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Saladina Jota
(Amanece un frío día de otoño. A través del gran ventanal, las grúas de un viejo
astillero, se asoman recortadas sobre el gris profundo del cielo. Un gris plomizo y pesado
como una losa de cemento pulido. La sirena de todos los días agita el aire y otra jornada de
trabajo pone la banda sonora al sueño de Julián.)
Sirena, ruido de golpes sobre el metal, etc., el sonido de un astillero en
una jornada de trabajo, MEZCLADO CON LA MÚSICA DE FONDO: “DOGS” de Pink
Floyd.
(Julián respira con dificultad, desparramado sobre la mesa de su despacho,
entre los líquidos y polvos supervivientes de una noche de muerte. En la puerta entornada se
vislumbra sonriente una sombra, maletín en la diestra y móvil en la siniestra. Observa un
segundo y hace una llamada.)
MARCOS- (Con la mirada fija en Julián, teléfono en mano, marca un número, espera y
susurra.) Comienza la función. (Desaparece.)
(El sonido del trabajo poco a poco va alejándose hasta hacerse un profundo
silencio, que sólo rompen los gritos de gaviotas revoloteando tierra adentro. Desconcertado,
Julián, se medio incorpora agudizando el oído. Un silencio anormal se ha adueñado del
despacho. Se levanta desorientado y se dirige al ventanal. El astillero se ha quedado desierto.
Vuelve a su mesa y enciende el flexo. Bajo él descansan los restos nocturnos. Se despeja con
un sólo gesto, coge el móvil y vuelve al ventanal.)
JULIÁN.- Daniel, ¿se puede saber qué cojones está pasando?, ¿crees que no
lo sé? (Mientras habla busca en sus bolsillos.) Promételes lo que sea,
pero que se dejen de asambleas y entren de una puta vez. Tú eres
el flautista, ¿recuerdas? Pues toca. Necesitamos entregar ese puto
barco.
(Marcos, maletín en la diestra y móvil en la siniestra, aparece en el quicio de
la puerta.)
¡Ya, ya voy!
(Instintivamente coloca una carpeta encima de las rayas, gira el flexo hacia
Marcos, que sonríe, deja el maletín en la silla, se acerca al ventanal y se queda mirando el
astillero.)
MARCOS- (Abriendo los brazos se adelanta hacia Julián.) ¿No piensas darme un
abrazo?
JULIÁN- (Le aparta, incómodo, poniéndole la mano en el pecho. ) ¿Ya te has cansado
del papel de desaparecido?
MARCOS- Jugar un poco. (Marcos le hace una foto a Julián. Marcos envía un mensaje
a Daniel para que espere sus órdenes.)
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JULIÁN- ¡Serás gilipollas! No, no es a ti… Mándamela. (Tapando el micro del
móvil.) Dime, ¿ya te has decidido? Ya, ya lo sé. Estamos en crisis.
Lo sabe el país entero, nos lo repiten todos los días. Al grano,
¿cuánto? (Sale. Entre el público.) ¿Millón y medio? ¿Estás de broma,
no? Mi casa vale diez veces más. ¿Qué me hacéis un favor? ¿De
repente tienes un socio? ¡Ya! Quiero que sepas que esta guarrada
es especialmente dolorosa para mí. Con lo que mi padre ha hecho
por ti, me parece impresentable que nos traiciones de esta
manera. Sí, sí, vendo, claro que vendo, necesito el dinero mañana.
No, no lo olvidaré, descuida. (Cuelga, va hacia el extremo de la mesa más
alejado de Marcos, se queda mirando el teléfono.) Hijo puta, (Deja el teléfono
encima de la mesa con un golpe contenido.) ¿Qué no es personal?
(Silencio.)
(La voz de Marcos saca a Julián de su ensimismamiento. Marcos acomodado
tras la mesa de julián, sonríe mientras acaricia el sillón. Parece que el día va de sorpresa en
sorpresa. Disimulando su mal humor, Julián, le devuelve la sonrisa a Marcos.)
MARCOS- (Ya de pie, frotándose la nuca o no, de espaldas.) Tengo días. (Se vuelve y le
mira, sonriendo burlón.) ¿Es cómodo?
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JULIÁN- Soy el dueño, fin de la historia. (Se incorpora, coge una botella, un vaso
y se sirve un buen trago.) ¿Una copa?
MARCOS- En el mejor.
JULIÁN- Así que ahora eres creyente. (Apura la copa.)
JULIÁN- Lo que hay que oír. (Duda y finalmente acepta la llamada esperando la
buena noticia del día.)
MARCOS- ¡Qué le des las gracias a la Rubia por el regalito! (Mira a Marcos a
sin entender.)
JULIÁN- Sí, sí, estoy aquí. Marcos te da las gracias. ¡Y yo que sé! Apareció
de repente. Eso me importa una mierda. ¿Ya está firmado, no?
(Dándole la espalda a Marcos.) No te entiendo, háblame claro. ¿Qué?
¿Qué lo tienes difícil? ¡No me jodas! Estáis haciendo las cosas muy
mal, el contrato no llega y los trabajadores no aguantan más. Ya,
ya lo sé, pero yo lo he solucionado y podré pagarles parte de las
nóminas atrasadas. Acabo de venderle mi casa a Rodrigo, menudo
buitre está hecho. Así que necesito una alegría. ¿Se puede saber
de qué hostias me hablas? No Jorge, no me calmo. ¡Firma ese puto
contrato, ya! Puede que sea muy joven para entenderlo, pero al
igual que mi padre no te perdonaría una traición. (Silencio.) Estable,
pero crítico, como el país. Le han operado dos veces, pero no hay
cambios significativos. Si le llevas buenas noticias te lo
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agradecerá, lo curan todo. (Julián cuelga, guarda el teléfono en el bolsillo
de su pantalón y coge la única botella que sobrevive sobre su mesa. Se echa un
trago y se vuelve mientras bebe.)
MARCOS- Ahora sí me tomo esa copa, hermanito. (Se levanta y va hacia la mesa.
Julián le sigue sin creerlo. Marcos coge la botella, un vaso y se sirve.) Esta
vez no desertaré, (Se vuelve hacia Julián, le mira y bebe.) lo prometo.
MARCOS- (Se gira y mira por el ventanal.) Las películas son cosa mía, ¿lo has
olvidado?
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JULIÁN- (Julián vuelve a la mesa, o no, se sirve otra copa y bebe.) ¿Cuál fue la
última? ¿La del puerto deportivo con casinos, salas de espectáculos
y hoteles flotantes?
MARCOS- ¿Estás seguro?, (Suena su móvil, lee algo, y teclea mientras Julián deja el
maletín al lado de la puerta.) Porque no habrá más pienso gratis. (Julián
se sienta en la otra silla. Sonriendo complacido.) La alemana no está por la
labor de seguir tirando cientos de miles de millones a la basura y,
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para rematar el desastre, tenéis que devolver las ayudas
consideradas "ilegales" por Bruselas.
JULIÁN- (Va a por más alcohol.) ¿Les damos? ¿De repente hablas en plural?
MARCOS- (Marcos camina lento hasta llegar a su lado y hablarle a la oreja.) Si hay
pienso las ratas están contentas y las ovejas calladas, pero si no lo
hay espera y verás la falla que te montan en cuanto suene la flauta.
MARCOS- Para “tus trabajadores” eres el patrón, o peor, el hijo del patrón,
un sucedáneo malo de hijo de puta explotador (Se gira y mira por el
ventanal, dándole la espalda a Marcos.) y los flautistas se compran y se
venden, así que ten cuidado. (Marcos, se aparta, saca su móvil y teclea
algo.) Por dinero muerde el perro.
(Silencio.)
(Marcos guarda su móvil en el bolsillo de su americana y, tranquilamente, se
sienta en el sillón de la discordia. Se acomoda y clava su mirada en Julián, que parado frente
al ventanal, se agita al ritmo de la batalla campal que intentaba evitar. Suena un gran
vocerío, ruido de disparos, pólvora y gritos. Manifestación, revuelta, sonido de golpes en el
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metal. Un sonido que se irá alejando poco a poco hasta hacerse de nuevo el silencio.
Nervioso, saca su teléfono del bolsillo de su pantalón, hace una llamada y vuelve al ventanal.)
MARCOS- Tu cabeza gira sin control dando palos de ciego. Alguien ha jugado
sucio. Alguna rata ha convertido tu sueño en una pesadilla. Las
ratas son sigilosas, no las ves, y nadie se puede defender de un
enemigo invisible. Pero eso tú ya lo sabes. Lo difícil es saber quién,
tener la certeza. Hay tantas. ¿Recuerdas nuestra última celebración
familiar? Sentado en este sillón disfrutaba de la fiesta. Acababa de
presentar mi proyecto. La idea en la que tanto había trabajado, la
idea que podía salvarnos. Pero alguien me tenía preparada una
sorpresa. Se encendió la pantalla y, de repente, esa rata convirtió
mi sueño en una pesadilla. Fui esquivando todas las miradas hasta
que sus ojos me paralizaron. No se movía, mamá me miraba y no se
movía.
MARCOS- (Mira a Julián a los ojos, atravesándolos y permanece inmóvil.) Tuve que
verla desnuda… su sangre seguía tiñendo el agua que iba
inundando el baño… Su cabeza flotaba con los ojos fijos… vacíos…
mirándome… Es de noche y hace frío, mucho frío. Nunca había
tenido tanto frío. Nunca había sentido tanto asco. Quería
desaparecer y, allí, en la cabina de la grúa más alta…, permanecí
acurrucado un millón de horas, temblando, pensando… que nunca
volvería a pisar esta cloaca. Y ya ves, aquí estoy, dispuesto a
enfrentarme a Satanás y cumplir todas las promesas que le hice...
MARCOS - (Encarándose a Julián.) Siempre has sido una rata cobarde y envidiosa.
MARCOS - ¿Por qué sabes que ha sido Jorge? (Le enseña el móvil y Julián se lo
arrebata.)
JULIÁN- ¡Suéltame!
(Le arrastra hasta la mesa y le obliga a sentarse. Coge el maletín, extrae de
nuevo los documentos y los estampa en la mesa.)
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como bien sabes tú, es un buen amigo y tampoco le gusta nada
salir en la tele. Tú decides.
MARCOS- (Marcos espera. Julián permanece inmóvil.) ¿Sabes lo que puede hacer
una burbuja de aire, de este aire tan puro, tan frío y tan gris?
¿Sabes o no sabes? (Silencio.) Es lo que se conoce como embolia
gaseosa. Todo depende de una llamada mía… ¿Vendes o no
vendes?
(Silencio.)
MARCOS- Por supuesto que no, tú todavía tienes una casa, un astillero
ardiendo y un padre inservible al que vas a tener que limpiar la
mierda el resto de tu vida. Eres su niñito y si no le cuidas ¿quién lo
hará? Claro que si tuvieras dinero podrías librarte, se pueden
encontrar enfermeras muy abnegadas si se paga bien. (Silencio.)
(Julián derrotado, agacha la cabeza, coge la pluma que le alarga Marcos,
aprieta los dientes y firma. Julián alarga la mano para coger el maletín, pero su hermano
siempre le gana la partida.) Este no te los has ganado. (Marcos guarda los documentos,
cierra el maletín y lo pone a salvo de su hermano. Suena el móvil de Julián, pero no lo coge.)
FIN
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