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El profeta Jeremías les envía un mensaje de parte del Señor a los exiliados judíos
que fueron llevados a Babilonia: “Pues yo sé los planes que tengo para ustedes
—dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un
futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11. Es bueno saber que el Dios en quien
creemos y servimos conoce el futuro y sus planes para nosotros son buenos y
están llenos de esperanza.
No caben dudas que Dios a veces señala caminos extraños e inexplicables, pero
siempre será lo mejor para sus hijos, y se necesita fe, para creer y obedecer a
Dios. Abraham es conocido en la biblia como el padre de la fe, porque creyó
contra toda esperanza y porque nunca dudó que Dios sí cumple lo que promete,
aunque parezca imposible.
Aun cuando no había motivos para tener esperanza, Abraham siguió teniendo
esperanza porque había creído en que llegaría a ser el padre de muchas
naciones.” (Romanos 4:18 ).
Abraham no sabía a dónde iba, pero, aun así, confió y obedeció a Dios. Este
hombre tan humano como nosotros, nos demuestra que la fe genuina es la fe que
está dispuesta a la aventura, es la fe que impulsa al creyente a obedecer a Dios
por encima de todo. (Hebreos 11:1).
CONCLUSIONES
El mundo de hoy necesita personas que tengan un corazón que honre a Dios.
Dios desea usar a personas, que a pesar de las presiones de la vida, estén
dispuestos a oír su voz y darle al Señor la prioridad en su vida; y vivir por fe en
obediencia a sus planes y propósitos. Conscientes de que Dios todo lo que
promete lo cumple a su debido tiempo.
Por lo tanto concluyo con esta afirmación. “Un corazón que honra a Dios: está
listo a oír su voz; dejarlo todo para honrar a Dios y está dispuesto a obedecerlo,
aun cuando su obediencia perezca tribulaciones.”