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Clase: Derecho Administrativo I

Alumno: Rafael Alexander Fletes

Catedrático: Mario Peraza

Sección: 1383

Fecha de entrega: sábado 16 de mayo de 2020


Introducción
El presidencialismo o sistema presidencial es una forma de gobierno en la que, una vez
constituida una República, la Constitución establece una división de poderes entre el poder
Ejecutivo, el poder Legislativo, poder Judicial, y el Jefe de Estado, además de ostentar la
representación formal del país, es también parte activa del poder ejecutivo, como Jefe de
Gobierno, ejerciendo así una doble función, porque le corresponden facultades propias del
Gobierno, siendo elegido de forma directa por los votantes y no por el Congreso o
Parlamento.

Presidencialismo puro
El presidencialismo puro, tiene la característica de que el poder lo ejerce el presidente,
siendo el gabinete un mero auxiliar. La constitución mexicana estructura un sistema
presidencial con todas las características que conforman, podemos calificarlo de puro
porque no contiene ningun matiz o elemento parlamentario. El presidencialismo puro se
caracteriza por ser un tipo de gobierno democrático representativo de separación rígida de
poderes, con un Ejecutivo monista que ejerce el Presidente de la República, electo
directamente por la ciudadanía, quien es Jefe de Estado y Jefe de Gobierno, es el órgano
central del régimen político, con carác ter preponderante, siendo los ministros que integran
el gabinete nombrados por el Presidente de la República sin refrendo parlamentario y
removidos libremente por él, siendo tales ministros o secretarios de Estado ejecutores de las
políticas definidas por el Presidente de la República, no siendo responsables políticamente
ante el Par lamento, existiendo una irrevocabilidad recíproca entre el Presidente de la
República y el Congreso Nacional o Parlamento.
Presidencialismo mixto
Los sistemas gubernamentales mixtos son aquellos que combinan elementos propios de la
Democracia, la Monocracia y la Oligarquía, con proporciones diferentes de estos
elementos, yuxtaponiéndose estas formas ya mencionadas. La doctrina acepta las siguientes
formas de gobierno mixto, algunas de carácter histórico, otras más bien recientes o actuales.

 El poder ejecutivo es compartido por un jefe de estado y el primer ministro.


 El presidente, garante institucional, es el jefe de estado. Surge de elecciones populares y
su periodo en el cargo es fijo.

 El primer ministro, jefe de gobierno y su gabinete surgen de la mayoría parlamentaria.


 Jefe de gobierno y gabinete están sujetos al voto de confianza y/o censura, y ambos
casos requieren apouo de una mayoría parlamentaria.
 Tiene un parlamento bicameral de poderes atenuados, que puede ser disuelto por el
presidente de la república.
Presidencialismo atemperado
Los defensores del sistema presidencial también argumentan que la estabilidad se extiende
a los gabinetes elegidos bajo el sistema, en comparación con un sistema parlamentario
donde los gabinetes deben ser seleccionados dentro del poder legislativo. Bajo el sistema
presidencial, los miembros del gabinete se pueden seleccionar de un grupo mucho más
grande de candidatos potenciales. Esto les permite a los presidentes seleccionar a los
miembros del gabinete basándose tanto o más en su capacidad y competencia para liderar
un Ministerio en particular como en su lealtad al presidente, a diferencia de los gabinetes
parlamentarios, que pueden ser ocupados por legisladores elegidos sin más motivo que su
lealtad percibida al primer ministro. Los partidarios del sistema presidencial observan que
los sistemas parlamentarios son propensos a los "cambios de gabinete" disruptivos donde
los legisladores se mueven entre portafolios, mientras que en los gabinetes del sistema
presidencial (como el Gabinete de los Estados Unidos), los cambios de gabinete son
inusuales.

Presidencialismo con matices parlamentarios


El presidencialismo está basado en la existencia aceptada de la confrontación legislativa y
además política en el marco de actores políticos, ya sea representado por partidos o por
asociaciones que son de distintas opciones ideológicas. Las concertaciones no son la parte
esencial del presidencialismo; lo es la confrontación en el marco de la legalidad y la
constitucionalidad, siempre encaminado a un debate legalmente establecido. Ese es el
basamento del acuerdo que forja al tejido social y al andamiaje político que ha dado lugar al
régimen político y legal del presidencialismo.
Es importante destacar estas diferencias, pues recientemente algunos analistas han
redactado de forma un tanto sorprendidos, que la confrontación existe en el
presidencialismo, y, a partir de esa idea equivocada, recomiendan adoptar el
parlamentarismo para México, como si el tema ayudara al país a llegar a los tan alegados
acuerdos. Ni en Estados Unidos, ni en Brasil, ni Alemania, los gobernantes han tenidos
mayoría absoluta en su Congreso y sin embargo no existe tanto retraso legislativo como en
México.
Mucho se ha discutido en la doctrina sobre la función que cumple el refrendo en nuestro
actual sistema presidencial. Tomando como base la facultad del presidente de la República
para remover libremente a sus secretarios de Estado, se ha concluido que sólo cumple una
función formal de carácter certificativo y, cuando más, una limitación moral para el
presidente. Por la razón apuntada no puede considerarse que el refrendo constituya un matiz
parlamentario.
Presidencialismo parlamentarizado
La experiencia de los últimos gobiernos, y del actual, nos muestra que la relación entre el
poder Ejecutivo y el Legislativo está crecientemente trabada y bloqueada. El diseño
constitucional fue creado para generar autoridad, orden y estabilidad, pero no colaboración
entre los poderes ni legitimidad democrática. Esto ha conllevado, como uno de sus
principales efectos, a que ningún Gobierno, sea de centro-derecha o centro-izquierda, pueda
tener una relación fluida con el Congreso ni contar con una mayoría clara y permanente en
él.

Las múltiples atribuciones del presidente en materia de políticas públicas y legislativas


contrastan con un Congreso abocado más a la fiscalización que a la generación de
iniciativas legales. Esto favorece al Presidente sólo en apariencia, pues ningún Gobierno
puede legislar si no cuenta con el apoyo del Congreso. La cultura política instituida por el
sistema binominal, la proliferación de elecciones primarias y la debilidad de los partidos
políticos, ordenó al poder legislativo como sede de liderazgos individuales, de manera que
el Presidente debe negociar cada proyecto de ley con cada uno de los parlamentarios,
haciendo en extremo dificultoso la conformación de mayorías y teniendo que conceder
reivindicaciones particulares muchas veces a expensas del bien común.

Debemos avanzar hacia un régimen donde el Presidente cuente con el apoyo del Congreso
como órgano colaborador y co-responsable. Ello exige fortalecer al Congreso y a los
partidos políticos en él representados. El Ejecutivo requiere mayoría ciudadana pero
también mayoría política. Proponemos que la segunda vuelta se realice en el Congreso y
que el Presidente sea electo por la mayoría absoluta del parlamento y que pueda, por única
vez, repostular al cabo del primer mandato. El sistema actual lleva a que el ejecutivo electo
tenga minoría en el Congreso, al favorecer la dispersión de listas parlamentarias en torno a
las candidaturas presidenciales que compiten esperando llegar al balotaje.

Para evitar los gobiernos minoritarios proponemos tres medidas complementarias: a)


composición mixta del parlamento entre elegidos en listas cerradas y bloqueadas de
partidos con sistema proporcional y parlamentarios elegidos en distritos uninominales para
garantizar la representación local. Las listas cerradas tienen por objeto, entre otras
características, fortalecer la disciplina partidaria, b) que el presidente pueda llamar al
gabinete a parlamentarios elegidos en listas partidarias sin que pierdan su condición de
tales, a objeto de fortalecer la colaboración del ejecutivo con los partidos que lo apoyan.
Los partidos deberán reforzar su transparencia y cumplir nuevos estándares de elecciones
internas y gobernabilidad democrática y c) luego, ya iniciado el gobierno, el presidente
puede todavía perder su mayoría, siendo objeto de obstrucción por parte del Congreso en
las leyes más importantes. Ante este escenario, y como recurso de última instancia, el
Presidente puede optar por disolver el Congreso por una sola vez durante los primeros dos
años de Gobierno con el fin de conservar su mayoría. Ahora bien, la disolución habilita a
que el nuevo Congreso pueda censurar al Presidente en caso que el nuevo legislativo no lea
sea favorable. Ambos dispositivos funcionan como un instrumento de colaboración para la
mantención de la mayoría.

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