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Cartas, crÓnIcas y relaciones del descubrimiento

y la conquista
WALTER MIGNOW

INTROD UCCIÓN - No es esta, sin embargo, la dirección que


tomaremos aquí. Supondremos, no obstante,
La organización de la prosa narrativa del el conocimiento de alguna de estas periodi-
periodo colonial, en las letras hispanoameri- zaciones (ver Apéndice), ocup{r;ndonos de pre-
canas, presenta un problema tipológico que sentar la materia de este capít ulo y analizando,
puede dividirse en dos instancias : la una, que al mismo tiempo, tanto los aspectos que las
corresponde a lo que aq uí denominaremos categorizan como tipos discursivos (por ejem·
formación uxlual, pone de relieve lo tipoló- plo, cartas, crónicas y relaciones) como aque-
gico en el carácter (<literario» o «no literario» llos que inscriben los tipos en las formaciones
de los escritos sobre el descubrimiento y la textuales.
conquista; la otra, que corresponde a lo que Comenzaremos introduciendo la noción de
aquí llamaremos tipos discursivos presenta un tex/o l suponiendo, por un lado, que lo lite-
nivel clasificativo interno en el cual debe con- rario es una particularidad del texto y, por otro,
siderarse a qué tipo pertenecen los discursos que el/ex/o, por su definición misma, implica
actualmente -y en su generalidad- consi- una dimensión cultural. En este sentido la
derados como «crónicas»]. expresión texto es la expresión abreviada de
Entre estas dos alternativas hay tambien una texlO de cul/ura. ¿Qué es, pues, el texto? Lo
solución que han practicado la mayorla de los definiremos, brevemente y en función de nues-
historiadores de las letras hispanoamericanas, tros propósitos. como un acto verbal conser-
Esta es la de considerar tales escritos como vado en la memoria colectiva y de al/a signi-
«crónicas literarias» y organizarlas por perío- ficación en la organización de una cultura. De
dos. Lo que se pone en juego, en este caso, es esta definición podemos derivar dos corolarios
la adecuación de las diferentes periodizaciones de uso inmediato: el primei"o es que el texto,
propuestas 2, definido como acto verbal, es inseparable de la
lengua; el segundo, es que la expresión ((alta
significación en la organización de una cultura»
" Las not as. pie de piKin. contemplar'n sólo la fuente
directa de: la cita o la bibliograr.. secundaria directamente: nos permite distinguir, aunque de manera
relacionada COn 10 dicho en la exposición. No ~ darán, por intuitiva, el tex to del documento. Esta dis-
lo I.nlo, en _ notas, indicacionO$ de otra biblioy.r.. de: tinción. a su vez, no significa que el texto no
ulilidad para el lema o para el a utor. Ésla ~ra compilada pueda emplearse como documento. La defi·
en la Biblioy.fl, ~le<:ta. al final del ..tlculo .
Mi ayadecimiento • C. Goie, no sólo por lectur.. cri· nición de texto debe completarse aludiendo a
ti.:as del manuscrito sino tambitn por largas con~ersaciones la operación clasificatoria, puesto que una
mantenid.. durante: el proceso de ",dacción. cultura no sólo conserva los textos, sino que los
I Dos ejemplos ilu.nativos de O$los a.pectos .on 1...
siguientO$: a) para lo .. Iiterario~ de tales escritos: «Claro está conserva como textos de una cierta clase.
que, en los primeros capitulo., hem os tenido que admitir Ahora bien, los criterios de clasificación operan
• muchos hombres de acción o de pen.amiento que escri· en distintos niveles; dos de ellos nos son im-
bieron crónicas y tratados sin intencionO$ artísticas (sin prescindibles para la materia que tralamos:
embargo, a un en esot casos. la cuota literaria (7) de 'us es-
critos 0$10 que . pr«:i.mos~; b) para el g/:nero : ..... aparta ndo en primer lugar. los textos se clasifican por su
lo que ~ hizo en lengua indlgena yen latln ( ... ) dos ,éneros. pertenencia a la clase más inclusiva (literarios,
au nq ue de aparie ncia medieva~ 5011 los que, . 1 contacto
con la nueVII ",aJidad am.riQlna. adquieren fuerza c",ador.:
la crónica y el teatro ... Enrique Anderson Imbcrt, HislOl/iJ
• /iJ Uttr"l"'" HisfHI _ _,i~lIIUI, Mhico. F. C. E.. 6." ed., vol. 8, núm. 2·3, 1975, 269·2114. Pa ra la historiografiB, Be-
1967, 1. 1, poIp. 11 Y 19. nito Séncbez Alonso. Hisrorio.. ilI HUIOIIog,afia ~JPliilo/(J,
Z Pal"llla periodización .,Jiterariu, . demás de la propuesta Madrid. G",dos. 1964.
por el propio profesor And.non Imbcn (op. cir.); l. pro- J Para la noción de texto puede consultarse Soris
puesta posterior de José Juan Arrom, Esq~"", Gelle'"ci",,'" U. penski y ot ' o •. _Thcses ofllle ScmiOlic Sludy O(Cullurc»,
• 141 UIrAl H is"..,.otmUIrl=Nu, Bo¡oti; Caro y Cuervo, en SI""" ",Q Ii/ Te1<18 tutd ~m¡ollC4 of Ctd""e. J. van Der
2.' edición 1977, donde.., conliene un retumen critico de 1.. Engy M. G'1'gar(ed •. )( Mouton), 1973, pjBS. 1·21. Ta mbi~n.
divisiones generacionales u¡slenles, para la literatura hispa· W . MilJllo!o EJ~_III"" {lIP/II/I'" I~lIr/iJ .u/lUID lile,u/o,
no.mericana; tambitn, la mAs recienle - para la época Ban:elona, Crlt;cajGrijalbo, 1971, doade.., enco"tr.ria 1..
colonial- , de C. Goíe ..la pf;riodisalion d.1U I'hil loi", de bues de 1» c..ales este I . .bajo .., coOlidua como una n.
la lítlmt""' hiap&llO&máica.iDC", en t".., Llllbdlr~~, lemiÓ!! de cimOl proble ..... alU ttatadOl.
fi losóficos, religiosos, etc.). Denominaremos pucio y de Pedro Mártir de Anglería, Estos
esta clase, en su generalidad, fo rmacion te~­ textos forman parle de la cultura hIspana
lual 4 ; en segundo lugar, los textos se clasifican no por la lengua en la que están escritos sino
en el interior de una clase, Para el caso de la por referirse a un hecho crucial en la historia
literatura, contamos con la conocida clasi- de esa cultura (por ejemplo. el descu brimiento);
ficación en géneros y sus correspondientes y por estar los escritos relacionados, de algun
subdivisiones, Denominaremos a esta segunda modo, con la estructura de poder de esa cul-
operación clasificatoria tipos discursivos ha- tura en el momento de escribir.
ciendo al mismo tiempo la salvedad de que, por Hemos introducido en el párrafo anlerior
una parte, los tipos discursivos rescatan par- un principio que cum ple una función orga-
ticularidades de la forma de los textos y, por nizativa: los textos en consideración pertene-
otra. que podemos encontrar. en la historia cen a ciertos tipos y también, en ciertos casos,
de una cult ura, tipQS discursivos que no se rela- a di stintas.fQrmaciones tex tua/~s, Si n embargo,
cionan estrechamente con una fo rmacion tex- el criterio organizativo del material que consi-
lual (tal como lo veremos en el caso de las deramos en este capítulo no lo determinan ni
carlas y de las rtlaciQn~s). el /ipo ni la formació n (como q ueda claro en la .
Con estas defi niciones operativas en nuestras segu nda parte del titulo) sino el referente: el
manos, tratemos entonces de acercarnos a la descubrim iento y la conquista de Indias. De
materia empírica que nos corresponde. En esta manera necesitamos un segundo criterio
pri mer lugar el aspecto relacionado con la al que podemos llamar cronológico-ideológico.
lengua y el texto, Una cult ura puede considerar Si la agrupación de dos adjetjvos incongruentes
signifi cativos no sólo los textos escritos en la es sospechosa, la j ustificación de ella seria
lengua de la cultura, sino también aquellos que, por un lado, en el corpus textual cuyo
que. escritos en otra lengua significan, de una referente es el desc ubrimiento y la conquista,
manera o de otra (determinable en cada caso), el limite cronológico puede trazarse situando,
en la cultura en cuestión. Un caso q ue se nos en una punta del espectro, el Diario de nave-
aparece de inmediato son las cartas de A. Ves- gación de Cristóbal Colón y. en la Olra, la
His/Oria del Nuevo Mundo dc J. B, Muñoz
• Llogamos I q ul I la necuaria inoomodidad de la ter-
(1793), Esta cronologia (que coincide con la
minotogía. La «teoría» q ue .. haa: ncccur;" e., . imple- época ((colonial»), está marcada - a su vez-
mente." siguiente: al dt" la miJII\.I manera que. en la COmu- por una dimensión ideológica: lo que se de-
nicación oral, d hablanle dt" una IongWl. ¡¡ene una compe_ nomina general mente como «Indias» o «Nuevo
tenci, pragmilica q .... le permile. en ocu. ,enciu concretas.
elegir el '~R;JI'" adec uado pa ra I U acto de habllo (no nO!l Mu ndo)), en los escritos anteriores al final del
dirili mos 6e la mi..... manera a nuestro ami,o Int imo que siglo X VIll y que, con más asiduidad, comienza
a ",,"tm je:fc). lu formu _rilu licnen tambien Su «te- a denomi narse «America» en el siglo XIX,
,¡,,"'" al q .... denominamos «tipos dilCUrsivOJ. ; lo cual no sólo es - lo sabemos- un cambio de
siJl1ilia. q .... Iodo K\O escrilo dt" kngWl.je: K pliega a UII&
. forma»(tipo) prttttablccido en la lOdedad en la cual el acto nombre, sino una modificación conceptual
de lenguaje: liene lugar ; b) los tipos discur.ivos pueden _ relacionada con un cambio político-económico
tUl ualizad os y convertirse asl Cn lipos tulua les: la co rta, que trazamos, cronológicamente, con la in-
por qcm plo, " un lipo discu"';vo a menos que ~iertas ci r-
cunstancias cultural" otorg\ICII a cienas y determinadas dependencia.
canu un valor lu,./: r) por Olra pane. hay tambiftl tipoS Finalmenle, nos queda por agregar que el
diocllnivOJ q ue tienen SIl lu¡.l. alignado en unl K\¡vidad corpus textual en consideración constituye
instilucional de la cultura (p. ej, la no~da O el Iratado. en la
actividad li1eraria o 61osó6C1, por ejemplo). Ea a "le nivel
una ullidad en la med ida en que todos los
institucional de la actividad verbal escrita al que dcnomina· textos tienen en común tanto el referente como
mos¡......... riólo IUIUIJI. Ti,." y ¡ ......... d,;,. SOfI los elomcnlOS ciertas fronteras cro nológico-ideológicas. Pero,
"'sic:os o los componenl" bUieos del oonl"\(I discursivo por otro lado, por pertenecer a lipos y a for-
dt" .. I/:tividad escrila. Finalrncnle, 'i,.".f....mQ(/IJn y lomilw.
indican I,u II/«Iu distintOll 6e ct"ificacion. y C$lC es d maciones distintas, tal unidad puede mejor
funda menlo dt" .. necesidad lenninologÍCI. A,reluemo.quc designarse como una fa milia /ex/ ual en la que
el sentido q ue lo damos a la noción de lo,moc/6N IUlual encontraremos. como en toda familia, di-
liene Su oriBt'n en la nocio.. de .formaciones discurs¡ ... S>I versidad de fo rmas y de funciones. En general
prO puesUl por M. FOllCluh ...t P'OfHJI tk ca """dtts lo-
milla d' ~-ns. qw s'i"'lH»r1I' 11 _,~ /o6N1..dt -"--', se tratara de señalar las caracteristicas, estruc-
q"';" desi,_ t.,..,,,,,,
la mnkciM. "" l' «-w "" la
mlllrt- ~ m ' I/IIIs thma"Qj sur q1IOi tI/u """CII;r1Il l(JftJtr
,,"m- turales. disc ursivas y pragmáticas que tienen
estos escritos desde la perspectiva de su pro-
Itur un;lh (L 'Á'thtolo,~ du S",'oj" Paris: Oam mard.
1969. ¡)tI- S2). La formación d iscursiva O Icalual K oonsli-
ducción; características que permiten agru-
tuye oomo unidad medianle I0Il prco:;:eplOS q .... la de6nen parlos en /¡pos y en formacio nes. Ello implica
'*
oomo d isciplina : d~ dUcipliN ~Sl ... priJIci/W COtII'oIt.
liI ,"od..€//()It ... disto"" . EI~ Iul fi:tt dts limltu,. ~ in'
que lo que se dirá sobre cada autor considerado
d' ...... uxnl;11 ,wi IIIi1IMIIV ¡J' ... rlocllltÚualw.. /W"'UI1lnt1~
afectará sólo aquellas info rmaciones que nos
da ,ltlt sr> (M, FOUCIuh. L 'o,¡Ju ... dUco",,', Pans, Oa. permitan describir la actividad escritura!. Por
lIimard, 1971, pipo 37·38) tanto, se dejará de decir aquello que afecta

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las ideas o los valores personales de los autores el cual se consolidan la historia litera ria y la
considerados. Con ello no ncgamos la impor- historia de la historiografia y se recuperan, del
tancia de esos aspectos, si no que s610 inten· pasado, aquellos textos que «muest rann, desde
tamos precisar nuestros propósitos. Sobre la perspectiva de la recepción, ciertas propieda-
estas bases podemos ya especificar nuestro des o historiognificas o literarias, aunq ue estas
inlento. Primero anal izaremos las carlas re/a· propiedades no sea n ca racterísticas en la
torios. Por «cartas relatorias» entendemos, produccion de tales discursos. Fi nalmente,
como es obvio por el adjetivo, las cartas que aludiremos en forma breve a un grupo de
re/atan con cierto detalle un acontecimienlO: textos cuyo referente los adscribe a la familia
distinguiendo asi las cartas relatorias, cultu· textual en consideración pero que presentan
talmente marcadas (por ejemplo, Colón, Cor- -esta vez a la «historia de la hisloriogralia»-
tés). del gran cumulo de cartas que se inter- la dificultad de considerarlos (a pesar de sus
cambian entre los conquistadores y la Corona propiedades referenciales) como parte de la
o entre conquistadores y representa ntes de la historiogratia. En tanto que, para la «historia
Corona en Indias i . Estas cartas, que tienden de la literatura»), y a pesar de sus propiedades
más hacia lo documental que hacia lo textual, referenciales, muestran mayores cvidencias de
son portadoras de mensajes, pero estos meno su carácter «literario» (por ejemplo Lo Arauca-
sajes no son relatos de los desc ubrimientos o de na. El Camiverio Feliz, El Carnero, etc.).
las conquistas, escritos por los conquistadores
o navegantes o por alguien que no haya par-
ticipado en los hechos (por ejemplo, An- 1. CARTAS RELATQR t AS
gleria), sino ,<comu nicaciones)) (informes, so-
licitudes) que reemplazan la inevitable falta El hecho de que las cartas ocupen el primer
de copresencia entre el destinador y el destina- lugar en nuestra exposición no necesita preám-
tario. En segundo lugar nos ocuparemos de las bulos. Pero la simplicidad del hecho tiene,
relaciones marcando, en este caso, la distinción sin embargo, importantes consecuencias. Ca-
entre la relación como tipo discursivo y el cm· mencemos por lo más obvio : el objetivo prin-
pleo del vocablo «relaciónn en contextos en los cipal de hombres como Cristóbal Colón y
cuales significa, simplemente relato o informe. Hernán Cortés no es el de escribir, si no el de
En tercer término nos ocuparemos de la U(J/I;ra descubrir y el de conqllislar. Escribir es secun·
o:n rdación con la lIislor;a puesto que, como dario y, en cierto sentido, una obligación;
sugeriremos. los ((cronistas indianos») no escri- aunque ésta sea, en el caso de Cortés, aparente-
bieron en realidad ((crónicasn; y. en la mayoria mente, también un placer. Colón manifiesta
de los casos cn que el vocablo se em plea, lo esta obligación muy claramente en la carta del
hace como sinónimo de «historia)). Las (histo- tercer viaje donde, refiriéndose a los anteriores,
rias» del descubrimiento y de la conquista les recuerda a los reyes que «... no hobo grande
pCf"miten situar en sus respectivos niveles el ni pequeno que no quisiese dello cartan6.
lipo .y la formación textual. En tanto que Por su parte. la ca rta que los reyes le envían a
las carlas r"lalorias y las relaciones son, Colón dándole indicaciones para su cuarto
en el momento en que se escri ben, sólo lipo viaje, ordena: «, .. facc r memoria de todas
discursivo lextualizado que, con posteriori- las dichas islas, y de la gente que en elJas hay
dad. se incorpora a la formación textual y de la calidad q ue son, para que de todo nos
Ifleraria o his/()riográjica. Hablamos de «tipo traigas entera relaciÓm)7. Un ejemplo más
discursivo text ualizado») porq ue tanto las car- tardío lo ofrece Nicolás Federmán, hacia 1530,
Ias como las relaciones se escriben con la cuando dice : «Todo ... había sido anotado ante
obligadon de informar a la Corona y no con un escribano público, que también iba en este
la imención de pasar a la dimensión del libro ; la viaje y que anotaba lo que iba sucediendo ....
cult ura los convierte de discurso en texto, de· Pues en todas las tierras de las Indias sometidas
bido a la importancia del hecho cultural que a la Majestad Imperial lIay orde" y mandalo
relatan. Finalmente, si las cartas y las relaciones de hacer esto y de dar info rme fidedigno a la
forman parte de la «historia literaria» o dc la Majestad Imperial de lo que se lleva a cabo en
«historia de la historiografian, no la forman las Indias»8.
por la intención de ucrilura (j. 1'. ni Col6n ni
Co rt ~s se proponían «hacer literat ura o his-
torian), sino por un cambio epistemológ.ico en • M. Fero.indez de N.... rrete, CoIud6lt • los V¡qu
)' ~1n.MIm{t~rtJS,W ~im,,,,, por
M_I... E4p0Ñ>I~s( 1 82S).
tomo t. Bl>CnOll Ai,es., «l. Gua.ani• • 1945. I)6S. 370.
S C"rltu M Indjtu (publicadas por primera vez por d 1 Fe,n' nda <k N.v.rrct ~ " p. cil .. lOmo 1, pá&- ;¡(jI •
Mini. te,iode Fo mento), Madrid. tmp. de E. G. Hcm'ndez. • Cil.do por FrancilDO Etlcve Barb., Húr<Hw.,ajlo
Isn . Rep,oducidas en 8. A. E., vol . 264-265, 197• . India"", Mad.id, Grcdos...t %4. "". 322. Cuni .... . " e:p d.'.

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Pasapone expedido a Colon en 1492 por los Reyes C.atólicos

El «Diario de navegación», informe de Colón tienen tan to la carta como el ma pa. en la trans-
sobre su primer viaje 9, es el texto inagural de la formación de las nociones cosmogréficas.
fami lia. El sentido que tiene aquí la palabra Pero ¿cómo. se diré. si habl,amos de cartas
((inaugural» es do ble puesto que, por un lado, relatorias comenzamos con eluDiario de navo-
es el primero y, por otro, es el texto que ma rca gacióM? Pues. porq ue el «Diario de navega-
un lugar especial en el contexto ve rbo-con- ción» (o (( Libro de navegación») es ambas cosas .
ceptual por ser, precisamente. el escrito que a la vez, dado que su realización evidencia es-
habla de tie rras hasta ese momento, nunca Iructuras de los tipos discursi vos diarjo y
vistas: y por ello ignotas 10: lo que ofrece el ( ar/a I2. Distinciones que, para Colón, no
«diario» es la evidencia de una realidad y el tenían mayor importancia y es así que se
comienzo de una trayectoria en la que, poco refie re a su actividad con el ve rbo escribir: «... y
a poco, se va modificando el concepto de la para esto pensé de escribi r todo este viaje
eSlructura y la habita bilidad del orbe. Los muy puntualmente de dia en dia todo lo queyo
textos del descubrimiento se difere ncian, de hiciese y viese y pasase como adelante se
este modo, de los de la conquista no sólo por verá»l.I. Lo curioso de esta cita es que en ella
su tema, sino por la dimensión que tal tema se manifiestan los rasgos distintivos de la carta
adquiere: en el caso del descubrimiento la y del diario. Por una parte, la apelación directa
carla (información verbal en la que se des- a su destina tario identifica el «escrito» como
criM la posición de las nuevas tierras) es com- carta; por la otra, la expresión ((de día en dla»
plemento de fa carla (el mapa, información lo identifica como diario. Un análisis de tallado
gréfica donde se disena la posición de las nuevas de los enunciados colombinos. en sus infor-
tie rras) 11 : dos sistemas de signos que van arti- mes «de dia en dia», permitirla observar, con
culando una misma modificación conceptual. mayo res detalles, el ca rácter muc has veces
He ahí una de las dimensiones textuales que ambi[!.uo y muchas veces alternado. de la rela-
ción autor-destinatario. Agreguemos que, por
el mero azar de haberse perdido el original,
• Sabemos que el oripnal ... "" perdido y que nos quedl la COpia que nos queda, en la versión de Bar·
e! compendio- "lliudo, dios mb tude, PO' B¡.tolomé
C.f''''
de las Ca ...... Sanz lo hl edilado recientemlnte, junto
COn la ""rsi6n faoimilar.x las Casal; Cfr. DI/I'/o rIr CoI6".
Mad.id. lIibliothecl Ame.ieana Vetlllfl,ima . 1962. Ll Formalmente podemos di,tingu;r ntos dos tipos por,
10 $obK e! senl ;do de J.o. pallbras «deKUbnmiento_ e a! menos. una de sUS al r""tu ...., la tarta t~ne dos pn _
_¡,notas_. como dncripd6n .x l. em p.esa colombina. distintas en función de destinadar y datina ..';o: CfI tanto
ve. el ;nte.eunte lY ya ,Imco) I n";sis de E. O' Gorm'n que pa'" el di.rio, la persona del destin ador es la millna que
U. frko., tklnJ>,I"'~"IO di AMirIN, Mhico. Centro de Es- la del datinala,;o. Pa", ata amplifkacilln del _modelo ca-
tudi", Fitotó,icos, 19' 1. e,pc:ciatmente. ptp. 9-"11. mun;cat;vo- \IQ.se J. Lotman •• 0.:.. modelos de rom unQ-
11 Una buena parle de esle material puede eonsullu5e ciOO en el sisLcma de ta cultura». Tlnu: TrwJy. 1971,
en las ediciona de Ca.1os Sanz: U. G~,iJpIoia M PloIlJmf'o. plp. 227_243.
Amp/ü..Ja .."" 1M P';IfU,QI flliJpM Imp,nO/S rIr Aml,fr... Il Di",., • Co/óIo. edición d. Carlos SaIU.. 0fI. ell_
,"J. /J07. Madrid. 19'9. folio 1.

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tolo mé de las Casas, tiene la notable forma de Los elementos del paisaje, sostiene el mismo
un diario en tercera persona: mientras que, aUlo r, son los cuatro o ci nco invariables :
por una lado, las Casas conserva las fechas: árbol, agua, brisa y canto de pájaros 18. Este
por otro, reduce los enunciados en primera hecho, indudablemente cierto, no garantiza
persona a enunciados informativos de la ac- de ninguna manera la lilerariedad de las cartas
tividad de la tercera persona. Algunos daros de Colón ; aunque más no fuera en el particular
ejemplos se encuentran en la tra nscri pción aspecto de la descripción del paisaje. Es
correspondiente al viernes 21 de diciembre. quizás mas adecuado ve r en este hecho no una
En esta oportu nidad Las Casas alterna las dimensión literaria, si no una dimensión cogni-
palabras de Colón con las suyas propias, hasta tivo-expresiva : la cognición de un objeto o
que, en un momen to, las palabras de Colón acontecimiento, tal como se ma nifiesta en el
se continúan en las suyas: (( y hay muy lindos discurso, que expresa tal ac to cogniti vo. Sa-
cuerpos de mujeres, y ellas las primeras que bemos al respecto, que la cognición de un
ve nían a dar gracias al cielo y traer cuanto o bjeto o de un acontecimiento. no resul ta
tenian , en especial cosas de comer, pan de únicamente de las informaciones que se «ex-
ajes y gonza avellanada y de cinco o seis traen» de tal objeto sino también (y quizás
maneras frutas, de las cuales mandó curar el fu ndamenta[mente), resultan de lo quc sa-
Almirante para /faer a los Re),ePlI'. Obvia- bemos an/es de enfrentamos con el objeto. Los
mente, ni Colón en su organización del in- filósofos de la historiografía han puesto de
fo rme sobre la base de dos tipos discursivos, relieve este hecho hablando, para la cognición
ni las Casas pasando, en una misma frase, de historiográfica, del ((eonocimiento buado en
la primera a la tercera persona, intentaban las fuentes» y del ((conocimiento no basado
alterar los géneros literarios: el primero se en las fuenles» 19. Se ha repetido muchas veces
proponía sim plemente infor mar echando mano que una de las particularidades de los escritores
de los recursos más inmediatos para hacerlo: del descubrimiento y de la conquista, al menos
. el segundo, como lo ve remos, explícita mente los de la primera hora, es que no disponian de
se proponía escribir ((historian. modelos para escribir sobre las Indias 20 . Esta
Hay todavía otros aspectos de las canas observación, sin duda cierta, implica que el
colombinas, mu y destacados ya por la cri- objeto (por ejemplo, Indias) no tiene un len-
tica, a los que nos interesa referirnos. Anderson guaje que lo exprese ; es, hasta el .momento del
Imber! los resume de esta manera : K. en el desc ubrimiento, un objeto «silencioso» y es,
fondo de los pasajes más vividos de Colón no precisamente en este sentido, ignoto. Nada
había una visión directa de América, sino el más natural, en casos semejantes, que ver
re Rejo, como de nubes en un lago quieto, de el nuevo objeto con los ojos conformados al
fi guras literarias tradicio nales» I ~. OITOS es- entorno que conocemos. Lo cual quiere decir,
tudiosos 16, analizaron más en detalle este expresarlo mediante el lenguaje con el que ex-
aspecto acentua ndo la polémica que, por un presamos y nos referimos a los objetos cono-
lado, atribuye a Colón un gran don de obser- cidos. Inventar un Itnuevo lenguaje» (cual-
vación y. por otro. le reprocha mo notonía en la quiera que sea este), siendo que el destina tario
expresión. Se subraya que : del mensaje no ha /Juto el objeto es, simple-
mente. producir un discurso ininteligible_ Si
La polémica, de cierto modo. 110 da en el ace ptamos estas premisas. la descripción del
blanco, puesto que la óptica del almirante paisaje en las cartas de Colón. de ninguna ma-
es predeterminada por una tradición, que nera evidencia un aspecto «literario». sino
$elecciona la realidad a describir y que le más bien cogniti vo: isla tras isla, la deseri!>,
hace reducirla a los cuatro elementos del ción se resuelve en pocos renglones (que in·
paisaje culto de los trovadores y de la llrica
y novela italianas, es decir. del paisaje que terfieren, la mayoría de las veces, con las ex-
aun sigue siendo el paisaje ideal de aquella pectativas de encontrar oro en la ribe ra de un
epoca. probablemente no sin sugerir eons-
ciente o ineonscientemente un color para- " E. Palm, op. cil. Sabo:moo IImbim la tópica que se
disillCO ll. consl ilu~ so~ el ~saje ideal en la litenlun rMdicval pof
el estudio de E. R. Cllniul, LilnOllViJ t:"'O/IH Y t:di>d M t diiJ
L4t¡"o. México, f . _ . E., traducción de Mlrsil frenk y
,. DiD,1o dt Ct>lÓll, op. ~il .• rolio ,2. Antonio "'''torre. 1955. peIIp. 263.289.
IS Enriq"", Andcswn Imbcn. "p. cil .• pi&. 21 . It Los CODttptos provienen de J ttz)' Topolski, MtflroJo.
l. Leonlrdo Olscllk, . .. Wbal ColumbUl 11&.. on landinl Mtyof HUll>ry flndllC'ido del polaoo pof O. Wojtasiewia:)
in lhe West Indies?" P'Ol'«dill" of t~ A",tdcIJIr PhI/u- (Holland. D. Rcidcl Publís.. ill! Co mpally). 1976. "'si-
JDplrkal SlXiuy. 84. 1941. pellas. 639-649. nas 418-30. &l. esp .. M.dri d. C'tedrl. 1~82 .
11 E. B. Palm. _Espa"- anlt la rtalidad ... merialn.... 10 Jos( Anto nio M.fuaU. Lm jac'IN"" /el ¡<IN .. p'o-
C.-kr1lOl Amt , ict'fI(II. YOI. XXXV III , numo 2. 19-4.8. ~¡i­ 6 ' UII .... n 'tnQ(1m~IIIQ t:.spdDI, Madrid. Real A<1Idemia
nll$ 13601 . de la Hi.toria. I'I63. pi.p. ID- II'.

61
río o especias en las hojas de árboles descono- co n respecto al primer p unto, observacio nes
cidos) 2l : sie ndo, además y la mayoria de las como la siguienle :
veces. repetición de las descripciones anle-
ri o res l l. Cotón de ninguna man era marca (j. e .. Yo siempre lel que el mundo. tierra ~
da instrucciones a su destinat ario) una inten- agua era esferiro t las autoridades y espe-
ción esc ritu ral que conecte su acto de len- riencias que Tolomeo y lodos los otros es·
guaJe con la tradició n poé tica d e la cual, pre- cribieron de este sitio, daban e amostraban
sumiblemente, extrae sus modelos. Caso muy para dio asi por a:lipscs de luna y otras de·
mostraciones que hacen de Oriente hasta
d isti nt o al de Ercilla quien, desde los primeros Occidente, como de la elevación dcl polo
versos de Lo Araucana, nos indica el legado de Scplenlri6n en AUSlro. Agora vi lanta di , -
una t radición . Colón. por el cont rario, si usa conrorm idad. como ya dije. y por esto me
modelos ((litera rios» los usa como la mancra puse' tener esto del mundo. y fallt que no
mas exped itiva de informar y se ñalar el asom- era redondo en In forma que escriben : salvo
bro q ue le prod uce lo que ve. que es de la rorma de un a pel1l que sea tooa
De los viajes s ubsigu ie ntes de Coló n. que mu y redonda, salvo alli donde liene el pezón
que alJi tiene més alto, 6 como quien tiene
fueron acom pañado s por respeclivos ((diarios»,
una pelota muy redonda. y en lugar della
nos qu eda sólo el tes timonio de que ellos ha n ruese como una leta de mllger alli puesta. y
exist ido . Nos qued a n, sin e mbarg o, o tro s de que eSla pane desle peZón sea la mis alta
sus escritos. En especial las ca rt as de su ter- e mas propinca al cielo, y sea debajo la linea
cer y cua rt o viaje2.1. En la trayectoria que equi noccial, y en esta mar Octana en fin
podemos trazar desde el (( D iario de na vega- del Oriente: llamo yo fin de Oriente. adonde
ció n» y la primera ca rta 24 a las del terccr y acaba tooa la tierra e istas. t para esto allego
cua rto viaje, ve mos que las descripciones del toda s las ra7.on es sobrcesc riptaS... >ll5.
paisaje y de la gente, se alternan con otras preo-
cupaci ones: la cosmografia y las obsesiones Trozo en e l c ual la dudosa sintaxis no oculta
perso nales. En la terce ra carta encon tram os. la linea arg umentativa en la c ual la expe rien-
cia (co noci mi ent o basado en las fuent es) co-
rrige los conce plOs «leidos» (co nocimiento no
I I Ramiln I¡k$i... "" observldo. no sin derlo dCfdén.
basado en las fu entes). Este párraro, j unto con
que ..... meste primer vilj( es d rolMrdln~e quien domina. la argumentación que le sigue, ejem plifican
Trata de no espantar a los indiOll. de infundirla con6anu. uno de los a spec tos mfJrcfJ(/(Js en las cartas
de cnPlu""rlos (... ) ptl.joso e in!-Ítlenle romo viajC'nlC colombinas : la intencional inscripción de sus
de cOlMmo_. El ~"",bn Colóft, otros rlUilyoJ. M';~Ko . El
Colelio de Mhico. 1944, pál. JI. cartas (a l me nos en uno d e sus as pectos) en
11 Snilli di C,/lIO! _ Colcmbo, publicaui cd illuilralÍ la tradición del discurso cos mográfico y no
da CCIoa~ de Loll il. lUumlziollC al documento l. Raceolta del poetico.
Colombiana. parle L. vol. l. pál'. 5 Y N . Po r su parte, las o bsesiones pe rsonales --que
1) Del KBundo ~ iajC' nos ql>cda d informe _que un Dr.
Ch.na. llamado. natural de Sevi lll . fue en esle viiI!(' y Ir· nada tienen de litera rio en un mome nt o en que
mldi por mandil O de los Calólicos Reyes. y dende alli lo poetico se determina por s us grados de ve ro-
escribió . 101 Se60res del Cl bildo de Se .. illalo que les aeaeci6 simi li tud y no de expresión (e n el sentido ro-
y lo que .. iOJo (Fcrn'ndtt de N. ... rrcle. op. rir.. lOmo 1,
"'1. 311). Del Icreer viaje, .. La hitlOria del via," que! Al· manlico) - se manifiestan en d os direccio nes:
mirlnte D. CriSlObal Colón hi., l• •e , "", ~~ qut vino .i por un lado en la imaginería, pa ralela a la com-
las Indias cuando dcsI:ubrio la ticr ... firlM. como lo cn..;o probación empirica. que le lle va a pensar en
' los Reyes deide la Isla Espafiolu (Fern'ndezde Navarrclc.
op. cil.."'1- 361) ; Y lambién ..cana del Almiran.e ll ama
(que habia tido) det Prilld¡l<' D. Juan. HC:rita hlcÍI /intS del
las puertas d el paraíso; por otro, en la mani-
restación de la q uiebra del sujeto, notable en su
.00 1500» (Nav.mle. op. rll., pi • . 387). Del CUIIIO vi.je. cua rta carta:!'6. La fuerte con vicción de estar
ademis de 11 can.. de Jamaica, CfCriu por rl propio Colon. ante las puertas del paraíso, está ligada a sus
quNi la relación dcl occscritNono ofici.l _qIM: los Rcycsen~ ; an
cOn ~ I : " H.lltis de Ver (le ordenan los reyes .nles dd ~U lrtO especulaciones cosmográfic3s. En primer lugar.
~i l.ic) en es .... islas y ticr... /innc que dncubrie.edcs. qué Colón co mien za por repeti r la posición del
oro é pll ll é ¡l<'rlas t pied ras t a pcdrQ t otras total ho- paraiso terre nal en la versión de la «Sacra
bie~ (... ) t flcer de lodo ello rellc;ón por anle nueslro es-
Esc ril ura »: en seg und o lugar, y al igua l q ue en
cribano ~ oficial que Nos mand. mos " con vos pa ... dlo..._
(N.varrele. "P. cil .• pál. 401). su a rg umentación sobre la forma de la tierra,
:loO Elta una. conlenida I~mb,én en ¡'ern~ndcz de NHa- continua co n la revi sión de las autoridades
rrete. ba $ido ...., rccicnlemcnle edilada, reproduciendo la
primera impresión de 1493. por Ci rIos Sanz : ÚI Nm<l dt-
C<l16tl ""~1ICi<lndo ti du(ubrl,.,it n/<l rkl N~","(J Mwndo Z! Ferdnd« de Nnarrele. op. ril .. pál. 179.
(Madrid : InslilulO de Cuhunl Hi1 pánica), 1956. Un estudio :'1 Quiebra dd sujeto relac:ionadl. olwiamente. con el
dculJado de los avatares de esta canl . su fecha. su impresi6n dcsplla miento que Colón VI sufriendo en el desa rrollo de
y diSlribuci6n. cOn numerosos doo;umenlOS. es el det mismo la empreloa o:¡ue él mismo comenz6. Para un resumen histó-
Carlos Sanz. El 8./IIf M Url" dt- /¡¡ Nm<l dt- C<ll'¡" (altica rico véase J. V,"ns Vives. editor. HIS/()I"iIls«iIl[~rr<l"';mirtl
hiStórica)y o /,tu tJJid <lMS " /" Bibli<>IIIrf<l Amnk _ Vrl~$. /Ir Espaíla Y Amh/cQ. 80.1"«10111, Editorial " ,"ns Vives.
, /llm<!. Madrid. lib,eria Victoria no Su.1o,,,,. 1959. l. 11 . pAp. 413_ti5.

62
clásicas: ((Yo no hallo ni jamás he hallado es- discursiva en su posición geográfi ca; además,
crip! ura de latinos ni de griegos que cer!i· inician el discurso sobre lo «nat ural» y lo
ticadamente diga el sit io en este mu ndo dcl «moraln que se contin uara en la s historias pos-
Paraiso terrenal. ni visto en ningún mapa· teriores: Por otra parte, sus ca nas y dia rios
mundo, salvo, si tuado con autoridad de aro son los informes de una empresa política y
gumento»21; en tercer lugar, sit úa el Paraíso comercial y el testimonio de la imaginería y
según sus concl usiones cosmográficas sobre la las obsesiones del sujeto a cargo de tal empresa.
fo rma de la tierra : uYo no tomo quel paraíso He ahí una red tópica q ue otorga su lugar
terrenal sea en forma de montaña áspera como textual a estos escritos que. como tales, son el
el escre bir dello nos amuestra, salvo quel sea resultado de un acto sec undario, siendo el
en el colmo allí donde dije la fi gura del pez6n principal el de descubrir. Estos escritos, que
de la pera, y que poco á poco andando hacia se enderezan hacia la verdad y no hacia la vero·
allí desde muy lejoS' se va subie ndo a eL .. »28. simi litud, .que son pragmáticamente (defi-
La quiebra del sujeto. por su parte, que toma nidos por la ;ntenc;onalidad del s ujeto) ver-
el luga r que debía ocupar el informe, se anu ncia daderos, y semá nt icamente ¡¡erróneos)) o «ima-
ya en la int roducción de la te rcera carta y gina rios)); son, por todos estos aspectos, partes
llega a su expresi6n más patética en la carta de las (cletrasn31 de una cult ura.
de Jamaica, cuando una ((VOZ piadosa n --oída
en circunstancias muy especiales (<t. .. yo muy
solo de fuera en tan bra va costa, con fuerte Nos referimos ya al hecho de que la ex·
fie bre, en tan ta fa tlga ... »29)- lo enfrenta al presión IIColón descubrió A merica~ es por
dile ma entre la fa ma terrena y la salvación un lado obvia y por otro incorrecta. Es obvia
divina. l a «oraci6m¡lO que Colón «trans· porque al mencionar tal hecho establecemos
cribe» muestra, por un lado, cierta conciencia un lugar común de comprensión y de comu·
del ((estilo»31 y, por otro lado, deja testimonio nicación ; es incorrecta porque. sa bemos, para
del s ujeto demolido por la empresa societaria Colón las tierras descubiertas no son ni Ame·
de la cual las cartas eran el informe de activi- rica ni un Nuevo Mundo, sino parte de Asia.
dades. La quiebra del sujeto no puede sino El desc ubri mien to es, para Colón, descubri·
manifestarse en los termi nos que su cultura miento de lo no ¡;iSIO pe, o sabido y de ninguna
le ofrece : la salvaci6n divina como alterna tiva ma nera desc ubrimiento de lo fIO conocido,
del fracaso humano «(IYO asi a mortecido oí puesto que se sabia de antemano lo q ue eran :
todo ; más no tu ve yo respuesta a pala bras «el fi n del O rienten H . Este es el momento de
tan ciertas, salvo llorar por mis yerros. Acabó la historia cultural en que la nominalización
de fablar, quien quiera que fuese, diciendo: del refercnte «((Indias)); «American) entra en
No temas, conlia: todas estas tri bulaciones litigio y c uando las cartas de A. Vespucio
están escri tas en piedra de mármol. y no sin (a unque escritas en lengua italiana y, la de
causa))). mayor relieve «Mundus Novus)), traducida y
Las cartas y los diarios colombinos, re- publicada en latí n).IS adq uieren su lugar y
sultados de un deber y de una obsesi6n, son
los tex tos originales que defi nen, aunq ue equi- J J La noción de ItIC"'. en el ocnlido definido y en el ma",o
vocamente 32, el referente (Indias) de la familia de \a S(m;~ica. pod rl l. como concc pto a bslracto. relacio-
narse mu y de cerca COn unO de los S("l idos emplrkvo: q ue la
fa milia del voca blo ',,,11/ (~Sc tOma muchu veces por las
17 Nava " ele, op. cl/, pillo 382. ciencias. ann y (fudició"_. DiceiOllOri" de AWloddtldtl)
:ti Navarretc. op. ci/ .• pilp. 382·). liene en el sielo XVI . Por eiemplo, en Fcrnindez de Oviedo:
19 Navarrele. op. di .. pi,. 42J. .. .. El Ponlano C1l N'llOles t •. .) el q ual en aqlltlla SIIo;on era
JO El fjcmplo conocido. m l. historiocrar.. das;"a, es la Ic"ido por lino de los !ttenlUnimos y OOClOl hombros de
conmovcdOl'l oración fUnebrco donde Tucididcs (~ Ilali ... (lfulINiD a,ov,1II y Na/tI'1I1 ,¡, úu I lIdiDs, lOmo 1,
..00 a. de C.) le "<>l or,'_ la ~Iabnl' Pffi<:1es (La , ..... ,., dtl Mad rid. 18SI. pila. 40). las lelras y sus praclica nte (los
I'fOI"JIOMJo). Corrclponde tambi~n. al la relórica I" ina lilcralos y los 1;lerali.simos), <ll:fincn el 'mbilO <11:1 tU'/);
d ' sica. a lo que C1l Ad If~r~""i,.", oc d"'!ka como CO#If_ mKnlras que la Ira m'l ica se ocupa del hablar correcto. ptro
",alÍ6 (prosopoptya). y de la cual S( obsl:rva qU(, como !j. rundamenl al~nle del no·tUlO. Parata " oción dc no-Iuto.
lura uni da a la a mpl ificación. se la em plea en cieru" elSOII ver B. U.ptnski y otroS, op. ell .. nOla 3.
pira dnptnar piedad (.. Hatc corifo,malio. Ii(tl ÚI plwrn l' F. de Navurelc. l. 1.. op. eil .. pila. 493 .
'ti "'WII1/ olqw ;'10111"'11/ tratUj"o/w,. p,ofid/ la",,,, pi", n La carla que conocemos hoy co mo .. Mund u. N ovu. ~.
,i,.", ¡" a",plifieo,iOllÍl po" lbws ti co m", il~'al i~, Ad lit- publicada en la lln en 1SOS por Mallu Hulpf"tr cn EstrIS'
ttlllliWII. L IV. ca p. Lii,). No ¡n.inUo que Colón fuera COn ... bll'IO, eslá fechada. e" . u orilinal i..liano. en ISOl . Esta
mor conKKnle de «11$ Tuentes, Jino -lo que 0:1 _ilo- es, al ~rcccr, la 6.· edición ; ta primera, en 'laHano. h.brl.
de la oruión , "p,rc- '1"" \o f""nI de la lrasmisión co!«- sido publicado f" ISO<! . De lodas manenlJ. esla es la primera
liva y c llhllnll de a;¡ uadiciOn, a ta cual aptla Colón cuando ('<Irlll. sobre el danlbrimicnlo. que ha ";do pwbfkada.
.icnle la <lCIOt'!id.d de dcsptnar e"",,,,utroli,,. Pa .. una descripción m's detallada del conlfnido. lu fechas
)1 Me reficro a la defi nició" y duificación relórica de los '1 los deslinala.ios del epislol.rio vcsp1lci.no (i..cluldaJ
trn CSlilos (Ad Htw,"iwm, L. IV.. cap. VIII . XII ). I quellas "an.. que te encontraron en el sillo XYlII ), se con·
!1 E. O·Gorma n. op. ril. Jullar' COn mucho pro\l« ho los bien docllmentados. au nque

63
mencionaremos con el nombre abreviado de
(,Len era». De este modo. la relaci6n entre
viajes y cartas seria la siguiente 31 :
1) Primer viaje, 1497: La única referencia
a este viaje se encuentra en la «Lettera».
Los defenso res sostienen que, en este viaje,
Vespucio llega, antes que Colón. a tierra fi rme;
2) Segundo viaje , / 499: Las referencias a este
viaje se encuentran en la " Lettera» y en una
epístola, dirigida a Lorenzo Pier Francisco
de Medicis y ft(: hada en Lisboa el 18 de julio
de 1500. Ángelo Maria Bandini encontr6 esta
epístola en el siglo XVllll8.
3) Tercer I·iaje. 1501 .' Descrito en la «Let-
tera)) y además en la famosa carta «Mu ndus
Nov us)). Es esta últ ima la que adq uiere mayor
difusi6n y la que produce la polémica por
remi tir a las nuevas tierras descubiertas como
Americo Vespucio ((nuovo mondo» y no como parte de Asia l9 •
4) Cuarto viaje. /503: Como en el caso del
primero sólo se hacen refe rencias a él en la
cumplen su fu nci6n textual en los escritos del «Lellera)).
descu bri miento. Son estas cartas las que co- Finalmente. habría que agrega r que los
mienza n a alterar el concepto (y no s610 el dos primeros viajes se realizaron bajo ban-
nom bre) del orbe a part ir de los viajes descu- dera españolll, en tanto q ue los dos últimos
bridores. En ume remos, en primer lugar, el bajo bandera port uguesa.
material del epistolario y de los viajes de Ves-
pucio. Se suponen, por una par te, cuatro via- Dos aspectos nos inte resa retener del epis-
jes y, por la otra, un controvertido epistolario tolario vespuciano en relaci6n al te ma de las
que relataria cada uno de estos viajes en dis- cartas del descubrimiento :
tintas cartas. Ent re este epistolario merece a) El lugar que Vespucio ocupa en la em-
mencionarse. en primer lugar. la carta im- presa del desc ubri miento es secundario com-
presa en 1506 (quizás una de las piezas más parado con el de Colón, o aun con el de Cortés
debatidas del episto lario) bajo el nomb re de en la empresa de la conquista. Sus cartas no
UlIero. di AmerigQ Yespucci delle isole nuo- son informes obligatorios y están dirigidas no
vomenle Irovale in ClJalro suoi viaggi 16 , que a los reyes de España o de Port ugal, sino a
amigos italianos que son. en su mayoría.
ahamente prcjlliciosos, libros Ik R. LcviUicr: Amhi... la «hombres doctos» y no hombres de empresa.
bWlllloflllJdll. (Bucnos .... ires. KraO). 1948.1. U. pjJl. 27}' Este hecho pone de relieve el aspecto prag-
t966."'p.
34 S: y A.M.i(:o VtlpuÓO. r.bd.id. euhura Hispjnica.
9 t- t67. La mejor edicion del espistol.rio ~e5pu'
cílno pertenece también a R. u:villicr: El " ...."0 mJUttlo.
matico de la producción epistolar y destaca
el rol social de quien escri be y, de ma nera
C"rlfU ftWII".., o SIL< dofrs J' ducllbdmicnlos (BuenOl Ai.es. correlativa, el rol text ual en el que se figu ra
Nova). 19S I. En e5101 Irabajo. el lector puede enconlrar el destinador. Si, a partir de esta nueva dis-
esquemlliu.das las poltmicu sobre la . utenticidad de la
d .dl.ra ... ~ta. pllblicada por F•• ni ndez d. Navlfrete ti nci6n, pensamos en el sujeto textual· o de las
en el . iaJo XIX. habia ya despertado las sospechas de", editOf :
v>tndose ble fonado a sdl. lar . u desconlianu. _d i, nte
nOlas. Vtlse FUII'odcz Ik NIVIlrctlt, op. cil .. 1. 111. "'- n SilO el re5utn(n Ik Vittnle D. Sierra. Am~ ./(o V,I_
sina 1%-289. Navarrcte trl~be la IradUQ;ión lui ... de la pwr i. El ÚliI_ dt la }lis/or;" dt A",¡,uII. Madrid. Edilora
edlC1Ón "lliana de 1504. publicada en 1, COSm<1l'aphw Nlcíonal. [969. ¡MoJI. 22_23. La p<>sicio.. de Sicrra es ""nli-
1"I.O<Iwc,lo (~cr nota siluicnte). vesput'-na,. y opuesta a l. de lc\'Íllicr.
)6 Fech. da en Lisboa en IS04 y diri¡jda a Pi.ro SOOerin l. )1 A. B. Bandini. Villt e Illltf ' di Amt, I,,, Vtlpwr ri.
se imprime en Florenci. I principios de 15O!i. PO' el edito. Florenda 1745.
Picuo Paceini. Siendo la mil debatida en cuanto a lu luten- 19 Cfr. la transcripclo.. Ik ulII COpil mlnllscri tl . en
ticidad. su función cultural no es por ello ItICn os ¡i",ili_ R. lcvillicr. op. dI .• 1948. tomo 11. pjp. 355 Y n .
cativ •• aunque coincidimos con lcvillier. (op. €il. 1966. .. De nllC~O nOS encontramos COn la incómoda necesidad
¡Moa. 12 1)culndosc6ala que la importancia de ésta es menor. de la lermillolo¡la. L.II distincio.. cntre ca Ulon y _narrado",
tn cuenlo a . u contenido. a la _Mondu, Novu. ... pI>e'Ito que es hoy Iftll conocida en eL imbilO de La fkcioa . Tal dinill'
en ti nto que ala es OICQDtCptual». la d ..c\te..... es _ramente cío.. no es si n embrotlJO sólo nccesaril y o petltiva ea ese
«descriptiva»). lo cierto es que al ser public:ada ~n l.tln dominio. sino IImbien en el de los .elalOS no licti~OI :
como parte de la COJ"""foAiM 1~lfodlKlio se sugiere.!<Ibre tn una aUlobiovafla. por e~mplo. podemOl dil t;nl uit OOn
1, base que ' uministra la can • • el nombre de A,.w'/(II ciert a prccisiOo el ,o/,odo! de su auto. (al q~e conc:c:ptuali.
para 1., nue_as tier.a•• debido O en homenaje a su «deIiCU' u.mOl mediante lodo tipo de informad/In que di' pon8amos
bridor ... !<lb .. su «pc .sonu): del "'/ It)/Iwal /la di,u.u ti nto del

64
cartas de Vespucio en comparación con el de provoca la conciencia conceptual que asume
las carlas de Colón o de Conés, comprobamos las nuevas tierras descubiertas como la cuarta
que --en el caso de Vespucio---- el rol texllIal parle del golbo. Se podria objetar esta obser-
no ocupa el primer plano como en los otros dos vación diciendo que Colón habia sido, antes
casos: tanto en la tra yectoria del triunfo de la carta de referencia. consciente de que las
a la caida, para el primero; como el proceso tierras al sur de la Española pertenecían a un
inverso (del IIYO)) integrado al «nosotros» y, nuevo mundo. Y así 10 dejan entrever el mapa
a veces, remitido a la no-persona de un él de su hermano Diego Colón y el mamapundi
referencial ; hasta el predominio de la figura- de Juan de la Cosa 43 • Pero lo cierto es que si
ción textual) en el epistolario cortesiano. En Colón lo supo, no hay repercusión de ello
las cartas de Vespucio nos encontramos con un después de su tercer viaje. ni tampoco Colón
sujeto textual observador que no ocupa el da demasiada importancia a este hecho, preo-
primer plano en su correlación con el agente cupado por su quimérico Cipango. Las cartas
de la acción como se da, de nuevo, en Jos casos de Colón no marcan, como lo hace la «Mundus
de Colón y de Cortés. Es, repitamos, un sujeto Novus)), lo que es crucial para Vespucio. Pre-
textual observador pero no un sujeto textual sumiblemente porque la misión de Colón
que debe asumir, con todas sus consecuencias, no era la de enconlrar nuevas tierras sino la de
la responsa bilidad de una empresa; ni su de- llegar a Asia. En la empresa descubridora las
rrota ni su triunfo en ella. cartas de Vespucio se destacan y se conservan,
b) El segundo aspecto, semántico-rereren- en relación al referente (dndias)), debido al
cial y no pragmático como el primero, se re- cambio conceptual que desencadenan.
laciona con el contenido de la epistola
«Mundus Novus)). No nos interesa, al hablar
de este aspecto, si es Vespucio o no su autor; Los historiadores de América conciben, en
ni si Vespucio llegó o no a los extremos li- la historia de la época colonial, tres periodos:
mites de los mares del su r, como se sostiene el del descubrimiento (al cual nosotros pode-
en la carta 41 . Lo que nos interesa es que la mos hacer corresponder, en la historia del
carta se publicó y en ella se desencadena la texto ----o de las letras- , las cartas de Colón
noción de la existencia de la «cuarta parte del y de Vespucio), el de la conquista (Cortés,
mundo»; y se la ilustra, además, con la posi- Valdivia) y finalmente, el de la colonización
ción de las estrellas desde tales tierras (o mares) (relaciones y «crónicas)) de las cuales nos ocu-
que se encuentran en las antípodas del IIviejo paremos en las secciones siguientes). En este
mundo)). Si, desde esta perspectiva. compa- contexto las cartas relatorias de Cortés dan
ramos e! cpistolariovespucianocon el de Colón cuenta, 10 sabemos, de los episodios funda-
no sólo se nos presenta el problema de las mentales en la conquista de la región, llamada
prioridades del descubrimiento, a todas luces por el propio Cortés, Nueva España. La re-
secundarios fuera de prejuicios nacionalistas; dacción de estas cartas, entre 15 l 9 Y 1526,
sino fundamentalmente para nuestros pro- ocupa desde los treinta y cuatro a los cuarenta
pósitos, e! de la función que le otorga a estos y un años de Cortés. La primera carta, que se
textos su lugar en la historia de la cultura: la ha perdido es reemplazada en las ediciones
carta «Mundus Novus)), cuya repercusión se conjuntas posteriores por la carta del 10 de
debe quizás más a un grupo de letrados que a julio de 1519 que la dusticia y Regimiento de
las intenciones del propio Vespucio 42 , es la que la Rica Villa de la Veracruz)) envía a ~~doña
Juana y al Emperador Carlos V. su hijo))44.
narrador como del agente de Lo. aUlobiogralia, que con""p-
tualizamos medianle las informacio nes Comen idas ~" ~I
It XI<>.)Todo discurso en cuanto consuucción lin güística. de los nuevos descubrimientos marítimos; tarea que fue COn-
no consta sólo de enunciados tefer<:nciales analizables sobre fi.d. a Martín Waldsccmuler. Se IUpo'" que Marin R in~.
bases sintictico-semánt icas. sino que cuenta también con un mano poeta alsaciano. le vinculó al Gimnasio a su regr<:1oO
conjunto de enunciados que: no nos remite a l ~rcferente» sino de Pu'" y dio a conocer al grupo un ejemplar del ~ Mundul
al «hablanle» : pues eS este conj unlo el que con6gura el Novu.~ V. O. Sierra, " p. d t .• pág. 'i.
rol .ex'ua/. O) Al partcer, Bartolomt Colón trazó, al margen de una
., Para la cuestión de la .verdad» del viaje de Vespucio , copia de la «carla de Jamaica» (cuarto viaje) unos apuntes
vtr Lcvillier. ]%6. pá gs. 77 y ss. Nótese. sin embargo, los ca rtográficos «traduciendo» al disello las ideas gco¡ráficas
• veces forzados argumentO! de Lcvillier para sostener la de Colón. El mapa mllCStra (véase la copia en Vicente Sie_
rcalidad de este viaje. rra. " p. ~it .) las islas descubiertas a «mitad de ca mino» enlre
u ~" Gimnasi" V,,",gm..~ " fue llamado un cenáculo in_ Espa~a y Asia. Al Sur de las islas le di se~a la tierra 6rme con
Ielectual organizado en la ciudad de Saint Dit. en la Lorena, la dC5ignación de «mondo nOvO». El mapa de Juan de la
PO' un grupo de humani sta5 - geógrafos. geómetras y Co.a. de 1500 (ver V. O . Sierra), traza la. IÍerrasdel surcamo
poelas- bajo la protección del Duque RenalO y la dirección un continenle: y nada deja entrever que se pien se que !al
inmediata del canónigo de la Catedral. Wah er Lud . Como contiene es Asia.
se disponia de una imprenta. Sll$ miembros se propusieron .. H. R. Wagner, .;The !.os( First le11er of Cortes»,
edilar la gcogralia de Ptolomeo, a mpliada con la información Hi.ptJ1lk American HiJwrica/ Rt";~ ... 1951 . 669·612.

65
La carta perdida está fechada unos pocos dias OCIÍ!:idades sino más bien para referi rse al
des pués de la mencionada. En su segunda carta, intercambio de información de necesidad in-
el propio Cortés nos suministra la fecha : «En mediata e ntre los españoles en Indias. En la
una nao que de esta Nueva España de vuest ra segunda carta de relació n encontramos un
sacra majestad, despaché á 16 de julio de l año ejemplo : (( y t ras destos dichos indios vi no otro
de 1519, e nvie a vuestra alteza mu y larga y natural de la isla Fernandina, el cual me trajo
particular relació n de las cosas hasta aquella una carta de un es pañol que yo tenia puesto
sazón, después q ue yo á ella vine. en ella su- en la costa para q ue si navios viniesen. les
cedidas»45. diese razón de mí y de aq uella villa q ue allí
estaba cerca de aquel puerto. porque no se
perdiesen» (pág. 36). Au nque. tam bién, en
esos casos. «carta», y (( relación)) parecen in-
tercambiables. La transcri pción de la carta
que nos da el pro pio Cortés termina diciendo
'(y que luego vernia a me trae r la relación)).
(pág. 36). Hay otros muchos ejemplos seme·
jantes. Sin embargo, el sentido en que Cortés
lo emplea para designa r sus ellólensos informes
tiene un significado contellótual mu y preciso :
Cortés no llama a sus informes ((relación>!
sólo po rque es un voca blo cor rie nte en la epoca
(ni menos porque desee plegarse a un «genero
literario))), sino simple me nte porque está c um·
pliendo con un manda to en el que se le exige.
precisamente, hacer ((ente ra re laci6 n)) (vol·
ve remos sobre este aspecto en la segunda sec-
ción). Cuando Diego VelAsq uez envia a Cortes.
hacia octu bre de 1518, a socorrer a Juan de
Grijal ba y a proseguir con la empresa iniciada
en la isla Cozumel. no hacc más que cumplir
con un requisito de los gobernadores hacia los
ca pitanes q ue iban a descu bir, conquistar o
pobla r por c uenta y mandato de las autori·
dades penins ulares. La carta de Diego VelAs·
quez a Cortes, dice 10 ~ip:uiente :

Trabaja reis con mucha di ligencia e soli·


citud de inqui rir 11 saber el se<:reto de las
dichas islas e tierras e de las demás a ellas
comarCllnas y que Dios Nuestro Señor hayu
sido servido que se descubra n o descubrie·
ren, asi de la manera e conversación de la
Hernan Cortés. por Cotllo gente de cada una detla en part icular. como
de los ' rboles y frutas. yerbas. aves. animales.
oro. piedras preciosas. perlas e otros mela les.
El tít ulo que nos es hoy famil iar de «cartas espettria e otras cualesquier cosas que de lu
de re lación» proviene, recordémoslo, no de dichas islas e tierra pudiéredes saber e al·
Cortés --q uien no escri bía (( para publicar»- canzar. e de todo traer elllera relación por
sino de Jacobo C ro nberger quie n edita la anle escribano (...) parn que de lodo yo pueda
segunda carta en Sevilla, en noviembre de haur tnttrQ e l'trdadtra rtúuwn al Rey Nues·
lro Sei'ior~.
1522. Cortés re mite a sus informes repetida-
me nte, es cierto, con el vocablo ((relación)).
El vocablo «carta », empleado algunas veces Esta «orde n» de Velásq uez nos recuerda,
para sus propios escri tos, aparece con mayor por un lado, el porqué de la palabra «relaci6n»
asiduidad no para referirse a l informe de sus en el epistolario cortesiano y, por otra, nos
conCi:ta con la ((respuesta)) que constituye la
') «Can as de ...,Iación de Fernando Con.. sobre el des-
cubrimienlo y conquista de la Nue>1l Espall.». H is,,,,¡odor~s .. Citada por Marcos J im~na de Lo E.pada, en ... ¡nlro-
Primlliow dt Indias. Madrid. B. A. E.• ~ol. XX II . pt ... 12. ducci6n a la. Rt/Qd()fft!~ Gt"f/,á/i€4J ,;,,""'<U - ""11),
Todas tas tillS posleriores correspo nden I es la edicibn. Madrid. BA E. vol. 183. pt8 . lB. Cunivas I ,resadas.

66
primera carta, o ca rta de (da Justicia y Regi. gramática. la poetica y la dialéctica: sabemos
miento» en la cual. al comienzo. se subra ya : q ue los niños aprendian a componer frases,
«Bien creemos que vuestras majestades. por oraciones y fá bulas; y que la retó rica Ad
IttrQ.S de Diego Velásquez. teniente de almi- Herennium (o el manual del catednhico de
ran te en la isla Fernandina, habrán sido in- lurno. forjado sobre su base) era el manual
formados de una tierra nueva (... ) que al obligatorio·!!. No nos equivoquemos y vaya-
principio fue intitulada Cozumel y después mos a pensar que, al fin . encontramos unos
la nombraron Yucatán (... »)). Como así tamo principios (diterarios)) en las epístolas de
bien se explica el informe detallado de lo que Cortes: lo que encontramos es oficio: o. si se
hay en esas tierras, al fi nal de la primera carta ; quiere, arle en el sentido que la palabra tenia
aspecto que desa parecerá prácticamente del en el siglo XV¡ so.
epistolario cortesiano. Con alg unas excep- Por otra parte, la prosa más suelta y el ritmo
ciones, por cierto, como la descripción de la más castellano de la frase, que se ha señalado
«gran Temixtitan»; la cual, sin embargo. no se para la narración, seguramente se debe al
incluye tanto para informar lo que hay sino hecho de que Cortés no disponia de ningún
por las maravillas que Cortés percibe en esta texto anterior al cual seguir. No obstante, el
ci udad. cuidadoso entretejido de la narració n nos
Sin lugar a dudas que estos informes auto- sugiere, una vez más, el buen uso que Cortés
denominados «relaciones» se conforman al sabía hacer de su aprendizaje y dominio de la
modelo epistolar. Hedo que no ha pasado actividad verbal. Una detenida lectura de las
desapercibido en los estudios sobre Cortes. cartas nos muestra que Cortés (si n ent rar en
Aunque estos estudios versan, en general, un minucipso analisis retórico de su com po-
sobre su persona y los acontecimientos his- sición) se esforzaba por no dejar «cabos suel-
tóricos en los que Cortes participa, no dejan tos», ni en los párrafos ni en la tOlalidad de las
de deslizar observaciones relevantes para nues- cartas : del párrafo a la carta, y de una carta
tros propósitos. Se ha destacado, así. que uno a las anteriores, siempre encontra mos las
de los as pectos de las cartas son los latinismos indicaciones necesarias para no perdernos en la
lbicos, además de ciertas reminiscencias de la organización de lo narrado : [a materia (po-
sintaxis latina. Lo más interesante es que estas dríamos arriesgar haciendo uso de la termino-
construcciones aparecen en «esa introducción logia retó ri<;a) es cuidadosa mente cont rolada
y ese fin al en que se despide de su emperadof)) : por la res; y a ello sirven los diversos niveles
en tanto que, se agrega , ((Ya en el cuerpo, eso de la disposilio SI. En el párrafo, para ílustra r
desaparece y la rrase cobra un ritmo más caso brevemente. Cortés abunda en morfemas co-
tellano, más suelto)).'. Lo interesante, como necllvos y en elementos anafóricos que re-
deciamos, es que - no por azar- las reminis- toman, a cada inslante, lo dicho anterior-
cencias de la sintaxis latina se encuentran, pre- mente. En la totalidad de la carta, emplea el
cisamente, en la salulalio: lo cual indica que apelalivo epistolar (<<En los capitulos pasados,
Cortés, al menos en este preciso aspecto, mu y poderosos Señor ... »): los indicadores tem-
era muy consciente de las exigencias retóricas porales y espaciales (<<V el dia que el d icho
impuestas a la e pí st ola·~ . No es por casualidad alguacil mayor y yo con la gente llega mos a la
el que estos detalles se encuentren en las cartas ciudad de Cempoal, donde el dicho Narváez y
de Cortes y no, por ejem plo, en las de Colón. su gente estaba aposentad3)), pág. 39) : los
Sabemos que Cortes estudió en Salamanca; constantes reenvios a lo dicho en ot ras rela-
sabemos que la base de toda educación huma· ciones (<<En la otra relación. muy católico
nista consistía en el est ud ío de la retórica, la Señor. .. », pág, SS: «En la otra reJación: muy
venturoso y excelentisimo Principe... », pág. 58).
. 1 M,"veJ AkaU, «Not. prelimina.. a b edición de organizando la materia de un modo claro;
C"""S M R~/"cióll, Mhko, Porroi., 1960, plig. ni. mostrando asi no sólo la necesidad y obli-
<.
Un u tlldio de las rórmlllu r(tórkas tn las epístola •. gación de informar, sino también el conoci-
principalmente tn la Irad ici6n medieval. M. Mur phy. miento en el manejo del instrumento (!Iin-
RhtlQtlc ¡II I~ Middlt Agrs: A IfiJ1"'J' al RhtlQticIlI ThtOty
J'''''' S/JlM Agus,;'.t la Iht Rr"..IsS<i,,~t, lkr kd"y. U. C. P.
t97' : !(Ibrt la W/ullllio ver p" '- 20S.7, 2 16-22. Un cstudio
mi, csp«"ifico es Carol D.n. Lanham. S/Jhll/1/Í<> F",,,,lÚiU 4\l Véase Ajo y S-li nz de Zioftig • • C. Mari • • HiJlorliJ MIlIS
U.IÍII Ulfnuo /](JO : SyllIOl<. S'yk""" TM....y(M UDChc:~ :
ÍII U"i~t rsidlJdn H úJHÚfictu, M.dnd. La Norm.l, 1957.
Bri de, Arbeo-~l1l<'h.n). 1975, "'SS- 22. tos tr.t.dOl
101m: la "pl stola. ba..dOl C1l la retórica. abundan locbvl.
,., Se con.ult.... con pro~ho, sobre este punto. tI ar-
Ilculo de Paul Ostar Kril leller, " Thc: M od~rn S)"tcm of lhc:
1111el Renacimiento. CitemOl lino de 101 mis nlltables ejem·
pIos : O..zio TOSCInel11: App/ictJmtnla dt ; prtUII/ MI4> . nd Ro .... 1965, "'p.
Artl>t. ~n SU Rtll"úUII« TItmIg'" fl. NveVl. York , H. rper
163·227.
;"l"t~,/o"". dupa.i'ilJltt ~I ~1iK"Wlioll'. t~~ pwpiamMu H,,·t
DI/a 'C'/I(ff't di t pulok ~,i"t. " l'algll'¡. Venc!i. PieHO de
Francest hi. 1575.
dt Rt 'óricIl Lilt'Il,kl M.drid. Gredos, 1966, "'JI.
" Pa", coCas nociones remito a H. Lau. bcr., Mallll(ú

3ó7. (como 1), (versión cspa"ola de J o~ Pol . tl Riesca~


99·106;
güistico». Lleva sin dudas la razón A. Reyes'2 Anglería anota que «su autoridad no me deja ba
cuando objeta a quienes ve n el apresuramiento dormi r, y me hacía manejar asiduamen te la
del hombre de afmas transparentarse en rasgos pluma. A él le ha bía dirig.ido dos libros ante-
rápidos y entrecortados de sus cartas y sos- riores de esta Decada. a mas de otras muchas
tiene que, todo lo contrario. sus «relacionesn cosas que algun día ve ras de mis comen·
muestran una clara conciencia en el manejo tarios (el uveras)) remite a iñigo López de
de la materia verbal. Mcndoza. destinatario de estas palabras].
Informes que son el cumplimiento de una aun no publ icados. La fo rtuna me quitó a mí
obligación (<<traer entera relación»), cl epis. el gusto de escribir, asi como derribó a As·
tolario cortesiano es, adcmas, ejemplo del ca nio del poder» ( pág. 10 5~. Las exigencias de
ejercicio de un tipo discursivo privilegiado por Ascanio, apagadas por las exigencias políticas,
los «humanistas» y que. por lo tanto, era parte le hacen perder tam bién a Anglería el «calor
básica de la educación por la cual pasa COrles de investigar» has ta que ((e! año mil quinien-
en las aulas de Salamanca. Pero sabemos tam- toS, hallándome en la corte de Granada (... )
bien que en esa estruclU ra educativa el «arle el cardenal Luis de Aragón (... ) me enseñó las
de bien decif»), regulado por la relórica, se cartas que me dirigía el propio Rey Fedcrico,
diferencia del «arte de imitar», regulado por la en las cuales me exhortaba a que com pilara
poética. todas las cosas que seguían a las de los dos
libros di rigidoS a Ascanio, pues ambos de·
El epistolario de Ped ro Marlir de Angleria claraban que habían tenido en sus manos lo
que, desde la edición de 1530, conocemos por que yo le había escrito al Cardenal» (pág. 105).
Décadas del NUel:D MundDsl, cubre -en lo Sigue, entonces, diciéndole a íñigo L6pez de
que concierne al referente- tan to los aspectos Mendoza: «Más ahora (supuesto que tu te
del descubrimiento como los de la conquista. has empeñado en arrancarme un ejem plar
En el aspecto pragmático, Angleria se encuen· integro de mis obras, para j untar mis libros
tra en una situación mu y distinta al del epis- con los volumenes innumerables que tienes
tolario de Colón o de Cortés: no sólo que las en tu biblioteca) me he propuesto añadir en
cartas las envía desde España a sus cofrades breves palabras lo que se ha descubierto desde
italianos sino que, también, sus escritos son aquel año mi l quinientos hasta este, que es el
«cartas sobre cartas» que recibe en «paquetes» mil quinientos dieZ» (pág. 106).
y que resu me en los «libros» de sus décadas. En el libro X, de la octava década, nueva-
El mismo Anglería, hace ex plicita la «moti· mente Angleria habla de las condicioncs y
vación» de sus décadas: motivaciones de su escritura : «Mejor pues que
la uhima tanda de estas cosas tan grandes la
Desde el primer origen y designio reciente lleven por delante las magníficas armadas que
de acometer Colón esta empresa del Octano, frec uentemente s urcan el Océano. y que con
amigos y principe:s me estimulaban con canas ellas pare de escribir mi ya cansada ma no de-
desde Roma a que escribiera lo que ha bla recha.» Agrega, a manera de disculpa, pero
sucedido: pues estaban llenos de suma admi·
ración al saber que se habian descubierto discul pa reveladora del tipo de «libro» que son
nuevos territorios y nuevas gentes, que vi· las Décadas .' «y además, porque, a causa de
v[an desnuda y a lo natural, y asi tenian otros negocios, yo no te ngo libenad para po-
ardiente deseo de saber estas cosas (pág. lOS). nerme todos los días a escribir los s ucesos de
Indias: a veces me pasa en claro un mes en-
Refieiéndose a Ascanio Sforza, cardenal vii»" tero, y por eso todo 10 escribo de prisa y casi
canciller y principal motivador de! epistolario en confuso cuando hay lugar ; y no se puede
(a quien, ade más, está di rigida la prime ra guardar orde n en estas cosas porque s ucede n
carta impresa en el Opus EpislOlarumS.), si n orden» (pág. 623). Cuando Jua n Bautista
Muñoz ss , en el XV III le reprocha a Angleria,
lo que es todavía hoy un lugar com un , el poco
12 " . R.~~$, umu tk la Nuua &pailQ, Mhico, F. C. E., cuidado que éste pone en la organización de la
194&. ¡>log. 47.
!l 1M O,IN Nara. "ki li Ik Henare" lS03. EmplumOl materia, señala un aspecto cierto pero el re-
la "'\Inda ediciÓII cUlcllanl (la pnmt'ra de (892), . Ver . proche es sin duda injusto: Muñoz se sitúa,
•idaslklla.in a 11. len,UI ':II •• IIIIIJI por el Dr. D. JOIoquln por un lado, en un momento posterior en el
Torres ""nsio q \lim diolas a tas prcnl&$ COmo hotNllJljc
al CUlrto c:enlenario Ikl Dncubrirnien,o•. 8uoenos "ira.. que se puede pensar «en el orden de los aco n-
Bajel. 19«. Todas 11$ .:ilas correspondea a cs •• cdiciOn ; tecimientos» y. por otro, con la plena con-
'/ • elll Rmilen los n~tNlOS Ik piainas. ciencia de estar haciendo «historia» y no
}<I Aleati de Heniles.. ISJO. E4iciÓII caslenanl, EpUlt»
10,/0 (eltudio ,/lraducción de J ,* Lópezlk Toro). en Doo.-
mentOl fnMilru fH',a /o H IJIO. iD tk u fH'iID. vol. 9, Madrid. " Juan Sauli,,, M uftoz, 1Ii<'tNUl thl Nwr"(J MW MO.
Lu rererencias en la upo,ición remllen a e$'1 edici6n. 1793. pr61080.

68
relata ndo los sucesos acontecidos a med ida Ademis del interés que tienen las cartas de
quc llegan las noticias. Este aspecto es im- Anglería como informes de los acontecimien-
ponan te en lo que concierne a la gesta- tos del descub ri miento y de la conquista, son
ción de las Décadas, puesto que ellas crecen eIJas también las quc ejemplifican mejor que
como un desprendimiento de la común ac- ninguna otra la importancia que la carta, como
ti vidad epistolar de Angleria y no son, re- tipo discursivo, tiene en el Renaci mientoS6.
petimos, un ¡menciona/libro de hi storia (vean- Así, si para los navegantes y conquistadores la
se_ ademb de los ejemplos citados, las pala bras carta es la manera mas práctica de cumplir
relacionadas con el mismo tó pico, en paginas con una obligación y, por 10 tanto, el medio
11 9 y 120). A un letrado humanista, como lo es más adecuado para hacerlo, para Anglería
Anglería, no pocHa escaparsele esta distinción : no sólo es un medio sino ta mbién un fi n en
«Una cosa resta, Beatísimo Padre, muy digna la educación humanista. Esta afirmación la
de la Historia , la cual quisiera yo que hubiese ilustra más que bien la carta número 129. de
caído en las manos de Cicerón o de Li vio. mejor su Epistolario. Dirigida al joven Gi1 berto,
que no en las mias .. .» (pág. 185). Veamos al- hijo del conde Borromeo y fechada el 5 de
gunos aspectos de este proceso. enero de 1493, el tema de esta carta es, digá-
La carta número 130, del Epis lolario de moslo asi, la carta (como tipo discursivo)
Anglería, está dirigida a Juan Borromeo y misma en cuanto manera de ejercitarse en las
fechada el 14 de mayo de 1493 (tfes meses letras:
después del regreso de Colón del primer viaje).
Este epistolario, en la edición que conocemos, Tu padre, que me escribe con muc ha fre-
comienza en 1488. La carta 130 se ocupa de cuencia. me envía alguna vez que Olra IIlS
distintos asuntos, tales como el del ¡¡alentado saludos. pero hasta ahora n¡nsu na carla
al Rey)) que se cont inua de cartas anteriores. luya. Por tanlO, ¿qué voy a responder, si
La mención de Colón es rá pida, y la can a ter- no me han llamado? 5610 puedo decirte
una cosa : hermosa larea es en la juventud
mina discutiendo la situación política de Italia. la de provocar a los mayorcs en edad : de
Veamos lo que se dice de Colón en ella : ellos pueden, en cierto modo, robar lo que
han de escri bir por su cuenla. Si por vergOen-
Hace ¡:xxos dias, volvió de 105 anlípodas za -aunque eSlo sea propio de gente hon·
occidentales cierto Colón, de Liguria. quien rada- no se atreven a hacerlo. adquirir! n
a duras penas consigui6 de mis reyes lres me nos cultura y serán de menos utilidad.
naves, porque creían qui méricas las cosas
que deda. Ha regresado traycndo como
pruebas muc has cosas pre<:iosas. pero prin· A continuación Angleria exhorta al joven
cipalmente oro que, nat uralmente, se pro- Gil bcrto a que se ejercite escri biendo (y la
duce en aq uellas regio nes. Puo demos di' lado exhortación alude a escribir carlas), ((con fre-
a las cosas ajenas, ilus/re conde. pas¿molar cuencia a tantos varones cuanto en a bundante
por allO. Cursivas agregadas. numero alimenla nuestra h alia, y, mediante
este ejercicio, llegues a formarl e una cultura)).
El primer libro de las Décadas está fechado La carta no eSla desti nada a dar informaciones
el 13 de noviem bre de 1493, siete meses des- sino, para el joven, a recibirlas puesto que,
pués de la anteri or y la pers pecti va ha cambiado adcmás, eSle «ejercicio» - nos dice Angleria-
en forma radical. Para esa fecha se ha comen- «aguza el inge nio, amplía y ro bustece la me-
zado ya el segundo viaje. Si seguimos la pista, moria y, en el manejo de los asuntos, suministra
el comienzo del Libro Dos fechado el 20 de abundancio de po/abras y de setlll'ncias». Obje-
abril de 1494 (cuando Colón ya ha regresado ti vo fundame ntal del letrado y no sólo o ne-
de su segundo viaje), el interés ha cundido y cesariamente del poeta. En resumen, en el
las Décadas comienza n a crecer. Anglería co- corpus textual de las cartas del descubri miento
mienza este libro dicie ndo: y de la conquista, el interes de Angleria no resi-
de sólo en ser ((informante» de los hechos
Me repites. ilustnsimo Prlncipe. que deseas oceanicos, sino en escri bir carlas y practicar
conocer las cosas del nuevo mundo que en este ejercicio en el ámbito y en la funció n que
España sueeden y me has insinuado que te la e pístola adquirió en la cultura humanista.
a8rollo lo que htl!i/a ohora tscr jbl lit la primera
He aqul 10 que ha ocurrido des-
na~·e8ación .
pués. ( Drcadas. pig. 13).
,. Con,ú.h~. por ~jc m plo, P. O. KriRdlcr. _Hu maniR
Ya no se trata de cosas que hay que pasar por Lnrn;o¡ in lhe Italian Renli".. na:" , op. O,., P'P. 1.19;
lam bitn J. SieSd .• Fro m lhe DlrlalMrl lO Ihe Humaniilio.
al/o. sino de cosa de interés, cuyo relato agrada en RJorrork 0114 Pltil040plty. fiueva York , Pri r>Celon Uni.
y que, por lo tanto, hay que continuar. versily Pre$ll, t963.

69
Alcgoria de los viajes de exploración

2. RELAC tO NES Pero vayamos por partes y tratemos de


especificar el sentido de la palabra ,e/ación.
El grupo de textos al cual nos referiremos en El sentido que tiene el vocablo, en el siglo
esla sección, y que designaremos específica- xvt, es el de «la narración o informe que se
mente como relaciones de la conquista y de la hace de alguna cosa que sucedió» (Diccionario
colonización, se caracteriza lanlo por sus rasgos de Auloridades): y es el vocablo castellano co-
pragmáticos como organizalivos; y se dis- rrespondiente a los latinos re/a/io y narra/iQ.
lingue del grupo de las «cartas relatorias» y En uno de sus sentidos correspondería al
del las «crónicas» o «historias». El núcleo de actual vocablo ,e/a/o. Pero, en el contexto del
este lipo discursivo lo ejemplifican las Re/a- grupo de textos que denominamos relacionr;s
cial/es geográficas de IlIdias, estudiadas y pu- de la conquista y de la colonización, tiene el
bliCadas por don Marcos Jimenez de la Es- sent ido más especifico de «relato/informe soli-
pada S7 , A su vez, la base organizativa de estas citado por la Curona». A su vez, como lo ve-
relaciones (que, como lo veremos, reside en un remos de inmedíato, este último sentido debe
cuestionario oficial confeccionado y distri- diferenciarse, por un lado, del uso que de él
buido por el Consejo de Indias) permite hace Cortes, cuando el pedido de informes es
identificar un grupo de libros, escritos bajo obligatorio pero no oficial ; del uso que encon-
otraS condiciones pragmáticas distintas a las tramos en los textos recogidos por Jiménez de
de las relaciones y no ajustados estrictamente
a ellas, pero que -sin embargo- mantienen
en gran parte el principio organizativo deter- discursiva hislorio~ráfica que esludiare mos en el apartado
minado por el cuestionario. Este grupo de siguienle. Esta intuición la confirma Manuel lIallcsterO$
Gaibrois (Vida y obra tk Fray BU M,dillo tk SahogulI,
textos, debido a las crecientes exigencias prác- León. C. S. \. C" 1973). Al comentar $Obre las ~minutas»,
ticas, es el que menos conexiones traza con la Como método de trabajo del r,.ile. el autor o~rv.: .. Esta
cultura <detrada» y el que más se ajusta, dere- minuta (q .... en castellano antiluo silnifica borrador o pro-
)'«to) es el moderno cutSti(JnDriO. Ddltmos d<'Cir que este
chamente, a la información que trasmite y sistema ora en cieno modo usual en ta escolástica y en la
organiza~8. metodologia espai\ola, y que: en alluna manera tenia mis
bien un orilen procelal que cientifico. Mient ra& Sahagún
vivia sus últimos d05.los fllndonarios oficiales de Felipe 11
!1 a. A. E.. vol. 183-186: 1965, ediciÓn y estudio preli- preparaban los CW$/ionDriO$ para las «relaciones geográ-
minar por Jo"; Urbano Maninez Carreras. ficas», yel ,;stema es el mismo, luelo era algo usual y común
,. Lo libros de Velasco y de Vbquez de Espinola 50n ." las pcsquisiciones espaftolu. Sahagún le da al cuestiona.
lÓlo dos ejemplos que: nos podrian llevar a relacionar con rio un empleo cientifico, para inlerrogar sistemiticamente
ellos otras obras; entre ellas la "iJloria <k las Co.as de lo a los indio. viejos. que habian de ser sus informadores. Y
Nutro España, de fray Bcrnardino de Saha gún . Aunque la en csto demostró su enorme prud. rn:ia ciemifia. ya que no
obra lleve el titulo de HiJloria su concepción se relac;ona buscó refercncia$. si no teStimonios qu<: pudieran ser Ve·
más con las ~relac;ones geogrMicas.o que con la formación raees» (p;lg. 101)

70
la Espada donde por ,elación se alude al in- llaman los indios; y cuánto hay de una a otra
for me oficializado por Ovando y Godoy y (oo.). Y todo nos 10 escribáis por nueslro ser-
continuado por Juan López de Velasco. Por vicio 60 .
otro lado, debe distinguirse tambien este sen·
tido preciso del general que encontramos, por No aparece tampoco la palabra relación
ejemplo, en Bernal Diaz del Castillo, el cual lo pero el «queriamos que nos escribiésedes»,
emplea en un sentido cercano al actual vocablo aunque sea «cordiah>, es un pedido de la co-
re/at o, (Volveremos sobre este aspecto más rona; y da la pauta de lo que en gran parte
adelante,) aparece en las ca rtas de Colón (o de c ualquier
Aceptadas estas generalidades, veamos con otro conquistador o descub ridor) y de lo q ue el
un poco más de detención , tres mome ntos his- escritor «verá» en las Indias; parcialmente su
tóricos que caracterizan el tipo discursivo ver estará condicionado por lo que los reyes
re/ación: 1) el periodo no oficia!. que se ex- quieren saber (cotéjese, por ejemplo, la última
tiende desde 1505 hasta 1514; 2) el periodo parte de la primera carta de relació n de Cortés,
oficial posterior a 1574, y 3) los libros que se con la carta de Diego Velásquez). En fin,
modelan, en parte, bajo el mismo principio aparece aqui una de las primeras caracterís-
organizativo de las relaciones cuya base es el ticas de las ,elaciones y es que ellas no trans-
cuestionario. criben la observación «libre» de quien escribe,
de lo que ve quien escribe, sino que responden,
El pri mer periodo del pedido de informes. de alguna manera, a los pedidos oficiales.
aunque no oficializado, comienza - aparente- Estas respuestas, repitámoslo, se oficializan
mente- con la carta que los reyes le envían y se codifican en las preguntas del cuestiona-
a Colón, desde Barcelona con fecha 5 de sep- rio a partir de 1514. Pero sigamos viendo al-
tiembre de 1493: gunos momentos más de esta trayectoria no
oficializada. En la carta de los reyes a Colón,
Nosot ros mismos y no otro alguno, hemos sobre su cuarto viaje (que ya mencionamos)
visto algo del libro que nos dejastes. y cuando el «habíamos menester saben) y el «queríamos
más en esto platieamos y vemos, conocemos que nos escribiéredes», de las dos cartas ante-
cuán gran cosa ha sido este negocio vuest ro riores, se lrueca en una orden de hacer ente,a
que habéis sabido en ello más que nunca
se pensó que pudiera saber ninguno de los re/ación:
nacidos (... ). Y porque para bien entenderse
mejor este vuestro libro, hablamos menester y habéis de informarnos del grandor de las
saber los grados de las islas y tierras que dichas islas, e facer memoria de todas las
fallastcs y los grados del camino por donde dichas islas y de la gente que en ellas hay y de
fui stes. por servicio vuestro que nos los la calidad que son para que de todo nos
enviéis luego: y asimismo, la carw que vos ¡raigáis en/era relacionól.
rogamos que nos enviáredes antes de vues-
Ira panida. nos enviad luego muy cumplida
y esailO en ella los nombres '9. A part ir de este momento se esbozan los
lIanwdos, por Jiménez de la Espada, ('a nlece-
dentes» de las reludones oficializadas a partir
No se emplea, todavía , el término relación, de 157402, En esta primera etapa, la cuestión
sino que se habla de libro, de carta, de escribir. parece ser, siguiendo el estudio de Jiménez
De igual manera, ocurre en la carta fechada de la Espada, que no es seguro que se estable-
en Segovia el 16 de agosto de 1494 : ciera obligatoriamente, ni que se diera sin
alteraciones a lodos los navegantes y descu-
Vimos vuestras lelras e memoriales que bridores. Por otra parte, las instrucciones no
nos enviastes con Torres. Y visto todo lo son tampoco homogéneas: así, por ejemplo.
que nos esc,ibis/es, como quiera que asaz las instrucciones dadas a Magallanes de «hacer
largamente decis todas las cosas, de que es relación», el 18de marzo de 15 19, <Inada hablan
mucho gozo y alegria leerlas: pero algo más de descripción del suelo, calidad, gente y fru-
queríamos que nos escribihedes, ansi en que tos de los paí ses que se descubran, e ncuentren,
sepamos cuántas islas fa sta aquí se han fa- visilen o exploren» (pág. 16). No hay tampoco
llado, y a las que habéis puesto norr,bre,
qué nombre a cada una ; porque, aunque evidencia de que la orden se aplicara en todos
nom bráis algunas en vuestras cartas, no los casos, aunque hay numerosos casos en-
son todas. y a las otras los nombres que las
60 Jim~nez de la ESp"da, op. ril., pág. 14.
• , Fermlndez de Navar«:te, op. dI .. vol. 1, p~g. 401.
19 Cit,da por Ji m ~ne>: de la Esp"da. op. dI.. pá@" 13· 14. 61 Pa ra los «a nte<:edentes», ver ti detallado estudio de
Cursivas agregada •. Jim ~nez de la Esp"da, op. d I.. pá gs. 5·91.

71
contrados, entre 1501 y 1522, en que aparece para la formación de un Libro descriptivo de
tal pedido. Por otra parte, entre 1523 y 1528, todas las provincias indianas. Esta tarea seria
constata De la Espada, parecen omitirse en los encomendada a quien as umiera el cargo de
asientos el artículo o articulos referentes a la cosmógrafo y cronisla mayor de Indias {y4.
descripción del país descubierto, conquistado Desde este momento, Ovando comienza a
o poblado. A su vez se supo ne que, a juzgar establecer exigencias rígidas a los pedidos
por los asientos capitulados. durante el periodo de información para llevar a cabo la compila-
q ue va de 1520 a 1512, rige más o menos explí- ción de los dalos necesarios para lal libro. Y
citamente una disposición general. para des- comienza. desde este momento, la confección
cubridores y pobladores, que se ponía en de los cuestionarios que se envían a goberna-
practica cuando los pobladores o descubri- dores y virreyes. Los cuestionarios sufren
dores solicitaban renlas, vasallos o tierras. muchas transformaciones hasta que, después
En esta trayectoria, parece de importancia la de la muerte de Ovando (1575 ó 1576), lópez
cédula de 1533, fechada en Zaragoza el 8 de Yelasco, que había sido nombrado para el
de marzo y fi rmada por ((La Reina y Sámano, cargo de cosmógrafo y cronista, se ocupa de
secretario». Este documento (que se confeccio- reducir el cuestionario a cincuenta preguntas.
na para asegurar los frutos económicos durante Veamos los primeros puntos de este cuestio-
el rei nado de Carlos Y, y dirigido a ((VOS el ri06S pa ra, luego, ve r a grandes rasgos la
nuestro governador y oficiales de la provincia I(estructura» de las relaciones. El cuestionario
del Perú))63) consta de siete asientos, (divididos pide :
en cuat ro y tres respectivamente) y es una de la
primeras manifestaciones de una regulación l. Primeramen te, en los pueblos de los es-
sistemática de las preguntas. Los primeros pañoles se diga el nombre de la comarca
cuat ro asientos, piden. en forma resumida: o provincia que estin, '1 qué quiere decir
1) que se informen de los nombres de todas las el dicho nombre en lengua de indios '1
provincias. poblaciones, etc. 2) que se ave- por que se llama así.
2. Quien rue el descubridor '1 conquistador
rigüe cuáles fueron los primeros conquistado- de la dicha provincia. '1 por cuya orden
res; 3) que se diga cuántas provincias hay '1 mandamientos se descubrió. '1 el año
pobladas de españoles. y 4) que se determine en de su descubrimiento '1 conquista, lo que
que partes hay minas de metales, piedras, pes- de todo buenamente se pudiere saber.
quería de perlas. etc. En los tres asientos res- 3. y generalmente el tempenlmento '1 ca-
tantes, se pide hacer memoria de repartimen- lidad de la dicha provincia o comarca,
tos entre los conquistadores y pobladores, si es muy rria o caliente o húmeda o seca.
según la calidad de personas y servicios, esti- de muchas aguas o pocas. '1 cuándo $On
más o menos, y los vientos que corren
pulá ndose, específicamente: 1) que se deter- en ella, que tan violentos '1 de que parle
mine qué tributos podrá dar a la corona cada $On. '1 en qué tiempos del do.
encomendero; 2) que se determine qué tierras 4. Si es tierra llana o 'spera, rasa o montosa.
conve ndrA reservar para pobladores que en de muchos o pocos rios o fuentes, y abun-
adelante vayan a Indias. y 3) que se regule la dosa o falta de aguas., fertil o fal ta de
justicia y hacienda en las provincias y cab«e- pastos. abundosa o esteril de fructos '1 de
ras que quedaren en la corona. Poco de literario mantenimientos.
o de retórico ha y quilAs en todo esto ; pero es ( ... J
7. Las leguas que cada ciudad o pueblo de
ella y no otra la base de las relaciones. españoles estuviere de la ciudad donde
residiere la Audiencia en cuyo districto
l os momentos rápidamente bosq uejados en cayere o del pueblo donde residiere el
los pArrafos anteriores son los antecedentes. go bernador a quien C$tu viere sujeta; '1 a
como dijimos, de la tarea que con sistematici- que parte de las dichas ciudades o pueblos
dad y rigo r emprenderá Juan de Ovando y G o- estuviere.
doy, destinada a recoger (uelaciones geogni- ( ...)
fi cas e históricas)) de Indias. Ovando y Godoy 9. El nombre '1 sobrenombre que tiene o
obtuvo, en 1568, el cargo de Consejero de la hubiere tenido cada ciudad o pueblo,
'1 por qué se hubiere llamado asl (...)
Inquisición y visitador de Indias, pasando a la '1 quién le puso el nombre '1 fue el fundador
presidencia del Consejo de Indias en octubre delta.
de 157 1. Adem b de las «Leyes de Indias». Elcelera.
Ova ndo es. al parecer, el res ponsable de la
publicación en las Ordenanzas Reales del
consejo. en sept iembre de 157 1, de las bases ... V~ R6mulo D. Carbia, l.tl e,6" ko "jidol <k IIU
I"Qi<u ouUk,,/tIl/rl, 81tC"06 Ail"C$, F.. nciKO A. Colombo.
1940, pillI. 141 . 149.
u Jim~nez de la Elipllda. op. cI/ .• pill. 17. 61 Jiménn .x la Espada. op. cI/ ., ptp. 86-89.

72
El análisis de estas relaciones nos most raría 1. En el primer asiento se dice : «... esta pro-
que las ((cincuenta funciones» (por ejemplo. vincia, en tiempo de los tncas, se llamó
las preguntas del cuestionario) si bien no se Vi/cas Guaman, que quiere decir guaman
encuentran todas en cada relacio n, todas se provincia, y ~'i1cas principio de la provino
encuentran en el gran número de relaciones cia; y este asiento de Yilcas era muy po-
existente. Veamos; a manera de ejemplo, al- blado, como cabecera de provincia de
todos los indios de esta comarca, y era
gunos aSpe1:tos de dos de ellas: la Relación el medio de entre la ciudad dc:l Cuzco,
general de las poblaciones españolas del Perú donde los Incas residian y de la ciudad de
hecha por el Licenciado Sa/azar de Vil/asante Los Reyes». Dejando de lado lo correcto
y la Relación de fa ciudad de GuamanJ!o y sus de la etimología. la cual anota De la Es-
términos. Año de 1586 . Algunas de ellas, pada, nos encontramos con que este
cuando la persona q ue informa tiene un rasgo primer asiento da el nombre de la comarca
social más o menos elevado, puede presentarse y también ,(qué quiere decir el dicho
nombre en lengua de indios y por qué
como carta escrita, direc tame nte, por el in- se llama así», según la pregunta 1.
formante. Así, por ejemplo, la de Salazar de 2. El segundo asiento es c:l que sigue: «Con'
Villasante: ((Muy ilustre señor: El licenciado quistóse esta provincia por mandato del
Salazar de Villasante, oidor que fui en la Real marques don Francisco Pizarro y por sus
Cancilleria de los Reyes y ahora lo soy en la capitanes, y después de pohlada la ciudad
de Quito, en el Pini. digo. que v.md .. como de Los Reyes y la del Cuzco, se pobló
visitador del Consejo de Indias y persona ce- ésta. Poblóla Vasco de Guevara, teniente
losa de saber el estado de las provi ncias de de gobernador del dicho marqués. en
Quinua, tres leguas de esta ciudad: y
Pirú, pueblos y disposición de cada uno ( .. . ) tuvo nombre Quinua por una semilla que
me mandó le diese una descripción de las partes allí se daba de comer (... ) y fundóse el
y lugares que (así) yo he estado y tenga noticia año de 1539, (...); Y por ser aquel sitio
de aquellos reynos ... » (pág. 12 1). En cambio, frío, humedo y lluvioso, se pasó el pueblo
la Relación de la ciudad de Guamanga y sus a donde al presente está». Este asiento
términos, no tiene la forma de carta sino de parece conjugar los puntos 2 y 3 dc:l cues-
«declaración jurada» ante escribano: ((En la tionario. El punto 3, sin embargo. se en-
ciudad de Sanet Joan de la Fromera de Gua- cara más en detalle en el asiento siguiente.
manga, veinte e dos días del mes de febrero 3. "Esta ciudad tiene un temple tan mode-
rado, que ni es frio ni callenle; es tan
de mili e quinientos e ochenta y seis años, apacible que ni en verano ni invierno
Pedro de Ribera, vecino y regidor de la dicha no da pesadumbre el calor ni el frío: por
ciudad, y Antonio de Chaves y de Guevara, mayo y junio hiela moderadamente.»
vecino della, en cumplimiento de lo que Ex- Etcétera. Si del asiento 3 saltamos al
celentísimo señor Conde del Villar, visorrey, asiento 7, siguiendo los puntos del cues-
gobernador e capitán general destos reinos, tionario que transcribimos anteriormente
mandó por su carta e instrucción de su Majes- como ejemplo. vemos que este punto
pregunta por «las leguas que cada ciudad
tad se hiciese acerca de la Oescrición de las o pueblo estuviere de la ciudad donde
Indias ( ... ) respondiendo por la orden que en residiere la Audiencia».
ella me manda, se responde 10 que se sigue ... » 4. y el punto 7 de la relación dice: «Esta
(pág. 181). Al final de la relacion, Jimenez ciudad está a 79 leguas de la ciudad de
de la Espada informa lo siguiente: (<Vie nen aq ui Los Reyes, ques donde reside la Audiencia
la Instruccion y Memoria impresas por las y vi rrey a quien es subjeta esta ciudad», etc.
cuales se ha de hacer la relación, y luego
se inserta la carta en que el Virrey de l Perú En tanto que la carta por un lado y la his-
remite el documento a l corregidor de G ua- toria por otro, tenían una tradición y los que
manga ... » (pág. 200). Suficiente en 10 que res- e mprendian esta tarea, directa o indirecta-
pecta a la «presentación» de ta les relaciones.
mente la implicaban, las relaciones, por el
Veamos ahora alg unos aspectos de su orga-
contrario, se presen tan como ajustadas a un
nización.
modelo creado sobre la marcha (de lo c ual tes-
Tomemos la Re/ación de la ciudad de Gua- timonian los sucesivos ajus tes del cuestionario)
ma/lga (págs. 181-200) la c ual. tanto por la
y basado sobre las necesidades que brotan de la
fecha como su estructura, parece conformarse
información que se desea obtener.
al cuestionario de Velasco; en tanto que la de
Salazar ViIlasante, parece estar di rigida a
Ovando y responder a la forma anterior de los Vayamos, finalmente, a aquellos libros que
cuestionarios. La Re/acióll de GuamOllga tiene sin llevar el tít ulo de relaciones siguen, en
la ventaja, además, de enumerar los párrafos a lgunas de sus partes, el principio o rganizativo
y responder a 37 asientos: trazado en el cuestionario.

73
El primero de estos libros es. obviamente. delo» sugerido. Vazq uezde Espinosa comienza..
el de Juan López de Velasco, GeograJia y Des- como en los libros de l siglo XVI, por describir
cripción Universal de las IndiasM. Siendo Ve- la navegación desde España y continua, un
lasco parte en la formulación de los cuestiona- tanto ta rdíamente para el siglo XV II , re pitiendo
rios, nada debe sorpre ndemos que su libro afirmacio nes sobre la redondez de la tierra,
siga, aunq ue no en su to talidad, esos princi- etc. Velasco Bayón. señala que el Compendio
pios. La GeograJia sobrepasa, sin lugar a dudas. es ((obra uniea en su genero» . Si algún antece-
los estrechos límites del cuestio nario. Es más, dente puede encontrarse, ese anlecedente seria
a l propio Velaseo se le reconoce un lugar es- el libro de López de Velasco. Las di re rencias,
pecial en la geolisica por su trazado de las agrega Ve1asco Bayó n, son tambien no tables:
longitudes, de la declinación magnética y el «Apenas importante el aspecto etnológico,
trazado de las líneas de los vientos que a fectan religioso. histó rico y naturalista e n López,
a la navegación. El largo capítulo sobre la ocupan éstos un lugar destacado en Vázquez
navegación es, obviamente, ajeno al c uestiona- de Espino5a»68. Reconociendo estas dife ren-
rio aunque no a s u espí ritu : si bien se necesita cias, daremos algu nos ejemplos para suge rir,
un cosmógra fo para «res.ponder a tales cues- luego, la relación de principios entre estos dos
tio nes», la información referente a la navega- libros, au nque sus res ultados - o bviamente-
ción es tan necesaria - para la corona- como d ifie ran. Veamos el capitulo 1, libro segundo,
las informaciones que se recogen, en tierra primera parte (consagrado a la descripció n de
firme, de los informantes. Pero cuando López la isla La Española), recordando la descrip-
de Velasco llega a la desc ripción de las tierras ciÓn de López de Velasco y el cuestionario ya
de Indias y de sus ciudades, e l c uestionario citado. Vazquez de Espinosa en umera los
«aparece». Veamos un ejemplo de los muchos: asientos y sigo, e n la transcripció n, los núme-
ros de este ca pít ulo:
La isla de San Juan de Puerto Rico, que
por otro nombre llaman Boriqutn, y es la 98. La isla Española , que los Indios lla-
primera de las islas pobladas de españoles. maron Haití que significa lierra de as-
y donde an tiguamen te se hacia la primera pereza, a quien también llamaron Quis-
escala de las Indias. está a 64 grados y medio queya que: qu iere decir tierra gra nde.
y 66 Y tres cuartos de longitud del meridiano descubri6 Cristóbal Colón el ailo de
de Toledo (u.). Hay en esta isla, al presente, 1492 ( ...) a la cual nombró Espaiiola,
tres pueblos de españoles (,..). El primer es- que hasta hoy conserva este no mbre;
pañol que tuvo nOlicia desta isla, y la des- liene de largo de QfÍ(';nte a Poniente
cubrió se llamaba el capitán Juan Pontt ISO leguas (... ).
de León (...). El temple de esta isla es parti- 99. El lemple deesta isla es célidoy húmedo.
cipante de mucho calor y humedad como siempre es verano. iguales los días y
las demás islas de este paraje ( ...). La prin- las noches. por estar dentro del trópico,
cipal gangeria que agora tiene es el ganado, rértil y abundanle de mantenimien-
cueros y principalmente el aZÚCar. que se da tos (u. ).
con gran abundancia ( ...) (pág. 66). lOO. Las fru tas de la [sla son las que más hay
en las Indias. como son plátanos de
diferentes suertes. (u.) la piña es fruta
Al recorrerse o tras descripciones de la Geo- rega lada que se da en unas matas a
graJia se comprobarán las estrechas relaciones modo de cardos (...).
con el cuestionario ; de la misma mane ra que en 101. Por toda la isla hay abundancia de caza.
este ejem plo ve mos: 1) no mbre y etimologia : palomas grandes y torcaces. tórtolas
2) situación (q ue Velasco da en grados y lon- de muchas suertes, gallinas de Guinea,
gi tudes) : 3) descubridor ; 4) temple; 5) riquezas : faisanes (. u).
JOJ . Tiene la isla riquísimas minas de oro
que corresponde a las preg untas 24 y siguientes de subida ley, como son las de Sibao
del cuestionario. y otras, de donde a los principios se
El segundo ejemplo del que nos ocupare mos. sacó grande riqueza ( ... ).
tambié n brevemente. es el Compendio y Des-
cripción de las Indias Occidentales, del padre No hace falta ya comentar ni destacar la
An tonio Vázquez (le Espinosa67. Como en e l pauta que sigue la descripción : nombre, des-
caso anterior, no lodo este libro sigue e l (( mo- c ubr idor, temple, mantenimien tos y riquezas
mineras. Señalar este hecho no es por cierto
novedad . Ya lo habia hecho Jimé nez de la
66 9. A. E., vol. 248 , 1971 . con csclldio preliminar de
Maria del C..mcn Gonzikz. y editado por Marcos Jimencz
Espada, sugiriendo que «los modelos para las
de la Espada . " Relaciones Geográficas" de Andrés Garda
• ' B. A. E., vol. 23 t . 1969. edición , mudio preliminar dc
8 . VdlKO Bayón. .. Op. tll .• uiii.

74
Céspedes, que ocupó el cargo de cosmógrafo para basar sobre ellos la distinción de un tipo
desde 1596 hasta 1611 )), le sirvieron para or- discursivo-textual de rasgos bien defi nidos.
ganizar la materia del Compendio. Los pro-
loguistas y estudiosos de un autor persisten,
sin embargo, en salvaguardar la originalidad 3. L A CRÓNICA y LA HISTORIA
del autor de turno. Y es asi que el prologuista
de Vásquez de Espinosa agrega, a la observa- Un tercer grupo bien difcrenciado de textos
ción de Jiménez de la Espada, que «puede ad- es aquel que, partiendo de algunos de los au-
mitirse en términos generales, la opinión tores y tílUlos canónicos, llevan el vocablo
de Jiménez de la Espada, porque efectiva- «historia)) como indicador de la clase a la
mente correspo nde el esquema de Vásquez cual pertenecen . Es también, paradójicamente,
a la fó rmula propuesta por Garcia Céspedes, en algunos de estos libros donde encontramos
pero no se ajusta de manera inHexible y se como sinónimo de historia, el vocablo ((cró-
mueve libremente por otros campos))69. Sin nica». De modo que recorda r la trayectoria y
duda, ni Vásquez de Espinosa ni López de el sentido que lienen ambos voca blos en el
Velasco, son los interrogados por el cuestio- siglo XVI, no es una mera curiosidad etimoló-
na rio y 10 que están escribiendo son libros gica sino, fundamentalmente, el punto de par-
(descripción, compendio) y no relaciones y tida para idcntificar la clasc de discursos a la
pueden, por lo tanto, moverse «libremente por cual aludc quien emplea, para designar lo
ot ros campos)). El uno como cosmógrafo que escribe. uno o ambos vocablos. En primer
y cronista mayor, el otro como misionero car- lugar. historia (que provine del griego 'teropia)
melita, ocupan roles sociales que los situan se emplea, en la antigua Grecia (y es así como
como relal ores particulares: son los que apro- al parecer lo emplea Herodoto)71 en el sentido
vechan las relaciones, indirectamente en el de ver o fo rmular pregulltas apremiames a tes-
caso de Velasco, directamente en el caso de tigos oculares; y significa también el informe
Espi nosa en su deambular por las tierras de de lo visto o 10 aprendido por medio de las
Indias. Pero el resul tado es que, estos libros, preguntas. El primer hecho que debe deSlacar-
no se ajustan ni a las cartas (aunque sea obvio se de este sentido del vocablo es que no
deci rlo) ni tampoco a las «historias)) (de las que contiene, de ninguna manera, el componente
nos ocuparemos en el apartado siguiente). temporal en su defi nició n. Es quizás por esta
Sino que se ajustan, mas bien, al modelo del razón por lo que Tácito 72 denomina atlQles al
informe o recopilación general de noticias informe de lo pasado ; en lanlO que llama his-
sobre Indias de las cuales el cuestionario, y las toria al informe de los tiempos de los cuales,
relaciones que de él se obtienen, son un paso por su trayectoria vital, es contemporáneo.
intermedio para la composición de los com- Tal definición la recoge San Isidoro en sus
pendios y las descripciones que, por cierto. Etim ologías y se repite, todavía, en los trata-
no escribirán los gobernadores y los vice- distas dc la historiografia en los siglos XV I y
rreyes, ni menos (dos vecinos)), sino los hom- XVII . La ausencia del componente temporal
bres de letras. En este sentido, estos libros, explica el nombre y el conceplo de «historia
con las diferencias del caso y las distin- naturah); y es así como lo encontramos, en los
ciones necesarias, pueden considerarse como siglos XVI y XVII hispánicos. Crónica, por el
parte del grupo de textos que denominamos contrario, es el vocablo pa ra denominar el
relaciones de la conquista y de la colonización. informe del pasado o la anotación de los acon-
Su rasgo distintivo, en el orden pragmático es, teci mientos del presente, fuertemente estruc-
como dijimos, ser obra de hombre de letras; turados por la secuencia temporal. Más que
yen el aspecto sintáct ico-semántico, responder relato o descripción la crónica, en su sentido
a una organización que no se basa en modelos medieval, es una (dista)) organizada sobre las
de la tradición clásica, si no en modelos fo r- fechas de los acontecimientos que se desean
jados por las necesidades del caso: recoger conservar en la memoria. En el momento en
y ordenar la información sobre las nuevas que ambas actividades y ambos vocablos coe-
tierras conquistadas"KI. Criterios suficientes
edición de las R~la~;onn Geog,áfi~as di' tnd;as de limónez
de la Espada, op. á/. I;;;_lix.
69 Op. dr ., .xiii. l' V. N. Toporov. «Les so urces cosmologiques des prc·
;o Habría que mencionar, al respecto. lu ReIDcionu mieres descríplions hisloríques». en J. M. Lolman y B. A.
peninsulares. pueslas de relieve por Fermln Cabll llero. en Uspenski, T,aulllx SIIf lu SysMm~s de Signes. Bruselas.
1&66 (d.as relaciones lopográficas de Espaftl.>l. disculW Editions Complexe. 1976. pis- 11 6.
leido en la Real Ac~ demia de la Hisloria). co mo Olras mani. " Cayo Corne lio Tácit p (hacia 54-120): los veinte libros
festaciones del mis mo lipo discursivo. aunque versen sobre de H;Sln,;", comprend en el periodo Galba·Dominiciano
la Kpenínsula,. y no sob~ « [ndi as,.. Véa.." sob~ eSlaI rela· (68·96): en lanlo que los dieciséis AnQI~s, com prenden el
ciones, el estudio de José Urb.ano Martí nez Carreras. en la tx:riodo ante rio r. Tiberio-Nelón (14-68).

75
xisten, es posible encont rar, al pa recer, cró- ido desapareciendo gradualmente y rueron
nicas que se asemejan a las historias; y el aseme- reemplazados por la historioe (narraci6n del
jarse a la histo ria, segun los letrados de la épo- tipo gesto o del tipo dloe, ésle ultimo, que ira
ca, proviene del hecho de escribir cró nicas no conformando la biografía). Es eSle, al parecer,
sujetándose al seco informe tempo ral sino el sentido en el que se emplea el vocablo ((c ró-
hacerlo mostra ndo más apego a un discun;o nica)) en los escritos sobre el descubri miento y
bien escrito en el cual las exigencias de la re- la conquista. Cieza de Le6n, a pesa r de q ue
tórica interfieren con el asiento tempo ral de los tilUla ChrÓllico del Peru a su libro, no tiene
acontecimientos n. Las dos actividades que ningun e mpacho en afirmar, en el «proemio
designan am bos voca blos tienden, con el al lectOr», «y cobra ndo ánimo, con mayo r
correr de los tiempos, a resumirse en la his- confianza determiné de gastar algún tiem po de
forja la cual. por un lado, incorpora el ele- mi vida en escri bir historio)) . También : «y
mento temporal y, por el otro, des plaza a la si no va escripta esta hiSlOrio con la suavidad
crón ica como actividad ver baP •. De estas que da á las let ras la sciencia, ni con el o rnato
interferencias, las cuales producen la si no- que requeria, va a lo menos llena de verdades».
nimia de los voca blos, nos da debida cuenta
---en el siglo XVIT- Jerónimo- de San José,
cuando trata de «los va rios nombres que se
dan a la Histo ria»:

El primero y mb ordinario. y aun más


universal, segun el común modo de habla r,
es este nombre de Historia, el cual se origina
de una voz griega, que quiere decir, conocer,
ver o minlr ( ... ). Llilmasc también Crónica;
y nueslra lengua espai\ola que no sufre as-
pereza, ni difi<:ultad en la pronunciación y
sonido de lus palabros. y por eso añude o
quilll letras a las dlttloncs ilsperas. pare-
ciéndoselo ésta le añade una o en la primenl
silaba diciendo CorónÍC1l, y de ahl coronista:
aunque los muy escrupulosos eruditos siem-'
pre retienen La propiedad griega, diciendo
crónica y cronista, y lIun la orlografia de
aquella lengua retienen escribiendo con h
ehróniea ( ... ). Es, pues, Corónica la Historia
difusa de alguna Republica eclesiástica, re·
ligiosa o seglar ajustada a los años, aunque
no lan ceñida y precisamente como los
Anales o Diarios. Pero Crónico es Historia
breve y cei\ida, ajustada a los ai\os. La cual
también se llama Cronología y especial-
mente si es narnlción y averiguación de ai\os
y de tiempos. porque Chronos es voz griega
que significa tiempo ".

Este analisis nos recue rda que ya hacia el


siglo xvrlos antiguos a na les y c rónicas habian
Crónico ,Ir! Pt,,;, edición de 1554
TI Los vou blos de "Mlts y c";"iNJ.J. Ku/lados ~n la An_
tI,li«Iad, son 101 voca blos principales que se COnservan en
la Edad Media pan. ¡'lentar 1". uon tecimienlOS no"ble:o.
Anales y cróniCI$ eslabMn li!ados. las ~det ÍCIs de la ' Pesia
Concluye, ademas, refiriéndose a la muy co-
y • la confección de cakndarios y de ciclos pa$Caks. Véu.. nocida definición que Cicerón da de la his·
RCJÍnald L Pooic, C/",lnie/ts ",Id A,,""Is. O~rord, al",n- toria llamá ndola, curiosamente, no historia
don Press, 1962. sino escripfuro: .. y , así, llamó á la escri ptura
1< Los Mndcs y lu crónicas t~ndcn a dHlparcccr hacia el
si810 XVI y S<' r«mpllun por las narraciones hil1Óricl. Cicerón testigo de Jos tiempos, maestra de la
del ti"" ,tSla o dlM. Cfr. K. Keuchk. 1/iJllNia. G.rrlriclrl~ vida, luz de la ve rdad». Pese a los nombres q ue
d;r W.,..rtl ""'¡ I"ine' 8"d,~r~"6 ¡" <In A"rikt ~'" ¡" tkto e mplea Cieza para remitir a su escrito. queda
wm,,/f;sclr,/f Sp,,,clrtn. Munsler. 19:14.
TI Gtn;" ik ID H IsIlJ'ia (16$1). EdiciÓf\ moderna con cn·
clara la (únlención» del tipo de discun;o q ue
layo bio-bibliolritko y nOlas por fray Hisinio de Santa ado pta y la formación discun;iva e n la cual
Teresa. Vicloria. Ediciones del Carmt'n, 1957, ¡M" 270, lo inscribe. Ejemplos como éste no son difi-

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ciles de encontrar y, a veces, puede emplearse gación de informar, sino que lo hace acep-
anales, en lugar de crónica, para designar la tando el fin que la caracteriza y la distingue
narración de aco ntecim ientos «dignos de me- (i.r.: el fin de la actividad historiográfica).
moria» que corresponde a la historia 7(\. Hay, El fin de la historia (del escribir historia) se
si n embargo. un caso que merece mayor aten· caracteriza. por un lado. en un nivel filosófico
ción: el prólogo a la HiS/(Jria dI' las Indias 77 • y. por a lTo. público. En cuanto al primero. sa-
del padre Bartolomé de Las Casas · . Dado el bemos desde Aristóteles que la historia se
volumen de la bi bl iografía sobre el padre Las diferencia de la poesía por ocuparse de ver-
Casas, relativamente poca atención se le ha dades particulares, en tanto q ue la poesía
prestado a este prólogo. Quizás debido a que la lo hace de generalidades ve rosím iles. El fin
figura de Las Casas ha despertado mayo res público de las verdades particulares es el de la
inte reses ideológicos que hislorigráticos. Entre utilidad comunitaria. Los propósitos, sin em-
las excepciones se encuentra el apartado VI bargo, pueden variar de ac uerdo a los fi nes.
de la int roducción de Lewis Hanke a la citada Así, por ejem plo. Las Casas comienza ana-
edición de la Historia. que lleva como titulo lizando las causas que movieron a diversos
«Por qué escribió Las Casas historia». Como historiadores a escribir. Siendo teleológico el
10 señala el reco nocido especialista «Ningún sentido que tiene en este caso la palabra
historiador español del siglo XV I ha expuesto causa, Las Casas está buscando más los
de for ma tan docta y tan clara como Las Casas motivos o propósitos que impulsaron a los
los motivos que le im pulsaron a escribir his- escritores a escribir historia: algunos. nos dice,
toria» (pág. Ivii). Este prólogo es, sin lugar deseosos de fama y gloria eligieron escri bir
a dudas, el «tratado» más com pleto redactado historia por «polidas y limadas palabras. dul-
en el XVI por los historiadores india nos. Ten· zura y hermosura suave de decir)}: otros para
dremos oportunidad de volve r sobre él. Por servir y lisonjear a 105 principes; Olros para
el momento sólo nos interesa lo que nos dice rescatar los hechos acaecidos en su tiempo del
Las Casas de por qué escri bió «historia». olvido; otros «compelidos por la necesidad
El prólogo, en s u primera parte, es un listado de contar lo que de sus propios ojos vieron»
de erudición señalando (en los historiadores (pág. 3). El fi n y el propósito se resumen en la
griegos romanos. hebreos y, ent re ellos, dando frase siguiente : «Resta pues afi rmar. con ver-
un especial lugar a Cicerón) los motivos que los dad solamente mo ve rme a dicta r este libro la
impulsaron a escribir historia . Al concl uir este grandisima y última necesidad que por muchos
analisis, Las Casas observa: «¿Dónde va a ailos a toda España. de ve rdade ra no ticia y
parar tanto y tan luengo discurso de prólogo, de lumbre de ve rdad en todos los estados della
traye ndo tantas cosas de originales antiguos? cerca deste Indiano Orbe. padecer he visto»
Digo que a poncr los fundamentos y asignar (pag. 12). Si bien el ejem plo es flaco y no po--
las causas de todo lo que en eSla Co'¡mlca de demos aquí detenernos en estos pri ncipios
estas In dias pro pon go deci r. va todo lo suso· defi ni torios de la formación discursiva his-
dicho diri gido» (pág. 12. cursivas ag regadas). toriográfica. baste para decir. repitiendo. que
Lo cual es un ejemplo bastante convincente de cuando la fo rmación discursiva exisle es ésta
la si nonimia de los voca blos o. mejor, del la que de alguna ma ne ra dicta la forma y los
empleo de corónica para referirse a la hislo- mot ivos por los cuales se emprende la acti·
ria . vidad de escribir. Y. si no en lodos los casos
10 vemos ta n cla ramente fo rmulado como en
Antes dc ocuparnos de algunas de las prin- el padre Las Casas, toda atenta lectura los
ci pales figu ras de la historiografia indiana. revela diseminados en los prÓlogos y en aque-
mencionemos rápidamente los aspectos que llos en unciados que no son descripti vo-narra-
caracterizan a [a historiografia como fo rma- tivos sino «palabra del historiadOr»; donde
ción discursiva. Ello quiere decir que quien éste «toma posición» y hace ex plícitas las
escibe hisloria no 10 hace, como en el caso de reglas del juego que adopta. Tendremos opor-
las cartas y de las relaciones. sólo por la obli- tunidad de señalarlo en las páginas siguientes
cua ndo nos ocupemos de historiadores par-
,. A'; Rlly Di •• de Guzm'n ,i,ula AlUlln Jtl dlK14IKi· tic ulares.
mi~~ro ""b/arlo,,}' NJ"qwiJlIl <ir/ RI" dt /(l P/QI" (escrito hacia Un segundo y fundamental aspecto es el de
1(12). y es lam birn alUlln el yocablo q llC ~mpl~a el autor
("tomando 1. pI~",. ¡wota ncribir ($tOS .... k1 <kl <kKllbri. la «causa eficiente» 78: el historiador. Como en
mi~nto~).
11 lIiJl(J<1D dt /M l~diiU. Edkión de: Alustín Míllarc, 71 El padre Las CUIS usa lu cuatro uuou ",stotél;cu
C..1o y e.ludio ¡nli",inar de le"';s Hank~ . Mhico. tanto p;I'" d~fin;r la historio,rafia ~o mo p;I'" oo:~ plin ...
f . C. E.. 19"- "',. .\·22. los aeontedm,en tos qur la hIstoria curnta. Est~ modelo .
• Vbsc. Cn estc mismo volumen. A. Samt·Lu. « fray popul a r ya en el "glo XYI. lo «,'um~. para ho h" loroo,rMlia.
8anolo"* de lu C.sas». ~n 161 1. C.brcTl <k Córdoba : " Yo di,o. n ID lri~I",/(l "a·

77
toda formación discursiva, ésta regula las materia. La +chistoria universal)) comprendera
condiciones q ue debe n cumplir los agentes de asi una historia que comienza con el ori@.endel
tal actividad. La historia exige que el historia- mundo (a la cual suele a veces denominarse
dor cumpla con determinadas condiciones. lambién general. por ejemplo. «La General
De nuevo Las Casas se hace cargo de este as- Historia»). La «historia general)), en el caso de
pecto: +cTampoco conviene a todo género de Indias se delimita la mayo ria de las veces topo-
personas ocuparse con tal ejercicio, según se gráfi camente. Finalmente. la +chistoría parti-
entendía de Methástenes, sino a varo nes esco· cular» lo es de una nación o de una región . De
gidos, doctos, prudentes, fi lósofos, perspi- acuerdo a estas divisiónes vemos que en la his-
cacisi mos, espi ri tuales y dedicados al culto toria del siglo XVI predomina lo ((general ; moral
divino como antes eran y hoy son los sabios y nat ura]¡l; en tanto que bacia el XVI I la tenden·
sacerdo tes» (pág. 6). En una palabra, la escri- cia mas marcada es hacia la ((historia parti-
tura de la historia no puede dejarse en manos de culaD. Lo cual. de ninguna manera indica que
cualquiera, sino de los lelrados, No obstante, la no hubiera «historias partieulares» en el XVI
historiogralia indiana brinda una excepción a ni «historias generale5lt en el XVII . Veremos in·
la regla dadas las circuns tancias históricas que directamente este aspecto en los apartados
hace a ca pitanes y soldados to ma r a su cargo siguientes.
una larea que no están en condiciones de No sólo es Fernandez de Oviedo el primero
hacer. Por esta razón encontramos, en los que emplea el vocablo «historia» en el con-
casos en los que la historia se ejercita por lexto que eSlamos estudiando. sino que lo hace
personas no Iladecuadas)) para tal práctica, con plena conciencia de la actividad historio-
los «pedidos de di sculpa ~ que no sólo ma- gráfica que emprende 79. Como ha sido seña·
nifi esta n el tópico de la «falsa modestia», lado repetidas veces por los especialistas en
sino también la conciencia de estar ejercita ndo Oviedo, sus viajes por Italia y su cercanía a
una práctica que tiene sus preceptos y, entre la familia real le dan la oportunidad de conocer
ellos. aquél que atañe a las personas indicadas las tendencias intelectuales de su tiempo y estar
para hacerla. al corriente de las preocupaciones de la con·
Finalmente, la formación discursiva se ca· ciencia let radaSO, El hecho de que se haya
racteriza también por las divisiones internas puesto en duda cuan letrado era o cuánto
que establece. Aunque no podemos decir que latin sabía, no es cuestion en litigio para este
haya, én los siglos XVI y XV II , criterios d aros capítulo. Lo cierto es q ue sabía ItlO suficiente»
sobre la división de la historia, hayal menos como para orientar la ruta de su trabajo.
ciertos principios generales compartidos que Las huellas de estas orientaciones seencuentran
podemos resumir de la ma nera siguiente : a lo largo de la Historia General y Natural
de las Indias SI , mediante opiniones y referen·
1) Historia Divina
t'rs. Historia Nalural cias bibliográficas. En el prohemio al libro
{ Hisloria Moral XXXI, por ejemplo, comienza con una cita
Hi5toria Humana
2) Hi510ria Univcrul t rs. General y Panicular, de Cicerón, continúa con los versos de Petrarca
en los cuales Alejandro, frente a la tumba de
La división 1) se basa sobre el «contenidolt Aquiles, «dixo suspirando»: IIOh! afortunado.
de la historia. Como se sabe, la +chistoria na- que tan cla ra trompeta hallaste. é quien de ti
lural y morallt cubre lo que con posterio- assi altamente escribiese.» Lo que Oviedo
ridad al siglo XVIII se divide, por un lado, en extrae de esta referencia es el hecho de que
disciplinas independientes (botánica, zoología, +cestas palabras de Alexandro muestran la
sociología, psicología, etc.). Por ot ro lado, la envidia que ovo de aver tenido Achiles tan
«historia humana» se produce en un marco alto escriptor para su histo,ia. é quel para la
epistémico que no marca todavia el conflicto
q ue ve remos aparecer hacia fi nales del siglo ,. E. O'Gorman ha seilaladoestc upcclo. Aunq..cincurra
XIX bajo la división de +cciencias naturaleslt en el equívoco 1Obn: la .tradlloCC"ión» del ClMibtlJu (cfr.
¡¡' s. (Iciencia humanas o del espiritu». La se- Cedomil Goic, « La no .... '" hispanoamericana de los $ilIO$
XVI. XVTt y ~Vlll •. en este: mismo volumen). no ..... menos
gunda división atañe no a la materia sino a viTidu son obK1v.o<;iones oob", 1;0 oconcicncia hiSlorioar'-
los limites temporales (cronológicos) y geo- Iicu que 1.1;$ Ind ias despiertan en (hiedo (..owiedo )' MI
~ H i$loria amn-al )' natural de: las Indiu ». proloao a la
M

gnHicos (topograficos) en los que se enmarca la


de krMn, dilllOftJ dr fu N~trtl E.fpaíID, Mhico. UNAM .
1946 .
"tlcibo « "~,lI<Idrs ,.. Iwmbrr Silbw, po.,Q ~..stil<l, ti bkro .. Sobre la bwlfalla de O~lcdo 'e~se José de '" I't fta Y
.;<;,. COlista w.. ddinición de cm«tI '1 diferencia. '1 con· C'mar • • -<:Gntrib\lcioncs dtXU!llClllab y m licu para una
tiene lu Cuatro CII..saJ., material. (or .... l. dicie:ntc y final_ bio ..... r.. de Gonzalo Fern.índu de Ovicdo_. Rrr/s'Q lit
~ "~I(.,,,, "",tJ CfI'~"'"'''' Y rsc,¡birltJ. Edición de s.n(Ía~ (,1I1/,u, num o 69.70. 19S7. pipo 6O)·70S .
Montero Diaz, Madrid. ' ..... iIIlIO de Estudios Polítiros, • • Madrid. Imprenta de la Real Academia de la Historia.
1948, p40,. 24. ISSI. " vol s. Tod •• l•• tÜ .. corresponden .. est. edición.

78
suya no tenia tal coroniS/Q)). Sena1emos. al
pasar, el empleo sinóni mo de eseriptor y coro-
niS/Q para designar el agente de la actividad de
escribir hiSloria, para subraya r la evidencia que
el párraro deja del conocer los requisitos de tal
actividad ; aunq ue lo dicho sea d icho, como en
este caso, para justificar lo que le ralta a la
suya: ((porque en la verdad el esti lo yelocuen.
cia del auctor de una ramosa historia mucho la
engrandesce e sublima por el ornamento de su
graciosa pluma e sa bio pr~eder, ó mucho lo
que le disminuye del propio velar, quandoen el
tal escriplor no hay la habilidad q ue se requiere
en cosas grandes)¡ (vol. 111, 185). En esas pala-
bras no sólo se evidencia la conciencia del
«estilm¡ sino también la del «tema¡¡ de la his-
to ria: se. (,cosas grandes»,
Oviedo destaca «lo natural» en el primer
inrorme que titula, precisamente. Sumario
de la Na/ura/ HiSloria: pero su obra mayor.
como sabemos. lleva el título de Historia Ge-
nerar}' Natural de las Indias. Es cierto sin
embargo, que esta historia se ocupa también
del aspecto «moral». Veamos por separado
"lo naturahJ y «10 moral», observando, para
«lo generah¡, q ue ello pone de relieve el hecho
de q ue la historia se ocupa de la totalidad de
las nuevas tierras desc ubiertas.
a) ¿Cuál es la concepción de la historia
natural que subyace al libro de Oviedo? En La historia gl'lreral l JI' las Indias. edición de t5 35
primer lugar es la tendencia a valorar la ex-
periencia, sobre todo en relación al momento ción de la materia (la realidad natural de las
cultural y a la significación de las nuevas tierras Indias) organizada sobre el modelo de un
descubiertas, dejando de lado los lapidarios y libro. Plinio no sólo inspira, sino q ue diela
bestiarios medievalesU. En segundo lugar, el el orden expositivo. Veamos alg unos ejem plos.
hecho de que esa experiencia le sugiera ((con- El libro 1, por ejemplo, consta solamente del
tinuar» la obra de Plinio: "y razon es que le (( prohemio» a los libros de esta primera parte.
ayudemos a escribir lo que no supo ni hallo En el Libro 11 se aclara por qué el libro 1
escripto en las partes australes é occidentales consta solamente del (( prohemio>J: ((Pues Pli-
destas nuestras Indias ni en las otras regiones nio contó su prohcmio por primer libro, sea
della» (vol. 1, 387)Sl. Ahora bien. lo notable assi mi int roducción precedente cn quien
es no sólo que se trate de ((ay udar a escrebi r)). comienzan los míos, e questc llamemos se-
la HiSIorw. Natura/de Plinio con lo que Oviedo gundo)!. Este pruri to llega a dimensiones insos-
conoce directamente en Indias, sino que tal pechadas en el l ibro XII , cuando se propone
experiencia esté ligada al modelo que le ofrece hablar de los animales y j ustificar el porqué
el libro de Plinio. La concepción de la historia Plinio destinó el libro VI II a los animales
natural se manifiesta, entonces. en la exposi- terrestres en tanto que el. Oviedo. le destinará
el XII . El lector podrá duda r de la importan-
al Cfr. J. A. MarualL, d.a capemncio. persoul y la au· cia de estos detalles. pero son precisamente ellos
looomia de la r1l1ón_ y _La upcrM:ncia del descubrimienlo los que nos muestran la particular ((estruct ura
de Am~rka,.. en LQ$ f/1cr"'~$ <k //1 1<k/1 lit PMB'lSO t n t i
R.",,<lmi,nlO lSfHliltJI, Madrid. Rul Academia de la His- concept ual)) de la historia natural: q ue con-
toria.I%3. siste, en el caso de Oviedo. en la organización
Il Sin embar, o, se ocupo <.k ma~ar la d¡rc~nci. cnl~ la de la materia sobre el modelo de un libro.
lecl ura y la upericllcia : «Todos eslOS libros eslan divididos.
squn el ,énero ~ calidad de ].u malena. por donde di,.;u,ncn ; Nada nuevo en este hecho. lo que nos interesa
las qu.les no hcucado<.kdOl mil1 mil1arcsde volúmcncsquc destacar sin embargo es q ue, al parecer, Oviedo
haya Icydo. como en el lugar suK> alesad o Plinio escri be no toma en cuenta ni el hecho de que el libro
(... ) pero )'O acumule lodo lo que aq"'; cKribo ck dos mili VII de Pli nio haya tratado del hombre y en el
IlÚlloncs de I"'bajos y MOeUid.dcs ~ peli,ros en ""ynle
e dos .ftos e mas q\lOe ha quc veo y upcrimcnto por mi pet- VII 1se disponga a tratar, siguiendo la jerarq uía
SOno esta, co.. s. ~ (Vol. l. 6.) del modelo aristotélico, (dos ot ros animales y

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primero de los terrestres» (Ad r~fjqua /ran- rrectos S6, tampoco debemos dejar de lado el
seamus animalia, el primwn li'rres/ria); ni criterio acumulativo y noticiario que carae.
que la /(jgica no sea la del nümero sino la del leriza, en estos momentos, a la historia natural.
conup/o : la división del mu ndo natu ral en b) ¿Cuál es la concepción de la «historia
animales, vegetales, mi nerales; y, en el rei no moral» en Ovied07 Dos aspectos, comunes en
animal, la división entre racionales e irracio- otros escritores de la época, pueden damos
nales. Este modelo, que desde Aristóteles se una aproximación al problema. En primer
extiende hasta finales del siglo XVIII, es evi- lugar, la concepción de la historia como memo-
dente en Plinio al comenzar al libro VIII con ria de los hechos notables del pasado, y el de la
los ani males terrestres y darle el primer lugar historiografía como el discurso eurilo capaz
al elefante, porq ue es el que más se asemeja de cumplir tal tarea.
al hombre (Maximwn ~Sl ~/~phas, proximunque
hwnanis se/'lSibus). Junto a este apego al orden Por todas las viu que he podido, después
del modelo, se encuentra en Ovicdo una gran que' estas Indias passé, he procurado con
preocupación por el arde" de mate ria expuesta: mucha atención , aS¡¡ en estas islas como en
orden que toca mayo rmente al discurso pero la Tierra- Firme, de saber por qué manera ó
forma los indios se a.::uerdan de las cosas de
no al cQncepla. El orden conceptual oscila su principio é antecesores, é si tienen libros,
entre las necesidades que dicta la experiencia o por cuáles YC:Stigios é sei'iales no se Iesolvida
(tanto el «sumario» como la «histo ria» co· lo passado. Y en esta isla, á lo que he podido
mienzan, en lo vegetal, por el maiz que provee entender, solos sus cantares. que eU os llaman
el pan como alimento básico) y el conocimien- areytos. es su libro o memorial que de gente
to comun de los reinos vegetal y animal. Al en ~nte queda de los padres a los hijos. y de
poner en perspectiva el concepto de historia los prcsentC$ a los venidores ( ... ) (vol. 1,
natural en el siglo XVI (sin emplear tampoco piS. 125).
tal perspectiva para «valorar» la obra de
Oviedo). es util reco rdar que el concepto de la Para la historia moral, la definición de
comi"uidad que se mantiene todavía en BurTon Cicerón es el modelo seguido. En éste, la his-
(i.e. cuando del caballo, por ejemplo, se pasa to ria no sólo se reduce a la memoria de lo
al cuadrupedo, de los cuadrupedos a los pá- pasado, sino que también se concibe como
jaros, de los pájaros a los reptiles y de los rep- «narración» (o relato). Tal narración, que
tiles a los peces) se basa sobre el presupuesto im plica la temporalidad, presupone, a su vez,
de un mismo plan o un mismo diseño que es el el discurso verbal como unico siste ma de
de los a nimales ve rtebrados. Si este es uno de signos peninente para hacerlo. En Oviedo, al
los grandes aportes de BurTon a la historia menos en el párrafo citado, esta idea no está
natural, el paso siguiente corresponde a Cu- claramente expresada aunque el «solos sus
vier y es el de proponer, para el reino animal, cantares» , localiza (y quizás minimiza) la
no un plan sino cuatro : el plan de los vene· transmisión oral . La ;dea que subyace a ést~
brados, el de los moluscos, el de los insectos observación de Oviedo podemos inrerirla de
y el de los zoofitos. Pero esta discon1inuidad, otros escritos, entre ellos la historia de Jase
tomando como unico ejemplo el reino animal, de Acosta, sobre la que volveremos más ade-
no se conocerá sino hasta principios del lante; también de los Comentarios Reales
siglo XIX 84. La historia natural hasta el mo- del inca Garcilaso de la Vega (L. 1, cap. XV) :
mento de BurTon, quien la orienta hacia la «- Inca, tio, pues no hay escritura entre voso-
busqueda de «sistemas», se manifiesta en la tros. que es la que Iluarda la memoria de las
acumulación de inrormación, de tal sue rte que cosas posadas, que noticia teneis del origen y
la historia del caballo o del asno consistirá en principio de nuestros Reyes» (cursivas agre-
lo que los antiguos pensaban, todo lo que se gadas). Aunque esta concepción es la que pre-
han ima!inado de sus vi rtudes. carácter. coraje. valece de tal manera de ir reduciendo cada vez
los usos o empleos posibles. los cuentos que mas la noción de historia a la de historia
existen sobre ellos, los milagros a los que están moral, tiene sin embargo sus opositores entre
ligados en ciertas religiones, etc. S5. Sin llegar a los tratadistas de la historiografia; entre ellos,
tales extremos, y aunque Oviedo haya obser- el principal es Francesco Patrizzi S1.
vado aspectos que aun hoy se consideran co-
16 Enrique Álv. rez liIpu_ d ... Historia Natural <Ir: Fu·
nindr:::r de <>mdo», Rnul" • 1....,. 69-70, 19n, "'¡i.
.. Cfr. P. Rourcns, HUIDi" . , " ...." .... tI dn iJhJ '" nas S.1 ·60L
Bu/f/)ll. P..... tsso. NII<va tdiciÓI\, GinebrJ,. SbLtine 11 lHllII Hu' ",. dia IÜiIIofIU, Veoeo;ÍIL. I S60 (0 ..1080
Repr;nls, 1971. "'p.. 3S-4' .
1I Ot~,·'tl, "'ril, O.,ni... Fn!rcs, lIUJ. l. l . <tPremier
Terzo), Empleo 11 versión r.csim ilar rrcoPda por KeuIer
m . Al T"lwtwtlil<n Hummtúlisclln Gtl(.k~IU(~,tl~.
DilCOu/SlO. "',. 13. M"I\kh. Wilhelm Fint Verl.... 197 t .

80
Una aproximación más particular de la
concepción de la historia moral en Oviedo,
podemos ejempli 6carla tomando el capitulo
XXIX, del Libro XXX III , dedicado a las
conquistas de Hernán Cortés. En eSla parte
comienza citando palabras de Cicerón despues
del castigo de la conjuración de Catilina (segun
la versión de Salustio, D~ B~lIo Cotnilinorio),
en las cuales palabras éste pide: ((Por estas
cosas grandes (... ) vueSt ra perpetua memoria
de aquesta jornada. De la memoria vuestra,
o h, romanos de ella sean mis cosas nodridas:
crescerán por las palabras, e dura rán por las
historias to mando siempre una mayor fuerza
( ... ) Palabras, memorias, historias, perpetua-
ción del pasado y perpetuación de la jama;
base de la concepción de la historia moral o de
la conservación de los hechos humanos me-
diante «historias escritas». Sobre esta base,
como lo hizo anteriomente con el ejem plo de
Alejandro. Oviedo conecta sujustil1cación para
escribir la gesta cortesiana : «Más es muy justa
cosa que en la memoria de los q ue viven estén
escri tas las hazañas e fechos memorables de
Hernando Cortes» (vol. 111 , pág. 412). Esta
concepción de la historia humana la veremos
acentuada en el siglo XVII con el agregado de la
importancia que la ~/oculio adquiere en la na-
rración (por ejemplo, Antonio de Solis). Crónica J(t nt ,af dt fas fndiru. edición de I SS)
En Francisco de Góma ra encontramos otro
ejemplo de la concepción de la historia moral
aunque ésta sea sólo una parte del libro que se que se escribe Hispania Vitrix, se agregan los
an uncia bajo el título general de Hisponio designios parliculares que caracterizan la pri-
Vitrix y que se compone de dos partes : la pri- mera y la segunda parte. Comenzaremos por la
mera la Historia General de las Indias y la segunda, altera ndo el orden, para continuar
segunda, La Conquista de México, «Segunda de esta manera el tó pico que introdujimos al
parte de la Crónica Genua/ de las IndiaS» hablar de la concepción de la «historia mo ral»
cursivas agregadas)l!lI. El libro se escribe en loa en Oviedo.
a las glorias de España que Gómara hace ex- En primer lugar, la Conquista de México se
plicitas en la dedicatoria a «Don Carlos. Em- organiza desde el nacimiento hasta la muerte
perador de Romanos y Rey de España»; de Hernán Cortés. Esta organización muestra
así como tam bién en el capit ulo final de la (aunque no sean -como 10 veremos- los
pri mera parte. En la dedicatoria, Gómara designios de Gómara) la estructura de lo que
repite en sus palabras lo que habia señalado mb tarde se consolidará como un tipo dis-
C. Colón en la introducción a su ((Diario de cursivo historiográfico: la biografia89. El «fim)
navegación» : ((La mayor cosa des pués de la de esta historia es el de narrar los hechos nota-
creació n del mundo -dice Gómara- sacando bles de una persona para resca tar del olvido
la encarnación y mue rte del que lo crió, es el la memoria de sus hazañas: estableciendo así
desc ubrimiento de Indias (... ) Quiso Dios des-
cobrir las Indias en vuestro tiempo y a vuestros
vasallos, para que las convirtiésedes á su lQ Dejcmm de ¡.do. al Irallr " ,. ~onqui,¡a de Mb ico_.
santa ley (... ). Comenzaron las conquistas de et problema de •• • biognoliu. loo t u.' podría .nalitlOnccomo
¡;po d iscursi vo de: ¡" rormación diKursi ... historio.r' fica.
Indiosacabada la de los moros, porque siempre Puede con'u ........ al respecto. JO!i: Lu is Romero. !if>I,,~
guerreasen españoles contra infieles». A estos ID biol,QJitl Y la AÚIe>ria, BlOCn os Ain:., Sud.med,,. n.,
designios generales que sitúa n el \\11"" con el 1945. Para 10 qlOC poddamos con.iderar la maniftSla~ión
an ltrior dellipo autobiográfi co. ,·Iu.. co nsúhnc H. Dele hay
us UI~"""s A",iol,(lphiqws, 8rllscla5. 2." cd .. 1906. Sobre
u Las merencias son • ¡" edidón de: B. A. E.. l. XXII. ¡" bio¡rar.. en ,encr.l. J. A. O.. raly. TM NII/wr. of Bi~
¡"lIdrid. 1946. I'",",Y. Nllev, York. 1951.

81
la fama de la persona historiada 90. Gómara para emplear el propio vocablo que ellos em-
aclara este aspecto en la dedicatoria a don Mar- plea n, a la historia. En este aspecto de la con-
tín Cortés, ma rqués del Valle: «A ninguno cepción de la historia moral es donde coinciden
debo intitular, muy ilustre señor, la conquista Oviedo y Gómara ; aunque Oviedo acentúe
de Méjico, sino a vuestra señoría, q ue es hijo el valor de la experiencia en la escritura de la
del que lo conquistó, para que, así como heredó histo ria y Gómara responda más al homb re de
el mayorazgo, herede también la historia. En letras que 10 faculta (por ello y no ne<:esaria-
lo uno consiste la riqueza y en lo otro la fama .» me nte por la experiencia dire<:ta) para hacerlo.
R. Iglesia, apelando a otros escritos de Gó- Hagamos un paTentesis y, antes de llegar
mara, ha resumido en for ma clara su con- a la pri mera parte de la historia de G6mara,
cepción de la historia mo ral, al deci r que integremos a Bem al Diaz del Castillo· y su
((para Gómara, en una palabra, la historia es Verdadera Historia de los Sucesos de la Con·
esencial mente la biografia de los grandes hom- quista de la Nueva España93. No encontraremos
bres» y cita, en apoyo de su afi rmación, el en Bernal Oiaz, como en los de más historia-
prefacio de la Cr¿mica de los Barbarrojas: dores, una clara posición con respecto a la
actividad escript ural que emprende. El vocablo
Dos maneras hay, m\ly il\lSln: sei'lor, de verdadera tiene más peso, en este caso, que el
escrebir historias. La una escuando se escnbe voca blo hislOria puesto que, sabemos, Bernal
la vida, la 01111 cuando se cuen tan los hechos Diaz nos ofrece la «otra cara)) de la Conquista
de un emperador o valiente capit'n. De la de M¿jico. laudatoria de Cortes, escrita por
primera uuron Suetonio Tranq uilo, Plu- GÓmara. No es la otra cara porque sea nece-
larCO, San Hierónimo y ol ros muchos. De
aquella otra es que tod os tie nen de escrebir ;
sariamente ua nti·Cortés» sino porque se es-
de la cual, para satisfacer . 1 oyente, bastará criben no las hazanas de un «valiente capitám)
rel.lar solame nte las haz.ai'las, guerras, "ic- sino de los soldados. Es por esta raz6n, quizás.
tonas y desastres del capit'n. En la primera por lo que Bernal Diaz emplea, indistintamen-
hanse de decir lodos los "icios de la persona te, ellérmino relación como sinónimo de histo-
de quien se escribe (... ) Ninguno me reprenda ria; jjComo acabe de sacar en limpio ésta mi
al prescnle. si di.l.ere algo, o echare a menos relación. me roga ron dos licenciados que se las
alguna cosa en esta mi eseriplura, pues no emprestase para saber muy por extenso las
tsuibo l'idiJ, sino hislOria, aunque pienso,
si los alcanza re de dlas. de escrebir asimesmo cosas que pasaron en las conquistas de Méjico
sus vidas91 . y Nueva-España, y ver en qué diferencia lo que
tenían escrito escrito los eoronistas Franc:isco
L6pez de G6mara y el doctor lIIescas.,,»
Notemos, de nuevo al pasar, el vocablo (pág. 315), Es también en ese capítulo CCXII
crónico empleando en el titulo y cl de historia donde Bernal Diaz se confiesa iletrado pero
no s610 empleando en el prefacio si no tambien defiende, pese a ello, la verdad de lo dicho:
cuidadosamente distinguido de vida. Yernos así «e yo se la presté, porque de sabios siempre se
más claramente por qué le dedica la segunda pega algo á los idiotas sin letras como yo soy,
parle de la Crónico Generol de las Indias a la y le dije que no enmandasen cosa ningu na de
gesta de Hernán Cortes: la na rración de los las conq uistas, ni poner ni quitar, porque todo
hechos de (un valiente ea pitám), se considera lo que yo escribo es muy verdadero» (pág. 315).
historia y no vida92 , Yernos también un ejemplo No s610 esto sino q ue también, al escuc har las
de lo dicho más arriba cuando seihtlábamos o bservaciones que le hace jje! uno dellos muy
que las narraciones del tipo geyta y del tipo retórico», senalándole que jjpara dar más
vito, más comunes en el medioevo, pasan a eredito á lo que he dicho, que diese testigos y
constituirse, en el siglo XVI, como tipos dis- razones de algunos coronistas que lo hayan
cursivos integrados a la historiografia; o, escrito, como suelen poner y alegar los que
escriben, y apr ueban con otros libros de cosas
pasadas, y no deci r, como digo tan secamente,
90 Sobre la r.ma ell la his.orio!,afia vtasc tI Utdenle esto hice y tal me acaeció, porque yo no soy
re Sumell de Victo, Frank en El _,,",ijol'W- tk GDllz,,1D
Jim;'"" tk QwstnIa Y Jas (~pci_~ tú R,alidtJd y Vmlad test igo de mi mismo» (pág. 315), Bernal Díaz
,,, ID ;potll tú fa (onUIl",forfIIiJ y d monlrrismo, Madrid, defiende su experiencia apoyándose en el tes·
Ed j(:ioncs C\lhura Hisp;6n iea. 1%3. p;6p. 11l.l-216. timonio de Cortes y del virrey don Antonio de
" Citado pOr Ram ón Il lel i.. C,onisras , HislO';"""'~J Mendoza sobre su propia traye<:toria en Indias
tk la Conqul!l/J tú Müico. Mbito. El Cok"o de Mhico,
\~I., ~\. \C&. c.~\'U 11!~dllS . . (cfr. pág. 315). Pero el libro de Bernal Diaz
'» Para" tradieion <k lo que tt\ t\ i..tl\~tI\"ItI\\I)'I:. kJ\1)-
mi". ,·ida. ver H . Ockhay, op. d I. Ackmb. del mismo lula' .
_La mélhO<k historiquc et h.¡iog.. phique». tn BIII/nin , V~asc. en este mismo voI\lmat. M. Alvar, dlt.l\lI.\
tú la Cltn# d~! Urlr" ~I dI! $cir1lCtJ Mo<alts t I Pa/i,ÍlJI"s, Diu del C;uliUO>o.
5'- strie, (: XVI. nu ms. 5--7, 11130. JNop. 2 1&·31. tJ B. A . E.. 1. XXV I. 1941.

62
es algo más que el «documento» irrem plazable Toda hiSloria, aunque no sea bien escrita.
de su experiencia y ocu pa tambi t:n su debido deleita. Por ende no hay que I'«omendar la
lugar text ual. Al parecer dos son las razones nueSlra (... ). El romance que lleva es llano
fu ndame ntales que le otorgan este lugar en la cual agora usa n. la orden concertada e igual,
histo riografia de la conqui~t .. : los capitulos corlos por ahorrar palabra. las
sentencias claras. aunque breves ( ... ). Contar
a) una, como ya hemos dicho. la de hacer cuando. dónde y quien hizo una cosa. bien
la his toria no de ,ca pitanes o de e mperadores se acierta; empero decir cómo es dificultoso :
sino de elevar al ra ngo de personaje digno de y así siempre suele haber en estO diferencia.
ser historiado a los pa rticipan tes en las acciones Por tanto, se debe contentar quien lee his·
de la conquista ; torias de saber lo que desea en summa y ver·
b) la otra. un cierto imponderable como dadero ( ... ).
es «el aTle de cantan). que lo destaca sobre
informes semejantes de otros muchos capitunes El estilo condensado de Gómara se mani-
o desc ubridores. fiesta aun en este prólogo el c ual. de ano tarse,
El e mpleo de la lengua «que va según nues· nos cond uciría a desarrollar un capitulo sus·
tro común hablar de Castilla la Vieja» j usti. tancioso de los preceptos historiográficos;
fica todas sus eAcusas con respecto a su «falta de en él, se resumen los problemas de la lengua
retó rica» . Pero sabemos que el a n e de contar, en que debe ser escrita la histo ria (que tanto
como lo muestran numerosas eAperiencias preocupaba a Oviedo, y que otros también
folklóricas, no es una virtud que se adquiera manirestaron)96; la organización del discurso
en la uni versidad. La refere ncia a las eAperien. y, finalmente, los criterios de ve rdad histo rio·
cias fo lklóricas no es g ra t ui ta. puesto que no gráfi cos 97 , que Gó mara cuidadosamente dis·
son las hiSlOrias chhicas ni menos los t rata· tingue e nt re lo que hay u ocurrió de la manera
distas de la historiografia o de la retórica en que lo habido u ocurrido se conceptualiza
quienes sumi nist ran a Bernal Diaz el conoci· en el disc urso: en té rminos más actuales
mie nto no basado en las fuente s. Bernal Diaz ve ríamos en ello el crucial problema de la re·
no ha escapado al escrutinio «literario» y no fe rencia y la si¡:nificoción. Tentados au nq ue
sólo se le ha ligado al Amadis de Gaula. sino impedidos de detenernos en todos estos as·
\jIU! se han hec ho coneAiones con Berceo. con pectos. ilustremos el que mas conviene a la
l'erezde Guzmá n y con Fernando del Pulgar'M. concepeión de la his loria general: el de «la
Pero las referencias que mas se destacan en su o rden co ncertada e igua!J). Después de una
repertorio son qui zás el refranero, el romancero breve introducción en la que se disc uten los
y los libros de eaballeria. Es quizás esta conju· temas comunes relativos a si hay o no antí·
gación de la eAperiencia y de la «lite ratu ra podas. el sitio de las Indias, etc. Gómara co·
popular» lo que perm ite entender su a rte de mienza su «historia generah) por las tierras
contar, 10 q ue produce: el «encantolt de su del Labrado r e introduce un capit ulo mu y cono
relato. Es quizb esta marginalidad de los en el cual se nos dice :
modelos sobre los q ue a rticula su relato. la
que le otorga el lugar especial que ocupa en un Comienzo a contar los descubrimientos
corpus historiográfico que, en su mayoría, de las Indias en el cabo del Labrador por
está estructurado. como discurso, o sobre las seguir fa orden que llevé en poner su sitio.
historias clásicas o sobre los preceptos del pareciéndome que seria mejor así. y mbclaro
de contar y aun de entender; ca fuera con·
relato hislóric0 9S . fusión de otra manera. aunque tambien
Vol vamos, des pués de este paréntesis, a la llevara buena orden comenzándolos por los
primera parte o Historia General de Indias de tiempos en que se: hicieron (pag. 177).
Francisco López de GÓmara. Ésta tiene un
carácter bien distinto del que hemos anotado La ccorden concertada e igual» a la c ual al ude
para la Conquislo de Méj ico o la Crónica de los en el prólogo se manifiesta aquí bajo dos prin.
aarbarrojas. Pero, como en estos casos, Gó·
mara nos deja en el prólogo «a los leyentes»
90 Ve,. en Oviedo. NiJI"'''' .... "p. di .. vol. IV. pi¡i.
el trazo claro de sus designios: nas 589·9 t . Un ejemplo del 1¡¡l0 XVII es el de Solbru.no
y ~rcyra. en Su Político Indi .... ( 8. A. E., Mad,id. 1972),
q uien ha« uplirito el problema de 11 len, ... en Su dcdiao·
lo,ia. A1lunos de los trabajos y. cláskos sobn: el lema : Mo'el
.. Stephen Oilml n. «Be'nal Dlu del C.stillo I nd "Ami' Fatio, _L'Efpalnol. Lalllue Uni~trsellu. Bullrei" Hispa"¡'
dil "'" O.ul..... en $,ldIiIJ PloilokJrje". 11, HOlMn.je a Oli· qw. XV. 1913. pi¡$. 207·2) ; R. Me,,~nde2: Pidal, _El Le,,·
IIIUO Alonso. M.d rid. (j,ffiol. 1961 . pl.p. 99.11). I ......je del lialo X'·I". en 1A 1~I!IIIt"¡' Crú,6btJlCoI,",, Mad,id.
" Alfon so Reyes. lA",.. Ik ID Nwr .." España. Mexico. Au.tral, 1942: Manuel 0 . ,,;1. III.n«>. lA knlllll espoAoIa
F. c. E., t948. pip. ~S2: lambitn. Carmclo ~enz dc Santa tI! la #pO«I rk Cilrl"" V. Madrid. Escclicc,. 1967. p.... 1-43.
Maña. ¡""odwáÑl C,¡,jNl " '" ' H ¡.,,,,ID YndlwuQ' .. ., Viclor Franld. El .. AIt,ij<l,-io. rk G<NIzal<J J",,¡",~: iN
8#rwI DI4: fÚl CtUlil/a. Madrid. 1967. papo 117· 122. QwsoJo .... N . cil.

83
cipios básicos de la preceptiva historiogr{¡- pro pueslos y d iscutidos por los especialistas
tica : la topograOa y la c ronología. Como nos serán de eno rme valía para nuestros propó-
lo dice en esta cita, a l sitUIH las Indi as. lo hizo sitos. Vo lva mos sobre el prólogo a la ¡/iSlario
por la topograOa (pág. 162) : y es asi como «la de las Indias :
o rden» seguira el derrOle ro geografico descen-
diendo de norte a sur y con ti n uando, luego de (...) porq ue desde cerea del do sao veo y
pasar por el estrecho de Magallanes, hasta en- ando por aquestas Indias y conotto lo que
contrar las Mo lucas (paJ . 22 1). Pero, al ter- escribiere : a lo cual pertenecer', no 5610
mi na r tal rccorrido topográfico, y pasar al contar las obnu profanas acaecidas en mil
"Descu brimiento del PerÜ,. (pág. 224) cambia tiempos, pero también lo q ue tocare a las
la «orden,. topográfica por la c ronológica eclesitilicas. entreponiendo a veces algunos
mora les apuntamientos y IoQdemJo algllllU
pero, siguiendo con sus pro pias exigencias. momua de la Cualidad, naluraleza y propie.
tie ne el buen cuidado de ad ve rt irlo : dades desll religi6n. ritOl, cerimonias 'J con·
dición de las gentC$ natu TlllIC$ de eJlas ( oo. )
QuisieTll seguir en esle descubrimiento y tocando las veces que pareciere a la materia
conquistas la órden que hasa aqu l. dando ' de la eO$mograna y ,cograna conveniente :
cada cosla su luerra y tiempo. segun conli· cuya noticia a muchos. y mayo rmente a los
nuamos la geOp1lna; mas déjolo por no principes se: conoce ser provechou. se:lun de
replicar una cosa muchas veces. Así que, Iras· 10$ sabios antiguos fue conforme sentencia ;
Irocando nuestra propuesta orden. dilO que y asi esta coranica podrá enge ndrar menos
residiendo Pedrarias de Avila ( ...) (pill . 224). fastidio y mayor apelito de ser proseguida
por los oyentes (pág. 22).
La «histo ria gene ral» que se complementa
cuando es necesario con la di mensión crono- Destaquemos la adve rtencia de «hacer al-
lógica sigue. en ge neral, el derrotero norte guna mixtura» : ella nos conduce, por un lado,
a sur d onde para «cada costa» Gómara no a la razón por la que deno mina ta mbién corÓ.
sólo se ocupa de las guerras de los es pañoles "ica al li bro y. por otro lado. nos cond ucirá a
y de las conquistas sino también integra la la Apologética. En primer luga r, si hablar de
«historia moral» de los habitantes nativos y ritos, ceremo nias, cosmografia y geograOa
tam bién datos de «historia nat urallt. Ci ncuenta es «mi xtura)) lo es porque el designio rundn.
y nueve años des pués de publicada la historia mente es la cronologla. Esto lo demuestra la
de Góma ra, estos precc:ptos de la organización organización c ro nológica de los tres libros
del discurso historiografi co. pasan a primer que componen la l/iJtoria de Indias. Al final
plano en un t ratadista como Cabrera de Cór- del pró logo nos advierte estoS designios : «Lo
doba : «La narració n sigue el o rden natural, rormal de él comprendera seis partes o seis
que otros llaman en ella de prudencia, que es el li bros, las cuales contengan histOria casi de
de 10$ tie mpos, lugares, personas y cosas, sesenta años, en cada uno refiriendo los acae-
ministrada de la g~grajIa. que enseña las cimientos de cada diez, si no fue re el primero,
regiones. ciudades. montes. la eTon%gia , los que contará los de ocho. porque la noticia
t{empos, la x~,,~aloxia las personas»". de estas Ind ias no la tu vi mos si no en el a ño de
1492» (vol. 1, pág. 22) ; lo cua l se re pite en las
Ya hemos mencionado. en la introducción introd ucciones al libro segundo (vol. 11 . pag.
a esta sección, el prólogo de Ba rtolomé de 201) y te rcero (vol. 11 . pag. 432). El designio
Las Casas a su I/istoria d~ los IlIdias. Aho ra c ro nológico nos explica e nlonces e l por que
nos intcresa apuntar algunos aspt.'Ct05 de llama r mixtur" a los hechos q ue no convie nen
esta obra y de la Apologética HisroritfJ9. a tal designio. Pero, por o tra parte, ¿q ue ha
en relació n al corpus de textos q ue t.rata mos pasado con tal promesa siendo que lo poco que
de configurar. Sobre las relaciones entre queda, en la Historia de las I" fiios , de geografin,
ambas obras. E. O 'Gormnn se ha ocupado religión . costumbres, son los caps. XX a XXV
de resumir las posiciones existentes y de del libro 111 O'Gorman nos sugiere que es
proponer su propia hipótcsislOO. Sin entrar precisamente eSte el punlO de donde se des-
en esta debatida c uestión, alg unos de los dalOS pre nde la Apologhica. Estos da tos, entonces.
que en un princi pio se piensa n como «nOl icia
a muchos provechosas», pasan a ser los funda-
~, Cable.. de Córd oba . lH lrisllN/"". Dp. dI .. p6¡s. 76-77. mentos de la argumentació n «apologetica».
" A~bkfl H isl l1l;" SM.....,iIJ. Edición I'«paradJo por Pero vayamos aq uí con cuidado.
E.. O'Gorman, U. N. A. M.. t%7.
101 E.. O'Gorman. «lA A~¡'k. H/ltl1l;". Ju .tncl i.
El plan de la ApoloRét;caes uno mu y distinto
y elaboración. S il esmoctll .. y .a sentido_o o,.f ;I .• p6p.
Kv·n • ..;. Et lector se nmilir' con pro>'ftho. f i le eJludio
al de la Historia : « La causa fina l de escrebir.
la fu e cognoscer todas y tan infinitas nacio nes
pa.. un minucioMo relumen de la obra. deste vastisimo o rbe infamadas por algunos
84
( ... )>>101. Las palabras siguientes resume n y
sitúan a la Apologtiica como un libro que oscila
ent re los propósitos de la dialectica y de la
retórica 102: por un lado, la intención mani-
fiesta de demostrar la verdad nos remite a
la primera en tanto que, por otro lado, la in-
te nción latente de rorzar una posición ideo-
lógica, nos remi te a la segunda. Veamos, no
obstante, los fin es o propós itos manifiestos:

Pa l1l demostración de la verdad (... ) ~


traen y compilan en este li bro (..,) s~is cows/U
nOfu,of~s, que comienun en el capit ulo 22,
( ... ) la inllue ncia del cielo. la di spusici6n de
las regiones, la compostura de los mie mbros
y 6rganos de los sentidos exteriores e inte-
riores, la clemencia y s ua vidad de los tie mpos.
la edad de los padres. la bondad y sa nidad de
los manten im ientos; con las cuales conc urren
algunas particula res causas, como la d ispll-
sici6n buena de las tierras y Ill ga res y aires
loca les de qlle se habla en el ca pitulo 32.
it em ot ras cllatro accidentales tallSaS qlle se
tractan en el capitlltO 26 y éstas son la sobrie-
dad en el co mer y beber. la templanza de las
afeccio nes se nSllales, la carencia de solicitud
y cllidado cerca dc las cosas mundanas y
temporales. el carecer asimesmo de las pero
tllrbaciones que ca usan las pasiones del
anima, conviene a sabe r, la ira , gO<l:O, amor,
etc.

La Apo!oghiCQ está organizada en tres


libros. de 105 cuales el te rcero es el más ex-
tenso (500 pági nas. en la edición ci tada. con
aproximadamente 110 para el primero y 11 0 L:I E~paiiola y I'llcrto RI CO. lif,ln"..!o fr" ncc~
para el segundo). El tercer libro use propone
demostrar la capacidad racional del indio
por sus obras, examinadas de acue rdo al entre los climas y las condiciones de los
esquema aristotélico de las tres especies de hombres». Son , por lo tanto, este' primer y
prudencia : monástica, económica y politica». segundo libro, los que están estructurados
El libro mas extenso, por 10 tanto, es el que sobre [a base de la indagación de las ((causas
trata de cuestiones morales en tanto que los naturales, particulares y accidentales».
otros dos se ocupan más bien de los aspectos De acuerdo al esquema propuesto en el
nat urales que cont ribuyen a hacer del indio «argume nto de toda ella», el primer libro
un ente racional. 0 , para deci rlo de otra ma- comienza por una descripción --en cuatro
ne ra, si el segundo libro culmina hablando de vueltas- de la isla La Espan Jla. En las cuatro
«la castidad y otras virtudes», de la ((manse- vueltas loca los disti ntos puntos cardinales de
dumbre y del excelente ingenio)) y de la «no- la isla para, luego, detenerse sobre los ma n-
bleza de las almas» es porque ello se analiza tenimientos, 105 rrutos y los árboles. Los
desde el punto de vista de la «relación que hay ca pitulos finales del primer libro los dedica a la
dem ostroción, apelando a las causas para de-
101 ApoJ",hit:Q Hu,oria. "p. d ,., _A '@umcn.o de toda mostrar la salubridad de la isla, y las rique<l:as
t UllO. !'á,. 3. nat urales que el clima permite. El segundo libro
10> Ariu\lu,"=,. El A", Ik " Re.6TicQ. {cap. l. 1l~57}. usa de la desc ripción del primero para ocu-
Luis Viyes, Cn ti si!lo XVI, recu"e • 1. """Uon. comiln
"IIel pu~o """.do y de la palma a bitrta-. Adcm's. pr0 l"'ne parse, di rectamente, de la extensión del ami-
estas o,raS d irertncias : _Dos lOn, pues, 18$ artes que se es- lisis de las causas que producen el «goce de
,~bl «ic r on rcrcrcnlts . I !ensuaje. a s,aber: la d i.léctica. q ue plenit ud de entendimiento)). Para ello apela
Cicerón llama a"f Ik dis~""i., Y A,ist6lcln le: da d nombre a la influencia de los cielos primero y de las
de /6zicQ Y la u ,Mica. que es el a", Ikllab14". ( o.- Disri-
pll..is (1531). Ci,o por la ...ducaOn de Lorenzo Riber. cualidades del clima y de la tierra despues.
Madrid. ABuilar. t9411. ,omo 11. !'áB- 425. En la tercera parte comienza demostrando la
prudencia mo nás tica en el buen go bierno que Tambien lo hace, a unq ue con diferentes fines ,
los indios tu vieron de ellos mismos, para luego el padre Jose de Acosta en su Historia Natural
ocuparse brevemente de la economía domés- y Moral de las Indias 1f)¡. Acosta declara en el
tica. La «prudencia política» es muc ho más prólogo q ue
extensa que las anteriores y en ella se dedica,
en primer lugar, siguiendo el esquema aris- Del nuevo mundo e Indias occidentales
totélico, a analizar las ((seis clases de ci udada- han eseniO mu~hos autores d;"rrsos IibTos
nos»: labradores, artesanos, guerreros, ricos y relacio nes. que t:Wn nO/iría de las cosas
hombres, sacerdotes. jueces y go bernantcs. nuevas y u tranas. que en aquellas parles se
han descubie rto, y de los hechos y sucesos
Pero antes de pasar a analizar la pri mera de de los españoles que la han ~onquislado y
estas «seis clases de ciudadanos» dedica d iez poblado. Mis has!a agora no he visto autor
capitulos a la ciudad, que contrapone al q ue trate de drclarar IIJ!! t'aUJIJ!! y ,a:611 de
caro «de hombres silvestres solitarios». Aten· tales novedades 'J extrañeza de la naturaleza,
ci6n especial recibe tam bien el tratamiento de ni q ue haga discurso e inquisión, en esta parte.
la quinta clase de ciudadanos, a saber, los ni tampoco he lopado li bro ~uyo argwmrnlo
sacerdotes. Es esta la pa r~e más complej a, q ue sea los hechos e historia de los mismos indios
ocupa desde el capitulo LXX I al capít ulo antiguos 'J natura les habi tadores del nuevo
CXXXIV, quedándosele en el «tintero)) 10 orbe. (Cursivas agregadas).
relat ivo a los j ueces y a los gobernantes.
Como ve mos, podemos ace ptar la hipó- En lo subrayado vemos q ue emplea libro
tesis de Q'Gorman que concibe la Apologética o re/ocion para lo que, en otras oport unidades,
como el desarrollo de esas «mixturas» que llama rá ta mbién historia (j.r. una relación de
an unciaba en la Historia donde se ocupa, fun· hechos verdaderos, un libro que cuenta hechos
da mentalmente, de los hechos, cronol6gi- verdaderos); en segundo lugar, que llama la
camente narrados, de los espaftoles en Indias. atención sobre 1;1 fa lta de libros que indaguen
Por otra parte, podemos ve r que la Apologé- en las causas de ,ttales novedades y extra-
tico Historia es una historia en donde una de las ñezas», Esta exigencia lo lleva rá, más adelante
estructuras fundame ntales. no necesariamente en el mismo prohemio. a sostener : «Asi que
comun para la fo rmación discursiva histo- a unque el Mundo Nuevo ya no es nuevo si no
riogratica, es la estruc tura argu mentativa. viejo, segun hay mucho dicho y escrito de él,
La descripci6n y la na rración son, como en todavia me parece que en alguna ma nera se
todo discurso argumentativo, las pruebas de podría tener esta Historia por nueva, por ser
la demostración. Pero una demost raci6n que, j unta mente Historia y en parte Filosofia y por
como dijimos al comienzo de este apartado. ser no sólo de las obras de nat uraleza, sino
oscila entre el argumento dialéctico (filosó- tambien de las del libre albedrío.» En te rcer
fico) y el argumento retórico. Distinción fun- lugar, y en relación a esta ultima cita, emplea
damental para Aristóteles, ya que por encima ta mbicn el vocablo argumento no para la
de las semejanzas entre dialéctica y retórica estructura ve rbal demostra tiva sino más bien
(que. a diferencia de la medicina o la geome- en el sentido de «assunto o materia de q ue habla
tria. abarcan todos los asu ntos imagina bles. algun libro» (Diccionario de Autoridades). La
puesto que se ocupan de 105 principios comu- terminología es pertinente por cuanto el dis·
nes que atañe n al razonamiento), la dialéctica curso sobre las ttcausas)) afecta fund amental·
cond uce a la formaci6n de las reglas de la me nte la «historia na tural» en tanto que es
verdad lógica y entimemática, mientras que no table la caída hacia lo meramente descrip-
la retórica se ocupa de la verdad publica y de tivo en las «obras del libre albedrío». La decla-
la persuasión 103. raci6n sobre el hecho de que su libro sea en
No es sin embargo la Apologbica el unico parle historia y en parle fi losofía es, al parecer,
libro del siglo XVI que incl uye la estructura una concepción si no comun al me nos consi-
argumentativa en el discurso historiográfico. derada en el siglo XVt. Mencionamos ante rior-
mente a Francisco Pat rizi . Es este uno de los
tratadistas de la historia que se ocupa funda·
'01 AgreBuemos.• la nola anterior, la observación de menlalmente de combatir la definición cicero-
8a«>n al diferenciar dialtttica 'J ,etóm empicando. por un niana de la historia argumentando, en su con-
lado, la imagen de Zcno (<<el pufto 'J la palma.) y por 01r0.
obKrvlndo que mien1ras lal pruebal y dcm05tr.~¡o nn de tra, que no puede definirse la historia como
la lóBica (dialCctin) nt," diri&idas a los hombres en ~nc"J, narración de cosas hechas del remOlO pasado.
lu de la relórica difieren de lICU(:rdo al audicorio pat1i~ular.
Vh.., . W. S. Ho wdl. _Potlk •• Rheloric and Logic in Renai_
nanee Criticisn!", en CltusklJl f~j1lM'lIffs .... ElII"opttlJl CIII· 1'" Edición preparada po' E. O'Oorman,con un 1"610'0.
''''~, R. R. Bol!!., (ed), Nueva York. Clmbrid i!C U. P.. trCS apendices 'J un ¡ndice de materias, Mh ic:o. F. C. E.,
1976. ¡M,l. 155- 161. 1940. La5 citas corresponden , ~$t, edición.

86
La primera objeción de Pat ri zi es la de sostener
que historia es en primer lugar memoria y no na-
rracion; puesto que la memoria puede conser·
varse mediante otros tipos de signos distintos
a las palabras (<<con altri segni materiali o con
diversi forme di cose») De modo que la his-
to ria es narración cuando tal memoria se
conserva mediante los signos verbales o la
palabra. Por otra parte, Patrizi inte nta definir
la historia en relación con la fi losoria y no sólo
en relaci6n con la poesía : para Patrizi la
fil osofi a se ocupa de las causas, en tan to que la
his toria lo hace de la na rraci6n y memoria de
los efeclos (.11 narramento adunque degli eITeti.
che caggiono SOltO alla cognitione de senti-
menti, e degli ochi sopra tuto, ha ragiona·
volmente nome historiM)lOS. Sin embargo,
al limitar Acosta, al contrario de Las Casas, la
estructura argu mentativa a la parte natural,
se man tiene en los limites de la búsqueda de la
ve rdad y no de la persuasión. En este sentido
el fin de conocer las causas de los hechos
naturales es un paso hacia la ad miración que
se le debe profesar a su Creador.
Aunque el libro se di vide derechamente en
dos partes, lo natural y lo moral, podemos en
realidad considerarlo en tres, teniendo en
cuenta tambien que lo considerado como pri·
mera parte so n los capítulos esc ri tos
por Aeosta en latín y en Perú, cuya adverten-
cia hace el mismo Acosta al comenzar el Li- lIiSIOTia natural)' maral dt las Indias. edici6n de 1~90
bro 111 106. Esta primera parte está consagrada
«al cielo y a la habitación de las Indias en ge- la función ornamental de ella, sino con una
neral» (pág. 88). En la segunda trata de los función puramente cogni tiva:
tres elementos (aire, agua y tierra) y de los
compuestos (metales, plantas y animales). Los metales son romo plQ1//aJ encubicrtas
La tercera está dedicada a las «obras del libre en las ent r.llas de la tierra., y tienen alguna
alhedrio». Como se int uye por lo dicho, y semejanza en el modo de producirse, pues
se ven también sus ramos y coma tronco
sobre todo en las dos primeras partes, el donde salen. que Kl n las vetas ma yores y
«repertorio» de Acosta proviene de la lógica, menores, que entre si tienen notable tra bazon
de la fisica y de la astronomía. Es en el Li- y concierto. y de alguna manera portee que
bro IV donde encontramos la articulación crecen los minerales al modo de plantas, no
cognitiva o la concepción de la natu raleza que porque tengan verdadera vegetativa vida
Acosta retoma de Aris tóteles. Después dc interior, que esto es de verdaderas plan tas.
haber considerado los tres elementos simples sino porque de tal modo se producen en IIl.S
o introd ucir los mixtos, lo hace mediante una entrañas de la tierra por virtud y eficacia del
sol y de los otrO! planetas (...) Y as! como los
com paracion cuya función no es simplemente metales JOtI como plan/as ocultas de la tierra.
la de proporcionar al lector un punto de refe- así también podemos deci r que las plantas
rencia en comun (como lo son por ejemplos son coma animales fijos en un lugar, cuya
las numerosas comparaciones de Oviedo) ; vida se gobierna del alimento que la natura-
ni tampoco, por cierto, nos encontramos con leza les provee en su propio nacimiento. Mb
los animales exceden a las plantas. que como
tienen !ler mis perfecto. tienen necesidad de
alimento también mb perfecto. y para cono-
.., Francno;o .,.trin, IN HiJt"'''' ... op. cil. ( Oi.l0J0 cene y dcscubrille, sentido. De suerte que la
Se<:ondo, pj,. a). tierra. estéril y ruda tS como ma/t,ia.y ali·
'1IiII IN Na/lI,a O,bU LiIN/ Duo. En ISJ9 .. edila en Sal.·
manca IN Nat",o No,,; O,bis Lu,,; DilO. el rk P,amlll""io...
mm/o de los metales: la tierra fértil y de más
Er"",tlll apwJ Barbt"',.. S;L'C .. PrM'IUando {"dar"'" $(l. saz6n es materia y alimento de plantas: (as
lII¡ft, Llb,; Su) q ue le sirw: de ba ... ton el agregado de: lo mismas plantas son ali mentos de animales.
,efe,ente I Mhico. ~ra . 11 H UID,iD Natll,al y M(}Fol. y las plantas y animales alimento de los

87
hombres. sirviendo siempre la naturaleza donos no tanto por la doctrina de los antiguos
inferior para sustento de la superior y la filósoros, cuando por la verdadera razón. y
menos perft(:la subordinándose a la más cierta experiencia» (pag. 65)t01.
perfcela. (Libro IV, ta pol. pág. 140; tursivas En la ((historia morab) Acosta cambia su
agregadas.) orientación y así nos dice, en el prÓlogo a los
libros correspondientes, puesto que «después
En este párrafo advertimos claramente el del cielo y temple, y sitio y cualidades del
modelo continuo y jerárquico (del cual ha· Nuevo Orbe, y de los elemenlOs y mixtos (... );
blamos con respe<:to a Oviedo). A este modelo la razón dicta seguirse el tratar de los hombres
Acosta superpone, en la organización de la que habilan el Nuevo Orbe)) (pag. 215).
materia, las «cuatro causas» aristotélicas que Pero esto no es todo puesto que si, por el mo-
emplea como base de la estructura argumen· delo jerarquico adoptado, después de los ani-
tativa. Así, por ejemplo, cuando explica la males corresponde hablar de los hombres, hay
diferencia de los vientos «(Cuál sea la propia y también una razón distinta que justifica el
original causa de estas diferencias tan extrañas conocimiento, comparado con las razones que
de los vientos, yo no atino a otro sino que el habían justificado los capítulos dedicados a la
eficiente y quien produce los vientos)), pág. 90). «historia nat ura])). Mientras que el conocimien·
Las causas formal y eficiente estan presupues- to de la naturaleza le conduce a la admiración
tas en esta afirmación. A su vez. Acosla declara del Creador, el de la historia moral «no es sólo
(,desconocidas» la causa formal y la causa dar noticia de lo que en Indias pasa, sino en-
fi nal: (El principio y origen de estos vientos no derezar esa noticia al fruto que se puede sacar
Ic vemos ni au n sabemos qué lanto duraran, del conocimiento de tales cosas. que es ayudar
ni dónde procedieron ni hasta dónde llegarán» aquellas gentes para su salvación, y glorificar
(pag. 90). Queda, entonces, la causa eficiente al Creador y Redentor que los sacó de las ti·
y la material como posibles explicaciones de la nieblas oscurisimas de su infidelidad» (página
diferencia de los vientos. De esta manera 215). En esta presentación general nos interesa
Acosta arguye que la causa formal es desco- señalar las consideraciones de Acosta sobre
nocida aunque se presupone, para establecer la escritura que, indirectamente, nos conducen
la diferencia. que ((quien produce el vienlo ese a su concepción de la historiografia. Los capi.
le da la primera y mas original propiedad». tulos I al IX, del libro VI , estan dedicados a
Por su parte, la causa material, ((porq ue la demostrar que ((es falsa la opinión de los que
materia de que se hacen los vientos, que segun tienen a los Indios por hombres faltos de en·
Arístóteles y razón, son exhalaciones de los tendimiento» y a considerar, en este libro, el
elementos inferiores, au nque con su diversidad problema del entendimiento en relación a su
de ser más gruesa y sutil, más seca o más ((falta de letras)). Letras, en este ca pítulo, se
humeda, puede causar, y en efecto causa gran emplea en sent ido rest ringido y es sinónimo
parte de esta diversidad». La causa material no de «conocimiento o sabiduría)), sino dc
no le parece todavia bastante y recurre así escritura : ((las letras se inventaron para re-
a la causa eficiente: «y asi parece que se ha de ferir y significar inmediatamente las palabras
reducir el negocio al eficiente superior y ce- que pronunciamos. así corno las mismas pala-
leste que ha de ser el sol. y movimiento e in· bras y vocablos» (cap. VI). Acosta liga estas
ftuencia de los cielos, que de diversas partes ideas sobre las «letras» a la concepción del
mueven e inftuyen variamente» (pág. 90). I<.discurso» cuando analiza el «género de letras
Al pasar a los mixtos o compuestos. la expo· y libros que usan los chinos» y afirma que
sición comienza a ser fundamentalmente des· «piensan muchos, y aún es comun opinión,
criptiva más que argumentiva. Esta parte de la que son letras corno las que usamos en Europa,
historia natural se mantiene sobre la estruc· quiero decir. que con ellas se puedan escribir
tura descriptiva dominada por los verbos «Ser», palabras o razones, y que sólo difieren de nues·
«estar». «tenef)) y «hacer» (o equivalentes), tras letras letras y escri tu ra por sus caracteres
cuando se trata de describir el uso que se hace y forma (... ) y por la mayor pane no es así
de un metal , un vegetal o un animal. A estas porque ni tienen alfabeto, ni escriben letras,
descripciones se intercalan no solo las refe· ni es la diferencia de caracteres, sino en que
rencias clásicas pertinentes, sino también las principalmente su escribir es pintar o cifrar.
experiencias personales del propio Acosta y sus letras no significan partes de dicciones como
que comienzan a aparecer con más asiduidad .
No obstante ello, la experiencia ya no jugará
un rol fundamental como en Oviedo puesto 101 Sobre la relacion enlre el padre ACQS<a y la ciencia 6e
"" tiempo. el c1úico libro de JcM R. C.rradolo. El I'ruJ,~
que, para Acosta, la razó n es primera a la ex· Ji>H tk Acos.a J' .no impar/tuteia M '" Li'Ull/~'D CÚ"/IftCIl
periencia «... para inqui rir sus causas, guian· Esp<líloJD, Madrid, 1199. plllI. 9t·151.
las nueSlras, sino son figu ras de cosas, como de por un lado, aquellas que presta el desarrollo
sol, de fuego, de hombre, de mar y asi de 10 de los propios acontecimientos indianos: el
demásll (cap. V). Luego de estas considera· interes creciente por el conocimiento de regia.
ciones, Acosta llega alterna que ya señalamos nes especi ficas más que la generalidad de
con respecto a Oviedo: " y queriendo yo ave· Indias que habia preocupado a los primeros
riguar en qué manera podían los indios con· escritores; por ot ro lado. la propia tendencia
servar sus historias y tantas part icularidades. historiográfica que va concentrando la con·
entendí que au nque no tenían tanta curiosidad cepción del relato histórico no sólo en los
y delicadeza como los chinos y japoneses, fin es (rescatar del olvido los hechos notables
todavía no les faltaba algim género de letras para bien de la comunidad), sino también,
y libros, con que a su modo conservaba las por así decirlo. de los medios : la idea de una
cosas de sus mayo res)) (cap. VIII). De estas narración coherente se hace más perentoria.
ideas a la concepción de la historiogralia Quien expresa este tópico de manera clara
ligada a la escrit ura silábica no hay más que un es Antonio de Solís y Ri vadeneyra, cuando al
paso: «Los indios del Perú, antes de venir los j ustificar. como cronista oficial, por qué se
españoles, ning ún género de escritura tu vieron. ocupará sólo de la conquista de México. lo
ni por letras. ni por caracteres o cifras o fi· hace bajo el principio de «coherencia)), ya
gurillas, como los de la China y los de Méjico; que ella no puede alcanzarse en las historias
mas no por eso conservaron menos la memoria generales sino en la concentración de la narra·
de sus antiguallas». A éste respecto, la his· ción sobre un hecho particular. (Ver IV, 8.)
toria (o relato historiográfico), tiene su luga r Este aspecto de la «bibliografia del lncu
como la práctica de los pueblos que han llegado lo ha puesto de relieve uno de sus mayo res es·
a la escri tura silábica y. por otro. debido a las pecialistas, Aurelio Miró Quesada. en la in·
exigencias del momento histó rico, se sitúan troducción a Lo Florida . Lo que habría que
y sc distingue de las ,~fábulas y ficciones»: agregar a esa introd ucción. con miras a nues·
«Así que cuando esto no tu viese más que ser tros propósitos, es la vigencia que adquie re lal
historia, siendo como lo es, y no fábula s y concepción de la hisloriografia a finales del
ficciones, no es sujeto indigno de escrebirse siglo XVI y el acercamiento decisivo que se
y leerse» (pág. 3 19)11XI. establece entre, por un lado, la narración y la
preceptiva historiográfica y los módulos retó-
La obra de Garcilaso de la Vega puede ta. ricos, por el otro. Ejem plo singular de este
ma ne como un buen ejemplo de los cambios acercamiento lo constituye la De historia para
que va sufriendo, hacia el siglo XVII , la forma· leerla y escribirla de Cabrera de Córdoba
ción discursiva historiográfica. Sánchez Alon· (161 1). Notemos al respecto que su editor e
so ha señalado. para el corpus de la historio-- introductor, Montero Díaz, a quien le interesa
!!-ra lia indiana. q ue la tendencia más no table más la concepción de la historia que la de la
en este siglo es la de las histo rias particulares historiograJla, pone el acento sobre la primera
y la de las historias eclesiásticas 109. Siendo que parte de la obra de Cabrera, señalando. para la
estas últimas queda n fueran de consideración segunda, que ésta es de menor inlerés puesto
en este articulo donde tratamos de aquellos que repite temas ya conocidos en los tratados
escritos que se refieren «al descu brimiento y de retórica. Para nosotros, como es obvio, es
a la conquista)), cen tramos la atención sobre precisa mente ahí donde reside su interés.
las historias particulares. Las razo nes por las En Lo Florida . el Inca manifiesta. aunque de
cuales estas tie nden a reemplazar las historias manera indirecta, la tendencia por un lado, a
generales. naturales y morales pueden ser la veracidad del discurso historiográfico en
varias. Las que primero aparecen para una oposición a las «rá bulas o ficciones» que con·
consideración aproximativa al problema son. tin úa la ya manifi esta en Oviedo, entre los
«Libros de verdad» y los «libros de ficción» l ID
101 Sob'e los .SpecIOS ,d.tivos. La dicción,. y los «Iib,os y, por otro, la necesidad de que esta narración
de ye,dld" ve, E. O'Go,man d ." " Hillo,ia nJlutal y mQ'M I
de las Indias" del P. Joseph de Acosta,.. publ icado en III
verdadera cu mpla con los req uisitos dc una
cdio;ión de 1940. y ' o:;or.ido en CUQ'M HiS'Mituln"s <k narración bien articulada. Con respecto a 10
/nditu, Mb,co. SeplelenlM, p.IIp . 2111 Y p. Este P,óJolo hlI segundo el (prohemio» a La Florida lo mani·
Jido liler"llKnlc modifi<:ldo paB l. wió6n citJlda en La fiesta cuando dice que habiendo conservado
no" l().t. Ambos se eonsult".'n «>tI pro~ho pan la de ..
cripclón de La OICSt""'IU .... del libro de Acosta,
1M Senilo Sánche:l: Alonso. IIU' MÍIJ" liJ HUllK~'4fol 110 Sobre esU upecto. YCf el _PróIOlO" de Au",lio Mi,ó
EsplUIok¡, M"drid. Consejo Superior de lnYe5lipciones QuesJlda" La edio;ión de LA FlMida <k1/""Il. Mhio;o. F, C. E.•
Cientifiel ,. 1944,3 vol •. La ' efc",n, i. pe'tcn~ al vol. 2, 1956; pfi15. uxv;;i y", MAl reeienlemenle. Enriq"" Pupo-
pj8. 161. ScftaLa también q"" en este pe,iodo 1" monumenlll W" lh,. «Los Comrlllll'/ns Rrnlrs y la hisloriocidad de lo
o b,. de Anlonio de Herrera n Un. de la' pOC'~ ~bisto,ia~ Im",; na,;o", Redila /bf'lHImtr/calla, 1978, n(lm, . 104· 105.
lenerales>o (yol. 2. pc/!,. 2].111. p.IIp, 385·41)3.

89
sión de t.ie mpo, si no es al principio. ni orden
en los hechos que cuentan, porque van ante-
poniendo unos y posponie ndo otros, ni nom-
bran provincias, sino muy pocas y salteadas».
En resumen, (Iener el discurso» significa poner
la relación en los termi nos exigidos por la
formació n discursiva que, en palabras y en la
concepción de Garcilaso, se manifiesta en la
((impresión del libro»:

.. , como la obra no habia de salir en su


nombre. no se le debió dar nada por ponclla
en orden y dijo que se le acordó mb como
testigo de vista que no como autor de la obra.
entendiendo quc el padre provincial que
pidi6 la relación la pondrla en rorma para
prNk' M imprimir,

En lo que respecta a las fronteras del dis-


curso historiográfico, en relación a las ((fic-
ciones». nuevamente Garcilaso es claro en el
«prohemio» a Lo Florida , lo repite en Comen-
larios Reales (Libro 1. cap. XVIII) y. con
mayor claridad quizás, en el cap. XXVII de
La Florida. tdición de 1605 lA Florida:
((muc ho tiempo y en di versos lugares con un Por lo cual. con verdad podré negar que sea
caballero. g.rande amigo mío ( ...) me pareció ficción mia, porque toda mi vida -sacada
cosa indigna y de mucha lástima que obras tan la buena poesia- fui enemigo de ficciones
heroicas que en el mundo han pasado quedasen como son libros de caballerías y otras seme·
en perpetuo olvido». Por lo tanto, ((i mpor- jantes.
tune muchas veces a aquel cabalte ro escri-
bjesemos esta hiSlaria, sirviéndole yo de escri- En donde la clasificación de discursos se
biente». ¿Qué indica esta división entre. en ejerce, por un lado, entre .tres conjuntos y,
term inos actuales, quien posee la historia y por otro, articula una clasificación cruzada : la
quien posee el discursa? O, para decirlo con ve rdad se distingue de la ficción (o mejor,
palabras de el Inca, entre quien tiene la relación los «d iscursos verdaderos» de los «disc ursos
y quien posee la escrit ura?: fi eticioslI) en un nivel, pero tam bién, dentro de
lo fic ticio, nos propo ne distingui r jerárq uica-
Empero. creciéndome con ti tiempo el mente entre la ficción que es (da buena poesía»
deseo. y por otra parte el temor que si alguno y aquella que representan (dos libros de caba-
de los dos faltaba perecia nucstro intento, llerías y otras scmejantesu. Pero, en cuanto el
porq ue, muerto yo, no habia élde tener quien discurso ¡;erdadero es. además de verdadero.
le incitase y sirviese de escribiente. y, fal· también discurso, este no debe perderse en la
tándome él, no sabia yo de quién poder haber sóla función de ser informativo y ve rdadero
la relación que él podiu du rme ( ... ) si no también de cumplir con las exigencias de
su ser discurso y, por lo lanto, cohcrente:
Párrafo sin desperdicio, como el resto del (dlevar el orden de los tiempos».
«pro hemio», en la postulación de los prin- A no dudarlo, los libros de Garcilaso ilus-
cipios historiotmificos. Pero sig.amos el hilo tran más que bien estos princi pios. Sorpren-
de este princi pio que distingue entre la posesión dentes quizás, por la complejidad de niveles
de la historia y la posesión del discu rso. Garci- que incluyen, son los Comelllarios Reale.~llt.
laso nos d ice que, ade más de la relación del
tal «ca ballero», «tengo la contestació n de otros
111 Rcc:ordcma. que el libro se publiea en 1609: y t. o bOl
dos soldados testigos de vis ta, que se halla ron de C. brera d. Córdoba. lk ltislOr;Q ... op. (iI,. en 161 t.
en la misma jornada». De igual manera, los Montero Di al.. al ~notar la etlidon dtada incl"ye (nola
soldados tienen la re/ación pero no tienen e/ 20) el siguitn te cormntario: _El "libro s.e¡undo" del tratado
IN lIúlO,ia contiene u«:1entes diKUI'$Ol. No obst.nte. en
discurso. Despues de alabarlos como testigos conjunto es inferior . t primero. Los dlKunos 4. 17, 27. 28
y como hombres de bien, Garcilaso advie rte: trat.n de problemas fund.rmnl.les. Ptro, en lt'""r.l, ...,.
«Verdad es que en su proceder no llevan suec- !Ie,unda pa.te ($ """«10 p,.(.renci.- r.,ó.;., • . Muchos de

90
Se ha sugerido que el vocablo del tit ulo (<<co. gión. Pero, además, a esta organización cro-
mentarios») proviene de su conocimiento del nológica de la sucesión de los Incas, y al detalle
libro de Julio César. Quizás sea cierto. Pero de las conquistas de cada uno de ellos y la ex-
también parece ser cierto que al o ptar por tensión del Imperio, Garcilaso agrega capí-
«comenta rios~ en lugar de «historia)), opta tulos descriptivos que no nos remiten al Im-
por una máscara que, bajo la intención mani- perio Inca en un momento determinado de su
fiesta de ('servir de comento 'J glosa» a los historia sino que son válidos para su to talidad
autores espanoles (que también habian narrado por ejemplo (l ibro IV, cap. I-X IV, libro VII,
los hechos del Peru, fa ltandole sin embargo, cap. I-XII ). Hay sin embargo algunas excep-
por no conocer la lengua , la interpretación ciones. Los ca pít ulos I-XVI , del Libro V
correcta de algunos datos). esconde un libro estan dedicados a la sociedad Inca bajo el
de plena 'J consciente organización historio- reinado de Viracocha, o al menos en el momen·
gráfica: es decir, los Comen/a,ios son. lisa 'J to en que Viracocha toma el poder después de
llanamente, de acuerdo a los principios enun- la huida de su padre, Inca Roca. Lo que llama
ciados por Garcilaso y a la organización la atención en este caso es que, al contrario de
misma, un libro de historia; aunque para la los libros anteriores, el Inca Garci laso pro-
conciencia historiográfica del XIX no sea tal duce el «suspenso», dejando a los Chancas en
sino «novela utópica» 11 2. su avance y a los Incas en los preparativos de
Sabemos que en los Comen/a,ios, después su defensa , mediante el conocido tópico «de
de unos capítulos iniciales donde situa el Perú, no cansar al lector» ; e introduce, de esta ma-
habla del origen de su nombre, de la cuestión de nera, la parte descriptiva. Este hecho, por un
las ant ípodas, etc., se Iraza una ordenada cro- lado, se podría atribuir a la conciencia li-
nología en dos niveles: por un lado, las t,es bresca del relato, q ue le ha llevado ya (en el
etapas, de las cuales la primera corresponde a cap. VIII. li bro 1). después de haber dado los
los habitantes del Peru que precedieron a los limites del Peni. a introd ucir la leyenda de
Incas, que ocupa unos pocos capítulos ini- Pedro Serrano, «porque este capitulo no sea
ciales: la segunda. que ocupa el reSIO del libro, tan corto». Pero este caso parece tener una
está dedicada a los Incas y la tercera, constan- significación distinta a la del mero artificio
temente presente en la narración de esta narrativo, y cumplir una función enfática y
segunda etapa, aunque descrita en detalle en la justificativa del peligro de destrucción de una
Histo,ia del Perú. es la de la conquista hispana. sociedad q ue se presenta con todas las virtu-
A esta orga nización por etapas se superpone, des del respeto de las leyes, 'J organizada sobre
además, una rigurosa cronología trazada sobre la conciencia del trabajo. Esta concepción de la
la base de la sucesión de los reyes Incas. desde sociedad Inca. sobre el modelo de la sociedad
Manco Capac hasta Atahualpa. No obstante hispánica, se art icula a lo largo del libro sobre
ser la primera mas ellensa la que pertenece las dos actividades básicas que enseñan Mánco
estrictamente a los Incas, la primera y la tercera Capac y Mama Oello: el primero enseña a los
están constantemente presentes porque ellas hombres a «cultivar la tierra»; mientras que la
son las que le permiten justificar las grandezas segunda ensena a las muje res a «hilar y texer»
y miserias de la segunda : todo el «bien» que (Libro 1, cap. XX I).
los Incas, bajo la religión de un dios unico Si estos dos planos cronológicos (el de las
(El Sol), hicieron a los «idólatras» y, en conse- etapas históricas y el de la sucesión de los
cuencia, de qué manera los Incas, por haber Incas), al cual se agregan los «bloques» des-
llegado a la concepción monoteísta, prepararon criplivos, constituyen la base organizativ8
la implantación de la verdadera y unica reli- del libro, no debemos olvidar que más allá de
los requisitos de la «historiografia», hay un
princi pio ,~ fantasm{atico)) (A tahualpa), en el
sus discursos pod,/tm ¡w'frc'(J,"~Mr "",;Ii,s~, p..es afocla cual anidan las obsesiones personales, del
a (,,"tiona de «,torín que no SOn privativas <Id ,mer(J Inca . Obsesiones que cumplen, a su vez. un
hiSlOrico. sino de ( ualquicr obn litenori .... (cfr. d;KUrlOl
22. 23. 24. ctt.). (Cursivas ',«'a.das.)
fuerte papel estr ucturador. Cronológicamente,
El comentario C$ de lo mio intcr(l-I otc ; por un ~do Atahualpa es el ulti mo de los Incas, y por lo
rn..estra ~ «ccnlura_ impuesta por una ( oncicncil modernl tanto. su lugar en el relato corresponde a los
de la hi.toriognonl ; por otro lado, K ili" lo que adquiuf ultimos capítulos del discu,so. No obstante,
cada vc:J. mayor f~tz& en la hislori olrlfia y en 101 tnotaden
del sialo XVII : la atendón que K pra ta a la oraaniudon del a Atahual pa los vemos apa recer desde el
diKursa y I la rCloria. que lo li,...., de base. Indirecta_nle Libro 1, ca p. XX . Reaparece frec uentemente y,
pod.iamos supon-cr q~ Gltcilaso no a aj(no I ata con· por cierto, en el Libro V, cap XX I, concep-
ciencia histori0lrUica_ que pone el a~nto sobre la articu· tualmente el mas confuso del libro, donde el
ladón del discurso.
B¡ Mareclino Mencndu y Pc ~yo. Jlis'oritl ¡Jr ID PQrJÍIJ Inca debe j ustificar la conquista, mantener el
~ispD_r,ictJlt(J. Madrid. 190. sistema religiosos tan estrictamente trazado

91
del siglo X"'III . se cuenta con el puesto de «ero,
nista ofi cial» que es un cargo ad mi nistrati vo
respaldado por la corona. se da un nuevo paso
hacia la consolid ación discipl inaria. cuando el
puesto de cronista se cancela y se reemplaza
por el de miembro de la Academia de la His-
toria 115. La o bra de J. B . Muñoz, Historia del
Nuer() Mundo. es un libro que da testimonio
del desempeño oficial en la Academia. de la
misma manera que Solís y Herrera ejempli.
fica n la crónica oficial l 16 . Pero antes de dete·
nernos en Solís y pasar a M uñoz, mencionemos
brevemente otros ejemplos de la historiografi a
del siglo XVII que trazan la ru ta entre G arcilaso
y Solís: lA Historica Relación del Reino de
Chile (1646) del jesuita Alonso de Oval1e; y
la Historio General del Nuevo Reino de Granado
( 1661) del mestizo y clérigo colombiano Lucas
Fernández de Piedrahita II?
Ambas son historias particulares; ambas
escritas por motivos semejantes (dar a conocer
las zonas respectivas de reinos de Indias);
y a mbas ejemplifican una tendencia hislorio·
gráfica que da funda mental importancia a la
Antonio de Solís y Rivadeneinl ar monía de la narración, au nque ello vaya en
des medro del acopio de datos.
en correspondencia con las proxi midades del La razón por la cual Ovalle escribe el libro
modelo católicolll y, en consecuencia, ma r- se aclara. como es comun, en el " Prólogo al
ginar al dios Vi racocha como obra del de· Lector»: «Habiendo venido del Reino de
monio. Pero, al mismo tiempo, debe justificar Chile y hallado en éstos de Euro pa tan poco
que tal nombre ha ya sido dado a los españoles. conocimiento dél que en muchas partes ni
Desde esta perspec tiva, y como 10 deja ver aun sabia n su no mbre, me hallé o bligado a
claramente el capitulo citado. Atahualpa debe satisfacer al deseo de los q ue me ins taron diese
necesariamente aparecer en toda su maldad a conocer lo que tan digno era de sabe rse.))
puesto que es ella la que hace peligrar el im- La falta de info rmaci6n con la que emprende
perio Inca el cual. esta vez. es sail'ado por los tal trabajo se manifiesta a cont inuación ; y es
espaftoles, como anles el Inca Viracocha lo quizás esta sit uaci6n la que le lleva a poner el
había salvado del peligro de los chancas. tí tulo de Histórico Relación en el cual "histó-

li S ... En l B S cOnJliluyo don Jul i'n de Hc. mosin. un.


Hacia fi nales del siglo x ..... encontraremos en tertuli. liter.ri •• cuyos miembros diéronle pri_ro ct nombre
de .... c.demi. Universal y I""JO el de Ac.demia de ti Hi"
Antonio de Solís y Rivadeneyra un ejemplo 10ri•• K n. lindoK co mo objetiYO un diccionlrio bistórico-
fund amental no sólo de la hiSlO ria particular, -cr;ticode Espaila. Trubdadassus .euniones . 1a~o siluien;
sino también de la creciente consolidación de le I Lo RCll .Bi bliot~I, K solkitó en 1737 el amparo de F",
la discipli na historiográfica. Hasta ese mo- lipe .... '1.... en credo. lCO¡ió Lo nacienle institucion, .pro-
bando , ... e"alu los (1 738): (... ). Hubo de: enfrenlane: la
mento, la disciplina se manifiesta en la cod i- nueya ;UlilUCibn ton d i6.uttadc:$ de .... rio o;arkter. Lal eco-
fi cación de los tratados historiográficos. Uno nÓmicas fueron atenuadas por ct mon.rca. acced iendo a
de estos muc hos ejem plos, de particular in- ",ru nd i. en ella los ofidos de Cronislas y. atribuirle dOla,
ciones. Ello $e hilO dc momcnlo ( 1'44) ton los q ue CItaban
te rés por haber sido compuesto en' Indias, son v.clnlCl, y se co mpletÓ mis ta . de ( 1?SS) coo el dc India .....
los Preceptos Historiales ll • de Fuentes y Sinc:hu Alonso, op. el, .. yol. 3. plp. 71-72.
Guzmán. Ade más. si hasta los primeros años 111 Róm ulo D . Carbia. I,.¡, rr6~i~a ()fi~iat lit ltu l~diM
O(cfdt~I()It$. BuenOl .... i.es. 1940. C5ll1dia en detalle la
t •• d;c;bn del c.r,o • • nlCl dc creanc: el de Indil" Sob.e
11) Pierre Duvioll, _L' lna Garcilaso de Lo Ve¡.t, in· SoUs. ~". 207.214; sobre J. B. M u/\oz. ~p. 242·261.
lerpr~le humani$le de la reli¡ioo iocaique-. Dior¡~t, numo 47. En rcl.cion a lo mencion.do en la nOI. 1I S. puede tonsuJ·
1964. ~p. J 9,S4. tarK también. en Cl rbia. «La .... cade mi. de la Historia,
'" Eserilo hacia finales del .i¡Jo XYII . publicado por pri . cronisll per pet uo de Lo. tndias». plp. 2J4..240.
me ra y" en 19S7 eo la ed;c;bn de Chinchill. A¡lIilar. l os- liT CilO por lu , i,uienles edicio nes: pano OY. lle. lo,.
lillllO de Anl ropolop.. e Hisloria de. Gualem.la. El ualado lilulo de Lile.a lura Chi lena. 1969: paf1l Piedr.hita. Biblia-
es IIn .'C$u m Cn~ de la o"" ya mencionada de C.brera dc tea Popular de Cultura Colombian•. Bo,od . 1942. 4
Cordot.. yolumenes.

92
rica» se relega a función adjetival y modificado- [se refiere a los ríos cautkllosos, W. M.J, que
ra de I( Relación» , Sus referencias a la «general tem plase Dios sus ngores con el entrele-
historia» y a la ((historia universah), no sólo nimienlO de tantas y tan alegres fuentes y
sepa ran y sitúan el sentido de su (,relacióm), manantiales, como los que se van descubrien-
sino que tambien evidencian el conocim iento do y gozando por ellos; \'ense algunos des-
colga rse de una imperceptible altura, no
que Ovalle tiene del campo en el cual se ins- hallando obstáculo en el es pacio intermedio.
tala, El libro tiene dos partes, sólo la primera saltar esparcido todo el golpe del agua. que
nos interesa, puesto que la segunda es la his- suele ser mu y grande, y desbaratándose en
toria de la Compañia en Chile y. como tal, el camino en menudas gOlas. hacer en la
pertenece más a la historia eclesiástica. aunque bajada una hermosisima vista como de al-
esta sea inseparable de la «conquista», Pero, jófarderramado, o perlas desatadas, que con
en la opción q ue hemos tomado en esta apro- la fuerza del aire que sopla, de esta parte,
ya de la opuesta, se cruzan y entretejen entre
ximación a las clases de discursos sobre la con- sí. haciendo un vistoso ondeado desde el
quista y el desc ub rimiento. la historia ecle- alto de su nacimiento hasta la tierra. donde,
siástica es una rama que debe estudiarse por convirtitndose en arroyos. van a encorpo-
separado. El libro prime ro se ocupa «De la ra rse con la canal principal del rio, que corre
naturaleza y propiedades del Reino de Chile» por medio. (Cap. VII. Libro 1).
y el libro segundo «De la Segunda y Tercera
Parte del Reino de Chile)), trata de las islas, Donde Acosta, escuetamente. constataba
de la Tierra del Fuego, de los estrechos. y de la existe ncia (mediante un seco «hay rios ...
la provincia de Cuyo. El libro tercero se ha y manantiales») y los describía como natu-
ocupa «De los habitantes del Reino de Chi- rale za, Oval1e los integra en un proceso dis-
le)); y desde el libro cuarto al septimo de la c ursivo (<<Menester fue para contrapeso ... )))
entrada de los Españoles, de las g uerras 'J y los describe no como naturaleza sino como
gobernaciones, Es decir, q ue la «relación» «paisaje». La historiografia del XVII tiene, en
cubre tanto la «historia natura!» como la este aspecto, uno de sus fuertes, puesto que.
«historia mora!» en sus dos aspectos. el in- como 10 aconseja la retórica. la desc ripción
dígena y el his pano. El «tema)) es el mismo es una de las estructu ras priv ilegiadas donde se
que el de la historiografia del siglo xvt. pero puede eje rcer el esti lo elevado del discurso.
el lenguaje ha cambiado; y es en este cambio de Aspecto que evidencia tambien Piedrahita, en
lenguaje donde encontramos evidencias de la el cual, tambien encontramos «(descripción del
importancia que la armonía d iscursiva adq uie- paisaje») más que «descripción de la natu-
re e n la historiografia del siglo XVII , Tomemos raleza ».
un ejemplo, para ilustrarlo. En los capitulos
17 y 18, del libro 111. Jose de Acosta (uno de los Tan deleitoso sitio es el del Nuevo Reino.
autores. junto con Herrera. más citados por que apenas se imagi nará deleite a los sentidos
Ovalle), se ocupa de los rios. fuentes y manan- que ralte en la amenidad de sus paises. Hay
tiales. El ca pitulo dedicado a los ríos tiene dos eminencias limpias y descolladas. vegas apa-
páginas en la edición citada. Todo lo que se cibles en los ríos. arroyos y fuentes en abun-
dancia, lagunas de aguas y peces muy salu-
dice de los ríos, en este capítulo, es lo siguiente: dables. La de Tota, puesta en lo más levan-
tado de un páramo, tiene seis leguas en con-
De la parle del Sur, en las sierras del Pini torno. formada en circulo perfecto, tan pro-
no son tan grandes los rios comúnmente, funda que apenas puede sondarla el arte:
porque lienen poco espacio de corrida y no sus aguas claras y suaves son de color verde
pueden juntar tantas aguas, pero son recios mar en el centro. inquietante a la manera de
por caer de la sierra y tienen avenidas súbitas. un golfo y de continuo hacen en las orillas la
y por eso son peligrosos y han sido causa de bateria ruidosa que el octano en las arenas.
muchas muertes; en tiempo de calores crecen (Libro 1, cap. L)
y vienen de avenida.
Por otra parte. el li bro de Piedrahita, tanto
El resto del capitulo está dest inado a narrar como el de Oval1e. nos enfrenta a otra de las
las penurias de los Españoles en la travesía del preferencias de la «historia moral)) del siglo
Amazonas y los artificios que emplean los XVtl: s u carácter altamente «sentencioso»lI 8.
indios para cruza r los rios ... Es decir que dc
los rios poco sabemos. Vea mos, en contraste,
un párrafo de Ovalle, don de de los ríos pasa 111 La s~ m~ltda . !.a bemos, es una o~rvaci6n morat ,
a las fuentes y manantialcs: que tiene ti u r.~le r de)t<:~i6n"'1 q"" sc e'presa en pocas
palabras 1~~III~lIliII ni I)fa,io sumla tk ";,a. 'IWJt aul quid
.it. oul quid r.~ OpO'ltol in dIO. b, tl"ilrr o"endit», Ad
Menester fue para contrapeso y alivio de /le,eMium, tiber t V, xvii ). Tambi ~ n en Ca brera de Córdoba,
los pelig:ros y penalidades de estos caminos Dr /lislo,ia ... op. dI .• sc@ unda parl e, di.curso XV).

93
El historiador, tomando al pie de la letra la lo hace mediante los recursos que ofrece la
definición de la historia como magistra vitae, retórica para producir discursos a rmónicos y
no pierde oportunidad para, antes o después efectivos. Antonio de SoUs y Rivadeneyra
del rela to de una acción, introducir la senten- ilustra en exceso este aspecto de la historio-
cia de la cual la acción relatada no es sino el gratia del siglo XVII 120. Solis nos si túa, desde
exempfum, Entre los muchos párrafos que las primeras páginas de su Historia de la Con-
pueden ilustraresta observación, tome mos uno quista de Mixico (1648)1 2t, rrente a dos prin-
de cada libro : cipios funda men tales: el del estilo y el de la
((coherencia» narrativa. Con respecto al pri-
Nadie la dé [la muerte] a otro por asegurar mero, claramente expresa:
su vida, porque no hay camino mas breve
ni más cierto de perderla : ni estibe en el ar- A tres géneros de darse a entender con
tificio de la politica que dicta la iniquidad y palabras reducen los los ErLlditos el Carktcr,
traza la ambiciosa pasión, porque aunque ó Estilo que se PLledc usar en diferenles Fa-
tenga la apariencia de estabilidad. son, en cultades, y todos caben ó son permitidos en
fin, telas de arana qLle con un soplo deshace ta Historia. El Humilde. ó familiar (que se
la divina justicia, que a la corta o a la larga usa en las carlas Ó en la conversación) per-
no deja deliCIa ninguno sin castigo. (Ovalle, tenea: a la Narración de los Sucesos. El Mo-
Cap. XIV, Libro IV). derado (que prescribe a los Oradores) se
debe scguir en los I\a~onamienlos, que al-
Poco tuv ieron siempre de meritorias las gunas veces sc introdLlccn, para dar a en·
calamidades, que no pasaron por el crisol de tender el fundamento de las Resoluciones.
los Irabajos hasta el elamen de la conslancia. y el Sublime, ó más elevado (que sólo es
Fúndase ésta en la grandeza de un Animo peculiar a los Poelas) se puedc inlrod Llcir con
elevado a quien ni los prósperos ni los bue- la debida moderación en las Descripciones,
nos SLlceSOS inmutan. A muchos acredi tó que son como unas pinlurll$. o dibujos de
poderosos el relámpago de una bLlena for- las Provincias, ó lugares donde sucedió lo
ILl na; pero muy pocos dejaron de llegar a que se refiere, y necessitan de algLlllos co-
la cLlmbre del premio, habiendo encaminado lores para información de los ojos.
los pasos por la eSlrecha senda de la perseve-
rancia. (Piedra hi ta. Libro IV, Cap. 1). El párraro es rico en varios aspecl o~. En
primer lugar, situar el estilo con respecto a las
Hemos bosquejados dos aspectos que carac- Fac ultades y, traslaticiamenle, considerar la
te rizan el cambio en la histo riografia del siglo historia como una facultad o disciplina. En
XVII: uno de ellos la concentración en la his- segunda lugar, Olorgar su propio lugar his-
toria humana, la que justamente responde a la toriográfico a los razonamientos o conciones
defi nición de ma"gist fD vilae y donde, conse- (<< Las que el lalino lla ma Conciones en la
c uentemente, se practica la sentencia; la otra, Historia, son unos razona mientos o pláticas
que a punla hacia la a rmonía de la narración q ue los personajes de quien se habla en ella
y que tiene, en la descripción del paisaje, uno hacen en ocasio nes muy nota bles)), Jeró ni mo
de los ejemplos caracteristicos. En Solís en- de San José, Primera parte, cap. IX 122.
contramos no sólo ace ntuadas estas tendencias, Solis apela a los razonamientos repetidas veces,
sino también marcadame nte explicitas.

El auge de los tratados de histo riografia en trib"dón de liS Cosas de la dispos;ci6n y asienco por orden
el siglo xvt, se continúa todavía en el siglo distinlo. que 10'1 ,randc:s y excelentes hill6ricos hi>.kron»,
C.breno de Córdoba. IN HU/M"' ... !>p. ril .• tcllunda paru.
XVlJ . En Espana se publican las ya mencionadas discuf"SO 11.
obras de Cabrera de Córdoba (1611) y de Jeró- t20 Ea toduil irremplUlble.lObre este upttlo. eJ estudio
nimo de San Jose ( 165 1). Los tratados prestan de Lui. A.attna : """'''''''' M SoIis .. e'''''is'll ,"''-o
Es'udio wbrc 1113 !O'1IIilI IIUIO."",ilficlI3 Jr' &l,,()Co.
poca atención a la ((historia na t ural», ruera de BuenOl Aire., EUDEBA. 1%3. EspccialmenCe los c~ pi!ul os
mencio narla como una de las ((di visiones» de IV. V Y VI: ..Tcorias y pr'o:tica. bistoriOlri /ica. de Solí •••
la histo ria. Los dos intereses mayores son el .Compooición. y .. Eslilo • .
fin y la utilidad de la historia, por un lado, y UI La, cica, corresponden a la edición de 1684 ( Madrid.
!lernaroJo de Villa O;elO). Entre la. ediciones modern as. la
-sobre todo en el siglo XVIt- la disposilio de mu FácillKCCSO es la de México. Porrúa. 1968. ron pró-
y la elocutio en el discurso historiográfico, por logo de E. O'Gorman y noul'5 de José V.tero Sil .....
el otro. La narración (y sobre todo la narración In Tal es la ruem dominante que impone la re(6rica a Ja
de hechos humanos) recibe atención especial billoriO",,¡;", q\IC la tendencia critia IIUInifiesca en 10 q\IC es
qlliús la «primoer hisu)Óa de la b¡,corio,rar... CH. L. v.
por ser ella ((el cuerpo de la historia» 11 9, Y de la Po peliniere. Jluwic des Jlu,oi'~J QrC(' t'idH M rhiJ'
loiu occomplir. (599). c,iCica arduamenCe las hiscoli., q\IC
" ' d." narración es ftte c~po. uposición oon j llilio. oco',an a Los person"jn palabrao inventada. por el hos'ori.,
orn amcnco y prudenci •• de Los cosu que, elliempo rll qu;. do •. ~.o est" Icndcncia no'" har' dominante bastl el siglo
el lUla< d6"d~. el modo romo y la causa pOI" qw (... ). u dis- XVII • •

94
para transcribir «razona mientos» de Córtes de la narración , es el d e (da relación d el todo
(cfr. Libro 111 , cap. 11). Como se comprende con las partesll. T a l es la im portancia de este
por la tradició n de esta eSlructura d iscursiva, aspecto que llega a justificar, so bre el, el por
la originalidad de Solis no reside en emplearla que de haber elegido la conq uista de M b:ico
(también los histo riadores del siglo XVI lo como tema d e su historia: las historias ge ne-
ha bian hecho, cfr. Gómanl La ConquistD de ra les, dice Solís, por su diversidad y va riedad,
México), sino que su o rigi nalidad consisle en son antagónicas al princi pio de un idad . Éste
otorgarle el lugar adecuado en los niveles de l sólo puede conseguirse en las historias parti-
estilo fo rm ando sistema con la narración y la culares, y en la narración de unos aconteci-
descripción. Finalmente, otorgar a la descrip- mie ntos estrechamen te relacionados. Razón
ción histórica el ni vel adecuado para ejercer ((d iscursivall podríamos deci r, que (j unto con
el estilo elevado. Al observar este a specto po- otras razones contextuales) explicarla el auge
demos com prender mejor 105 párrafos antes d e las his torias particulares en el siglo XVII .
citados de Ovane y Pied ra hita; por otro lado, Veamos las palabras de Solís al respecto, las
podemos co mprobar cuán de cerca seguia c ua les, paradójicamente, son significativas para
Solís a los preceptistas, ya que esta división ciertas preocupacio nes mode rnas qu c se fijan
de los estilos. y el lugar que se le o torga a la como objeto las condiciones de la ((co herencia))
descripción en ta l sistema, se encuentra en discursiva:
Jerónimo de San Jose. Este au to r observa
(Primera parte, VIII , S) q ue «En el estilo tiene Quie ren los Maestros del Arte que en las
aq uí (se re fiere a las desc ri pciones) más licen· transiciones de la Historia (ass1 llaman al
cia el historiad or. Porque la descripció n ad mite passo que se hace de unos sucesos a otros)
más gallardía y bizarría q ue la narració n : que se s uarde tal conformidad de las panes con
como esta parte de la Historia si rve más al el todo. que ni se hasa monstruoso el cuerpo
de la Historia con la demasiade los miembros.
o rn a to que a la sustancia, más al gusto que a ni dClle de tener los que son necessarios para
la necesidad, aunq ue también a la necesidad consesuir la hermosura de la variedad; pero
( ... ) concedese más lugar al deleite y diverti· deben estar (seSun doctrina) tan unidos entre
miento con las flores de la elocución (,.. )>>. sí, que ni se vean las ataduras. ni sea tanta la
Solís emplea la descripción en am bos sentidos diferencia de las cosas que se dexe de conocer
(como o rnalO y como necesidad ). Como nece- la semejanu. o sentir la conrusiÓn. Y eSle
sidad, la d escripción for ma el ma rco del aco n- primor dt enlrelejtr los SIIctSOS sin q~ pa-
re:can los unos dissrtsionel tk los OlfQ$, tS
tecer nar rati vo. Pero no se reducé sólo a su la mayor dificultad de los HiJlOriad/Jres :
función (de necesidad), sino que podemos com- porque si se dan muchas señas del suceS(! que
probar tambie n la «gallardía y bizarría» en se dexó atrasado, quando le vuelve a recoser
que se la constru ye. Para dar un ejemplo, re- la narración se incurre en el inconveniente
cord emos primero que Solís nos dice en su pre- de la repetición y la proligidad ; y si se dan
sentació n de los tres estilos, que las d escrip- pocas se tropieza en la obscuridad y la de·
ciones son «como u nas pi nt u ras o d ibujos sunió n. Vicios que se deben ir con isual cui-
( ... ) d e los luga res donde sucedió lo que se dado porque destruyen los demis aciert os
del Escritor. (Libro 1, Cap. 1: cursivas aSre-
refiere, y necesitan de algunos colores para gadas.)
información de los ojos». Esta unión d e (do
útil con 10 agradable», d el ((deleite con la Para este caso también encontramos referen -
necesid ad », puede intuirse en el párrafo enu· cias semejantes e n Jer6 ni mo de San J ose (Pri-
merat ivo en el que se anuncia la entrada de los me ra parte, ca p. VIII). Ahora bien, este prin-
españoles en Cholula : ci pio q ue se aclimata en el siglo XVII tiene
todavía vigencia en el siglo XVIII; y sobre el
La entrada que los españoles hicieron en
Cholula fue semejante a la de Tlucala : se p uede bosquejar una li nea de continuación
innumerable concurso de sente que se dejaba del concepto historiográfico. Al mismo tiempo
romper con dificultad; acla maciones de bu· puede servi r de punto de referencia para marcar
Ilicio; mujeres que arrojaban y repa rtian el cam bio de orientación en la disciplina, en este
ramilletes de ftores;caciques y sacerdotes que siglo_ Juan F o rne rL 2l, por eje mplo, se ocu pa
rrecuentaba n revere ncias y perfumes; va- del mismo problema. contraponiendo el sis-
riedad de instrumentos, que hacian mis es- tema d e la Poética a la indeterminación de la
truendo que musita, repanido por lascalles. _. Historia. Con e llo a lude, como resulta obvio.
(Libro 111. Cap. 6.) a l «sistema de la narración» en el discurso his-
El segundo a specto en el cual Solis pone el llJ J. P. Forntr •• t.. Hiltoria <k Espab,.. fdidón d~
acento y, al hacerlo, evidencia lit importanc ia Frlncoi, lópoz. Te1tO$ H;.pjn;cO$ Modernos, num o B.
que tiene. para la historiografia, la armo nía Barcelona. Labor (cap. 11 ).

95
loriográfico que no ha tenido, como la poética, Si a Solís se le ha podido reprochar, a unque
exigencias de unidad semejantes. Forner señala el reproche sea de relativa validez126, que la
que las nociones de lodo y de unidad, propuestas preocu pación por la armonía de la narración
por Aristóteles para la poesía, no están desti- descuida la acumulación de datos y la vera·
nadas a enseñar cómo hacer un poema bello cidad del discurso historiográfico; el mismo
sino más bien, a buscar «el centro íntímo a reproche no tendría cabida en el caso de J uan
donde debían ir dirigidas todas las partes y Bautista Muñoz, aunque éste - a l igual que
bellezas de su composición, y de a quí resultó Solís- le otorgue gran importancia al estilo
aq uella máxima en la poesía, a saber que todo de la narración : Juan Ba utista Muñoz, un
poema debe constituir no sólo un todo sino una siglo después de Solís. es quien realiza una
unidad completa en lo posible» (pág. 114). de las primeras tareas monume ntales de reco-
Esta unidad, continúa Fo rner, existente en los pilación, copia y organización de los d ocu-
grandes historiadores de la Antigüedad , mentos sobre el descubrimiento y la con·
quislal 21. Esta preocupación, como dijimos.
es cabalmente la que se escapó a la perspi· no invalida ni minimiza la imponancia que le
cia de los que formaron el arle histórico, o to rga a la trabazón de «las partes con el todo».
naciendo de aquí que sus reglas $e dirigían Al leer la Historia de Muñoz tenemos una sen·
a formar cúmulos mas que unidades, siendo sación semejante a la que nos produce la lec-
así que las historias mismas que les suminis· tu ra de Solís: el cúmulo de información se
traron las reglas eran unidades dispuestas
y trabajadas con la misma atención que usan procesa de una manera en la q ue el resultado
el buen poeta y pintor en la composición se asemeja más a un resumen depurado de los
de sus obras; en la exposición. th lo cerdadero da tos existentes, ve rtidos en una prosa que
caben ftU mismtU rtgftU t n q~ fa ftccion J' mantiene, por ella misma, la at racción y el
txprt$ión de lo t'eroslmif (pá gs. 114-11 5, interés de la lectura . No es dificil, después de la
cursivas agregadas). lectura de Muñoz, recordar la o bservación de
Forocr : (cEn la exposición de 10 ve rdadero
Si pone mos estas observaciones de Forner en caben las mismas reglas que en la ficci ón ye n la
.perspectiva, comprobamos un proceso en el ex presión de lo verosímil.» Muñoz ha elimi·
cual la preceptiva historiográfica va acentuan- nado. en su narració n, las pesadas descripcio-
do, a pa rtir de la segunda mitad de l siglo XVI, nes marcadas por los verbos de existencia o de
la tendencia a ocuparse no sólo de la defi· estado, las ac umulaciones innecesarias en la
nición, los fi nes y la ulilidod de la historia, sino descripción de un o bjeto o de un acontecimien-
también de la «estructura» del discurso histo- to; ha eliminado también las conciones y el
riográfico, «tum Rheto rum artibus)) 12'. De estilo d irecto en el info r me de las palabras
ello se deriva la importa ncia decisiva que la dichas por otros. Ha introducido, sin embargo,
narració n ocupa como eSlruc/ura verbal bá- un a rtificio en los tiempos ve rbales al recurrir
sica del discurso historiográfico, a l tiempo que al prtsenle que es, justame nte, uno de los tiem·
la na rraci6n consolida fa historio como his· pos en litigio entre aquellos tiempos peoi·
10rio moral, separándose cada vez más de la ne ntes para la ficción y para la historia 121:
hiSloria na/ural. La retórica, como base cons,
titutiva de l discu rso historiográfico, tendrá Vuélvese a empeza r el camino. y • poco
validez hasta que en el siglo XVIII la te ndencia vuctven lambién 105 riesgos y trabajos en
«eru di ta» (véase más adelante) la rechace
en nombre de la ve rdad de los datos y, en el disc urso d k l. Hillor;a considerada COmo obra arllilicP,
XIX, sea reemplazada por el a uge creciente de en el cual esta corriente n" K evidencia (reproducido ea
la lógica 125. Etl ~ di,u d~ e , l/k" Lia,,, , i ,,. Madri d. 1193, l. p'p'
nu 81·1 35).
l~ Vease E. O'Oorman. en ti .5',ólo,,,,, a la tdici6a ...,
U' Anloni; Viperani. lH Sc, ~ H u,,,,,. Ubu. 1S69, 11 H itf""• • ¡,. CO~ .,..Uf. . . Mh ;ico. Mb;i<;o, Pomia,
ca p. xv (..De Oifficu!¡ale ScT;Mndi.). El tTat.do de Vipe.
rani eS interesa nle porque .• unq ... no cIar. mente divid idos.
se 1I0lan los dos a.peclos que c• • i medio si¡ lo mi. tarde
''''.
111 Juan Baulina Mullol, IIUfQ';" ihl N..efQ MIINIo
( I19J ). Edición mode rna Con introducción y not u de Joet :
separart d . ramentt Cabrera de CÓTdoba. Vi perani se Ak:ina Franch. Madrid. A,uilar. 1975. Sobre la \.arca ..., I
ocupa. tntTt otros upeclos del disc:urso. de 11 Kllttncia Mui\oz en la recopi l. ción de OoeumcnlOS sobre ti Nuno i
(cap. XI) ; de lis di'rt$iona. descripciona y conciona Mu ndo. A. BallesteTos Bere\\ l. ,.Juan Baut is\.a Mub:
(c.p. IX) y I.mbi~ n de 11 nlrr.ción (ca p. XIII y XIV). la creación del Ardlivo de [ndi • ••• R~"iJl" tk IIIdWa.
'11 Po r t ;C mplo J. S. Mili . JI Systm. "1 lArlr, 1843, lrala 11·4. 1941 . "'... SS·95.
de la historia en el libro VI (cap. X y XI): También H. Th . ' 21 K.. Hamburl er. Di~ lArik ih, Dkhlunl, 1956 (Ira.
8ucklt. HiSll)l'y t>f C¡"¡Ii:",io~ I~ Engl,,~d. 1857. cap. 11 duo;ción inglesa por M. J. Rose. India na Uni.ersity Presa,
IV. del volumen l. Para un panOTama IcneTI1. E. Fuete •. 1973. pí.gs.. 91· 110) . d. ...... sobre la temporalidad ea ..
HiJltHU tk I'lti$/M i<>r'tlpItil' M rxNrtv. Pañs. 1914. Sin duda historia. E. Benvcnis' e•• t..n relllioM de ICmpt dam le .
ellas posiciooca no SOn lodavla uninimes ea el li&lo,)(lx,
por'!lIt en 1883 Mtnfnda y Pel.yo pronuncia su r. moso
ycrM fra ..... iu. en I',~"_,
P. ñs. O allimud. 1966.
• lillKUisliqw ~.

96
otros grupos de isletas. Porfia el almirante por s us relicidades"l l l. Además, Solis continua
hasta ponerse al norte de la Isla de PinO$, (al desar ro llar el estado de cosas esbozados en
que nombró Evangelista. AlIi observa que]a la primera frase), con un informe ceñido a las
costa tue rce a] sur. como lo esperaba segun personas de la familia real, au nq ue bosquejadas
lo escrito por los viajeros (pig. 213).
en su di mensión politica. Muñoz, por el con·
t rario, en el Libro 1, bosq ueja el cuadro general
La preocupación por el «erecto» narrativo de que condicio na el descubrimiento, su impor-
Muñoz, que nos recuerda, además de a SoJis. tancia y su mag nitud. En el Libro 11 , antes de
a otros relatos que empleaban los datos histo- entra r a la historia de C ristóbal Colón, dedica
riográficos para articular una na rración des- alg unos parrafos a las condiciones que han
pojada de los ripios que exige una fidelidad hecho posible el descubri miento. He aq uí cómo
a ellosl;zo,l, no debe llevarnos a equivocos. nos in!.roduce a la importancia de «la piedra
haciendonos ver en la H iSlOria de M uñoz sólo imán» en las em presas de navegación :
un relato q uc, uno o d os siglos despues, re-
pite la concepció n historiográfica dc sus ante- De entre las tinieblas de los siglos bArbaros
cesores. Esta afir mación no debe tam poco salió casualmente la luz que ha dirigido a los
llevar a pone r énfasis en la ((originalidad» de navegantes en sus expediciones por el srande
Muñoz, au nq ue la tenga, sino más bien a des- oceano. en cuyo seno esta ban encerradas y
taca r el cambio de o rie ntació n q ue se esta ocultas las dilatadas regiones del Nuevo
Mundo. Una interprelaci6n hecha por los
produciendo en la epoca en la cual escribe. árabes en el libro de las piedras atribuido
Los indicios que en Muñoz. nos llevan a rela- a Arislóleles demuestra que los filósofO$ de
cionarlocon un cambio de época en la concep.- aquella nación conocieron la maravillosa
ciÓn historiográfica son varios. En primer propiedad de la ¡min o calamita, que puesta
luga r, las notas documentales que, ade mas de en libre movimiento alrededor vuelve cons·
las pocas que incluye. promete ampliar. Esto. tantemente uno de sus lados hacia el norte.
junto al cri terio q ue le lleva a pensar en la
edición de doc umentos ineditos, s u esmerado Pá rraro en el cual se puede apreciar tanto el
trabajo en la rtto pilación de fuentes, nos ponen estilo a l q ue nos habituará M uñoz: como el
frente a una concepció n historiografica que se leve desplazamiento hacia los factores histó-
distingue tan to del resumen y la repetición ricos q ue cond icio nan la realización y erec-
que practicaban los auto res de los siglos XVI y tuación de un acontttimiento, mas q ue la de-
XVI I (y que muchas veces llevó a los especia- terminación de vol untades individuales, sobre
listas a acusarlo de «plagio» o de «deshones· las q ue gi ra la ((introd ucciónn de Solis a la
tidad» al em picar, sin hacer referencias, el «(historia de la conq uista de México».
mate rial de otros escrito res)l)) como de la F uera de estas evidenc ias de concepción
falta de mención explícita de las rue ntes en historiog ra fica q ue se detecta n en la narración
Sotis. misma, Muñoz nos deja en el prólogo no sólo
No obsta nte lo dicho con respec to a la na- un inrorme de los pasos que ha seguido en su
rración practicada por Muñoz, un cuidado trabajo, sino tambien una manifestación ex-
análisis direrencias notables con la narración plícita de sus principios. El eco de los nuevos
en Solis. En este a utor, el capitulo inicial aspectos q ue preocu pan a los filóso fos de la
(ca p. 111 ) de la na rración pro pia, comienza con historias se hace presente desde las primeras
un marcador del puro dominio del relato: páginas :
«Corria el año de mi l y q ui nientos y diez y
siete, digno de particular memoria en esta mo- Determiné hacer en mi historia lo que han
na rquía no menos por s us turbacio nes, que practicado en distintas ciencias nat urales
los filósorO$ • quienes justamente llaman
restauradores, Pilseme en eslado de duda
universal sobre cuanto se había publicado
lZ1' Por ejemplo. Hern'n Nrn de Oliv •. (14941- IS3 1), en la materia, con firme resolución de apu rar
ik {tu Indias eSludio, edicibn y nOIU
HiJ/",iaJ~ la /¡... ~ ~d';n la verdad de 105 hechos y sus circunstancias
de Jo~ Ju an Arrom. 80801'. InslilulO Caro '1 Cuervo. I96S. hasta donde fuese posible en fuerza de docu-
Tl.mbitn. Blrtolomé Leonardo de Ar,.n5Ola, Con'l"ist~ tk mentos ciertos e inconstrastab]es: resolución
Mixic". Inuodacción y nOl ILS de Joaquin Ramirez Cabon •• , que he llevado siempre adelante sin desmayar
Mb;';o. Pedro Robndo. 1940. En $ , edición $e Ulr.en por lo arduo del trabajo, lo prolijo y dincil
las narnlciones referenles a M hin> del volumen !'r;_,"
,..,,~ tk los a".,k s tk Aro""", publicado en Zara3°U en
de las invcstigaciones.
16lO.
,)1 Por ejemplo la 1..,... '1 di,puli4a cueslión del Códice
Ramiuz-Tovar-Acona (cfr. E. O·Oorm.n. en el prólogo
.1. edición de la 1I¡¡",.1o Nllt~T~1 Y Mlffllldcl padre ACO!la. 111 Sobre elile comienzo, ver l . Aroa:na. An/o"l" tk
nola ¡().t). SoIl,. op. cit .. pi". 168·70.
97
Las referencias del párrafo no son dificiles cartas y relacio nes han dejado de escribirse.
de detectar, aun en una primera aproximación. puesto que han dejado de cumplir. hace tiempo,
Por una lado, la mención de las ((distintas el rol que cumplieron en su momento. Nuevos
ciencias nat urales» y a ((los fil ósofos que llaman tipos discu rsivos se hacen predominantes: el
restaurado res», nos dirige la atención. 10 pri. ensayo y la novela . Ellos responden, además,
mero, hacia la influencia que ejerció la física a las nuevas exigencias poli tico-históricas
de Newton en el área hasta entonces conside· que caracterizan. en el siglo XIX. a Hispa.
rada de las humanidades y cuyos difusores, noamérica y no ya a las ((jndias)) o al «Nuevo
en el dominio de la filosofia , son Voltaire Mundo)).
(1696-1778) y el abate Condillac (1715·80).
A su vez. la segunda referencia. mas la meno
ción del ((estado de duda uni ve rsa])), no sólo 4 . O IISER VAC IONES FINALES
nos remite a una posición fi losófica conocida
(que además descree. en los terminos estrictos Aunque escapa estriclamente a nuestro
de Descartcs, de la posibilidad de l1egar a la tema no podemos concluir sin hacer meno
verdad histórica) 132, sino que también nos ción de un grupo de textos que pertenecen a
invita a considerar la tendencia dieciochesca de la familia. por te nef como temas aspectos del
la «erudición)) historiogratica, que se presenta descubrimiento, conquista o colo nización de
como una posible via para asegura r la ve rdad Indias, pero que. por un lado, no se inscriben
en la historia . Esta ultima adhesión se mani· en ningu na de las tres categorias consideradas
fi esta, en Muñoz, en su «firme resolución de (cartas, relaciones. crónicas) y, por otro. su
apurar la verdad (... ) en fu erza de docume ntos ambiguedad discursiva ha co ncitado siempre
ciertos e inconstrastables)) ; y. también, al el problema de su adecuada clasificación.
manifestar más adelante, en el mismo prólogo. Los textos en consideración son : Lo Arauca·
que «Para satisfacer a los literatos, exhibire na (J569.78.89) de Alon so de Ercilla. El
al fin de cada reinado los fundamentos en que Carnero ( 1638) de Rodríguez Freile: UJs in-
se apoya la verdad de los sucesos refe ridos .. ,)) fortunios de AlonsO RámirtZ ( 1690) de Carlos
(pág. 68). Muiioz parece conciliar la conciencia Sigüenza y Góngora: El cautiuerio feliz (1673)
dieciochesca que, por una lado. destaca la de Pineda y Basc uñán: y, finalmente. El laza·
erudición como ta rea historiográfica destinada rillo de ciegos caminantes (1773) de Concolor·
a los especialistas con la armonía de la narra- corvo.
ción dirigida al gran publico. Esa conciliación Creemos que la perspectiva propuesta a 10
se ma nifiesta en el estilo de su narración, que largo de este ca pitulo (en el cual se distin-
se mantiene en la tradición retÓrico·historio· guieron, por un lado. los niveles de tipo. cs-
gráfi ca, y en la importancia del doc umento tructura y for mación discursiva y, por otro,
que responde a las exigencias de la erudición. se consideró que las estructuras pueden ser
La importancia de la Historia del NuerlO eleme ntos migratorios en relación a los tipos
Mundo, que constitu ye en nuestro trabajo el y los tipos en relación a la formación) puede
ClIitremo final del espectro. es la de cerrar un permitirnos plantear el problema de otra
ciclo: el del comienzo de la historiografia manera: esa «otra manera» es la de no forzar
indiana, que comienza en el cuadro renacen· la clasificación rí gida de los textos en conside-
tista y que cul mina en la confl uencia de las ración, sino tomarlos en su ambigüedad; una
transformaciones de la disci plina y de la situa· ambigüedad localizada en los niveles de las
ción política que se producirá con los movi· estructuras, los tipos y la formación. El pro·
mientos y las guerras de la independencia. blema. desde esta per:spectiva. ya no residiria
Más allá de este límite, encont raremos, por en decidi r, por ejemplo. si Lo ArQuranQ I ~
un lado, la «historia erudita)) que tomara a es historia o es épica. Este esfuerzo nada diría
carllo los acon tecimientos del descubrimiento sobre Lo Araucana si no más bien sobre los
y de la conquista; y, por otro lado, encontra- criterios evaluativos de q uien trata de decidir
remos la historia «nacionalista)) que se ocupará una clasificación. Dicho de ot ra ma nera. cllo
de hacer resaltar los hechos que condujeron al nos conduciria a saber 10 que se considera épica
nacimiento de las nuevas nacionesUl. Las o historia no necesariamente en el momento
en que Ercilla escribe si no en el momento en el
lJl Sobre e.le ISJK('IO puede eonsultarse G eorvt$ ufe·
bvn:. ÜJ NIJWDI/a « I'HuIMi08'IJp!t¡, M<XkTM. Pari •.
que T . Medina o A. Bellom lo hacen. Otra
F1amml,ion 1971. pqs. 9t - t24 ; R. N. StromM", « His·
101')' in lhe Eighleenlll CenIUI')' • • en J""rnIJI of 1fi.,or, uf l~ lA A,.. w<lIIIJ (edición especial ~ conmemoración dd
IdtlJ4, XII, 1951. pil', 295-304. primer ecnlen.fio de la independencia de la Republiao de
UJ Para IIR informe de arKler !encrll. A . C. Wi!g ..... Chile), V.Jpar.I$O. lmprcnll Moderna. 1910.
lIúI"'iI's tJMi lIú,,,,/Q,., of Hu~ A"."ktJ. Nueva York, m A. Bello. «ÜJ A'IJIIC_ por don AlonJO de ErcillJ,
Cooptr Square Publi,l",n. pip. 46 Y 51. ; Zuili... (1841). ,eeo,;do en O/H'(fJ NJl<lplrlaJ. IX. Sanrialo.

98
vía de acercarse al problema, al igual que lo
hicimos para el «género crónica» , es la de
buscar las indicaciones en los textos en el mo-
men to de producción en relación con los
contextos discursivos disponibles. En La Arau-
cana, no hay lugar a equívocos en la inscrip-
ción tanto en el tipo como en la formación
discursiva. Los versos iniciales,
No las damas, amor, no genlilezas
de caballeros canto enamorados,
ni las muestras regalos y ternezas
de amorosos afectos y cuidados:
mas el valor, los hechos. las proezas ..
(Canto 1)

no remiten ni a Tito Livio ni a Tácito sino a


Ariosto13 6. La doble nega\!ión «((Oo .. . ni»),
no es una negación del tipo discursivo (é pi-
ca), sino del tema de ella. Es el reemplazo del
tema y no del tipo discursivo lo que propone
Ercilla al proponer, por alternativa, ((el valor,
los bt(lbos, las proezas» y deci r, más adelante,
((es relación sin corromper sacada I de la
verdad, cortada a su medida».
Pero afi rmar que se va a relatar la verdad.
no significa necesa riamente que se inscriba
el discu rso en la formación discursiva histo-
riográfica; puesto que si la ve rdad es uno de
los criterios que definen a la hisloriografia,
éste no es privativo de ella ni marca, por lo
tanto, su diferelllia specifica. Como discurso,
La Araucana da suficientes indicaciones de
inscripción en el tipo discuf5ivo épico y en la La Araucana, edición de 1590
formación discu rsiva poética. Es sólo en el
nivel de una ((semántica del mundo» en el que
se ofrece una variante al cambiar la genera- El destinatario ha cambiado: ya no es el
lidad de lo verosímil por lo particular de la ((gran Felipe» sino (das damas». Hay, en este
verdad. Pero esto no es todo puesto que, sabe- cambio, toda una dimensión enunciativa que
mos, el programa (en términos cOgslitivos) está puesta en juego: mientras su destina-
inicial no se lleva a cabo. Y este cambio de tario es Felipe, la enunciación se mantiene
orientación conduciría al disc urso más y más en los marcos comunicativos de la carta ;
bacia la épica y la poética. Es así como en el en tanto que, en el momenlO en que las
canto XIX (segunda parte) encontramos la ((damas» pasan a ocupar el lugar del des-
modificación de la primera estrofa: tinatario, la estructura enunciativa remeda
la figuración ya codificada para la épica.
Hermosas damas. si mi débil canto entre el ((vate y su audiencia)). Correlativo al
no comienza a espercir vuestros loores, cambio de la estructura enunciativa, es el
'1 si mis bajos versos no levanto
a cantos de amor y obras de amores, cambio temát ico y en el canto XX I, donde
mi priesa es grande, y que decir hay tanto culmina la narración de Tegualda, el amo r es
que a mil desocupados escri tores, tema del canto: ((Quién de amo r hizo prueba
que en ello trabajasen noche y día, tan bastante? Quién vio tal muestra y obra
para todos materia y campo habría. tan piadosa?)) Estas pocas observaciones, en
relación con la compleja estructura narrativa de
!d. Nascimcnto, 1935, págs. 522·31. J. T. Medina . «Don La Araucana, son indicios suficientes para no
Alon$O de Ercilla» en Hisr()Tja "" ID liu,oru,o rolo"jol dt dudar que, en el contexto discursivo dispo-
Cllik, 1, Santiago, Librería del Mercurio. 1878, pégs. 26-118. nible, el ocIO de Ercilla se inscribe en los pre-
116 M. Chevalier. «Ereilla et ses disciplcs» en L·A,jos·
rt or EsJNIgne. Bur!l eos. 1966, p~gs. 144-64. J. B. Avalle-
ceptos de la poética más que en los de la his-
Am:. «El poel8 en ~u p<Xma : el caso Ercilll». Re"isra de toria, aunque algunos de sus capitulos tengan
O«itk"lt . • egunda época. XXX II , 95, pág¡. 152_70. lambién !la/or documental.

99
El caso del Couti!)~riQ Feliz In es sin duda ¿Pero una critica desde q ué perspectiva? En
mAs problemático que el de La Araucana, el capítulo IV, del Discurso IV (pág. 318).
Esteve Ba rba. ( H istorio/{rafia Indiana. 1964. tene mos algunos indicios para comenzar a
pág. 545) 10 integra en el grupo de «memorias desenredar la madeja. Después de considera r
de soldados de la guerra del A rauco». D os pre- las ensenanzas que los a ntiguos nos brindan
guntas surgen de inmedia to ante esta clasi- en la veneración de s us dioses y cu lto y la
ficación: ¿qu~ vigencia tiene la ((memoria)), reve rencia de sus templos. culmina d iciendo
como t ipo disc ursivo, hacia fi nales del siglo que (, De aq uí podre mos sacar algunas conse-
XV II? Es indudable q ue la «intenciÓn» de Pi- cuencias al principal inlenlO de eSle libro ajus-
ned a no es la misma q ue la de, ponga mos por ladaS)I . Las consecuencias son tres: la primera
caso, fray Servando Teresa de M ier. D e modo es q ue «(estos bárbaros no pueden red ucirse a
q ue podemos intuir, sin detenernos e n la policia cristiana. porque e n sus principios
«histO riM del vocablo que hoy sirve para de- fueron mal industriados. maltratados y o pri-
signar u n tipo discu rsivo. que no es ésta la midos ... »: la segunda, Ida no ta y mal ejem plo
intenció n discursiva de Pineda y Bascuñan. con que fueron doctrinados)); la tercera y úl-
Por otra parte, en lo que respecta a la segunda tima la citaremos completa:
parte de la clasificación de Esteve Ba r ba
(<<soldados de la guerra de l Arauco»), vale la Lo último que podemos notar. es decir que
pena recordar el primer párrafo de la Intro- adonde no hai justicia igual a la de eSlos
ducción d e Ba rros Arana a la ed ición d el libro ant iguos jcntiles, y se permiten iguales mal-
de Pineda: dades y sacrilejios. cómo podemos es perar
paz. quietud ni descanso. sino es una guerra
perpelua y inacabable. como la que hasta
CU31ldo los soldados del rey de Espar'a el dia de hoj se ha continuado en este des-
que servlln en la conquistl del nuevo mundo dichado ~ino. a ruyo blanco ~'Qn enderezados
solicitaban una gracia de su soberano. acos- cs/os r;erda(lero$ distursos.
tumbraban hacer una relación de sus ser-
vicios y Icompar'arla de documentos jus-
tificativos. E5as solicitudes ( ... ) eran cuidado- No queda duda entonces de que el intento
samente conservadas en los archivos (... ). no es sólo colI/ar (na rrar una historia, la de su
El el rico archivo de Indias, depositado ahora cautiveri o). sino persuadirUS. Y para este obje-
en Sevilla, donde est'n ~unidos todos los to se escriben estos «verdaderos discursos». El
documentos ~lltivos a la conquista 1 colo- acto persuasivo. en este caso. no es oral ni,
nizoción de la América 'ntes espar'oIa: exis- por lo tanto. se ejerce a nte una audie ncia,
ten gruesos paquetes de solicitudes de ese ca-presente con el emisor. No obstante. el
.itnero di rijidas por los soldados que servian mod elo d el «discurso del orad on) no deja de
en la gue rra de Chile (... ). Sin embargo, la estar prese nte. Es. e nto nces. desde esta pers·
firma del autor del Caulil'eria Feliz nose halla
al pie de ninguna de esas solicÍludes. pectiva desde donde podemos entender las
abundan tes referencias de Pineda a la elocuen·
Barros Arana nos certifica. indirec tame nte, cia. cuyas miras están puestas no en la historio-
que el Cauliverio Fe liz no es rela ción en el sen- grafia sino en la oratoria. Es. por tanto, en el
tido en que hemos analizado las relacionl!s ((discurso d el orado r» donde quizás poda.
no o ficiales q ue anteceden a su oficialización en mos encontrar el modelo (ti po disc ursivo) en el
el cuestionario p re parado por Ovando y cual se inscribe el CoulilJerio Feliz .
Velasco. Si descartamos la «memoria y la re- Los tres libros restantes. d e los menciona-
lación)), como tipos discursivos posibles en dos, tienen pl,lntos en com ún en la considera·
los c uales inscribir el libro ¿cuál es su lugar, ción critica q ue se hace de ellos. Tanto El
Carnero 139. como Lru InforTun ios ... t40. como
e ntonces, en cl con texto d iscursivo en el cual
se produce? Pineda mismo se ocupa de hac~r ­ El Lazarillo ... I ~1 ha n sido entroncados con la
.(novela picaresca». Maria Casas de Faunce 142
noslo saber. Sus refere ncias a la historio-
grana , que aparecen d esde el primer ca pít ulo,
y sus especulaciones sobre la elocuencia en los IJI A L"i. Alberto Sinchez le .,moteol ... ta relória
historiadores, no d eben llevarnos tampoco porq"" escapa • su intenlo de fomr el libro. lOS antCtt·
denln de la no_ela (Esrrlt",~~ upr'J~,.to/;,·os tú Ambico,
a pensa r que Pineda intenta escribir u na obra Madrid, Gredos. pip. 77-&4).
historiog ráfica. Más bien. de lo q ue se trata IJ9 El cortlCM, ton nOllS de Miguel "g"ikr., 8010l i,
es de una crit ica a ciert o tipo de historiogralia. Imprenu. Nacionat, 1963.
140 _Jnrort un ios de: Alonso Ram lrcvo. ColuriÓII dr libros
qw Irat"" tk Ami,ieo. Madrid. 1902.
11' C""¡i,·~,,,, Fdi.: • w Iwmu dih,,1IIku • C¡';I~. '" El /ororil/o tk dr,os eomltlatlu•• edición d~ E. CI'
Colección de Hisloriadores de Chile Ydocumenlo> r~lalivc» riUa. Barcelona. Labor. 1913.
I la hisloria nlrionll. vol. t ll . Sanlil¡o. tmplUII <kl Ferro- "1 L4 tlo,.r/o pico'uro L4ti"" Ame,lcona. M adrid. Pla·
carril. I Bbl. Con introdlKCión de DiCIO Blrros Ara nl. nCII-Uniwnidld. 1977.

100
justifica la inserción de El Carnero entre los sidad y, por ot ro, se encuentra n rodeados de
antecedentes de la novela picaresca diciendo contextos discursivos con diferentes episte-
que tCes ta obra se podría ubicar en la (división) mologías. Con respecto a lo primero, Freile no
correspondie nte al mito picaresco por pre- tiene la experiencia inmediata del descubridor
sentarnos una realidad social coloreada con o del conquistador ; con respecto a lo segundo,
pinceladas literarias que son reminiscencias el momento en que escribe le orrece una varie-
esteticas y que prod ucen en el lector una im- dad mucho mayo r de posibilidades discursivas
presión de hallarse ante una obra del genero con las cuales ((modelar» su relato. Los mismo
pica resco» (pág. 19). Las propias palabras de veremos para el caso de Sigüenza y Góngora
Freile parecen orientarnos por otros rumbos: y, aun, para el de El Lazarillo ... La conclusión
fl. Y volviendo a mi propósito digo que aunque que se desprende de estas pocas observaciones
el reverendo Fray Pedro Simón en sus escri- es que. por un lado, Freile inscri be su libro en
t05 y not icias y el padre Jua n de Castellanos la clase de los libros que se escriben para guar-
en los suyos trataro n de las conquistas de estas dar «memoria» del pasado de una región,
partes, nunca trataron de lo acontecido en dentro del marco de la conquista y de la colo-
este Rei no, por 10 cual me animé yo á decirlo ; nización ; por otro lado, tal relato no se apega
y aunque en tosco estilo, snd fa relación su- a la seca narración de los hechos acaecidos
cinta y !lndadera, sin e/ ornato relórico que (como en las relaciones de soldados. o en las
piden las historias, ni tampoco lleva raciod- relaciones oficiales) sino que se articula me-
naciones pobicos, porque s610 se hallord en ella dia nte estructu ras «migrantesH que provienen
desnuda la verdad, ( ... )>> (Prólogo al lector). de distintos tipos y formaciones discursivas: en
Las partes del libro que justifican las cone~:io­ algunas de estas estructuras podemos esta-
nes con la novela picaresca son los ( relatos» blecer conexiones con la picaresca ; pero, en
de la vida ciudadana colo nial 143, y no los pri- otras, lo harcmos con un tendencia morali-
meros capitulos consagrados a las disputas de zante que hace de la sentencia una estructura
10scaciquesGuatavita y Bogotá . ¿Pero que tipo migratoria que aparece en distintos ti pos y
de conexiones? No tenemos las andanzas tam bien formaciones discursivas. De ahí a
de un picaro. sino meramente una sucesión considerarlo como «a ntecedente de la novela
de cuad ros, que sirven de exemplum a la sen- picarescaH en América hay un gran paso.
tencia mo ralizante (como lo vimos en O val1e Muy distinto es el libro de Sigüenza y Gón-
y Piedrahita, para la historia del XVII), en los gora : la inscripción en la tradición picaresca 144
cuales se podría quizás justificar una cierta es mucho menos dudosa pero, al mismo
¡ronia impuesta por el modo narrativo. Pero tiempo, radicalmente distintos sus resultados.
estos ejemplos son fl acos para sostener el El vocablo del título (<<infort uniosf¡), no parece
carácter de noue/a y el ca rácter de picaresca ocultar ni ngún vi nculo con las ,(fortu nas y
de un libro que, por lo demás se presen ta como adversidades» de El La~arillo de Tormes.
ulación y se direrencia de la historia y de la De la misma manera, la narración «autobio--
poética. ¿Dónde estamos entonces? El contexto gráfiCa» parece indicar OITO vínc ulo; ta mbién
en el cual escribe Freile, su concienci a de escri- la inserción explicita, en las últimas pági nas,
bir «algo» que difiere de la poética y de la his- del {(destinatariOIl de la narración que, e(l
toria pero que. al mismo tiempo, tiene como este caso es Sigüenza y Góngora, y en el caso
objetivo «guardar memoria¡f de los hechos del Lazarillo ((original», es «(vuestra merced¡f.
de la región de Nueva G ranada, parece tener Sin embargo, las diferencias son tambien no-
como modelo antecedente un tipo discursivo, tables. No sólo que los Infortunios de Alo/l.So
que no hemos analizado, representado por las Ramirr~ forman parte de las «relaciones his-
relaciones dire rentes a las oficiales q ue nos tóricas» de Sigüenza y Góngora, si no también
ocuparon en el apartado 2 : la del soldado que, que se lo recoge, en 1902, en una «Colección de
en el siglo XVI, escri be sus experiencias, relata, Libros que tra ta n de America», no como obra
hace relación de hechos que le parecen dignos literaria sino histórica. El propio Sigüenza la
de memoria, pero sabiendo, al mismo tiem-. presenta como tal en el prólogo, aunque la na-
po, que su aClo no se inscribe en ni ngún molde
instit ucional, sino que es producto dc las ci r·
cunstancias (cfr. Ruy Diaz de Guzmán). En ,.. p,,,. el <al.do .eu,.I,.. de la novela piearesc • ...t.se
1. edici6n dc LA ,id.. «LA:/Ullfo tk T",,,,tl. por y o;on inlro-
el siglo XVII , ya no hay soldados de la conquista, du.cción de: Alben o BIee" ., Madrid, enl.I;"; el importanlc
sino que hay «vecinos», como en el caso de esuidio LA " ""clo ,,;cartM<l, ti ¡HJtfa« !'Uf", dc Ff.nciKO
Freile que, por un lado sienten la misma nece- Rico, Sa,,,,,lon,, &¡~ B'Il1II ; Fern.ndo Uu'o Clfrelc"
LA~",jJ/a tk To,,,,tl 'fI lo picartsca, Barcclon •. Ariel. 1972.
Ocbe mencionanc pa,a el ClSO de S. Y. G. el lf.lcUIo de
IOJ S. &"50, ~La I"""k, n.rr'liv, tk J. R. F ,,., Tht$aw· R. H. C.slagnino, .C. . 1.
de: S. y G . o la pic.resca in ve",~,
XXX II. num o 1.
, wJ. l . 1971, "t.,. 95- 165. en Ro:;'n y Fdh"la. 1912. pIi, •. 27-.14.

101
rracion se realice en primera persona. Pero, viaje, populares en los siglos XV]] y XVIII; Y
en este caso, no se Hata de una auto biografia es así que lo recoge Torre Revello '46 . Ello n05
ficticia, como en el del Lazarillo de Tormes, llevaría al análisis de este tipo discursivo, que
sino de una autobiogralia narrada por el auto- no hemos considerado en este capítulo: b)
biografiado y escrita por Sigüenza. Tal ambi- pero, además de ser libro de viajes, el detalle
güedad queda pendiente al final del libro, en la de la descripción, las estadísticas, etc., lo en·
medida en que se sugiere que el relato que aca- troncan tam bién con las primitivas relaciones
bamos de leer, narrado por Alonso Ramírez, de Indias; e) en tercer lugar, el (<libro» que
ha sido escrito por Sigüenza: «Mandóme (...) Icemos es el resultado de la confrontación de
fuese a visitar a don Carlos Sigüenza y Góngora dos textos que se mencionan como dos tipos
(... ). Compadecido de mis trabajos, no sólo discursivos distintos: el diario de Concolor·
formó esta relación en que se contienen, sino corvo y las memorias del visitador :
que me consiguió con la intercesión y súplicas
que en mi presencia hizo.. . etc.» El enunciado Después de haber de!óCansado dos días
subrayado es el que manifiesta la ambigüedad en Potosi, pidió el visitador "te diario, que
de la uau toria)) de un relato que, narrado en cotejó con sus memoTios y le halló puntual
primera persona, es ---liin embargo-compues- en la5 poStas y leguas (...) (pig. 275).
to por un sujeto que no es precisamente el
«a utobiografiadml. De este aspecto nos inte- Hasta aquí podemos resumir diciendo que se
resa señalar q ue, por un lado, nos encontramos trata de un libro de viajes, que integra. en su
en un caso se mejante al que se encontró Gar- forma, dos tipos discursivos (diario y memoria)
cilaso al escribir La Florida en donde se re- y que. además, int rod uce ciertas estructuras
parten responsabilidades el poseedor de (da de la \\novela picaresca». Pero esto no es todo,
relación» y el poseedor «del discurso»; por puesto q ue hay claras rererencias a la historio-
otra parle, la diferencia reside en la ma nera gralia q ue se mencionan desde el principio y
en q ue se resuelve la na rración: apegada a las do nde se opta por la fábula corno alternati va
normas historiográficas en el caso de Garci- de la Ms/Oria : «Si fuera cierta la opinión comun,
laso, se incli nan, en el caso de Sigüenza, hacia o Ilámase vulgar, que viajero y embustero son
un relato cuyo modelo no lo sumi nis tra la his· sinónimos, se debía preferir la lectura de la
toriografia si no la tradición de Ida novela pi. fábula a la de la historia» (pág. 123) observa·
caresca)). No nos queda, por tanto, más que ción que se corona con el epígrafe que inau·
aceptar el libro en la ambigüedad de una ins- gura la primera parte (canendo et ludendo
cripción referencial y de una correferencia- re{ero I'era) y que se transforma en el cierre
lidad entre el sujeto textual y el sujeto social del libro (cal/elido et lude/Ido retuli vera ).
(por ejemplo Alonso Ramirez); al mismo Emilio Carilla no ha observado las conexiones
tiempo, ve rlo estructurado sobre un modelo entre el encuadre epigráfico y las posiciones
que no liene tradición en IIlos li bros de ve rdad» declaradas con respecto a la fábu la y a la his·
sino en «los libros de ficción» . ¿Es casual toria, y sólo dice que <ICarrió habia comenzado
que estos tres libros se escri ban en el si- su obra (después de su detallado prólogo) con
glo XVI y que a la vez que postulan una referen- el epigrafe de una frase latina (.. .). Quizás
cialidad explicita. escapen a la inserción di recta remede algiin comienzo de poema, que no
en un tipo disc ursivo; y ademas, que lo hagan puedo precisar (... ). De todos modos aceptamos
a partir del título mismo? que el viaje de Carrió fue, para el lector, ilus-
Finalmente, el Lazarillo de Ciegos Cami· trativo y entretenido» (pág. 473). Digamos fi·
nantes ofrece un caso semejante, por su am- nalmente que, a lo en umerado, hay todavía
bigüedad, al de Sigüenza y GÓngora. ¿Qué que agregar el diálvgo, como estructura dis·
duda cabe, desde el título mismo, que hay una cursiva, que se inserta en la segunda parle y
referencia al libro que funda el tipo discursivo donde se cont raponen los puntos de vista de
denominado ¡¡ novela picaresca))?I45 Pero ¿qué Concolorcorvo y del visitador, introduciendo
duda cabe. ta mbién, que aunque se introd uzca una estructura discursi va que había tenido gran
un narrador ficticio «,ConcolorcorvOl». el libro relevancia en la ¡¡ Literatura» de los siglos
tiene muchos elementos que no pertenecen a la XVI y XVII . Tal es la complejidad si lenciada ~
«picaresca»? La complejidad de este libro nos de este Lazarillo, al que sólo se ha acertado a
remite hacia va riadas direcciones: a) por un trazarle conexiones con la picaresca y clasi-
lado corresponde al trazado de los libros de ficarlo en los libros de viajes.

1* Torre R~vcJJo, .Viljeros.. reladontS, cartas y mi>-


IU vta~. sin ~mbarlo. la discusión y puesla al di.o del morí ... ,i&los XVII. XVIII Y primer decen io del XIU, en HU.
problema en la inlrodueción de E. Carilla ala edició n citada ltl'la • fIJ Nld6tr "'IlMIINI. Bue.... Aires. 19-1.O, ",¡:i-
(cf,. nOla 141). nlS 397-407.

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