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Cuando era niño, pensaba que la conciencia era una especie de saco donde se
guardaban las buenas intenciones, esto es al menos lo que deduje de lo que
decían mis mayores, dicho saco, tenía dientes que en cualquier momento
podían morderte y remorderte. A veces, podías no tener el saco pues
escuchabas frases como ¡No tienes conciencia! que venía a significar que no
tenías idea buena, otras veces tenías saco pero debía de ser muy pequeño o
estar casi vacío porque tenías ¡Poca conciencia!
El niño fue creciendo y ya podía identificar por lo menos los mordiscos del
dichoso saco, cada vez que creía haber hecho algo mal, sentía los mordiscos
sobre la boca del estómago y los pensamientos que cruzaban por mi mente en
tales momentos eran invariablemente ¡Eres malo! ¡Eres culpable! ¡Mereces un
castigo! ¡El mayor y el peor! ¡Verás cuando se entere mi ...! y lindezas por el
estilo que al fin y al cabo era lo que llevaba oyendo de mis mayores desde
pequeñito. Así pues, la asociación de ideas era inevitable; el saco estaba en el
estómago y mordía cada vez que eras culpable de algo. No es de extrañar que
a los 21 años y haciendo la mili se me declarara una úlcera, pues de tanto
morder y remorder terminó por hacer un agujero.
El niño necesitó pasar de los cuarenta, para acertar a ver que la conciencia
es otra cosa y de aquello han pasado más de diez.
La palabra "conciencia" nos viene del latín "conscientia," que significa estar
consciente de culpa, esta palabra está derivada de com (culpa) y sciere
(saber).
Así pues tenemos una conciencia individual y otra social, ambas son
necesarias y complementarias, pero todo tiene su orden y no conviene perder
de vista que la que manda, la que de verdad te ha de importar es la tuya, la
individual. En contra de lo que la sociedad se ha empeñado y continúa
haciéndolo, no es la sociedad la que transforma al individuo, sino el individuo
el que hace evolucionar a la sociedad. Ciertamente que el vivir en grupo hace
crecer al hombre, pero no debido a las normas morales de dicho grupo, sino a
la experiencia que comporta el hecho de convivir. Habitualmente la
conciencia social es hipócrita, juega con una doble moral y todo acaba por
convertirse en un "Da igual lo que hagas siempre que no se enteren", lo
importante es aparentar en lugar de "ser". Si por las estructuras sociales
fuera, todavía se quemaría a muchas mujeres en la hoguera como "brujas" o
se lapidaría a los homosexuales o continuaría siendo obligatorio el servicio
militar. La sociedad se transforma por que el individuo lo hace, son siempre
los "héroes" los que se atreven a dar un paso adelante, despiertan un área
nueva de su conciencia y lo proclaman a los cuatro vientos, siendo
consecuentes con su nueva conciencia aunque ello les acarree la muerte. La
conciencia social cambia, cuando un número determinado de individuos a lo
que llamamos masa crítica, lo ha hecho. Las instituciones "garantes del orden"
nunca van por delante de los individuos, de hecho, siempre van muy por
detrás.
El perro que remordía las entrañas tiene que ver más con la conciencia
social que con la individual, pues ese dolor emocional en la boca del estómago
es producto del miedo al rechazo. De ahí el empeño en la ocultación y el
echar la culpa a otro de todo lo que nos ocurre. Esto lo aprendemos
rápidamente desde niños, así que siempre "ha empezado él". La verdadera
conciencia no remuerde, simplemente no te permite hacer aquello que ya
sabes que te retrasa en tu propio crecimiento. La auténtica conciencia,
sencillamente no te proporciona la energía necesaria para actuar cuando tal
actuación es contraria y por el contrario te dota de una energía irrefrenable,
cuando la acción es concordante. Por esta razón, para poder actuar de modo
contrario a la conciencia, es necesario aliarse con otras energías, como el
temor o el odio y para no actuar cuando la conciencia lo reclama, es
necesario refugiarse en el miedo.
CONCIENCIA Y ESPÍRITU
A mi modo de ver, Espíritu solo hay uno y es eso a lo que llamamos Dios tal
como está definido más arriba, como principio generador, esencia "y"
sustancia en lugar de "o", en cuya definición, encajan todas las demás. ¿Es
energía? Por supuesto, es la energía misma y como bien dice el postulado
científico "La energía, ni se crea ni se destruye, solo se transforma". ¿Dotado
de razón? También evidentemente dotado y padre de la razón. ¿Es Mente? Sí
de nuevo, de hecho, el universo tiene su existencia en la Mente Divina.
¿Entonces qué es mi Espíritu? Es tan solo una de las infinitas probabilidades
de manifestación de ese "SER" o único Espíritu, por eso le llamamos espíritu
individualizado, como dice el evangelio de Juan "Hijo de Dios único" pues cada
uno de nosotros somos una de esas probabilidades única e irrepetible. De ahí
también la frase "El Padre y yo somos uno y lo mismo" ¿Qué es pues la
conciencia? La capacidad de ese espíritu individualizado que soy, de
reconocerse a sí mismo como tal. Ahí tienes pues la famosa trinidad. El Padre
o principio generador, el Hijo como probabilidad manifestada y la relación
entre ambos o Espíritu Santo, relación establecida por eso que llamamos
conciencia. Tres personas distintas y UNO solo en verdad.
Carlos Galindo