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Roberto Alejandro Vásquez Llantén, Denis Boris Navia Pérez, Humberto Sergio
Figueroa Salazar, Pedro José Figueroa Salazar, Juan Fernando Fuentes Botto, Ricardo
Eugenio León Espinoza, Augusto Abelardo Pérez Reveco, Andrés Iván Díaz Poblete y
Mario Francisco Urzúa Pérez, estructuró el arbitrio en cuatro capítulos.
En el primero, denunció la infracción a los artículos 2°, 4°, 5°, 6°, 7° y 38 de la
Constitución Política de la República, 4° y 42 de la Ley N° 18.575, Orgánica
Constitucional de Bases Generales de Administración del Estado, al aplicar las reglas de
prescripción del ordenamiento jurídico nacional a una materia claramente regulada por
el derecho internacional, integrando con normas provenientes del derecho privado
interno, un supuesto vacío legal respecto del régimen de prescripción aplicable a las
consecuencias civiles derivadas de un crimen de lesa humanidad, lo que contradice la
evolución doctrinaria y jurisprudencial de la responsabilidad extracontractual del
Estado, que consagra su carácter objetivo. Señala que, por disposición del inciso
segundo del artículo 5° de la Constitución Política, el ordenamiento se extiende además
a los convenios o tratados internacionales ratificados por Chile, a los principios generales
del Derecho Internacional y al Derecho Consuetudinario Internacional, fuentes que
fueron omitidas. Así, de no haberse aplicado las reglas de prescripción contenidas en el
Código Civil, se hubiese echado mano a las emanadas de las fuentes del Derecho
Internacional, con lo que se habría confirmado la sentencia de primer grado.
En segundo lugar, acusa la falta de aplicación de las normas de ius cogens, citando los
artículos 26, 27 y 53 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados,
argumentando que el primer precepto obliga a cumplir los tratados de buena fe y que el
principio de Derecho Internacional contenido en el artículo 27, previene que los Estados
no pueden invocar su propio derecho interno para eludir sus obligaciones
internacionales, añadiendo que el Derecho Internacional preceptivo y convencional
forman parte del derecho público chileno, según surge de lo que prescribe el artículo 53
ya citado. Siguiendo con esta línea, sostiene que, en el ámbito del sistema de protección
universal de los derechos humanos, el de las víctimas a obtener reparación, constituye
un principio general de Derecho Internacional, de modo que las acciones
indemnizatorias son imprescriptibles cuando se trata de violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del Derecho
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Internacional Humanitario, que constituyan crímenes en virtud del Derecho
Internacional. También menciona, como fuente del derecho, la costumbre internacional
-de incorporación directa- y los principios de Derecho Internacional, dentro de los que
considera el de reparación integral, regla que también constituye una norma de ius cogens.
En el tercer apartado, alega la infracción de los artículos 1.1, 63.1 y 29 de la Convención
Americana de Derechos Humanos, en relación con los artículos 26, 27 y 31 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de Los Tratados. Se produjo tal contravención,
afirma, al considerar que el artículo 14 de la Convención contra la tortura y otros tratos
o penas crueles, inhumanos y degradantes y el artículo 24 de la Convención
Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones
forzadas, no consagran una suerte de imprescriptibilidad de la acción civil dirigida a
reparar el daño causado, circunstancia que permitió a los juzgadores considerar que no
existen tratados que impidan la aplicación de la normativa interna relativa a la
institución de la prescripción, a pesar de su obligación de cumplir de buena fe las
obligaciones internacionales y su deber de no generar obstáculos de derecho interno para
cumplirlas. Así, el control de convencionalidad implica el cumplimiento de la
normatividad convencional de la Convención Americana de Derechos Humanos y la
doctrina jurisprudencial de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, tribunal que
asentó, como principios: a) que toda violación de una obligación internacional que haya
producido daño importa la obligación de ser reparada; b) que la reparación del daño
consiste en la plena restitución, incluido el daño moral; c) que la indemnización por
violación de los derechos humanos encuentra su fundamento en los instrumentos
internacionales de carácter universal y regional, basándose en los repetidos
pronunciamientos hechos por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas
sobre el pago de violaciones a los derechos reconocidos en el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, en base a su Protocolo facultativo y por la jurisprudencia
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y; d) que los fundamentos para fijar la
indemnización no pueden estar limitados por el derecho interno, regulándose por la
Convención y los principios del Derecho Internacional.
Equivocadamente, prosigue, limitan el control de convencionalidad al ejercicio de
consultar la ley, siendo que debieron haber armonizado el derecho nacional con los
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principios y normas contenidos en los tratados, resoluciones y demás fuentes
internacionales, orientados en función de las reglas interpretativas contenidas en la
Convención Americana y en la Convención de Ginebra, además de los principios
interpretativos desarrollados por la jurisprudencia de los tribunales internacionales de
derechos humanos, los que obligan a dar la más alta protección al individuo.
Finalmente, se reclama un ejercicio de control de convencionalidad con infracción a la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que, al no ser utilizada
para efectos de determinar la obligación internacional del Estado de Chile de reparar
civilmente a las víctimas de delitos de lesa humanidad, haciendo uso, por defecto, del
derecho interno, que lo eximía de dicha obligación, implica olvidar que las violaciones
a los derechos humanos transgreden una obligación internacional, que genera daño y el
pertinente deber de reparar adecuadamente, citando al efecto el fallo de dicha Corte en
el caso “Ordenes Guerra y otros con Estado de Chile".
Asevera que, de haberse consultado la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, se habría concluido que la obligación del Estado de reparar en un
delito de lesa humanidad es imprescriptible.
Termina solicitando que se invalide el fallo recurrido y se dicte el de reemplazo que
revoque el dictado por el tribunal de alzada y, en consecuencia, se acoja la demanda en
todas sus partes, con costas.
Segundo: Que, para una adecuada resolución del asunto planteado por el recurso de
nulidad formal, importa advertir que son hechos indiscutidos:
1° Que los demandantes sufrieron detención, prisión, tortura física y psicológica en
distintas fechas, lugares y circunstancias, como consecuencia directa e inmediata del
golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, conforme con los relatos detallados en la
presentación de fojas 65, ingresada el 27 de diciembre de 2016.
2° Que el Fisco de Chile no discutió los hechos dañosos que sirven de basamento a la
demanda indemnizatoria planteada, como tampoco el régimen de responsabilidad civil
del Estado en el cual se funda la acción civil impetrada, por ilícitos perpetrados por
agentes del Estado.
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3° Que los demandantes fueron reconocidos como personas afectadas por violaciones a
los Derechos Humanos y son pensionados a raíz de su incorporación a los informes de
la Comisión Valech.
Tercero: Que sobre la base de los presupuestos consignados precedentemente, la Corte
de Apelaciones de Santiago, por mayoría, revocó la sentencia de primer grado -que había
acogido la demanda-, argumentando que el derecho a la reparación del daño sufrido
constituye un principio general del derecho interno y que el Estado se compromete a
velar porque su legislación garantice a la víctima de un acto de tortura, la reparación y
el derecho a una indemnización justa y adecuada, sin afectar los que pueda existir con
arreglo a las leyes nacionales, según dispone el artículo 14 de la Convención contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de 1984, regla que
se replica en el artículo 24, párrafos 4 y 5, de la Convención Internacional para la
protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas.
No obstante, prosigue el fallo, ninguna de esas normas consagra una suerte de
imprescriptibilidad de la acción civil dirigida a reparar el daño causado por infracciones
de lesa humanidad, conclusión que estimó ratificada por la Resolución 60/147,
aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 16 de diciembre de 2005, que
consagra la imprescriptibilidad de la acción penal y previene, sobre la acción civil, que
las disposiciones de derecho interno no debieran ser excesivamente restrictivas, lo que
implica la admisión de las reglas del derecho interno sobre la prescripción de la acción
que busque la reparación del daño causado por la comisión de delitos de lesa
humanidad, debiendo armonizar el derecho de las víctimas con la certeza jurídica.
Luego, el Tribunal de Alzada manifiesta que, cesada la suspensión de la prescripción,
ya sea desde el 11 de marzo de 1990 con el retorno a la democracia, la publicación de
cualquiera de los informes Rettig o Valech, de 1990 y 2004 o el de la Corporación
Nacional de Reparación y Reconciliación de 1992; aparece que el término de 4 años del
artículo 2332 del Código Civil no pudo ser interrumpido por la demanda de 23 de agosto
de 2016, sin que se alegara un impedimento para acudir a la justicia dentro de plazo.
En suma, acoge la excepción de prescripción y desestima la demanda.
Cuarto: Que, para iniciar el análisis del asunto, resultando necesario tener en
consideración que la acción civil impetrada en contra del Fisco de Chile, tiene por objeto
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obtener la íntegra reparación de los perjuicios ocasionados por el actuar de agentes del
Estado, que resulta plenamente procedente, conforme fluye de los tratados
internacionales ratificados por Chile y de la interpretación de normas de derecho interno
en conformidad a la Constitución Política de la República.
En efecto, este derecho de las víctimas y sus familiares encuentra su fundamento en los
principios generales de Derecho Internacional de los Derechos Humanos y, la
consagración normativa, en los tratados internacionales ratificados por Chile, los cuales
obligan al Estado a reconocer y proteger este derecho a la reparación íntegra, en virtud
de lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 5º y en el artículo 6º de la Carta
Fundamental.
Quinto: Que la indemnización del daño producido por el delito, así como la acción para
hacerla efectiva, resultan de máxima trascendencia al momento de administrar justicia,
comprometiendo el interés público y aspectos de justicia material. A lo anterior obliga
el Derecho Internacional, traducido en Convenios y Tratados que, por clara disposición
constitucional, son vinculantes, como ocurre por ejemplo y entre otros, con la
Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, que se encuentra vigente en
nuestro país desde el 27 de enero de 1980, que establece en su artículo 27 que el Estado
no puede invocar su propio derecho interno para eludir sus obligaciones internacionales,
pues, de hacerlo, comete un hecho ilícito que compromete la responsabilidad
internacional del Estado (Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano,
Edición 2000, Humberto Nogueira Alcalá, Las Constituciones Latinoamericanas,
página 231).
De esta forma, el derecho de las víctimas a percibir la compensación correspondiente
implica, desde luego, la reparación de todo daño que les haya sido ocasionado, lo que
se posibilita con la recepción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en
nuestra legislación interna, conforme a lo dispuesto en el artículo 5º de la Constitución
Política de la República que señala que “el ejercicio de la soberanía reconoce como limitación
el respeto de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana”.
El artículo 6° de la misma Carta Fundamental, al igual que la disposición antes referida,
forma parte de las “Bases de la Institucionalidad” -por lo que es marco y cimiento del
ejercicio de la jurisdicción- y ordena que “Los órganos del Estado deben someter su acción a
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la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella”, indicando el deber categórico que se
le impone al tribunal nacional a descartar la aplicación de las disposiciones legales que
no se conformen o sean contrarias a la Constitución. El mismo artículo 6° enseña que
“los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como
a toda persona, institución o grupo”, y concluye señalando que “la infracción de esta norma
generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley”.
De este modo, en el presente caso no resultan atingentes las normas del derecho interno,
previstas en el Código Civil, sobre prescripción de las acciones civiles comunes de
indemnización de perjuicios, al estar en contradicción con las reglas del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos que protegen el derecho de las víctimas y
familiares a recibir la reparación correspondiente, estatuto normativo internacional que
ha sido reconocido por Chile y que, sin perjuicio de la data de su consagración y
reconocimiento interno, corresponden a normas de ius cogens, derecho imperativo
internacional que protege valores esenciales compartidos por la comunidad
internacional que ha debido ser reconocido por los jueces de la instancia al resolver la
demanda intentada. (En este mismo sentido, SCS N° 20.288-2014, de 13 de abril de
2015; N° 1.424-2013, de 1 de abril de 2014; N° 22.652-2014, de 31 de marzo de 2015;
N° 15.402-2018, de 21 de febrero de 2019 y; Nº 29.448-2018, de 27 de agosto 2019, entre
otras).
Sexto: Que de lo que se ha venido señalando se desprende que el Estado está sujeto a la
regla de la responsabilidad, la que no es extraña a nuestra legislación, pues el artículo 3°
del Reglamento de La Haya de 1907 señala que “La parte beligerante que viole las
disposiciones de dicho Reglamento será condenada, si hubiere lugar, a pagar una indemnización.
Será responsable de todos los actos cometidos por las personas que formen su ejército”.
Complementa lo anterior el artículo 2.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, en cuanto señala que “Toda persona cuyos derechos o libertades reconocidos en el
presente Pacto hayan sido violadas podrán interponer un recurso efectivo”, el que supone el
derecho a buscar y conseguir plena reparación, incluida restitución, indemnización,
satisfacción, rehabilitación y garantías de no repetición. En este contexto, encontramos
también el principio 15 de los Principios y directrices básicos sobre el derecho de las
víctimas de violaciones graves del Derecho Internacional Humanitario a interponer
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recursos y obtener reparaciones, adoptados por la Comisión de Derechos Humanos en
su Resolución 2005/35 de 19 de abril de 2005, el cual señala que “Conforme a su derecho
interno y a sus obligaciones jurídicas internacionales, los Estados concederán reparación a las
víctimas por las acciones u omisiones que puedan atribuirse al Estado y constituyan violaciones
manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos o violaciones graves del derecho
internacional humanitario”.
En síntesis, la obligación de reparación pesa sobre el Estado cuyos agentes han violado
los derechos humanos de sus ciudadanos, obligación que es parte del estatuto jurídico
de Chile, conforme se viene señalando.
Séptimo: Que, en suma, pesando sobre el Estado la obligación de reparar a los familiares
de la víctima consagrado por la normativa internacional sobre Derechos Humanos, el
derecho interno no deviene en un argumento sostenible para eximirlo de su
cumplimiento. No sólo por lo ya expresado sino porque este deber del Estado también
encuentra su consagración en el derecho interno.
En efecto, el sistema de responsabilidad del Estado deriva además del artículo 3º de la
Ley Nº 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del
Estado, que dispone que la Administración del Estado está al servicio de la persona
humana, que su finalidad es promover el bien común y que, uno de los principios a que
debe sujetar su acción, es el de responsabilidad y, consecuentemente con ello, en su
artículo 4° dispone que “el Estado será responsable por los daños que causen los órganos de la
Administración en el ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de las responsabilidades que pudieren
afectar al funcionario que los hubiere ocasionado”. Así, no cabe sino concluir que el daño
moral causado por la conducta ilícita de los funcionarios o agentes del Estado, autores
de los ilícitos de lesa humanidad en que se funda la presente acción, debe ser
indemnizado por el Estado.
Octavo: Que, no está demás tener presente que, en reiterada jurisprudencia, esta Corte
ha sostenido que, tratándose de un delito de lesa humanidad, cuya acción penal
persecutoria es imprescriptible, no resulta coherente entender que la acción civil
indemnizatoria esté sujeta a las normas sobre prescripción establecidas en la ley civil
interna, ya que ello contraría la voluntad expresa manifestada por la normativa
internacional sobre Derechos Humanos e incluso por el propio derecho interno que, en
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virtud de las Leyes N° 19.123 y 19.992, reconoció de manera explícita la innegable
existencia de los daños y concedió beneficios de carácter económico o pecuniario, como
forma de reparación. Por consiguiente, cualquier pretendida diferenciación en orden a
dividir ambas acciones, emanadas de los mismos hechos ilícitos y otorgarles un
tratamiento desigual es discriminatoria y no permite al ordenamiento jurídico guardar
la coherencia y unidad que se le reclama.
Resulta importante traer a colación, al efecto, que el proceso de codificación en el país
es temporalmente anterior a los sucesos que motivaron el surgimiento del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, ya sea a través de tratados internacionales,
resoluciones y demás fuentes internacionales, de modo tal que, pretender aplicar las
normas del Código Civil a la responsabilidad civil derivada de crímenes de lesa
humanidad posibles de cometer con la activa colaboración del Estado, como derecho
común supletorio a todo el ordenamiento jurídico, hoy resulta improcedente. Ello, por
cuanto la evolución de las ciencias jurídicas ha permitido establecer principios y normas
propias para determinadas materias, en particular, un renovado sistema de protección
de los derechos que cuenta con postulados diversos y, a veces, en pugna con los del
derecho privado, regulador de las relaciones en un plano de igualdad y de autonomía de
las personas para obligarse. Esta rama emergente, representativa de la supremacía de la
finalidad centrada en la dignidad de la persona a quien se debe servir, plasmada en la
orientación del Derecho Internacional hacia la defensa de los derechos humanos y el
castigo de sus transgresiones por agentes del Estado, mediante la comisión de ilícitos de
lesa humanidad, ha de primar por sobre la preceptiva anterior, surgida en un contexto
que desconocía tal línea evolutiva. (SCS Rol N° 20.288-14, de 13 de abril de 2015).
Noveno: Que, en esas condiciones, resulta efectivo que los jueces del grado incurrieron
en un error de derecho al momento de acoger la excepción de prescripción de la
demanda civil incoada en contra del Estado, yerro que ha influido sustancialmente en
lo dispositivo de la sentencia, de suerte tal que el recurso de casación en el fondo será
acogido.
Por estas consideraciones y lo previsto en los artículos 767, 785 y 805 del
Código de Procedimiento Civil, se acoge el recurso de casación en el fondo formalizado
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por don Denis Boris Navia Pérez, en representación de los demandantes Juvencio
Rodrigo Concha Gálvez, Guillermo Del Rio Barañao, Manuel David Chávez Lobos,
Luis Humberto Peralta Trujillo, Néctor Eliud Ubillo Castro, Leoncio Ruperto Saavedra
Concha, Hugo Hernán Valenzuela Vidal, Pedro Segundo Pons Sierralta, Roque Hernán
Mella Torres, Servando Del Carmen Becerra Poblete, David Augusto Espinoza
Sepúlveda, Juan Pablo Urzúa Muñoz, Manuel Alberto Gamboa Soto, Alejandro
Guillermo Cid Herrera, David Enrique Miranda Bruna, Roberto Alejandro Vásquez
Llantén, Denis Boris Navia Pérez, Humberto Sergio Figueroa Salazar, Pedro José
Figueroa Salazar, Juan Fernando Fuentes Botto, Ricardo Eugenio León Espinoza,
Augusto Abelardo Pérez Reveco, Andrés Iván Díaz Poblete y Mario Francisco Urzúa
Pérez, en contra de la sentencia de veinticuatro de septiembre de dos mil diecinueve,
dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago, la que, en consecuencia, es nula y se
la reemplaza por la que se dicta a continuación, separadamente y sin nueva vista.
Regístrese.
Redacción a cargo del Ministro Sr. Künsemüller.
Rol N° 34.111-19.
Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Carlos Künsemüller
L., Jorge Dahm O., el Ministro Suplente Sr. Rodrigo Biel M., y los Abogados
Integrantes Sr. Diego Munita L., y la Sra. María Cristina Gajardo H. No firma el
Ministro Suplente Sr. Biel, no obstante haber estado en la vista de la causa y acuerdo del
fallo, por haber concluido su período de suplencia.
SENTENCIA DE REEMPLAZO
Vistos:
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Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de su razonamiento vigésimo, que
se elimina.
Primero: Que la demanda incoada por los demandantes se funda en diversos preceptos,
tanto de la Constitución Política de la República de 1980, como en diversas fuentes de
Derecho Internacional de los Derechos Humanos, tanto convencionales como
consuetudinarias, específicamente, del ius cogens.
Tercero: Que de los hechos asentados en autos surge, de manera inconcusa, que los
actores han padecido un dolor, un sufrimiento y angustia por la detención, prisión,
tortura y tratos inhumanos de que fueron víctima, lo que por sí solo constituye un daño
moral que debe compensarse por el Fisco de Chile.
Cuarto: Que, para regular el quantum indemnizatorio, esta Corte tendrá especialmente
en consideración el haber sido víctimas directas de tortura y haber estado detenidos
ilegalmente por, al menos, seis meses, llegando, incluso, a permanecer privados de
libertad por años. Asimismo, se considerarán los montos establecidos en situaciones
análogas por esta Corte, en las causas roles ingreso Nº 23.093-2019 y 23.094-2019,
ambas de 22 de enero de 2020.
Quinto: Que, tratándose ésta de una sentencia que otorga una prestación cuya existencia
fue debatida en el pleito, los reajustes e intereses se devengan a partir de que esta
obligación queda asentada, esto es, cuando esta decisión quede ejecutoriada y se
notifique en forma legal a las partes.
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Por estas consideraciones y visto además lo dispuesto en los artículos 170, 186,
187 y 227 del Código de Procedimiento Civil, artículos 1551, 2314 y 2329 del Código
Civil y los artículos 6, 38 y 19 Nros. 22 y 24 de la Constitución Política de la República,
se confirma la sentencia apelada de veinticinco de junio de dos mil dieciocho, con
declaración que el monto de las indemnizaciones a pagar por el Fisco de Chile a cada
uno de los actores, a saber, Juvencio Rodrigo Concha Gálvez, Guillermo Del Rio
Barañao, Manuel David Chávez Lobos, Luis Humberto Peralta Trujillo, Néctor Eliud
Ubillo Castro, Leoncio Ruperto Saavedra Concha, Hugo Hernán Valenzuela Vidal,
Pedro Segundo Pons Sierralta, Roque Hernán Mella Torres, Servando Del Carmen
Becerra Poblete, David Augusto Espinoza Sepúlveda, Juan Pablo Urzúa Muñoz,
Manuel Alberto Gamboa Soto, Alejandro Guillermo Cid Herrera, David Enrique
Miranda Bruna, Roberto Alejandro Vásquez Llantén, Denis Boris Navia Pérez,
Humberto Sergio Figueroa Salazar, Pedro José Figueroa Salazar, Juan Fernando
Fuentes Botto, Ricardo Eugenio León Espinoza, Augusto Abelardo Pérez Reveco,
Andrés Iván Díaz Poblete y Mario Francisco Urzúa Pérez, asciende a la suma de
$60.000.000 (sesenta millones de pesos) como resarcimiento del daño moral padecido,
suma que devengará reajustes e intereses a contar de que esta sentencia quede
ejecutoriada.
Regístrese y devuélvase.
Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Carlos Künsemüller
L., Jorge Dahm O., el Ministro Suplente Sr. Rodrigo Biel M., y los Abogados
Integrantes Sr. Diego Munita L., y la Sra. María Cristina Gajardo H. No el Ministro
Suplente Sr. Biel, no obstante haber estado en la vista de la causa y acuerdo del fallo,
por haber concluido su período de suplencia.
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CORTE DE APELACIONES DE SANTIAGO
N°Civil-10031-2018.
Vistos:
Primero: Que, el derecho a la reparación del daño sufrido constituye un principio general
de derecho que tiene su consagración en nuestro derecho interno en el artículo 2314 del
Código Civil, según el cual “el que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido
daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan
las leyes por el delito o cuasidelito.”
Este derecho a la reparación, en la materia que nos ocupa, nace del incumplimiento de
la obligación del Estado de respetar los Derechos Humanos y constituye uno de los
aspectos o un complemento de la sanción penal, sin la cual, a la obligación se la privaría
de buena parte de su contenido y efectividad.
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“porque su legislación garantice a la víctima de un acto de tortura la reparación y el
derecho a una indemnización justa y adecuada, incluidos los medios para su
rehabilitación lo más completa posible. En caso de muerte de la víctima como resultado
de un acto de tortura, las personas a su cargo tendrán derecho a indemnización”,
agregando el párrafo 2° de ese artículo que “nada de lo dispuesto en el presente artículo
afectará a cualquier derecho de la víctima o de otra persona a indemnización que pueda
existir con arreglo a las leyes nacionales.”
Tercero: Que, como puede advertirse en estos dos instrumentos internacionales, por un
lado, ninguna de estas normas consagra una suerte de imprescriptibilidad de la acción
civil dirigida a reparar el daño causado por infracciones de lesa humanidad; y, por otro
lado, se desprenden ciertas directrices para construir una suerte de prelación de los
causahabientes que podrán acceder a la reparación, en caso de no haber caído la acción
civil bajo el manto de la prescripción.
Cuarto: Que, en este primer aspecto, vale la pena mencionar también los “Principios y
directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho
internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones”, contenido en
la Resolución 60/147 aprobada por la Asamblea General el 16 de diciembre de 2005, en
cuyo numeral IV, referido a la “Prescripción”, que consagra la regla de
imprescriptibilidad de la acción penal en el párrafo 6°, al señalar: “Cuando así se
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disponga en un tratado aplicable o forme parte de otras obligaciones jurídicas
internacionales, no prescribirán las violaciones manifiestas de las normas
internacionales de derechos humanos ni las violaciones graves del derecho internacional
humanitario que constituyan crímenes en virtud del derecho internacional”; mientras
que por el párrafo 7°, tratándose de la acción civil, sólo previene que las disposiciones
de derecho interno no debieran ser excesivamente restrictivas: “Las disposiciones
nacionales sobre la prescripción de otros tipos de violaciones que no constituyan
crímenes en virtud del derecho internacional, incluida la prescripción de las acciones
civiles y otros procedimientos, no deberían ser excesivamente restrictivas”.
Quinto: Que, admitida así la aplicación de las reglas sobre la prescripción de la acción
civil en estos casos, deben necesariamente recibir aplicación el instituto de la suspensión
de la prescripción, la que puede ser perfectamente aplicada en los términos originarios
de su formulación al caso que nos ocupa, esto es, aquella según la cual la acción se
entiende suspendida hasta el día en que las víctimas o sus sucesores hayan estado en
situación de poder ocurrir a la justicia, conforme al principio contra non valentem non currit
prescriptio (la prescripción no corre contra quien no puede ejercitar la acción) y pasado
ese evento de fuerza mayor, comience a correr el término que el estatuto interno ha
previsto para el ejercicio de las acciones reparatorias.
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impedimento que, una vez que éstas hayan estado en situación de ocurrir a la justicia,
se haya prolongado más del tiempo que el derecho civil interno prescribe para ejercer la
acción civil reparatoria (artículo 2332 del Código Civil).
Sexto: Que, en el caso de autos, fluye con claridad que cualquiera haya sido el evento
que se tome como término de la situación de fuerza mayor que les impedía a los actores
ocurrir a la justicia para accionar civilmente por la reparación del daño sufrido (sea desde
el 11 de marzo de 1990 con el retorno a la democracia, sea desde la publicación de
cualquiera de los informes que pusieron en evidencia las violaciones a los derechos
humanos cometidos por la dictadura militar, como el Informe de la Comisión Nacional
de Verdad y Reconciliación, Informe Rettig de 1990; o el Informe sobre calificación de
víctimas de violaciones de derechos humanos y de la violencia política elaborado por la
Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación de 1992; o el Informe Comisión
Nacional sobre Prisión Política y Tortura, Informe Valech de 2004), aparece que el
término de 4 años que señala el artículo recién citado no pudo ser interrumpido por la
demanda de autos que aparece presentada el 23 de agosto de 2016, lo cual hace que las
acciones civiles reparatorias hechas valer en este juicio se encuentren prescritas.
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demanda de fojas 27 y siguientes en todas sus partes, sin costas por existir motivo
plausible para litigar.
Acordada esta decisión con el voto en contra de la Ministra señora María Rosa
Kittsteiner Gentile, quien estuvo por rechazar la excepción de prescripción opuesta por
el Fisco de Chile y acoger la demanda de indemnización de perjuicios solicitada por los
actores, con declaración de reducir el monto de la reparación contenido en la sentencia
en alzada teniendo como fundamento para ello el pago efectuado por el Fisco de Chile
por concepto de reparaciones a los demandantes reconocidos como beneficiarios de la
ley 19.992 haciéndolos acreedores de una pensión anual de reparación y otros beneficios
en tanto víctimas de violaciones a los Derechos Humanos, conforme al oficio ORD.
48976/2017 evacuado por el Instituto de Previsión Social con anexo que detalla los
beneficios de reparación de Leyes N°19.123, 19.234, 19.992 y 20.874, recibidos por los
pensionados Valech.
Pronunciada por la Novena Sala, integrada por la Ministro señora M. Rosa Kittsteiner
Gentile, la señora Fiscal Judicial Clara Carrasco Andonie y el Abogado Integrante señor
Gonzalo Ruz Lártiga. No firma la señora Fiscal Judicial Clara Carrasco Andonie, no
obstante haber concurrido a la vista de la causa y al acuerdo, por ausencia.
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18° JUZGADO CIVIL
VISTOS:
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de Santa Fe, Curicó; Juan Pablo Urzúa Muñoz, pensionado, domiciliado en calle Pirita
1504, Puente Alto, Santiago; Manuel Alberto Gamboa Soto, pensionado, domiciliado
en calle Emilia Tellez 4849, departamento 128, Ñuñoa, Santiago; Alejandro Guillermo
Cid Herrera, pensionado, domiciliado en calle Avenida Perú 9723, La Florida, Santiago;
David Enrique Miranda Bruna, Ingeniero en Telecomunicaciones, domiciliado en calle
Los Avellanos 1115, Talagante; Roberto Alejandro Vasquez Llantén, Ingeniero en
Calefacción y Ventilación, domiciliado en calle Emiliano Zapata 817, departamento
217, Recoleta, Santiago; Miguel Ángel Estrada Araya, empleado, domiciliado en calle
La Patagua, S/N, Santa Cruz; Aníbal Segundo Muñoz Becerra, pensionado,
domiciliado en La Patagua, S/N, Santa Cruz; Denis Boris Navia Pérez, pensionado,
domiciliado en calle Garibaldi 1521, Ñuñoa, Santiago; Humberto Sergio Figueroa
Salazar, pensionado, domiciliado en calle Miguel de Unamuno 02824, San Bernardo,
Santiago; Pedro José Figueroa Salazar, pensionado, domiciliado en pasaje El Ciruelillo
200, Villa Nocedal Uno, San Bernardo, Santiago; Juan Fernando Fuentes Botto,
pensionado, domiciliado en calle Victoriano 441, Independencia, Santiago; Ricardo
Eugenio León Espinoza, pensionado, domiciliado en calle Los Castaños 4935, Quinta
Normal, Santiago; Augusto Abelardo Pérez Reveco, pensionado, domiciliado en pasaje
Juan Terrier 0750, Población Diego Portales, Curicó; Andrés Ivan Díaz Poblete, guardia
de seguridad, domiciliado en calle José Vicente Blanco 1754, Copiapó; Mario Francisco
Eugenio Urzúa Pérez, pensionado, domiciliado en Marín 0185, Providencia, Santiago,
deducen demanda en juicio ordinario de hacienda en contra del Estado de Chile,
persona jurídica de derecho público, representado por el Consejo de Defensa del estado
quien a su vez es representado por su presidente don Juan Ignacio Piña Rochefort,
abogado, ambos domiciliados en calle Agustinas N°1687, comuna de Santiago.
Señala, previa exposición conforme la visión de los actores del contexto histórico sobre
la violación sistemática de los Derechos Humanos por parte de los órganos estatales, los
relatos de los actores sobre los hechos que dan origen a la acción y en lo que respecta al
daño moral y su reparación, al solicitar en cada uno de los casos, una suma
indemnizatoria, se ha tenido en consideración el tiempo de privación de libertad de los
demandantes, cuyas sumas ascienden a: $110.000.000; $130.000.000 y; $150.000.000,
19
sin que en la complementación de la demanda haya salvado las enmendaduras con lápiz
efectuadas.
20
Comunista y ser presidente del club deportivo del banco. En noviembre soy trasladado
al puerto de Valparaíso y luego al buque "Andalién", con trato inhumano, no había
servicio higiénico, y para comer había que escalar tres pisos a cubierta, por ello los de
mayor edad o síndrome vertiginoso no podían subir. Instalados ya en Chacabuco y, en
esos interminables meses de reclusión, debí soportar apremios psicológicos y físicos. En
julio soy trasladado a Santiago, y en Tres Álamos recibo mi libertad el 5 de julio de 1974.
Mi registro es el N°6997 del Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y
Tortura. Indemnización $130.000.000. Total: 9 meses y 1 día de presión.
MANUEL JESÚS FLORES PINOCHET, declaro que antes del golpe militar trabajaba
en diferentes locales nocturnos en calidad de músico acordeonista y cantante folclórico.
El 11 de octubre de 1973 fui detenido por personal de la FACH y llevado a un centro de
detención en la Estación Central, la acusación que me hacían era la de haber estado en
la Unión Soviética y Perú, viajes que realicé como artista. En ese centro recibí insultos
y humillaciones, además amenaza de muerte, al aparecer ayudo el apellido materno para
salir ileso de ese lugar. Esa misma tarde fui conducido al Estadio Nacional, en medio de
maltrato y sin alimentación. Llegado el turno de asistir al maldito velódromo, esta vez
más salvaje y cruelmente fui torturado en diferentes partes de mi cuerpo, usando terribles
métodos. En mi caso sentado en una silla, vendado y amarrado, aplicaban corriente en
mis sienes y genitales. Además de recibir maltrato físico, yo tenía el drama de haber
enviudado al momento de mi detención. Lo anterior me afecto psicológicamente, pues
dejaba en total abandono a mis dos hijos de 14 y 12 años, respectivamente. Por tan
inhumana situación y sin apoyo paternal, el hijo contrajo una enfermedad con
consecuencias actuales y la niña mal orientada llevo una vida desordenada junto a su
esposo drogadicto y alcohólico. Fui llevado al campo de concentración Chacabuco,
lugar en el cual viví experiencias dramáticas, como la muerte por ahorcamiento del
compañero Oscar Vega, y también el desaparecimiento de tres compañeros que jamás
aparecieron. Finalmente el 11de julio de 1974 recobro mi tan ansiada libertad. Mi
registro es el N°8721 del Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y
Tortura. Indemnización $130.000.000. Total: 9 meses y 1 día de prisión.
21
MANUEL DAVID CHÁVEZ LOBOS, declaro que fui detenido el 23 de abril de 1974
por un carabinero y un agente de civil, llevado a la comisaria de Vallenar, luego
trasladado al regimiento de La Serena. Era militante del Partido Socialista y por ello me
incomunicaron durante 15 días. Fui torturado en el segundo piso del regimiento Arica
de La Serena, durante el cual recibí un sin número de golpes corporales, aplicación de
corriente, con los ojos vendados, amenazas de fusilamiento, privación al extremo de las
necesidades fisiológicas. Obtuve mi libertad el 10 de enero de 1975. Mi registro es el N°
5721 del Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura.
Indemnización $110.000.000. Total: 8 meses y 17 días de presión.
RENÉ GASTÓN VEGA, declaro que fui detenido el 13 de octubre de 1973 por
supuestos delitos militares. Estuve recluido en regimiento y cárcel de San Fernando,
lugar en el cual sufrí a diario torturas físicas y psicológicas. Constantemente decían que
me fusilarían, asimismo que matarían a mi familia. Los apremios físicos eran
recurrentes, también culatazos, patadas y puñetazos. Perdí mi fuente laboral y pase
muchas penurias con mi familia. Finalmente y después de muchas torturas que no he
podido olvidar, el 21 de junio de 1974 fui sobreseído. Mi registro es el N° 25798 del
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura. Indemnización
$110.000.000. Total: 8 meses y 8 días de prisión.
22
NÉCTOR ELIUD UBILLO CASTRO, declaro que fui detenido el 30 de julio de 1975
por orden expresa del Intendente de la época y Comandante de la Guarnición de
Copiapó, Don Arturo Álvarez. Llevado a la comisaria para luego ser entregado a la
CNI. En ese lugar fui interrogado y torturado por un lapso de 10 días, desde ese lugar
me trasladan a la cárcel de Copiapó. Procesado por la Fiscalía Militar me condenan a 3
años y 1 día. Luego de permanecer un año en la cárcel de Copiapó solicite traslado a la
cárcel de lllapel y paralelo tramitaba mi extradición mediante la Vicaria de la
Solidaridad. Obtuve mi libertad el 25 de mayo de 1977. Ese mismo año salió mi visa
para viajar a Alemania Federal, país en el que me radique hasta agosto de 1992, fecha
de mi definitivo retorno al país. Mi registro es el N° 24660 del Informe de la Comisión
Nacional sobre Prisión Política y Tortura. Indemnización $150.000.000. Total: 1 año 9
meses y 25 días de prisión.
23
incluido simulacro de fusilamiento. Al tercer día me llevaron al Estadio Nacional donde
fui interrogado en el velódromo, tapado mi rostro con una frazada, luego golpes de
corriente debí soportar en las partes más sensibles de mi cuerpo. Me preguntaban por las
armas ocultas y los compañeros que se habían escapado. En noviembre de 1973 un barco
carguero nos traslada a Antofagasta, donde viajábamos en una bodega insalubre.
Instalados en el campo de concentración de Chacabuco mi encierro duro hasta julio de
1974. Luego de un mes de libertad fui nuevamente detenido y llevado a la fiscalía militar
con acusaciones de alta gravedad. Fui llevado en numerosas oportunidades a los
interrogatorios de la fiscalía hasta que me dieron libertad condicional con arresto
domiciliario. Intenté salir del país a través de la Vicaria de la Solidaridad, Suecia seria
mi destino, pero fui sacado del avión en el que viajaría junto al también dirigente Manuel
Ahumada. Fui llevado a la Casa de la Tortura de José Domingo Canas y durante un
mes y medio permanecí dentro de un closet, solo salía cuando me interrogaban en la
famosa "Parrilla". Después de dos meses regrese a casa y me asile en la Embajada del
Vaticano, eso porque estuve con Lumi Videla en José Domingo Canas y podía testificar
que la había visto un día antes con vida. El 5 de mayo de 1975 salió decreto de expulsión
y partí rumbo a México, y estuve exiliado por 18 años dejando a mi familia disgregada
por el continente.
24
registro es el N° 19419 del Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y
Tortura. Indemnización $150.000.000. Total: 1 año y 6 meses de prisión.
25
Mi registro es el N° 2976 del Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y
Tortura. Indemnización $150.000.000. Total: 1 año 3 meses y 18 días de prisión.
SERVANDO DEL CARMEN BECERRA POBLETE, declaro que el 23 de septiembre
de 1973 fui detenido en mi hogar por personal de la FACH. Estuve incomunicado y
mantenido de pie durante largas horas. De madrugada 3 uniformados me patean y me
dan potentes culatazos, todo esto debido a que era dirigente vecinal de Lo Espejo. Allí
permanecí hasta el 27 de septiembre y después conducido al Estadio Nacional. Un día
debo asistir al fatídico velódromo, donde el terror se apoderaba solo de escuchar los
lamentos de los compañeros que eran interrogados. Una frazada cubría mi cabeza sin
visualizar quien golpeaba mi cuerpo, también la corriente eléctrica era parte de la
tortura.
Me tocó vivir la llegada de "La Caravana de la Muerte", los que traían una lista con 13
prisioneros a quienes cerca de mi oi gritar de dolor. Crueles militares lanzaban desde el
segundo piso a un camión a los prisioneros, luego de arrancar sus ojos y clavar sus corvos
en diferentes partes del cuerpo. También fusilaron a tres detenidos que habían sacado en
26
silencio a medianoche. El Capitán Díaz propino golpes de puño en mi estómago,
también al pobre viejo Oscar Vega de 76 años, quien la noche anterior había intentado
suicidarse. Fuimos trasladados a Chacabuco, el viaje fue largo y penoso, y sabíamos que
algunos fueron asesinados en el traslado pues le aplicaban la Ley de Fuga. El viejo Oscar
Vega terminó ahorcándose coincidentemente había trabajado ahí en la época del salitre,
lo realizo en la misma casa donde vivió. Recibí mi libertad el 11 de noviembre de 1974
en "Tres Álamos". Mi registro es el N° 8063 del Informe de la Comisión Nacional sobre
Prisión Política y Tortura. Indemnización $150.000.000. Total: 1 año 1 mes y 14 días de
prisión.
27
desempeñaba en calidad de cajero. Trasladado al Estadio Nacional, militares me
recibieron con patadas, golpes de puño y culatazos. Un día me anuncian por los
parlantes del recinto deportivo para acudir al velódromo con el objeto de interrogarme
brutalmente. Aplicaciones de corriente en mi cuerpo y genitales me dejaron varias
noches sin poder conciliar el sueño. En noviembre del mismo año me trasladan al campo
de concentración Chacabuco, lugar abandonado y derruido, y aquí pude comprobar el
verdadero trato que se le da a los prisioneros de guerra. Largas noches sin dormir era el
suplicio diario, a veces sacaban a algunos compañeros para interrogarlos, tres jamás
regresaron. Dependiendo del comandante a cargo de nuestra vigilancia, el trato era más
draconiano o no. Nos obligaban a la recolección de chatarra, debíamos trasladar pesadas
maquinas viejas a camiones que los jefes militares vendían en Antofagasta. Luego de un
ano de infortunio logre mi libertad el 29 de septiembre de 1974. Mi registro es el N°
24930 del Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura.
Indemnización $150.000.000. Total: 1 año y 12 días de prisión.
28
libertad. Mi registro es el N° 9447 del Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión
Política y Tortura. Indemnización $150.000.000. Total: 1 año y 11 días de prisión.
29
mayor intensidad, insultos y amenazas se repetían de manera recurrente. Con inmensa
alegría logre mi libertad el 12 de noviembre de 1974. Temeroso de lo que pudiera suceder
en el futuro me ampare por largos años en Suecia, país del cual tengo documentos
identificatorios. Mi registro es el N° 15107 del Informe de la Comisión Nacional sobre
Prisión Política y Tortura. Indemnización $150.000.000. Total: 1 año y 1 día de prisión.
30
y después de eso me llevan a la cárcel de San Fernando. El maltrato psicológico en este
recinto fue aterrador, encerrados en un calabozo anunciaban nuestro nombre y decían
que al otro día a las cinco de la mañana seriamos fusilados. También hacían grupos de
detenidos, nos alineaban y con los ojos vendados nos mantenían en pie para pasar bala
a su fusil simulando un fusilamiento. Después de todo este maltrato psíquico fui
condenado a 300 días de prisión. Con profunda alegría el 23 de julio de 1974 logre mi
libertad. Mi registro es el N° 8128 del Informe de la Comision Nacional sobre Prisión
Política y Tortura. Indemnización $130.000.000. Total: 9 meses y 26 días de prisión.
31
culatazos. Fui testigo del horrible calvario sufrido por el cantautor Víctor Jara, asesinado
el 15 de Septiembre de 1973, quien, antes de ser asesinado, me entrego su último canto
que el título "ESTADIO CHILE", donde cuenta los horrores sufridos por los prisioneros
en ese campo deportivo. Luego, fuimos traslados al ESTADIO NACIONAL siendo
recibidos con culatazos, patadas, golpes.- Fui brutalmente torturado por efectivos de la
FACH en el Velódromo, quienes descubrieron en escondido en mis zapatos el ultimo
poema de Víctor Jara, querían que yo confesara si había hecho más copias de dichos
versos, me colgaron con alambres, me golpearon ferozmente y me aplicaron corriente.-
Después fui interrogado con torturas por personal del Ejército, me amarraron a una silla
con la vista vendada, me cortaron pedazos de cuero cabelludo y me golpearon hasta que
perdí el conocimiento.- Otro tanto sufrí en el interrogatorio de Carabineros.- Los
primeros días de Noviembre fui trasladado en las bodegas de un barco de carga
"Andalien" al campo de Concentración de Chacabuco, en el desierto, al interior de
Antofagasta, campo hecho a imagen y semejanza de los campos de concentración nazi,
cerco electrificado, campo minado, torres de ametralladoras, incomunicados, bajo un
clima atroz, frio intenso en las noches y calor insoportable en el día, con un régimen
prusiano, allanamientos, trabajos forzados, comida insufrible, etc. En mi calidad de
abogado y testigo, he prestado declaración en varios juicios por derechos humanos.
Trasladado a Santiago, el 5 de julio de 1974 en "Tres Álamos" recupero mi libertad. Los
castigos físicos sufridos, las torturas, los vejámenes y tratos degradantes recibidos, la
angustia personal y familiar, la proximidad de la muerte, la horrorosa incertidumbre, la
injusticia de la detención, la ausencia del debido proceso, la perdida de mi trabajo, todo
ello provocó en mí un cuadro depresivo y de angustia por muchos años, que afecto mi
salud y mi desempeño profesional y hasta hoy aparece en mis pesadillas. Mi registro es
el N° 16693 del Informe de la Comisión Nacional sobre prisión Política y Tortura.
Indemnización $130.000.000. Total: 9 meses y 23 días de prisión.
32
es obligado a colaborar en la búsqueda. Ya en la Base Aérea de El Bosque sufrimos
simulacro de fusilamiento junto a mi hermano, mientras que el joven Sanoni ya había
desaparecido. En el gimnasio FACH fuimos mantenidos por largas horas con las piernas
abiertas y los brazos en alto. Instalados ya en el estadio nacional, aparte de la hambruna,
incomunicación familiar, hacinamiento para dormir en camarines húmedos y piso de
baldosa, me sentí un gusano que podía ser aplastado en cualquier instante. Llego el
interrogatorio en el velódromo, esperando en una especie de túnel, cubierto por una
frazada me llevan a los baños, con la vista vendada me desnudan y atan de pies y manos
para aplicar electricidad en mis sienes, pasado un rato mi rostro se desfigura con las
descargas que parecen cuchilladas en mi cerebro. Trasladado hasta Chacabuco, en la
cancha de futbol nos recibe el brutal Capitán Minoletti y de parte de un ayudante recibo
un feroz culatazo en el estómago que me deja tendido sin respiración y todo ello por no
moverme aprisa. En este lugar, rodeado de campo minado, debí realizar trabajos
forzados, cargando camiones con fierros, y el temor permanente de desaparecer como
algunos compañeros. El 5 de julio de 1974 me envían a "Tres Álamos" en donde por
error administrativo quede en libertad un día después que el resto de los detenidos
(vieron dos apellidos Figueroa Salazar, mi hermano y yo, pero anotaron solo a uno en
la lista de los liberados). Mi registro es el N° 8560 del Informe de la Comision Nacional
sobre prisión Política y Tortura. Indemnización $130.000.000. Total: 9 meses y 13 días
de prisión.
33
torturador respecto a donde se ocultaba el armamento en el cementerio, un militar
aplicaba golpes de corriente en distintas zonas de mi cuerpo, y al hacerlo en mi lengua
siento desfallecer y deseos de vomitar. Finalmente un potente bototazo en mi costilla me
regresa a la vida. Posteriormente en el campo de Chacabuco, el ahorcamiento del abuelo
Oscar Vega, me llevo a meditar varios días a hacer lo mismo, pero por fortuna mi
hermano logró que desistiera de mi intención, diciéndome que éramos jóvenes y dentro
de algunos años saldríamos de tan angustiosa situación. Al fin el 5 de julio de 1974 logre
mi libertad. Sin embargo, las consecuencias de este periodo me obligaron a asistir
durante 5 años (desde marzo de 1991 hasta enero de 1996) a control psiquiátrico del
Centro de Salud Mental de Puente Alto. Mi registro es el N° 8561 del Informe de la
Comisión Nacional sobre prisión Política y Tortura. Indemnización $130.000.000.
Total: 9 meses y 13 días de prisión.
34
RICARDO EUGENIO LEÓN ESPINOZA, declaro que el 11 de septiembre de 1973
fui detenido por militares, mientras trabajaba en el Ministerio del Trabajo. Amarrado de
dos en dos fuimos conducidos al Ministerio de Defensa, lugar en el que fuimos constante
y brutalmente golpeados. Desde allí nos condujeron al Estadio Chile, en un ambiente de
hacinación, amenazas y teniendo que observar cómo eran golpeados otros compañeros
en nuestra misma situación. Más tarde, trasladado al Estadio Nacional, recibí golpes
reiterados y profiriendo todo tipo de amenazas. También nos hacían formar en la cancha
central hasta altas horas de la madrugada, según ellos, para clasificar a los detenidos.
Después fui llevado al aeropuerto de Cerrillos en donde embarqué con destino a
Antofagasta. A la bajada del avión, militares y carabineros competían entre sí para ser
ellos los que maltrataban a los prisioneros. Enviado a Chacabuco, fuimos recibidos con
gran despliegue de soldados, helicópteros y tanques. Destaca el salvajismo del Capitán
Minoletti quien junto a sus dirigidos se cansaron de golpear y amenazarnos. En este sitio
acontecieron humillaciones, maltrato físico y psicológico, los cuales son aun difíciles de
relatar y olvidar. Fui liberado en el Estadio Chile el 30 de abril de 1974. Mi registro es
el N° 12988 del Informe de la Comisión Nacional sobre prisión Política y Tortura.
Indemnización $110.000.000. Total: 7 meses y 19 días de prisión.
35
ANDRÉS IVÁN DÍAZ POBLETE, declaro que el 28 de octubre de 1984 fui detenido
en la ciudad de Antofagasta por funcionarios de la P.D.I. Llevado al cuartel de
Investigaciones permanecí 18 días y luego fui relegado al sur, en Puerto Porvenir. En mi
calidad de dirigente de la construcción soy detenido nuevamente y enviado a Villa
O’Higgins en carácter de relegado. La primera condena fue el 28 de octubre de 1984 al
28 de enero de 1985, en Puerto Porvenir. La segunda se cumplió desde el 28 de abril al
28 de julio de 1985, en Villa O'Higgins. Fui flagelado con corriente eléctrica en mi pene,
ano y golpeado en diferentes partes de mi cuerpo, en especial la cabeza. Quemaduras en
manos y brazos con cigarrillos, privación del sueño y muchas otras torturas que son
tristes de recordar. Logré mi libertad definitiva el 28 de julio de 1985. Temiendo lo que
me pudiera suceder me exilie en la embajada de Uruguay. Viví en ese país varios años y
retorné a Chile en 1990. Mi registro es el N° 7304 del Informe de la Comisión Nacional
sobre prisión Política y Tortura. Indemnización $110.000.000. Total: 6 meses de prisión.
36
de 1978 me notifican de mi libertad incondicional. Mi registro es el N° 24933 del Informe
de la Comisión Nacional sobre prisión Política y Tortura. Indemnización $150.000.000.
Total: 4 años 4 meses y 28 días de prisión.”
Previas citas legales, solicita a fojas 27 y corrige a fojas 65 enmendando en este segundo
escrito en forma manual sin salvar dichas enmendaduras las que por tratarse de un
expediente físico y al no ser debidamente corregidas, esta sentenciadora estima que son
las sumas que efectivamente solicita sin la enmendadura a mano y en definitiva solicita
se condene al Fisco de Chile al pago de las sumas de $110.000.000; $130.000.000.-; y
$150.000.000, o la suma que el Tribunal estime en Justicia, más intereses, reajustes y
costas que correspondan; sin que en la complementación de la demanda haya salvado
las enmendaduras con lápiz efectuadas
A fojas 81 doña Irma Soto Rodríguez, abogado, Procurador Fiscal de Santiago, por el
Fisco de Chile, viene en contestar la demanda solicitando su rechazo. En primer lugar
opone la excepción de cosa juzgada respecto de la acción deducida por don Manuel
Flores Pinochet por existir sentencia definitiva ejecutoriada en la materia. Dice que el
actor dedujo junto a otros demandantes, demanda civil en contra del Fisco de Chile
37
seguida ante el 14° Juzgado Civil de Santiago, bajo el rol C-1890-2006, caratulada
“Salgado y otros con Fisco de Chile”, sobre indemnización de perjuicios por daño
moral.
Agrega que de los hechos expuestos en dicho libelo, se puede apreciar que concurren las
mismas partes, causa de pedir y objeto pedido, ya que don Manuel Flores Pinochet
demanda al Fisco de Chile por la supuesta responsabilidad extracontractual de éste por
las torturas y apremios ilegítimos ocurridos en octubre de 1973. Dicha demanda fue
rechazada por sentencia de primer grado de fecha 5 de julio de 2011, al ser acogida la
excepción de prescripción del artículo 2332 del Código Civil. La mencionada sentencia
fue confirmada por la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, bajo el ingreso N°7649-
2011 y cuyo Recurso de Casación en el fondo fue rechazado por la Excma. Corte
Suprema bajo el ingreso CS N° 7888-2014.
Añade que en este punto el fallo “Domic Beziz, Maja y otros con Fisco” de 2002, Rol
4753-2001, ha sido especialmente gráfico cuando afirma que una pretensión
indemnizatoria es incompatible con los beneficios legales entregados por la Ley 19.123
pues “aquellos beneficios legales tienen el mismo fundamento y análoga finalidad
reparatoria del daño moral cuyo resarcimiento pretende la acción intentada en este juicio
y ellos son financiados con recursos fiscales, conforme se desprende de lo establecido en
el Título VI de ese texto legal”.
Sostiene que lo anterior ha sido ratificado por la Excma. Corte Suprema que, en
sentencia de casación de fecha 30 de enero de 2013, reiteró la incompatibilidad de la
38
indemnización pretendida con los beneficios de fuente estatal por los mismos hechos,
resolviendo que
“DÉCIMO NOVENO: Que en cuanto a la actora Flor Rivera Orellana, ella ha percibido
los beneficios de la Ley N°19.123, de forma que no puede pretender una indemnización
a un daño del que ya ha sido reparada. En efecto, la Ley N°19. Es la que creó la
Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, estableció pensiones de
reparación y otorgó otros beneficios a favor de las personas que señala y según su
Mensaje el objetivo último de ella era reparar el daño moral y patrimonial que ha
afectado a los familiares directos de las víctimas de violaciones a los derechos humanos.
Además, de acuerdo al artículo 2 de su texto se dispone que: “Le corresponderá
especialmente a la Corporación: 1.- Promover la reparación del daño moral de las
víctimas a que se refiere el artículo 18 y otorgar la asistencia social y legal que requieran
los familiares de ésta para acceder a los beneficios contemplados en esta ley”.
De lo expresado puede inferirse que los beneficios otorgados a los familiares de las
víctimas de violaciones a los derechos humanos constituyen un esfuerzo del Estado por
reparar el daño moral experimentado por esas personas, objetivo resarcitorio coincidente
con la pretensión formulada a través de la presente vía jurisdiccional y en consecuencia
es evidente que aquellos beneficios legales tiene el mismo fundamento y análoga
finalidad reparatoria del daño moral que la aquí reclamada y son financiados con
recursos fiscales según se desprende del Título VI de dicha ley, circunstancias todas que
impiden acoger la pretensión de la actora por contraponerse con la idea básica que una
misma causa no puede dar origen a una misma indemnización.
39
las pensiones a que se ha hecho referencia. De esta forma es innecesario pronunciarse
sobre la eventual renuncia a la prescripción por parte del Fisco de Chile, como quiera
que la acción deducida por la señora Rivera es incompatible con los beneficios
aludidos”.
Agrega que estando la acción deducida en autos, basada en los mismos hechos y
pretendiendo ellas indemnizar los mismos daños que han inspirado precisamente el
cúmulo de acciones reparatoria ya enunciadas, es que opone la excepción de pago por
haber sido ya indemnizado el demandante, en conformidad a la Ley 19.123 y los
restantes cuerpos legales y acciones de reparación citados.
40
Añade que por regla general, todos los derechos y acciones son prescriptibles. “Cuando
no se establece la prescripción de un determinado derecho y tampoco su
imprescriptibilidad, ese derecho, de acuerdo con la regla general, es prescriptible”. Por
ende, la imprescriptibilidad sería excepcional y requiere siempre declaración explícita,
la que en este caso no existiría. Las normas del Título XLII del Código Civil, que
consagran la prescripción, sostiene, se han estimado siempre de aplicación general a
todo el derecho y no solo al derecho privado. Entre dichas normas está el artículo 2497
del citado cuerpo legal, que manda aplicar las normas de prescripción a favor y en contra
del Estado. La prescripción es una institución de aplicación general en todo el ámbito
jurídico y de orden público, pues no cabe renunciarla anticipadamente.
Por otro lado señala que los Tratados Internacionales Invocados en la demanda,
especialmente el Pacto Internacional de Derechos Civiles y políticos, La convención
Americana de Derechos Humanos, el Convenio de Ginebra sobre Tratamiento de los
Prisioneros de Guerra y la Convención sobre imprescriptibilidad de los Crímenes de
Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, no contienen norma alguna que declare
imprescriptible la responsabilidad civil; sino que la imprescriptibilidad que algunos de
ellos establecen se refiere sólo a la responsabilidad penal.
Expone que no existiendo una norma especial que determine qué plazo de prescripción
debe aplicarse a estos casos, debe recurrirse al derecho común, que en esta materia está
representado por la regulación del Código Civil relativa a la responsabilidad
extracontractual, y en particular por el artículo 2332 que fija un plazo de cuatro años
41
desde la perpetración del acto. Y que no obstante la letra de dicho precepto, el plazo
debe contarse no desde la detención del demandante sino desde que los titulares de la
acción indemnizatoria tuvieron conocimiento y contaron con la información necesaria
y pertinente para hacer valer el derecho al resarcimiento del daño ante los Tribunales de
Justicia.
Finalmente en relación con las alegaciones expuestas por los demandantes en cuanto a
que la acción patrimonial que persigue la reparación por los daños reclamados sería
imprescriptible conforme al derecho internacional de los derechos humanos, sostiene
que en ningún instrumento internacional contempla la imprescriptibilidad de la acción
civil derivada de delitos o crímenes de lesa humanidad, o que prohíba o impida la
aplicación del derecho interno en esta materia. Así por ej. Manifiesta que la
“Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y Crímenes de
Lesa Humanidad” declara imprescriptibles a los crímenes de guerra y a los crímenes de
lesa humanidad; pero cabe señalar que en ninguno de sus artículos declara la
imprescriptibilidad de las acciones civiles para perseguir la responsabilidad pecuniaria
del Estado por estos hechos, limitando esta imprescriptibilidad a las acciones penales.
Por su parte, Los Convenios de Ginebra de 1949, se refieren exclusivamente a las
acciones penales para perseguir la responsabilidad de los autores de los delitos de
crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, de modo tal que no cabe extender
la imprescriptibilidad a las acciones civiles indemnizatorias. La convención Americana
de Derechos Humanos, tampoco establecería la imprescriptibilidad en materia
indemnizatoria.
42
por lo que la demanda de autos, a su juicio deberá ser rechazada por encontrarse
prescritas las acciones deducidas en autos.
Luego sostiene que las cifras pretendidas en la demanda como compensación del daño
moral, resultan excesivas teniendo en consideración las acciones y medidas de
reparación adoptadas por el Estado de Chile en esta materia, y los montos promedios
fijados por los tribunales de justicia.
Agrega que la regulación del daño moral debe considerar los pagos ya recibidos del
Estado conforme a las leyes de reparación (19.213 – 19.880), y que seguirá percibiendo
a título de pensión vitalicia, y también los beneficios extrapatrimoniales que estos
cuerpos legales contemplan, pues todos ellos tienen por objeto reparar el daño moral.
Dice que lo contrario implicaría un doble pago por un mismo hecho, lo cual contraría
los principios jurídicos básicos del derecho en orden a que no es jurídicamente
procedente que un daño sea indemnizado dos veces.
Refiriéndose a los reajustes e intereses demandados, hace presente que los reajustes sólo
pueden devengarse en el caso de que la sentencia que se dicte en la causa acoja la
demanda y establezca esa obligación, y además desde que dicha sentencia se encuentre
firme o ejecutoriada; pues antes ninguna obligación tiene su representado de
indemnizar, y por tanto no existe ninguna suma que deba reajustarse.
Sobre los intereses demandados indica que el artículo 1551 del Código Civil establece
expresamente que el deudor no está en mora sino cuando ha sido judicialmente
reconvenido y ha retardado el cumplimiento de la sentencia. Por consiguiente, en el caso
43
que este Tribunal decida acoger las acciones de autos y condene a su representado al
pago de una indemnización de perjuicios, tales reajustes e intereses, sólo podrán
devengarse desde que la sentencia condenatoria se encuentre firme o ejecutoriada y su
representado incurra en mora.
En virtud de todo lo antes expuesto solicita tener por contestada las acciones
indemnizatorias deducidas en autos y, en definitiva, con el mérito de las excepciones,
defensas y alegaciones opuestas, proceder a su total rechazo.
A fojas 123 Se evacuó réplica del actor donde expone en cuanto a la excepción de cosa
juzgada, aquella queda absolutamente desvirtuada desde el momento en que la
demandada reconoce que la anterior demanda corresponde a una acción colectiva, o
sea, varios o muchos demandantes, no cumpliéndose el requisito de identidad legal de
personas establecido en el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil.
Sostiene que la excepción de reparación integral debe ser desestimada, citando normas
constitucionales y jurisprudencia relativa a la misma.
Sobre la prescripción extintiva alegada, dice que las acciones indemnizatorias que se
vienen ejerciendo en este juicio tienen como fundamento esencial el daño moral sufrido
por quienes fueron sometidos a torturas, maltratos físicos y degradantes, en abierta
transgresión a lo dispuesto en el artículo 5.2 de la Convención Interamericana sobre
Derechos Humanos, conforme a lo cual son imprescriptibles los crímenes de guerra y de
lesa humanidad.
A fojas 130 se evacuó dúplica donde expone sobre la excepción de cosa juzgada alegada
y dice que la interpretación esgrimida por el actor en su escrito de réplica parece
particular y sin ningún asidero normativo ni jurisprudencial y sólo busca generar
confusión en cuanto a lo que se entiende por “identidad legal de personas”, ya que dicha
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identidad es siempre legal, es decir, es una identidad legal de partes, lo cual ocurre en el
caso de autos, pues el actor Manuel Flores Pinochet es parte demandante en ambos
procesos, y además el Fisco de Chile es parte demandada en ambos juicios, por lo cual
coinciden tanto la identidad física como legal-procesal de las partes, independiente que
junto con él impetren la acción otras personas.
CONSIDERANDO:
1°) Que, a fojas 27 y complementada a fojas 65 don Fernando Zegers Lynch, abogado,
domiciliado en calle Ahumada 312, oficina 225, segundo piso, Santiago en
representación de Juvencio Rodrigo Concha Gálvez, pensionado, domiciliado en calle
Eliecer Parada 1609, Ñuñoa, Santiago; Guillermo Del Rio Barañao, pensionado,
domiciliado en calle Conscripto Arredondo 78, Ñuñoa, Santiago; Manuel Jesús Flores
Pinochet, pensionado, domiciliado en calle San Diego 926, casa 35, Santiago Centra;
Manuel David Chávez Lobos, trabajador independiente, domiciliado en Jorge
Alessandri 2281, Villa Los Presidentes, Copiapó; Rene Gastón Vega, pensionado,
domiciliado en calle Adriano Díaz 560, Población Gabriela Mistral, Santa Cruz; Luis
Humberto Peralta Trujillo, pensionado, domiciliado en pasaje Salitrera Porvenir 1315,
El Palomar, Curicó; Néctor Eliud Ubillo Castro, pensionado, domiciliado en calle
Maratón 1647, Copiapó; Leoncio Ruperto Saavedra Concha, pensionado, domiciliado
en Casa 1, Villa El Carmen, Curicó; Hugo Hernán Valenzuela Vidal, pensionado,
domiciliado en calle Huilqueco 7310, La Florida, Santiago; Pedro Segundo Pons
Sierralta, pensionado, domiciliado en calle Fraga 1220, Copiapó; Roque Hernán Mella
Torres, casado, minero, domiciliado en calle El Manzano 705, Copiapó; Jaime Germán
Becerra Valenzuela, pensionado, domiciliado en calle Dieciocho de Septiembre, S/N,
Chépica, Santa Cruz; Servando Del Carmen Becerra Poblete, pensionado, domiciliado
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en calle Antonio Varas 289, San Bernardo, Santiago; David Augusto Espinoza
Sepúlveda, pensionado, domiciliado en pasaje Altamira 65, La Florida, Santiago;
Nolberto Del Carmen Zurita Zurita, pensionado, domiciliado en pasaje Tres 118, Valle
de Santa Fe, Curicó; Juan Pablo Urzúa Muñoz, pensionado, domiciliado en calle Pirita
1504, Puente Alto, Santiago; Manuel Alberto Gamboa Soto, pensionado, domiciliado
en calle Emilia Téllez 4849, departamento 128, Ñuñoa, Santiago; Alejandro Guillermo
Cid Herrera, pensionado, domiciliado en calle Avenida Perú 9723, La Florida, Santiago;
David Enrique Miranda Bruna, Ingeniero en Telecomunicaciones, domiciliado en calle
Los Avellanos 1115, Talagante; Roberto Alejandro Vasquez Llantén, Ingeniero en
Calefacción y Ventilación, domiciliado en calle Emiliano Zapata 817, departamento
217, Recoleta, Santiago; Miguel Ángel Estrada Araya, empleado, domiciliado en calle
La Patagua, S/N, Santa Cruz; Aníbal Segundo Muñoz Becerra, pensionado,
domiciliado en La Patagua, S/N, Santa Cruz; Denis Boris Navia Pérez, pensionado,
domiciliado en calle Garibaldi 1521, Ñuñoa, Santiago; Humberto Sergio Figueroa
Salazar, pensionado, domiciliado en calle Miguel de Unamuno 02824, San Bernardo,
Santiago; Pedro José Figueroa Salazar, pensionado, domiciliado en pasaje El Ciruelillo
200, Villa Nocedal Uno, San Bernardo, Santiago; Juan Fernando Fuentes Botto,
pensionado, domiciliado en calle Victoriano 441, Independencia, Santiago; Ricardo
Eugenio León Espinoza, pensionado, domiciliado en calle Los Castaños 4935, Quinta
Normal, Santiago; Augusto Abelardo Pérez Reveco, pensionado, domiciliado en pasaje
Juan Terrier 0750, Población Diego Portales, Curicó; Andrés Ivan Díaz Poblete, guardia
de seguridad, domiciliado en calle José Vicente Blanco 1754, Copiapó; Mario Francisco
Eugenio Urzúa Pérez, pensionado, domiciliado en Marín 0185, Providencia, Santiago,
deducen demanda en juicio ordinario de hacienda en contra del Estado de Chile,
persona jurídica de derecho público, representado por el Consejo de Defensa del estado
quien a su vez es representado por su presidente don Juan Ignacio Piña Rochefort,
abogado, ambos domiciliados en calle Agustinas N°1687, comuna de Santiago, para que
en virtud de los fundamentos de hecho y de derecho brevemente enunciados en la parte
expositiva precedente se conde al Fisco de Chile al pago de al pago de las sumas de
$110.000.000; $130.000.000.-; y $150.000.000, o la suma que el Tribunal estime en
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Justicia, más intereses, reajustes y costas que correspondan. Sin que en la
complementación de la demanda haya salvado las enmendaduras con lápiz efectuadas
2°) Que a fojas 81, doña Irma Soto Rodríguez, abogado, procurador fiscal de Santiago,
por el Fisco de Chile, ambos domiciliados en calle Agustinas 1687, comuna y ciudad de
Santiago, contesta la demanda de autos, solicitando su completo rechazo en virtud de
las excepciones de cosa juzgada, reparación integral y prescripción extintiva que deduce
y defensas que previamente fueron reseñadas en la parte expositiva de la presente
sentencia.
3°) Que, incumbe probar las obligaciones o su extinción a quien alega aquéllas o éstas
en conformidad al artículo 1698 del Código Civil.
4°) Que, a objeto de acreditar los hechos en que sustenta sus pretensiones la parte
demandante ha acompañado a los autos la siguiente instrumental, no objetada: a) Copia
de la sentencia firme y ejecutoriada de la causa rol C-803-2008 seguida ante el 18°
Juzgado Civil de Santiago, que otorgó una indemnización de $150.000.000 para cada
uno de los demandantes en dicha causa; b) Cédula de Identidad, Certificado de Preso
Político, Relato de Detención y Certificado de Nacimiento, de cada uno de los
demandantes.
5°) Que, además rindió prueba testimonial consistente en la declaración de los testigos
don Ernesto Sixto Dorosildo Parra Navarrete, don Ángel Raúl Arias Quezada, don
Roberto Cáceres Pérez, don Carlos Nelson Diez de Medina y don Alex Patricio Alvayay
Yáñez.
a) Sentencia de primera instancia dictada con fecha 5 de julio de 2011 por el 14° Juzgado
Civil de Santiago, en la causa rol N°C-1890-2006, caratulados “Salgado con Fisco de
Chile”;
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c) Sentencia de segunda instancia dictada por la Tercera Sala de la Iltma. Corte de
Apelaciones de Santiago, con fecha 10 de enero de 2014, rol de ingreso N°7649-2011;
d) Sentencia dictada por la Tercera Sala de la Excma. Corte Suprema, con fecha 19 de
noviembre de 2014, en ingreso rol N°7888-2014, que rechaza el recurso de casación en
el fondo deducido por los demandados.
por don Manuel Flores Pinochet por existir sentencia definitiva ejecutoriada en la
materia.
Dice que el dicho actor dedujo, demanda civil en contra del Fisco de Chile seguida ante
el 14° Juzgado Civil de Santiago, bajo el rol C-1890-2006, caratulada “Salgado y otros
con Fisco de Chile”, sobre indemnización de perjuicios por daño moral.
Agrega que de los hechos expuestos en dicho libelo, se puede apreciar que concurren las
mismas partes, causa de pedir y objeto pedido, ya que don Manuel Flores Pinochet
demanda al Fisco de Chile por la supuesta responsabilidad extracontractual de éste por
las torturas y apremios ilegítimos ocurridos en octubre de 1973. Dicha demanda fue
rechazada por sentencia de primer grado de fecha 5 de julio de 2011, al ser acogida la
excepción de prescripción del artículo 2332 del Código Civil. La mencionada sentencia
fue confirmada por la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, bajo el ingreso N°7649-
2011 y cuyo Recurso de Casación en el fondo fue rechazado por la Excma. Corte
Suprema bajo el ingreso CS N°7888-2014.
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A la luz de los antecedentes aparejados y lo dispuesto en el artículo 175 y 177 del Código
de Procedimiento Civil, aparece íntegramente cumplida la triple identidad necesaria
para que opere la excepción de cosa juzgada alegada por lo que se acogerá la misma en
los términos solicitados respecto del demandante don Manuel Flores Pinochet.
11°) Que, en relación al daño moral, cabe señalar que en su contestación el Fisco de
Chile ha indicado que los demandantes son beneficiarios de las Leyes N°19.234 y 19.992
y sus modificaciones que han establecido una pensión anual por reparación y han
otorgado otros beneficios a las personas afectadas por violaciones a los Derechos
Humanos, pretendiendo con esto alegar demás de otras prestaciones ya reseñadas, la
suficiencia del pago.
12°) Que, con dicha alegación el Fisco reconoce, en el caso concreto, una necesidad de
reparación y como consecuencia de ello un daño, que esta sentenciadora entiende
corresponde al daño moral atendida la afección que cualquier ser humano tendría de ser
expuesto a situación de tortura y vejámenes a los derechos humanos.
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régimen militar, de resarcimiento de perjuicios mediante pensiones asistenciales y
simbólicas a todos aquellos que se encuentran en una situación como la de los
demandantes, las que han tenido un carácter general buscando una solución uniforme,
abstracta, sin considerar la situación específica y particular de los familiares cuyo dolor
fue causado por agentes del Estado en dicho período, ello no configura lo dispuesto en
el artículo 63.1 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, que obliga al
pago de una justa indemnización a los lesionados, esto es, a cada persona en específico,
que en el caso concreto según certificado acompañado a fojas 413 ha significado desde
el año 1999 y 2005 al año 2017 el pago de diversas sumas, lo que esta sentenciadora no
considera acorde a la norma internacional mencionada que obliga al Estado Chileno en
virtud del artículo 5° inciso 2° de la Constitución Política de la República, por lo que se
desestimará la alegación de suficiencia de pago.
15°) Que, por otro lado sustenta la tesis de inaplicabilidad de la norma del Código Civil
antes mencionada por el artículo 2 de la Convención Interamericana sobre Derechos
Humanos que obliga a los estados parte ha a adoptar con arreglo a sus procedimientos
constitucionales las medidas legislativas o de otro carácter que fueran necesarias para
hacer efectivos tales derechos y libertades y el artículo 5 de la Constitución Política de
la República que reconoce como limitación a la soberanía el respeto de los derechos
esenciales que emana de la naturaleza humana y la obligación del mismo de promover
dichos derechos fundamentales;
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16°) Que, dado que los Derechos Humanos reconocidos en la Convención son
inherentes al ser humano durante toda la existencia de éste, no es posible sostener, a
juicio de esta sentenciadora, que un Estado pretenda desconocer la reparación necesaria
y obligatoria por el mero transcurso de éste, ya que ello significaría desconocimiento del
Derecho Humano conculcado.
17°) Que, sustenta lo anterior el artículo 131 del Convenio de Ginebra que sostiene que
ninguna parte contratante podrá exonerarse, ni exonerar a otra parte contratante, de las
responsabilidades en que haya incurrido ella misma u otra parte contratante a causa de
las infracciones previstas en el artículo 130 en el que se incluye la tortura o tratos
inhumanos;
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21°) Que los demás antecedentes allegados al proceso en nada alteran lo resuelto
precedentemente.
I.- Que se acoge la excepción de Cosa Juzgada deducida en contra el demandante don
Manuel Flores Pinochet.
II.- Que se acoge la demanda de autos deducida por don Juvencio Rodrigo Concha
Gálvez; don Guillermo Del Rio Barañao; don Manuel David Chávez Lobos; don Rene
Gastón Vega; don Luis Humberto Peralta Trujillo; don Néctor Eliud Ubillo Castro; don
Leoncio Ruperto Saavedra Concha; don Hugo Hernán Valenzuela Vidal; don Pedro
Segundo Pons Sierralta; don Roque Hernán Mella Torres; don Jaime Germán Becerra
Valenzuela; don Servando Del Carmen Becerra Poblete; don David Augusto Espinoza
Sepúlveda; don Nolberto Del Carmen Zurita Zurita; don Juan Pablo Urzúa Muñoz; don
Manuel Alberto Gamboa Soto; don Alejandro Guillermo Cid Herrera; don David
Enrique Miranda Bruna; don Roberto Alejandro Vásquez Llantén; don Miguel Ángel
Estrada Araya; don Aníbal Segundo Muñoz Becerra; don Denis Boris Navia Pérez; don
Humberto Sergio Figueroa Salazar; don Pedro José Figueroa Salazar; don Juan
Fernando Fuentes Botto; don Ricardo Eugenio León Espinoza; don Augusto Abelardo
Pérez Reveco; don Andrés Iván Díaz Poblete; don Mario Francisco Eugenio Urzúa
Pérez respecto del año moral sufrido, daño que esta sentenciadora estima
prudencialmente en la suma de $110.000.000 por cada uno de los demandantes, como
suma única y total;
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III.- Que no se condena en costas a la parte demandada por no haber resultado
totalmente vencida.
Dictada por doña Claudia Donoso Niemeyer, Juez Titular; autoriza doña Marta
Hurtado Vásquez, Secretaria Subrogante.
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