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Alimentación en la primera infancia

La alimentación durante la primera infancia es fundamental para sentar las bases


alimentarias del resto de la vida, así como también para proteger al niño de posibles
enfermedades. El organismo de los niños está en pleno desarrollo, motivo por el cual es
imprescindible que reciban una nutrición equilibrada y saludable desde la concepción.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna


exclusiva durante los primeros 6 meses del bebé y de manera complementaria con
alimentos durante un año, o de posible más tiempo. Esta misma organización sostiene
que "además de los beneficios inmediatos para los niños, la lactancia materna propicia
una buena salud durante toda la vida. Los adolescentes y adultos que fueron
amamantados de niños tienen menos tendencia a sufrir sobrepeso u obesidad. Son
también menos propensos a sufrir diabetes de tipo 2 y obtienen mejores resultados en
las pruebas de inteligencia".

Sobre los 6 meses, la mayoría de los doctores recomiendan comenzar a darle al niño
pequeñas porciones de alimentos en forma de puré (aunque hoy en día también se
practica el BLW, o Baby Led Weaning, donde el bebé prueba directamente trozos de
una manera autoregulada). Poco a poco, el bebé comenzará a incorporar sabores y
texturas, pero sobre todo nutrientes que ayudarán a su desarrollo integral.

Como papás y docentes, es imperioso que tomemos esto en consideración: la


alimentación es uno de los pilares de la salud, desde el momento mismo de la
concepción. Por ello, la educación alimentaria cobra hoy en día un rol determinante.

Generalmente la introducción de alimentos se inicia con la incorporación de frutas y


verduras, seguidas por cereales como el arroz. Posteriormente, se incorporan carnes y
pescado.

Los niños y niñas de uno y dos años tienen unas necesidades nutricionales superiores
a las de un adulto, ¡llegando a necesitar entre 4 y 7 veces más nutrientes por kilo que
nosotros! Por eso, la dieta infantil debe estar adaptada a los niños, no sólo en cantidad
sino también en calidad.

Vacunación
Proteger la salud de nuestros hijos es muy importante. Ponerles todas las vacunas
recomendadas antes de los dos años es la mejor manera de protegerlos de 14
enfermedades infantiles graves.

Criar un hijo implica que se hará lo que sea necesario para ayudarlo a crecer sano y
salvo. Cuidarlo mientras él explora nuevos lugares y prepara la casa contra peligros
potenciales para que sea segura para el bebé. Pero, ¿y los peligros que no se pueden ver
y que pueden causar enfermedades graves, discapacidades e incluso la muerte de niños
pequeños? Las vacunas le dan el poder de proteger a nuestro bebé contra 14
enfermedades infantiles graves. Independientemente de los desafíos que se le presenten
como padre, hay muchas razones para vacunar.

Las vacunas son uno de los principales logros de salud pública porque han reducido
o incluso eliminado muchas enfermedades. Gracias a las vacunas, la mayoría de los
padres jóvenes nunca ha visto los efectos devastadores que las enfermedades como la
poliomielitis y el sarampión pueden tener en un niño, una familia o una comunidad. Es
fácil pensar que estas son enfermedades del pasado, pero todavía existen. Los niños aún
pueden contraer (y contraen) algunas de estas enfermedades.

Aunque el niño pueda sentir algún dolor o malestar en el lugar de la inyección, esto
es leve comparado con las complicaciones graves que pueden generar las enfermedades
que estas vacunas previenen.

Casi todos los niños pueden vacunarse de forma segura, pero hay excepciones y es
posible que algunos no puedan recibir ciertas vacunas:

 Niños con alergias a algún componente de una vacuna.


 Niños con el sistema inmunitario debilitado debido a una enfermedad o
tratamiento médico, como la quimioterapia.

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