época de mi infancia donde amaba los dinosaurios, y este siempre me causó mucha curiosidad y le tenía u cariño especial, y me impactó más el saber que había dos estegosaurios bebés al lado. Es increíble como una buena apreciación puede comunicarte tantas símbolos y emociones. Otra parte del museo que me gustó mucho, fue el Hall de los Mamíferos de Norte América, donde se evidenciaban diferentes especies de animales comunes en Canadá y Estados unidos, unos extintos y otros aún existentes. Fue grato apreciar estos animales, porque siempre me recordaba a esas películas animadas de osos y renos que veía cuando era pequeña, pero también, me recordaba lo enorme que es el mundo animal y tanto daño que hemos hecho.