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Docente

Sandra Díaz Santana


Sexto a y c
La novela de aventuras
La novela de aventuras es la esencia misma de la ficción, puesto que se gesta con el
sencillo objetivo de entretener. La aventura es aquello que se opone a la rutina, a lo
cotidiano, de ahí su valor. Es la capacidad del protagonista para enfrentarse a riesgos,
misterios y peligros. Por norma, la novela de aventuras cuenta con un final feliz: el
héroe, aunque cansado, logra al fin sus propósitos.
El género de aventuras
Se considera que los orígenes del género de aventuras se encuentran en La
Odisea y en La Ilíada de Homero (siglo VIII a. d C.) y, por ende, en la épica clásica. En
la primera, el héroe Ulises lucha por volver a su hogar en Ítaca tras la Guerra de Troya.
He aquí el viaje iniciático del protagonista que será la base para las futuras aventuras
narrativas. También los cuentos de Las mil y una noches, donde encontramos a Aladino
o Simbad, el marino.

Con respecto a la Edad Media, los libros de caballerías, como El Libro del Caballero
Zifar o Amadís de Gaula, son una buena referencia. No podemos olvidar tampoco Don
Quijote de la Mancha, inspirado en ellos, el cual cuenta las aventuras y desventuras del
hidalgo Alonso Quijano, obsesionado por salir en busca de enemigos y salvaguardar su
honor y el de su amada Dulcinea.

De 1699 es Las aventuras de Telémaco, de François Fénelon, basado en La Odisea y


que continúa las aventuras en la figura del hijo de Ulises, un libro que tuvo mucho éxito
entre los jóvenes de la época, siendo el más leído y traducido del momento. Ya
en 1719 encontramos la primera obra moderna del género, Robinson Crusoe, de Daniel
Defoe, quien basó su relato en la aventura verídica del marinero Selkirk, abandonado
como castigo en una isla desierta. Todos conocemos su éxito, tanto que ha sido
muchas veces adaptada al cine e imitada por otros autores.

Tras Crusoe, llegaron Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift (1726), que, aunque en
origen fue una novela satírica contra la vida política del momento, encontró un rápido
éxito entre niños y jóvenes, encantados con las aventuras de Gulliver en Lilliput y otros
lugares exóticos.

Como ejemplo definitivo del siglo XVIII, El último de los mohicanos de James Fenimore
Cooper (1757), que narra la lucha de dos amigos indios por sobrevivir durante la
colonización inglesa de Norteamérica.
Elementos de las novelas de aventuras
Lo primero que llama la atención de la novela de aventuras es que, siendo una
subcategoría de la novela, sus límites son ambiguos, es decir, que puede albergar en
ella otros subgéneros como el histórico, el policíaco o el romántico, por ejemplo.
Muchos la consideran un tipo de literatura juvenil, aunque todos hemos oído hablar de
sus grandes títulos y en algún momento nos hemos perdido entre sus páginas.

Por lo general, en la novela de aventuras siempre hay un viaje. Un viaje externo que el
protagonista vive, en el que se enfrentará a situaciones comprometidas o peligros, y
también un viaje interior que le hará crecer y mejorar hasta alcanzar sus metas.
Siempre será una iniciación en un saber que antes no se tenía.

El esquema salida-viaje-retorno se suele repetir en el género, creando expectación para


el lector, quien llega a las últimas páginas en busca del destino del  héroe que lo ha
cautivado con sus peripecias. Sí, siempre hay un personaje principal con el que el lector
se identifica plenamente.

La acción trepidante es otro rasgo fundamental de este género, así como los diferentes
escenarios y lugares que se suceden, casi siempre exóticos. Los libros de aventuras
brindan la posibilidad de visitar lugares que, de otro modo, sería imposible: el desierto,
la jungla, alta mar, una batalla, etc.
Siglos XIX y XX: grandes autores
Fue en el siglo XIX cuando se produjo el auténtico auge de las novelas de aventuras y
donde encontramos las obras maestras del género.

Para empezar: Ivanhoe (1820) de Walter Scott, que cuenta las aventuras del joven
caballero Wilfred de Ivanhoe, quien tras luchar en Tierra Santa con el rey Ricardo
Corazón de León, regresa a una Inglaterra llena de intrigas durante la regencia del
príncipe Juan. De algunos años más tarde, 1838, son Las aventuras de Arthur Gordon
Pym, de Edgar Allan Poe, un relato de aventuras marineras de tipo episódico.

El prolífico Alejandro Dumas nos dejó Los tres mosqueteros (1844) con los inolvidables


D’Artagnan, Athos, Porthos y Aramis, y El conde de Montecristo (1845), donde el joven
Edmond Dantés sufre una cruel traición y fragua su venganza.

Charles Dickens publicó, en 1850, David Copperfield; Alphonse Daudet hizo lo propio


en 1872 con su Tartarín de Tarascón. Un año después, el genial Julio Verne presentó
La vuelta al mundo en 80 días. Luego vendría Mark Twain con Las aventuras de Tom
Sawyer en 1876, Las aventuras de Huckleberry Finn en 1884 y Un yanki en la corte del
rey Arturo en 1889.

Tampoco podemos olvidar a Robert Louis Stevenson y su mítica La isla del


tesoro (1883), ni Las minas del rey Salomón (1885) de H. Rider Haggard. Para cerrar el
aventurero siglo XIX, El corsario negro (1898) de Emilio Salgari y el inquietante viaje a
África de Marlow en El corazón de las tinieblas (1899) de Joseph Conrad.

El género de aventuras continuó en el siglo XX con Las cuatro plumas (1902) de Alfred


E. W. Mason, novela en la que el joven Harry Feversham luchará por reponer su honor
después de desertar del ejército al ser reclamado para defender la colonia británica de
Jartum en África. Dos años después, James Matthew Barry publicó Peter Pan, el niño
que vivía en el País de Nunca Jamás y se negaba a crecer.

La Pimpinela Escarlata (1905) de Emma de Orczy relata la doble vida de sir Percy


Blakeney, quien para unos era un arrogante aristócrata francés de vida frívola, pero que
en realidad se dedicaba a salvar a inocentes del Reinado del Terror tras la Revolución
Francesa. Otro clásico bien explotado por el cine es el Tarzán de los monos (1914)
de Edgar Rice Burroughs, al igual que las peripecias del
espadachín Scaramouche (1921) de Rafael Sabatini.
Cómo escribir una novela paso a paso

Define a los personajes

Prepara unas buenas fichas de los personajes principales (sus biografías, sus vidas,
personajes con los que se relacionan, trabajo, etc.). Construye el universo y el entorno
en el que se mueven. Cuanto más complejo sea, más sencillo será encontrar otras
cosas interesantes que contar de ellos, aportando, además, mayor profundidad a la
trama.

Desarrolla sub tramas

En el cuento corto suele haber una sola trama, un solo acontecimiento principal. En la
novela, sin embargo, hay una trama principal y otras secundarias que pueden servir
para reforzar o complicar la primera; pero también para incidir en la idea general de la
novela o para ayudar a caracterizar personajes.

Busca tramas secundarias que te ayuden a construir un universo de ficción más


completo. ¿Dónde encontrarlas? Por ejemplo, rebuscando en las fichas de personaje y
pensando en qué sub tramas te ayudarían a complementar la principal.

Los pasos para la planificación, son los siguientes:

1. Idea principal. Intento definir en una o dos frases lo que me gustaría contar con esa
historia. Esto puede cambiar más adelante, pero me ayuda como punto de partida.

2. Resumen breve de la idea.

3. Resumen de las características. Por ejemplo, la época en la que ocurre, el tono, el


lugar donde se desarrolla, etc. En este momento empiezo a darme cuenta de cuánto
necesitaré investigar para la obra.

4. Resumen más largo de la trama principal. Esto puede llevarme al menos un par de


semanas, pero me dedico a ir desarrollando la trama principal en lo que acaban siendo
una o dos hojas. Elaboro una lista con todos los pasos que tendrán que ir sucediendo
para llegar desde el principio hasta los posibles finales (tener varios finales alternativos,
además de mantenernos intrigados mientras la escribimos, nos ayuda a que el final no
resulte previsible para el lector) y luego voy creando el resumen.

5. Personajes y sub tramas. A partir del punto cuatro, creo las fichas de personaje, me
documento si es necesario, creo las sub tramas y sus resúmenes, etc.

6. Documentación. Una vez que está construida la historia grosso modo, empieza la


fase fuerte de la documentación o investigación (aunque puede que ya haya tenido que
recurrir a ella en alguno de los puntos anteriores).

Obviamente, esta fase de la pre escritura puede hacer que descubramos cosas nuevas
que afecten a la trama y a los personajes, así que es posible que haya que rehacer
alguno de los elementos ya creados. Pero esa es la parte interesante de construir una
obra de ficción. Sabes cómo empiezas, pero nunca cómo acabas.
7. Estructura. Cuando ya tengo la historia definitiva, paso a la siguiente fase y escribo
paso a paso una lista de los capítulos o escenas que tendrá la historia, resumiendo lo
que pasa en cada uno de ellos con unas dos o tres frases. Nada muy extenso, pero es
el momento de decidir qué partes dejas dentro y qué partes se quedan fuera.

Aunque suena a algo muy cerrado, no lo es en absoluto. Sé que durante la escritura


tendré que alterar algunas de estas escenas porque no funcionan como pensaba o
porque hay una forma mejor de pensarlo. Esta estructura es solo un borrador, un punto
de partida para orientarme.

8. Primer borrador. Con todo el material en la mano, cuando ya me siento convencida


y creo que funciona, me lanzo a la aventura del primer borrador. Lo que pasa a partir de
ahí, depende de cada escritor y de cada historia.

Actividad
 Lee con mucha atención los pasos dados a continuación y realiza tu propia producción
y deja volar tu imaginación para dar más color a tu escrito realiza las ilustraciones
correspondientes (dibujos)
 Elije uno de los libros mencionados en los conceptos leídos anteriormente y realiza un
breve resumen en tu cuaderno
 Realiza una sopa de letras sobre la novela de aventuras.
 Realiza el glosario sobre el tema en tu cuaderno.

Quédate en casa
Envía tus actividades aquí:
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WhatsApp 3133424540

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