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TEMA 6.

LOS REYES CATÓLICOS: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO


MODERNO

Introducción

El reinado de los Reyes Católicos es considerado, convencionalmente, como el periodo


en el que finaliza la Edad Media y se sientan las bases del Estado Moderno en España.
Ese cambio de época está cimentado en las medidas que adoptaron para reforzar el
poder de la monarquía frente a la nobleza; en la consolidación de las instituciones y en
la conjunción de acontecimientos trascendentes que marcaron su reinado:
- Impusieron paulatinamente el modelo de monarquía autoritaria.
- Se fijaron como objetivo la unificación territorial peninsular, cerrando el
proceso de Reconquista y utilizando alianzas matrimoniales. Al inicio de su
reinado la Península Ibérica estaba dividida en cinco reinos independientes (los
reinos de Castilla, Aragón, Portugal, Navarra y el emirato de Granada), que
quedaron reducidos a dos a su muerte. Castilla y Aragón acabaron compartiendo
al mismo monarca y Granada y Navarra fueron anexionados a Castilla.
- Abrieron una etapa de expansión en el Mediterráneo (hacía el norte de África e
Italia) y en el Atlántico, consumando la conquista de las islas Canarias y
culminando con la llegada a América.

Sin embargo, el reinado también tuvo sus sombras. La política de homogenización


religiosa condujo a la intolerancia y al fanatismo doctrinario cuyas consecuencias
fueron la introducción del tribunal de la Inquisición en Castilla (1478) y el decreto de
expulsión de la comunidad judía en 1492. Por otra parte, todavía se mantuvieron
reminiscencias medievales tanto en las instituciones como, y especialmente, en la
concepción patrimonialista de la monarquía.
6.1. Unión dinástica: integración de las coronas de Castilla y de Aragón

En 1469 se unían en matrimonio Isabel de Castilla y Fernando, príncipe de


Aragón. Con este enlace se unían las dos ramas de la dinastía Trastámara, pese a
la oposición del rey Enrique IV de Castilla, hermano de Isabel, que prefería un
enlace con Alfonso V, rey de Portugal.

El reinado de Enrique IV, se había caracterizado por la inestabilidad política y


las intrigas nobiliarias que auguraban un problema sucesorio. Una parte de la
nobleza, opuesta a Enrique, había proclamado rey a su hermano menor Alfonso
(en el episodio conocido como la Farsa de Ávila). La muerte prematura del
infante hizo que los nobles apoyasen el derecho al trono de Isabel, hermana de
ambos y que fue reconocida como heredera por el rey Enrique, en el acuerdo de
los Toros de Guisando (1468), en un intento de cerrar la crisis.
Sin embargo, el matrimonio secreto de Isabel con Fernando reabrió el problema
de la sucesión al considerar el rey Enrique roto el acuerdo y modificar su
testamento para dejar como heredera de la corona a su hija Juana “la
Beltraneja”.

Cuando murió Enrique IV en 1474, Isabel se proclamó reina de Castilla y


comenzó una Guerra de Sucesión (1475-1478), contra su sobrina Juana. Las
fuerzas quedaron divididas: Isabel contaba con el apoyo de parte de la nobleza
castellana y con Aragón; Juana, casada con Alfonso V de Portugal, tuvo de su
parte a otra facción de la nobleza, al arzobispo de Toledo, a Portugal y a Francia.
Las fuerzas isabelinas acabaron imponiéndose y en 1478, por el tratado de
Alcaçovas, se reconocía a Isabel como reina de Castilla. Un año después, en
1479, Fernando heredaba la corona de Aragón al suceder a su padre Juan II, por
lo que quedaban unidas las coronas de Castilla y de Aragón y se hacía efectiva la
unión dinástica.

Aunque Isabel y Fernando (conocidos posteriormente como los Reyes Católicos),


decidieron gobernar conjuntamente los dos territorios según establecieron en el
acuerdo conocido como Concordia de Segovia de 1475, en la práctica, cada
reino conservó sus propias instituciones, leyes y fronteras. Castilla tuvo mayor
peso en esta unión pues superaba a Aragón en extensión territorial, poder
económico y población por lo que lideró las campañas militares y la expansión
colonial. Además las instituciones castellanas estaban en un proceso de
centralización, propia de los estados modernos mientras que Aragón seguía
siendo una federación de reinos.

A la muerte de Isabel en 1504, el trono de Castilla recayó en su hija Juana I “la


loca” y en su marido Felipe I “el hermoso”, mientras que Fernando regresó a sus
dominios de Aragón casándose en segundas nupcias con Germana de Foix, con la
intención de dejar un heredero para la corona de Aragón,
Solamente la muerte del rey Fernando en 1514, sin conseguir un nuevo heredero,
posibilitó que fuese su nieto, Carlos V, quien heredase los derechos sobre las dos
coronas.
6.2. La conquista del reino Nazarí. Incorporación del reino de Navarra

La conquista del reino de Granada se convirtió en una prioridad en la política de


los Reyes Católicos. Con esta conquista se cumplían dos objetivos:
a) proseguir el proceso de unificar todo el territorio peninsular bajo una
misma monarquía.
b) Poner fin a la reconquista sometiendo el último reducto musulmán.
La guerra de Granada se desarrolló entre 1482 y 1492. Los emires nazaritas (la
dinastía gobernante en Granada), estaban debilitados por rivalidades internas. El emir
Muley Hacén estaba enfrentado a su hijo Boabdil y a su hermano el Zagal. Los
castellanos aprovecharon la situación y tomando como pretexto la conquista de la
localidad de Zahara, por los nazaríes en 1481, para declarar la guerra.
El conflicto fue más de asedios a ciudades que de batallas campales y culminó con la
rendición de Granada el 2 de enero de 1492, tras un asedio de más de un año y la
firma de una capitulación o rendición pactada entre Boabdil y los Reyes Católicos con
el compromiso de respetar los derechos, los bienes y la religión de los vencidos.

La incorporación de Navarra

En 1512 Fernando “el Católico” ocupó militarmente Pamplona con el argumento de una
posible conspiración de Francia y de una parte de la nobleza navarra contra Castilla.
Navarra estaba dividida en dos bandos los beamonteses (los de la montaña) que
defendían la influencia francesa por medio de la dinastía de los Foix, y los
agramonteses (población de la ribera del Ebro) que prefería la influencia castellano-
aragonesa.
En las Cortes de Burgos de 1515, el reino de Navarra quedaba anexionado a Castilla
con el compromiso de conservar sus leyes (fueros) e instituciones.

6.3. La integración de las Canarias y la aproximación a Portugal

La rivalidad entre Castilla y Portugal por la posesión de las islas Canarias y por el
control del comercio de la costa africana se acentuó durante la Guerra de Sucesión con
el apoyo portugués a los derechos dinásticos de Juana “la Beltraneja”. El Tratado de
Alcaçovas de 1479, que ponía fin a la guerra, fue aprovechado también para zanjar las
disputas en el Atlántico. Probablemente la reina Isabel, que había salido vencedora del
conflicto, quiso tener un gesto de generosidad con el monarca portugués y cerrar
definitivamente las hostilidades. El tratado dejaba a Portugal la exploración y el control
comercial sobre la costa africana al sur del cabo Bojador (actual Sahara Occidental),
mientras Castilla se reservaba el dominio sobre las islas Canarias.

Durante el reinado de los Reyes Católicos se cerró la conquista del archipiélago que fue
integrado en la corona de Castilla. La conquista de las islas más pobladas (Gran
Canaria, 1480-3 y Tenerife, 1496) se produjo por el impulso de la corona (conquista
realenga), aunque también participaron particulares, como Pedro de Vera o Juan
Rejón, que firmaron capitulaciones con la corona para efectuar la conquista en nombre
del rey y luego recibir el repartimiento de tierras.
La población aborigen, los guanches, quedaron prácticamente aniquilados y las islas se
utilizaron para la producción extensiva de caña de azúcar.
A partir de 1492, las islas jugaron un papel fundamental de enlace con América siendo
escala obligada en la ruta americana que fue conocida como carrera de Yndias.

Con respecto a Portugal, los Reyes Católicos llevaron a cabo una política de
aproximación que estimaron prioritaria y estratégica. Utilizando una compleja política
matrimonial casaron a su primogénita, Isabel, con el rey portugués Manuel I “el
Afortunado” de cuya unión nació el infante don Miguel, que murió con dos años y
podría haber reunido las coronas de Castilla, Aragón y Portugal. Al fallecer Isabel, los
Reyes decidieron mantener la alianza y casaron a otra de sus hijas, María, con el viudo
rey portugués.
No obstante, la llegada al continente americano reabrió el conflicto de intereses con
Portugal que quedó resuelto por el Tratado de Tordesillas, en 1494.

6.4. Organización del estado bajo los Reyes Católicos: instituciones de gobierno

El reinado de los Reyes Católicos representa la transición entre el estado medieval y el


estado moderno entre la monarquía autoritaria y la absoluta. Ejercieron el poder de una
manera personalista y tomaron medidas para reforzar la autoridad de la monarquía
como:
- limitar el poder de la nobleza disminuyendo su influencia en la administración
y en los altos cargos y reintegrando a la corona propiedades y rentas que le
habían sido concedidas a algunas familias de la alta nobleza.
- Control de las Ordenes militares que convenía a la monarquía tanto por el
numero de sus miembros como por la riqueza que acumulaban. Fernando “el
Católico” se hizo nombrar Gran Maestre de todas ellas.
- Control de las ciudades y villas que perdieron autonomía al imponerles un
corregidor nombrado por el rey.
- Derecho de Patronato que permitía a los reyes controlar a los altos cargos
eclesiásticos al proponer al Papa su nombramiento.

En cuanto a la administración del Estado, aunque se mantuvieron numerosos rasgos de


carácter medieval (la corte era itinerante, no había una capital oficial), al aumentar los
territorios y las competencias del reino se hizo necesaria una administración más eficaz
que atendiese a la compleja documentación que se generaba. Así surgió una burocracia
numerosa y especializada (secretarios, escribanos, auditores), formada no sólo por
miembros de la nobleza sino por letrados con formación universitaria.

En cuanto a las instituciones del estado las más importantes eran:


a) El Consejo Real formado por miembros de la Alta nobleza y el Alto clero, se
fue especializando dando cabida a miembros letrados de la baja nobleza. Se
fueron creando, además, consejos especializados (Aragón, Hacienda,
Inquisición, Indias).
b) La administración de justicia estableciendo sedes fijas para los tribunales
superiores o chancillerías (Valladolid, Granada) y tribunales menores o
Audiencias (Santiago, Sevilla, Zaragoza, Barcelona).
c) Creación de un ejército profesional y permanente los Tercios.
d) Se introduce en Castilla el tribunal de la Santa Inquisición en 1478. El tribunal
estaba bajo autoridad directa de los reyes y perseguía a los sospechosos de
herejía aunque también presionó para que judíos y mudéjares se convirtiesen al
catolicismo.
e) Se organiza un cuerpo de milicias urbanas, la Liga de la Santa Hermandad
también conocidos como “mangas verdes”, para combatir los delitos.

6.5. Proyección exterior bajo los Reyes Católicos: política italiana y norteafricana

La unión de las coronas de Castilla y Aragón convirtió a la monarquía de los Reyes


Católicos en una potencia política en Europa. Antes de esta unión la política exterior de
Castilla tenía como prioridad el comercio cantábrico con Flandes y la expansión
atlántica en abierta rivalidad con Portugal; por su parte, la corona aragonesa se inclinaba
al Mediterráneo y competía con Francia por el control del rico y fragmentado territorio
italiano.
La política exterior de los Reyes Católicos tuvo tres vértices principales de actuación:

1) El Mediterráneo y la defensa de los derechos de dominio sobre el sur de


Italia.
2) El control de enclaves estratégicos en el norte de África.
3) La expansión hacia el Atlántico para abrir nuevas rutas comerciales.

1. La política italiana: Las guerras de Italia (1495-1503).


La vocación comercial de catalanes y valencianos había convertido al Mediterráneo en
una zona de interés prioritario para la Corona de Aragón. La expansión se había iniciado
a finales del siglo XIII, con la incorporación de Sicilia (1282), a la que siguió Cerdeña
(1324) y el reino de Nápoles en 1443.
Fernando “el Católico” fue continuador de esta tradición que guiaría la política exterior
española enfrentándola a Francia, el gran rival de Aragón en la política italiana.
En 1493, el rey francés Carlos VIII, había devuelto a Fernando “el Católico” los
condados de Rosellón y Cerdaña a cambio de que se mantuviese neutral ante una
intervención francesa en Italia. Sin embargo, el acuerdo se rompió cuando en 1495, el
rey francés se proclamó rey de Nápoles, territorio que había pertenecido a la corona
aragonesa hasta 1458 y sobre el que Fernando consideraba tener derechos de posesión.

Las guerras de Italia (1495-1503)


Aprovechando la fuerza que le proporcionaba el ejército castellano, experimentado en la
guerra de Granada, los Reyes Católicos le declararon la guerra a Francia. El ejército
enviado a Italia y dirigido por Gonzalo Fernández de Córdoba, cuyo acierto
estratégico y victorias, le proporcionaron el sobrenombre de El Gran Capitán.
La guerra en Italia tuvo dos fases: en la primera, 1495, las fuerzas españolas expulsaron
a los franceses de Nápoles; en la segunda, 1502-1503, el rey Fernando decidió
intervenir abiertamente en los asuntos italianos imponiendo su hegemonía. Las victorias
de el Gran Capitán sobre una coalición de fuerzas francesas y papales en las batallas de
Cerignola, Garellano y Gaeta (1503), aseguró el dominio sobre el reino de Nápoles,
que se convertiría en posesión española hasta el siglo XVIII.

2. Control de enclaves en el norte de África

Acabada la guerra de Granada, los Reyes Católicos pensaron en establecer una zona de
seguridad controlando algunas ciudades y enclaves del norte de África desde los que
impedir un nuevo asalto musulmán a la península y combatir la piratería de los
berberiscos que ponía en peligro el tráfico marítimo. En 1497 fue conquistada Melilla y
en 1509, Orán (Argelia). Los dominios también se extendieron a Argel, Túnez y Trípoli.
Los resultados fueron relativos fundamentalmente por la aparición de un nuevo rival en
la zona: los turcos otomanos.

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