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INTRODUCCIÓN:

El poder del Estado es uno solo y éste se divide en diferentes funciones que por su naturaleza y
complejidad son ejercidas a través de diversos organismos u órganos y de este modo evitar la
concentración de poderes que conllevaría el abuso de poder, en este sentido el poder del
Estado es dividido en un conglomerado de funciones que son distribuidas entre diversas
entidades para que éstas las ejerzan, ya sea de manera independiente o autónoma o
dependiendo de otras entidades. La consolidación del Estado supone la configuración de las
relaciones entre los componentes del Estado como relaciones entre organismos u órganos
dotados de competencias, que son plausibles de control.

Los órganos constitucionalmente autónomos se originan de la necesidad del Estado de tener


cierta especialidad y complejidad en el desempeño de sus funciones, que lo obliga a
jerarquizar sus unidades y subunidades de decisión y acción, es por ello que en nuestro país no
solo basta contar con tres poderes ( Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial) sino también era
necesario contar con entidades cuyas funciones son tan vitales que se la propia constitución no
solo les reconoce autonomía , sino que también expresamente señala todo lo alusivo al
nombramiento de los miembros que la integran, define sus atribuciones, entre otras, todo ello
con el objeto de garantizarles su autonomía en el ejercicio de sus funciones atribuidas.

En concordancia con lo anteriormente señalado, tenemos que los organismos autónomos se


caracterizan precisamente por haber sido creadas de manera directa e inmediata por la
Constitución ya que son determinados en sus aristas esenciales y fundamentales, como por
ejemplo la de regular la composición de las mismas, los métodos que conducen al
nombramiento de sus miembros; se caracteriza también por participar en la dirección política
del Estado ya que cada órgano autónomo participa en la configuración de la voluntad del
Estado ; y como ultima característica está la de ostentar el mismo rango jurídico político, ya
que ninguno de ellos es parte integrante de otro sino cada uno es supremo.

En este orden de ideas, no sería correcto afirmar que, si un organismo autónomo ejerce
indebidamente sus funciones no debería ser plausible de algún mecanismo de control, ya que
de ese modo no se estaría respetando la distribución de competencias sino más bien creando
escenarios de autarquía, lo que supondría tergiversar incisivamente la verdadera naturaleza de
la autonomía que les atribuye a los órganos constitucionales.

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