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Opinión
UN POCO DE SAL
El gobierno neoliberal de Michel Temer en Brasil extinguió la Reserva Nacional del Cobre
y Asociados (RENCA), un área protegida de 47 mil km2 en la Amazonía, para dar acceso
libre a la explotación minera, decisión declarada ilegal por un juez, pocos días después.
Temer lanzó este decreto poco tiempo después de que, en la vecina Bolivia, el Gobierno
supuestamente indigenista de Evo Morales eliminó la intangibilidad del Tipnis para poder
construir una controvertida carretera. Ambas decisiones –la brasileña y la boliviana–
encontraron un eco en protestas de ambientalistas en todo el mundo.
Encontré una gran variedad de respuestas y opiniones, pero me sigo preguntando: pese a
que el Vicepresidente boliviano haya afirmado que la nueva ley del Tipnis no significará
carta blanca para la minería dentro del territorio indígena: ¿quién puede creer que una
carretera no atraerá la codicia minera, con todas las consecuencias ecológicas nefastas
Como estos textos se preparan con mucha anticipación, este llamado no es una
respuesta específica a los errores ecológicos y sociales de los gobiernos de Brasil y
Bolivia. Pero el Gobierno de Evo, que al parecer tiene mayor cercanía al Papa que toda la
Conferencia Episcopal Boliviana, debería quizás prestar más atención a esta seria
advertencia.
En su carta sobre el cuidado de la “Casa Común”, el Papa dice: los pueblos indígenas “no
son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales
interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus
espacios”. Es extraño que se necesite recurrir al Papa en Roma para recordarle al
Gobierno boliviano sus raíces indigenistas.
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