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Serie Guerreros de la Luz

El Despertar de Miles 1
El deseo de Astrid 2

1
Sinopsis

Después de años de abuso, Astrid Reznik finalmente ha encontrado un


hogar. Viviendo con los guerreros de la luz, tiene todo lo que alguna vez
deseo, una familia. Todo cambia cuando el brujo enviado por el Consejo de
Seres Paranormales para interrogarlo resulta ser su pareja. Repentinamente
desea cosas de otro hombre que nunca creyó posibles.

Klaus Marimos es un brujo de alto rango del consejo, cuyo trabajo es


cazar brujos malvados que usan su poder para el mal. Creyendo que Astrid no
es diferente a ellos, se sorprende al descubrir que no solo son pareja, sino que
el joven brujo también es mitad hada. Astrid no es normal en su mundo, y
Klaus se ve forzado a protegerlo a toda costa.

Un intento de secuestro expone el verdadero propósito de la existencia


de Astrid, destruir el consejo. Un inesperado mal amenaza todo lo que Klaus
atesora, y depende de él y de los guerreros de la luz proteger a Astrid.

2
Dedicatoria
Para mis padres, quienes me gustarían estuvieran hoy aquí para ver mis
sueños hechos realidad. Los amo y los extraño a los dos todos los días. No es
un adiós si no un hasta luego.

3
Capítulo 1
Piel blanca y cremosa contrastaba contra las sábanas de seda negra.
Un hombre descansaba estirado como una exhibición que todos tenían que
ver, pero que sólo él tenía permitido ver. Su boca comenzó a salivar mientras
su pene crecía por la maravillosa vista que tenía frente a sus ojos.

No podía ver el rostro de esa belleza, pero no importaba. El hombre era


suyo solamente suyo. Con todo lo que tenía, quería reclamar al hombre.
Hacerlo suyo para siempre.

El suave sonido del roce de las sábanas que produjo el hombre al


moverse hizo que desviara la vista de una esquina de la cama a la otra. El
pequeño cuerpo se revolvía y giraba con necesidad, silenciosamente
rogándole que se acercara.

Como un león acosando a su presa, listo para someterlo, subió a la


cama y gateo hasta colocarse entre las piernas del hombre. El extraño jalo
sus piernas hacia arriba, otorgándole la más hermosa de las vistas que jamás
haya visto, su rosado orificio.

Dejo caer sus manos sobre los muslos temblorosos del hombre y deslizo
su dedo a todo lo largo. Los firmes músculos se estremecían con cada caricia.
Suave y cremoso como el satín era la sensación que percibía con sus manos.
Continuo hacia arriba, hasta que llego a los pezones del hombre, pellizco y
torció ligeramente las pequeñas protuberancias hasta que se endurecieron
por el ataque. Un gemido atrajo su vista al rostro del hombre.

El enigma de su rostro se desvaneció para mostrar los rasgos del


hombre. Cabello rubio se abría alrededor de la cabeza del hombre como la
aureola de un ángel. Los ojos más azules que haya visto lo miraban, y por un
segundo, una sonrisa se dibujo en los labios del hombre. Una sensación de
bienvenido a casa lo lleno hasta el límite. Se sentía completo. Los años de
anhelar algo más se desvanecieron, remplazados por amor. 4
Se dejo caer sobre sus codos para capturar los dulces labios del
misterioso hombre. Necesidad y deseos brutos lo impulsaron a seguir.

—Sr. Marimos, Benedicto necesita hablar con usted ahora. Dice que es
urgente—. El sonido de la voz de uno de los operadores del consejo, sonó a
través de su silencioso cuarto.

Klaus gruñó mientras giraba sobre la cama para accionar el


intercomunicador junto a la cama. —Supongo que lo es—, bostezo y estiro los
brazos. —Dile a ese idiota que estaré ahí cuando tenga que estarlo.

—Uh, Sr. Marimos, no creo que pueda decirle eso—, la voz le contesto.

Dedicándole un púdrete silencioso a Benedicto, volvió a golpear el


botón. —Por supuesto que no. Dile que estaré ahí en diez.

Levantándose de la cama, se dirigió al baño para una rápida ducha. Bajo


la vista y cambió el interruptor de caliente a frío. La erección que portaba no
se iría por si sola pronto, y había renunciado a masturbarse hace siglos. Así
que, solo le quedaba una agradable ducha helada para liberar la presión que
oprimía sus testículos como bolitas.

El sueño lo había dejado nervioso. Nunca antes había tenido un sueño


tan realista. La piel, los ojos, y los delgados músculos que se estremecían
cuando había puesto sus dedos sobre ellos eran definitivamente muy reales.

Klaus suspiro antes de entrar a la ducha. Deseaba que fuera verdad, que
el hombre fuese real. Estar solo por tanto tiempo, podría volver loca a una
persona, y tal vez ya había sucumbido a la locura de su existencia sin el amor
de una pareja.

Rápidamente se limpio, haciendo a un lado la ilusión de encontrar a su


pareja algún día. Para él no existían, porque si lo hicieran, ¿Por qué el destino
había creído correcto dejarlo vivir sin una por tanto tiempo?

Quince minutos después, estaba sentado frente a Benedicto, recibiendo


su próximo encargo. 5
—Otra vez, ¿A dónde me estás enviando?—, Klaus miro fijamente a
Benedicto. Tenía que haber escuchado mal lo que el hombre había dicho.

—Necesito que vayas e interrogues a este brujo que vive con mi hijo—.
Benedicto negó con la cabeza. —Él siempre recata a los callejeros, pero puede
que este tenga información sobre el paradero de Asher.

Klaus pateo el escritorio reluciente de Benedicto. Vio al hombre


enfurecerse por su atrevimiento. Tuvo que morderse para no sonreír. Deja que
el hombre se enoje. Klaus era más viejo y tenía todo el respeto del Consejo,
incluso si, técnicamente, trabajaba en el mismo sector que Benedicto. ¿Quién
demonios lo hizo su jefe?

—Debo preguntar otra vez, ¿Qué tanto te excita de encontrar a


Asher?—, Klaus levanto una ceja hacia Benedicto. —Sí me preguntas, parece
un poco extraño estar gastando tanto tiempo del consejo en un vampiro que ha
estado desaparecido por siglos. Quien muy probablemente está muerto.

— ¡No está muerto!—, Benedicto gritó mientras golpeaba el escritorio


con la palma de su mano, astillando la superficie.

Bueno, ahora había logrado algo. Klaus siempre había sospechado algo,
cuando de los dos hombres se trataba, y el comportamiento de Benedicto solo
había avivado ese fuego. Dejo caer los pies al suelo y se inclino hacia el frente
sobre sus codos. — ¿Cómo lo sabes? ¿Lo viste en tu bola de cristal o alguna
mierda así?—, se burló del hombre.

Benedicto revolvió los papeles de su escritorio, evitando contacto visual


con Klaus, —Solo lo sé, y dejémoslo así—, Klaus observo la máscara de
tranquilidad y serenidad volver a su lugar. —Cómo te dije antes, te voy a
enviar a un pueblo llamado Branson, Missouri. Es donde mi hijo ha estado
viviendo actualmente, y vas tú, porque eres el único brujo en quien confío
cerca de mi hijo.

—Bueno, Dios, gracias—. Le quito los papeles a Benedicto y paso un


dedo por el reporte, mientras Benedicto continuaba.
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—Parece que la pareja de mi hijo se ha hecho amigo de este brujo que
era un prisionero con él. Este hombre estuvo bajo el cuidado de Malcolm y
Lucian por cien años. Tendremos suerte si no está loco. Si resulta que lo está,
no lo quiero cerca de mi hijo y su pareja.

Klaus lo miro por encima de los papeles. — ¿Este brujo tiene nombre?

— ¿No está en el reporte?—, Benedicto escribió algo con el teclado,


buscando en su computadora. —Oh, aquí está. Su nombre es Astrid.

— ¿Astrid?—, pregunto incrédulo. — ¿Estás seguro que es hombre?—.


Se rió. ¿Quién le ponía a un niño un nombre tan afeminado? Con un alias así,
el hombre podía volverse loco de vez en cuando.

—Por lo que mi hijo me ha dicho, este hombre, Astrid, fue vendido a


Malcolm cuando tenía trece años de edad. No sabe de dónde viene. Sólo habla
de su madre— Benedicto tamborileo los dedos en la computadora. —
Demasiado cruel, si me lo preguntas. Solo Dios sabe lo que Malcolm le hizo al
pobre hombre. Y para mí, es mejor estar seguro que lamentándose. Así que si
este Astrid, se va a descarrilar, prefiero que lo haga aquí en el cuartel general
del consejo donde podemos controlar el daño.

Klaus estudio al hombre. Tenía puntos válidos, pero aún había más. Los
vellos de su nuca se erizaron con sospechas. —Así que, déjame ver si entendí.
¿Quieres que vaya e interrogue a este chico en busca de información de un
brujo que probablemente no conoce?—. Arqueo una ceja.

Benedicto lo miro. —No es solo obtener información de Asher, sino


también la seguridad de mi hijo y de los otros guerreros en la casa con Astrid.

Klaus se mordió un lado de la mejilla. ¿Desde cuándo le importaba a


Benedicto su hijo? Klaus no era el hombre más sensible, pero a Benedicto le
faltaban más emociones que a él. El hombre funcionaba como una máquina.
La mente de Benedicto se enfocaba en una sola cosa y se concentraba
estrictamente en su trabajo. Y últimamente, esa concentración se había
dirigido directa y cuadradamente a un vampiro que había estado desaparecido
por siglos.
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—Benedicto, no tienes porque decirme tus razones, pero no te sientes
frente a mí y me digas que es por la seguridad de tu hijo que quieres a este
brujo—. Klaus se inclino hacia el frente y pico a Benedicto con el dedo.

—Es la verdad—, grito como respuesta. —Al contrario de lo que todos


los demás piensan, incluido mi hijo, me importa.

Klaus no quería discutir con él. Al final no conseguiría nada, y aún


seguiría viajando a la mitad de la nada, a Missouri. —Bien, como quieras,
Benedicto—, dijo a regañadientes.

—Entonces está bien—. Benedicto se aclaro la garganta. —Como dije,


tengo un avión con el tanque lleno de combustible listo para partir. Lo único
que retrasa esta misión eres tú.

Se levanto y se dirigió a la puerta. Una vez ahí, se detuvo y se volvió


hacia al hombre sentado detrás de su escritorio. —Benedicto, ¿Se te ha
ocurrido que este hombre en realidad, sea simplemente inocente?

—Nunca nadie es completamente inocente. Mucho menos, los brujos.

Klaus sujeto el picaporte y lo apretó tan fuerte que el metal crujió en su


mano. Benedicto no sabía cuando cerrar la boca. —Cuida lo que dices
Benedicto. No olvidemos que soy un brujo. Con o sin reglas puedo acabar
contigo—. Klaus dijo las palabras muy despacio, dejando que el hombre
entendiera su mensaje.

Benedicto apenas si levanto la vista. —Como dije, nadie es inocente—.


Le dio la espalda a Klaus y siguió trabajando en su computadora.

El hombre no tenía miedo. No mucha gente le daría la espalda a un


brujo enojado, pero Benedicto lo había hecho. Un hombre que no le teme a
nada era peligroso. Y Klaus sólo podía suponer lo que había llevado al
vampiro a ese grado. Pero si Benedicto no era cuidadoso, lo llevaría más allá
de su límite, y un día Klaus llevaría a cabo su promesa.

Sin mirar al hombre, Klaus dejo la habitación. Azoto la puerta mientras


salía, y golpeo los cuadros colgados en la pared hasta que crujieron. No le 8
importaba que su invaluable arte se cayera al suelo. El consejo tenía
demasiado dinero para reemplazar las obras maestras diez veces más.

Todo el costoso arte que llenaba como basura cada superficie plana y
cubría todas y cada una de las paredes eran un gran jódete para las familias
fundadoras del consejo. Casi todas ellas habían comenzado teniendo vidas
austeras sin la necesidad de grandes y lujosas casas con artículos invaluables,
llenando todo casi hasta reventar. El consejo se suponía estaba para unir
fuerzas con un único objetivo común, y ese era mantener a los inocentes de
este mundo a salvo. Pero con cada año que pasaba, parecía que el objetivo
había cambiado de proteger lo que era importante a cuanta mierda poseía cada
quien.

Klaus recordó cuando era un niño. Sus padres no eran ricos, pero eran
ricos en amor. Tenía a su madre y padre, y eso era todo lo que necesitaba. Su
padre estaba en el consejo, pero en esos momentos era solo conocido como un
aquelarre (sólo brujos). Consistía en brujos que habían optado por el camino
del bien en lugar del mal. Con el paso del tiempo, vampiros y cambia formas
comenzaron a unirse con el propósito de defender a los demás. Se juntaron, y
de común acuerdo olvidaron sus diferencias y trabajaron juntos para eliminar
al mal de este mundo.

Klaus suspiro fuertemente mientras caminaba a lo largo del pasillo que


conducía a su habitación. Anhelaba los tiempos sencillos cuando su familia y
él trabajaban en la granja y solo se involucraban en los asuntos del consejo
cuando la situación era urgente. Su padre siempre le había dicho que escogiera
sus batallas porque no valía la pena meterse en algunas peleas. Él también lo
creía. Una amarga risa retumbo en su pecho. Esa tontería le había costado su
familia. Algunas veces en la vida, una persona tenía que llevar la batalla hasta
la puerta del enemigo y tomarlo por sorpresa. Si hubiera pensado así siglos
atrás, probablemente sus padres seguirían con vida.

Todo lo que había querido mientras crecía, era encontrar a su pareja,


enamorarse y vivir con su pareja en las mismas tierras que su familia. Tal vez
incluso tener algunos hijos. Darle a su madre los nietos que siempre soñó.
Pero ese era un tonto sueño. La muerte de sus padres hizo que una parte de su
alma muriese. Ahora la misión de su vida era proteger a los demás de sufrir el
mismo solitario destino. 9
Klaus finalmente llego a su cuarto, giro el picaporte y entro. Todos los
altos miembros del consejo vivían en la sede por razones de seguridad. Había
veces en las que Klaus odiaba estar rodeado de gente día y noche. Algunas
veces un hombre necesitaba estar a solas con sus pensamientos, sin
distracciones. Esa era la única ventaja de viajar tanto como lo hacía. Le daba
la oportunidad de estar a solas consigo mismo.

Al comienzo, le gustaba por otras razones. Sonrió al recordar muchas de


esas razones. Principalmente el torrente de hombres que desfilaban dentro y
fuera de su vida. El ser inmortal, con la apariencia y cuerpo de un hombre de
27 años, tenía sus ventajas. Todo lo que tenía que hacer era soltar una frase
seductora y cursi, y los humanos mordían el anzuelo, directo y profundo. Si
solo supieran a quien habían invitado a sus camas. Las cosas que podía
haberles hecho eran inimaginables.

Pero después de unos cuantos años así, se volvía aburrido. Un hombre


sin rostro tras otro ya no lo atraía. Dios, ya ni siquiera tenía que coquetear con
ellos. Todo lo que tenía que hacer era decirles que quería joder, y con eso, se
empinaban y dejaban que hiciera lo que quisiera. Era loco como los humanos
eran tan imprudentes con sus propias vidas. La muerte era inevitable para
ellos. Uno pensaría que atesorarían ese precioso regalo un poco más. Pero una
vez tras otra, la gratificación inmediata demostraba ser más importante que la
longevidad.

Cuando Klaus entro en su cuarto, se dirigió hacia el closet para tomar su


maleta de viaje. Arrojo un poco de ropa para un par de días, con eso sería
suficiente. Lo único que tenía que hacer era marcar a un nuevo vampiro como
guerrero de la Luz, para que los demás supieran que no era peligroso, y
asegurarse que un brujo no era peligroso. Pan comido.

Los vampiros eran así de curiosos. Si un vampiro no provenía de una


familia reconocida, aquelarre o parte de la Luz, otros asumían que eran
malvados y necesitaban ser eliminados. Especialmente si fueron
transformados por un guerrero de la Oscuridad. Y todos los paranormales
creían que los brujos eran el montón de bastardos malos y sin corazón.

A lo largo de los años, con la ayuda de Benedicto y de su hijo Ben, el 10


consejo había cambiado la forma en cómo pensaba. Pero había demasiados
paranormales que seguían moviéndose con las viejas leyes y aún creían que la
mejor manera de salvar a estos paranormales inocentes era marcándolos con la
cresta de los Guerreros de la Luz. Está solo podía ser otorgada mágicamente
por un brujo del consejo.

Klaus tomo su equipo para rasurarse y entro al baño para tomar el resto
de las cosas que necesitaba para el viaje. Encendió la luz y entrecerró los ojos
ante la brillante luz que lo cegaba. Sus ojos comenzaron a llorar. El horario
loco que tenía no le permitía tener muchas horas de sueño.

Miro al hombre reflejado en el espejo. El estrés de su trabajo


comenzaba a pasarle factura. Bolsas cubrían la piel bajo sus ojos. Era bueno
que no estuviera buscando un buen trasero. Podía asustar a cualquier
candidato potencial.

Klaus metió la bolsita en su maleta y salió del cuarto. El avión estaba


listo, y no había tiempo que perder. Benedicto había sido insistente en que
interrogara a este brujo tan pronto como fuese posible, y él se tomaba su
trabajo muy en serio. Klaus era un caza recompensas de los de su especie, y de
otros paranormales, pero principalmente eran brujos. Los cambiaformas y los
vampiros le temían a los poderes de un brujo, por lo que el consejo creía mejor
mandar a otro brujo para hacerse cargo de los seres mágicos.

Entonces así se hacía. Klaus era viejo, y con la edad venía el poder, así
que en la comunidad de los brujos, tenía mucha influencia y respeto. Un brujo
pensaría dos veces antes de lanzarle un hechizo.

Pero con ese respeto venía el temor. Odiaba saber que toda persona que
había conocido o que conocería, lo odiaba automáticamente por ser brujo. Lo
respetaban por temor, no por lealtad, y eso marcaba su alma de alguna manera.

Klaus amaba su trabajo. Ayudaba a mantener a la gente inocente a


salvo, ya sea de brujos, vampiros, o de una de las muchas especies de
cambiaformas. Pero todos los paranormales sabían muy bien que no podían
usar su magia para obtener lo que querían. No lo pensaría dos veces antes de
matar a alguien para salvar a muchos. Era parte de su trabajo, y nadie era
perfecto. La muerte era parte de la vida. No le gustaba reducir a un pobre 11
paranormal, pero si eso significaba una mayor ganancia, lo haría.
Camino hacia el hangar privado del consejo. Klaus le entrego su maleta
al hombre de pie junto a la escalera que llevaba al avión. Tenía unas pocas
horas antes de que llegaran al suroeste de Missouri, y pensaba usarlas para
ponerse al corriente con su muy necesitado descanso.

El avión avanzo, y sintió un pequeño estremecimiento cuando este


despego. Klaus se acomodo en su asiento. Repentinamente sintió un revoloteo
en el estomago. Era como si le impidiera a la muerte esparcirse frente a él. Su
mamá siempre le había dicho que confiara en su instinto, y justo ahora sus
instintos le decían que huyera.

12
Capítulo 2

—Klaus, mi niño, ven aquí.


— ¿Sí, mamá?

—Mi niño querido—. La mujer mayor paso sus manos callosas y


rugosas por el trabajo, por la mejilla del niño. —Tuve un sueño acerca de tu
futuro.

—Oh, mamá, ¿Qué viste?—, el pequeño niño hizo un ruidito de


emoción.

—Te vi de adulto—. Alzo su mano muy arriba en el aire. —Alto como tu


papá y fuerte como un toro—. El niñito chillo encantado. —Y un día tendrás
un gran poder en tus manos—. Gentilmente puso su mano sobre su pequeño
pecho. —Úsalo sabiamente, hijo mío. Siempre por el bien—. Él asintió.

— ¿Qué más mamá?

—También vi a tu alma gemela—. Paso su mano por el cabello del


niño. —Cabello y complexión perfectos. De cuerpo delgado. Una sonrisa que
ilumina el cuarto más oscuro, ojos tan azules que puedes nadar en sus
profundidades.

—Suena bonita. Mamá ¿Cómo se llama?

—Oh, hijo mío—. La mujer le sonrió al pequeño niño. —Eso no lo vi—.


Su sonrisa desapareció, y la preocupación se reflejo en sus cejas. —Mi
querido hijo, Veo dificultades en tu camino. Prepárate, hijo. Debes estar
dispuesto a pelear por lo que más quieres.

—Señor, ya llegamos.
13
Klaus parpadeo un par de veces para alejar el recuerdo que hace mucho
había olvidado. Las palabras de su madre se revolvían con el sueño que
anteriormente había causado que su ansiedad creciera.

¿Qué significa todo eso?

Asintiendo a su chofer, Klaus volvió su atención a una casa enorme que


comenzaba a entrar en su rango de visión. La casa se veía como una cabaña
gigante. Muy rustico y apropiado, puesto que a pesar de todo, estaban a
kilómetros de distancia de la civilización moderna. Una gran cabaña parecía
adecuada.

Una vez que el auto se detuvo, salió del mismo. Klaus estaba muy feliz
de estar sobre tierra firme después del vuelo y de dos horas de camino por
carro para llegar a este pueblo en el quinto infierno. Ni siquiera podía creer
que la gente eligiera este lugar para vacacionar. Si los humanos supieran de
verdad lo que significaba estar ahí, el negocio del campamento no les
ofrecería ninguna diversión.

Klaus siguió el camino de piedra hasta la entrada principal. La aldaba de


metal de la puerta era la cabeza de un lobo. Un país de cambiaformas, debió
de haberlo sabido. Negó con la cabeza. Los cambiaformas lobos tenían
problemas con la confianza, y odiaban a los brujos más de lo que odiaban la
plata.

Tomo la gran manija y la azoto hacia el frente contra la sólida madera


de la puerta. No paso mucho antes de que escuchara pasos acercándose. La
puerta se abrió para revelar a un pequeño hombre bebiendo algo rojo de una
copa. Su nariz se estremeció con el olor metálico que irradiaba del vaso.

Vampiro.

— ¿Puedo ayudarle?—. El hombre inclino la cabeza hacia un lado


mientras su mirada recorría todo el cuerpo de Klaus.

—Sí, mi nombre es Klaus. Fui enviado por el consejo—. Klaus bajo su


equipaje y estiro la mano para estrechar la mano pequeña del vampiro. —
Deberían estar esperándome. 14
El hombre miro la mano de Klaus, después su rostro. El rostro del
vampiro palideció tanto como un gis. Lo próximo que Klaus supo, fue que la
puerta se había cerrado en su cara. Escucho que ponía el seguro de la puerta.

¿Qué demonios?

— ¡Oye! Fui enviado por el Consejo de Seres Paranormales—. Golpeo


fuertemente la puerta. — ¡Hola!— Otro golpe.

Se hizo para atrás cuando la puerta se abrió. El vampiro Quinn llenaba


el espacio de la puerta. —Mira a quién tenemos aquí.

Klaus puso los ojos en blanco. Él y Quinn no se llevaban muy bien.


Tenían una historia tormentosa que no termino muy bien. —Hola, Quinn,
¿Está Ben? Tenemos que discutir asuntos del consejo.

Los labios de Quinn se cerraron mientras miraba a Klaus. —Lo sé, y


tengo que recordarte, que soy parte del consejo, idiota santurrón—. Se hizo
para atrás y movió una mano frente a él, indicándole a Klaus que entrara.

Paso el umbral, y escaneo el área. La casa era colosal. La típica casa del
alfa. Les gustaba el encanto de vivir en el exterior con todos los placeres
culposos de la sociedad moderna. No tenía quejas. Le gustaba tener lujos
agradables cuando viajaba.

—Como dije, ¿Está Ben?—, Klaus odiaba ser grosero, pero quería
empezar con lo que tenía que hacer. Tampoco sentía la necesidad de repetir
porque Quinn lo odiaba.

—Sí, déjame ir por él—. Quinn señalo la sala de estar. —Ve y toma
asiento en lo que yo voy por él.

Klaus espero hasta que Quinn desapareció de la vista, antes de irse a


sentar. Se sentó en el sofá doble más cercano a la ventana. Realmente era un
lugar hermoso donde vivir. El pueblo parecía agradable y callado, y alejado
del bullicio y molestias de la ciudad. Por haber vivido en Nueva York tanto
tiempo, había olvidado lo que era estar en el campo. Le dio la bienvenida al 15
silencio. Alimento su alma.
—Siento que Trevor te haya cerrado la puerta en la cara. A veces es así
de raro—. Dijo Ben mientras entraba en la habitación.

Klaus se levanto y estrecho la mano de Ben. Ben era un buen tipo. A


diferencia de su padre, tenía modales. —No te preocupes.

Ben señalo el sofá. —Por favor, toma asiento. Hablemos antes de que
traiga a Astrid para que te conozca—. Ben paso sus dedos por su largo
cabello. —Klaus, nunca he tenido ningún problema contigo, pero Astrid es
muy sensible, casi como un niño. Por favor, por favor. Tómalo con calma. Ha
tenido una vida difícil.

Asintió. No era tan imbécil como para ser cruel con una persona que
había sido mantenida como prisionero. Pero aún así, seguía tratándose de un
brujo, un brujo que bien podría ser una bomba de tiempo de magia, lista para
explotar en cualquier momento.

—No tengo intensiones de ser agresivo con él, pero Ben, tienes que
entender que tengo que interrogarlo.

—Sí, lo sé. Mi padre quiere encontrar a Asher, y no le importa utilizar a


un inocente para obtener lo que quiere—. Ben lo acusó. —No te permitiré que
te aproveches de Astrid. No lo haré.

—Recuerda a quien le estás hablando, vampiro—. Klaus se puso de pie.


—No vine aquí para lastimar a nadie, pero sí tengo que hablar con esté brujo.
Las razones del porque no tienen nada que ver con los motivos personales de
tu padre. Es el protocolo del consejo y lo sabes—. Odiaba tener que hacer uso
de su rango con Ben, pero nadie lo denigraba de esa manera. Y estaba seguro
que no le gustaban las implicaciones de que era el chico de los mandados de
Benedicto.

Ben también se puso de pie. —Lo sé, Klaus, pero tienes una reputación.
Y digámoslo claramente, es mucho menos que impecable—. La voz de Ben
siguió subiendo. —Un rastro de cuerpos sigue generalmente tu camino.
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Klaus se estremeció por dentro. Una vez más, su método para manejar
paranormales caprichosos había causado que no fuese confiable.

Había aprendido hace mucho que había personas que no valían la pena
ser salvadas. Una vez que una persona probaba la maldad pura, vivían con el
ansia de más. Y cuando lo hacían, la mayoría de las veces la gente moría por
su horrenda adicción. A Klaus no le gustaba matar a los de su especie. Lo
detestaba. Cuando era más joven había solicitado tener un programa para
rehabilitar a estos individuos, pero la idea había sido desechada. La razón era
que el mal no podía redimirse. Después de haber sido destripado por un
hombre que había sido su amigo de la infancia, entendía la decisión que el
consejo había tomado.

Incluso después de todos estos años, aún lo recordaba como si hubiera


sido ayer. Le habían dado la orden de ejecutar a un hombre que había matado
a una familia de vampiros. Los vampiros no estaban en la lista de
paranormales favoritos de Klaus pero eso no significaba que mereciesen
morir. Cuando recibía sus órdenes, las leía cuidadosamente, y el nombre del
hombre en cuestión era el de un buen amigo que había crecido en la granja de
al lado de las tierras de su familia. Estaba seguro que el consejo había
cometido un error. Pero no fue así. El gentil chico que había conocido
mientras crecía, había sido reemplazado por un asesino. Un asesino que no
tenía intenciones de ser salvado. Klaus casi muere antes de darse cuenta de
que el consejo tenía razón. Aún no le gustaba la idea de matar a alguien, pero
a lo largo del camino habían sido ellos o él, y él se rehusaba a ser la víctima.

Klaus se movió hacia el frente y choco su pecho contra el de Ben. Podía


lastimar sus sentimientos escuchar la fría y cruda realidad, pero no se lo iba a
decir a Ben. —Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que limpiar sus
desastres. Y si no soy yo ¿Quién?—. Golpeo el pecho de Ben una vez más. —
No tienes el estómago necesario para hacer la mierda que yo hago por el bien
de todos. Sólo sigo las órdenes del consejo. Si no te gusta la manera en que lo
hago, ve y díselo a ellos.

— ¿Qué está pasando aquí?

Klaus paso del rostro de Ben al pequeño hombre que entraba a la


habitación. Su apariencia era similar a la de aquel que abrió la puerta. Ben se 17
aparto de él y se acerco al hombre, poniendo un brazo protectoramente
alrededor de los hombros del hombre.

—Miles, esté es Klaus, el brujo que el consejo envió para hablar con
Astrid y para darte a ti y a Trevor la marca de los guerreros de la luz—, Ben le
indició que se acercara. —Klaus, él es mi pareja, Miles.

Klaus se acerco lentamente. Antes de que pudiera estrechar la mano de


Miles, espero por el visto bueno de Ben. Tener una pareja era algo sagrado y
hacía que las hormonas se aceleraran. Cada pequeño detalle podía ser
considerado incorrecto. Tocar a la pareja de alguien más podía ser mortal para
tu bienestar.

Ben asintió, Klaus estiro su mano para sacudirla con la del hombre más
pequeño. —Hola, Miles, gusto en conocerte—. El silencio ensordecía la
habitación. —Felicidades por tu emparejamiento.

Coraje, ilumino los ojos de Miles. Cruzo sus brazos sobre su pequeño
pecho y se estiro con el ceño fruncido. —No te hagas el listo conmigo. Sé
quién eres y no te llevarás a Astrid—. Dio un pisotón con su piecito. —No me
importa que tan poderoso o malvado seas. Primero tendrás que pasar sobre mí.

Klaus quería reírse por el espectáculo de valentía de Miles. No muchos


hombres o paranormales le hablarían de esa manera. El hombre tenía valor.

—Miles, no puedes decir cosas como esa—. Ben movió la mano por
encima de sus hombros hacia donde estaba Klaus. —Especialmente a él. Es
parte del consejo.

—Tu consejo. No mío—. Miles le contesto a su pareja.

Klaus se movió para recargarse en el brazo del sofá para poder tener un
mejor lugar y observar el espectáculo. Parecía que había problemas en el
paraíso. Eso era algo bueno de no haber encontrado a su pareja. ¿Ser
mantenido a merced de las órdenes del otro, todo en nombre del amor? Al
carajo con eso. Klaus aún no estaba dispuesto a ceder el control de su vida.

—Cariño, ahora también es tu consejo, ¿recuerdas?—, Ben pico 18


gentilmente el labio superior de Miles, mostrando los pequeños colmillos.
El pequeño hombre retiro con un golpe la mano de Ben. —Lo que sea,
tal vez tú tengas que reverenciar a este hombre—, Miles apunto con la barbilla
a Klaus —pero yo no.

Ben froto los hombros de su pareja en un intento de calmarlo. Ver ese


par era algo lindo. Ver a estos dos hombres juntos lo hizo anhelar, solo un
poco, ese tipo de conexión con otra persona. Ese amor incondicional podía
convertirse en una droga. Saber que nunca estarás solo debía ser invaluable.

El sonido de pies corriendo hicieron que Klaus volviese su atención a la


entrada. En un segundo, otro hombre pequeño, más pequeño que Miles, entro
a toda velocidad al cuarto y se coloco detrás del vampiro. Se aferro de la
cintura de Miles como si su vida dependiera de eso. La casa parecía estar
infestada de pequeños hombrecitos.

—Por favor no peleen—, el recién llegado lloriqueo.

Klaus inclino la cabeza hacia un lado, tratando de ver mejor al hombre.


Su voz sonaba como un coro de ángeles, suave y ligera. Sus ojos se cerraron
ante el caprichoso sonido. Era música para sus oídos.

¿De dónde vino eso? Debo estar más cansado de lo que creí.

Klaus sacudió rápidamente la cabeza. Tenía que deshacerse de esos


pensamientos innecesarios. El chico apenas podría tener dieciséis. Lo último
que necesitaba era acostarse con un jovencito quien se enamoraría de él al
mismo tiempo que él se levantará de la cama. "Ámalos y déjalos ir" Era su
lema.

—Miley—, El hombre se aferro a la playera de Miles.

— ¿Miley?— Klaus se burló. Se rió tan fuerte que tuvo que doblarse.
Cuando se enderezo, Ben y Miles lo observaban. Tosió en su mano para
ocultar su alegría. —Disculpen por eso, tienen que admitir que es un hombre
tonto para un hombre adulto.
19
Ben y Miles siguieron mirándolo. Bueno, tal vez hay personas que no
tienen sentido del humor. La forma en la que lo miraban hacían sentir a Klaus
como si el fuese a ser el juzgado. Se limpió sus sudorosas manos en sus
pantalones. — ¿Él es Astrid?

El pequeño hombre dio un respingo y se colgó nuevamente de la


playera de Miles. Cada pocos segundos, se asomaba por detrás de Miles. Si la
situación no fuese seria, a Klaus le hubiera encantado seguir riéndose y
burlarse del chico. El hombre no parecía peligroso, pero eso no significaba
que no lo fuera.

—Sí, es él—. Ben se paró junto a Miles, tapándole la vista de Astrid a


Klaus. —Se asusta fácilmente.

—Pero ¿Supongo que estás acostumbrado a que la gente te tenga


miedo?—, Miles respingo. —Probablemente eso te encanta.

No le caía bien a Miles. Klaus se recargo en el brazo del sofá. Estaba


cansado, Mientras más rápido terminara esto, más rápido podía irse a
descansar. Esta área era agradable y callada. A Klaus no le importaría
quedarse unos días para ponerse al corriente con su sueño.

—Sí, Miles. Estoy acostumbrado a que la gente me tenga miedo—. Se


encontró con los ojos de Miles, retando al hombre a apartar la mirada. —Pero
usualmente encuentro que los culpables son lo que temen más. Así que dime,
¿Astrid tiene algo por lo que sentirse culpable?

— ¡Púdrete! ¡Idiota!—. Miles se acerco a él, pero Ben lo tomo por la


cintura deteniéndolo. —No tienes ni idea por lo que ha pasado. Decir que es
culpable de algo es el crimen.

Klaus se puso de pie, cuando Ben con un muy enojado Miles en sus
brazos, se paro frente a él. Miro por encima del hombro de Ben para darle por
primera vez una mirada a Astrid.

Choco contra el sofá cuando todo el aire de la habitación fue


succionado, como por una aspiradora. Nada salvo el sonido de sus latidos
llegaba a sus oídos. La sangre en sus venas hervía, quemando su piel desde 20
dentro.
—Cabello y complexión perfectos—, susurro mientras se acercaba a
Astrid. —De cuerpo delgado—, otro paso —una sonrisa que podría iluminar
la más oscura habitación y ojos tan azules que podrías nadar en sus
profundidades.

¿Las palabras que su madre había dicho hace mucho tiempo atrás se
habían vuelto realidad? ¿Había sido su sueño una premonición de lo que iba a
pasar?

Klaus se detuvo cuando estuvo directamente frente al brujo. Estudio al


aterrorizado hombre. Astrid temblaba terriblemente por tenerlo tan cerca.
Lentamente, levanto una mano para tocar la mejilla suave y cremosa como
durazno de Astrid.

Mi querido hijo, veo problemas en tu camino. Prepárate, hijo mío,


debes estar dispuesto a pelear por lo más valioso que tienes.

Las palabras de su madre hicieron eco en sus oídos. Klaus dejo caer su
mano. Miro hacia abajo, para fruncirle el ceño al joven brujo. El destino tenía
un tino para atrapar a una persona cuando menos lo esperaba. Y siempre
tendía a arruinar las cosas.

— ¡Maldición!— Klaus grito. —Maldita sea—, Golpeo su mano contra


la barandilla de la ventana. — ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?—, le pregunto a
nadie en particular.

Su madre había muerto hace años, y también su padre. Por lo que no


podía pedirle consejo a su mamá sobre lo que podría hacer para controlar la
situación o al menos para descifrar un poco el pequeño mensaje. ¿Qué clase de
problemas le esperaban? Exactamente ¿Contra qué peleaba? Desearía saberlo.
El lazo ya había comenzado a formarse entre él y Astrid. No había nada que
pudiera hacer para detenerlo. Estúpido destino.

El sonido ahogado de llantos rompieron con su resolución. Se volvió


para ver a Astrid correr fuera de la habitación con Miles detrás de él. Sus
instintos le decían que lo persiguiera y borrara la tristeza de su pareja. Pero la 21
ley de supervivencia le decía que se quedará exactamente ahí. Vivir por casi
más de mil quinientos años hacia que un hombre se aburriera de todos. Incluso
una lindura que probablemente no pesaba más de diez costales, y eso siendo
amables.

— ¿Qué demonios?—, Ben indico hacia donde Astrid y su pareja


habían huido.

Klaus trato de pasar el nudo que tenía en la garganta. ¿Qué podría


decir? Estaba aquí para hacer su trabajo, no para encontrar a su alma gemela.

—Astrid— Miles dijo mientras lo perseguía. —Astrid, por favor


detente.

Astrid subió corriendo las escaleras y se dirigió a su cuarto. Una vez ahí
se dejo caer en la cama. Las lágrimas inundaban su rostro. Podía sentir el
salado sabor de sus lágrimas cuando jadeaba por aire. La extraña sensación
que recorría su cuerpo lo confundía. El hombre llamado Klaus lo asustaba, aún
así, por alguna razón más allá de cualquier pensamiento racional, quería que el
gran hombre lo envolviera con sus fuertes brazos y le prometiera cuidar de él.
Simplemente ya no entendía que estaba pasando.

Había estado arriba en su habitación, leyendo, como Miles le había


dicho cuando sintió que algo lo jalaba fuera de la habitación. Sin saber que
más hacer, permitió que el lazo invisible lo jalara todo el camino hasta llegar a
la planta baja. Siguió a esa extraña sensación hasta la sala de estar del frente
donde un hombre alto estaba de pie discutiendo con Ben y Miles.

Sus adentros se desmoronaron y sus rodillas se volvieron de gelatina. El


cabello del hombre, rojizo a la altura de los hombros, caía perezosamente por
su rostro. Astrid quería deslizar sus dedos por los gruesos mechones para
comprobar que eran tan suaves como parecían. Pero los grandes brazos que
cruzaban un pecho aún más grande lo mantenían alejado. Así que se escondió
detrás de Miles y Ben, mirando de reojo de vez en cuando.
22
No podía entender estos sentimientos formándose en su estomago. El no
saber que era, lo aterrorizaba. El hombre era un brujo enviado por el consejo
para interrogarlo. Por lo que debía tener grandes cantidades de poder, para que
el consejo confiara en él. Y por lo que Ben y Quinn habían dicho, el consejo
gobernaba a todos los paranormales y se hacía lo que ellos decían.

Todas las leyes y asuntos del consejo no significaban nada para él.
Hasta hace pocas semanas, ni siquiera sabía que existían, mucho menos todo
un mundo fuera del cuarto donde Malcolm lo había mantenido cautivo.
Odiaba tenerle miedo a todo, pero no sabía hacer otra cosa. La vida con
Malcolm le había enseñado algo, y eso era a tener miedo.

—Astrid, amigo, no llores—. Miles dijo con un tono suave.

Astrid se rodo y abrazo a Miles por la cintura. Enterró su rostro en la


playera de Miles y siguió llorando.

—Sé que ese hombre allá abajo se ve espeluznante, pero no dejaremos


que te lastime—. Dejo que Miles lo jalara hasta sentarlo. —O que te lleve—,
Miles sonrió. —Somos una familia. Astrid, y recuerda ¿Qué digo de una
familia?

—Siempre nos mantenemos unidos—, Susurro Astrid.

—Así es—. Miles le dio una palmadita en la mejilla.

—Miley, ¿Puedo preguntarte algo?—, Astrid se mordió el labio inferior.


Miles era su mejor amigo. Podría ayudarle a entender las cosquillas que sentía
en la panza.

—Claro amigo, puedes preguntarme lo que quieras.

—Ese hombre de allá abajo—. Astrid señalo hacia la puerta. Miles


asintió. —Hace que me sienta extraño.

El ojo derecho de Miles comenzó a saltar. — ¿Extraño cómo?


23
Una sonrisa se cruzo en el rostro de Astrid. — ¿Recuerdas cuando tú y
Trevor me llevaron a deslizarme colina abajo en el patio trasero?—, Miles
asintió. — ¿Y que tenía ese mareo y ese revoloteo en mi pancita?—, Miles
asintió. —Siento eso cuando veo a ese hombre.

Miles siguió asintiendo con la cabeza. Después su respiración se detuvo.


— ¡Oh, Dios! ¡No!

Astrid vio como Miles salía del cuarto hecho una fiera. ¿Había dicho
algo malo?

24
Capítulo 3

— ¿Qué demonios te pasa?

No estaba seguro si debía decirle a Ben o no. Se suponía que encontrar a


su pareja, especialmente después de tantos años, sería un proceso excitante.
Otros habían llevado una vida sin encontrar nunca a su pareja, otros habían
muerto sin conocer el toque de su pareja. Y aquí estaba él, tratando de
deshacerse de la suya. Esto lo volvía un desgraciado en muchos sentidos, y no
necesitaba que Ben le vocalizara sus defectos.

— ¿Bien, Klaus? Te conozco desde hace años, y nunca te he visto


comportarte de esa manera. ¿Qué te sucede?

Lo que le pasaba era su trabajo, no había lugar en su vida para nadie.


Viajaba la mayoría de las veces, nunca era capaz de poner la cabeza en la
misma cama por más de dos noches seguidas. El peligro constante al que se
exponía, todo en nombre del consejo, no era vida para un hombre que, por lo
que se veía, era un niño. En los pocos minutos que paso con Astrid, el hombre
parecía asustado de su propia sombra. ¿Cómo podría reclamar a una pareja
que no era su igual? Astrid podía ser una carga. Una carga que podría hacer
que lo maten.

Miles regreso a la habitación. Su rostro estaba totalmente rojo, y la vena


en su sien pulsaba con cada latido de su corazón. Su nariz resoplaba con cada
respiración. El pequeño vampirito parecía listo para explotar, y Klaus parecía
ser el receptor.

—No sé cómo, pero necesitas revertir ese lazo—. Miles le gritó a Klaus.
Camino hacia él hasta que estuvo a solo un brazo de distancia.

Una cosa era, que él creyera que estar emparejado con Astrid era algo
malo, pero otra muy diferente era tener a un completo extraño exigiéndole 25
renunciar a su pareja. No quería a Astrid, pero estaría maldito si dejaba que
este hombrecito dijera algo respecto a él y el brujo.

—Cuida tu tuno, pequeño. Esto no te incumbe—. No quería ser rudo,


pero no podía dejar que sus propias dudas y preocupaciones se filtraran por
debajo de la imagen confiada que reflejaba al resto del mundo. El consejo
confiaba en que mantuviera la cabeza fría. Klaus tenía que ser capaz de pensar
claramente bajo cualquier situación. Pero esta no una situación cualquiera.
Esta lo involucraba personalmente.

—Oigan, chicos, ¿De qué me perdí?—, Ben miraba a Miles, después a


él, y de regreso. Klaus vio el momento en que Ben lo entendió. —No puede
ser.

—Sí, sí puede—. Miles dijo sin quitar los ojos de Klaus. —Así que,
aparte de que este idiota viene a interrogar a Astrid, también es su pareja.

A Klaus no le gustaba el tono de Miles ni su actitud. Esta también era


una maldita mierda para él. Miles lo hacía parecer como si él lo hubiera
planeado todo. Él no tenía control sobre esto, y realmente lo enfurecía que este
recién "nacido" vampiro lo tratara como un criminal común.

Ben dejo caer sus manos sobre los hombros de Miles y jalo al hombre
contra su pecho. —Cálmate, cariño. No creo que Klaus supiera que Astrid es
su pareja hasta hace menos de quince minutos. Está tan sorprendido como
Astrid debe estarlo.

— ¿Lo estás? ¿O sólo estás molesto de que estás atado a un compañero


que es más como un niño que como un adulto? ¿Alguien que no sabe nada de
tu mundo?—, Miles gruño. —Ni siquiera sabrías como cuidar de él.

Se enfureció por los reclamos de Miles. El hombre lo condeno sin


siquiera conocerlo. Esto era por lo que tenía que pasar un brujo cada día de su
vida. De acuerdo con la opinión de la mayoría, los brujos eran monstruos que
se aprovechaban de la gente y los convertían en su peor pesadilla. Algunos, no
todos, los brujos lo hacían, pero no importaba. Una manzana podrida
arruinaba la cosecha, de acuerdo con la opinión popular.
26
— ¿Nada que decir?—, Miles se rió amargamente. —Eso fue lo que
creí. Puedo ver en tus ojos que no lo quieres. ¿Por qué no le hablas a tu
preciado consejo y haces que envíen a alguien más para interrogar a Astrid?

Se estremeció por la acusación de que no quería a Astrid o por la que no


podría cuidar de él. —No pretendas saber lo que estoy pensando o sintiendo.
No me conoces, así que no tienes derecho a juzgarme por nada.

—Por lo que he oído, eres un asesino. Usas tu magia para conseguir


todo lo que deseas. No te importa a quien lastimas mientras consigas lo que
quieres—. Miles intento separarse del agarre de Ben.

—No soy inocente, pero este mundo necesita gente como yo para
limpiar desastres que otros pronto preferirán ignorar. Sin gente como yo, el
caos reinaría en tu precioso y pequeño mundito. He visto cosas que preferiría
olvidar, pero no puedo, porque si lo hago, la gente muere.

—Di lo que tengas que decir para poder dormir de noche, pero no te
permito que seas pareja de Astrid, y por Dios juro que no te dejaré llevártelo
lejos de nosotros. Somos una familia. Nosotros somos quienes le están
ayudando a levantar los pedazos de su vida. No tienes idea lo que ha sufrido.
Ni idea.

Su pecho se inflaba con cada respiración. Este hombre tenía la habilidad


de hacerlo enojar como nadie antes lo había hecho, y eso era decir mucho,
puesto que se acababan de conocer. Continuaron mirándose el uno al otro en
silencio. Klaus no podía evitar preguntarse lo que Miles quería decir con
"Sufrido". Benedicto le había dicho que el joven brujo había sido prisionero
por cien años, pero no le había dado los detalles.

—Miles, cálmate. No puedes decirle que no puede emparejarse con


Astrid. No es nuestra decisión—. Ben volvió el rostro de Miles hacia él. El
corazón de Klaus se apretó por la cercanía mostrada por los hombres. —Amo
a Astrid tanto como tú y preferiría cortarme el brazo antes de ver que alguien
lo lastimara, pero esto no nos incumbe.

—Pero...
27
Ben levanto una mano. —Sin peros, cariño. Esto es tanto la decisión de
Astrid como de Klaus.

— ¿Cómo esperar que Astrid sepa lo que todo esto...?—, Miles movió
las manos alrededor de ellos frenéticamente. — ¿...significa? El no sabe lo que
significa tener una pareja, el único sexo que ha experimentado ha sido a la
fuerza. Es muy frágil para tener que lidiar con todo esto ahora.

La cabeza de Klaus se levanto de golpe. — ¿Qué quieres decir con "a la


fuerza"? ¿Exactamente que le ha sucedido?—. Quería saberlo pero temía la
respuesta.

Los ojos de Miles comenzaron a llenarse de lágrimas. Le tomo unos


minutos poder hablar. Lo que sea que le haya pasado a Astrid tuvo que haber
sido realmente malo.

—Pensé que mi padre te había dicho lo que le había pasado a Astrid.


¿El viejo no te dio un reporte?—. Pregunto Ben.

—Me lo dio, pero no tenía muchos detalles porque nadie había hablado
con Astrid. Todo lo que sé es que su madre se lo vendió a Malcolm cuando
tenía trece años, y que ellos lo criaron desde ahí hasta que vino a vivir con
ustedes.

— ¿Criaron? Yo no lo llamaría así—. Miles se limpio la mejilla con la


mano. —Todos los días era golpeado por Lucian. Pero eso no era lo peor. Lo
peor es que Lucian también violaba a Astrid, tan seguido como Malcolm se lo
permitía—. La voz de Malcolm se quebró un poco al final, y comenzó a llorar.

El corazón palpitante en su pecho amenazo con detenerse. La sangre en


sus venas se congelo. Astrid había sido violado. No una, si no muchas veces.
Sus pulmones gritaron en agonía por aire, pero Klaus había olvidado cómo
hacerlo. La tortura que el joven brujo tuvo que soportar tuvo que haber sido
horrible. Era un milagro que haya sobrevivido para contar su historia.

—Cariño, no llores. Tenemos que ser fuertes por el bien de Astrid—.


Ben abrazo a Miles y beso la punta de su cabeza.
28
Las rodillas de Klaus se vencieron, y cayó sobre la silla, ¿Por qué el
destino tenía que ser tan cruel? Nadie tenía una vida perfecta, pero no había ni
una pizca de perfección en la de Astrid. Ahora tenía sentido que Astrid le
temiera tanto. Las cosas que había tenido que tolerar los pasados cien años
tenían que haber dejado su interior cicatrizado.

— ¿Por qué está pasándome todo esto?—. Las palabras de Klaus no


eran más que un susurro.

— ¿A ti?—. Grito Miles justo antes de abofetearlo. Su cabeza se movió


hacia un lado. —Astrid no pidió nada de esto, y estoy jodidamente seguro que
no pidió estar atado a un compañero que solo piensa en sí mismo.

Le ardía la mejilla por la fuerte bofetada, pero se rehusó a sobarse. No


podía mostrar debilidad. La fuerza y el control habían sido inculcados desde
una temprana edad. La culpa y tristeza eran emociones inservibles que no
podía permitirse sentir. Harían su trabajo mucho más difícil de realizar. Pero
cada vez que pensaba en Astrid, eso era lo único que podía sentir. Tristeza por
la desesperación que Astrid debió de haber sentido al ser mantenido prisionero
por tanto tiempo, y culpable por no haber sido capaz de proteger a su pareja de
su violento pasado.

Klaus cerró los ojos apretándolos, intentando borrar las imágenes que
corrían por su mente. No importaba que sucediera ahora, aún estaba ahí para
hacer un trabajo. Parpadeo y abrió los ojos levantándose.

—Lo siento, Miles. No quise menospreciar o faltar al respecto a todo lo


que Astrid ha sufrido. No le desearía esa vida a nadie—. Respiro
profundamente otra vez. —Pero, sea como sea, estoy aquí para hacer un
trabajo, y necesitaré pasar tiempo con Astrid, te guste o no.

Miles abrió la boca para decir algo, pero cerro sus labios fuertemente.
Debió de haber pensado mejor lo que iba a decir. —Supongo que no tengo
otra opción ¿cierto?—, Klaus negó con la cabeza. —Solamente se cuidadoso
en como lo manejas. Astrid es muy frágil, y no estoy seguro de que podría
llevarlo al límite.

—Lo seré. Créelo o no, Me gustaría llegar a conocerlo. Estoy de 29


acuerdo que emparejarme con él, no es beneficioso para ninguno de los dos,
pero la amistad es factible.

Miles asintió. —Aún no confío en ti. Pero como dije, no tengo otra
opción—. Miles salió de la habitación sin decir nada más.

—Eso fue sorprendente—. Klaus dijo con incredulidad. Parecía muy


fácil que Miles se haya ido sin respingar.

Ben metió las manos en los bolsillos y se balanceo sobre sus talones. —
Miles no tenía la intención de faltarte al respeto. Solo está preocupado. Ama a
Astrid como a un hermano. Astrid le salvó la vida. Además, si alguien sabe lo
fuerte que puede ser un lazo de pareja, ese es Miles—. Ben señalo la barra de
media altura del bar que estaba en la pared más lejana. — ¿Quieres algo de
beber?

—Sí, por favor.

Klaus siguió a Ben y se sentó frente a la barra. Klaus acepto el pequeño


vaso lleno de un líquido claro y lo vacío de un solo trago. Dejo un rastro
ardiente mientras bajaba por su garganta, haciendo que le lloraran los ojos. El
ardor bajo dando paso a un cosquilleo que avanzo por todo su cuerpo, pero no
apaciguo el dolor que sentía por Astrid ni el deseo que sentía por él. Todavía
escuchaba la advertencia de su madre muy dentro de su cabeza. Por primera
vez en su vida, Klaus no tenía idea de que era lo que haría después.

—Así que, viejo amigo, ¿Qué hacemos ahora?

Despego la vista de su vaso vacío. —No estoy seguro, Ben.


Simplemente no estoy seguro—. El abatimiento en su propia voz lo hizo
estremecerse internamente. Se sentía vulnerable, y no le gustaba.

Ben estiro el brazo y puso su mano sobre el hombro de Klaus. —Sé lo


que se siente. Pero, ¿Puedo darte un consejo?—, Klaus asintió con la cabeza.
—No tomes ninguna decisión todavía—, Ben se encogió de brazos. —Conoce
a Astrid. Puede que te sorprendas de cómo podrían resultar las cosas.

Klaus se rió. —No creo que nuestra historia vaya a tener un final feliz 30
como la tuya y Miles. Estoy programado para las relaciones.
—Seguro, Klaus. Lo que tú digas—. Ben puso su vaso sobre la barra. —
Vamos, te mostraré tu cuarto.

Tomo su bolsa y siguió a Ben escaleras arriba. Mientras seguía los


pasos de Ben, pensó en todo lo que había pasado en la última hora. Había
conocido a su pareja, un brujo que no sabía nada de los de su especie o las
leyes que gobernaban a todos los paranormales. A donde iría después de esto,
no tenía ni idea, pero tenía que pensar en algo rápido. Benedicto iba a querer
un informe de cómo iban las cosas mañana, y solo había impedimentos para lo
que podía hacer.

Ben se paro cerca de una puerta de madera y la abrió. —Aquí es donde


te quedaras. La mía y la de Miles está al final del pasillo, así que si necesitas
algo, no dudes en pedirlo.

—Ben, espera—. Klaus lo tomo del hombro cuando comenzaba a darse


la vuelta.

Ben lo miró. Sus cejas juntas. — ¿Sí?

— ¿Podemos ocultar todo esto acerca del emparejamiento al consejo


por un tiempo? Aún no he decidido que les voy a decir.

—Seguro. Me asegurare que los demás mantengan la boca cerrada.

—Gracias.

Ben sonrió y dejo el cuarto. Klaus se quedo de pie en el umbral,


recargado sobre el marco de la puerta. El sonido de un puerta al abrirse lo hizo
voltear para ver el otro lado del pasillo. Su pulso se acelero cuando vio a
Astrid asomarse por una pequeña abertura de la puerta. Un ojo azul brillante
era lo único que podía ver.

Iba a comenzar a hablar, cuando Astrid cerró la puerta rápidamente.


Con un gran suspiro, Klaus entró en su habitación y cerró la puerta. Se recargo
en la dura superficie, ya que necesitaba un soporte para mantenerse en pie. Ese 31
lazo de emparejamiento estaba haciendo estragos en su autocontrol. La
necesidad de cruzar el pasillo y sostener a Astrid en sus brazos para nunca
dejarlo ir estaba desgarrando su sentido de sobrevivencia.

Klaus se separo de la puerta y se dirigió al baño para tomar una ducha


caliente. Esperaba que el agua caliente y el vapor aclararan su mente y lo
ayudaran a recobrar la concentración para hacer lo que le habían mandado.

32
Capítulo 4

Astrid cerró la puerta rápidamente cuando noto que Klaus lo había


cachado viéndolo. El hombre lo hacía sobresaltarse, no de una mala manera
sino de una manera que no conocía. Cuando Klaus lo veía, el tiempo se
detenía. Le tomaba todo lo que tenía volver a respirar. ¿Qué tipo de poder
tenía este hombre sobre él?

Astrid se deslizó por la pared hasta que su trasero toco el suelo. En los
últimos días, Ben se había esforzado en enseñarle cómo funcionaba el consejo
y qué tipo de paranormales existían. También le explico que era debido a los
brujos que los cambiaformas y los paranormales existían. Los brujos eran
temidos enormemente en su mundo. Eso era extraño para Astrid. A Astrid le
asustaba su propia sombra ¿Y aún así había gente que le temía a él? Aún no
entendía la lógica.

Por cien años, había sido prisionero de un hombre que no soportaba


verlo y que lo trataba como basura. Ni siquiera su propia madre lo quería y por
eso lo vendió a un completo extraño. Su hogar, antes de que fuese llevado por
Malcolm no era la gran cosa, pero al menos ahí no tenía que preocuparse de
que lo golpearan a diario. Tampoco tenía que preocuparse de que alguien se
escabullera en su cuarto de noche.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Astrid al recordar esas noches.


Intentaba olvidarlas pero no podía. Solo tenía dieciséis cuando Lucian
comenzó a visitar su cuarto. Al principio Lucian actuaba como si fuera amigo
de Astrid, pero todo era una mentira. Era un simple juego que Lucian había
llevado a cabo hasta que se harto de jugar. Lucian le había quitado su
inocencia. Miles había dicho que no era su culpa, pero eso no borraba sus
recuerdos. Se sentía sucio y que no era apto para ser tocado por un amante.

Astrid acercó sus rodillas al pecho y enredo sus brazos alrededor de sus
piernas. Quería reírse por pensar en encontrar a alguien que lo amara. Sí, había 33
tenido sexo anteriormente pero nunca porque lo deseara. Era algo que lo
habían forzado a hacer, y usualmente se preguntaba si alguna vez desearía que
alguien lo tocara cariñosamente. Le preocupaba que no soportara la mano de
alguien más de una manera sexual. Pero el estar con Miles y Ben le daban
esperanzas de que algún día encontraría a su propio amor. Quería ser feliz
como lo eran ellos.

Todos los días agradecía a los poderes que habían llevado a Miles a su
vida. Odiaba que hubiera sufrido cuando estuvo bajo el cuidado de Malcolm,
pero si no hubiera secuestrado a Miles, Astrid no hubiera conocido al hombre
y él nunca hubiera sido liberado de Lucian.

Desde que se había ido a vivir con Miles y Ben, su vida había cambiado
definitivamente por algo mejor. Ahora tenía una familia y amigos. La gente le
hablaba y quería estar con él. Eso nunca había pasado mientras estuvo con
Malcolm. Los guerreros realmente querían ser sus amigos. No había ninguna
mala intención en su amistad, simplemente la opción de ser sus amigos.

Miles le había dicho que Malcolm era un monstruo, y que esa no era la
forma normal en la que uno trata a los demás. Le dijo que tomaría tiempo,
pero que aprendería a confiar otra vez. Eso hacía que Astrid se sintiera, por
primera vez en su vida, como si perteneciera a algún lugar.

Astrid miro su habitación y sonrió. Ben se aseguro que fuera decorada


con las cosas que le gustaban. No sabía qué cosas eran, pero Miles y Trevor se
aseguraron de mostrarle todo tipo de cosas en la Internet. También le
enseñaron las comprar en línea. Y con la opción de entrega al siguiente día, se
convirtió en el orgulloso dueño de algunas cosas. Cosas sencillas que nunca
antes había tenido el lujo de poseer.

Miles y Trevor lo habían ayudado a ordenar ropa, zapatos, sábanas, y un


cobertor pachoncito para su cama. También le dieron la opción de pedir las
almohadas que quisiera. El tener ropa limpia que usar y una linda y suave
cama donde dormir eran cosas que la mayoría de la gente da por sentado, pero
no él. Él nunca había tenido esos sencillos lujos, es por eso que los atesoraba
como si fueran los diamantes más costosos del mundo.

Ben había dicho que no podía prometerle que siempre vivirían en el 34


mismo lugar o casa, pero si podía prometerle que siempre empacaría todas las
cosas de Astrid y se las llevarían a donde fuera que estuviera su hogar. Los
guerreros viajaban mucho, pero a Astrid no le importaba siempre y cuando
pudiera quedarse con su familia.

Como Miles le mostro las computadoras, Trevor le mostro los juegos.


Trevor amaba jugar con el Xbox, Wii, y Playstation. Se pasaba horas
enseñándole a Astrid como jugar sus juegos favoritos. No entendía la mayoría
de ellos, pero lo intentaba, era divertido jugar con el vampiro. Trevor le
gritaba a la pantalla cuando algo no salía como quería y bailaba en círculos
cuando ganaba. A Astrid le gustaba pasar el tiempo con Trevor. Nunca se
aburría.

Pero si quería aprender a leer, iba con Miles, el más maduro de los dos.
Después de un centenar de años sin hacer nada salvo mirar a las paredes, su
sed de conocimiento era insaciable. Miles decía que el conocimiento era
poder, y Astrid quería ser tan poderoso como fuera posible, de tal forma que
nadie pudiera lastimarlo más.

La fatiga comenzaba a manifestarse, y Astrid se puso de pie. Quería


dormir una siesta antes de cenar. Jalo en cobertor azul brillante y se metió bajo
las cobijas.

Una vez que se acomodo, pensó en el hombre del otro lado del pasillo,
Klaus. Pensó en el cabello rojo oscuro que sobresalía en contraste con la piel
bronceada de Klaus. Después estaban esos encantadores ojos azules. Cada vez
que Klaus lo miraba, era como si pudiera ver directamente el alma de Astrid, y
tenía miedo de lo que pudiera ver.

Astrid se movió para acomodarse mejor. La excitada parte baja de su


cuerpo sintió cosquillas que provocaron que su pene se removiera por cuenta
propia. Klaus era un hombre al cual tenerle miedo, pero el miedo que Astrid
sentía por el hombre, no era de que pudiera lastimarlo, sino todo lo contrario.
El deseo lo llenaba cada vez que el fuerte hombre lo miraba.

Quería saltar a sus brazos, acurrucarse cerca de su cuello y respirar la


fuerte y masculina esencia de Klaus. Incluso desde su cuarto podía oler el
masculino aroma de la piel caliente por la afeitada, y el almizcle personal de 35
Klaus.
Esto no puede ser normal. Nunca antes había querido sentir el toque de
alguien más, pero eso es todo lo que deseo de él. Por favor, Dios, ayúdame a
dejar de desear lo que no puedo tener.

Sus hombros se sacudieron cuando comenzó a llorar. Él no era normal,


y no había posibilidades de que hombre adulto y experimentado quisiera algún
día un desecho como él. Astrid no tenía nada que ofrecer, y aún no estaba
seguro de que pudiera soportar el toque de Klaus sobre su piel. Lo quería, pero
querer y la habilidad de aceptarlo eran dos cosas diferentes.

—Así que déjame entenderlo bien—. Dijo Trevor mientras cruzaba los
brazos sobre su pecho y se recargaba en la pared. — ¿Ese tipo grande y
aterrador es la pareja de Astrid?—. Sus cejas se juntaron en señal de
confusión. — ¿Cómo es posible? Se acaban de conocer.

—Es el destino, Trevor. No hay forma de detener lo que tiene que ser—
. Miles dijo con los dientes apretados. No era bueno que esto le pasara a Astrid
ahora. Era muy pronto. Acaba de comenzar a recuperar su vida, y zas, toma el
peor camino posible. Nada bueno podía resultar de ser la pareja de Klaus.

Lo más probable era que el hombre haya ido para llevarse a Astrid lejos
de ellos. Ese pensamiento hacia que la bilis hirviera en su estomago. Klaus
también pudo haber sido enviado para asesinar a Astrid. Un brujo no
entrenado e incluso uno que lo estaba era considerado mortal ante los ojos del
respetado consejo. El consejo no sabía que tan infantil e inocente era Astrid de
verdad. Las probabilidades apuntaban a que el consejo ni siquiera le daría una
oportunidad. Bueno, el consejo se podía ir a la mierda, porque Miles no le
permitiría que se llevaran a Astrid. No lo haría.

—Miles, cálmate—. Trevor se alejo de la pared y tomo asiento junto a


Miles en el suelo. —Tener una pareja no puede ser tan malo. Ve lo que tienes
con Ben—. Trevor apretó su brazo. —Eso pareció funcionar de maravilla.
36
Miles permaneció en silencio al lado de su primo. Vieron por la ventana
como las hojas bailaban por el suelo dispersadas por el aire. El ajetreo de las
hojas al ser empujadas a lo largo del patio lo hacía recordar la primera vez que
había visto a Ben. Como esas hojas, Miles había sido arrastrado por una fuerza
invisible hacia el hombre, y su vida se esparció en el aire. No era literal, sino
en el sentido figurado.

Estar con Ben era lo mejor que le había pasado. Amaba al hombre más
que a nada, pero el camino que habían recorrido no había sido fácil. Miles
había sufrido en las manos de Malcolm, y él solo había estado bajo el cuidado
del malvado hombre por dos semanas. Había sido afortunado al salir ileso de
todo eso, pero la historia de Astrid era diferente. Astrid había vivido por cien
años, día a día, sin saber qué cosa terrible sucedería después.

No era justo pedirle a una persona que había sido abusada que aceptara
un compromiso de por vida con alguien. Astrid necesitaba tiempo para crecer
y descubrir por sí mismo quien quería ser. El hombre necesitaba vivir por un
tiempo sin las expectativas de tener que complacer a alguien más.

Miles temía que Astrid no fuera capaz de soportar lo que Klaus quería
de él. Astrid no era lo suficientemente maduro, sexualmente hablando, para
comprometerse en una relación sexual. Ser violado por años ininterrumpidos
no lo hacían el mejor amante, y estaba súper seguro, que tampoco lo
preparaban para tener ningún tipo de relación con Klaus.

—Trevor, es diferente y lo sabes. Se aprovecharon de Astrid de la peor


manera. No es posible que esté listo para esa gran responsabilidad—. Dijo
Miles. —Tener relaciones es lo último que necesita ser obligado a hacer. Aún
se está recuperando.

Trevor se sentó en silencio junto a él. Miles podía decir que su primo
estaba contemplando una idea. Solo Dios sabía lo que saldría de su boca.

—No te enojes conmigo por decir esto, pero ¿No has pensado que tal
vez, y solo tal vez, Astrid quiera de alguna manera a Klaus?—, Trevor levanto
una mano para callar las protestas de Miles. —Sólo escúchame. ¿Recuerdas
cuando conociste a Ben?—, Asintió. — ¿Recuerdas lo asustado que
estabas?— Asintió otra vez. —Pero, ¿También recuerdas que sentías por 37
Ben? ¿Cómo, incluso con toda esa mierda que pasaba, no podías mantener tus
manos apartadas de Ben? Tal vez Astrid está sintiendo lo mismo por Klaus.
Digo, demonios, ese tipo es demasiado sexy. Si fuera soltero, estaría
intentando conquistarlo.

—Es soltero—. Miles le contesto groseramente a su primo.

—Ves, dices eso, pero los dos sabemos que no es cierto. Como dices,
esta cosa del emparejamiento, es la forma en que el destino te da a la persona
perfecta. La persona que te amara y te protegerá sin importar qué. Y te guste
o no, el destino a juntado a Astrid y Klaus—. Trevor puso su mano sobre el
hombro de Miles. —Es solo cuestión de tiempo antes de que pase algo entre
ellos. Si Astrid siente una fracción de lo que tú sentías por Ben, el pobre chico
puede estar frotando su erección de arriba a abajo. Y tú aquí sentado
negándolo todo no ayuda en nada.

— ¿Qué sugieres que haga? ¿Qué le dé un tubo de lubricante y le diga


"Toma, que lo disfrutes"?—, Miles se levantó y se fue hacia la ventana. Estaba
enojado en representación de Astrid. No era posible que Astrid estuviera listo
para tener sexo con alguien, incluso aunque fuera su pareja destinada.

—Miles no seas estúpido. Lo único que estoy diciendo es que deberías


ayudar a Astrid diciéndole. Explícale las cosas que está sintiendo. Para que
una vez que decida llevar las cosas un poco más lejos con Klaus esté
preparado.

Las lágrimas se acumulaban en sus ojos. No era justo. —Trevor, ha sido


abusado por mucho más tiempo de lo que nosotros hemos vivido. ¿Cómo le
dices que está bien querer esas cosas?

Trevor lo envolvió con sus brazos y lo brazo fuertemente. —Miles, no


estoy seguro si creo en todo esto del compañero destinado, pero creo en ti.
Veo lo que tú y Ben comparten, y no es malo o feo. El amor que veo entre los
dos me da esperanza de que algún día alguien me va a amar de esa manera—.
Se aparto de Miles. —Tal vez esto es una bendición disfrazada. Tal vez Klaus
fue enviado para ayudar a curar a Astrid, como Ben lo hizo contigo.

Miles nunca lo había pensado así. Estaba muy preocupado pensando 38


que Klaus había sido enviado para lastimar a Astrid. Ni siquiera se le había
ocurrido que esto pudiera ser bueno. ¿Podría ser que Klaus pudiera ayudar a
Astrid a salir de su caparazón y no tener miedo todo el tiempo?

—Veo tus engranes moverse—. Una sonrisa astuta cruzo el rostro de


Trevor. —Puede que sea algo bueno ¿no? Déjame escucharte decir que soy un
genio—. Movió la mano alrededor. —Vamos. Muéstrame amor.

Miles comenzó a reírse. Nunca entendería como podía estar relacionado


con Trevor. —Aceptaré esa. Tal vez Klaus puede ayudar a Astrid. Y
sí, tienes razón. Debería platicarlo con Astrid para que esté preparado. Ahora,
vamos a cenar. Estoy muriendo de hambre.

Trevor pasó su brazo por sus hombros. —Ves lo fácil que fue. Debería
volverme loquero. Soy bueno resolviendo problemas.

Siguió riéndose mientras caminaban por el pasillo. Trevor tenía razones


validas, pero eso no significaba que hablar con Astrid al respecto fuese a ser
fácil.

39
Capítulo 5

Después de la cena, Klaus pidió tener unos minutos con Astrid a solas,
para que pudiera preguntarle cosas simples. Esperaba encontrarse con una
gran pelea, pero no fue así. Miles y Ben aceptaron que él hablara con su
pareja.

Klaus golpeo su frente con la parte trasera de su puño. Tenía que dejar
de pensar en esos términos que involucraban a Astrid. Tenía trabajo que hacer,
y emparejarse y hacer a un lado sus responsabilidades no lo era.

Inhalando profundamente, dejo salir el aire lentamente por la nariz.


Regreso su atención a Astrid. El pequeño brujo estaba sentado en el centro del
sofá con las piernas cruzadas. Su mirada viajaba hasta el piso. Astrid seguía
retorciendo sus manos una y otra vez sobre su regazo. Klaus podía sentir las
ondas de estrés emanando del joven hombre. Eso hizo que los vellos de sus
brazos se erizaran.

Aprovecho la oportunidad para mirar a Astrid, para verlo realmente. Su


cabello color miel había sido recogido de su rostro. Alguien había hecho una
trenza francesa con los suaves mechones. Su pálida piel brillaba aún incluso
en un cuarto bien iluminado. Su pequeño cuerpo parecía aún más pequeño en
ese gran sillón de cuero. Se veía frágil, como si se quebrara como un cristal.

Sus manos hormigueaban por la necesidad de levantar a Astrid y


sentarlo en su regazo. Quería abrazarlo muy fuertemente y decirle a su pareja
que todo iba a estar bien. Las palabras se quedaron en la punta de la lengua,
pero se las trago. El acto completamente inocente, podría ser solo eso, un acto.

Los brujos eran conocidos por su ingeniosa habilidad de adaptarse a


cualquier situación a la que se enfrentaran, ya sea una víctima o un idiota en
busca de control. Eran una especie astuta en la que no podrías confiar. Si una
persona hacia enojar a una bruja, la muerte sería una opción muy bienvenida. 40
Pero no, los brujos se regocijaban causando dolor a los demás. Los brujos
tenían los recursos mágicos para convertir a cualquier criatura viva en lo que
ellos desearan.

Klaus sabía de una bruja que había convertido a un hombre en mosca.


Esta bruja en particular, había deseado la atención del hombre. Había fingido
ser tímida y había atraído al hombre justo a sus redes. Pero, como la mayoría
de las personas, una vez que tuvo lo que deseaba, ya no era divertido jugar.
Creyó que ya era una molestia, y para deshacerse de él, lo convirtió en un
insecto molesto. Antes de que el pobre hombre pudiera controlar su habilidad
de transformarse, fue asesinado. Un humano distraído, que no sabía que el
alma de un humano habitaba en el pequeño cuerpo de la mosca, lo aplasto
asesinándolo.

Fue solo un caso que le enseño a Klaus que no porque una persona
parezca débil e inocente significa que lo sean. Podrían ser simplemente, tan, si
no es que más, fuertes que él. En el mundo en el que vivían, uno tenía que ser
cuidadoso con los demonios que acechaban cada esquina.

Tomando una silla, Klaus le dio la vuelta y se sentó, sentándose a


horcajadas sobre ella. Puso sus codos sobre el respaldo y valoro al brujo frente
a él, una técnica de interrogación que había perfeccionado con el paso de los
años. Si Klaus parecía más fuerte y más calmado que el agresor en cuestión,
típicamente se quebraban con solo una mirada. Un estibo de culpa lo envolvió
por usar su actuación de policía rudo con Astrid, pero tenía que hacer su
trabajo sin demora.

Se aclaro la garganta, y la mirada de Astrid se levanto de golpe para


encontrarse con la suya. Astrid trago saliva tan fuerte que su pudo escuchar en
toda la habitación.

—Entonces, dime un poco sobre ti mismo de antes de que vivieras aquí


con Miles y Ben—. Le sostuvo la mirada a Astrid mientras esperaba que este
hablara.

—No hay mucho que decir, señor—. Astrid susurro. Su mirada se


desvió al suelo.
41
—Oh, vamos—. Klaus tamborileo sus dedos perezosamente en el
respaldo de la silla. —Tienes ciento trece años. Debe de haber algo que
tengas que decir acerca de tu vida.

Astrid se estremeció en su lugar, claramente incomodo con estas


preguntas. Levanto las rodillas hasta su pecho y después envolvió sus brazos
alrededor de sus piernas, abrazándolas fuertemente. —Bueno, viví con mi
madre hasta que tenía trece. No recuerdo mucho acerca de ella. Me mantenía
encerrado en mi cuarto y no pasaba tiempo conmigo. Decía que no valía la
pena. No era una madre del tipo cariñoso. Nada de lo que hacía estaba bien
ante sus ojos.

Klaus asintió. Era inquietante escuchar como trataba a Astrid su propia


madre. En toda su vida, nunca había dejado de sorprenderse por la crueldad
que la gente mostraba para con los demás. Podría haber nacido brujo, pero
Klaus sabía distinguir entre lo que estaba bien y no. También conocía el amor
de una familia, algo que Astrid no había conocido hasta hace poco.

— ¿Qué me dices de cuando conociste a Malcolm? ¿Cómo sucedió


eso?—, Klaus pregunto. Ya sabía el punto esencial de eso, pero hacer
preguntas era parte de su trabajo. Tenía que saber si Astrid estaba mintiendo
sobre algo.

—Mi madre me vendió a Malcolm cuando tenía trece.

— ¿Por qué lo hizo? ¿Ella o Malcolm alguna vez te dijeron porque?

—Dijeron que no era adecuado mantenerme cerca—. La voz de Astrid


se quebró. Angustia envenenaba cada palabra. —Él dijo que estaba dañado.
Tanto así, que mi propia madre no soportaba verme.

Klaus maldijo por lo bajo. Lágrimas caían como ríos por las mejillas de
Astrid. Mientras más escuchaba al joven brujo hablar, más quedaba claro que
la actuación de víctima no era para nada una actuación. Astrid era
verdaderamente una víctima y su mente estaba aterrorizada.

Klaus se puso de pie. La cabeza de Astrid se levantó, y ojos rojos e


hinchados siguieron cada uno de sus movimientos. El hombre parecía querer 42
hacerse una bolita y esconderse de él. Coraje como nunca antes había
experimentado causo que el pulso de Klaus se acelerara. El terror de Astrid era
para él una entidad tangible que respiraba. Controlándolo.

—Astrid, no voy a lastimarte. Lo prometo—. Klaus levanto las manos


mientras se acercaba al sillón. Muy lentamente se arrodillo y estiro una mano
para frotar una pierna cubierta de mezclilla de Astrid, en un intento de calmar
los temblores que se apresuraban a recorrer su cuerpo. Astrid enterró la cara
entre sus rodillas y lloro. Klaus no estaba seguro por qué, pero se levanto y se
sentó en el sofá. Envolvió su brazo alrededor de los hombros de Astrid y lo
acerco a él. Después comenzó a mecer a Astrid de adelante hacia atrás. Su
madre solía hacer lo mismo con él cuando era un niño y estaba triste.

Después de unos minutos de arrullarlo, Klaus hizo otra pregunta, —


Astrid, cariño, ¿Puedes decirme algo de un hombre llamado Asher?—. Odiaba
tener que forzar más preguntas, pero Benedicto quería un reporte tan pronto
como fuese posible.

—Ya le dije a Ben que no sé nada sobre ese hombre—. La voz de


Astrid sonó ahogada. —No era lo suficientemente importante como para que
me dijeran algo. Lucian dijo que era un don nadie. Como un fantasma. Podía
estar ahí, pero todos podían pasarme de largo.

Abrazo a Astrid más fuerte. El hombre recargo su frente contra el pecho


de Klaus y sollozo incluso más fuerte. El gran flujo de lágrimas pronto
humedeció su camisa. Mientras Astrid seguía llorando, Klaus inclino la cabeza
hacia abajo para besar el suave cabello de la cabeza de Astrid. La esencia de
manzanas maduras golpeo su nariz. El olor era tan dulce como delicioso.
Klaus no pudo evitar bajar más la cabeza para respirar otra vez la intoxicante
esencia. Klaus froto su nariz a un lado y al otro contra el suave cabello
obligándose a memorizar el aroma.

La urgencia de reclamar a Astrid hacia que su piel picara. El ver a su


pareja sumido en tanta tristeza, saco su naturaleza protectora. En ningún
momento de su vida se había sentido de esta manera por alguna persona que
acababa de conocer. El destino le había dado a Astrid, y comenzaba a creer
que no podría negarle nada a Astrid. A la larga el rechazar a Astrid, sería
como auto castigarse. 43
Klaus pasó sus dedos por el sedoso y suave cabello que caía por detrás
de la cabeza de Astrid. Muy gentilmente, tiro de la trenza hasta que Astrid lo
estaba viendo a los ojos. Incluso estando triste, aún era la criatura más
hermosa que Klaus haya visto jamás.

Se mantuvo embelesado con Astrid quien mostraba una expresión


similar, después Klaus se inclino hacia el frente. Gruño fuertemente cuando la
lengua rosada de Astrid se asomo para humedecer sus labios secos. Klaus
movió sus manos a cada lado del rostro de Astrid y froto la piel que cubría sus
pómulos. Eran del color de duraznos con crema, con un ligero sonrojo rosado.
Klaus siguió bajando hasta los labios húmedos de Astrid, cerrando la distancia
entre ellos.

Fuegos artificiales estallaron detrás de sus párpados. Cualquier


preocupación que tenía acerca de ser la pareja del joven brujo pronto salieron
por la ventana. Se trago el gemido de sorpresa de Astrid. Manteniéndose
inmóvil, Klaus le dio a Astrid el tiempo que necesitaba para aceptar o rechazar
el beso. Solo bastaron unos segundos para que el recelo de Astrid se
desvaneciera gradualmente. El joven brujo dio una lamida experimental contra
la apertura de los labios de Klaus. Klaus sonrió mientras se acercaba para dar
la bienvenida al calor de la boca de su pareja. Empujando su lengua hacia
adelante, dentro de la cálida y húmeda caverna, jugó con la lengua del joven
hombre invitándola a jugar con la suya. Los movimientos de Astrid, al
principio poco coordinados y apresurados, pronto se volvieron fluidos y
controlados. El deseo hería a Klaus más y más, y Astrid lo seguía muy de
cerca.

La sangre lleno su pene, el cual pulsaba con cada latir de su corazón.


Necesitaba acercarse a su pareja. Solo con imaginarse como las apretadas y
calientes paredes de Astrid lo succionarían, extrayendo la cremosa semilla de
su cuerpo con cada embestida, lo llevaba al borde.

Jalo a Astrid contra su pecho, tratando de mitigar las dolorosas


erecciones de ambos. Pero el recordar lo que Astrid había sufrido, lo hizo
contenerse. Quería que la primera vez de Astrid y él fuera especial para
mostrarle a Astrid como era hacer el amor entre dos personas destinadas.
Amarlo y cuidarlo, pero sobretodo sin dolor, y si Astrid dijese que no, 44
honraría esa decisión. Nunca lo obligaría a hacer algo.
Klaus se alejo un poco, buscando alguna señal de incomodidad en el
rostro de Astrid. Los ojos de Astrid estaban todavía cerrados, sus mejillas se
habían enrojecido y su respiración se había vuelto rápida. Distraídamente
Astrid llevo sus dedos hacia sus labios y toco su boca. Tan inocente. Sus
rasgos angelicales, reforzados con su inexperiencia, hacían que Klaus sintiera
que su toque mancillaba la dorada areola sobre la cabeza de su ángel. Tal vez
su pareja merecía a alguien mejor que él.

Astrid rozo con su dedo lentamente la carnosa piel de su labio inferior.


Klaus gruño al ver la caricia que no tenía la intención de ser sensual. Quería
devorar una vez más esos flexibles labios.

— ¿Astrid?—, Klaus gentilmente movió la mano de Astrid el camino.


—Ángel, mírame.

Astrid parpadeo antes de abrir los ojos. —Me llamaste ángel— dijo,
susurrando las palabras.

Klaus le sonrió traviesamente. —Sí, lo hice—. Acaricio ligeramente un


costado del rostro de Astrid. —Eres puro, tu naturaleza inocente me recuerda a
un ángel que cayó a la tierra, forzado a caminar entre nosotros, los humildes
paranormales—. Entrelazo sus dedos con los de Astrid.

—Creo que me gusta eso, lo de ser tu ángel—. Astrid le ofreció una


sonrisa.

—Bueno, lo eres—. Klaus le sonrió a Astrid.

Klaus había decidido por ese beso, que no sería capaz de interrogar a su
pareja como a un criminal común. Además, Astrid no recordaba mucho. Si
pudiera hacer que Carter, un brujo amigo y lector del pasado, fuera ahí, tal
vez sería capaz de llenar los espacios faltantes. Carter tal vez podría ver más
incluso de lo que Astrid sabía que guardaba como recuerdos.

—Necesito hacer una llamada. Ya que no llegaremos a nada así—. Le


guiño un ojo a Astrid. — Voy a llamar a un lector del pasado que conozco y 45
haré que venga hasta acá. No duele, y él podrá conseguir todas las respuestas
que necesitamos mucho más rápido, tan sólo leyendo lo que hay en tus
recuerdos—, toco con su dedo la sien de Astrid, —es mejor que sentarme aquí
haciéndote preguntas de las cuales no conoces las respuestas.

—Oh—. Astrid dejo caer la cabeza, descansando la barbilla sobre su


pecho. —Entiendo. Debes tener prisa de regresar a tu vida.

Klaus se apeno por las palabras de Astrid. Su pareja lo había entendido


todo mal, pero Klaus era un idiota por no hacerse entender mejor.

Puso un dedo bajo el mentón de Astrid, levantando su cabeza hasta que


sus ojos se encontraron. —Ángel, ahora mi vida está aquí contigo. Nunca te
abandonaré. Pero tú y yo sólo no nos llevará a ninguna parte. Lo único que
quiero hacer es besarte otra vez—. Movió sus cejas de arriba a abajo.

— ¿En serio?

—En serio—, Klaus le aseguro. —Pero, aún así, tengo que averiguar tus
orígenes y descubrir si tienes información bloqueada en tu cabecita que
pudiera ayudar al consejo.

—Pero no sé nada. Lo juro—. Astrid se mordisqueo su labio inferior,


haciendo que la sangre saliera a la superficie.

—Ángel, te sorprenderías de ver lo que nuestro cerebro puede retener


cuando ni siquiera nos damos cuenta de que lo estamos haciendo. No te
preocupes, esta no es una prueba que puedas fallar. Solo estamos siendo
precavidos—, Klaus se puso de pie.

Mientras se giraba para irse, Astrid salto del sofá y tomo su mano. Se
volvió para encontrarse con los ojos suplicantes de Astrid. — ¿Lo decías en
serio? ¿Me prometes que no me dejarás?

—Te lo prometo—. Klaus rozó sus labios con los de Astrid. —Eres
mío, y yo cuido de lo que es mío.

— ¿Qué quieres decir con que soy tuyo?—, Astrid pregunto. 46


Klaus acuno la mejilla de Astrid con su mano. —Somos pareja, pero
aún tengo que explicarte mucho sobre eso—. Le guiño un ojo a su pareja. —
Apuesto a que si le preguntas a Miles, le encantará explicártelo—. Comenzó a
caminar de espaldas hacia la puerta. —Ahora, si me voy a hacer la llamada
¿Estarás bien tú solo?

—Sí—. Astrid se rió suavemente. —Vivo aquí, recuerdas ¿tontito—, la


sonrisa de Astrid creció.

La sonrisa de Klaus igualaba a la de su pareja. La risa de Astrid sonaba


tan preciosa como el canto de los ángeles y coros divinos cuando las nubes se
abren para bendecir a las personas debajo de ellas con esperanza. Y Klaus
tenía esperanza. De una forma u otra, encontraría la manera de hacer reír a su
pareja todos los días y de mostrarle lo verdaderamente especial que era.

Se rio por lo bajo mientras caminaba por el pasillo. Klaus se sentía


culpable de mandar a Astrid con Miles a buscar respuestas sobre el tema del
emparejamiento. Pero algo le decía que Miles sería perfecto para ese trabajo.
El hombre sabía expresarse, era inteligente, y sobre todo, era cariñoso.
Encontraría la manera de de que Astrid se sintiera cómodo con los detalles.

Klaus saco el celular de su bolsillo y marco el número de las oficinas


centrales. Espero mientras entraba su llamada.

—Cuartel General CSP. ¿Con cuál departamento desea hablar?—. El


operador pregunto del otro lado de la línea.

—Necesito el sector uno cero nueve—, dijo.

—Un momento, por favor.

Klaus escucho algunos clics antes de que la llamara conectara. —Sector


uno cero nueve. ¿En qué puedo ayudarle?

Reconoció la voz instantáneamente. Carlos, un brujo conocido y buen


amigo. —Hola, viejo, ¿Cómo están las cosas sin mí?
47
— ¿Viejo? No te mordiste la lengua—. Carlos respingo. — ¿No estaban
todavía los dinosaurios vivos cuando naciste?

Klaus platico con Carlos por unos minutos. No se había reportado con
su departamento desde que llego a Missouri y disfrutaba el cotorreo con
Carlos. El hombre era tan relajado como nadie más.

—Carlos, te llamo porque necesito que envíes a Carter aquí tan pronto
como sea posible.

Carlos gruño tan fuerte que Klaus estuvo seguro que todo el
departamento lo había oído. —Sabes que odio hablar con ese chaval. Me
aterroriza. Se pinto el cabello otra vez, en esta ocasión es negro. Ese chico
debe estar agradecido de que es inmortal, o todo ese cabello ya se le hubiera
caído.

—Lo siento, Carlos, pero necesito un lector de pasados— Klaus suspiro.


—Este brujo que me mandaron a interrogar resulto ser mi pareja. Y para
decirlo suavemente, cuando estamos solos lo último que queremos hacer es
hablar de su terrible pasado.

—No jodas.

—No jodo. Necesito que me mandes a Carter. Es el único en el que


confió para reconstruir los recuerdos de Astrid y tal vez ver cosas que Astrid
ha olvidado.

—De acuerdo. Soportaré sus malvadas miradas y sarcástica lengua por


ti.

—Te lo agradezco amigo—. Klaus respiro profundamente. —Otra cosa.


No le digas a nadie. Mantenlo como un secreto. No quiero que el consejo
escuche rumores de que él y yo somos pareja. No dejaría que Benedicto
cuestione mi buen juicio y mande a otro interrogador y no sometería a Astrid
al interrogatorio de ninguno de esos imbéciles crueles.

—Mmm, ¿No eres uno de esos imbéciles crueles?—, Carlos lo provoco.


48
—Jodete, Carlos—. Klaus se rió en el teléfono. —Pero en serio, al
principio intente negar este lazo de emparejamiento, pero demonios, Carlos,
no puedo. Cuando estoy cerca de él, no puedo pensar. Apenas si puedo enlazar
dos ideas. Es el sentimiento más extraño que haya experimentado.

El simple hecho de hablar de Astrid hacia que su corazón latiera el


doble de rápido. Un ligero sudor cubría la palma de sus manos. Lo único que
quería hacer era encontrar a Astrid, sentarlo y acurrucarlo en sus brazos, para
nunca dejarlo ir.

La verdad de lo que sentía por Astrid lo golpeo como una tonelada de


ladrillos, dejándolo momentáneamente sin habla. —Por Dios, creo que ya me
enamoré de él.

—He escuchado que es lo que pasa cuando uno encuentra a su pareja.


Intenta no entrar en pánico. Parece que el destino nunca se equivoca. Me
alegro por ti. Felicidades, amigo.

Klaus sonrió. —Gracias, Carlos.

Cuando colgó, fue en busca de Ben. Tenía que decirle que tendrían otro
invitado, un invitado que pensaba navegar en la mente de Astrid en busca de
información para el consejo.

49
Capítulo 6

Astrid se paseaba por el pasillo, aturdido. Acababa de tener su primer


beso verdadero, y había sido sorprendente. Incluso ahora, el solo pensar en los
labios firmes de Klaus sobre los suyos hacia que su pene se endureciera. Las
sensaciones que pasaban de Klaus a él eran indescriptibles. En su ranking,
tenía que colocar a los besos con Klaus junto con su amor por el helado, o
puede que más.

Se dirigió al cuarto de Miles, quería preguntarle a su amigo, que


significaba que fuese la pareja de Klaus. Mientras se acercaba, pudo escuchar
a Miles y a Trevor hablar.

— ¿No sientes que somos un montón de pasivos entre una flotilla de


activos?

Miles se rió. —Amigo, tengo que admitir esa.

Astrid se paro afuera de la puerta de Miles y observo a los dos hombres


doblar la ropa limpia sentados sobre la cama. Tenía curiosidad de saber de que
hablaban. — ¿Qué son los de arriba y los de abajo?—, Astrid le pregunto a los
dos hombres.

La risa termino, y el cuarto se volvió tan silencioso que si un alfiler


hubiese caído sobre la alfombra, Astrid lo hubiera escuchado.

Miles vio a Trevor, y este hacia él.

—Astrid, cariño, no escuche que entraste—. Dijo Miles, mientras le


hacía señas de que sentara en la cama. —Ven, Toma asiento.

Una vez que estuvo sentado en la cama miro a Miles. —Entonces, ¿Qué
son los de arriba y los de abajo? 50
—Quieres decir los activos y los pasivos—, Trevor lo corrigió.

Los ojos de Miles lanzaban dagas en dirección a Trevor. —Estábamos


hablando sobre, mmm....—. La voz de Miles se perdió.

—Sexo—. Trevor dijo mientras se recostaba en la cama. Puso sus


brazos detrás de su cabeza y se relajo en el colchón.

—Oh, ¿Con relación a qué?— Astrid pregunto con entusiasmo. Cada


vez que alguien comenzaba a hablar de sexo, y se daba cuenta que él estaba en
el cuarto, dejaba de hacerlo. No era un niño. También quería ser parte de la
conversación.

—Nada—. Miles se apresuro a decir.

—Por el amor de Dios—. Trevor grito levantando sus manos hacia el


techo. —Ustedes deben dejar de tratarlo como a un bebé.

Astrid asintió mostrando que estaba de acuerdo. Entendía porque todos


lo trataban como si se fuese a romper ante la presencia de cualquier signo de
tristeza, pero no se rompería. Y ahora, más que nunca, quería saber de sexo.
Deseos extraños ardían en su interior, y necesitaba entenderlo. Astrid
necesitaba alguna guía hacia el mundo de hacer el amor, porque lo que Lucían
lo hacía hacer no era amor.

— ¿Realmente quieres hablar de esto?—, Asintió, y Miles dejo escapar


un suspiro de derrota. —Verás, cuando dos hombres están juntos, uno
usualmente... uno usualmente...—. Miles miro a Trevor en busca de ayuda.

Una sonrisa macabra apareció en los labios de Trevor. —Astrid, amigo,


básicamente, lo que está tratando de decirte es que usualmente uno es el que
da, y el otro el que recibe. Y déjame decirte, el que recibe siempre es mejor.

Astrid volvió su atención hacia Miles en busca de una mejor


explicación.

—Lo que está tratando de decir es que un hombre penetra al otro con su 51
pene, y el otro abre su cuerpo para la intrusión. Con el cuidado adecuado, el
hombre que acepta el pene no siente dolor—. Miles comenzó a contar las
recomendaciones con los dedos. —Primero, siempre tienes que usar
lubricante, y algo de estiramiento también es necesario antes de la
penetración. Segundo, estar sobre tus manos y rodillas es una posición más
cómoda para el compañero que recibe el pene. Tercero, respirar
profundamente ayuda con el ligero dolor que pudieras llegar a sentir.

—Dios mío. Hiciste que mi pene se marchitara con esa lista—. Trevor
se sentó un poco más hacia el frente. —Miles, haces que el sexo suene tan
clínico e impersonal—. Volvió su atención hacia Astrid. —Astrid, Miles
mencionó algunos puntos muy buenos y algunas cosas que se deben hacer
antes de tener sexo.

Trevor se bajó de la cama. —El sexo también se trata de emociones y de


que tu cuerpo sienta placer, cuando estás con alguien que te importa, el sexo
es increíble—. Los ojos de Trevor se cerraron. —Sientes que el estomago te
quema y lo único que aliviara el dolor es conectarte con otra persona—.
Trevor parpadeo para abrir los ojos. —La necesidad de estar con el hombre
que deseas más que a cualquier otro enciende tu piel con la necesidad de tocar
y ser tocado.

Ambos miraron a Trevor estupefactos mientras este recitaba palabras


elocuentes. Astrid nunca había visto al hombre hablar con el corazón o
mostrar alguna emoción seria, en serio.

—Trevor, déjame decirte que eso fue una de las cosas más lindas que
jamás pensé escucharte decir—. Miles le dijo a su primo.

—Gracias. No soy un completo idiota. También tengo sentimientos,


sabes.

Astrid pensó en lo que Trevor había dicho. Sentía un infierno


escociendo su interior siempre que estaba cerca de Klaus. Quería cosas que
nunca había querido. La necesidad de complacerlo no estaba siendo forzada, y
sabía muy dentro de él, que Klaus nunca lo lastimaría intencionalmente.
Quería sentir los dedos fuertes de Klaus sobre él, tocándolo, amándolo.
52
Una lágrima escapo de su ojo. ¿Cómo podría él decir "Amor"? Él no era
digno de ser amado después de todas las cosas que Lucian le había hecho,
¿Quién iba a querer estar con él inmediatamente? Estaba dañado en más de
una manera.

—Oh, cariño ¿Por qué lloras?—, Miles lo envolvió en un cálido abrazo.

Astrid trató de hablar, pero el nudo en su garganta seguía ahogándolo.


Las lágrimas cayeron como ríos por su rostro. —No soy bueno—. Sus
palabras fueron apagadas por los jadeos que daba para respirar. Dolía saber
que no era merecedor de la atención de Klaus, mucho menos de ser amado.

— ¿De qué estás hablando? Por supuesto que eres bueno. Eres una de
las personas más dulces y amables que he conocido—. Miles limpió las
lágrimas de los ojos de Astrid.

—Después de lo que Lucian me hizo, nadie va a quererme. Estoy


sucio—. Enterró su rostro en sus manos, incapaz de ver el asco en los ojos de
sus amigos.

— ¡No!—, Trevor grito mientras se ponía de pie de un brinco,


espantando a Miles y a él. —Fuiste victimizado. No pediste que nada de
eso te pasara. Si alguien está sucio es ese idiota. Te obligo a hacer cosas que
no te merecías, y es un milagro que hayas salido vivo de esa casa del horror.

—Trev tiene razón. Astrid, cariño, eres un alma dulce e inocente. Si


alguien merece amor y felicidad eres tú.

Astrid dejo que Miles retirara sus manos de su rostro. Las sonrisas
sinceras en los rostros de sus amigos le indicaban que lo decían en serio.

— ¿Crees que puedo tener lo que quiero?—, pregunto. Quería la


opinión honesta de sus amigos, ¿tenía una oportunidad con un hombre como
Klaus o no?

—Bueno eso depende. ¿Qué quieres exactamente, Astrid?—, Trevor


pregunto. Sus cejas se alzaron en forma de pregunta.
53
—Klaus—, Astrid susurro.
— ¿Estás loco?—, Miles gritó. —Apenas si lo conoces. Lo siento.
Astrid, pero no creo que él sea el indicado para ti, por lo menos, todavía no—.
Miles cruzo los brazos sobre su pecho. Se veía tan molesto, Astrid
prácticamente podía ver el humo salir por sus oídos.

—Miles no es tu decisión—. Trevor se sentó junto a Astrid. Lo examino


con una fría mirada. Astrid comenzó a ponerse nervioso por la presión. —
Astrid, solo por curiosidad, ¿Podrías decirnos por qué quieres a Klaus?

Realmente no podía explicarlo. Todo lo que sabía era que sentía ese
sentimiento ardiendo en sus entrañas, como el que Trevor había descrito. Parte
de él reconocía a Klaus como a alguien que había conocido de toda la vida,
una conexión con otra persona la cual ni siquiera sabía que existía. Un
sentimiento de pertenencia lo envolvía cuando estaba en presencia del brujo
mayor.

—Porque somos pareja.

Miles dejo salir un suspiro exasperado. — ¿Klaus te dijo eso? Ese hijo
de pu...

—No. Miles—. Astrid negó con la cabeza frenéticamente. —Quiero


decir, él menciono esa palabra, pero hay algo más que me llama hacia él. Lo...
lo... lo siento aquí—. Astrid tartamudeo mientras llevaba su mano hacia su
pecho.

—O le dices sobre ese rollo del emparejamiento o te juro que lo hago


yo. Y los dos sabemos que tan malo soy con las palabras—. Dijo Trevor.

Miles cerró los ojos. Respiro profundamente unas cuantas veces.


Cuando abrió los ojos otra vez, parecía estar un poco menos enojado. —
Astrid, sabes que Ben y yo somos pareja, ¿verdad?— Asintió. —Bueno, en el
mundo paranormal eso se llama ser parejas. El destino los ha escogido a los
dos para estar juntos. En otras palabras, fueron hechos el uno para el otro.

Astrid dedujo por la mirada sombría de Miles que este no estaba feliz 54
con las cosas. Pero ¿Por qué? Si el destino lo quería con Klaus, ¿No debería su
amigo estar feliz por él? Tal vez Miles creía que una sucia y poco valiosa
persona como él, no merecía el amor de Klaus. —Entonces, tenía razón.
¿Crees que no soy lo suficientemente bueno para él?

—Oh, cariño, no—. Miles se rió suavemente. —De hecho es al revés.


No creo que el sea lo suficientemente bueno para ti.

Sus cejas se juntaron en confusión. —No entiendo.

—Astrid, Klaus es mucho mayor que tú. Va a querer cosas para las
cuales no creo que estés listo. Este lazo de emparejamiento, te ciega de
cualquier otra cosa. La urgencia de emparejarte te consume, y simplemente
creo que necesitas más tiempo para sanar, sin la presión de tener sexo justo
ahora.

—Eso, y que crees que Klaus se llevara a Astrid lejos de nosotros—.


Trevor dijo desde su lado de la cama.

— ¿Qué quieres decir?—, Astrid pregunto.

—Cariño, Klaus trabaja para el consejo. Eso significa que viaja mucho,
y si estas emparejado, te llevará con él—. La voz de Miles se quebró y
comenzó a llorar. —Te alejará de nosotros.

Astrid comenzó a llorar también. Acurruco su pequeño cuerpo contra un


costado de Miles, aferrándose a la única familia que había conocido. Quería a
Klaus pero también quería a la familia que había creado con Miles y los otros
guerreros.

—Vamos, ustedes dos—. Trevor dijo mientras los abrazaba por atrás.
—Solo porque Astrid ha encontrado a su pareja, no significa que viajara con
Klaus todo el tiempo. Solo me basto verlo una vez, para apostar una cantidad
considerable a que si tiene una misión que piense que es peligrosa, dejará a
Astrid con nosotros—. Trevor se encogió de hombros. —Además, tontitos,
siempre están los celulares, el correo, mensajes de texto y skype. Incluso
aunque no estemos bajo el mismo techo, nunca estaremos más lejos que una
llamada de distancia. 55
Astrid podía ver el brillo de las lágrimas que Miles intentaba contener.
No quería poner a nadie triste, pero tenía que ser honesto consigo mismo y
con lo que quería, y eso era Klaus.

— ¿Es realmente lo que deseas, cariño?—. Miles pregunto.

Astrid asintió con la cabeza. Por una vez en su vida, tenía que decidir.
Tomar esa decisión se sentía muy bien. Era el comienzo de tomar el control de
su vida. Pero aún necesitaba la guía de su mejor amigo.

Se mordió nerviosamente el interior de la mejilla. Era vergonzoso tener


ciento trece años y no tener una idea de cómo hacer el amor apropiadamente.
Sin forzarlo ni golpeando al otro hasta que se sometía, como había sido
enseñado. Necesitaba saber que podía esperar de un amante y que esperaba
este de él.

— ¿Qué pasa, pequeñín?—. Pregunto Trevor mientras revolvía el


cabello de Astrid.

— ¿Podrían enseñarme como conseguir que Klaus duerma conmigo?—,


Astrid tembló por sus palabras. Su rostro se calentó tanto como si estuviese de
pie frente al sol. Temía que pudiera derretirse en la hermosa alfombra beige.

—Mmm, claro. Miles, una ayudadita, por favor—, Trevor se removió


incomodo, mientras moraba a su primo en busca de ayuda.

—Trevor, no te está pidiendo tender sexo con él. Así que cálmate—.
Miles se volvió hacia Astrid. — ¿Estás seguro que estás listo para esto? Es un
paso muy grande.

Astrid asintió. Entendía sus preocupaciones, pero no podía mantenerse


lejos de Klaus, incluso si lo intentara. Todas sus terminaciones nerviosas se
sentían al rojo vivo. No estar con Klaus le provocaba dolor.

—Entonces está bien—. Miles sonrió. —Trevor, demos a Astrid un


curso intensivo de seducción.
56
Capítulo 7

Klaus le había informado a Ben de la visita del brujo. Ben incluso había
estado de acuerdo que era lo mejor. Ya que él y Astrid eran pareja, iba a ser
difícil interrogarlo y no involucrarse sentimentalmente.

Después de dejar el cuarto de planeación, se fue directo a su cuarto. El


cansancio hacía que sus huesos dolieran con cada paso que daba. Parecía que
horas habían pasado y no minutos, cuando finalmente llego a su cuarto. La
casa era tan grande que era como caminar en un laberinto. Nunca sabía por
dónde saldría.

Girando el picaporte, entró al cuarto oscuro. Se quito la camisa sin


siquiera encender la luz. Estaba cansado y no quería la brillante luz de la
lámpara del techo.

Klaus rodeo la cama y se acostó sobre el cobertor. Estiro los brazos por
encima de su cabeza y bostezo. Cuando bajo sus brazos, sus dedos rozaron
algo sólido. Se levanto y columpió los pies fuera de la cama. Un guerrero
siempre debe estar preparado, y se había permitido ser la presa del intruso.

Su mano se movió para encender la lámpara junto a la cama. El cuarto


se lleno de una tenue luz amarillenta. Incluso con la tenue luz, tuvo que
entrecerrar los ojos para poder ver. Cuando el shock inicial de la luz paso, vio
mejor a su invitado. Miro con incredulidad a su pareja dormida sobre su cama,
bajo las cobijas como si supiera que ese era su lugar.

La necesidad de subir nuevamente a la cama, quitarle las cobijas a su


compañero y hacerle el amor hasta que gritara su placer jugaba en el patio
trasero de su mente. Pero hacer eso sería egoísta. Astrid necesitaba más
tiempo para acoplarse a toda esa situación del emparejamiento.

Había vivido por mil quinientos dos años. Podía esperar un poco más 57
para acostarse con su lindo y tierno compañero. Camino hacia el otro lado de
la cama y se arrodillo a un lado de la cabeza de Astrid. El cabello de su pareja
estaba esparcido cerca de su rostro. Los mechones dorados caían fuera de la
almohada, haciéndolo recordar los rayos del sol. La piel de su rostro era
perfecta como el mármol. No tenía arrugas de estrés cerca de los ojos o boca.
En sus sueños, el miedo no podía alcanzar a Astrid. Klaus estaba agradecido
por ello.

Muy lentamente, levanto la mano para rozar el costado del rostro de su


pareja. Astrid se movió un poco, buscando el suave tacto de los dedos de
Klaus. Quería más del toque de Klaus, incluso dormido. Su corazón latió por
el pequeño e inconsciente gesto. Si todo lo que podía obtener por ahora eran
breves momentos como este, Klaus tomaría lo que lo que pudiera.

Los ojos de Astrid se abrieron, y una pequeña sonrisa se dibujo en su


rostro. —Siento haberme escabullido a tu cuarto. Es solo, que no pude esperar
para verte otra vez—. Astrid dijo tímidamente.

Su corazón se derritió un poco más por el hombre. La honestidad


desinhibida de Astrid era refrescante en un mundo de mentiras y apuñaladas
por la espalda. Las mejillas sonrojadas de Astrid eran señal de que estaba
nervioso. Había tomado la iniciativa de ido a buscarlo y Klaus no quería
espantar a su pareja y este dejara de sorprenderlo en el futuro. Tenía que decir
lo correcto.

—Nunca te disculpes, ángel—. Klaus le sonrió. —Estoy feliz de que te


sientas cómodo de venir hacia mí. Quiero que vengas a mí para todo.

—Me alegra que digas eso porque necesito algo de ti—. Las mejillas de
Astrid se pusieron más rojas, si eso era posible.

— ¿Qué necesitas, ángel?—, Klaus pregunto. Tomo un mechón del


cabello de Astrid y lo coloco detrás de su oreja.

—Quiero que me hagas el amor—. Astrid bajo la mirada sumisamente.

Klaus dio un respingo de sorpresa. Por favor, que Dios lo ayude. Un


hombre solo podía resistir tanta tentación antes de rendirse totalmente a sus 58
necesidades. Aquí estaba Astrid, pidiéndole que consumaran su relación y se
unieran tanto física como emocionalmente. No quería nada más que eso, pero
en la parte de atrás de su cabeza había una vocecita que le susurraba que aún
era demasiado pronto. Aún era muy pronto para sucumbir antes los deseos
carnales hacia su pareja. Astrid aún necesitaba tiempo para sobrellevar los
problemas de su pasado. El sexo solo complicaría la situación.

Había estado callado por tanto tiempo, que Astrid debió tomar su
silencio como un rechazo. Klaus vio como Astrid se sentaba en la cama y
llevaba sus piernas hacia su pecho, abrazándolas fuertemente. Esa era la
posición que Klaus había identificado como la posición de Astrid asustado y/o
aterrorizado.

¡Demonios! ¿Cómo puedo arreglar esto?

— ¿Astrid?—, Klaus subió a la cama y se sentó junto a su pareja. —


Astrid, háblame.

Su ángel rechazo su mano. —Está bien, Klaus, en serio. Debí de haber


sabido que no era lo suficientemente bueno para ti, incluso si somos pareja.
Miles estaba equivocado. Tú eres el que es demasiado bueno para mí—. El
labio inferior de Astrid tembló en un suave sollozo.

Las palabras de Astrid lentamente tomaron sentido. Klaus comenzó a


reírse. Por supuesto que Mies iba a decir que no era lo suficientemente bueno
para Astrid. El mismo lo pensaba.

—No es gracioso—. Astrid grito.

Klaus dejo de reírse inmediatamente. Había hecho enojar su ángel otra


vez. Lágrimas caían por las mejillas de Astrid mientras se balanceaba de lado
a lado. Klaus quería golpearse por su tonto comportamiento.

—Astrid, no me estoy riendo de ti. Me rio de lo que dijo Miles—.


Astrid lo miro sin entender. —Miles tenía razón. Eres demasiado bueno para
mí. He hecho un montón de cosas malas en mis mil quinientos años. Tengo
miedo de que el pasado oscuro se filtre y moje tu delicada piel dañando tu
forma de pensar y de ser. Si algo de lo que he hecho, quisiera cobrárselas y te 59
lastimara, nunca podría perdonármelo.
—No digas eso—. Astrid gimoteo. —Eres especial para mí, y no
importa lo que hayas hecho, aún así te quiero. Eres mío. ¿No te das cuenta?

Klaus lo vio con cautela. Lo entendía, porque se sentía de la misma


manera, pero aún así era muy pronto.

—Ángel, lo entiendo, pero incluso sin todo eso, sigue siendo muy
pronto para que tengamos al... al... algún tipo de actividad sexual—. El rostro
de Klaus se calentó de la vergüenza. Nunca antes se había sentido tan
incómodo hablando de sexo.

—Desearía que todos dejaran de decirme que es lo que necesito—.


Astrid suspiro profundamente. —Soy un hombre adulto. Creo saber que puedo
manejar y que no—, Astrid tomo su mano. —Quiero sentir lo que debería
sentirse hacer el amor. No puedo borrar lo que sucedió entre Lucian y yo, pero
haría lo que fuera, así que solo dame esa oportunidad.

Los dientes de Klaus se apretaron tan fuerte ante la mención del nombre
de Lucian que pensó que pulverizaría su mandíbula.

—Que quiera esperar no tiene nada que ver con ese hombre—. Klaus
estaba haciendo su mejor esfuerzo para controlar el coraje que sentía por todo
lo que Astrid había sufrido bajo las manos de ese monstruo.

Klaus suavizo su tono cuando hablo nuevamente. —Te necesito tanto


que apenas si puedo soportar estar cerca de ti sin tocarte. Pero lo que quiero y
lo que necesitas son dos cosas distintas. No podría perdonármelo si te
arrepintieras después de lo que compartamos. Me mataría, Astrid.

—Pero, ¿qué no lo ves? no quiero esperar. No cambiará nada si lo


hacemos hoy o mañana. Fui abusado, y estoy cansado de que todos me traten
como una persona defectuosa. Lo estoy manejando a mi manera—. Astrid se
sentó sobre sus rodillas y se acerco a Klaus, —Se que esto puede ser difícil de
entender, pero te amo. Te siento en mis huesos. Y cuando me niegas, me duele
aquí.
60
Astrid tomo su mano y la puso sobre su pecho. Klaus podía sentir el
calor saliendo del cuerpo de Astrid a través de la playera. El pequeño latido de
su pulso se empujaba contra su mano. Su ángel lo deseaba.

Sin pensarlo dos veces, Klaus cerro el puño en la camisa de Astrid y


giro su cuerpo hasta que estuvo sobre él. Astrid jadeo con sorpresa, y Klaus le
sonrió a su ángel. El hambre que vio cruzar el rostro de Astrid fue todo el
incentivo que necesito.

Klaus cubrió los labios de Astrid con los suyos. Sorbió de la


encantadora entrada de Astrid. Su lengua lamió el borde de los labios de
Astrid. El deseo de saquear la aterciopelada y húmeda boca hizo que su cuerpo
vibrara por reclamar lo que por derecho le pertenecía.

Separo los labios de Astrid e incentivo su lengua para que jugara con la
suya. Astrid introdujo tímidamente su lengua en su boca, y un candente placer
recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies.

La necesidad de respirar lo obligo a separarse de Astrid. Klaus descanso


su frente sobre Astrid mientras trataba de concentrarse. Respiro
profundamente, tratando de calmar su acelerado corazón.

Despacio, necesitaba ir despacio.

—Está bien, ángel. Te daré lo que quieres—. Puso un dedo sobre los
labios de Astrid cuando comenzó a hablar. —Pero a mi ritmo. Quiero llevar
las cosas despacio contigo.

—Solo estás inventando excusas—. Astrid lo empujo por el pecho. —


No me quieres.

Tomo la mano de Astrid y la colocó sobre la erección sólida como la


roca que presionaba el cierre de sus pantalones. Los ojos de Astrid se abrieron
con sorpresa.

— ¿Crees que esto significa que no te quiero?—, Gimió cuando Astrid


apretó experimentalmente su pene. —Te quiero más que la siguiente
respiración que tomé, pero necesitamos tomar un paso a la vez. Tenemos todo 61
el tiempo del mundo. No hay necesidad de apresurarse.
Astrid siguió moviendo su mano de arriba abajo sobre el pene de Klaus.
Astrid sabía que quería, y estaba tomando el control de la situación. Klaus
podría acostumbrarse a esta versión de su ángel.

La necesidad de venirse hizo que Klaus jalara los brazos de Astrid hacia
arriba, a cada lado de su cabeza. Le sonrió a su pareja cuando este dejo
escapar una risita.

—Deja tus manos justo aquí—. Apretó el agarre sobre las pequeñas y
frágiles muñecas de su pareja para enfatizar su punto. Astrid asintió
erráticamente.

Klaus le sostuvo la mirada a su ángel mientras bajaba lentamente su


mano, trazando un camino sobre el cuerpo, aún con ropa, de Astrid. A Klaus
le hubiera gustado que no llevara nada puesto. La necesidad de sentir piel
suave y perfecta hizo que Klaus jalara la camisa de Astrid hasta su barbilla. El
premio que descansaba dentro era lo que realmente necesitaba en ese
momento. Klaus quería probar a Astrid y emborracharse de su magia líquida.

Arranco el botón de los pantalones de Astrid y abrió el cierre. La cabeza


del pene de Astrid se asomaba por el borde de los calzoncillos. Klaus uso
ambas manos para bajar la fuerte mezclilla. Astrid levanto la cadera de la
cama para ayudarle.

—Dios, eres hermoso—. Klaus dijo mientras veía por primera vez el
cuerpo desnudo de Astrid. Astrid tenía piel pálida de pies a cabeza, con
pezones ligeramente bronceados, los cuales se endurecieron cuando los toco.
Forzó su descenso hasta el duro pene que descansaba sobre el estomago de
Astrid. La cabeza se asomaba por el prepucio, resaltando una gota de pre
semen en la punta. Dios, como amaba a este hombre por completo.

Sin darle la oportunidad a Astrid de decidir si quería la boca de Klaus


sobre él, se inclino hacia adelante y trago a su compañero hasta que su nariz se
encontró con el pajar de cabellos dorados que rodeaban la base. Astrid gruñó y
llevó sus caderas un poco más cerca del rostro de Klaus, mientras este volvía a
subir sobre su eje. Klaus bajo el delgado tejido y lamió cada rugoso contorno. 62
Zumbó alrededor de la cabeza, al mismo tiempo que alzaba su otra mano y la
llevaba a los testículos de Astrid, jalando y rodando ligeramente las suaves
bolas. Con su boca sobre el pene, una mano acariciándolo también, y la otra
jugando con sus bolas, llevo rápidamente a Astrid al límite.

Astrid lanzó su cabeza hacia atrás y gritó mientras que semen caliente
recorría la garganta de Klaus. Klaus recorrió con la mirada el cuerpo de
Astrid, mientras que este se venía.

Los tendones del cuello de Astrid se movieron cuando este sucumbió


ante el amor que Klaus le había mostrado.

Klaus succionó el pulsante eje de su pareja hasta que ordeño toda la


crema que su pareja tenía para ofrecer. Libero el suave pene y se sentó a
horcajadas sobre las piernas de Astrid. Klaus gruñó en frustración cuando no
pudo quitarse los pantalones lo suficientemente rápido. El intoxicante y dulce
sabor de Astrid en su boca lo llevaba a la locura.

Dejo escapar un suspiro de alivio cuando finalmente pudo liberar su


pene de sus pantalones. Klaus levanto la vista hacia su pareja cuando escucho
que Astrid jaló aire fuertemente. Esta era la primera vez que su pareja había
visto su pene desnudo. Su tamaño había intimidado a muchos hombres, pero
no a su Astrid. Astrid se lamió los labios mientras se comía a su duro pene con
los ojos.

La visión de la lengua rosada de su ángel, recorriendo sus labios hizo


que Klaus tomara su pene fuertemente en su mano. Bombeo con su mano,
fuerte y rápido. Su orgasmo estaba fuera de su alcance. Astrid comenzó mover
sus manos de donde estaban y Klaus deseaba que lo tocara. Astrid dejo que
sus manos cayeran sobre sus costados y miro el cuerpo de Klaus, mientras este
se masturbaba sobre él.

La mirada hambrienta en los ojos de su compañero causo un caos en sus


nervios. Astrid balanceo sus caderas hacia arriba y rozo su semi-erecto pene
contra el pliegue de Klaus. Un respingo dejo sus labios cuando un cálido
chorro de semen dejo su cuerpo. Planeo sobre Astrid y pinto sobre su pecho
con su semilla.
63
—Mío— declaro mientras el último chorro de semen dejaba su cuerpo.
Klaus cayó hacia el frente, colocando sus antebrazos a cada lado de la
cabeza de Astrid. Su respiración seguía siendo errática, pero no podía resistir
besar los deliciosos labios que le daban la bienvenida. Era algo más que un
beso con la boca abierta, con muchos jadeos por parte de los dos. Nunca antes
había tenido un trabajo manual tan complaciente. De hecho, se colocaba más
alto en su ranking que cualquier otro encuentro sexual previo, y tenía todo que
ver con la inocente criatura recostada cerca de su pecho.

Se movió hacia un lado y se coloco detrás de Astrid en posición de


cucharita. Unto el frío semen en la panza de Astrid, frotando las blancas
cuerdas contra la piel, como si fuese loción. Iban a necesitar bañarse pronto,
pero por el momento le gustaba oler a su pareja. Parecía que Astrid no le
importaban sus viejas manías. Simplemente se contoneo más cerca.

Klaus jalo los cobertores y acomodo a su compañero dentro. Astrid


bostezo tan fuerte que Klaus pudo escuchar como su quijada crujía. Su
compañero estaba exhausto y necesitaba dormir. Klaus se mantuvo despierto
hasta que escucho un ligero ronquido proveniente de Astrid.

Jalo al pequeño hombre más cerca. El ser capaz de dormir con Astrid
acurrucado en sus brazos fue un regalo de los dioses. Sabiendo que su
compañero estaba seguro con él, Klaus finalmente se permitió sucumbir al
cansancio. Mañana sería un nuevo día, y ellos discutirían más a fondo su
incipiente relación.

64
Capítulo 8

Astrid se despertó y un pánico instantáneo lo hizo tensarse. El sentir un


cuerpo caliente presionado contra su espalda lo hizo removerse para liberarse.
Podía sentir un grueso pene acomodado entre sus pompas. Un instinto de
pelear para sobrevivir se apodero de él. No iba a seguir siendo la víctima. Se
movió y jalo del cobertor, tratando de poner cierta distancia entre él y el
hombre detrás suyo.

—Ángel, cálmate, soy solo yo.

Astrid dejo de moverse cuando escucho la voz de Klaus. Estaba en la


cama con su compañero, no con un extraño, o peor, con Lucian.

Los recuerdos de lo que habían compartido la noche pasada, llegaron a


él en un flash. Los ardientes y sexys besos que compartieron, y la forma en
cómo Klaus toco su cuerpo. Su cara se acaloro cuando recordó que Klaus se la
había chupado. Nunca antes lo había experimentado y estaba ansioso por
hacerlo otra vez. Incluso tal vez, hacérselo él a su compañero.

Astrid regreso a los brazos de Klaus y puso su cabeza bajo la barbilla de


Klaus. Deposito besitos al pequeño orificio bajo la garganta de su compañero,
después froto la nariz en el vello claro que cubría el pecho de Klaus. El
delgado cabello le hacía cosquillas en la nariz, lo que provocaba que se riera.

— ¿Qué es tan gracioso, ángel?—, Klaus pregunto mientras besaba la


parte superior de su cabeza.

—Tu pecho peludo me da comezón en la nariz—, Astrid se levantó


sobre su codo. —Y me hace cosquillas.

Los ojos de Klaus estaban ligeramente abiertos mientras observaba a


Astrid. Su cabello estaba desordenado, y una sonrisa se dibujo en su rostro. Su 65
compañero era demasiado sexy durante las primeras horas de la mañana.
Incluso estando todo desaliñado, Klaus se las arreglaba para conservar su
imagen. Otros hombres probablemente se sentirían celosos de la guapura de
Klaus, y con justa razón. Ningún hombre debería tener permitido lucir tan
genial.

—Ven aquí y bésame—. Klaus lo tomo por debajo de los brazos y lo


jalo para colocarlo sobre su cuerpo. Movía a Astrid como si no pesara nada.
—Aquí hay menos cabello que te hagan cosquilla, ángel.

Astrid empezaba a amar el sobre nombre. Klaus lo consideraba su


ángel. Después de que por mucho tiempo le fuese dicho que era mierda, era
lindo tener a alguien a quien verdaderamente le importara. El amor que Astrid
sentía por Klaus crecía con cada respiración.

Mientras se inclinaba para besar a Klaus, Astrid se detuvo a la mitad


del camino. Capto un poco del olorcillo almizclado de su compañero. Sus ojos
se cerraron y otro suspiro dejo sus labios, mientras aspiraba profundamente,
cálida piel y sexo.

Ronroneó cuando Klaus paso sus dedos por su cuello, tomando los
mechones sueltos que caían por su espalda. Klaus beso gentilmente a Astrid.
Suaves y gruesos labios se encontraron con los suyos, y eso era el cielo.

Klaus recorrió con su lengua el borde de los labios de Astrid. Separo sus
labios y Klaus entro directo. La manera en como su compañero controlaba a la
perfección su boca, encendía la piel de Astrid. Klaus empujo y movió su
lengua y él le contesto atacando.

Astrid jalo la lengua de Klaus más adentro de su boca, haciendo que un


gemido saliera de su pecho. Quería probar cada parte del cuerpo de su
compañero y no podía controlar su ansia ni un minuto más. Quería que Klaus
le hiciera el amor.

—Klaus, ámame. Hazme tuyo—. Astrid rogo mientras sujetaba el


cabello de Klaus para acercarlo.

Klaus tomo sus manos. Separándolas de su cabellos. —Ángel, 66


¿recuerdas lo que dijimos ayer en la noche? Vamos a tomar las cosas con
calma y ver a donde nos llevan. No hay prisa.

—No, tú decidiste eso, no yo—. Astrid arrebato sus manos del agarre de
Klaus. Lágrimas llenaban sus ojo por la vergüenza y pesar que llenaban su
estomago.

El ser rechazado no debía ser algo nuevo para él, pero no hacía que el
rechazo de Klaus fuese sencillo.

—Detente—. Klaus gruño mientras giraba para colocarse sobre él,


sujetándolo contra la cama. —No estoy diciendo que no. Sólo estoy diciendo
que debemos tomarnos las cosas con calma.

Las lágrimas caían como la lluvia por sus mejillas. Entendía y respetaba
a su compañero por querer esperar, pero lo que necesitaba para curarse era a
Klaus. Hacer que el toque amoroso de Klaus borrase los recuerdos de los años
que vivió bajo el cuidado de Malcolm. Necesitaba buenos recuerdos con los
que reemplazar los malos, para completar su interior.

— ¡Deja de decir eso!— lloró. ¿Por qué Klaus no entendía que


necesitaba sentir su pene muy adentro de su cuerpo? Que lo llenara por dentro
y por fuera con su amor, reclamándolo para siempre. Respiro profundamente
para calmarse. Era una forma de meditación que había aprendido hace años
para ayudarse a calmarse y pensar claro. —Sólo deseo que pudieses hacerme
el amor como lo haría un buen compañero.

Los ojos de Klaus se tornaron brumosos, como si estuviera mareado.


Muy lentamente, la cabeza de Klaus lentamente se inclino para mirarlo, y
repentinamente se detuvo. Se sacudió como si intentase aclarar sus
pensamientos.

— ¡Wow! ¿Eso que fue?— Las cejas de Klaus se juntaron en


confusión.

— ¿Qué fue qué?—, Preguntó Astrid.

—Cuando dijiste que deseabas que te hiciera el amor, sentí que mi 67


mente se confundía. Me sentí obligado a hacer lo que querías, y tu piel brillo
ligeramente—. Los ojos de Klaus se abrieron. —Oh, demonios.

Por la preocupación en el rostro de Klaus, Astrid comenzó a


preocuparse. ¿Qué estaba pasando?

—Ángel, dilo otra vez. Di que desearías que te hiciera el amor. Creo
que tu deseo estaba tratando de forzarme a hacerlo.

Astrid no tenía idea de que estaba tramando Klaus, pero de todos modos
lo dijo. —Desearía que me hicieras el amor, ahora mismo—, agrego.

Si pedir lo que quería se lo concedería, que así sea. Intentaría lo que


fuera para lograr que Klaus se acostase con él.

Un flujo de calor que no había notado algo atravesó su piel. Ignorando


el extraño sentimiento, se enfoco en la reacción de Klaus. La misma visión
borrosa cruzo su rostro. Cuando parpadeo, se había ido. Klaus respiro
profundamente un par de veces, mientras se recargaba en él.

—Astrid, ¿Alguna vez has escuchado hablar de hadas? o ¿Malcolm o


Lucian dijeron algo sobre las hadas en tu presencia?—, Klaus pregunto.

—No—, dijo sacudiendo la cabeza. — ¿Por qué me lo preguntas? No


entiendo.

—Cuando pediste ese deseo, sentí la necesidad de hacerlo.

— ¿Eh?—, pregunto incrédulo. Klaus no estaba siendo muy congruente.

—Déjame explicarte de la mejor manera que puedo un poco sobre las


hadas. Toma en cuenta que son extremadamente raras, de hecho, nadie nunca
ha visto una en persona en siglos, y por una buena razón. Las hadas, en
conjunto, son consideradas, los seres más puros que existen, justo al lado de
los ángeles. Su magia surge en forma de deseos. Es magia sin consecuencias.
Todas las hadas son buenas por naturaleza. No pueden conceder un deseo
malvado incluso si lo intentaran. Su magia no se los permitiría.
68
Astrid tenía la mirada en blanco, inseguro de que tenía esto que ver con
él. Si las hadas no eran malas, ¿cuál era el problema?

—Puedo ver, por la expresión en tu rostro, que no me estoy explicando


muy bien—. Klaus se detuvo por un momento, después comenzó otra vez. —
Por ejemplo, digamos que alguien desea que otra persona muera. Un hada
literalmente, no puede conceder ese deseo. Incluso si el hada quiere hacerlo,
su magia no funcionaría, y en su tiempo, antes de que esto fuese del
conocimiento de otros paranormales, las hadas eran una mercancía muy
codiciada. Algunos paranormales creían, que podían tener su propia máquina
de deseos que podían concederles cualquier deseo que tuviesen, pero no se
daban cuenta que no funcionaba de esa manera. Algunas hadas fueron
torturadas, algunas otras masacradas por lo que no pudieron dar a sus captores.

—Eso es terrible—. Las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas,


pero no tenía la energía para limpiárselas. La crueldad de otras personas
parecía no terminar jamás. Que esas pobres hadas sufrieran bajo las manos de
otros, por algo que no podían controlar, no era justo.

—Ángel—. Klaus giro a Astrid para que lo viera. —Si estoy en lo cierto
y tienes sangre de hada corriendo por tus venas, tenemos un problema grave.

— ¿Qué tipo de problema?—, Astrid logró preguntar a través del nudo


que sentía en la garganta. ¿Alguna vez sería capaz de tomar un descanso y
vivir su vida?

—Primero que todo, nunca antes había visto una mezcla de dos
especies. Simplemente no es posible. Por eso, si eres, de hecho, un híbrido,
alguien se tomo muchas molestias para crearte. La madre naturaleza tiene
muchos controles y balances, y durante toda la existencia nunca ha habido un
cruce de razas, nunca. Segundo, las hadas son seres del bien, por eso su magia
no tiene consecuencias, a diferencia de las brujas. Donde un hada no puede
hacer cosas malas, una bruja puede. Así que si combinas a los dos tendrás un
ser mágico que puede hacer cualquier tipo de magia sin tener una
consecuencia negativa. Así que, en teoría, si deseas que alguien muera, esa
persona morirá, y no habrá ninguna consecuencia para ti por hacerlo. Algunos
paranormales verán esto como algo muy malo, y querrán buscarte para
capturarte y usarte para su propio beneficio, y otros te buscarán para matarte, 69
considerándote una abominación que es necesario destruir.
—Dios mío, creo que voy a vomitar—. Su estómago comenzó a sentirse
pesado. La bilis quemaba su garganta, puesto que el acido de su estomago
había encontrado la manera de subir hasta su esófago.

—Ángel, respira—. Klaus frotó su espalda en un intento de calmarlo. —


Resolveremos esto. Eres mi compañero. Nunca dejaré que alguien te lastime,
lo prometo.

Un escalofrío recorrió su espalda. Klaus dijo que las hadas eran raras y
que habría gente que lo querría, otra que intentaría matarlo, por lo que era.
Dios, ¿Podría haber sido liberado de una prisión solo para ser cazado como un
animal bajo la protesta que necesitaba ser eliminado?

—Astrid, háblame—. Klaus le exigió.

Le tomo toda su fuerza de voluntad pasar aire a sus pulmones. Todo lo


que siempre había querido era encontrar un hogar con una familia y conocer el
verdadero amor. Al final, no importaba lo que quería. Era obvio que el
universo estaba en contra de que alguna vez encontrara la felicidad.

—Astrid por favor di algo.

—Todos dicen que soy un brujo. ¿Cómo puedes estar tan seguro de que
soy un hada?—. Su voz sonaba débil y descorazonada incluso para sus propios
oídos.

—Astrid, puedo sentir al brujo que hay en ti, pero cuando hiciste ese
deseo—, Klaus sacudió la cabeza. —Sentí la necesidad de hacer lo que me
pedías, y la forma en la que tu piel brillo, eso solo lo hacen las hadas. Cuando
sus poderes se incrementan un pequeño brillo comienza a desarrollarse en el
interior de sus cuerpos, haciendo que brillen, justo como acabo de ver que
hiciste.

— ¿Qué hago ahora? Dijiste que era malo que tuviera sangre de hada.
Dijiste que la gente o me querría poseer o matar—. Las lágrimas nublaban su
visión. —Estoy tan jodido que ni siquiera es gracioso—. Astrid sollozo. 70
Klaus comenzó a reírse. Astrid no tenía ni idea que era tan gracioso,
pero lo ponía furioso que en momentos como este su pareja se riera de él. Tal
vez todas las palabras amables de Klaus eran una mentira, una forma de
obtener lo que quería de él.

—Aléjate de mí—. Astrid le grito en la cara.

—Ángel, cálmate—. Sostuvo un agarre firme sobre las muñecas de


Astrid. —Deja de pelear conmigo.

Klaus no entendía porque su compañero peleaba con él. Sí, se estaba


riendo, pero no se reía de Astrid, sino de lo que había dicho. Escuchar
palabras sucias provenientes de su dulce boca hacían que su pene creciera y se
endureciera.

—Astrid, por favor—, le suplico. —No me rió de ti, me rió de lo que


dijiste.

Cuando hasta lo miro con confusión, le explico.

—Dijiste, "jodido".

— ¿Qué?—, Las cejas de Astrid se juntaron.

—Una palabra tan sucia saliendo de una boca tan linda, me excita—.
Mordisqueo el labio inferior de Astrid, después balanceo sus caderas hacia
adelante, enterrando su erección entre las piernas separadas de Astrid.

Cuando Astrid jadeo con la sorpresa, aprovecho la oportunidad de


saborear la deliciosa y bendita humedad a la que se había vuelto adicto. El
sabor de su pareja era todo el combustible que necesitaba para sobrevivir.

Mientras besaba a su pareja hasta la saciedad, Klaus pensó en las


preocupaciones de Astrid. Si le había dicho que sería buscado ya sea para ser 71
capturado o asesinado por sus poderes. Espirales de terror se deslizaron por su
espalda, rodeando su columna manteniéndolo inmóvil mientras devoraba la
boca de su pareja. Profundizo el beso, haciendo su mejor esfuerzo en unirse
con Astrid. La necesidad de proteger a su pareja de ahora en adelante, sería su
única misión. El consejo tendría que aprender a vivir sin él.

Astrid aulló, haciéndolo regresar a sus sentidos, Sintió el sabor metálico


de la sangre en su lengua. Klaus se separo para ver que había hecho. Gotas
rojas y brillantes iluminaban el labio inferior de Astrid.

La única forma de proteger a Astrid era haciéndolo su pareja. Klaus


tenía demasiada influencia en el consejo, confiarían en su juicio de controlar a
Astrid, y el lazo de emparejamiento fortalecería su magia. Juntos podrían
mantenerse a salvo mutuamente. Estaría maldito si dejaba que alguien se
llevara a Astrid.

Sosteniendo la mirada de Astrid, se estiro hacia la mesita de noche.


Tomo la botella de lubricante que había guardado cuando llego. Había llegado
el tiempo de reclamar a su pareja. Lo correcto sería esperar y darle tiempo a
Astrid de vivir a su gusto y tomar sus propias decisiones. Pero esa opción
había salido por la ventana. Las hadas estaban en peligro de extinción por una
razón, y no dejaría que Astrid formara parte de esas estadísticas.

— ¿Qué... qué vas a hacer con eso?—. La voz de Astrid tembló por los
nervios.

Le sonrió a su pareja. —Voy a hacer lo que me has estado rogando que


haga. Voy a hacerte el amor, y hacerte mío por siempre.

— ¿En serio?—. Los ojos de Astrid se abrieron como platos, y se aclaro


la garganta. —Quiero decir, ¿Estás seguro?

Klaus observo a Astrid apretar los puños, después estirar los dedos,
después apretarlos otra vez. Parecía que su pareja estaba nervioso con esa
idea. Klaus podía entender su agitación. Por primera vez en la vida de Astrid,
tendría la oportunidad de decidir si quería tener un encuentro sexual o no.

Astrid había lloriqueado porque Klaus no lo cogía, pero ahora, cuando 72


se enfrentaba ante el hecho de que era exactamente eso lo que iba a pasar,
parecía que estaba nervioso. Le hubiera parecido extraño si Astrid no se
hubiera mostrado nervioso.

—Estoy muy seguro, ángel—. Klaus dijo mientras se sentaba sobre sus
talones. Empujo los muslos de Astrid para que pudiera levantar sus piernas.
Astrid llevo sus rodillas al pecho, regalándole a Klaus una vista de su
sonrosada estrella. Tenía que mantener la boca cerrada si no quería babear.

Abrió la tapa del lubricante, y escurrió el brilloso líquido en sus dedos,


después deslizo un dedo desde la base del pene de Astrid, pasando por la
cresta del saco, hasta llegar a la apretada entrada. Hizo círculos con su dedo
alrededor del apretado musculo. La segunda vez que lo hizo, empujo
ligeramente la punta de su dedo al interior. Astrid se encogió y gimió en
respuesta. Klaus retiro su dedo rápidamente.

—Ángel, ¿Estás bien? ¿Quieres que me detenga?—. Se mordió el labio


mientras esperaba la respuesta de Astrid. Si su pareja deseaba terminar con el
juego, él lo haría, sin preguntar por qué, pero realmente esperaba que ese no
fuese el caso. Solo había tenido un momento en el acogedor y caliente túnel,
del interior de su pareja, y necesitaba tener más.

—No—. Astrid grito, —Es solo que no estoy acostumbrado a esto,


quiero decir, sé que sabes...

—No digas nada más—. Dijo, interrumpiendo a su pareja. Sabía a qué


se refería Astrid, y no permitiría que un recuerdo de Lucian arruinara lo que
estaba a punto de compartir con Astrid. —Esto se trata de tú y yo, de nada
más. Pretendamos que es la primera vez de ambos—. Klaus se encogió de
hombros. —Y lo es. Nuestra primera vez juntos, y será perfecto.

Cuando Astrid sonrió, supo que había dicho lo correcto. La vida sexual
previa de su compañero no había sido muy buena, y Klaus no quería que él
pensara en eso mientras estaban juntos. Era el momento de crear nuevos
recuerdos que les durarían toda la eternidad.

Alargo el brazo y empujo un dedo dentro del apretado orificio de Astrid.


Busco señales de duda por parte de su pareja, pero Astrid tenía los ojos 73
cerrados. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, y Klaus la interpreto
como una señal de que continuara. Trabajo con su dedo, dentro y afuera, a un
ritmo lento, permitiendo que Astrid se acostumbrara a la intrusión.

Lentamente, introdujo otro dedo, emparejándolo con el anterior. Gimió


fuertemente cuando vio como el cuerpo de Astrid succionaba sus dedos de una
manera encantadora. Era como si Astrid lo reconociera y quisiera la conexión
tanto como él.

Uso su mano libre para poner más lubricante sobre su miembro, al


mismo tiempo que usaba su otra mano para hacer movimientos de tijeras con
sus dedos, dentro y fuera, del agujero de Astrid. Retiro sus dedos, para
disgusto de Astrid, pero su protesta termino rápidamente con un gemido
cuando la gruesa punta del pene de Klaus cruzo la barrera de músculos.
Ambos gimieron con placer mientras entraba lentamente centímetro a
centímetro, en el cuerpo de su amante. Astrid se relajo y le dio la bienvenida a
su interior, abrazándolo fuertemente. El calor del apretado pasaje era sublime
para su pene, mandando una rápida tormenta de emociones que danzaron por
toda su piel.

—Oh Dios—. Klaus gimió fuertemente mientras tocaba fondo. Se


mantuvo por un instante, tratando de mantener a raya a su órgasmo, que
rogaba su liberación. Tenía que hacerlo bien por su pareja. Pero sus testículos,
descansaban pesadamente sobre el trasero de su pareja, haciendo que su
control flaqueara. Era como una costra que necesitaba ser rascada. Tenía que
moverse o se volvería loco.

—Astrid, nunca nada se sintió tan bien—, dijo mientras salía


gentilmente hasta que solo la cabeza permaneció dentro, después empujo en su
totalidad de regreso al cuerpo de Astrid, haciéndolo gemir.

Astrid solo podía asentir con la cabeza. Su cuerpo estaba bañado de una
finca capa de sudor. Klaus amaba como su pareja temblaba cada vez que salía
y entraba con firmeza nuevamente. En un intento de contener sus gemidos,
Astrid se mordió el labio, volviendo a abrir el pequeño corte que Klaus había
hecho anteriormente. El ver la brillante sangre roja de su compañero era una
señal para completar el ritual de vinculación. Todo lo que necesitaba era el
consentimiento de Astrid. 74
—Dime Astrid. Dime que esto es lo que deseas. Dime que quieres ser
mi pareja—. Detuvo sus caderas, esperando la respuesta de Astrid.

—Lo quiero—. Astrid susurro. Aflojo el agarre de sus rodillas


permitiendo que sus piernas cayeran a cada lado de las caderas de Klaus.
Levanto los brazos y los envolvió alrededor del cuello de Klaus, después lo
beso muy lentamente. —No hay nada que quiera más. Hazme tuyo, por favor.

Quito los brazos alrededor de su cuello, y se sentó sobre sus rodillas.


Limpio con el pulgar el labio de Astrid, capturando las gotas rojizas en la
punta de su dedo. Muy cuidadosamente, para no causar un malestar a su
compañero, salió del cuerpo de Astrid. Esparció la sangre por la cabeza de su
pene, después se mordió el labio, en busca de su propia sangre.

Astrid lo miro con los ojos muy abiertos mientras recolectaba la sangre
de su labio, y la añadía a la que ya se encontraba en la punta de su pene. Sin
desperdiciar otro segundo, Klaus guío su hinchado pene, de regreso al cuerpo
de Astrid. Tomo las piernas de Astrid y las llevo sobre sus hombros, para que
pudiera penetrar muy profundamente con cada estocada. Quería que Astrid
sintiera su amor con cada golpe.

Apretó las manos sobre los muslos de Astrid tan fuertemente que
seguramente dejaría una marca que podría ver por la mañana. Ese
pensamiento lo complacía. Quería que otros vieran que había reclamado a su
pareja, que supieran que era de alguien. La idea de tatuar su nombre en la piel
de Astrid para que todos lo vieran, hizo que empujara sus caderas más rápido
cada vez.

Cuando Astrid se estremeció, él lo miro. Vio el rígido pene de Astrid


gotear de la punta. Semen brillaba de la pequeña abertura, haciendo que la
hinchada corona brillara ante la tenue luz. Su ángel necesitaba una ayuda.

Klaus escupió su mano, después tomo el pene de Astrid con el puño. El


sentir la piel aterciopelada de la dura erección de Astrid tensarse, hizo que sus
rodillas se tambalearan causando que la cama se sacudiera, el flojo prepucio
giraba sobre las glándulas con cada movimiento de la mano de Klaus.
Aumento la velocidad de sus movimientos cuando su ángel jadeaba por 75
respirar.
El sonido de piel contra piel, los jadeos de Astrid, y su fuerte
respiración se combinaban para hacer una serenata erótica de su encuentro
sexual. El orgasmo de Klaus se acercaba cada vez, tanto que este creyó que su
pene estallaría por la mera felicidad que sentía. Amar a Astrid era la cosa más
fácil que jamás hubiera hecho. ¿Por qué no habría de amar a su ángel
perfecto? Astrid había sido creado solo para él.

—Klaus, Klaus no puedo resistirlo más—. Astrid sollozo mientras


intentaba recuperar el aliento.

—Déjate llevar ángel, te tengo—. Klaus gruño a través de los apretados


dientes.

Estaba a punto de explotar. Uno y dos movimientos más en el pene de


Astrid bastaron para tenerlo disparando hilo tras hilo de semen de su cuerpo.
Los jugos de Astrid bañaron su pecho al igual que la mano de Klaus.

Entre la vista y el olor del semen de Astrid, Klaus se dejo llevar como
un hombre fuera de control. Sus embestidas eran más fuertes y más profundas
que antes, buscando su liberación como un policía busca a un criminal. Klaus
gruño fuertemente mientras el cuerpo de Astrid ordeñaba cada esencia de su
cuerpo. Se mantuvo quieto cuando su liberación lo golpeo.

Su semen pinto las paredes internas de Astrid, marcando como


propiedad de Klaus desde el interior. Incluso ahora podía sentir la esencia de
Astrid corriendo por su interior. Ahora eran como un solo ser. El lazo había
sido solidificado. Solo la muerte podría separarlos.

Klaus dejo ir un gran suspiro a través de sus labios. Se relajo hacia


adelante, acurrucando a Astrid en sus brazos, teniendo cuidado de no apretarlo
muy duro.

Su pene seguí muy adentro del trasero de Astrid, pero no quería sacarlo
todavía.

—Mío. 76
Se levanto sobre sus codos ante las palabras balbuceadas de su pareja.
Una sonrisa cruzo sus labios cuando vio a Astrid. Definitivamente se podría
acostumbrar a este comunicativo lado de su ángel.

—Como tú eres mío, ángel—. Besó a Astrid suavemente en los labios.

Astrid deslizo lentamente sus dedos de arriba abajo por la espalda de


Klaus. Se estremeció un poco por las cosquillas que la acción provocaba.

—Así qué, ¿Qué hacemos ahora?—, Astrid pregunto con toda la


inocencia del mundo.

—Nosotros, mi ángel, nos dormimos—. Klaus saco su suave pene del


trasero de Astrid y se acostó detrás de él, abrazándolo cerca de su pecho. —
Una vez que hayamos descansado, vamos a compartir la buena noticia de
nuestra unión.

Astrid se empezó a reír.

— ¿Qué es tan gracioso?

—Creo que todos lo saben—. Astrid se rió hasta con el cuerpo que la
cama vibró.

— ¿Por qué?

—Gritaste muy fuerte. Creo que el pueblo vecino te oyó.

Klaus se unió a la diversión de su pareja. Amaba escuchar a su pareja


reír, y también amaba saber que la noticia de su unión ya hubiese empezado a
esparcirse. Si había sido tan ruidoso como Astrid decía, sus compañeros
guerreros sabían porque. Había reclamado a su pareja bien y apropiadamente,
y los guerreros de la casa no podrían culparlo por eso. Debían estar felices por
ellos, o al menos eso esperaba.

—Sí, sí, sí. Pero tú también fuiste muy escandaloso—. Astrid giro la
cabeza para verlo. —Oye, no me estoy quejando. De hecho, la próxima vez 77
quiero escucharte gritar mi nombre mientras montas mi pene.
—Está bien—. El rostro de Astrid se sonrojo con un agradable color
rosado.

—Que no te de pena lo que pase en nuestra habitación. Estamos


emparejados. Podemos hacer lo que queramos—. Golpeo ligeramente con el
dedo la barbilla de Astrid. — ¿Entiendes?

Astrid asintió con la cabeza.

—Bien. Ahora a dormir, mi ángel—. Klaus acerco a Astrid y


gentilmente cepillo sus dedos a lo largo del rubio cabello de su pareja hasta
que se quedo dormido, Estaba feliz de haber encontrado una manera de hacer
olvidad a Astrid todo eso del descubrimiento del hada. Como su madre había
predicho, los problemas estaban frente a ellos, pero pelearía con cada parte de
su ser para proteger a Astrid. Con un beso más a la cabeza de Astrid, también
él, sucumbió ante el muy necesitado descanso que su cuerpo necesitaba.

78
Capítulo 9

Cuando despertaron, Klaus cargo a Astrid hasta el baño, para un baño


no tan rápido. Se besaron y tocaron hasta que folló a Astrid contra la pared del
baño. Una vez satisfechos y limpios, salieron del agua fría y se vistieron.

—Klaus, ¿Puedo preguntarte algo acerca de todo eso de los deseos del
hada?—, Astrid pregunto mientras pasaba una playera por su cabeza.

—Puedes preguntarme lo que sea—, Klaus jaló a Astrid y besó sus


labios húmedos. —Si mi deseo no funcionó en ti, ¿Pueden lastimar a las otras
personas que viven aquí? Son paranormales, debería ser seguro estar cerca de
mí, ¿no?

—Bueno, sí y no. Tu compulsión no funcionó en mí porque soy viejo—.


Astrid levanto la ceja. —Con la edad viene el control—. Klaus le sonrió. —Tu
mitad brujo le agrega un poder extra a los deseos, por lo que podría ser difícil
para nuevos vampiros o cambiaformas el negarte ese deseo. Tienes que tener
mucho cuidado con esa palabra. Puedes obligar a los demás a cumplir tus
deseos. Eso estaría mal. Lo entiendes ¿cierto?

—Por supuesto que lo entiendo—. Astrid contestó de inmediato. —


Conozco la diferencia entre el bien y el mal. No soy un desalmado.

—Ángel. No lo quise decir en esa forma, se que nunca lastimarías a


alguien a propósito, pero tienes que tener cuidado con esa palabra—. Astrid
asintió. Klaus temía el daño que una simple palabra podía hacer.

Mientras bajaban por la escalera en espiral, pudo escuchar voces que


subían el tono. Cuando se encontraba a la mitad de la escalera, vio al guerrero
llamado Finn echando a un joven por la puerta.

¿Eh?, nunca antes había visto al otro hombre. En cualquier otra 79


situación, hubiera investigado aquella situación. Ser miembro del consejo por
tanto tiempo había instalado en su sistema el cuestionar a cualquier nuevo
miembro de su mundo.

Al doblar la esquina se encontró cara con pecho con un gran hombre.

—Abby—. Astrid chilló alegremente mientras se lanzaba los brazos del


otro hombre.

Klaus tuvo que morderse la lengua para no exigirle a su pareja que


dejara de toquetear al hombre frente a ellos. Era muy probable que el hombre
fuese un amigo, pero eso no hacía más sencillo el ver a su pareja tocando a
otro hombre.

La necesidad de lanzar un hechizo para convertir a la torre de hombre


en un insecto hormigueaba en su lengua, pero eso no terminaría muy bien con
Ben. Ben le había mostrado una hospitalidad más allá de la que merecía, y no
le faltaría al respeto convirtiendo a sus guerreros en asquerosas sabandijas.

—Hola, hombrecito, ¿Cómo te va?—, El gran hombre puso a Astrid


sobre sus pies y palmeo la parte superior de su cabeza, como lo haría un adulto
con un pequeño niño. Klaus se lleno de alivio. Si el hombre veía a Astrid
como un niño, no había atracción alguna en el abrazo que compartieron.

—Muy bien—. Astrid contesto emocionado. Tomo la mano de Klaus.


—Abby, esta es mi pareja, Klaus—. Orgullo emanaba de cada uno de sus
poros. —Es todo mío, ya no estoy solo.

—Oh, pequeñín, no estabas solo—. El hombre llamado Abby miro a


Klaus. —No te ofendas, pero quiero que Astrid sepa que con o sin ti, él nunca
estará solo. Todos somos una familia aquí, y necesita saberlo.

Klaus asintió. —No me ofendo—. Se pauso. — ¿Me podrías repetir tu


nombre?

—Es Abner, pero el hombrecillo me llama Abby—. Abner estiro la


mano para estrechar la suya.
80
—Bueno Abner, Astrid los considera a todos su familia, y la familia es
importante. Estoy muy agradecido por el amor y afecto que le has mostrado a
mi pareja—. Klaus coloco su brazo alrededor de los hombros de Astrid
mientras le sonreía.

—Él facilita mucho que uno lo quiera.

—Sé exactamente a lo que te refieres—. Nunca dejo de ver el rostro de


Astrid mientras contestaba.

El sonido del timbre trajo de vuelta la atención de Klaus, haciendo que


se concentrara. Escucho el sonido de pasos provenientes del lado opuesto del
pasillo.

—Ya voy—, Grito Trevor mientras se dirigía a la puerta. Era un hombre


gracioso, muy obstinado y en ocasiones asustadizo. O al menos, así era
cuando él estaba cerca.

—Ya era tiempo. Hemos estado parados aquí afuera una eternidad—. El
hombre del otro lado de la puerta contesto.

—Cállate gótico. Acabamos de llegar. Lamento que sea tan grosero,


pero ¿Estará Klaus presente? Él nos pidió que viniéramos. Estamos aquí de
parte del consejo.

La puerta del frente se cerro de golpe. Trevor se recargo con fuerza


sobre la pesada puerta de madera, respirando pesadamente. Klaus no entendía
la reacción del joven vampiro. ¿Qué le ocurría? Los ojos salvajes de Trevor se
posaron en Klaus.

—Mandaron más cretinos como tú—. Trevor dejo escapar un pequeño


gritito y se cubrió la boca. —Oh, demonios, lo siento, pero tu gente me pone
nervioso.

— ¿Brujos?—, Pregunto Klaus.

—Vamos, no. Los polis. Son como la policía de nuestro mundo. Sé muy
bien, por lo que aprendí ayer que no lastimarías a Astrid o a ninguno de 81
nosotros, pero no estoy muy seguro de los chicos de allá afuera.
Klaus se aguanto la risa que quería ser liberada. El hombre parecía un
poco extraño, pero de corazón estaba interesado en lo mejor para Astrid,
incluso si su reacción había sido un poco exagerada.

—Gracias, Trevor, pero esos caballeros, allá afuera, son mis amigos, y
están aquí para ayudar a Astrid.

Astrid se deslizo por un costado hacia él. Klaus lo siguió, jalando a


Astrid hacia él. Gentilmente movió a Trevor y abrió la puerta.

— ¿Qué demonios fue todo eso?— el brujo llamado Carter pregunto.

—Bueno, gótico, tal vez si no le hubieras gritado al pobre chico cuando


te dijo que abriría, no nos hubiera cerrado la maldita puerta en la cara—.
Carlos le sonrió a Klaus y entro en la casa

Klaus le devolvió la sonrisa. No había visto a su amigo en lo que


parecían décadas.

—Escucha bien, idiota, tengo nombre. Es Carter, no gótico. Entiéndelo


o no vuelvas a joderme dirigiéndome la palabra—, Carter se alejó de él. —
Bueno ¿Dónde está el brujo que tengo que leer? Mi tiempo es valioso, y no
quiero estar atorado en Quien-sabe-donde Estados Unidos por más tiempo que
el necesario.

Hubo un gran gruñido del otro lado del corredor. Klaus se volvió tan
rápido como la luz, para envolver a Astrid con su cuerpo. No sabía que estaba
pasando, pero proteger a Astrid era lo más importante.

Vio sobre su hombro para ver si todos estaban bien. Lo que vio lo
impacto tanto que no pudo hablar. Abner tenía a Carter contra la pared. Carter
tenía la cabeza inclinada hacia un lado, con el cuello expuesto, mientras Abner
olfateaba la piel sensible.

La tensión era tan pesada que casi era una entidad viva dentro del
cuarto. Nadie se movía, como si supieran que un solo movimiento podría 82
hacer que Abner defendiera lo que consideraba suyo. Y por cierto, estaba
acercándose tanto a Carter y oliéndolo tan profundamente, que solo había una
explicación posible. Pobre Abner estaba emparejado con un brujo muy
egoísta.

—Mío—, Abner gruñó mientras lamía a lo largo del cuello de Carter


por donde se podía sentir el pulso del brujo.

—Amigo, no me importa si somos compañeros. No le pertenezco a


nadie—. Carter gimió al mismo tiempo que empujaba los amplios hombros de
Abner. Klaus no sabría decir si estaba intentando trepar por el gran hombre o
escapar.

—Abner, necesitas bajar a Carter—. Klaus le dijo al gran hombre.

—Pero es mío.

—Una vez más, No soy de nadie. Ahora bájame, gran zoquete—. Carter
contraataco.

—No hay razón para ser grosero, tú... tú, chico cruel—. Astrid dijo.

Astrid estaba de pie con los brazos cruzados sobre su pecho, moviendo
un pie, mirando intensamente a Carter. Dios, su ángel tenia temperamento
cuando lo provocaban.

—Abby, por favor bájalo. No creo que le guste que lo estés oliendo—.
Astrid suavizo su voz cuando le hablo a Abner.

Abner bajo a Carter. Renuentemente, se alejo de su compañero. Klaus


podía ver el dolor en los ojos del hombre. Encontrar a esa persona especial,
solo para que te rechace debe romperte el corazón, algo que Klaus casi le hace
a su pareja.

—Gracias—. Dijo Carter, sin siquiera mirar a Abner. —Klaus, ¿Es este
el brujo por el que me hiciste volar para poder leerlo?

—Sí, Carter—. Klaus le hizo señas a Astrid para que se acercara a él. 83
Astrid lo ignoro y se fue a parar a un lado de su amigo. —Oye, Abby,
todo estará bien—. La pequeña mano de Astrid se cerró sobre la gran mano de
Abner.

—Si tú lo dices, pequeñín. Si tú lo dices—. Abner pasó una mano a lo


largo del cabello de Astrid y le sonrió. Miro esperanzadamente una vez más
hacia Carter, después giro sobre sus talones y salió del cuarto.

— ¿No sientes nada?—. Le pregunto Klaus.

— ¿Yo?— Señalo con un dedo hacia su pecho. —Siento un montón de


porquerías, pero soy muy joven para encasillarme con un solo compañero.
Necesito vivir un poco más, si sabes a lo que me refiero—. Carter movió las
cejas.

—Eres un imbécil insensible, ¿lo sabes?—, Carlos dijo desde atrás de


Klaus. —Algunos de nosotros daríamos lo que fuera por encontrar a nuestro
compañero, y tú ¿simplemente lo alejas como un pedazo de basura?

—Oye, yo no pedí que esto pasara—. Carter movió la mano en


dirección a la puerta por donde Abner había salido. —En todo caso, siéntete
libre de ir tras los chicos que rechazo. Te lo regalo con todo gusto.

—Carter...— Las palabras de Klaus fueron cortadas por Astrid.

—No te mereces a Abby. Es demasiado bueno para ti—. El rostro de


Astrid brillaba de furia. — ¡Deseo que simplemente te vayas de aquí!

— ¡Astrid no!—, Klaus grito y giro a Astrid para que lo viera. —Ángel,
no puedes hacer deseos, acuérdate—. Le susurro a Astrid al oído.

— ¿Qué demonios fue eso?—, Carter tenía las manos frente a él como
si se estuviera reponiendo de un gran toque.

— ¿Qué fue qué?—, Carlos pregunto mientras veía a los hombres frente
a él.
84
—Creo que necesitamos encontrar un cuarto más silencioso para
discutir algunas cosas—. Klaus pudo ver que Trevor ponía atención. El
hombre estaba tan quieto que se confundía con la pared. —Trevor por favor,
podrías decirle a Ben y a Miles que el lector de pasado está aquí, y yo me
quedaré con Astrid todo el tiempo.

Trevor acepto con la cabeza y salió del cuarto. Klaus llevo a los
hombres a la sala en la parte trasera de la casa, donde tendrían más privacidad.
Después de lo que había pasado, la posibilidad de que Astrid tuviera sangre de
hada había sido probado, y Carlos y Carter habían sido testigos de ello. De
acuerdo con las regulaciones del consejo, tendrían que reportar esto
inmediatamente.

Abner escucho a los hombres hablar en el otro cuarto. Había escuchado


lo que su pareja había dicho. Carter no lo quería. Incluso se lo había ofrecido a
su amigo.

Dios, Abner, escogiste a un ganador.

Estaba a punto de irse, cuando Trevor salió a toda velocidad por una
esquina.

—Oye, Abs, ¿Has visto a Ben o a Miles?—, Trevor pregunto mientras


se asomaba por cada lado de Abner.

—No—, Dijo al mismo tiempo que se volvía para irse.

—Abner, no dejes que lo que dijo ese imbécil te afecte—. Trevor le


guiñó el ojo. —No puedes huir del destino.

Abner vio como Trevor trotaba por el pasillo. No puedes huir del
destino. Bueno, realmente esperaba que se pudiera, porque era imposible que
pasara una eternidad con un hombre que no lo quería.

85
Capítulo 10

Astrid siguió a Klaus por el pasillo. Había arruinado todo a lo grande al


desear que Carter se fuera, pero no se arrepentía de decirlo. La forma en la que
Carter había tratado a Abby era inaceptable. Además de Klaus, no sabía de
otro hombre mejor que el cambiaformas oso.

Cuando se fue a vivir con los guerreros de la Luz, el gran hombre había
tomado a Astrid bajo su ala, haciendo que Astrid se sintiera parte del grupo, y
lo mantenía a salvo. Eran amigos, y los amigos se cuidaban las espaldas.

Astrid miro intensamente a Carter. El hombre daba miedo con su


atuendo negro, bueno, todo era negro de hecho. Todo lo que usaba era negro,
camisa, chamarra larga, pantalones e incluso sus botas. El cabello corto y de
punta del hombre era negro como la media noche. Todo el negro hacia que su
piel de por sí, pálida luciera aún más blanca de ser eso posible.

Al verlo de cerca, Astrid pudo ver que el hombre usaba maquillaje. No


era ninguna sorpresa que fuera negro. Llevaba delineador negro alrededor de
los ojos, lo que hacía que resaltaran. Los ojos de Carter eran de un azul
oscuro, casi parecían negros cuando eran enmarcados por el delineador.

—Por aquí, caballeros—. Klaus abrió una puerta y los guio hacia una
gran mesa de madera, con sillas orejonas alrededor. Astrid se sentó en el lugar
más alejado de Carter. Su enojo para con el brujo aún estaba por los niveles
más altos.

—Sé que no estás muy contento conmigo Astrid, pero voy a tener que
tocarte para que esto funcione—. Carter le dijo.

—No-oh—. Negó con la cabeza. —Se me pueden pegar tus piojos.

— ¿En serio? ¿Qué edad tenemos? ¿Doce?—, Carter se dejo caer en la 86


silla frente a él. —Amigo, estas desperdiciando mi tiempo y el de todos los
demás. Madura. Tu amigo, el de allá afuera, es un hombre adulto. Estoy
seguro que una vez que lo piense bien, no me va a querer.

Los ojos de Astrid se entrecerraron para estudiar a Carter. El brujo


podría ser más sofisticado que él, pero no sabía nada de la gente. Es como si
Carter no tuviera sentimientos en su interior. El brujo, según todos los
testigos, parecía muerto por dentro. ¿Qué había causado que perdiera la fe en
la fuerza del amor? El amor lo había salvado. No podría imaginarse a alguien
que se negara a sí mismo algo que le era ofrecido gratuitamente.

—Ángel, por favor trabaja con Carter en esto. Seremos capaces de


contestar preguntas que no podemos—. Klaus se arrodillo a un lado de su silla
y tomo la mano de Astrid entre las suyas. —Sé que estas molesto por lo que
respecta a Abner, pero tenemos asuntos más importantes con los que lidiar en
este momento—. Klaus llevo un dedo hasta sus labios, cuando comenzó a
hablar. —No estoy diciendo que por lo que Abner está pasando no sea
importante, pero, ángel, tú eres mi mundo, y debemos llegar hasta el fondo de
lo que ocurre contigo.

Quería acurrucarse en el regazo de Klaus y nunca dejarlo ir. Parecía que


el hombre siempre decía lo indicado. Astrid giro su mano y apretó los dedos
de Klaus a modo de respuesta.

—Antes de que empieces, hay algo que necesito decirles—. Klaus miro
de Carter a Carlos. —Si no lo han adivinado por lo que acaban de ver—,
Klaus señalo la puerta. —Creo que mi pareja tiene sangre de hada en él.

—No puede ser—. Carter susurro. —Sabía que algo no estaba bien
cuando deseo que me fuera. Lo sabía—. Carter lo señalo con un dedo.

—Carter, cierra la maldita boca—. Carlos dijo al mismo tiempo que lo


golpea en la parte trasera de la cabeza.

—Oye—, Carter se quejó, y se sobo.

—Sí, parece que mi pareja tiene la habilidad de hacer deseos. No estoy


seguro del alcance de sus poderes, pero entienden el punto de todo esto. 87
También me gustaría que guardasen silencio con respecto a todo esto. Todos
sabemos la historia de lo que paso con la población de hadas, y si Astrid es un
hibrido brujo-hada, tienen que entender porque me preocupo.

—Eso es absurdo—. Carter giro los ojos. —Es imposible cruzar


cualquier especie de paranormal.

—Eso fue lo que pensé, y es por eso que te pedí que vinieras hasta aquí.
Astrid no recuerda mucho de antes de que fuera mandado a vivir con
Malcolm, así que necesito que veas que puedes encontrar.

—Demonios, Klaus—, Carlos dijo. —Si esto es verdad, es un ejemplar


único. Esto podría ser muy peligroso.

—Lo sé—. Klaus tomo su mano. —Tengo que pedirles un favor más—.
Ambos hombres asintieron. —Si lo que sospecho se demuestra, por favor no
lo reporten al consejo inmediatamente, no hasta que sepa que vamos a hacer.

—Tienes mi palabra—. Carlos estuvo de acuerdo de inmediato.

Carter guardo silencio por mucho tiempo, Astrid temía que el brujo lo
fuera a delatar con el consejo antes de que siquiera hubieran empezado. —
Está bien, te doy mi palabra. Ahora, empecemos. Niño, dame tus manos.

Por un breve momento, sintió una conexión con el brujo, un sentido de


entendimiento, pero después tuvo que hacer el comentario de "niño". El
desagrado por la pequeña rareza regreso. No le importaba que su familia lo
llamase por nombre en diminutivo, pero Carter no se había ganado el derecho
de bromear con él o de molestarlo gentilmente.

—Mi nombre es Astrid—dijo mientras soltaba la mano de Klaus y


tomaba la de Carter.

—Como sea, amigo—. Carter tomo sus pequeñas manos. —Está bien,
así es como funciona. Necesito que pienses en tu recuerdo más lejano. A partir
de ahí, puedo colgarme de ahí y regresar a tu pasado contigo—. Carter se
encogió de brazos. —Piénsalo de esta forma. Eres mi guía en tu vida. Veo lo
que me enseñas, y en ocasiones, puedo ver un poco más si te abres conmigo 88
completamente. ¿Tiene sentido?
—Oh, por el amor de Dios, Carter, el hombre no es un descerebrado—.
Carlos dijo, gruñéndole a Carter.

—Sólo quiero asegurarme de que entiende lo que voy a hacer—. Carter


volvió su atención hacia él. — ¿tienes alguna pregunta antes de que
empecemos?

— ¿Dolerá?—. La voz de Astrid era un mero susurro.

—De hecho, una pregunta muy buena—. Carter dijo mientras


tamborileaba sus dedos sobre su barbilla. Después de unos segundos hablo. —
No duele, pero vas a sentirme presionando sobre tu subconsciente. Pero
relájate, no es doloroso.

Astrid asintió y ofreció sus manos para que Carter las tomara. El saber
que no dolería, lo ayudaba, pero aún estaba aterrorizado de lo que vería el otro
hombre. Los pasados ciento trece años no eran los mejores, pero cuando
pensaba en ellos ahora, parecía que habían pasado en otro lado, como si no
hubiera existido hasta que se fue a vivir con Miles y los otros chicos.

Carter tomo sus manos ligeramente. El sentir los delgados y suaves


dedos, hizo que la piel que cubría las manos de Astrid hormiguearan. Era casi
como un toque eléctrico. Se trago un respingo. Carter le sonrió, era como si
pudiera leer su mente.

—Cuando hago el acto de lectura de pasados, mi toque tiene cierta


chispa. Es normal, cariño. No tengas miedo.

Asintió. Las amables palabras provenientes del arrogante brujo


sorprendentemente calmaron sus nervios. Este era el trabajo de Carter, y
sabiendo que tan sobreprotector era Klaus, no creía que el hombre lo pusiera
en peligro, al menos por temor a la ira de su pareja.

—Astrid cierra los ojos—. Lo hizo. —Quiero que pienses en el recuerdo


más lejano que tengas—, Carter apretó sus manos para darle confianza. —A
parir de ahí, yo haré el resto. 89
Con los ojos cerrados, pensó lo más lejano que recordaba. Lo que vio
primero fue el cuarto donde vivía en la casa de su madre. El cuarto frío y poco
acogedor estaba justo como lo recordaba. Paredes de un verde pálido, una
cama y un pequeño ropero eran los únicos muebles en el cuarto. No estaba
desordenado porque no se le permitía tener ningún juguete. El cuarto estaba
muerto, todo salvo el pequeño niño sentado en la cama, mirando por la
ventana.

El pecho de Astrid se estrecho cuando reconoció al pequeño niño como


sí mismo. Se veía tan perdido y solo mientras miraba por la ventana. Recordó
el sentimiento de querer escapar y correr hacia la libertad como un ciervo que
juguetea en el patio que rodeaba la casa. Oh, como quería salir de la casa y
dejar a la mujer que llamaba madre.

Su mente salto a otro recuerdo. Estaba de pie frente a Malcolm,


resistiendo las ganas de salir corriendo por la puerta. Pero sabía que si corría,
lo atraparían. Su madre estaba sentada en un gran sillón cerca del fuego.

—Es todo tuyo Malcolm—. El tono dulzón en la voz de su madre hizo


que se le erizaran los vellos del cuello. —Conoces el plan. Trátalo como se te
antoje. Mientras más cruel seas, será mejor—. Se rió amargamente.

—Oh, Constanza, cariño, tus malvados métodos nunca dejan de


asombrarme—. Dijo Malcolm mientras veía a Astrid de la cabeza a los pies.
—Lo prepararemos para lo que viene. No te preocupes por eso, Constanza.

Vio como Malcolm se sentaba y seguía viendo a su yo de trece años. —


Constanza, cariño. ¿Quién es el padre de esta criatura? ¿Se me hace familiar?

—Malcolm, sabes que no te puedo dar esa información. Está prohibido.

—Sí, lo sé, pero aún así, debo decir, que es totalmente atractivo—.
Malcolm movió la mano. —Ven, Lucian. ¿Qué piensas de nuestro nuevo
inquilino?

Mientras Astrid miraba, un sudor frío cruzo su frente. El hombre de sus


pesadillas estaba de pie detrás de Malcolm, con esa terrorífica sonrisa que lo 90
caracterizaba. Esa sonrisa, siempre prometía dolor para Astrid.
—Definitivamente será todo un gusto—. Dijo Lucian a Malcolm. —
¿Lo puedo tener ahora?

—A su debido tiempo, mi amigo, a su debido tiempo. Tiene que


alcanzar la edad adecuada antes de que pueda manejar lo que le tienes
preparado.

Astrid se estremeció por la risa de su madre y los dos hombres. A su


propia madre le importaba un carajo su seguridad. Lo condeno al abuso que
esos dos le otorgaron. Se rió de su desgracia.

No lo podía soportar más. Eran solo recuerdos, cosas que ya había


soportado, pero no podía soportarlo. Hizo lo que siempre hacía cuando el
dolor se volvía insoportable. Deseaba irse a un lugar feliz. Un lugar donde el
dolor no existía. No supo cuanto tiempo estuvo así, pero le dio la bienvenida a
la tranquilidad que su deseo le otorgaba.

— ¡Maldita sea! Haz que se detenga.

Astrid abrió los ojos por el alborota a su alrededor. Vio a Carter de pie
pegado a la pared. Su cuerpo temblaba, y sudor goteaba de su rostro,
arruinando su maquillaje en el proceso. Parecía que el hombre había llorado
lágrimas negras.

—Carter, ¿Qué viste?

Carter respiro rápidamente. Su cuerpo se movía rápidamente, y Astrid


temía que su corazón fuera a salirse de su pecho.

—Necesito un segundo, ¿está bien?—, Carter sostuvo una mano frente a


él. Su ojos se enfocaron, su mirada se clavo en Astrid. — ¿Cómo lo hiciste?
¿Cómo sobreviviste todo eso?—, pregunto sin aire.

Pensó que era mejor decir la verdad. —Deseaba estar en un lugar feliz y
eso adormecía el dolor.
91
Lágrimas salían de los ojos de Carter. Astrid sintió pena por el hombre,
solo experimento un fracción de lo que él había vivido, y aún así, no deseaba
que eso le sucediera a nadie.

—Carter, ¿viste algo? ¿Es Astrid un hada o no?—, Klaus lo presiono.

—Lo vi todo—. Carter miro a Klaus. —Trae a Ben y a su pareja. Solo


quiero explicar esto una vez.

Klaus asintió. —Iré a buscarlos—. Se volvió hacia Astrid. —Ángel,


regreso enseguida.

Le sonrió a su pareja, haciendo su mejor esfuerzo en asegurarle que


estaba bien. Klaus salió a toda prisa del cuarto. Carter finalmente tomo asiento
con la cabeza inclinada hacia adelante, descansando la barbilla sobre el pecho.
Astrid podía ver el temblor en los hombros del hombre.

—Demonios, Carter. ¿Qué viste?—, Carlos le pregunto, mientras se


sentaba a su lado.

Carter descanso la cabeza entre sus manos. —Fue horrible. Las cosas
que vi y sentí. Fue como si estuviera ahí, y todas esas terribles cosas me las
hubieran hecho a mí. Eso nunca había pasado.

— ¿Qué quieres decir?

—He hecho un millón de lecturas de pasado, pero nunca antes había


sentido como si yo fuera la otra persona. Usualmente soy solo un observador,
pero fue como si Astrid y yo cambiáramos de lugar. Tuve un encuentro
cercano con lo que vivió, y fue terrible.

Carter lo vio con los ojos llorosos. —Astrid, siento la forma en la que
trate. No te lo merecías, como tampoco merecías todo lo que te paso. Por
favor acepta mis disculpas.

Astrid le sonrió. —Por supuesto, Carter, siento que ahora tengas


sobrellevar mis recuerdos. No es justo para ti.
92
—No te culpo Astrid. Este es mi trabajo. Solo desearía poder eliminar
todos esos años, para que no tuvieses que revivir esos horrores nunca más.

—Gracias Carter.

Se sentaron en silencio mientras esperaban que Klaus regresara con los


demás. Carter permaneció en su silla mientras se balanceaba adelante-atrás.
Lo que había visto, lo había horrorizado a lo grande. Astrid había vívido esa
vida, pero lo sobrellevaba mejor que el brujo. Parecía que su mecanismo de
defensa había servido de maravilla. Deseando para sí mismo un lugar feliz,
había salvado su cordura.

93
Capítulo 11

Klaus sostuvo la mano de Astrid mientras los otros que se encontraban


sentados alrededor de la mesa asimilaban lo que Carter les acababa de contar.
Y Klaus no se sorprendió cuando Ben fue el primero en hablar.

— ¿Es un hada?—, Ben pregunto desde la cabeza de la mesa ovalada


donde estaban sentados.

Carter hizo contacto visual con todos los que se encontraban sentados
en la mesa, haciendo que el suspenso se expandiera como un espeso aire. —Es
lo que Klaus sospechaba, parte brujo, parte hada. Hasta donde sé, es el
primero de su especie.

— ¿Qué significa eso exactamente?—, pregunto Miles. —Simplifiquen


esto para mí, porque no entiendo nada.

—Se trata de esto. Las hadas son buenas por naturaleza, y las brujas se
inclinan más por el lado malvado de la balanza. Los brujos tienen la
oportunidad de elegir entre el bien y el mal. De cualquier forma, su magia
funciona cuando quieren que lo haga, pero no funciona así para las hadas.

—Está bien—. Miles arrastro la palabra. — ¿Y eso significa qué?

—Verás, la magia de un hada es diferente a la magia de un brujo. Su


magia viene bajo la forma de deseos. Pero viene con una sorpresa, está
arraigado en su magia no desear el mal o hacer deseos dañinos.

— ¿Qué?—, Miles preguntó

—Pongámoslo así. Deseas que tu día se mejore. Un hada puede


concederte ese deseo, pero vendría en la forma de... digamos, alguien te
manda flores, o un compañero te hace un cumplido, tonterías como esas. No 94
pueden concederte el deseo de darte un millón de dólares porque eso estaría
mal. Físicamente su magia no se los permitiría. ¿Tiene sentido?

El cuarto estaba en silencio mientras todos asentían con la cabeza, todos


analizaban lo que Carter había dicho. Klaus entendía lo básico de las hadas,
pero Astrid era la primera que conocía. Todavía no sabía qué hacer al
respecto.

—De acuerdo a lo que estás diciendo, las hadas son básicamente


inofensivas, ¿cierto?—, Miles pregunto. Carter asintió. —Entonces, ¿Por qué
esta Astrid en peligro? Si lo más peligroso que puede hacer es conjurar un
pastel o un ramo de flores, no veo porque alguien va a querer lastimarlo—.
Miles se volvió hacia Ben por una explicación, pero Ben miro a Carter.

—Miles, hubo un tiempo en el que no sabíamos que las hadas tenían


una magia tan limitada—, Carter se estremeció, incomodo en su silla mientras
se mordía el labio inferior. —Sé que un compañero del consejo contaba la
historia de un hombre que tuvo que ejecutar bajo mandato. Su cargo fue el
asesinato—. Los ojos de Carter se volvieron hacia él y Astrid. —Asesino a un
hada.

Astrid gimió y subió al regazo de Klaus. El frágil cuerpo de su pareja


temblaba de miedo, pero tenían que contar la historia. Él la había escuchado
antes. Fue por actos como ese que las hadas se habían escondido.

— ¿Por qué?—, Dijo Miles, haciendo la pregunta que todos tenían.

—Tienes que entender, esto paso hace más de mil años antes de que
alguien supiera de las limitaciones mágicas de las hadas. Este hombre en
particular mantuvo a un hada en contra de su voluntad e intento obligarlo a
concederle deseos excéntricos. Cuando el hada no los concedía porque no
podía, él creyó que estaba jugando con él, que no los concedía a propósito.
Golpeo al hombre hasta dejarlo casi sin vida. Como el hada seguía sin
concederle sus deseos, lo ato a un árbol. Le dio al hombre una última
oportunidad de hacer lo que se le pedía o le cortaría la cabeza—. Carter se
pauso dando un efecto dramático. —Pueden imaginarse cómo termina la
historia.
95
—Dios mío, eso es terrible—. Exclamo Miles. —Pero eso fue hace mil
años. Los paranormales saben la verdad sobre las habilidades de las hadas.
¿Por qué está Astrid en peligro? Dinos de una vez Carter.

Klaus sabía por qué. Sabía que su pareja era especial, y por eso sería
una herramienta muy codiciada para el mal. Pero decir las palabras en voz alta
las haría reales, y no estaba listo para preocupar a su pareja más de lo que ya
estaba.

—Es difícil de explicar—. Carter miro a Carlos en busca de ayuda.

—Déjame intentarlo—. Hablo Carlos. —No hay respuesta negativa a la


magia creada por las hadas. Ahora bien, los brujos tienen una deficiencia
cósmica en su magia. Digamos que te convierto en un sapo. El problema de mi
magia es que puedes regresar a ser humano cuando tu lo quieres—. Carlos
levanto un dedo. —Ahora, las hadas, ellos no tienen desventajas en su magia
porque es pura bondad. Les falta la habilidad de crear el mal, incluso si lo
intentan, es por eso que no tienen ninguna desventaja en su magia—. Carlos
puso los dedos sobre la mesa y jugó con ellos. —Lo que hace a Astrid único,
es que al ser parte brujo y parte hada, debería ser capaz de conceder cualquier
deseo, al menos en teoría, ya sea malo o bueno, todo gracias a su constitución
genética—. Carlos pego con la mano sobre la mesa. El agudo sonido retumbo
en las paredes. —Magia sin consecuencias.

— ¡Maldita sea!—, Exclamo Miles. — ¡Esto puede ser muy malo!

— ¡Imposible!—, Carter dijo. —Nunca creí posible que un híbrido sí


existiera, pero alguien se ha tomado muchas molestias en crear a Astrid. Si
hay más como él allá afuera—. Carter señalo la ventana. —Estamos jodidos.

Klaus se sentó con Astrid sobre sus piernas, asimilando toda la


información. Si todo eso era cierto, podrían tener una gran epidemia en puerta.
Un combo de hadas-brujos provocando el caos por todo el mundo podría hacer
que los encargados de hacer cumplir las reglas del consejo tuvieran un trabajo
aún más caótico. Las hadas eran difíciles de detectar, podían esconderse a
plena vista, y nadie sería más listo que ellos, una raza de paranormales que
sería muy peligrosa como enemiga.
96
—Astrid, tengo cierta información personal que decirte. ¿Está bien si lo
hablamos ahora o preferirías hacerlo en privado?—, Carter le pregunto.

Astrid asintió contra el cuello de Klaus. Carter no pudo ver el gesto, por
lo que Klaus contesto por él. —Adelante, Carter.

Carter se froto las sienes, en un visible gesto de incomodidad por lo que


estaba a punto de decirles. —Astrid, la mujer que creías era tu madre, no lo
era. Ella solo era una maldita zorra encargada de cuidarte hasta que le fueses
entregado a Malcolm—. Carter los miro, a él y a Astrid, con ojos tristes. —No
puede ver a ningún padre, incluso en tus recuerdos más antiguos. Pero vi a tu
verdadera madre. Tu primer recuerdo como infante es sobre su rostro mientras
te carga muy cerca de ella.

Klaus los abrazo más fuertemente cuando comenzó a temblar. La


humedad de cálidas lágrimas cayendo a lo largo de su cuello desde donde
Astrid tenía su cabeza tuvieron un impacto en él. Su corazón se rompió por su
pareja. Sintió la cálida y húmeda respiración de Astrid antes de que este se
sentara.

— ¿Quien fue mi madre, Carter?

—Era un hada—. Carter le sonrió a Astrid. —Se parecía mucho a ti,


pero tus rasgos faciales son un poco diferentes a los suyos. Esos los tuviste
que heredar de tu padre, pero la complexión delgada y tu cabello rubio cenizo,
son iguales a los de tu madre. Era muy linda—. La voz de Carter se volvió
ronca. —Astrid sentí el amor que ella tenía por ti. Eras la cosa más importante
para ella. Sabía cuál sería su destino, y deseo que te pudiera llevar a un lugar
seguro, pero había algún tipo de magia restringiendo la suya. Estaba atrapada.

Astrid temblaba incontroladamente en sus brazos. El saber que tenía una


madre a la cual realmente le importaba, debía ser abrumador. Había vivido por
mucho tiempo creyendo que la mujer que lo vendió a Malcolm era su madre.
Ahora sabía la verdad. Esa mujer cruel no era nada, y Klaus juro que si alguna
vez se encontraba con ella, la mataría.

—Chicos, me temo que hay más—. Carter le dijo a todo el grupo.


97
—Por supuesto que hay más—. Dijo Ben mientras golpeaba la mesa
con el puño, haciendo que todos saltaran.

—El día que la presunta madre de Astrid—, Carter dibujo comillas con
los dedos, —lo vendió, menciono que era necesario prepararlo para lo que
venía—. Carter levanto las manos en el aire. —Ni siquiera me pregunten que
viene. No tengo idea, y Astrid tampoco.

—Esto paso cuando tenía trece años. Y nunca más lo volvieron a


mencionar. Lo siento, chicos.

—Después de lo que Carter y Carlos dijeron ¿Crees que soy malo?—,


Astrid se volvió para verlo a los ojos. — ¿O qué me volveré malo?—,
Pregunto Astrid.

Klaus paso los dedos a lo largo del cabello de Astrid en un intento de


calmar a su pareja. —No, no creo que seas malo, o que te vayas a volver
malo. No hay ni un sólo hueso malo en tu cuerpo.

—Eso te lo debato. Deseo que me fuera—. Carter dijo con una sonrisa
en los labios. Klaus agradecía el intento del brujo para hacer reír a Astrid. Y
sorprendentemente, funcionó.

—Te lo merecías, malote—. Astrid se rió, a pesar de estar llorando.

—Lo acepto. Pero después de ver por lo que has pasado, creo que puedo
ajustar un poco mi comportamiento. ¿Qué crees?—, Carter le pregunto a
Astrid.

Después de una hora de hablar sobre el pasado de Astrid, los guerreros


se retiraron para cenar. Klaus mando a Astrid con Miles mientras él se
quedaba a hablar con Ben. Muchas preguntas diferentes flotaban en su mente
y no sabía por dónde empezar.

— ¿Qué crees que significa todo esto?—, le pregunto a Ben cuando


estuvieron solos.

—Honestamente no lo sé. Siento como que debería hablar con mi papá, 98


pero ya no estoy seguro si puedo confiar en él. Últimamente parece tener
intenciones ocultas.

—Sé a qué te refieres. Estoy de acuerdo en que debemos esperar antes


de decirle algo al consejo. Demasiadas cosas extrañas han estado pasando, y
no puedo descifrar de qué se trata.

— ¿Cómo qué?—, Ben pregunto mientras se inclinaba sobre la mesa.

—Por ejemplo—, Klaus se encogió de hombros. —Astrid apenas paso


el ciento de años, y uno pensaría, que incluso antes, si su madre, un hada,
desaparecía, alguien lo hubiera reportado al consejo. Después tenemos todo
ese problema de crear híbridos. ¿Por qué hacerlo? ¿Qué puedes ganar al tener
una fuente mágica que no tenga repercusiones al menos que quieras destruir
algo grande como...

—Como el consejo—. Ben termino la oración.

—Exactamente—. Cruzo sus largos brazos sobre su pecho. —Me


inclino a creer que algo como esto fue orquestado, debe de haber años de
planeación y mucho dinero involucrado. Astrid es la primera mezcla de
especies que conozco. En nuestro mundo, cuando dos diferentes paranormales
son compañeros, nunca existe un hijo de esa unión. La diferencia genética no
puede conectarse para crear vida.

—Lo sé. Toda esta situación es muy extraña. Todas las parejas
formadas de diferentes especies que he conocido han tenido que adoptar.
Hasta donde sé, no existe una magia tan grande que pueda ignorar ese
defecto.

—No la hay—, dijo, inexpresivo. Al ser un brujo, sabía todos los


pormenores de lo que la magia podía hacer. El nacimiento no era menor a un
milagro.

— ¿Qué deberíamos hacer?—, Ben le pregunto a Klaus, con un tono


totalmente serio.

—Desearía saberlo, pero no sé cómo proceder con esto. Aunque si estoy 99


de acuerdo en no decirle a los líderes del consejo todavía—. Ni siquiera había
comenzado a pensar en lo que le diría a sus superiores. La decisión de
permanecer con Astrid ya estaba tomada, y si eso significaba jurar su lealtad a
Ben, así sería. Su pareja lo necesitaba aquí.

Le dijo buenas noches a Ben, y se fue a buscar a su pareja. Cuando


entro en la cocina, Quinn le dijo que Astrid estaba cansado y que había
regresado a su cuarto. Después de todo lo que Astrid había descubierto esa
noche, el pobre chico debía estar exhausto de la montaña rusa de emociones,
una montaña en la que Astrid nunca quiso subirse, más sin embargo, tuvo que
dar una vuelta, con Klaus en el asiento de al lado.

Klaus paso los dedos por su cabello. Se quito la liga que lo sujetaba,
dejando que cayera sobre su espalda. El dolor de cabeza que aprisionaba su
cráneo, hacia que le dolieran los folículos, y el liberar los mechones
amortiguaba la incomodidad que sentía.

Finalmente en la puerta, hizo su mayor esfuerzo en no hacer ruido. Si


Astrid estaba durmiendo, no quería despertarlo. Cruzo la puerta, y la cerro
gentilmente detrás de él. El sol se había puesto hace horas por lo que el cuarto
estaba sumido en la oscuridad.

— ¿Crees que soy malo?

Klaus giro la cabeza hacia el susurro. Sus ojos aún tenían que adaptarse
a la total oscuridad. Manchas borrosas llenaban su visión, pero se dirigió hacia
su compañero sintiéndolo.

—Ángel no creo que seas malo—, dijo, con un tono de consuelo,


mientras se dirigía a la cama, buscando a Astrid.

— ¿Crees que el resto de los chicos ahora me tengan miedo?—,


Pregunto Astrid.

Klaus movió sus manos sobre la superficie del colchón hasta que se
topo con un bulto hecho un ovillo, en uno de los extremos. —Astrid, no seas
ridículo. Los guerreros te aman, y nunca pensarían mal de ti—. Se coloco en 100
posición de cucharita con su pareja, frotando su mano arriba abajo por un
costado de Astrid.

—Pero soy un monstruo creado para hacer cosas malas.

Klaus tomo la barbilla de Astrid y lo hizo voltear a verlo. —Deja de


decir esas cosas. Eres la criatura más amable que haya conocido—. Froto
ligeramente sus labios con los de Astrid. —No te amaría tanto si creyera que
eres malo.

Un cálido aire se apresuro a salir por los labios de Astrid, cuando este
suspiro. Su cálida y dulce esencia lleno la nariz de Klaus, canela y vainilla.
Sus fosas nasales se expandieron, tratando de obtener más de la placentera
esencia.

— ¿Me amas?—, Astrid le pregunto en un respingo chillón.

—Sí, ángel—. Giro a Astrid sobre un costado para que pudieran estar de
frente. — ¿No puedes sentir el amor por ti?—. Klaus puso su mano sobre el
palpitante corazón de Astrid — ¿Aquí?

Después de lo que pareció una eternidad, Astrid asintió ligeramente. —


También te... amo, Klaus—, Astrid susurro. —Pero no creo que me merezca
tu amor. A parte de estar dañado, soy un fenómeno de la naturaleza.

—No, no lo eres—. Giro sobre Astrid, sujetándolo sobre la cama. —


Mírame ángel.

Cuando Astrid no lo hizo, sujeto los costados de su rostro y le hizo girar


la cabeza hacia arriba. Renuentemente, Astrid lo miro a los ojos.

—No eres nada, salvo el más grande regalo que jamás se me haya dado.
El decir que eres un monstruo, sería cuestionar mi juicio, y tengo un
magnifico juicio cuando se trata de personas. Tu, mi amor, eres inocente de
cualquier mal hecho—. Le sonrió traviesamente a su pareja. —Ahora, por otro
lado, hay un millón de cosas malas que quiero hacerle a tu cuerpo. ¿Me hace
un monstruo querer ensuciar a mi dulce e inocente ángel?
101
Astrid negó con la cabeza francamente. —No—. Jalo sus manos para
liberarlas del agarre de Klaus. Después Astrid enrededo los dedos en el largo
cabello. —Hazme el amor, por favor.

Incapaz de negarle algo a Astrid, dejo que lo guiara a un profundo y


necesitado beso. Lo que a Astrid le faltaba de experiencia le sobraba en
entusiasmo. Su joven amante mordisqueo y succiono sus labios y lengua,
silenciosamente rogándole que tomara el control de su cuerpo.

Deslizo sus manos por lo bajo de la espalda de Astrid hasta que fue
capaz de ponerlas sobre su apretado y firme trasero. Astrid gimió cuando
Klaus se froto contra su entrada. Klaus quería rasgar los pantalones de Astrid,
y deslizarse al caliente interior, pero creyó que debía mostrar un poco más de
consideración para con su compañero. Astrid necesitaba de la tranquilidad que
una jodida rápida no podía ofrecer.

Alejándose de los deliciosos labios de Astrid, forjo su camino hacia


abajo. Astrid alzo la cabeza para darle un mejor acceso a la suave piel. Eran
tan suave y terso que Klaus no pudo evitar dejar unos cuantos moretones con
los que marcar a su compañero.

Klaus se levanto lo suficiente para sacar el cobertor del camino. Su


compañero no había querido usar una camiseta, y él no podía estar más
agradecido,

La pesada respiración proveniente de su compañero, era, al menos eso


esperaba, a causa de la anticipación y no de nervios. Agacho la cabeza y lamió
las pequeñas cuentas de los pezones de Astrid. Su ángel jadeo cuando mordió
uno con un poco más de fuerza. Sonriendo en contra de la piel de Astrid,
lamió un camino hacia el otro pezón. Cubrió por completo la circunferencia y
succiono con fuerza, obteniendo un largo y pronunciado gemido de su pareja.

Llevando su tortura hacia el sur, Klaus lamió y succiono la piel lampiña


del pecho de su ángel. Una fina capa de sudor cubría la joven piel. El toque
salado era como una droga que lo ponía loco de lujuria. Nunca había probado
a alguien tan delicioso como su pareja.

Cuando llego a la banda de los pantalones de Astrid, tiro del resorte con 102
los dientes, el nudo que llevaba se deshizo fácilmente, permitiéndole retirar la
tela.

El pene de Astrid estaba duro sobre su estomago. Hilos de semen


goteaban de la pequeña abertura de la esponjosa cabeza. Klaus deseaba beber
esa humedad pero quería provocar a su compañero un poco más antes de
sucumbir a su mutua lujuria.

Comenzó su ataque con las redondas orbitas que yacían acobijadas del
saco de Astrid. Klaus comenzó lamiendo las suaves piedras, después giro su
lengua formando un ocho, lamiendo la piel erizada que los cubría.

Acaricio con su mano los testículos de Astrid, Klaus lamió uno, luego el
otro muy profundo en su boca. Astrid gimió mientras se estremecía debajo de
él. Klaus succionó fuerte mientras bañaba sus testículos de saliva. Agrego a su
ataque un gemido mientras lamía y succionaba, mandando vibraciones a lo
largo del pene de Astrid.

—Por favor, oh, por favor—. Astrid rogaba mientras se quería fundir
con la cama.

Muy cuidadosamente, saco a Astrid de su boca, besó cada muslo antes


de lamer el pene desde la base hasta la punta. Astrid no estaba circuncidado,
por lo que la cabeza de su pene se asomaba por encima de la piel. Klaus era
fan de los penes naturales. Era como desenvolver un regalo, salvo que este
regalo nunca dejaba de serlo. Podía tener el sabroso pene de su compañero
cuando quisiera.

De la manera más cuidadosa que pudo, uso sus labios y dientes para
retirar la piel de Astrid. Succiono la delgada piel mientras jalaba hacia abajo.
Astrid separo más las piernas ante este acto. Su compañero claramente se
acercaba a su clímax, y Klaus todavía no podía permitirlo.

Klaus se sentó en su rodilla y escupió su mano, después la llevo a


acariciar el pene de su compañero. Astrid gruñó y separo las caderas de la
cama, haciendo su mejor esfuerzo por joder la mano de Klaus. Le sonrió a su
compañero. Su ángel, tan perdido en su éxtasis, tenía los ojos apretados. Se
mordía el labio hasta el punto que una pequeña gota de sangre asomaba a 103
través de la piel.
Bajándose los pantalones rápidamente, se deslizo hacia el frente y uso
sus rodillas para separar un poco más los muslos de Astrid. Usando su mano
libre, coloco su pene en la apretada entrada de su compañero. Semen brillaba
en la punta, y Klaus froto esa humedad alrededor de la ligeramente velluda
entrada. Hizo círculos alrededor del pequeño círculo, después empujo
ligeramente en el centro.

Astrid gimió y gimió. Movió sus caderas un poco más abajo, buscando
un poco el duro pene de Klaus. El agujero ansioso de Astrid apretaba la
cabeza de su pene, tratando de tragarlo por completo.

Klaus apretó la base de su pene para detener el orgasmo, moviéndose un


poco. Su semen se acumulaba en sus testículos, exigiendo ser liberado.
Después de muchas exhalaciones, movió la esponjosa corona de vuelta al
anillo de Astrid.

Astrid gruño con frustración cuando Klaus se alejo. Klaus llevaba un


ritmo irritantemente delicioso, circulo, empujar hacia adelante, retirarse. La
retirada era más en su beneficio. Prolongar la sensual tortura de su pareja lo
llevaba más cerca del camino sin retorno.

—Ya jódeme—. Astrid le exigió. Astrid azoto las manos contra la


cama con enojo.

—Alguien está impaciente. Tal vez debería detenerme y continuar con


tu sufrimiento hasta la mañana—. Klaus lo molesto.

Astrid se rió secamente. —Haces eso, tomo prestado uno de los


juguetes sexuales de los que Trevor habla tanto. De una forma u otra, mi
trasero tiene que ser llenado esta noche.

Astrid se movió para salir de debajo de él. Klaus estaba tan embelesado
con la imagen mental de su angelical compañero y un juguete sexual enterrado
muy profundo en su trasero, que casi deja que se escape.

—Oh no, no lo harás—. Klaus empujo a Astrid. 104


Astrid se rio mientras acomodaba su trasero de tal forma que estaba de
vuelta bajo Klaus, con las caderas de este entre sus piernas. —Pensé que eso te
haría cambiar de parecer—. Klaus podía escuchar la sonrisa en su voz.

—Por mucho que quiera enterrar un gran y lindo dildo en tu trasero, aún
prefiero joderte rápido y fuerte—. Klaus se estiro para tomar el lubricante de
la mesa de al lado.

—Detente—. Astrid grito. Klaus se detuvo, temeroso de que hubiera


lastimado a su compañero. —No pongas esa cara—. Astrid se rió. —Estoy
bien, es solo que quiero probar algo—. Astrid mordisqueo su labio inferior
mientras esperaba la respuesta de Klaus.

Klaus asintió mostrando que estaba de acuerdo. Cualquier cosa que


Astrid quisiera, él se la daría.

—Deseo que tu gran y duro pene este cubierto de lubricante.

Klaus miro a su compañero con curiosidad. Después salto ligeramente


cuando sintió pequeños toques como plumas, primero en la cabeza de su pene
después a lo largo del mismo. Miro hacia abajo para ver su pene cubierto de
algo húmedo. Su boca se abrió de la pura impresión de ver lo que su
compañero había hecho.

— ¿Funcionó?— Astrid trató de sentarse.

—Creo que voy amar ser el compañero de un hada—. Klaus le devolvió


la sonrisa mientras Astrid se recostaba.

No podía resistir más por lo que se movió hacia adelante y capturo los
labios en un beso que sonrojaría a cualquiera. Lentamente movió sus dedos a
lo largo de los brazos de Astrid, erizando la piel bajo su toque.

Usando su mano derecha, acomodo su pene en la entrada de Astrid. El


pequeño orificio se resistió mientras él empujaba hacia el frente. Continuo
hasta que estaba dentro hasta las bolas del ardiente interior. Gimieron al
unísono una vez que estuvo cómoda y profundamente colocado en el trasero 105
de Astrid.
Comenzó despacio, haciendo que el estrecho canal se aflojara con cada
embestida. Pero Astrid tenía otro plan en mente. Subiendo las piernas las
enrollo alrededor de la cadera de Klaus. Después puso cada tobillo en las
pompas de Klaus y empujo fuertemente.

—Entierra ese grueso pene en mi interior—. Astrid jadeo. —Lléname


con tu cálida crema.

Las exigencias directas y descriptivas de Astrid hicieron que sus


movimientos flaquearan por un nano segundo, pero recupero el control
rápidamente. — ¡¿Ah sí?! Eso es lo que quieres, mi ángel, ¿Qué te llene al
grado que te rompa a la mitad?—, pregunto mientras giraba las caderas,
haciendo que su compañero se retorciera y ansiará más placer.

—Oh, Dios, sí. Adelante, dámelo.

— ¿Crees que puedes manejar mi paquete, ángel?

Astrid abrió los ojos y los enfoco con los de él. —Puedo manejar todo
lo que tengas para mí—, Astrid apretó las pompas alrededor del pene de
Klaus, provocando que este se estremeciera dentro del ardiente canal.

Envolvió sus brazos bajo los hombros de Astrid y rodo en la cama hasta
que Astrid estaba sentado a horcajadas sobre él. —Muéstrame—. Movió sus
caderas hacia arriba mientras que Astrid enterraba todo de él. —Monta mi
pene.

Astrid enterró las uñas en el pecho de Klaus mientras se levantaba y se


dejaba caer hasta enterrar todo el largo. Klaus lo sostenía por la cadera, para
ayudarlo a establecer un ritmo. Con cada movimiento, el pene de Astrid
saltaba, rebotando y pegando en el estomago de Klaus, dejando atrás pequeños
besos.

El estrecho canal de Astrid era tan bueno que Klaus sentía como si se
enfrentara a las suaves paredes del trasero de su compañero para reclamar que
su pene entrara hasta el fondo. El cuerpo de Astrid no quería dejarlo ir, ni 106
siquiera por un segundo, y eso le parecía genial. Si pudiera estar conectado
con su compañero, tal y como lo estaba ahora, lo haría.

—Me voy... me voy....—, Astrid murmuraba. —Dios, Klaus, no te


detengas.

Klaus se enderezo un poco y tomo el pene de Astrid en un puño. Lo


bombeo al ritmo de los embistes. En la cúspide de caer en el olvido, espero
hasta que Astrid estuviera nadando en su liberación con él.

El semen de Astrid brotó desde la punta en un chorro largo y blanco


hasta su pecho. El olor y la vista del semen de su compañero cubriendo su
pecho era todo lo que necesitaba. Se corrió con un gruñido mientras su crema
llenaba el hambriento agujero. Su cuerpo se sacudió por la intensidad del
orgasmo. Los espasmos posteriores de Klaus eran tan fuertes que la cama
saltaba como respuesta.

Jalo a Astrid para que se acostara sobre él, frotando el semen de su


ángel entre sus cuerpos. La esencia de su acto permeaba el aire, poniéndolo en
un estado de euforia. Cada musculo de su cuerpo se relajo un poco más
cuando Astrid comenzó a dibujar pequeños y perezosos patrones con el suave
vello de su pecho.

—Ángel, tengo que preguntar, ¿Dónde aprendiste palabras tan


especificas?—, Pregunto mientras retiraba el cabello de su frente.

Astrid se rio. —Trevor.

—Me lo imagine—. Klaus se rio.

—No te enojes con él. Le pedí ayuda. Quería saber que podría excitar a
un hombre fuerte y sexy, y Trevor dijo que a él le funcionaban unas cuantas
palabras sucias.

No podía dejar de sonreír. Sus mejillas comenzaban a doler. Sonreír era


algo en lo que no tenía mucha práctica, y sus músculos faciales estaban
adoloridos.
107
—Fuerte y sexy ¿eh?—, pregunto mientras besaba un camino hasta la
oreja.

—Oh, detente—. Astrid le empujo la mano. —Sabes exactamente qué


tan guapo eres. Simplemente estoy celoso de que otros hayan compartido esta
alegría contigo—. Astrid alejo la cabeza.

—Ángel, mírame—, Astrid lentamente se volvió. —No te mentiré. He


estado con otros hombres y mujeres, pero ninguno de esos encuentros se
puede comparar con lo que comparto contigo. Haces que me corra tan fuerte
que puedo ver fuegos artificiales detrás de mis párpados. Con solo verte, haces
que mi pene salte por un poco de atención—. Llevo su dedo a lo largo de la
nariz de Astrid. —Te amo, Astrid.

—Yo también te amo, Klaus—. Astrid lo bendijo con una sonrisa y se


acerco para acurrucarse más cerca de Klaus. Klaus continuo acariciando la
espalda de Astrid hasta que se durmió.

Mientras veía a su compañero dormir, los eventos que sucedieron ese


día regresaron a su mente. Tenía problemas con lo que quería hacer. Si le
informaban al consejo, no tenía idea de cómo iban a reaccionar, y perder a su
compañero no era una opción. Por ahora guardarían silencio sobre lo que
habían descubierto, para mantener a Astrid seguro.

108
Capítulo 12

Astrid despertó a la mañana siguiente en una cama vacía. El usual temor


paralizante de ser abandonado no lo ataco. Klaus lo amaba y nunca iba a
dejarlo. Después de la noche pasada sería un tonto si no creyera el juramento
de su pareja.

Lenta pero seguramente, Klaus había derrumbado cada pared que había
construido en un intento de proteger su corazón. Y lo extraño era que no tenía
miedo. Añoraba todo el amor y la atención que Klaus le estaba brindando.
Con todo ese amor, no había espacio a dudas.

El vivir con Miles y los guerreros había llenado el vacío de no tener


familia, pero Klaus había llenado el vacío en su alma que solo un amante
podía llenar. Klaus lo amaba incondicionalmente, incluso después de que
descubrió que había sido criado con propósitos malos. No era su culpa, el
cómo había venido a este mundo, pero estaría eternamente agradecido si
pudiera tener a Klaus por siempre en su vida. El hombre lo amo sin
cuestionarse nada y lo trato como si fuese la cosa más importante de en el
mundo.

El gruñido de su estomago lo hizo levantarse de la cama. Se salto la


ducha, secretamente esperando que Klaus pudiera tomar una con él más tarde.
Astrid no podía dejar de sonreír cuando salió del cuarto. El recordar el
entremés del día anterior en la espaciosa ducha hacía que se calentará desde el
interior.

—Oye, hombrecito, ¿Qué hay con la sonrisa tonta?—, Miles pregunto


cuando entro en la cocina.

—Conozco esa mirada—. Trevor dijo cuando cerró el refrigerador y se


encontró con Miles en la cocina. —Alguien tuvo suerte anoche.
109
Sus mejillas ardían. Nunca se acostumbraría a la soltura de Trevor de
decir cualquier cosa que estuviera pensando, en el momento que quisiera. El
hombre verdaderamente no tenía vergüenza, pero esa era una de las razones
por la que le caía tan bien.

—Amigo, ni siquiera trates de negarlo. Mi cuarto esta justo al lado del


suyo, y los sonidos que los dos hicieron anoche...—, Trevor silbó lentamente.
—Primero creí que te estaba lastimando. Después te escuche rogar por más—.
Trevor le guiñó el ojo. —Entonces supe que estabas en buenas manos.

—Honestamente, ¿Alguna vez piensas antes de hablar?—. Miles se


volvió con sus manos en la cadera y miro seriamente a Trevor.

Trevor miro hacia arriba como si estuviera contemplando la respuesta.


Astrid se rió mientras observaba a los dos primos pelear. Camino hacia el
gabinete y se paro sobre las puntas de los dedos para agarrar un vaso, después
se sirvió un poco de jugo de naranja.

—Así qué, hombrecito—, Miles dijo sobre su hombro. — ¿Cómo te


sientes después de todo lo que descubriste anoche?

A pesar de todo se sentía genial, mejor que genial, espectacular. Tenía


una familia que lo amaba, un novio que pensaba que era lo mejor. Todos lo
apoyaban y nunca lo dejarían. Ese era un sentimiento que nadie le arrebataría.

Pero saber que lo habían engañado y mentido como a un tonto dolía


mucho. Saber que la mujer que lo había criado no era su verdadera madre era
un alivio. Pero con ese alivio venía la tristeza. Tenía una madre, una verdadera
madre, que lo amaba. Tenía una madre que se había sacrificado a si misma por
tenerlo. Cálidas lágrimas se acumularon detrás de sus párpados ante la pérdida
de alguien a quien jamás conocería.

—Oye, Astrid ¿estás bien?

Sacudió mentalmente el deprimente pensamiento y le sonrió a Miles.


Estaría bien. La vida por fin había considerado aceptable darle un respiro, pero
si alguna vez tenía la oportunidad de tener su propia venganza contra los
responsables de quitarle tantas cosas, ni siquiera la mano de Dios podría 110
detenerlo.
—Estoy bien, Miley. ¿Qué estás haciendo para el desayuno?—, Astrid
pregunto mientras caminaba y se colocaba entre Miles y Trevor.

—Como si tuvieras que preguntar—. Astrid le dio un ligero golpecito


con la cadera, haciendo que Astrid golpeara a Miles.

— ¿Hot cakes con chispas de chocolate y poco de tocino?—, Astrid dio


un pequeño chirrido de alegría mientras saltaba de un pie a otro. No podía
evitarlo. La comida lo emocionaba.

—Por supuesto—. Miles le alboroto el cabello, Astrid se retiro.

Los momentos como este eran sus favoritos. Pasar tiempo con sus
amigos, bromeando y riéndose, lo hacía sentirse como una persona normal.
Nadie lo juzgaba por su pasado, ni lo trataban diferente por eso. Era un igual
entre los chicos, y esa era la mejor medicina para curar a su alma cansada. Era
un hecho que a veces sentía que lo mimaban demasiado, pero entendía porque
lo hacían. Todos los hombres en la casa lo amaban y no querían nada más que
mantenerlo a salvo, por eso no le importaba que fueran sobre protectores.

Miles lo dejo voltear los hot cakes mientras Trevor se encargaba del
tocino. Se movió hacia un lado para evitar que le salpicara el ardiente aceite
del tocino. Se concentro en los hotcakes. No quería tirar ni una de las gloriosas
gotas de chocolate al suelo.

Astrid puso el último de los perfectamente redondos hotcakes en el


plato sonriendo por su buen trabajo. No podía decirse que era un cocinero,
pero lo hacía sentirse bien el saber que había ayudado. Miles había puesto la
mesa en lo que Astrid y Trevor terminaban el desayuno.

Apago la parrilla y tomo el plato con los hotcakes y se dirigió a la mesa,


cuidadoso de no tropezarse con nada. Estaban a punto de sentarse a comer
cuando escucharon un duro golpe. Se paralizó a la mitad del camino. Su pulso
estaba muy acelerado, y por la mirada en la cara de Miles y Trevor, estaban
igual de alterados por el ruido.
111
— ¿Qué fue eso?—, El pánico se enlazaba en las palabras de Trevor.
—No tengo idea—. Miles se puso de pie y lentamente se dirigió a las
puertas vaivén que conducían al comedor.

Pequeñas chispas de terror recorrían su columna, haciendo que gotas de


sudor frío aparecieran en sus omoplatos. Algo no andaba bien. La energía del
ambiente tenía un tinte negro. Astrid no sabía cómo, pero sentía que eso negro
había venido por él.

—Miles, ¡No!—, Salto de su silla y tomo a Miles por la mano. —Tengo


un mal presentimiento de todo esto. Podemos tomar el camino de regreso a la
oficina de Ben—, Odiaba como temblaban sus manos, pero el peligro estaba
cruzando esa puerta.

Otro gran ruido hizo que los tres retrocedieran dando un salto. Los
sonidos estaban haciéndose más fuertes y más cerca. Miles miro la puerta y
después a él. Asintió cuando hubo tomado su decisión.

—Está bien—. Miles lo tomo de la mano y lo guió hacia la puerta


lateral que llevaba al pasillo.

Trevor estaba detrás y muy cerca de Astrid. Los dos vampiros lo


estaban haciendo sándwich, mientras salían silenciosamente por la puerta.
Miles iba primero, asomándose por la puerta solo un poco para ver si no había
alguien del otro lado. Cuando se aseguro que la costa estaba libre, dejo salir a
Astrid y a Trevor. El sonido de fuertes pisadas y gritos se volvía más fuerte
mientras más se acercaban a la puerta del frente. Los vellos del brazo se le
erizaron cuando escucho un chirrido que aplasto la tierra, haciendo vibrar la
casa. Quien fuese que lo haya hecho, lloraba por su vida. Solo esperaba que no
fuese uno de los suyos.

El pasillo se termino, y Miles alzo la mano para evitar que dieran un


paso más. Una vez más se asomo viendo en ambas direcciones en la esquina
asegurándose que el cuarto estaba vacío.

—Muy bien, chicos, no veo nada. Astrid mantente...


112
Las palabras de Miles se detuvieron cuando una mano apareció
doblando la esquina y lo sujeto. Trevor puso a Astrid detrás de él,
preparándose para una pelea.

—Astrid, no importa que pase, corre a la oficina—. Trevor apretó los


brazos. —No importa qué, no mires atrás. Sólo corre.

Trevor lo empujo contra la pared y le dio un fuerte apretón a su mano.


Después se fue. Trevor y Miles eran vampiros, así que podían defenderse en
una pelea, pero aún así, estaba preocupado. Un enemigo desconocido era un
enemigo peligroso. No tenían idea de cuantos hombres había en la casa, donde
estaban exactamente ni con qué tipo de paranormales estaban lidiando.

Espero un segundo hasta que escucho a alguien gritar "corre".


Entendiendo la indirecta, bordeo la esquina. Miles y Trevor estaban peleando
espalda con espalda contra dos hombres muy grandes. La corta estatura de sus
amigos estaba trabajando a su favor. Eran capaces de moverse más rápido y de
saltar más alto, esquivando los puños como mazos que apuntaban a sus
cabezas.

Miles y Trevor habían atraído su atención, dándole la oportunidad de


escabullirse sin ser visto. La pelea continuaba y odiaba dejarlos atrás, pero no
había nada que pudiera hacer para ayudarlos, sería más una carga que una
ventaja.

Empezó a correr a lo largo del cuarto en dirección contraria. Mirando


sobre su hombro una última vez, les deseo a sus amigos lo mejor.

—Te tengo.

Gruñó cuando se estrelló contra una pared sólida que no había estado
ahí antes. Chocó tan fuerte que cayó unos cuantos centímetros más atrás sobre
su trasero. Cuando toco el suelo, su parte superior del cuerpo se fue hacia atrás
por la fuerza, y se golpeo la cabeza fuertemente contra el piso de mármol.
Coloridas estrellas llenaban su visión y podía sentir el sabor a cobre de su
sangre en la lengua.

Mientras estaba desparramado en el suelo, abrió poco a poco los ojos. 113
Un hombre que parecía normal estaba de pie frente a él, pero no era normal.
La sonrisa malvada que portaba en su dirección dejaba ver dos colmillos
largos que se asomaban por debajo de su labio superior.

—Vampiro—, susurro mientras se arrastraba como cangrejo hasta la


pared.

—Correcto—, El hombre movió la cabeza hacia un lado y olió el aire.


—¿Hada?

Permaneció en silencio. Si no contestaba, no podía incriminarse. No


sabía que estaba pasando, pero de una cosa estaba seguro y eso era que no le
daría ninguna información a este hombre.

—Veamos, hada—. El hombre se agacho para agarra su brazo. Se


derrapo contra la pared y esquivo la mano. —Sería mucho más fácil si
simplemente vinieras conmigo—. El hombre apunto con la barbilla a la pelea
de los cuatro hombres. —Nadie tiene que salir herido si te portas bien.

—Astrid no.

El grito de Miles sonó a través del cuarto, haciendo que sus oídos
retumbaran y volviera a ver a su amigo. Astrid miro como Miles tiraba del
brazo del hombre con el que había estado peleando y lo lanzaba al suelo.
Después Miles torció la cabeza del hombre hasta que la separo del cuerpo. Se
veía tan fácil, como si separaras una uva de la vid. La atención de Astrid
volvió al hombre frente a él cuando este lo sujeto del brazo. Con el rabillo del
ojo vio una luz. Miles se abalanzó contra ellos a toda velocidad, y derribo al
hombre sobre su espalda. Miles se sentó a horcajadas sobre él hombre,
golpeándolo en la cara con todo lo que tenía.

— ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?—. El hombre se reía cada vez


que lo golpeaba. —Me cansé de jugar—. Con eso, el hombre levanto las
manos y empujo a Miles fuera de su pecho.

Miles salió volando atravesó el cuarto y cayó al suelo con un ruido


después de golpear la pared. Mientras el hombre se limpiaba la sangre del
rostro, Astrid gateo hasta donde Miles estaba inconsciente en el suelo. Sacudió 114
el brazo de su amigo, silenciosamente rogándole que despertara.
El enfermizo sonido de hueso quebrándose contra hueso hizo que girara
la cabeza en dirección a Trevor. El joven vampiro tenía un pie a cada lado del
hombre, a quien tenía contra el suelo. Girando la cabeza la desprendió del
cuerpo. Astrid lo miro con asombro, tenía la boca abierta por lo que acaba de
ver. Nunca había pensado que Miles o Trevor tuvieran lo que se necesitaba
para matar a una persona, paranormal o no.

—Mmm.

Astrid miro hacia abajo al momento en que Miles despertaba. Lo ayudo


a ponerse de pie tomando su mano. El hombre que había dejado inconsciente a
Miles también se estaba poniendo de pie, y ellos tenían que escapar de ahí y
encontrar ayuda.

—Miles—, Trevor vino en su auxilio y puso el brazo de Miles sobre sus


hombros, mientras caminaban con trabajos hacia la siguiente puerta.

—Oh, no, no lo harás, híbrido—, el hombre dijo mientras tomaba a


Astrid por el cabello, arrojándolo por el cuarto.

Trevor puso a Miles contra la pared y arremetió contra el hombre. El


hombre estaba esperando el ataque por lo que dio un golpe letal en el centro
del pecho de Trevor. Trevor cayó al suelo, jadeando para respirar. El hombre
se rió amargamente mientras caminaba hacia él. Caminaba con tanta
tranquilidad como si supiera que iba a ser el ganador de esta pelea no
importando que obstáculo se le pusiera enfrente.

— ¿Qué quieres?—, Murmuro Astrid. Estaba haciendo su mejor


esfuerzo en rodear al hombre y llegar con sus amigos.

—No es lo que quiero—. El hombre se pauso mientras seguía los


nerviosos movimientos de Astrid. —Es lo que él quiere.

—Astrid—. Trevor jadeo mientras alzaba su mano para que Astrid la


tomara. Astrid la tomo y ambos retrocedieron alejándose del hombre que se
les acercaba. 115
—Tus amigos no pueden ayudarte. Todos morirán al final. Los salvas
para nada. Cuando el despertar inicie, todos morirán—. El hombre camino
acercándose.

—Astrid, amigo, desea que ese maldito se vaya—. Trevor dijo mientras
tocaban con la espalda la pared donde estaba recargado Miles.

— ¿Crees que eso funcionará?—. Astrid pregunto mientras tomaba la


mano de Miles.

—Vale la pena intentarlo.

La incertidumbre se asentó en él como una pesa de cincuenta kilos. No


tenía idea que tan poderosa era su magia o si quiera si era posible pedir lo que
Trevor había sugerido. Sus deseos no funcionaban en Klaus o Carter. ¿Cómo
podría estar seguro que funcionarían en el hombre malo que se les acercaba?

El sonido de fuertes pisadas acercándose a ellos hicieron que regresaran


su atención a la amenaza que tenían en manos. Tomo su decisión.

—Deseo que te vayas de aquí.

El hombre se detuvo por un segundo, sacudió la cabeza y se rió.—Buen


intento, híbrido, pero tu magia no funcionará conmigo—. Se burló con desdén
mientras se acercaba.

—Tócalo mientras haces el deseo—. Miles gritó mientras sujetaba la


mano de Astrid.

— ¿Qué? ¿Estás idiotamente loco?—, Trevor miro a Miles como si


estuviera loco. —Eso involucra dejar que ese tipo se acerque lo suficiente para
tocarlo. ¿Cómo demonios sabes que funcionara?

—Simplemente lo sé—. Miles miro a Astrid y asintió.

El hombre dio zancadas para llegar a ellos y tomo a Astrid por los
bíceps. El pellizco de sus uñas se enterraba en su piel, haciendo que se 116
estremeciera de dolor. Sin ninguna duda más, dejo las palabras fluir mientras
apretaba los antebrazos del hombre.

—Deseo que te vayas de aquí—, grito las palabras en la cara del


hombre.

Una mirada de horro cruzo el rostro del hombre, mientras hacia un gesto
de dolor. Después ya no estaba. El hombre desapareció justo frente a sus ojos.

—Miles—, Ben entro apresurado al cuarto con Quinn y Klaus muy de


cerca. Otros guerreros llenaron el cuarto para asegurar la situación.

— ¿Qué jodidos paso aquí? ¿Están bien?—, Quinn preguntó mientras se


acercaba a Trevor.

—Dios, estamos bien—. Trevor empujo la mano de Quinn quien


buscaba algún tipo de herida.

—Ángel ¿estás bien?—, Klaus envolvió sus fuertes brazos alrededor de


él. Una vez en sus brazos, todos y todo desapareció mientras succionaba la
fuerza que su pareja le daba.

— ¿Qué jodidos paso aquí?—, Quinn pregunto mientras miraba la


carnicería que ensuciaba el cuarto.

Se movió un poco fuera de los brazos de Klaus para ver qué era lo que
los otros guerreros estaban viendo. Jadeo con horror. Sangre y partes de
cuerpos de los dos hombres que habían peleado con sus amigos estaban
tirados por el cuarto. Hasta que Quinn lo dijo, no lo había notado.

—Bueno, estábamos en la cocina, apunto de sentarnos a comer cuando


escuchamos un fuerte golpe—. Trevor comenzó. —Teníamos que ponernos a
salvo, así que nos dirigimos al pasillo trasero. Cuando llegamos al final,
fuimos emboscados por dos hombres. Así que peleamos por nuestras vidas—.
Trevor se encogió de hombros como si no hubiera sido nada.

Klaus miró la sangrienta masacre y luego a cada uno de los hombres. —


¿Ustedes dos hicieron eso?—, preguntó, escepticismo en su voz. 117
—Oh sí que lo hicimos—. Trevor se jacto. —Vinieron por nosotros, y
nosotros solo nos defendimos. Eso es lo que esos pendejos se llevaron por
subestimar a los pequeños—. Trevor dio un puñetazo al aire.

—Pero fue Astrid quien nos salvó—. Miles se movió de los brazos de
Ben para mirarlos.

— ¿Cómo?—, Pregunto Klaus.

—Deseo que se fuera—. Dijo Trevor. —La cosa más genial que haya
visto. Ese tipo simplemente se desvaneció.

— ¿Es posible?—, Ben miro a Klaus. — ¿Son sus poderes lo


suficientemente fuertes para lograr que un hombre completo desaparezca?

—No lo sé—. Klaus hizo su mejor esfuerzo por leer la respuesta en los
ojos de Astrid.

—No funciono hasta que Astrid lo tocó—. Miles se separó de Ben y se


fue a parar donde el hombre acaba de desaparecer. —No deseo que se
muriera, sólo que se fuera. Así que podría regresar—. Miles dijo mientras
daba vueltas en el lugar buscando alguna señal del hombre.

—Eso es—, Klaus susurro.

— ¿Qué es qué?—, Ben le pregunto a Klaus.

—La magia de Astrid funciona diferente puesto que es mitad brujo y


mitad hada. Para ser capaz de hacer los deseos malos tiene que estar tocando a
la persona a la cual va dirigido el deseo. Esa es la conexión—. Klaus miró a
Astrid. — ¿Cómo se te ocurrió, ángel?

—Yo no fui. Fue Miles.

Todos miraron a Miles. Seguía mirando el suelo donde el hombre se


había desvanecido, totalmente ajeno a su audiencia.
118
— ¿Miles?—, Klaus le pregunto.
—Bebé, mírame—. Ben tomo a Miles del brazo para llamar su atención.
— ¿Cómo sabías que eso iba a funcionar?

Miles inclino la cabeza para ver a Ben. Su amigo no estaba entendiendo


nada de lo que Ben le decía. Astrid temía que su amigo estaba sufriendo un
shock.

—Bebé, regresa a mí—. Ben llevo sus manos al rostro de Miles y dibujo
pequeños círculos en las mejillas manchadas de sangre. — ¿Podrías decirnos
como sabías que eso iba a funcionar?

Miles tomo la muñeca de Ben y apretó tan fuerte que las manos de su
compañero se estaban poniendo moradas. —No me vas a creer.

Astrid miro el intercambio entre Miles y Ben. Estaba preocupado por su


amigo. Miles se veía verdaderamente atemorizado de lo que fuese que
estuviera en su cabeza.

—Miles, te amo. No han nada en este mundo que puedas decir que no
vaya a creerte.

Las lágrimas caían por las mejillas de Miles, deslavando la sangre a


meros chorros rosados que recorrían su rostro. —Una voz en mi cabeza me lo
dijo—. Miles le dijo muy bajito.

Ante la confesión de Miles, un escalofrío recorrió la espina de Astrid.


En cualquier mundo, ya sea en humano o paranormal, no era bueno escuchar
voces. Miro a Klaus, tratando de leer su expresión, pero no encontró nada.
Klaus parecía tan confundido como el resto de los que estaban en el cuarto.

—Oiga, ¿jefe?—, Uno de los guerreros llamado Lawson dijo mientras


entraba en el cuarto. —Antes de que Abner le arrancara la cabeza a ese
infeliz—, Lawson señalo con un dedo sobre su hombro, —dijo algo acerca del
despertar. ¿Eso significa algo para alguien?

119
—Eso fue lo que dijo el hombre que se desvaneció. Que él no quería a
Astrid sino alguien más. Algo acerca "del despertar"—, Trevor le informo a
los hombres que lo rodeaban.

— ¿Qué demonios es ese "despertar"? y ¿Qué demonios tiene que ver


con mi pareja?—, Klaus pregunto con los dientes apretados.

Astrid también quería saber. Si ese era el propósito por el cual había
sido traído a este mundo, tenía que encontrar una manera de cambiar su
destino. Tenía que mantener a salvo a su familia, y proteger a la gente
inocente que no había pedido nada de esto. Las razones por las cuales fue
creado debieron ser malvadas, pero preferiría morir antes de lastimar a otra
alma viva.

120
Capítulo 13

— ¿Cómo está Miles?—, Klaus le pregunto a Ben en cuanto entro al


cuarto de guerra donde los otros guerreros se encontraban discutiendo sobre
los acontecimientos ocurridos anteriormente durante el día.

Habían estado sentados en este cuarto cuando el infierno se desato.


Habían estado discutiendo que le iban a decir al consejo. El papá de Ben había
llamado a primera hora de la mañana, exigiendo respuestas. Ben había sido
capaz de evitarlo haciéndole preguntas él mismo. Al final Benedicto le dio a
Ben que lo contactará más tarde cuando tuviera algo útil que discutir.

No más de cinco minutos después, escucharon la explosión. Todos


salieron del cuarto como balas dejando la cámara. Cuando entraron al espacio
de la entrada principal para tomar el pasillo que llevaba a la cocina donde
Astrid y Miles estaban, se encontraron con al menos cuarenta hombres, todos
vestidos de negro, con ojos sin alma. Olfateaban el aire y seguían murmurando
la palabra "hada". Klaus supo en ese momento que estaban ahí por Astrid.

El enemigo había volado la puerta principal, desprendiendo las bisagras


y se adentraron al vestíbulo. Su emboscada para nada discreta significaba que
no habían ido a pelear y matar a todos los guerreros que había en la casa. No,
habían ido a llevarse a una persona y solo a una persona, después huirían
inmediatamente.

Una batalla estallo inmediatamente, con él en el centro. Peleo con un


hombre tras otro, limpiando su camino hasta la cocina. Interminables
cantidades de soldados inundaban la casa, y lo único en lo que pensaba Klaus
era en llegar a Astrid.

Finalmente, cuando el número de enemigos comenzó a mermar, él, Ben,


y Quinn se dirigieron a la cocina. Un terror que aturdía hizo que sus pasos 121
flaquearan cuando llegaron al área de descanso junto al comedor. La sangre
bañaba las paredes, y restos humanos cubrían el suelo. Miles y Trevor, ambos
vampiros nuevos, se las habían arreglado para desgarrar la cabeza de dos
paranormales totalmente desarrollados. Qué tipo de especie era, aún era
desconocido. Sus rostros estaban tan arañados e hinchados que hacían
imposible algún tipo de reconocimiento. Quería suponer que el terror total los
había hecho reaccionar de esa manera porque Miles y Trevor no eran del tipo
violento.

Pero lo que lo sorprendía más, y de hecho la razón por la que estaba


sentado en esta mesa y no en la cama consolando a su pareja, era lo que Astrid
había hecho. Su pareja había tocado a un hombre y deseado que se fuera y
sucedió. No había señal de un tercer hombre en el cuarto, pero Miles, Trevor,
y Astrid eran firmes en que había un tercer hombre.

La otra cosa extraña rodeando esta situación era como sabía Miles que
tocando al hombre, Astrid podía hacer que el deseo se volviera realidad. Había
demasiadas preguntas y no muchas respuestas.

—Está descansando, pero siento que me está ocultando algo—. Ben se


sentó. Puso las manos sobre la mesa y descanso la cabeza sobre ellas.

—Dale tiempo Ben. Hablará contigo una vez que él mismo le pueda
poner pies y cabeza a esto. Una vez que lo haga, hablará contigo. Tienes que
creer en eso, amigo mío—. Klaus le dio animo.

—Lo sé, pero odio el pensar que está tratando de solucionar esto solo—.
Ben golpeo la mesa con el puño. —Me siento tan inútil cuando se que está
sufriendo.

—Bueno, tengo buenas noticias, chicos—, Eli dijo mientras entraba


trotando al cuarto. —Revisé las cámaras de seguridad de la parte de la casa
donde se encontraban sus chicos—. Hizo una mueca hacia el disco que traía
en la mano. —Había un tercer hombre. Y justo como sus parejas dicen,
simplemente desapareció, pero no sin antes mencionar el despertar.

Ben miró a Klaus. — ¿Aún no puede recordar Astrid algo o alguien


mencionándolo mientras vivía bajo el techo de Malcolm? 122
—No, pero se le ha metido en la cabeza que es una especie de bomba
malvada que va a explotar en cualquier minuto matándonos a todos—. Se
oprimió el puente de la nariz con una mano. Un dolor de cabeza del tamaño de
Texas palpitaba en su cerebro. Sus manos estaban atadas. No sabía que hacer
para animar a su pareja, porque derivado de lo que habían descubierto, Astrid
había sido, de hecho, creado con motivos malvados. Pero quien quiera que
haya armado tal esquema no contaba con que su pareja tuviera corazón y la
falta de habilidad para lastimar a un ser vivo.

—Está bien. Entonces este "despertar" es algo de lo que debemos


preocuparnos—, Quinn miro a Ben. —Y tu compañero está escuchando
voces—. Ben entrecerró los ojos hacia Quinn, pero este ignoro la mirada y
continuo. —Pero la mayor preocupación que todos deberíamos tener en este
momento es ¿quiénes eran esos sujetos y quien los mando? ¿Cómo sabían
donde vivíamos y cómo sabían que Astrid es un hada? Esa información no la
sabíamos hasta ayer.

Su atención se centro en Quinn. Se había enfocado en su propio dolor


de casi perder a su compañero que ni siquiera había considerado nada de esto.
De acuerdo con Benedicto, nadie más sabía de Astrid, así que eso dejaba solo
una persona que podría quererlo, Lucian.

—Hijo de puta—, murmuro bajo. Esto no podría estar pasando.

— ¿Qué?—, Ben pregunto.

Volvió sus taciturnos ojos a Ben. —Sólo hay una persona en la que
puedo pensar que podría querer a Astrid.

—No puedes considerar que se haya quedado por los alrededores, ¿o sí?

—Cualquier cosa es posible. Lucian podría estar aguardando por el


momento en que recupere a Astrid—. No quería ni pensar en lo que Lucian
podría hacerle a Astrid si lo por alguna razón lo recuperara.

—Maldición—. Eli dijo la palabra en voz alta, captando la atención de


Klaus. 123
— ¿Qué?

Eli señalo con el dedo el monitor que mostraba el video de seguridad.


— ¿Ya viste lo que Miles y Trevor le hicieron a esos tontos?

—Eli, todos lo vimos en primera fila—. Quinn le dijo con un tono de


molestia.

—No, ustedes vieron las consecuencias, pero no vieron a los novatos en


acción—. Sorpresa y asombro estaban escritos por todo el rostro de Eli. —
Acércate, véanlo ustedes mismos—. Eli hizo señas hacia el monitor y toco el
botón de reproducir.

Miles fue el primero en la pantalla. Peleo hombro a hombro con un gran


hombre. El hombre seguía intentando tomarlo de la cintura y apretarlo en un
gran abrazo de oso, pero el pequeño y escurridizo hombre parecía más rápido.
Justo cuando otro entro en escena, Trevor apareció corriendo por una esquina,
peleando con el perfil de un boxeador que buscaba un knock-out. Puñetazo
tras puñetazo conectaban con gran precisión. Klaus no podía creer lo que veía.

—Ese pequeño idiota realmente estaba poniendo atención durante


nuestras sesiones de entrenamiento.

El orgullo era evidente en el rostro de Quinn, y si Klaus no se


equivocaba, también había afecto radiando de él. No podría asegurarlo pero
algo se estaba cociendo muy lentamente entre el guerrero y el bocón y
exagerado Trevor.

De vuelta al video, observo como Miles y Trevor peleaban espalda con


espalda como guerreros de gran experiencia. Anticipaban cada movimiento y
trabajaban juntos para derrotar al enemigo. Miles cubría un lado y Trevor el
otro, y peleaban en completa armonía. El método en el cual peleaban y se
movían juntos no podía ser enseñado. Estaba codificado en su ADN, y el ser
parientes tenía que ser la razón por la que podían moverse tan bien. Completa
y profunda confianza en el otro era la herramienta que usaban para derrotar a
sus enemigos.
124
Cuando Astrid apareció, su corazón redujo su ritmo hasta casi
detenerse. Su pareja se escurría por la pantalla, tratando de escaparse por la
parte más alejada del pasillo, pero fue detenido por un hombre que le bloqueo
la salida. Incluso en la pantalla pudo ver el terror desmedido en el rostro de su
pareja. Su coraje creció mientras el hombre continuaba acercándose a su
pareja. Apretó tan fuerte los puños que sus nudillos tronaron bajo la presión.

—Oye, hombre, él está bien—, Quinn le ofreció palabras de aliento. —


Tu chico ya se encargo del bastardo. Debes estar orgulloso, y no te aferres a
los "y si..." Simplemente te volverán loco.

El video termino, y Ben los vio a Todos. —Odio decirlo, pero creo que
tengo que llamar a mi padre y decirle lo que sucedió esta mañana.
Necesitamos su ayuda.

—Espera un momento. Hay que pensarlo bien—, Quinn se inclinó


hacia el frente y comenzó a tamborilear los dedos en la mesa. —Lucian huyo
después de la batalla en la casa de Malcolm. Ha habido avistamientos suyos en
la costa oeste.

— ¿Qué quieres decir?—, Klaus le pregunto al guerrero.

—Piénsalo. Benedicto lleva todos sus registros de los paraderos de


Astrid en el sistema por computadora del Consejo.

— ¿Estás llamando a mi padre traidor?—, Ben comenzó a levantarse, su


rostro lleno de coraje.

—No, impulsivo—, Quinn se defendió. —Lo que quiero decir es que


cualquiera podría haber jaqueado la computadora de tu padre. Y si se una cosa
de Benedicto, es que documenta todo. Si una persona sabía que era lo que
estaba buscando, no pudo ser muy difícil de encontrar. Entonces también
tienes que considerar toda la existencia de Astrid. Parte hada, parte brujo,
alguien se tomo muchas molestias en crearlo. ¿Quién mejor que un miembro
del consejo? Tienen acceso a todo tipo de información que oscila desde las
especies hasta modificaciones genéticas. Los científicos en el cuartel general
han hecho grandes avances en cómo funciona cada especie y como desarrollan
sus dones. ¿Quién puede decir que no están usando esa información para 125
forjar nuevas especies basados en la combinación para crear una raza superior
de paranormales?

— ¿Crees que eso es posible? ¿Realmente crees que alguien puede


traicionar al consejo?— Klaus le pregunto. Quinn nunca había mostrado
ningún tipo de afecto hacia el consejo, pero Klaus trabajaba para ellos, y lo
había hecho por muchos, muchos años. No podía ni imaginarse que alguien
actuara en su contra.

—Tiene sentido. Mi padre no le hubiera dicho a nadie de Astrid porque


tiene esperanzas de sacarle algo de información de Asher. No hubiera matado
a la gallina de los huevos de oro, para empezar. Y Quinn tiene un punto acerca
de que un miembro del consejo tiene acceso a toda esa información que no
cualquier paranormal tiene.

—No jodas—. Miro de Ben a Quinn. —Esto puede ser mucho más
grande de lo que cualquiera de nosotros incluso pudiéramos imaginar. Si hay
un renegado en el consejo, es muy malo. Sobre todo, hay demasiados
miembros en el consejo. No sabía por dónde empezar a cuestionar a la gente.

—Ben llama a tu papá—. Quinn le exigió.

Él y Quinn se acercaron más a la silla de Ben. Se asomaron sobre su


hombro para ver el monitor de la laptop para que así todos pudieran hablar con
Benedicto.

—Hijo, es tiempo de que regreses conmigo—. Benedicto nunca alzo la


vista, simplemente seguía escribiendo sobre los papeles de su escritorio. —
¿tienes información para mí?

—Sí, de hecho sí. Tuvimos unos visitantes inesperados el día de hoy, y


no solo Astrid, sino que Miles y Trevor fueron puestos en peligro.

— ¿Qué?—, Benedicto grito. — ¿Qué paso? ¿Está bien?

—Sí, Astrid está bien—, Ben le escupió a la pantalla.

—No él, idiota. Miles, ¿Está Miles bien? 126


Ben dejo escapar una amarga risa. —No actúes como si te importara si
mi pareja está bien o no. La mayor parte del tiempo no puedes ni soportar
verme, así que ¿Por qué tendría que creer que te importa la seguridad de
Miles?

Klaus observo como Benedicto movía la mandíbula de un lado a otro.


Era más que evidente que el hombre estaba molesto con su único hijo. —Hijo,
hay cosas que no puedo discutir contigo, pero al contrario de lo que piensas,
me importas más de lo que alguna vez sabrás, y eso incluye a Miles—.
Benedicto respiro profundo, después vio en dirección a Klaus. —Así que
dime todo lo que sucedió hoy.

Klaus tosió para limpiar su garganta antes de hablar. —No sólo Astrid
es mi pareja, si no que también es mitad hada—. Dejo caer la bomba rápida y
concisamente.

Pero Benedicto no parecía nada sorprendido por las noticias. —Y los


hombres que fueron enviados a su casa tenían como misión llevarse a Astrid a
sabe Dios donde.

Benedicto pasó una mano por su rostro, frotando la oscura piel bajo sus
ojos. Parecía que el hombre no había dormido en días. El estrés atacaba su
joven e inmortal rostro. —Siempre temí que este día llegaría, pero tenía
esperanzas de que podría prevenirlo.

— ¿Padre?—, Ben se acercó más a la pantalla de la computadora. —


¿Qué es lo que no nos estás diciendo?

—Hijo, hay cosas que no sabes, y va más allá que el consejo. Tengo mis
sospechas de quien podría estar involucrado, pero no sabía de qué forma
llegaría la amenaza—. Benedicto se rio para sí mismo. —Ahora lo sé.

Klaus tomó la laptop para que solo lo viera a él. — ¿Qué está pasando
Benedicto? Esto involucra a mi pareja. Tengo el derecho de saberlo—, le
exigió.
127
—No puedo decirte. Desearía que pudiera, pero no lo tengo permitido.
Mi única sugerencia es que dupliques el patrullaje y cuides de cerca a Astrid.
Mantén al hombre a salvo.

—Klaus, por favor confía en mí—. Benedicto le rogó.

— ¿Por qué debería creerte? Tu pudiste haber orquestado todo esto. Tal
vez necesitemos protección de ti.

—Klaus, te he conocido por años. Sabes que no soy alguien al que


debas temer. Soy despiadado porque necesito mantener a la gente a salvo—.
Benedicto pasó una mano bajo su ojo. El gesto sugería que el hombre se había
puesto sentimental. —Dos de las personas más importantes de mi vida están
bajo ese techo. Nunca lastimaría a mi hijo o a su pareja. Es por eso que te
mande allá. Eres uno de los brujos más poderosos que conozco, y necesito
mantenerlos a salvo. Juro que no sabía que Astrid era mitad hada o tu pareja.
Nunca sería tan cruel de hacer algo como eso.

Klaus no podía explicarlo, pero le creía a Benedicto. Nunca habían sido


los mejores amigos, pero Benedicto no era un hombre malo. Un imbécil, sí,
pero nunca cruel intencionalmente.

— ¿Quieres que nos basemos simplemente en tu palabra?—, Quinn


pregunto.

—Sí—. Contesto por Benedicto. —Ve que puedes encontrar de tu lado


y después nos lo haces saber.

Benedicto se despidió y prometió decirles lo que encontrara tan pronto


como tuviera información.

— ¿Confías en él? Parece que está escondiendo algo—. Quinn dijo.

—Confió en él. Benedicto es un malvado hijo de perra, pero creo en él


cuando dice que está haciendo esto por un beneficio mucho mayor. El hombre
es una máquina, trabajando día y noche, tratando de mantener el mundo a
salvo de los guerreros de la noche—. Klaus admitió. Era verdad. Benedicto
había hecho mucho bien para la comunidad paranormal. 128
—Nunca había visto a mi padre reaccionar de esa forma—. Ben levanto
la vista de la laptop. —Solo estoy preocupado que el hombre este llevando
demasiadas cosas. ¿Por qué no nos dijo lo que estaba pasando? ¿Qué es lo que
sabe que no nos está diciendo?

Le molestaba que Benedicto no haya entrado en más detalle acerca de lo


que sabía, pero el hombre debía tener buenas razones por las cuales no
decirles. La ira que Benedicto había mostrado en contra del ataque a Miles y
el mero hecho de que haya mostrado afecto a su hijo en frente de ellos decía
demasiado. Benedicto tenía sus razones para guardar secretos. Klaus deseaba
saber cuáles eran esos secretos.

La reunión con los guerreros duro un poco más. Ben distribuyo más
patrullas y medidas de seguridad que debían ponerse en marcha
inmediatamente. No podía dejarse nada al azar cuando se trataba de la
seguridad de Miles o Astrid. Hasta que pudieran demostrar que Lucian era el
responsable del ataque anterior, tenían que ser cuidadosos. En este punto
cualquiera podía ser una amenaza potencial.

129
Capítulo 14
Astrid giro y se movió en la cama hasta que se dio por vencido y fue a
buscar a su pareja. Salió del cuarto y bajo las escaleras hasta el primer piso,
siguiendo el pasillo que llevaba a la oficina principal donde los guerreros se
congregaban todo el tiempo. Una vez en la puerta, se colocó de pie de
espaldas a la pared y espero a que los hombres salieran del cuarto.

De vez en cuando escuchaba que alguien alzaba la voz, pero el sonido


era tan bajo para él como para reconocer de quien era la voz. Sabía que
estaban discutiendo lo que había pasado esa mañana y sobre él. No los culpaba
por hablar de él a sus espaldas. Tenían todo el derecho de decidir el mejor
curso de acción a tomar para mantener a todos en la casa al salvo. Si le pedían
que se fuera, él lo haría. No podría vivir con la idea de que alguno de sus
amigos resulto lastimado por su culpa.

Una cálida lágrima cayó por su mejilla. Odia sentir lastima de sí mismo,
pero dolía pensar que para salvarlos a todos necesitaba irse. Si la persona que
lo buscaba no podía encontrarlo, entonces todos estarían a salvo. Era la única
opción.

Llegando a un acuerdo con su voz interior, Astrid se enderezó contra la


pared. Se limpió las lágrimas del rostro. Miles había hecho un gran sacrificio
anteriormente para salvarlos a todos, y ahora era su turno de devolverle el
favor. Solo rogaba porque Klaus entendiera un día y lo perdonará por irse de
esta manera.

Camino hacia la puerta y coloco sus manos ligeramente en la dura


madera, cuidadoso de no hacer ningún ruido. Cerrando los ojos fuertemente
para que las lágrimas no fluyeran, dijo una silenciosa despedida a Klaus.
Dejando su mano caer, sonrió amargamente a la puerta. Era lo mejor.
Comenzó el viaje de regreso a su cuarto para empacar una bolsa pequeña. Lo
más rápido que se fuera, mejor.
130
—Hola, pequeñín, ¿Cómo estás?
Salto y se dio la vuelta para ver a Jensen de pie en el umbral. Tan
absorto estaba en su propio tumulto, que nunca había escuchado la puerta
abrirse. Bueno, ya no podía escaparse.

—Hola, Jenny—, Le ofreció una húmeda sonrisa.

— ¿Estás bien?

—Nunca he estado mejor—. No era un buen mentiroso, pero no podía


confesar la verdad.

— ¿Astrid? ¿Qué estás haciendo aquí?—, Pregunto Klaus cuando salió


de la habitación.

Astrid no pudo resistirse y se hundió en el abrazo a Klaus, tomando


todo el calor que su pareja le ofrecía. Después se fue, todo lo que tendría
serían recuerdos. Recuerdos del hombre que lo hacía sentir que realmente
valía la pena ser amado. Dios, lo iba a extrañar.

La presa se rompió y las lágrimas cayeron como lluvia. Tomo la camisa


de Klaus en sus puños y se sostuvo. La última cosa que quería hacer era irse,
pero era lo único que podía hacer. No era justo, pero haría el sacrificio para
mantener a los que amaba a salvo.

—Ángel, ¿Qué pasa?—, Klaus pregunto mientras guiaba a Astrid por el


corredor hasta un cuarto vacío. Astrid no alzo la vista. Si Klaus veía sus ojos,
sabría lo que estaba planeando, y no podía permitir que Klaus lo detuviera.

Klaus trato de deshacer el agarre de Astrid en su camisa, pero el redoblo


sus esfuerzos y aferro sus manos a la tela. El sonido de las costuras cediendo a
la fuerza no lo detuvieron y apretó a un más su agarre.

—Astrid, me estás asustando. Por favor habla conmigo.

Klaus lo llevo al sofá que estaba en el otro lado del cuarto. Cuando la
parte trasera de sus rodillas tocaron el borde del material, Klaus lo empujo 131
para que se sentara. Dejo ir la camisa de Klaus para cubrirse la cara con las
manos. No quería que su pareja lo viera de esta manera. El último recuerdo
que Klaus tendría de él, debería ser feliz, no uno de él llorando como bebé.

Astrid respiro profundamente y lentamente dejo salir el aire por la nariz.


Se encontró con la mirada intrigada de su pareja e hizo lo mejor que pudo para
pasar el nudo que sentía en la garganta. Si no hablaba pronto, comenzaría a
llorar otra vez, haciendo que Klaus se preocupara más.

—Te amo Klaus—. Dijo llevando sus manos a cada lado del rostro de
Klaus. El hombre le decía ángel, pero era Klaus quien era su ángel. En tan
corto tiempo el hombre le había regalado el mundo y lo había salvado de su
solitaria existencia.

—Yo también te amo, ángel—. Klaus pasó un dedo por debajo del
borde de la nariz de Astrid. —Dime que es lo que está pasando en esa cabecita
tuya.

—Nada—, Astrid le regalo la mejor sonrisa que pudo haber hecho.

—Ángel, sabes que mi trabajo es decir cuando la gente está mintiendo,


¿verdad?—, Su ceja se levantó, y su boca se torció en una sonrisa. —Y justo
ahora tienes a todas mis alarmas internas sonando. Por favor, dime que te puso
tan triste.

—Te voy a dejar Klaus—, murmuro muy despacio. Sintió como Klaus
se tensó con sus palabras. —Es lo mejor. Si no estoy aquí, la gente que me
quiere dejara de perseguir a mi familia—, lo miro —y a ti.

El rostro de Klaus se endureció. La sonrisa de su rostro se volvió ceño


fruncido, haciendo que las líneas crecieran alrededor de la boca.

— ¿Realmente crees que eso va a ayudar a alguien?—, Klaus le


contesto. Intento alejarse de la ira que provenía de Klaus. Cuando intento
moverse, Klaus lo tomo de los brazos y lo mantuvo en su lugar.

—No importa donde vayas, te encontrarán, y si no estoy ahí para


protegerte, solo Dios sabe lo que van a hacer contigo—. Klaus lo sacudió con 132
enojo.
Astrid permaneció callado. Lo que Klaus decía era cierto, pero no
quitaba el hecho de que si él se iba, todos los demás en la casa iban a estar a
salvo. Preferiría someterse a otros cien años con Lucian que seguir poniendo a
las personas que amaba en peligro.

—Te das cuentas de que si huyes, te buscaría y que no sería el único—.


Sus ojos se redondearon cuando lo dijo. Klaus le sonrió. —Nunca pensaste en
eso, ¿o sí?

Movió la cabeza lentamente de lado a lado. Nunca pensó que Klaus lo


buscaría. En un intento de proteger a todos, inevitablemente los estaría
poniendo en más riesgo porque pondrían su atención en encontrarlo, y su
guardia estaría baja, haciéndoles susceptibles a un ataque.

—Entiendo por qué crees que eso ayudaría, pero no es así—. La voz de
Klaus se suavizo. —El que pongas a los demás antes de tu bienestar es una de
las razones por las que te amo mucho—. Klaus entrelazo sus dedos. —Pero si
vuelves a intentar huir sin mí, te amarraré a nuestra cama y te golpearé el
trasero—. Klaus dijo en un tono severo.

Su boca se abrió por lo que Klaus había dicho. Cuando una sonrisa
apareció en el rostro de su compañero, se dio cuenta que Klaus estaba
bromeando con él. Se rió entonces. Ser amarrado y estar a merced de Klaus no
sonaba como algo malo.

Al final, Astrid se dio cuenta que lo correcto era quedarse y pelear. Ya


no era el asustado e indefenso hombre, y tenía que empezar a actuar como el
hombre en el que se había convertido. Si su compañero estaba dispuesto a
pelear por él, tenía que plantar cara y creer en sí mismo.

El escuchar a su compañero reír calentó su corazón. Astrid cargaba


demasiada preocupación y responsabilidad en sus frágiles hombros, y no era
necesario. El amor no venía sin un precio a pagar, y estaba seguro, 133
jodidamente seguro que no tenía que sacrificarse en el nombre del amor. Eran
compañeros, y cualquier obstáculo tirado en su camino, lo superarían juntos,
no separados.

La relajada mirada en el rostro de Astrid le quito el aliento. El cuarto se


sentía como si todo el aire hubiese sido extraído, y no pudiera respirar. El
amor por solo este hombre inundaba cada uno de sus poros. Entendía porque
Astrid creía que debía sacrificarse por él, porque él haría lo mismo por su
pareja en un segundo. Pero era su trabajo como guerrero de la luz, el proteger
a aquellos que no podían protegerse solos, y su compañero caía en una
completa y diferente categoría de protección. Daría lo que fuera por mantener
a su pareja a salvo, y por verlo feliz siempre.

—Klaus, ¿estás bien?—, Astrid pregunto mientras movía la mano frente


a su rostro.

—Estoy muy bien. Solo que la vista me tomo desprevenido—. Klaus se


encogió de hombros en señal de disculpa.

—Oh, detente.

Alzando la mano, tomo a Astrid por las caderas y lo empujo hacia


adelante en el sofá, hasta que su trasero estaba en el borde. Astrid respingo por
la sorpresa y enterró sus uñas en el pecho de Klaus para equilibrarse. Ante la
sorpresa mostrada por Astrid, Klaus le sonrío traviesamente.

—Lo dije en serio, ángel—. Klaus levanto las piernas de Astrid,


alrededor de su cintura. —Eres la cosita más sexy que jamás haya visto—. Se
levanto tomando el trasero de Astrid en sus manos. —Y eres todo mío.

Klaus se sentó con la espalda pegada al sillón, y posiciono a Astrid para


que se sentara a horcajadas en su regazo. Los brazos de Astrid se enlazaron
alrededor de su cuello. Contoneo su firme trasero, enterrando su erección
contra el largo del pene de Klaus.

Astrid tenía una sonrisa que lo tentaba, llevándolo más cerca del borde
con cada uno de los frotes de su pene contra el suyo. La cabeza de Klaus dio 134
vueltas, y sus manos temblaron, pero apretó los dientes para forzase a poner
atención.

Paso saliva y respiro profundamente. Muy lentamente, recorrió con sus


manos lo largo de los brazos de Astrid y no se detuvo hasta que el rostro
estuvo entre sus manos. Jalando de él, gentilmente puso sus labios sobre los de
Astrid. Las respiraciones inusuales de Astrid calentaban sus labios mientras él
empujaba su lengua contra la abertura de los labios, los cuales se abrieron para
darle la bienvenida. Lengua se deslizaba sobre lengua en una intima danza que
dejo a ambos sin aliento.

Necesitaba sentir la piel desnuda de su compañero contra la suya.


Separando su boca de la de su pareja, no le dio tiempo a Astrid de protestar.
Jalo de su playera quitándosela. Astrid se cubrió con los brazos, pero Klaus lo
detuvo.

—No te escondas de mí, ángel—. Klaus puso sus labios sobre un


perfectamente redondo pezón antes de cambiar al otro. Mordió ligeramente,
obteniendo un ronco gemido de su pareja.

—Has eso otra vez, muy bueno—. Las palabras de Astrid eran apenas
audibles. Klaus succionaba y acariciaba el pequeño pico. Astrid cerró los
puños en su cabello, manteniéndolo cerca de la sensible piel. Klaus se movió
hacia el otro y succiono muy fuerte para dejar un moretón. Astrid lo
recompenso con gemidos y suplicas deseosas de más.

—Ponte de pie ángel—. Lo tomo de la banda de sus jeans. —Estos


tienen que irse si queremos jugar.

Una sonrisa perezosa apareció en el rostro de Astrid. Se levantó. Y el


cojín del sillón se hundió bajo su peso, haciendo que se balanceara y perdiera
el equilibrio. Klaus lo tomó por la cintura para mantenerlo de pie. Astrid a su
vez, se sujetó de los hombros de Klaus.

Palmeo a Astrid en la parte externa de su muslo izquierdo, indicándole


que alzará el pie. Klaus le quito el tenis rápidamente, después se movió para
hacer lo mismo con el otro. Una vez que Astrid estuvo sin zapatos, lentamente
comenzó a acariciar a su compañero, desde la punta de los pies hacia arriba. 135
Podía sentir el pequeño estremecimiento del cuerpo de Astrid mientras más se
acercaba al bulto en sus pantalones.

Klaus comenzó a salivar por la vista del pene de su compañero. Un palo


largo queriendo ser liberado. Se inclino hacia adelante y dejo besos de boca
abierta en el pene de su pareja, mientras este empujaba contra la tela de sus
jeans. Incluso a través de la gruesa mezclilla, Klaus podía saborear el aroma
de pre semen de Astrid, y quería más.

Bajando el cierre y liberando el botón, le quito los vaqueros. Su piel


lechosa ilumino el cuarto, y podría jurar que había visto el aura de su ángel
radiar con alegría.

Con los pantalones de Astrid fuera del camino, su impresionante


erección apuntaba justo frente a su boca. La cabeza brillaba con semen y
hacía una silenciosa invitación a Klaus para que la probara.

—Aliméntame con ese hermoso pene—. Dijo Klaus mientras alzaba las
manos para sujetar el trasero de Astrid, guiándolo hacia el frente.

La respiración de Astrid era agitada, pero se movió hacia adelante,


llevando la punta dentro de la boca de Klaus. Abrió ampliamente y succiono la
húmeda punta. Un gemido ronco proveniente del pecho de Astrid salió cuando
su lengua entro en la ranura de la punta, extrayendo más de los jugos con
sabor a miel.

—Tan, tan, oh Dios—, Astrid balbuceaba.

Cuando Astrid comenzó a balancearse hacia el frente, Klaus tuvo que


enterrar los dedos en sus caderas para mantenerlo quieto. Ante la confusión de
Astrid, el solo le guiño un ojo. Sosteniendo el pene hacia arriba, movió su
lengua contra la base y trazo la larga vena que lo recorría, solo deteniéndose
cuando llego al coronilla de nervios que estaba bajo la acampanada cabeza.

El sabor de su compañero hacia que el deseo se enterrara en su interior.


Era una entidad vida tratando de liberarse y reclamar al hombre de pie frente
a él. Klaus cedió a sus deseos. Torpemente trabajo con los pantalones para
liberar a su pene del ajustado confinamiento. Tendría suerte si las marcas del 136
cierre desaparecieran un día. Había estado semi erecto desde que había visto a
su compañero de pie fuera de la puerta de la oficina. Astrid estaba
demostrando ser su mayor debilidad, pero al mismo tiempo su mayor tesoro.

Siguió lamiendo a su compañero mientras se bajaba los pantalones. Su


pene gritaba por la necesidad de por fin ser liberado de su prisión.

—Te necesito, ángel. Dame lo que los dos queremos—. Klaus siseo.
Jalo de la mano de Astrid hasta que este estuvo sentado en sus piernas. El
calor extra del trasero de Astrid abrazaba su pene, provocando que un gemido
estallara en su diafragma.

Astrid capturo sus labios en un beso. Mientras Astrid tomaba control de


su boca, Klaus se estiro un poco y froto suavemente la piel detrás de los
testículos. Astrid se empujo hacia abajo, tratando de apresurarlo y él mordió la
lengua de su compañero en advertencia.

Movió sus dedos como caminando al apretado agujero de su pareja. Los


ojos de Klaus se perdieron cuando sus dedos frotaron los tejidos en ondas de
la entrada. Usando su dedo índice, empujo hacia adelante hasta que violo el
apretado musculo. Se deslizó al interior y movió su dedo dentro del caliente
canal interior de Astrid. La cabeza de Astrid cayó hacia adelante para
descansar en su hombro mientras el complacía el sexy cuerpo de su pareja.

Mientras empujaba su largo dedo dentro y fuera del hambriento agujero


de Astrid, se dio cuenta que no tenían lubricante. Mentalmente dijo una
maldición por no haberlo previsto.

Desearía que tuviéramos lubricante.

Empujo su dedo por completo al interior y se estremeció con sorpresa.

— ¿Qué demonios?

— ¿Eh?

— ¿Deseaste que estuvieras lubricado en el interior?—. Mantuvo su


dedo recto mientras esperaba la respuesta. 137
—Eh, no—, Astrid dio una risita baja. —Estaba un poco preocupado.
No estaba pensando ni deseando nada—. Astrid le juro.

Cuando volvió a meter su dedo, agrego uno más a modo de prevención.


Astrid se acostumbro a su toque. El cuerpo de su compañero succionaba los
dedos de Klaus con facilidad.

— ¿Lo sientes ángel?—, le pregunto cuándo agrego un tercer dedo,


moviéndolos como tijeras, dentro y fuera del tembloroso agujero de Astrid. —
¿Sientes que tan fácil mis dedos te llenan?

— ¿Y?—. Astrid contesto mientras cabalgaba la mano de Klaus. —


¿Cuál es el punto?

Klaus se rio. —El punto es, amor, no tenía ningún lubricante, y si no lo


deseaste entonces de alguna manera me concediste mi deseo sin siquiera saber
lo que estaba pidiendo.

—Tal vez es el beneficio de estar emparejado con un hada—. Astrid se


encogió de hombros. —Entiendo que estés un poco asustado, pero ¿Podemos
discutirlo después de que me jodas?

No pudo evitarlo, y le sonrió a su compañero. Le gustaba que Astrid se


sintiera cómodo para pedir, no, para exigir, lo que quería de él. El pequeño
hombre asustado que conoció el primer día estaba desapareciendo poco a poco
y estaba siendo reemplazado por un confiado y valiente hombre, quien no
tenía apuro de pedir lo que quería. Su ángel lenta pero seguramente estaba
creciendo y él no podía estar más orgulloso.

Curvo los dedos, tocando la próstata de Astrid, haciendo que un grito


saliera de la garganta de Astrid. Una delgada capa de sudor recorría el cuerpo
de Astrid, y Klaus no se pudo resistir, por lo que se inclino al frente y lamió el
camino de su pecho, solo deteniéndose cuando alcanzo el pequeño bulto de su
manzana de Adán. Besó su camino por el delgado cuello de Astrid y siguió
por su mandíbula.

Después de unas cuantas metidas removió sus dedos. Tomo la base de 138
su pene y coloco su otra mano en la cadera de Astrid. Astrid se acomodo sobre
Klaus y descendió lentamente sobre el pene duro y caliente. Podía sentir como
el cuerpo de Astrid cedía lugar, y apretó los dientes para evitar gritar.

Una vez que Astrid estuvo sentado por completo, Klaus se puso a
trabajar. Movió sus caderas hacia arriba, haciendo que Astrid rebotara en su
regazo. Ahora no era el momento de sexo lento y suave, NO, era tiempo de
rudo y fuerte sexo de reclamación. Necesitaba borrar la idea de dejarlo de la
cabeza de Astrid.

Se recargo en el sofá y observo a su compañero montar su pene con


total y pura rendición, y era cosa de belleza. Los pesados gemidos de Astrid
igualaban a los suyos. El sonido de piel golpeando piel, y los gemidos
compartidos creaban un soundtrack erótico que llenaba el aire.

—Klaus, necesito correrme—, Astrid descanso su húmeda frente contra


la suya. —Por favor, has que me corra.

Tomándolo como una orden, tomo el pene de su ángel y comenzó a


masturbarlo. El semen se asomaba por la punta, cubriéndolo con la suficiente
humedad que permitía que su mano se moviera ágilmente.

Su propio orgasmo había llegado a la superficie. Trato de aguantarlo,


pero no pudo. Semen caliente broto de él, disparándose muy adentro de su
pareja. No podía respirar. Su cuerpo se puso tensó mientras cabalgaba las
ondas del éxtasis.

Astrid seguía enterrándose en su largo pene, buscando su propia


liberación. El movimiento lo ayudaba a prolongar su placer. Cuando volvió a
sus sentidos, apretó el agarre en el pene de Astrid, dejándolo joder el estrecho
túnel que su mano ofrecía.

—Cerca—, Las palabras de Astrid murieron cuando blancos chorros


como perlas brotaron de su pene. Klaus inclino la cabeza hacia adelante y
abrió la boca. La crema de Astrid pintó su rostro, y trago lo que capto con la
lengua. Sus papilas sisearon por el sabor salado de la gloria.

El cansancio reclamo el cuerpo de Astrid, y cayó hacia el frente, 139


aplastándose contra el pecho de Klaus. El cuerpo de Astrid tembló con los
efectos posteriores y él lo sostuvo todo el proceso.

Separándose de sus brazos, Astrid se enderezo para mirarlo. Una sonrisa


perezosa en sus labios. —Tienes algo especial aquí—. Astrid señalo a su
mejilla después a su barbilla. —Y aquí—. Astrid limpió con su dedo la
barbilla de Klaus y alzó su dedo para enseñárselo.

Sujetó la muñeca de Astrid y llevó el dedo a sus labios. Miró directo a


los ojos azules de Astrid cuando metió en dedo a su boca, saboreándolo
ruidosamente mientras tragaba la salada esencia de su amante.

—Me encanta cuando marcas mi cuerpo con tus dulces jugos—. Se


acercó y apretó a Astrid firmemente, sus glúteos en sus manos. —Le deja
saber al mundo que me perteneces y que yo te pertenezco a ti—. Klaus besó la
punta de la nariz de Astrid.

—Sí, creo que eso también me gusta—. Una sonrisa se esparció por la
cara de Astrid.

Su ángel procedió a besar y lamer toda la cara de Klaus, limpiando


todos los remanentes de su liberación. Se relajo sobre el sillón y disfruto del
baño con lengua que su pareja le ofrecía. El suave viaje de la lengua de Astrid
por su barbilla revivió la llamas del deseo. Cerró los puños en los largos y
sedosos cabellos para detener sus movimientos. — Angel, cariño—. Se rió. —
Si sigues con eso, nunca vamos a dejar este cuarto.

Astrid estuvo de acuerdo y bajo de su regazo. Odiaba la perdida de calor


que su pareja ofrecía, pero era la hora de la cena, y su compañero necesitaba
ser alimentado. Si Astrid perdía más peso, corría el riesgo de ser arrastrado
por una suave brisa.

Ayudo a Astrid a ponerse la ropa e incluso le amarro los tenis. Astrid


paso sus manos sobre su cabello mientras estaba arrodillado frente a él.

—Gracias, Klaus.

Lo miro desde su posición. — ¿Por qué ángel? 140


Astrid jugó sin mucho interés con el doblez de su playera mientras le
contestaba. —Tú sabes, por convencerme de no irme, y por amarme.

Klaus se puso de pie, y tomo las manos de Astrid en las suyas. —No, yo
debería estar agradeciéndote—. Ante la mirada de Astrid, se explicó. —Antes
de que aparecieras, estaba totalmente solo. Me amaste sin cuestionarme nada,
y respaldas a aquellos que amas. Estaré por siempre agradecido de haber sido
bendecido con tenerte en mi vida. Te amo, Astrid.

Los ojos de Astrid comenzaron a producir agua, y él lo abrazo. No había


sido su intención hacer llorar a su pareja, pero quería que Astrid supiera lo
importante que era para él. Hasta que conoció a Astrid, creía que podía vivir
con su mera existencia, podría sobrevivir sin la necesidad de alguien. Pero
después de tener a Astrid en su vida, aunque fuese por un corto periodo, se dio
cuenta que el nunca haber encontrado a su pareja hubiese sido trágico. El amor
de su pareja lo llenaba y calentaba su alma, haciendo que el enfrentar una
eternidad no fuese tan miserable. De hecho, estaba ansioso de pasar su
interminable vida con Astrid.

—Vamos, ángel. Vayamos a conseguirte algo de comer—. Condujo a


Astrid a la puerta, Mando un silencioso gracias a los cielos por haberle dado
el más precioso de todos los regalos, Astrid.

141
Capítulo 15

— ¿Qué estás haciendo aquí?

—Vine a ver como estabas, bebé. ¿No te da gusto verme? Estaba tan
preocupado por ti.

Mientras él y Astrid salían del cuarto, escucho la discusión viniendo del


vestíbulo. El sonido de un golpe y un jadeo repentino lo hizo apresurarse por
el pasillo, empujando a Astrid detrás de él. Sonidos de alguien forcejeando
llegaron a sus oídos, por lo que apretó el paso. No pudo creer lo que vio
cuando llego al vestíbulo. Un hombre tenía su mano en contra de la clavícula
(alrededor del cuello) de Carter, manteniéndolo quieto contra la pared. Un
hombre el cual, Klaus sabía muy bien no debería estar ahí.

— ¿Qué está pasando aquí?—, Klaus grito.

El hombre dejo ir a Carter, y este se trastabillo cuando sus pies tocaron


el suelo. Lentamente se volteo para verlo.

—Oh, Klaus viejo amigo, ¿Cuánto tiempo sin verte?

Se mantuvo de pie sin hablar por un segundo en lo que registraba quien


era.

—Iván—. Sus ojos fueron a Carter. — ¿Por qué estás aquí?

—Vino por mí—. Carter se apartó de la pared y se paró a su lado.

— ¿Por qué?—, le pregunto a Carter, pero nunca aparto sus ojos de


Iván.

—Solíamos salir, y llamo justo después del incidente de esta mañana. 142
Dijo que tenía que venir a ver como estaba porque estaba preocupado por
mí—. Carter miro a Iván. —Pero sabemos que es una mentira.

—Oh, cariño, sabes que me preocupo por ti—. Iván intento tomar la
mano de Carter, pero Klaus se paró frente a Carter, evitando que Iván lo
tocara. —Klaus— Iván dijo. —Siempre entrometiéndote en asuntos que no te
importan.

Estaba a punto de responder cuando Astrid salió disparado contra él. —


Klaus, ¿Qué pasa? ¿Por qué te quitaste así?— Astrid pregunto mientras se
paraba entre Carter y Klaus.

— ¿Qué es lo que tenemos aquí?

Carter se paró frente a Astrid, bloqueando la vista que Iván tenía de


Astrid. Klaus apreciaba la protección que el joven brujo ofrecía a su
compañero.

Había conocido a Iván durante más tiempo del que le gustaría admitir.
El hombre era un buitre al que solo le interesaba él mismo. Además, no había
trabajado ni un solo día en su vida, viviendo del dinero de su papi. En opinión
de Klaus, el hombre era un mocoso malcriado a la edad de novecientos treinta
y cuatro años.

—Iván, solo vete. No te quiero aquí, así que simplemente vete—. Carter
llevo a Iván hacia la puerta del frente.

— ¿Me vas a echar tan tarde por la noche? ¿A dónde iré?—, Iván se
quejó.

—No es muy tarde, y ya tienes casi mil años, y eres un brujo. Creo que
te las puedes arreglar tu solo—. Carter tomo a Iván por el bíceps e intento
arrojarlo por la puerta.

—Cariño, ¿Estás seguro que ustedes los guerreros de la luz no pueden


dar al hijo de un miembro del consejo de alto rango posada por una noche?

El escurridizo bastardo usaba las conexiones de su familia para hacer lo 143


que quería. Klaus nunca podría respetar a un hombre así. Iván definitivamente
los estaba poniendo entre la espada y la pared.

—Seguro que podemos darte posada por una noche—. Klaus le dijo a
Iván. —Solo necesitamos decirle a Ben y después puedes tener un cuarto listo
para ti.

—No necesariamente—. Iván levanto una mano. —Me puedo quedar


con Carter.

—Ni de broma lo harás—. Carter contrarrestó.

—Está bien, obviamente hay una diferencia de opiniones entre ustedes


dos. Pero debo admitir que estoy de acuerdo con Carter, cuartos separados
mientras estás aquí. Si Abner cree que compartiste un cuarto con otro hombre,
se molestará.

— ¿Quién es Abner?—, Iván pregunto pero volvió su atención hacia


Astrid.

—No te importa—. Carter dijo, cortante.

Klaus vio como Carter le rogaba con los ojos que no le mencionara que
él y Abner eran compañeros.

“Eso no te importa.” Miro a Carter. “Por qué no llevas a Iván a la


oficina de Ben, y él solo puede arreglárselas para pedir posada.”

Carter asintió y comenzó a caminar por el pasillo, sin siquiera esperar a


ver si Iván lo estaba siguiendo.

—Gracias, Klaus, por tu hospitalidad. Es demasiado—, Iván dejo caer


la vista hacia donde Astrid estaba de pie detrás de Klaus, vio por encima de
su hombro. —Hola, pequeñín—. Iván extendió su mano hacia Astrid. —No
hemos tenido el gusto de conocernos. Mi nombre es Iván ¿el tuyo?

Klaus dio un paso al frente, apartando la mano de Iván. —Mejor te


apresuras—. Movió la cabeza en dirección a Carter. —No creo que vaya a 144
esperarte, y odiaría que te perdieras.
—Creo que tienes razón—. Iván se rio y lo señalo con el dedo. —Gusto
en conocerte, jovencito.

Astrid estaba de pie con su pecho contra su espalda. Después abrazo a


Klaus por la cintura. Klaus cubrió las manos de Astrid y les dio una pequeña
palmada.

— ¿Quién era ese?—. La voz de Astrid tembló cuando hablo.

—Un mocoso súper privilegiado que vive de su papá—. Klaus se dio la


vuelta en los brazos de Astrid. —Nadie de quien tengas que preocuparte. Es
más molesto que otra cosa.

—Si tú lo dices—. Astrid miró el pasillo.

—Vamos, ángel. Vayamos a tomar un baño para la cena—. Encaminó a


Astrid hacia las escaleras que los llevarían a su cuarto.

Últimamente, cada cosita le parecía sospechosa, y el que Iván llegara a


la cede de los guerreros parecía ser otra cosa de la que sospechar. Tenía
mucho sentido para él que quisiera ver si su novio estaba bien, pero Carter lo
había hecho parecer que ya no estaban juntos entonces ¿Por qué había ido sin
previo aviso? No tenía sentido. Pero a Iván no le gustaba que le dijeran que
no, así que probablemente no acaba de entender que Carter ya no lo quería.

— ¿Vienes?—, Astrid le pregunto desde el último escalón. Klaus se


había detenido en a la mitad de la escalera, mientras su mente comenzaba a
hacer conjeturas. Necesitaba relajarse y concentrarse en la verdadera amenaza
que rodeaba a su compañero, no preocuparse porque un hombre que no
aguantaba repentinamente había aparecido proclamando estar preocupado por
su último compañero de cama.

145
Capítulo 16

Durante toda la cena, Astrid pudo sentir los ojos de Iván en él. Al
principio creyó que lo estaba imaginando, hasta que vio al hombre viéndolo
descaradamente. No le sonrió, ni le guiño un ojo ni le dijo “boo”, simplemente
lo miró como si estuviera tratando de resolver un enigma. Lo confundía, pero
lo dejo pasar. Tal vez Carter le había dicho que era mitad hada, lo que era una
rareza en su mundo.

Una vez que los trastes estaban limpios, Ben invitó a Iván, junto a los
otros guerreros, un trago. Iván acepto la invitación, pero no sin antes checar a
donde se iba Astrid. Astrid hizo un trato con el mismo que si Iván seguía con
ojo acosador, le diría algo a Klaus. Pero no iba contra la ley el ver a alguien, ni
tampoco quería poner más estrés en Klaus si estaba paranoico.

Astrid deambulo en el pasillo de la primera planta. Pasó por el cuarto de


Trevor y jugo videojuegos con él. Después de un rato, se aburrió de eso y
regreso a deambular en el pasillo. Pasó por una puerta semi abierta y se asomó
al interior. La puerta crujió cuando su hombro la empujo abriéndola. Carter
alzo la vista y le sonrió.

—Astrid, ¿qué estás haciendo?—, La voz de Carter era callada y no


sonaba molesto por haber sido molestado e interrumpido. Esto hizo que a
Astrid le gustase el hombre un poquito más.

—Nada. Solo estoy aburrido. ¿Qué estás leyendo?—, Astrid le pregunto


desde el umbral de la puerta de Carter.

—Oh ¿Esto?—, Carter mostro un delgado librito. —Es llamado comic.


¿Nunca habías visto uno de estos?— Negó con la cabeza. —Entonces, pasa y
échale un vistazo.

Astrid sonrió mientras entraba al cuarto. Carter se levantó de su silla y 146


se fue a sentar a la cama donde tendrían más espacio para sentarse
cómodamente. Se subió a la cama, se sentó sobre sus rodillas y miro sobre el
hombro de Carter hacia el colorido libro en su mano. Astrid amaba los libros
con ilustraciones, este libro tenía imágenes por todas partes.

Carter le enseño de qué se trataba un comic, que usualmente giraban


alrededor de superhéroes salvando el día y poniendo a los chicos malos en la
cárcel. Le explico que había diferente tipos y que incluso había algunos que
eran de colección, lo que sea que eso significará. Astrid no sabía.

A Astrid le gustaba el brillante y colorido trabajo, y los diferentes


marcos brincaban por toda la página. Y podía clasificarlos como material de
lectura porque tenían burbujas llenas con diálogos entre los personajes,
contando una historia. Era un tipo de libro divertido, el cual podría llegar a
gustarle mucho.

—No puedo creer que nunca hayas visto uno de estos—. Carter dijo
incrédulo. —Mi infancia no hubiera sido la misma sin mis malos amigos—.
La sonrisa en el rostro de Carter desapareció. —Dios, Astrid, lo siento. No
quise mencionar eso o ser insensible.

Su amigo se sentó con los hombros bajos y la cabeza agachada. Captó


rápidamente que Carter estaba reviviendo sus recuerdos y como él no había
tenido el privilegio de tener cosas como comics.

La tristeza lo inundaba al ver a Carter sentirse mal por decir lo que


pensaba. Carter no debería sentir que era necesario medirse cuando estaban
juntos. Su infancia no había sido la mejor, pero eso no iba a decir quién era
hoy.

Descanso su cabeza en el hombro de Carter. “Está bien, Carter. Mi


infancia no fue perfecta, pero tengo una gran vida ahora. Así que no vivamos
en el pasado, mejor veamos hacia el futuro.”

Carter descanso su cabeza sobre la de Astrid y asintió. Se sentaron en


silencio por unos minutos, y Astrid pensó que era mejor cambiar el tema. Y se
moría por saber que era lo que pasaba entre Carter, Abner e incluso Iván.
147
—Carter, ¿Te puedo preguntar algo?
—Seguro.

— ¿Lo amas?

— ¿Amar a quién?—, Carter le pregunto, y pudo sentir que el cuerpo de


Carter se tensó bajo su oreja donde su cabeza descansaba.

—Iván—, Astrid dibujo círculos en el hombro de Carter para reducir la


presión que hacían nudos en los músculos del brujo.

—Oh, Dios no—, Carter se rio fuertemente. —Astrid, él y yo


simplemente pasamos un tiempo juntos, pero nada tan serio—. Palmeo la
rodilla de Astrid. —No me lo tomes a mal, las cosas fueron divertidas, pero
nunca iba a ser una pareja de amor.

—Bien— dijo emocionado. —Entonces, tú y Abby pueden estar juntos.

—Astrid—. Carter dejo escapar un largo suspiro. —No es tan fácil.


Creo que ya arruine las cosas con Abner.

— ¿Qué quieres decir?—, pregunto

—Bueno, para empezar, la forma en la que lo trate el día que llegue,


después Iván se presentó y…—, Carter se mordisqueo un rato el labio inferior
con preocupación antes de hablar otra vez. —Y otras cosas pasaron, pero no
voy a discutir esas cosas contigo.

— ¿Es sobre sexo?—, preguntó sin ninguna pena. Era un hombre


adulto, y entendía los deseos y necesidades que venían con encontrar a tu
pareja.

Las mejillas de Carter se colorearon de un lindo rosa. —Sí, y no vamos


a hablar de esto.

—Te entiendo. Pero Carter, estoy aquí para cualquier momento en el


que quieras hablar—. Se movió llevando las piernas hacia el frente para 148
estirarlas, y bostezo dándose cuenta de lo cansado que estaba.
—Amigo, deja de hacer eso—. Carter bostezo abiertamente. — ¿No
sabes que es contagioso?—, Astrid se comenzó a reírse, y fue el turno de
Carter de sonreír. —Bueno, pequeñín, digo que terminemos todo por hoy.
Estoy seguro que Klaus comenzará a buscarte pronto—. Se puso de pie y le
ofreció una mano a Astrid. —Vamos, te acompaño de regreso a tu cuarto.

Le dio la mano y dejo que Carter lo ayudara a ponerse de pie. Se


dirigieron a la puerta abierta, y después se detuvieron en seco. Su camino fue
bloqueado por un hombre con el cual Astrid no quería estar solo.

— ¿Te vas tan pronto?—, Dijo Iván sonriéndole los dos. No era una
sonrisa amigable. Astrid había visto esa sonrisa antes pero en otro rostro. Esa
sonrisa prometía nada más que dolor y sufrimiento. Sabía que tenían que huir,
pero ¿Cómo?

Intento poner en funcionamiento su lengua, pero permanecía pesada y


blanda como si estuviera dormida. El pánico se apodero de él desde las
entrañas. Como muchas veces antes en su vida, estaba atrapado.

—Iván, sal de mi habitación—. Carter le gritó, sin darse cuenta del


peligro en el que estaban.

Iván entró al cuarto y cerró la puerta detrás de él. El inconfundible


sonido de la puerta cerrándose con llave hizo que la respiración de Astrid se
acelerara. Malos recuerdos llenaban su mente, y no pudo evitar revivir esos
recuerdos en su cabeza. Astrid trato de abrir la boca para gritar pero no podía
hacer que sus cuerdas vocales funcionaran. —Creo que es tiempo de enseñarte
algunos modales, mi querido Carter—. Y con eso, Iván movió su puño hacia
atrás para tomar fuerza y golpeo a Carter en la cara. Carter no lo vio venir y no
tuvo tiempo para reaccionar. Lo golpeo de lleno y cayó pesadamente contra el
suelo. El terror mantenía a Astrid de rehén mientras veía a Iván golpear a
Carter hasta que el hombre se desmayó.

Cuando Iván hubo terminado con Carter, se puso de pie y limpio sus
sangrientas manos con un pañuelo. Acomodo el pequeño cuadrito de tela de
vuelta en su bolsillo y se volvió hacia él. Las alarmas sonaban en la cabeza de 149
Astrid, diciéndole que se moviera, que corriera, escapara, pero era incapaz de
hacer alguna de ellas. No pudo reaccionar para ayudar a su amigo.

—Astrid, mi amigo, así no fue como anticipe que fuese nuestra primera
reunión familiar, pero no todo es perfecto—. Iván salto como si volara hasta
donde él estaba de pie temblando incontrolablemente. —Ahora, hijo, ¿Por qué
no saludas apropiadamente a tu padre?

¿Mi padre?

Ese fue el último pensamiento de Astrid antes de que sus ojos se


desenfocaran y la oscuridad de la inconsciencia lo reclamara.

150
Capítulo 17

Klaus se había distraído hablando con Ben y Quinn que había perdido la
noción del tiempo. Dos horas habían pasado desde que había dejado a Astrid
sentado en la mesa de la cocina terminando su postre. Ahora que estaba libre,
quería encontrar a su pequeño y dulce compañero para participar en su propio
y especial postre. Llevaba una enorme sonrisa, mientras caminaba por el
pasillo en busca de Astrid.

Primero reviso su cuarto, pero no había señales de su ángel. De regreso


escaleras abajo, reviso la cocina, el cuarto de la televisión, el área de la piscina
techada, los tres lugares favoritos de Astrid, pero aún no tenía suerte de
encontrarlo. Se dirigió a las escaleras, asumiendo que debería estar con Miles
o Trevor. El último hacia que le doliera la cabeza. Sintió pena por el hombre
que le tocara ser la pareja de Trevor. Manos llenas no se acercaba a la
descripción del chico.

Cuando dio la vuelta en la esquina, vio a Ben subir las escaleras.

—Ben ¿Has visto a Astrid?

Ben se paró a la mitad. El hombre tenía un plato en las manos, estaba


comiendo pastel de chocolate. —No. ¿Ya revisaste tu cuarto? Puede que esté
ahí esperándote—. Ben subió y bajo las cejas.

Klaus se rió de la broma de Ben. —Ya lo hice, pero no estaba ahí. Tal
vez Miles lo ha visto.

—O peor, está pasando el tiempo con Trevor—. Ambos gruñeron al


unisonó.

—Oí eso pendejos.


151
Él y Ben se dieron la vuelta para ver a Trevor y a Miles de pie detrás de
ellos. Trevor tenía los brazos cruzados sobre el pecho, haciendo su mejor
esfuerzo en mirarlos de manera estricta y severa. Tuvo que morderse para no
reírse. Miles y Trevor se defendieron muy bien en contra de dos guerreros de
la oscuridad, pero Klaus confiaba que podía decirse que podría ganarle a
Trevor y Miles con un brazo amarrado a la espalda.

—La verdad duele—. Ben se encogió de brazos y siguió comiendo su


pastel.

Trevor comenzó su contra ataque contra Ben, pero Klaus no tenía


tiempo para esto. Astrid no estaba con sus dos amigos, así que ¿dónde estaba?

— ¿Han visto a Astrid? No está en nuestro cuarto, y parece que no


puedo encontrarlo por ninguna parte.

—No lo hemos visto, pero en parte es una de las razones por las que te
buscábamos—. Miles le dio un golpecito a Trevor, empujándolo un paso al
frente. —Diles lo que me dijiste.

— ¿Por qué?—, Pregunto Trevor

—Porque quiero ver que opinan de tu pequeña revelación—, Miles lo


empujo nuevamente.

Los primos comenzaron a pelearse otra vez. Ben se había terminado se


pastel y estaba de pie aburrido mientras el par continuaba su discusión.
Aparentemente habiendo escuchado suficiente, Ben gruño lo más fuerte que
pudo. Ambos se sorprendieron por el sonido y permanecieron en silencio.

—Chicos, estoy cansado y caliente, y en realidad no tengo tiempo para


esto.

—DI—, Trevor dijo mientras movía una mano en el aire.

— ¿Qué?—, Ben le dijo a Miles, —Traducción.

—Demasiada información—. Las cejas de Ben se juntaron mientras 152


veía su pareja. —Cariño, le acabas de decir a Trev que estas caliente.
Ben gruñó bajo. Klaus entendía su molestia. Había sido un día largo, y
no tenías ganas de nada salvo de acurrucarse con su compañero hasta que
ambos quedaran dormidos. Pero no, estaba en la escalera escuchando como
sus amigos peleaban. La preocupación por su pareja lo habían hecho medir la
situación entre los hombres antes de comenzaran a pelearse.

—Caballeros, odio interrumpirlos, pero ¿podrías regresar a lo que


estabas diciendo de Astrid?

Trevor le enseño la lengua a Ben, quien a modo de respuesta hizo lo


mismo,

—Chicos—. Advirtió.

—Está bien, le estaba diciendo a Miles, y comenzamos a hablar de lo


sexy que es Iván.

— ¿Nosotros?—, Miles le dijo, interrumpiendo a Trevor

—Está bien, yo estaba hablando de lo sexy que es Iván.

—Yuck—, Ben dijo mientras se sentaba en las escaleras. —Sólo he


pasado una hora con ese tipo. Es un completo idiota. Se ama a sí mismo de
manera exagerada.

—Es un niño de papi—. Klaus no pudo evitar comentar.

—De vuelta a lo que estaba diciendo—. Trevor los vio feo. —Pasamos
de hablar de lo sexy que es Iván a como se parece Iván a Astrid—. Trevor se
recargo en el barandal y movió la mano frente a él al mismo tiempo que
describía a los dos hombres. —Quiero decir, el cabello de Iván es un poco más
oscuro y es más alto que Astrid. Pero lo que me llamo la atención fueron sus
rasgos faciales. Los grandes ojos azules, nariz recta y respingada y los
pómulos altos. Le dije a Miles que les creería si dicen que son hermanos.

Produjo una imagen de su ángel y de Iván en su mente. Las similitudes, 153


ahora que se las habían hecho ver, eran sorprendentes. Pero ¿Qué significaba?
Astrid no tenía familiares que ellos supieran, excepto…

—Mierda—, dijo mientras subía las escaleras dos escalones a la vez.


Corrió a su cuarto, para revisar si Astrid estaba ahí una vez más. Por favor que
esté ahí. El sonido de pisadas lo siguió.

Cuando entro al cuarto se detuvo tan rápido, que Ben se estrelló con su
espalda. Miro alrededor del cuarto. Aún no estaba Astrid ahí. ¿Dónde estaba?

— ¿No crees que Iván es el padre de Astrid? Si lo es, tiene muchos


huevos de venir ¿no crees?—, Ben se inclinó para poder respirar.

—Eso fue lo que creí, cariño, pero piénsalo. Nadie sospecharía de él.
Demonios, ni siquiera había pensado en la posibilidad hasta que Trevor lo
menciono—. Miles le dijo.

—Espera—. Trevor dijo mientras entraba al cuarto de Klaus. — ¿Me


están diciendo que el brujo sexy es el padre de Astrid?

Klaus no prestaba atención a la conversación que tenía lugar detrás de


él. La preocupación por Astrid lo tenía al borde de un colapso nervioso.

— ¿Alguien ha visto a Iván últimamente?—, Ben preguntó. —Se fue de


la oficina mucho antes que cualquiera de nosotros. Dijo que tenía que hacer
una llamada pero nunca regreso.

—La última vez que vi a Astrid fue hace una hora. No he visto a Iván
desde la cena. ¿Qué está pasando aquí?—, Trevor le dijo a Klaus.

¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición! Busco en su cuarto, revisando el


baño, el clóset, debajo de la cama, incluso lanzo la cama al suelo, para buscar
a su compañero. Su estómago comenzó a dar vuelcos mientras la penumbra se
asentaba en sus entrañas. Tenía un mal presentimiento recorriéndole la piel,
con los años había aprendido a confiar en sus instintos, y estos le estaban
diciendo que Astrid estaba en peligro.

—Carter—, dijo mientras salía del cuarto. —Necesitamos encontrar a 154


Carter—. Se apresuró por el pasillo con Ben, Miles y Trevor detrás de él.
Cuando llego al cuarto de Carter, la puerta estaba cerrada. Toco
fuertemente, luego espero. Carter no contestó, así que toco otra vez
frenéticamente. Se acercó a la puerta y le gritó a Carter que los dejara entrar,
pero nada.

—Oigan, chicos, ¿qué pasa?—, Abner les pregunto dirigiéndose hacia


ellos.

— ¿Has visto a Carter?—, Seguía aporreando la puerta.

—No—, Abner negó con la cabeza. —Venía a ver como estaba—.


Agacho la cabeza mientras lo decía. —Tuvimos una pelea, y solo venía a ver
como estaba.

Intercambio una mirada con Ben, Ben asintió y Klaus tiro la puerta de
una patada. Se apresuró al cuarto pero no había señal de Astrid ni de Carter. El
sonido de un grito hizo que se diera la vuelta. Trevor y Miles estaban en la
entrada del baño. Los dos hombres estaban blancos como fantasmas. Se
acercó al par y los empujo para ver que los había asustado.

—Oh Dios mío.

Carter estaba en el azulejo del suelo recostado en una piscina de su


propia sangre. Su rostro había sido golpeado tan mal, que si Klaus no hubiera
sabido que era Carter, no hubiera sido capaz de reconocer al hombre. Los dos
ojos de Carter están hinchados y cerrados. Moretones negros y azules
marcaban la ensangrentada piel. Se arrodillo y consulto su pulso. Sintió un
leve pum - pum bajo sus dedos.

Abner entró como estampida en el cuarto, medio convertido en su oso.


El dolor de ver a su pareja golpeada de esa manera había producido su
cambio. Le gruño a Klaus. Se hizo hacia atrás y levanto las manos, haciéndole
saber que no estaba amenazando a su pareja.

—Abner solo estoy asegurándome que respira—. Le dijo entendiendo la


situación. 155
Aún medio convertido, Abner tomo a Carter en sus brazos. Sus manos
habían cambiado a patas, y froto su nariz extendida en la mejilla de Carter.
Después de un tiempo y de asegurarse que su compañero aún estaba vivo, el
cuerpo de Abner comenzó a encogerse a su forma humana.

— ¿Quién hizo esto?—, Abner siseo. El hombre había controlado a su


oso, pero por poco. Su bestia estaba justo debajo de su piel, amenazando con
salir y asesinar al responsable de lastimar a su pareja, y Klaus no culparía al
hombre.

—Creemos que fue Iván—, Ben hablo primero. Camino hacia el frente
y puso una mano en el hombro de Abner. —También creemos que pudo haber
secuestrado a Astrid y dejo la casa.

Abner gruño tan fuerte que todos en el baño tuvieron que cubrirse los
oídos. El sonido se ampliaba en el pequeño cuarto. El sonido murió cuando
Carter se movió en los brazos de Abner. Klaus se acercó.

— ¿Carter?—, Klaus se detuvo. — ¿Carter? ¿Nos escuchas?

—Bebé—, Abner le dijo, su voz pesada por las lágrimas. —Regresa a


mí.

Carter se removió en los brazos de Abner e intento abrir los ojos. —No
puedo ver—. Sangre se juntaba en su boca cuando hablaba.

—Está bien, cariño. Tus ojos solo están cerrados porque están muy
hinchados—. Abner pasó los dedos por el sangriento desastre que era el
cabello de Carter.

—Carter, ¿Puedes decirnos quien hizo esto?—, Klaus le pregunto, pero


ya lo sabía.

—Iván—, Carter jadeaba por aire con cada palabra que decía.

Ben se acercó y se arrodillo junto a Abner. —Carter ¿tienes alguna idea


si iban pudo haber tomado a Astrid? 156
Carter asintió. Klaus maldijo bajo. No tenían ni idea donde había
llevado Iván a Astrid, y les llevaba una hora de ventaja. Si Iván no hubiese
sido un brujo, no sería gran cosa, pero Iván era un brujo. Usaría cualquier
medio para cubrir sus pasos, y con la magia de su lado, las posibilidades eran
ilimitadas.

—Le fallé—. Klaus subió las piernas, descansando sus codos sobre las
rodillas. Entonces coloco su cabeza en sus manos y comenzó a llorar. Había
perdido a su ángel.

—Klaus, mírame—. Ben se acercó a él y lo tomo por los hombros


sacudiéndolo fuertemente. Su cabeza cayó y miro a Ben. —Lo encontraremos.
Te lo prometo. Solo quédate conmigo, amigo, ¿ok?

El trance de total depresión en el que había estado cayendo se rompió.


Determinación lleno sus venas. Tenía que creer que encontrarían a Astrid,
porque sin su dulce compañero en su vida, la vida no valía la pena. Y si se
daba por vencido antes de encontrar a Astrid, ¿quién lo salvaría del monstruo
que se lo había llevado?

—Está bien—, Asintió con la cabeza. Ben se puso de pie, y le permitió


ayudarlo a levantarse. — ¿Por dónde empezamos?

—Creí que nunca lo preguntarías—, Ben se rio. —Primero, vamos a


hacer que Elías revise las cámaras de seguridad, para saber hace cuanto Iván
se llevó a Astrid. También haré que Elías jaquee las cámaras de la ciudad para
ver si al menos hay una dirección general hacia donde Iván pudo haberlo
llevado. ¿Qué te parece eso?

—Me parece un plan—, sonaba bien, y en este punto, como su única


opción. Tenía que creer que encontraría a Astrid.

—No te des por vencido. Justo cuando crees que todo está perdido, se
ilumina una luz al final del túnel.

Tomo las palabras de Ben como consuelo. El hombre había sufrido el


mismo problema, y había salido de eso con su compañero a su lado. 157
Ben le dio instrucciones a Abner de llevar a Carter al cuarto que habían
acondicionado como su hospital. Al ser un paranormal, Carter se recuperaría
más rápido que un humano normal, pero aún estaba muy lastimado.
Necesitaba que le limpiaran las heridas e incluso lo suturaran. Klaus admiraba
al joven brujo. A pesar de todo no se había quejado, solo se disculpaba por
haber dejado que Iván se escapara con Astrid. Todos le aseguraron que no
había nada que pudiera haber hecho.

Cuando llegaron al cuarto de guerra, Ben comenzó a ladrar órdenes, y


Klaus tenía una fe ciega por las habilidades de líder del hombre. La esperanza
comenzó a brillar donde la miseria se había asentado. Encontraría a su pareja
de una forma u otra. Con la ayuda de Ben y los otros guerreros, podrían traerlo
de vuelta a casa.

158
Capítulo 18

Se despertó cuando su cabeza golpeo la ventana del pasajero. Abrió un


poco solo un ojo para intentar ver donde estaba. Moviendo la cabeza solo un
poco, vio a Iván en el asiento del conductor. Cerró los ojos cuando recordó
como había llegado a esta situación.

Había estado hablando con Carter cuando Iván entró en la habitación.


Iván había hecho un comentario de que le iba a enseñar a Carter una lección y
después prosiguió a golpearlo brutalmente. Su estómago comenzó a
revolverse, y la bilis regresaba a su garganta al recordar los horribles sonidos.
Astrid recordaba el sonido sordo de Carter golpeando el suelo, y el enfermizo
sonido de hueso siendo golpeado bajo el puño de Iván, mientras este
continuaba sin piedad. Astrid no estaba seguro si el joven brujo había
sobrevivido.

Lo otro que recordaba, y tal vez las peores noticias que había recibido
en su vida, era que Iván había dicho que era su padre. No podía ser verdad.
Después de todo este tiempo, descubría que tenía padres, y su padre había
resultado ser un pedazo de mierda. Porque si su padre era un buen hombre,
¿Por qué había golpeado a Carter de la forma en la que lo había hecho? ¿O por
qué secuestrarlo? Muchas preguntas se formaban en la punta de su lengua,
pero mientras más tiempo fingiera estar inconsciente, más tiempo tendría de
intentar idear una forma de escapar de este desastre.

—Sé que estás despierto—. Dijo Iván detrás del volante, sin quitar la
vista del camino.

Astrid se sentó. Se pegó a la puerta del pasajero tanto como pudo, la


manija estaba fuertemente apretada en su mano. Tal vez podría abrir la puerta
y saltar. No tenía la menor idea a donde iban o porque, y prefería arriesgarse a
sobrevivir una caía a alta velocidad de un auto que la otra alternativa.

—Ni siquiera lo pienses, hijo. Las puertas tienen los seguros contra 159
niños puestos—. Iván se rio. —Que apropiado, ¿no lo crees? Dado que eres mi
hijo y todo eso.

—No me llames así— dijo con más convicción de la que realmente


sentía en ese momento. Seguía batallando con la manija de la puerta, tratando
de abrirla.

—Si fuera tú, cuidaría mi tono. Hijo o no, Aún te puedo dar una dosis
de lo que le di a Carter—. Iván dijo. —Eso es lo malo de la juventud de ahora,
no respetan a sus mayores—. Iván se volvió y lo miro con los ojos
entrecerrados. —Estoy un poco sorprendido que no te alegres de verme. Saber
que no eres solo otro huérfano inútil ocupando espacio.

No podía creer lo que escuchaba. El hombre realmente creía que debía


estar feliz de enterarse que estaban relacionados. De todas las veces que soñó
encontrarse con sus padres, nunca pensó que sería así, con su madre muerta y
su padre un brujo loco.

El temor se concentró en su cuello como un par de fríos dedos


extrayéndole la vida. Su vida había comenzado a mejorar, y ahora se topaba
con otro golpe de la decepción. Respiro hondo unas cuantas veces para calmar
su acelerado corazón. Su estomago comenzó a doler con una mezcla de terror
y coraje. Entre su corazón convulsionante y su estomago adolorido, creía que
iba a vomitar su palpitante órgano y su cena. Pero tenía que ser fuerte y rogar
porque Klaus lo encontrara. Si perdía la esperanza entonces realmente estaba
frito.

Unos cuantos minutos pasaron, pero podían haber sido horas, para lo
que sabía. Iván no volvió a hablar, por lo que pensó que el viejo prefería el
silencio, y eso era mejor para Astrid. Necesitaba tiempo para pensar. El
recuerdo de cuando él y miles habían sido los prisioneros de Malcolm regreso
a su mente. Habían descubierto que Astrid podría escapar de cuartos cerrados
con llave si la distancia no era muy larga. Tal vez el estar emparejado con
Klaus le daría un boom extra para regresar a casa.

Cerrando los ojos, se concentró, Deseo regresar a casa, Deseo regresar


a casa. Lo intento muchas veces más, pero no paso nada.
160
Así que lo intento con una distancia más corta. Deseo estar en el asiento
de atrás.

—Sé lo que estás intentando hacer. Y sería mejor que dejarás de


hacerlo—. Iván bostezó mientras manejaba. —Esa gargantilla de cuero que
tienes está encantada—. Levanto los brazos y sintió la delgada tira de cuero
enrollada en su garganta. —Tiene tu magia atada, así que no puedes ni desear
un vaso de agua.

Apretó tanto los puños que sus nudillos se pusieron blancos por la falta
de sangre. El hombre le había quitado la poca libertad que tenía. Dejo caer los
puños sobre cada uno de sus muslos, provocando un sonido de piel mallugada
por todo el carro.

— ¿Por qué?—, pregunto.

— ¿Por qué, qué? Necesitas ser más específico hijo.

Respingo con la palabra "hijo". Iván pudo haberlo concebido, pero no


era su padre. Él no tenía padre. — ¿Por qué cualquier cosa que has hecho?"

—Tengo cerca de mil años, Astrid, y toda mi vida me he visto forzado a


vivir en una burbuja de reglas. Me dicen que puedo que no puedo hacer. Así
que naturalmente, encontré una manera, con ayuda de otros, para no ser
sometido por las reglas de los guerreros de la luz ni de las del consejo de seres
paranormales—. Iván le sonrió. —Tú, mi hijo, eres la llave para nuestra
libertad.

— ¿La llave?—, No podía escuchar lo que estaba diciendo. —Si soy tan
importante para ti, ¿Por qué me mandaste a vivir con Malcolm y Lucian?

—Esa, mi niño, fue idea de tu abuela—. Iván se relajo en el asiento y


comenzó a tamborilear los dedos en el volante. El sonido alteraba sus ya
destruidos nervios. —Ella también es la persona que te dio tu nombre. Darte
ese despreciable alias hizo muy fácil encontrarte. Es un nombre muy femenino
para un jovencito. Pero por si las dudad eras lo suficientemente inteligente
para escapar, pensó que sería más fácil localizarte puesto que tenías un
nombre inusual. 161
Astrid dejo pasar el comentario de más. Estaba más interesado en esta
abuela que tenía. ¿Había más miembros en esta familia torcida?

—Pero te enviamos a vivir con Malcolm para que te hicieras fuerte, un


verdadero hombre. No podría haberte criado, ya que tu abuelo aún está en el
consejo. Pero ahora puedo ver que todos esos años que pasaste con Malcolm
no hicieron nada para volverte un guerrero obediente y fuerte. Pero pretendo
rectificar eso.

— ¿Hacerme más fuerte? ¿Obediente? ¿Sabías que Lucian me golpeaba


y cuando no me estaba golpeando me violaba?

—No sabía los detalles, pero después de todo eso, sigues teniendo ese
lado bueno proveniente de las hadas—. Iván lo miro cautelosamente. —
Encuentro fascinante que aún estés cuerdo. Debes ser más poderoso de lo que
creíamos.

—Sigo sin entender nada de esto—, susurro, más para él que para Iván.
Toda la información de su pasado y su familia le cayó como bomba. No sabía
si podía soportar más.

—Como estoy seguro que ya sabes, eres mitad hada, mitad brujo, y eso
significa, en teoría, magia sin consecuencias—. Iván acciono la direccional y
dio vuelta bruscamente. —Mi madre y yo estamos cansados de ser sometidos
a la justicia de otros y estamos más que dispuestos en ayudar a la destrucción
del consejo por cualquier medio que sea necesario. Créeme, no somos los
únicos que anhelan escapar de la prisión de vida que nos han forzado a seguir.

— ¿Destruirías y matarías a todos los que has conocido solo para que
puedas usar la magia como te plazca?—. Era un plan demente. Iván seguían
diciendo "somos" ¿Quiénes? Otros estaban siguiendo a su trastornado padre,
pero Astrid no podía entender que papel jugaba él en todo esto. No era en lo
absoluto poderoso.

—Hijo, estás pensando demasiado. Déjalo ser. Todo se aclarará


pronto—. Se alejo cuando Iván estiro la mano para acariciar su cabello. Sin
ser afectado por su reacción, Iván dejo caer la mano. 162
Verdaderamente no le importaba nadie. Tal vez era ese pequeño niño
viviendo en su interior, pero tenía que saber algo, algo sobre su madre. e Iván
era la única fuente de la que podría obtener información.

— ¿Qué hay de mi madre? ¿Alguna vez la amaste?—. Era inútil


preguntar, porque tenía una muy buena sospecha de la respuesta, pero tenía un
atisbo de esperanza.

— ¿Amar?—, Iván parecía sorprendido por la idea. —El amor es para


tontos. Busqué, solo quería poder. Te haría bien aprender eso. Mientras mayor
poder tengas, más respeto obtienes de los demás.

—Eso no es respeto es miedo—, le contestó.

—Llámalo como quieras. Al final no importa, porque eso es lo que


quiero. Pero para contestar tu pregunta, de si ame a tu madre, no. Ella solo era
el vehículo para obtenerte, y una vez que naciste, ella era desechable.

— ¿Así que simplemente la mataste?—. El aire se atoro en su garganta,


y lloro por la mujer que nunca conocería.

—No yo, tu abuela. Odiaba saber que nuestra línea de sangre pura
estaba manchada porque yo embarace a un hada. Así que naturalmente,
después de que naciste, tenía que borrar toda la evidencia de que tenías parte
hada.

Intento detener las lágrimas. Las verdades que Iván estaba diciendo eran
tan crueles como las esperaba. Los seres malos hacían cosas malvadas, y eso
ero lo que parecía era su familia, pura maldad. Cualquier otra pregunta se
había disipado en la niebla. Era débil admitir, pero había descubierto
demasiado para un día. Estuvo en silencio mientras Iván manejaba en la
oscuridad, por el camino de tierra desierto. Los árboles pasaban a toda
velocidad por la ventana, en la borrosa oscuridad. Afuera de la ventana, el
mundo se veía cruel y frío, pero las crudas realidades dentro del auto en donde
estaba sentado eran diez veces peor.

A unos cuantos kilómetros más, un edificio apareció a la vista. Parecía 163


algo así como un granero metálico. Iván redujo la velocidad luego estaciono el
auto. Cuando se hubo detenido, las puertas de metal se abrieron. Dos personas
salieron caminando. Las nubes cubrían el cielo, evitando que alguna estrella
brillase iluminando la tierra bajo ella. Sus ojos se ajustaron, pero aún no podía
reconocer a quienes habían salido a saludarlos. Iván salió del auto para
encontrarse con ellos a mitad del camino. Se dio la mano con uno de ellos y
abrazo

A la persona más pequeña. Permanecieron afuera del auto hablando, y


después como si fuesen uno, se volvieron en su dirección.

Jaló de la tira de cuero en su cuello, tratando desesperadamente de


romperla. El pequeño grupo se dirigió al auto. Astrid comenzó a entrar en
pánico y a enterrar sus uñas en la piel, tratando frenéticamente de aflojar la
tira de cuero. Las nubes se separaron, y mientras se acercaban a la puerta, la
luna brillo en el rostro de la persona más pequeña. No podía creer lo que
estaba viendo. Tenía que ser una pesadilla, Iván abrió la puerta.

—Ha pasado mucho tiempo, Astrid.

Astrid estaba paralizado. No había palabras que pudiera utilizar para


describir el horror que lo mantenía paralizado bajo la mirada observadora de la
mujer que él había creído era su madre.

—Oh, no te dije—, Iván se rio. —Astrid, déjame presentarte a tu


abuela, Constance.

¿Qué? Aún ningún sonido salía de su boca. Su respiración salió como


pesados jadeos. Era como si hubiera sido transportado en el tiempo. Astrid se
sintió como aquel niño pequeño quien solía esconderse bajo la cama para
escapar de las garras de su madre. Pero ahora Astrid sabía que era su abuela.
—Veo que algunas cosas nunca cambian—, Constance dijo amargamente. —
Es mejor que hagas lo que te decimos, o vas a estar seis metro bajo tierra
como tu madre.

Sus palabras crueles fueron dichas sin una pizca de remordimiento. Lo


estaba diciendo en serio. Podrían matarlo si estaba muy fuera de la línea. Un
sudor frío lo recorrió, y sus manos comenzaron a temblar. 164
Klaus, deseo que estuvieras aquí.

165
Capítulo 19

Habían pasado cuatro horas desde que Klaus había descubierto que
Astrid no estaba, pero se sentía como una eternidad. Y no estaban más cerca
de encontrarlo de lo que habían estado antes. Si tan solo pudiera pensar en
algún lugar donde Iván posiblemente llevo a Astrid, donde sea. Pero no podía.
Hasta hace unos pocos días, ni siquiera él había estado en Missouri por más de
una visita casual, así que no había posibilidad de que Iván supiera más que él.
Alguien tuvo que haberlo ayudado.

Se sentó aturdido en la mesa y dio pequeños golpecitos con la pluma en


sus manos contra el mantel. El suave tap-tap lleno el silencioso vacío de su
cerebro. Alrededor de él, la gente se sentaba, hablaba, planeaba maneras de
encontrar a Astrid, pero todo lo que podía escuchar era el tap-tap.

— ¿Klaus?—, una vocecita le susurro cerca de su oído izquierdo. No se


movió. Estaba concentrado en el tap-tap. —¡Klaus!—, La voz subió el
volumen rápidamente.

Sacudiendo la cabeza para espabilar, se volvió para ver a Miles sentarse


a su lado, su rostro reflejaba tristeza. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar.
Klaus podría hacer lo mismo, pero el mantenía su desgracia en su interior. El
derramar una lágrima podría hacer que su resolución se derrumbara en el suelo
como una casa de cartas, y así ¿Cómo podría ayudar a Astrid?

—Lo siento, Miles—. Aparto la vista de los hombres planeando algo


sobre la mesa y se concentró en Miles. — ¿Cómo estás llevando las cosas?

— ¿Yo? Tu pareja ha sido llevada a quien sabe dónde, y me estás


preguntando como estoy tomando las cosas. Todo está mal contigo—. Miles
le sonrió a modo de disculpa. —Al sentarme aquí y verte, puedo darme cuenta
de lo mucho que te importa Astrid.
166
Klaus asintió. Apreciaba las palabras amables de Miles. El hombre se la
había puesto difícil cuando llego, pero entendió que lo hacía por el amor que
sentía por Astrid.

—Klaus, había querido hablar contigo—. Miles miro hacia su pareja,


quien estaba sentado en el borde de la mesa. —Solo.

Asintió una vez más y dejo que Miles señalara el camino. No estaba
logrando nada sentado en la mesa de conferencias mientras los demás daban
ideas para rescatar a su compañero. La sorpresa de lo que había pasado aún
estaba fresca en sus entrañas, manteniéndolo taciturno. Era completamente
inútil por el momento.

Miles lo guio a un cuarto al otro lado del pasillo, del cuarto donde
estaban los guerreros. Por qué Miles necesitaba privacidad no lo sabía. Miles
se sentó, y él se sentó frente a él.

— ¿Puedo preguntarte algo?—, Asintió. —Crees en vidas pasadas y ser


capaz de ver cosas futuras, ¿verdad?

—Sí—. Se encogió de hombros, inseguro de hacia dónde iba la


conversación. —Algunos brujos tienen la habilidad de ver el futuro, o como
Carter, pueden ver el pasado de una persona. Necesita entrenamiento, pero se
puede hacer. ¿Por qué lo preguntas?

Podía sentir las ondas de energía nerviosa saliendo del joven vampiro.
Miles se mordió el labio inferior y miro hacia el suelo. El hombre estuvo en
silencio por mucho tiempo que Klaus se preocupó y cuando hizo el intento de
ir por Ben, Miles hablo.

— ¿Recuerdas que antes dije que había escuchado una voz que me dijo
que le dijera a Astrid que tocara al hombre mientras hacia el deseo, y que el
desaparecería?

—Sí.

—Bueno, la voz está hablando otra vez—. Miles paso las manos por su
cintura y se balanceo sobre la silla. 167
Escuchar voces nunca era una buena señal. Y el tiempo era perfecto si
alguien estaba manipulando a Miles para hacerle creer que oía voces. —Miles,
¿Quién crees que está hablando contigo?—, Le pregunto amablemente.

Miles dejo de balancearse y miro a Klaus con los ojos llenos de


lágrimas. —Mi hijo.

— ¿Tú hijo? ¿Tú y Ben están planeando adoptar o maternidad


sustituta?—. Esta era la primera vez que escuchaba que Ben y Miles deseaban
tener hijos. Eso también puso más fuego a su idea de que alguien estaba
manipulando a Miles para que lo creyera.

—No y no—, Miles se limpió las lágrimas. —Nuestro bebé. De Ben y


mío.

—Son dos hombres, y la última vez que lo revise, no podemos tener


bebés—. Klaus odiaba decirlo, pero el pobre Miles estaba perdiendo la
cordura, o peor, alguien estaba jugando con la mente del joven. —Miles, creo
que alguien está usándote en un intento de causar problemas. Quiero decir,
honestamente, ¿Cómo esperas que tú y Ben sean capaces de tener un bebé?—,
Klaus se estaba frustrando. Estaban perdiendo el tiempo.

—Por un deseo—. Miles susurro tan bajito que Klaus tuvo que
inclinarse hacia él para oírlo.

— ¿Un deseo?—, Negó con la cabeza. — ¿Pero cómo? Astrid no es tan


poderoso.

—No solo, pero juntos lo son.

Se recargo en la silla, mirando a Miles. De acuerdo con Miles, él y


Astrid le concederían el deseo de tener un bebé. Eso no podía ser posible.
Klaus abrió y cerró la boca, pero no podía formular ninguna palabra. No tenía
ni la más remota idea de cómo contestarle a Miles. Todo era posible en el
mundo paranormal, pero…

—Sé que suena loco, pero aún no se ha equivocado. Nos salvó de ese 168
hombre el otro día. Y cuando los paranormales se emparejan, nos volvemos
más fuertes juntos. ¿No es posible que esto pase?—, Miles le pregunto, con
esperanza en su voz. —Tenemos que creer. Es la única opción que tenemos
ahora.

—Supongo—, Miles le sonrió. —Así que Miles, ¿Qué te está diciendo


está voz, tu hijo, ahora?—. No había otra pista, así que puso su fe en Miles y
la misteriosa voz en su cabeza. La voz había salvado a su pareja, Miles y
Trevor de los intrusos que entraron en la casa. Algunas veces en la vida, las
personas tomaban votos de fe y creían en cosas en las que no había razones, y
esa era una de esas.

—Me está diciendo que si todos juntamos nuestra energía podemos


desear por Astrid.

— ¿Qué?—, preguntó. —El único capaz de hacer deseos no está. La


voz en tu cabeza está mal—. Le contestó. Odiaba gritarle a Miles, pero era
otro recordatorio de que Astrid se había ido.

—Dice que el lazo que Astrid y tú comparten es fuerte. Cuando se


emparejaron, parte de tu energía mágica y espiritual, o como quieras llamarle
paso a él, y viceversa. Parte de Astrid está en ti—. Miles dijo
apresuradamente. —Puedes aferrarte a esa magia y puedes desear por él con la
ayuda de otras personas emparejadas. Dice que tiene algo que ver con que
nuestra fuerza de vida es más poderosa puesto que estamos emparejados, y
que esa energía, cuando sea transferida a ti, puede hacer realidad el deseo.

Sonaba absurdamente imposible, pero no podía perder nada intentando


lo que Miles había sugerido. Se puso de pie y sostuvo la mano de Miles. Casi
lo arrastro por el pasillo y pateo la puerta para abrirla. Todas las cabezas se
volvieron hacia ellos cuando entraron al cuarto. Puso una mano sobre los
hombros del joven, haciéndole saber que no estaba solo.

—Diles lo que me acabas de decir—, Asintió cuando Miles lo vio


aterrorizado. Muy rápido, Miles le conto a los guerreros lo que había estado
sucediendo en su cabeza. Algunos estaban escépticos al inicio pero estuvieron
de acuerdo que en el mundo paranormal todo era posible. Ben parecía un poco
sorprendido pero se mantuvo fuerte por su pareja. Klaus no podía imaginarse 169
que le dijeran que iba a ser padre y que su futuro hijo estaba contactando a su
pareja.

Como equipo, tomaron la decisión de intentar la idea de la misteriosa


voz de Miles. Juntarían a todas las personas emparejadas e intentarían desear
por Astrid. El único problema era lo que iban a hacer cuando estuvieran ahí.
Con Klaus siendo el único brujo aparte de Carter, quien todavía tenía que
emparejarse con Abner, en el grupo necesitarían una forma de pelear sin el
inconveniente de ser superados en número por una manada de brujos. Iván era
tan viejo como él y seguramente tendría la ayuda de otros. No lo dejarían solo.

Él y Carter creían que era mejor llamar a los brujos del consejo. Carter
solo tenía permitido decirles que Astrid había sido secuestrado, nada sobre su
sangre de hada. Eso sería arriesgado, y no correría el riesgo de que quisieran
ejecutarlo por eso.

Ahora, solo esperar. Hasta que tuvieran un poco de ayuda, no podrían


hacer mucho. Y no importaba lo mucho que deseaba rescatar a Astrid, no
podía pedirle a los demás que se pusieran en peligro sus vidas o las de sus
parejas sin un plan cohesivo.

—Nos van a ayudar—. Carter anunció cuando entro en el cuarto con un


gran cuaderno y su laptop. —El consejo de brujos ha acordado que Iván ha
roto demasiadas reglas, y puesto que Astrid es inocente, nos ayudaran a
recuperarlo. No les dije que Astrid es mitad hada. Tampoco les dije que vamos
a desear por él. Me inventé una estúpida idea de que hemos sido capaz de
rastrearlos por las cámaras de seguridad—. Carter se rio. —No quiero que
piensen que estamos todos locos. No te ofendas, Miles—, Carter le sonrió a
Miles.

—No me ofendo. Si eso trae a Astrid de vuelta, lo demás no


importaba—, Miles le dijo al brujo.

—Así que, ¿Cómo nos van a ayudar?—, Klaus deslizo su silla para
acercarse a Carter, mientras este abría su laptop.

—Van a activar una bomba mágica.


170
— ¿Qué demonios es eso?—, Trevor pregunto. Se ruborizo cuando
todos en el cuarto lo vieron. —Oh, vamos. No soy el único que quiere saber
qué es eso.

Klaus estaba de acuerdo. En toda su vida, nunca escucho hablar de una


bomba mágica.

—No es una bomba en el sentido tradicional. Es una frecuencia mágica


que se adhiere a nosotros sola—. Carter movió un dedo entre ellos,

Indicando que ellos eran el dispositivo casero. —Cuando lleguemos a


nuestro destino, explotará. Tendremos apenas cuarenta y cinco minutos para
sacar a Astrid antes de que la frecuencia de disuelva. Después de eso, estamos
jodidos.

—Carter, exactamente ¿Cómo nos ayudará esta bomba?—, Klaus le


pregunto al brujo que escribía en la computadora, quien solo lo miro cuando lo
pico en el brazo.

—Cuando explota, cada ser mágico en un radio de cien millas a la


redonda perderá temporalmente sus poderes hasta que la bomba se disuelva—.
Carter miro a Ben. —Eso también aplica para vampiros y cambiaformas.
Básicamente todos seres humanos.

—Maldita sea—. Ben sonrió. —Será una pelea justa que esos malditos
brujos mimados no van ver venir.

—Tengo que admitir. Que necesitaremos muchas armas,


preferiblemente de plata. Podrán no tener ningún poder pero aun así necesitan
métodos convencionales para matarlos—. Carter escribió una nota en la parte
baja de un papel. —Tengo a las personas emparejadas escritas como sigue,
Ben y Miles, Garret y Lachlan, Abner y yo—. La atención de Carter se dirigió
hacia el oso de recargado en la pared.

—Carter, tú y Abner no se han emparejado. Tu energía no nos


ayudará—, Miles le recordó a Carter.

Carter nunca quito los ojos de Abner cuando hablo, y Abner parecía 171
estar atrapado en el mismo trance, mirando ansioso a su futura pareja. —Aún
no somos pareja, pero podemos cambiar eso—. Carter se volvió hacia Klaus.
—Necesitas toda la ayuda que puedas conseguir.

—Tengo que estar de acuerdo con Carter. Necesitamos la ayuda. Pero


¿Estás seguro que quieres hacer todo esto? No te obligaré a nada que
comprometa tus propios deseos—. Quería recuperar a su compañero, pero
nunca obligaría a nadie a hacer algo que no se sentía cómodo haciendo.

—Lo haré—. Abner se enderezó. —Quiero recuperar a Astrid y haría lo


que fuese necesario para traerlo a casa.

—Entonces, está bien. Parece que tenemos un plan. Nos iremos en una
hora—. Ben se levantó de la mesa, jalando a Miles con él. —Eso nos dará
tiempo de juntar nuestras armas y le dará a esos dos—, Ben señalo a Abner y a
Carter, —tiempo para hacer sus cosas.

—Eso no es todo lo que necesitas, hijo.

Klaus, y todos los demás en el cuarto, se volvieron para ver a Benedicto


de pie en el umbral con una sonrisa y vestido con ropas negras. El hombre era
la vivida imagen de su hijo, pero la única diferencia era que Ben tenía cabello
largo y rebelde, mientras que Benedicto optaba por un estilo corte militar.

—Padre, ¿Qué estás haciendo aquí?

—Ya venía en camino después de lo que sucedió anteriormente. Ha


habido desde hace tiempo algunas sospechas con relación a Iván, y después
que escuche que se presentó, tome el primer vuelo. Eres mi hijo—. Benedicto
miro a Miles y corrigió su oración. —Mis hijos. ¿Cómo podría no venir a
ayudar?

Le explicaron muy bien lo que pasaba con miles y como pretendían


llegar hasta Astrid. Si Benedicto no creía en el plan, no lo dijo. Le dio a Ben
un reloj que tenía un localizador GPS. Cuando llegaran a su destino, él y los
otros guerreros podrían tomar los helicópteros que había pedido para ellos.

Klaus siguió a los guerreros Lawson y Finn a un cuarto de seguridad 172


donde guardaban las armas. Guardaron munición, armas de manos, rifles,
escopetas e incluso cuchillos hechos de plata pura. Si algo pasaba, estaban
sobre preparados en cuanto armas, porque es mejor prevenir que lamentar.

La hora había pasado. Miles dijo que tenían que estar afuera para que el
deseo funcionara, algo acerca de ser uno con la naturaleza y usar los
elementos para ayudar a guiarlos.

Cuando camino en el patio trasero, fue recibido por Ben y Miles. Garret
y Lachlan se acercaron también. Tenían sus propios problemas con los que
lidiar en la manada de Garret pero habían dejado todo cuando les pidieron su
ayuda. Garret incluso trajo más personas emparejadas con él y Lachlan.
Mientras más mejor.

Abner y Carter fueron los últimos en llegar. Carter se veía un poco


desaliñado y sin aliento, pero tenía una pequeña sonrisa en el rostro. Klaus
esperaba que el dúo pudiese arreglar las pequeñas diferencias que tuvieran. Le
caía bien el joven brujo, siempre lo había hecho, y el encontrar a tu pareja era
la mejor recompensa que sus largas vidas pudieron encontrar para darles.

— ¿Todos están listos?—, Benedicto le pregunto al grupo. Se las


arreglo para conseguir tres helicópteros para esta misión. Una vez que hicieran
el deseo y estuvieran en la posición deseada, activarían la bomba mágica y el
localizador GPS. Benedicto planeaba despegar tan pronto le dijeran donde
estaban.

—Sí señor—, Ben contesto por todos.

Benedicto camino hacia él y extendió la mano. —Buena suerte, Klaus.


Esto puede parecer insignificante en este momento, pero confía en que el
destino tiene una forma de hacer las cosas, y cuando nació con un propósito,
ni siquiera Dios puede detenerlo.

Klaus lo miro cautelosamente. ¿Benedicto sabía algo que él no? Al final


no importaba lo que el hombre supiera. Klaus vendería su alma para conseguir
a Astrid ileso. Le dio la mano a Benedicto y asintió con fuerza.

Los emparejados formaron un círculo en el centro del patio trasero. Uno 173
a uno, se tomaron de las manos. Miro a Miles, y el joven hombre asintió.
Cerrando los ojos fuertemente, se concentró en Astrid, visualizándolo con su
ojo mental.

Deseo estar en donde Astrid este. Por favor, eso es todo lo que deseo.

Espero por unos segundos después abrió los ojos. Aún estaban de pie en
el jardín trasero. Ben lo miro cuestionándolo.

—Tal vez necesitas decir el deseo en voz alta—. Carter sugirió.

Klaus asintió. —Deseo estar con Astrid—. Esperaron, nada aún. Klaus
soltó las manos que sostenía y cerro los puños en su cabello. Gruñó su
frustración al cielo. ¿Por qué no estaba funcionando?"

—Quítense los guantes—. Como nadie se movió, grito molesto. —


Quítense los malditos guantes. La barrera de cuero provoca que nuestra
energía no fluya hacia Klaus.

—Ya lo oyeron, quítenselos—. Grito mientras se quitaba sus propios


guantes. Regreso a su lugar y tomo las manos que se extendían hacia él.

—Deseo estar con Astrid— Hablo hacia el cielo nocturno lleno de


estrellas. Podía sentir el flujo de energía recorriendo sus manos. Era como
agua recorriendo canales en su cuerpo, directo a su cerebro. El grupo comenzó
a mecerse, y poof estaban de pie en medio de un campo abierto. En frente de
ellos había un pequeño hangar de aviones.

—Demonios, funcionó—. Garret dijo en voz alta.

Klaus le indicó a Ben que se acercara. —Activa el localizador. Démosle


a tu padre una ventaja antes de detonar la bomba mágica.

—Bien pensado—. Ben presiono el botón de su reloj y reviso el área.


— ¿Dónde crees que estamos?

—De acuerdo con tu padre, solo estamos en el este de Springfield,


Missouri—. Miles le dijo, leyendo el mensaje de texto de su teléfono. 174
— ¿Por qué crees que estén aquí?—, Carter pregunto.

—Creo que van a tomar un avión para irse de aquí—. Vio el edificio
frente a ellos. —Parece viejo y abandonado. Nadie sospecharía que están ahí.

—Ok démosle a mi padre algo de tiempo antes de entrar—, Ben ordeno.

Klaus cayó sobre una rodilla y saco una de las miras de su mochila.
Escaneo el área, buscando guardias que pudiesen estar cuidando el edificio.
Había unos cuantos pero no muchos. Eso lo preocupaba, porque el no tener
muchos guardias apostados a lo largo del perímetro parecía inusual.

Un carro se detuvo frente a las puertas deslizantes del hangar. Les


indico a los demás que se agacharan antes de ser vistos. Se concentro en la
puerta abierta del auto para ver quien salía de él.

—No puede ser—. Murmuro para sí mismo. Lo que vio hizo que
comenzara a ponerse de pie, pero Ben tiro de él hacia abajo.

— ¿Qué estás haciendo?—, Cuando Klaus retiro su mano, Ben


arremetió contra él, tacleándolo. —¿Qué demonios te pasa, Klaus?

La respiración de Klaus era pesada. Su cuerpo vibraba con renovada


furia.

—Ben, Lucian acaba de bajar del auto—. Garret le dijo.

Ben maldijo bajo. Se bajó de Klaus y tomó la mano de Miles. Klaus


rodo sobre sus rodillas, viendo como Lucian tocaba en las puertas metálicas.
Solo tomo unos instantes antes de que alguien lo dejara entrar.

—Detona la maldita bomba—, le dijo a Carter.

Carter cerró los ojos por un breve momento y luego los abrió. —Está
hecho.

Klaus dirigió su magia al carro estacionado frente al hangar. Empujo la 175


energía, tratando de hacer que el auto diera vueltas. Cuando eso no paso, miro
hacia donde Abner esta arrodillado, justo al lado de él. —Trata de cambiar.

— ¿Eh?—, Abner lo miro confundido.

—Trata de cambiar. Mi magia no funciona, pero quiero asegurarme que


estamos mágicamente incapacitados, y no solo los brujos.

Observo como el cambiaformas lo intentaba sin éxito. Todos eran


humanos por los siguientes 45 minutos.

—A la cuenta de tres, avanzamos ¿de acuerdo?—. Sin esperar por una


respuesta, comenzó la cuenta. —uno, dos, tres…

Todos se movieron como si fuesen uno solo, como si hubieran hecho


esto anteriormente. Klaus quería entrar. No quería darle a Lucian ninguna
oportunidad de estar a solas con su pareja. Además, el dolor que le causaría a
Astrid ver al monstruo otra vez hizo que se apresura para llegar al edificio.

Mientras se acercaban al edificio, se dividieron en dos grupos, uno en la


puerta del frente y otra en la de atrás. Los guardias en ambas puertas fueron
demasiado fáciles de derrotar. Siendo tomados por sorpresa, no eran
oponentes para ellos.

Klaus escucho cuando Ben hablo por los dispositivos auditivos que
usaban en los oídos. A la cuenta del guerrero iban a entrar. Solo rogaba porque
su ángel estuviese bien.

176
Capítulo 20

Habían pasado horas de desde que Astrid había visto a alguien. Una vez
que volvió a ver a su abuela, quien él creía era su madre, uno de los
subordinados de Iván lo había metido en una oficina vacía. Se sentó con las
piernas cruzadas en la esquina más lejana. Si alguien entrara, estaría viéndolos
de frente. No quería que lo tomaran por sorpresa.

Su mano inconscientemente fue a la banda de cuero de su cuello, y tiro


del collar. Incluso aunque le dijeron que no podía desear quitársela, no dejaba
de hacerlo. Pero al final, nada paso. Había vuelto a ser un inútil.

—Ugh—, Golpeo la cabeza contra la pared en la que estaba recargado.


Solo por una vez quería estar en control de algo, lo que sea. Odiaba ser la
víctima.

Vio alrededor del cuarto, buscando algo que pudiese usar como arma
improvisada. Pero todo era inútil al menos que el polvo se haya vuelto letal.
Iván lo había llevado a un viejo hangar de aviones en medio de la nada, un
lugar donde Klaus o los guerreros no serían capaces de adivinar fácilmente.
Así que, en otras palabras, estaba frito.

Oyó voces a la distancia. Venían de un lugar lejano, y no podía entender


lo que decían. Gateo y puso su oído contra la puerta. Las voces se hacían
subían de volumen, y las vibraciones del suelo le advertían que quien fuese
esa persona se estaba acercando a él. El sonido de fuertes pisadas lo hicieron
arrastrarse de regreso a la pared más lejana. Los vellos de los brazos se
erizaron cuando la manija dio vuelta, e Iván cruzo el umbral.

—Astrid, mi hijo, tengo una visita sorpresa para ti—. Iván se rio,
mientras se hacía a un lado para dejar pasar al hombre.

Jadeo, y su corazón se congeló por el miedo. Incluso en la tenue luz del 177
cuarto, reconocería esa cara donde fuera. Lucian. Instintivamente puso las
manos sobre su rostro para cubrirse de los puños del hombre. Su padre y
Lucian se rieron por su reacción.

—Oh, vamos Astrid, ¿Esa es la forma de saludarme?—, Dijo Lucian


mientras se arrodillaba frente a él.

Sus labios temblaron al igual que su cuerpo. El sonido de su ropa


chocando contra sí misma, debido a sus temblores incontrolables era el único
sonido de la habitación. El aire quedo atrapado en su pecho cuando la
impotencia y el terror entraron en su cuerpo. Cada mal recuerdo entro en su
mente en una sucesión rápida.

—No tengas miedo, cariño—. Lucian paso sus nudillos a lo largo del
costado de su rostro. Se estremeció con el toque, y Lucian solo se rio. —
Ahora que te tengo de vuelta, nadie, y quiero decir, nadie, me va a quitar de
nuevo a mi mascota.

—No soy tu mascota—. Susurro a través de sus temblorosos labios. —


Y nunca me tendrás. Amo a Klaus, y no me puedes quitar eso, ni a golpes.

La mirada de Lucian se oscureció, y su mano se cerró fuertemente en la


barbilla de Astrid. Este se mordió la lengua para evitar llorar cuando las uñas
de Lucian se enterraron en la suave piel. Ya había llorado demasiado por la
miseria que este hombre le producía. No iba a darle ni una lágrima más.

—Parece que en el tiempo en que estuvimos separados, olvidaste como


tratar a tu maestro—. Lucian aflojo el agarre, y sus ojos se fueron hacia Iván.
—Aunque no te preocupes. Lo que nos sobra es tiempo para corregir eso.

—Lucian, ¿Te importaría darme un momento a solas con mi hijo?—,


Una sonrisa se dibujo en el rostro de Iván cuando le pidió un poco de
privacidad a Lucian.

—Por supuesto—, Lucian acaricio la mejilla de Astrid mientras se ponía


de pie. Le sonrió y luego asintió hacia Iván y salió de la habitación.

El aire que Astrid había estado aguantando salió rápidamente. Sus 178
pulmones quemaban por la falta de oxígeno. Sabía que no había ni una pizca
de amor en la preocupación de Iván, pero ¿por qué si lo necesitaban, se lo
entregarían a Lucian? ¿Cómo esperaban que quisiera apoyar su causa si era
abusado por el hombre al cual había sido entregado?

— ¿Por qué está aquí?—, finalmente pregunto.

— ¿Lucian? Porque necesitamos su ayuda con nuestra misión de tomar


el Consejo y tú fuiste el agente de la transacción. Parece que está muy
interesado en ti por alguna u otra razón—, El nulo interés en su tono daba a
entender que no podría entender porque alguien pudiese si quiera querer estar
cerca de él. Le hubiese dolido, pero no le importaba lo que Iván pensase.

—Estás loco—. Astrid se rio histéricamente. —Las cosas que el hombre


me ha hecho y me hará—. Lágrimas caían en sus mejillas mientras negaba con
la cabeza. —Nunca te ayudaré—. Astrid cerró los puños en su cabello, jalando
de los rubios mechones hasta que le dolió la cabeza.

—Verás, ahí es donde te equivocas. Si quieres que tu preciado Klaus


viva, tendrás que ayudar a la causa de los guerreros de la oscuridad. Porque si
no lo haces, tu compañero enfrentara su muerte.

Astrid no podía creer lo que Iván estaba diciendo. Lo estaba


chantajeando para que los ayudara. ¿Qué demonios había hecho en su vida
pasada para conseguir una mierda de vida en la siguiente? Aún ni siquiera
estaba seguro que era lo que querían que hiciera.

Astrid se puso de pie de un golpe. — ¿Qué es exactamente lo que


quieres que haga?—, gritó. —Ni siquiera estoy seguro que pueda servirte de
algo. Aún estoy aprendiendo.

—Astrid—. Iván se movió lentamente para verlo. — ¿Te acuerdas lo


que te dije antes de magia sin consecuencias?— Asintió, aún sin entender. —
¿Qué tan fácil sería desear que un miembro del consejo desapareciera o
doblegar su voluntad para haga lo que tu deseas? Contigo, va a ser muy fácil.
Una vez que nos encarguemos de los líderes, el consejo colapsara, y entonces
los guerreros de la oscuridad podrán abalanzarse y asesinar al resto y a
cualquier otro que no esté dispuesto a aceptar el nuevo régimen. Con el nuevo 179
sistema, podremos hacer lo que queramos. Podremos vivir las vidas que se
supone deberíamos tener con la libertad de usar la magia como nos plazca, no
como le plazca a los arrogantes idiotas del consejo.

— ¿Matarías gente inocente solo para conseguir lo que quieres?

—Sí—, Iván se encogió de hombros con indiferencia. —Ya lo he hecho


antes—. Sin otra palabra más, Iván salió del cuarto.

Sed deslizo por la pared hasta que su trasero toco el duro suelo de
piedra. El frío de la tierra se filtro por sus pantalones, haciendo que temblara.
No fue solo el descenso en la temperatura lo que lo hizo temblar sino la
completa impotencia que sentía. De cualquier forma, estaba jodido. Si
ayudaba a Iván, gente moriría y si no lo hacía, Klaus lo haría.

No sabía qué hacer. Descansando la frente en sus rodillas, comenzó a


llorar. La injusticia de todo eso no era merecida. Era un arma del mal, y su
padre biológico iba a explotar todas sus habilidades de la manera que mejor le
beneficiara.

Tenía que encontrar una manera de escapar e ir con Klaus. Juntos, y con
la ayuda de sus amigos los guerreros de la luz, podrían pensar en una manera
de detener a Iván. Era necesario.

—Tengo cinco desde mi perspectiva. ¿Qué tienes?—, Ben le pregunto a


Klaus a través del auricular.

Subió a la parte superior con agilidad y se asomo por la ventana rota.


Solo contaba cinco individuos, y dos de ellos eran Iván y Lucian.
Retrocediendo, le contesto a Ben. —Solo puedo contar cinco. Pero no veo a
Astrid entre el grupo.

—Yo tampoco. Probablemente lo tienen guardado en alguno de esos


cuartos de la parte más alejada del edificio. No te preocupes, hombre.
Encontraremos tu chico—, Ben prometió. 180
Con la bomba detonada, previniendo que cualquier paranormal dentro
pudiese usar sus habilidades mágicas, tenían que moverse rápido. El tiempo se
agotaba, y su ventana de oportunidades se estaba disolviendo a cada segundo.
Tenían que actuar ahora.

—Ben, el tiempo se está agotando. Hagamos esto—. Dijo por su línea.

—Estoy de acuerdo. Digo que puesto que tenemos el elemento sorpresa


de nuestro lado, entremos disparando. A la cuenta de tres, abran la puerta de
una patada y maten a los desgraciados.

Estaba de acuerdo, y a la cuenta de tres, se puso de pie y pateo con


todas sus fuerzas, mandando a volar la puerta por la habitación. Incluso sin su
magia, era un hijo de puta muy fuerte. Años de entrenamiento lo habían
preparado para situaciones como esta. A veces la magia no era tu mejor
recurso sino tus habilidades físicas. Y planeaba ser muy físico con Lucian. El
desgraciado iba a pagar por lo que le había hecho a Astrid.

Cuando las puertas salieron volando, los cinco hombres en el centro del
cuarto se volvieron hacia ellos. Iván no parecía sorprendido de tener un arma
apuntándole a la cabeza.

—Oh, qué lindo, el cavallero a venido a salvar a la pequeña hada—.


Lucian se burlo mientras sus hombres se rieron.

— ¿Dónde está Iván? Si quieres sobrevivir a esto, entréganoslo ahora,


nadie tiene que salir lastimado—. Inclino la cabeza para mirar a Lucian. —
Excepto por ti. Tú vas a morir por lo que has hecho.

La risa sin alma de Lucian hizo eco en el edificio abandonado. —


Realmente lo crees, ¿verdad?—, Le dio un pequeño golpe a Iván. —Estoy
cansado de esto. Mueve la nariz, chasquea los dedos, haz lo que sea que hagan
los brujos y termina con ellos.

—Me encargaré de ellos, hijo. Guarda tu energía.

Klaus parpadeo muchas veces, sin creer lo que estaba viendo. 181
Constance Reznik, la madre de Iván, entro en su campo de visión. No era
bueno. Si el padre de Iván, Van, era parte de este desastre, estaban totalmente
jodidos.

Van Reznik, un oficial de alto rango en el consejo de brujas, tenía


aliados por todo el mundo. Con sus conexiones podría tener orquestado todo,
la concepción de Astrid y la destrucción total del Consejo de Seres
Paranormales. Pero no tenía ningún sentido. Conocía a Van desde que era un
pequeño niño. Era amigo del hombre. Van nunca había mostrado ni un gramo
de duda o desdén en contra del consejo. Van peleaba por igualdad y justicia en
el mundo. Algo faltaba.

—Veo que trajiste a tus juguetes—. Constance dijo mientras señalaba el


rifle que sostenía fuertemente en la mano. —Niño tonto, tú mejor que
cualquiera de esos tontos, sabes el poder de los brujos, especialmente uno
viejo como yo.

— ¿Quién es?—, Carter le pregunto cuando llego hasta el frente.

—Soy la madre del hombre con el que has estado fornicando los
últimos meses, bobo.

Abner gruño detrás de él. Klaus sabía que no estaba contento de que le
restregaran la relación pasada de Carter en la cara. No podía culpar al hombre.

Como Carter la miro sin entender, la mujer puso los ojos en blanco. —
Honestamente, hijo, ¿Cómo aguantaste a un idiota tan simple por tanto
tiempo?

—Lo siento—, Carter se rio. —Simplemente estoy sorprendido, es todo.


Estaba seguro que Iván había nacido del huevo de algo, pero supongo que me
equivoque—. Carter se encogió de hombros, haciendo que su rifle se alzara.
—Después de conocerte, supongo que el viejo dicho es verdad.

— ¿Y cuál es ese?—. Pregunto mirando con odio a Carter.

—De tal palo tal astilla, y en el caso de tu hijo, sería un puto palo.
182
La cara de Constance se contrajo por el coraje con el comentario. Klaus
no pudo evitar reírse ante el rostro paralizado de la mujer, y no era la única.

—Lamentarás haber dicho eso—. Apuntó su huesudo dedo hacia Carter.


—Por el tiempo y el espacio quita a estos cretinos del paso.

Esta vez Klaus puso los ojos en blanco. Constance era una bruja vieja, y
aún creía que las palabras tenían el poder, no la persona, pero el poder propio
era lo que hacía que la magia funcionara, nos las elaboradas rimas.

Como su hechizo no funciono, lo repitió. Aún sin éxito. Golpeo la tierra


con el pie y miro a Iván. — ¿Qué está pasando aquí?

—No lo sé—. Iván dijo mientras mandaba miradas asesinas a Carter.


Obviamente estaba intentando hacer uso de su magia y estaba usando a Carter
como blanco.

—Oh, se nos olvidó decirles—. Carter dio un paso hacia adelante y le


sonrió a Iván. —Formulamos nuestro propio y pequeñito hechizo.

— ¿Eso qué significa?—, Iván le gruño al joven brujo.

—Significa que sus traseros brujitos no tienen poderes—. Dijo Ben


cambiando su atención a Lucian. —Tú también, dientitos. Por ahora, son
simples mortales. Así que les preguntaremos otra vez. ¿Dónde está Astrid?

El sonido de neumáticos chirriantes y puertas abriéndose hizo que todos


se volvieran a la puerta principal. La puerta deslizante de metal se abrió, y al
menos unos cincuenta tipos diferentes de paranormales estaban de pie frente a
ellos. Algunos de ellos, Klaus los conocía por juntas del consejo, y algunos
otros nunca los había visto. La magia no los ayudaría, pero aún así los
superaban en número. Benedicto necesitaba llegar rápido o serían
exterminados.

—Así qué, ¿Quién quiere jugar?—, Lucian chasqueo los dedos, y sus
hombres se les abalanzaron.

183
Capítulo 21

Alzó la vista cuando escucho la voz de Klaus. Al principio creyó estar


oyendo cosas, imaginándose lo que quería escuchar. Pero después escucho la
voz de Ben y Carter y sabía que habían ido por él. No tenía ni idea como lo
habían encontrado, sin embargo estaba muy agradecido.

Se puso de pie y corrió a la puerta. La perilla no se movía. Golpeando la


puerta con el hombro, Astrid intento abrirla. Todo lo que consiguió fue dejarse
el brazo morado.

El sonido de disparos lleno el edificio, y se lanzó sobre su estomago y


se cubrió la cabeza. Voces y gritos le siguieron a los disparos. Sintió el mismo
hormigueo de pánico que siempre sentía cuando cosas malas sucedían. Se
quedo sin moverse en el suelo, sin siquiera gritar por ayuda.

Sin pensarlo, comenzó a tirar de la gargantilla de cuero de su cuello, y


para su sorpresa se rompió. Se sentó y miró la pieza de cuero que lo había
mantenido prisionero.

—Soy libre.

Valentía y esperanza burbujearon en su interior. Tenía un arma que


podía usar en contra de su padre y Lucian, él mismo. Gateo hasta la puerta
manteniendo agachado. Con balas volando por los alrededores, no quería ser
herido por una bala perdida. No lo mataría pero le dolería demasiado.

—Deseo que la puerta se abra—. Espero, pero nada paso. Así que lo
volvió a intentar, pero nada. Tomo la perilla, comenzó a agitarla y a gritar por
ayuda. Alguien lo escucharía e iría a ayudarlo. Tenían que hacerlo.

184
Parecía que una vez que derribaban a un paranormal, tres más aparecían
en la niebla. Klaus y los hombres habían sido capaces de alejarse del centro
del cuarto y de regresar la esquina donde estaban las viejas maquinarías. Las
usaron para evitar las balas que los hombre de Lucian les lanzaban.

—Ben, ¿Dónde demonios está tu padre?—, Klaus grito por encima del
ruido.

Como si los hubieran llamado, el ruido de hélices se filtró por las


ventanas rotas del hangar, mandando tierra y escombros volando por los aires.
Benedicto había llegado con más guerreros, y un tiroteo se inicio afuera del
edificio.

—Solo tenemos que arreglárnoslas para salir de aquí—. Klaus dijo


mientras descargaba sus armas en los enemigos que se acercaban.

—Mejor que lo hagamos. Mi compañero y yo tenemos un hijo que


planear, y tú y Astrid son un factor importante en ese aspecto—. Ben se puso
hombro a hombro con él mientras tomaban turnos para dispararle a los
enemigos. —No nos moriremos hoy, mi amigo, hoy no.

Miro hacia abajo cuando sintió un tirón en el pantalón, y vio a Miles


viéndolo. —Cúbreme a Carter y a mí.
— ¿Qué? ¿Estás loco?—, susurro.

—Las oficinas están justo detrás—. Miles señaló hacia un pequeño


pasaje que llevaba a un pasillo. —Si nos cubren, podremos sacar a Astrid. Por
favor, Klaus—, Miles le rogo.

— ¿Estás perdiendo la razón?—. Ben le grito a Miles. — ¿Te olvidaste


que ahora eres humano? Tus habilidades no están aumentadas. Lo que
significa que no eres fuerte ni rápido como lo eres cuando eres un vampiro.

—Ben, el tiempo se acaba y todos tendremos nuestros poderes de


regreso. Esta podría ser nuestra única oportunidad. Nuestro hijo dice que nos
preocupemos y que tengas fe en mí—. Miles le sonrió ingenuamente a Ben. —
Yo agregue la última parte, pero es verdad. Lo puedo hacer. Ahora cúbrenos. 185
Antes de que Ben pudiera contestar. Miles y Carter se lanzaron. Con o
sin su ayuda, hiban a correr e intentarlo. Klaus se movió hacia el otro lado,
apuntando su arma hacia una mesa de metal que estaba volteada, y abrió
fuego de cobertura. Ben le grito a los dos hombres que corrieran, y lo hicieron.
Miro sobre su hombro para ver a los dos hombres saltar y aterrizar en el área
del pasillo. Sintió gran alivio al ver a los hombres a salvo. Ahora solo
necesitaban distraer a los matones de Lucian hasta que sacaran a Astrid de
aquí.

El sonido de pisadas y susurros llego a sus oídos. Astrid se puso de pie


y se puso contra la pared aún lado de la puerta, estaría listo para ellos. Puso
sus manos juntas, listo para golpear a quien entrara con ambos puños, pero se
detuvo en el último minuto cuando vio a Carter mirándolo fijamente.

— ¿Qué demonios, Astrid?

— ¿Carter?—, Sonrió a su nuevo amigo, feliz de verlo con vida. Se fue


hacia adelante cuando vio a Miles salir de detrás de Carter. Abrazo a los dos
hombres, y los apretó.

—Aire, necesito, aire—. Carter jadeo.

Los dejo ir, y tomo la mano de Miles. —Algo malo pasa—, dijo con
pánico. —No puedo desear nada, mi magia se fue.

—Cálmate. Carter y algunos brujos del consejo detonaron una bomba


mágica que hace que todos los paranormales pierdan sus poderes. No te
preocupes, recuperarás tu magia, pero necesitábamos darle a Iván donde dolía.

—Y no hay mejor forma que quitarle su magia—. Carter dijo con una
sonrisa. —Castraremos a ese idiota.

—Está bien—, Miles miro raro a Carter. —Salgamos de aquí.


186
Miles tomo la mano de Astrid mientras Carter los guiaba por el pasillo.
El tiroteo todavía estaba en su apogeo, pero siguieron. Estaba muy cerca de
Miles mientras lo seguía. Llegaron al final, cuando un hombre apareció.

—No tan rápido hijo—. Iván empujo a Carter al suelo. Cuando Miles se
interpuso en su camino, Iván lo golpeo en la cara. Astrid grito cuando Miles
cayó al suelo.

Miro a su padre, después a Miles quien estaba desplomado en el suelo,


hizo lo único en lo que podía pensar. Grito.

187
Capítulo 22

Klaus dejo caer el rifle en su mano cuando escucho el grito aterrador en


la dirección donde Miles y Carter habían estado. Ben también lo escucho, y
siguió su mirada a la entrada del pasillo. Un mal presentimiento se instalo en
la boca de su estomago.

—Vayan, nos encargamos nosotros—. Garrett les dijo indicándoles con


la mano que se fueran.

Esperaron hasta que Abner les dio la seña, y él y Ben corrieron por sus
vidas a través del hueco entre ellos y el pasillo. Él y Ben eran mucho más
grandes que Miles y Carter y eran un objetivo mucho más grande. Abner les
hizo señas y ellos saltaron. Cayeron pesadamente contra el suelo. Gruñó
mientras rodaba hacia su costado para ver a Miles y a Carter desplomados en
el suelo, y sin señal de Astrid.

—Oh, Dios no—. Ben se puso de pie con problemas y corrió a un lado
de Miles, mientras Klaus revisaba a Carter. —Cariño, despierta. Por favor
despierta"

La cabeza de Miles colgaba de un lado a otro, antes de que abriera los


ojos. Trato de sentarse, pero Ben puso una mano sobre su hombro, evitándolo.
—Iván tiene a Astrid.

Klaus se puso de pie y corrió a toda velocidad por el pasillo. Se derrapo


para detenerse cuando escucho que Astrid respingaba. Dando la vuelta en la
esquina, alzo la vista para ver lo que pasaba. Iván tenía a Astrid por el cuello,
burlándose en su cara. La ira lo hizo moverse rápidamente por el cuarto.

Iván se volvió cuando lo escuchó avanzando hacia él. Jaló a Astrid


frente a él y puso el filo de la navaja que tenía en la mano en la garganta de
Astrid. Una pequeña gota de sangre goteo por el borde. —No tan rápido, 188
Klaus. Si quieres que mi hijo viva, retrocederás.
—No lo matarías. Astrid significa demasiado para tu causa—. Señalo
con la mano hacia el cuarto. —O, te estarías tomando tantas molestias—. Era
una apuesta. Iván se veía inestable y desesperado, y en ese momento, capaz de
cualquier cosa, y no quería que Astrid se volviera una muerte provocada por la
locura del hombre.

—Klaus—, Astrid grito. La pequeña acción de hablar hizo que la


cuchilla se enterrara más. Se retorció de dolor.

—No lo entiendes, ¿verdad? De cualquier modo vendrán por él. Si no


soy yo, será alguien más. Yo mismo ya he sacrificado demasiado para traer a
este gran idiota al mundo. Es mío—. Iván giro el cuchillo y golpeo en las
sienes a Astrid con el mango, dejándolo inconsciente. Iván lo aventó a un
lado, y este cayó al suelo con un ruido sordo.

Klaus se movió hacia Iván. La ira asesina energetizaba sus pasos. —


Lamentarás haber hecho eso—, le dijo con los dientes apretados. Después de
una mirada preocupada a su pareja, Klaus arremetió contra Iván.

—Tanta rabia por un híbrido—. Iván dijo mientras saltaba para


esquivarlo. —A penas si merece el aire que respira. Si no lo necesitáramos
tanto, lo hubiera matado yo mismo.

— ¿Cómo puedes decir eso?—, Lanzó un puñetazo, conectando con la


barbilla de Iván. —Es tu maldito hijo."

—Esa es la rectitud que muestran—, Iván hablo con desdén, su sangre


manchando la tierra. —Tu familia creía que eran tan superiores,
cacaraqueando sobre la igualdad y la necesidad de controlar lo que es nuestro
por naturaleza. Déjame decirte algo, no todos somos iguales. Algunos somos
mejores.

El golpe de Iván le dio de lleno en el pecho. Trastabillo hacia atrás y se


doblo por la cintura para recuperar el aliento. Iván aprovecho este momento de
debilidad, y lo golpeo con la rodilla, la cual conecto con su nariz. Dolor surgió
directo de su cerebro, al mismo tiempo que la sangre chorreo en sus manos y 189
cubrió su rostro. Cayó de lleno en el suelo.
Levantó una mano cuando Ben intentó ir a ayudarlo. —Esta es mi pelea.
Mantente al margen—. Ben asintió mientras mantenía a Miles y a Carter
detrás de él.

—Tú y las estúpidas ideas del consejo—. Iván remarcó mientras


marcaba círculos a su alrededor. — ¿Cuánto tiempo piensan que pueden
controlarnos? A algunos de nosotros nos gustaban como eran las cosas antes,
nos gusta ser capaces de hacer lo que queramos cuando queramos. El consejo
nos robo nuestra libertad, y ahora la estamos recuperando—, Iván se lanzó
hacia él.

Klaus se puso de pie, sujetándose la cabeza, puesto que su visión se


movía a su alrededor. Frotándose los ojos, parpadeo para poder enfocar bien a
Iván. El rostro del hombre se había transformado a algo anomalístico por el
coraje. Klaus trato de alejar a Iván del lugar donde Astrid estaba inconsciente
en el suelo. Camino con sus inestables piernas hacia la esquina más lejana del
cuarto, alejándose de los demás.

—Estás loco Iván—, Bloqueo el golpe de Iván con el brazo izquierdo y


lo golpeo con el derecho, dándole directamente en el pómulo.

—Estúpido idiota, tu mejor que nadie sabes que la magia solo puede ser
contenida por mucho tiempo antes de que te explote en la cara—. Iván se
agacho para tomar el cuchillo que había desechado. —Este es el momento de
despertar. Algunos paranormales estamos enojados y estamos recuperando
nuestras vidas.

El sonido de una alarma hizo que Klaus perdiera de vista a Iván. Carter
había dicho que después que su reloj sonara tendrían solo segundos antes de
que todos recuperaran sus habilidades mágicas. Sus ojos se fueron hacia los
hombres en la esquina, e Iván fue hacia él, acorralándolo en la esquina lo
amenazo con el cuchillo apuntándole a la barbilla.

— ¿Algo que decir antes de que vayas a visitar a tus padres?—, Iván
hundió la punta del cuchillo en su piel.
190
Astrid recupero la conciencia con Carter merodeándolo. Estaba
hablando pero Astrid no podía escuchar lo que decía. Abriendo y cerrando los
ojos, escucho algo acerca de él. Los sonidos apagados de pelea lo hicieron
volverse hacia la batalla sostenida entre Iván y Klaus. Quiso ir pero Carter lo
detuvo.

—Astrid, ¿Puedes oírme?—, Carter le preguntó. Movió la cabeza


afirmativamente como respuesta. —Astrid escúchame. El tiempo se agota.
Solo tenemos unos minutos antes de que la bomba desaparezca y todos
regresen a la normalidad—. Volvió a mover la cabeza, aún no entendía lo que
Carter quería decirle. —Tenemos que eliminar a Iván antes de que recupere su
magia.

— ¿Pero cómo?—, Su cabeza se movía de un lado a otro mientras veía


a Carter.

Carter miró sobre su hombro y luego lo volvió a ver. —Miles dice que
si deseas, mientras Klaus tiene sus manos sobre Iván, puedes matarlo.

— ¿Qué? También estoy afectado por la bomba. No puedo desear


nada—, dijo con pánico.

—Esa es la parte difícil. Tienes que acercarte lo suficiente a Iván para


que cuando la bomba se disipe lo puedes tomar con la guardia baja y hacer tu
deseo—. Carter le dio un apretón en la brazo. —Fácil ¿no?

— ¿Pero cuando voy a saber que eso paso?

—Cuando la alarma de mi reloj suene tendrás solo segundos antes de


que todo vuelva a la normalidad—. Carter se encogió de hombros. —Al
menos normal para los paranormales.

¿Acércate sin ser visto? No creía que fuese posible, pero tenía que
intentarlo. Un fuerte golpe vino de la esquina donde su pareja y su padre 191
estaban pelando. Su corazón casi se detiene cuando vio a Iván acorralar a
Klaus contra la pared con un cuchillo en su garganta.

Poniéndose de píe, escarbo en su interior por un valentía que no sabía


que tenía. Camino de puntillas detrás de Iván, escuchando las horribles
palabras que su padre le decía a su pareja.

— ¿Algo que decir antes de que vayas a visitar a tus padres?

Ante la amenaza de Iván la inquietud que tenía desapareció. Ese


asustadizo y aterrorizado niño que rogaba por morirse se desvaneció, y en su
lugar estaba un hombre. Un hombre listo para buscar venganza por los años de
abuso sufrido por la negligencia de su propio padre.

—No, pero yo sí—, dijo molesto. Con el sonido zumbante del reloj de
Carter, encajo las uñas en la parte superior de los brazos de Iván. Él pudo
sentir a Iván tensarse bajo sus dedos, y el cuchillo se deslizo por sus dedos.
Hizo contacto visual con Klaus. —Sujétalo.

Las cejas de Klaus se juntaron en confusión, y Astrid le indico con la


cabeza sus manos. Una vez que Klaus sujeto a Iván, se inclino cerca del oído
de su padre.

—Espero que haya un lugar especial en el infierno reservado para ti,


donde recibas el mismo trato que yo recibí los pasados cien años de mi vida—
. Dijo las palabras con tanta fuerza que saliva cayó en el rostro de Iván —
Deseo que estuvieras muerto.

El cuerpo de Iván comenzó a sacudirse, y él lo soltó. Klaus se deslizó de


enfrente de Iván y tomo a Astrid por la cintura y se alejo del brujo.

— ¿Qué has hecho?—, Iván dijo mientras se movía lentamente a verlos.

Haz de luz salían del cuerpo de Iván y brillo en la oscuridad. Su cuerpo


se contorsiono en posiciones que no eran posibles hacer. El sonido de huesos
rompiéndose hacía eco en las paredes. Iván abrió la boca, pero no salió ningún
sonido. En el siguiente segundo explotó en cenizas, haciendo una pila en el
suelo. 192
Astrid estaba de pie, aturdido por el hecho que acababa de ver a su
padre morir, por su propia mano, y no sentir nada. El hombre nunca le mostro
ni una pizca de amor, así que era lo justo. No tenía ilusiones de ser parte de la
familia de su progenitor. Iván estaba muerto y no podía estar más feliz. Había
amenazado a su pareja y a su familia. Matar a Iván era la única forma de
salvarlos.

—Ángel ¿Estás bien?—, Klaus le preguntó, pasando sus manos por su


cuerpo, buscando heridas.

Astrid tomo las manos de Klaus, tranquilizando sus movimientos. —


Estoy bien, nunca me sentí mejor—. Le sonrió al hombre que amaba más que
a su vida, porque sin Klaus, la vida no valía la pena ser vivida.

Klaus le devolvió la sonrisa. Su mirada se dirigió a los labios de Klaus,


y no pudo evitar acercarse para robarle un beso. Alzo los brazos y llevo sus
manos a jugar con el cabello de Klaus, acercándolo, profundizando el beso.
Necesitaba sentir la vida pasar a través de Klaus, para probar que estaba vivo,
y que estaban bien.

El sonido de alguien aclarándose la garganta hizo que se alejara de


Klaus. Se volvió para ver a Ben, Miles, y Carter sonriéndoles.

—Me alegro que los dos estén bien, pero creo que debemos revisar a los
demás antes de que ustedes dos se redescubran, si saben a lo que me refiero—.
Carter movió las cejas hacia arriba repetitivamente.

Calor cubrió su rostro por las palabras de Carter. Klaus envolvió sus
brazos alrededor de él y lo jaló cerca. —Todo se quedó espantosamente
silencioso. Deberíamos ir a averiguar qué es lo que está pasando. Es posible
que no haya terminado—. Dijo Klaus separándose de Astrid. —Ustedes tres se
quedan aquí mientras Ben y yo vamos a ver qué es lo que está pasando allá.

—Estás loco si crees que te vas a apartar de mi vista—. Astrid le


contesto a Klaus. —Si no te has dado cuenta, tengo mis poderes de regreso,
así que esos, esos—, señalo hacia la puerta abierta —chicos malos deberían
cuidarse. 193
Klaus elevo tanto las cejas que tocaron la línea de su cabello. — ¿Está
bien?—, Miro a Ben, quien asintió mostrando que estaba de acuerdo.

—Sí, de hecho creo que puede que necesitemos de su magia combinada


por allá si la pelea se fue hacia el sur y nos están pateando el trasero.

Ben y Klaus les indicaron el camino de regreso. Tenía que admitir que
estaba espantosamente callado más allá del cuarto donde estaban. Cuando
entraron al umbral que llevaba a la parte principal del hangar, un suspiro
colectivo sonó entre el pequeño grupo.

Los guerreros de la oscuridad que todavía estaban vivos, eran amarrados


y formados en una línea frente a los guerreros de la luz que habían ido a
ayudarlos. Benedicto estaba en la línea frontal, discutiendo con una muy
enojada Constance. Astrid tuvo que abstenerse de reírse al ver a la bruja
malvada amarrada como un ternero en una competencia de rodeo.

Benedicto alzo la vista de donde estaba discutiendo y troto hacia ellos.


—Gracias a Dios están vivos—. Abrazo a Ben y a Miles. Tanto Ben como
Miles parecían sorprendidos por el gesto amoroso. Benedicto se separo y lo
miró a él y a Klaus. — ¿Dónde está Iván?

—Está muerto—. Klaus dijo sin ninguna emoción.

—Oh—. Las cejas de Benedicto se alzaron —Bueno, tendremos una


mamá súper molesta por allá cuando se entere—. Benedicto dejo ir un gran
suspiro. —Sigue diciendo que quiere ver a su hijo, yada, yada, yada. Supongo
que tendrá que aprender a vivir sin él ¿eh?

Para la sorpresa de Astrid, Benedicto le sonrió. Por todo lo que había


oído decir a Ben de su padre, era cruel, un hombre sin amor, y hasta ahora
todas sus acciones habían demostrado lo contrario.

—Papá, ¿Cómo vas a evitar que haga todo ese vudú brujesco en ti?—,
Ben le pregunto a Benedicto.

—Acabamos de desarrollar estos prácticos talismanes que vuelven a los 194


brujos inofensivos, sin magia, si se los colocas. Así que su bomba mágica está
puesta. El consejo va a mandar de estos a todos los campos de guerreros para
que los puedan usar contra los brujos. Y digamos que en este momento son
muy prácticos.

La gargantilla alrededor del cuello de su abuela era una copia exacta de


la que Iván le había puesto. Jaló del brazo de Klaus, interrumpiendo la
conversación. —Eso se parece a lo que mi padre uso conmigo.

—Es imposible. Los acabamos de hacer. Nadie más tiene acceso a ellos.
¿Cómo los con...?—, Benedicto unió cabos. Apretó los labios mientras movía
la cabeza asintiendo.

—Parece que sabes dónde empezar tu investigación—. Klaus concluyo.

—Creo que tienes razón.

— ¡Astrid!—, Constance grito.

Se encogió a un lado de Klaus cuando ella grito. Quería deshacerse de


ella también, pero matar a alguien solo porque podía no estaba bien. Y para
ser sincero, quería verla pagar por sus crímenes.

—No tienes que hablar con ella—, Benedicto le dijo. —Pero si necesito
pedirte un favor, hijo.

— ¿De qué se trata?—, murmuro.

—Necesitamos que borres su memoria, acerca de que eres un hada.


Quiero que esa información se mantenga entre nosotros quienes sabemos la
verdad. Si se corre el rumor de que de hecho eres parte hada, creo que otros te
cazaran y trataran de matarte. La posibilidad de que te vuelvas malo es un
riesgo demasiado elevado para que otros tan siquiera lo consideren.

—Pero ¿no crees que eso pase?

—No— Benedicto sacudió la cabeza. —Mi hijo es un buen juez del


carácter, pero yo soy mucho mejor. Después de conocerte, puedo ver que solo 195
bondad fluye por tus venas—. Benedicto le palmeo la espalda.
—Gracias, señor.

—Vamos acércate. Encarguémonos de esa odiosa bruja, su parloteo me


está causando migraña—. Benedicto los guio hasta donde Constance estaba
sentada forcejeando para liberarse de las ataduras.

—Benedicto, mi esposo pedirá tu cabeza por esto. ¿Dónde está mi hijo?


¡Iván!—, Constance seguía gritando.

—Oh, cállate. Van está enterado de lo que está pasando. Vino a verme
hace unos meses, porque sospechaba de ti. Supongo que no eres tan cuidadosa
como crees.

— ¿Qué quieres decir?—, Constance tartamudeo.

—Lo que quiero decir es que Van sabía que tú e Iván tramaban algo. Él
simplemente no sabía qué. Me pidió que vigilara tus entradas y salidas, y no
fue hasta que Iván fue a visitar a mi hijo, que comencé a hilar todo lo que
estaba pasando. No va a venir a rescatarte, Constance.

La sorpresa se esparció en su rostro, después su máscara de indiferencia


volvió a aparecer. —No importa. Tengo conexiones.

—Ah sí, ¿Y quién podrá ser?—, Benedicto se burló.

—Estoy segura que Van odiará que se sepa que hemos creado a un
híbrido. Arruinaría su reputación con el consejo. Así que creo que Iván y yo
estamos libres de toda acusación—. Constance le sonrió a Benedicto.

Astrid no estaba sorprendido o molesto de que ella lo estuviera usando


como la herramienta de negociación para salvar su pellejo.

—Odio arruinar tu diversión, eso no va a pasar, y sólo tienes que


preocuparte por ti misma.

La sonrisa malvada desapareció del rostro de Constance. — ¿Qué 196


quieres decir?
—Quiere decir que mi padre está muerto—. Astrid dijo mientras se
agachaba frente a su abuela. —Lo maté.

—Pero... ¿cómo?—. Sus palabras salieron entrecortadas. —Pero era tu


padre. ¿Cómo pudiste hacer eso?

— ¿Cómo pudiste entregarme a un monstruo que abusaba de mí todos


los días por los pasados cien años?—, pregunto, pero no espero por respuestas.
—El procrear a un hijo no te gana el respeto y la devoción. El estar presente y
el amor sí.

— ¿No pudiste encontrar en tu corazón algún tipo de piedad?—,


pregunto, horrorizada por sus acciones.

— ¿Cómo la que le mostraste a mi madre?

La mirada de Constance se apago y estaba vacía, como hoyos negros.


—Tal vez eres un Reznik después de todo. Puedes matar sin pensarlo dos
veces.

—No soy para nada como ustedes.

—No importa. Tu existencia me dará algo de protección. Cambiaré tu


vida por la mía, parece justo, dado lo especial que eres.

Levanto la mano para colocarla en el brazo de Constance, y Klaus lo


detuvo. — ¿Qué quieres decir con "especial"? Aparte de querer destruir el
consejo ¿Para qué más necesitas a Astrid?

Vio a Klaus después a su abuela. También sentía curiosidad por saber


eso.

—Verás. Cuando el despertar empiece, nadie va a estar a salvo. Ni


siquiera tu pequeña hada híbrida podrá salvarte.

— ¿Qué es el despertar, Constance?—, Klaus le exigió saber. 197


—No puedo decirte incluso si quisiera hacerlo. La magia ata todas las
cosas, y un juramento de sangre no puede ser roto—. Klaus jadeo, y
Constance comenzó a reírse incontrolablemente.

Astrid se hizo para atrás y vio a la mujer cruel de su juventud volverse


loca. Había perdido la cordura, balbuceaba sin sentido. Por la forma en la que
Klaus había reaccionado a la parte del juramento de sangre, no iban a
conseguir nada de ella.

Colocando sus mano sobre su brazo. Astrid la miro directo a los ojos. —
Deseo que olvides que soy mitad hada y que alguna vez me conociste. No
estamos relacionados por nada.

Ante sus palabras, ella se calló y asintió moviendo la cabeza de manera


ausente como si intentará recordar una canción. Una vez que quito su mano de
su brazo, ella regreso a la vida.

— ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Dónde está mi hijo?—, Examino a


Astrid con sospecha. — ¿Quién eres?

—Nadie—. Astrid se puso de pie y dejo que Klaus lo guiara fuera del
cuarto. Esta era su oportunidad de empezar de nuevo, y la tomaría. Lidiarían
con lo que sea que fuese este "despertar" cuando se presentara, pero hasta ese
momento se sentaría y disfrutaría la vida. Después de lo que paso el día
anterior. Se dio cuenta que valioso es el regalo de la vida y no desperdiciaría
ni un minuto viendo su pasado.

198
Capítulo 23

Había muchas cosas que arreglar entre él, Astrid y el consejo, pero ya
no podía procesar más información. Necesitaba pasar tiempo a solas con su
pareja. Klaus quería el confort que solo su ángel podía ofrecer.

Ni una palabra fue dicha cuando llegaron a las instalaciones de los


guerreros. Cargo a Astrid hasta su cuarto y directo a la ducha. Movió la perilla
hacia caliente, y el vapor comenzó a llenar el baño.

Astrid estaba recargado en la pared, sus ojos sin vida. La chispa usual
estaba ausente en sus azules orbitas. Todo lo que su pareja había descubierto
estaba pasando factura. La vida seguía dándole a Astrid una mala mano, y no
tenía la opción de pasar cuando las cosas se volvían insoportables. No había
manera de escapar. Esta era su vida, pero no estaba solo. Klaus estaría con el
hombre que amaba. Una batalla se asomaba más allá del horizonte,
acercándose a ellos un poco más cada día, pero juntos lo superarían. Y todavía
había más por venir, pero pelearía, sin renunciar a lo que él y Astrid
compartían.

No podía borrar el dolor de Astrid o cambiar su pasado, pero podía


hacer que su presente y su futuro estuvieran llenos de amor y felicidad. Hoy
había muchas cosas marcadas para ellos, y la primera relación de negocios
sería ayudar a su pareja a relajarse y dejar de pensar en lo que había pasado en
el hangar abandonado.

Tomo el doblez de la camiseta de Astrid y la deslizo por encima de su


cabeza. No se movió. Astrid solo estaba de pie dejando que Klaus hiciera
maniobras para quitarle la ropa. Después desabrocho los botones del pantalón
de Astrid. Tomo el resorte de la ropa interior y los retiro junto con los
pantalones, los dos al mismo tiempo.

Una vez que Astrid estaba totalmente desnudo frente a él, se tomó su 199
tiempo para escanear su cuerpo en busca de cualquier herida. Marcas de color
azul pálido cubrían uno de sus hombros y la piel de los brazos. El ser inmortal
le permitía curarse rápidamente, pero solo porque las marcas desaparecieran
no significaba que no dejaran alguna cicatriz.

Quitándose la ropa rápidamente, Klaus tomo a su ángel y lo ayudo a


entrar bajo el chorro caliente. El agua se sentía muy bien sobre su piel,
llevándose la fealdad de las pasadas veinticuatro horas. Casi perdía a Astrid
para siempre, y daría lo que fuera por borrar ese sentimiento de su mente.

Volteo a Astrid y mojo los largos mechones de cabello. Sangre y tierra


hacia que sus cabellos rubios estuvieran pegados. Tomo el champú y lavo el
cabello de Astrid.

Cuando termino de lavar su cabello, tomo la esponja y froto el jabón


contra el suave material hasta que burbujas salieron de sus manos. Empezando
por el cuello, lentamente prosiguió hacia abajo, al torso. Tuvo cuidado en no
hacer peor los moretones en su piel. Klaus se arrodillo y limpio el suave
órgano que colgaba entre los muslos. Mientras frotaba la piel debajo del
ombligo de Astrid con la esponja, el pene de su compañero comenzó a cobrar
vida.

Un suave gemido salió de Astrid, y él alzó la vista. Su ángel había


dejado caer la cabeza contra la pared de la ducha, y lentamente separo los
muslos un poco más para acomodar los amplios hombros de Klaus.

Lamió un camino por el costado del ahora erecto pene que tenía en las
manos. Klaus mordisqueo la piel que se tensaba sobre la erección de Astrid
mientras movía la mano. Marco la vena gruesa que recorría todo el pene. Las
caricias se sentían como si fuesen hechas por una pluma provocando que las
piernas de Astrid flaquearan.

Sin esperar otro segundo, siguió el húmedo camino que había hecho
hasta la punta de cereza. Saco la lengua, recolectando el semen que salía de la
pequeña abertura.

—Klaus ayúdame a olvidar—, Astrid le dijo.


200
Tomo a Astrid desde la base y guió a su rígido pene hasta su boca.
Mientras succionaba a Astrid hasta la garganta, masajeo sus testículos,
iniciando una sesión de gemidos para él. Trago a Astrid hasta la raíz, después
lentamente subió hasta la ranura de la cabeza, masajeando las glándulas con la
punta de la lengua.

—Más—, Astrid enterró los dedos en sus hombros para empujarlo hacia
el frente.

Posicionando sus manos detrás de las piernas de Astrid, las deslizo por
los muslos. Sujeto el trasero redondo de su ángel, apretándolo y empujo a
Astrid hacia el frente. En un principio, pero como Klaus lo incitaba, comenzó
a mover sus caderas hacia el frente, jodiendo la boca de Klaus.

Miro hacia arriba para ver a Astrid. Sus tensos muslos se contraían y
flexionaban mientras se relajaban por la húmeda presión que sus labios
proveían. El pene de Astrid comenzó a hincharse, indicando que su liberación
estaba cerca. Ahueco sus mejillas y succionó el pene de Astrid, en especial
alrededor de la plana punta.

—Sí—. Astrid gimió.

La primera explosión se semen lleno su garganta muy deprisa. Apretó la


base y se aparto para saborear el picante y dulce sabor de la crema de Astrid
con toda la lengua. El cuerpo de Astrid se estremeció por los efectos, mientras
Klaus seguía lamiendo y succionando hasta que dejo el pene suave deslizarse
de su boca.

Besando una vez más la punta enrojecida, se levanto y reclamó los


labios de Astrid en un beso salvaje. Empujo su lengua más allá de los labios
de Astrid, dejando que todo el amor que sentía por él se vertiera en esa
conexión. Cuando el beso se profundizo, invadió el espacio de Astrid,
frotando su duro pene con la suave y tersa piel del estomago de Astrid. El
agua ayudaba a deslizarse fácilmente de arriba abajo, haciendo que cerrara los
ojos y gruñera en el beso.

La piel cubriendo su pene se había estirado para cubrirlo, y temía que si


no encontraba alivio pronto, explotase. Bajando la mano, tomo su pene y 201
comenzó a mover su mano a la velocidad de la luz.
En su movimiento, frotó su pulgar contra la cabeza, esparciendo semen
sobre la sensible punta. Rompió el beso y dejo caer la cabeza hacia atrás sobre
sus hombros.

Astrid comenzó a trabajar sus labios sobre el cuello hasta que llego a
donde el hombro conectaba con el cuello. Lo mordió, haciendo que gritara al
techo. Comenzó a bombear su mano más y más rápido. Su piel quemaba por el
calor, listo para detonar en cualquier momento.

—Ponte sobre tus rodillas, ángel—, dijo entre dientes mientras


empujaba el hombro de Astrid con sus mano libre.

Como niño bueno, Astrid se arrodillo. Klaus miró la angelical vista de


su compañero de rodillas adorándolo. Apretó su pene en la mano y apuntó al
rostro de Astrid cuando su orgasmo rasgo su cuerpo. Cuando el primer chorro
lo toco, Astrid cerró los ojos y abrió la boca.

Brillante y blanco semen pintaba el rostro de Astrid. Su lengua rosada


salió a lamer sobre su labio superior sonde el semen de Klaus había aterrizado.
Había sido capturado, mirando fijamente a Astrid, mientras este arrastraba el
semen a su boca y suspiraba encantado.

Cayó sobre sus rodillas y capturo la boca seductora de su pareja. Su


sabor estaba en la lengua y labios de Astrid, y lo agradeció.

El beso se detuvo y cambio a un pequeño mordisqueo, pequeñas


mordiditas de amor, aquí y allá. El agua que caí sobre ellos comenzó a
enfriarse, y Astrid comenzó a temblar. Se puso de pie y ayudo a Astrid a
hacerlo. No se podrían enfermar, pero aún así, no quería que su pareja
estuviera incomoda.

—Vistámonos y después consigamos algo de comer—, Astrid dejo que


sus ojos cayeran, y Klaus pudo ver una lagrima caer antes de que pudiera
esconderlo. Gentilmente tomo la barbilla de Astrid y levanto su rostro. —
¿Qué pasa?
202
El labio inferior de Astrid comenzó a temblar mientras las lágrimas
caían. —Sólo te amo mucho... y....

—Shh, está bien, ángel—. Quería desaparecer todo el dolor de Astrid,


pero solo el tiempo podría curar esas heridas.

—Cuando vi a mi padre sostener ese cuchillo contra tu garganta—,


Astrid lo miro. —Nuestro tiempo juntos, paso por mis ojos, y no sabía qué
haría si te perdía.

Las cálidas lágrimas de Astrid caían sobre su pecho, y se le hizo un


nudo en la garganta. Habían sobrevivido, y no servía de nada revivir el pasado
una y otra vez. Se aseguraría de mostrarle a Astrid lo maravillosa que podía
ser la vida y nuca tendrían que mirar atrás.

—Qué suerte tienes, nunca tendrás que hacerlo—. Klaus recargo la


cabeza sobre la de Astrid.

Un ruido ligero salió del pecho de Astrid cuando se rio. —No tiene nada
que ver con la suerte—. Astrid le sonrió. —Es el destino. Fuimos hechos para
estar juntos.

Sus labios se alzaron en las orillas. —Para eso fuimos hechos mi amor,
para eso.

Después de haberse secado y vestido, era cerca de la hora de comida.


Acarreo a Astrid fuera del cuarto, con la promesa de hacerle el amor después.
No era una promesa difícil de cumplir. Quería estar en la cama con el por toda
una semana, simplemente amando a su pareja, validando que los dos estaban
vivos y juntos.

—Oh, maldición.

Se detuvo al escuchar la voz de Astrid. — ¿Está todo bien?

—Sí, sólo quería recogerme el cabello—. Corrió al cuarto, y Klaus lo


espero afuera.
203
—Ya era hora de que salieran a respirar. De hecho, nos debatíamos si
debíamos venir a ver cómo estaban o no.

—No sé si tu pobre corazón puede soportar verme a mí y a mi ángel


juntos—. Se rio cuando Trevor empezó a hacer ruidos de gárgaras.

Estaba a punto de dar la vuelta cuando algo en el cuello de Trevor llamo


su atención. Camino hacia el vampiro y lo volteo desde la barbilla,
examinando su cuello. — ¿Quién te dio eso?

En un lado del cuello de Trevor estaba la señal de los guerreros de la


luz, un sol con los rayos saliendo de los lados con una vaina de espinas
rodeándolo. Solo un brujo con el consentimiento del consejo podía ofrecerlo,
y él no había tenido la oportunidad de dárselo. Eso dejaba la pregunta, ¿Quién
le dio el tatuaje?

—Van lo hizo—, Trevor le dijo, como si no fuera gran cosa. —Se ve


muy bien en mí, ¿no?—. Modelo el tatuaje con el dedo, ajeno al sufrimiento
de Klaus.

— ¿Van?

Trevor retrocedió un paso. —Sí, ya sabes, el abuelo de Astrid. Llegó


hace un rato, pero no quería molestarte, así que ha estado pasando el tiempo
con nosotros. Y déjame decirte que un hombre muy sexy—. Trevor jalo su
playera para abanicarse. —Creo que voy a amar esta cosa de ser inmortal y
nunca envejecer.

Lo había dejado sin habla. ¿Cómo se supone que deba contestar a eso?

—Bueno, nos vemos. Quinn quiere ir a correr—. Con eso, Trevor troto
por el pasillo hacia las escaleras.

— ¿Mi abuelo está aquí?

Astrid estaba de pie en la puerta, su piel tan pálida que parecía azul. Si
él estaba sorprendido, Astrid debía estar doblemente sorprendido. En el
transcurso de solo unos pocos días había conocido a su padre biológico, 204
abuela paterna y ahora al abuelo.
—Supongo—, Pasó sus dedos por su cabello, irritado de que todo haya
pasado de una vez. Había conocido a Van por años y nunca tuvo problemas
con el hombre, pero después de lo que su esposa e hijo habían hecho, no iba a
tomar ningún riesgo en cuanto a la seguridad de Astrid. —No tienes que verlo
sino quieres.

Astrid asintió mientras miraba hacia la nada. Sus ojos estaban perdidos
como si hubiese dejado su cuerpo. Después giro la cabeza hacia Klaus. —No,
quiero conocerlo, pero ¿Vendrías conmigo?

—Por supuesto. A donde tú vas yo voy—. Enlazó sus dedos con los de
Astrid y bajaron las escaleras. Astrid apretó su mano tan fuerte que comenzó a
sentir dormidos los dedos. Cuando llegaron al último escalón, pudo escuchar a
Ben y Benedicto hablando con alguien. Una voz que Klaus reconoció.

La pequeña caminata parecían kilómetros. Redujo el paso para igualar a


los de Astrid, tomándose su tiempo en llegar al cuarto. Cuando llegaron a la
entrada, Van estaba viendo hacia el lado contrario a ellos, y Astrid
simplemente se mantuvo de pie en silencio observando a su abuelo. Ben los
vio primero y dejo de hablar. Con el repentino silencio, Van volteo a verlos.
Le dio a Astrid un apretón de manos que lo tranquilizo, haciéndolo saber que
no estaba solo.

Estudio al hombre, de arriba abajo. Van no se veía malvado, pero


tampoco Iván. El parecido entre los dos hombres era sorprendente. Iván
definitivamente había sacado los mechones dorados, la estatura y la
constitución fuerte de su padre, la imagen completa que cualquier persona
quiere y encuentra atractiva, pero detrás de los guapos rasgos, bien podría
esconderse un monstruo. El viejo dicho, “de tal palo tal astilla”, resonó en su
cabeza.

Pero mientras el hombre lo veía, Astrid no veía el odio y la locura que


cubría los ojos de su padre y abuela. Lo que veía era un hombre cuyo rostro 205
mostraba estrés y si no estaba equivocado, una dosis de tristeza. Pero ¿Por
quién? ¿Él, la pérdida de su hijo, o su esposa?

—Klaus, Astrid—, Benedicto los saludo en la puerta. —Me alegra ver


que por están bien y de regreso—. Movió la mano frente a ellos, invitándolos
a entrar al cuarto.

Miro a Klaus, quien le dijo que si con la cabeza. Tomando eso como
una señal de que su compañero no estaba preocupado, siguió a Benedicto al
cuarto, tomando asiento en el sofá. Vio como Van tímidamente tomaba
asiento frente a ellos. Le sorprendió ver a este hombre mayor, su abuelo, lucir
tan inseguro de sí mismo. Sus acciones eran opuestas a las de su hijo y esposa,
quienes, al entrar a un cuarto, lo hacían suyo, aterrorizando a los demás con el
poder que ejercían.

—Les daremos a ustedes tres un poco de privacidad—. Ben dijo


mientras cerraba la puerta detrás suyo y de Benedicto.

Después de unos momentos de silencio, Van rompió el hielo. —Hola,


Astrid.

No sabía si podría contestar. ¿Qué tal que Van lo engañaba y terminaba


siendo como los demás, decepcionándolo si le daba la oportunidad? Astrid no
estaba seguro de que pudiera soportar más dolor y decepción.

—Hola—, susurro. Klaus se acercó más a él, dándole fuerza con su


presencia.

—Dios, no sé qué decir—, Van se rio nerviosamente. Astrid alzó la


vista para ver a su abuelo, tomar su cabello en sus manos. El hombre parecía
estar peleando una batalla interna. —No lo sabía, juró que no lo sabía. Si
hubiera sabido que tenía un nieto allá afuera, en el mundo, te hubiera buscado.

Su respiración era entrecortada mientras la verdad salía de su cuerpo.


Sintió la extraña urgencia de acercarse a él, de consolarlo. Pero se detuvo en el
último minuto. Esto podría ser una treta.

— ¿Cómo es posible que no supieras lo que estaba pasando en tu propia 206


casa? ¿Cómo pudiste vivir con el mal y no verlo?—, Klaus le pregunto.
—No soy perfecto. Los amaba incluso aunque sabía que yo ya no les
importaba—. Van agacho la mirada, y sus hombros se derrumbaron. —Sin
importar qué, no podía dejar de amarlos—. Las lágrimas mojaban su
enrojecida piel. —Eran todo lo que tenía.

Van se limpió los ojos y se enderezo en la silla. —Me doy cuenta que
esto era algo más allá de solo no ser feliz con las leyes que se le impusieron.
Empezaron a escabullirse juntos y a retraerse más que antes. Cada vez que me
veían, podía ver el odio y la aversión en sus ojos. Yo defendía todo lo que
ellos odiaban. No pude controlarlos como creí que podía, así que fui con mis
amigos del consejo en busca de ayuda. Pero nunca me imagine que podía ser
algo como esto—. Van abrió los brazos.

Astrid escuchó las palabras, pero le ofendía que alguien pudiera haber
amado a individuos tan malévolos. Defenderlos y no decir nada por cientos de
años mientras corrían desenfrenados, escupiendo su odio por los humanos y
otros paranormales a los cuales consideraban inferiores, era inaceptable.

—No soy una cosa. Soy una persona. Una persona a la cual tu esposa e
hijo mandaron a vivir con hombre viles que robaron mi inocencia—, lloro. No
era justo culpar a Van, pero alguien tenía que responder por lo que su familia
había hecho.

—Sé que no eres una cosa—. Van se arrodillo frente a él. Klaus levanto
una mano para evitar que tocara a Astrid, pero Astrid asintió, así que retiro el
brazo. Van enrollo sus largos y cálidos dedos con los de Astrid. —De todas las
cosas malas que hicieron, hicieron una cosa realmente maravillosa.

— ¿Qué cosa?—, Astrid pregunto mientras negaba con la cabeza. No


entendía.

—Tú fuiste dado a mí—. La voz de Van se corto con las lágrimas no
derramadas. Mientras comenzaba a sollozar, enterró su cabeza en las piernas
de Astrid.

Sus ojos comenzaron a arder, y la barrera que controlaba sus lágrimas 207
comenzó a flaquear. Van parecía sincero, sin malicia en su voz o acciones.
Parecía que no era el único viviendo un infierno creado por Iván y Constance.

Muy cuidadosamente, retiro una de sus manos y la puso sobre la nuca


de Van. Dejo que Van llorara, no quería interrumpirlo. Llevaba años de
angustia y decepción, que tenía que dejarlo ir, y lo menos que Astrid podía
hacer, era darle esa oportunidad. Se merecía conocer a su abuelo.

—Y tú a mí—. Él, como Astrid, habían sido engañados por esos que se
suponían debían amarlos. —Si quiere, podemos ser una familia—, sugirió
mientras sostenía la mano de Van y buscaba la de Klaus.

Una sonrisa se formo en el rostro de Van, y sintió. Lágrimas caían de su


rostro mientras le sonreía. —Sí, eso en realidad me encantaría.

Los siguientes minutos, horas y días, se la paso conociendo a su abuelo.


Mientras más tiempo pasaba con su abuelo, más lo amaba. Van no era para
nada como los otros miembros de su familia. Era inteligente, cariñoso, y sobre
todo, amable. La creencia de que los brujos eran los seres más superiores de
todos los paranormales no encajaba en el perfil de Van. Creía que todos
habían sido creados iguales y que una persona debía de ser juzgada por sus
acciones no por la especie en la que había nacido.

Van era un líder sólido y un hombre honorable. Gobernaba con un puño


de hierro, porque en un mundo corriendo desenfrenado, no podía permitir que
los demás se acercaran o tuvieran siquiera la oportunidad de desatar el caos en
su mundo como su esposa e hijo habían hecho. Decía que si los demás
supieran lo dócil que era en realidad, se aprovecharían de eso, además ¿Qué
tipo de líder sería?

Un diario fue encontrado entre las cosas de Constance, y en él, hablaba


de su madre. Era una joven hada que había viajado a Estados Unidos para
escapar a un matrimonio arreglado por sus padres. Sus orígenes eran
desconocidos, pero Constance creía que tenía descendencia escocesa.

Muy poco sabía la joven hada de que había firmado su certificado de


defunción cuando conoció a Iván. Iván la atrapo en sus redes de engaños con
promesas de amor y matrimonio. Ella no sabía que Iván era un brujo. Creía 208
que era un simple humano. No se dio cuenta de lo que Iván escondía, hasta
que fue muy tarde.

Una vez que se embarazo, Constance se hizo cargo de sus cuidados y la


encerró. La cuidaron muy bien porque dentro de su estomago llevaba la
promesa de un mejor futuro para los brujos y los guerreros de la oscuridad. El
mal compartía el mismo objetivo, ya sea brujo, cambiaforma, o demonio,
romper el control que el Consejo de Seres Paranormales tenía sobre ellos. Y
usaron a la madre de Astrid como la fuente de esa libertad.

Constance no menciono a su sequito, pero si dijo que un brujo que


ejercía solemnemente en las artes oscuras había hecho un hechizo que
permitiría que la semilla de Iván rindiera frutos y creciera dentro del hada.
Van dio que tenía que ser un brujo muy viejo y poderoso para realizar un
hechizo de ese tamaño. La naturaleza mantiene el equilibrio y alterar ese
equilibrio era inaudito. El alterar las leyes de la naturaleza requeriría más
magia de que Van pudiera siquiera imaginar. Lo que fuese que hayan
planeado los guerreros de la oscuridad, debía valer la pena el vender la poca
lama que les quedaba para lograr el objetivo de controlar el consejo y después
el mundo.

Incluso con lo poco que tenían, Van hizo la promesa de encontrar donde
había sido enterrada su madre. Quería que Astrid tuviera algún lugar a donde
ir y llorar a su madre. Van dijo que podría hacerlo en cualquier lado, pero era
agradable tener un lugar a donde ir cuando quieres decir adiós.

Cada día traía algo nuevo que aprender y más por lo que vivir.
Finalmente la vida de Astrid había dado un giro para algo mejor. La vida no
era fácil, pero trabaja en ello. Una persona tenía que buscar su camino y
encontrar su propia felicidad y propósito en la vida que les fue dado. Y tenía
toda la intensión de vivir su vida al máximo. Con Klaus y su nueva familia en
su vida, tenía todas las razones para vivir y ayudar a detener el mal que se
acercaba cada día.

209
Epilogo

Un año después

El avión aterrizó en un pequeño aeropuerto en San Antonio, Texas. Un


carro de alquiler esperaba por ellos mientras descendían del avión. Manejaron
por una hora para llegar a su destino.

Fiel a su palabra, Van había encontrado donde había sido enterrada la


madre de Astrid. Van había hecho que alguien leyera los recuerdos de su ex
esposa. Nada acerca del "despertar" era visible en sus recuerdos, lo que agrego
leña a la hoguera a la idea de que la magia malvada a la que se enfrentaban era
extremadamente poderosa. Astrid temía el día en que ese mal llamara a su
puerta. Cualquiera que fuese el plan, lo involucraba, y aún no estaba
preparado para enfrentar esa pelea.

Había encontrado algo de normalidad en su vida. Klaus se había


retirado del consejo para estar cerca de las instalaciones de los guerreros de
Ben en Missouri. Klaus aún ayudaba a los guerreros cuando lo necesitaban,
pero la mayoría del tiempo, la pasaban conociéndose mejor el uno al otro.
Hablaban y hacían el amor como cualquier otra pareja, y no podía ser más
feliz.

Habían ido directo a Texas desde las oficinas centrales del Consejo. Él y
Klaus habían ido a visitar a Van, y a su llegada, él les regalo el paradero de la
sepultura de su madre. Había hecho que un brujo, cuya especialidad era hablar
con fantasmas, confirmara eso, de hecho, fue enterrada en Texas ciento
catorce años atrás. El brujo no había hablado con su madre directamente, pero
había leído la energía que marcaba el punto. Van quería asegurarse que
entendiera que ella ya había cruzado y esperaba hablar con él desde el más
allá.

Fingió que no le importo. Le hubiera encantado hablar con su madre y 210


agradecerle por haberlo traído a este mundo. Tal vez en otra vida la conocería
otra vez.

Junto con la ubicación había una pequeña foto de su madre. Van la


había encontrado entre los papeles que Iván había mantenido bajo llave en su
cuarto. Estaba clasificada como sujeto de prueba experimental uno. Iván y
Constance habían tenido suerte en el primer tiro, haciendo que su madre lo
concibiera. Lo entristecía que su madre haya sido reducida a un pinche
número, pero estaba aliviado de que hubiese sido la única víctima de su
brutalidad. No le deseaba ese destino a ninguna alma viva.

Incluso ahora tocaba con su dedo la pequeña foto que guardaba en su


bolsillo. Recordaba cada detalle de la fotografía en blanco y negro. Mientras
se sentaba ahí, pensaba.

Saco la foto de su bolsillo y la sostuvo en su mano. —Desearía que esta


foto estuviese a color.

— ¿Qué?—, Klaus le preguntó desde el asiento del conductor.

No le contesto. Astrid estaba concentrado en la foto que sostenía con su


pulgar y el índice. Mientras la energía se filtraba de sus dedos, la foto se
ilumino por un segundo, después el color cayó sobre el brillante pedazo de
papel. Una gran sonrisa cruzo su rostro cuando miro a la mujer con la que
compartía los ojos. Giro la foto para que Klaus la viera.

— ¡Mierda! Eres igualito a ella, ángel.

—Lo sé ¿no es hermosa?—. Suspiro mientras memorizaba cada nuevo


colorido detalle de la foto.

Klaus levanto la mano y deslizo sus nudillos por su mejilla, y Astrid se


inclino hacia su mano. —Mucho, justo como su hijo.

Descubrió, gracias a la práctica, que cada deseo inocente que hacía, lo


podía hacer solo. Para los deseos más grandes y siniestros, necesitaba la ayuda
de Klaus para hacerlos. Sólo practicaban los deseos oscuros en el cuartel
general del consejo, bajo el ojo vigilante de Van. Van y Klaus querían saber 211
los límites de su poder, y la participación de Astrid en conceder ciertos deseos.
Conceder, no usaba su magia muy seguido. Le gustaba ignorar que tenía
magia y ser capaz de conceder deseos que podían nublar la mente de alguien,
y se negaba a ser esclavo de sus habilidades.

—Ya llegamos—, Klaus estaciono el auto a un costado de la carretera.


Astrid se bajo y reunió con él al frente del auto.

Frente a ellos se esparcía campo abierto. Van había comprado la


propiedad, para que nadie perturbara el lugar de descanso de su madre. El área
que lo rodeaba era maravillosa. Las montañas visibles a la distancia y pasto
fresco corría a lo largo de la propiedad. Van no escatimo en precios para hacer
esto para él.

Una casa había sido construida en la propiedad. Su abuelo creía que


puesto a que eran dueños de toda la tierra, deberían tener una casa donde
quedarse cuando Astrid quisiera visitar a su madre. La casa estaba en las
primeras fases de construcción, y solo el esqueleto de madera de 2x4 pulgadas
y algunos soportes hacían la semblanza de los comienzos de una casa.

Él y Klaus rodearon la casa hasta llegar a la parte de atrás, y justo donde


de Van les había dicho había un camino de piedra. Serpenteaba y se acababa
frente a un gran árbol. Una lápida había sido colocada recientemente roca
brillante y negra con palabras talladas en la dura superficie.

—Kyla Reid. Amada madre e hija. Vivirás por siempre en nuestros


corazones—. Se arrodillo y recorrió con el dedo las letras.

Después de que Van descubriera el nombre de su madre, inicio una


búsqueda bajo el nombre de Reid pero no encontró ningún sobreviviente. Los
rumores decían que la familia Reid había sido masacrada por los guerreros de
la oscuridad, cuando se negaron a concederles sus deseos. Van decía que no
sabía si creerlo o no.

La magia de un hada podía ser limitada, pero no eran seres indefensos.


Van guardaba la esperanza de que encontrarían algún familiar vivo quien
pudiese llenar los espacios vacíos sobre su madre. Quería que su nieto 212
conociera ambos lados de su familia.
Astrid miro la lápida y sonrió.

Gracias por tenerme. Puede que nunca te conozca, pero te amo con
todo mi corazón. Cuando llegue el momento, se que te veré otra vez, Mamá.

Una pequeña brisa toco su rostro. El aroma de rosas lleno sus sentidos,
y una calidez se esparció por su cuerpo. Era casi como si pudiera sentirla ahí
con él. Cierto o no, creía que estaba con él. Podía no verla, pero podía sentirla
muy en el fondo. Su amor vivía en él, y pasaría el resto de su inmortal vida
haciéndola sentirse orgullosa.

Llevo sus dedos a sus labios después los puso contra la fría piedra. El
sonido del celular de Klaus vibrando lo saco de sus pensamientos.

—Estamos en Texas. ¿Qué pasa?—, Klaus preguntó. —Oh— Se pauso,


después sus ojos se abrieron. —Está bien, tomaremos el siguiente viaje.

Poniéndose de pie, Astrid se sacudió y miro a su compañero. — ¿Todo


está bien en casa?

— ¿Recuerdas que me dijiste que éramos la clave del bebé que Miles y
Ben esperan?

Asintió. Cuando las cosas finalmente se calmaron, Klaus le dijo de la


misteriosa voz en la cabeza de Miles, el futuro hijo de sus mejores amigos, y
que él y Klaus les concederían el deseo de tener un hijo. Solo, la magia de
Astrid no era lo suficientemente poderosa, pero combinando su magia con la
de Klaus, no había límite para lo que podían pedir, bastaba con que ambos
tocasen a la persona a la que le iban a conceder el deseo.

—Bueno, ángel, es tiempo de hacer un bebé—. Una sonrisa kilométrica


se esparció por el rostro de Klaus.

Klaus enrollo sus brazos alrededor de su cintura y lo levanto en el aire


dando una vuelta. La risa de corazón de Klaus era contagiosa, y él también
comenzó a reírse. Klaus dejo de darle vueltas y llevo sus manos a cada lado de 213
su rostro. Astrid cerró los ojos y se inclino hacia adelante, encontrándose con
Klaus a la mitad.

Klaus termino el beso muy rápido. Rozo sus labios una vez más con los
de Astrid, después tomo la mano de Astrid y regresaron al auto. Mientras
seguía a su compañero, miro sobre su hombro una vez más para mirar la
lápida de su madre. Dijo un silenciosos nos vemos después y después igualo
sus pasos con los de Klaus.

—Klaus ¿amor?

—Sí, ángel.

— ¿Cómo sabe Miles que ya es hora? Quiero decir, ni siquiera nosotros


estamos seguros de lo que va a pasar después de que pidamos el deseo.

—Bueno, supongo que nuestro futuro ahijado—, Astrid se ilumino con


sus palabras, —le marcó a la línea directa de la cabeza de su papi y le dijo a
Miles que su deseo tenía que ser concedido el día de hoy. Por lo que tenemos
que tocarlos hoy y hacer el deseo—. Klaus levanto los brazos al aire —El
cómo se supone que todo esto va a pasar es un misterio tanto para mí como
para ti.

Astrid llego a la puerta del pasajero, y Klaus abrió la puerta para él.
Klaus rodeo el auto y se sentó en el asiento del conductor, arranco el motor, y
voló por el pavimento. Astrid sonrió. Tal vez algún día ellos tendrían su
propio hijo.

—¿Por qué estás sonriendo?—, Klaus alterno sus vista entre él y el


camino.

—Oh, nada cariño—. Se inclino sobre la consola y besó la mejilla de


Klaus. —Ahora regresamos a casa y ayudemos a nuestros amigos a tener un
bebé.

Astrid no sabía qué era lo que el futuro tenía para ellos, y no quería
saber. Cosas malas sucedían todos los días, pero también cosas geniales. Su
vida había comenzado algo movida, pero no cambiaría nada de ella si eso 214
significaba que nunca conocería a Klaus.
No tenía todas las respuestas, y sabía que la guerra se aproximaba, pero
estaba listo para ella. Con Klaus a su lado, podía enfrentarse al mundo.

Fin

215
Acerca del Autor
AJ Jarret vive actualmente en el medio oeste con su esposo y sus cuatro
hijos. Es fanática de los romances B/B, por lo que comenzó a escribir sus
propias historias para que los demás las disfrutaran. Le gusta que sus
personajes sean antagónicos el uno del otro, pero con el tiempo encuentran el
final feliz. Cree que el amor puede encontrarse en los lugares más locos y un
poco de sentido del humor no le hace daño a nadie, además para ella no hay
nada más sexi que dos hombres encontrando su alma gemela y enamorándose.
Cuando no está persiguiendo a sus hijos, la verás sentada en un sillón con su
confiable laptop dándole vida a las voces que hay en su cabeza.

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Nuestro agradecimiento al Staff de

Créditos

Katy Luna

Aniki

Clau

Morgana

Pervy

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