Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Bogotá, 1977
ALGUNAS TESIS INICIALES
2
3. La convergencia con Maquiavelo está determinada por el hecho de que Moro concibe
la unidad y fortaleza interna de una sociedad como base para el dominio de un Estado sobre
otros, en un contexto internacional caracterizado por la diferencia de niveles de productividad,
formas políticas, religiosas, costumbres.
4. Sobre el método: La Utopía anuncia lo que puede ser el papel en la ciencia moderna
del ideal como instrumento heurístico. El pensamiento social, aún no diferenciado, permanece,
como se expresa en Moro, contenido en la esfera del arte: contiene reglas, pero no leyes, no se
ha elevado a principios, carece de medida.
5. La "felicidad" se puede organizar sobre una base secular y en los límites de un Estado;
hacia este punto convergen las reflexiones de Moro sobre la economía, la religión, la salud, la
educación, la moral que en gran medida contienen la anticipación en la idea de resultados
demostrables en la sociedad moderna.
Acaso no tan celebrado como el cuarto centenario de su muerte (1935), que dio lugar a su
canonización y al renacimiento de los estudios y publicaciones sobre su vida y obra (en
Inglaterra y en la Unión Soviética), el acontecimiento permitirá reflexionar sobre la actualidad
de un pensador y hombre de Estado inserto en el renacimiento, en quien se encuentran hoy, por
vías distintas, católicos, liberales y comunistas.
Los primeros celebran en la vida de Moro, pero mucho más en su martirio, la fidelidad
de la Iglesia Romana y la santidad encarnada en uno de los primeros laicos modernos; los
segundos han puesto de presente, a partir de la revolución inglesa, su tolerancia manifiesta en
vida y mayormente en la obra, su defensa de la libertad de conciencia del individuo frente al
Estado, el haber distinguido entre la moralidad del ciudadano, equivalente a la ley, y la
moralidad del individuo, que sobrepasa la esfera civil. Los últimos a partir de Marx y de
Kaustky, rinden homenaje a Moro como temprano crítico del capitalismo emergente y como
socialista "utópico" que formuló idealmente un modelo comunista, inspirado en Platón, acertado
en los fines, deficiente en los medios debido a limitaciones históricas.
Como ha sucedido con todo gran pensador, como ocurrió con su contemporáneo
Maquiavelo, la obra de Moro se refractó en la interpretación histórica, más sensible a los
propios intereses ideológicos que dócil al objeto considerado, del que se han seleccionado
aspectos unilaterales.
Así por ejemplo, los primeros han soslayado al Moro que criticó severamente a la Iglesia
de su tiempo hasta el punto de dibujar en La Utopía una organización religiosa diferente, semi-
pagana y laica. Los otros han velado el hecho de que Moro, en calidad de Canciller de Enrique
VIII, no pudo situarse a la altura de su temprana formulación teórica tolerante, viéndose
obligado a ejecutar las leyes contra herejes, condenando a los primeros mártires protestantes en
el momento en que Enrique VIII era reconocido como "defensor de la Fe" por el pontífice
romano. Finalmente, los últimos han ignorado las objeciones que Moro se presentó a sí mismo
en La Utopía contra una sociedad comunista, retomando los antiguos argumentos de Aristóteles
contra Platón.
No se puede comprender a Moro cabalmente sin apreciar las múltiples y contradictorias
facetas que encarnó como ejemplar individualización del Renacimiento. En el caso de Moro se
muestra muy claramente que en la vida de cualquier individuo es imposible e impensable una
congruencia perfecta entre todos sus actos, mucho menos correspondencia acabada entre
pensamiento y acción.
Moro habitó en un momento de la historia en el cual contó mucho más la ruptura que la
continuidad y parsimonia de las instituciones; momento en el cual se abría por consiguiente un
espacio considerable para la creatividad y afirmación del individuo, situado entonces entre un
mundo en decadencia y otro emergente, sin que fuera dable reconocer claramente las fronteras y
menos descifrar el sentido de cualquier acción.
Wolsey, cardenal y canciller bajo Enrique VIII, soñaba y perseguía el pontificado para sí,
sin saber que allanaba el camino para que su soberano se constituyera en cabeza de la Iglesia
Anglicana; Francisco I, el Rey Cristianísimo, no vaciló en aliarse con los turcos, enemigos de la
cristiandad para contener el poder de Carlos V; Colón, ante nuevos hechos, los encubrió bajo lo
ya conocido ("Cariay, Veragua. Las minas de oro, la provincia donde hay oro infinito, donde los
llevan las gentes adornándoles los pies y los brazos, y en él se enforran y guarnecen las arcas y
las mesas! Las mujeres traían collares colgados de la cabeza a las espaldas. A diez jonadas está el
Ganges. De Cariay a Veragua es tan cerca como de Piza a Venecia. Yo todo esto lo sabía: por
Tolomeo, por la sacra Escritura; y se lo dije a la reina: son el sitio del paraíso terrenal…" ). 2
Ni los individuos ni los sucesos del renacimiento siguieron una dirección unilateral; lo
característico de la época fue el drama de la personalidad escindida y de las instituciones sujetas
a cambio acelerado; Tomás Moro, por su vida, por su obra, resumió su época.
Moro fue en primer lugar ciudadano del anchuroso mundo latino y cristiano del
Renacimiento; escribió su Utopía en latín, como muchos de los escritores, pensando como
europeo, influido idealmente por el sueño de una Europa unificada, en el preciso momento en el
cual tal idea era prácticamente imposible ante la pujante afirmación de los estados nacionales y
por el decaimiento espiritual de la Iglesia. Moro fue hijo de la imprenta. El mundo entonces se
redefinía en múltiples sentidos: especialmente, por los descubrimientos de Colón y por la
revolución de Copérnico, aunque en uno y otro caso se tardara en comprender su significado;
culturalmente, por el redescubrimiento de la antigüedad.
A Moro se ajusta lo que dijo Cervantes de un amigo de Don Quijote: "Su profesión era
ser humanista". Influido por los neoplatónicos, particularmente por Pico de la Mirándola, cuya
biografía tradujo al inglés, Moro aplicó por primera vez la filosofía práctica de Platón a la
disección de la sociedad naciente. Compartió con los neoplatónicos y humanistas la confianza en
2 Citado por Gemán Arciniegas en Biografía del Caribe Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1945 p.53.
5
3 Ver Can, Helen: England Before Elizabeth: London, Hutchison University Library , 1967 (1950).
6
La muerte de Moro puede ubicarse en cierta forma como preámbulo y premisa para la
inflexión de la historia Inglesa que dio lugar a la afirmación de la soberanía de la realeza, a
través del parlamento; a la primacía del Estado sobre la Iglesia, por la confiscación de cuantiosos
bienes, por el sometimiento de la Iglesia al Estado; a la creación de una burocracia racional
constituida por funcionarios permanentes, seculares y capacitados para administrar los tesoros
del Estado en cabeza del Rey sobre base de procedimientos contables más eficaces.
En el plano económico y social, Moro contempló cómo el desarrollo del comercio, el
alza de los precios y la presión demográfica deshicieron las relaciones económicas feudales, lo
cual se manifestó en el cercado de tierras, en el enriquecimiento sin medida de nuevas capas
sociales y en el envilecimiento y putrefacción del grueso sector del campesinado parcelario y
servil expulsado de sus tierras o privado de bienes comunales.
Como embajador y canciller de Enrique VIII, Moro conoció de cerca el escenario y la
trama del nuevo orden internacional que giraba principalmente en torno a Italia; las alianzas y
rupturas de acuerdo a los emergentes y poderosos intereses estatales; la quiebra del universo
caballeresco debida a las nuevas modalidades de guerra: movilización de contingentes más
numerosos y tropas mantenidas a sueldo, nuevas armas y técnicas de combate.
Finalmente, podría comprenderse de modo más preciso la vida de Moro, y sobre todo su
muerte, en una perspectiva comparativa más amplia, acudiendo por un extremo, a una analogía
histórica muy ilustrativa : en 1170 fue asesinado Tomas Beckett, Arzobispo y canciller de
5
Inglaterra. Su muerte fue una consecuencia de su oposición a la política del Rey Enrique II
encaminada al fortalecimiento de la justicia secular en desmedro de la canónica, obligando a que
los clérigos que cometieron crímenes pasaran por la corte civil, y suprimiendo la intervención
del pontífice Romano en la administración de justicia a través de las apelaciones. El conflicto
manifestaba tempranamente la antítesis entre Iglesia y Estado.
4 Principalmente: Elton, G.R. The Tudor Revolution in Government: administrative changes in the Reign of Henry
VIII. Cambridge.
y: Smith, Minard: Henry VIII and the reformation. Macmillan and Co., London, 1962 (1948).
5 Ya empleada de otro modo por uno de los primeros biógrafos de Moro:Ro: Ba: Véase: Hitchcock, E., y Hallet,
P.E.: The life of sirThomas more, sometymes Lord Chancellour of England. By Ro: Ba:, London, Oxford
University Press, 1950.
7
Esta tesis, expuesta en la nación que mayormente había preservado las libertades
comunales, era ciertamente consistente con la antigua tradición del tomismo , pero adquiría, sin
7
embargo, una fuerza inusitada y una significación completamente nueva en el momento mismo
de la constitución del Estado Nacional, aunque entonces se manifestara como negación y
2. Utopía
1 Moro, Tomás: Utopía, en: Utopías del renacimiento. México. Fondo de Cultura Económica, 1941. Pagina 53.
9
2 Marx siguió explícitamente a Moro en muchos de sus puntos en el análisis de la violenicia inicial que acompañó
a la acumulación originaria del capital. Ver: Marx, Karl: "la llamada acumulación originaría", capítulo XXIV de
El Capital.
Méjico, Fondo de Cultura Económica, 1964, Primer Tomo.
3 Moro, Tomás. Utopía, página 55.
10
temía que a la terminación de la guerra, con el licenciamiento de los soldados, se viera afectado
el orden interno por sediciones y levantamientos generados por la escasez de recursos.
Así, en la ponderación del orden social, Moro subordinó las consideraciones sobre la
justicia y el derecho al examen de la organización de la sociedad, deteniéndose especialmente en
la relación de los hombres con la base de su subsistencia. La justicia social dependerá de las
circunstancias que medien en el acceso de los miembros de una sociedad territorialmente
organizada a los recursos para su reproducción, lo que en tiempos de Moro equivalía a la tierra
cultivable.
Moro inauguró con este interés el campo para la economía y la sociología dentro de la
matriz del pensamiento social moderno, aunque se necesitará recorrer mucho camino para
desarrollar y diferenciar estas ciencias. Por ejemplo: para Moro economía significaba todavía
ahorro como producto del control ético y de la organización social, porque hasta cierto punto
concebía la riqueza como algo relativamente constante.
La utopía de Moro no penetró en la idea de una riqueza potenciada por la productividad
derivada de la aplicación de la técnica: rasgo que diferenciará la utopía del siglo XVI de la del
siglo XVII representada en la Nueva Atlántida del Bacon.
Moro se situó en el mismo punto de su contemporáneo Maquiavelo en lo tocante a la
fundamentación de la tendencia hacia la secularización del pensamiento social. Maquiavelo
reconoció nítidamente en El Príncipe la disociación existente entre los principios éticos vigentes
y las exigencias del actuar realista. Moro, en la Utopía, indicó con claridad que el sentido de la
justicia y la eficacia del derecho dependían en buena medida de la naturaleza de la organización
social. Se había hecho incompatible la norma jurídica tradicional con la sociedad emergente.
Pero allí mismo se diferenciaron notablemente por el tono y por el interés . Maquiavelo
4
4Otra dimensión de un paralelo entre estos dos pensadores puede verse en: Habermas, Jurgen: Teoría y Praxis.
Buenos Aires, Sur, 1966, obra que ha sugerido muchos de los puntos aquí desarrollados.
11
desarrollar la comunidad nacional, ya constituida como estado, en una dirección burguesa, como
comunidad civil libre, lo cual suponía deshacer los atavismos impuestos por el dominio de la
clase ociosa de los terratenientes. La visión que se forjaron del príncipe o del gobernante difería
considerablemente y resultaba antitética en muchos aspectos. Moro decía del Monarca:
"Así como es propio de un médico ignorante el no saber corregir la conducta de los
ciudadanos sino suprimiéndoles las comodidades de la vida, debe confesar que no sabe gobernar
a hombres libres, y debe dedicarse a corregir su espíritu y soberbia, porque esos defectos serán
motivo de que el pueblo le desprecie y le odie. Viva honestamente de lo suyo, atempere sus
gastos a los ingresos, refrene sus malas acciones y prevenga con leyes justas las de sus súbditos,
mejor que dejar que las cometan para castigarlas luego; revoque inmediatamente las leyes
abolidas ya por la costumbre, sobre todo las que, largo tiempo abandonadas, no se echan de
menos…" . 5
De modo que el Príncipe de Moro era una especie de reformador social y ecónomo
diligente y justo, en ningún momento un disimulador y político como el Príncipe de Maquiavelo,
que no se hacía la ilusión de gobernar para hombres libres, sino para seres perversos y esclavos
de la naturaleza y de las costumbres, según la imagen que compartirá el protestantismo.
Moro, de talante veladamente antimonárquico, dibujó en su Historia del Rey Ricardo III.
La figura del príncipe Maquiavelo, juzgándola sin la menor simpatía, a diferencia de Maquiavelo
y de la reconstrucción dramática que hará Shakespeare a poco menos de un siglo. Moro fabricó
la imagen moderna del diablo en la persona de quien anhela el poder como un fin absoluto,
esbozando al tirano como un ser moral y físicamente deforme:
"Ricardo, tercer hijo de Eduardo, igualó en astucia y en coraje a sus hermanos, pero se
quedó corto en porte y en valor, era bajo de estatura, mal proporcionado de miembros, jorobado,
su hombro izquierdo más alto que el derecho, mal dotado de rostro… Era malicioso, colérico,
envidioso y perverso aún antes de su nacimiento, pues se cuenta que la duquesa, su madre,
padeció tanto en su parto que vino al mundo salido de pies y con dientes,… Era secreto y
reservado, un gran disimulador, vil en su aspecto, arrogante de corazón, besaba a quien pensaba
asesinar, era despiadado y cruel, no tanto por mala voluntad, como por ambición y por la
necesidad de asegurar y de conservar su posición. Indiferente a la amistad o enemistad, no
ahorró asesinato de quien opusiera a su propósito cuando se tratara de lograr una ventaja…" 6
5 Utopía, P. 68.
6 Moro, Tomás: The Life and Death of Richard The Third, en obras completas editadas por Yale University, T.
III.
12
Con estas máximas trazó Moro el ideal del desarrollo paulatino y parsimonioso que
seguirá Inglaterra en los siglos posteriores:
"Desterrad esas funestas plagas, decretad que se reedifiquen las granjas y las aldeas a los
que las destruyeron, o que las cedan para la reconstrucción a los que quieran hacerlo; poned
freno a las compras de los ricos y a la libertad de ejercer los monopolios, que sean cada vez
menos los que vivan de la ociosidad, que se vuelva a la agricultura, que se organice la
manufactura de la lana, ocupación honesta para las gentes ociosas a quienes hasta hoy la pobreza
arrastró hasta el robo, o para los que siendo ahora vagabundos o criados haraganes están a punto
de parar en ladrones" . 8
7 Utopía, P. 69-70
8 Ibid, p. 55.
13
Con estos imperativos no pretendía Moro restituir el estado de cosas anterior. Siguiendo
la tradición del pensamiento católico fijado por Santo Tomás a partir de Aristóteles, Moro
intentaba conservar la propiedad privada, haciéndola compatible con la noción de comunidad
social mediante dos elementos que serán pieza central en la doctrina económica del mundo
9
premisa y "estado de naturaleza" (Locke) lo que en Moro era un ideal, a saber:, la nivelación en
el acceso a los bienes de la tierra. Por su parte, los precursores de la sociología, Saint - Simon en
positivamente porque medirán y precisarán la fuerza de la "sociedad civil" una vez madura por la
Moro encarnó en la figura de Rafael Hitlodeo. Encubierto bajo la apariencia de este viajero,
discípulo de Platón, Moro pudo separarse radicalmente de la realidad de su tiempo sin perder por
eso la cabeza.
realización de Jerusalén en la tierra, ni convocó a ninguna fuerza social para alterar el estado de
cosas del que disentía: como abogado y como católico creía que la desobediencia individual
9 El argumento de Aristóteles era el siguiente: "Es evidente, pues, que es mejor que las posesiones sean poseídas
en privado, pero haciendo de ellas una común propiedad en cuanto al uso de las mismas, y formar a los
ciudadanos para esto es una tarea específicamente del legislador". Política, Libro II, Capítulo 2.
14
podía justificarse, pero nunca el acto abierto de rebelión. Lo cual, sin embargo, no impidió
explorar en las fronteras del pensamiento la posibilidad de una profunda reorganización social.
era de por sí un hecho de enorme importancia cultural. Pero Moro fue más allá: actualizó el ideal
mediante un recurso ingenioso: lo pensó como realizado. Al igual que Colón y Vespucci
descubridores del Nuevo Continente, Rafael Hitlodeo hallaba en él una isla organizada de
acuerdo al ideal platónico. Así, de forma imaginaria, Moro suprimía de un plumazo en la nueva
isla dos fuerzas sin las cuales no se podía pensar a sí misma la isla británica, contigua en el
importancia del método comparativo ya insinuado en Moro (el punto mediador lo constituirá la
noción de experimento metódico iniciada en el siglo XVII). Ya constituida una innovación muy
Valiéndose de una analogía con la medicina, recurso muy propio del estilo de la época
equitativo y justo, ni proceder acertadamente en las cosas humanas. Mientras exista, han de
perdurar entre la mayor parte de los hombres la angustia, la inevitable carga de la pobreza y las
establece que nadie posea más de cierta extensión de tierra y se declara un cierto límite de
fortuna para cada ciudadano, si se previene que ningún Príncipe sea demasiado poderoso, ningún
15
desempeñen con boato…, con tales leyes se podrían aliviar y mitigar esos males así como se
fortalecen con asiduos remedios cuerpos enfermos y débiles, pero no habría en cambio esperanza
ninguna de que sanen y vuelvan a su estado normal si cada cual posee algo como propio; al
intentar la curación de una parte se exasperará la herida de otras, así como de la curación de una
A este ideal opuso su contrincante un argumento tomado de las objeciones que presentará
atribuir mayor peso a la cuestión de la eficacia económica y al problema del orden político y
"no se puede vivir a gusto donde todo es común. Pues, ¿cómo se alcanzaría la
confianza en el esfuerzo ajeno les hará perezosos y al sentirse acosados por la pobreza y sin
ningún medio legal para proteger como suyo lo adquirido no se seguiría una inevitable vivir en
posible, para dejar el lugar al relato de la supuesta sociedad basada en el modelo de propiedad
"… no tienes ni la menor idea de la cuestión o tienes una falsa. Si hubieses estado
abiertamente que jamás y en ninguna parte habías visto pueblo mejor ordenado que aquél" 2. 1
10 Ibid, p. 72.
11 Ibid, p. 73. El argumento de Aristóteles es el siguiente: "… si los ciudadanos trabajan par sí mismos,las normas
para una común poseción de la propiedad ocasionarán más motivos de descontento, porque si tanto en el goce del
producto como en la labor de la producción ellos resultarán iguales, sino desiguales, nacerán necesariamente
quejas entre ellos que gozan o toman mucho, pero trabajan poco, y los que toman menos, pero trabajan más. De
una manera general, el convivir y el participar de todos nuestros asuntos humanos es difícil y especialmente el
compartir cosas como las dichas "política, Libro II, Cap.2
12 Ibid, P.73
16
Con la certeza que imprime la sensación experimentada en carne propia (algo que
comenzaba a percibirse en el tiempo como medio para la verdad y para el engaño) Moro exponía
con paso firme, a través de su compañero, las aspiraciones de la élite avanzada de su época, sin
tiempo. Utopía carece de medida y de tiempo: es una sociedad hecha, sin desarrollos mayores.
concebido por Moro para hacer compatible la propiedad colectiva de la tierra con la eficacia
en 54 centros urbanos tan uniformes en su arquitectura y diseño que se distinguen muy poco
entre sí, se rota por tiempo y edad en el cultivo y cosecha de los productos del campo, de
subordinación de las mujeres a los esposos, de los hijos a los padres y de los jóvenes a los
" Ya véis como no existe en parte alguna ocasión para la ociosidad, ni pretexto para la
reuniones secretas, pues el hecho de estar cada uno bajo la mirada de los demás oblígales sin
energía por la aplicación a trabajos estrictamente productivos, daría lugar a una acumulación y
Moro se esforzó por lograr un equilibrio entre los aspectos materiales y culturales que
descubría un espacio libre gracias a la eficiente utilización de los recursos; como humanista que
población ocupaba el tiempo libre en la educación, proseguida de acuerdo al principio del interés
a la consagración intelectual.
moderna: el equilibrio del ciudadano que obra conforme a la naturaleza regulando el plan sin
suprimirlo; la conducta del hombre medio que evita los extremos y carece de heroicidad porque
la sociedad no lo exige; la posición de obedecer la ley civil porque concuerda con la razón
disciplinada e ilustrada” todos estos son rasgos esbozados en Utopía que encontrarán eco en
13 Ibid, P. 91.
18
Moro dibujó en Utopía una ética puritana: y esto como católico reformista, no como
más a las condiciones del siglo XIX que a las creadas a los diez años de haberse publicado la
Todo lo anterior no representa, sin embargo, nada más que una cara de Utopía. Esta es
"mirada por el lado derecho, parece una flor de campo; por el izquierdo, no tanto porque
Si se la mira como comunidad nacional, Utopía aparece normalmente como una sociedad
justa en donde el problema del poder y del dominio se han minimizado por la nivelación en el
acceso de los miembros de la sociedad a los recursos de la tierra y a las ventajas sociales
Aún los esclavos que realizan los oficios más "viles" (no los más productivos) para evitar
civil.
Pero si se toma a Utopía en su aspecto externo, como Estado puesto en relación con otros
Estados, surge una perspectiva diferente, más análoga y aproximada a la realidad, mucho más
cercana a la órbita de Maquiavelo, menos ficticia. En este punto Utopía expresa menos un deseo
que una resignación crítica frente al inevitable panorama de la guerra. Moro no extendió la
ficción hasta el punto de imaginar una comunidad de Estados regida por principios justos de
escondido del resto del mundo. Utopía necesita expandirse porque su población crece y la tierra
naturaleza de los sistemas políticos y económicos. Utopía juega el papel de Estado Imperial
19
porque está respaldado por la eficacia de su sistema económico y amparada con la coherencia y
diferencias en los sistemas políticos (oposición a los regímenes tiránicos), para defender a sus
estos puntos. El toque de Moro consiste en señalar cómo en Utopía se esfuerzan, por razones
Ante una obra como Utopía cabe la misma perplejidad que mostraba don Quijote cundo
le dijese si ciertas cosas que había pasado en la cueva de Montecinos habían sido soñadas
o verdaderas, porque a él le parecía que tenían de todo", y cuando el mono respondió, según
Maese Pedro "que parte de las cosas que su merced vio o pasó en la dicha cueva son falsas y
parte verosímiles".
Discriminar qué sea lo falso y qué lo verdadero en una ideología: eso es precisamente lo
más difícil y lo importante. Frente a Utopía la tarea es más compleja porque con la configuración
de la isla, Moro se proponía muchas funciones: primero, puede ser entretener y divertir mediante
toda la gama de recursos literarios que emplea: simulación, fábula, ironía, paradojas,
exageraciones y absurdos; pero también la figuración de la isla lejana podría servir para
vigentes. Pero, en tercer lugar, la ficción podría servir para conocer de mejor modo la realidad,
así como el pensamiento de un gas perfecto o de una máquina sin rozamiento permite desarrollar
función: vale decir, la ciencia social se diferenciará del mito y de la novela para encontrar su
propio lenguaje. Las dos funciones restantes continuarán asistiendo: a partir de la crítica de Kant
20
se precisarán los medios para diferenciar entre lo que es y lo que debe ser, dos aspectos que
"la mentira y la verdad más disimulada que jamás pudiera imaginarse". (El Quijote).