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Por lo que se infiere anteriormente, el deber es un mandato u orden dada por alguna
persona o autoridad competente, por el cual, existe cumplimiento de algún acto que debe de
realizar el ser humano.
Deber jurídico. Lo define Dourado Gusmáo diciendo que, en sentido lato, constituye un
comportamiento obligatorio impuesto por una normal legal, por un contrato o por un tratado, a
una persona a favor de otra, que tiene la facultad de exigir su cumplimiento, cuando no fuese
espontáneamente observado, diferenciándolo así del deber moral.
A su vez, Radbruch, afirma que, de la validez del Derecho para la vida de los hombres
en común, se sigue que su contenido debe estar constituido por las relaciones jurídicas
fundamentadas en deberes jurídicos y en derechos subjetivos.
Ramírez Gronda, expresa que Von Kirchmann y Von Fernck pretendieron explicar la
existencia de deberes jurídicos en el influjo motivador que sobre la conciencia humana ejerce
la amenaza de la sanción.
Recanséns Siches, estima que el deber jurídico y el deber moral son distintos, aunque
se den superpuestos y como coincidentes; y añade que la existencia del deber jurídico se
determina porque la infracción de la conducta en aquél señalada constituye el supuesto de una
acción jurídica, pues donde no hay posibilidad de coacción inexorable al sujeto, no hay deber
jurídico, aunque pueda haber lo moral, social o lo religioso.
Los deberes procesales, no pueden ser objeto, a diferencia de las obligaciones y de las
cargas, de ejecución forzosa, a pesar de la efectividad en el cumplimiento de los deberes
procesales se obtienen, normalmente, mediante sanciones, ya sean de carácter físico o
personal, pecuniario, funcional, o de cualquier otra índole, estas son formas de coacción moral
o de intimidación, pues en vedad no hay forma material de hacer cumplir por la fuerza esta
clase de deberes.
Civiles, que, contrariamente a las naturales, son aquellas cuyo cumplimento puede ser
exigido por vía legal.
Mancomunadas, cuando reconocen varios acreedores o varios deudores, no obstante
estar representadas por una sola prestación.
Solidarias, cuando su cumplimiento puede ser íntegramente exigido por cada uno de
los acreedores o de cada uno de los deudores.
Facultativas cuando, no teniendo por objeto sino una sola prestación, el deudor tiene la
facultad de substituir por otra.
En síntesis las obligaciones exigen al menos dos sujetos: el que puede exigirla: el
acreedor, y el sometido al cumplimiento: el deudor.
Aunado a lo enunciado, en qué consiste la obligación legal. Aquella que se impone por
ley u otra disposición equivalente; decreto, orden de autoridad, ordenanza o bando. Las
obligaciones legales, en la primera de las acepciones, no se presumen; han de estar
expresamente determinadas en un texto o artículo.
Costas: Gastos que se ocasionan a las partes con motivo de un procedimiento judicial,
cualquiera que sea su índole. En ese sentido, se dice que una de las partes es condenada en
costas cuando tiene que pagar, por ordenarlo así la sentencia, no solo gastos propios, sino los
de la contraloría, por el hecho de haber sido derrotada la parte procesal en el juicio que se
ventilo, siempre y cuando el juzgador lo condene, aunque hay diversidad de criterios jurídicos
vertidos por los estudiosos del derecho.
A criterio personal, el pago de las costas procesales, se tienen que solicitar al órgano
jurisdiccional cuando se presentar la demandada o en la contestación u oposición de la
demanda, ya que en caso contrario, sino se requieren no podrá condenar al malicioso o a la
parte que actúa de mala fe en el proceso; el pago de las costas procesales tiene que ser a
requerimiento de parte y no de oficio, ya que el juez no puede extralimitarse de su función
jurisdiccional.
“Desde este punto de vista, la carga funciona, diríamos ‘a doublé face’; por un lado el
litigante tiene la facultad de contestar, de probar, de alegar; pero tiene al mismo tiempo algo
así como el riesgo de no contestar, de no probar y de no alegar. El riesgo consiste en que si no
lo hace oportunamente se falla el juicio sin escuchar sus defensas, sin recibir sus pruebas o sin
saber sus conclusiones.
“Así configurada, la carga es un imperativo del propio interés. Quien tiene sobre sí la
carga se halla compelido implícitamente a realizar el acto previsto; es su propio interés quien le
conduce hacia él. La carga se configura así como una amenaza, como una situación
embarazosa que grava el derecho del titular. Pero él puede desembarazarse de la carga,
cumpliendo.
Cabe indicar que esta libertad queda implícita a las partes procesales de cumplir o no
en cada actuación procesal, sin embargo, va en contra de sus intereses para aquella que no
cumpla en la etapa procesal que se trata. Por consiguiente se entiende que toda persona es
libre de obrar o de no obrar, asumiendo así todas las consecuencias de sus propios actos. En
otro punto de vista, el contenido de una orden emanada por el órgano jurisdiccional
competente, trae consigo una abstracción de su imperatividad coactiva, por lo tanto no tendrá
que ser así.
La relación del concepto de carga con el impulso procesales (es un principio procesal),
se manifiesta en que el proceso planteado o juicio avanza mediante cargas impuestas a las
partes procesales.
Carga del impulso procesal, está a cargo de las partes, demandante y demandado, en
los procesos donde no prevalece el principio inquisitivo en que se de oficio o por facultad del
juez, la parte interesada en que el proceso continúe, tiene la carga de darle el impulso
necesario al proceso.