Estos casos reflejan el impacto desproporcionado del racismo estructural en todo
el sistema de administración de justicia en los Estados Unidos hacia los afroamericanos desde la interacción con los policías hasta el tipo de sentencias; pasando por las detenciones antes del juicio, la elección de los jurados y los tipos de fiscales y jueces que participan en los procesos judiciales. En las últimas semanas me ha sorprendido el nivel de discusión y acción de miles de personas dentro y fuera de los Estados Unidos que han salido a las calles para protestar, de nuevo, por la brutalidad policial hacia los afroamericanos, a raíz del asesinato de George Floyd el pasado 25 de mayo en Minneapolis, Estado de Minnesota. No fue el último, de hecho, luego del asesinato del señor Floyd al menos cinco nuevos casos han salido a la luz pública, incluyendo el de Rayshard Brooks, otro afroamericano, el pasado 12 de junio en Atlanta, Estado de Georgia. En la actualidad, seguimos viviendo la misma premisa, la pobreza estructural de los afroamericanos y de otros grupos étnicos y la falta de oportunidades en todos los aspectos de la vida cotidiana continúan, y ha quedado reflejado con la pandemia causada por la COVID-19. Los afroamericanos y latinos estamos siendo afectados desproporcionalmente por esta enfermedad y somos los que más muertos estamos poniendo. El racismo es una ideología según la cual los seres humanos seríamos clasificables en razas, algunas de las cuales serían superiores a otras que serían moral e intelectualmente inferiores. Muchos críticos hablan de reformas policiales, pero en realidad, lo que tenemos que reformar o empezar al menos, es a reconocer que han sido incapaces de cerrar las heridas de más de 150 años que llevaron a la abolición de la esclavitud y a nunca reconocer a los otros como nosotros. Lo cierto es que se ha normalizado el hecho de que los afroamericanos sean desproporcionalmente detenidos, arrestados y encarcelados y sujetos a sentencias más severas incluyendo las sentencias de por vida sin oportunidad de salir bajo fianza o las sentencias a muerte. Lamentablemente todas estas preguntas debemos responderlas afirmativamente. Sin embargo, numerosos miembros de nuestras sociedades viven sin darse cuenta de la existencia del racismo. Esto se debe a que en estas sociedades el racismo ha sido “naturalizado”. Por ejemplo, los mismos medios de comunicación masiva de Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, y México, entre otros países, que dieron amplia cobertura al asesinato de George Floyd, y que lo hicieron destacando el racismo de aquella sociedad, en la mayoría de los casos, omitieron dársela a crímenes semejantes cometidos en sus respectivos países, o bien el carácter racista de los mismos.