Sunteți pe pagina 1din 16

Unidad 1 / Escenario 2

Lectura fundamental

Relación entre la administración


pública y otras disciplinas sociales

Contenido

1 La AP como disciplina interdisciplinaria o multidisciplinaria

2 La AP como especialización de una disciplina social más amplia

3 La AP como disciplina con teoría central y objeto autónomo

4 Enfoques políticos

5 Enfoques administrativos

6 Enfoques sociopsicológicos

7 Enfoques jurídicos

8 Enfoques económicos

Palabras clave: administración pública, enfoques políticos, enfoques administrativos, enfoques sociopsicológicos,
enfoques económicos, enfoques jurídicos.
Relación entre la Administración Pública y otras disciplinas sociales
En el Escenario anterior, establecimos algunas definiciones y características de la Administración
Pública como disciplina y campo del conocimiento, resaltando el problema epistemológico que se ha
presentado en la definición de su estructura científica básica. Ahora, en este Escenario, nos compete
estudiar uno de los problemas que se presenta en razón al carácter aplicado y en construcción de la
Administración Pública, el cual resulta de la reflexión respecto de los límites en su campo de estudio y
las relaciones que se pueden establecer entre esta y otras disciplinas.

Aceptamos que la Administración Pública (AP) es una disciplina social en tanto analiza y trata un
campo específico de los grupos sociales y de los seres humanos en sociedad, sin embargo, definir este
campo específico no ha sido una tarea fácil y mucho menos acabada. Es común encontrar nociones
que buscan definir el campo de estudio de la AP atendiendo a las relaciones que se establecen entre
esta y las demás disciplinas sociales (Villareal, 2015), generando tres tipos de aproximaciones:

1. La AP como disciplina interdisciplinaria o multidisciplinaria


Tal como ocurre con las ingenierías, que se nutren y organizan el conocimiento científico producido
por la física, la biología y la química, la AP se sirve de la política, el derecho, la economía, la
administración de empresas y, en general, de las ciencias sociales y humanas para desarrollar
conocimiento utilizando el método científico con el objetivo de aplicarlo. De esta manera, la AP
no buscaría investigar problemas científicos, sino encontrar formas de aprovechar principios y
conocimientos científicos para resolver problemas prácticos.

De esta concepción se desprende que la AP no buscaría constituirse como una disciplina científica
autónoma, sino que privilegiaría los componentes metodológicos y técnicos propios de las disciplinas
aplicadas (Rincón, 2011).

No obstante, la configuración de la Administración Pública como disciplina multidisciplinar o


interdisciplinar genera una serie de dificultades:

1. Es difícil acceder a conocimiento profundo de las diversas disciplinas que integrarían el campo
de la AP, lo que podría producir estudios superficiales. (Ibidem)

2. Las distintas ciencias sociales que nutren la AP impondrían múltiples objetos de estudio,
dificultando la consolidación de la AP como ciencia. (Ibidem)

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 2
3. Se podrían suprimir o privilegiar selectivamente contenidos de las distintas disciplinas en razón
a los componentes prácticos y aplicados que impone la interdisciplinariedad, restringiendo la
reflexión científica. (Ibidem)

2. La AP como especialización de una disciplina social más amplia


Tradicionalmente, la AP se considera una parte de la ciencia política, un ejemplo de esto es la
clasificación que realiza UNESCO en su Propuesta de Nomenclatura Estándar Internacional para los
Campos de la Ciencia y la Tecnología (1988), de acuerdo con la cual la Administración Pública es una
disciplina perteneciente al campo de la ciencia política, que cuenta con 5 disciplinas:

1. Gestión administrativa

2. Instituciones centrales

3. Administración civil

4. Servicios públicos

5. Instituciones regionales

Este tipo de aproximaciones es común dentro de la academia y parte por considerar que el objeto
de estudio de la ciencia política y la Administración Pública es el poder. Sin embargo, muchos
investigadores sostienen que no se trata del mismo poder en los dos casos; “mientras que a la ciencia
política le interesa la lucha política y la forma en que este se constituye, a la Administración Pública
le importa el poder ya constituido en gobierno” (Olivera, 2009). Es decir, la AP es una ciencia a la
que le interesa la práctica, la estructura y uso del poder político y, como tal, estaría más cercana con
el cuerpo de conocimientos de la administración y la gestión antes que con los conocimientos de la
ciencia política.

Esta distancia que se puede reconocer entre los objetos de estudio entre la ciencia política y la
administración, también se puede reconocer entre la administración de empresas y la Administración
Pública, pues sus objetos y motivaciones también resultan diametralmente opuestos; el Estado
y el interés público no es compatible ni comparable en muchos aspectos con las organizaciones
privadas. Con lo cual, muchos teóricos plantean cuestionamientos respecto de la AP como disciplina
subordinada o especialización de otra ciencia social.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 3
3. La AP como disciplina con teoría central y objeto autónomo
Esta concepción parte por reconocer que, a pesar de la multidisciplinariedad e interdisciplinariedad
al interior del estudio de la Administración Pública y el énfasis o primacía cognitiva que una u otra
disciplina haya marcado su desarrollos, la AP cuenta un desarrollo teórico y científico propio, el
cual se puede organizar a partir de enfoques o tendencias conceptuales que responden a dinámicas
históricas y “la disciplina de procedencia de los autores que se ocupan de la Administración Pública
o incluso a los gustos e intereses personales de sus tratadistas” (Rincón, 2011). Lo cual, aunque ha
implicado la adopción de distintos objetos de estudio, entre los que destacan el poder, el Estado,
el gobierno, las organizaciones y la burocracia, permite identificar un desarrollo conceptual propio,
diferente al producido en otras disciplinas sociales, aunque sin desconocer su influencia.

Claramente, para cada uno de estos objetos de estudio podemos reconocer un momento histórico
concreto que relaciona el contexto histórico, las consideraciones acerca del funcionamiento de la
sociedad, los valores y los intereses de los autores que abordaron el estudio de la Administración
Pública. (Rincón, 2011). A continuación, abordaremos las distintas tendencias que han influenciado el
desarrollo científico de la Administración Pública.

¿Sabía qué...?
Los autores Chevallier y Loschak identifican tres enfoques que han
marcado el desarrollo epistemológico de la Administración pública:
• Jurídico-político

• Administrativo

• Sociológico

Posteriormente, se ha considerado necesario separar las corrientes jurídicas y políticas, además de


adicionar enfoques psicológicos y económicos como disciplinas que han marcado y trasformado la
producción de conocimiento dentro del campo de la Administración pública.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 4
4. Enfoques políticos
Como se mencionó anteriormente, se suele aceptar dentro de los ámbitos académicos que la
Administración Pública es una rama de la ciencia política y, en tal sentido, esta será la disciplina que
prima en su desarrollo conceptual y además es con la que tienen mayor relación (Rincón, 2011).
Omar Guerrero (2005), defiende esta posición al señalar que la Administración Pública está referida
necesariamente a la administración del Estado y en ese sentido estará definida, en última instancia,
por el uso de la fuerza legítima, y en este sentido:

A la Administración Pública no le es posible escapar de su naturaleza política, porque de


hacerlo, dejaría de ser Administración Pública. Llenado con economía el vacío dejado por la
política, se convertiría en gerencia; dejando de ser política, perdería su pública denominación
para asumir la gestión de lo privado. (Guerrero, 2005).

Con lo cual, se debe aceptar de acuerdo con Guerrero que, la raíz política de la Administración es
aquello que le confiere su característica pública, en tanto es mediante el uso de la fuerza legítima que
se logran hacer vinculantes las decisiones políticas y efectivas las acciones del Estado.

La diferenciación conceptual y teórica entre la decisión y la acción o ejecución a menudo ha marcado


el límite entre Administración Pública y ciencia política, fijando la toma de las decisiones públicas
como la actividad de los políticos, quienes tendrán en sus manos la responsabilidad de dirigir los
destinos de la sociedad en general. Una vez tomadas las decisiones, la ejecución de las mismas será
tarea de la Administración Pública, vista como un aparato responsable de interpretar las decisiones y
llevarlas a la práctica mediante la selección de las técnicas y herramientas más adecuadas para ello.

No obstante, si bien para fines pedagógicos o explicativos esta diferenciación puede llevarse a cabo,
en la práctica los defensores del enfoque político han señalado que este límite es borroso e incluso
inexistente. Consideremos por ejemplo los procesos de decisión e implementación de políticas
públicas, los cuales en teoría se presentan como procesos continuos e íntimamente articulados que
se desarrollan atendiendo a criterios racionalidades sobre la eficiencia y efectividad. Sin embargo,
si analizamos el comportamiento real de los actores involucrados encontraremos que tanto en la
decisión como implementación de políticas públicas intervienen distintos factores de carácter político
que difuminan las fronteras entre administración y ciencia política1 .

1 Dentro de los cuales podríamos desatacar las lógicas partidistas, el clientelismo, la imposición y promoción de intereses en razón al poder de los
distintitos involucrados, las normas que regulan el campo de la política y las ideas imperantes sobre las soluciones a los problemas, como factores
políticos presentes tanto en la toma como en la ejecución de las decisiones políticas.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 5
Las distintas configuraciones de intereses, instituciones, ideas y compromisos políticos configuran
juegos políticos que operan dentro de los círculos decisorios de las políticas como pueden ser el
congreso o los despachos de los ministerios, pero también se articulan dentro de los procesos de
implementación, ya sea a nivel nacional o a nivel territorial. Es decir, por más especializada, técnica y
moderna que quiera ser la Administración Pública, siempre estará influenciada por factores políticos:

La conceptualización lineal habitual que indica que la acción política y las preferencias políticas
producen decisiones acerca de las políticas públicas puede en la realidad funcionar al revés.
Diferentes tipos de políticas públicas pueden por sí mismas producir una mayor influencia en el
grado de acción política manifestada durante la formulación e implementación (Peters, 2002).

La anterior cita, nos recuerda que los instrumentos de políticas públicas implementados por la
administración no pueden ser neutrales, y necesariamente su selección e implementación producirá
resultados sociales que generan acción política y preferencias políticas. La Administración Pública
está compuesta por seres humanos, que utilizan herramientas y técnicas mediante su conocimiento y
experiencia, para dar cumplimiento a las decisiones públicas. No obstante, como seres humanos, estas
decisiones terminan influenciadas por sus limitaciones en términos de conocimiento y experiencia,
por un lado y por sus virtudes y defectos por el otro. De hecho, varios autores han sugerido que la
Administración Pública es el reflejo de todos los vicios y virtudes presentes en la sociedad.

Todos estos factores pueden obstaculizar o potenciar las decisiones originales, con lo cual se ha
sugerido que la Administración Pública termina modificando, mediante el mejoramiento o la
distorsión de las decisiones de política pública. Estos hallazgos sirvieron para explicar por qué muchas
políticas no culminaban en el mejoramiento de las condiciones problemáticas o falencias presentes
en la sociedad y que motivaron inicialmente la decisión. Entonces, aunque los Estados en general
destinaban muchos recursos para resolver diferentes problemáticas, en la práctica muchas veces
sucede lo contrario, es decir, que los problemas sean peores, y en el mejor de los casos que no se
resuelvan.

5. Enfoques administrativos
Para varios autores, principalmente de una tradición anglosajona, se reconoce formal e históricamente
la Administración Pública como una rama de la ciencia política, aunque destacan que cada vez se ha
alejado más de ella (Rincón, 2011).

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 6
El alejamiento de la Administración Pública de las ciencias políticas se advierte en el
surgimiento de las escuelas de políticas y asuntos públicos. Percibimos aún más esta
separación de las ciencias políticas y Administración Pública porque, ocasionalmente, los
politólogos advierten que la disciplina madre ha dejado desnutrida y arrinconada a esta hija
suya (Frederickson, 1983).

Esta distancia ha llevado a considerar la Administración Pública como un campo de conocimiento


con dos padres “la disciplina madre es la ciencia política; el padrastro es la administración” (Rincón,
2011).

El énfasis en las características administrativas o de gestión dentro de la AP hace hincapié en los


componentes prácticos, de ejecución y manejo que la acercan más a la administración de empresas
y la distancian de la ciencia política. Este tipo de enfoques, como se mencionó anteriormente,
provienen principalmente de la tradición norteamericana de tratadistas sobre Administración Pública,
entre los que destacan Woodrow Wilson, Goodnow y Gulick, para quienes la administración es
ejecución y, por tanto, un campo de negocios que debe estar alejado de las luchas políticas, partiendo
de una perspectiva según la cual la administración está referida con el hacer a partir de objetivos
definidos y, por tanto, la Administración Pública será aquella rama de la administración que tiene que
ver con el gobierno, originando las concepciones de gerencia publica, gestión pública y gerencia social
como adaptaciones e interpretaciones de conocimientos de la administración de empresas aplicadas a
la esfera de lo público estatal.

Este tipo de enfoque, sostiene que la consideración de falta de sustento teórico propio para
la AP en razón a que sus principios y métodos provenían de la ciencia política y el derecho, se
puede superar adaptando las técnicas, procedimientos y conocimiento científico administrativo
privado a las organizaciones públicas, permitiendo demostrar la independencia y autonomía de la
Administración Pública como campo de estudio autónomo, remplazando principios tales como la
participación, equidad, ética y democracia en favor de consideraciones sobre la efectividad, eficiencia
y productividad de la acción estatal (Lhérisson, 2001).

6. Enfoques sociopsicológicos
Las concepciones sobre la eficiencia, la gestión y la gerencia de las organizaciones que se posicionan
a partir de los enfoques administrativos, a menudo tienden a ignorar que la Administración Pública se
inscribe dentro de un ambiente de relaciones reciprocas entre individuos y organizaciones.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 7
La comprensión de la sociedad como un vasto universo independiente cuyas fuerzas naturales le
dan forma a lo largo del tiempo, permite establecer que es necesario intervenir ciertos aspectos que
permitieran regularla. En tal sentido, la sociología ha orientado la Administración Pública en materia
de la comprensión de los retos a los que se enfrenta cualquier gobierno al momento de dar respuestas
a los requerimientos sociales. Para ello, se espera que los gobernantes tomen las decisiones a partir
de un conocimiento profundo de las características, necesidades, problemáticas y aspiraciones del
pueblo, con el fin de garantizar la pertinencia y utilidad de las mismas.

La legitimidad del gobierno y el Estado en general, está condicionada por las capacidades de
quienes toman las decisiones de interpretar lo que el pueblo necesita y de dar respuestas rápidas,
oportunas, eficaces y eficientes y que, a la vez, guarden directa correspondencia con el contexto
social, económico, político y ambiental dentro del cual se enmarcan. Por lo anterior, cuando se entra
al análisis específico de la Administración Pública, es necesario comprender que esta no se puede
reducir a la preocupación por el simple uso de herramientas de gestión que permitan dinamizar y
hacer más eficientes, eficaces y transparentes a las entidades públicas. Aunque es claro que estos
factores son trascendentales para garantizar el mejor uso de los recursos y tomar las mejores
decisiones medidas en términos organizacionales, el fin principal de la Administración Pública es el
bienestar general.

Ahora, además de conocer y explicar las características del comportamiento de los grupos sociales, es
necesario contar con análisis orientados al estudio del comportamiento individual, lo cual enfatiza las
perspectivas psicológicas dentro de la Administración Pública. Lo anterior, en primera medida como
herramienta que ayude a entender el comportamiento, intereses, factores que activan la motivación
de los individuos al interior de los organismos públicos, siendo fundamental como herramienta mejorar
la gestión al interior de las entidades y, en segunda instancia, para entender el comportamiento de
los individuos que forman parte de los grupos sociales y cuyos pensamientos, sentimientos, ética y
moral, son influenciados de manera positiva o negativa por dicho contexto social. Estos factores son
trascendentales para entender la forma como se debe intervenir un cierto contexto y cuáles pueden
ser los efectos, en términos de éxito o fracaso, de aplicar un determinado proyecto o política pública.
En este punto, es fundamental lograr una articulación entre los aportes que realizan la sociología y la
psicología para buscar los mejores resultados de la intervención pública.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 8
7. Enfoques jurídicos
Este tipo de enfoque está marcado por la estrecha relación que existe entre el derecho y la
Administración Pública, producto del surgimiento de la concepción del Estado de derecho a partir de
las revoluciones de los Estados Unidos en 1776 y de Francia en 1789, que buscaron establecer freno al
ejercicio del poder y garantizar un acceso al mismo en condiciones distintas a las contempladas por las
monarquías absolutistas.

Asimismo, la actuación de los gobernantes y sus aparatos administrativos tenía que ajustarse a los
propósitos del pueblo y, por ello, deberían quedar claros los límites que estos actores no podrían
cruzar, en términos del respeto de los derechos y libertades de los ciudadanos. Por lo anterior,
este nuevo Estado se sustentó en el derecho, como mecanismo para el diseño y configuración del
funcionamiento del Estado y su Administración Pública. Este punto se refiere a la dimensión del
derecho que se conoce como Derecho Público y Derecho Administrativo. En el primer caso, se
trata de las grandes directrices que rigen el diseño del Estado en sus diferentes ámbitos, nacional y
territorial, en la definición de órganos y autoridades de las ramas en las que se distribuye el poder,
en las relaciones que existen entre el Estado y su Administración Pública y entre la Administración
Pública y la sociedad, entre otros.

El derecho administrativo, por su parte, debe enmarcarse en el derecho constitucional, con el fin de
desarrollar las directrices que rigen el diseño y el funcionamiento del aparato administrativo público.
Este derecho es fundamental, en tanto sirve de soporte a la lógica de los organismos públicos, ya que
trata sobre las responsabilidades y propósitos generales, las autoridades, los tiempos y los medios
que debe utilizar la Administración Pública para garantizar el cumplimiento de sus propósitos. El
derecho administrativo público establece el marco y los límites en el funcionamiento del Estado y la
Administración Pública, por lo que se supone que los diferentes actores no deberían hacer menos ni
extralimitarse en el ejercicio de sus funciones, ya que esto puede derivar en responsabilidades de tipo
fiscal, disciplinario o penal.

Con el surgimiento del Estado de derecho, se tendió a asimilar que la Administración Pública y el
derecho administrativo eran la misma cosa.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 9
¿Sabía qué...?
Charles-Jean Baptiste Bonnin (1772- 1846), considerado el padre de la
Administración Pública, fue un férreo defensor de la tendencia jurídica, ya
que consideraba la Administración pública que se encarga fundamentalmente
de desarrollar y ejecutar las leyes. En palabras de Bonnin:
“la Administración pública general es la autoridad común que en todo
territorio tiene la ejecución de las leyes, cuya atribución constituye su
carácter esencial”.

¿Estás de acuerdo con esta apreciación?

Sin embargo, en la práctica es claro que la Administración Pública trasciende el derecho, en la medida
que, aunque el segundo establece límites y marcos, la Administración Pública debe interpretar y
adaptar las condiciones de las normas a los contextos sociales específicos dentro de los cuales está
realizando su labor. El derecho se ubica en el ámbito del deber ser, pero la Administración Pública
se refiere a la realidad que, como veíamos arriba, está fuertemente impregnada por intereses de
diversa índole y que provienen de los diferentes actores que participan en los asuntos públicos. Entre
estos intereses, están los de los políticos que participan en el legislativo, en el gobierno nacional de
la rama ejecutiva, también están los intereses, anhelos, limitaciones, etc. de los mismos funcionarios
públicos que intervienen en los organismos estatales, ya que todos intervienen en la ejecución de las
decisiones.

En el proceso de interpretación de las normas que realizan los administradores públicos, éstos tienen
diferentes grados de libertad en su aplicación al contexto particular. No obstante, estas discrecionalidades,
también deben enmarcarse en los límites de las normas, pero el ejercicio de las mismas puede determinar
diferencias importantes en las decisiones. En este sentido, aunque la norma sea la misma, su aplicación
debería derivar en actuaciones, decisiones, estrategias, objetivos particulares si el administrador público se
encuentra en el Amazonas, a si se encuentra en la costa Atlántica en Colombia. Es necesario garantizar
que las normas acojan los aspectos relativos a la cultura, a las necesidades particulares, al imaginario
colectivo y, por supuesto, a los diferentes intereses económicos, políticos y sociales que caracterizan al
territorio particular.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 10
En este sentido, una persona puede conocer las normas que rigen el presupuesto público, por ejemplo
el Decreto ley 111 de 1996 que es la norma central, también puede conocer los demás decretos que
han reglamentado esta norma, etc. Pero la herramienta mediante la cual se plasman los ingresos y
los gastos del Estado, no aparece especificada en dicho decreto. Por supuesto, es menos probable
que esta norma desarrolle las otras herramientas de la gestión pública que sustentan la formulación y
ejecución del presupuesto público, como el plan de desarrollo, el plan operativo anual de inversiones,
el plan anual mensualizado de caja, el marco fiscal de mediano plazo, etc. De igual manera sucede con
la planeación del desarrollo. Por ejemplo, la norma que rige esta temática en Colombia es la ley 152 de
1994, la cual habla de los propósitos de la planeación del desarrollo nacional y territorial, los actores,
los tiempos, la vigencia, etc. Pero conocer a detalle esta norma no implica contar con las capacidades
que requiere formular un plan de desarrollo, ya que hay herramientas técnicas para gestionar esta
materia.

8. Enfoques económicos
Una de las preocupaciones fundamentales de la Administración Pública ha sido la subsistencia,
crecimiento y desarrollo de la sociedad, la cual es una actividad atravesada y condicionada por
factores económicos. Este tipo de enfoques tienen origen en el cameralismo o actividades financiares
de las monarquías absolutistas (Rincón, 2011).

El cameralismo es una filosofía administrativa que floreció en el siglo XVIII (…) El término
“cameralismo”, surgió de la palaba utilizada para designar el cofre o la cámara en que se
recolectaban los impuestos, que luego se denotó ciencia de la administración fiscal eficaz, y por
una nueva extensión, las ciencias administrativas de manera más general” (Hood & Jackson, 1997).

Sobre el papel del Estado en relación con la economía, ha sido amplio el debate y las propuestas de
los diferentes autores a lo largo de los últimos dos siglos y ha marcado la trasformación de la relación
Estado-sociedad.

En el origen del Estado moderno, con el Estado absolutista, el modelo económico que se conoció
como mercantilismo estaba sustentado en una propuesta en la que el Estado debía intervenir en todos
aquellos asuntos que pudieran comprometer la producción, la comercialización y el consumo de los
bienes. En este sentido, el Estado podía promover una mayor producción de ciertos bienes, prohibir
la producción de otros, influir en los precios de bienes y servicios, etc. Su propósito era garantizar la
mayor riqueza posible, con el fin de garantizar a su vez la mayor riqueza para el Estado.

Posteriormente, con el advenimiento del Estado liberal de derecho y el desarrollo del capitalismo, el

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 11
pensamiento de Adam Smith enmarcado en el liberalismo económico se difundió, promoviendo la
no intervención del Estado en la economía privada, por considerar que dicha intervención generaba
distorsiones y defectos importantes en la misma. En su lugar, el tamaño y el nivel de intervención
del Estado deberían reducirse a su mínima expresión. El Estado debía asumir solamente aquellas
actividades que no tuvieran que ver con la economía privada o en las que la economía privada o
mercado no estuviera interesada en asumir. En esos términos, el Estado debía ser el responsable de
las relaciones internacionales, la infraestructura, la seguridad nacional, el orden público, la justicia,
entre otras. La economía privada debía dejarse al libre juego de la oferta y la demanda y el Estado
solo debería participar por solicitud o requerimiento del mercado. En este momento aparece el
concepto de “mano invisible” en la que se suponía que las fuerzas naturales de la economía eran las
responsables de darle forma al mercado y la intervención del Estado empezó a considerarse artificial e
inconveniente.

Posteriormente, con las crisis que evidenció la economía a comienzos del siglo XX, surgió nuevamente
la necesidad de que el Estado participara en la economía. Esta fue la situación que se presentó con
la crisis de la bolsa de 1929, en los Estados Unidos, la cual frenó la producción económica y, por
tanto, generó altos niveles de desempleo en la población, ocasionando crisis también en la calidad
de vida. Ante este panorama, los diferentes actores llegaron al acuerdo que era necesario que el
Estado interviniera directamente en la producción privada, subsidiando a la empresa y generando
actividades extra que permitieran aumentar el nivel de empleo y con él la capacidad de consumo de
los norteamericanos. Este modelo se conoció como el modelo keynesiano, por ser propuesto por
John Maynard Keynes.

¿Sabía qué...?
La frase laissez faire, laissez passer es una expresión francesa que significa
dejen hacer, dejen pasar; que fue usada por primera vez en el siglo XVIII
por Vincent de Gournay, como crítica a la intervención del Estado en la
economía.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 12
Según esta perspectiva, interferir con la libertad individual de elección y acción entorpece la
acción del mercado como medio de asignación eficiente de recursos en una sociedad. Con lo
cual, las únicas funciones del Estado deberían ser aquellas referidas a la protección y defensa
de los derechos políticos individuales y de propiedad.

En Europa, surgieron también tendencias de intervencionismo de Estado, orientadas hacia el modelo


de estado de bienestar, que buscaban que el mismo garantizara niveles cada vez mayores de calidad de
vida entre los ciudadanos. Con ello, el Estado empezó a asumir cada vez mayores responsabilidades,
que derivaron con el tiempo en más y mejores bienes y servicios públicos, y por ello en mejores niveles
de bienestar colectivo. En América Latina, adoptamos nuestra propia versión de modelo de estado
de bienestar, que se conoció como modelo desarrollista, sustentado en la estrategia de sustitución de
importaciones.

Este modelo tenía dos frentes claros de actuación. Por un lado, buscaba, mediante el
intervencionismo de Estado, conducir las economías de corte agrícola que han caracterizado
a nuestra región desde siempre, en economías industrializadas. Para ello, nuestros Estados
establecieron altos aranceles para la entrada de productos manufacturados, con el fin de eliminar la
competencia para las manufacturas nacionales, permitiendo solo la importación de las maquinarias
necesarias para el proceso. Por el otro lado, nuestros Estados, igual que lo hicieron los europeos,
asumieron cada vez más responsabilidades sociales, buscando mejorar la calidad de vida de
nuestras sociedades y con ello generaron un alto nivel de gasto público. El resultado de este alto
intervencionismo fue la crisis de la deuda externa.

Debido a los problemas que experimentó el Estado durante la aplicación del modelo desarrollista en
América Latina, las diferentes fuerzas económicas y políticas propendieron por la implementación
de un nuevo modelo que reconfiguraría las relaciones entre el Estado y el mercado. Este modelo se
conoce como Neoliberalismo, el cual recoge las propuestas del liberalismo económico del siglo XIX.
El principal planteamiento estaba orientado hacia la promoción del Estado mínimo y, en tal sentido,
buscar que el tamaño del Estado se redujera a su mínima expresión. Igual que en el siglo XIX, el Estado
debía asumir solamente aquellas funciones que no debería o no quisiera asumir el mercado, por no
tener la lógica de rentabilidad inherente a los bienes privados.

Se asumieron las mismas ideas de antaño que sugerían que la intervención del Estado solo generaba
distorsiones en el funcionamiento de la economía y, por ende, su actuación debía limitarse al máximo
posible. Esto condujo a que el Estado terminara privatizando muchas de las entidades públicas que

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 13
se dedicaban a funciones susceptibles de ser asumidas por empresas privadas. No obstante, entrado
el siglo XXI, se ha llegado a la conclusión que lo mejor es conciliar la participación tanto del mercado
como del Estado tomando en cuenta sus fortalezas para ser aprovechadas en pro de la economía y
del bienestar. En tal sentido, el Estado juega un papel muy importante en términos de regulación de
la economía, con el fin de garantizar el equilibrio macroeconómico y la productividad económica, sin
sacrificar el bienestar colectivo.

En la actualidad, una de las responsabilidades del Estado es la de garantizar el equilibrio


macroeconómico, actividad que realiza mediante la política monetaria y la política fiscal. La primera
se realiza a través del banco central, que en nuestro contexto es el Banco de la República. Sus
decisiones permiten equilibrar los niveles de inflación, de desempleo y las tasas de interés. Por el otro
lado, la política fiscal está referida a los ingresos del Estado mediante el establecimiento de la política
tributaria y mediante la focalización del gasto público. La política tributaria busca regular el cobro
de impuestos, gravando las actividades económicas más importantes. La lógica ideal de esta política
es que quienes tienen mayor riqueza deberían pagar más impuestos y quienes tienen menos riqueza
paguen menos impuestos. Esto se conoce como política tributaria progresiva. Sin embargo, en la
práctica, diversas circunstancias conducen a que las políticas tributarias tiendan a ser regresivas como
sucede en Colombia, debido a las exenciones tributarias, por ejemplo, a las empresas y a impuestos
que por naturaleza se consideran regresivos como el IVA.

En el caso del gasto público, la idea es que el Estado a la vez que recauda los recursos provenientes
de impuestos, también debe identificar los sectores y territorios donde se generan los mayores
niveles de necesidad, por la mayor carencia de bienes y servicios públicos. Estas intervenciones deben
conducir a potenciar la economía, por ejemplo, mediante la construcción de vías o los subsidios a las
actividades agrícolas y a las poblaciones más necesitadas. De igual manera, al subsidiar la educación y
la salud pública el Estado no solo contribuye al bienestar general sino que también aporta al desarrollo
económico en el largo plazo, ya que invierte en la mano de obra y en la generación del conocimiento
que alimentará las futuras actividades productivas.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 14
Referencias bibliográficas
Frederickson, G. (1983). La nueva Administración Pública. México: Noema.

Guerrero, O. (1986). Introducción a la Administración Pública: Unidad Uno, Primera Parte. México:
Harla S.A. de C.V.

Guerrero, O. (2005). La gerencia pública en la sociedad post-industrial. Revista Venezolana de


Gerencia, 463 - 477.

Hood, C., y Jackson, M. (1997). La argumentación de la administración. México: Fondo de Cultura


Económica.

Lhérisson, H. (2001). Estudio Introductorio. En N. Lynn, & A. Wildavsky, Administración Pública. El


estado actual de la disciplina (pp. 10-16). México: Fondo de Cultura Económica (FCE).

Olivera, J. (2009). El paradigma de la ciencia política y la Administración Pública: retos a los que se
enfrentan en el siglo XXI. Convergencia, Revista de Ciencias Sociales, 383-399.

Peters, G. (2002). The politics of tool choice. En L. Salomon, The tools of governments (pp. 552-
564). UK: Oxford University Press.

Rincón, J. (2011). Administración Pública, Gerencia pública, gestión pública y gerencia social: análisis
epistemológico. Bogotá: Grupo Editorial Ibáñez.

Sánchez González, J. (2001). La Administración Pública como ciencia, su objeto y su estudio. México
D. F.: Plaza y Valdés, S.A. de C.V.

UNESCO. (1988). Proposed International Standard Nomenclature for Fields of Science and Technology.
Paris: UNESCO.

Villareal, S. (2015). Administración Pública: el crecimiento de la disciplina y nuevos campos de


estudio. Ciencia política: perspectiva multidisciplinaria, 149-166.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 15
INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Pensamiento administrativo


Unidad 1: Conceptos básicos y relación entre la
Administración Pública y otras disciplinas sociales
Escenario 2: Relación entre la Administración Pública y
otras disciplinas sociales

Autor: Sergio Andrés Martínez

Asesor Pedagógico: Heidy Liliana Moncada Bernal


Diseñador Gráfico: Henderson Jhoan Colmenares López
Asistente: Ginna Paola Quiroga

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.


Prohibida su reproducción total o parcial.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 16

S-ar putea să vă placă și