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Comentario al epígrafe 20 de La idea de principio en Leibniz.

1.- Elogio a Cadiz. Ortega como uno de nuestros precursores


Muchas gracias por esta invitación. Me siento honrado de venir aquí donde se esta
renovando la visión del pensamiento español. De José Luis Moreno sigo su obra y vengo hablando
desde hace años y por otra parte estoy muy impresionado por el libro de Francisco Vázquez La
filosofía española: Herederos y pretendientes.
También me alegra hablar de Ortega que es uno de nuestros precursores. Ciertamente uno
elige por supuesto sus padres espirituales y es importante contar con un padrino apropiado.
Ortega, además de escribir en español, además de hacer una aportación importante al pensamiento
de su tiempo, es ejemplar por enseñar que cada trayectoria intelectual tiene que recorrerse desde el
principio asumiendo la realidad de las distancias: lo que podría necesitar la España de su tiempo y
no tiene, donde estaba los mejores modelos de pensamiento del momento –desde luego fuera de
nuestro país-, y, sobre todo, como llegar a sus lectores. Muchas veces interesados por la cultura
pero carentes de formación y orientación. Fue el gran comunicador de su momento, entre 1914 y
1932, y es importante porque reflexiona el mismo sobre este hecho –el de la comunicación-
ofreciéndonos muchas intuiciones teóricas y sobre todo la contundencia de una práctica a la que
mutatis mutandis podemos referirnos.

2.- La última obra de Ortega y su interés


Mi intención es comentar un texto de Ortega de La Idea de principio en Leibniz pero, antes
de entrar directamente en el, debo hablar aunque sea brevemente del contexto en que esta obra se
escribió. Desde 1914 hasta 1932 Ortega tuvo una proyección intelectual y pública probablemente
inigualada y en gran medida logró potenciar la filosofía académica en España justamente al
destacar en esas otras actividades que podemos llamar pre-académicas. Más, en lo que respecta a
su pensamiento, este se encontraba menos definido a mi juicio de lo que se puede apreciar en los
últimos veinte años de su vida. La madurez de sus sistema se encuentra en escritos relativamente
tardíos, a partir de La rebelión de las masas o ¿Que es filosofía? de 1929. A partir de estos
textos, Ortega trabaja con un punto de referencia que él mismo ha perfilado y con una seguridad
intelectual que no tenía en su obra precedente. Siguiendo la línea de actuación prevista en Prologo
a una edición de sus obras se proponía una inflexión de aquella tal y como la había desarrollado
hasta 1932, buscando ahora un público más sofisticado. Las circunstancias políticas coadyuvaron
a que la obra del segundo Ortega fuera en gran parte inédita a su muerte y en general tuviera que
realizar su obra sin la proyección que había encontrado la primera. Aquí se encuentra una
paradoja. Cuando más importancia alcanzó desde el punto de vista de la filosofía académica,
menos fue divulgado. Y a efectos de la historia de la filosofía se puede hablar de una segunda obra
mucho más académica frente a un estilo mucho más ensayístico de la primera.
Y al mismo tiempo, si bien se puede leer esta última obra como el esfuerzo de producir
libros a la altura de las obras de Husserl o de Heidegger. De hecho el rendimiento fue muy
importante si se piensa en El hombre y la gente en sus tres versiones, La idea de principio en
Leibniz, lo que conocemos como Origen y epilogo de la filosofía los trabajos sobre Velazquez,
Goya y Goethe, el curso sobre Toynbee y otros muchos escritos de menor extensión. Pero también
se puede apreciar un nivel de reflexión que atañe tanto a su trabajo del periodo anterior como de
este último periodo.
Un punto muy importante que plantea mi comentario del juicio de Ortega sobre el
escolasticismo es la importancia de la comunicación que a lo largo de los últimos 50 años ha
pasado a ocupar un lugar en el mundo académico. Usa el término en pocas ocasiones y sin
embargo se caracteriza por la importancia que el concepto adquiere en su práctica. “…. En mis
escritos pongo, en la medida de lo posible, al lector,… cuento con el,…. Le hago sentir como me
es presente, como me interesa…. En su concreta y angustiada, y desorientada humanidad…. La
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involución del libro hacia el diálogo: este ha sido mi propósito.”i Vislumbra la importancia de la
comunicación cuando habla de la importancia de la retóricaii. Hay un esfuerzo en el último Ortega
de defender una teoría de la comunicación que de hecho viene a ocupar el lugar que clásicamente
se asignaría a una teoría del conocimiento: Y los limites y condiciones del conocimiento deben
entenderse de hecho dentro de la actividad comunicativa que como intelectual seguía
desarrollando Ortega.

3.- “La idea de principio en Leibniz”


La idea de principio en Leibniz del que extraigo el pasaje en el que me quiero centrar,
es un trabajo que redacta Ortega en 1947 y que más que producto de una lenta maduración
recoge las preocupaciones intelectuales del momento además de un esfuerzo importante por
comprender la evolución del pensamiento matemático. Está anunciada en En torno a Galileo,
Apuntes para el pensamiento y Prologo a la historia de la Filosofía de Emile Brehier. Más
remotamente se puede ver una anticipación en Ni racionalismo ni vitalismo de 1924. Mientras
que se redactaba, Ortega también trabajó sobre lo que conocemos como Origen y epilogo de
la filosofía. Cuando se le compara con En torno a Galileo se percibe de la distancia que
Ortega ha recorrido en los trece años que separan las dos obras. En su conjunto es la mejor
expresión de lo que se le planteaba a Ortega en el momento y de su propia situación.
De hecho esta obra admite una lectura a tres niveles. Ortega introduce grandes figuras
de la historia de la filosofía como Aristóteles, Descartes, y Leibniz. De ellas habla, y podemos
reconocer en el caso de este último de la configuración de una “salvación” como las que
Ortega venía haciendo desde tiempos de las Meditaciones del Quijote aunque ahora con los
medios teóricos de la razón histórica. Un segundo nivel lo ofrecen figuras que definen el
momento filosófico como Husserl e incluso Heidegger que serían los grandes interlocutores.
De Husserl tomaría la voluntad de hacer una historia de la razón en su expresión más
característica, a través del desarrollo del pensamiento lógico-matématicoiii. Heidegger es el
interlocutor principal del epígrafe 29, “El nivel de nuestro radicalismo”iv.
El momento de la redacción de la obra era para Ortega era delicado. En algunos
momentos en la intimidad relacionaba los ataques a su persona intelectual con la desidia e
ignorancia. Recientemente se ha publicado en el último volumen de las obras completas una
entrevista en el que Ortega contesta a Perez Ferrero pero que según obra documentalmente en
el archivo de la Fundación Ortega se trata de unas preguntas y unas respuestas que Ortega
hizo a si mismo en 1949. Aquí se presenta necesitado de un reconocimiento que no
encontraba. En cambio en sus textos lo característico es no hacer caso de las críticas
intelectuales pues hacerlo hubiera sido tomarlas en serio. La única alusión al ambiente
intelectual de la posguerra que conozco, se encuentra en ese texto por otra parte inédito de la
Idea del principio en Leibniz donde trabaja la categoría del escolasticismov. Por ello, hasta la
muerte de Ortega teniendo el cuenta el trabajo de José Luis Moreno, sería importante añadir
un tercer nivel de interlocución: la de sus discípulos directos Marías, Zubiri y Gaos. He tenido
recientemente la oportunidad de conocer un trabajo inédito sobre la correspondencia de
Ortega con Marías donde se percibe claramente la relación de la obra de Ortega con Zubiri y
con Aristóteles. Este último nivel tiene mucho más importancia de lo que revela el mismo
texto.

4.- Objetivos de la presente conferencia


Escogí este texto sobre el que recientemente he trabajado pensando en la importante
aportación que José Luis Moreno esta haciendo con el estudio de la correspondencia entre
Marías y Ortega en los años 40. Pero además la contextualización en el pensamiento de
Ortega del momento plantea problemas relativos a lo que se puede llegar a conocer, decir y
comunicar y esto en un marco cultural y por tanto social. Me ha parecido oportuno traer esta
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cuestión a colación en mi tiempo aquí. Ortega tiene en su haber su teoría del lenguaje.
Traduce una sensibilidad muy distinta tanto a la de Lévi-Strauss o a la de Derrida. Le
encuentro más cercano al segundo Wittgenstein practicando una forma de nominalismo
derivado de su experiencia como historiador. Pero en última instancia lo que más me
preocupa es la imagen de Ortega como comunicador que es una imagen interdisciplinar.
A continuación voy a pasar a exponer la posición de Ortega sobre la escolástica, la
relación que esta puede tener con la creencia y la comunicación. La limitación de la
comunicación en la obra tardía de Ortega se supera en su práctica comunicativa. Ello no obsta
para que sea motivo de crítica y de intento de rectificación sobre todo en lo que aparece más
negativo.

5.- El texto “Breve paréntesis sobre los escolasticismos”


Ortega entiende por escolasticismo una categoría histórica, de la que la escolástica
medieval sería una de las ejemplificaciones, incluso la más eminente pero desde luego no la
única. Añade en este epígrafe otro escolasticismo que sería el de las universidades alemanas
que vuelven a Kant a finales del siglo XIX cuando había sobrevenido la revolución industrial
y los consiguientes cambios en la sociedad alemana ya muy distante de la de fines del siglo
XVIII. Y por supuesto, las observaciones de Ortega tienen valor por extensión a algo más
cercano a él, la realidad española del momento. Aunque en principio el párrafo estaba dirigido
contra los escolásticos medievales y sus relaciones con Aristóteles, adquiere fuerza por
implicar también la neoescolástica que a partir de León XIII se había extendido en el mundo
católico y que en ese momento tenía un resurgir en Salamanca presidida por la figura del
Padre Ramírez.
“……las dos fallas principales de la filosofía escolástica: una es que nunca pudo
entender hasta la raíz las nociones griegas; la otra, la más decisiva y últimamente grave, que
no podía plantearse por sí los problemas y como eso –ser planteamiento de problemas- es
formalmente lo primero … que la filosofía es, la filosofía escolástica sólo con bastante dosis
de impropiedad puede llamarse filosofía”vi
El punto de partida de estas afirmaciones se encuentra en un definición de escolástica:
“Llamo “escolasticismo” a toda filosofía recibida y llamo recibida a toda filosofía que
pertenece a un circulo cultural distinto y distante –en el espacio social y en tiempo histórico-
de aquel en que es aprendida y adoptada”vii. Es esa distancia en el lugar y sobre todo en el
tiempo lo que resulta problemática.
En el caso de la recepción de la filosofía griega en la Edad Media, para Ortega, no
aparece esa persona que puede reproducir en su situación lo que otros han pensado en otra
pero sobre todo no puede atender a la propia. “En la “recepción” de una filosofía, el esfuerzo
mental invierte su dirección y trabaja no para entender lo que las cosas son, sino para entender
lo que otro ha pensado sobre ellas y ha expresado en ciertos términos” viii Ello se concretaría
en pensar el concepto de Dios con categorías griegas cuando en realidad la problemática de la
Edad Media era totalmente distinta ya que entonces no se daba propiamente el proceso de
secularización por la que había pasado la cultura griega antes de llegar a la filosofíaix.

6.- La presencia de la creencia en la lectura de textos del pasado


Efectivamente, para comprender esta crítica es necesario tener en cuenta la distinción
entre ideas y creencias, que introduce Ortega en su pensamiento en los años 30, y le exige y
permite plantear el problema de la comunicación histórica. En nuestro texto se afirma “…. Lo
que hay de más “vivaz” en las ideas no es lo que se piensa claramente y a flor de conciencia al
pensarlas, sino lo que se sotopiensa bajo ellas, lo que queda de subterráneo al usar de ellas.” x
Aquí estaría el verdadero lugar de la interpretación histórica que sin poder dejar de lado lo
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que los filósofos han escrito explícitamente también tendría que ajustar a la situación de las
creencias sobre las que se sostienen las ideas. ¿Cabe realmente transmitir ese contexto
creencial? Como hemos visto en el apartado anterior la respuesta de Ortega es taxativamente
negativa: “Este fondo latente de las “ideas” que las sostiene, llena y nutre, no se puede
transferir”xi
Desde este punto de vista la filosofía es entendida como el resultado de una actividad
intelectual que responde a una crisis que se experimenta en la propia circunstancia. La
filosofía escolástica “no podía plantearse por sí los problemas y como eso –ser planteamiento
de problemas- es formalmente lo primero”, incluso no puede llegar a ser considerada como
filosofíaxii. Esta dificultad se puede extender a la historia de las ideas en general: “Una
“historia de la filosofía” como exposición cronológica de las doctrinas filosóficas ni es
historia ni lo es de la filosofía. Es precisa y formalmente la abstracción de una efectiva
historia de la filosofía. Una “historia de las ideas” –filosóficas, matemáticas, políticas,
religiosas, económicas- , según suele entenderse ese titulo, es imposible. Esas “ideas”… que
sólo abstractos de ideas, no tienen historia”xiii
Así la creencia es fundamental para articular los puntos de vista de los individuos de
una sociedad en un momento determinado. Puede no ser explícita, es decir consciente pero
obra sobre dicho punto de vista y la misma conciencia. Para comprender el acto de
comunicación hay que tener en cuenta que en este no sólo se comunica un contenido sino que
sobreentiende el conjunto de creencias que forman el topos, es decir el lugar en el que se
encuentran los individuos de una determinada comunidad. “La escritura al fijar un decir sólo
pueden conservar las palabras pero no las intuiciones vivientes que integran su sentido…. El
libro, pues, al conservar sólo las palabras, conserva sólo la ceniza del pensamiento. Para que
éste reviva y perviva no basta con el libro. Es preciso que otro hombre reproduzca en su
persona la situación vital a la que aquel pensamiento respondía”xiv.

7.- Implicaciones para el acto de comunicación


Con todo, parece que si bien acierta Ortega a mostrar que existen distancias entre
épocas que a la hora de la comunicación pueden ser muy difíciles de salvar, sin embargo tal
doctrina no lo ha aplicado él siempre en su trabajoxv. Y en cambio parece a la luz de este
principio, que la comunicación como transferencia de conocimientos es en general imposible.
“Todo texto se nos presenta por sí mismo como fragmento de un contexto. Pero texto y
contexto, a su vez, suponen y hacen referencia a una situación en vista de la cual todo aquel
decir surgió. Esta situación es absolutamente indecible, sólo cabe presenciarla o imaginarla”xvi
Hay que tener en cuenta que la interpretación de textos del pasado no es sino una
forma de lo que Ortega entiende como decir. Se alinea con la traducción, es decir la
transferencia de conocimientos entre culturas distintas aunque puedan coincidir en el tiempo y
se puede extender a personas distintas que comparten la misma cultura por la diferencia de
perspectiva. El decir sería una actividad del hombre sometido a la racionalidad de cualquier
otra que realice intencionadamentexvii pero reproducir esa racionalidad de una forma completa
sería imposible para un interlocutor.
Esta dificultad tiende a converger con otra por la que el empleo del lenguaje no
equivale a pensamiento. Aquí se trataría de una reserva más genérica por la que el individuo
se pone en contacto con otros pero en realidad no esta ejerciendo su pensamiento sino
actuando dentro de un ámbito social. En los textos del último Ortega se da la persistente
conciencia del carácter vacío de muchas de las comunicaciones que repiten la cultura
establecida frente a la dimensión innovadora que el agente puede conseguir. Al fin y al cabo
la creencia es una variante del uso y aunque típicamente Ortega la trata de una forma positiva,
puede estar sujeta a las limitaciones que reconoce en aquella.
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8.- La valoración de estas dificultades


Entiendo que en este contexto habría que distinguir en Ortega el valor epistemológico
de la comunicación de una valoración más metafísica y radical de la misma. Desde ambos
puntos de vista somos personas que necesariamente se comunican y cuyos conocimientos se
encuentran al servicio de la comunicación. Pero hay una diferencia. Ante las limitaciones del
habla y de la comunicación, Ortega constata la realidad del progreso y de la innovación en la
sociedad europea. “Decir” será una faena utópica pero sus consecuencias pueden tener una
trascendencia social. Se da un margen para el pensamiento y la comunicación de la misma
aún cuando predomine en el mundo social la repetición de tópicos que permiten mantener la
coherencia de la misma sociedad. Ortega entiende que se da innovación y aprendizaje de
formas nuevas e incluso progreso a pesar de la irracionalidad que caracteriza el entorno. “El
buen utopista…. piensa que puesto que sería deseable libertar a los hombres de la distancia
impuesta por las lenguas, no hay probabilidad de que se pueda conseguir; por tanto que solo
cabe lograrlo de manera aproximada. Pero esa aproximación puede ser mayor o menor hasta
el infinito, y ello ante nuestro esfuerzo una acción sin limites en que siempre cabe mejora,
superación, perfeccionamiento, en suma progreso.”xviii En otro texto del mismo momento
reconoce el progreso desde un punto de vista más colectivo. “El progreso exige que esta
nueva forma supere a la anterior, y para superarla que la conserve y aproveche, que se apoye
en ella, que se suba a sus hombros…. Es decir, el progreso exige, junto a la capacidad de no
ser hoy lo que se fue, la de conservar eso de ayer y acumularlo.”xix
En este punto podemos encontrar un fundamento para el aristocratismo de Ortega en la
medida en que contrasta el mundo de los que piensan al mundo de los que repiten. El progreso
se debería a los primeros. De una manera más circunscrita a su propia trayectoria podemos
apreciar la voluntad de hacer una filosofía basada en el estudio de los propios orígenes
históricos de la misma en lo que conocemos como Origen y epilogo de la filosofía que a su
vez remite a su proyecto de una nueva hermenéuticaxx.
Frente a esto habría el ámbito de las relaciones interpersonales. El tratamiento más
sofisticado de estas relaciones aparece en El hombre y la gente cuando Ortega muestra las
limitaciones del lenguaje en la relación amorosa. Siguiendo un pensamiento hegeliano,
aquello que implica más proximidad a la vez es lo menos expresivo: la frase “amor mío”.
Pero, con todo, la realidad de la comunicación amorosa se da por supuesta y en ello contrasta
su posición con la de Sartre en El ser y la nadaxxi.
El hecho es que de una manera radical hay que valorar el carácter reciprocante de la
existencia humana. Ortega no entiende la vida como una fuerza inmanente aunque haya una
clara dependencia del pensamiento en la constitución física sino por el contrario el individuo
se orienta hacia y encuentra su realidad en su mundo o circunstancia. Así se cumple la frase
“Yo soy yo y mi circunstancia y si no salvo a ella no me salvo yo”. Hay una trama de
convivencia social que incluye los otros y lo otro.
Aquí también su posición marca una frontera a la comunicación del hombre pero al
mismo tiempo dentro de esa frontera se acepta de hecho que haya una comunicación efectiva.
Un texto típico es el siguiente: “El otro, el Hombre, es ab initio el reciprocante y, por tanto, es
social. Quien no sea capaz de reciprocar favorable o adversamente no es un ser humano.
Ahora bien, no se olvide el otro lado de esa capacidad de reciprocarme que el Otro tiene. Y es
que tal capacidad presupone que él es “vida humana” como la mía, y por tanto, una vida suya
y no mía, con su yo y su mundo propio, exclusivos que no son míos, que están fuera, más allá
trascendentes a mí vida. De donde resulta que la única clase de seres capaces de responderme
–de corresponderme y con-vivir conmigo- de quienes podía esperar que me hiciesen posible
salir de mi soledad y comunicar con ellos, los otros hombres, precisamente por serlo, por ser
otros hombres, y otras vidas como la mía son en su radical realidad incomunicantes conmigo.
Sólo cabe entre nosotros una relativa e indirecta y siempre problemática comunicación” xxii. La
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práctica de Ortega en este punto implica una defensa de una comprensión del otro que aún
siendo relativa, no deja de ser efectiva. “Actos externos, fisonomía, gesticulación me permiten
presenciar el vivir del otro hombre en proceso de hacérseme un Tu y mucho más cuando me
es ya plenamente un Tú cotidiano y habitual, es decir, un pariente, un amigo, un compañero
de oficina o profesión. Este presenciarnos es ver patente ante mi esa vida, es entreverla,
hacérmela copresente, sospecharla.”xxiii
Es importante añadir que Ortega también atribuye esta dificultad de
comprensión, aunque en menor grado –pues acepta la unicidad y patencia de la vida-, al
conocimiento de uno mismo. “Nuestro fondo es más abismático de lo que suponíamos. Por
eso no hay medio de capturar nuestro “yo mismo” en la intimidad… Goethe nos propone otro
método que es el verdadero. En vez contemplar nuestro interior, salgamos fuera. … La vida
humana es precisamente la lucha, el esfuerzo, siempre más o menos fallido, de ser sí mismo…
En este sentido, la vida es constitutivamente acción y quehacer”.xxiv A nuestros efectos, la
capacidad de conocer del hombre es limitada. Es necesario descubrir la propia vocación en los
propios actos.
Por todo ello, las dificultades del decir tienen un alcance relativo. Se puede pensar y
comunicarse a pesar de que dicho pensamiento sea limitado. En parte, esto llama a la
introducción de unos criterios pragmáticos que permitieran evaluar la calidad de la
comunicación. Hay muchos actos en los que los individuos se comunican efectivamente
aunque ello no signifique conocimiento pleno el uno del otro.

9.- Una consideración sobre la importancia del lenguaje


En ocasiones Ortega distingue entre hablar frente a repetir y decir o pensar. Mi
opinión es que el lenguaje se encuentra presente en los dos niveles que Ortega distingue.
Podríamos con Wittgenstein pensar que nuestra vida se articula en juegos de lenguaje o
prácticas. La introspección que caracteriza el ensimismamiento requiere el lenguaje -además
de exigir un esfuerzo consciente- mientras que el habla que caracteriza la convivencia social a
su vez también implica un cierto uso de la atención. El grado de atención y de pensamiento
cambiaría probablemente pero esta y el sistema de símbolos que es el lenguaje se encontrarían
igualmente implicadas. Cuando pensamos y reflexionamos tenemos ante nosotros imágenes,
recuerdos, sentimientos ideales, que trascienden la verbalización pero al mismo tiempo, el
pensamiento sería difícil sin contar con las palabras. Y viceversa cuando entablamos
conversaciones cotidianas que podemos tener sobre lo que hemos visto en la televisión, aún
ahí hay un uso de la inteligencia si nada más para lograr llegar al final adecuado de la
conversación.
De esa forma se puede hablar con Ortega de una soledad sonora entendiendo por esta
una visión no mística de la realidad sino por el contrario un conocimiento que se alimenta de
la distancia.

10.- Dos axiomas y dos principios


En principio la apertura radical del individuo a su circunstancia se presenta como una
categoría orteguiana de la vida. Sin embargo en el ámbito del conocimiento se puede apurar
más el análisis de la realidad. Por un lado hay unas afirmaciones bien conocidas de Ortega
que marcan para el los limites del pensar. Para el filósofo madrileño todo decir es a la vez
exuberante y deficiente: Nuestras palabras dicen más que aquello de lo que somos conscientes
y a la vez menos de lo que se proponen. Se trataría de la “Axiomática para una nueva
Filología” xxv. Lo importante es que dichos axiomas encajan bien en su visión del lenguaje
donde una consideración evolutiva de los fenómenos pesa más que las estructuras lingüísticas.
Abundaría en estas afirmaciones añadiendo dos principios que permiten regular el uso
del lenguaje en una sociedad dada. El primero me parece que refleja bien el tenor del
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pensamiento de Ortega pero al explicitarlo resulta clara la dificultad que tiene el tratar de
llevarlo a un extremo. No cabe en realidad una elucidación plena de nuestra circunstancia y de
nosotros mismos y el análisis del principio de contextualización puede enseñar por qué. En
cambio el principio del nivel semántico de una sociedad implica una crítica a las tesis de
Ortega en la medida en que intenta mostrar que nuestro decir y no sólo nuestra habla depende
de la complejidad y precisión de las palabras utilizadas en una sociedad en un momento
determinado.
Paremos en primer lugar en el principio de contextualización. Dice así: El verdadero
significado de una frase se encuentra en el conjunto de la perspectiva de quien la hace,
entendiendo por perspectiva todo el contexto histórico y cultural en el que dicho agente se
produce a si mismo. Este principio esta operando detrás de la apelación a la distinción entre
ideas y creencias que hemos visto. La cuestión esta en si dicho principio a la hora de entender
la comunicación es reconciliable con la precedencia del punto de vista del interprete y sobre
todo si es posible operar con un principio de tal naturaleza.
La contextualización desemboca en la tesis por la que el lugar natural de las ideas
consiste en su aplicación a una situación que por otra parte es irreductible a ellas. Estas en su
inicio serían para el filosofo madrileño acciones que el sujeto realiza para orientarse en un
determinado contexto social. “Todo lo que el hombre hace, lo hace en vista de las
circunstancias. Muy especialmente cuando lo que hace es decir.”xxvi “La idea es una acción
que el hombre realiza en vista de una determinada circunstancia y con una precisa finalidad” y
“la realidad, quiero decir, la integridad de una idea, la idea precisa y completa aparece sólo
cuando esta funcionando”xxvii. Por ello, “el contorno forma parte de la palabra esencialmente
y, la palabra es actividad, dinamismo, presión del contorno sobre ella, y de ella sobre su
contorno”xxviii. Se daría una forma de nominalismo de la situación a la que el sujeto tendría
que hacer frente. “El idioma o lengua es, pues, un texto que para ser entendido, necesita
siempre de ilustraciones. Estas ilustraciones consisten en la realidad viviente y vivida desde la
que el hombre habla: realidad por esencia inestable, fugitiva, que llega y se para no volver”xxix
El texto más revelador es el siguiente: “La situación se encarga de decir lo que nuestra habla
silencia. Pero la situación no es el lenguaje, la situación es la realidad misma de la vida, es la
circunstancia que varia con el instante y con el lugar. Y, sin embargo, es ella quien pone todo
lo que se supone, quien dice sin hablar todo lo que nuestro decir calla. …. ¡Abajo el lenguaje
y viva la circunstancia!”xxx
¿Qué consecuencias tiene esta doctrina para la historia de las ideas: “En la expresión
“filosofía de Kant”, Kant no representa el papel del sujeto agente en aquel pensar , sino que
…. Es sólo un nombre extrínseco, que se prende sobre una doctrina. Mas la real y efectiva
doctrina de Kant es inseparable de éste, es Kant pensándola y diciéndola y escribiéndola o, si
se prefiere, es ella tal y como fue pensada efectivamente por Kant.”xxxi
Pero este ideal de conocimiento no esta exento de dificultades.
a.- Parece impreciso en la medida en que el presente tiene fronteras imprecisas. Una
cosa es el momento físico y otra el presente como momento de vigencias, y estas pueden a su
vez de una actualidad relativa sobre todo en una sociedad donde reina el pluralismo. Mantener
unívocamente el concepto de presente es difícil.
b.- Parece que la historia se alimenta de malentendidos y tergiversaciones que
encuentran en un contexto concreto una función importante.
c.- En última instancia nos encontraríamos con el hecho de que sólo podemos tener
conocimiento en lo que respecta a nuestra propia realidad vivida.
Por tanto la ley de la contextualización tiene un alcance limitado. Orienta la
investigación en dos sentidos: enseñándonos lo que debemos buscar en las comunicaciones
que nos llegan también nuestra propia orientación.
Finalmente quiero detenerme en el principio del nivel semántico de una sociedad.
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Efectivamente entiendo que una manera de valorar el nivel de cultura de una sociedad se
encuentra en el vocabulario que esta emplea. Una sociedad más culta empleará más palabras
para comunicarse. La idea de nivel lo tomo de La rebelión de las masas y significa que
estamos operando con un criterio cuantitativo que permite comparar sociedades entre si y
cada una de ellas en su evolución por su nivel de desarrollo. Pero, lo más importante del nivel
semántico sería la idea que Rorty utiliza de vocabulariosxxxii. Y efectivamente el nivel
semántico de una sociedad se refiere la riqueza de los vocabularios que los miembros de esa
sociedad emplean. El presupuesto es que sin el conocimiento y dominio de palabras no hay
propiamente pensamiento. Ante la realidad tenemos que partir de un conocimiento de palabras
para poderla pensar. El vocabulario previo es necesario tanto para el pensamiento como para
la imaginación. Así el vocabulario establece un espacio lógico. En ese sentido no se trata de la
gramática como quería Wittgenstein sino de algo previo sobre el cual operan tanto la razón
cuando piensa correctamente como la imaginación cuando innova. Es algo inerte pero su
propia envergadura exige e insta a tratar el mundo y las personas que la componen con cierto
grado de sofisticación.
Creo que se puede utilizar este principio para justificar el aprendizaje de teorías que
aparecen definitivamente superadas. Pertenecen al acervo de nuestra cultura y aunque unas
pueden resultar menos pertinentes que otras, tienen todas la función subsidiaria pero
importante de contar como un acervo de conocimientos que por analogía pueden dar pie a
nuevas conceptualizaciones.

11.- Importancia de estos principios cara a la presentación orteguiana de la


comunicación
Una de los rasgos de la obra última de Ortega es traducir una cierta desolación en lo
que respecta a la realidad en la que vivió. Dicha desolación tiene una expresión importante en
la visión de la sociedad como gobernada por el mundo del uso. No es que las masas se habían
rebelado., el escenario que mostraba La rebelión de las masas, sino que para el último Ortega
la sociedad necesariamente era al menos en parte el mundo del imperio de los usos. El tema
de la comunicación en Ortega expresa bien el sentimiento de encontrarse en un mundo donde
las personas actúan de acuerdo con los usos sociales y por tanto propiamente no dialogan en
el sentido autentico del término.
La completa autenticidad sólo podría estar en una experiencia mística o elaborando un
lenguaje privado. “Pensar en el pleno sentido del término, es retroceder de las palabras a las
cosas mismas, a las realidades, por tanto, es dejar, olvidar a aquéllos con quien hablamos y
cambiamos palabras, Y retirarnos a nuestra soledad, libertarnos de la publicidad anónima de
las palabras, y ensimismarnos en la intimidad personal de la evidencias. … Pensar es lo
contrario que hablar. El lenguaje, que tenemos a toda hora a nuestra disposición, nos dirige
una constante tentación a usar cómodos discos de decires, de frases hechas mecánicamente, y
a fingirnos que pensamos, cuando no hacemos sino repetir como autómatas, en fin de hacer
que pensamos.”xxxiii
En la misma línea podemos situar otros textos: “El lenguaje es un hacer humano sin la
humanidad de un hombre tras el, que sea de él responsable y consciente – es pues un hacer
humano deshumanizado, despersonalizado, desindividualizado, mecanizado, hecho naturaleza
bruta, irracional, es algo humano mineralizado y como desalmado” xxxiv y “Para que una idea
personal autentica, y que fue evidente cuando la pensó el individuo, llegue a ser “opinión
pública” tiene antes que sufrir esa dramática operación que consiste en haberse convertido en
tópico, y haber –por tanto- perdido su evidencia, su autenticidad, y hasta su actualidad.”xxxv
La noción de que se pueda pensar sin palabras me parece inviable por mucho que
dicho pensamiento implique un ensimismamiento y atención a las cosas. Por esto, me
opondría a textos como el que voy a citar a continuación donde el lenguaje como algo
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permanente queda depreciado ante la experiencia del carácter único y irreductible de la


situación en el que el individuo se encuentra. “El habla, suele decirse, es un maravillosa
instrumento de comunicación. Pero ¿lo es verdaderamente? Sin duda, la existencia del
lenguaje y su ejercicio implican un profundo anhelo, una ardiente voluntad del hombre de
comunicarse con los demás, de salir de si mismos y de inyectarse en el otro, y viceversa de
absorber al otro y recibirlo en nuestro interior. Sin duda, hablar es un genial intento de
transmigrar. Pero al mismo tiempo, todos nos hemos dado cuenta alguna vez de hasta qué
punto ese intento es utópico... El lenguaje no dice más que cosas –y toda cosa , sea material,
sea espiritual … no es más que una abstracción.”xxxvi
El hecho es que la presentación de Ortega resulta a mi juicio demasiado aporética y en
última instancia poco funcional a la hora de explicar la realidad de la comunicación en nuestra
sociedad. No cabe duda de que en algún sentido la comunicación es eficaz por mucho que uno
esté dispuesto a darle la razón a Ortega en lo que respecta a su limitación e incluso aceptar sus
distancias con la lingüística del momento. Me parece que es un tema que requiere reconocer
grados de comunicación y distinguir en situaciones donde la comunicación tiene lugar hasta el
punto de ser efectiva y grados en los dicha comunicación no lo es. También cuando pido a mi
compañero de mesa que me pase el salero estoy comunicándome.
Entiendo que hay que utilizar los dos principios que enuncie en el párrafo anterior y no
sólo el primero para dar razón de los procesos de comunicación. Efectivamente el criterio de
la contextualización resulta destructivo si se aplica sin tener en cuenta algo previo que es la
relativa autonomía del nivel semántico de una sociedad. Por muy fuertes que sean nuestras
capacidades de inventiva tenemos que utilizar palabras ya dadas para sobre ellas orientarnos y
en el mejor de los casos innovar semánticamente. En cambio, el nivel semántico resulta
abstracto cuando se tiene en cuenta que el individuo habla y piensa en un contexto
determinado. El resultado sería una contraposición entre la verdad del pensamiento y la
realidad del lenguaje cuando lo evidente sería entender que el uno y el otro se implican.

A continuación quiero referirme a dos aspectos de la obra como comunicador de


Ortega que me parecen importantes.

12.- La práctica intelectual de Ortega: relevancia y pertinencia en su obra


En cierta manera esta aporía para la que sugiero una solución pertenece al mundo de la
teoría. Lo importante sería lo que enseña Ortega en el curso de más de cuarenta años de
práctica de la comunicación. En términos generales se trata de mucho más que conllevar las
dificultades de comunicación. Creo que su primera aportación de hecho se relaciona con su
voluntad de atenerse a su propia perspectiva como escritor español escribiendo en principio
para españoles y a la vez siendo capaz de incorporarse al mundo europeo. Su perspectiva
como intelectual queda expuesta en su trabajo e incita a una reflexión sobre las formas en que
una comunicación ha de tener para ser eficaz. Desde este punto de vista la cuestión no es
sencillamente decir la verdad sino decir la verdad que pudiera ser pertinente o relevante, es
decir pudiera contribuir a la ilustración de sus lectores. El perspectivismo orteguiano implica
que si bien no se puede llegar a una representación completa y definitiva de la verdad, sí se
puede encontrar aquellas verdades, es decir aquellos conocimientos que cumplan de alguna
forma condiciones de verdad y a la vez orienten al lector en su contexto.
Para ello, la comunicación del intelectual tiene que ser pertinente y relevante. Por
pertinencia entiendo que sea aplicable en un contexto amplio y plural, y que se atenga a las
condiciones generales de una sociedad. Para un intelectual un discurso pertinente es un
discurso que se haga cargo de la situación política o social que atraviesa la comunidad de sus
lectores. Pero también la pertinencia puede referirse a necesidades genéricas de cualquier
hombre. En cambio, la relevancia implica el individuo con una definición ya tomada a favor
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de unos determinados valores con los que quiere realizar su vida. Relevante sería aquello que
estaría de acuerdo con esos valores y principios. Implica una restricción de las posibilidades
que una sociedad ofrece y a la vez una definición. Es una categoría apropiada para el mundo
moderno donde el individuo tiene que hacerse de acuerdo con innumerables decisiones a nivel
particular. Sigue caminos marcados por sus idiosincrasias, lances de la fortuna, oportunidades
que le llevan a adquirir una identidad propia y distinta de la de otras personas. A ello responde
la ética de la vocación que desarrolla Ortega en Pidiendo un Goethe desde dentro y en otros
trabajos de corte autobiográfico como El prologo a una edición de sus obras.
La voluntad de Ortega era la de hacer una obra comunicativa que fuera pertinente y a
la vez relevante, es decir que tuviera en cuenta tanto la coyuntura en la que se encontraban el
y sus lectores, a la vez de seguir su propia trayectoria y los valores que la habían orientado.
El error sería pensar que porque la comunicación se da en un ámbito intelectual, como
categoría que se restringe a este ámbito o que implique una representación del otro o de lo
otro. Hay comunicaciones puramente funcionales donde el habla es puramente transaccional.
Por ello las observaciones de Ortega sobre la ausencia de representación racional en muchas
transacciones sociales siendo ciertas, no evitan la efectividad de la comunicación a nivel
social. Cabe que se de una representación pero generalmente su sentido es mucho más
pragmático. En cambio, muchas veces la comunicación es una forma de estar en presencia de
alguien. Desde luego relevancia y pertinencia que se refieren sobre todo a los efectos
prácticos de la comunicación no exigen siempre una evidencia racional. Dan un marco para
superar algunas de las distancias que se dan en el acto de comunicación.

13.- La practica intelectual de Ortega: El método de la salvación y si interpretación


desde la razón histórica
Del pensamiento dialéctico mantiene el carácter ambivalente de las figuras por las que
pasa la historia. Tal sería el destino tanto de Leibniz pero también con menor valoración la de
Descartes y la de Aristóteles.
Teniendo esto en cuenta podemos exponer el papel que Leibniz tuvo en el
pensamiento de Ortega de este periodo. Al tiempo que Ortega presenta las patologías de la
modernidad, su valoración de la cultura europea en su conjunto fue positiva hasta el punto de
que a lo largo de su carrera, tanto en la obra primera como en este periodo que comentamos
trata de llevar a cabo una salvación de figuras representativas de la modernidad. Se dan varias
figuras a las que somete a este procedimiento: Cervantes protagonizó las Meditaciones del
Quijote. Aparecen alguno de sus mentores de la generación anterior: Baroja, Azorín y el
ensayista francés Renan; En los años ’20, la actividad política es comprendida a través de la
semblanza de Mirabeau; posteriormente Goethe y Dilthey. Finalmente en el último periodo
atiende a Vives, Velazquez, Goya y Leibniz. Parte de estas salvaciones eran esbozos
biográficos, cosa que no ocurre en el caso de Leibnizxxxvii.
La noción de salvación remite Ortega a Nietzsche y sus Unzeitmässe Betrachtungen
aunque los métodos a los que acude Ortega son muy variados: En general busca una
contextualización histórica para sus personajes y es frecuente que acuda a conceptos de
inspiración fenomenológica. Desde luego el concepto de perspectiva esta informando la
presentación del personaje. En cualquier caso, como en Nieztsche, la salvación supone una
reconstrucción crítica de aquel que se salva. En la confrontación con aquel se da en Ortega
una voluntad de superación. Puede consistir en indicar en que sentido aquello que se esta
salvando puede llegar a su fruición o culminación, o por el contrario, el mismo comentarista
utiliza la confrontación para lograr un punto de vista nuevo que suponga una adelanto en su
propio pensamiento.
La idea de la salvación se encuentra ya en las Meditaciones del Quijote: “Dado un
hecho -un hombre, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor- llevarlo por el camino más corto
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a la plenitud de su significado”. Al mismo tiempo no se trata solo de poner de manifiesto la


envergadura de lo que se presenta sino también sus posibilidades propias. “Hay dentro de
cada cosa la indicación de una posible plenitud”. Esto da pie al planteamiento de esta obra,
donde se busca el espíritu de Cervantes para encarar la realidad española y superar la
indiferencia en la que se encontraría el lector. Además, la salvación se presta a una forma de
superación dialéctica como la que describe mucho más tarde, en una obra del periodo en que
escribe La idea de principio en Leibniz: El Epilogo a la filosofía. La apropiación es creativa
en la medida en que se trata de ver la figura sobre la que se trabaja desde dentro. Tal es la
intención con la que Ortega se acerca a Leibniz en esta última época de su trabajo.

14.- Final. Importancia de la teoría de la comunicación


Lo importante es la transformación del la teoría del conocimiento en un problema de
comunicación. Efectivamente si nosotros entendemos que el problema del conocimiento es un
problema de verdad lógica, es decir explicar porque nuestras facultades nos permiten llegar a
la realidad, entonces lo que aporta Ortega es relativamente poco. Pero si entendemos que el
problema es más un problema de comunicación, entonces daremos entrada a la otra forma de
verdad, la verdad llamada ontológica que en el caso de Ortega se asocia a la comunicación, la
verdad como autenticidad y sobre todo nos acercaremos a entender más el logro del
comunicador. No es que para él la verdad lógica sea desdeñable. Al contrario ajustarse a la
verdad es tan importante ahora que antes, para el comunicador como para el epistemólogo o
teórico del conocimiento. Se trata de una condición imprescindible pero no suficiente. Para
que sea suficiente la verdad lógica tiene que ser relevante e incluso pertinente, o que ajustarse
a las demandas de individualización de una sociedad. Verdades hay muchas, pero la dificultad
es que en medio de sus conocimientos una sociedad y los individuos que la componen
encuentren su propia trayectoria. Pensar que los problemas del conocimiento deben ser
tratados en un contexto de comunicación tiene mucha trascendencia. Significa entre otras
cosas que se reconoce la importancia de la personalización de los mensajes. La objetividad es
una dura conquista de la cultura occidental pero la integración del individuo como tal será
siempre la última cuestión.
i IX-127
ii IX-397.
iii VI-6 y ss y IX–665.
iv IX-1116 y ss.
v También creo que ciertos pasajes de los escritos dedicados a Goya y a Velásquez donde describe la sociedad española
del siglo XVII y XVIII también se pueden entender como cercanas a la realidad de la España del momento. VI-657 y ss y IX-
778 y ss.
vi IX-1068.
vii IX-1066.
viii
IX-1068.
ix IX-1069.
x IX-1067.
xi IX-1067.
xii IX-1068
xiii VI-149.
xiv V-370. Cfr. IX 739.- “El libro es un decir fijado, “petrificado”: es en rigor algo que fue dicho. Pero el autentico decir
…. Es el que brota de una situación como reacción a ella”.
xv Cfr. los análisis que hace Ortega de Aristóteles y su concepción del movimiento en el Prologo a la Historia de la
filosofía de Emile Brehier. VI-166 y ss. Uno piensa que mutatis mutandis abunda en la misma concepción de la historia de la
filosofía que Bergson en L’intuition philosophique o Heidegger en sus análisis de los presocráticos en Holzwege.
xvi VI-147.
xvii X-305.- “El decir es el estrato más profundo que el habla …. No existirían las lenguas si el Hombre no fuese
constitutivamente el Dicente, esto, el que tiene cosas que decir.” En el mismo capitulo de El hombre y la gente habla del
“permanente choque del individuo, la persona, que quiere decir lo nuevo que en su intimidad y los otros no ven, y la lengua ya
hecha – el choque fecundo del decir con el habla-“ (309).
xviii V-370
xix V-343.
xx IX-583 y ss.
xxi X-291 y ss
xxii G 8-146
xxiii G 8-160
xxiv V-147
xxv IX-729. Cfr. VI-612 y IX-719.
xxvi V-370
xxvii VI- 147 y 148.
xxviii IX-740. La terminología de los textos cambia en la medida en que los dos primeros habla de la idea y el tercero de la
palabra. De todas formas, la contextualización es la misma y a estos efectos se puede equiparar idea y palabra.
xxix VI-87.
xxx IX.265.
xxxi VI-146.
xxxii Rorty, R.- Contigency, Irony and Solidarity. CUP 1989. Pg. 5.
xxxiii IX-310
xxxiv IX.393.
xxxv IX-343.
xxxvi IX-203
xxxvii En cambio el filósofo alemán es objeto de una semblanza personal que tiene en cuenta la complejidad de su
personalidad intelectual y que constituye uno de los mejores elogios. III-814.

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