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RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


ID : 486262
M. PONENTE : JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
NÚMERO DE PROCESO : 45585
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP7326-2016
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 01/06/2016
DECISIÓN : PRECLUYE LA INVESTIGACIÓN /
CASA / ORDENA LIBERTAD
INCONDICIONAL
DELITOS : Acceso carnal abusivo con menor de
catorce años / Actos sexuales con
menor de catorce años
FUENTE FORMAL : Ley 599 de 2000 art. 82-1 / Ley 906 de
2004 art. 77, 78, 332-1

TEMA: EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN - Muerte del procesado

«La Corte se abstendrá de estudiar la demanda presentada a nombre de VLO,


dado que su fallecimiento en el centro carcelario lo que impone es precluir la
actuación seguida en su contra, de conformidad con los artículos 77, 78 y
332, numeral 1º, del Código de Procedimiento Penal y 82, numeral 1º, del
Código Penal. Así se dispondrá en la parte resolutiva».

CASACIÓN - Principio de prioridad: cargos que pretendan la absolución


prevalecen frente a la nulidad

«Los delegados de la Fiscalía y del Ministerio Público advirtieron que, en virtud


del principio de prioridad, por regla general, se impone estudiar el cargo de
nulidad que el recurrente planteó como segundo y subsidiario.

Sin embargo, si bien el impugnante no fue lo suficientemente claro sobre el


tema, la Sala entiende que no omitió ese postulado, sino que, en su criterio,
resulta trascendente se declare la inocencia de su acudida, que surge de lo
actuado, razón por la cual el reproche que apunta a lo último lo postuló como
principal y el de nulidad como subsidiario.

La Corte ha explicado que el principio de prioridad comporta que los cargos


contra la sentencia del Tribunal deban ser presentados en un orden lógico,
de manera tal que aquel de mayor cobertura y trascendencia se presente como
principal, pues así se facilita el trabajo del juez de casación; como que, de
prosperar, se torna inoficioso el estudio de las censuras restantes.

En ese contexto, cuando el recurrente pretende cuestionar la sentencia,


primero para lograr una decisión de fondo, pero, segundo, porque observa el
quebrantamiento de las garantías superiores al debido proceso y/o al derecho
a la defensa, aquel principio indicaría que lo último, que necesariamente
apunta a la nulidad, deba plantearse en primer orden, en tanto mal puede
pretenderse una sentencia cuando se han violado derechos fundamentales,
de tal forma que debe pretenderse primero que estos se restablezcan para
que, luego, se emita un fallo respetuoso de todas esas potestades.

No obstante, el principio debe ser matizado, en tanto puede suceder (y el caso


presente apunta a ello) que lo actuado imponga la absolución del procesado,
contexto dentro del cual resulta perjudicial que se retrotraiga el juicio con el
pretexto de restablecer sus derechos, dado que aquella decisión estructura
una garantía mayor.

La jurisprudencia de la Corte se ha pronunciado en ese sentido, en el


entendido de que la tensión que pueda existir entre las alternativas de anular
el procedimiento por vicios que afectan exclusivamente al procesado y la de
eximirlo de responsabilidad debe resolverse a favor de la que representa
mayor significación sustancial, que es la última, como finalidad suprema
perseguida por la parte defendida».

TESTIMONIO - Del menor: víctima de delitos sexuales, apreciación


probatoria, sana crítica / SANA CRITICA - Reglas de la experiencia
/ REGLAS DE LA EXPERIENCIA - Noción

«La Corte se ha ocupado a espacio de precisar que en los niños víctimas de


abuso sexual puede existir una tendencia a narrar lo realmente acontecido,
en tanto la magnitud de lo padecido marca de manera más o menos fiel sus
recuerdos y de la misma forma los narran.
Pero esa precisión en modo alguno significa, y la Sala no lo ha dicho así, que
los niños no puedan faltar a la verdad y que, por ende, siempre ha de
creérseles sin mayor explicación. Por el contrario, se ha explicado que sus
relatos deben ser valorados como los de cualquier otro testigo, sometidos al
tamiz de la sana crítica y apreciados de manera conjunta con la totalidad de
los elementos de juicio allegados al debate.

Con el Ministerio Público y el magistrado disidente del Tribunal, debe


admitirse que los niños, incluso desde una edad precaria, pueden cambiar la
realidad percibida al relatarla, máxime si de ello existe la posibilidad de
percibir algún beneficio.

Como lo anota el magistrado que salvó su voto, algunos estudios, soportados


en pruebas de campo, concluyen que los niños mienten y lo hacen con tanta
tranquilidad que a veces resulta imposible distinguir su comportamiento
verbal del de aquellos que dicen la verdad (EGM y CH, Universidad de
Salamanca, “El testimonio infantil”, en “Psicología jurídica”, EG, J M y CH,
PPH, Madrid, 2006).

En el campo nacional se concluye de manera similar, esto es, que algunas


investigaciones demuestran que los niños mienten, lo cual hace parte de su
proceso de desarrollo, en el entendido de que en su estructura sicológica la
fantasía y la realidad se entrecruzan, en lo cual influyen muchas
circunstancias, como que se les dificulta atender a varios estímulos a la vez y
ajustar toda la información en un relato que coincida con la realidad, o porque
confunden en un todo lo concreto y lo abstracto, o reciben influencia de
terceros, etc. (AEB, “Aportes de la psicología forense al abordaje de los delitos
sexuales”, Defensoría del Pueblo, USAID, serie “Curso de nivel de énfasis”,
tomo iv, Bogotá, 2012).

Si lo anterior puede suceder (no se postula una regla general) con niños de
edad temprana, la situación se muestra más viable cuando se trata de pre y
adolescentes, máxime si estos, como en el caso analizado, se muestran en
extremo precoces y han recibido una abundante influencia externa,
especialmente del internet, al cual tenían un acceso ilimitado, curiosamente
en casa de sus tíos, los acusados, resultando diestros en el manejo de los
computadores y en la “navegación por la red”, lo cual no es de extrañar en los
tiempos que corren.
Con el sentido natural de las palabras se tiene que la experiencia es la
enseñanza que se adquiere con el uso, la práctica o el vivir, y una máxima o
regla es un principio o proposición generalmente admitida. Así, una máxima
o regla de experiencia es la enseñanza adquirida por el uso, la práctica o el
diario vivir, admitida como tal por un conglomerado social que se desenvuelve
en similares circunstancias de tiempo, modo y lugar.

En esas condiciones, para quienes se desenvuelven en las circunstancias en


las cuales se pretende aplicar la máxima de la experiencia, esta deriva
admisible sin que se imponga la necesidad de acreditar hecho alguno del que
derive su aplicación. Si, por el contrario, la regla que se pretende sea admitida
como tal, se postula ante alguien ajeno, que no se desenvuelve en esas
específicas condiciones de tiempo, modo y lugar, quien alega tal cosa debe
aportar elementos de juicio que acrediten la situación de la que deriva la
máxima de la experiencia tratada.

La jurisprudencia de la Sala de Casación Penal ha trazado lineamientos sobre


lo que debe entenderse por reglas de la experiencia y cómo se construyen. Ha
enseñado que la experiencia es una forma de conocimiento que se origina por
la recepción inmediata de una impresión percibida por los sentidos, lo cual
supone que lo experimentado no sea un fenómeno transitorio, sino que amplía
y enriquece el pensamiento de manera estable, permitiendo elaborar
enunciados que impliquen generalizaciones para fijar ciertas reglas con
pretensión de universalidad, expresadas con la fórmula “siempre o casi
siempre que se da A, entonces sucede B” (21 de noviembre de 2002, radicado
16.472; 21 de julio de 2004, radicado 26.128; 10 de octubre de 2007, radicado
24.110; 4 de marzo de 2009, radicado 23.909; 15 de septiembre de 2010,
radicado 34.372; 6 de mayo de 2015, radicado SP5395, 43.880).

Ha agregado que esas generalizaciones se construyen a partir del


cumplimiento estable e histórico de ciertas conductas similares, las cuales
sirven como enlace lógico o parte del razonamiento que vincula esos datos
indicadores (conocidos) que conducen a hechos desconocidos (19 de
noviembre de 2003, radicado 18.787). Esas reglas se refieren a lo dado, a los
datos percibidos, pero ese dato inicial, esa base empírica puede y debe ser
sometido a contraste (esto es lo que le otorga universalidad), porque si no es
contrastable solo sugiere una situación incierta (6 de agosto de 2003,
radicado 18.626; 23 de enero de 2008, radicado 17.186; 15 de septiembre de
2010, radicado 34.372).
Ha reiterado que las reglas de la experiencia se construyen sobre hechos, cuya
cualidad es su repetición frente a los mismos fenómenos bajo determinadas
condiciones, para que así puedan ser tenidas como el resultado de prácticas
colectivas sociales que por lo consuetudinario se repiten dadas las mismas
causas y condiciones y producen con regularidad los mismos efectos y
resultados, al punto que comienzan a tener visos de validez para otros y a
partir de ellas se pueden explicar de una manera lógica y causal
acontecimientos o formas de actuar que en principio puedan tener apariencia
de extrañas o delictuosas (21 de julio de 2004, radicado 17.712; 28 de octubre
de 2009, radicado 31.263).

Los menores presuntamente abusados, que para la época de los hechos


contaban con 12 y 14 años de edad, no relataron los hechos, como suele
suceder normalmente, de manera espontánea, por la frustración misma, o el
dolor producto de la agresión sexual. No.

Los adolescentes fueron descubiertos y puestos en evidencia por su tío VLO,


cuando se sustrajeron de su residencia varias joyas y una máquina de coser,
elemento último que causó un daño significativo, en tanto con él los
procesados elaboraban prendas que vendían en la calle y con el producto
lograban su sustento y, paradójicamente, el de aquellos, puesto que
habitualmente su progenitora los dejaba en ese lugar y allí se les brindaba
alimentación.

Pero debe resaltarse que esa sustracción no se realizó de cualquier manera,


sino que, según admiten los propios ofendidos, a escondidas se hicieron a las
llaves de la casa y reprodujeron un duplicado para ingresar al inmueble en
horas no habitadas para perpetrar el hurto.

Esa forma de actuar, en sí misma, demuestra la precocidad de los menores y


pone evidencia en ellos una tendencia a la comisión de conductas indebidas,
de lo cual puede inferirse razonablemente que si el adolescente ha aprendido
a delinquir con especial preparación, bien puede acudir a mentir; como que,
frente a lo primero, lo último resulta más fácil.

Así, los menores fueron puestos en evidencia por la considerable sustracción


cometida con el significativo daño causado a sus tíos. Enterada su
progenitora, según esta misma relató a la justicia, cuestionó a sus hijos sobre
el delito cometido y estos se asustaron.
Resáltese, entonces, que, a tono con las palabras de su mamá, los
adolescentes se asustaron al percatarse de que esta se había enterado de su
conducta indebida y eso les causó miedo, susto. De tal manera que el ser
puestos en evidencia con su progenitora sobre su proceder ilícito sí los afectó.

Y sucede que solo después de la recriminación de su mamá y de asustarse,


fue que procedieron a dar cuenta de los supuestos abusos sexuales.

En ese contexto, la secuencia real de lo acaecido muestra como posible que el


relato de la agresión sexual hecho a su mamá sea mentiroso, en tanto los
cargos surgen luego de que hurtaran una llave, lograran un duplicado ilegal,
accedieran abusivamente a casa de su tío, lo despojaran de su herramienta
de trabajo, se les hiciera el reclamo y se los acusara con su progenitora, ante
quien se asustaron por lo que habían hecho.

Por manera que, en contra de lo concluido por la acusación y las instancias,


existen elementos de juicio para tener como posible que en el ánimo de los
adolescentes sí existía un motivo para falsear la verdad, en tanto esta los
beneficiaba, al punto de que en verdad lograron que el asunto del hurto se
desviara, casi que se olvidara, eludiendo su responsabilidad.

Lo propio, al parecer, sucedía con la progenitora, esto es, que en esta igual
podían existir motivos para denunciar hechos contrarios a la verdad con el
afán de desquitarse de la procesada, en tanto a esta le fue revelado un secreto
que precisamente tenía que ver con la paternidad de aquella, confidencia que,
parece, fue dada a conocer a terceros, afectando la intimidad de la quejosa.

[…]

Con independencia de que la quejosa hubiese referido la verdad en su relato,


lo cierto es que esa verdad no sería la suya sino la que le habría sido narrada
por sus hijos; lo propio sucede con RL y PR, quien declaró haber escuchado
lo que los adolescentes contaron y también se percató del momento en que V,
alterado, llegó a reclamar por el hurto de la máquina.

El acusado relató, sin que las pruebas de la Fiscalía lo desmintieran, antes,


por el contrario, las versiones de los afectados y su progenitora tienden a
ratificarlo al menos parcialmente, que los menores visitaban frecuentemente
su casa para recibir alimentación, utilizar su computador y acceder a
internet, habiéndose visto obligado a reprenderlos porque accedían a páginas
satánicas y pornográficas.

Igual dio cuenta, de nuevo sin ser desmentido, que en su presencia la madre
de los niños reprendió de manera violenta a JA, porque había dejado de
estudiar, se la pasaba en cafés internet y le había sustraído un dinero a su
padrastro. Lo último se muestra creíble, no solo porque no fue negado, sino
porque el propio antecedente de la denuncia muestra a los adolescentes como
propensos a cometer actos indebidos.

En ese contexto, el señalamiento de la agresión sexual no es brindado por


niños inocentes, ingenuos, sino por dos adolescentes avezados en cometer
actos contra la propiedad, expertos en navegar por internet, donde
consultaban pornografía».

DELITOS CONTRA LA LIBERTAD, INTEGRIDAD Y FORMACIÓN


SEXUALES - Por lo general se cometen en la clandestinidad

«La forma como las cosas suceden normalmente indica que la tendencia en
delitos sexuales, cuyas víctimas son menores de edad, es la de que el agresor
actúa en la clandestinidad, ejerce los actos de manera tal que nadie los
perciba; de ahí que ha dado en denominárselos como “delitos a puerta
cerrada”.

En contra de esa tendencia, los supuestos agredidos refieren que su tío, sin
más, de buenas a primeras, sin un proceso previo de seducción que parecería
obvio, procedió a sugerir a los niños (por separado, pero luego se enteraron
todos) que tuvieran relaciones sexuales con su propia esposa (la del acusado)
y que ésta, igual de buenas a primeras, procedió a desnudarse y a hacer lo
propio con los menores para acariciarlos y luego hacerse penetrar por ellos.

La descripción, por tanto, parecería mostrar un procedimiento inusual,


tratándose de la delincuencia que normalmente se ejecuta “a puerta cerrada”,
contexto dentro del cual una investigación diligente debió haber ahondado en
el estudio de esos aspectos y no se hizo.

En el contexto de lo analizado no pueden pasarse por alto las contradicciones


en los dichos de los ofendidos, lo cual demuestra, una vez más, su posible
tendencia a faltar a la verdad».
IN DUBIO PRO REO - Se debe aplicar si no hay certeza de la culpabilidad del
procesado

«Lo que arrojan las pruebas allegadas al juicio es un estado de total


incertidumbre, pues si bien no puede descartarse plenamente que los hechos
hubiesen podido suceder en la forma en que lo narraron los adolescentes,
tampoco puede hacerse ello con el relato de los acusados, porque el mismo
puede coincidir con la verdad, máxime cuando varias de sus explicaciones
fueron corroboradas, específicamente el hurto de sus bienes de subsistencia
previo a la obtención fraudulenta de un duplicado de las llaves, lo cual,
afirman, dio pie a falsas acusaciones para eludir ese delito, pero a su vez
puede surgir como posible que lo último lo hicieron los menores para “sacarse
la espinita” del abuso sexual.

Esa duda, agotado el juicio, se tornaba insalvable, imponiéndose el deber de


resolverla en favor del sujeto pasivo de la acción penal».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
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prioridad: cargos que pretendan la absolución prevalecen frente a la nulidad
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prioridad: cargos que pretendan la absolución prevalecen frente a la nulidad
Rad: 30948 | Fecha: 05/05/2010 | Tema: CASACIÓN - Principio de
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Rad: 34848 | Fecha: 31/08/2011 | Tema: CASACIÓN - Principio de
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Rad: 43880 | Fecha: 06/05/2015 | Tema: REGLAS DE LA EXPERIENCIA -
Noción

SALVAMENTO / ACLARACIÓN / ADICIÓN DE VOTO:


SALVAMENTO DE VOTO: EYDER PATIÑO CABRERA

TESTIMONIO - Del menor: apreciación probatoria

«A mi juicio, existe el conocimiento más allá de toda duda razonable para


atribuir a la procesada la responsabilidad penal en calidad de autora, de los
injustos que le fueran endilgados por la Fiscalía, tal como, de manera
acertada lo habían inferido las instancias.

En efecto, aunque como lo sostiene la Sala mayoritaria, algunas


investigaciones científicas afianzan la idea de que los menores de edad, en
ocasiones, mienten, pues ello hace parte de su proceso de desarrollo y “en su
estructura sicológica la fantasía y la realidad se entrecruzan” , no considero
que este sea el caso pues, al escuchar los testimonios de JAPL y NCPL,
rendidos en el juicio en cámara Gesell, con facilidad se advierte que sus
relatos son manifiestamente coherentes, equilibrados, ilustrativos y no
especulativos, en la medida que no se contradicen frente a las circunstancias
modales, temporales y de lugar de las conductas».

TESTIMONIO - Apreciación probatoria: la condición del testigo no implica su


falta de credibilidad

«La decisión mayoritaria se vale de una suerte de regla de la experiencia según


la cual es imposible creer en la versión de los menores de edad, en este caso,
de los agredidos, cuando quiera que su conducta social anterior, tratándose
de pre y adolescentes, se encuentre en entredicho, dada la comisión de hurtos
menores, lo que denotaría su precocidad y estar influenciados por el internet.
Tal máxima desconoce que, resulta contrario a las reglas de la sana crítica,
dar por sentado que quien ha incurrido en actos delictivos no está en
capacidad de concurrir a los estrados judiciales como testigo por cuanto su
versión, dada su condición moral, automáticamente, sería mentirosa, pues,
contrario a ello, la Corte se ha ocupado de reiterar, de manera pacífica que,
al juez le corresponde analizar la ausencia del interés en mentir del
declarante, sus condiciones subjetivas, la intención de comparecer o no al
proceso, la coherencia de su discurso y sobre todo la correspondencia con
datos objetivos comprobables, para lo cual se debe examinar la naturaleza del
objeto percibido, el estado de sanidad del sentido que intervino para la
apreciación, las circunstancias espaciales, modales y temporales en que se
observó, la personalidad del declarante, la forma de expresión y lenguaje
empleados en la narración y demás aspectos que permitan dar crédito a la
misma.

En el asunto examinado, el proveído del que discrepo no hizo ningún esfuerzo


por evaluar las singularidades mencionadas de cada uno de los testimonios,
bastándole señalar que no había cómo creerles a los menores porque los
hechos objeto de investigación y juzgamiento fueron revelados por los niños
al asustarse y verse descubiertos en el hurto de la máquina de coser y de
algunas joyas de los acusados, dejando de lado la inexcusable labor de
analizar la fuerza demostrativa y la concordancia esencial de las
aseveraciones de las víctimas directas de las infracciones penales y verificar
si tales asertos tenían asiento en el resto del material probatorio,
particularmente, en las declaraciones de la madre y familiares de los
pequeños.

Y es que, la justificación empleada en el fallo que no comparto, para catalogar


de mentirosa la incriminación que los menores hicieron respecto de su tío y
su señora, consistente en que aquella surgió como excusa para liberarse de
la reprensión por el apoderamiento de las cosas de la pareja procesada, no
parece ser un motivo suficientemente fuerte para inventar la existencia de
unos hechos tan deleznables, si no fuera porque verdaderamente ocurrieron
como ellos lo cuentan».

SENTENCIA - Omisión sustancial en la parte resolutiva

«La providencia enseña en su parte resolutiva una inconsistencia consistente


en absolver por el punible de actos sexuales con menor de catorce años, en
concurso homogéneo cuando la acusación no lo fue exclusivamente por esta
conducta sino también por la de acceso carnal con menor de catorce años,
igualmente en concurso homogéneo, comportamiento delictivo frente al cual,
entonces, en estricto sentido, se omitió la emisión de pronunciamiento de
fondo, pues si bien, de la decisión puede inferirse que la declaración de duda
opera frente a todos los punibles objeto de la acusación, no quedó así
consignado en el acápite resolutivo de la sentencia, del que se reputa, en tanto
vinculante, la certeza de la decisión».

ACLARACIÓN DE VOTO: PATRICIA SALAZAR CUELLAR

TESTIMONIO - Del menor: apreciación probatoria

«Con el respeto de siempre por la opinión mayoritaria de la Sala, y acorde con


las manifestaciones que expresé durante la discusión del proyecto, me
permito consignar los motivos por los que no comparto la decisión de casar la
sentencia de segundo grado, en relación con la procesada SPMR, emitida por
la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá el 3 de diciembre de 2014,
mediante la cual se confirmó el fallo condenatorio proferido por el Juzgado 49
Penal del Circuito de esta ciudad, declarándola penalmente responsable en
calidad de coautora del delito de Actos sexuales abusivos con menor de 14
años, en concurso de conductas punibles.

Las razones de mi disenso, son en esencia las siguientes:

Sabido es, como se reconoce en la decisión mayoritaria, que habiéndose


declarado ajustada la demanda conforme con los parámetros del artículo 184
de la Ley 906 de 2004, no obstante los ostensibles defectos que presenta, la
Corte se encuentra habilitada para analizar los problemas jurídicos de fondo,
de conformidad con las funciones del recurso de casación, especialmente
dirigidas a la búsqueda de la eficacia del derecho material, el respeto de las
garantías de quienes intervienen en la actuación, la reparación de los agravios
inferidos a las partes y la unificación de la jurisprudencia, según lo
establecido en el artículo 180 ibídem.

Sin embargo, no por ello puede perderse de vista que en todo caso la Corte se
encuentra en la obligación de encausar su decisión en relación con la
identificación de los errores, in iudicando o in procedendo, detectados en la
sentencia recurrida, de tal manera que solo a partir de su adecuada
configuración puede derruirse la decisión, prevalida, como bien se sabe, de
presunción de acierto y legalidad.
En el fallo acogido por la mayoría de la Sala, se advierte un completo desapego
por la presentación de los yerros que pudieron conducir a una equivocada
decisión del Ad quem, llevándose a cabo una genérica alusión a la crítica
probatoria, en especial a la incredulidad que generaron los testimonios de los
menores, lo que a juzgar por la manera como son analizados en el curso de la
decisión, pareciera que se conducen a la violación indirecta de la ley
sustancial consistente en errores de hecho por falso juicio de raciocinio,
materializados en que el fallador, al apreciar el conjunto probatorio,
desconoció principios básicos de la sana crítica, en concreto las reglas de la
experiencia.

De esta manera, la decisión que se adoptó por la mayoría tiene como


fundamento que en materia testimonial los relatos de los niños deben ser
valorados como los de cualquier otro testigo, esto es, sometidos a los criterios
de la sana crítica y apreciados de manera conjunta con la totalidad de los
elementos probatorios allegados.

En este sentido, se precisó que “los niños mienten y lo hacen con tanta
tranquilidad que a veces resulta imposible distinguir su comportamiento
verbal del de aquellos que dicen la verdad”, lo que hace parte de su proceso
de desarrollo, en tanto en su estructura psicológica se entrecruzan fantasía y
realidad, situación que se hace más viable tratándose de pre y adolescentes.

Ninguna objeción puede depararse de la idea inicial de que la prueba


testimonial de los menores debe someterse, de la misma manera que ocurre
con cualquier otro testimonio, a los principios valorativos informados por la
ley procesal, en los términos del artículo 404 de la Ley 906 de 2004.

Puestos en ese contexto, se acudió a una serie de máximas de la experiencia


para inferir la mendacidad en las afirmaciones de los menores. Sobre tales
argumentos surgen objeciones que evidencian cómo, en el asunto de la
especie, se termina en una simple discrepancia con la valoración probatoria
y conclusiones de los juzgadores dando validez a unas supuestas máximas de
la experiencia, que no lo son porque en realidad carecen de pretensiones de
generalidad o de alta probabilidad.

[…]
A efectos de restar credibilidad a las declaraciones de los niños, se enfatiza
en que los testimonios incriminatorios no son brindados por “niños inocentes,
ingenuos, sino por dos adolescentes avezados en cometer actos contra la
propiedad, expertos en navegar por internet, donde consultaban pornografía”.

[…]

Aparte de resultar impertinente proponer como frecuente o probable que


quien hurta, más fácil miente, en la base de dicha aserción se postula una
situación que riñe con la realidad fáctica, como que se asume que los
adolescentes declarantes son unos experimentados delincuentes que no
tendrían recato alguno en faltar a la verdad para presentar falsas
imputaciones con el propósito de ocultar sus delitos.

Por esa vía, se desconoce que la verdad no es patrimonio exclusivo de los seres
virtuosos, pues así como se miente por quien detenta una existencia
impoluta, igual se ofrece la verdad por quien conduce su vida de manera
reprochable frente a la ley. Como tiene dicho la Sala “la condición de
delincuente confeso del declarante no es por sí misma un factor que
necesariamente conduzca a negar su credibilidad; su narración, eso sí, deberá
ser apreciada con el rigor que se deriva de las condiciones de su autor, pero
nada impide concederle credibilidad si, una vez superado dicho ejercicio de
ponderación, la prueba se ofrece consistente”.

[…]

No está de más decir que la interrelación de niños y adolescentes con los


medios tecnológicos, es cuestión inherente a los tiempos modernos. Por lo que
esa afición de los dos testigos está lejos de ser excepcional, como tampoco lo
es que por esa vía tenían total acceso a toda suerte de información, entre ella
la que parece reprobar la Sala mayoritaria relativa a la pornografía. Ni lo uno
(su facilidad para comunicarse por internet) ni lo otro (su afición a la
pornografía) pueden tener la menor incidencia a la hora de valorar su
idoneidad moral frente a los hechos testificados en el juicio».
DELITOS CONTRA LA LIBERTAD, INTEGRIDAD Y FORMACIÓN
SEXUALES - Por lo general se cometen en la clandestinidad

«Es cierto que de manera recurrente la Sala ha expresado que los delitos
sexuales suelen ser perpetrados en la clandestinidad, como medida que
tiende a asegurar la impunidad de los infractores y, en ese sentido, se ha dado
en llamarlos “delitos a puerta cerrada”. Ello no se traduce en que pueda
asumirse como una tendencia, entendida esta en términos de máxima de la
experiencia, que impide la realización de cualquier clase de experiencia que
en esta materia se puedan ofrecer.

Sobre este tópico, por las particularidades que reviste la experiencia humana
en materia sexual, es imposible abarcar en un patrón de conducta las
distintas posibilidades a las que puede llegar una persona en el propósito de
su satisfacción personal. De manera que es un entendimiento inadecuado
asumir que el concepto de “delitos a puerta cerrada”, adoptado en principio
para referir la clandestinidad como base de su impunidad, sirva también para
hacer alusión a la poca probabilidad de realización de actuaciones inusuales
que no se encuentran dentro de ese patrón de comportamiento humano.

Valga decir, que ninguna regla de la experiencia puede avalar la idea de que
los abusos sexuales deben estar precedidos de un proceso de seducción.
Tampoco existe una máxima que pueda abarcar lo que los seres humanos
están dispuestos a hacer para satisfacción de su libido, pues el instinto de la
búsqueda de placer puede llegar a situaciones insospechadas, sin que este
evento en particular pueda ofrecer condiciones que puedan ser tenidas como
irrealizables».

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