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I. Introducción.
Se difunden las ideas del holandés Erasmo de Rotterdam, probablemente el más importante
humanista del Renacimiento. En su obra, a menudo mediante la ironía y la sátira, pasa revista
a todos las cuestiones sociales, políticas y religiosas del momento. Erasmo propugnaba una
religión pura, desprovista de ceremonias exteriores y de hipocresías, una religiosidad íntima y
personal libre de todo tipo de supersticiones. El deseo de una renovación religiosa culminará
pronto en la fragmentación de la Iglesia cristiana con el auge de la reforma protestante
promovida por Martín Lutero. La reforma luterana se extendió rápidamente por la Europa del
Norte. El luteranismo proponía como ideal la vuelta a la pureza evangélica y defendía una
religiosidad individual basada en el libre examen, en la lectura personal de los libros sagrados.
La Iglesia Católica convocó a mediados de siglo el Concilio de Trento en un intento de hacer
frente a la expansión del protestantismo. Esta reacción dará lugar a un movimiento religioso y
político denominado Contrarreforma.
En Florencia, o de familias florentinas, nacieron los tres grandes genios del siglo XIV:
Dante, Petrarca y Boccaccio. Su obra es fundamental para comprender la cultura europea de los
siguientes siglos, de la cual ellos son los verdaderos creadores. La Divina Comedia, el
Cancionero y el Decamerón, respectivamente, son el más alto legado literario que nos ha
quedado de ellos. Durante el siglo XV el Renacimiento continúa en Italia brillando
principalmente en artes como la pintura, a escultura y la arquitectura. Hasta el siglo XVI no se
incorporaron otras naciones europeas a este movimiento y fue en España en donde arraigó
primero fuera de Italia.
Su amor por Beatriz queda reflejado en su obra Vita nova, conjunto de poemas y prosas
dirigidos a Beatriz, razón de la vida del poeta y también de sus tormentos. Dante se convierte en
la figura principal del Dolce stil nuovo, escuela poética italiana de la segunda mitad del siglo
XIII que unen las convenciones del amor cortés con elementos de misticismo religioso. La
amada se transforma en la Donna angelicata, ser más próximo a los ángeles que a los humanos
y cuya contemplación va a inspirar el camino vital y literario de poeta. El juego poético-amoroso
oscila entre la pasión imposible y la espiritualizada idealización de la figura de su amada, aunque
las rígidas formas del estilnovismo adquieren una fuerza y sinceridad nuevas en manos de Dante.
Pero su obra cumbre a la que dedicó los últimos años de su vida fue la Divina comedia.
Dante tituló a su extensísimo poema Comedia, aunque una larga tradición iniciada por Boccaccio
la ha adjetivado como Divina, tanto por su grandiosidad como por tratar de asuntos no terrenales.
No se sabe con exactitud cuándo comenzó Dante la redacción de la Comedia. Es posible que la
composición tuviera su inicio hacia 1306-1307, desde poco después de iniciar su destierro de
Florencia por disputas política, y durara hasta poco antes de morir (1320), o sea, durante unos
quince años.
La Comedia está dividida en tres partes (Infierno, Purgatorio y Paraíso), cada una de las
cuales consta de 33 cantos, que con el canto que sirve de introducción suman un total de cien
cantos. A su vez, el Infierno se divide en 9 círculos, el Purgatorio en 9 partes y el Paraíso en
9 cielos. Los condenados se agrupan en tres series (incontinentes, violentos y fraudulentos).
Los que purgan sus pecados también forman tres grupos (los que siguieron un amor que les
llevó al mal, los que amaron poco el bien y los que manifestaron un amor desmesurado a los
bienes terrenales) y en el Paraíso se encuentran los seglares, los activos y los contemplativos,
según el grado y tipo de amor que hayan mostrado a Dios.
- II dolce stil nuovo. La lírica culta trovadoresca fue pronto superada en Italia por los
representantes del Dolce stil nuovo. El nuevo estilo eliminó la relación de vasallaje e
incorporó el motivo del poder beatificador de la amada y su influjo espiritual sobre el
amante. La mujer es la donna angelicata, mensajera y compendio de lo celeste. Entre los
poetas de esta escuela, que se desarrolló a finales del siglo XIII, sobresale la figura de Dante
Alighieri (1265-1321), a quien se debe la denominación de la escuela. La Laura de Petrarca
heredará parte del aura angelical con que dota a las mujeres esta escuela:
No era su caminar cosa mortal
sino de forma angélica; y sonaba
su voz como no suena voz humana.
Petrarca añade a esta tradición elementos radicalmente innovadores que tardarían aún
un siglo en ser imitados, primero, en España y en Portugal, después en Francia y en
Inglaterra. Los rasgos fundamentales de la poesía petrarquista que se expandió por Europa
son los siguientes:
a) El poeta concibe acentúa la idea del amor como conflicto íntimo, expresado en
sentimientos contradictorios (pena/gozo; vida/muerte).
Paz no encuentro, y no tengo armas de guerra:
temo y espero: ardiendo, estoy helado;
vuelo hasta el cielo, pero yazgo en tierra;
no estrecho nada, al mundo así abrazado.
- Carpe diem (Goza del día de hoy): llamada a aprovechar el momento, pues la vida
es breve y la fortuna variable y no se sabe qué puede ocurrir mañana.
- Collige, virgo, rosas (recoge, doncella, las rosas): exhortación a una joven para que
ame antes de que el tiempo marchite su belleza.
- Beatus Ille (Feliz aquél): añoranza de la vida apartada del fragor mundano,
generalmente en contacto con la naturaleza, lugar apropiado para encontrar la paz y
la armonía. A éste estaría muy próximo otro tópico renacentista conocido como
menosprecio de corte y alabanza de aldea, en el que por iguales motivos se pondera
la vida en el campo en detrimento de la ajetreada y conflictiva vida cortesana.
- El mundo material, como emanación de Dios que es, resulta un reflejo del mundo
divino.
- El amor posee una fuerza purificadora, porque en la belleza de la amada se proyecta
la Belleza espiritual y absoluta.
Las formas y temas petrarquistas pasaron a ser patrimonio común europeo a lo largo del
Quinientos. Petrarca se convirtió en el primer clásico de la Edad Moderna y en el principal
estímulo para la creación poética en las lenguas vulgares.
V. Francesco Petrarca
A Francesco Petrarca se le recuerda hoy como autor del Cancionero, el modelo en que
generaciones de poetas europeos han aprendido a expresar el amor gracias al minucioso análisis
de su pasión por Laura. Sin embargo, fue más famoso en vida por su actividad como humanista
rescatando y divulgando numerosas obras de los autores latinos: una parte fundamental de la
literatura latina se entendió mejor al pasar por las manos de Petrarca. Su fama como poeta y
erudito le ganó pronto el reconocimiento entre sus contemporáneos y en 1341, fue coronado
poeta laureado en Roma, el momento más memorable de su vida.
En Italia, Pietro Bembo (1470-1547) fue el poeta italiano que mejor encontró en Petrarca
todas las cualidades de la poesía en lengua vulgar. En 1501, edita y comenta el Cancionero de
Petrarca y, en la influyente obra titulada Prosas de la lengua vulgar (1525), propone a Petrarca
como el paradigma clásico de la poesía italiana. En sus obras imita temas y formas petrarquistas
y con ellas alcanzó la fama de un segundo Petrarca.
Es a mediados del siglo XVI cuando se impone la nueva poesía renacentista en Francia.
El espaldarazo definitivo para la evolución de la lírica francesa lo dio la formación de La
Pléyade, un grupo de siete escritores entre los que destaca Pierre de Ronsard (1524-1585). Hoy
en día, a Ronsard se le sigue considerando como uno de los poetas franceses de mayor prestigio
universal. Al igual que en Petrarca, en su lírica puede rastrearse la huella de su experiencia
personal y combina el petrarquismo con elementos literarios de la Antigüedad.
En Inglaterra, no fue hasta la época isabelina, en la segunda mitad del siglo XVI, cuando
el petrarquismo se impuso a corrientes anteriores gracias a la figuras de Edmund Spenser (1552-
1599) y de William Shakespeare (1564-1616). En los poetas ingleses se distinguen del modelo
italiano porque sus composiciones tienen un matiz más sensual.
En España se impone la poesía petrarquista en la primera mitad del siglo XVI, con
Garcilaso de la Vega y Juan Boscán como máximos representantes. Son muchos los escritores
que compusieron poesía durante el siglo XVI. Además de los ya citados Boscán y Garcilaso,
contribuyen a la renovación poética en los años centrales del siglo autores como Diego Hurtado
de Mendoza, Hernando de Acuña o Gutierre de Cetina. En la segunda mitad de siglo, los poetas
suelen agruparse en dos escuelas: la salmantina o castellana, a la que pertenecerían fray Luis
de León, Francisco de Aldana o Francisco de la Torre , y la escuela sevillana o andaluza, con
Fernando de Herrera. También se suma al petrarquismo la poesía religiosa, cuyos autores más
destacados son Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.
En el siglo XVII continúa la tradición petrarquista con las innovaciones propias del
Barroco con Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Luis de Góngora y la legión de seguidores
de estos.
Por lo general, toda sociedad genera una imagen ideal de un mundo al que aspira. En la
cultura del Renacimiento y del Barroco esa imagen cristaliza en la Arcadia, un espacio ideal
habitado por inocentes ninfas y pastores. El mito arcádico se remonta a la literatura bucólica de
la Antigüedad clásica, como Virgilio que lo usó como ideal frente a la civilización urbana.
El iniciador del género bucólico en la época moderna fue Jacopo Sannazaro (1456-1530)
en su Arcadia (1504). La obra hizo rápidamente famoso a su autor y desencadenó una serie
interminable de imitaciones. Los rasgos del género tal y como se establecieron en la Arcadia
son los siguientes:
a) Los protagonistas son pastores que exponen sus casos de amor desde una perspectiva
idealizada y platónica.
b) Idealización del paisaje. Los poetas grecolatinos habían establecido un tema literario,
el locus amoenus (lugar agradable) que recreaba un lugar paradisiaco. Los autores renacentistas
actualizarán este tópico.
d) En las novelas se mezcla el verso y la prosa. Los autores de relatos arcádicos utilizan
un lenguaje estilizado.