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Auto 022/05

NULIDAD SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-


Vulneración al debido proceso como causal

NULIDAD SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-


Oportunidad en que debe alegarse

NULIDAD SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-Plazo


para alegarla

NULIDAD SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-


Carácter excepcional

NULIDAD SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-


Vulneración significativa y trascendental del debido proceso

NULIDAD SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-Vicio


cometido en el momento en que se profiere

NULIDAD SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-


Improcedencia por inexistencia fáctica y jurídica de la existencia del
vicio aducido/NULIDAD SENTENCIA DE
CONSTITUCIONALIDAD-Improcedencia en desconocimiento de la
interpretación prejudicial del Tribunal de Justicia de la Comunidad
Andina como causal/BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD-
Normas andinas

Encuentra esta Corte que es igualmente improcedente la nulidad alegada


por imposibilidad fáctica y jurídica de la existencia del vicio aducido,
puesto que si la controversia que dio origen al juzgamiento de
constitucionalidad tan solo enfrenta la Ley 822 de 2003, con algunos
preceptos de la Carta Política en particular y otros del bloque de
constitucionalidad en general, mal puede decirse que en este aspecto
desconoce la interpretación prejudicial. Esto es, que si bien la controversia
mencionada adujo el desconocimiento por la ley impugnada, de la decisión
436 (en sus artículos 1°, 3°, 5°, 19 y 54) de la Comisión de la Comunidad
Andina y otros (artículos 1°, 87 y 88) del Acuerdo de Cartagena (los que
fueron interpretados a su vez por el Tribunal Andino), no es menos cierto
que en sus consideraciones esta Corporación, reiterando su
jurisprudencia, juzgó –se insiste- que dichas disposiciones de los
Convenios Internacionales citados, no hacían parte del bloque de
constitucionalidad. La conclusión derivada de esto es que si dicha
reglamentación internacional y, desde luego su interpretación prejudicial,
no fueron consideradas como extensión de la preceptiva constitucional,
mal puede haberse presentado la posibilidad de su vulneración por parte
de la Ley 822 de 2003. Con ello, se ratifica la improcedencia la nulidad
alegada, lo cual resulta suficiente para denegarla.
NULIDAD SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-Alcance

Referencia: expediente D-4884

Solicitud de nulidad de la sentencia C-


988 de 2004 por la cual se declara la
exequibilidad de los artículos 4º
(parcial) y 6ª (parcial) de la Ley 822 de
2003 “Por la cual se dictan normas
relacionadas con los agroquímicos
genéricos”.

Magistrado Ponente:
Dr. HUMBERTO ANTONIO SIERRA
PORTO

Bogotá, D.C., ocho (8) de febrero de dos mil cinco (2005).

ANTECEDENTES

1.- En ejercicio de la acción pública consagrada en el artículo 241 de la


Constitución Política, el ciudadano Marcel Tangarife Torres solicitó a esta
Corporación la declaratoria de inexequibilidad de los artículos 1, 3
(parcial), 4 (parcial) y 6 (parcial) de la Ley 822 de 2003 “Por la cual se
dictan normas relacionadas con los agroquímicos genéricos”.

2.- Por auto fechado el nueve (09) de octubre de 2003, el despacho


encontró que el cargo por supuesta violación del principio de unidad de
materia no había sido bien sustentado debido a una interpretación errada
del mismo. Por tanto, el despacho inadmitió la demanda y otorgó un plazo
al actor para que la corrigiera y ésta fue subsanada. En cuanto a la admisión
de los cargos de la demanda que hacen referencia a las normas andinas, este
despacho solicitó la interpretación prejudicial del Tribunal de Justicia del
Acuerdo de Cartagena1.

De conformidad con ello, por auto fechado el nueve de octubre de 2003 el


despacho decretó lo siguiente:

“por Secretaría General, y por conducto del Ministerio de


Relaciones Exteriores, solicitar al Tribunal de Justicia del Acuerdo
de Cartagena, su concepto sobre los temas a que se refiere la
1
El Acuerdo de Cartagena fue firmado el 26 de mayo de 1969 y aprobado por la Ley 8ª del 14 de abril
de 1973.
demanda2 y que versan sobre normas que conforman el
ordenamiento jurídico del Acuerdo de Cartagena. Para los fines del
caso, envíese copia del escrito de la demanda y sus anexos así como
del presente auto para que sirvan como informe sucinto de los
hechos. Para tal efecto será dispuesto un término de 30 días de
conformidad con las normas del Tribunal de Justicia del Acuerdo de
Cartagena.”

3.- Según informe de Secretaría General fechado el trece (13) de enero de


2004, vencido el término ordenado, no se allegó la documentación. El
veintiocho (28) de enero fue reiterada la solicitud y el veintinueve (29) de
marzo se recibieron los documentos pertinentes. Razón por la cual el
despacho decidió continuar el trámite por auto del quince (15) de abril de
los corrientes.

4.- El ciudadano José Manuel Álvarez Zárate, mediante escrito presentado


el 25 de marzo de 2004, interviene en el proceso con base en los artículos
242 de la Constitución, 7 y 49 del Decreto 2067 de 1991, y adicionalmente
promueve incidente de nulidad en el proceso de la referencia. En su
opinión, es nulo, parcialmente, el auto del 9 de octubre de 2003, en el
numeral referido a la práctica de una prueba, y son nulos los actos
procesales subsiguientes relacionados con esta prueba. Considera el
ciudadano que la Corte incurrió en inobservancia de requisitos procesales
obligatorios en este tipo de procesos. En su criterio, ello viola el debido
proceso, por cuanto no es correcta la denominación de prueba que se le dio
a la solicitud de interpretación prejudicial y es necesario que el proceso sea
fijado en lista, se corran los traslados y se rindan los conceptos de rigor
antes de que se pida dicha interpretación.

Considera que la Corte ha vulnerado el debido proceso pues desconoce que


la interpretación prejudicial no es prueba y por tanto sólo “después de
contestada la demanda (...) es cuando se ha dado la oportunidad para
contradecir al actor, y por lo tanto habría argumentos nuevos para incluir
en la solicitud de interpretación”3. Por eso debe anularse el punto que
establece este término probatorio. Además, es obligatorio agotar todas las
etapas procesales previas a la sentencia antes de solicitar la interpretación
prejudicial. Para el ciudadano, esto es indispensable pues debe hacer parte
del informe sucinto de los hechos que debe remitirse al Tribunal de Justicia
del Acuerdo de Cartagena para que tal entidad “tenga todos los elementos
de juicio necesarios para elaborar la interpretación del caso”4.

Por las razones anteriores el ciudadano solicita que la Corte decrete las
nulidades respectivas y acepte su intervención dentro del proceso de la
referencia.
2
Inciso final del artículo 1º del Acuerdo de Cartagena y los artículos 1, 3, 5, 19 y 54 de la decisión 436
de la Comisión de Plenipotenciarios de la Comunidad Andina.
3
Ver página 4 de la solicitud de nulidad.
4
Ídem.
5.- Mediante Auto del 04 de mayo de 2004 (A-054-04), la Corte resolvió
denegar la solicitud de nulidad mencionada y argumentó que:

“...el procedimiento adelantado en este caso garantiza


plenamente el debido proceso, pues permite que los ciudadanos
intervinientes, las entidades invitadas, las autoridades del
gobierno y el Procurador conozcan la interpretación
prejudicial y puedan ilustrarse mejor sobre el tema y así
puedan intervenir o proferir sus conceptos con más elementos
de juicio que si no se hubiere adelantado la interpretación
prejudicial. Esa es la razón por la cual esta interpretación se
ha solicitado en esta etapa procesal”. (A-054-04)

Sostuvo adicionalmente que:

“[e]l tratamiento de “prueba” dado por esta Corte a la


solicitud de interpretación prejudicial no genera ninguna
repercusión en el proceso, ni se erige como una violación. Lo
anterior es consecuencia obvia del principio de trascendencia
que caracteriza cualquier nulidad. Según esta idea, sólo puede
decretarse la nulidad si la irregularidad influye de manera
sustancial o es determinante en la actuación subsiguiente o en
el proceso considerado en su totalidad. En este caso, no hay
ninguna afectación para el proceso o alguna de sus etapas,
pues la denominación de prueba no ha afectado el proceso
hasta ahora ni ha tenido repercusión alguna”. (Ibídem)

6.- Luego de resuelto el anterior incidente de nulidad, mediante la sentencia


C-988 de 2004 este Tribunal declaró exequible en lo acusado y por los
cargos estudiados, los apartes acusados de los artículos 4º y 6º de la Ley
822 de 2003.

“La Corte consideró que la Decisión Andina 436 invocada


por el actor, no forma parte del bloque de
constitucionalidad. La disposición acusada, según la cual,
si dos productos agroquímicos son similares, el segundo
pueda registrarse con base en los estudios realizados para
el registro del primero, parece razonable, siempre y cuando
el producto genérico se encuentre dentro de las
especificaciones técnicas del producto anteriormente
evaluado, puesto que el estudio anterior no presentaba
riesgos indebidos para la vida, la salud y el medio
ambiente, lo cual se garantiza con la licencia o dictamen
ambiental que se exige por la Ley 99 de 1993, para el
registro de un plaguicida genérico. A juicio de la Corte, la
regulación adoptada por las normas demandadas aparece
compatible con el principio de precaución, que no se logró
desvirtuar con la información científica allegada al
expediente. De igual modo, la Corte concluyó que no existe
violación de la propiedad industrial, pues la compañía que
realizó originariamente el registro del ingrediente activo
tuvo la oportunidad de disfrutar de la patente, ni existe
vulneración de la igualdad o de la libertad económica, en
la medida en que la regulación distinta para la obtención
del registro de los agroquímicos genéricos tiene un
fundamento objetivo y razonable.”

Solicitud de nulidad de la sentencia C-988 de 2004

7.- Posteriormente, en escrito del 22 de noviembre de 2004 el ciudadano


Marcel Tangarife Torres allegó a esta Corte escrito solicitando la nulidad de
la precitada sentencia C-988 de 2004. Según el ciudadano, como quiera que
el Protocolo de Cochabamba (incorporado al orden jurídico colombiano
mediante la Ley 457 de 1998), versa sobre modificaciones a disposiciones
del Tratado de Creación del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina,
trata entonces temas referentes al debido proceso en controversias
suscitadas en el marco del Acuerdo de Cartagena. Por ello, dicho protocolo
debe formar parte del bloque de constitucionalidad.

En este orden de ideas - según su parecer -, si las normas andinas que


regulan los procedimientos forman parte del bloque de constitucionalidad,
entonces tanto el artículo 35 del Tratado de Creación del Tribunal de
Justicia del acuerdo de Cartagena, como el artículo 137 del estatuto del
mismo Tribunal (Decisión 500), al establecer que los jueces que conozcan
los procesos internos deberán adoptar en sus sentencias la interpretación
del Tribunal Andino, se aplican al Juez Constitucional.

8.- Por otro lado, el incidentalista cita la sentencia de esta Corte C-227 de
1999, mediante la que se revisó la constitucionalidad del articulado del
Protocolo modificatorio del Tratado de Creación del Tribunal de Justicia
del Acuerdo de Cartagena, en donde se dijo que se encontraba ajustado a la
Constitución “...[l]a aplicación directa y preferente del ordenamiento
comunitario en los países miembros...” con el fin de estructurar un sistema
de interpretación unificado. Luego resultaba constitucional que la
interpretación prejudicial contemplada en la sección tercera del
mencionado protocolo debiera ser adoptada por el juez interno de manera
obligatoria.
9.- En atención a lo anterior, el ciudadano concluye que ante la
obligatoriedad de la adopción de la interpretación prejudicial del Tribunal
de Justicia de la Comunidad Andina por parte de la Corte Constitucional y
ante el hecho de que el sentido de dicha interpretación fuese contraria a la
que en la C-988 de 2004, se ha vulnerado el debido proceso pues lo
decidido en la C-988/04 evidencia que esta Corte no adoptó la sentencia
137–IP-2003 del mencionado Tribunal Andino. Pues dicha adopción, según
su opinión, forma parte del procedimiento en estos casos.

CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS JURÍDICOS

Competencia

1.- Según lo previsto en el artículo 49 del Decreto 2067, “la nulidad de los
procesos ante la Corte Constitucional sólo podrá ser alegada antes de
proferido el fallo. Sólo las irregularidades que impliquen violación del
debido proceso podrán servir de base para que el Pleno de la Corte anule
el Proceso”.

Ahora bien, como lo señala el recurrente, la Corte ha establecido que el


alcance del artículo 49 antes transcrito, se refiere a la potestad de la Sala
Plena de declarar nulo un proceso o parte de él, cuando se detecte una
violación flagrante del derecho al debido proceso. Y que tratándose de
violaciones a este derecho, es posible que éstas se presenten en cualquier
etapa del proceso, dentro de las cuales está incluida la sentencia. Por ello,
atendiendo al principio según el cual la nulidad en un proceso solo puede
ser alegada después de ocurrida la causal que lo genera, entonces en los
casos en que la nulidad se ha producido en la etapa procesal de la sentencia,
es decir en el momento de la toma de la decisión, ésta no puede ser alegada
sino después de dicho momento.5 De esto se deriva que esta Corte pueda
estudiar la solicitud de nulidad de la sentencia C- 988/04, ya que la causa
que se invoca ha sido la violación del derecho al debido proceso justo en el
momento en que se toma la decisión, por lo cual solo pudo ser alegada
después de producido el pronunciamiento.

2.- Por otro lado, la Corte ha determinado igualmente que en aras de


garantizar los principios de seguridad jurídica y de Cosa Juzgada
Constitucional –tal como lo anota el recurrente -, en los casos en que se
pretende solicitar la nulidad de una sentencia, ésta solo procede dentro del
término de ejecutoria de la misma. Esto es, dentro de los tres (3) días
siguientes a su notificación. La Corte consideró en el Auto 232 del 14 de
julio de 2001 que ante la ausencia de regulación legal en donde se
estableciera el término dentro del cual es procedente solicitar la nulidad de
cualquier sentencia de este Tribunal, era razonable aplicar analógicamente
el término establecido en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Éste se

5
Ver entre otros A-008-93.
refiere al plazo de tres (3) días para impugnar el fallo del juez de tutela,
contados a partir de la notificación del mismo.

En el presente caso el término de ejecutoria de la sentencia se cuenta desde


el día siguiente a la desfijación del edicto (17 de noviembre de 2004), por
entenderse notificada la primera mediante dicha fijación. La ejecutoria
entonces comprendió los días 18, 19 y 22 de noviembre de 2004,
habiéndose interpuesto la solicitud de nulidad en comento, el día 22 del
mismo, tal como consta en el oficio emitido por la Secretaria General de
esta Corporación del 23 de noviembre de 2004.

Por lo anterior, y debido a que los argumentos expuestos en la solicitud de


nulidad plantean el desconocimiento del debido proceso en el momento
procesal de la sentencia, la Sala considerará su estudio de fondo.

Problema jurídico

3.- Para determinar si la nulidad invocada resulta procedente, la Corte


deberá examinar si la causal invocada por el impugnante constituye
realmente una violación al debido proceso que tenga entidad suficiente. De
encontrarse procedente, la Corte analizará si el acto al que se califica como
generador de nulidad es violatorio del debido proceso.

El carácter excepcional de la nulidad en los procesos constitucionales

4.- El artículo 49 del Decreto 2067 de 1991 dispone que sólo las
irregularidades que impliquen violación del debido proceso podrán servir
de base para que la Sala Plena de la Corte anule una decisión. De acuerdo
con ello se trata de nulidades circunscritas de manera expresa a las
violaciones ostensibles y probadas del artículo 29 de la Constitución. Estas
situaciones son especialísimas y excepcionales, y sólo tendrán lugar cuando
los fundamentos expuestos por quien la alega muestran, de manera
indudable y cierta, que las reglas procesales aplicables a los procesos
constitucionales, que no son otras que las previstas en los decretos 2067 y
2591 de 1991, han sido quebrantadas, con notoria y flagrante vulneración
del derecho al debido proceso. Pero ello no es suficiente demostrar la
vulneración alegada, sino que ésta tiene que ser significativa y
trascendental respecto de la decisión adoptada, es decir, debe tener
repercusiones sustanciales, de lo contrario la petición de nulidad está
llamada a fracasar.

El caso concreto

5.- En el presente caso el incidentalista considera que la Corte ha vulnerado


el debido proceso pues no tomó en cuenta la interpretación prejudicial 137-
IP-2003 proferida por el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina.
Según su parecer la Corte Constitucional se encontraba en la obligación de
adoptar la sentencia de interpretación prejudicial en la sentencia C-988 de
2004, como parte del procedimiento a seguir en este tipo de procesos.

6.- Tal como se expresó más arriba, si bien es cierto que la nulidad debe ser
alegada durante el procedimiento y antes de proferirse la sentencia, también
lo es que cuando ella se origina en la misma sentencia, su alegación de
manera excepcional puede aducirse en incidente posterior (cuando no hay
recurso especial al respecto), tal como lo ha admitido nuestro ordenamiento
(artículo 142, inciso primero y final, del Código de Procedimiento Civil)
que para el efecto resulta aplicable, de acuerdo con lo indicado en el auto
008 de 1993 citado.

Sin embargo, siguiendo los mismos parámetros, cuando se trata de una


nulidad procesal que tiene su origen en la sentencia misma proferida, se
trata entonces de una nulidad basada en un vicio cometido en el momento
en que se profiere la sentencia, como sería por ejemplo el de falta de
jurisdicción o competencia para proferirla o la suspensión del
procedimiento. Ahora bien, es también necesario (tal como se explica en la
C-988/04) que dicho vicio se encuentre previsto expresa o implícitamente
como causal de nulidad, además de que se demuestre la existencia del
mismo y que no se haya saneado posteriormente.

7.- Como quiera que el incidentalista aduce que el vicio en el presente caso
consistió en no haber tenido en cuenta la interpretación prejudicial, este
Tribunal encuentra, por el contrario, que en efecto en el proceso que
condujo a la sentencia recurrida sí se tuvo en cuenta la decisión del
Tribunal Andino, tal como consta en el auto del 28 de enero de 2004 (fl
453) y en punto IV de texto de la mencionada sentencia. Por otro lado, no
encuentra la Sala que el recurrente haya explicado o demostrado
razonablemente en los argumentos de su solicitud de nulidad, un hecho
violatorio del debido proceso en la sentencia C- 988 de 2004 de esta
Corporación.

8.- Sumado a lo anterior, encuentra esta Corte que es igualmente


improcedente la nulidad alegada por imposibilidad fáctica y jurídica de la
existencia del vicio aducido, puesto que si la controversia que dio origen al
juzgamiento de constitucionalidad tan solo enfrenta la Ley 822 de 2003,
con algunos preceptos de la Carta Política en particular y otros del bloque
de constitucionalidad en general, mal puede decirse que en este aspecto
desconoce la interpretación prejudicial. Esto es, que si bien la controversia
mencionada adujo el desconocimiento por la ley impugnada, de la decisión
436 (en sus artículos 1°, 3°, 5°, 19 y 54) de la Comisión de la Comunidad
Andina y otros (artículos 1°, 87 y 88) del Acuerdo de Cartagena (los que
fueron interpretados a su vez por el Tribunal Andino), no es menos cierto
que en sus consideraciones esta Corporación, reiterando su jurisprudencia,
juzgó –se insiste- que dichas disposiciones de los Convenios
Internacionales citados, no hacían parte del bloque de constitucionalidad.
La conclusión derivada de esto es que si dicha reglamentación
internacional y, desde luego su interpretación prejudicial, no fueron
consideradas como extensión de la preceptiva constitucional, mal puede
haberse presentado la posibilidad de su vulneración por parte de la Ley 822
de 2003. Con ello, se ratifica la improcedencia la nulidad alegada, lo cual
resulta suficiente para denegarla, sin necesidad de proceder al estudio de
fondo.

9.- Por otro lado, resulta pertinente aclarar, de conformidad con lo expuesto
hasta ahora, que si la interpretación prejudicial es de carácter sustancial
porque se refiere al contenido de la decisión en atención al derecho
comunitario y no respecto de la jurisdicción de esta Corporación, es errado
concluir que una eventual separación de ella constituye un vicio procesal,
cuando ni siquiera se tuvo en cuenta desde el punto de vista sustancial.

10.- En este orden de ideas, encuentra la Corte que lo alegado por el


ciudadano en su solicitud de nulidad, corresponde mas bien a una
discrepancia respecto de los fundamentos de la sentencia de la que solicita
la nulidad y no a un vicio procesal de tal magnitud que haga viable la
anulación del pronunciamiento. Tal como se expresa en la C-988, al citar el
Auto 022 de 1998:

“En efecto, la Corte ha señalado con claridad que la nulidad


no constituye un recurso contra sus sentencias, pues la Carta
les confiere la fuerza de la cosa juzgada constitucional, por
lo cual contra ellas no procede recurso alguno (CP art. 243
y artículo 49 del decreto 2067 de 1991). Por ende, al
tramitar una solicitud de nulidad, la Corte no puede entrar a
estudiar la corrección jurídica de la sentencia sino que su
examen se limita a determinar si en el trámite del proceso o
en la sentencia misma ocurrieron violaciones al debido
proceso de suficiente entidad como para configurar una vía
de hecho. La jurisprudencia ha precisado, además, que se
trata de “situaciones jurídicas especialísimas y
excepcionales, que tan sólo pueden provocar la nulidad del
proceso cuando los fundamentos expuestos por quien la
alega muestran, de manera indudable y cierta, que las reglas
procesales aplicables a los procesos constitucionales, que no
son otras que las previstas en los decretos 2067 y 2591 de
1991, han sido quebrantadas, con notoria y flagrante
vulneración del debido proceso”   6. Igualmente la Corte ha
señalado que esa violación “tiene que ser significativa y
trascendental, en cuanto a la decisión adoptada, es decir,
debe tener unas repercusiones sustanciales, para que la
petición de nulidad pueda prosperar.7”
6
Auto 33 de junio 22/95, criterio reiterado en el auto 035 del 2 de octubre de 1997.
7
Ibídem.
De esto se concluye que la discusión planteada por quien propone la
nulidad, es un asunto sobre el cual la Corte en la mencionada C-988 ya se
pronunció de fondo y no un vicio procesal. Por ello no es procedente la
alegación pues implicaría volver sobre los fundamentos del
pronunciamiento y no sobre los rituales procesales seguidos.

11.- Por todo lo expuesto y tal como se explicó antes, la inexistencia de un


vicio procesal en el momento del pronunciamiento de la sentencia C-
988/04, hace innecesario estudiar de fondo la existencia o inexistencia de la
obligación de esta Corporación de adoptar la interpretación prejudicial
tanta veces referenciada, que configura el hecho generador de nulidad
según el incidentalista, pues sobre ello ya hubo pronunciamiento de fondo.
Por lo cual se denegará la solicitud de nulidad de la sentencia C-988 de
2004.

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional,

RESUELVE

DENEGAR la solicitud de nulidad de la sentencia C-988 de 2004, emitida


por la Corte Constitucional, presentada por el ciudadano Marcel Tangarife
Torres.

COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE

JAIME ARAUJO RENTERIA


Presidente

ALFREDO BELTRAN SIERRA


Magistrado

MANUEL JOSE CEPEDA ESPINOSA


Magistrado

JAIME CORDOBA TRIVIÑO


Magistrado
RODRIGO ESCOBAR GIL
Magistrado

MARCO GERARDO MONROY CABRA


Magistrado

HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO


Magistrado

ALVARO TAFUR GALVIS


Magistrado

CLARA INES VARGAS HERNANDEZ


Magistrada

MARTHA VICTORIA SACHICA MENDEZ


Secretaria General

LA SUSCRITA SECRETARIA GENERAL


DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

HACE CONSTAR:

Que el H. Magistrado doctor JAIME ARAUJO RENTERIA, no firma el


presente Auto por encontrarse en comisión de servicios debidamente
autorizada por la Sala Plena.

MARTHA VICTORIA SACHICA MENDEZ


SECRETARIA GENERAL

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