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La embajadora del cajón peruano, para el mundo.

La Señora del Cajón

No toca el egoísta. No toca el mentiroso. No toca el embustero, no toca el plagiador. No toca la


envidia. Hoy toca el Perú. Toca María del Carmen Dongo y quiere que toques tú.

Sus manos ponen en duda su oficio. Ni ásperas, ni toscas, ni hinchadas. El experimentado en la


guitarra tiene cortes leves en los dedos y pequeños cayos en las yemas. Uno solo puede
imaginarse las palmas de “Caitro” Soto o las de Eusebio “Pititi”, grandes maestros del cajón,
duras como el cuero. María las tiene dóciles. “Yo trabajo el rebote, busco el equilibrio en mis
manos y en el cajón. La fuerza que necesito la saco de mi espalda”.
Es menuda. La melena rizada y morena. Sietemesina. Se aferró a la vida que no pudo conseguir
su mellisa y como recompenza ganó una arritmia congénita. “Cada una de mis células respiraban
arte”. Hija de Víctor Dongo Casalino, locutor, periodista, músico y poeta para los amigos, e
Isabel Joulain, voz de “Las hermanas del Rocío”, y nieta de Rosa Amelia Valentíni recordada
soprano lírica. “Cuando decidí dedicarme a la música como profesión las caras eran de ceño
fruncido”. Sabían que vivir del arte es excesivamente difícil. “Estudie administración de
empresas para calmarlos”. Su familia quería verla con hijos, felizmente casada y en un hogar
estable.
Aunque nació queriendo ser doctora. Cada navidad esperaba sentada al lado del árbol a que le
dieran los utensilios de enfermera, “quería cortar a mis muñecas”. Recuerda que a los dos años
los acordes de los embajadores criollos la despertaban, le ponían encima una guitarra y le hacían
bailar al lado de las limeñitas. “Decían que bailaba hasta festejo, pero ahora no bailo nada”.
Desde que abandonó el colegio previó el curso de su vida. La medicina. La música. Trabajo,
diversión. Todo bien hasta que escuchó los ruidos de su corazón. Cuando cursaba quinto de
secundaria tenía problemas para respirar mientras estaba acostada. Tos. Fatiga. Ansiedad. Dolor
en las costillas. Una pericarditis bacteriana hizo que desechara los sueños que atesoraba desde
niña. “Por no operar una amigdalitis, era hija única y cada vez que trataban hacía la pataleta. A
los diecisiete años, recién matriculada en la pre caí con la fiebre reumática”.
Pasó cinco años con su salud a la deriva. Tratamientos con antibióticos y penicilina. "Por favor,
por favor, al menos dejenme tratar con biología". Niegan con la cabeza, la habían salvado de esta
pero con el corazón en tal estado cualquier bacteria complicaba su anomalía.
Su desesperación la obligó a seguir la moneria. Estudió informática en el Instituto Metropolitano
de Lima. Al cabo de tres años prácticaba en el Ministerio de Guerra. La contrataron y la
destacaron al Hospital Militar. Una oficina, una secretaria y un café bátido. A los veintiún años
tenía quince programadores a su cargo y una grotesca cantidad de documentos, del sistema de
información, por mecanizar. Sus primeros ritmos: El golpe de las teclas en la oficina, el sonido
de los tacos entre las corridas olimpicas desde San Felipe hasta Pershing, la máquina para marcar
la tarjeta, la taticardia. "Por favor Maricarmen, ¿no puedes salir antes de tú casa?". "Que iba salir
antes si tenía que marcar a un cuarto para las ocho y el día anterior me la pasaba ensayando hasta
las tres de la mañana".
Nunca abandonó la música. "Desde tercero de secundaria me la pasaba armando grupos de
Nueva Trova, como amateur tocando guitarra". Sin embargo cuando pasaba a firmar asistencia
sus amigos comenzaban con la serenata.
-¿Alo?
-Renuncia- un golpe y silencio.

El metodo que empleo la gente de la "nueva canción", entre ellos Daniel "Kiri" Escobar, Andrés
Soto y Roberto Escobar, dio sus resultados. "Salieron mis primeras canas, llegaba a mi casa y me
preguntaba ¿estó me apasiona? Y renuncié". De pronto Maricarmen aparecía en varios
escenarios de la "nueva canción". Todos ellos eran "varios" comparados con el SICLA. En Abril
de 1986 se llevó a cabo la "Semana de Integración Cultural de América Latina". En Acho, el
Teatro Municipal, el Campo de Deportes de Villa El Salvador y el Campus de la UNI. Cuarenta
y cinco intérpretes. Como Alberto Cortés, Fito Paez, León Gieco, Mercedes Sosa, Inti Illimani,
Irakere, Pablo Milanés y Silvio Rodríges. Y María como la percusionista estable de todo el
evento.
Alberto Cortez se interesó en el proyecto del "Kiri" Escobar, director de todo el evento, y les
ofreció grabarlo en España. Con unas maletas enormes y con la idea de marcharse para siempre
tomaban avión al son de "Cuando un amigo se va". "Cómo es la mocoseria, nos estabamos
llevando hasta nuestro velador en la maleta". Así alzaba vuelo en la música. Más tarde vendrían
las giras. Tania Libertad. Los autógrafos. "¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué si hasta hace poco
era amateur? Decido renunciar a Tania y dedicarme a la música de manera profesional y vuelvo a
mi país para estudiarla".
Confronta con los maestros y llega a la conclusión de que, a pesar de no haberlos
aprendido, tocaba los patrones correctos. Eran los noventa y no había tiempos de
cuestionamientos. Acudió a Jorge Madueño, director de voces de la "Misa Criolla" de
Chabuca Granda, para que la introduciera en la teoría. "Yo debo a Jorge el cincuenta
por ciento de mi carrera, él me dió el respaldo para que saltara a ser la principal
percusionista de un festival OTI internacional". Esperar 269 compases para hacer un
triángulo en semi corcheas era su felicidad máxima, su alivio era tener un frasquito de
alcohol a la mano. Recibió la propuesta de Eva Ayllón y se aventuró a diez años
maravillosos de plena libertad.
Había tocado el techo con Eva y ya no sabía que hacer. Tania Libertad la vuelve a
llamar y todo fue tan rápido que decidió marcharse una vez más. San Francisco, al final
del concierto se le acerca un grupo de músicos peruanos armados con sampoñas y
quenas. "Maricarmen queremos hacerte un jalón de orejas, el cajón se comercializa en
el mundo como flamenco y rumbero. Nosotros no podemos hacer nada porque no
contamos con documentos y no podemos ir a Perú. Pero confiamos en tí". Ya había
invertido y tramitado todo para marcharse para siempre. ¿Cómo que flamenco? ¿Cómo
que rumbero? ¿Y me estań diciendo que yo me encarge?. "Oye lo que te están
diciendo, no jueges con eso", le dijo la mejicana Cinthya Galicia. Confirmaron la
información y comprobaron que la industria musical no reconocía que el cajón era
peruano. "Tanía, me voy". El primer paso lo dio la colonia peruana en los Estados
Unidos a través de músicaperuana.com donde ella figuraba como embajadora del cajón
peruano en el mundo. Redactaban notas de prensa y se comunicaban con periodistas
del país. Aquí la entrevistan en un programa cultural y le preguntan sobre su
experiencia con Tania. "Eso no es lo importante, el cajón es del Perú y se nos va de las
manos". Como resultado: "Mano Madera", agrupación que tiene al cajón como
protagonista, y la declaración del cajón como patrimonio nacional.
"¿Y cómo es que siendo mujer tocas percusión?", le preguntan llegada a Perú. Había
enseñado a percusionistas en Méjico y en Brasil pero nunca pensó que la música tenía
género y color. Dudas. Incertidumbres. No sabía como responder. Pensaba si es que a
las mujeres que tocan chelo le preguntan también por su decisión. Para ella era natural,
no se trataba de referentes. No sabía que "para tocar cajón negro tienes que ser".
"Caitro" le decía negra falsificada. Por su ascendencia italo-francesa y sus rulos
fabricados. Pero se sentía limeña, producto de este país. ¿O derrepente no somos
peruanos? Hace un año llevó a su madre al centro por fiestas patrias. Para ella todo
había cambiado. "Vámonos", le dice. Ella, Joulain Valentiní, estaba acostumbrada a
ver, en el Jirón de la Únion, mujeres con guantes, pieles, las mantillas de las fieles de la
iglesia de la merced. "Sentía que no pertenecía a esa realidad, totalmente ajena".
Hasta donde no pertenecemos. Hasta donde se puede hablar de cajón peruano. "Yo
creo que soy peruana porque nací en el Perú". Cesar Hildebrandt le pregunta a Fabiola
de la Cuba "¿Porqué una mujer tan linda, tan joven, tan guapa decide hacer música
peruana?", ella responde "no será porque soy peruana". No hay más que investigar. Es
identificarse sin preguntar.
"Me sentía incompleta". Terminando su segundo postgrado en musicoterapia la
designan a una mesa redonda en la Clínica Caravedo. Un Psicótico, un borderline, un
neurótico, un drogodependiente, un alcoholico y un esquizofrénico. "¿Y ahora?".
Golpes rápidos. Golpes lentos. Todos distintos. Encontrar al paciente en su ritmo y
establecer una comunicación eficaz. Hasta que se para y se va. "¿Qué haces, ten
cuidado, ha vuelto a su mundo, a sus voces?".
El cajón. El músico. Una unidad. Te retumba el vientre, el ser. Y cuando el cajón se
estropea lo compones con el ritmo de tu corazón. "Todos los temas que propongo en
esta muestra provienen de una armonía, no de una investigación comercial".
No tiene fundaciones ni depende de una ONG. Está económicamente quebrada pero
tiene la intención de viajar a la selva para rescatar más instrumentos de nuestro país.
¿Qué tan nuestra es la selva? Por el afán de decir que la música de la sierra es la
música del Perú la música de la selva está sonando a Brasil. "Quiero recuperar un
sonido costa, sierra y selva. Un sonido Perú".

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