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El Despertar de Miles 1
El deseo de Astrid 2
1
Sinopsis
2
Dedicatoria
Para mis padres, quienes me gustarían estuvieran hoy aquí para ver mis
sueños hechos realidad. Los amo y los extraño a los dos todos los días. No es
un adiós si no un hasta luego.
3
Capítulo 1
Piel blanca y cremosa contrastaba contra las sábanas de seda negra.
Un hombre descansaba estirado como una exhibición que todos tenían que
ver, pero que sólo él tenía permitido ver. Su boca comenzó a salivar mientras
su pene crecía por la maravillosa vista que tenía frente a sus ojos.
Dejo caer sus manos sobre los muslos temblorosos del hombre y deslizo
su dedo a todo lo largo. Los firmes músculos se estremecían con cada caricia.
Suave y cremoso como el satín era la sensación que percibía con sus manos.
Continuo hacia arriba, hasta que llego a los pezones del hombre, pellizco y
torció ligeramente las pequeñas protuberancias hasta que se endurecieron
por el ataque. Un gemido atrajo su vista al rostro del hombre.
—Sr. Marimos, Benedicto necesita hablar con usted ahora. Dice que es
urgente—. El sonido de la voz de uno de los operadores del consejo, sonó a
través de su silencioso cuarto.
—Uh, Sr. Marimos, no creo que pueda decirle eso—, la voz le contesto.
Klaus suspiro antes de entrar a la ducha. Deseaba que fuera verdad, que
el hombre fuese real. Estar solo por tanto tiempo, podría volver loca a una
persona, y tal vez ya había sucumbido a la locura de su existencia sin el amor
de una pareja.
—Necesito que vayas e interrogues a este brujo que vive con mi hijo—.
Benedicto negó con la cabeza. —Él siempre recata a los callejeros, pero puede
que este tenga información sobre el paradero de Asher.
Bueno, ahora había logrado algo. Klaus siempre había sospechado algo,
cuando de los dos hombres se trataba, y el comportamiento de Benedicto solo
había avivado ese fuego. Dejo caer los pies al suelo y se inclino hacia el frente
sobre sus codos. — ¿Cómo lo sabes? ¿Lo viste en tu bola de cristal o alguna
mierda así?—, se burló del hombre.
Klaus lo miro por encima de los papeles. — ¿Este brujo tiene nombre?
Klaus estudio al hombre. Tenía puntos válidos, pero aún había más. Los
vellos de su nuca se erizaron con sospechas. —Así que, déjame ver si entendí.
¿Quieres que vaya e interrogue a este chico en busca de información de un
brujo que probablemente no conoce?—. Arqueo una ceja.
Todo el costoso arte que llenaba como basura cada superficie plana y
cubría todas y cada una de las paredes eran un gran jódete para las familias
fundadoras del consejo. Casi todas ellas habían comenzado teniendo vidas
austeras sin la necesidad de grandes y lujosas casas con artículos invaluables,
llenando todo casi hasta reventar. El consejo se suponía estaba para unir
fuerzas con un único objetivo común, y ese era mantener a los inocentes de
este mundo a salvo. Pero con cada año que pasaba, parecía que el objetivo
había cambiado de proteger lo que era importante a cuanta mierda poseía cada
quien.
Klaus recordó cuando era un niño. Sus padres no eran ricos, pero eran
ricos en amor. Tenía a su madre y padre, y eso era todo lo que necesitaba. Su
padre estaba en el consejo, pero en esos momentos era solo conocido como un
aquelarre (sólo brujos). Consistía en brujos que habían optado por el camino
del bien en lugar del mal. Con el paso del tiempo, vampiros y cambia formas
comenzaron a unirse con el propósito de defender a los demás. Se juntaron, y
de común acuerdo olvidaron sus diferencias y trabajaron juntos para eliminar
al mal de este mundo.
Klaus tomo su equipo para rasurarse y entro al baño para tomar el resto
de las cosas que necesitaba para el viaje. Encendió la luz y entrecerró los ojos
ante la brillante luz que lo cegaba. Sus ojos comenzaron a llorar. El horario
loco que tenía no le permitía tener muchas horas de sueño.
Entonces así se hacía. Klaus era viejo, y con la edad venía el poder, así
que en la comunidad de los brujos, tenía mucha influencia y respeto. Un brujo
pensaría dos veces antes de lanzarle un hechizo.
Pero con ese respeto venía el temor. Odiaba saber que toda persona que
había conocido o que conocería, lo odiaba automáticamente por ser brujo. Lo
respetaban por temor, no por lealtad, y eso marcaba su alma de alguna manera.
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Capítulo 2
—Señor, ya llegamos.
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Klaus parpadeo un par de veces para alejar el recuerdo que hace mucho
había olvidado. Las palabras de su madre se revolvían con el sueño que
anteriormente había causado que su ansiedad creciera.
Una vez que el auto se detuvo, salió del mismo. Klaus estaba muy feliz
de estar sobre tierra firme después del vuelo y de dos horas de camino por
carro para llegar a este pueblo en el quinto infierno. Ni siquiera podía creer
que la gente eligiera este lugar para vacacionar. Si los humanos supieran de
verdad lo que significaba estar ahí, el negocio del campamento no les
ofrecería ninguna diversión.
Vampiro.
¿Qué demonios?
Paso el umbral, y escaneo el área. La casa era colosal. La típica casa del
alfa. Les gustaba el encanto de vivir en el exterior con todos los placeres
culposos de la sociedad moderna. No tenía quejas. Le gustaba tener lujos
agradables cuando viajaba.
—Como dije, ¿Está Ben?—, Klaus odiaba ser grosero, pero quería
empezar con lo que tenía que hacer. Tampoco sentía la necesidad de repetir
porque Quinn lo odiaba.
—Sí, déjame ir por él—. Quinn señalo la sala de estar. —Ve y toma
asiento en lo que yo voy por él.
Ben señalo el sofá. —Por favor, toma asiento. Hablemos antes de que
traiga a Astrid para que te conozca—. Ben paso sus dedos por su largo
cabello. —Klaus, nunca he tenido ningún problema contigo, pero Astrid es
muy sensible, casi como un niño. Por favor, por favor. Tómalo con calma. Ha
tenido una vida difícil.
Asintió. No era tan imbécil como para ser cruel con una persona que
había sido mantenida como prisionero. Pero aún así, seguía tratándose de un
brujo, un brujo que bien podría ser una bomba de tiempo de magia, lista para
explotar en cualquier momento.
—No tengo intensiones de ser agresivo con él, pero Ben, tienes que
entender que tengo que interrogarlo.
Ben también se puso de pie. —Lo sé, Klaus, pero tienes una reputación.
Y digámoslo claramente, es mucho menos que impecable—. La voz de Ben
siguió subiendo. —Un rastro de cuerpos sigue generalmente tu camino.
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Klaus se estremeció por dentro. Una vez más, su método para manejar
paranormales caprichosos había causado que no fuese confiable.
Había aprendido hace mucho que había personas que no valían la pena
ser salvadas. Una vez que una persona probaba la maldad pura, vivían con el
ansia de más. Y cuando lo hacían, la mayoría de las veces la gente moría por
su horrenda adicción. A Klaus no le gustaba matar a los de su especie. Lo
detestaba. Cuando era más joven había solicitado tener un programa para
rehabilitar a estos individuos, pero la idea había sido desechada. La razón era
que el mal no podía redimirse. Después de haber sido destripado por un
hombre que había sido su amigo de la infancia, entendía la decisión que el
consejo había tomado.
—Miles, esté es Klaus, el brujo que el consejo envió para hablar con
Astrid y para darte a ti y a Trevor la marca de los guerreros de la luz—, Ben le
indició que se acercara. —Klaus, él es mi pareja, Miles.
Ben asintió, Klaus estiro su mano para sacudirla con la del hombre más
pequeño. —Hola, Miles, gusto en conocerte—. El silencio ensordecía la
habitación. —Felicidades por tu emparejamiento.
Coraje, ilumino los ojos de Miles. Cruzo sus brazos sobre su pequeño
pecho y se estiro con el ceño fruncido. —No te hagas el listo conmigo. Sé
quién eres y no te llevarás a Astrid—. Dio un pisotón con su piecito. —No me
importa que tan poderoso o malvado seas. Primero tendrás que pasar sobre mí.
—Miles, no puedes decir cosas como esa—. Ben movió la mano por
encima de sus hombros hacia donde estaba Klaus. —Especialmente a él. Es
parte del consejo.
Klaus se movió para recargarse en el brazo del sofá para poder tener un
mejor lugar y observar el espectáculo. Parecía que había problemas en el
paraíso. Eso era algo bueno de no haber encontrado a su pareja. ¿Ser
mantenido a merced de las órdenes del otro, todo en nombre del amor? Al
carajo con eso. Klaus aún no estaba dispuesto a ceder el control de su vida.
¿De dónde vino eso? Debo estar más cansado de lo que creí.
— ¿Miley?— Klaus se burló. Se rió tan fuerte que tuvo que doblarse.
Cuando se enderezo, Ben y Miles lo observaban. Tosió en su mano para
ocultar su alegría. —Disculpen por eso, tienen que admitir que es un hombre
tonto para un hombre adulto.
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Ben y Miles siguieron mirándolo. Bueno, tal vez hay personas que no
tienen sentido del humor. La forma en la que lo miraban hacían sentir a Klaus
como si el fuese a ser el juzgado. Se limpió sus sudorosas manos en sus
pantalones. — ¿Él es Astrid?
Klaus se puso de pie, cuando Ben con un muy enojado Miles en sus
brazos, se paro frente a él. Miro por encima del hombro de Ben para darle por
primera vez una mirada a Astrid.
¿Las palabras que su madre había dicho hace mucho tiempo atrás se
habían vuelto realidad? ¿Había sido su sueño una premonición de lo que iba a
pasar?
Las palabras de su madre hicieron eco en sus oídos. Klaus dejo caer su
mano. Miro hacia abajo, para fruncirle el ceño al joven brujo. El destino tenía
un tino para atrapar a una persona cuando menos lo esperaba. Y siempre
tendía a arruinar las cosas.
Astrid subió corriendo las escaleras y se dirigió a su cuarto. Una vez ahí
se dejo caer en la cama. Las lágrimas inundaban su rostro. Podía sentir el
salado sabor de sus lágrimas cuando jadeaba por aire. La extraña sensación
que recorría su cuerpo lo confundía. El hombre llamado Klaus lo asustaba, aún
así, por alguna razón más allá de cualquier pensamiento racional, quería que el
gran hombre lo envolviera con sus fuertes brazos y le prometiera cuidar de él.
Simplemente ya no entendía que estaba pasando.
Todas las leyes y asuntos del consejo no significaban nada para él.
Hasta hace pocas semanas, ni siquiera sabía que existían, mucho menos todo
un mundo fuera del cuarto donde Malcolm lo había mantenido cautivo.
Odiaba tenerle miedo a todo, pero no sabía hacer otra cosa. La vida con
Malcolm le había enseñado algo, y eso era a tener miedo.
Astrid vio como Miles salía del cuarto hecho una fiera. ¿Había dicho
algo malo?
24
Capítulo 3
—No sé cómo, pero necesitas revertir ese lazo—. Miles le gritó a Klaus.
Camino hacia él hasta que estuvo a solo un brazo de distancia.
Una cosa era, que él creyera que estar emparejado con Astrid era algo
malo, pero otra muy diferente era tener a un completo extraño exigiéndole 25
renunciar a su pareja. No quería a Astrid, pero estaría maldito si dejaba que
este hombrecito dijera algo respecto a él y el brujo.
—Sí, sí puede—. Miles dijo sin quitar los ojos de Klaus. —Así que,
aparte de que este idiota viene a interrogar a Astrid, también es su pareja.
Ben dejo caer sus manos sobre los hombros de Miles y jalo al hombre
contra su pecho. —Cálmate, cariño. No creo que Klaus supiera que Astrid es
su pareja hasta hace menos de quince minutos. Está tan sorprendido como
Astrid debe estarlo.
—No soy inocente, pero este mundo necesita gente como yo para
limpiar desastres que otros pronto preferirán ignorar. Sin gente como yo, el
caos reinaría en tu precioso y pequeño mundito. He visto cosas que preferiría
olvidar, pero no puedo, porque si lo hago, la gente muere.
—Di lo que tengas que decir para poder dormir de noche, pero no te
permito que seas pareja de Astrid, y por Dios juro que no te dejaré llevártelo
lejos de nosotros. Somos una familia. Nosotros somos quienes le están
ayudando a levantar los pedazos de su vida. No tienes idea lo que ha sufrido.
Ni idea.
—Pero...
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Ben levanto una mano. —Sin peros, cariño. Esto es tanto la decisión de
Astrid como de Klaus.
— ¿Cómo esperar que Astrid sepa lo que todo esto...?—, Miles movió
las manos alrededor de ellos frenéticamente. — ¿...significa? El no sabe lo que
significa tener una pareja, el único sexo que ha experimentado ha sido a la
fuerza. Es muy frágil para tener que lidiar con todo esto ahora.
—Me lo dio, pero no tenía muchos detalles porque nadie había hablado
con Astrid. Todo lo que sé es que su madre se lo vendió a Malcolm cuando
tenía trece años, y que ellos lo criaron desde ahí hasta que vino a vivir con
ustedes.
Klaus cerró los ojos apretándolos, intentando borrar las imágenes que
corrían por su mente. No importaba que sucediera ahora, aún estaba ahí para
hacer un trabajo. Parpadeo y abrió los ojos levantándose.
Miles abrió la boca para decir algo, pero cerro sus labios fuertemente.
Debió de haber pensado mejor lo que iba a decir. —Supongo que no tengo
otra opción ¿cierto?—, Klaus negó con la cabeza. —Solamente se cuidadoso
en como lo manejas. Astrid es muy frágil, y no estoy seguro de que podría
llevarlo al límite.
Miles asintió. —Aún no confío en ti. Pero como dije, no tengo otra
opción—. Miles salió de la habitación sin decir nada más.
Ben metió las manos en los bolsillos y se balanceo sobre sus talones. —
Miles no tenía la intención de faltarte al respeto. Solo está preocupado. Ama a
Astrid como a un hermano. Astrid le salvó la vida. Además, si alguien sabe lo
fuerte que puede ser un lazo de pareja, ese es Miles—. Ben señalo la barra de
media altura del bar que estaba en la pared más lejana. — ¿Quieres algo de
beber?
Klaus se rió. —No creo que nuestra historia vaya a tener un final feliz 30
como la tuya y Miles. Estoy programado para las relaciones.
—Seguro, Klaus. Lo que tú digas—. Ben puso su vaso sobre la barra. —
Vamos, te mostraré tu cuarto.
—Gracias.
32
Capítulo 4
Astrid se deslizó por la pared hasta que su trasero toco el suelo. En los
últimos días, Ben se había esforzado en enseñarle cómo funcionaba el consejo
y qué tipo de paranormales existían. También le explico que era debido a los
brujos que los cambiaformas y los paranormales existían. Los brujos eran
temidos enormemente en su mundo. Eso era extraño para Astrid. A Astrid le
asustaba su propia sombra ¿Y aún así había gente que le temía a él? Aún no
entendía la lógica.
Astrid acercó sus rodillas al pecho y enredo sus brazos alrededor de sus
piernas. Quería reírse por pensar en encontrar a alguien que lo amara. Sí, había 33
tenido sexo anteriormente pero nunca porque lo deseara. Era algo que lo
habían forzado a hacer, y usualmente se preguntaba si alguna vez desearía que
alguien lo tocara cariñosamente. Le preocupaba que no soportara la mano de
alguien más de una manera sexual. Pero el estar con Miles y Ben le daban
esperanzas de que algún día encontraría a su propio amor. Quería ser feliz
como lo eran ellos.
Todos los días agradecía a los poderes que habían llevado a Miles a su
vida. Odiaba que hubiera sufrido cuando estuvo bajo el cuidado de Malcolm,
pero si no hubiera secuestrado a Miles, Astrid no hubiera conocido al hombre
y él nunca hubiera sido liberado de Lucian.
Desde que se había ido a vivir con Miles y Ben, su vida había cambiado
definitivamente por algo mejor. Ahora tenía una familia y amigos. La gente le
hablaba y quería estar con él. Eso nunca había pasado mientras estuvo con
Malcolm. Los guerreros realmente querían ser sus amigos. No había ninguna
mala intención en su amistad, simplemente la opción de ser sus amigos.
Miles le había dicho que Malcolm era un monstruo, y que esa no era la
forma normal en la que uno trata a los demás. Le dijo que tomaría tiempo,
pero que aprendería a confiar otra vez. Eso hacía que Astrid se sintiera, por
primera vez en su vida, como si perteneciera a algún lugar.
Pero si quería aprender a leer, iba con Miles, el más maduro de los dos.
Después de un centenar de años sin hacer nada salvo mirar a las paredes, su
sed de conocimiento era insaciable. Miles decía que el conocimiento era
poder, y Astrid quería ser tan poderoso como fuera posible, de tal forma que
nadie pudiera lastimarlo más.
Una vez que se acomodo, pensó en el hombre del otro lado del pasillo,
Klaus. Pensó en el cabello rojo oscuro que sobresalía en contraste con la piel
bronceada de Klaus. Después estaban esos encantadores ojos azules. Cada vez
que Klaus lo miraba, era como si pudiera ver directamente el alma de Astrid, y
tenía miedo de lo que pudiera ver.
—Así que déjame entenderlo bien—. Dijo Trevor mientras cruzaba los
brazos sobre su pecho y se recargaba en la pared. — ¿Ese tipo grande y
aterrador es la pareja de Astrid?—. Sus cejas se juntaron en señal de
confusión. — ¿Cómo es posible? Se acaban de conocer.
—Es el destino, Trevor. No hay forma de detener lo que tiene que ser—
. Miles dijo con los dientes apretados. No era bueno que esto le pasara a Astrid
ahora. Era muy pronto. Acaba de comenzar a recuperar su vida, y zas, toma el
peor camino posible. Nada bueno podía resultar de ser la pareja de Klaus.
Lo más probable era que el hombre haya ido para llevarse a Astrid lejos
de ellos. Ese pensamiento hacia que la bilis hirviera en su estomago. Klaus
también pudo haber sido enviado para asesinar a Astrid. Un brujo no
entrenado e incluso uno que lo estaba era considerado mortal ante los ojos del
respetado consejo. El consejo no sabía que tan infantil e inocente era Astrid de
verdad. Las probabilidades apuntaban a que el consejo ni siquiera le daría una
oportunidad. Bueno, el consejo se podía ir a la mierda, porque Miles no le
permitiría que se llevaran a Astrid. No lo haría.
Estar con Ben era lo mejor que le había pasado. Amaba al hombre más
que a nada, pero el camino que habían recorrido no había sido fácil. Miles
había sufrido en las manos de Malcolm, y él solo había estado bajo el cuidado
del malvado hombre por dos semanas. Había sido afortunado al salir ileso de
todo eso, pero la historia de Astrid era diferente. Astrid había vivido por cien
años, día a día, sin saber qué cosa terrible sucedería después.
No era justo pedirle a una persona que había sido abusada que aceptara
un compromiso de por vida con alguien. Astrid necesitaba tiempo para crecer
y descubrir por sí mismo quien quería ser. El hombre necesitaba vivir por un
tiempo sin las expectativas de tener que complacer a alguien más.
Miles temía que Astrid no fuera capaz de soportar lo que Klaus quería
de él. Astrid no era lo suficientemente maduro, sexualmente hablando, para
comprometerse en una relación sexual. Ser violado por años ininterrumpidos
no lo hacían el mejor amante, y estaba súper seguro, que tampoco lo
preparaban para tener ningún tipo de relación con Klaus.
Trevor se sentó en silencio junto a él. Miles podía decir que su primo
estaba contemplando una idea. Solo Dios sabía lo que saldría de su boca.
—No te enojes conmigo por decir esto, pero ¿No has pensado que tal
vez, y solo tal vez, Astrid quiera de alguna manera a Klaus?—, Trevor levanto
una mano para callar las protestas de Miles. —Sólo escúchame. ¿Recuerdas
cuando conociste a Ben?—, Asintió. — ¿Recuerdas lo asustado que
estabas?— Asintió otra vez. —Pero, ¿También recuerdas que sentías por 37
Ben? ¿Cómo, incluso con toda esa mierda que pasaba, no podías mantener tus
manos apartadas de Ben? Tal vez Astrid está sintiendo lo mismo por Klaus.
Digo, demonios, ese tipo es demasiado sexy. Si fuera soltero, estaría
intentando conquistarlo.
—Ves, dices eso, pero los dos sabemos que no es cierto. Como dices,
esta cosa del emparejamiento, es la forma en que el destino te da a la persona
perfecta. La persona que te amara y te protegerá sin importar qué. Y te guste
o no, el destino a juntado a Astrid y Klaus—. Trevor puso su mano sobre el
hombro de Miles. —Es solo cuestión de tiempo antes de que pase algo entre
ellos. Si Astrid siente una fracción de lo que tú sentías por Ben, el pobre chico
puede estar frotando su erección de arriba a abajo. Y tú aquí sentado
negándolo todo no ayuda en nada.
Trevor pasó su brazo por sus hombros. —Ves lo fácil que fue. Debería
volverme loquero. Soy bueno resolviendo problemas.
39
Capítulo 5
Después de la cena, Klaus pidió tener unos minutos con Astrid a solas,
para que pudiera preguntarle cosas simples. Esperaba encontrarse con una
gran pelea, pero no fue así. Miles y Ben aceptaron que él hablara con su
pareja.
Klaus golpeo su frente con la parte trasera de su puño. Tenía que dejar
de pensar en esos términos que involucraban a Astrid. Tenía trabajo que hacer,
y emparejarse y hacer a un lado sus responsabilidades no lo era.
Fue solo un caso que le enseño a Klaus que no porque una persona
parezca débil e inocente significa que lo sean. Podrían ser simplemente, tan, si
no es que más, fuertes que él. En el mundo en el que vivían, uno tenía que ser
cuidadoso con los demonios que acechaban cada esquina.
Klaus maldijo por lo bajo. Lágrimas caían como ríos por las mejillas de
Astrid. Mientras más escuchaba al joven brujo hablar, más quedaba claro que
la actuación de víctima no era para nada una actuación. Astrid era
verdaderamente una víctima y su mente estaba aterrorizada.
Astrid parpadeo antes de abrir los ojos. —Me llamaste ángel— dijo,
susurrando las palabras.
Klaus había decidido por ese beso, que no sería capaz de interrogar a su
pareja como a un criminal común. Además, Astrid no recordaba mucho. Si
pudiera hacer que Carter, un brujo amigo y lector del pasado, fuera ahí, tal
vez sería capaz de llenar los espacios faltantes. Carter tal vez podría ver más
incluso de lo que Astrid sabía que guardaba como recuerdos.
— ¿En serio?
—En serio—, Klaus le aseguro. —Pero, aún así, tengo que averiguar tus
orígenes y descubrir si tienes información bloqueada en tu cabecita que
pudiera ayudar al consejo.
Mientras se giraba para irse, Astrid salto del sofá y tomo su mano. Se
volvió para encontrarse con los ojos suplicantes de Astrid. — ¿Lo decías en
serio? ¿Me prometes que no me dejarás?
—Te lo prometo—. Klaus rozó sus labios con los de Astrid. —Eres
mío, y yo cuido de lo que es mío.
Klaus platico con Carlos por unos minutos. No se había reportado con
su departamento desde que llego a Missouri y disfrutaba el cotorreo con
Carlos. El hombre era tan relajado como nadie más.
—Carlos, te llamo porque necesito que envíes a Carter aquí tan pronto
como sea posible.
Carlos gruño tan fuerte que Klaus estuvo seguro que todo el
departamento lo había oído. —Sabes que odio hablar con ese chaval. Me
aterroriza. Se pinto el cabello otra vez, en esta ocasión es negro. Ese chico
debe estar agradecido de que es inmortal, o todo ese cabello ya se le hubiera
caído.
—No jodas.
Cuando colgó, fue en busca de Ben. Tenía que decirle que tendrían otro
invitado, un invitado que pensaba navegar en la mente de Astrid en busca de
información para el consejo.
49
Capítulo 6
Una vez que estuvo sentado en la cama miro a Miles. —Entonces, ¿Qué
son los de arriba y los de abajo? 50
—Quieres decir los activos y los pasivos—, Trevor lo corrigió.
—Lo que está tratando de decir es que un hombre penetra al otro con su 51
pene, y el otro abre su cuerpo para la intrusión. Con el cuidado adecuado, el
hombre que acepta el pene no siente dolor—. Miles comenzó a contar las
recomendaciones con los dedos. —Primero, siempre tienes que usar
lubricante, y algo de estiramiento también es necesario antes de la
penetración. Segundo, estar sobre tus manos y rodillas es una posición más
cómoda para el compañero que recibe el pene. Tercero, respirar
profundamente ayuda con el ligero dolor que pudieras llegar a sentir.
—Dios mío. Hiciste que mi pene se marchitara con esa lista—. Trevor
se sentó un poco más hacia el frente. —Miles, haces que el sexo suene tan
clínico e impersonal—. Volvió su atención hacia Astrid. —Astrid, Miles
mencionó algunos puntos muy buenos y algunas cosas que se deben hacer
antes de tener sexo.
—Trevor, déjame decirte que eso fue una de las cosas más lindas que
jamás pensé escucharte decir—. Miles le dijo a su primo.
— ¿De qué estás hablando? Por supuesto que eres bueno. Eres una de
las personas más dulces y amables que he conocido—. Miles limpió las
lágrimas de los ojos de Astrid.
Astrid dejo que Miles retirara sus manos de su rostro. Las sonrisas
sinceras en los rostros de sus amigos le indicaban que lo decían en serio.
Realmente no podía explicarlo. Todo lo que sabía era que sentía ese
sentimiento ardiendo en sus entrañas, como el que Trevor había descrito. Parte
de él reconocía a Klaus como a alguien que había conocido de toda la vida,
una conexión con otra persona la cual ni siquiera sabía que existía. Un
sentimiento de pertenencia lo envolvía cuando estaba en presencia del brujo
mayor.
Miles dejo salir un suspiro exasperado. — ¿Klaus te dijo eso? Ese hijo
de pu...
Astrid dedujo por la mirada sombría de Miles que este no estaba feliz 54
con las cosas. Pero ¿Por qué? Si el destino lo quería con Klaus, ¿No debería su
amigo estar feliz por él? Tal vez Miles creía que una sucia y poco valiosa
persona como él, no merecía el amor de Klaus. —Entonces, tenía razón.
¿Crees que no soy lo suficientemente bueno para él?
—Astrid, Klaus es mucho mayor que tú. Va a querer cosas para las
cuales no creo que estés listo. Este lazo de emparejamiento, te ciega de
cualquier otra cosa. La urgencia de emparejarte te consume, y simplemente
creo que necesitas más tiempo para sanar, sin la presión de tener sexo justo
ahora.
—Cariño, Klaus trabaja para el consejo. Eso significa que viaja mucho,
y si estas emparejado, te llevará con él—. La voz de Miles se quebró y
comenzó a llorar. —Te alejará de nosotros.
—Vamos, ustedes dos—. Trevor dijo mientras los abrazaba por atrás.
—Solo porque Astrid ha encontrado a su pareja, no significa que viajara con
Klaus todo el tiempo. Solo me basto verlo una vez, para apostar una cantidad
considerable a que si tiene una misión que piense que es peligrosa, dejará a
Astrid con nosotros—. Trevor se encogió de hombros. —Además, tontitos,
siempre están los celulares, el correo, mensajes de texto y skype. Incluso
aunque no estemos bajo el mismo techo, nunca estaremos más lejos que una
llamada de distancia. 55
Astrid podía ver el brillo de las lágrimas que Miles intentaba contener.
No quería poner a nadie triste, pero tenía que ser honesto consigo mismo y
con lo que quería, y eso era Klaus.
Astrid asintió con la cabeza. Por una vez en su vida, tenía que decidir.
Tomar esa decisión se sentía muy bien. Era el comienzo de tomar el control de
su vida. Pero aún necesitaba la guía de su mejor amigo.
—Trevor, no te está pidiendo tender sexo con él. Así que cálmate—.
Miles se volvió hacia Astrid. — ¿Estás seguro que estás listo para esto? Es un
paso muy grande.
Klaus le había informado a Ben de la visita del brujo. Ben incluso había
estado de acuerdo que era lo mejor. Ya que él y Astrid eran pareja, iba a ser
difícil interrogarlo y no involucrarse sentimentalmente.
Klaus rodeo la cama y se acostó sobre el cobertor. Estiro los brazos por
encima de su cabeza y bostezo. Cuando bajo sus brazos, sus dedos rozaron
algo sólido. Se levanto y columpió los pies fuera de la cama. Un guerrero
siempre debe estar preparado, y se había permitido ser la presa del intruso.
Había vivido por mil quinientos dos años. Podía esperar un poco más 57
para acostarse con su lindo y tierno compañero. Camino hacia el otro lado de
la cama y se arrodillo a un lado de la cabeza de Astrid. El cabello de su pareja
estaba esparcido cerca de su rostro. Los mechones dorados caían fuera de la
almohada, haciéndolo recordar los rayos del sol. La piel de su rostro era
perfecta como el mármol. No tenía arrugas de estrés cerca de los ojos o boca.
En sus sueños, el miedo no podía alcanzar a Astrid. Klaus estaba agradecido
por ello.
—Me alegra que digas eso porque necesito algo de ti—. Las mejillas de
Astrid se pusieron más rojas, si eso era posible.
Había estado callado por tanto tiempo, que Astrid debió tomar su
silencio como un rechazo. Klaus vio como Astrid se sentaba en la cama y
llevaba sus piernas hacia su pecho, abrazándolas fuertemente. Esa era la
posición que Klaus había identificado como la posición de Astrid asustado y/o
aterrorizado.
—Ángel, lo entiendo, pero incluso sin todo eso, sigue siendo muy
pronto para que tengamos al... al... algún tipo de actividad sexual—. El rostro
de Klaus se calentó de la vergüenza. Nunca antes se había sentido tan
incómodo hablando de sexo.
Los dientes de Klaus se apretaron tan fuerte ante la mención del nombre
de Lucian que pensó que pulverizaría su mandíbula.
—Que quiera esperar no tiene nada que ver con ese hombre—. Klaus
estaba haciendo su mejor esfuerzo para controlar el coraje que sentía por todo
lo que Astrid había sufrido bajo las manos de ese monstruo.
Separo los labios de Astrid e incentivo su lengua para que jugara con la
suya. Astrid introdujo tímidamente su lengua en su boca, y un candente placer
recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies.
—Está bien, ángel. Te daré lo que quieres—. Puso un dedo sobre los
labios de Astrid cuando comenzó a hablar. —Pero a mi ritmo. Quiero llevar
las cosas despacio contigo.
La necesidad de venirse hizo que Klaus jalara los brazos de Astrid hacia
arriba, a cada lado de su cabeza. Le sonrió a su pareja cuando este dejo
escapar una risita.
—Deja tus manos justo aquí—. Apretó el agarre sobre las pequeñas y
frágiles muñecas de su pareja para enfatizar su punto. Astrid asintió
erráticamente.
—Dios, eres hermoso—. Klaus dijo mientras veía por primera vez el
cuerpo desnudo de Astrid. Astrid tenía piel pálida de pies a cabeza, con
pezones ligeramente bronceados, los cuales se endurecieron cuando los toco.
Forzó su descenso hasta el duro pene que descansaba sobre el estomago de
Astrid. La cabeza se asomaba por el prepucio, resaltando una gota de pre
semen en la punta. Dios, como amaba a este hombre por completo.
Astrid lanzó su cabeza hacia atrás y gritó mientras que semen caliente
recorría la garganta de Klaus. Klaus recorrió con la mirada el cuerpo de
Astrid, mientras que este se venía.
Jalo al pequeño hombre más cerca. El ser capaz de dormir con Astrid
acurrucado en sus brazos fue un regalo de los dioses. Sabiendo que su
compañero estaba seguro con él, Klaus finalmente se permitió sucumbir al
cansancio. Mañana sería un nuevo día, y ellos discutirían más a fondo su
incipiente relación.
64
Capítulo 8
Ronroneó cuando Klaus paso sus dedos por su cuello, tomando los
mechones sueltos que caían por su espalda. Klaus beso gentilmente a Astrid.
Suaves y gruesos labios se encontraron con los suyos, y eso era el cielo.
Klaus recorrió con su lengua el borde de los labios de Astrid. Separo sus
labios y Klaus entro directo. La manera en como su compañero controlaba a la
perfección su boca, encendía la piel de Astrid. Klaus empujo y movió su
lengua y él le contesto atacando.
—No, tú decidiste eso, no yo—. Astrid arrebato sus manos del agarre de
Klaus. Lágrimas llenaban sus ojo por la vergüenza y pesar que llenaban su
estomago.
El ser rechazado no debía ser algo nuevo para él, pero no hacía que el
rechazo de Klaus fuese sencillo.
Las lágrimas caían como la lluvia por sus mejillas. Entendía y respetaba
a su compañero por querer esperar, pero lo que necesitaba para curarse era a
Klaus. Hacer que el toque amoroso de Klaus borrase los recuerdos de los años
que vivió bajo el cuidado de Malcolm. Necesitaba buenos recuerdos con los
que reemplazar los malos, para completar su interior.
—Ángel, dilo otra vez. Di que desearías que te hiciera el amor. Creo
que tu deseo estaba tratando de forzarme a hacerlo.
Astrid no tenía idea de que estaba tramando Klaus, pero de todos modos
lo dijo. —Desearía que me hicieras el amor, ahora mismo—, agrego.
—Ángel—. Klaus giro a Astrid para que lo viera. —Si estoy en lo cierto
y tienes sangre de hada corriendo por tus venas, tenemos un problema grave.
—Primero que todo, nunca antes había visto una mezcla de dos
especies. Simplemente no es posible. Por eso, si eres, de hecho, un híbrido,
alguien se tomo muchas molestias para crearte. La madre naturaleza tiene
muchos controles y balances, y durante toda la existencia nunca ha habido un
cruce de razas, nunca. Segundo, las hadas son seres del bien, por eso su magia
no tiene consecuencias, a diferencia de las brujas. Donde un hada no puede
hacer cosas malas, una bruja puede. Así que si combinas a los dos tendrás un
ser mágico que puede hacer cualquier tipo de magia sin tener una
consecuencia negativa. Así que, en teoría, si deseas que alguien muera, esa
persona morirá, y no habrá ninguna consecuencia para ti por hacerlo. Algunos
paranormales verán esto como algo muy malo, y querrán buscarte para
capturarte y usarte para su propio beneficio, y otros te buscarán para matarte, 69
considerándote una abominación que es necesario destruir.
—Dios mío, creo que voy a vomitar—. Su estómago comenzó a sentirse
pesado. La bilis quemaba su garganta, puesto que el acido de su estomago
había encontrado la manera de subir hasta su esófago.
Un escalofrío recorrió su espalda. Klaus dijo que las hadas eran raras y
que habría gente que lo querría, otra que intentaría matarlo, por lo que era.
Dios, ¿Podría haber sido liberado de una prisión solo para ser cazado como un
animal bajo la protesta que necesitaba ser eliminado?
—Todos dicen que soy un brujo. ¿Cómo puedes estar tan seguro de que
soy un hada?—. Su voz sonaba débil y descorazonada incluso para sus propios
oídos.
—Astrid, puedo sentir al brujo que hay en ti, pero cuando hiciste ese
deseo—, Klaus sacudió la cabeza. —Sentí la necesidad de hacer lo que me
pedías, y la forma en la que tu piel brillo, eso solo lo hacen las hadas. Cuando
sus poderes se incrementan un pequeño brillo comienza a desarrollarse en el
interior de sus cuerpos, haciendo que brillen, justo como acabo de ver que
hiciste.
— ¿Qué hago ahora? Dijiste que era malo que tuviera sangre de hada.
Dijiste que la gente o me querría poseer o matar—. Las lágrimas nublaban su
visión. —Estoy tan jodido que ni siquiera es gracioso—. Astrid sollozo. 70
Klaus comenzó a reírse. Astrid no tenía ni idea que era tan gracioso,
pero lo ponía furioso que en momentos como este su pareja se riera de él. Tal
vez todas las palabras amables de Klaus eran una mentira, una forma de
obtener lo que quería de él.
—Dijiste, "jodido".
—Una palabra tan sucia saliendo de una boca tan linda, me excita—.
Mordisqueo el labio inferior de Astrid, después balanceo sus caderas hacia
adelante, enterrando su erección entre las piernas separadas de Astrid.
— ¿Qué... qué vas a hacer con eso?—. La voz de Astrid tembló por los
nervios.
Klaus observo a Astrid apretar los puños, después estirar los dedos,
después apretarlos otra vez. Parecía que su pareja estaba nervioso con esa
idea. Klaus podía entender su agitación. Por primera vez en la vida de Astrid,
tendría la oportunidad de decidir si quería tener un encuentro sexual o no.
—Estoy muy seguro, ángel—. Klaus dijo mientras se sentaba sobre sus
talones. Empujo los muslos de Astrid para que pudiera levantar sus piernas.
Astrid llevo sus rodillas al pecho, regalándole a Klaus una vista de su
sonrosada estrella. Tenía que mantener la boca cerrada si no quería babear.
Cuando Astrid sonrió, supo que había dicho lo correcto. La vida sexual
previa de su compañero no había sido muy buena, y Klaus no quería que él
pensara en eso mientras estaban juntos. Era el momento de crear nuevos
recuerdos que les durarían toda la eternidad.
Astrid solo podía asentir con la cabeza. Su cuerpo estaba bañado de una
finca capa de sudor. Klaus amaba como su pareja temblaba cada vez que salía
y entraba con firmeza nuevamente. En un intento de contener sus gemidos,
Astrid se mordió el labio, volviendo a abrir el pequeño corte que Klaus había
hecho anteriormente. El ver la brillante sangre roja de su compañero era una
señal para completar el ritual de vinculación. Todo lo que necesitaba era el
consentimiento de Astrid. 74
—Dime Astrid. Dime que esto es lo que deseas. Dime que quieres ser
mi pareja—. Detuvo sus caderas, esperando la respuesta de Astrid.
Astrid lo miro con los ojos muy abiertos mientras recolectaba la sangre
de su labio, y la añadía a la que ya se encontraba en la punta de su pene. Sin
desperdiciar otro segundo, Klaus guío su hinchado pene, de regreso al cuerpo
de Astrid. Tomo las piernas de Astrid y las llevo sobre sus hombros, para que
pudiera penetrar muy profundamente con cada estocada. Quería que Astrid
sintiera su amor con cada golpe.
Apretó las manos sobre los muslos de Astrid tan fuertemente que
seguramente dejaría una marca que podría ver por la mañana. Ese
pensamiento lo complacía. Quería que otros vieran que había reclamado a su
pareja, que supieran que era de alguien. La idea de tatuar su nombre en la piel
de Astrid para que todos lo vieran, hizo que empujara sus caderas más rápido
cada vez.
Entre la vista y el olor del semen de Astrid, Klaus se dejo llevar como
un hombre fuera de control. Sus embestidas eran más fuertes y más profundas
que antes, buscando su liberación como un policía busca a un criminal. Klaus
gruño fuertemente mientras el cuerpo de Astrid ordeñaba cada esencia de su
cuerpo. Se mantuvo quieto cuando su liberación lo golpeo.
Su pene seguí muy adentro del trasero de Astrid, pero no quería sacarlo
todavía.
—Mío. 76
Se levanto sobre sus codos ante las palabras balbuceadas de su pareja.
Una sonrisa cruzo sus labios cuando vio a Astrid. Definitivamente se podría
acostumbrar a este comunicativo lado de su ángel.
—Creo que todos lo saben—. Astrid se rió hasta con el cuerpo que la
cama vibró.
— ¿Por qué?
—Sí, sí, sí. Pero tú también fuiste muy escandaloso—. Astrid giro la
cabeza para verlo. —Oye, no me estoy quejando. De hecho, la próxima vez 77
quiero escucharte gritar mi nombre mientras montas mi pene.
—Está bien—. El rostro de Astrid se sonrojo con un agradable color
rosado.
78
Capítulo 9
—Klaus, ¿Puedo preguntarte algo acerca de todo eso de los deseos del
hada?—, Astrid pregunto mientras pasaba una playera por su cabeza.
—Ya era tiempo. Hemos estado parados aquí afuera una eternidad—. El
hombre del otro lado de la puerta contesto.
—Vamos, no. Los polis. Son como la policía de nuestro mundo. Sé muy
bien, por lo que aprendí ayer que no lastimarías a Astrid o a ninguno de 81
nosotros, pero no estoy muy seguro de los chicos de allá afuera.
Klaus se aguanto la risa que quería ser liberada. El hombre parecía un
poco extraño, pero de corazón estaba interesado en lo mejor para Astrid,
incluso si su reacción había sido un poco exagerada.
—Gracias, Trevor, pero esos caballeros, allá afuera, son mis amigos, y
están aquí para ayudar a Astrid.
Hubo un gran gruñido del otro lado del corredor. Klaus se volvió tan
rápido como la luz, para envolver a Astrid con su cuerpo. No sabía que estaba
pasando, pero proteger a Astrid era lo más importante.
Vio sobre su hombro para ver si todos estaban bien. Lo que vio lo
impacto tanto que no pudo hablar. Abner tenía a Carter contra la pared. Carter
tenía la cabeza inclinada hacia un lado, con el cuello expuesto, mientras Abner
olfateaba la piel sensible.
La tensión era tan pesada que casi era una entidad viva dentro del
cuarto. Nadie se movía, como si supieran que un solo movimiento podría 82
hacer que Abner defendiera lo que consideraba suyo. Y por cierto, estaba
acercándose tanto a Carter y oliéndolo tan profundamente, que solo había una
explicación posible. Pobre Abner estaba emparejado con un brujo muy
egoísta.
—Pero es mío.
—Una vez más, No soy de nadie. Ahora bájame, gran zoquete—. Carter
contraataco.
—No hay razón para ser grosero, tú... tú, chico cruel—. Astrid dijo.
Astrid estaba de pie con los brazos cruzados sobre su pecho, moviendo
un pie, mirando intensamente a Carter. Dios, su ángel tenia temperamento
cuando lo provocaban.
—Abby, por favor bájalo. No creo que le guste que lo estés oliendo—.
Astrid suavizo su voz cuando le hablo a Abner.
—Gracias—. Dijo Carter, sin siquiera mirar a Abner. —Klaus, ¿Es este
el brujo por el que me hiciste volar para poder leerlo?
—Sí, Carter—. Klaus le hizo señas a Astrid para que se acercara a él. 83
Astrid lo ignoro y se fue a parar a un lado de su amigo. —Oye, Abby,
todo estará bien—. La pequeña mano de Astrid se cerró sobre la gran mano de
Abner.
— ¡Astrid no!—, Klaus grito y giro a Astrid para que lo viera. —Ángel,
no puedes hacer deseos, acuérdate—. Le susurro a Astrid al oído.
— ¿Qué demonios fue eso?—, Carter tenía las manos frente a él como
si se estuviera reponiendo de un gran toque.
— ¿Qué fue qué?—, Carlos pregunto mientras veía a los hombres frente
a él.
84
—Creo que necesitamos encontrar un cuarto más silencioso para
discutir algunas cosas—. Klaus pudo ver que Trevor ponía atención. El
hombre estaba tan quieto que se confundía con la pared. —Trevor por favor,
podrías decirle a Ben y a Miles que el lector de pasado está aquí, y yo me
quedaré con Astrid todo el tiempo.
Trevor acepto con la cabeza y salió del cuarto. Klaus llevo a los
hombres a la sala en la parte trasera de la casa, donde tendrían más privacidad.
Después de lo que había pasado, la posibilidad de que Astrid tuviera sangre de
hada había sido probado, y Carlos y Carter habían sido testigos de ello. De
acuerdo con las regulaciones del consejo, tendrían que reportar esto
inmediatamente.
Estaba a punto de irse, cuando Trevor salió a toda velocidad por una
esquina.
Abner vio como Trevor trotaba por el pasillo. No puedes huir del
destino. Bueno, realmente esperaba que se pudiera, porque era imposible que
pasara una eternidad con un hombre que no lo quería.
85
Capítulo 10
Cuando se fue a vivir con los guerreros de la Luz, el gran hombre había
tomado a Astrid bajo su ala, haciendo que Astrid se sintiera parte del grupo, y
lo mantenía a salvo. Eran amigos, y los amigos se cuidaban las espaldas.
—Por aquí, caballeros—. Klaus abrió una puerta y los guio hacia una
gran mesa de madera, con sillas orejonas alrededor. Astrid se sentó en el lugar
más alejado de Carter. Su enojo para con el brujo aún estaba por los niveles
más altos.
—Sé que no estás muy contento conmigo Astrid, pero voy a tener que
tocarte para que esto funcione—. Carter le dijo.
—Antes de que empieces, hay algo que necesito decirles—. Klaus miro
de Carter a Carlos. —Si no lo han adivinado por lo que acaban de ver—,
Klaus señalo la puerta. —Creo que mi pareja tiene sangre de hada en él.
—No puede ser—. Carter susurro. —Sabía que algo no estaba bien
cuando deseo que me fuera. Lo sabía—. Carter lo señalo con un dedo.
—Eso fue lo que pensé, y es por eso que te pedí que vinieras hasta aquí.
Astrid no recuerda mucho de antes de que fuera mandado a vivir con
Malcolm, así que necesito que veas que puedes encontrar.
—Lo sé—. Klaus tomo su mano. —Tengo que pedirles un favor más—.
Ambos hombres asintieron. —Si lo que sospecho se demuestra, por favor no
lo reporten al consejo inmediatamente, no hasta que sepa que vamos a hacer.
Carter guardo silencio por mucho tiempo, Astrid temía que el brujo lo
fuera a delatar con el consejo antes de que siquiera hubieran empezado. —
Está bien, te doy mi palabra. Ahora, empecemos. Niño, dame tus manos.
—Como sea, amigo—. Carter tomo sus pequeñas manos. —Está bien,
así es como funciona. Necesito que pienses en tu recuerdo más lejano. A partir
de ahí, puedo colgarme de ahí y regresar a tu pasado contigo—. Carter se
encogió de brazos. —Piénsalo de esta forma. Eres mi guía en tu vida. Veo lo
que me enseñas, y en ocasiones, puedo ver un poco más si te abres conmigo 88
completamente. ¿Tiene sentido?
—Oh, por el amor de Dios, Carter, el hombre no es un descerebrado—.
Carlos dijo, gruñéndole a Carter.
Astrid asintió y ofreció sus manos para que Carter las tomara. El saber
que no dolería, lo ayudaba, pero aún estaba aterrorizado de lo que vería el otro
hombre. Los pasados ciento trece años no eran los mejores, pero cuando
pensaba en ellos ahora, parecía que habían pasado en otro lado, como si no
hubiera existido hasta que se fue a vivir con Miles y los otros chicos.
—Sí, lo sé, pero aún así, debo decir, que es totalmente atractivo—.
Malcolm movió la mano. —Ven, Lucian. ¿Qué piensas de nuestro nuevo
inquilino?
Astrid abrió los ojos por el alborota a su alrededor. Vio a Carter de pie
pegado a la pared. Su cuerpo temblaba, y sudor goteaba de su rostro,
arruinando su maquillaje en el proceso. Parecía que el hombre había llorado
lágrimas negras.
Pensó que era mejor decir la verdad. —Deseaba estar en un lugar feliz y
eso adormecía el dolor.
91
Lágrimas salían de los ojos de Carter. Astrid sintió pena por el hombre,
solo experimento un fracción de lo que él había vivido, y aún así, no deseaba
que eso le sucediera a nadie.
Carter descanso la cabeza entre sus manos. —Fue horrible. Las cosas
que vi y sentí. Fue como si estuviera ahí, y todas esas terribles cosas me las
hubieran hecho a mí. Eso nunca había pasado.
Carter lo vio con los ojos llorosos. —Astrid, siento la forma en la que
trate. No te lo merecías, como tampoco merecías todo lo que te paso. Por
favor acepta mis disculpas.
—Gracias Carter.
93
Capítulo 11
Carter hizo contacto visual con todos los que se encontraban sentados
en la mesa, haciendo que el suspenso se expandiera como un espeso aire. —Es
lo que Klaus sospechaba, parte brujo, parte hada. Hasta donde sé, es el
primero de su especie.
—Se trata de esto. Las hadas son buenas por naturaleza, y las brujas se
inclinan más por el lado malvado de la balanza. Los brujos tienen la
oportunidad de elegir entre el bien y el mal. De cualquier forma, su magia
funciona cuando quieren que lo haga, pero no funciona así para las hadas.
—Tienes que entender, esto paso hace más de mil años antes de que
alguien supiera de las limitaciones mágicas de las hadas. Este hombre en
particular mantuvo a un hada en contra de su voluntad e intento obligarlo a
concederle deseos excéntricos. Cuando el hada no los concedía porque no
podía, él creyó que estaba jugando con él, que no los concedía a propósito.
Golpeo al hombre hasta dejarlo casi sin vida. Como el hada seguía sin
concederle sus deseos, lo ato a un árbol. Le dio al hombre una última
oportunidad de hacer lo que se le pedía o le cortaría la cabeza—. Carter se
pauso dando un efecto dramático. —Pueden imaginarse cómo termina la
historia.
95
—Dios mío, eso es terrible—. Exclamo Miles. —Pero eso fue hace mil
años. Los paranormales saben la verdad sobre las habilidades de las hadas.
¿Por qué está Astrid en peligro? Dinos de una vez Carter.
Klaus sabía por qué. Sabía que su pareja era especial, y por eso sería
una herramienta muy codiciada para el mal. Pero decir las palabras en voz alta
las haría reales, y no estaba listo para preocupar a su pareja más de lo que ya
estaba.
Astrid asintió contra el cuello de Klaus. Carter no pudo ver el gesto, por
lo que Klaus contesto por él. —Adelante, Carter.
—El día que la presunta madre de Astrid—, Carter dibujo comillas con
los dedos, —lo vendió, menciono que era necesario prepararlo para lo que
venía—. Carter levanto las manos en el aire. —Ni siquiera me pregunten que
viene. No tengo idea, y Astrid tampoco.
—Eso te lo debato. Deseo que me fuera—. Carter dijo con una sonrisa
en los labios. Klaus agradecía el intento del brujo para hacer reír a Astrid. Y
sorprendentemente, funcionó.
—Lo acepto. Pero después de ver por lo que has pasado, creo que puedo
ajustar un poco mi comportamiento. ¿Qué crees?—, Carter le pregunto a
Astrid.
—Lo sé. Toda esta situación es muy extraña. Todas las parejas
formadas de diferentes especies que he conocido han tenido que adoptar.
Hasta donde sé, no existe una magia tan grande que pueda ignorar ese
defecto.
Klaus paso los dedos por su cabello. Se quito la liga que lo sujetaba,
dejando que cayera sobre su espalda. El dolor de cabeza que aprisionaba su
cráneo, hacia que le dolieran los folículos, y el liberar los mechones
amortiguaba la incomodidad que sentía.
Klaus giro la cabeza hacia el susurro. Sus ojos aún tenían que adaptarse
a la total oscuridad. Manchas borrosas llenaban su visión, pero se dirigió hacia
su compañero sintiéndolo.
Klaus movió sus manos sobre la superficie del colchón hasta que se
topo con un bulto hecho un ovillo, en uno de los extremos. —Astrid, no seas
ridículo. Los guerreros te aman, y nunca pensarían mal de ti—. Se coloco en 100
posición de cucharita con su pareja, frotando su mano arriba abajo por un
costado de Astrid.
Un cálido aire se apresuro a salir por los labios de Astrid, cuando este
suspiro. Su cálida y dulce esencia lleno la nariz de Klaus, canela y vainilla.
Sus fosas nasales se expandieron, tratando de obtener más de la placentera
esencia.
—Sí, ángel—. Giro a Astrid sobre un costado para que pudieran estar de
frente. — ¿No puedes sentir el amor por ti?—. Klaus puso su mano sobre el
palpitante corazón de Astrid — ¿Aquí?
—No eres nada, salvo el más grande regalo que jamás se me haya dado.
El decir que eres un monstruo, sería cuestionar mi juicio, y tengo un
magnifico juicio cuando se trata de personas. Tu, mi amor, eres inocente de
cualquier mal hecho—. Le sonrió traviesamente a su pareja. —Ahora, por otro
lado, hay un millón de cosas malas que quiero hacerle a tu cuerpo. ¿Me hace
un monstruo querer ensuciar a mi dulce e inocente ángel?
101
Astrid negó con la cabeza francamente. —No—. Jalo sus manos para
liberarlas del agarre de Klaus. Después Astrid enrededo los dedos en el largo
cabello. —Hazme el amor, por favor.
Deslizo sus manos por lo bajo de la espalda de Astrid hasta que fue
capaz de ponerlas sobre su apretado y firme trasero. Astrid gimió cuando
Klaus se froto contra su entrada. Klaus quería rasgar los pantalones de Astrid,
y deslizarse al caliente interior, pero creyó que debía mostrar un poco más de
consideración para con su compañero. Astrid necesitaba de la tranquilidad que
una jodida rápida no podía ofrecer.
Cuando llego a la banda de los pantalones de Astrid, tiro del resorte con 102
los dientes, el nudo que llevaba se deshizo fácilmente, permitiéndole retirar la
tela.
Comenzó su ataque con las redondas orbitas que yacían acobijadas del
saco de Astrid. Klaus comenzó lamiendo las suaves piedras, después giro su
lengua formando un ocho, lamiendo la piel erizada que los cubría.
Acaricio con su mano los testículos de Astrid, Klaus lamió uno, luego el
otro muy profundo en su boca. Astrid gimió mientras se estremecía debajo de
él. Klaus succionó fuerte mientras bañaba sus testículos de saliva. Agrego a su
ataque un gemido mientras lamía y succionaba, mandando vibraciones a lo
largo del pene de Astrid.
—Por favor, oh, por favor—. Astrid rogaba mientras se quería fundir
con la cama.
De la manera más cuidadosa que pudo, uso sus labios y dientes para
retirar la piel de Astrid. Succiono la delgada piel mientras jalaba hacia abajo.
Astrid separo más las piernas ante este acto. Su compañero claramente se
acercaba a su clímax, y Klaus todavía no podía permitirlo.
Astrid gimió y gimió. Movió sus caderas un poco más abajo, buscando
un poco el duro pene de Klaus. El agujero ansioso de Astrid apretaba la
cabeza de su pene, tratando de tragarlo por completo.
Astrid se movió para salir de debajo de él. Klaus estaba tan embelesado
con la imagen mental de su angelical compañero y un juguete sexual enterrado
muy profundo en su trasero, que casi deja que se escape.
—Por mucho que quiera enterrar un gran y lindo dildo en tu trasero, aún
prefiero joderte rápido y fuerte—. Klaus se estiro para tomar el lubricante de
la mesa de al lado.
No podía resistir más por lo que se movió hacia adelante y capturo los
labios en un beso que sonrojaría a cualquiera. Lentamente movió sus dedos a
lo largo de los brazos de Astrid, erizando la piel bajo su toque.
Astrid abrió los ojos y los enfoco con los de él. —Puedo manejar todo
lo que tengas para mí—, Astrid apretó las pompas alrededor del pene de
Klaus, provocando que este se estremeciera dentro del ardiente canal.
Envolvió sus brazos bajo los hombros de Astrid y rodo en la cama hasta
que Astrid estaba sentado a horcajadas sobre él. —Muéstrame—. Movió sus
caderas hacia arriba mientras que Astrid enterraba todo de él. —Monta mi
pene.
El estrecho canal de Astrid era tan bueno que Klaus sentía como si se
enfrentara a las suaves paredes del trasero de su compañero para reclamar que
su pene entrara hasta el fondo. El cuerpo de Astrid no quería dejarlo ir, ni 106
siquiera por un segundo, y eso le parecía genial. Si pudiera estar conectado
con su compañero, tal y como lo estaba ahora, lo haría.
—No te enojes con él. Le pedí ayuda. Quería saber que podría excitar a
un hombre fuerte y sexy, y Trevor dijo que a él le funcionaban unas cuantas
palabras sucias.
108
Capítulo 12
Lenta pero seguramente, Klaus había derrumbado cada pared que había
construido en un intento de proteger su corazón. Y lo extraño era que no tenía
miedo. Añoraba todo el amor y la atención que Klaus le estaba brindando.
Con todo ese amor, no había espacio a dudas.
Los momentos como este eran sus favoritos. Pasar tiempo con sus
amigos, bromeando y riéndose, lo hacía sentirse como una persona normal.
Nadie lo juzgaba por su pasado, ni lo trataban diferente por eso. Era un igual
entre los chicos, y esa era la mejor medicina para curar a su alma cansada. Era
un hecho que a veces sentía que lo mimaban demasiado, pero entendía porque
lo hacían. Todos los hombres en la casa lo amaban y no querían nada más que
mantenerlo a salvo, por eso no le importaba que fueran sobre protectores.
Miles lo dejo voltear los hot cakes mientras Trevor se encargaba del
tocino. Se movió hacia un lado para evitar que le salpicara el ardiente aceite
del tocino. Se concentro en los hotcakes. No quería tirar ni una de las gloriosas
gotas de chocolate al suelo.
Otro gran ruido hizo que los tres retrocedieran dando un salto. Los
sonidos estaban haciéndose más fuertes y más cerca. Miles miro la puerta y
después a él. Asintió cuando hubo tomado su decisión.
—Te tengo.
Gruñó cuando se estrelló contra una pared sólida que no había estado
ahí antes. Chocó tan fuerte que cayó unos cuantos centímetros más atrás sobre
su trasero. Cuando toco el suelo, su parte superior del cuerpo se fue hacia atrás
por la fuerza, y se golpeo la cabeza fuertemente contra el piso de mármol.
Coloridas estrellas llenaban su visión y podía sentir el sabor a cobre de su
sangre en la lengua.
Mientras estaba desparramado en el suelo, abrió poco a poco los ojos. 113
Un hombre que parecía normal estaba de pie frente a él, pero no era normal.
La sonrisa malvada que portaba en su dirección dejaba ver dos colmillos
largos que se asomaban por debajo de su labio superior.
—Astrid no.
El grito de Miles sonó a través del cuarto, haciendo que sus oídos
retumbaran y volviera a ver a su amigo. Astrid miro como Miles tiraba del
brazo del hombre con el que había estado peleando y lo lanzaba al suelo.
Después Miles torció la cabeza del hombre hasta que la separo del cuerpo. Se
veía tan fácil, como si separaras una uva de la vid. La atención de Astrid
volvió al hombre frente a él cuando este lo sujeto del brazo. Con el rabillo del
ojo vio una luz. Miles se abalanzó contra ellos a toda velocidad, y derribo al
hombre sobre su espalda. Miles se sentó a horcajadas sobre él hombre,
golpeándolo en la cara con todo lo que tenía.
—Mmm.
—Astrid, amigo, desea que ese maldito se vaya—. Trevor dijo mientras
tocaban con la espalda la pared donde estaba recargado Miles.
El hombre dio zancadas para llegar a ellos y tomo a Astrid por los
bíceps. El pellizco de sus uñas se enterraba en su piel, haciendo que se 116
estremeciera de dolor. Sin ninguna duda más, dejo las palabras fluir mientras
apretaba los antebrazos del hombre.
Una mirada de horro cruzo el rostro del hombre, mientras hacia un gesto
de dolor. Después ya no estaba. El hombre desapareció justo frente a sus ojos.
Se movió un poco fuera de los brazos de Klaus para ver qué era lo que
los otros guerreros estaban viendo. Jadeo con horror. Sangre y partes de
cuerpos de los dos hombres que habían peleado con sus amigos estaban
tirados por el cuarto. Hasta que Quinn lo dijo, no lo había notado.
—Pero fue Astrid quien nos salvó—. Miles se movió de los brazos de
Ben para mirarlos.
—Deseo que se fuera—. Dijo Trevor. —La cosa más genial que haya
visto. Ese tipo simplemente se desvaneció.
—No lo sé—. Klaus hizo su mejor esfuerzo por leer la respuesta en los
ojos de Astrid.
—Bebé, regresa a mí—. Ben llevo sus manos al rostro de Miles y dibujo
pequeños círculos en las mejillas manchadas de sangre. — ¿Podrías decirnos
como sabías que eso iba a funcionar?
Miles tomo la muñeca de Ben y apretó tan fuerte que las manos de su
compañero se estaban poniendo moradas. —No me vas a creer.
—Miles, te amo. No han nada en este mundo que puedas decir que no
vaya a creerte.
119
—Eso fue lo que dijo el hombre que se desvaneció. Que él no quería a
Astrid sino alguien más. Algo acerca "del despertar"—, Trevor le informo a
los hombres que lo rodeaban.
Astrid también quería saber. Si ese era el propósito por el cual había
sido traído a este mundo, tenía que encontrar una manera de cambiar su
destino. Tenía que mantener a salvo a su familia, y proteger a la gente
inocente que no había pedido nada de esto. Las razones por las cuales fue
creado debieron ser malvadas, pero preferiría morir antes de lastimar a otra
alma viva.
120
Capítulo 13
La otra cosa extraña rodeando esta situación era como sabía Miles que
tocando al hombre, Astrid podía hacer que el deseo se volviera realidad. Había
demasiadas preguntas y no muchas respuestas.
—Dale tiempo Ben. Hablará contigo una vez que él mismo le pueda
poner pies y cabeza a esto. Una vez que lo haga, hablará contigo. Tienes que
creer en eso, amigo mío—. Klaus le dio animo.
—Lo sé, pero odio el pensar que está tratando de solucionar esto solo—.
Ben golpeo la mesa con el puño. —Me siento tan inútil cuando se que está
sufriendo.
Volvió sus taciturnos ojos a Ben. —Sólo hay una persona en la que
puedo pensar que podría querer a Astrid.
—No puedes considerar que se haya quedado por los alrededores, ¿o sí?
El video termino, y Ben los vio a Todos. —Odio decirlo, pero creo que
tengo que llamar a mi padre y decirle lo que sucedió esta mañana.
Necesitamos su ayuda.
—No jodas—. Miro de Ben a Quinn. —Esto puede ser mucho más
grande de lo que cualquiera de nosotros incluso pudiéramos imaginar. Si hay
un renegado en el consejo, es muy malo. Sobre todo, hay demasiados
miembros en el consejo. No sabía por dónde empezar a cuestionar a la gente.
Klaus tosió para limpiar su garganta antes de hablar. —No sólo Astrid
es mi pareja, si no que también es mitad hada—. Dejo caer la bomba rápida y
concisamente.
Benedicto pasó una mano por su rostro, frotando la oscura piel bajo sus
ojos. Parecía que el hombre no había dormido en días. El estrés atacaba su
joven e inmortal rostro. —Siempre temí que este día llegaría, pero tenía
esperanzas de que podría prevenirlo.
—Hijo, hay cosas que no sabes, y va más allá que el consejo. Tengo mis
sospechas de quien podría estar involucrado, pero no sabía de qué forma
llegaría la amenaza—. Benedicto se rio para sí mismo. —Ahora lo sé.
Klaus tomó la laptop para que solo lo viera a él. — ¿Qué está pasando
Benedicto? Esto involucra a mi pareja. Tengo el derecho de saberlo—, le
exigió.
127
—No puedo decirte. Desearía que pudiera, pero no lo tengo permitido.
Mi única sugerencia es que dupliques el patrullaje y cuides de cerca a Astrid.
Mantén al hombre a salvo.
— ¿Por qué debería creerte? Tu pudiste haber orquestado todo esto. Tal
vez necesitemos protección de ti.
La reunión con los guerreros duro un poco más. Ben distribuyo más
patrullas y medidas de seguridad que debían ponerse en marcha
inmediatamente. No podía dejarse nada al azar cuando se trataba de la
seguridad de Miles o Astrid. Hasta que pudieran demostrar que Lucian era el
responsable del ataque anterior, tenían que ser cuidadosos. En este punto
cualquiera podía ser una amenaza potencial.
129
Capítulo 14
Astrid giro y se movió en la cama hasta que se dio por vencido y fue a
buscar a su pareja. Salió del cuarto y bajo las escaleras hasta el primer piso,
siguiendo el pasillo que llevaba a la oficina principal donde los guerreros se
congregaban todo el tiempo. Una vez en la puerta, se colocó de pie de
espaldas a la pared y espero a que los hombres salieran del cuarto.
Una cálida lágrima cayó por su mejilla. Odia sentir lastima de sí mismo,
pero dolía pensar que para salvarlos a todos necesitaba irse. Si la persona que
lo buscaba no podía encontrarlo, entonces todos estarían a salvo. Era la única
opción.
— ¿Estás bien?
Klaus lo llevo al sofá que estaba en el otro lado del cuarto. Cuando la
parte trasera de sus rodillas tocaron el borde del material, Klaus lo empujo 131
para que se sentara. Dejo ir la camisa de Klaus para cubrirse la cara con las
manos. No quería que su pareja lo viera de esta manera. El último recuerdo
que Klaus tendría de él, debería ser feliz, no uno de él llorando como bebé.
—Te amo Klaus—. Dijo llevando sus manos a cada lado del rostro de
Klaus. El hombre le decía ángel, pero era Klaus quien era su ángel. En tan
corto tiempo el hombre le había regalado el mundo y lo había salvado de su
solitaria existencia.
—Yo también te amo, ángel—. Klaus pasó un dedo por debajo del
borde de la nariz de Astrid. —Dime que es lo que está pasando en esa cabecita
tuya.
—Te voy a dejar Klaus—, murmuro muy despacio. Sintió como Klaus
se tensó con sus palabras. —Es lo mejor. Si no estoy aquí, la gente que me
quiere dejara de perseguir a mi familia—, lo miro —y a ti.
—Entiendo por qué crees que eso ayudaría, pero no es así—. La voz de
Klaus se suavizo. —El que pongas a los demás antes de tu bienestar es una de
las razones por las que te amo mucho—. Klaus entrelazo sus dedos. —Pero si
vuelves a intentar huir sin mí, te amarraré a nuestra cama y te golpearé el
trasero—. Klaus dijo en un tono severo.
Su boca se abrió por lo que Klaus había dicho. Cuando una sonrisa
apareció en el rostro de su compañero, se dio cuenta que Klaus estaba
bromeando con él. Se rió entonces. Ser amarrado y estar a merced de Klaus no
sonaba como algo malo.
—Oh, detente.
Astrid tenía una sonrisa que lo tentaba, llevándolo más cerca del borde
con cada uno de los frotes de su pene contra el suyo. La cabeza de Klaus dio 134
vueltas, y sus manos temblaron, pero apretó los dientes para forzase a poner
atención.
—Has eso otra vez, muy bueno—. Las palabras de Astrid eran apenas
audibles. Klaus succionaba y acariciaba el pequeño pico. Astrid cerró los
puños en su cabello, manteniéndolo cerca de la sensible piel. Klaus se movió
hacia el otro y succiono muy fuerte para dejar un moretón. Astrid lo
recompenso con gemidos y suplicas deseosas de más.
—Aliméntame con ese hermoso pene—. Dijo Klaus mientras alzaba las
manos para sujetar el trasero de Astrid, guiándolo hacia el frente.
—Te necesito, ángel. Dame lo que los dos queremos—. Klaus siseo.
Jalo de la mano de Astrid hasta que este estuvo sentado en sus piernas. El
calor extra del trasero de Astrid abrazaba su pene, provocando que un gemido
estallara en su diafragma.
— ¿Qué demonios?
— ¿Eh?
Después de unas cuantas metidas removió sus dedos. Tomo la base de 138
su pene y coloco su otra mano en la cadera de Astrid. Astrid se acomodo sobre
Klaus y descendió lentamente sobre el pene duro y caliente. Podía sentir como
el cuerpo de Astrid cedía lugar, y apretó los dientes para evitar gritar.
Una vez que Astrid estuvo sentado por completo, Klaus se puso a
trabajar. Movió sus caderas hacia arriba, haciendo que Astrid rebotara en su
regazo. Ahora no era el momento de sexo lento y suave, NO, era tiempo de
rudo y fuerte sexo de reclamación. Necesitaba borrar la idea de dejarlo de la
cabeza de Astrid.
—Sí, creo que eso también me gusta—. Una sonrisa se esparció por la
cara de Astrid.
—Gracias, Klaus.
Klaus se puso de pie, y tomo las manos de Astrid en las suyas. —No, yo
debería estar agradeciéndote—. Ante la mirada de Astrid, se explicó. —Antes
de que aparecieras, estaba totalmente solo. Me amaste sin cuestionarme nada,
y respaldas a aquellos que amas. Estaré por siempre agradecido de haber sido
bendecido con tenerte en mi vida. Te amo, Astrid.
141
Capítulo 15
—Vine a ver como estabas, bebé. ¿No te da gusto verme? Estaba tan
preocupado por ti.
—Solíamos salir, y llamo justo después del incidente de esta mañana. 142
Dijo que tenía que venir a ver como estaba porque estaba preocupado por
mí—. Carter miro a Iván. —Pero sabemos que es una mentira.
—Oh, cariño, sabes que me preocupo por ti—. Iván intento tomar la
mano de Carter, pero Klaus se paró frente a Carter, evitando que Iván lo
tocara. —Klaus— Iván dijo. —Siempre entrometiéndote en asuntos que no te
importan.
Había conocido a Iván durante más tiempo del que le gustaría admitir.
El hombre era un buitre al que solo le interesaba él mismo. Además, no había
trabajado ni un solo día en su vida, viviendo del dinero de su papi. En opinión
de Klaus, el hombre era un mocoso malcriado a la edad de novecientos treinta
y cuatro años.
—Iván, solo vete. No te quiero aquí, así que simplemente vete—. Carter
llevo a Iván hacia la puerta del frente.
— ¿Me vas a echar tan tarde por la noche? ¿A dónde iré?—, Iván se
quejó.
—No es muy tarde, y ya tienes casi mil años, y eres un brujo. Creo que
te las puedes arreglar tu solo—. Carter tomo a Iván por el bíceps e intento
arrojarlo por la puerta.
—Seguro que podemos darte posada por una noche—. Klaus le dijo a
Iván. —Solo necesitamos decirle a Ben y después puedes tener un cuarto listo
para ti.
Klaus vio como Carter le rogaba con los ojos que no le mencionara que
él y Abner eran compañeros.
145
Capítulo 16
Durante toda la cena, Astrid pudo sentir los ojos de Iván en él. Al
principio creyó que lo estaba imaginando, hasta que vio al hombre viéndolo
descaradamente. No le sonrió, ni le guiño un ojo ni le dijo “boo”, simplemente
lo miró como si estuviera tratando de resolver un enigma. Lo confundía, pero
lo dejo pasar. Tal vez Carter le había dicho que era mitad hada, lo que era una
rareza en su mundo.
Una vez que los trastes estaban limpios, Ben invitó a Iván, junto a los
otros guerreros, un trago. Iván acepto la invitación, pero no sin antes checar a
donde se iba Astrid. Astrid hizo un trato con el mismo que si Iván seguía con
ojo acosador, le diría algo a Klaus. Pero no iba contra la ley el ver a alguien, ni
tampoco quería poner más estrés en Klaus si estaba paranoico.
—No puedo creer que nunca hayas visto uno de estos—. Carter dijo
incrédulo. —Mi infancia no hubiera sido la misma sin mis malos amigos—.
La sonrisa en el rostro de Carter desapareció. —Dios, Astrid, lo siento. No
quise mencionar eso o ser insensible.
— ¿Lo amas?
— ¿Te vas tan pronto?—, Dijo Iván sonriéndole los dos. No era una
sonrisa amigable. Astrid había visto esa sonrisa antes pero en otro rostro. Esa
sonrisa prometía nada más que dolor y sufrimiento. Sabía que tenían que huir,
pero ¿Cómo?
Cuando Iván hubo terminado con Carter, se puso de pie y limpio sus
sangrientas manos con un pañuelo. Acomodo el pequeño cuadrito de tela de
vuelta en su bolsillo y se volvió hacia él. Las alarmas sonaban en la cabeza de 149
Astrid, diciéndole que se moviera, que corriera, escapara, pero era incapaz de
hacer alguna de ellas. No pudo reaccionar para ayudar a su amigo.
—Astrid, mi amigo, así no fue como anticipe que fuese nuestra primera
reunión familiar, pero no todo es perfecto—. Iván salto como si volara hasta
donde él estaba de pie temblando incontrolablemente. —Ahora, hijo, ¿Por qué
no saludas apropiadamente a tu padre?
¿Mi padre?
150
Capítulo 17
Klaus se había distraído hablando con Ben y Quinn que había perdido la
noción del tiempo. Dos horas habían pasado desde que había dejado a Astrid
sentado en la mesa de la cocina terminando su postre. Ahora que estaba libre,
quería encontrar a su pequeño y dulce compañero para participar en su propio
y especial postre. Llevaba una enorme sonrisa, mientras caminaba por el
pasillo en busca de Astrid.
Klaus se rió de la broma de Ben. —Ya lo hice, pero no estaba ahí. Tal
vez Miles lo ha visto.
—No lo hemos visto, pero en parte es una de las razones por las que te
buscábamos—. Miles le dio un golpecito a Trevor, empujándolo un paso al
frente. —Diles lo que me dijiste.
—Chicos—. Advirtió.
—De vuelta a lo que estaba diciendo—. Trevor los vio feo. —Pasamos
de hablar de lo sexy que es Iván a como se parece Iván a Astrid—. Trevor se
recargo en el barandal y movió la mano frente a él al mismo tiempo que
describía a los dos hombres. —Quiero decir, el cabello de Iván es un poco más
oscuro y es más alto que Astrid. Pero lo que me llamo la atención fueron sus
rasgos faciales. Los grandes ojos azules, nariz recta y respingada y los
pómulos altos. Le dije a Miles que les creería si dicen que son hermanos.
Cuando entro al cuarto se detuvo tan rápido, que Ben se estrelló con su
espalda. Miro alrededor del cuarto. Aún no estaba Astrid ahí. ¿Dónde estaba?
—Eso fue lo que creí, cariño, pero piénsalo. Nadie sospecharía de él.
Demonios, ni siquiera había pensado en la posibilidad hasta que Trevor lo
menciono—. Miles le dijo.
—La última vez que vi a Astrid fue hace una hora. No he visto a Iván
desde la cena. ¿Qué está pasando aquí?—, Trevor le dijo a Klaus.
Intercambio una mirada con Ben, Ben asintió y Klaus tiro la puerta de
una patada. Se apresuró al cuarto pero no había señal de Astrid ni de Carter. El
sonido de un grito hizo que se diera la vuelta. Trevor y Miles estaban en la
entrada del baño. Los dos hombres estaban blancos como fantasmas. Se
acercó al par y los empujo para ver que los había asustado.
—Creemos que fue Iván—, Ben hablo primero. Camino hacia el frente
y puso una mano en el hombro de Abner. —También creemos que pudo haber
secuestrado a Astrid y dejo la casa.
Abner gruño tan fuerte que todos en el baño tuvieron que cubrirse los
oídos. El sonido se ampliaba en el pequeño cuarto. El sonido murió cuando
Carter se movió en los brazos de Abner. Klaus se acercó.
Carter se removió en los brazos de Abner e intento abrir los ojos. —No
puedo ver—. Sangre se juntaba en su boca cuando hablaba.
—Está bien, cariño. Tus ojos solo están cerrados porque están muy
hinchados—. Abner pasó los dedos por el sangriento desastre que era el
cabello de Carter.
—Iván—, Carter jadeaba por aire con cada palabra que decía.
—Le fallé—. Klaus subió las piernas, descansando sus codos sobre las
rodillas. Entonces coloco su cabeza en sus manos y comenzó a llorar. Había
perdido a su ángel.
—No te des por vencido. Justo cuando crees que todo está perdido, se
ilumina una luz al final del túnel.
158
Capítulo 18
Lo otro que recordaba, y tal vez las peores noticias que había recibido
en su vida, era que Iván había dicho que era su padre. No podía ser verdad.
Después de todo este tiempo, descubría que tenía padres, y su padre había
resultado ser un pedazo de mierda. Porque si su padre era un buen hombre,
¿Por qué había golpeado a Carter de la forma en la que lo había hecho? ¿O por
qué secuestrarlo? Muchas preguntas se formaban en la punta de su lengua,
pero mientras más tiempo fingiera estar inconsciente, más tiempo tendría de
intentar idear una forma de escapar de este desastre.
—Sé que estás despierto—. Dijo Iván detrás del volante, sin quitar la
vista del camino.
—Ni siquiera lo pienses, hijo. Las puertas tienen los seguros contra 159
niños puestos—. Iván se rio. —Que apropiado, ¿no lo crees? Dado que eres mi
hijo y todo eso.
—Si fuera tú, cuidaría mi tono. Hijo o no, Aún te puedo dar una dosis
de lo que le di a Carter—. Iván dijo. —Eso es lo malo de la juventud de ahora,
no respetan a sus mayores—. Iván se volvió y lo miro con los ojos
entrecerrados. —Estoy un poco sorprendido que no te alegres de verme. Saber
que no eres solo otro huérfano inútil ocupando espacio.
Unos cuantos minutos pasaron, pero podían haber sido horas, para lo
que sabía. Iván no volvió a hablar, por lo que pensó que el viejo prefería el
silencio, y eso era mejor para Astrid. Necesitaba tiempo para pensar. El
recuerdo de cuando él y miles habían sido los prisioneros de Malcolm regreso
a su mente. Habían descubierto que Astrid podría escapar de cuartos cerrados
con llave si la distancia no era muy larga. Tal vez el estar emparejado con
Klaus le daría un boom extra para regresar a casa.
Apretó tanto los puños que sus nudillos se pusieron blancos por la falta
de sangre. El hombre le había quitado la poca libertad que tenía. Dejo caer los
puños sobre cada uno de sus muslos, provocando un sonido de piel mallugada
por todo el carro.
— ¿La llave?—, No podía escuchar lo que estaba diciendo. —Si soy tan
importante para ti, ¿Por qué me mandaste a vivir con Malcolm y Lucian?
—No sabía los detalles, pero después de todo eso, sigues teniendo ese
lado bueno proveniente de las hadas—. Iván lo miro cautelosamente. —
Encuentro fascinante que aún estés cuerdo. Debes ser más poderoso de lo que
creíamos.
—Sigo sin entender nada de esto—, susurro, más para él que para Iván.
Toda la información de su pasado y su familia le cayó como bomba. No sabía
si podía soportar más.
—Como estoy seguro que ya sabes, eres mitad hada, mitad brujo, y eso
significa, en teoría, magia sin consecuencias—. Iván acciono la direccional y
dio vuelta bruscamente. —Mi madre y yo estamos cansados de ser sometidos
a la justicia de otros y estamos más que dispuestos en ayudar a la destrucción
del consejo por cualquier medio que sea necesario. Créeme, no somos los
únicos que anhelan escapar de la prisión de vida que nos han forzado a seguir.
— ¿Destruirías y matarías a todos los que has conocido solo para que
puedas usar la magia como te plazca?—. Era un plan demente. Iván seguían
diciendo "somos" ¿Quiénes? Otros estaban siguiendo a su trastornado padre,
pero Astrid no podía entender que papel jugaba él en todo esto. No era en lo
absoluto poderoso.
—No yo, tu abuela. Odiaba saber que nuestra línea de sangre pura
estaba manchada porque yo embarace a un hada. Así que naturalmente,
después de que naciste, tenía que borrar toda la evidencia de que tenías parte
hada.
Intento detener las lágrimas. Las verdades que Iván estaba diciendo eran
tan crueles como las esperaba. Los seres malos hacían cosas malvadas, y eso
ero lo que parecía era su familia, pura maldad. Cualquier otra pregunta se
había disipado en la niebla. Era débil admitir, pero había descubierto
demasiado para un día. Estuvo en silencio mientras Iván manejaba en la
oscuridad, por el camino de tierra desierto. Los árboles pasaban a toda
velocidad por la ventana, en la borrosa oscuridad. Afuera de la ventana, el
mundo se veía cruel y frío, pero las crudas realidades dentro del auto en donde
estaba sentado eran diez veces peor.
165
Capítulo 19
Habían pasado cuatro horas desde que Klaus había descubierto que
Astrid no estaba, pero se sentía como una eternidad. Y no estaban más cerca
de encontrarlo de lo que habían estado antes. Si tan solo pudiera pensar en
algún lugar donde Iván posiblemente llevo a Astrid, donde sea. Pero no podía.
Hasta hace unos pocos días, ni siquiera él había estado en Missouri por más de
una visita casual, así que no había posibilidad de que Iván supiera más que él.
Alguien tuvo que haberlo ayudado.
Asintió una vez más y dejo que Miles señalara el camino. No estaba
logrando nada sentado en la mesa de conferencias mientras los demás daban
ideas para rescatar a su compañero. La sorpresa de lo que había pasado aún
estaba fresca en sus entrañas, manteniéndolo taciturno. Era completamente
inútil por el momento.
Miles lo guio a un cuarto al otro lado del pasillo, del cuarto donde
estaban los guerreros. Por qué Miles necesitaba privacidad no lo sabía. Miles
se sentó, y él se sentó frente a él.
Podía sentir las ondas de energía nerviosa saliendo del joven vampiro.
Miles se mordió el labio inferior y miro hacia el suelo. El hombre estuvo en
silencio por mucho tiempo que Klaus se preocupó y cuando hizo el intento de
ir por Ben, Miles hablo.
— ¿Recuerdas que antes dije que había escuchado una voz que me dijo
que le dijera a Astrid que tocara al hombre mientras hacia el deseo, y que el
desaparecería?
—Sí.
—Bueno, la voz está hablando otra vez—. Miles paso las manos por su
cintura y se balanceo sobre la silla. 167
Escuchar voces nunca era una buena señal. Y el tiempo era perfecto si
alguien estaba manipulando a Miles para hacerle creer que oía voces. —Miles,
¿Quién crees que está hablando contigo?—, Le pregunto amablemente.
—Por un deseo—. Miles susurro tan bajito que Klaus tuvo que
inclinarse hacia él para oírlo.
—Sé que suena loco, pero aún no se ha equivocado. Nos salvó de ese 168
hombre el otro día. Y cuando los paranormales se emparejan, nos volvemos
más fuertes juntos. ¿No es posible que esto pase?—, Miles le pregunto, con
esperanza en su voz. —Tenemos que creer. Es la única opción que tenemos
ahora.
Él y Carter creían que era mejor llamar a los brujos del consejo. Carter
solo tenía permitido decirles que Astrid había sido secuestrado, nada sobre su
sangre de hada. Eso sería arriesgado, y no correría el riesgo de que quisieran
ejecutarlo por eso.
—Así que, ¿Cómo nos van a ayudar?—, Klaus deslizo su silla para
acercarse a Carter, mientras este abría su laptop.
—Maldita sea—. Ben sonrió. —Será una pelea justa que esos malditos
brujos mimados no van ver venir.
Carter nunca quito los ojos de Abner cuando hablo, y Abner parecía 171
estar atrapado en el mismo trance, mirando ansioso a su futura pareja. —Aún
no somos pareja, pero podemos cambiar eso—. Carter se volvió hacia Klaus.
—Necesitas toda la ayuda que puedas conseguir.
—Entonces, está bien. Parece que tenemos un plan. Nos iremos en una
hora—. Ben se levantó de la mesa, jalando a Miles con él. —Eso nos dará
tiempo de juntar nuestras armas y le dará a esos dos—, Ben señalo a Abner y a
Carter, —tiempo para hacer sus cosas.
La hora había pasado. Miles dijo que tenían que estar afuera para que el
deseo funcionara, algo acerca de ser uno con la naturaleza y usar los
elementos para ayudar a guiarlos.
Cuando camino en el patio trasero, fue recibido por Ben y Miles. Garret
y Lachlan se acercaron también. Tenían sus propios problemas con los que
lidiar en la manada de Garret pero habían dejado todo cuando les pidieron su
ayuda. Garret incluso trajo más personas emparejadas con él y Lachlan.
Mientras más mejor.
Los emparejados formaron un círculo en el centro del patio trasero. Uno 173
a uno, se tomaron de las manos. Miro a Miles, y el joven hombre asintió.
Cerrando los ojos fuertemente, se concentró en Astrid, visualizándolo con su
ojo mental.
Deseo estar en donde Astrid este. Por favor, eso es todo lo que deseo.
Espero por unos segundos después abrió los ojos. Aún estaban de pie en
el jardín trasero. Ben lo miro cuestionándolo.
Klaus asintió. —Deseo estar con Astrid—. Esperaron, nada aún. Klaus
soltó las manos que sostenía y cerro los puños en su cabello. Gruñó su
frustración al cielo. ¿Por qué no estaba funcionando?"
—Creo que van a tomar un avión para irse de aquí—. Vio el edificio
frente a ellos. —Parece viejo y abandonado. Nadie sospecharía que están ahí.
Klaus cayó sobre una rodilla y saco una de las miras de su mochila.
Escaneo el área, buscando guardias que pudiesen estar cuidando el edificio.
Había unos cuantos pero no muchos. Eso lo preocupaba, porque el no tener
muchos guardias apostados a lo largo del perímetro parecía inusual.
—No puede ser—. Murmuro para sí mismo. Lo que vio hizo que
comenzara a ponerse de pie, pero Ben tiro de él hacia abajo.
Carter cerró los ojos por un breve momento y luego los abrió. —Está
hecho.
Klaus escucho cuando Ben hablo por los dispositivos auditivos que
usaban en los oídos. A la cuenta del guerrero iban a entrar. Solo rogaba porque
su ángel estuviese bien.
176
Capítulo 20
Habían pasado horas de desde que Astrid había visto a alguien. Una vez
que volvió a ver a su abuela, quien él creía era su madre, uno de los
subordinados de Iván lo había metido en una oficina vacía. Se sentó con las
piernas cruzadas en la esquina más lejana. Si alguien entrara, estaría viéndolos
de frente. No quería que lo tomaran por sorpresa.
Vio alrededor del cuarto, buscando algo que pudiese usar como arma
improvisada. Pero todo era inútil al menos que el polvo se haya vuelto letal.
Iván lo había llevado a un viejo hangar de aviones en medio de la nada, un
lugar donde Klaus o los guerreros no serían capaces de adivinar fácilmente.
Así que, en otras palabras, estaba frito.
—Astrid, mi hijo, tengo una visita sorpresa para ti—. Iván se rio,
mientras se hacía a un lado para dejar pasar al hombre.
Jadeo, y su corazón se congeló por el miedo. Incluso en la tenue luz del 177
cuarto, reconocería esa cara donde fuera. Lucian. Instintivamente puso las
manos sobre su rostro para cubrirse de los puños del hombre. Su padre y
Lucian se rieron por su reacción.
—No tengas miedo, cariño—. Lucian paso sus nudillos a lo largo del
costado de su rostro. Se estremeció con el toque, y Lucian solo se rio. —
Ahora que te tengo de vuelta, nadie, y quiero decir, nadie, me va a quitar de
nuevo a mi mascota.
El aire que Astrid había estado aguantando salió rápidamente. Sus 178
pulmones quemaban por la falta de oxígeno. Sabía que no había ni una pizca
de amor en la preocupación de Iván, pero ¿por qué si lo necesitaban, se lo
entregarían a Lucian? ¿Cómo esperaban que quisiera apoyar su causa si era
abusado por el hombre al cual había sido entregado?
Sed deslizo por la pared hasta que su trasero toco el duro suelo de
piedra. El frío de la tierra se filtro por sus pantalones, haciendo que temblara.
No fue solo el descenso en la temperatura lo que lo hizo temblar sino la
completa impotencia que sentía. De cualquier forma, estaba jodido. Si
ayudaba a Iván, gente moriría y si no lo hacía, Klaus lo haría.
Tenía que encontrar una manera de escapar e ir con Klaus. Juntos, y con
la ayuda de sus amigos los guerreros de la luz, podrían pensar en una manera
de detener a Iván. Era necesario.
Cuando las puertas salieron volando, los cinco hombres en el centro del
cuarto se volvieron hacia ellos. Iván no parecía sorprendido de tener un arma
apuntándole a la cabeza.
Klaus parpadeo muchas veces, sin creer lo que estaba viendo. 181
Constance Reznik, la madre de Iván, entro en su campo de visión. No era
bueno. Si el padre de Iván, Van, era parte de este desastre, estaban totalmente
jodidos.
—Soy la madre del hombre con el que has estado fornicando los
últimos meses, bobo.
Abner gruño detrás de él. Klaus sabía que no estaba contento de que le
restregaran la relación pasada de Carter en la cara. No podía culpar al hombre.
Como Carter la miro sin entender, la mujer puso los ojos en blanco. —
Honestamente, hijo, ¿Cómo aguantaste a un idiota tan simple por tanto
tiempo?
—De tal palo tal astilla, y en el caso de tu hijo, sería un puto palo.
182
La cara de Constance se contrajo por el coraje con el comentario. Klaus
no pudo evitar reírse ante el rostro paralizado de la mujer, y no era la única.
Esta vez Klaus puso los ojos en blanco. Constance era una bruja vieja, y
aún creía que las palabras tenían el poder, no la persona, pero el poder propio
era lo que hacía que la magia funcionara, nos las elaboradas rimas.
—Así qué, ¿Quién quiere jugar?—, Lucian chasqueo los dedos, y sus
hombres se les abalanzaron.
183
Capítulo 21
—Soy libre.
—Deseo que la puerta se abra—. Espero, pero nada paso. Así que lo
volvió a intentar, pero nada. Tomo la perilla, comenzó a agitarla y a gritar por
ayuda. Alguien lo escucharía e iría a ayudarlo. Tenían que hacerlo.
184
Parecía que una vez que derribaban a un paranormal, tres más aparecían
en la niebla. Klaus y los hombres habían sido capaces de alejarse del centro
del cuarto y de regresar la esquina donde estaban las viejas maquinarías. Las
usaron para evitar las balas que los hombre de Lucian les lanzaban.
—Ben, ¿Dónde demonios está tu padre?—, Klaus grito por encima del
ruido.
Los dejo ir, y tomo la mano de Miles. —Algo malo pasa—, dijo con
pánico. —No puedo desear nada, mi magia se fue.
—Y no hay mejor forma que quitarle su magia—. Carter dijo con una
sonrisa. —Castraremos a ese idiota.
—No tan rápido hijo—. Iván empujo a Carter al suelo. Cuando Miles se
interpuso en su camino, Iván lo golpeo en la cara. Astrid grito cuando Miles
cayó al suelo.
187
Capítulo 22
Esperaron hasta que Abner les dio la seña, y él y Ben corrieron por sus
vidas a través del hueco entre ellos y el pasillo. Él y Ben eran mucho más
grandes que Miles y Carter y eran un objetivo mucho más grande. Abner les
hizo señas y ellos saltaron. Cayeron pesadamente contra el suelo. Gruñó
mientras rodaba hacia su costado para ver a Miles y a Carter desplomados en
el suelo, y sin señal de Astrid.
—Oh, Dios no—. Ben se puso de pie con problemas y corrió a un lado
de Miles, mientras Klaus revisaba a Carter. —Cariño, despierta. Por favor
despierta"
—Estúpido idiota, tu mejor que nadie sabes que la magia solo puede ser
contenida por mucho tiempo antes de que te explote en la cara—. Iván se
agacho para tomar el cuchillo que había desechado. —Este es el momento de
despertar. Algunos paranormales estamos enojados y estamos recuperando
nuestras vidas.
El sonido de una alarma hizo que Klaus perdiera de vista a Iván. Carter
había dicho que después que su reloj sonara tendrían solo segundos antes de
que todos recuperaran sus habilidades mágicas. Sus ojos se fueron hacia los
hombres en la esquina, e Iván fue hacia él, acorralándolo en la esquina lo
amenazo con el cuchillo apuntándole a la barbilla.
— ¿Algo que decir antes de que vayas a visitar a tus padres?—, Iván
hundió la punta del cuchillo en su piel.
190
Astrid recupero la conciencia con Carter merodeándolo. Estaba
hablando pero Astrid no podía escuchar lo que decía. Abriendo y cerrando los
ojos, escucho algo acerca de él. Los sonidos apagados de pelea lo hicieron
volverse hacia la batalla sostenida entre Iván y Klaus. Quiso ir pero Carter lo
detuvo.
Carter miró sobre su hombro y luego lo volvió a ver. —Miles dice que
si deseas, mientras Klaus tiene sus manos sobre Iván, puedes matarlo.
¿Acércate sin ser visto? No creía que fuese posible, pero tenía que
intentarlo. Un fuerte golpe vino de la esquina donde su pareja y su padre 191
estaban pelando. Su corazón casi se detiene cuando vio a Iván acorralar a
Klaus contra la pared con un cuchillo en su garganta.
—No, pero yo sí—, dijo molesto. Con el sonido zumbante del reloj de
Carter, encajo las uñas en la parte superior de los brazos de Iván. Él pudo
sentir a Iván tensarse bajo sus dedos, y el cuchillo se deslizo por sus dedos.
Hizo contacto visual con Klaus. —Sujétalo.
—Me alegro que los dos estén bien, pero creo que debemos revisar a los
demás antes de que ustedes dos se redescubran, si saben a lo que me refiero—.
Carter movió las cejas hacia arriba repetitivamente.
Calor cubrió su rostro por las palabras de Carter. Klaus envolvió sus
brazos alrededor de él y lo jaló cerca. —Todo se quedó espantosamente
silencioso. Deberíamos ir a averiguar qué es lo que está pasando. Es posible
que no haya terminado—. Dijo Klaus separándose de Astrid. —Ustedes tres se
quedan aquí mientras Ben y yo vamos a ver qué es lo que está pasando allá.
Ben y Klaus les indicaron el camino de regreso. Tenía que admitir que
estaba espantosamente callado más allá del cuarto donde estaban. Cuando
entraron al umbral que llevaba a la parte principal del hangar, un suspiro
colectivo sonó entre el pequeño grupo.
—Papá, ¿Cómo vas a evitar que haga todo ese vudú brujesco en ti?—,
Ben le pregunto a Benedicto.
—Es imposible. Los acabamos de hacer. Nadie más tiene acceso a ellos.
¿Cómo los con...?—, Benedicto unió cabos. Apretó los labios mientras movía
la cabeza asintiendo.
—No tienes que hablar con ella—, Benedicto le dijo. —Pero si necesito
pedirte un favor, hijo.
—Oh, cállate. Van está enterado de lo que está pasando. Vino a verme
hace unos meses, porque sospechaba de ti. Supongo que no eres tan cuidadosa
como crees.
—Lo que quiero decir es que Van sabía que tú e Iván tramaban algo. Él
simplemente no sabía qué. Me pidió que vigilara tus entradas y salidas, y no
fue hasta que Iván fue a visitar a mi hijo, que comencé a hilar todo lo que
estaba pasando. No va a venir a rescatarte, Constance.
—Estoy segura que Van odiará que se sepa que hemos creado a un
híbrido. Arruinaría su reputación con el consejo. Así que creo que Iván y yo
estamos libres de toda acusación—. Constance le sonrió a Benedicto.
Colocando sus mano sobre su brazo. Astrid la miro directo a los ojos. —
Deseo que olvides que soy mitad hada y que alguna vez me conociste. No
estamos relacionados por nada.
—Nadie—. Astrid se puso de pie y dejo que Klaus lo guiara fuera del
cuarto. Esta era su oportunidad de empezar de nuevo, y la tomaría. Lidiarían
con lo que sea que fuese este "despertar" cuando se presentara, pero hasta ese
momento se sentaría y disfrutaría la vida. Después de lo que paso el día
anterior. Se dio cuenta que valioso es el regalo de la vida y no desperdiciaría
ni un minuto viendo su pasado.
198
Capítulo 23
Había muchas cosas que arreglar entre él, Astrid y el consejo, pero ya
no podía procesar más información. Necesitaba pasar tiempo a solas con su
pareja. Klaus quería el confort que solo su ángel podía ofrecer.
Astrid estaba recargado en la pared, sus ojos sin vida. La chispa usual
estaba ausente en sus azules orbitas. Todo lo que su pareja había descubierto
estaba pasando factura. La vida seguía dándole a Astrid una mala mano, y no
tenía la opción de pasar cuando las cosas se volvían insoportables. No había
manera de escapar. Esta era su vida, pero no estaba solo. Klaus estaría con el
hombre que amaba. Una batalla se asomaba más allá del horizonte,
acercándose a ellos un poco más cada día, pero juntos lo superarían. Y todavía
había más por venir, pero pelearía, sin renunciar a lo que él y Astrid
compartían.
Una vez que Astrid estaba totalmente desnudo frente a él, se tomó su 199
tiempo para escanear su cuerpo en busca de cualquier herida. Marcas de color
azul pálido cubrían uno de sus hombros y la piel de los brazos. El ser inmortal
le permitía curarse rápidamente, pero solo porque las marcas desaparecieran
no significaba que no dejaran alguna cicatriz.
Lamió un camino por el costado del ahora erecto pene que tenía en las
manos. Klaus mordisqueo la piel que se tensaba sobre la erección de Astrid
mientras movía la mano. Marco la vena gruesa que recorría todo el pene. Las
caricias se sentían como si fuesen hechas por una pluma provocando que las
piernas de Astrid flaquearan.
Sin esperar otro segundo, siguió el húmedo camino que había hecho
hasta la punta de cereza. Saco la lengua, recolectando el semen que salía de la
pequeña abertura.
—Más—, Astrid enterró los dedos en sus hombros para empujarlo hacia
el frente.
Posicionando sus manos detrás de las piernas de Astrid, las deslizo por
los muslos. Sujeto el trasero redondo de su ángel, apretándolo y empujo a
Astrid hacia el frente. En un principio, pero como Klaus lo incitaba, comenzó
a mover sus caderas hacia el frente, jodiendo la boca de Klaus.
Miro hacia arriba para ver a Astrid. Sus tensos muslos se contraían y
flexionaban mientras se relajaban por la húmeda presión que sus labios
proveían. El pene de Astrid comenzó a hincharse, indicando que su liberación
estaba cerca. Ahueco sus mejillas y succionó el pene de Astrid, en especial
alrededor de la plana punta.
Astrid comenzó a trabajar sus labios sobre el cuello hasta que llego a
donde el hombro conectaba con el cuello. Lo mordió, haciendo que gritara al
techo. Comenzó a bombear su mano más y más rápido. Su piel quemaba por el
calor, listo para detonar en cualquier momento.
Un ruido ligero salió del pecho de Astrid cuando se rio. —No tiene nada
que ver con la suerte—. Astrid le sonrió. —Es el destino. Fuimos hechos para
estar juntos.
Sus labios se alzaron en las orillas. —Para eso fuimos hechos mi amor,
para eso.
—Oh, maldición.
— ¿Van?
Lo había dejado sin habla. ¿Cómo se supone que deba contestar a eso?
—Bueno, nos vemos. Quinn quiere ir a correr—. Con eso, Trevor troto
por el pasillo hacia las escaleras.
Astrid estaba de pie en la puerta, su piel tan pálida que parecía azul. Si
él estaba sorprendido, Astrid debía estar doblemente sorprendido. En el
transcurso de solo unos pocos días había conocido a su padre biológico, 204
abuela paterna y ahora al abuelo.
—Supongo—, Pasó sus dedos por su cabello, irritado de que todo haya
pasado de una vez. Había conocido a Van por años y nunca tuvo problemas
con el hombre, pero después de lo que su esposa e hijo habían hecho, no iba a
tomar ningún riesgo en cuanto a la seguridad de Astrid. —No tienes que verlo
sino quieres.
Astrid asintió mientras miraba hacia la nada. Sus ojos estaban perdidos
como si hubiese dejado su cuerpo. Después giro la cabeza hacia Klaus. —No,
quiero conocerlo, pero ¿Vendrías conmigo?
—Por supuesto. A donde tú vas yo voy—. Enlazó sus dedos con los de
Astrid y bajaron las escaleras. Astrid apretó su mano tan fuerte que comenzó a
sentir dormidos los dedos. Cuando llegaron al último escalón, pudo escuchar a
Ben y Benedicto hablando con alguien. Una voz que Klaus reconoció.
Miro a Klaus, quien le dijo que si con la cabeza. Tomando eso como
una señal de que su compañero no estaba preocupado, siguió a Benedicto al
cuarto, tomando asiento en el sofá. Vio como Van tímidamente tomaba
asiento frente a ellos. Le sorprendió ver a este hombre mayor, su abuelo, lucir
tan inseguro de sí mismo. Sus acciones eran opuestas a las de su hijo y esposa,
quienes, al entrar a un cuarto, lo hacían suyo, aterrorizando a los demás con el
poder que ejercían.
Van se limpió los ojos y se enderezo en la silla. —Me doy cuenta que
esto era algo más allá de solo no ser feliz con las leyes que se le impusieron.
Empezaron a escabullirse juntos y a retraerse más que antes. Cada vez que me
veían, podía ver el odio y la aversión en sus ojos. Yo defendía todo lo que
ellos odiaban. No pude controlarlos como creí que podía, así que fui con mis
amigos del consejo en busca de ayuda. Pero nunca me imagine que podía ser
algo como esto—. Van abrió los brazos.
Astrid escuchó las palabras, pero le ofendía que alguien pudiera haber
amado a individuos tan malévolos. Defenderlos y no decir nada por cientos de
años mientras corrían desenfrenados, escupiendo su odio por los humanos y
otros paranormales a los cuales consideraban inferiores, era inaceptable.
—No soy una cosa. Soy una persona. Una persona a la cual tu esposa e
hijo mandaron a vivir con hombre viles que robaron mi inocencia—, lloro. No
era justo culpar a Van, pero alguien tenía que responder por lo que su familia
había hecho.
—Sé que no eres una cosa—. Van se arrodillo frente a él. Klaus levanto
una mano para evitar que tocara a Astrid, pero Astrid asintió, así que retiro el
brazo. Van enrollo sus largos y cálidos dedos con los de Astrid. —De todas las
cosas malas que hicieron, hicieron una cosa realmente maravillosa.
—Tú fuiste dado a mí—. La voz de Van se corto con las lágrimas no
derramadas. Mientras comenzaba a sollozar, enterró su cabeza en las piernas
de Astrid.
Sus ojos comenzaron a arder, y la barrera que controlaba sus lágrimas 207
comenzó a flaquear. Van parecía sincero, sin malicia en su voz o acciones.
Parecía que no era el único viviendo un infierno creado por Iván y Constance.
—Y tú a mí—. Él, como Astrid, habían sido engañados por esos que se
suponían debían amarlos. —Si quiere, podemos ser una familia—, sugirió
mientras sostenía la mano de Van y buscaba la de Klaus.
Incluso con lo poco que tenían, Van hizo la promesa de encontrar donde
había sido enterrada su madre. Quería que Astrid tuviera algún lugar a donde
ir y llorar a su madre. Van dijo que podría hacerlo en cualquier lado, pero era
agradable tener un lugar a donde ir cuando quieres decir adiós.
Cada día traía algo nuevo que aprender y más por lo que vivir.
Finalmente la vida de Astrid había dado un giro para algo mejor. La vida no
era fácil, pero trabaja en ello. Una persona tenía que buscar su camino y
encontrar su propia felicidad y propósito en la vida que les fue dado. Y tenía
toda la intensión de vivir su vida al máximo. Con Klaus y su nueva familia en
su vida, tenía todas las razones para vivir y ayudar a detener el mal que se
acercaba cada día.
209
Epilogo
Un año después
Habían ido directo a Texas desde las oficinas centrales del Consejo. Él y
Klaus habían ido a visitar a Van, y a su llegada, él les regalo el paradero de la
sepultura de su madre. Había hecho que un brujo, cuya especialidad era hablar
con fantasmas, confirmara eso, de hecho, fue enterrada en Texas ciento
catorce años atrás. El brujo no había hablado con su madre directamente, pero
había leído la energía que marcaba el punto. Van quería asegurarse que
entendiera que ella ya había cruzado y esperaba hablar con él desde el más
allá.
Gracias por tenerme. Puede que nunca te conozca, pero te amo con
todo mi corazón. Cuando llegue el momento, se que te veré otra vez, Mamá.
Una pequeña brisa toco su rostro. El aroma de rosas lleno sus sentidos,
y una calidez se esparció por su cuerpo. Era casi como si pudiera sentirla ahí
con él. Cierto o no, creía que estaba con él. Podía no verla, pero podía sentirla
muy en el fondo. Su amor vivía en él, y pasaría el resto de su inmortal vida
haciéndola sentirse orgullosa.
Llevo sus dedos a sus labios después los puso contra la fría piedra. El
sonido del celular de Klaus vibrando lo saco de sus pensamientos.
— ¿Recuerdas que me dijiste que éramos la clave del bebé que Miles y
Ben esperan?
Klaus termino el beso muy rápido. Rozo sus labios una vez más con los
de Astrid, después tomo la mano de Astrid y regresaron al auto. Mientras
seguía a su compañero, miro sobre su hombro una vez más para mirar la
lápida de su madre. Dijo un silenciosos nos vemos después y después igualo
sus pasos con los de Klaus.
—Klaus ¿amor?
—Sí, ángel.
Astrid llego a la puerta del pasajero, y Klaus abrió la puerta para él.
Klaus rodeo el auto y se sentó en el asiento del conductor, arranco el motor, y
voló por el pavimento. Astrid sonrió. Tal vez algún día ellos tendrían su
propio hijo.
Astrid no sabía qué era lo que el futuro tenía para ellos, y no quería
saber. Cosas malas sucedían todos los días, pero también cosas geniales. Su
vida había comenzado algo movida, pero no cambiaría nada de ella si eso 214
significaba que nunca conocería a Klaus.
No tenía todas las respuestas, y sabía que la guerra se aproximaba, pero
estaba listo para ella. Con Klaus a su lado, podía enfrentarse al mundo.
Fin
215
Acerca del Autor
AJ Jarret vive actualmente en el medio oeste con su esposo y sus cuatro
hijos. Es fanática de los romances B/B, por lo que comenzó a escribir sus
propias historias para que los demás las disfrutaran. Le gusta que sus
personajes sean antagónicos el uno del otro, pero con el tiempo encuentran el
final feliz. Cree que el amor puede encontrarse en los lugares más locos y un
poco de sentido del humor no le hace daño a nadie, además para ella no hay
nada más sexi que dos hombres encontrando su alma gemela y enamorándose.
Cuando no está persiguiendo a sus hijos, la verás sentada en un sillón con su
confiable laptop dándole vida a las voces que hay en su cabeza.
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Nuestro agradecimiento al Staff de
Créditos
Katy Luna
Aniki
Clau
Morgana
Pervy
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