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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Filosofía y Letras

Tesis de Licenciatura

LA FENOMENOLOGÍA DEL LENGUAJE EN EL HUSSERL


TEMPRANO

ESTUDIANTE: MATÍAS GRAFFIGNA


DIRECTOR: DR. HORACIO BANEGA

2015
English abstract ...................................................................................................................... 4

Abstract .............................................................................................................................. 4

Index ................................................................................................................................... 4

Agradecimientos..................................................................................................................... 6

Introducción ........................................................................................................................... 7

A. Caracterización general del problema ........................................................................... 7

B. Límites y objetivos del presente trabajo ........................................................................ 9

C. Los Prolegómenos a la lógica pura ............................................................................... 14

Capítulo I .............................................................................................................................. 18

A. Signo, señal y expresión: las distinciones fundamentales. .......................................... 18

B. La función notificativa .................................................................................................. 33

C. Por qué no es esencial a la expresión el notificar. La vida solitaria del alma............... 40

D. La idealidad del significado .......................................................................................... 46

E. Las intenciones significativas ........................................................................................ 54

F. Conclusiones del capítulo ............................................................................................. 57

Capítulo II ............................................................................................................................. 59

A. Significado y referencia. ............................................................................................... 60

B. Todas las expresiones son referenciales ...................................................................... 63

C. Objeto meramente intencional y objeto real: la plenificación .................................... 76

D. Significado y referencia: problemas con las argumentaciones.................................... 88

E. Las expresiones esencialmente ocasionales ................................................................ 94

F. Conclusiones del capítulo ........................................................................................... 103

Capítulo III .......................................................................................................................... 104

A. ¿Cómo pueden expresiones temáticamente diferentes tener la misma referencia


objetiva? ...................................................................................................................................... 106

B. Las representaciones sin objeto ................................................................................. 123


2
Conclusiones....................................................................................................................... 130

Bibliografía.......................................................................................................................... 137

Obras de Husserl: ........................................................................................................... 137

Otros autores: ................................................................................................................ 137

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English abstract

Titel: Husserl’s Phenomenology of Language in 1901 and 1908

Abstract

In this thesis I explore the Logical Investigations, specially the first, guided by two
fundamental questions: (i) Is there a systematic and/or coherent theory about language in the early-
mid period of Husserl’s writings? And (ii) is this theory independent of other elements proper to
Husserl’s intentionality theory and phenomenology in general? In order to answer these questions,
I have analysed the different strata in which Husserl deals with language: a semiotic theory, in the
first paragraphs of the I LI, that deals with the different types of signs and distinguishes linguistic
expressions as those that carry meaning; a pragmatic dimension grounded in communication and
the indicative function (Kundgabe und Kundnahme) of the expression; a semantic domain in which
Husserl distinguishes between meaning and reference, and then also between fulfilled and empty
intentions (erfüllung). Finally, in the third chapter, I explore Husserl’s advance from his early
positions towards his transcendental period in the Vorlesungen über Bedeutungslehre,
Sommersemester 1908, where Husserl goes over some of his concepts from the LI. The tentative
answer to the research questions suggests that (i) there is a possible systematic theory about
language in Husserl’s work, even though such theory is not presented systematically, but (ii) that it
would seem this theory is not independent from Husserl’s phenomenological intentionality theory.

Index

1. Introduction
a. The general problem.
b. Limits and objectives for this work.
c. The Prolegomena to Pure Logic.
2. Chapter 1: The sign and the functions of the expression
a. Sign, indication and expression: the fundamental distinctions.
b. The indicating function.
c. On why the indicating function is not essential to the expression. The solitary
life of the soul.
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d. The ideality of meaning.
e. The meaning intentions.
f. Conclusions.
3. Chapter 2: Meaning and reference
a. Meaning and reference.
b. All expressions are referential.
c. Object as intended and given object: fulfilment.
d. Meaning and reference: problems in the arguments.
e. Essentially occasional expressions.
f. Conclusions
4. Chapter 3: The Meaning Lectures 1908
a. How can thematically different expressions refer to the same objectivity?
b. Presentations without objects.
5. Conclusions

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Agradecimientos

Quiero, en primer lugar, agradecer a mi director, Horacio Banega, no sólo por todo el
enorme trabajo involucrado en esta tesis, sino también por haberme iniciado en mi carrera como
investigador de filosofía, acompañándome durante todo el camino con paciencia y dedicación.
Quiero agradecer a mis padres, Marcelo Graffigna y Alejandra Costas, por haber aceptado
abiertamente mi decisión original de estudiar filosofía y haberme brindado su apoyo incondicional
durante todos estos largos años.
Agradezco a mis compañeros y amigos de Puán, quienes más temprano o tarde en la carrera
me han acompañado, ayudado y discutido conmigo muchas de estas cuestiones: Santiago Richetti,
Sebastián Torres y Alejandro Laregina, del grupo de investigación, y a Nicolás Serrano, Christian de
Ronde y Juan Vila Pérez, amigos de los largos años en la facultad. Un agradecimiento especial a
Emiliano R. Sesarego Acosta, amigo y compañero del grupo de investigación, quien leyó varias
versiones de este trabajo y me acompañó más de cerca en las tareas de investigación y discusiones
filosóficas propias del presente trabajo y mi corta carrera en general.
Quiero agradecer, por último, a aquellos profesores de la Facultad que marcaron más de
cerca mi formación a lo largo de estos años: Bernardo Ainbinder, Liza Skidelsky, Federico Penelas y
Pablo A. Cavallero.

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Introducción

A. Caracterización general del problema

Cuando vemos humo, pensamos naturalmente en fuego, porque el fuego es la causa más
habitual del humo. En este sentido, podemos pensar que el humo es para nosotros una señal del
fuego que no vemos. También es para nosotros una señal la bandera argentina, señal de una nación,
de un país. Son señales en sentido diferente, aunque ambas tienen en común el hecho de hacernos
pensar en otra cosa a partir de ella. Podemos decir que en ambos casos hay una asociación entre la
señal y lo señalado que cualquier ser humano puede captar. En el primer caso realizamos la
asociación basados en nuestro conocimiento sobre ciertos fenómenos naturales, en el segundo lo
hacemos basado en nuestro conocimiento sobre ciertos fenómenos culturales.
Podemos preguntarnos si es esto mismo lo que ocurre cuando las personas hablan y se
comunican mediante un lenguaje. Parecería haber alguna similitud, las palabras que las personas
dicen y nosotros escuchamos, nos hacen pensar en otros objetos relacionados con ellas. Pero, ¿en
qué objetos? Las palabras, cuando son comprendidas, son comprendidas porque conllevan un
significado. En este sentido, las palabras son signos, pero no son señales, ya que no indican hacia
otra cosa, sino que están ellas mismas unidas fuertemente con aquel significado que conllevan. Si
bien en las lenguas habladas por las personas existen muchos casos de palabras vagas, con muchos
significados, existen también significados fijos, que, cuando son asociados con palabras concretas
conforman expresiones. Las expresiones son la aparición del significado en las palabras que es
comprendido o producido mediante una serie de actos mentales.
Así, cuando dialogamos con alguien, sus palabras nos hacen saber que aquel con quien
dialogamos es un “otro como yo”, que habla, piensa, siente. Pero, ¿cómo es que sabemos realmente
que el otro es otro como yo? ¿Es porque comprendemos sus palabras? Si ese fuera el caso, al
cruzarnos con alguien que habla en un idioma desconocido, no podríamos considerarlo como
persona hasta estar seguros de que esté hablando realmente. Pero si no son sus palabras lo que me
permite saber que el otro es otro, ¿qué es entonces?
Sin embargo, las expresiones no nos hacen pensar en los significados mismos. Las
expresiones nos hacen pensar en aquello que los significados nombran, aquello a lo que los
significados se refieren. ¿Cómo es esto posible? Una primera respuesta es que cada significado está
7
en una relación con un objeto. Pero, ¿con qué objeto? ¿Con cada objeto en particular? Parecería
que las expresiones, aisladas, nos hacen pensar en objetos en general, que pueden luego ser
determinados y referidos a objetos en particular, justamente por ser casos de esos objetos en
general.
Pero, entonces, ¿qué tipo de cosas son los significados? No son como las señales ni tampoco
son como los objetos. Los significados parecerían ser el material mismo que usamos para pensar,
cuando pensamos lingüísticamente. Pero, podemos preguntarnos, ¿cómo es que los significados
pueden ser comprendidos a través de diferentes tiempos, lugares y situaciones? ¿Cómo podemos
decir que palabras en diferentes lenguas “significan lo mismo”?
Una respuesta a estas preguntas es que los significados son ideales, en el sentido de que no
están en el tiempo ni en el espacio y que, por lo tanto, pueden aparecer tanto en diferentes tiempos
y lugares, como en diferentes lenguas, siendo siempre posible decir que cada una de esas
apariciones, cada una de esas expresiones particulares, “significa lo mismo”. Cuando un profesor de
matemática dice que “un triángulo es una figura de tres lados” no está hablando de un triángulo en
particular, su enunciado no es verdadero sólo mientras lo pronuncia y estaría diciendo lo mismo si
dijera “a triangle is a three-sided figure”. Esto puede ser obvio para la matemática, pero, ¿ocurre lo
mismo con otro tipo de enunciados?
Cuando digo “la taza de café está sobre el escritorio”, ese enunciado no es verdadero
siempre, claramente. Pero parecería que siempre significa lo mismo, que hay una taza de café sobre
un escritorio, lo mismo que si dijera “Die Kaffetasse ist auf dem Schreibtisch”. Pero aquello que
significa ese enunciado, tampoco es lo mismo que los objetos de los cuales ese enunciado habla. Las
expresiones tienen un significado ideal, que nos permite siempre comprenderlas, y además hablan
acerca de ciertos objetos, que pueden ser objetos que percibimos en nuestro ambiente, como
objetos que imaginamos, recordamos o deseamos.
¿Qué ocurre cuando en vez de hablar, simplemente pensamos con palabras? Parecería que
así todo, las expresiones que usamos mantienen el mismo significado y también se refieren a
diferentes objetos. Hablemos o pensemos, si lo hacemos con expresiones lingüísticas, éstas tendrán
significados ideales y referencias a objetos.
Sin embargo, aparecen algunos problemas en esta caracterización tan simple de la cuestión.
¿Refieren siempre las expresiones a objetos, incluso cuando aquello que nombran no existe y es
imposible que exista? ¿Cómo es posible que expresiones que tienen significados completamente
diferentes hablen del mismo objeto? ¿Tienen significado y referencia palabras como ‘esto’, ‘yo’,
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‘aquí’? ¿Es posible ofrecer una teoría que dé cuenta de la significatividad en general, más allá de
cualquier lengua?
Estos y algunos otros problemas ocuparán este trabajo de investigación. En particular, todos
serán referidos a algunas obras del filósofo Edmund Husserl, quien a lo largo de su obra se ocupó
de ciertas cuestiones fundamentales para una teoría del lenguaje. Para Husserl, padre de la
fenomenología, la preocupación por el lenguaje estuvo íntimamente ligada con la preocupación por
su teoría de la conciencia. En este trabajo exploraré la posibilidad de encontrar una teoría
sistemática del lenguaje en la obra temprana de Husserl, que dé cuenta de los problemas
mencionados.

B. Límites y objetivos del presente trabajo

No encontramos en la obra de Husserl un tratamiento sistemático y unitario del lenguaje,


un desarrollo de una filosofía del lenguaje. Sin embargo, es fácil verificar que el lenguaje ocupa un
rol preponderante en su obra y fue uno de los principales temas de preocupación para el filósofo.
Así, Mohanty, por ejemplo, sostiene que “El concepto de significado es tan central para la
fenomenología husserliana que muy bien podría proveer el mejor acceso a sus complicaciones”
(Mohanty, 2008: 85), Bell, por su parte señala que en las Investigaciones lógicas “un concepto se
destaca como más fundamental y problemático que cualquier otro: el concepto de significado” (Bell,
2008: 102). Husserl aborda la cuestión del lenguaje en diferentes partes de su obra, con diferentes
objetivos y con diferentes tesis.
Podemos afirmar, en una primera aproximación, que la consideración husserliana del
lenguaje (al menos en la primera etapa de su filosofía) es doble: por un lado encontramos una
semántica y una teoría de la intencionalidad respecto del lenguaje, y por el otro una descripción del
lenguaje como sistema autocontenido, una teoría de la significatividad como tal. Esta primera línea
de investigación es llamada por Smith (1987) una “ontología de los actos de habla” y es definida en
los siguientes términos: “En efecto, podemos decir que la ontología del lenguaje concierne
precisamente a las relaciones entre los usos del lenguaje, tanto públicos como privados, y otras
entidades, estén en el mundo o en la mente del sujeto” (1). Así, en esta ontología tendríamos varios
elementos interconectados, pertenecientes a diversas “áreas” de la filosofía del lenguaje:

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1. En primer lugar, encontramos una semántica: un tratamiento sobre los conceptos de
significado y referencia principalmente.
2. En segundo lugar, Husserl describe elementos que podríamos considerar pertenecientes a
una pragmática: usos conversacionales, funciones del lenguaje en la comunicación.
3. En tercer lugar, aparece una teoría del conocimiento, la diferencia entre enunciados
“confirmados” y vacíos, enunciados de percepción, de imaginación, enunciados a priori.
4. En cuarto lugar, podemos distinguir un tratamiento sobre problemas específicos del
lenguaje, como la indexicalidad, pronombres anafóricos, contextos oblicuos.
5. En quinto lugar y destacadamente, todos los elementos anteriores se ponen en relación con
su teoría de la intencionalidad. El tratamiento sobre el lenguaje está dado en términos de
aquellos actos mentales involucrados en la producción y comprensión del lenguaje, como
así también su relación con el conocimiento, la comunicación y la vida privada de la
conciencia.
6. En sexto lugar, también íntimamente relacionado con los elementos anteriores,
encontramos la así llamada tesis de la idealidad del significado. La distinción entre la
idealidad del significado y la realidad de las ocurrencias del lenguaje es crucial para
completar los elementos antes mencionados.
7. Podemos mencionar, por último, el tratamiento que Husserl hace de las modalidades,
mundos posibles y especialmente el concepto de posibilidad (Cf. Mohanty 1999,
especialmente pp. 168 y ss.)
Todos estos elementos, si bien diversos y, como dije, quizás pertenecientes a diferentes
áreas de la filosofía del lenguaje, se encuentran unidos en la filosofía husserliana. No es posible
entenderlos aisladamente y es por eso que los presento, siguiendo en parte nuevamente a Smith
(1987:2) como perteneciendo a una misma línea de investigación. Toda esta primera línea aparece
principalmente en la Primera investigación lógica (de aquí en más, LU) y es retomada en gran parte
en las Lecciones sobre la teoría del significado del semestre de verano de 1908 (de aquí en más, VB).
La segunda línea de investigación concierne al lenguaje como sistema simbólico
autocontenido y es denominada gramática lógica pura. Husserl presenta dicha teoría en su IV
Investigación lógica como una aplicación de su teoría de partes y todos, la ontología formal, que
desarrolló en la investigación anterior. La gramática apunta a ser una caracterización de la
significatividad como tal, anterior incluso a la lógica. Esta gramática daría la forma pura de cualquier
lenguaje, las leyes más básicas que permiten que algo se constituya como significativo,
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independientemente de las particularidades empíricas de cualquier lenguaje real. Si seguimos a
Bundgaard (2010) la gramática ofrece tanto una semántica a priori concentrada en aquellas
relaciones de la ontología formal que permiten que haya significación en tanto tal; como una sintaxis
a priori que daría las formas de conexión significativas para cualquier lenguaje. Esta línea de
investigación quedará fuera del presente trabajo.
La tesis de la idealidad del significado tiene la suficiente fuerza como para poder ser
considerada independiente de aquella de la intencionalidad o de los actos de habla. Dada la
conexión que guarda con el tratamiento general husserliano de los objetos ideales en general,
podría verse como un camino separado de investigación. Sin embargo, a diferencia de la división
recién marcada, considero que esta tesis no es sólo compatible con esa línea, sino necesariamente
conectada. Así lo cree, por ejemplo, Mohanty: “El concepto de significado es tan central para la
fenomenología husserliana […] El único otro concepto que es tan fundamental es el de
intencionalidad. De hecho, en el pensamiento de Husserl estos dos conceptos dependen y se
enriquecen recíprocamente” (2008:85). Si seguimos a Benoist (2003:18), encontramos ya dentro de
la primera línea esta distinción, que él llama una “profunda dualidad” que se marca entre la
idealidad del significado que funciona como “la posibilidad prototípica para los objetos ideales en
general” y “el carácter fundamentalmente intencional del significado” que es descrito en términos
de actos de la conciencia. En esta dualidad, la “fenomenología intenta trazar un nuevo y tercer
camino —uno en el cual la intencionalidad y la objetividad semántica fueran a volverse
compatibles”. A esta posibilidad de compatibilidad responde el que incluya en una misma línea de
investigación el carácter tanto intencional como ideal del significado. Benoist va incluso más lejos y
define la fenomenología como “la idealidad del significado sumada a la intencionalidad”, lo que
muestra claramente la unidad de estos dos temas.
Carr (1989) presenta una división cruzada respecto de la nuestra, en los siguientes términos:

“Es natural, entonces, dividir la filosofía del lenguaje de Husserl en dos partes: (1) una
parte lingüística (no-fenomenológica) —esto incluye distinciones y descripciones de
características generales del lenguaje y actos lingüísticos, una teoría del significado lingüístico y
una teoría de los objetos de referencia lingüística; (2) una parte fenomenológica (no-lingüística)
—esto proviene de la filosofía de la mente de Husserl, específicamente su teoría de la
intencionalidad de la conciencia y provee los conceptos y estructuras de la intencionalidad en
términos de los cuales el significado y la referencia lingüísticos deben ser clarificados y
explicados” (Carr, 1989:108)
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Carr distingue, entonces, básicamente entre los elementos lingüísticos de la teoría de Husserl y los
elementos de su filosofía de la mente, i.e., su teoría de la intencionalidad. Si bien esta división es
absolutamente coherente y fiel al texto, no la considero la más pertinente. En primer lugar, porque,
como anticipé, creo que esos dos elementos están íntimamente conectados. Husserl presenta en su
I LU todos los elementos propios de una filosofía del lenguaje directamente en conexión con su
teoría de la intencionalidad, ni siquiera los presenta por separado para luego unirlos. Es en parte
por esta razón que creo pertinente hablar de una “fenomenología del lenguaje” en la obra del
Husserl temprano, más que de una estricta filosofía del lenguaje que luego fuera relacionada o unida
con su fenomenología como teoría de la intencionalidad. Lo que presento como la segunda “parte”
de su filosofía del lenguaje, siguiendo a Bundgaard, sí se encuentra, en cambio, separado del resto.
La gramática pura como sistema contenido de las reglas para la significatividad a priori no sólo está
en una investigación diferente, sino que también es presentado independientemente tanto de los
elementos semántico-pragmáticos, como de aquellos propios de la teoría de la intencionalidad.
Mohanty (1977) prefiere hablar de una “teoría del significado” más que de una filosofía del
lenguaje, considerando este concepto el central. A continuación, cito extensamente aquello que
aparece, según el autor, en la teoría del significado de Husserl:

“Una teoría satisfactoria del significado, entonces, debe tomar conocimiento de los
hechos: (1) que los significados son caracterizados por un tipo de identidad, independencia de
contexto, compartibilidad intersubjetiva y comunicabilidad que haga legítimo decir de ellos que
son objetivos; (2) que, por otro lado, están internamente relacionados con la vida mental
(pensamientos, sentimientos e intenciones) de las personas participando de ellos; (3) que a
pesar de su tipo de identidad que sugiere que no pertenecen al orden real de los eventos
temporalmente individuados, así todo sirven como medios de referencia a eventos, personas,
lugares y procesos en el mundo; y finalmente, (4) que están encarnados en expresiones físicas,
palabras y oraciones que desde un punto de vista son signos convencionales y así extrínsecos a
los últimos, y desde otro, unidos con los significados significan de manera tal que ambos forman
un tipo de totalidad de lo más remarcable” (Mohanty, 1977:77).

El hecho (1) es claramente la tesis de la idealidad del significado que considera los significados como
ideales en el sentido de no temporales y, por lo tanto, no cambiantes y objetivos. El hecho (2), la
relación con la vida mental no es otra cosa que lo que hemos llamado la teoría de la intencionalidad.

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El hecho (3) refiere principalmente a los aspectos que hemos adjudicado a una semántica y a una
pragmática del lenguaje. El hecho (4), si bien no lo distinguí específicamente, es la contracara de (1),
la realidad de las ocurrencias (físicas o fantaseadas) del lenguaje en oposición a la idealidad del
significado. Con esto quiero reforzar, una vez más, la posibilidad de incluir elementos que podrían
ser considerados muy disímiles dentro de una misma teoría cuyo foco principal es el lenguaje o el
significado. Mohanty no habla aquí de la gramática lógica y ese hecho mismo podría verse también
como un refuerzo de la división que hemos marcado: el lenguaje como sistema autocontenido
pertenece a otro domino de investigación en la obra de Husserl.
Dos preguntas fundamentales guiarán la investigación en este trabajo: (i) ¿Existe una teoría
sistemática y/o coherente acerca del lenguaje en la obra del Husserl temprano? Y (ii) ¿Es dicha teoría
‘autónoma’, en el sentido de ser independiente de otros elementos propios de la teoría
fenomenológica de Husserl? La respuesta tentativa a (i) es que sí, la hay, pero, considerando el
hecho de que Husserl no presenta dicha teoría de manera sistemática y aislada, es una tarea a
realizarse aún el reconstruirla y presentarla. En parte, ese es el objetivo de este trabajo de
investigación. Considero que llevar esa tarea a cabo implica no sólo reconstruir lo que Husserl
presentó efectivamente acerca del lenguaje, principalmente en las I y IV LU y en las VB, sino también,
en muchos casos, revisar algunas de las tesis más específicas utilizando los conceptos husserlianos
mismos.
Respecto de (ii), mi respuesta tentativa es que no es posible encontrar ni reconstruir una
teoría husserliana del lenguaje sin tomar en cuenta, al menos, su teoría fenomenológica de la
intencionalidad. No habrá espacio en este trabajo para investigar o argumentar sobre la posibilidad
en general de desarrollar una filosofía del lenguaje independiente de una teoría de la mente. Pero
sí argumentaré, a lo largo de la investigación, que esto parece necesario al menos al interior de una
teoría fenomenológica o, como mínimo, la teoría fenomenológica tal como fue presentada en las
obras tempranas de Husserl.
Esta investigación estará concentrada especialmente en la I LU y en las VB, en parte en la IV
y V LU. El objetivo principal es rastrear en estas partes de la obra husserliana los elementos propios
de su teoría del lenguaje y el significado. En esa dirección, entonces, este trabajo se compone de la
siguiente manera:
En la siguiente sección, haré una presentación general de los Prolegómenos a la lógica pura,
primera parte de las LU, que nos servirá para ubicar la teoría husserliana del lenguaje en el contexto
más amplio de su concepción de la lógica y la ciencia.
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En el I Capítulo, “Signo, las funciones de la expresión y la idealidad del significado”, se
abordará la distinción fundamental entre expresiones lingüísticas y otro tipo de signos. En gran
parte, las discusiones del I Capítulo concernirán a una semiótica, en tanto se busca diferenciar los
distintos tipos de signo, aquellos que son propiamente lingüísticos y conforman expresiones, de
aquellos que son señales y no tienen significado. También se tratarán las diferentes funciones de la
expresión y se distinguirá entre aquellas que son esenciales y aquellas que no lo son. Principalmente,
me ocuparé de la función de notificación, que es presentada como una función no esencial a la
expresión, pero presente en el contexto comunicativo. Este tratamiento será propio de una
pragmática, ya que concierne al uso comunicativo del lenguaje y se relaciona con ciertos problemas
propios de la intersubjetividad. Por último, me ocuparé de la tesis de la idealidad del significado y
de cómo se relacionan los significados ideales con actos intencionales de la conciencia.
El II Capítulo, “Significado y referencia”, versará principalmente sobre cuestiones
semánticas, la distinción entre significado y referencia de una expresión. Veremos cómo esta
distinción lleva inevitablemente en Husserl a cuestiones epistémicas, en las que habrá que distinguir
entre expresiones cumplimentadas y vacías. Además, presentaré el caso especial de las llamadas
“expresiones esencialmente ocasionales”, conocidas en la literatura como “expresiones indéxicas”.
En el III y último capítulo me ocuparé de algunos problemas específicos de la teoría del
significado de Husserl, a partir del tratamiento que de ellas hace en las VB de 1908. En particular, lo
que concierne a la posibilidad de referirme a una misma objetividad mediante diferentes
significados y a las llamadas representaciones sin objeto.
Vale aclarar aquí que, considerando que el foco de este trabajo está en las obras del Husserl
temprano, seguiré la primera edición de las LU. Utilizo para este fin el tomo XIX/1 de Husserliana,
cotejando con la traducción de Gaos (1929). Las VB, tomo XXVI de Husserliana, serán explícitamente
tratadas en el tercer capítulo. Sin embargo, incluiré en el resto del trabajo algunas referencias
puntuales que sirven como apoyo textual extra a los problemas tratados a partir de LU.

C. Los Prolegómenos a la lógica pura

Los Prolegómenos conforman el primer volumen de las LU y ofrecen la teoría de la ciencia y


la lógica propias de Husserl. Es importante entender el sentido en el cual Husserl usa el término
‘lógica’, esta es vista no como se entiende actualmente, como una disciplina formal que se ocupa
exclusivamente de las formas de argumentación e inferencia: “La idea de una lógica pura de Husserl

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no es ofrecer una teoría de la inferencia, sino proveer una forma para cualquier teoría formal”
(Hartimo, 2003:128).
Siguiendo a Bernet, podemos afirmar que la lógica pura tal como es aquí presentada
consiste de tres tareas:

“1. La doctrina de la apofántica primitiva y las categorías ontológico-formales y las leyes


que conciernen a su aplicación; 2. La doctrina de la conexión de esas categorías en términos de
una consecuencia lógica, que del lado de los significados se desarrolló en teorías independientes
como la silogística y en el lado de objetos formales en la aritmética; 3. La teoría apofántica de
las posibles formas de teoría y sus correspondientes teorías de multiplicidades formales-
ontológicas y matemáticas” (Bernet, 2002:20)

Como puede apreciarse a partir de la cita, estas tres tareas tienen poco que ver con la forma en que
se concibe hoy en día la lógica. La tarea de la lógica pura de Husserl consiste más bien en ofrecer
una teoría de las teorías y una teoría de las categorías y objetos ideales. Woodruf Smith reconoce
estas tres tareas de una manera análoga a la de Bernet, afirma que: “Husserl divide las tareas de la
lógica pura en tres partes: la teoría de las formas o categorías lógicas, la teoría de la inferencia y la
teoría de las posibles formas de teorías” (Woodruf Smith, 2002:54). Willard define lógica pura en
los siguientes términos:

“Lógica pura es, entonces, un conjunto cerrado de proposiciones o verdades


teoréticamente unificadas que trata precisamente con conceptos y proposiciones meramente
como tales y con las posibles maneras en las que pueden unirse e interrelacionarse para formar
una teoría o eventualmente una ciencia” (Willard, 1984:169)

Lo puro en la lógica de Husserl consiste justamente en el estudio de estructuras formales e


ideales en oposición a fenómenos u ocurrencias reales, la lógica pura “es acerca de estructuras
ideales de significado que ocurre que se realizan en la conciencia y se expresan en el lenguaje” (Op.
Cit: 53). Uno de los esfuerzos principales en los Prolegómenos es el de refutar el psicologismo en
lógica. Podemos definir la comprensión que Husserl tenía de esta concepción siguiendo a Willard:

“La esencia del psicologismo en lógica para Husserl es, entonces, la declaración de que
las afirmaciones no-normativas centrales a la disciplina lógica […] son esencialmente sobre y

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extraen su evidencia de las concepciones particulares, el afirmar y las inferencias de personas
particulares” (Willard, 1984:149).

No entraré aquí en los argumentos que Husserl ofrece para refutar esta concepción, baste para
nuestros fines tener presente el rechazo de Husserl al psicologismo en lógica. En este sentido, es
importante tener en cuenta que “las leyes lógicas no pueden ser identificadas con las leyes
psicológicas porque son de un carácter o ‘sentido’ fundamentalmente diferente” (Willard,
1984:163) y que la “conciencia en la cual la ley lógica es aplicada es una conciencia ‘como tal’
(überhaupt). La aplicación de leyes lógicas a actos ejemplares no es un proceso psicológico. […] Las
leyes lógicas, aunque aplicables a actos, no causan tales actos” (Bernet, 2002:23).
La razón por la cual esta concepción es relevante para el presente trabajo recae en que
justamente la teoría del lenguaje de Husserl se ocupará de estos mismos significados ideales que
son definidos como pertenecientes a una lógica pura. En otras palabras, la teoría del lenguaje de
Husserl busca dar cuenta de la relación entre significados ideales, que son parte del dominio de la
lógica pura como opuesta a una ciencia empírica, y procesos mentales, especialmente los actos
intencionales de la conciencia. Esta relación, entonces, no es una relación psicológica o empírica,
sino que es una relación ideal. A su vez, una teoría del lenguaje se vuelve fundamental para el
proyecto husserliano, considerando que “no hay ciencia sin lenguaje” (Smith, 1989:32) y, como
establecen los Prolegómenos, el proyecto de las LU es ofrecer dicha teoría de las teorías, tanto la
lógica pura en sí misma, como la teoría del lenguaje en la cual se expresan las teorías científicas.
Una última cuestión que puede plantearse a partir de los Prolegómenos es justamente la
cuestión acerca de qué lenguaje se ocupará Husserl al ofrecer una teoría del lenguaje. A partir de lo
dicho hasta aquí, podría suponerse que la preocupación central de Husserl recae en el lenguaje
científico, en oposición al lenguaje ordinario. Sin embargo, esta distinción no está explicitada en
ningún momento y hay al menos dos razones para pensar que no es definitoria. En primera medida,
como veremos a lo largo de este trabajo, los ejemplos de Husserl van desde ejemplos de la
matemática hasta ejemplos del uso ordinario del lenguaje. La segunda razón surge de la siguiente
afirmación: “ni la distinción entre lenguaje ideal y ordinario ni la distinción entre significación
asertórica y significación lógico-apofántica eran conocidas para el joven Husserl” (Bernet, Kern &
Marbach, 1993: 173). En este sentido, podemos concluir que ambos lenguajes son tratados por
Husserl en sus consideraciones relativas, dado que su mayor preocupación parecería ser la de, por
un lado, establecer la idealidad del significado que compete a todos los usos lingüísticos y, por el

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otro, la de establecer la relación entre significados ideales y actos intencionales para cualquier uso
lingüístico y no exclusivamente el científico.

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Capítulo I
El signo y las funciones de la expresión

A. Signo, señal y expresión: las distinciones fundamentales.

La I LU de Husserl está dedicada a dar cuenta del concepto de expresión (Ausdruck)


entendido lingüísticamente. Para lograr esto, Husserl aísla los diferentes elementos que pertenecen
a una expresión de aquellos que no pertenecen, para luego distinguir también entre aquellos que
son esenciales a la expresión como tal de aquellos que pueden aparecer en una expresión, sin ser
por eso necesarios a ella. El primer paso que Husserl da en esta dirección consiste en distinguir la
expresión de otro tipo de signos que, si bien guardan alguna semejanza con la expresión, no son
expresivos en el sentido de expresar una significación (Bedeutung): “Todo signo es signo de algo,
pero no todos tienen una ‘significación’, un ‘sentido’, que esté expresado con el signo” (HUA
XIX/1:30)1.
La primera “distinción esencial”, como reza el título del capítulo primero de la I LU, consiste
en la distinción que existe entre signos que no expresan nada y signos significativos. Los primeros
son llamados señales (Anzeichen) y la relación que realizan es una de indicación (Anzeige). La señal
se caracteriza entonces de la siguiente forma: “En sentido propio algo sólo debe ser nombrado como
señal siempre que funcione para un ser pensante como indicación de alguna cosa” (HUA XIX/1:31)2.
Así, la indicación es una relación entre tres partes: una señal, aquello señalado y un ser pensante a
quien la señal le sirve como indicación de lo señalado. Existe de esta manera una asociación entre
la señal y lo señalado que un sujeto capta, y, dada la señal, se produce una motivación a pensar en
lo señalado por ella:

“[…] [C]ualesquiera objetos o estados de cosas, de cuya existencia alguien tiene


conocimiento actual, le indican la existencia de ciertos otros objetos o estados de cosas en

1 “Jedes Zeichen ist Zeichen für etwas, aber nicht jedes hat eine ‘Bedeutung’, einen ‘Sinn’, der mit dem eichen
‘ausgedrückt’ ist”
2 “Im eigentlichen Sinn ist etwas nur Anzeichen zu nennen, wenn es und wo es einem denkenden Wesen tatsächlich als
Anzeige für irgendetwas dient”

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sentido de que el convencimiento del ser de uno es sentido como motivo (y como un motivo
no-intelectivo) por él para el convencimiento o la suposición del ser del otro. La motivación
produce, entre los juicios de acto en los que se constituye para el pensante un estado de cosas
indicante e indicado, una unidad descriptiva; si uno quiere, una ‘cualidad gestáltica’ fundada en
los actos de juicio. Allí yace la esencia de la indicación. Y evidentemente este estado de cosas
no afirma otra cosa que justamente esto: que unas cosas podrían o deben existir, porque
algunas otras están dadas. Y este “porque”, aprehendido como expresión de una relación cósica,
es el correlato objetivo de la motivación como una forma descriptivamente característica del
entretejimiento entre actos de juicio y un acto de juicio” (HUA XIX/1:32)3.

Es decir que el conocimiento de un determinado objeto o estado de cosas nos lleva a pensar
en algún otro, que esté asociado a él por una relación de indicación, en la cual el primer objeto
funciona como señal del segundo4. Los ejemplos de Husserl son, por un lado, signos naturales y, por

3 “daß irgendwelche Gegenstände oder Sachverhalte, von deren Bestand jemand aktuelle Kenntnis hat, ihm den Bestand
gewisser anderer Gegenstände oder Sachverhalte in dem Sinne anzeigen, daß die Überzeugung von dem Sein der einen
von ihm als Motiv (und zwar als ein nichteinsichtiges Motiv) empfunden wird für die Überzeugung oder Vermutung vom
Sein der anderen. Die Motivierung stellt zwischen den Urteilsakten, in denen sich für den Denkenden die anzeigenden und
angezeigten Sachverhalte konstituieren, eine desktiptive Einheit her; wenn man will: eine "Gestaltqualität ", fundiert in
Urteilsakten; in ihr liegt das Wesen der Anzeige. […]Und offenbar besagt dieser Sachverhalt nichts anderes als eben dies,
daß die einen Sachen bestehen dürften oder bestehen müssen, weil jene anderen Sachen gegeben sind. Dieses "weil", als
Ausdruck eines sachlichen Zusammenhanges aufgefaßt, ist das objektive Korrelat der Motivierung als einer deskriptiv
eigentümlichen Form der Verwebung von Urteilsakten zu einem Urteilsakt”
4 Vale aclarar aquí, antes de continuar, que me estoy apartando de la traducción canónica de Gaos. El español traduce
“Anzeichen” por “indicación” y “Anzeige” por “señal”. La razón por la cual estoy invirtiendo los términos de la traducción
consiste básicamente en que “Anzeige” es presentado por Husserl como una relación, mientras que “Anzeichen” es
utilizado como objeto. En este sentido, considero que el sustantivo femenino abstracto “indicación” del español refleja
mejor el carácter relacional que el término “señal”. Y lo mismo vale para “señal”, que refleja mejor el carácter de un algo
y nos evita hacer traducciones selectivas por giros que busquen rescatar estas características según la parte del texto,
como es el caso del §2 donde Gaos se ve obligado a traducir “Anzeichen” por “signo indicativo” (p.32) porque decir que
“puede llamarse a algo indicación cuando…” parece no reflejar correctamente la intención de Husserl. Findlay, por su
parte, en la traducción inglesa, parece variar las traducciones según el contexto: traduce “Anzeige” en el título del §2 por
“indication”, lo cual coincidiría con mi propuesta, pero inmediatamente, en el cuerpo del parágrafo usa “indication” para
“Anzeichen” (cf. p.183). Cuando Husserl escribe “Das hier obwaltende Verhältnis nennen wir die Anzeige”, Findlay traduce
“The relation that here obtains we shall call the indicative relation”. En el §4 traduce, en el título donde aparece “Anzeige”
por “indication” y en el cuerpo, donde aparece “Anzeichen” nuevamente por “indication”. Considero que mi propuesta

19
otro, artificiales: entre los primeros encontramos el humo como señal de fuego, huellas como
señales de pisadas, fósiles como señales de la existencia de animales extintos; entre los segundos
aparece el estigma como señal del esclavo, una bandera como señal de una nación.
Cabe preguntarnos ahora qué relación se da entre las expresiones y las señales. Podría
parecer que la expresión o la significación en general son una especie del género más amplio señal.
Esto no es el caso porque no siempre una expresión funciona como señal de otra cosa, puede tanto
hacerlo como no hacerlo. Husserl argumenta más en detalle esta idea al hablar de las funciones de
la expresión y al distinguir aquellas propias de la comunicación de aquellas esenciales. Me detendré
en esto más adelante (Cf. Apartado B). Por el momento baste decir que una expresión no
necesariamente indica algo a alguien y que la motivación descrita como elemento fundamental de
la relación de indicación no aparece para nada a la hora de caracterizar expresiones:

“Así parece aquí el concepto de la señal en comparación con el concepto de la


expresión [ser] un concepto más amplio que aquél según la extensión. De ninguna manera es él
por eso el género en referencia al contenido. El significar no es ningún tipo de ser signo en el
sentido de la indicación” (HUA XIX/1:30, énfasis mío)5.

Es decir que una expresión puede funcionar como señal en el discurso comunicativo e
indicar algo, pero puede también no hacerlo. Una señal, puede ser señal en una expresión, pero
puede ser señal sin que haya expresión involucrada, como en los ejemplos antes mencionados. Por
lo tanto la significación no es una especie de la cual la indicación sea género, ni la señal es tampoco
una especie de la cual la significación sea género. ¿En qué relación se encuentran entonces? Si bien
Husserl no agrega nada más en esta dirección, podríamos considerar que su no hacerlo fue causa
de algunos malentendidos en la bibliografía, que mencionaré en breve.
Me gustaría, entonces, proponer entender expresión y señal como especies de la cual
“signo” en general es género. Si bien Husserl no lo afirma así explícitamente —y tampoco lo niega—
no ofrece ninguna caracterización del signo como tal, sino que inmediatamente lo caracteriza o bien

de traducir en todos los casos “Anzeichen” por “señal” y “Anzeige” por indicación es la mejor forma de fijar una traducción
unívoca para los términos que rescata más de cerca el lenguaje utilizado por Husserl.
5 “So erscheint hierbei der Begriff des Anzeichens im Vergleich mit dem Begriff des Ausdrucks als der dem Umfang nach
weitere Begriff. Keineswegs ist er darum in Beziehung auf den Inhalt die Gattung. Das Bedeuten ist nicht eine Art des
Zeichenseins im Sinne der Anzeige”

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como expresión o bien como señal. Derrida parecería hacer la misma lectura al afirmar: “Al proponer
desde el principio una disociación radical entre dos tipos heterogéneos de signo, entre la señal y la
expresión, no se pregunta lo que es el signo en general” (Derrida, 1985:63). Sin embargo, el título
del §1 es “Doble sentido del término signo”. ¿Cuál sería este doble sentido? Signo en tanto expresión
y signo en tanto señal. Veámoslo en el siguiente esquema:

SIGNO
(Zeichen)

EXPRESIÓN
(Ausdruck) INTERSECCIÓN
SEÑAL
(Anzeichen)
Expresan una Expresiones que
significación funcionan como
NO expresan una
señal de otra
significación,

Figura 1

La idea sería entonces que signo es la categoría general, el “tipo” al que pertenecen expresión y
señal. Así parece interpretar también Derrida: “El signo «signo» puede significar «expresión»
(Ausdruck) o «señal» (Anzeichen)” (Derrida, 1985:40). A su vez, mientras que las expresiones no son
señales y las señales no son expresiones, sí puede ocurrir que coincidan en tanto que una expresión
indique algo, además de expresar un significado y sea, por lo tanto, una señal de otra cosa. También
Mohanty parece sostener esta interpretación:

21
“Ser un signo es ser un signo de algo. Ser un signo de algo es señalarlo [point it out].
Pero no todos los signos realizan la función adicional de significar o dar expresión a un
significado. En otras palabras, no todos los signos son expresiones. […] Los signos, por lo tanto,
son o bien marcas o bien expresiones” (Mohanty, 1964:8)

Nótese que Mohanty está utilizando ‘marca’ para lo que nosotros utilizamos ‘señal’. Más allá de eso,
parecería que coincidimos en la manera de categorizar signos, señales/marcas y expresiones.
Para mostrar el carácter propio de la señal distingue Husserl entre las funciones de indicar
(hinweisen) y demostrar (beweisen). La última es propia de las relaciones lógicas en las que existe
una conexión necesaria entre premisas y conclusión: “Al concluir y demostrar subjetivos
corresponden la conclusión y demostración objetivas, o sea, la relación objetiva entre fundamento
y consecuencia” (HUA XIX/1:33)6. Es decir que la demostración se caracteriza por la necesidad:
desde el lado subjetivo, la marca de que se efectúa una demostración “correcta” es su correlato
objetivo, en el cual premisas y conclusión están necesariamente relacionadas. Ocurre algo muy
distinto en el caso de la relación de indicación:

“Cuando decimos que el estado de cosas A es una señal para el estado de cosas B, que
el ser de uno indica al que también el otro sea, entonces podemos estar completamente seguros
en la expectativa de encontrar también este último realmente; pero hablando de esta manera
no mentamos que una relación de conexión intelectiva y objetivamente necesaria exista entre
A y B; los contenidos de juicio no están aquí para nosotros en la relación de premisas y
conclusiones” (HUA XIX/1:33)7.

Lo que se opone en la relación de indicación a la necesidad lógica de la demostración es el carácter


empírico de la motivación. Esto quiere decir, en pocas palabras, que podemos equivocarnos al tomar

6 “Dem subjektiven Schließen und Beweisen entspricht objektiv der Schluß und Beweis, bzw. das objektive Verhältnis
zwischen Grund und Folge”
7 “Wo wir sagen, daß der Sachverhalt A ein Anzeichen für den Sachverhalt B sei, daß das Sein des einen darauf hinweise,
daß auch der andere sei, da mögen wir in der Erwartung, diesen letzteren auch wirklich vorzufinden, völlig gewiß sein;
aber in dieser Weise sprechend, meinen wir nicht, daß ein Verhältnis einsichtigen, objektiv notwendigen
Zusammenhanges zwischen A und B bestehe; die Urteilsinhalte stehen uns hier nicht im Verhältnis von Prämissen und
Schlußsätzen”. Nótese que para este fragmento Gaos también traduce “Anzeichen” por “señal”, favoreciendo mi
interpretación.

22
un determinado objeto como señal de otro, porque la relación que los une no es necesaria, sino que
descansa en un fundamento de probabilidad (Wahrscheinlichkeitsgrund). Si bien Husserl considera
que “no es este aquí el lugar para considerar esta imponente pregunta de manera más exacta” (HUA
XIX/1:34)8, la idea parece intuitivamente clara: cuando nos referimos a relaciones de indicación
fundamentadas empíricamente, lo hacemos basados en una relación probabilística y estadística y
no en una relación de inferencia necesaria. Podría ocurrir que el humo viniera de algún preparado
químico en vez de fuego, que las huellas fueran marcas de lluvia y no de animales y que quien
pensamos que era un esclavo por su marca, fuera un hombre libre con una herida de guerra. No
podemos, sin embargo, pensar que quizás “A” no se sigue de “Si A, entonces B y A”, ya que la
demostración es lógicamente necesaria.
El fundamento empírico de la señal como relación de indicación entre dos términos para un
sujeto consiste en la asociación. La señal y lo señalado por ella se encuentran no sólo unidos o
contiguos, están asociados de una manera peculiar que hace que pensemos en la existencia de B
siempre que A nos es dado:

“Toda unidad de experiencia, como unidad empírica de la cosa, de lo dado, del orden
cósico y la referencia, es unidad fenomenal a través de la unión palpable de la parte que se
destaca unitariamente y los lados de la objetividad que aparece. Uno indica en la aparición al
otro, en un orden e interconexión determinados. Y lo individual mismo en este orden de ida y
vuelta no es un simple contenido vivenciado, sino el objeto aparente (o su parte, característica,
etc.), que sólo aparece a través de que la experiencia le presta a los contenidos un nuevo
carácter fenomenológico, en tanto que no vale más para sí, sino que representa uno de esos
diferentes objetos” (HUA XIX/1:36-7)9.

8 “Es ist hier nicht der Ort, diese sich aufdrängende Frage genauer zu erwägen”
9 “Alle Erfahrungseinheit, als empirische Einheit des Dinges, des Vorganges, der dinglichen Ordnung und Beziehung, ist
phänomenale Einheit durch die fühlbare Zusammengehörigkeit der sich einheitlich heraushebenden Teile und Seiten der
erscheinenden Gegenständlichkeit. Eins weist in der Erscheinung auf das andere hin, in bestimmter Ordnung und
Verknüpfung. Und das einzelne selbst in diesen Hin und Rückweisungen ist nicht der bloße erlebte Inhalt, sondern der
erscheinende Gegenstand (oder sein Teil, sein Merkmal u. dgl.), der nur dadurch erscheint, daß die Erfahrung den Inhalten
einen neuen phänomenologischen Charakter verleiht, indem sie nicht mehr für sich gelten, sondern einen von ihnen
verschiedenen Gegenstand vorstellig machen”

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Es decir que la razón por la cual la presencia de un A nos lleva a pensar (y creer) en la existencia de
un B consiste en el hecho de que otorgamos un nuevo carácter fenomenológico a aquellos
contenidos que asociamos, el cual nos hace relacionarlos inmediatamente.
En el §5, antes de abordar de lleno la cuestión de la expresión, Husserl excluye de la
consideración los gestos y ademanes. Se dice de estos a menudo que son “expresiones” de los
estados anímicos del hablante, pero, básicamente, “En breve, este tipo de ‘expresiones’ no tienen
en realidad ninguna significación” (HUA XIX/1:38)10. Podemos, quizás, tomarlos como señales de
ciertos estados mentales del otro, pero estas formas de “exteriorización” no conllevan ningún
significado y no son, por lo tanto, expresiones en el sentido aquí relevante.
El recorrido que hicimos hasta aquí nos permite saber, en términos de Husserl, qué no es
una expresión. Una expresión no es una señal, no es una relación tripartita motivada empíricamente
por una asociación, no son gestos ni ademanes. Queda, por supuesto, decir qué sí es una expresión.
Pero antes de avanzar hacia la caracterización positiva de este concepto que, en algún sentido,
ocupará no sólo el capítulo entero, sino también la tesis completa, deseo señalar y comentar algunos
problemas que aparecen en la bibliografía en relación a la distinción entre expresión y señal
indicativa.
En el primer capítulo de La voz y el fenómeno, Derrida critica la distinción tal como es
presentada por Husserl. Si bien, como ya adelanté, Derrida reconoce la falta de tratamiento de
Husserl del concepto mismo de signo y reconoce también que expresión y señal serían subcategorías
de éste, afirma también el autor:

“Ciertamente la señal es un signo, como la expresión. Pero a diferencia de ésta última,


está, en tanto que señal, privada de Bedeutung o de Sinn: bedeutungslos, sinnlos. No es sin
embargo un signo sin significación. No puede haber, por esencia, signo sin significación,
significante sin significado. […] Se puede decir en alemán, con Husserl, sin absurdo, que un signo
(Zeichen) está privado de Bedeutung (es bedeutungslos, no es bedeutsam), no se puede decir
en francés, sin contradicción, que un signo está privado de significación” (Derrida, 1985:57,
énfasis mío).

10 “Kurz, derartige ‘Ausdrücke’ haben eigentlich keine Bedeutung”

24
Ahora bien, ¿por qué no puede haber signo sin significación? La respuesta no puede ser meramente
terminológica, en el sentido de que “signo” y “significado” o “significación” comparten una misma
raíz y por lo tanto todo signo debe tener una significación. ¿Qué es lo absurdo de un signo sin
significación? Parece claro que pertenece a la esencia del concepto mismo de signo el estar en
alguna relación con otra cosa y parecería lógico llamar a esta otra cosa lo “significado” por el signo,
si “significar” es el verbo correspondiente a “signo”, como es de hecho el caso. Es cierto, como
señala también Derrida, que esto no es el caso en el alemán, como sí lo es en francés y español.
¿Dónde está el problema, entonces? Continúa Derrida:

“La diferencia entre la señal y la expresión aparece muy pronto, en el curso de la


descripción, como una diferencia más funcional que sustancial. La señal y la expresión son
funciones o relaciones significantes, no términos. Un único y mismo fenómeno puede ser
aprehendido como expresión o como señal, como signo discursivo o no discursivo. Esto depende
de la vivencia intencional que lo anima” (Derrida, 1985:60).

Ahora bien, ¿cuál es la base textual para esta afirmación? Como ya señalé, nos encontramos en el
marco del primer capítulo de la I LU llamado “Las distinciones esenciales”. ¿Qué fenómeno sería
susceptible de ser aprehendido como expresión y como señal, siguiendo la forma en que Husserl
presenta la diferencia? ¿Podemos decir que el humo es una expresión del fuego? ¿Podemos decir
que el enunciado “el libro está en llamas” cuando lo pienso al interior de la vida solitaria del alma y
no lo exteriorizo es una señal de algo para alguien? ¿Qué vivencia intencional anima los fósiles como
señales de animales prediluvianos? Parecería ser el caso más bien de que señal y expresión son
esencialmente, sustancialmente distintos, al punto de que si algo es una señal no puede ser una
expresión y viceversa. En todo caso, podría ocurrir que una expresión, que es expresión por tener
un significado, funcione además como señal. La forma en que Derrida trata la distinción parecería
estar motivada por sus propias intenciones filosóficas, al querer él concluir:

“Se podría, pues, quizás, sin forzar la intención de Husserl, definir, si no traducir,
bedeuten por querer-decir, a la vez en el sentido en que un sujeto hablante, «expresándose»,
como dice Husserl, «sobre algo», quiere decir, y en el sentido en que una expresión quiere decir;
y asegurarse de que la Bedeutung es siempre lo que alguien o un discurso quieren decir: siempre
un sentido del discurso, un contenido discursivo” (Derrida, 1985:58).

25
Claramente la traducción de “bedeuten” por “querer-decir” es forzar la intención de
Husserl. Si bien todavía no presenté la caracterización positiva del concepto de expresión, ésta no
tiene nada que ver con la intención en el sentido de la voluntad, del “querer hacer algo” o, al menos,
no parece haber ninguna base textual para sostener que esto sea el caso. Esto es especialmente
problemático considerando que Husserl quiere mantenerse lejos de cualquier caracterización en
términos psicológicos. Así parece también entenderlo Mohanty cuando afirma:

“Una de las fuentes principales de problemas para entender la filosofía de Husserl


recae en su idea de ‘intención’. Es innecesario remarcar que una interpretación psicológica del
término debe ser dejada de lado en el contexto presente. (Tomada psicológicamente, la
afirmación de que una expresión encarna una intención significativa habría significado que
detrás del símbolo físico hay u opera un deseo o intención conscientes o inconscientes de
significar esto y aquello a través del símbolo involucrado)” (Mohanty, 1964:41)

Las expresiones consisten en una base física o fantaseada animada por una intención significativa,
en el sentido de intencionalidad propio de la fenomenología. Y el punto de Husserl es precisamente
que este proceso es esencialmente diferente a aquel mediante el cual una señal es asociada con
aquello que señala:

“Toda expresión estaría, pues, cogida, como a pesar suyo, en un proceso indicativo.
Pero lo contrario, reconoce Husserl, no es verdadero. Se podría, pues, estar tentado de hacer
del signo expresivo una especie del género «señal». En este caso, se debería acabar diciendo
del habla, por más que se le atribuya aún algún tipo de dignidad o de originalidad, que no es
más que una forma de gesto” (Derrida, 1985:61).

Es cierto que “lo contrario no es verdadero”, pero tampoco esa afirmación es verdadera. No toda
expresión está cogida, ni a pesar suyo ni por su propia voluntad, en un proceso indicativo. Como
mostré en la figura 1 todas las expresiones, en discurso comunicativo, funcionan también como
señales de estados mentales, pero esto es sólo verdadero de aquellas involucradas en discurso
comunicativo. La expresión como tal no indica nada a nadie y no funciona como señal de nada, pero
siempre expresa una significación. Creo que es claro a partir de la lectura del texto husserliano que
la diferencia entre señal y expresión es esencial y no funcional, que ambos conceptos no deben ser
confundidos y son radicalmente diferentes, incluso si tienen un punto de intersección.
26
Esta conclusión es llamada “desafortunada” por Welton, cuando afirma que:

“Parecemos llevados a la conclusión de que las expresiones son un conjunto, quizás un


conjunto complementario, de entidades numéricamente distintas de los signos. Tendríamos dos
grupos distintos. Esto sería lo opuesto al énfasis del propio Husserl en las funciones
entrelazantes, porque no serían dos usos de los signos entrelazados, sino dos tipos de cosas
diferentes: signos y expresiones” (Welton, 1983:14)

Una vez más, el que esta conclusión sea desafortunada es una apreciación externa a la obra de
Husserl y sus propios objetivos. No hay ningún problema, al menos a priori, para que dos cosas
esencialmente diferentes se encuentren entrelazadas. La oposición de Welton, para empezar, es
incorrecta, porque como ya he señalado, signo es la categoría general a la que señal y expresión
pertenecen. Pero tomando la oposición correcta, entre señal y expresión, no existe ningún problema
en que sean cosas de tipo diferente que puedan entrelazarse en ciertos casos, como es el de la
comunicación. Si lo hubiera, necesitaríamos de por lo menos un argumento para sostener esa idea.
Cabe señalar que Husserl mantendrá esta división tajante más adelante en su obra. En las
VB afirma:

“Para una expresión lingüística no es esencial funcionar de esta manera; no es su


función esencial indicar otro objeto a través de su existencia propia, aunque ella ejerza también
esta función frecuentemente, como [ocurre] sobre todo en el discurso comunicativo. La función
esencial de la expresión es significar algo en sentido pregnante y esta función-significativa como
esencial pertenece a ella también allí donde no indica” (HUA XXVI: 10)11.

La primera caracterización positiva del concepto de expresión aparece entonces en el §6 de


la I LU. En éste Husserl distingue el lado físico de la expresión del lado psíquico. El primero es el signo
escrito o la voz hablada en su aparición física y real. El segundo es “Un cierto curso de vivencias
psíquicas, que, enlazado asociativamente a la expresión, la vuelve a causa de ello expresión de algo”

11 “Einem sprachlichen Ausdruck aber ist es nicht wesentlich, in dieser Weise zu fungieren; es ist nicht seine wesentliche
Funktion, durch seine eigene Existenz die Existenz anderer Objekte anzuzeigen, obschon er diese Funktion auch öfters übt,
wie überall in der kommunikativen Rede. Die wesentliche Funktion des Ausdrucks ist es, im prägnanten Sinn etwas zu
bedeuten, und diese Bedeutungsfunktion als wesentliche gehört also zu ihm auch da, wo er nichts anzeigt”

27
(HUA XIX/1:38)12. Esta caracterización es desarrollada en los §§9-10, en los que este “curso de
vivencias” es denominado una intención significativa: “hay que diferenciar dos tipos de actos o
series de actos: por un lado aquellos que son esenciales a la expresión, si esta ha de ser expresión,
esto es la palabra vocal animada de sentido. Estos actos los llamamos actos dadores de significado
o intenciones significativas” (HUA XIX/1:44)13. La intención significativa y la aparición de la palabra
o expresión no van simplemente a la vez, sino que experimentan un tipo de unión peculiar:

“Los actos diferenciados arriba, de la aparición de la expresión por un lado y la


intención significativa por el otro, eventualmente también la plenificación de la significación, no
construyen en la conciencia una unión simple, como si estuvieran dados simplemente en
simultáneo. Construyen más bien una unidad entrelazada interna de carácter peculiar. […]
Ambos son vividos, la representación de la palabra y el acto dador de sentido; pero mientras
vivimos en la representación de la palabra, no vivimos para nada en el representar de la palabra,
sino en el realizar de su sentido, de su significar. […] Dicho de manera fenomenológicamente
pura, esto no es otra cosa que: la representación intuitiva, en la que se constituye la aparición
física de la palabra, experimenta una modificación fenomenal esencial, cuando su objeto
adquiere la validez de una expresión” (HUA XIX/1:45-7, énfasis mío)14.

Welton se refiere a esta caracterización bajo el rótulo de “principio de expresabilidad” y


afirma que según este “Husserl quiere decir que los signos son ‘portadores’ esenciales de significado
y que todos los actos dadores-de-significado conllevan un nivel de constitución que ‘apunta’ a un

12 “einen gewissen Belauf von psychischen Erlebnissen, die, an den Ausdruck assoziativ geknüpft, ihn hierdurch zum
Ausdruck von etwas machen”
13 “zweierlei Akte oder Aktreihen zu unterscheiden: einerseits diejenigen, die dem Ausdruck wesentlich sind, wofern er
überhaupt noch Ausdruck, d. i. sinnbelebter Wortlaut, sein soll. Diese Akte nennen wir die bedeutungsverleihenden Akte
oder auch Bedeutungsintentionen”
14 “Die oben unterschiedenen Akte der Ausdruckserscheinung auf der einen und der Bedeutungsintention, eventuell auch
der Bedeutungserfüllung, auf der anderen Seite bilden im Bewußtsein kein bloßes Zusammen, als wären sie bloß
gleichzeitig gegeben. Sie bilden vielmehr eine innig verschmolzene Einheit von eigentümlichem Charakter […]Erlebt ist
beides, Wortvorstellung und sinngebender Akt; aber während wir die Wortvorstellung erleben, leben wir doch ganz und
gar nicht im Vorstellen des Wortes, sondern ausschließlich im Vollziehen seines Sinnes, seines Bedeutens […]Rein
phänomenologisch gesprochen, heißt dies aber nichts anderes als: die anschauliche Vorstellung, in welcher sich die
physische Worterscheinung konstituiert, erfahrt eine wesentliche phänomenale Modifikation, wenn ihr Gegenstand die
Geltung eines Ausdrucks annimmt”.

28
determinado signo” (Welton, 1985:27). Si bien esta forma de presentar la expresión va en la línea
de Husserl, cabe hacer algunas aclaraciones. En primer lugar, las intenciones significativas o actos
que dan sentido se dirigen a objetos y lo hacen a través de significados sobre la base de lo que
Husserl llama palabra o lado físico de la expresión y no exactamente sobre signos. Signo es la
categoría a la cual pertenece la expresión y, en ese sentido, ella misma es un signo. Por otro lado,
es importante remarcar que cuando intenciono una expresión, si bien percibo el lado físico,
justamente el interés está dirigido o ‘apunta’ al significado y no a la palabra en sí misma. Este es uno
de los aspectos más importantes en la caracterización de la expresión como tal, porque concierne
incluso a otros actos intencionales que no tienen que ver estrictamente con el lenguaje. Creo que a
esto apunta Benoist al decir que es “este análisis de la forma en que un interés en el mundo como
fenómeno físico está desviado hacia el objeto nombrado, por vía de actos de conferir significado a
expresiones […]. Aquí Husserl inventa lo que podría muy bien ser el concepto fundamental de la
fenomenología: modificación intencional” (Benoist, 2003:23). Por último, es discutible en qué
sentido podemos decir que los signos sean portadores esenciales de significado, ya que justamente
una palabra en su aparición física, sin una intención que la anime de sentido, no es más que una
marca, por lo que la portación no parece esencial al signo, sino más bien al acto. Así parecería
interpretar Benoist cuando afirma que “es la ‘experiencia psíquica’ lo que se supone que constituye
el ‘significado’ de la expresión en cuestión” (Benoist, 2003:19). Justamente lo que hace que un signo
sea expresión de algo es esta intención significativa que se dirige a él y lo dota de sentido, siendo
dudoso el sentido bajo el cual podríamos afirmar, entonces, que los signos porten esencialmente
significado. Además, no todo signo porta significado, ya que las señales, como hemos visto, no lo
hacen y también son signos. El estar animado de significado es lo que distingue, precisamente, un
signo-expresión de un signo-señal. Esta concepción también encuentra apoyo en la lectura de Barry
Smith, quien sostiene:

“La concepción del lenguaje de Husserl, también, es basada cognitivamente. Las


expresiones lingüísticas son vistas como portadoras de significado sólo en tanto ellas reciben
significado a través de actos cognitivos de tipos determinados” (Smith, 1989:32).

29
La caracterización de Husserl en LU vuelve a aparecer en las VB (Cf. HUA XXVI: 10), pero aquí
Husserl llama al lado físico de la expresión “sonido verbal”15 [Wortlaut] y distingue esta “expresión-
aparición” como fenómeno objetivo, el signo escrito o el complejo vocal de “la expresión misma que
aparece” como vivencia, aquello que “flota ante la conciencia”. Es importante señalar aquí que el
sonido verbal no necesita existir realmente, sino que puede ser un sonido verbal meramente
fantaseado, en definitiva, el ser de la palabra no es relevante: “el sonido verbal puede encontrarse
como existente real, como existente supuesto y semejantes, pero aquí no debe depender del ser o
no-ser” (HUA XXVI: 12)16. Es a partir de la conciencia de este sonido verbal, entonces, que se funda
la conciencia del significado. Cuando dirigimos nuestra mirada intencional al sonido verbal en
cualquiera de sus manifestaciones, no es él mismo lo que estamos realmente intencionando, sino
el significado que con él está entretejido: “Más bien, captándolo y siguiendo en general con la
mirada las complicadas figuras de los signos que se continúan uno sobre otro o se entretejen el uno
en el otro, intencionamos algo completamente diferente, intencionamos la objetividad significada ,
‘vivimos’ en la conciencia de significado” (HUA XXVI:18)17. Este fenómeno es descrito por Husserl en
términos de lo que ocurre con la atención. Al dirigirnos hacia el sonido verbal estamos atentos a él,
somos conscientes de él, pero a la vez no lo somos:

“La percepción de la palabra tiene la distinción de construir el carácter de una


percepción primaria que advierte, pero no aquella de una percepción temática. El signo impreso

15 En el sentido del complejo material sonoro o escrito, desprovisto de significado. No debe entenderse aquí ‘sonido verbal’

en el sentido técnico que tendrá para la lingüística posterior, dado que existen casos que serían sonido verbals para esta
lingüística, pero no serían Wortlaut para Husserl, como por ejemplo “ge-” es un sonido verbal del español, pero no es un
Wortlaut, dado que no es una palabra ‘completa’ que pudiera ser animada de significado mediante un acto de intención
significativa.
16 “der Wortlaut kann als wirklich existierend, als vermutlich existierend und dergleichen dastehen, muB es aber nicht, auf
Sein oder Nichtsein kommt es hier gar nicht an”
17 “Vielmehr, es auffassend und so überhaupt den komplizierten Gestaltungen der aufeinanderfolgenden oder
ineinandergewobenen Schriftzeichen mit dem Blick nachgehend, meinen wir etwas ganz anderes, wir meinen die
bedeuteten Gegenständlichkeiten, wir "leben" im BedeutungsbewuBtsein”

30
no es un objeto de ‘interés’. No es nuestro tema. Con la conciencia de sonido verbal está
entretejida la conciencia de significado, de dar sentido” (HUA XXVI: 22)18

Es decir, el sonido verbal es definitivamente consciente para nosotros, pero no es nuestro tema. El
significado, el acto de dar sentido está entretejido, íntimamente unido con esa palabra y es allí
adonde se dirige nuestra conciencia temática. Una vez más, ahora en las VB, resalta Husserl el
carácter propio de esta unión: “Existe aquí justamente una unidad característicamente
fenomenológica entre conciencia de sonido verbal y conciencia de significación” (HUA XXVI: 23)19.
Yendo aún más lejos, Husserl cita como ejemplo hipotético cuando al interior de la vida de la
conciencia pensamos en alguien cuyo nombre no recordamos y asociamos a él una serie de
representaciones. “En estos casos [señala Mohanty] una presentación vacía sirve como la base para
el significado. Palabras que ni siquiera aparecen sensiblemente aun dicen algo” (Mohanty,
2008:225). La “no existencia de la palabra” es llevada aún más lejos. En este caso el mero saber que
existe una palabra que nombra el objeto que estoy intencionando es suficiente para que realice los
actos dadores de sentido correspondientes, aunque no tenga ante mí, ni siquiera en la fantasía, el
sonido verbal en cuestión. Así, concluye Husserl el parágrafo: “Tenemos aquí entonces un estado
de cosas curioso: las palabras son objetividades sensoriales, palabras que no son y que no aparecen
realmente ni una vez, quieren decir algo” (HUA XXVI: 13)20.
Otro hecho que muestra la irrelevancia de la palabra según Husserl es el que las llamadas
‘expresiones tautológicas’ cuyo ejemplo principal es la misma palabra, en diferentes idiomas, sean
tomadas como la misma expresión. Así, las palabras ‘mesa’, ‘Tisch’ y ‘table’ no son diferentes
expresiones con el mismo significado, sino que son, sin más, la misma expresión con diferente
“soporte”. Así como es irrelevante que la palabra esté pronunciada oralmente, escrita o fantaseada,
también parece irrelevante para Husserl que la palabra sea de hecho distinta. Alcanza que haya
algún soporte y el mismo significado, para que estas expresiones sean consideradas como la misma:

18 “Die Wortwahrnehmung hat die Auszeichnung, die den Charakter einer primar bemerkenden Wahrnehmung ausmacht,

aber nieht diejenige einer thematischen Wahrnehmung. Das Druckzeiehen ist kein Gegenstand des "Interesses". Es ist
nicht unser Thema. Mit dem WortlautbewuBtsein ist verfloehten das BedeutungsbewuBtsein, das sinngebende”
19 “Es besteht hier eben eine eigentümliche phänomenologische Einheit zwischen Wortlaut- und BedeutungsbewuBtsein”
20
“Wir haben da also merkwürdige Sachlagen: Worte sind sinnliche Gegenständlichkeiten, Worte, die nicht sind und
nicht einmal wirklich erscheinen, besagen etwas”

31
“Ante todo pertenecen aquí las simples diferenciaciones lingüísticas, idiomáticas, por
ejemplo, el rey y le roi. Lo esencial está del lado temático, en la intención y no en la simple
conciencia de palabra. Prescindimos de diferenciaciones tautológicas. Realizamos una nueva
identificación, o sea, objetivación, simplemente nombramos diferentes expresiones
tautológicas como la misma expresión” (HUA XXVI: 27-8)21

Este hecho tiene a su vez una contraparte evidente. Las expresiones tautológicas son la misma
expresión, lo que implica claramente que la unidad, la condición de identidad de la expresión recae
en el significado y no en la palabra:

“Como tal, la identidad de una expresión, si tiene sentido, refiere a la correspondiente


identidad del significado y tiene como su función llevarla —el significado constituye la expresión
misma al determinar sus signos como propiamente expresivos” (Benoist, 2003:24)

De esta misma manera, expresiones que nosotros llamaríamos homónimas, esto es, palabras que
suenan o se escriben de la misma forma, pero tienen significados distintos, son consideradas por
Husserl como distintas expresiones. Así, la palabra española “vela”, cuando significa “acción de
velar” y la palabra “vela” cuando significa “tela utilizada para impulsar una embarcación a viento”
son dos expresiones enteramente diferentes:

“Expresiones equívocas son en realidad diferentes expresiones. Así como expresiones


tautológicamente diferentes son consideradas por nosotros, como una y la misma expresión,
así expresiones sinónimas o mejor tautónimas y heterólogas [lo que llamé ‘homónimas’], como
diferentes […]” (HUA XXVI: 31)22

21
“Vor allem gehoren hier die bloB linguistischen, die bloB idiomatischen Unterschiede, z. B. der Konig und Ie roi. Das
Wesentliche liegt ja auf der thematischen Seite, in der Meinung und nicht im bloBen WortbewuBtsein. Von tautologischen
Unterschieden sehen wir ab. Wir vollziehen eine neue Identifizierung bzw. Objektivierung, wir nennen einfach tautologisch
verschiedene Ausdrücke denselben Ausdruck”
22 “Aquivoke Ausdrücke sind eigentlich mehrere Ausdriicke. So wie tautologisch verschiedene Ausdrücke von uns als ein
und derselbe Ausdruck angesehen werden, so synonyme oder besser tautonyme und dabei heterologe Ausdrücke als
verschiedene”

32
A modo de conclusión de esta sección podemos señalar entonces la doble caracterización
de la expresión: en primer lugar, como caracterización negativa, la expresión no es una señal. Es un
signo y puede, en ciertos contextos, funcionar como señal, pero no es su función esencial la de
indicar la existencia de algo. Positivamente, entonces, la expresión es la unidad fenomenológica
entre un aspecto físico (o fantaseado), el sonido verbal, que al estar entretejido con los actos
dadores de sentido, nos hace vivir en la conciencia de significado siendo conscientes de la palabra
misma.

B. La función notificativa

La función notificativa aparece presentada específicamente en el §7 de la I LU que se titula


“las expresiones en función comunicativa”. Es curioso que aparentemente esta función es “aquella
que está designada a cumplir originalmente” (HUA XIX/1: 39)23, ya que como anticipé y veremos en
seguida, esta función no es esencial a la expresión, sino que es propia justamente de la situación
comunicativa que no es la única en la cual se ven involucradas las expresiones.
La caracterización de la función notificativa se da justamente en términos del concepto de
señal:

“Toda expresión en el discurso comunicativo funciona como señal. Sirven al oyente


como signos de los pensamientos del orador, esto es, como vivencias psíquicas dadoras de
sentido, así como de las demás vivencias psíquicas, que pertenecen a la intención comunicativa.
Esta función de la expresión hablada la nombramos función notificativa” (HUA XIX/1: 40)24

En la situación comunicativa cuando un sujeto se expresa, las expresiones sirven como señal de las
vivencias psíquicas al que lo oye, lo lee o lo interpreta como fuere. El curso de vivencias del otro es
inaccesible “en carne y hueso”, nunca puede ser dado en una intuición originaria. Así, las

23 “welche zu erfüllen er ja ursprünglich berufen ist”


24 “alle Ausdrücke in der kommunikativen Rede als Anzeichen fungieren. Sie dienen dem Hörenden als Zeichen für die "
Gedanken" des Redenden, d. h. für die sinngebenden psychischen Erlebnisse desselben, sowie für die sonstigen
psychischen Erlebnisse, welche zur mitteilenden Intention gehören. Diese Funktion der sprachlichen Ausdrücke nennen
wir die kundgebende Funktion”

33
expresiones producidas por un sujeto indican a quien las percibe los estados mentales de quien las
produce, en sentido estrecho y en sentido amplio. En sentido estrecho el oyente toma nota del
hecho de que el otro está produciendo una expresión, de que se está expresando lingüísticamente,
de que realiza una intención significativa o un acto dador de sentido. En sentido amplio, el oyente
toma nota del tipo de expresión y del contenido de esta, toma nota de que el otro está produciendo,
por ejemplo, un juicio de percepción sobre algún objeto en el ambiente, o toma nota de que el otro
está expresando un deseo respecto de un objeto ausente y ahora rememorado, etc.
Desde el lado de quien produce la expresión, la notificación no parecería presentar ningún
inconveniente: cuando realizo una intención significativa y me expreso sobre algo ante otro, le doy
nota de mis vivencias mientras me expreso. Ahora bien, desde el lado de quien recibe la expresión,
la cuestión no es tan sencilla. En primera medida, tomar nota de una vivencia y comprender el
contenido lingüístico de una expresión parecerían no coincidir. Comprender una expresión es,
nuevamente, una intención significativa dirigida ahora no a la expresión que uno mismo está
produciendo, sino a una expresión ya producida, sea una que escucho o una que leo. Como vimos,
esa base física es dotada de significado, ganando así la comprensión necesaria. Por lo tanto, la
notificación supone algo adicional a la comprensión lingüística y eso es, justamente, la toma de nota
del curso de vivencias del otro. Husserl describe este “comercio” de la siguiente manera:

“El entendimiento de la notificación no es un saber conceptual de la notificación, ni un


juzgar del tipo del expresar, sino que consiste simplemente en que el oyente aprehenda
(aperciba) intuitivamente al hablante como persona que expresa esto y aquello o que
simplemente lo perciba como tal. Cuando escucho a alguien, lo percibo justamente como
hablante, lo escucho contar, afirman, dudar, desear, etc. El oyente percibe la notificación en el
mismo sentido en que percibe a la persona notificante misma —incluso si los fenómenos
psíquicos que la hacen persona, no puedan caer en la intuición de otro, tal como ellos son. […]
El oyente percibe que el orador exterioriza ciertas vivencias psíquicas y en tanto que percibe
estas vivencias, pero él mismo no las vive, no tiene de ellas una percepción interna, sino externa.
Es la gran diferencia entre la real aprehensión de un ser en intuición adecuada y la aprehensión
supuesta de uno tal sobre el fundamento de una representación intuitiva, pero inadecuada.”
(HUA XIX/1:40-1)25

25 “Das Verständnis der Kundgabe ist nicht etwa ein begriffliches Wissen von der Kundgabe, nicht ein Urteilen von der Art
des Aussagens; sondern es besteht bloß darin, daß der Hörende den Sprechenden anschaulich als eine Person, die dies

34
El curso de vivencias del otro no es accesible para una intuición adecuada, no puedo tener una
percepción de las vivencias de mi interlocutor de la forma en que tengo tal intuición para mis propias
vivencias o para un objeto material cualquiera que percibo en mi campo de conciencia. Así todo, la
función de notificación parecería ser tan fuerte que me permite tener un acceso a ese curso de
vivencias en el que percibo la notificación “como a la persona notificante misma”. Ahora, ¿cómo es
esto posible? Husserl afirma que yo me notifico de las vivencias del otro porque “esta comunicación
se vuelve posible gracias a que el oyente ahora también entiende la intención del orador. Y hace
esto en tanto que aprehende al hablante como una persona, no que produce simples voces, sino
que le habla” (HUA XIX/1:39)26. Creo oportuno preguntarnos en este momento qué quiere decir que
uno “entienda la intención” de quien le habla y lo perciba como una persona que produce
expresiones, si no es posible tener una intuición adecuada de nada de ello. ¿Sobre qué se
fundamenta este conocimiento?
Parecería haber en esta descripción un cierto problema conceptual. La pregunta crucial es
¿qué es lo que me permite tomar nota del curso de vivencias del otro? Creo que existe un problema,
porque la respuesta no puede ser, como parecería afirmar Husserl, que el fundamento de dicho
saber sea “entender la intención” del otro o percibirlo como una persona que produce expresiones,
porque eso es justamente nuestro explanandum y no el explanans. Es decir, lo que queremos saber
es justamente cómo nos es posible tomar nota de los estados mentales del otro, i.e., comprender
su intención y percibirlo como persona que habla y no emite meros soplos. Me parece que la
respuesta más acertada está ya presente en la caracterización de Husserl, quien parecería

und das ausdrückt, auffaßt (apperzipiert), oder wie wir geradezu sagen können, als eine solche wahrnimmt. Wenn ich
jemandem zuhöre, nehme ich ihn eben als Sprechenden wahr, ich höre ihn erzählen, beweisen, zweifeln, wünschen usw.
Die Kundgabe nimmt der Hörende in demselben Sinne wahr, in dem er die kundgebende Person selbst wahrnimmt -
obschon doch die psychischen Phänomene, die sie zur Person machen, als das, was sie sind, in eines anderen Anschauung
nicht fallen können. […]Der Hörende nimmt wahr, daß der Redende gewisse psychische Erlebnisse äußert, und insofern
nimmt er auch diese Erlebnisse wahr; aber er selbst erlebt sie nicht, er hat von ihnen keine "innere", sondern2 eine
"äußere" Wahrnehmung. Es ist der große Unterschied zwischen dem wirklichen Erfassen eines Seins in adäquater
Anschauung und dem vermeintlichen Erfassen eines solchen auf Grund einer anschaulichen, aber inadäquaten
Vorstellung”
26 “Diese Mitteilung wird aber dadurch möglich, daß der Hörende nun auch die Intention des Redenden versteht. Und er
tut dies, sofern er den Sprechenden als eine Person auffaßt, die nicht bloße Laute hervorbringt, sondern zu ihm spricht
[…]”

35
simplemente invertir el orden de la relación. Una primera aproximación consiste en entender que
lo que permite tomar nota es justamente la comprensión de la expresión lingüística. Esto quiere
decir que, lo que primero ocurre es que escuchamos la emisión de nuestro interlocutor,
comprendemos la expresión como tal y, a partir de esa comprensión, nos notificamos de las
vivencias del otro, necesariamente en sentido estrecho para que haya notificación de algún tipo y
posiblemente en sentido amplio. Es importante recalcar que lo que estoy problematizando aquí no
es la posibilidad del éxito comunicativo, que está garantizada en Husserl principalmente por su
teoría de la idealidad del significado, sino la relación que existe entre la comprensión lingüística
exitosa en la comunicación y la toma de nota de estados mentales del interlocutor. En otras
palabras, la comunicación exitosa es un dado para Husserl, en tanto que los significados son ideales
y, por lo tanto, cada vez que realizo una intención significativa, instancio “el mismo” significado que
mi interlocutor. El problema que aquí se plantea es respecto de la prioridad conceptual que existe
entre esta comprensión lingüística exitosa y la toma de nota del estado mental de otro sujeto. ¿Cuál
ocurre primero y cuál fundamenta cuál?, sería la pregunta pertinente.
Una primera respuesta es, entonces, que primero comprendo lingüísticamente la expresión
de mi interlocutor y luego tomo nota de sus estados mentales, al menos en sentido estrecho. Ahora
bien, esta interpretación sólo resuelve el problema parcialmente, como puede apreciarse a partir
de ciertos casos controversiales. En primera medida podemos preguntarnos qué ocurre cuando no
comprendo lingüísticamente la expresión emitida por otro. Digamos, por ejemplo, que me
encuentro con un individuo que se expresa en lo que parece un lenguaje desconocido. De acuerdo
con la caracterización de Husserl, yo primero comprendo su intención de expresarse y luego
simplemente fracaso en comprender lingüísticamente la expresión. En este caso, tomaría nota en
sentido estrecho, al comprender que el otro se está expresando, pero no en sentido amplio, por no
saber lo que dice. Este caso supondría un punto a favor para el modo en que Husserl mismo
caracteriza la notificación por sobre esta interpretación alternativa. Sin embargo, hay al menos dos
problemas con este ejemplo hipotético. El primero es que yo podría “tomar nota de la intención del
otro” y, sin embargo, que fuera el caso que el otro no se esté expresando, sino que de hecho esté
balbuceando. Llevando el ejemplo al extremo, podría ser el caso de que el otro con el que me
encuentro no tuviera ninguna intención de comunicarse o incluso no tuviera ningún curso de
vivencias del que yo pudiera notificarme, por ser, digamos, un loco o un autista. En este caso yo
estaría asumiendo que el otro tiene la intención de comunicarse, pero estaría errado en mi
suposición. Y, justamente, el problema es que no sabemos sobre qué descansa esa toma de nota de
36
la intención del otro, si no es sobre la actual y exitosa comprensión de la expresión efectivamente
producida.
El segundo problema, como contraparte, es que al escuchar a alguien que produce
expresiones que me resultan incomprensibles, podría asumir que es un loco y no atribuirle ninguna
intención, por desconfiar precisamente de aquello que el otro emite. Si las expresiones son el lado
físico más la intención significativa, entonces si ese lado físico me resulta incomprensible, yo no
ejecuto ninguna intención significativa respecto de esa base y no interpreto esos sonidos como
expresiones. Al no hacerlo, ¿puedo realmente tomar nota de la intención del otro de comunicarse?
Bundgaard retoma la caracterización que Husserl hace:

“En pocas palabras, desde la perspectiva del uso del lenguaje, las palabras pueden
cumplir con todas las reglas fonológicas, semánticas y sintácticas, pero no significan nada, sin
embargo, si no son usadas e interpretadas como anunciando una intención significativa. Esta
función fundamental de los signos palabra o las expresiones verbales es lo que Husserl llama la
función ‘notificativa’: anuncia la intención del orador de expresarse a sí mismo y lo hace a un
nivel que precede la aprehensión de cualquier significado actual lingüísticamente formado”
(Bundgaard, 2010:374).

Bundgaard afirma, entonces, siguiendo a Husserl, justamente que la notificación es anterior e


independiente a la comprensión lingüística de la expresión producida, incluso a nivel fonológico,
como señalaba yo en mi ejemplo hipotético. Seguimos, de todas formas, sin una respuesta clara
respecto de cuál es el fundamento que permite ese tomar nota de la intención del otro, si no es la
expresión misma. Sin embargo, Bundgaard ofrece buenos ejemplos a favor del modo en que Husserl
caracteriza el proceso:

“Nótese que esta restricción es, por mucho, independiente de cualquier criterio de
buena-formación [well-formedness]: esta es, trivialmente, la razón por la cual, por ejemplo, los
infantes con habilidades fonéticas aún algo incompletas pueden fracasar en cumplir las reglas
de pronunciación y aun así ser considerados como expresándose a sí mismos por medio de
palabras signo, mientras que los loros, sin importar cuán hábiles en la recitación, nunca
sobrepasarán el umbral del mero hacer sonidos” (Bundgaard, 2010:374).

37
Lo que estos ejemplos nos muestran es que de hecho parecería ser el caso de que hay una toma de
nota de la intención del otro de expresarse que es independiente de la comprensión lingüística de
la expresión efectivamente producida. El ejemplo del loro es particularmente aclaratorio, el loro
produce expresiones que puedo comprender perfectamente y, sin embargo, no le atribuyo la
intención de comunicarse. En el caso del niño, le atribuyo igualmente la intención de expresarse a
pesar de que sus expresiones no sean “correctas” o no estén bien formadas. Parecería, entonces,
que la toma de nota de la intención del otro no se fundamente en la comprensión exitosa de la
expresión lingüística (que se produce de todas formas), lo cual nos lleva a preguntarnos, ¿en qué
sentido es la notificación una función de la expresión? y ¿cuál es, entonces, el fundamento sobre el
cual descansaría la toma de nota?
La mejor conclusión que puedo ofrecer en este contexto, entonces, es que el hecho de
tomar nota de las vivencias del otro descansa sobre algún proceso no descrito en esta parte de la
obra husserliana, por medio del cual yo considero al otro como un otro y no como un mero cuerpo,
le atribuyo vivencias e intenciones. Pero el problema para nuestro análisis es que, si ese es el caso,
entonces ¿qué relación hay entre la expresión y la notificación? En otras palabras, ¿en qué sentido
es la notificación una función de la expresión, si su posibilidad de realización no tiene nada que ver
con la intención significativa ni con la expresión en general? En este sentido o bien se adopta la
interpretación según la cual la notificación depende de la función significativa de la expresión y se
vuelve así necesario que yo comprenda la expresión que el otro produce para notificarme de sus
vivencias, siendo el problema de esta interpretación que quedan casos sin explicar como los del
loro; o bien puedo tomar nota de la intención del otro de expresarse, independientemente de
comprender la expresión de hecho producida, por algún proceso que no tiene que ver con la
expresión y, entonces, la notificación dejaría de ser una función de la expresión y pasaría a ser un
proceso relacionado con ella de alguna manera, pero no una función de la expresión.
Quizás podamos aceptar una buena solución de compromiso si tomamos más seriamente
la distinción entre notificación en sentido estrecho y amplio. Podemos pensar que la primera es
siempre necesaria para que la segunda ocurra, pero que la notificación en sentido estrecho descansa
sobre algún proceso de constitución del otro que no tiene que ver con la expresión en sí misma,
mientras que la notificación en sentido amplio sí depende necesariamente de la comprensión de la
expresión producida y es, ahora sí, una función de la expresión. Pensemos en los ejemplos. Si me
encuentro con alguien que me habla en un idioma desconocido puedo atribuirle la intención de
comunicarse conmigo (sentido estrecho), no gracias a la expresión porque no la comprendo, sería
38
gracias a, por ejemplo, la empatía, pero no me notifico de nada en sentido amplio, porque no
comprendo lingüísticamente la expresión. En el caso del loro no hay notificación en sentido estrecho
porque no le atribuyo ninguna intención y no hay, por lo tanto, notificación en sentido amplio
tampoco, ya que, aunque comprenda el contenido de su expresión, sé que no está realizando ningún
acto dador de sentido. Si esta forma de presentar el problema es correcta, entonces la notificación
sería una función de la expresión solamente cuando, primero, comprendo que el otro tiene la
intención de comunicarse conmigo por un proceso ajeno a la expresión y, luego, comprendo
lingüísticamente la expresión y tomo nota de las vivencias directamente involucradas en dicha
expresión, más allá del hecho mismo de producir una intención significativa. Podemos pensar que
en relación al sentido estrecho es que Husserl afirma que la notificación no es un saber conceptual
y es más similar a una percepción, porque justamente no es un proceso que tenga que ver con el
lenguaje ni el significado. Sin embargo, la notificación en sentido amplio sí sería un saber conceptual
en tanto es necesario comprender el significado para saber que el otro tiene determinadas
vivencias.
Podemos ver esta interpretación favorecida por el hecho de que la notificación sea una
relación de indicación en el sentido de la señal. Como vimos en la sección anterior, la relación de
indicación consta de tres miembros: un sujeto que capta, la señal y aquello a lo que la señal remite
por asociación. Así, podemos ver las expresiones en situación comunicativa como señales asociadas
únicamente a hablantes competentes, a los que reconocemos como tales por razones que no tienen
que ver principalmente con la expresión. Entonces, sólo tomamos la expresión como señal de una
vivencia ajena cuando es producida por alguien a quien ya reconocemos como capaz de tener la
intención de comunicarse. Si no comprendemos lingüísticamente la expresión, pero esta viene de
alguien a quien le atribuimos la intención de comunicarse, entonces sólo podemos tomarla como
señal de ese hecho, de la intención significativa y nada más. Cuando la expresión sí es comprendida,
entonces podemos tomarla como señal de otras vivencias.
En esta línea interpretativa parecería ir Bouckart (2002) cuando afirma que:

“La comunicación implica dos cosas: por un lado, es necesario que el orador dé un
significado a un complejo empírico con el objetivo de compartir este significado con la persona
que lo escucha; por otro lado, es necesario que el oyente entienda esta intención. […] En otras
palabras, la comunicación ocurre sólo cuando el lado indicativo del discurso manifiesta un acto

39
de dar-sentido a un oyente que, al punto que entiende, aprehende este significado ideal”.
(Bouckart, 2002:196, énfasis mío).

Es decir que, según Bouckart, para que se produzca la comunicación el oyente debe lograr
un acceso al significado ideal que le permite comprender la expresión producida por su interlocutor
y, de esta manera, tomar nota de las vivencias. La tesis que sostiene el autor en el artículo citado
afirma que la intersubjetividad se funda en lo que él llama la suprasubjetividad. Este ámbito no es
otro que el de la idealidad del significado y la objetividad del conocimiento. Los significados a los
que accedo en la vida privada del alma (ver secciones siguientes) no son privados, sino que son
ideales y por lo tanto objetivos. En la comunicación, el oyente debe acceder a los mismos
significados para poder comprender la expresión y, de esta manera, tomar nota de los estados
mentales del orador.
Queda planteado el problema para futuras investigaciones respecto de cuál es la relación
entre la toma de nota de las vivencias de otro sujeto, como proceso relacionado con la
intersubjetividad, y la comprensión lingüística de la expresión, cuyo éxito está garantizado en
Husserl dada la idealidad del significado. Como solución provisoria, propuse entender que la
notificación en sentido estrecho se produce con independencia de la comprensión lingüística de la
expresión, descansando sobre otro fundamento no explicitado en esta parte de la obra husserliana;
mientras que la notificación en sentido amplio depende enteramente de la comprensión lingüística.

C. Por qué no es esencial a la expresión el notificar. La vida solitaria del alma

He anticipado ya en varias ocasiones, siguiendo en esto también a Husserl, que la función


notificativa no es esencial a la expresión, lo que en otras palabras significa simplemente que puede
haber expresiones ‘como tales’ sin que por eso notifiquen. La fundamentación de por qué esto es el
caso la encontramos en el parágrafo inmediatamente siguiente al §7 en el que se presentó esta
función, el §8 sobre “La expresión en la vida solitaria del alma”. Siguiendo a Bernet, Kern & Marbach
encontramos que:

40
“Las investigaciones de Husserl culminan en la contención de que el logro lingüístico
esencial no consiste en el intercambio comunicativo de información entre hablante y oyente,
sino más bien en el ‘soliloquio’, el monólogo del pensador solitario” (Bernet, Kern & Marbach,
1993:168).

Husserl comienza por retomar la caracterización ‘básica’ de la expresión como intención


significativa y lado físico. En este sentido, recalca que sea que estemos comunicándonos con otro o
estemos hablando con nosotros mismos en la vida solitaria del alma, las expresiones “tienen su
significación y la misma significación que en el diálogo” (HUA XIX/1: 41)27. Así lo primero que se
excluye de la expresión como tal no es aún la función notificativa en sí, sino más bien la necesidad
de que la expresión sea exteriorizada en alguna forma de comunicación. Hay expresiones aunque
estas permanezcan al interior de la vida de la conciencia. Pero justamente es el caso de que la
notificación fue presentada como una función dependiente de la comunicación, por lo tanto, ¿qué
ocurre con dicha función al no haber comunicación? Husserl evalúa brevemente la posibilidad de
que al discurrir internamente utilizando expresiones me notifique a mí mismo y tome nota yo mismo
de mis propios estados mentales. Esto, por supuesto, no puede ser el caso y la razón principal, si
bien no explicitada en el texto, parecería ser que yo tengo un acceso directo, originario y adecuado
a mis propias vivencias, por lo que no habría ninguna necesidad de dar y tomar nota de ellas
mediante las expresiones:

“Si reflexionamos sobre la relación de expresión y significación y para este fin


descomponemos la vivencia compleja y profundamente unitaria de la expresión plena de
sentido en ambos factores, palabra y sentido, allí nos aparece la palabra misma como
indiferente en sí, pero el sentido [aparece] como aquello apuntado con la palabra, lo que
proporciona este signo que está mentado; la expresión parece así llevar el interés fuera de sí y
hacia el sentido, señalar hacia él. Pero este señalar no es el indicar en el sentido por nosotros
discutido” (HUA XIX/1:42)28.

27 “Sie haben nach wie vor ihre Bedeutungen und dieselben Bedeutungen wie in der Wechselrede”
28 “Wenn wir über das Verhältnis von Ausdruck und Bedeutung reflektieren und zu diesem Ende das komplexe und dabei
innig einheitliche Erlebnis des sinnerfüllten Ausdruckes in die beiden Faktoren Wort und Sinn zergliedern, da erscheint
uns das Wort selbst, als an sich gleichgültig, der Sinn aber als das, worauf es mit dem Worte "abgesehen", was vermittelst
dieses Zeichens gemeint ist; der Ausdruck scheint so das Interesse von sich ab und auf den Sinn hinzulenken, auf diesen
hinzuzeigen”

41
La razón que Husserl ofrece, entonces, acerca de por qué no hay notificación en la vida
solitaria es que no hay una relación de indicación. Y no hay una relación de indicación porque no
hay un interés en la palabra. Como vimos en la sección anterior, la notificación consiste en una
relación de indicación, como la que hay entre una señal, lo señalado y aquel que capta la relación,
donde la señal es la palabra en su aparición física y lo señalado es la vivencia del otro. Pero siempre,
sea en discurso comunicativo o interno, aquello a lo cual dirigimos nuestro interés es el significado
y no la palabra en sí, en su manifestación física. Así, en el discurso interno, la palabra como tal no
cumple ningún rol, no funciona como señal de nada, ya que el acceso a la vivencia propia no está
mediado por ella y, en este sentido, lo único relevante es el sentido de la expresión. Derrida enfatiza
la necesidad de realizar esta suerte de reducción de la expresión a la vida solitaria e independizarla
del concepto de señal y notificación, cuando afirma:

“Toda la teoría de la significación que se anuncia en este primer capítulo de distinciones


esenciales se hundiría si, en la esfera de mis propias vivencias, no se dejara reducir una función
de Kundgabe/Kundnahme; y si en suma, la soledad ideal o absoluta de la subjetividad «propia»
tuviere todavía necesidad de señales para constituir su propia relación consigo” (Derrida,
1985:88).

Hasta aquí Husserl excluyó como factores no esenciales de la expresión tanto la


comunicación como la notificación y la consiguiente relación de indicación. Queda aún un factor
más por excluir que se sigue inmediatamente de los otros y, principalmente, del hecho de que no
haya exteriorización:

“Aquí nos conformamos normalmente con palabras representadas en vez de reales. En


la fantasía flota ante nosotros una palabra-signo hablada o impresa, en verdad no existe. No
debemos confundir la representación de fantasía o los contenidos de fantasía que yacen a su
base con los objetos fantaseados. No existe ni el sonido de palabra fantaseado ni el signo escrito
fantaseado, sino la representación de fantasía de estos. […] La no-existencia de la palabra no
nos molesta. Pero tampoco nos interesa” (HUA XIX/1:42)29.

29 Hier begnügen wir uns ja, normalerweise, mit vorgestellten anstatt mit wirklichen Worten. In der Phantasie schwebt
uns ein gesprochenes oder gedrucktes Wortzeichen vor, in Wahrheit existiert es gar nicht. Wir werden doch nicht die

42
Lo último que se excluye de la expresión en este parágrafo es, justamente, el lado físico de la
expresión. ¿Pero no era este, junto con la intención significativa, un componente esencial de la
expresión? La respuesta parecería ser que sí, pero sin que sea necesario que ese lado físico, sea
realmente físico. Es decir que basta con que la palabra esté representada en la fantasía para poder
animarla de sentido y conformar una expresión como tal. Esta misma idea es reafirmada por Husserl
en 1908:

“[…] estas apariciones de sonido verbal-en-fantasía sin toma de postura son tan buenos
fundamentos para los actos dadores de significado como son las apariciones de percepción en
los casos de discurso actual” (HUA XXVI: 12)30

En este sentido, sostienen Bernet, Kern & Marbach:

“La afirmación de que la esencia del discurso significativo encuentra su expresión más
pura en el ‘soliloquio’ descansa en la convicción de que el signo lingüístico es un adorno externo
conectado con la significación sólo por asociación, mientras que la significación ideal, en
contraste, es el núcleo mismo de una expresión lingüística” (Bernet, Kern & Marbach,
1993:169).

Una segunda razón por la cual la exclusión de la palabra realmente física es importante en
el contexto de las LU tiene que ver con el aspecto ideal que Husserl le atribuirá al significado.
Presentaré la idealidad del significado como tema separado en la sección siguiente, pero vale
adelantar lo siguiente en este contexto: si la expresión como tal es palabra física e intención
significativa y, como veremos, el significado es ideal, entonces Husserl requiere que no haya en la

Phantasievorstellungen oder gar die ihnen zugrunde liegenden Phantasieinhalte mit den phantasierten Gegenständen
verwechseln. Nicht der phantasierte Wortklang oder die phantasierte Druckschrift existiert, sondern die
Phantasievorstellung von dergleichen. […]Die Nicht-Existenz des Wortes stört uns nicht. Aber sie interessiert uns auch
nicht”.
30 “[…] diese bloBen Phantasie-Wortlauterscheinungen ohne Stellungnahme sind so gut Fundamente für
bedeutunggebende Akte wie in den Fallen aktueller Rede die Wahrnehmungserscheinungen”.

43
caracterización esencial de la expresión ninguna referencia al mundo real, empírico y cambiante. En
este sentido, Derrida afirma:

“La primera ventaja de esta reducción al monólogo interior es, pues, que el
acontecimiento físico del lenguaje parece estar ausente. En la medida en que la unidad de la
palabra —lo que la hace reconocer como palabra, la misma palabra, unidad de un complejo
fónico y de un sentido— no puede confundirse con la multiplicidad de los acontecimientos
sensibles de su utilización, ni puede, en consecuencia, depender de ellos, lo mismo de la palabra
es ideal, es la posibilidad ideal de la repetición y no pierde nada con la reducción de ningún
[acontecimiento empírico], esto es, de todo [acontecimiento empírico] marcado por su
aparición” (Derrida, 1985:87)31.

Es decir, que la expresión como tal debe tener también condiciones de identidad ideales que
subyazcan a las múltiples y efímeras apariciones sensibles ya que parecería que nuestro acceso a los
significados ideales está necesariamente mediado por la expresión, en el sentido de que deben ser
instanciados en ella.
Podemos ver como todas las exclusiones de elementos no esenciales llevadas a cabo en este
parágrafo apuntan hacia un análisis que lleva hacia la interioridad de la subjetividad. La
comunicación, la notificación y la palabra realmente física son dejadas de lado como elementos no
esenciales, lo cual nos deja como lugar privilegiado para la descripción fenomenológica de la
expresión, la interioridad de la conciencia. Este movimiento que Husserl lleva a cabo aquí puede ser
visto en consonancia con el programa general de las LU, en el sentido de que lo principal parecería
ser el objeto intencional como tal, por encima del objeto real. Derrida señala muy bien la legitimidad
que tiene para Husserl este espacio de análisis reducido a la vida solitaria cuando afirma:

“[…] es en un lenguaje sin comunicación, en un discurso monologado, en la voz


absolutamente baja de la «vida solitaria del alma» (im einsamen Seelenleben) donde hay que
acosar la pureza no encentada de la expresión. […] Más allá de la oposición del «idealismo» o
del «realismo», del «subjetivismo» y del «objetivismo», etc., el idealismo transcendental
fenomenológico responde a la necesidad de describir la objetividad del objeto (Gegenstand) y
la presencia del presente (Gegenwart) —y la objetividad en la presencia— a partir de una

31 Revisado a partir de Derrida (1998:45)

44
«interioridad», o más bien de una proximidad a sí, de un propio (Eigenheit) que no es un simple
adentro, sino la posibilidad íntima de la relación con un ahí y un afuera en general” (Derrida,
1985:62).

La exclusión de la notificación de la expresión como elemento esencial, supone un problema


para Welton, quien afirma que “Separar la función expresiva de la indicativa sería como aislar el
color de un objeto, de su extensión” (Welton, 1983:27). En primera medida cabe señalar respecto
de esta cita que Welton llama a la función significativa, ‘expresiva’ y a la notificativa, ‘indicativa’. Lo
segundo no parece problemático ya que, como vimos, la notificación consiste principalmente en
una relación de indicación. Respecto de lo primero, si bien es admisible en tanto que lo esencial de
cualquier expresión es significar, sí podría ser un poco apresurado, ya que no es el único elemento
esencial de una expresión y, por lo tanto, lo que una expresión expresa y lo que una expresión
significa no coinciden enteramente. Esta conclusión a la que Welton llega se sigue lógicamente de
su reconstrucción según la cual las expresiones siempre funcionan como señales de algo y no
pueden ser separadas. En ese sentido, es esperable que el autor considere que la notificación
tampoco debería poder ser separada de la expresión, ya que justamente, dejaría de funcionar como
señal. Así, mi crítica a su interpretación se reitera aquí una vez más: las expresiones no son señales,
si bien tanto expresiones como señales son signos. Una vez que se acepta ese deslinde, no hay
ninguna razón de principio para que las expresiones deban siempre indicar algo o, dicho de otra
manera, para que el excluir la indicación o notificación de la expresión lleve a una pérdida de la
expresión como tal. Welton ve, evidentemente, la indicación como un aspecto esencial de la
expresión, pero no ofrece ningún argumento en contra de la caracterización husserliana. Así, más
allá de su afirmación de que dicha separación sería como otra separación inadmisible (la del color
de la extensión), Welton no dice nada acerca de qué es lo que ocurre cuando usamos expresiones
significativamente al interior de la vida solitaria del alma, sin comunicarle nada a nadie, sin
notificarle nada a nadie y sin usar palabras realmente físicas.
Como conclusión de esta sección podemos apreciar cómo se realiza el movimiento hacia la
interioridad de la conciencia para realizar el análisis fenomenológico privilegiado de la expresión.
Esta es separada primero de su aspecto comunicativo, al reconocer que las expresiones existen y se
utilizan sin comunicarle nada a nadie. Inmediatamente, la función notificativa que descansa en una
relación de indicación es también excluida como no-esencial, en tanto que no ocurre al interior de
la vida de la conciencia donde las expresiones siguen funcionando como tales y siendo expresiones.

45
Por último, el lado físico de la expresión es también excluido, en tanto que el interés nunca está
dirigido hacia él y, por lo tanto, un soporte fantaseado en vez de físicamente real es suficiente para
realizar la intención significativa que constituye la expresión como tal.

D. La idealidad del significado

La tesis de la idealidad del significado es presentada por primera vez en el §11, titulado “Las
diferenciaciones ideales: a continuación, entre expresión y significación como unidad ideal”. Hasta
ese momento la caracterización de Husserl estuvo principalmente centrada en los diferentes actos
involucrados en la expresión: la intención significativa o acto dador de sentido, que dota de
significado a una palabra hablada o escrita, los actos recíprocos de dar y tomar nota de los estados
mentales del otro a partir de la expresión y los actos de cumplimentar una intención vacía con
contenido intuitivo (estos últimos serán desarrollados en el próximo capítulo). Es decir, todas
descripciones de la expresión en términos de los diferentes actos subjetivos involucrados en ella.
Ahora, “la consideración subjetiva da lugar a la objetiva” (HUA XIX/1: 48)32. La pregunta ahora no
será por los actos reales, individuales y pasajeros relacionados con las expresiones, sino por el
contenido de éstas:

“La idealidad de la relación entre expresión y significación se muestra en la referencia


a ambos miembros inmediatamente, el que nosotros, preguntando por la significación de una
expresión cualquiera (por ejemplo ‘resto cuadrático’), no mentamos bajo expresión justamente
el constructo sonoro exteriorizado hic et nunc, el sonido fugitivo y que nunca retorna idéntico.
Mentamos la expresión in specie” (HUA XIX/1: 48-9)33

La expresión no puede ser aquello que aparece y desaparece con cada exteriorización por parte de
un sujeto. La pregunta justamente no está dirigida a esa voz sonora, fugitiva y efímera, sino a aquello
que permanece idéntico en cada una de esas apariciones:

32 “Die subjektive Betrachtung weicht der objektiven”


33 “Die Idealität des Verhältnisses zwischen Ausdruck und Bedeutung zeigt sich in Beziehung auf beide Glieder sofort daran,

daß wir, nach der Bedeutung irgendeines Ausdrucks (z. B. quadratischer Rest) fragend, unter Ausdruck selbstverständlich
nicht dieses hic et nunc geäußerte Lautgebilde meinen, den flüchtigen und identisch nimmer wiederkehrenden Schall. Wir
meinen den Ausdruck in specie”

46
“Lo que este enunciado enuncia es lo mismo, quien quiera que lo formule
afirmativamente y bajo las circunstancias y tiempos en que haga esto […]. En lo esencial uno
repite entonces ‘el mismo’ enunciado y uno lo repite, porque es justamente una y la propia
forma adecuada de expresión para lo idéntico, a la que llamamos significación” (HUA XIX/1:49)34

La significación es aquello que permanece idéntico a través de los diferentes actos reales de
enunciar, juzgar o expresar. “Mi acto de juzgar es una experiencia fugitiva, que nace y transcurre.
No es eso, sin embargo, lo que el enunciado enuncia, su contenido” (HUA XIX/1:50, énfasis mío)35,
este contenido del acto, que es una parte de él, no puede ser una parte real del acto, dado que
justamente es lo que garantiza la repetibilidad del significado, el que sea comprendido por todos y
en cualquier circunstancia:

“El hablar de ‘contenido’ puede significar o bien componente real de una vivencia, tal
que el componente mismo sea una parte de esa experiencia, o bien correlato que
necesariamente acompaña el acto […]. El significado es un ‘contenido’ en el último sentido; no
es una parte real del acto y por lo tanto no es un particular privado. […] Se llama un contenido
ideal” (Mohanty, 2008:100).

¿Qué tipo de relación es la que toma lugar entre una expresión y su significado, si éste no es un
componente real? El significado es una entidad ideal, un objeto ideal o especie. En este sentido, la
relación más próxima es la de una relación de instanciación entre un objeto general y su caso
particular.
En el capítulo IV de la I LU Husserl aborda esta cuestión de la idealidad del significado de
manera explícita. En relación al significado como contenido de la vivencia, afirma:

34 “Was diese Aussage aussagt, ist dasselbe, wer immer sie behauptend aussprechen mag, und unter welchen Umständen
und Zeiten immer er dies tun mag […]. Im wesentlichen wiederholt man also ‘dieselbe’ Aussage, und man wiederholt sie,
weil sie eben die eine und eigens angemessene Ausdrucksform für das Identische ist, das ihre Bedeutung heiß”
35 “Mein Urteilsakt ist ein flüchtiges Erlebnis, entstehend und vergehend. Nicht ist aber das, was die Aussage aussagt,
dieser Inhalt”

47
“La esencia de la significación no la vemos en la vivencia de dar significado, sino en su
‘contenido’, que expone una unidad intencional idéntica frente a la pluralidad diseminada de
vivencias reales o posibles de quien habla y piensa. ‘Contenido’ de la vivencia significativa
correspondiente en este sentido ideal no es nada menos que lo que la psicología mienta bajo
contenido, a saber cualquier parte o lado real de una vivencia” (HUA XIX/1:102)36.

La vivencia significativa tiene sus contenidos psicológicos, que varían de individuo a individuo y se
relacionan con la aparición de la palabra física, con los actos perceptivos y demás. Pero el significado
que allí aparece es un contenido ideal, que aparece como siempre igual en toda la multiplicidad de
casos: “Pero contra esa multiplicidad ilimitada de vivencias individuales está aquello que está
expresado en ellas, algo idéntico por todas partes, es lo mismo en el sentido fuerte de la palabra”
(HUA XIX/1:105)37. Así también sostiene en VB:

“[…] La significación (en el sentido que ahora aparece en la mente) no es ningún acto
ni ningún momento real del acto. La expresión ‘afirma’ esto y aquello y eso construye su
significación; y en tanto que es expresión en general, tiene significación, porque construye su
esencia” (HUA XXVI: 31)38

¿Cómo caracterizar, entonces, estos significados en términos ontológicos? ¿Qué tipo de


objetos son estos contenidos ideales que permanecen siempre idénticos frente al cambio? La
primera respuesta explícita de Husserl en esta dirección es que los significados son especies:

36 “Das Wesen der Bedeutung sehen wir nicht im bedeutungverleihenden Erlebnis, sondern in seinem "Inhalt", der eine

identische intentionale Einheit darstellt gegenüber der verstreuten Mannigfaltigkeit wirklicher oder möglicher
Erlebnisse von Sprechenden und Denkenden. "Inhalt" des bezüglichen Bedeutungserlebnisses in diesem idealen Sinn
ist nichts weniger als das, was die Psychologie unter Inhalt meint, nämlich irgendein realer Teil oder eine Seite eines
Erlebnisses”
37 “Aber gegenüber dieser unbegrenzten Mannigfaltigkeit individueller Erlebnisse ist das, was in ihnen ausgedrückt ist,
überall ein Identisches, es ist dasselbe im strengsten Sinne des Wortes”
38 “ […] Bedeutung (in dem jetzt vor Augen uns schwebenden Sinn), kein Akt ist und kein reelles Moment im Akt. Der
Ausdruck "besagt" dieses und jenes, und das macht seine Bedeutung (aus); und sofern er überhaupt Ausdruck ist, hat er
seine Bedeutung, denn das macht sein Wesen aus”

48
“Esta verdadera identidad que aquí afirmamos no es otra que la identidad de la
especie. Así, pero también sólo así, puede ella como unidad ideal abarcar la multiplicidad
disipada de elementos individuales. […] Las múltiples unidades son, naturalmente, a la
significación ideal-una los correspondientes actos del significar, las intenciones significativas. La
significación se comporta entonces respecto del acto correspondiente de significar […] como lo
rojo en especie lo hace en las rayas de papel que aquí yacen, que todas ‘tienen’ el mismo rojo.”
(HUA XIX/1:105-6)39.

La relación es la de una especie con sus casos particulares. Así como una raya roja de papel ‘tiene’
el color rojo, pero el color rojo es una especie ideal siempre igual que permite identificar todo lo
que sea rojo más allá de cualquiera de esas apariciones particulares, el significado como especie es
esa unidad ideal que aparece instanciada en la multiplicidad de vivencias significativas reales y
particulares. Así como el rojo particular tiene su matiz, brillo, textura, todos diferentes según la
aparición, pero en cualquier caso, todos rojos, las vivencias de significación tienen sus componentes
reales y cambiantes, asociados principalmente a la naturaleza de la aparición física de la palabra,
pero el contenido ideal que instancian es siempre el mismo, aquel de la significación.
Así todo, podemos volver a inquirir, ¿qué estatuto ontológico tienen estas especies u
objetos ideales que Husserl describe? Sin duda resuenan a ideas platónicas. Respecto de esto,
sostiene Husserl:

“Las significaciones construyen, así podemos también decir, una clase de conceptos en
el sentido de ‘objetos generales’. No son, por eso, objetos que, si no están en algún lugar del
mundo, están entonces en un tópos ouránios; o existen en el espíritu divino; porque tal
hipóstasis metafísica sería absurda. Quien se ha acostumbrado a entender bajo ser sólo ser
‘real’, bajo objetos sólo objetos reales, a él le parecerá el discurso sobre objetos generales y su
ser como tergiversado en el fundamento; por el contrario, aquí no encontrará ninguna molestia
quien tome este discurso simplemente como signo para la validez de ciertos juicios (aunque sea

39 “Diese wahrhafte Identität, die wir hier behaupten, ist nun keine andere als die Identität der Spezies. So, aber auch nur
so, kann sie als ideale Einheit die verstreute Mannigfaltigkeit der individuellen Einzelheiten umspannen. Die
mannigfaltigen Einzelheiten zur ideal-einen Bedeutung sind natürlich die entsprechenden Akte des Bedeutens, die
Bedeutungsintentionen. Die Bedeutung verhält sich also zu den jeweiligen Akten des Bedeutens […] wie etwa die Röte in
specie zu den hier liegenden Papierstreifen, die alle diese selbe Röte "haben"”

49
una validez supuesta), a saber, quien lo aprehenda como correlato para los sujetos de estos
juicios” (HUA XIX/1:106)40.

Las significaciones son entonces entidades ideales, objetos generales, unidad en la multiplicidad,
pero no son ideas platónicas. ¿Qué quiere decir esto? En primera medida hay que entender que
para Husserl ideal-real es una oposición básica y excluyente. Real es todo aquello que está sometido
al tiempo, ideal es todo aquello que está fuera del tiempo:

“Las entidades son o bien reales o bien ideales. Una entidad real es temporal. Si es
mental, está individuada por su locación temporal y el ego a cuya vida mental pertenece. Si es
física, es tanto en espacio como en tiempo. […] Las entidades ideales son o bien esencias o bien
idealidades que no son esencias. En general, las idealidades no están individuadas por el tiempo.
[…] Las idealidades que no son esencias son los significados.” (Mohanty, 2008:110-1)

Para Husserl, entonces, el ser es o bien ideal o bien real. De esta manera, puede haber entidades sin
que por eso se les exija condiciones de identidad como las que se les exige a las entidades del
espacio-tiempo. Este sería el caso de las esencias u objetos generales, en general, y los significados
como un tipo especial de entidades ideales que no son esencias. El rechazo a la hipóstasis metafísica
absurda del platonismo, entiendo, está fundado en la creencia de que dicha hipóstasis conlleva la
asimilación de objetos ideales con objetos en el sentido en el que entendemos los objetos
materiales, como si fueran unidades espacio-temporales que podemos individuar mediante esos
criterios. Una explicación similar ofrece Benoist:

“¿Qué es un platonismo sin ninguna ‘hipóstasis metafísica’? hay aquí una extraña
paradoja que Husserl resuelve explicando que los significados podrían ser objetos en el sentido
pleno del término (y no meramente ‘ficticios’ como en Brentano) al punto en que pueden

40 “Die Bedeutungen bilden, so können wir auch sagen, eine Klasse von Begriffen im Sinne von "allgemeinen
Gegenständen". Sie sind darum nicht Gegenstände, die, wenn nicht irgendwo in der "Welt", so in einem tópos ouránios;
oder im göttlichen Geiste existieren; denn solche metaphysische Hypostasierung wäre absurd. Wer sich daran gewöhnt
hat, unter Sein nur "reales" Sein, unter Gegenständen reale Gegenstände zu verstehen, dem wird die Rede von
allgemeinen Gegenständen und ihrem Sein als grundverkehrt erscheinen; dagegen wird hier keinen Anstoß finden, wer
diese Reden zunächst einfach als Anzeigen für die Geltung (sei es nur für die supponierte Geltung) gewisser Urteile nimmt,
bzw. sie als Korrelate für die Subjekte dieser Urteile faßt.”

50
volverse objetos de teorías y proposiciones verdaderas. Cada objeto que pueda volverse el
objeto de una proposición verdadera es ipso facto un objeto en el sentido pleno del término,
un ‘objeto verdadero’. Está así en posesión de lo que podemos llamar un tipo de ‘existencia
lógica’, un correlato puro a la validez de los juicios (que no debe confundirse con el simple hecho
de ser intencionado sin ser verificado, una condición que nunca alcanza para constituir un
‘objeto verdadero’)” (Benoist, 2003:31).

Las significaciones son entonces objetos generales, ideales, que son como especies, pero no
son ellas mismas las especies:

“Es cierto que cada especie, cuando queremos hablar de ella, supone una significación,
en la que está representada, y esta significación es ella misma, nuevamente, una especie. Pero
no es la significación, en la cual la especie está pensada, y su objeto, la especie misma, uno y lo
mismo” (HUA XIX/1:108)41.

Si seguimos a Willard (1984) podemos encontrar el origen de la concepción de Husserl, en la


influencia de Lotze. Según Willard “Las ideas de Lotze son simplemente asumidas por Husserl” en lo
que refiere a este ámbito peculiar de objetos ideales, cuyo modo de ser es atemporal y no objetual:

“El reino ideal de los contenidos conceptuales y las proposiciones o verdades era el
reino de la Geltung —del ‘obtener’ [obtaining] o de la ‘validez’— en contraste con el reino de
la ocurrencia (para los eventos) y aquel de la existencia (para las cosas individuales)” (Willard,
1984:152-3).

Entonces, las significaciones son especies en un sentido y no lo son en otro. ¿Cómo entender
esto? Las significaciones no son objeto de las intenciones significativas, sino que se instancian en
ellas. Pero las significaciones pueden tornarse objeto de nuestras intenciones mediante un acto de
reflexión o un acto de orden superior que se dirige directamente a objetos ideales. En este último
sentido pasarían a ser las especies mismas, pero no en su ‘naturaleza normal’ como significaciones:

41 “Zwar setzt jede Spezies, wenn wir von ihr sprechen wollen, eine Bedeutung voraus, in der sie vorgestellt ist, und diese
Bedeutung ist selbst wieder eine Spezies. Aber es ist nicht etwa die Bedeutung, in der eine Spezies gedacht ist, und ihr
Gegenstand, die Spezies selbst, ein und dasselbe”

51
“Entonces la generalidad que pensamos, no se disuelve en la generalidad de las significaciones, en
las cuales las [generalidades] pensamos” (HUA XIX/1:108)42. Willard expresa muy bien esta idea con
la siguiente analogía:

“Caminamos en pasos, no con ellos. Dar pasos [stepping] es caminar. Y,


fundamentalmente, pensamos, percibimos, etc., en sentidos (conceptos, proposiciones), no con
ellos, aunque en los niveles más complicados y reflexivos de la conciencia sí llegamos a
reflexionar sobre ellos e incluso a usarlos de cierta manera” (Willard, 1994:259)

Las significaciones son “como especies” en tanto que son objetos generales, ideales y unidad
en la multiplicidad. No son como especies, en tanto que son el material mismo del pensamiento y
no su objeto. No intencionamos significados, intencionamos objetos mediante significados. Así
sostiene Sokolowski:

“Una expresión no expresa su propio significado; una expresión expresa el contenido


de una percepción o una intuición que presentaría la cosa o estado de cosas correspondiente al
significado de la expresión. Esto es, una expresión expresa algo que podemos encontrar en el
mundo; expresa un objeto como puede ser dado de alguna manera determinada. Una expresión
expresa no su significado, sino una parte del mundo, como puede esa parte sernos dada a través
de la percepción o intuición” (Sokolowski, 2002:175).

El argumento que sostiene el carácter ideal de las significaciones aparece como dato
fenomenológico a partir de la experiencia misma de intencionar objetos generales. Cuando
intencionamos un objeto general entramos en un modo de conciencia específico, que no se reduce
a un componente del acto, sino que es justamente el tipo de objeto mismo que intencionamos: “El
acto de atención no es un constituyente descriptivo de nuestra conciencia de generalidad.
Intencionamos o significamos una generalidad” (Mohanty, 1964:27). En este sentido, el argumento
husserliano no es ontológico en su naturaleza, sino, precisamente, fenomenológico. Lo que se nos
da a la conciencia intencionante cuando nos dirigimos a objetos generales son objetos generales.
En este sentido, deben ser, aunque no como son los objetos reales. Y podríamos agregar, justamente

42 “Also die Allgemeinheit, die wir denken, lost sich nicht in die Allgemeinheit der Bedeutungen auf, in denen wir sie
denken”

52
porque los objetos reales no se nos dan de la misma forma que los ideales. Este argumento y el
“problema de los universales” aparecen explícitamente tratados en la II LU. Adentrarnos de lleno en
esta Investigación excedería completamente los límites de este trabajo, por lo cual sigo la
reconstrucción que ofrece Mohanty:

“Podemos decir que según Husserl la esencia del nominalismo como su principal fuente
de fracaso no es que rechace las entidades universales [lo que sería un argumento ontológico],
sino que ignora el peculiar modo de conciencia que se anuncia, por un lado en la aprehensión
viviente del sentido del signo, en el entenderlos actual, en el significado inteligente de las
expresiones; y, por el otro, en esos actos correlativos de cumplimiento que constituyen la
representación genuina del universal, en otras palabras, en ese proceso introspectivo de
ideación en el cual el universal es dado. […] La apelación última es a la Bewusstseinsweise, die
Weise der Intention, al nuevo carácter de pensamiento significativo que surge como una
superestructura sobre la base sensible” (Mohanty, 1964:28)

Hay que diferenciar este sentido de la idealidad del significado de otros dos. El primero, es
uno que existe en algún sentido, pero, digamos, no tiene nada que ver con la tesis que Husserl
intenta defender, y es la idealidad en sentido normativo. En el capítulo IV de la I LU, dice Husserl:

“La idealidad el significado es un caso especial de lo específico en general. No tiene de


ninguna manera, por lo tanto, el sentido de la idealidad normativa, como si se tratara de un
ideal de perfección, de un valor-límite, que fuera puesto contra los casos individuales de su
mayor o menor realización aproximada” (HUA XIX/1:107)43

Es decir que el significado no es ideal en el sentido de una idea regulativa a la que debemos tender
como caso límite de lo perfecto. El significado es ideal en el sentido de que es universal, está fuera
del tiempo y brinda la identidad y unidad en la multiplicidad de apariciones fugaces.
La segunda distinción que debe hacerse es entre la idealidad del significado, como fue
presentada hasta aquí, y la idealidad de la expresión. Esta última concierne a la idealidad propia de

43 “Die Idealität der Bedeutungen ist ein besonderer Fall der Idealität des Spezifischen überhaupt. Sie hat also keineswegs
den Sinn der normativen Idealität, als ob es sich um ein Vollkommenheitsideal, um einen idealen Grenzwert handelte, der
gegenübergesetzt wird den Einzelfällen seiner mehr oder minder angenäherten Realisierung”

53
la palabra al nivel de las lenguas empíricas, aquella idealidad de las letras y los sonidos verbales que
conforman las palabras en los distintos lenguajes: “una expresión lingüística es una entidad que
pertenece a un geistige Welt o a un Kultur-Welt y no […] a la naturaleza física” (Mohanty, 1964:31).
Esta idealidad es menos relevante en tanto no concierne a los significados mismos y, por lo tanto, a
las especies y objetos generales, sino que concierne a objetos culturales que tienen otro tipo de
idealidad, menos ‘universal’, por así decir. Sin embargo, la distinción es importante para
comprender los diferentes niveles en los cuales Husserl realiza sus descripciones. Por un lado están
los significados ideales, universales y atemporales, por el otro están las palabras propias de las
distintas lenguas que también permanecen, con ciertas restricciones, ‘iguales’ frente a la
multiplicidad de sus emisiones. Así, con esta distinción, vemos que Husserl no ignora ciertos
aspectos históricos o materiales del lenguaje, sino que simplemente no son su preocupación
principal:

“Husserl no niega que el sistema de signos que constituye un lenguaje es un producto


de la asociación y por lo tanto de la costumbre. Pero eso no es para él razón suficiente para
sostener la visión de que una expresión lingüística no es otra cosa que un signo tal o que nuestro
entendimiento de una expresión no es nada más que la capacidad de operar con el signo a partir
de las convenciones criadas culturalmente. […] La tesis de Husserl sería que, dado un conjunto
de signos y reglas de operación desarrollados a través de la costumbre, tal conjunto con sus
reglas no conformaría un lenguaje (ni su uso conformaría entendimiento) a menos que el dicho
acto intelectual —el acto de intención significativa— superviniera” (Mohanty, 1964:42-3).

En conclusión, la tesis de la idealidad del significado sostiene que las significaciones que
constituyen las expresiones lingüísticas son objetos ideales en los que pensamos cuando realizamos
una intención significativa. Son ideales y por lo tanto atemporales, generales y relacionados con las
especies y esencias. Brindan la unidad en la multiplicidad de actos reales y pasajeros, unidad que
aparece en el contenido ideal que cada acto tiene como parte.

E. Las intenciones significativas

Las intenciones significativas son actos y, en ese sentido, son parte de la conciencia que
intenciona y, por lo tanto, son fugaces, reales, temporales. Sin embargo, el contenido de estos actos
son significados ideales. ¿Cuál es la relación entre una intención significativa y un significado ideal?

54
Como he señalado ya en repetidas ocasiones, una intención significativa no se dirige a un significado,
sino que se dirige a un objeto o estado de cosas. Las intenciones significativas tienen como medio
los significados, son, básicamente, la presencia de significados en la conciencia, son el contenido del
acto, pero no el objeto:

“Cuando, por ejemplo, producimos un enunciado, entonces juzgamos sobre la cosa


correspondiente y no sobre el significado de lo enunciado, sobre el juicio en sentido lógico. […]
Esto recién se nos vuelve objetivo en un acto de pensamiento reflexivo, en el que no nos
volvemos simplemente al enunciado realizado, sino que realizamos una abstracción necesaria
(o mejor dicho, ideación)” (HUA XIX/1:108)44

El significado, entonces, está presente en el acto no como aquello a lo cual el acto se dirige,
sino como el medio a través del cual el acto intenciona el objeto correspondiente. Bernet, Kern &
Marbach definen las intenciones significativas de la siguiente manera:

“Una ‘intención semántica’ es para Husserl un acto intencional que […] tiene la función
de traer el signo lingüístico y la significación a comunicación el uno con la otra de manera tal
que el signo lingüístico sea entendido primariamente como el representante no de la
significación sola, sino [también] del objeto de referencia intencionado significativamente”
(Bernet, Kern & Marbach, 1993:171).

Así, para que el significado se vuelva objeto temático de la intención, debe realizarse un
nuevo acto, una reflexión o ideación que me ofrece como resultado el significado ideal como
momento del acto:

“Este es el nombrado momento descriptivo, que ofrece el ‘fundamento básico


ejemplar’ para el segundo paso en la producción de objetos lógicos ‘subyacentes’, paso que
Husserl nombró ideación. Uno puede nombrarlo momento-de-significación de la vivencia lógica,

44
Wenn wir z. B. eine Aussage machen, so urteilen wir über die betreffende Sache und nicht über die Bedeutung des
Aussagesatzes, über das Urteil im logischen Sinne. […]Dieses wird uns erst gegenständlich in einem reflektiven Denkakt,
in dem wir nicht bloß auf die vollzogene Aussage zurückblicken, sondern die erforderliche Abstraktion (oder besser gesagt
Ideation) vollziehen.

55
Husserl lo designa a veces también como ‘momento del acto de significar’ o como ‘carácter del
acto de significar’” (Beyer, 1996:156).

Husserl tiene presente estos dos aspectos constantemente a lo largo de su presentación.


Por un lado, está el significado como unidad ideal en la multiplicidad, por el otro, está el acto real
de intencionar significativamente. En términos de Benoist, “Husserl logra una síntesis original entre
un punto de vista ‘intencional’ y un objetivismo semántico” (Benoist, 2003:25), en términos de
Mohanty “El platonismo de Husserl concierne al significado intencionado, tanto como su
intelectualismo concierne al acto de intención-significativa” (Mohanty, 1964:50).
Este punto de unión entre ambas perspectivas que aparecen completamente disociadas
muchas veces en la tradición es alcanzado por Husserl en la importancia que le atribuye a los actos
de cumplimentación significativa. Las intenciones significativas pertenecen a una clase especial de
actos, aquellos a los que es posible brindarles cumplimiento intuitivo, es decir, actos de conocer. Sin
embargo, no es necesario que este cumplimiento esté dado para que haya, de hecho, intención
significativa o comprensión de significados45:

“[los] actos de conferir-significado (Bedeutungsverliehende Akte) no son lo que está


‘expresado’ por la expresión, incluso si una expresión nunca es expresión excepto en virtud de
precisamente estos actos. En contraste, Husserl nos dice, podemos decir que son los actos de
cumplir la significación los que están expresados en la expresión. […] la intención es la única
condición necesaria para que un nombre tenga significado” (Benoist, 2003:22)

Las intenciones significativas son actos objetivantes porque pueden tener cumplimiento y
en consecuencia otorgar conocimiento. Insisto, sin embargo, en que aquí lo que cuenta es la
posibilidad y no la realización. Las intenciones significativas permiten la comprensión del significado
más allá de cualquier cumplimentación, pero esto, parecería posible justamente en virtud de su
posibilidad de ser cumplimentados:

“Un acto es ‘objetivante’ si es capaz de funcionar como un componente de una


situación de conocimiento. El conocimiento, distinguido de los meros pensamientos, consiste
en el cumplimiento intuitivo de una intención acompañado de la conciencia de la identidad de

45 Más sobre la cumplimentación intuitiva en el capítulo II.

56
ese cumplimento con la intención. […] Podemos decir, por lo tanto, que los actos objetivantes
son aquellos capaces de tal cumplimiento identificatorio. Las intenciones significativas
pertenecen a este grupo de actos intencionales objetivantes. […] Los actos objetivantes pueden
ser clasificados aún en actos signitivos o simbólicos y en actos intuitivos. Esta distinción entre
ellos corresponde a la distinción entre pensamiento e intuición. […] Las intenciones signitivas
constituyen el significado de las expresiones” (Mohanty, 1964:46)

Las intenciones significativas son actos objetivantes que se dirigen a objetos o cosas a través
de los significados ideales que instancian en cada acto y que tienen, a la vez, como componentes de
esos actos. Podemos efectuar una reflexión y dirigirnos a los significados mismos, intencionarlos
como especies ideales, como objetos. Si no realizamos esta reflexión, podemos entonces atender a
la posibilidad de su cumplimentación, posibilidad que constituye la esencia del conocimiento. En
este sentido, entonces, las significaciones ideales se instancian en un acto y además se realizan en
una intuición. Una expresión no expresa un significado, sino un objeto, al cual se dirige el acto
intencionalmente. Pero si el acto de intención significativa está realizado, está cumplimentado
intuitivamente, entonces sí se expresa este cumplimiento en él.

F. Conclusiones del capítulo

La primera aproximación al concepto de expresión en Husserl que he presentado en este


capítulo consiste en una caracterización preliminar, principalmente ontológica: lo que la expresión
es, es un soporte físico o fantaseado animado de sentido mediante un acto intencional. Siguiendo a
Husserl, comenzamos con una descripción via negationis, sosteniendo que la expresión no es una
señal. Señal y expresión son dos subcategorías pertenecientes a la categoría más amplia de signo.
La señal se caracteriza por estar en una relación de indicación, en la que algo funciona como señal
para el convencimiento de la existencia de otra cosa, donde la señal y lo señalado están asociados
empíricamente para una conciencia subjetiva. La expresión es diferente a la señal, en tanto que no
depende ni de la relación de indicación ni de la de asociación.
Positivamente, la expresión es el resultado de una intención significativa dirigida a un
complejo sonoro o escrito, o a la fantasía de un complejo tal. Así todo, cuando las expresiones son
usadas comunicativamente, su uso principal, funcionan como señales de los estados mentales de
los interlocutores. En este sentido, problematicé la llamada relación de notificación, al notar que
57
Husserl la presenta de manera tal que no es necesaria la comprensión lingüística de la expresión,
para tomar nota de los estados mentales ajenos. Esto me llevó a afirmar que debe haber algún otro
proceso, entonces, que permita la comprensión del otro como alguien que quiere comunicarse para
que esto fuera posible. Así, propuse entender que la notificación en sentido estrecho, la toma de
nota del hecho de que el otro está usando complejos sonoros o escritos con la intención de
comunicarse, es independiente de la expresión y realizada por algún otro proceso no descrito en
LU. La notificación en sentido amplio, esto es la toma de nota de los estados mentales específicos
que son expresados en la expresión, sí requeriría entonces de que comprendamos lingüísticamente
la expresión.
Una vez caracterizada la expresión en relación a la señal, positiva y negativamente, seguí a
Husserl en su reducción a los elementos esenciales de la expresión. Así, se volvió evidente que
habiendo expresiones en la vida solitaria del alma, es decir, expresiones que no son comunicadas a
nadie, sino que sólo aparecen en el curso de vivencias interno, las expresiones siguen siendo
expresiones por tener significado. De esta manera, tanto la comunicación, como la notificación,
como el soporte físicamente real de la expresión se volvieron accesorios a ella y no esenciales. Hasta
aquí la expresión es, entonces, la instanciación de un significado sobre un soporte físico o
fantaseado, la palabra, mediante una intención significativa que la anima de sentido. Cuando la
expresión es comunicada y exteriorizada realmente, notifica también estados mentales y se ve
involucrada en una relación de indicación, propia de la señal. Pero considerando que esto puede no
ocurrir sin afectar a la expresión, esta se reduce esencialmente a la palabra física o fantaseada y el
acto intencional dador de sentido.
El giro hacia la vida solitaria del alma le permitió a Husserl concentrarse en el ámbito ideal
de la significación que, como tal, se contrapone con el ámbito real de los actos de dar significado y
notificar. El significado como especie ideal aparece como contenido ideal en los actos y funciona, en
última instancia, como garante de la objetividad.

58
Capítulo II
Significado y referencia

“El tercer sentido a ser ahora discutido del ser de la expresión concierne a la objetividad
mentada en la significación y expresada a través de ella” (HUA XIX/1:52)46, así afirma el §12 titulado
“Continuación: la objetividad expresada” y concierne a la tercera función de la expresión: la
referencial. Hasta aquí hemos visto que la expresión se compone de un soporte físico o fantaseado,
una intención significativa o acto dador de sentido que la constituye como tal sobre la base de ese
soporte y una función notificativa que aparece solamente en el contexto de los usos comunicativos
de la expresión. Veremos en esta sección en qué consiste esta tercera función o “sentido” de la
expresión.

“Cada expresión no sólo dice algo, sino que también lo dice acerca de algo; no tiene
sólo un significado, sino que refiere a algún objeto. Esta referencia es, a veces, una referencia
múltiple para una y la misma expresión. Nunca coincide el objeto con el significado” (HUA
XIX/1:52)47

La propiedad de las expresiones de “decir algo acerca de algo”, de tener una referencia
objetiva a algo externo a la expresión no coincide con la función significativa de la expresión, de
tener un significado o instanciar una significación. Presentaré tres tesis acerca de la función
referencial de la expresión de acuerdo con Husserl: i) referencia y significación nunca coinciden en
el sentido de que son dos funciones y dos aspectos diferentes de la expresión, pero ii) la referencia
se da por medio de la significación y sólo es posible gracias a ella y iii) toda expresión tiene función
referencial, por lo tanto la referencia es esencial a la expresión, con lo que toda expresión es
referencial, en el sentido peculiar en que Husserl presentará este concepto.

46 “Der jetzt zu erörternde dritte Sinn des Ausgedrücktseins betrifft die in der Bedeutung gemeinte und mittels ihrer
ausgedrückte Gegenständlichkeit”
47 “Jeder Ausdruck besagt nicht nur etwas, sondern er sagt auch über Etwas; er hat nicht nur seine Bedeutung, sondern er
bezieht sich auch auf irgendwelche Gegenstände. Diese Beziehung ist für einen und denselben Ausdruck unter Umständen
eine mehrfache. Niemals fällt aber der Gegenstand mit der Bedeutung zusammen”

59
A. Significado y referencia.

La primera tesis respecto de la función referencial afirma que esta nunca coincide con la
significación. La razón principal que lleva a Husserl a sostenerla es que existen casos en los que la
significación expresada varía y se mantiene la referencia, y casos inversos, en los cuales varía la
referencia manteniéndose la significación igual. Casos de igual significación y referencia son
expresiones “tautológicas” como la misma palabra, pero en diferentes idiomas. Casos de diferente
significación e igual referencia son expresiones cuyo contenido es diferente, pero, así todo, la
objetividad que nombran es la misma. Los ejemplos de Husserl son “el vencido de Waterloo” y “el
vencedor de Jena” como expresiones que significan diferente, porque lo que afirman es diferente,
pero ambas refieren a la misma objetividad, Napoleón. Por último, Husserl presenta la posibilidad
de expresiones con igual significación y diferente referencia, como es el caso de la expresión
‘caballo’, que significa siempre lo mismo, pero refiere a objetividades diferentes según el contexto
de la expresión en la que aparece: “Bucéfalo es un caballo” y “este caballo de carreta es un caballo”
son los ejemplos. En ambos ‘caballo’ significaría lo mismo, pero en un caso referiría a Bucéfalo y en
otro a aquel caballo de carreta.
Más allá de los diversos casos en los que lo significado y lo mentado objetivamente pueden
‘cruzarse’ y no coincidir, la necesidad de distinguir entre ambas funciones descansa en un simple
hecho: un significado, como entidad ideal in specie, no es aquello que yo miento cuando utilizo
expresiones significativamente. En las expresiones, que son siempre temporales y efímeras,
cambiantes y múltiples, aparecen instanciados significados ideales que son únicos y unitarios.
Justamente es gracias al significado que, a través de él, me refiero al objeto intencional que
tematizo: “El significado no es ni el objeto referido ni una presentación del objeto, ni una imagen
mental, ni siquiera una intuición del objeto” (Mohanty, 2008:90).
Si ambas funciones no coinciden, debemos entonces precisar cómo se relacionan:

“Una expresión gana referencia a objetividades solo gracias a que significa y entonces
con derecho se dice que una expresión designa (nombra) un objeto por medio de su significado,
o sea, que es el acto de significar la manera determinada de mentar el objeto correspondiente

60
—sólo que, justamente, esta manera de mentar significativa, y con ella la significación misma,
puede cambiar, manteniendo idéntica la dirección objetiva” (HUA XIX/1:54-5)48

Es la intención significativa, entonces, aquella que permite que una expresión gane referencia
objetiva. Mediante la expresión que instancia un significado gracias a esa intención significativa,
nombro un objeto o estado de cosas que intenciono. Es el significado mismo el que permite que la
expresión mantenga una referencia con algo externo a la expresión misma, un objeto intencional49.
Dado que la referencia es una relación semántica parece coherente que dependa para su posibilidad
del significado mismo. Husserl no estaría afirmando que sólo puedo intencionar objetos mediante
expresiones, sino que sólo puedo hablar de ellos mediante expresiones que instancien una
significación ideal50.

48 “daß ein Ausdruck nur dadurch, daß er bedeutet, auf Gegenständliches Beziehung gewinnt, und daß es also mit Recht
heißt, der Ausdruck bezeichne (nenne) den Gegenstand mittels seiner Bedeutung bzw. es sei der Akt des Bedeutens die
bestimmte Weise des den jeweiligen Gegenstand Meinens - nur daß eben diese Weise des bedeutsamen Meinens und
somit die Bedeutung selbst bei identischer Festhaltung der gegenständlichen Richtung wechseln kann”
49 Un objeto intencional puede ser tanto un objeto como un estado de cosas compuesto a partir de objetos y predicados
o relaciones. Cf., por ejemplo, Drummond (2008:217): “Un estado de cosas es el objeto intencionado en un acto de juzgar.
Así, el estado de cosas es un objeto categorial que es la articulación de la situación”
50 Me parece oportuno aquí introducir una breve comparación con la semántica de Frege, quien quedará fuera del resto
de este trabajo. Para él los nombres expresan un sentido y refieren a un objeto, cuando el objeto existe, para Husserl las
expresiones nominales expresan un significado y refieren siempre a algún tipo de objetividad. En el nivel de los
enunciados, Frege sostiene que expresan un pensamiento, que no es más que el sentido del enunciado todo, y Husserl
por su parte sigue sosteniendo que expresan un significado. Un punto fundamental de conexión entre ambos autores es
que en Frege también “podemos decir que un nombre propio expresa un sentido y a través de este sentido refiere a un
objeto” (Rosado Haddock, 2000:25, énfasis mío) y, en este sentido, “el sentido determina unívocamente su referencia,
pero la referencia no determina el sentido unívocamente; y el signo determina el sentido unívocamente, pero el sentido
no determina el signo unívocamente” (loc. Cit.). Es mediante los sentidos que los signos ganan referencia objetiva, cuando
lo hacen, al igual que en el caso de Husserl. Por otro lado, a partir de esta cita podemos apreciar también que las
condiciones de identidad de una expresión no recaen en su forma lingüística, sino precisamente en el sentido que
expresan, como ocurre también con Husserl: “El mismo sentido tiene diferentes expresiones en diferentes lenguas e
incluso en la misma lengua” (Frege, 1948:211). Así, lo que determina la referencia no es directamente el signo o palabra,
sino el sentido por ella expresado, que puede variar de lengua a lengua o al interior de la misma lengua en lo que se conoce
como casos de sinonimia (palabras que expresan el mismo significado). La primera diferencia fundamental y explícita entre
ambos autores aparece al nivel de la referencia de enunciados completos. Para Husserl la referencia de un enunciado es
a un estado de cosas y a una situación. Para Frege, en cambio, la referencia es a un valor de verdad, donde los únicos

61
Encontramos en las VB una reiteración tanto de la distinción de ambas funciones, como de
su relación de dependencia:

“A través de que la expresión significa se refiere a algo objetivo. La expresión es


expresión por medio de su función significativa y allí recae que diga algo sobre las objetividades”
(HUA XXVI: 30)51

En esta sección me propuse solamente establecer algunos de los conceptos fundamentales


en torno a la referencia: es un relación semántica que va desde la expresión hacia afuera de ella, no
coincide con la función significativa, dado que no es lo mismo instanciar un significado ideal en una
expresión particular, que ganar referencia a una objetividad mentada a través del significado. En las
secciones siguientes problematizaré varias de estas cuestiones: en primer lugar, me ocuparé del
estatuto peculiar que Husserl le otorga a la referencia y trataré de aclarar la afirmación que Husserl
mismo parece sostener, de que toda expresión ‘es referencial’. En un segundo momento, incluiré la
consideración respecto de la plenificación de las expresiones y compararé entonces lo que es este
mero ‘ser referencial’, ‘estar dirigido a’, respecto de lo que es una referencia plenificada. Luego, me
ocuparé de un grupo particular de expresiones, las llamadas esencialmente ocasionales, que, por su
naturaleza, presentan ciertas peculiaridades respecto de su significado y referencia. Por último,
trataré algunos problemas relativos a las argumentaciones que Husserl emplea para distinguir
significado de referencia. En particular, cuestionaré la necesidad de incluir un grupo de casos de
igual significación y diferente referencia.

posibles son verdadero y falso, y son considerados ambos como objetos: “Por brevedad, llamo a uno verdadero y al otro
falso. Cada oración declarativa concernida con la referencia de sus palabras debe por lo tanto ser considerada como un
nombre propio y, su referente, si existe, es o bien lo verdadero o bien lo falso” (Frege, 1948:216). Encontramos una
segunda diferencia a la hora de determinar la referencia de las expresiones predicativas. En el caso de Husserl estas
refieren a una clase u objeto ideal. En el caso de Frege, dichas expresiones refieren a un concepto y “los conceptos son
funciones de un argumento cuyo valor es un valor de verdad” (Rosado Haddock, 2000:26). Los conceptos determinan una
extensión bajo la cual cae el sujeto del enunciado. Un concepto por sí solo está ungestattig, unsaturated, no-saturado, en
tanto que no se determinó una extensión para el argumento. Así, cuando se le asigna un valor a la función del concepto,
la referencia se satura y se alcanza el objeto del enunciado total.
51 “Dadurch, daB der Ausdruck bedeutet, bezieht er sich auf etwas Gegenständliches. Der Ausdruck ist Ausdruck vermoge
seiner Bedeutungsfunktion und an ihr liegt es, daB er von Gegenständlichkeiten etwas sagt”

62
B. Todas las expresiones son referenciales

La tesis de que toda expresión sea referencial puede parecer algo problemática si se
malinterpreta. ¿Qué querría decir, por ejemplo, que la expresión “cuadrado redondo” sea
referencial? Esta tesis sólo tiene sentido si se ha comprendido primero el movimiento hacia la
interioridad de la vida solitaria del alma que presenté en el capítulo anterior. En esta sección me
ocuparé de precisar el concepto husserliano de referencia, para lo cual será necesario incluir algunas
distinciones respecto del concepto analítico. Dejaré para el capítulo III el tratamiento explícito de
las llamadas “representaciones sin objeto”, pero será necesario en este contexto hacer mención de
ciertos casos problemáticos de la ‘referencia a objetos inexistentes’, porque muestran de manera
más clara cómo entiende Husserl el concepto de referencia.
Husserl sostiene explícitamente que “[…] utilizar una expresión con sentido y referirse
expresando a un objeto (representar un objeto) es una sola cosa” (HUA XIX/1:59). Si aceptamos que
toda expresión tiene sentido/significado, dado que eso es lo que la define como tal, parecería
seguirse de esta afirmación que, entonces, toda expresión es también referencial. Ahora bien, esta
tesis resulta altamente problemática si comprendemos el concepto de ‘referencia’ desde la
perspectiva analítica clásica, bajo la cual se asume que solamente son referenciales aquellas
expresiones cuyo referente de hecho existe ‘en el mundo’52. Parece necesario, entonces, dejar a un
lado, por un momento, el concepto clásico analítico de referencia para poder comprender aquello
de lo cual Husserl está hablando y sólo así, en un segundo momento, retomar dicho concepto para
compararlo con el de Husserl. Considero que sólo de esta manera podremos dar cuenta realmente
de aquello que Husserl tenía en mente al sostener este carácter de la relación de referencia.
Según Husserl, entonces, el carácter referencial de toda expresión como tal, no implica que
esa referencia esté necesariamente realizada en el mundo y ni siquiera que tenga necesariamente
una intuición que la legitime. La referencia en Husserl es presentada como una propiedad del acto

52 Para una presentación general del concepto de referencia en la tradición analítica, cf. Reimer, M. and Michaelson, E.,
Reference, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2014 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL =
http://plato.stanford.edu/archives/win2014/entries/reference/. “Aunque parezca implausible sostener que todas las
palabras refieren, que todas las palabras de alguna manera se ‘enganchan’ a pedazos de la realidad, diferentes tipos de
palabras parecerían ser del tipo referencial”.

63
intencional, que define el carácter propio de todo acto como un acto dirigido hacia, apuntado a. En
este sentido, la referencia es una relación intencional mediada por el significado:

“La intencionalidad desde este punto de vista difícilmente pueda ser separada de su
modelo lingüístico, y es muy significativo que sea casi imposible que pueda ser presentada de
manera obvia esta forma universal de la referencia a las cosas de otro modo que como una
intención de las cosas, por medio de un sentido, por un sentido. Veremos cómo, en la estructura
de la intencionalidad misma, deberemos reconocer un efecto directo de este modelo que
podremos llamar ‘semántico’. De un extremo al otro, es la significación y la modalidad
significativa de la intencionalidad, que conducen al estudio de la intencionalidad” (Benoist,
2001:115)

Pero el punto central de la noción de ‘referencia’ en Husserl es que esta no debe ser entendida
como una relación entre dos polos, un ‘yo’ y su correlato intencional, un objeto. El hecho de que
toda expresión sea referencial sugiere inmediatamente que toda expresión tiene una referencia a
un objeto intencional que se pone como correlato de ese acto. Parece, más bien, que la referencia
no debe ser tomada en sentido propio como una relación, sino ella misma como un ‘objeto’, un
acto, en palabras de Benoist, como un tipo de relación ‘unaria’:

“Pero, si la intencionalidad lejos de ser una relación que se encuentra “entre” un objeto
y otro, es una relación que es ella misma un objeto (pero un objeto de un tipo bien particular:
un acto), ¿qué pasa con su correlato? A falta de ser un verdadero predicado binario que
reagrupa dos objetos en una relación y por ende los reclamará como tales, podríamos estar
tentados a decir que es entonces una suerte de predicado unario (pero intencional, porque sus
conjunto de valores no alcanza para definirlo) lo cual confiere al objeto al que le aplicamos esta
propiedad eminente de ser intencionado —esto quiere decir, insistimos, siempre ser
intencionado como esto o aquello” (Benoist, 2001:118)

Entonces, este sentido en el cual las expresiones de la semántica husserliana son


referenciales es ciertamente peculiar. Todas las expresiones son referenciales en su tender hacia,
dirigirse a, dado que esta es la marca del acto intencional en general. Pero no por eso tenemos que
entender la referencia como una relación entre la conciencia y un objeto. Esa forma de interpretar
el concepto conduce a problemas relativos a la ontología de ese objeto e introduce complicaciones

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ulteriores para poder distinguir entre expresiones plenificadas y vacías. Veremos esto un poco más
adelante. Ahora, ¿por qué resulta necesaria esta tesis? Creo que lo que Husserl tiene en mente al
sostener que toda expresión es necesariamente referencial, es la distinción entre la falta de
significación, que no constituye una expresión, y la posibilidad de comprender una expresión,
justamente por ser ésta significativa, pero de comprender una expresión cuyo referente es un
objeto imposible. Esta cuestión se aclara justamente en el §15 dedicado a resolver equívocos en
torno a cuestiones relativas a la expresión. Veamos de cerca las primeras dos aclaraciones que
realiza Husserl:

“1. Al concepto de expresión pertenece el tener una significación. […] Una expresión
sin significación no es entonces, para hablar con propiedad, ninguna expresión en absoluto. […]
Aquí pertenecen construcciones sonoras articuladas que suenan a palabras, como
‘Abracadabra’, por otro lado, empero, también complejos de expresiones reales, a los cuales no
les corresponde ninguna significación unitaria, mientras que son tales por el modo en cómo se
dan externamente, parecen pretenderlo, por ejemplo, ‘verde es o’” (HUA XIX/1:59)53

Si la expresión es palabra más significación, entonces es evidente que ‘palabra’ sola, en el sentido
de un complejo vocal articulado similar a una expresión, pero sin una significación, no es entonces
una expresión. Articulaciones sonoras como ‘abracadabra’ o ‘guau’ no son expresiones porque
carecen de significación. En este sentido, parece evidente también que estas palabras no pueden
referir a nada, sin importar cómo ni cuándo las pronuncie. En el ejemplo de Husserl tanto ‘verde’
como ‘es’ como ‘o’ son casos de expresiones con significado. Pero unidos en un enunciado de esa
manera no constituyen una expresión porque les falta significación unitaria54. El punto importante
para la discusión actual de esta sección recae en que cada vez que hay significación, hay una
dirección referencial hacia, se representa un objeto:

53 “1. Zum Begriff des Ausdrucks gehört es, eine Bedeutung zu haben”. “Ein bedeutungsloser Ausdruck ist also, eigentlich
zu reden, überhaupt kein Ausdruck” “Hierher gehören wortartig klingende artikulierte Lautgebilde, wie Abracadabra,
andererseits aber auch Komplexionen wirklicher Ausdrücke, denen keine einheitliche Bedeutung entspricht, während sie
eine solche, bei der Art, wie sie sich äußerlich geben, doch zu prätendieren scheinen. Z. B. Grün ist oder.”
54 Estas cuestiones son trabajadas por Husserl en la IV LU, dedicada a la gramática lógica pura, que quedará fuera de los
límites de este trabajo. En términos generales, la propuesta de Husserl es que existen reglas que determinan la
significatividad de una expresión, reglas que son incluso anteriores a aquellas de la lógica.

65
“2. En la significación se constituye la referencia a un objeto. Entonces utilizar una
expresión con sentido y referirse expresando a un objeto (representar un objeto) es una sola
cosa. No depende, por lo tanto, de si el objeto existe o es ficticio, incluso si es imposible”
(Loc.cit.)55

Creo que la primera oración de esta aclaración puede ser legítimamente parafraseada en
los siguientes términos: “Si hay significación, entonces hay una dirección referencial”. Cada vez que
una expresión es significativa, es decir, cada vez que una expresión se conforma como tal, entonces
podemos decir que esta expresión es referencial en el sentido de que se dirige hacia un objeto y lo
representa, sea este un objeto real dado en la percepción, sea un objeto ficticio que nunca se dará,
pero sería posible en principio que lo hiciera (montaña dorada), sea incluso un objeto imposible de
ser dado en ningún sentido (cuadrado redondo). Y es que si pudiera haber expresiones que no
refirieran a nada en el sentido de Husserl, la distinción misma entre significado y referencia se
volvería borrosa. Si comprendemos enunciados como “no existen los unicornios” o “los cuadrados
redondos son figuras imposibles” es porque entendemos de qué están hablando y podemos
valuarlos. Basta con que el enunciado sea significativo para que lo comprendamos e intencionemos
algún tipo de objetividad, aunque sea oscura y confusamente, y apenas intencionamos algo
podemos tomar ese algo como el objeto intencional representado al cual nuestra expresión refiere.
Esto no implica bajo ningún punto de vista que estos objetos a los que me refiero existan, sino
solamente como aquellos objetos intencionales que tengo delante de la mente representados
cuando me expreso de esta manera. Cuando afirmo la inexistencia de los unicornios, me represento
un unicornio y por lo tanto mi enunciado se dirige a ese objeto representado que intenciono. Esta
afirmación no redunda en una paradoja, que consistiría en afirmar que si esa expresión tiene un
referente entonces los unicornios existen y por lo tanto el juicio que niega su existencia entra en
contradicción con el supuesto de que existen. Esto, porque no debemos tomar la referencia como
una relación ‘externa’ entre la conciencia y algo más, un objeto de algún tipo, sino solamente
entenderla como el carácter de la expresión en particular, y del acto en general, de estar dirigido

55 “2. In der Bedeutung konstituiert sich die Beziehung auf den Gegenstand. Also einen Ausdruck mit Sinn gebrauchen und
sich ausdrückend auf den Gegenstand beziehen (den Gegenstand vorstellen) ist einerlei. Es kommt dabei gar nicht darauf
an, ob der Gegenstand existiert oder ob er fiktiv, wo nicht gar unmöglich ist”

66
hacia ese objeto intencional, pero bajo ningún punto de vista tomarlo como un correlato ‘existente’,
en ningún sentido.
En este sentido, podemos decir que la comprensión o producción de una expresión
lingüística inmediatamente nos da un referente intencional para esa expresión. En palabas de
Bernet, Kern y Marbach:

“El núcleo entero de la teoría husserliana de la significación [descansa], principalmente,


en dos decisiones: (1) que la comprensión es un proceso mental (o fenomenológico) de
pensamiento asociado con la realidad física de los signos y (2) que en el entender la significación
de un signo lingüístico uno entiende aquello acerca de lo cual uno está hablando, esto es, uno
está referido intencionalmente a un objeto. […] Es admisible, en la base de un análisis de cierto
tipo de expresiones lingüísticas (especialmente nombres) y de cierto tipo de funciones
lingüísticas (la expresión de una vivencia intencional), inferir que cada expresión lingüística es
significativa si y solo si puede ser asociada con la presentación intencional de un objeto-acerca-
del-cual” (Bernet, Kern & Marbach, 1989:171).

En el segundo capítulo de la I LU, Husserl se dedica a refutar la concepción de que la


significación es una imagen de la fantasía y en ese sentido, sostiene:

“Seguro, en muchos casos las expresiones verbales están acompañadas por


representaciones de fantasía, que están con su significación en una relación más cercana o
lejana; pero eso contradice el hecho muy patente, de que acompañamientos de ese tipo sean
necesarios en general para el entendimiento. Con ello está dicho al mismo tiempo, que su estar
allí no puede construir la significatividad de la expresión (o su significación misma) ni su ausencia
detenerla” (HUA XIX/1:68)56.

El hecho de que a veces acompañemos con una representación de fantasía cuando comprendemos
un significado es irrelevante al fenómeno mismo de la comprensión del significado. La imagen puede
estar o no estar y eso no afecta en nada la comprensión. En este sentido, vale la contraparte del

56 “Gewiß sind in vielen Fällen die sprachlichen Ausdrücke von Phantasievorstellungen begleitet, die zu ihrer Bedeutung
in näherer oder fernerer Beziehung stehen; aber es widerspricht den offenkundigsten Tatsachen, daß derartige
Begleitungen für das Verständnis überall erforderlich sind. Damit ist gleichzeitig gesagt, daß ihr Dasein nicht die
Bedeutsamkeit des Ausdruckes (oder gar seine Bedeutung selbst) ausmachen und ihr Ausfall sie nicht hemmen kann”

67
enunciado también: el hecho de que no podamos acompañar una significación con una
representación de la fantasía no quiere decir que no comprendamos la significación o que no haya
significación. Un poco más adelante, Husserl toma el ejemplo mismo de un absurdo y dice al
respecto:

“¿Y qué ocurre, debemos preguntarnos aún, en el caso donde la significación es un


absurdo? Aquí no puede basarse la imperceptibilidad [de la imagen] en la causalidad de la fuerza
vigorosa psíquica, más bien puede la imagen no existir en absoluto, porque de lo contrario la
posibilidad del pensamiento respectivo (la congruencia de la significación) estaría garantizada
con evidencia. […] Ya Descartes señaló el ejemplo del kilógono e hizo clara en él la diferencia
entre imaginatio e intelectio” (HUA XIX/1:69)57.

Así, no hay que entender a partir de esta tesis respecto de la referencia de toda expresión, ni que
implique una imagen privada, psicológica, ni tampoco que requiera de algún tipo de representación
de fantasía para poder ser comprendida. Cuando juzgo que un cuadrado-redondo es imposible y
sostengo que ese enunciado refiere a un objeto intencional, no me comprometo ni con una forma
de psicologismo ni tampoco con la necesidad de que la comprensión significativa de ese enunciado
implique necesariamente que haya una representación de la fantasía acompañándola.
Esta tesis respecto del carácter referencial de la expresión puede llevar a diversos
equívocos. Como señalé a partir de las citas de Benoist, Husserl entiende la referencia como una
propiedad del acto y no como una relación entre dos polos. Esta segunda forma de entender la
referencia quizás sea más propia de la tradición analítica, según la cual se dice que una expresión
‘tiene referencia’ cuando el correlato de ella existe de hecho en algún sentido ontológicamente
relevante. Si se extrapola este carácter referencial que Husserl le atribuye a las expresiones, a ese
concepto relacional que conlleva compromisos ontológicos, pueden surgir problemas a la hora de
entender la tesis husserliana. Así, Atwell parece tomar esta tesis en un sentido demasiado fuerte, al
afirmar:

57 “Und wie steht es, so müßten wir weiter fragen, mit den Fällen, wo die Bedeutung eine Absurdität ist? Hier kann die
Unmerklichkeit nicht auf Zufälligkeiten der psychischen Kraftfülle beruhen, vielmehr kann das Bild überhaupt nicht
existieren, weil es sonst die Möglichkeit des bezüglichen Gedankens (die Einstimmigkeit der Bedeutung) mit Evidenz
verbürgte. […] Schon Descartes wies aufdas Beispiel des Tausendecks hin und machte an ihm den Unterschied
zwischen imaginatio und intelectio klar”

68
“Ahora, Husserl reconoce que las expresiones que no tienen objeto actual, como por
ejemplo ‘la montaña dorada’ y ‘el cuadrado redondo’ son perfectamente significativas, lo que
significa para él que tienen significado. Pero decir que una expresión no tiene objeto actual no
es decir que no tenga referencia a un ‘objeto’ o que sea no-referencial” (Atwell, 1977:84,
énfasis).

La distinción relevante que Husserl parecería querer marcar no es tanto entre significado y
objeto, sino más bien entre objeto dado o no dado en la intuición. Todas las expresiones tienen
significación y son referenciales, por las razones que anticipé en la sección anterior. Significado y
referencia no coinciden por ser dos tipos de entidades diferentes y por ser los actos que los mientan
también diferentes. Que toda expresión sea referencial parece para Husserl hasta una obviedad, en
el contexto de su teoría de la intencionalidad. Sin embargo, no debemos extender el alcance de esta
afirmación, como parecería hacer Atwell al sostener:

“En virtud del acto mental que es más esencial a una expresión y que da cuenta de que
tenga significación, toda expresión tiene referencia a un ‘objeto intencional’. […] Según Husserl,
el acto mental que presuntamente da significación, necesariamente refiere a un objeto
intencional” (Atwell, 1977:85).

En este sentido, Husserl estaría diciendo por lo menos que: siempre hay una dirección
intencional objetiva de la conciencia cuando opera, pero no que esto implique que haya referencia
a un objeto, en tanto que esto conllevaría algún tipo de compromiso con dicho objeto. Las
expresiones nos permiten (re)presentarnos objetos, pensar en ellos y, en ese sentido, estar dirigidos
a ellos, referirnos a ellos. Pero no por eso debemos atribuirles a estos objetos el carácter de ‘ser
referidos’ por una expresión, como en una relación entre “dos pilares”. En el contexto de la V LU
Husserl caracteriza justamente esa direccionalidad, pero lo que caracteriza no es el objeto como
polo de la intención, sino el acto mismo que apunta hacia:

“Es indiferente en qué sentido y con qué derecho sea el discurso sobre su ‘ser’,
indiferente si es real o ideal, si es verdadero, posible o imposible, el acto está ‘dirigido a él’. Uno
pregunta ahora, cómo debe entenderse el que el no-existente o el trascendente en un acto, en
el cual no está, pueda valer como objeto intencional, pues no hay ninguna otra respuesta para

69
eso que esta única y de hecho completamente satisfactoria, que hemos dado antes: el objeto
es intencional, esto es, existe un acto que con una intención caracterizada de manera
determinada, que se realiza justamente en esta determinación, nombramos como la intención
a este objeto. El referirse a un objeto es una peculiaridad perteneciente al contenido esencial
de la vivencia de acto, y las vivencias que señalan se llaman (por definición) vivencias
intencionales o actos” (HUA XIX/1:427)58

Así, cuando ejecuto una intención significativa, llevo a cabo un acto intencional cualquiera, por lo
que podemos decir de este acto (no del objeto) que es referencial. Si bien en la cita anterior Husserl
está hablando estrictamente del acto y no del objeto, sí sostiene la existencia de una intención que
se dirige a un objeto. Quisiera aquí citar in extenso a Jocelyn Benoist, quien en el V capítulo Objetos
y objetos intencionales en la V Investigación de su libro Intencionalidad y lenguaje en las
Investigaciones Lógicas de Husserl (2001) se ocupa específicamente de este problema. De acuerdo
al autor francés, debe sostenerse el carácter referencial de las expresiones (y de los actos
intencionales en general), pero la creencia de que estos actos conllevan la ‘existencia’ del correlato
objetivo es influencia sobre una lectura del Husserl de 1901 por su período trascendental-ideal. En
este sentido, dice Benoist retomando el ejemplo de Husserl sobre el dios Júpiter:

“De hecho, habitualmente, comprendemos el texto de la siguiente manera: el objeto


mentado no es ni mental ni extra mentem, por lo tanto no estando ni fuera ni dentro, está en
otra parte, no sabemos en qué espacio por fuera de la efectividad. En otros términos, él es ideal.
El problema es que no encontramos, en el texto de las LU, por lo menos en la primera edición,
ningún indicio en el sentido de una tal lectura, que sería perfectamente correcta desde el punto
de vista del idealismo fenomenológico trascendental. Lo que nos dice Husserl es simplemente
que no hay un tal objeto por fuera o por dentro, porque de todos modos, absolutamente, no

58 “Gleichlgültig in welchem Sinne und mit welchem Rechte von ihrem "Sein" die Rede ist, gleichgültig, ob sie real oder
ideal, ob sie wahrhaft, möglich oder unmöglich ist, der Akt ist "auf sie gerichtet". Fragt man nun, wie es zu verstehen sei,
daß das Nichtseiende oder Transzendente in einem Akte, in welchem es gar nicht ist, als intentionaler Gegenstand gelten
könne, so gibt es darauf keine andere Antwort als diese eine und in der Tat voll ausreichende, die wir oben gegeben haben:
Der Gegenstand ist ein intentionaler, das heißt, es ist ein Akt da mit einer bestimmt charakterisierten Intention, die in
dieser Bestimmtheit eben das ausmacht, was wir die Intention auf diesen Gegenstand nennen. Das sich auf den
Gegenstand Beziehen ist eine zum eigenen Wesensbestande des Akterlebnisses gehörige Eigentümlichkeit, und die
Erlebnisse, die sie zeigen, heißen (nach Definition) intentionale Erlebnisse oder Akte”

70
hay un tal objeto. En todo rigor, no es un objeto. Nos apresuramos en convertir una tesis de no-
efectividad en una de idealidad.
Lo que hay, desde el punto de vista del Husserl de 1901, es justamente el acto-de-
representar-al-dios-Júpiter, lo que es “efectivamente realizado”. Aquí, como tal (esto es parte
de la gramática de la representación, que es siempre representación de alguna cosa), comporta
una referencia a alguna cosa, pero esta referencia no da absolutamente, en ella misma, un
objeto. Debemos disociar aquí el tipo de estos dos términos que una cierta lectura estándar de
la posición intencionalista nos ha permitido relacionar: referencia y objeto. La primera es la
única lógica del acto, mientras que el segundo solo tiene una significación ontológica” (Benoist,
2001:123).

El punto fuerte que Benoist quiere sostener es que, si bien existe siempre esta dirección
referencial hacia un objeto, bajo ningún punto de vista esto es suficiente para que haya de hecho
un objeto: “De hecho, la tesis de Husserl aquí no podría ser más clara: jamás el hecho de ser mentado
alcanzará, en el sentido propio del término, para ser un objeto” (Benoist, 2001:130). David Bell es
uno de los autores a quienes Benoist acusa de llevar esta tesis más lejos de lo que el texto
husserliano admite (cf.p.128). Considero que Bell reconoce que la referencia en Husserl no coincide
con el concepto tradicional analítico de referencia, pero, de todas maneras, Bell parece considerar
que este ser referencial implica una objetividad como correlato:

“[…] [L]a expresión engañosa ‘tener una referencia’ (junto con otras equivalentemente
engañosas como ‘estar dirigido a un objeto’, ‘poseer un correlato objetivo’ y semejantes) debe
ser entendida como intrínseca al significado de una expresión, un rol que una expresión puede
realizar, por así decir, intransitivamente, sin importar lo que el mundo pueda o no contener”
(Bell, 2008:129-30).

También en otro artículo, antes de introducir una serie de citas de Husserl mismo sobre este mismo
asunto, sostiene:

“Husserl es claro y explícito en al menos un punto: una expresión o acto no puede ser
significativo y, a la misma vez, carecer de una Gegeständlichkeit, no puede tener un sentido
determinado y carecer de un objeto” (Bell, 1994:194).

Y, luego de las citas husserlianas:


71
“Husserl es claro y explícito en otro asunto. Una expresión o acto puede tener una
‘Richtung auf ein Gegestand’ incluso si su ‘Gegestand’ de hecho no existe” (loc.cit.).

Si seguimos a Benoist debemos reconocer entonces que es cierto que toda expresión tiene una
‘Richtung auf ein Gegestand’ incluso cuando el objeto es ficticio o imposible, pero no que haya un
objeto que exista como correlato de esa referencia, ya que como Bell mismo señala, la referencia
en Husserl no es relacional ni extensional.
También Dallas Willard remarca la noción de que la referencia es la marca propia de todo
acto o expresión:

“El último y más importante de los ‘descubrimientos’ de Husserl sobre Bedeutungen y


el nexo acto/objeto […] es que la relación de ‘referencia’ (bedeutend) puede estar
completamente presente en casos donde el relatum u objeto no existe” (Willard, 1994:257).

Y más adelante:

“El fenómeno de la ‘inexistencia intencional’ [en el sentido de Brentano] es salvado por


la explicación de Husserl, según la cual no perdemos nuestro específico ‘carácter de acerca’
[aboutness] cuando de hecho no existe ningún objeto tal como con el que estamos lidiando en
nuestros pensamientos. […] Para Husserl, las cuestiones del significado (lo que el acto es o sobre
qué es) no son cuestiones de existencia, aunque, por supuesto, sientan las bases esenciales para
tratar las cuestiones de la existencia” (Willard, 1994:260).

También en esta cita de Willard podemos notar que el concepto de ‘referencia’ en Husserl está
desligado del concepto de ‘existencia’. Si bien, como dice Willard y veremos en la sección siguiente,
es a partir de esta caracterización misma que la cuestión de la existencia entrará en juego para la
teoría de Husserl, la referencia sola es un concepto con menores implicancias: está siempre
presente, pero de ella sola no puede inferirse legítimamente la existencia del objeto intencional
referido. Benoist, a partir de un pasaje en el que Husserl distingue entre expresiones plenificadas y
no plenificadas, comenta:

72
“El objeto referido puede o no ser dado en una intuición. En el primer caso, se dice que
la referencia está ‘realizada’ (realisiert); en el segundo caso, la referencia no está realizada. Pero
la ausencia de una realización no le quita valor a la expresión de su significado. Según Husserl el
significado es la pura y simple relación con un objeto. Esta relación está constituida por actos
expresivos y es independiente de si el objeto está o no ‘dado’ en él sentido propio del término
(esto es, en la percepción u otra forma comparable)” (Benoist, 2003:21).

Expresarme significativamente y referirme a un objeto van de la mano y, si bien no coinciden


significación y referencia, no puede ocurrir el uno sin el otro. El esfuerzo de Husserl, como veremos
en la sección siguiente, recaerá no tanto en distinguir significado de referencia, sino en distinguir
referencia plenificada de referencia vacía o a un objeto meramente intencional. Que toda expresión
sea referencial no quiere decir que esa referencia esté siempre realizada o que el objeto intencional
al cual se refiere sea real o existente. De esta manera, Benoist concluye que “Él [Husserl] deberá en
esta posición, hablar de una cierta manera de intencionalidad sin objeto” (Benoist, 2001:131) y “Aquí
no debemos confundir dos cosas: la estructura de la referencia, que atraviesa todo ‘acto’, por lo
menos todo acto objetivante, en tanto que intencionalidad, y la dimensión, propiamente ontológica,
del objeto” (p.132).
En la sección anterior defendí, siguiendo a Mohanty, que este objeto intencional al cual
refiere toda expresión no puede ser el significado, dado que el significado es aquí el medio.
Entonces, podría argumentarse, hay algo más que Husserl está afirmando con su tesis de que toda
expresión tiene referencia, porque si lo único que lleva a sostener dicha tesis es la constricción
conceptual de que todo acto sea intencional, ¿por qué debe distinguir Husserl entre significado y
objeto de la expresión? Creo que la concepción que Husserl defiende de la referencia sigue siendo
semántica y no solamente intencional. Quiero decir con esto, el hecho de que toda expresión sea
referencial no se reduce enteramente a la afirmación más general de que todo acto tenga una
dirección intencional. El hecho de que toda expresión sea referencial, en todo caso, es el hecho de
que todo acto sea intencional, pero ahora se torna posible realizar la intención mediante una
expresión lingüística que instancia un significado. Esto quiere decir, básicamente, que cuando se
trata de expresiones lingüísticas, este carácter referencial es el que me permite (re)presentarme un
objeto y hablar acerca de él, realizar juicios y mentarlo lingüísticamente. Esto no quiere decir que
haya un objeto como correlato, en ningún sentido. Una vez más, sigo a Benoist en su caracterización
de la referencia como semántica:

73
“Un análisis tal puede pasar con todo derecho como eminentemente representativo
de la posición intencionalista: ¿no ubica Husserl aquí en el mismo plano todo tipo de objetos,
aquello que existe como aquello que no existe, aquello que puede como aquello que a priori no
puede existir, y esto para afirmar la principal igualdad antes de la referencia? Todos son objetos
legítimos de referencia: podemos hablar de ellos. Debemos de todos modos tomar recaudos
respecto de la función precisa de este análisis. Al fondo todo depende de aquello de lo que
entendamos por ‘legítimo’, puesto que hablamos de ‘objeto legítimo de referencia’, si esto
quiere decir que podemos hablar (y que en este sentido esto puede constituir un objeto de
referencia) por lo tanto Júpiter como la Torre de Babel, el cuadrado redondo como el kilógono
regular constituyen objetos legítimos de referencia. ¿Pero todo objeto legítimo de referencia es
por tanto objeto legítimo – esto quiere decir legítimamente objeto? Voila, esto es lo que no dice
en ningún caso Husserl. Él piensa lo contrario y debemos seguir aquí el movimiento sutil de un
texto que no tiende más que a disociar el tipo de la referencia y aquel del objeto, planteando la
pregunta, sobre la que la VI LU dará una respuesta, de la legitimación del objeto” (Benoist,
2001:124-5)

Es decir que la relación de referencia sigue siendo semántica en tanto que ahora, lo que
Husserl estaría sosteniendo, es que todo aquello a lo que me refiero mediante una expresión, puede
ser expresado lingüísticamente, puede ser articulado en un lenguaje, puede ser ‘un objeto legítimo
de referencia’, aunque no sea legítimamente un objeto. No es solamente que a todo acto
corresponde la dirección a un objeto, es algo más: esa dirección al objeto, si es mediante una
expresión, permite entonces convertir lo que me represento en un sujeto lógico-gramatical, capaz
de recibir predicados y susceptible de ser descrito y juzgado.
Esta forma de caracterizar la referencia es, en opinión de Bell, un gran desvío de lo que suele
entenderse bajo este concepto en las discusiones contemporáneas:

“Husserl no está hablando de la referencia para nada —no, al menos por cómo se
entiende la palabra normalmente en las discusiones contemporáneas de teoría del significado.
Esa noción de referencia es extensional, genuinamente relacional y conlleva compromisos
ontológicos con cualesquiera ítems comprendan sus términos. La noción de Husserl de
‘gegeständliche Richtung’, en marcado contraste, es intencional, pseudo-relacional y
específicamente diseñada para ser aplicable en casos donde ‘el objeto no existe’” (Bell,
2008:137).

74
Parece innegablemente cierto que la noción husserliana de referencia, justamente por la tesis que
estoy presentando en esta sección, no es la noción estándar en la discusión contemporánea. Se
torna importante, en consecuencia, tener presente que la “referencia” husserliana sola no es la
referencia de la tradición analítica. Argumentaré en la sección siguiente que esa noción de
referencia propia de la tradición analítica sólo es alcanzada en Husserl cuando se toma en
consideración también la plenificación de las expresiones. Ahora bien, cabe aclarar dos cuestiones:
la primera, como anticipé, es que la referencia en Husserl no implica la existencia de ningún objeto
como correlato, debido a que justamente no es una relación; segundo, que la referencia husserliana
no sea la de la tradición analítica no implica necesariamente que no sea semántica. Si entendemos
por semántica aquella propia del lenguaje y vinculada con el significado, entonces podemos
sostener que la referencia husserliana es también semántica. La tesis de que toda expresión sea
referencial implica, para Husserl, no solamente que todo acto intencional tiene una dirección
objetiva, sino también y especialmente, que en el caso de una expresión, ese correlato del acto
objetivo (que en este caso sería una intención significativa) es un objeto intencional representado,
pero, además, que el tipo de intencionalidad en juego es mediado por un significado. La referencia
no es meramente una ‘dirección hacia’ cualquiera, sino que es la relación que aparece cuando hay
lenguaje involucrado. Que una (o toda) expresión sea referencial, tenga una dirección objetiva, no
quiere decir simplemente que la conciencia se dirige siempre a objetos en intenciones, sino que, en
particular, esta es mediada por el significado y que, por lo tanto, pone el objeto ‘meramente’
intencional, como un objeto que puedo nombrar, sobre el que puedo hablar, predicar y juzgar. Esto
sólo no alcanza para equiparar la referencia husserliana a aquella de la discusión contemporánea,
pero sí debería bastar para diferenciar la relación de referencia en Husserl, de la relación que
cualquier acto intencional tiene con su correlato objetivo.
Esta caracterización del concepto de referencia, diferente de la concepción estándar del
término, podría levantar alguna sospecha de que Husserl está incurriendo en una actitud
psicologista al atribuirle algún tipo de referencia objetiva a expresiones cuyo objeto no existe. ¿A
qué refieren estas expresiones? Contestamos: al objeto intencional, tal como es intencionado. Pero
si el objeto intencional no existe, ¿no es ese objeto una representación subjetiva, privada,
psicológica? La existencia del objeto no es propia del acto, por lo tanto este problema puede ser
extendido a todos los actos intencionales sin o antes del cumplimiento intuitivo. La respuesta a este
problema radica en que el objeto intencional no debe identificarse con una vivencia psicológica
75
privada, sino solamente con un objeto intencional al cual nos dirigimos gracias a la instanciación del
significado ideal, por un lado, y al eventual cumplimiento intuitivo, por el otro. Pero especialmente,
debe tenerse en cuenta que este objeto intencional no existe, no está implicado por el acto de
referirse a él, la intención no conlleva, “no alcanza” para la existencia del objeto. Es importante
remarcar aquí la postura de Husserl frente a este problema:

“[Q]ue el objeto intencional de la representación es el mismo que su objeto real y —


dado el caso— que su objeto externo y que es un contrasentido distinguir entre ambos. El objeto
trascendente no sería objeto de esta representación si no fuera su objeto intencional” (HUA
XIX/1:439)59

Podemos decir, según esta cita, que todo objeto real es necesariamente un objeto intencional, pero
no todo objeto intencional es un objeto real. La tesis de que toda expresión es referencial implica
entonces, no que los objetos intencionales existan, sino simplemente que todo acto intencional
conlleva una relación a un objeto intencional y que, cuando se trata de una expresión, esta relación
es mediada por un significado ideal y denominada ‘relación de referencia’.
Como conclusión de esta sección, podemos señalar que la tesis que afirma que toda
expresión es referencial significa que toda expresión, al tener significación, conlleva necesariamente
una dirección referencial a un objeto intencional, sea este real, ficticio o imposible. Por otro lado, la
referencia es algo más que la afirmación de que todo acto intencional tiene un correlato objetivo,
en tanto que es una relación semántica que establece la posibilidad de nominalizar y predicar sobre
aquellos objetos que me represento mediante una expresión significativa.

C. Objeto meramente intencional y objeto real: la plenificación

Si la referencia se da en todas las expresiones y esa referencia es siempre y necesariamente


(aunque no siempre exclusivamente) a un objeto intencional representado, ¿cómo distinguimos
entre objetos reales y meramente intencionales? Si la referencia puede no ser a objetos reales y
existentes, entonces ¿cuál es la relación entre el objeto intencional y el objeto real? O ¿cómo nos

59 “daß der intentionale Gegenstand der Vorstellung derselbe ist wie ihr wirklicher und gegebenenfalls ihr äußerer
Gegenstand und daß es widersinnig ist, zwischen beiden zu unterscheiden. Der transzendente Gegenstand wäre gar nicht
Gegenstand dieser Vorstellung, wenn er nicht ihr intentionaler Gegenstand ware”

76
referimos a objetos reales y cómo distinguimos esta relación de la referencia? Este es el problema
de las llamadas intenciones vacías o signitivas y de cómo distinguirlas de las intenciones
cumplimentadas o plenificadas.
Podemos presentar la caracterización de la plenificación que Husserl hace en términos de
la problematización que sobre ella hace David Bell, quien señala que, comenzando Husserl por el
lado subjetivo de la descripción y enfatizando en la legitimidad fundamental de la interioridad frente
al lado objetivo, la correspondencia entre ambos objetos y entre ambos actos es problemática:

“Lo que la teoría no nos dice aún es, sin embargo, cómo es que dos o más actos están
relacionados el uno con el otro cuando, por así decir, comparten el mismo objeto intencional.
Este es un problema sustantivo para Husserl precisamente porque la ‘dirección-al-objeto’ es
una propiedad intrínseca de los actos y una que pueden poseer sin que haya actualmente un
objeto al cual están dirigidos. Este problema puede ser intensificado, ligeramente, si
introducimos la complicación adicional de que un acto puede ser uno meramente signitivo,
conceptual, mientras que el otro puede ser un acto de intuición sensorial” (Bell, 2008:143)

La plenificación (Erfüllung) es la cumplimentación de una intención vacía


paradigmáticamente mediante la percepción o también mediante algún tipo de presentificación.
Para que tenga sentido el discurso sobre plenificar una intención, debemos tener antes una
intención no plenificada, es decir, vacía. Esto ocurre precisamente en el caso de la expresión, caso
en el que yo puedo expresarme sobre algo sin tener el correspondiente cumplimiento intuitivo.
Como vimos extensamente en la sección anterior, esto ocurre a menudo, puedo de diversas
maneras hablar acerca de objetos de los que puedo no tener experiencia. Seguido a esa intención
vacía, puede aparecer una plenificación que cumpla y dote de contenido intuitivo mi expresión,
agregándole así un sentido “extra”, como también podría ser, por supuesto, que mi intención vacía
se viera defraudada por la percepción. Husserl llama también a estas intenciones vacías, que son
vacías por no estar “llenas” de contenido intuitivo, intenciones signitivas.
Los actos plenificadores tienen un estatuto peculiar, como puede apreciarse a partir de la
lectura del texto husserliano. Por razones obvias no pueden ser esenciales a la expresión, ya que
eso supondría que toda expresión estuviera plenificada o fuera plenificable y es claro que ninguna
de las dos es cierta, tanto si tomamos plenificación en el sentido de confirmación estricta como si
lo tomamos en el sentido más amplio de confirmar o rechazar una intención vacía. Por lo tanto, la
plenificación no es esencial a la expresión, por el solo hecho de que existen expresiones no
77
plenificadas y no plenificables. Así todo, la impronta fenomenológica lleva a Husserl a considerar la
plenificación como un elemento crucial de la expresión, en tanto que el sentido mismo de una
expresión tomada como un todo variaría en caso de que estuviera o no plenificada. Así, Husserl
introduce la plenificación incluso antes que la referencia, en el §9 cuando distingue una vez más el
lado físico de la expresión, los actos dadores de sentido y los actos que plenifican:

“[…] [H]ay que diferenciar dos tipos de actos o series de actos: por un lado aquellos que
son esenciales a la expresión, si esta ha de ser expresión, esto es la palabra vocal animada de
sentido. Estos actos los llamamos actos dadores de significado o intenciones significativas. Por
otro lado, los actos que a pesar de no ser esenciales a la expresión como tal, están con ella en
la relación lógica fundamental de cumplir su intención significativa en mayor o menor
proporción (confirmar, corroborar, ilustrar) y de justamente actualizar su referencia objetiva
con ello. Estos actos que se mezclan en la unidad de conocimiento o plenificación con los actos
dadores de significado, los llamamos actos plenificadores de significado” (HUA XIX/1:44)60.

Podemos con esta cita comenzar a dar respuesta a algunas de las preguntas que presenté
al comienzo de la sección. ¿Cómo saber que el objeto intencional es, además, un objeto real? Lo
sabemos a través de los actos plenificadores de sentido, que confirman o desconfirman nuestra
intención vacía. También podemos apreciar a partir de la cita cómo esta segunda “serie de actos”
no es esencial a la expresión, pero cómo su presencia actualiza la referencia objetiva. Enfatizo el
“actualiza” porque justamente la referencia siempre está, sólo que no está siempre de modo
actualizado, ella sola no da un objeto, hace falta algo más. Se actualiza únicamente con un acto
plenificador que dote de contenido intuitivo esa mera intención vacía que solamente estaba en una
dirección hacia un objeto meramente intencional. Si bien la plenificación no es esencial, sí es
menester notar que es, de todas formas, parte de la expresión. Quiero decir con esto que la

60 “zweierlei Akte oder Aktreihen zu unterscheiden: einerseits diejenigen, die dem Ausdruck wesentlich sind, wofern er
überhaupt noch Ausdruck, d. i. sinnbelebter Wortlaut, sein soll. Diese Akte nennen wir die bedeutungsverleihenden Akte
oder auch Bedeutungsintentionen. Andererseits die Akte, die zwar dem Ausdruck als solchem außerwesentlich sind, dafür
aber in der logisch fundamentalen Beziehung zu ihm stehen, daß sie seine Bedeutungsintention mit größerer oder
geringerer Angemessenheit erfüllen (bestätigen, bekräftigen, illustrieren) und damit eben seine gegenständliche
Beziehung aktualisieren. Diese Akte, welche sich in der Erkenntnis- oder Erfüllungseinheit mit den bedeutungverleihenden
Akten verschmelzen, nennen wir bedeutungerfüllende Akte”

78
plenificación no es ajena a la expresión, ya que cuando aparece modifica sustancialmente el carácter
de la expresión: la plenificación aporta un nuevo sentido a la expresión:

“[…] [E]n la referencia realizada a un objeto pueden ser señaladas otras dos cosas como
expresadas: por un lado el objeto mismo y como mentado de una u otra forma. Por otro lado y
en sentido auténtico, su correlato ideal en el acto de plenificación del significado que lo
constituye, es decir el sentido plenificativo. Cuando la intención significativa se plenifica sobre
el fundamento de una intuición correspondiente, esto es, cuando la expresión está referida en
nombramiento actual al objeto dado, allí se constituye el objeto como “dado” en ciertos actos
y nos es dado en ellos —siempre que se adecúe realmente la expresión al objeto intuido— de
la misma manera en la que el significado lo mienta. En esta unidad de coincidencia entre
significado y plenificación del significado, corresponde al significado, como a la esencia del
significar, la esencia correlativa de la plenificación del significado y este es el sentido plenificante
y como uno puede también decir, aquel expresado a través de la expresión” (HUA XIX/1:56)61.

La plenificación de la intención significativa antes vacía agrega un nuevo sentido a la expresión que
antes estaba ausente: el sentido de que ese objeto sobre el cual habla la expresión está realmente
dado y es, entonces, en algún sentido, parte de lo expresado. Pero además del correlato entre lo
expresado y el contenido de la intuición plenificante, existe un correlato ideal entre el contenido de
la plenificación y el significado tal como mienta ese objeto ahora dado en la intuición. Es decir que
lo que se plenifica no es solamente la expresión, sino también el significado mismo. Como vimos, es
a través de la intención significativa que una expresión gana referencia objetiva. Si ahora hacemos

61 “in der realisierten Beziehung auf den Gegenstand noch ein Doppeltes als ausgedrückt bezeichnet werden kann:
einerseits der Gegenstand selbst, und zwar als der so und so gemeinte. Andererseits, und in eigentlicherem Sinne, sein
ideales Korrelat in dem ihn konstituierenden Akte der Bedeutungserfüllung, nämlich der erfüllende Sinn. Wo sich nämlich
die Bedeutungsintention auf Grund korrespondierender Anschauung erfüllt, m. a. W. wo der Ausdruck in aktueller
Nennung auf den gegebenen Gegenstand bezogen ist, da konstituiert sich der Gegenstand als "gegebener" in gewissen
Akten, und zwar ist er uns in ihnen - wofern sich der Ausdruck dem anschaulich Gegebenen wirklich anmißt- in derselben
Weise gegeben, in welcher ihn die Bedeutung meint. In dieser Deckungseinheit zwischen Bedeutung und
Bedeutungserfüllung korrespondiert der Bedeutung, als dem Wesen des Bedeutens, das korrelative Wesen der
Bedeutungserfüllung, und dieses ist der erfüllende und, wie man auch sagen kann, der durch den Ausdruck ausgedrückte
Sinn”

79
“el camino de vuelta”, la plenificación realiza la referencia objetiva, pero además dota de contenido
intuitivo ese significado que antes estaba mentado vacíamente. Así lo expresa Willard:

“Hay un elemento en la vivencia plenificativa que, cuando es aprehendido en su


idealidad, coincide con el mero significado y es también el sentido plenificativo. […] El punto
crucial, parece, es que en el acto de plenificar un significado, que también estaba presente en
el ‘mero pensamiento’, ahora ‘logra una relación’ con el objeto presente” (Willard, 1984:242).

Nótese cómo Willard afirma que “ahora logra una relación”, es decir que antes solamente
estaba la dirección referencial hacia un objeto, pero cuando se da la plenificación, entonces sí
encontramos una relación entre la conciencia y un objeto realmente existente. Así también lo
presenta Kusch, quien sostiene:

“Los actos de plenificar-significado son actos de percepción o imaginación que —en


grados variantes— llenan, hacen concreto o vívido el objeto intencionado al presentar o ‘dar’ el
objeto mentado. El acto de intención-significativa —por medio de su significado— está dirigido
al objeto intencionado, pero este objeto no está aún dado en el acto de intención significativa
mismo. Sólo un acto de plenificación del significado, que realiza el significado delineado por la
intención significativa, puede ‘dar’ el objeto referido” (Kusch, 1989:78).

“Solo un acto de plenificación” y no el mero carácter referencial, puede darnos un objeto


propiamente dicho. Y justamente por eso, en la vivencia de la conciencia, cuando realizamos una
expresión plenificada intuitivamente, no tenemos dos objetos ante la mente, sino uno solo:

“En la unidad de la plenificación coinciden este contenido plenificante con aquel


intencionante, de modo que en la vivencia de la unidad de coincidencia el objeto intencionado
y dado no son dos, sino uno solo como puro ante nosotros” (HUA XIX/1:57)62

62 “In der Erfüllungseinheit "deckt" sich dieser erfüllende mit jenem intendierenden " Inhalt", so daß uns im Erleben der
Deckungseinheit der zugleich intendierte und "gegebene" Gegenstand nicht doppelt, sondern nur als reiner
gegenübersteht”

80
No siempre partimos de una intención signitiva para llegar luego a cumplimiento intuitivo.
Muchas veces ambos actos ocurren simultáneamente o, incluso, muchas veces expresamos
significativamente cumplimientos intuitivos pasados. Esta es la distinción entre unidades estáticas
y dinámicas de intención y cumplimiento:

“[…] podemos distinguir entre unidades estáticas y dinámicas de intención y


cumplimiento. En el caso del conocimiento, donde el pensamiento y la intuición están ya juntos,
la unidad es estática: ambos son dados en una relación estática de identidad. Por otro lado, uno
puede empezar por un mero pensamiento, por una intención significativa meramente ‘signitiva’
y luego pasar hacia el cumplimiento de la intención: eso sería el caso de una unidad dinámica.
En el caso de la unidad estática, intención y cumplimiento coinciden temporalmente, en la
unidad dinámica viene uno después del otro” (Mohanty, 1964:49)

En los casos en los que hay plenificación, como señala Bell, el objeto intencional de la
intención vacía y de la plenificada es el mismo, el objeto real tal como es intencionado. El problema
que el autor señala es que el estar dirigido a un objeto es una propiedad intrínseca de todo acto
intencional y, por lo tanto, parecería que falta algún elemento que me permita afirmar que el objeto
al cual estoy ahora dirigido no es meramente intencional, sino que es un objeto actualmente dado.
El objeto dado en la intuición y el objeto meramente intencionado, son uno y el mismo, afirma
Husserl. Sin embargo, también podríamos decir, son dos objetos: el intencionado y el dado.
Considerando que el único que es necesario, y es por eso lógicamente primero y fundamental, es el
intencionado, parecería que falta aún algo para que estos dos objetos pasen a ser uno. La intención
significativa me da un objeto meramente intencional, el acto de percepción —por ejemplo— me da
un objeto actual. Necesitamos aún un tercer acto que logre una síntesis de identificación entre
ambos objetos:

“‘Plenificación’ es el nombre de una experiencia —la experiencia que tengo cuando


tomo conciencia de que dos actos intencionales diferentes se corresponden o encajan juntos
de ciertas formas. […] Consecuentemente, cualquier situación en la que ocurra plenificación,
necesariamente involucra tres actos: el acto signitivo o ‘vacío’ de intención significativa; el acto
intuitivo cuyo contenido es lo que plenifica el primer acto; y, finalmente, el acto cuya función es
emparejar los contenidos de los dos primeros actos el uno con el otro y el resultado del cual es
una conciencia de plenificación” (Bell, 2008:144).

81
Podemos decir, de esta manera, que dado que existen dos actos con sus respectivos objetos,
los objetos —intencional y dado— son de hecho dos hasta que tome lugar el tercer acto, cuya
función es unificarlos como un solo objeto en la experiencia. ¿Cuál sería el correlato de este tercer
acto? El correlato es precisamente la identidad de los objetos intencional y dado: “El peculiar
correlato de un acto de plenificación es: la identidad de los objetos de los otros dos actos” (Bell,
2008:144). También de esta manera lo presenta Sokolowski (1974: 115): “la cumplimentación es
compleja, involucra la intuición, la intención vacía como siendo cumplimentada y el acto atravesante
de identificación”. De esta manera Husserl daría el salto de la subjetividad interior a la objetividad
exterior: al alcanzar la experiencia de plenificación soy consciente de que aquello que antes
intencionaba vacíamente es de hecho el objeto actualmente dado en la percepción. De esta manera
“La verdad, según Husserl, es el ‘correlato de un acto de identificación’, en otras palabras, es ‘el
completo acuerdo entre lo que es mentado y lo que es dado como tal’” (Bell, 2008:146).
Pero esta caracterización tiene aún un problema. Si todos los actos, incluso aquellos de
percepción, son presentados por Husserl como actos intencionales cuyo correlato principal es el
objeto tal como es intencionado y si la descripción de estos actos es siempre en el ámbito de la
interioridad de la conciencia, ¿qué es aquello de la percepción que nos da el objeto real? Quizás
debamos reconocerle un estatuto de primer principio más que de argumento, pero justamente el
punto recae en que la percepción tiene para la teoría fenomenológica de Husserl un estatuto
privilegiado respecto del resto de los actos intencionales:

“Respecto de la percepción, Husserl cree que su característica definitoria, aquello que


la hace única y así la separa del resto de todos los otros actos intencionales, cualesquiera sean,
es su poder de presentar su objeto intencional ‘en persona’. […] En un sentido u otro, parecería,
la percepción nos pone en contacto directo e inmediato con la cosa misma. Es en un acto
perceptual directo, aparentemente, donde la mira intencional puede dar en su objetivo” (Bell,
2008:145-6).

El acto perceptivo tiene un estatuto privilegiado por ponernos en contacto con la cosa
misma como nos aparece. Este acto legitima la salida de la interioridad y, junto con el acto de
identificación, nos lleva a la conciencia de que aquello que pensamos es aquello que está allí frente
a nosotros. Para Husserl, esto es suficiente como justificación de la posibilidad del conocimiento

82
objetivo del mundo y de la correspondencia entre lo mentado y lo dado. Bell, sin embargo, señala
que existe un problema en considerar la percepción como acto legitimante del acceso a la
exterioridad a la vez que se caracteriza la percepción como un acto no auto-evidente que nos da un
objeto escorzado y nunca completamente adecuado:

“Esta es una aparición temprana de la doctrina de la perzeptive Abschattung des


Gegenstandes [Escorzamiento perceptivo del objeto], de la naturaleza escorzada o perspectival
de los objetos de percepción. […] Como Husserl alcanzó a darse cuenta, si la percepción de un
objeto ha de ser ‘adecuada’ en el modo en que su teoría del conocimiento y la verdad requiere,
el objeto debe ser presentado entera y transparentemente en la percepción: no debe poseer
áreas de opacidad, ni propiedades o partes o aspectos que no sean ellos mismos dados ‘en
persona’ en la percepción. Y esta condición nunca se cumple en la percepción sensorial, que por
el contrario siempre presenta ciertos aspectos de un objeto, más que el objeto como es en y de
sí mismo” (Bell, 2008:147).

Si la percepción, que es el acto que nos pone en contacto con el objeto real, dado, es un
acto ‘deficiente’ en tanto nunca nos muestra realmente todo el objeto, sino sólo sus escorzos,
¿cómo es que de hecho puede la percepción garantizar la objetividad del conocimiento, la
correspondencia entre lo mentado y lo dado, como Husserl pretende? Si el objeto no es dado tal y
como es, sin más, entonces el objeto es dado por mediaciones subjetivas, argumenta Bell. Incluso si
existen experiencias de cumplimiento, “así todo carecemos de los recursos con los que explicar
cómo experiencias subjetivas intencionales tales pueden hacer contacto con la realidad, o pueden
jamás relacionarse con cosas que no son subjetivas o intencionales, de modo tal de constituir
conocimiento objetivo de ellas” (Bell, 2008:147-8). En otras palabras, si el objeto siempre se nos da
escorzado, es siempre en algún sentido más objeto intencional, que objeto real, porque el modo de
acceder a él está mediado por la conciencia intencional y, por lo tanto, aquello que llamamos objeto
real no es más que aquello que configuramos a partir de ciertos accesos parciales, escorzados, a un
objeto que es principalmente intencional.
Creo que el problema aquí recae en cómo entender este carácter legitimante de la
percepción. Bell parecería estar demandando que, para que el conocimiento objetivo fuera posible,
hubiera una forma de acceder a los “objetos reales” que no fuera mediada por actos intencionales
o, al menos, que esos actos intencionales no nos dieran el objeto mediante escorzos, sino el objeto
de manera total. Ambas cosas, para la teoría fenomenológica, son obviamente imposibles. La
83
conciencia es siempre intencional y este es nuestro único modo de relacionarnos con objetos, sean
estos los que fueran. Por otro lado, ni siquiera en la percepción tenemos un objeto que se nos dé
totalmente, sin más, tal y como es, sin escorzos ni mediaciones. Esto, que Bell parecería considerar
un problema, es un hecho básico e irreductible para la teoría fenomenológica de Husserl y
justamente por eso no es un problema para la posibilidad de la objetividad del conocimiento. Creo
que Bell confunde el darse ‘en persona’ con un darse ‘total’ o acabado, sin escorzos. La intuición de
la percepción nos pone en contacto con el objeto, en persona. Pero eso no significa que el objeto se
dé totalmente. El acto de percepción guarda una diferencia cualitativa suficientemente relevante
con el resto de los actos intencionales como para producir una experiencia diferente, que nos pone
en contacto con el lado objetivo, con el mundo. Así todo, ese acceso es siempre escorzado. Pero,
¿por qué el acceso escorzado a los objetos reales debería ser visto como un no-acceso? Justamente
la diferencia no recae ahí. Todas las percepciones están escorzadas, espacial y, en casos límite
(sonidos), temporalmente. Por lo tanto la diferencia entre la percepción y el resto de las
presentificaciones no recae en su ser o no ser escorzada, sino precisamente en ponernos o no en
contacto con el objeto en persona. Notemos en la cita de Bell que parecería haber una demanda
casi contradictoria hacia Husserl: Bell dice que la teoría del conocimiento y la verdad de Husserl
requiere que el objeto se dé totalmente, a la vez que dicha teoría afirma la imposibilidad de que
esto ocurra. Parece evidente que Husserl no puede haber propuesto condiciones de legitimación
del conocimiento que él mismo considerara imposibles de cumplir. Es la percepción misma, como
acto intencional, la que nos pone en contacto con el objeto real y externo a la conciencia, incluso si
la caracterización de este acto es dada en términos de una imposibilidad del acceso total al objeto.
La plenificación nos lleva inmediatamente al problema de la verdad. Dijimos que hay en
juego tres actos con sus correspondientes correlatos: la intención vacía o signitiva en la que se
mienta un objeto meramente intencional, un acto de cumplimiento intuitivo en el cual me dirijo
hacia un objeto dado y, finalmente, un tercer acto en el cual cobro conciencia de que el objeto
mentado es el objeto dado. Respecto de este tercer acto, dice Walton:

“Husserl llama a la identidad entre el objeto mentado y el objeto dado ‘verdad’. La


verdad es esa identidad. A la conciencia de la identidad o vivencia de la verdad la llama

84
‘evidencia’. La evidencia es, entonces, el tercer acto por el cual tomo conciencia de la verdad en
cuanto identidad entre lo mentado y lo dado” (Walton, 2006:29-30)63.

Esta noción de verdad tiene un estatuto privilegiado respecto de las nociones ulteriores que Husserl
desarrollará: “La verdad como identidad entre lo mentado y lo dado es una forma madre de la que
derivan otras tres modalidades” (Walton, 2006:33). En este sentido, cabe recalcar una vez más, que
la percepción para Husserl nos da el objeto en persona y habilita, así, a que se produzca la evidencia
propia que surge de la identidad entre lo mentado y lo dado. Lo dado es lo que se percibe y no es
relevante, en este caso, que la percepción sea incompleta o imperfecta. Es por eso, por ejemplo,
que Husserl admite la noción de verdad como idea regulativa, como la perfecta adecuación entre lo
mentado y lo dado:

“Si prestamos atención a la plenitud ideal de la concordancia entre lo mentado y lo


dado, nos encontramos con la verdad como idea. Es la idea de la adecuación absoluta de lo
intuido a lo intencionado. La verdad es el polo ideal al que tiende permanentemente el proceso
del conocimiento, que es la máxima extensión, el máximo tenor de realidad y la máxima claridad
o vivacidad. Es un polo inalcanzable. Nunca tengo una experiencia absolutamente adecuada de
un objeto. Esa experiencia queda como una idea que regula el proceso del conocimiento y lo
orienta” (Walton, 2006:33)64

Con esta distinción entre diferentes nociones de verdad en mente, podemos apreciar que la crítica
de Bell no es enteramente justa. No es lo mismo la idea de adecuación perfecta que supondría, en
algún sentido, una percepción ‘perfecta’, absoluta, acabada del objeto, y la verdad como
adecuación, como identidad entre lo mentado y lo dado. Es suficiente la percepción, escorzada
como fuere, para alcanzar una primera noción de verdad, para que haya plenificación de una

63 La cita corresponde a las clases teóricas desgrabadas del profesor Roberto Walton, Gnoseología, correspondientes al
23/08 del 2006.
64 Este concepto de verdad es propio de período de Ideas I, donde ya encontramos el concepto de ideación, que
Drummond define en los siguientes términos: “Un acto abstractivo en el que el conocedor aprehende una esencia. El acto
abstractivo puede ser o bien una generalización, que aprehende una esencia morfológica inexacta, o una idealización,
que aprehende una esenciae exacta” (Drummond, 2008:104).

85
intuición vacía y, consecuentemente, para que pueda considerarse legitimado el pasaje de la
interioridad subjetiva a la exterioridad del mundo.
Creo, entonces, que la percepción sí puede ser vista como un pasaje legítimo desde la
interioridad de la subjetividad a la exterioridad de la objetividad, a pesar de su carácter escorzado.
Es a partir de la percepción que se produce la plenificación de la intención vacía y la correspondiente
identificación de ambos objetos como siendo el mismo. Podríamos agregar, en este sentido, que
tampoco cuando realizo una intención significativa vacía estoy mentando un objeto total y sin
escorzos, con lo cual no resulta sorprendente que aquel objeto que se me da en la percepción y que
luego identifico con el meramente intencional sea también un objeto escorzado. Así también
argumenta Willard en el contexto de su discusión respecto de la trascendencia del objeto:

“Una intención ‘vacía’ que califica un acto mental es esencialmente el tipo de


propiedad que puede ser transformada, en actos subsiguientes del mismo sentido, hacia una
mayor plenitud o ‘vivacidad’. En un cierto punto, esa plenitud es esencialmente de un grado tal
que el objeto correspondiente, siendo lo que es, debe existir también. En ese punto, el
pensamiento ha entrado en una relación con un objeto trascendente a sí mismo y posiblemente
a la mente misma o a todas las mentes” (Willard, 1984:249).

He dejado de lado en estas últimas consideraciones las cuestiones principalmente propias


de la expresión. Para concluir esta sección, podemos entonces volvernos sobre el carácter
semántico que podemos encontrar en la plenificación. Como ya señalé al comienzo, la plenificación
no es ajena a la expresión, ya que agrega a ella un sentido que estaría ausente si no estuviera. En la
sección anterior resaltamos el carácter referencial de las expresiones husserlianas y cómo esta tesis
no coincidía con el concepto usual de referencia, por no ser una referencia genuinamente relacional
ni extensional. Creo que ahora podemos ver en dónde recae el problema con mayor claridad.
En la sección anterior presenté las razones que llevaban a Husserl a sostener la tesis de que
toda expresión es referencial en el sentido de apuntar hacia un objeto y cómo esta tesis se sigue de
su concepción de la intencionalidad en general. Pero creo que, para tratar el concepto de
‘referencia’ como se entiende actualmente en la discusión, es necesario complementar la referencia
husserliana con la plenificación. Toda expresión es referencial, en tanto siempre habla de algún
objeto, aunque este sea un objeto meramente intencional. Pero no toda referencia está realizada.
Aquella referencia realizada de la que se habla actualmente, que puede estar o no, es la plenificación

86
de Husserl. El cumplimiento objetivo de una intención vacía en una expresión sí ofrece una relación
genuina con el objeto real, en tanto, justamente, nos pone en contacto con una esfera externa a la
expresión y a la conciencia, que es dada en cumplimiento efectivo, sea en la percepción o en algún
otro tipo de intuitivación.
En vocabulario de Husserl una expresión que tiene el sentido extra de la plenificación por
estar dotada de contenido intuitivo y ponernos en contacto con un objeto que es algo más que el
objeto intencional, es el enunciado al que se le atribuye referencia objetiva en vocabulario
contemporáneo. La referencia en el sentido de la relación que selecciona un individuo del mundo,
individuo ‘realmente existente’ y de la que se dice respecto de un enunciado que ‘tiene referencia’,
justamente porque aquello de lo que habla realmente existe en el mundo, es la plenificación
husserliana que justamente agrega a la expresión ese sentido ‘extra’ por existir la correspondencia
entre lo mentado y lo dado. Willard afirma que es importante evitar la confusión entre el objeto
meramente intencional y un objeto real cuando dice: “Husserl no sostiene que ser el objeto de un
acto intencional es ser” (Willard, 1984:188) y un poco más abajo, aclara “Por otro lado hay una
relación entre ser y ser un objeto de conocimiento. Si se encuentra que algo tiene ciertas
propiedades o relaciones, debe existir” (loc.cit). La referencia husserliana, entonces, es en
comparación una relación con menos carga teórica y sin compromisos ontológicos, simplemente
establece el carácter de ser-acerca-de-algo que es propio de toda expresión por el sólo hecho de
ser significativa. La plenificación husserliana, en cambio, sí es relacional y sí conlleva compromisos
ontológicos: cuando un enunciado está plenificado y adquiere ese sentido, es porque hay un objeto
en el mundo, realmente existente, del cual el enunciado habla. La noción usual de referencia puede
estar o no satisfecha. En ese sentido, hay enunciados que tienen referencia y enunciados que no los
tienen. Para Husserl, en cambio, la dirección referencial está siempre, y lo que hace que esa
dirección se transforme en una relación de referencia es que esté o no plenificada.
En este sentido, es necesaria para la teoría fenomenológica y semántica de Husserl, una
noción de referencia más débil que nos garantice la direccionalidad de la conciencia hacia un objeto
y, en el caso de la expresión, una direccionalidad desde la expresión misma hacia aquel objeto del
cual habla, para luego poder pasar al plano del conocimiento, en donde se vuelve necesario que
aparezca una intuición para ponernos en contacto con algo externo a la conciencia.
Ofrezco la siguiente figura a modo de conclusión, en la cual se ve la relación entre los
diferentes conceptos hasta aquí presentados:

87
D. Significado y referencia: problemas con las argumentaciones

Como vimos en la sección A., en el parágrafo §12 de la I LU Husserl introduce en la


consideración sobre la expresión la cuestión de la referencia. La relación de referencia objetiva o
función referencial es la cualidad de las expresiones de ser acerca de algo, de mentar una
objetividad. El interés de Husserl en este desarrollo recae en distinguir fehacientemente entre
significado y referencia objetiva, como dos aspectos de la expresión íntimamente ligados, pero
perfectamente distinguibles.
Prueba de que significado y referencia son aspectos distintos de la expresión es el hecho de
que las expresiones pueden coincidir en significado y objetividad, pero también puede haber
expresiones de distinto significado e igual objetividad y también, diferente objeto con igual
significado. Husserl trata esto a partir de ejemplos para estos tres casos:
1. Igual en ambos: expresiones tautológicas como son las palabras en diferentes lenguas para
nombrar el mismo objeto con el mismo significado: mesa-table, uno-one.
2. Diferente significado, igual objetividad: este caso es el que introduce la posibilidad de
mentar un mismo objeto de diferentes maneras, de referirme al mismo individuo, estado de cosas,
situación, mediante diferentes significaciones. El ejemplo de Husserl es que las expresiones “el
88
vencedor de Jena” y “el vencido de Waterloo” ambas refieren a Napoleón, mientras que la primera
significa que Napoleón ganó una determinada batalla y la segunda que perdió otra. Husserl aclara
pertinentemente que este caso se aplica especialmente a nombres, es decir, que son los nombres
en sentido amplio, i.e. incluyendo descripciones definidas o giros relativos, los que pueden variar de
significado manteniendo la referencia objetiva.
3. Igual significado, diferente objetividad: Husserl explica que puedo mantener el significado
de un término variando su referencia mediante el siguiente ejemplo: “Bucéfalo es un caballo” y
“este penco es un caballo”. Antes de presentar el ejemplo, afirma Husserl que “La expresión caballo
tiene, en cada relación discursiva en que aparece, el mismo significado” Husserl (HUA XIX/1: 53)65.
Sin embargo, cuando digo lo primero, “caballo” representa a Bucéfalo y cuando digo lo segundo,
representa a este penco. De esta manera, parecería que una expresión puede sufrir una variación
en la referencia objetiva, sin por eso alterar la significación.
En esta sección deseo volver sobre los argumentos que Husserl ofrece para distinguir
significado de objeto. En relación con el primer grupo (punto 2), retomaré en el tercer capítulo una
preocupación que Husserl mismo explicitó, acerca de cómo es posible que enunciados que significan
diferente, alcancen la misma referencia objetiva. A continuación, en relación al segundo grupo
(punto 3), argumentaré que estos casos no existen y no pueden existir, precisamente por cómo
Husserl presenta la relación entre significado y referencia. Pero argumentaré, además, que esto no
genera ningún problema para la distinción misma, sino que por el contrario es más coherente con
la teoría husserliana.
Para comenzar el análisis del segundo caso, tomaré sólo uno de los dos ejemplos que entran
en comparación. Elijo comenzar por el primero, “Bucéfalo es un caballo”, por ser más sencillo en
tanto que no contiene pronombres demostrativos, sino solamente un nombre propio con su
predicado correspondiente. Como vimos al final de la sección B, toda expresión tiene para Husserl
tanto significado como referencia y, si se trata de una expresión “compleja”, también debemos
poder encontrar significado y referencia para sus partes, que son a su vez expresiones. Por lo tanto,
al analizar un enunciado completo, debemos buscar el significado y la referencia del enunciado
tomado como un todo y el significado y la referencia de cada una de sus partes:
1. Bucéfalo: como nombre, como sujeto gramatical y lógico de la oración. Por ser un nombre
propio, significado y referencia coinciden. Cada vez que defino “Bucéfalo” como “el caballo

65 “Der Ausdruck ein Pferd hat, in welchem Redezusammenhang er auch erscheint, dieselbe Bedeutung”
89
de Alejandro Magno” me refiero a ese individuo particular, el animal caballo que perteneció
a Alejandro Magno, una entidad individual material circunscripta espacio-temporalmente. Si
lo definiera de otra forma, si variara su significado, la referencia también sería otra, variaría,
como por ejemplo: “¿quién/qué es Bucéfalo?”, “el pájaro de Pedro”.
2. Un caballo: como predicado, tanto gramatical como lógico de la oración. La significación de
“caballo” será o bien la que da el sentido común: animal de cuatro patas, mamífero, usado
para montar por el hombre, fiel, de tales colores y tamaños, etc.; o bien la que dé la biología,
como puede ser “Equus ferus caballus, mamífero perisodáctilo de la familia de los équidos,
herbívoro, cuadrúpedo y de cuello largo y arqueado”. ¿Y cuál es la referencia de este
término? La referencia jamás puede ser un individuo, ya que “caballo” o “un caballo” es un
nombre universal que tiene extensión, en palabras de Husserl66. Este término refiere a un
objeto ideal, a una especie, pero nunca al significado. Así lo decía ya Husserl en las Logik
Vorlesungen de 1896, respecto del concepto rojo: “uno puede construir la representación
objetiva a partir de la totalidad de objetos individuales, a los cuales corresponde
verdaderamente ser rojos, y esta totalidad puede nombrar la extensión del concepto rojo”
(Husserl, Materialienband 1:72, énfasis mío) y la extensión puede ser tanto en sentido real
como en sentido ideal —e incluso en sentido posible67—, pero siempre es aquello a lo que
un concepto, considerado de modo aislado, se refiere.
3. “Bucéfalo es un caballo”: como enunciado completo. La significación de este enunciado es,
haciendo uso de la lógica de predicados, que existe un individuo tal, a saber, el animal que
Alejandro Magno montaba (o cualquier otra definición pertinente) que cae bajo el concepto
de “caballo”, i.e., de animal de cuatro patas… o equus ferus…, que pertenece a esa categoría,
que es susceptible de ser definido en esos términos, que tiene ese predicado. En cuanto a la
referencia objetiva, decimos que el enunciado se refiere a un determinado estado de cosas
en el cual hay un individuo particular con un predicado general o que hay un individuo que
es un ejemplar de una especie universal.

La sola caracterización de 2. anticipa el problema que deseo plantear. Si, como dijimos, la
referencia de “un caballo” jamás puede ser un individuo, ¿cuál es entonces la referencia que variaría

66
Cf. Husserl (HUA XIX/1: 53)
67 Cf. Husserl (Materialienband 1: 73)
90
al alterar el significado? Permítaseme introducir un ejemplo comparativo diferente del de Husserl
por ser más simple, volveré al de Husserl más adelante. Consideremos:
1. Bucéfalo es un caballo
2. Babieca es un caballo
El análisis se mantiene idéntico, sólo que el significado de “Babieca” es “el caballo del Cid
Campeador” y el referente es ese individuo particular. Lo que cambió entre 1. y 2. es el sujeto de la
oración, que cambia tanto en significado como en referente y, consecuentemente, el significado y
la referencia de los enunciados completos. Pero tanto la significación —lo que no está en duda—
como el referente de “caballo” son los mismos en ambos casos —i.e. el significado y la propiedad
de “ser caballo” o “caballosidad”, respectivamente. De hecho, que sean los mismos es lo que hace
que ambos enunciados tengan sentido, si los analizo comparativamente puedo concluir que estos
dos individuos diferentes pertenecen a la misma especie, que estos dos individuos caen bajo la
misma categoría. Husserl parecería estar afirmando que “caballo” refiere en cada caso al individuo
al que refiere el sujeto de la oración, tornando prácticamente el enunciado en un juicio de identidad
o en una tautología, como si dijera “Bucéfalo es el caballo que Bucéfalo es” o “el caballo de Alejandro
Magno es un caballo” o “este caballo es un caballo”. Lo que sin dudas varía de 1. a 2. es la referencia
objetiva del enunciado completo, el estado de cosas. Pero esto se debe al cambio de referencia de
los sujetos de cada oración y no de los predicados, como parecería haber sugerido Husserl.
Si mi análisis se sostiene, el caso 3. que Husserl presenta para diferenciar significado de
función referencial, i.e., igual significado, distinta referencia objetiva, no se da. Las consecuencias
de esta tesis, considero que son perfectamente compatibles con la teoría semántica husserliana y
que esta segunda distinción no sería más que un ejemplo desafortunado68 de Husserl, que
justamente debe ser salvado a los fines de la comprensión general de su teoría. Husserl mismo
parecería reconocer que esto es el caso, cuando en la V LU afirma: “Iguales materias no pueden dar
nunca diferente referencia objetiva; pero diferentes materias pueden dar la misma referencia
objetiva” (HUA XIX/1:425)69, donde podemos equiparar la primera afirmación al hecho de que igual
significación no puede variar en referencia y la segunda, al punto dos de que diferentes
significaciones (materias) pueden referirse a la misma objetividad.

68 Como lo llama Simons (1995: 111)


69 “Gleiche Materien können niemals eine verschiedene gegenständliche Beziehung geben; wohl aber können
verschiedene Materien gleiche gegenständliche Beziehung geben”

91
En la sección siguiente retomaré el segundo ejemplo de Husserl para considerar una serie
particular de casos, en el contexto más general del análisis de las llamadas “expresiones
esencialmente ocasionales”.
Como anticipé, Simons percibió que “el ejemplo es desafortunado, porque el uso
predicativo del sustantivo no necesita ser referencial” (Simons, 1995: 111). Si bien acordamos en
que el ejemplo es desafortunado y presta a confusión, la razón no es esa, ya que todo término
necesita ser referencial, tanto como significativo, como Simons mismo reconoce al citar el §14 de la
I LU: “el discurso referencial de notificación, significado y objeto pertenece esencialmente a cada
expresión”70 y la razón por la que el ejemplo y toda esta consideración son problemáticos también
es correctamente advertida por Simons en el mismo lugar: “Husserl sostenía que los sustantivos
comunes refieren a cada uno de los ítems en la extensión del sustantivo, pero esto no significa que
en la predicación uno particular sea seleccionado” (Simons, 1995: 111). Y ese es precisamente el
problema que enfrenta Husserl: cuando afirma que iguales significados refieren a distintos objetos
parecería estar sugiriendo que el mismo sustantivo “caballo” por estar en un uso predicativo distinto
en cada caso selecciona un único individuo de la extensión que “caballo” nombra, en vez de nombrar
precisamente la extensión total que abarca el predicado “caballo”. Y ahí es justamente donde recae
la diferencia entre un nombre propio y un sustantivo común: el nombre propio selecciona un solo
individuo, mientras que el concepto, sustantivo común, especie, refiere a la extensión total por él
abarcada, como veíamos en su caracterización de las Logik Vorlesungen y, como dije, refiere a una
y la misma propiedad universal o extensión en sentido ontológico.
En conclusión, si tomamos dos proposiciones con dos sujetos diferentes, ambos nombres
propios, y ambas con el predicado “ser un caballo”, podemos advertir que:
1. Los sujetos refieren cada uno a un individuo diferente y su significado es ése.
2. El predicado es el mismo en ambos casos, tanto en referencia como en significado.
3. El enunciado completo varía de significado y referencia por ser los sujetos diferentes
y no los predicados.
Este no es un caso, ni parecerían ser posibles los casos, de expresiones con igual significado
y distinta referencia objetiva. La razón que torna este análisis relevante aparece a partir de las
consideraciones que Husserl realiza en el parágrafo siguiente, como vimos en la sección A, las
expresiones ganan referencia objetiva a través del significado. Así, una variación en el significado

70 P. 56 de Husserl (1984) citado por Simons (1995) en la página 111, traduzco directamente de Husserl.

92
podría tanto producir una variación en la referencia, como no producirla. En cambio, una
significación que permanece igual parecería no tener medios para alterar la referencia, ya que es
ella misma la que la determina.
La inexistencia de este segundo caso, creo, es más coherente con esta consideración que la
distinción que Husserl hacía. Si la función referencial depende de la significación, si la significación
determina la referencia, entonces ¿cómo podría la misma significación lograr referencia a
objetividades diferentes? Si lo que produce la referencia es el significado de la expresión, entonces
una significación determinada sólo puede producir una referencia determinada. Digo
“determinada” porque Husserl reconoce la existencia de expresiones cuya significación abarca una
amplia extensión de referencias posibles, significaciones que justamente llama “indeterminadas”.
En principio, esto no es más que decir que una palabra puede tener varios significados y sólo en
virtud de ese hecho, podría tener varias referencias. Pero, nuevamente, no es el caso de que haya
expresiones con la misma significación y diferente referencia, sino solamente expresiones con
distintas significaciones posibles que por lo tanto adquieren diferentes referencias a causa de esas
mismas diferencias en las significaciones. Dado el hecho de que justamente la significación
determina la referencia, una significación sólo puede tener una referencia. Este hecho en particular
tampoco entra en contradicción con la tesis que Husserl se proponía demostrar en el §12 acerca de
que significado y referencia objetiva no son lo mismo. Basta para esto los casos de distinta
significación, igual referencia, como él mismo parecería reconocer en VB cuando afirma:

“Es sólo una nueva expresión, si elegimos ahora las palabras: cada expresión tiene una
significación, las expresiones no-tautológicas diferentes, las tautológicas una y la misma
significación. Cada expresión tiene, sin embargo, también un objeto (tomado en el sentido más
amplio), al que se refiere. Pero significación y objeto están ya diferenciados, porque las
expresiones de significaciones diferentes pueden referirse al mismo objeto, en tanto
entendamos bajo significación de aquello afirmado algo tal” (HUA XXVI: 28, énfasis mío)71

71 “Es ist nur ein anderer Ausdruck, wenn wir jetzt die Worte wahlen: Jeder Ausdruck hat eine Bedeutung, nicht-
tautologische Ausdrücke verschiedene, tautologische ein und dieselbe Bedeutung. Jeder Ausdruck hat aber auch einen
Gegenstand (im weitesten Sinn genommen), auf den er sich bezieht. Bedeutung und Gegenstand ist aber jetzt
unterschieden, denn Ausdrücke von verschiedener Bedeutung konnen sich auf denselben Gegenstand beziehen, wofern
wir unter Bedeutung jenes Besagte als solches verstehen”

93
E. Las expresiones esencialmente ocasionales

En el tercer capítulo de la I LU, “El vacilar de la significación de palabra y la idealidad de la


unidad de significación” (HUA XIX/1:83), Husserl se ocupa de cierto tipo de expresiones que
parecerían no caer exactamente bajo las categorías antes introducidas. En particular, Husserl se
preocupa por aquella clase de expresiones que pondría en riesgo la idealidad del significado
defendida en los dos primeros capítulos de la I LU. Husserl llama a esta clase de expresiones,
“expresiones esencialmente subjetivas y ocasionales” (HUA XIX/1:86), más conocidas en la literatura
como expresiones indéxicas72. En esta sección deseo introducir la concepción husserliana de esta
clase de expresiones, tal como aparece presentada en el §26, junto con algunas otras aclaraciones
pertinentes del capítulo. Luego, volveré sobre el ejemplo que quedó pendiente de la sección D.,
sobre igual significado y distinta referencia, justamente porque involucra una de las expresiones
ocasionales que aquí trataré.
Las expresiones ocasionales son introducidas en contraposición a las “expresiones
objetivas”, aquellas en las cuales la expresión “liga su significación simplemente a través de su
contenido sonoro aparente, es decir, puede ligarlo, y allí hay que entender, sin que se necesite de
la consideración sobre la persona que se exterioriza ni de las circunstancias de su exteriorización.
Una expresión objetiva puede, de manera diferente, ser equívoca […]” (HUA XIX/1:86)73. Es decir
que, objetiva es aquella expresión que fija su significado sin tener en cuenta quién es el que la emite
y, por lo tanto, ocasional o subjetiva, es aquella expresión cuyo significado depende del hablante.
En primera medida, como se ve al final de la cita, Husserl aclara que este problema no es el mismo
que el problema de la equivocidad que podría sufrir, básicamente, cualquier expresión. Una
expresión es equívoca cuando tiene más de un significado, por ejemplo la palabra española “mano”
puede significar un miembro del cuerpo humano o una ronda en un juego de cartas. Pero, como
vimos en la sección A del primer capítulo, habría que precisar esta noción sosteniendo que lo que
puede ser equívoco y tener más de un significado es una palabra y no una expresión, en tanto que

72 Así se encuentra, por ejemplo, la entrada en la enciclopedia de Stanford: Braun, David, "Indexicals", The Stanford
Encyclopedia of Philosophy (Summer 2012 Edition), Edward N. Zalta (ed.)
73 “Wir nennen einen Ausdruck objektiv. wenn er seine Bedeutung bloß durch seinen lautlichen Erscheinungsgehalt bindet.

bzw. binden kann, und daher zu verstehen ist, ohne daß es notwendig des Hinblickes auf die sich äußernde Person und
auf die Umstände ihrer Äußerung bedürfte. Ein objektiver Ausdruck kann, und in verschiedener Weise, äquivok sein”

94
la condición de identidad de una expresión es su significado, en cuanto varía el significado, varía la
expresión. Por otro lado, esta equivocidad de la expresión objetiva es, justamente, accidental a ella,
mientras que la clase de expresiones que ahora están bajo análisis se caracteriza por ser
esencialmente “equívoca”. Así lo remarca Gurwitsch en su texto sobre estas expresiones:

“La ambigüedad de los homónimos es accidental. Dos o más significados, entre los
cuales no hay ningún tipo de relación, están adjuntados al mismo sonido o a la misma
configuración de marcas. Porque los significados no están relacionados, la ambigüedad de la
homonimia puede ser removida con una convención arbitraria. En el caso de los ‘particulares
egocéntricos’74, por el contrario, la ambigüedad no se debe a un accidente lingüístico, sino que
yace en el significado mismo de las palabras. […] Aquí la ambigüedad es esencial” (Gurwitsch,
1977:117).

La definición positiva de esta clase de expresiones en Husserl reza de la siguiente manera:

“[…] [N]ombramos como esencialmente subjetiva y ocasional, en suma, esencialmente


ocasional a cada expresión, que pertenece a un grupo conceptual-unitario de significaciones
posibles tal que le es esencial orientar su significación actual correspondiente según la ocasión,
la persona hablante y su situación” (HUA XIX/1:87)75

Pertenecen a esta clase de expresiones los pronombres personales, demostrativos y


anafóricos, “las determinaciones referidas al sujeto” (HUA XIX/1:90), esto es lo que se conoce
gramaticalmente como los circunstanciales de tiempo y lugar, principalmente, como “ahora”,
“aquí”, “arriba”, etc., y finalmente las expresiones “entimemáticas”, también conocidas como
elípticas76, esto es, aquellas en las que se omite alguna parte de la expresión, como por ejemplo
“llueve”, se sobreentiende habitualmente que uno quiere decir con eso “llueve aquí y ahora”.

74 Gurwitsch comienza la discusión tomando el término de Russell para referirse a esta clase de expresiones.
75 “[…] nennen wir wesentlich subjektiv und okkasionell oder kurzweg wesentlich okkasionell jeden Ausdruck, dem eine
begrifflich-einheitliche Gruppe von möglichen Bedeutungen so zugehört, daß es ihm wesentlich ist, seine jeweils aktuelle
Bedeutung nach der Gelegenheit, nach der redenden Person und ihrer Lage zu orientieren”
76 Según la RAE, “entimema” se usa para la omisión de una premisa en un silogismo, mientras que “elipsis” se usa para la
“Supresión de algún elemento lingüístico del discurso sin contradecir las reglas gramaticales”
(http://lema.rae.es/drae/?val=elipsis). Así, “elipsis” resulta un término más idóneo para la discusión presente.

95
Obviamente, cualquier expresión que contenga como parte una expresión ocasional será también,
como un todo, esencialmente ocasional (Cf. HUA XIX/1:90). Digo ‘obviamente’, porque si no fuera
el caso, entonces solamente instancias aisladas de estas expresiones o expresiones enteramente
compuestas por expresiones ocasionales serían esencialmente ocasionales, como cuando alguien
afirma “esto aquí” o similares.
Husserl analiza el caso de los pronombres personales in extenso y luego extiende sus
conclusiones al resto de los casos, así que lo seguiré en su presentación:

“La palabra yo nombra de caso a caso a una persona diferente y hace esto a través de
una significación siempre nueva. Cuál sea su significación correspondiente, sólo puede ser
deducido a partir del discurso viviente y las circunstancias intuitivas que a ella [significación] le
pertenecen” (HUA XIX/1:87)77

Es decir que Husserl considera que cada instancia de la palabra “yo” tiene un significado “siempre
nuevo”, diferente, que depende de quién lo pronuncie y las circunstancias en que lo haga. Nótese
también que estas circunstancias deben ser “intuitivas”, en tanto es necesario cierto conocimiento
del entorno del hablante para poder acceder a ese significado. Lo mismo ocurre con los
demostrativos, como “esto”, cuyo significado depende justamente de qué sea aquello a lo cual el
hablante se refiere y eso sólo puede ser sabido mediante algún tipo de intuición compartida con el
hablante. En el caso de los anafóricos78 las “circunstancias” en cuestión son enteramente lingüísticas
y en ese caso el significado del pronombre parecería depender del contexto oracional o discursivo
del hablante y no tanto del intuitivo.
Husserl considera que esta concepción de las expresiones ocasionales no atenta contra su
concepción del significado como unidad ideal:

77 Das Wort ich nennt von Fall zu Fall eine andere Person, und es tut dies mittels immer neuer Bedeutung. Welches jeweilig

seine Bedeutung ist, kann nur aus der lebendigen Rede und den zu ihr gehörenden, anschaulichen Umständen
entnommen werden. Lesen wir das Wort, ohne zu wissen, wer es geschrieben hat, so haben wir, wenn nicht ein
bedeutungsloses, so zum mindesten ein seiner normalen Bedeutung entfremdetes Wort.
78 La RAE define la anáfora como “Tipo de deixis que desempeñan ciertas palabras para recoger el significado de una parte
del discurso ya emitida” (http://lema.rae.es/drae/?val=anáfora)

96
“El contenido que, que en el caso determinado mienta la expresión subjetiva, aunque
orienta su significación según la ocasión, es una significación idealmente unitaria, exactamente
en el mismo sentido que el contenido de una expresión fija” (HUA XIX/1:95)79.

Husserl considera, entonces, que el hecho de que podamos reemplazar expresiones ocasionales por
expresiones objetivas para cada caso, salvaguarda la idealidad del significado, incluso si, en lo que
respecta específicamente a las expresiones ocasionales, éstas varían su significado cada vez que son
emitidas.
¿Implica esta concepción que las expresiones ocasionales no tienen ningún significado fijo?
La respuesta de Husserl en este sentido es, por lo menos, curiosa. Él afirma que no podemos
reemplazar “yo” por “el orador ocasional, que se designa a sí mismo” (HUA XIX/1:88)80, porque
entonces cambiaría el significado de expresiones completas, como por ejemplo si dijera “yo tengo
hambre” y “el orador ocasional, que se designa a sí mismo tiene hambre”. Husserl no ofrece
demasiados argumentos para mostrar que el significado de ambas expresiones no es el mismo, sino
que la mera comparación le resulta suficiente, como también a Mohanty, quien afirma:

“Sabemos que la palabra se refiere a la persona que habla y que la persona que habla
se llama a sí misma por este nombre. Pero, por otro lado, es igualmente claro que esto no
constituye el significado completo de la expresión ‘yo’, porque, si lo hiciera, en cada enunciado
que contenga ‘yo’, el ‘yo’ podría ser reemplazado por ‘la persona que habla en este momento’
sin ninguna pérdida de significado del enunciado. Esto, sin embargo, no es el caso, como puede
ser mostrado fácilmente” (Mohanty, 1964:78).

Existen dos “capas” para el significado de una expresión ocasional como ‘yo’, una es una
función significativa general y la otra es el significado completo, que descansa en parte sobre la
primera. La primera es una significación indicativa (anzeigende Bedeutung) que permanece
invariante de caso a caso, garantizando de esta manera la idealidad del significado, y la otra es una

79 “Der Inhalt, welchen der subjektive, seine Bedeutung nach der Gelegenheit orientierende Ausdruck im bestimmten Falle

meint, ist genau in dem Sinne eine ideal einheitliche Bedeutung wie der Inhalt eines festen Ausdruckes. Dies zeigt klärlich
der Umstand, daß, ideal gesprochen, jeder subjektive Ausdruck, bei identischer Festhaltung der ihm augenblicklich
zukommenden Bedeutungsintention, durch objektive Ausdrücke ersetzbar ist”
80 “der jeweilig Redende, der sich selbst bezeichnet”

97
significación indicada (angezeigte) que sólo alcanzamos una vez que conocemos aquellas
circunstancias ocasionales que definen esta clase de expresiones. David Woodruff Smith se refiere
a esta distinción en términos de un significado “genérico” y un significado “específico”. La distinción
apunta, según el autor, a rescatar dos intuiciones respecto de esta clase peculiar de expresiones:

“El referente de ‘esto’ por supuesto varía según la ocasión de la emisión. Pero, si ‘esto’
tiene un significado, ¿varía también el significado con la ocasión de la emisión? Por un lado,
parece que debe. Porque el referente de una expresión está determinado por —y es por tanto
una función de— su significado: esto es un principio básico de la doctrina fregeana y husserliana
del significado y la referencia. Pero, por otro lado, parece que el significado de ‘esto’ está bien-
fijado, independientemente de la ocasión de la emisión —se puede encontrar en un buen
diccionario. […] Podemos honrar ambas de estas demandas intuitivas si reconocemos dos tipos
de significado para ‘esto’: un significado genérico, que no varía con la ocasión de la emisión, y
en cualquier ocasión de emisión, un significado específico, que puede variar con la ocasión”
(Woodruff Smith, 1982:184).

Puede apreciarse claramente a partir de esta cita la necesidad de que las expresiones
ocasionales mantengan un significado constante, independiente de la ocasión, en tanto que son
expresiones y deben, por eso, mantener una unidad significativa ideal; a la vez que tienen un
significado que se realiza según la ocasión, el contexto. Uno es general, en palabras de Mohanty,
“tenemos por un lado una función general de señalar [pointing out] y, por el otro, como construido
sobre el primero, el significado enteramente determinado” (Mohanty, 1964:78, énfasis mío).
También Gurwitsch equipara la distinción husserliana entre estos dos tipos de significado a uno
genérico o un cierto tipo de función y un significado específico que depende en cierta medida del
primero:

“En relación a las expresiones esencialmente ocasionales, debe hacerse una distinción
entre la función significativa y el significado específico, en la terminología de Husserl, entre
anzeigende Bedeutung (significación significante [signifying meaning]) y angezeigte Bedeutung
(significación significada [signified meaning]. Es sólo el último el que varía según la ocasión en
la que es usada la palabra. No hay ambigüedad en la función significativa; en todas las ocasiones
y bajo todas las circunstancias la palabra ‘antes’ tiene la misma función, a saber, la de indicar
un momento del tiempo previo a la emisión. Las funciones significativas son a las expresiones

98
esencialmente ocasionales lo que los significados son a las palabras normales […]. Cada vez que
encontramos una expresión esencialmente ocasional, no entendemos su significado específico,
i.e. no sabemos el objeto particular que ocurre que designa, a menos que conozcamos las
circunstancias de la emisión. Pero incluso sin conocer estas circunstancias, entendemos la
función significativa de la palabra; sabemos que sirve para designar objetos de un tipo definido
y sabemos también de qué tipo son estos objetos” (Gurwitsch, 1977:118).

Así, una vez más, las expresiones ocasionales tendrían dos significaciones, una genérico-funcional,
que se mantiene invariante en cualquier ocasión y otra, determinada justamente por la ocasión
contextual en que es emitida81.
De acuerdo a Husserl, encontramos entonces que existe una cierta clase de expresiones, las
esencialmente ocasionales, que tienen una función significativa genérica, que permanece invariante
de ocasión a ocasión y, así, en cierta medida, garantiza la idealidad del significado y la determinación
de la referencia mediante el significado y, por otro lado, adquiere un segundo significado, pleno y
determinado, según el contexto oracional en el que se emite.
Quisiera, para concluir esta sección, retomar el último caso tratado en D, sobre la
imposibilidad de que un mismo significado arroje diferentes referencias. Para analizarlo antes
introduje un par de ejemplos que no eran los de Husserl, debido a que uno de los de Husserl contenía
precisamente una expresión esencialmente ocasional y eso complejizaba el análisis. Ahora, con el
tratamiento correspondiente ya llevado a cabo, podemos volver sobre ese problema y ver cómo no
es necesaria la tesis de que un mismo significado puede variar en referencia.

81
Esta distinción husserliana puede ser considerada un anticipo de aquella que hiciera años más tarde David Kaplan entre
carácter y contenido de un demostrativo. El carácter es definido como una función81 que va de contextos a contenidos,
donde el contenido es precisamente la “proposición” o significado que el demostrativo tiene en un caso particular, según
el contexto en el que aparece. Así, sostiene Smith: “[…] proponemos para ‘esto’ dos tipos de significado, uno genérico y
uno específico. Esto es una forma esquelética de una semántica o pragmática para los demostrativos. Su estructura
fue aislada por Husserl en 1900 e independientemente por Kaplan en la década de 1970” (Woodruff Smith, 1982:184).
Woodruff Smith también ve los conceptos de significado genérico-funcional y específico como, al menos, análogos a los
conceptos de Kaplan de carácter y contenido:“Los significados constantes y variantes de ‘esto’ son llamados por Kaplan
‘carácter’ y ‘contenido’. Formalmente, el carácter de ‘esto’ está representado por la función que asigna a un contexto
dado (u ocasión) de la emisión, un contenido y el contenido en un contexto dado está representado por la función que
asigna a cada mundo posible un individuo fijado, el individuo apropiadamente demostrado en el contexto dado”
(Woodruff Smith, 1982:200).

99
Dicho ejemplo es “este penco es un caballo”. Las complicaciones recaen en dos problemas
distintos y quizás independientes que aparecen en el ejemplo. El primero es el uso del indéxico
“este”. El segundo hace a la forma misma del juicio, mientras que el primer ejemplo (“Bucéfalo es
un caballo) es un típico juicio de la forma “x es un A”, el segundo juicio tiene la forma “x es un A y
todo A es un B”. Es decir que x es miembro del conjunto A y el conjunto A está incluido en el conjunto
B, o A es un subconjunto de B.
Lo más relevante para nuestro problema es que el demostrativo altera principalmente la
referencia del término al que acompaña. Tomemos ahora el siguiente par de oraciones:
1. Este caballo es blanco
2. Aquel caballo es negro
Si repetimos el análisis que hicimos en la sección previa los elementos serían “este/aquel
caballo”, “blanco/negro” y los enunciados completos. Si tomamos el primer término de cada
enunciado sin duda admitiremos que la referencia de “caballo” ha cambiado en cada uno, aunque
el significado de “caballo” siga siendo el mismo. Parecería que hemos dado entonces con un caso
de lo que Husserl distinguía en términos de igual significado, distinta referencia objetiva. Si bien esto
parece cierto superficialmente, un análisis más minucioso nos muestra que lo que produce el
cambio de referencia son los demostrativos que acompañan al sustantivo caballo y es la totalidad
de ambos lo que compone el sujeto del enunciado. Además, analizando el sujeto entero, no
podemos afirmar que “este caballo” y “aquel caballo” tengan el mismo significado tampoco, ya que
los significados de “este” y “aquel” no son iguales (ni los genéricos, ni los específicos). Si, en cambio,
descompusiéramos el sujeto y nos quedáramos sólo con “caballo”, estaríamos analizando el término
“caballo” por sí solo, aislado de todo contexto, la referencia sería el objeto ideal o especie que antes
mencionamos y no cabría siquiera considerar la posibilidad de cambio de referencia, ya que no
tenemos término de comparación, estaríamos sólo comparando “caballo” con “caballo” sin más
contexto. Si bien “caballo” cambia de referencia en el contexto de ambas oraciones y no de
significado, lo hace solamente por ser parte de un sintagma que es en definitiva el responsable de
tal cambio de referencia y, como ya he dicho, también produce un cambio de significado.
En lo que hace a la forma del juicio, vemos que el demostrativo cumple el rol de seleccionar
un miembro del conjunto, de la extensión “penco”. Esta oración significa que existe un individuo tal
que es un penco y todo penco, por ser penco, es un caballo. Podemos comparar ahora el siguiente
par de oraciones:
3. Este penco es un caballo
100
4. Este semental es un caballo
El análisis es análogo a los casos anteriores: “este” refiere en cada caso a un individuo
particular, distinto en cada enunciado; “penco” y “semental” son los subconjuntos de los cuales
“este” es miembro, cada uno con su significado y referencia propios (i.e. para “penco” el significado
es “caballo de carreta, malnutrido, etc.” y la referencia es esa extensión total; para “semental” el
significado es “animal portentoso dedicado a la reproducción” y su referencia es nuevamente esa
clase); y finalmente “caballo” es la clase en la cual están incluidos los subconjuntos “penco” y
“semental”, cuyos significado y referencia ya hemos explicitado. Si bien la forma de este juicio es
más compleja por tener un demostrativo, una relación de membrecía y una de inclusión, podemos
ver que en ningún caso aparece un término con diferente referencia e igual significado, ya que el
único candidato a tal caso seguiría siendo “caballo”, pero, como he ya afirmado, la referencia de
“caballo” en ambos casos es la misma: la especie caballo.
Señalé al comienzo de esta sección que una expresión es esencialmente ocasional si
contiene al menos un término que sea esencialmente ocasional. De acuerdo con esta afirmación,
todos nuestros ejemplos, de 1 a 4, son expresiones esencialmente ocasionales porque todas
contienen pronombres demostrativos. De esta manera, tanto el significado como la referencia de
las expresiones, por ser esencialmente ocasionales, debe ser determinado atendiendo a cuestiones
contextuales, en particular según nuestros ejemplos, atendiendo a qué señala el hablante cuando
dice “este caballo”, “aquel”, etc. Así, cómo varíe la referencia de “caballo” dependerá de la situación
determinada contextualmente por el empleo de un ocasional como “este” o “aquel”. En el par de
ejemplos 1-2, al ser los ocasionales diferentes y al ser diferentes en su significación, basta leer los
ejemplos para saber que el caballo señalado no es el mismo, ya que “este” y “aquel” no significan
lo mismo. Pero tomemos el siguiente par de ejemplos:
5. Este caballo es manso
6. Este caballo es bravo
Para poder analizar coherentemente este par de ejemplos necesitamos indefectiblemente de un
contexto de emisión. Podemos suponer un contexto, por ejemplo, en el cual un domador de caballos
le señala a un potencial comprador primero un caballo y luego otro que está inmediatamente al
lado y dice primero 5 y luego 6. Los enunciados completos no tienen el mismo significado,
obviamente, porque los predicados son diferentes en cada caso. Sin embargo, ambos sujetos son
idénticos y por lo tanto, tienen el mismo significado. Empero, siempre suponiendo el contexto de
emisión de las expresiones, claramente 5 y 6 no tienen la misma referencia objetiva, 5 se refiere a
101
un caballo que es manso y 6 a otro diferente que es bravo. Ahora sí, entonces, hemos encontrado
finalmente un caso de igual significación y diferente referencia. Pero sólo hasta cierto punto.
Es un caso de igual significación y diferente referencia solamente al incluir este conjunto
particular de expresiones, las esencialmente ocasionales. Dado que este conjunto tiene sus
características propias, debemos analizarlas. El significado que permanece idéntico de 5 a 6 es el
significado genérico, la definición de “este, esta, esto” como pronombre demostrativo, que reza
según la RAE: “Designa lo que está cerca de la persona que habla […]”82. En nuestro ejemplo
hipotético, el domador se para junto a un caballo y dice 5, luego se mueve junto a otro o señala a
otro y dice 6. Eso valida el que el significado genérico sea idéntico: el demostrativo se utilizó de la
misma manera en ambos casos, para designar aquello que está cerca de la persona que habla. Sin
embargo, el significado “pleno” del ocasional, que sólo se completa atendiendo al contexto
oracional de emisión, no es el mismo, justamente porque aquello por él designado ha variado de un
caso a otro. En ambos casos es un caballo, sí, pero no es el mismo individuo. Por lo tanto, si los
ocasionales, como los demostrativos de nuestro par de ejemplos 5-6, tienen un significado pleno
que sólo se determina contextualmente, ¿podemos seguir sosteniendo que es un caso de igual
significación y diferente referencia? Parecería más bien que, atendiendo a la peculiaridad propia de
la clase de los esencialmente ocasionales, el significado pleno, que es el que interesa, tampoco
permanece idéntico en uno y otro caso, debido a que la determinación de esa significación debe
producirse de manera contextual, como lo hace la referencia también. No podemos analizar ningún
par de ejemplos sin un contexto y al incluir dicho análisis contextual descubrimos no sólo que varía
la referencia de una caso a otro, sino también que el significado pleno del ocasional (y por lo tanto,
del enunciado completo) varía de caso a caso, según ese contexto mismo.
Sólo analizando detenidamente todos los casos posibles, con las peculiaridades de cada uno,
podemos concluir finalmente que no es posible que existan casos de igual significación y diferente
referencia. Esto se debe, como concluí al final de la sección D, a que es el significado mismo el
responsable de determinar la referencia de cualquier expresión, a la vez que cualquier expresión se
define como tal en virtud del significado que expresa. Por lo tanto, sostener que un mismo
significado puede, ceteris paribus, sin más, producir variaciones en la referencia, parece ir en contra
de la tesis misma que sostiene la determinación de la referencia mediante el significado. Si la
referencia se determina contextualmente, también puede hacerlo, según el caso, la significación

82 http://lema.rae.es/drae/?val=este

102
misma. Es la variación de la significación, en definitiva, la responsable de la variación en la
referencia. Si los ejemplos posibles se analizan en detenimiento, parece entonces necesario concluir
que es imposible que existan casos de igual significación y diferente referencia.

F. Conclusiones del capítulo

En este capítulo me he ocupado principalmente de los temas de semántica que aparecen


en las LU. Como vimos, estos temas no pueden, al menos en Husserl, ser deslindados de problemas
propios de su teoría de la intencionalidad. Podemos resumir las conclusiones alcanzadas en este
capítulo en la forma de las siguientes tesis:

1. Toda expresión determina una referencia a través de su significado.


2. Significado y referencia nunca coinciden.
3. Toda expresión es referencial en tanto se dirige hacia un objeto.
4. La referencia es a un objeto realmente existente cuando está realizada o plenificada
por una intuición legitimante.
5. No existen casos de igual significado y diferente referencia, en tanto que el
significado es el que determina la referencia.
6. Las expresiones esencialmente ocasionales son una clase especial de expresiones,
que tienen un significado genérico y uno específico.

103
Capítulo III

En este capítulo retomaré algunas cuestiones relativas a la teoría del lenguaje de Husserl a
partir del texto Vorlesungen über Bedeutungslehre Sommersemester 1908. Este texto, volumen XXVI
de la Husserliana, consiste en una serie de lecciones que dictó Husserl sobre el significado. La
ubicación de este texto en el contexto más general de la obra husserliana es algo problemática. Es
anterior a 1913 y por lo tanto anterior a la publicación de Ideas I, la segunda edición de las LU y el
llamado “giro trascendental”. Sin embargo, podemos decir que las VB se encuentran “camino” al
giro trascendental, alejándose en parte del Husserl temprano. De todas formas, las VB son
presentadas como estando en relación con las LU, especialmente “La I Investigación del segundo
tomo entra en cuestión” (HUA XXVI: 6)83. Al respecto de la relación entre VB y LU dice Husserl
explícitamente:

“Obviamente no tengo la intención de simplemente repetir lo que dije en las


Investigaciones lógicas. Naturalmente, no he permanecido quieto en la serie de años que
transcurrieron desde la aparición de esa obra” (HUA XXVI: 5)84.

De esta manera, Husserl pretende retomar ciertos problemas propios de las LU, especialmente de
la primera, problemas relativos a la teoría del significado, con cierto ánimo de revisar algunas
consideraciones desde una nueva perspectiva. En particular, señala Husserl como diferencia de su
perspectiva al momento de las VB en comparación con las LU:

“El conocimiento debe ser investigado en sí mismo y según su propia esencia, no


respecto a un mundo real predado ni como un factum en este mundo, sino en inmanencia pura,
como dación absoluta en la que todo mundo (que justamente es mundo representado, juzgado,
conocido y sólo en esta correlación para el conocimiento es el ‘mundo real’) primero se
‘constituye’ (una palabra, que sin embargo debe ser entendida en un buen sentido
determinado). […] la esencia de la correlación entre conocimiento y objetividad debe ser traída
a evidencia según los tipos y formas esenciales de ambos, así se debe inquirir en esto justamente

83 “die I. Untersuchung des 2. Bandes in Frage kommt”


84 “Selbstverständlich gedenke ich nicht bloB zu wiederholen, was ich in den Logischen Untersuchungen gesagt habe. Ich
bin in der Reihe von Jahren, die seit dem Erscheinen dieses Werkes verflossen sind, natürlich nicht stehengeblieben”

104
el conocimiento mismo, él mismo, o sea, la correlación misma se debe estudiar y estudiar en el
sentido que aquí está en discusión, i.e., según la esencia inmanente” (HUA XXVI: 5)85.

Podemos apreciar en este fragmento el “camino” hacia el giro trascendental que recién
mencionaba. La preocupación de Husserl se vuelca cada vez más hacia la “inmanencia esencial”,
hacia el concepto de “constitución” y hacia el problema de la correlación entre lo mentado y lo dado,
entre el conocimiento y la objetividad. Husserl mismo, sin embargo, afirma que “Ese era entonces
—como fue dicho— el punto de vista de las Investigaciones lógicas” (HUA XXVI: 6)86. No me ocuparé
aquí principalmente de determinar cuánto de trascendental y cuánto del Husserl temprano hay,
específicamente, en las VB. Mi intención aquí es retomar dos problemas que aparecieron en el II
Capítulo del presente trabajo a partir de la consideración que de ellos hace Husserl en VB,
especialmente porque en esta obra les dedica una atención más explícita que en LU.
Inevitablemente, aparecerá un vocabulario y una aproximación conceptual algo ajenos a LU, por
encontrarse esta obra en otro momento de la producción husserliana.
Los dos problemas en los que me concentraré específicamente son: primero, la cuestión de
cómo dos expresiones con diferente significado pueden referir a la misma objetividad, que surge a
partir del ejemplo que prueba la distinción entre significado y referencia, el ejemplo de diferente
significación e igual referencia que aparece con “el vencedor de Jena”, “el vencido de Waterloo” y
“Napoleón”; segundo, el tratamiento de las llamadas “representaciones sin objeto” que es
explícitamente tratado en VB y que retomo a partir de las consideraciones que surgieron en la
sección B del II capítulo, acerca de la referencia a objetos no dados o no existentes.

85 “Die Erkenntnis muB in sich selbst und ihrem eigenen Wesen nach durchforscht werden, nicht in bezug auf eine
vorgegebene wirkliche Welt und nicht als ein Faktum in dieser Welt, sondern in reiner Immanenz, als absolute
Gegebenheit, in der sich erst aIle wirkliche Welt (die eben vorgestellte, beurteilte, erkannte Welt ist und nur in dieser
Korrelation für die Erkenntnis "wirkliche Welt" ist) "konstituiert" (ein Wort, das freilich in einem bestimmten guten Sinn
zu verstehen ist). […] das Wesen der Korrelation zwischen Erkenntnis und Gegenstandlichkeit nach den beiderlei
wesentlichen Arten und Formen zur Evidenz gebracht werden, so muB man dazu eben die Erkenntnis selbst befragen, sie
selbst bzw. diese Korrelationen selbst muB man studieren, und in dem Sinn studieren, der hier in Rede ist, d.i. dem
immanenten Wesen nach”.
86 “Das also war - wie gesagt - der Standpunkt der Logischen Untersuchungen”.

105
A. ¿Cómo pueden expresiones temáticamente diferentes tener la misma
referencia objetiva?

“La expresión ‘el vencedor de Jena’ significa justamente ‘el vencedor de Jena’ y algo
diferente de la expresión ‘el vencido de Waterloo’. En uno y otro caso tenemos, dijimos, algo
diferente en mente, otro tema, por así decir; por otro lado está el objeto nombrado, el objeto sin
más, que está representado en ambos casos como el mismo” (HUA XXVI: 40-1)87.
El problema que deseo aquí plantear fue explícitamente tratado por Husserl en las VB y se
basa en la situación de que dos expresiones que significan algo diferente refieran al mismo objeto.
Esto es un problema no en el sentido de que no sea posible o de que sea algo a revisar, sino en que
parecería faltar algo más para comprender qué es lo que ocurre en estos casos. Como ya afirmé en
varias ocasiones, cuando realizo una intención significativa y realizo una expresión, no miento con
eso la significación misma, sino el objeto al que esa expresión refiere a través de la significación.
¿Qué miento cuando realizo la expresión “el vencedor de Jena”? Si consideramos los significados
que allí están presentes, parecería que aquello a lo que me dirijo es precisamente a “ser vencedor”
y “Jena”. En esa expresión, intenciono el predicado “vencedor” y la ciudad de Jena. Pero a su vez,
esta expresión nombra un objeto que es Napoleón, a quien también me dirijo y me represento
cuando realizo esta expresión. Por otro lado, Napoleón es un objeto al que puedo dirigirme con
otras incontables expresiones que varían en significado, como por ejemplo “Napoleón”, “El vencido
de Waterloo”, “el emperador francés”, etc. La pregunta es, entonces, ¿cómo es esto posible?
Una primera solución puede ser ya encontrada en el contexto de las LU, más
específicamente en la V. En esta investigación, dedicada a los actos intencionales en general, Husserl
distingue en primera medida, entre la cualidad y la materia de un acto intencional. La cualidad
refiere al modo en el cual mentamos el objeto, si lo afirmamos, juzgamos, deseamos, percibimos,
inquirimos, etc. La materia es aquello que brinda la referencia objetiva. Pero en nuestro par de
ejemplos la cualidad del acto parece ser la misma, la de una afirmación, y estamos suponiendo la
materia como la misma al afirmar que ambas expresiones refieren a Napoleón. ¿Dónde está la

87 “Der Ausdruck "der Sieger von Jena" bedeutet eben "der Sieger von Jena" und etwas anderes als der Ausdruck "der
Besiegte von Waterloo". Im einen und anderen Fall haben wir, sagten wir, etwas anderes vor Augen, ein anderes Thema
sozusagen; andererseits ist der genannte Gegenstand, der Gegenstand schlechthin, der da beiderseits vorgestellt ist,
derselbe”

106
diferencia entonces? La diferencia está, justamente, en que podemos representar el mismo objeto,
pero de diferente modo:

“La materia […] es la propiedad que subyace en el contenido fenomenológico del acto
de aquel que determina qué del acto aprehende la objetividad correspondiente, qué
características, formas, relaciones le atribuye a ella” (HUA XIX/1:429-30)88.

Así, podemos distinguir entre el objeto que es intencionado (Napoleón) y el objeto tal como es
intencionado (vencedor, vencido…). Podemos decir entonces que a pesar de las distintas formas en
las que puedo representarme un objeto, si la materia del acto es la misma, la referencia objetiva
está garantizada como la misma.
En el §6 de las VB Husserl comienza el tratamiento explícito del concepto de significación en
relación al concepto de objetividad. En primera medida, señala que “Un sentido de ‘significación’
está determinado a través de la objetividad significada” (HUA XXVI: 26)89, lo que quiere decir,
básicamente, que significado y objetividad pueden coincidir perfectamente. Cuando yo miento una
especie, como por ejemplo “árbol” y pienso en los árboles, el significado de “árbol” y la objetividad
hacia la cual me dirijo, coinciden perfectamente. Pero, justamente, la coincidencia “perfecta” entre
significación y objetividad es sólo una posibilidad, ya que, como hemos visto, ambos conceptos no
coinciden en tanto tales. Enseguida, entonces, Husserl señala cómo si nos alejamos de expresiones
“simples” como nombres propios o sustantivos comunes, puede ocurrir que expresiones con
diferente significado se refieran a la misma objetividad:

“Con la construcción de expresiones unitarias a partir de partes de expresión está en


relación el hecho fundamental (no como un hecho empírico) de que, diferentes expresiones
construidas, como dos expresiones compuestas que no están construidas a partir de las mismas
expresiones en la misma forma, puedan referirse a una y la misma objetividad” (HUA XXVI: 27)90.

88
“Die Materie […] ist die im phänomenologischen Inhalt des Aktes liegende Eigenheit desselben, die es bestimmt, als
was der Akt die jeweilige Gegenständlichkeit auffaßt, welche Merkmale, Formen, Beziehungen er selbst ihr zumißt”
89 “Ein Sinn von Bedeutung ist bestimmt durch die bedeutete Gegenständlichkeit”
90 “Mit dem Autbau von einheitlichen Ausdrücken aus Teilausdrücken steht nun die Grundtatsache (nicht etwa eine
empirische Tatsache) in Zusammenhang, daB verschieden gebaute Ausdrücke, etwa zwei zusammengesetzte Ausdrücke,

107
El ejemplo que ofrece es justamente el de Napoleón. En primera medida es importante recalcar que
las expresiones “tautológicas” no son las aquí consideradas. Es decir, expresiones como “mesa” y
“Tisch” son de hecho la misma expresión, no hay aquí un caso de diferente significación e igual
objetividad, sino que tanto significación como objetividad coinciden. Por lo tanto el concepto de
significación aquí tratado concierne a expresiones, podríamos decir, “realmente” diferentes, como
es el caso de “el vencedor…” y “Napoleón”. Así, por último, frente a la posibilidad de que diferentes
significaciones mienten la misma objetividad, Husserl afirma la necesidad de reconocer la diferencia
“entre la objetividad, que está allí significada y la objetividad en la manera cómo está significada”
(HUA XXVI: 28)91. Es decir que no es lo mismo significar una objetividad, sin más, como veíamos en
el primer caso, y el significar una objetividad de una manera en particular, lo que admite que
diferentes maneras de significar, i.e., diferentes significaciones, expresen la misma objetividad.
En el §7 Husserl introduce una diferenciación conceptual que no coincide con las LU y
apunta justamente a precisar mejor este fenómeno. Desde LU sabemos que las expresiones
completas refieren a estados de cosas, mientras que los nombres refieren a objetos y los predicados
a propiedades. Pero ahora Husserl toma conciencia de que el estado de cosas “ser vencedor de
Jena” y el estado de cosas “ser vencido en Waterloo” no coinciden, mientras que las expresiones
“vencedor…” y “vencido…”, si bien de diferente significación, refieren a la misma objetividad. Con
este fin, Husserl emplea ahora el concepto de “situación” (Sachlage). Napoleón y el conjunto de sus
predicados relevantes conforman una determinada situación objetiva, la cual puede ser
aprehendida de maneras diferentes y, consecuentemente, expresada a través de diferentes
significaciones. Esas diferentes significaciones constituyen diferentes estados de cosas, ya que no
es el mismo estado de cosas el que aparece expresado cuando digo “Napoleón fue vencido en
Waterloo” y “Napoleón fue vencedor en Jena”, a pesar de que, justamente, la situación es la misma
en tanto que todos esos predicados son verdaderos de un mismo sujeto Napoleón:

“En ambos lados tenemos diferentes sujetos y diferentes predicados, tenemos


entonces en el sentido antes discutido, diferentes estados de cosas, pero la situación es la

die also nicht aus identisch denselben Ausdrücken in derselben Form aufgebaut sind, sich auf eine und dieselbe
Gegenständlichkeit beziehen konnen”
91 “zwischen der Gegenständlichkeit, die da bedeutet ist, und der Gegenständlichkeit in der Weise, wie sie bedeutet ist”

108
misma. Ambos estados de cosas en los que se condicionan mutua e inmediatamente, se basan
en la misma situación, que sólo es aprehendida de manera categorialmente diferente” (HUA
XXVI: 29)92.

Esta diferenciación entre los conceptos de Sachverhalt y Sachlage permite entonces que
expresiones complejas que varían en significado tengan un correlato objetivo diferente a pesar de
que subyazga una misma situación de fondo. Más claro aún sea quizás el ejemplo del par de
enunciados “a>b” y “b<a”. El significado de ambas oraciones es diferente, pero también es diferente
el estado de cosas que expresan. Lo que permanece idéntico entre ambos es una misma situación
objetiva subyacente. Rosado Haddock explica en un artículo dedicado a este tema la diferencia entre
estado de cosas y situación. Nótese que traduce Sachlage por situación de cosas (situation of
affairs):

“[…] Husserl afirma que los estados de cosas son objetualidades categoriales basadas
en objetualidades que pueden ser aprehendidas receptivamente. A un estado de cosas
corresponde en la receptividad una situación de cosas, i.e., algo idéntico que puede ser hecho
explícito de dos o más maneras. Más aun, juicios predicativos equivalentes (i.e. proposiciones
equivalentes) corresponden con la misma situación de cosas intuitivamente dada. Cualquier
situación de cosas sirve como fundamento para dos o más estados de cosas. Así, la situación de
cosas de que A es más grande que B da pie al estado de cosas de que A > B y de que B < A”
(Rosado Haddock, 2000:257).

Antes de encarar de lleno la pregunta por la posibilidad misma de que diferentes


significaciones refieran a la misma objetividad, como fue citada al comienzo de esta subsección,
Husserl introduce una distinción más que resulta fundamental al interior de las VB y cuya relación
con otras partes de la obra del autor puede resultar algo problemática, especialmente considerando
que nunca más vuelve a explicitarse: es la distinción entre el concepto fenológico (fánsico) y el
concepto fenomenológico (óntico) de significación.

92 “Beiderseits haben wir verschiedene Subjekte und verschiedene Prädikate, wir haben also im vorhin erorterten Sinn
verschiedene Sachverhalte, aber die Sachlage ist dieselbe. Die beiden Sachverhalte, indem sie sich unmittelbar
wechselseitig bedingen, haben dieselbe Sachlage zugrunde liegen, die nur in kategorial verschiedener Weise aufgefaBt
ist.”

109
El concepto fenológico está relacionado con el lado subjetivo de la vivencia, con el acto
mismo y es primero introducido como “Significación como lo específico del significar” 93, esto es,
como lo específico del acto. Sin embargo, y toda esa subsección está destinada a clarificar esta idea,
“la significación (en el sentido que aparece ahora en la mente) no es ningún acto ni ningún momento
real del acto” (HUA XXVI: 31)94. La significación, incluso en este sentido que refiere al acto, no
coincide jamás con el acto mismo, que es una vivencia fugitiva, efímera, sino que refiere a la unidad
ideal de significado tal como es intencionado:

“Los actos dadores de significación son vivencias fugitivas, la significación misma es una
unidad ideal, atemporal, idéntica consigo misma como cada idea. Naturalmente tampoco puede
ser la significación, entonces, un momento de vivencia, que sería fluyente y fugitiva como la
vivencia total” (HUA XXVI: 31-2)95

Ahora bien, este concepto fánsico de significación es el concepto que encontrábamos en las
LU: es el significado ideal que aparece instanciado en un acto real. A través de una reflexión sobre
ese acto mismo accedemos a ese significado ideal. Sin embargo, a través de diferentes significados,
podemos intencionar las mismas situaciones, pero teniendo como correlatos diferentes
objetividades categoriales:

“Según el tipo específico de conciencia de significación nos referimos de maneras


diferentes a objetividades y, eventualmente, a las mismas objetividades, y allí yace el que
debamos diferenciar entre el objeto simple, que está significado, y el objeto, cómo está
significado; y ‘significación’ se considera como lo específico del significar, por lo que produce la
referencia a la objetividad y la produce de una forma particular” (HUA XXVI: 35)96.

93 Título de la subsección a) del §8, “Bedeutung als das Spezifische des Bedeutens”, (HUA XXVI:31)
94 “Bedeutung (in dem jetzt vor Augen uns schwebenden Sinn), kein Akt ist und kein reelles Moment im Akt”
95 “Die bedeutungverleihenden Akte sind flüchtige Erlebnisse, die Bedeutung selbst ist eine ideale Einheit, unzeitlich, mit
sich identisch wie jede Idee. Natürlich kann Bedeutung also auch kein Erlebnismoment sein, das ja flieBend und flüchtig
ware wie das ganze Erlebnis”
96 “Je nach der spezifischen Artung des BedeutungsbewuBtseins sind wir in verschiedener Weise auf
Gegenständlichkeiten, und eventuell dieselben Gegenständlichkeiten, bezogen, und daran liegt es, daB wir zwischen <
dem > Gegenstand schlechthin, der da bedeutet ist, und dem Gegenstand, wie er bedeutet ist, unterscheiden müssen;

110
Siempre que realizamos una expresión instanciamos un significado, de lo contrario, no habría
expresión. Siempre que instanciamos un significado, referimos a una objetividad, necesariamente.
Ahora bien, referir a una objetividad arroja como “resultado” un objeto que está significado en la
expresión, pero, también, un objeto tal como está significado.
Esta distinción nos lleva al segundo concepto de significación, el fenomenológico.
Intencionar un objeto de diferentes maneras a través de diferentes significaciones tiene que ver
justamente con los actos que llevamos a cabo, con el modo en el cual intencionamos (no en el
sentido de la cualidad del acto, sino en el sentido de qué y cómo específicamente mentamos la
objetividad en cuestión). Este segundo concepto, entonces, es el correlato del lado objetivo que
necesariamente debe tener esta diferencia en los actos:

“La palabra ‘significación’ puede, parece, también tener un sentido que no sólo no
afecta ningún acto, sino que tampoco afecta nada específico del acto, algo mucho más
correlativo al lado que se enfrenta a lo objetivo. Uno habla a menudo del objeto intencional
como tal o del objeto significado como tal. Y este “como tal” no concierne aquí solamente a una
insensibilidad al ser y no-ser, que vale simplemente para el objeto nombrado o significado; sino
que apunta también al cómo de la aprehensión categorial, el cómo del ser-determinado, del
ser-significativo en general. Nosotros mismos hablamos de la diferencia entre el objeto
simplemente y el objeto tal como es significado. Este cómo indica con seguridad respecto de las
vivencias de acto a ciertos modos de estos, que se dejan aprehender específicamente; pero
correlativamente les corresponde también algo del lado objetivo” (HUA XXVI: 35-6, énfasis
mío)97.

und "Bedeutung" wird dabei angesehen als das Spezifische des Bedeutens, soweit es Beziehung auf Gegenständlichkeit
herstellt und in der Weise, wie es sie herstellt”
97 “Das Wort Bedeutung kann, scheint es, auch einen Sinn haben, der nicht nur keinen Akt, sondern auch kein Spezifisches
aus dem Akt trifft, vielmehr etwas korrelativ dem Gegenüberstehendes auf gegenständlicher Seite. Man spricht ja oft von
dem intentionalen Gegenstand als solchem oder dem bedeuteten Gegenstand als solchem. Und dieses "als solchem"
betrifft hier nicht nur eine Unempfindlichkeit gegen Sein und Nichtsein, die schon für den genannten oder bedeuteten
Gegenstand schlechthin gilt; sondern es zielt auch auf das Wie der kategorialen Fassung, das Wie des Bestimmtseins, des
Bedeutetseins überhaupt. Wir selbst sprechen ja im Unterschied zum Gegenstand schlechthin vom Gegenstand, so wie er
bedeutet ist. Dieses Wie weist ja sicherlich hinsichtlich der Akterlebnisse auf gewisse Modi derselben (hin), die sich
spezifisch fassen lassen; aber korrelativ entspricht dem doch auch etwas auf gegenständlicher Seite”

111
Las diferencias del lado subjetivo del acto deben tener un correlato objetivo, el objeto
categorial no es el mismo, incluso si, a la base, la situación objetiva sí es la misma. Significar implica
necesariamente significar de una manera determinada. Diferentes maneras determinadas de
significar pueden referir a la misma objetividad, pero ahora, nos aclara Husserl, estas diferentes
maneras de significar deben tener su correlato más allá de la situación subyacente que permanezca
idéntica. Este segundo concepto de significación, ausente en LU, puede ser visto como ‘en camino’
a la filosofía trascendental, desde el punto de partida del Husserl temprano. En la sección B enfaticé,
siguiendo a Benoist, que el carácter referencial de las expresiones, su dirigirse hacia un objeto, no
implicaba o “no alcanza” para que haya de hecho un objeto como correlato de tal intención. Ahora,
en cambio, parecería que la referencia intencional de las expresiones ‘constituye’ una significación
como correlato objetivo al acto de intención significativa. Este significado que se pone como
correlato no es aún un objeto dado en intuición, sino justamente un objeto intencional,
determinado por el modo en el cual es intencionado, es decir, por el significado ideal que produce
la referencia. Así, en relación al ejemplo napoleónico, sostiene Husserl:

“En ambos casos querría uno decir que es el tema lo que tenemos en mente en la
conciencia, uno u otro, y es el tema lo que nos ocupa, justamente en la forma de la diferencia
de temas, una vez el ser-vencedor, otra vez ser-vencido y así. El objeto sin más no es el tema. Él
mismo [el objeto] no nos viene a la mente nunca y en ninguna parte. Un tema nos viene a la
mente y una vez es este tema, otras aquél. […] Y eso es lo que uno querría designar plenamente
bajo el título ‘objeto intencional como tal’ y, más detallado, ‘el objeto significado como tal a la
manera de…’” (HUA XXVI: 36-7)98.

Sabemos que el par “vencedor…”-“vencido…” refiere a Napoleón. Sabemos que ambas


expresiones tienen diferentes significados. Esa diferencia en los significados implica una diferencia

98 “Beiderseits, mochte man sagen, ist das Thema, das uns im BewuBtsein vor Augen steht, ein anderes, und es ist etwas,
das in der Weise eben des Themas Verschiedenes befaBt, bald eine Beziehung aufdiese, bald die aufjene Stadt, einmal
Sieger-Sein, einmal Besiegter-Sein und dergleichen. Nicht der Gegenstand schlechthin ist das Thema. Er selbst kommt uns
dabei nie und nirgends selbst vor Augen. Ein Thema kommt uns vor Augen, und einmal dieses und einmal jenes Thema.
[…]Und das ist es, was man unter dem Titel "intentionaler Gegenstand als solcher", und naher, "der bedeutete Gegenstand
als solcher in der Weise, wie" wohl bezeichnen wollte”

112
intencional respecto de aquello que mentamos cuando nos expresamos de una y otra forma. A cada
una de estas expresiones les corresponde un tema objetivo diferente, una objetividad categorial
diferente. Una diferencia que tiene origen del lado del acto (concepto fenológico) debe tener un
correlato objetivo (concepto fenomenológico) y, podríamos decir, esto es hasta cierto punto
independiente del hecho de que ambas significaciones refieran a la misma situación objetiva. En
primera medida, parecería que este agregado respecto de las LU es una sofisticación por parte de
Husserl de su propio tratamiento de los conceptos de significado y referencia. Sabemos que ambas
expresiones refieren a Napoleón, pero también podríamos no saberlo. El par de enunciados “El
padre de la fenomenología” y “El autor de las LU” refieren ambos a Husserl, a diferentes
propiedades que podemos atribuirle. Sin embargo, es altamente probable que mucha gente no sepa
a quién refiere uno, el otro o ninguno. Sin embargo, expresar cada uno de esos enunciados conlleva
de suyo la referencia a una objetividad. Realizar la síntesis de identificación entre ambos al alcanzar
cumplimiento intuitivo de la situación objetiva de que el referente de ambos enunciados es el
mismo, es un proceso diferente y hasta cierto punto independiente de aquel a través del cual
constituimos la objetividad categorial correspondiente a nuestro acto de expresar
significativamente.
Peter Simons es de los pocos comentadores que repara en esta distinción y dice al respecto:

“Él distingue entre su concepto anterior de significado, que ahora llama fenológico o
fánsico y un nuevo concepto que llama concepto fenomenológico u óntico. Porque estos
términos son feos y, en el caso de significado óntico, altamente confusos, hablaré en vez de
significado especie y significado noemático” (Simons, 1995:122)

Respecto del primero, señala Simons que es básicamente el mismo concepto que
encontramos en las LU: el significado fánsico es la unidad ideal que se mantiene idéntica a través de
las múltiples apariciones que se instancian en la vida fugaz de la conciencia. Respecto del segundo,
como vimos, es aquello que se contrapone a mi acto y aquello que intenciono cuando me expreso
de esa manera. Más en general, sostiene Simons:

“Esta nueva concepción del significado óntico es lo que Husserl llama en Ideas el noema
de un acto. Debe ser contrastado con el acto de significar mismo, que es algo real y transitorio,
y a lo que Husserl llamará más tarde noesis. Husserl va tan lejos como para considerar el
significado noemático (óntico) como fenomenológicamente prioritario respecto del significado
113
especie (fánsico), sobre la base de que el proyectar o salir hacia [reaching out] del significado es
inmediatamente presente a nuestra inspección fenomenológica, mientras que el concepto
especie se nos vuelve claro sólo por nuestro reflexionar sobre el hecho de que podemos
repetidamente dirigirnos a nosotros mismos de la misma manera hacia la misma cosa” (Simons,
1995:123).

Es decir que Simons ve esta nueva distinción como un anticipo de la distinción trascendental
que aparecerá en Ideas entre nóesis y nóema. El significado óntico sería prioritario en tanto es lo
fenomenológicamente presente, es lo que tengo “en la mente” cuando me expreso de una
determinada manera, mientras que el significado fánsico sería producto de una reflexión, sobre la
base de los actos mismos. Es la búsqueda de la unidad en la multiplicidad en actos fugaces. Creo
que la prioridad de un concepto sobre el otro es bien señalada por Simons y cuenta con un buen
apoyo textual. En el §27 de VB, respecto de la significación fánsica99, afirma Husserl:

“Y nuevamente, si comparamos juicios y simples pensamientos de juicios el uno con el


otro —pero siempre del contenido ‘oro es amarillo’—, encontramos entonces en la
comparación algo evidentemente común, y eso, ante todo, llamaremos la significación. Ella es
justamente este ‘contenido’, pero como algo contenido a través de la abstracción ideatoria a
partir de los actos. Esta esencia existe siempre que realizamos un enunciado o un pensamiento
de enunciado. Sobre todo es necesario realizar esta ideación: cada enunciado, sea juzgado o
simplemente entendido, tiene una significación; esto es, en este sentido, igualmente obvio,
como ‘cada cosa tiene una figura espacial’. Es, en cierto sentido, una oración ‘analíticamente’
evidente” (HUA XXVI: 87, énfasis mío)100

99 El título de la subsección del parágrafo es “Cada enunciado tiene una significación en sentido fenológico (fánsico)”,
“Jede Aussage hat eine Bedeutung im phanologischen (phansischen) Sinn”, Husserl (1987:87).
100 “Und wiederum, wenn wir Urteile und bloBe Urteilsgedanken miteinander vergleichen - immerfort aber des Inhalts
"Gold ist gelb" -, so finden wir in der Vergleichung ein evident Gemeinsames, und das vor allem werden wir die Bedeutung
nennen. Sie ist eben dieser "Inhalt", aber als etwas durch ideierende Abstraktion aus den Akten Entnommenes. Dieses
Wesen besteht, wo immer wir ein Aussagen vollziehen oder einen Aussagegedanken. Überall ist ja diese Ideation
notwendig zu vollziehen: jede Aussage, ob geurteilt oder bloB verstanden (wird), hat eine Bedeutung; das ist in diesem
Sinn eben so selbstverstandlich, wie "Jedes Ding hat eine Raumgestalt". Es ist ein in gewissem Sinn evidenter
"analytischer" Satz”

114
La prioridad del concepto fenomenológico de significación descansa principalmente en el hecho de
que es la significación que nos es dada de manera más inmediata cuando intencionamos un objeto.
Sin preocuparnos aún por si el tema, el significado fenomenológico, coincide o no con la situación
objetiva, es decir, sin preocuparnos aún por la verdad, podemos decir que este concepto es
prioritario en tanto es el modo en el cual el objeto es intencionado. La conciencia de que este
significado es ideal y puede ser repetido incontables veces, manteniéndose idéntico, sólo es
alcanzada en un segundo momento, a través de un acto de reflexión. Si seguimos a Simons,
podemos considerar justamente que este concepto fenomenológico de significación está ‘entre
medio’ del noema de Ideas y aquella dirección referencial que no arrojaba un objeto en LU. Husserl
parecería ver en VB la necesidad de sostener que si toda expresión tiene una dirección referencial
hacia un objeto, entonces ese objeto debe ser determinado de alguna manera y puesto como un
correlato legítimo del acto intencional. En favor de la lectura de Simons, podemos decir que la razón
más fuerte que lleva a Husserl a sostener ahora la ‘existencia’ de este correlato objetivo del acto,
como un objeto, el significado fenomenológico, no es otra que la idealidad del significado que
determina y condiciona la forma en la cual me dirijo intencionalmente a un correlato. Este carácter
ideal es, por supuesto, propio del período trascendental de Husserl, período al cual parecería estar
entrando ya en 1908.
Mohanty (2008) también entiende la significación fánsica como aquella presente
anteriormente en LU y justamente como un concepto de significado como especie. “Este significado,
aunque no psicológico, es aun la esencia de algo que es una parte, un momento de lo psicológico”
(Mohanty, 2008:228), dado que, como vimos con Simons y en la cita de VB, es el significado ideal
que alcanzamos a partir de reflexionar sobre nuestros propios actos de significar, es “la especie
ejemplificada en el contenido de un juicio particular o una presentación particular” (loc.cit). El
significado óntico, por su parte, no guarda ninguna relación con el acto, “sino que es exclusivamente
el correlato objetivo del acto, […] el objeto significado como tal en la manera en la que es
significado” (loc.cit). Sin embargo, respecto del rol que cumplen estos conceptos en la obra de
Husserl, Mohanty no está de acuerdo con la interpretación de Simons de equipararlos a la relación
nóesis-nóema de Ideas:

“No podría estar más lejos de la verdad decir que aquí está el comienzo del concepto
de significado como nóema y de la tesis de la correlación entre nóesis y nóema. Husserl ahora
nos dice en un Beilage de 1909 que el significado fánsico es la “materia-acto” de las

115
Investigaciones lógicas, o la esencia “bedeutungsmässiges” del acto, mientras que el significado
óntico es el objeto intencional como tal” (Mohanty, 2008:228)

No quiero aquí profundizar en la discusión respecto de la evolución histórica del


pensamiento de Husserl, ya que claramente excede los límites del presente trabajo. Baste para mis
fines actuales señalar que si bien es cierto que podemos equiparar el significado fenomenológico al
objeto intencional como tal de LU, la diferencia crucial entre ambos radica en que en LU, ese objeto
intencional referido, si no es legitimado por alguna intención, no existe de ninguna manera y no está
implicado por el acto mismo. La significación fenomenológica, en cambio, parecería sí tener un tipo
de existencia de orden ideal, lo cual está más cerca del concepto de noema como aparecerá en
1913.
Una vez distinguidos ambos conceptos de significación, Husserl explicita la pregunta que
titula esta subsección, “¿Cómo pueden significaciones temáticamente diferentes referirse al mismo
objeto?”101. Podemos explicitar esta pregunta de la siguiente manera: cuando realizamos cualquiera
del par de expresiones, mentamos a Napoleón, estamos dirigidos al objeto sin más. Pero a su vez,
en cada caso tenemos algo diferente en la mente, un tema distinto, una significación óntica distinta,
lo que no quiere decir otra cosa que, en cada caso mentamos algo diferente, estamos dirigidos a
algo diferente: “¿Cómo son conscientes entonces el objeto sin más y la significación (óntica) en el
significar?” (HUA XXVI: 41)102. Es esta situación “paradójica” la que Husserl se propone ahora
resolver.
La solución aparece nuevamente no en las representaciones, sino en los juicios que
formamos a partir de ellas. La expresión A y la expresión B pueden ser tomadas como
representaciones integrantes de un juicio de identidad que sostiene, simplemente, “A es lo mismo
que B”. Considerando que la solución al problema está en los juicios y no en las meras intenciones
o correlatos objetivos de dichas intenciones, el problema pasa a ser, entonces, un problema de la
verdad. El juicio de identidad podría ser, obviamente, falso. Pero eso no dice nada respecto de todos
los elementos hasta ahora tratados: incluso en un juicio que pone como idénticos al “padre de la
fenomenología” y a “el autor de Ser y tiempo”, estamos realizando una intención significativa,

101 Título del apartado b del §9, “Wie konnen sich thematisch verschiedene Bedeutungen auf denselben Gegenstand
beziehen?” (HUA XXVI:40)
102 “Wie sind also der Gegenstand sehleehthin und die Bedeutung (ontisch) im Bedeuten bewuBt?”

116
mentando un objeto sin más (erróneamente), mentando una significación óntica como objetividad
categorial correspondiente a nuestro acto de intención significativa:

“Naturalmente el juicio también puede ser falso, entonces la identidad de los objetos
estaba simplemente supuesta. Pero se puede producir juicios de identidad evidentes para cada
representación, esto pertenece a la esencia del representar como tal, y así el discurso sobre la
identidad de los objetos representados, respecto de otras representaciones, puede ser llevado
al sentido de la identidad creída, eventualmente verdadera y evidente” (HUA XXVI: 42)103.

De esta manera, el problema de diferentes significaciones que refieren a la misma


objetividad, a la vez que producen correlatos objetivos diferentes, es desplazado desde una
consideración relativa a las intenciones y a las representaciones, a una consideración relativa a los
juicios. Precavido de que esta identificación confunda la diferencia fundamental entre significado y
objeto, Husserl se pregunta si el juicio de identidad acerca del objeto sin más, produce en
consecuencia una identificación de las significaciones expresadas en cada enunciado. La respuesta
es obviamente negativa y el argumento es muy sencillo. Cuando decimos “A es igual a B” aquello a
lo que nos referimos en ese juicio es a los objetos mentados a través de la expresión y no a las
significaciones mismas. Podemos, sin embargo, en caso de quererlo, mentar la significación misma,
sólo que en ese caso el juicio será uno de diferencia (o será falso), y podemos hacerlo si objetivamos
el significado mismo y juzgamos: “<<A>> es distinto de <<B>>” o “la significación de A es distinta de
la significación de B”. El juicio que objetiva el significado mismo es un juicio completamente
diferente de aquel que, naturalmente, se refiere al objeto.
Un mismo objeto sin más puede ser representado, mentado, significado por un par de
expresiones que difieren en su significación y, en realidad, por otras incontables expresiones que lo
articulen de maneras categorialmente diferentes: “el objeto idéntico está significado sin más, unas
veces de esta manera, otras de aquella, pero siempre de alguna manera” (HUA XXVI: 45)104. Ahora

103 “Natürlich kann das Urteil auch falsch sein, dann war die Identität der Gegenstände eine bloB vermeintliche. Es sind
aber zu jeder Vorstellung evidente Identitätsurteile herstellbar, es gehort dies zum Wesen der Vorstellung als solcher, und
so kann immer die Rede von der Identität des vorgestellten Gegenstandes in bezug auf mehrere Vorstellungen
durchgeführt werden im Sinn geglaubter, eventuell wahrer und evidenter Identität”
104 “der identisehe Gegenstand sehlechthin sei einmal in dieser, einmal in jener Weise bedeutet, immer aber in irgendeiner

Weise”

117
bien, esta cuestión nos trae de vuelta al problema de ¿en qué relación se encuentra este objeto sin
más con el objeto categorial o la significación óntica? Encontramos que la respuesta de Husserl
busca esquivar tanto el inmanentismo como el psicologismo. El objeto real, el objeto sin más, es el
objeto intencionado. Siempre que realizamos una intención significativa, realizamos la referencia
objetiva.
Pero, a su vez, esa intención significativa nos da un objeto tal como es intencionado y no un
objeto sin más. Ese objeto tal como es intencionado, si bien es el correlato óntico de una intención
fánsica, coincide con el objeto sin más, en los casos en los que la intención se confirma como
evidente y verdadera. Husserl quiere evitar, en particular, la concepción que afirmaría que el objeto
es lo que es en sí mismo, pero el pensamiento sólo podría apropiarse de él bajo ciertas formas
propias del acto de pensar. En contra de esto, sostiene el fenomenólogo, que el objeto “en sí” y el
objeto intencionado (pensado) son el mismo y de hecho “En el pensar mismo y sólo en el pensar
puede a priori la separación entre objeto mismo y pensar el objeto estar realizada” (HUA XXVI: 47)105
y esto se debe a que sin reflexión esta separación no es posible, porque siempre que pienso un
objeto, siempre que me dirijo a él, lo que pienso y lo que es coinciden, nuevamente, en el caso de
la verdad.
Pero el problema se mantiene: “Realizamos un significar, mentamos así lo objetivo. En cierto
sentido esto es, mentamos el objeto sin más y, en cierto sentido, mentamos la significación” (HUA
XXVI: 48)106. ¿Debemos entender esto como si el significado fuera algo “junto” al objeto? ¿Como si,
al realizar una intención, tuviéramos ante nosotros por un lado el objeto y por el otro la
significación? La respuesta es obviamente negativa:

“Esto, naturalmente, no es así. Los objetos no están en el significar junto a las


significaciones. Es evidente que podemos estar vueltos sólo a objetos, mientras que los
determinamos de esta manera y de la otra, nos volvemos a los aprehendidos significativamente

105 “Im Denken selbst und nur im Denken kann a priori die Scheidung zwischen Gegenstand selbst und Denken des
Gegenstandes vollzogen sein”
106 “Vollziehen wir ein Bedeuten, so meinen wir das Gegenstandliche. In gewissem Sinn heiBt es, wir meinen den
Gegenstand schlechthin, und in gewissem Sinn, wir meinen die Bedeutung.

118
de esta manera y de la otra. […] No hay ningún significar sin una manera determinada de la
significación, y así de esta manera está allí precisamente el objeto” (HUA XXVI: 48)107.

Es entonces en los juicios donde a partir de significaciones diferentes con sus correlatos
objetivos también diferentes, se produce la síntesis de identificación entre ambas representaciones
y son éstas referidas a un mismo objeto sin más o a una misma situación objetiva. Así como esta
síntesis puede ser realizada, también puede estar erróneamente supuesta o incluso no creída. Pero,
como vimos, es esencial a toda representación la posibilidad de ser llevada a unidad mediante un
juicio evidente.
Una vez que nos desplazamos al nivel propio de los juicios, encontramos ciertas precisiones
conceptuales. En primera medida, nos dice Husserl que las intenciones significativas o “actos
dadores de significado son actos predicativos” (HUA XXVI: 64)108. Al interior de la predicación los
actos nominales son “representantes en un sentido pregnante. Constituyen en la conciencia
predicativa los objetos-sobre-los-cuales” (HUA XXVI: 66)109. El objeto-acerca-del-cual es el punto de
referencia objetiva último al que nos dirigimos con los diferentes actos predicativos, al que sólo
accedemos con el juicio fundado en evidencia. Las variaciones en la significación fánsica, dijimos,
tienen como correlato diferentes significaciones ónticas. Estas significaciones son ahora llamadas
objetos categoriales, o categoriales sin más, en tanto son objeto del reflexionar juzgante. Cuando
los diferentes categoriales son llevados a unidad sintética mediante un juicio de identidad fundado
en evidencia, la referencia objetiva se da hacia un único objeto-acerca-del-cual:

“El objeto nombrado, el objeto-acerca-del-cual, es lo idéntico, a lo que se refieren las


representaciones nominales que en las relaciones de juicio determinantes funcionan
predicativamente, las múltiples determinaciones” (HUA XXVI: 80)110.

107 “Die Gegenstande sind ja im Bedeuten nicht etwas neben den Bedeutungen. Es ist evident, daB wir Gegenstanden nur
zugewandt sein können, indem wir ihnen als so und so bestimmten, so und so bedeutungsmaBig gefaBten zugewandt
sind. […] Es gibt kein Bedeuten ohne eine bestimmte Weise der Bedeutung, und so steht der Gegenstand eben in dieser
Weise da”
108 “Bedeutungverleihende Akte sind prädikative Akte”
109 “Sie sind vorstellend in einem pdignanten Sinn. Sie konstituieren im prädikativen BewuBtsein die Gegenstände-
worüber […]”
110 “Der genannte Gegenstand, der Gegenstand-worüber, ist das Identische, auf das sich im bestimmenden
Urteilszusammenhang, in dem die nominale Vorstellung prädikativ fungiert, die mannigfachen Bestimmungen beziehen”

119
Para comprender mejor esta idea es preciso señalar la diferencia que existe entre los actos de
intención significativa asociados a nombres (en sentido amplio) y aquellos asociados a estados de
cosas. Respecto de esta distinción dice Barry Smith:

“Los actos de significación son divididos por Husserl en dos tipos: aquellos asociados
con el uso de nombres, que son actos de presentación, y aquellos asociados con el uso de
oraciones, que son actos de juicio. Los primeros están dirigidos a objetos, los últimos a estados
de cosas” (Smith, 1989:33).

A su vez, es importante remarcar qué se entiende por la “presentación” de un acto, a lo que hasta
aquí me he estado refiriendo como “representación”. Sobre este concepto, dice Smith en una nota:

“El término ‘presentación’ es una traducción de la ‘Vorstellung’ de Husserl. Se refiere a


todos los actos con dirección a objeto [object-directed acts], sean actos de percepción,
imaginación, memoria o actos de direccionalidad meramente ‘signitiva’, por ejemplo, aquellos
que involucran nombres o descripciones” (Smith, 1989:62).

Es decir que, hasta aquí, en nuestro tratamiento y en nuestro seguimiento del tratamiento
husserliano, nos hemos ocupado solamente del primer tipo de actos, aquellos asociados al uso de
nombres, que son actos de presentación que nos dirigen hacia un objeto. Tanto “el vencedor de
Jena” como “el vencido de Waterloo”, como “Napoleón” e incluso mis ejemplos de “el padre de la
fenomenología”, etc., son todos ejemplos de actos del primer tipo, asociados a nombres y, como
puede apreciarse una vez más, aquí el concepto de ‘nombre’ incluye el de descripciones definidas.
Ahora bien, lo que Husserl está señalando y problematizando en VB es justamente el hecho
de que este tipo de actos, tomados por sí solos, no son suficientes para dar cuenta de cómo
diferentes presentaciones son diferentes presentaciones de un mismo objeto. Para poder
comprender cómo puedo referirme a un mismo objeto mediante diferentes significaciones,
debemos desplazar la consideración desde actos de nombres y presentaciones a actos de oraciones
y juicios. La razón por la cual debe ocurrir este desplazamiento de nivel es aparentemente sencilla:
la pregunta por la identidad de diferentes representaciones de un mismo objeto es una pregunta
que ocurre a nivel categorial o a nivel judicativo. Las diferentes representaciones deben ser
articuladas categorialmente como para poder afirmar que existe entre ellas una identidad en la
120
referencia al objeto-acerca-del-cual. De esta manera, el problema de diferentes presentaciones
temáticas de un mismo objeto se convierte en un problema de juicios y estados de cosas y no
solamente de presentaciones y objetos. Esta idea, creo, se vuelve clara con los ejemplos: “El
vencedor de Jena” es un acto asociado a un nombre, nombra un objeto y lo presenta de una manera
determinada, como el vencedor de Jena. Ahora bien, la expresión “El vencedor de Jena es Napoleón”
es un acto de juicio, en el cual se afirma la identidad entre dos presentaciones diferentes,
suponiendo —correctamente en este caso, aunque podría no serlo— que ambos nombres están
referidos al mismo objeto. Resulta evidente, entonces, que para comprender esta identidad entre
diferentes presentaciones, debamos atenernos a los juicios y no solamente a las presentaciones.
Las múltiples determinaciones son el objeto tal como es pensado, si llevamos a cabo una
reflexión encontramos que los diferentes objetos categoriales111, esto es el objeto tal como es
pensado, están todos referidos a un mismo objeto-acerca-del-cual. Esta reflexión se efectúa
precisamente sobre la base de la intuición que nos da la evidencia. Por decirlo así, sin evidencia o
sin intuición fundante es imposible saber si los diferentes categoriales que miento están o no de
hecho referidos a un mismo objeto-acerca-del-cual. La relación a nivel del juicio está entonces de la
siguiente manera:

“Dimos con objetividades categoriales que, diferenciadas del objeto-acerca-del-cual y


eventualmente también de la “situación” enunciada, del “estado de cosas” enunciado, designan
un concepto de significación fenomenológico (óntico)” (HUA XXVI: 85)112

Tenemos, por un lado, la objetividad categorial como significación óntica, un estado de cosas, como
correlato objetivo de nuestra intención significativa o acto predicativo que, al ser mediada por

111 No puedo aquí extenderme sobre las complicadas consideraciones relativas al objeto categorial, sino solamente
concluir este problema y sigo en eso la presentación que Husserl hace en VB que involucra este concepto. Baste aquí
aclarar que aparece explícitamente tratado en la VI LU. Sobre él, dice Drummond: “Un objeto categorial es uno infundido
de forma o estructura. Ejemplos son los estados de cosas, grupos, relaciones, números, o cualquier objeto en el cual se
hayan articulado partes. El todo articulado, en el cual las partes son tanto distinguidas como unidas, es el objeto categorial.
El objeto categorial puede ser intencionado en una intención signitiva vacía o en un intuición categorial, y el objeto
categorial es la identidad dada en esta multiplicidad de modos ausentes y presentes” (Drummond, 2008: 51).
112 “Wir stieBen auf kategoriale Gegenständlichkeiten, die, unterschieden von dem Gegenstand-worüber und eventuell
auch von der ausgesagten "Sachlage", dem ausgesagten "Sachverhalt", einen phanomenologischen (ontischen)
Bedeutungsbegriff bezeichnen”

121
alguna manera determinada de significación, nos da como resultado este objeto tal como es
pensado. Diferentes objetos categoriales son referidos a un mismo objeto-acerca-del-cual, o
diferentes estados de cosas a una misma situación, en la reflexión categorial fundada en evidencia.
Obviamente no todo acto funda evidencia y no todo juicio tiene una intuición legitimante. Sin
embargo, podría ocurrir que refiera diferentes categoriales a un mismo objeto. Esto descansa en la
posibilidad de que los objetos estén pensados suposicionalmente, que estén sólo representados y
no realmente referidos a una objetividad:

“No todo acto predicativo en la conservación de su esencia significativa fánsica


fenológica puede ser llevado a evidencia, como tampoco le corresponde a cada uno en la verdad
‘su categorial’. Por otro lado, cada uno ‘se dirige’ a un categorial, cada proposición ‘pone’ una
verdad, cada enunciado ‘se dirige’ a la verdad, cada convicción es convicción de la verdad, etc.,
o sea, a la manera de la intención. La verdad es ‘representada’, es creída, ‘mentada
suposicionalmente’” (HUA XXVI: 90)113.
Como conclusión de esta sección podemos apreciar cómo la afirmación de que expresiones
con diferente significado pueden lograr la misma referencia objetiva, primero presentada en LU, le
lleva a Husserl tres capítulos de las VB para terminar de elucidar. Que esto sea posible implica,
básicamente que: cada vez que realizo una intención significativa instancio un significado ideal, al
que puedo acceder mediante un acto de reflexión (significado fánsico), me represento un objeto de
una manera determinada, esto es el significado en sentido fenomenológico. Hasta aquí, tenemos
solamente actos asociados a nombres o actos de presentación. En cuanto me pregunto por la
relación entre estos nombres o presentaciones, en particular en los casos tratados, por la identidad,
desplazo el análisis a consideraciones sobre el juicio. En este nivel, podemos llamar al correlato de
mi acto un categorial, aquel que es mentado de una manera determinada. Pero para saber si la
referencia entre los diferentes categoriales es de hecho o no idéntica, debemos preguntarnos
inevitablemente por la verdad de mis actos judicativos, es decir, buscar confirmación para el juicio
que afirma la identidad entre las diferentes presentaciones, entre los diferentes categoriales. Referir
los diferentes objetos categoriales a un mismo objeto sin más, u objeto-acerca-del-cual es el

113 “Nicht jeder prädikative Akt kann bei Erhaltung seines phansischen phänologischen Bedeutungswesens in Evidenz
übergeführt werden, also nicht jedem entspricht in Wahrheit "sein Kategoriale". Andererseits, jeder "richtet sich" auf ein
Kategoriale, jeder Satz "setzt" eine Wahrheit, jede Aussage "richtet sich" auf Wahrheit, jede Überzeugung ist Überzeugung
von Wahrheit usw., namlich in der Weise der Meinung. Wahrheit ist "vorgestellt", ist geglaubt, "vermeint"”

122
resultado de un juicio de identidad fundado en la evidencia de la intuición. También puede ocurrir
que la identidad esté meramente supuesta, en caso de que el resultado de la intuición sea que el
juicio de identidad es falso. Podemos apreciar esta red de conceptos en el siguiente esquema:

B. Las representaciones sin objeto

En la sección B del II Capítulo presenté el concepto de referencia husserliano y lo distinguí


de aquel propio de la tradición analítica. La peculiaridad de la referencia en Husserl, como aparece
tratada en las LU, es que está siempre presente, incluso cuando no está realizada o, en el vocabulario
propio de Husserl, plenificada. Esto admite que toda expresión tenga de hecho una dirección
referencial, cuando el objeto no existe e incluso cuando el objeto es imposible. Respecto del
problema de las representaciones sin objeto, habría que distinguir, primero, entre el tratamiento
correspondiente a LU y a VB.

123
En las LU el carácter referencial de las expresiones no implicaba más que una dirección al
objeto, es decir, una propiedad del acto que en ningún caso es suficiente para darnos un objeto
propiamente dicho. Si la expresión no está plenificada por una intuición legitimante, entonces no
hay ningún objeto al cual pueda decirse que la expresión refiere de hecho. En este sentido, el
problema de las representaciones sin objeto se disuelve rápidamente: la referencia de una
expresión sólo implica la dirección objetiva del acto, pero no un objeto como correlato. Así, si se
trata de expresiones no plenificadas, o sea sin objeto, no hay un verdadero problema, en tanto que,
justamente, este concepto de referencia no implica ningún objeto como correlato. Una
representación sin objeto, en LU, no es otra cosa que un acto que se dirige hacia un objeto
inexistente, pero en ningún sentido implica su existencia, no hay más que, en todo caso, una
representación de un objeto que no es posible o efectivo. De esta manera, si seguimos la
caracterización del concepto de referencia que Benoist hace, como hicimos en la sección B del
Capítulo II, las representaciones sin objeto son representaciones que no tienen un correlato objetivo
correspondiente y, en tanto que la referencia sólo implica la direccionalidad del acto intencional, no
hay un verdadero problema ontológico respecto del estatuto de objetos tales como un cuadrado
redondo o una montaña dorada, en tanto que su existencia no está implicada por el acto, hablar de
representaciones sin objeto no presenta mayores complicaciones.
En la sección anterior vimos como en VB la cuestión se complica un poco más. En tanto esta
obra se encuentra ‘en camino’ hacia el giro trascendental de 1913, Husserl empieza a elaborar un
concepto de correlato objetivo implicado por el acto intencional en el caso de las expresiones,
donde hay significado involucrado. Se trata del concepto de significación fenomenológico u óntico,
que aparece como correlato objetivo de una expresión dada, determinado por la significación
fánsica, que es ideal y a la que sólo accedemos en la reflexión. Esto complica un poco más la cuestión
de entender entonces qué sería una representación sin objeto, cuando siempre hay algún correlato
objetivo para mi acto, en la forma de un significado óntico. Husserl plantea este problema de
manera explícita en las VB y ofrece también una solución para él. Veamos primero cómo él mismo
lo formula en la sección llamada “el problema de las así llamadas ‘representaciones sin objeto’”:

“Toda representación debe tener un objeto, referirse a un objeto, indiferentemente de


si existe con él un convencimiento o no e indiferentemente de si el convencimiento es correcto
o no, de si el correspondiente juicio existencial es o no válido. La representación ‘un centauro’
representa un centauro, la representación ‘un cuadrado que es redondo’ justamente un

124
cuadrado y un cuadrado que es redondo. De las representaciones a las que aludimos como
ejemplos, decimos que no hay objeto que les corresponda. Representan un objeto, pero el
objeto no está en la realidad. ¿Cómo entender eso?” (HUA XXVI: 39)114

Husserl presenta el problema casi como una paradoja. Existen expresiones que no tienen objeto al
que refieren, sin embargo, todas las expresiones representan un objeto y, por lo tanto, refieren a
algo. Para tratar este problema, Husserl considera que “la solución debe efectuarse en los juicios”
(HUA XXVI: 39)115. Creo que en esta propuesta de solución se vuelve también manifiesta la necesidad
conceptual que lleva a Husserl, ahora en VB, a la polémica afirmación de que toda expresión refiere
y refiere al menos al significado óntico que se pone como correlato de mi acto: cuando juzgo acerca
de un objeto, aunque este sea inexistente o imposible, mi juicio debe poder tener un alcance ideal.
Cuando juzgo que “el cuadrado-redondo es imposible” no estoy realizando un juicio hic et nunc
acerca de un objeto de este tipo ni tampoco de mi representación particular y efímera, estoy
juzgando acerca de un objeto en general al que me refiero cuando me expreso de esta manera. La
significación fánsica aporta este carácter ideal de mi expresión y la significación óntica me da el
correlato objetivo como determinado a la manera de mi intención. Así todo, a nivel de las
(re)presentaciones, mi intención no me compromete con un objeto efectivamente existente, sino
solamente con un objeto intencional, un significado óntico, es decir un objeto intencionado a la
manera de, mediante un significado ideal.
Como es sabido para la tradición filosófica, no todo juicio es un juicio existencial. Por lo tanto
el hecho de que yo juzgue acerca de algo imposible y, en ese sentido, en tanto me lo represento,
me refiera a ese objeto, no me compromete con su existencia. De la misma manera, si realizo un
juicio existencial como “el cuadrado-redondo no existe” tengo que poder decir que este juicio es
verdadero de aquel objeto que me represento cuando juzgo, aquel objeto al que me refiero cuando

114 “Jede Vorstellung soIl einen Gegenstand haben, sich auf einen Gegenstand beziehen, gleichgültig, ob Uberzeugung
mitbesteht oder nicht besteht, und gleichgültig, ob die Uberzeugung richtig ist oder nicht, das betreffende Existenzialurteil
gültig (ist) oder nicht. Die Vorstellung "ein Zentaur" stellt einen Zentauer, die Vorstellung "ein Viereck, das rund ist" eben
ein Viereck vor, und zwar ein Viereck, das rund ist. Von Vorstellungen, wie den eben als Beispiel angedeuteten, sagen wir,
daB es keinen Gegenstand gebe, der ihnen entspricht. Sie stellen zwar einen Gegenstand vor, aber der Gegenstand ist in
Wahrheit nicht. Wie ist das zu verstehen?”
115 “die Auflosung muB in Urteilen erfolgen”

125
me expreso. Incluso si formulara el juicio “el cuadrado-redondo existe” tengo que poder decir de él
que es un juicio falso, no fundado en evidencia:

“Es entonces claro que los nexos de juicio son llevados a producción evidente, en los
cuales, por un lado, aparece cada referencia a algo objetivo, que pertenece a la esencia de todo
representar, y de nuevo, tales en los que, por otro lado, aparece el sentido del juicio existencial,
en el que la existencia de los objetos representados, en referencia a una representación
cualquiera, es atribuida o negada. En la primera dirección debe toda representación pertenecer
a un grupo cerrado ideal de representaciones que, a pesar de su contenido según las diferencias,
‘representan una y la misma objetividad’. Eso indica, afirmo yo, ciertos nexos de juicio, ciertos
juicios de identidad. […] Y en la otra dirección dice el discurso: ‘el objeto de una representación
existe o no existe’. Aquí son los juicios de otro tipo, que se llaman juicios existenciales, los que
hay que estudiar y con ellos aclarar el sentido de esta ‘existencia’. (HUA XXVI: 40)116

No es lo mismo un juicio de identidad, en el que se predica algo de un determinado objeto,


en el que afirmo algo acerca de una objetividad que, pese a ser inexistente e imposible es
susceptible de ser representada y juzgada, que un juicio de existencia en el cual comprometo ese
objeto intencional con algún tipo de existencia más allá de su carácter intencional o
representacional.
Husserl distingue distintos conceptos de “significación”, siempre con el objetivo de aclarar
que la significación no es privada ni empírica, sino ideal. En este sentido, distingue “la
representación en sentido lógico ideal de la representación en sentido empírico” (HUA XXVI: 33)117.
Aceptando el carácter ideal de la significación podemos entender que, si el medio para lograr la

116 Es ist also klar, daB es darauf ankommen wird, Urteilszusammenhänge, und zwar evidente herzustellen, in denen sich
einerseits jede Beziehung auf Gegenstandliches, die zum Wesen alles Vorstellens gehort, ausweist, und wiederum solche,
in denen sich andererseits der Sinn des Existenzialurteils ausweist, in dem in Beziehung auf irgendeine Vorstellung die
Existenz der vorgestellten Gegenstande zu- oder abgesprochen wird. In (der) ersten Richtung soll jede Vorstellung zu einer
idealen geschlossenen Gruppe von Vorstellungen gehören, die, obwohl ihrem Inhalt nach verschieden, doch "ein und
dasselbe Gegenstandliche vorstellen ". Das weist, sage ich, auf gewisse Urteilszusammenhänge hin, auf gewisse
Identitatsurteile. […] Und in der anderen Richtung sagt die Rede: "Der Gegenstand einer Vorstellung existiert oder existiert
nicht." Hier sind die andersartigen Urteile, die da Existenzialurteile heiBen, zu studieren und damit der Sinn dieser
"Existenz" klarzustellen”
117 “die Vorstellung im idealen logischen Sinn von der Vorstellung im empirischen Sinn”

126
referencia objetiva es de hecho la instanciación de un significado ideal, y no uno privado, entonces,
parecería razonable entender que esa referencia que siempre está, aunque el objeto sea imposible,
es a la representación ideal y no a la representación privada o fugaz:

“La representación ‘un triángulo’ como representación de predicado de una oración,


de un juicio en sentido ideal, es ella misma un ideal. Este mismo concepto de predicado está
contra la multiplicidad sinfín de vivencias de representación posibles, en las cuales se realiza
actualmente el representar este ‘contenido’ ‘un triángulo’” (HUA XXVI: 33)118.

Es decir que, sin duda existe una representación empírica, particular, que es la que cada individuo
se forma en una instancia espacio-temporal determinada. Pero esta no es la representación
“interesante” para Husserl, sino aquella que permite decir, en un sentido relevante, que mi
representación de “triángulo” es igual a la de cualquier otro individuo, incluso a la de un individuo
que dice “Dreieck” en vez de “triángulo” e incluso si yo acompaño mi representación con la imagen
de un triángulo isósceles y él de un equilátero. Dada la idealidad del significado, si realizamos la
expresión, existe una representación ideal objetiva. Aunque estemos hablando de una figura
imposible, existe una representación ideal objetiva. Es a esta representación, a ese objeto
intencional, al que toda expresión refiere necesariamente en un sentido mínimo y no a la
representación fugaz, hic et nunc, que se instancia en la mente de cada individuo.
“Representación sin objeto” quiere decir, entonces, una representación tal que no le
corresponde ningún objeto realmente existente, o ningún objeto idealmente posible. Así todo,
“representar”, en el sentido en el que Husserl lo está empleando, es posible incluso en estos casos
en los que los objetos son inexistentes o imposibles. En tanto instancio significados ideales mediante
una intención significativa, me represento algo, tengo una objetividad como correlato de mi acto de
intención. Esto no implica ningún compromiso ontológico, sino que solamente garantiza la
posibilidad de pensar y mentar cualquier objeto al que puede referirme significativamente. En este
sentido, es sumamente coherente que el problema de las representaciones sin objeto sea
desplazado desde un problema netamente semántico a un problema relacionado con el juicio, la

118 “Die Vorstellung "ein Dreieck" als Prädikatsvorstellung eines Satzes, eines Urteils im idealen Sinn, ist selbst ein Ideales.
Derselbe eine Prädikatbegriff steht gegenüber der unendlichen Mannigfaltigkeit möglicher Vorstellungserlebnisse, in
denen sich aktuell das Vorstellen dieses "Inhalts" "ein Dreieck" vollzieht”.

127
verdad y la evidencia. Si en vez de tomar ejemplos que involucran claramente objetos inexistentes
o imposibles, tomamos ejemplos que involucren objetos cuya existencia o posibilidad es
desconocida, entonces la necesidad de las representaciones sin objeto se vuelve más clara. Sabemos
que no existen ni centauros ni montañas doradas, pero, ¿qué ocurre con la siguiente expresión: “Los
extraterrestres son seres amigables”? La verdad de este juicio es actualmente desconocida, no
sabemos si existen o no seres extraterrestres. Sin embargo, puedo representarme esta posibilidad
y formular un juicio acerca de ella. Cuando realizo esta expresión instancio los significados
correspondientes a “ser extraterrestre” y “amigable”. Al hacerlo, me represento algo, tengo “en la
mente” ciertas objetividades. Para poder luego determinar como verdadero o falso, como fundado
o no en evidencia, ese juicio, debo poder primero realizar la expresión y representarme las
objetividades en ella involucradas. En tiempo, quizás, podré saber que corresponde a mi juicio una
situación (Sachlage) que lo confirma o refuta. Esa paradoja que señalábamos al comienzo de esta
sección puede ser disuelta si tenemos en cuenta que aquello que siempre está presente como
representación es el objeto intencional y no un objeto real o trascendente. “Representación sin
objeto” significa entonces una representación que me formo de un determinado objeto intencional
que no tiene un objeto trascendente que le corresponda. Dicho de otra manera, en tanto que puedo
expresarlo significativamente, es posible pensar en lo que no es, en lo que es falso, en lo que no es
posible. Hago esto sin un fundamento de intuición, sin evidencia, pero puedo hacerlo.
Podemos también utilizar la distinción entre estado de cosas y situación para comprender
mejor este fenómeno. Si yo formulo la expresión “Husserl es la estrella de rock más grande de todos
los tiempos”, al hacerlo, intenciono un determinado estado de cosas y me represento, por ejemplo,
a Husserl vivo, con una guitarra colgada, en un escenario frente a miles de personas. Al formular la
expresión, me represento todo esto y miento un determinado estado de cosas, una determinada
articulación categorial basada en mi comprensión de todos los significados ideales presentes en la
expresión que formulé. Sin embargo, sé también que este estado de cosas meramente supuesto no
cuenta con ninguna situación que lo legitime, no existe una intuición que corresponda ese estado
de cosas con una situación real, sino más bien lo contrario, puedo fundar en evidencia el juicio que
dice “Husserl no es…”.
Si comparamos el caso de las representaciones sin objeto con algunos de los conceptos de
la sección anterior, podemos apreciar que hay dos problemas claramente separados que deben ser
tenidos en cuenta: por un lado está el problema de la verdad y la evidencia, el problema de la
coincidencia entre lo mentado y lo dado. Yo puedo intencionar objetos determinados de maneras
128
diferentes y estas determinaciones pueden o no corresponderse con un objeto-acerca-del-cual o
con una situación específica. Sólo puedo establecer esta identidad y esta correspondencia mediante
intuiciones que confirmen o refuten mis juicios. Por otro lado, está el problema de la
(re)presentación misma, de aquello que intenciono “independientemente” de la verdad. Dado que,
justamente, en ese nivel aún no hay consideraciones estrictas acerca de la verdad o la
correspondencia, no sé aún si mi (re)presentación tiene o no un objeto-acerca-del-cual que le
corresponda. Pero así todo, puedo intencionar objetos. Si puedo representar objetos sin saber si
existe de hecho o no una correspondencia con una situación objetiva, resulta evidente entonces,
creo, que debe ser posible que haya representaciones sin objeto, porque de lo contrario, estaríamos
afirmando que sólo se puede intencionar lo verdadero y evidente, y esto es, por supuesto,
inadmisible. La idealidad del significado me permite tener en la mente diferentes (re)presentaciones
que comprendo como tales, que tienen su correlato objetivo en la forma de una significación óntica
o de un categorial (a nivel del juicio) antes de saber si de hecho estas presentaciones tienen o no
correspondencia, antes de saber si los juicios son o no verdaderos. De esta manera, es lógico que
una gran cantidad de los actos dirigidos a diferentes objetos que me presento de manera
determinada sean, de hecho, “representaciones sin objeto” en el sentido de ser representaciones
de un objeto intencional pensado a través de una intención significativa que instancia un significado
ideal, pero, sin embargo, no se corresponde verdaderamente con una situación objetiva u objeto-
acerca-del-cual.

129
Conclusiones

Al comienzo de este trabajo, en la introducción, planteé dos preguntas fundamentales para


guiar la investigación:
(i) ¿Existe una teoría sistemática y/o coherente acerca del lenguaje en la obra del Husserl
temprano? Y
(ii) (ii) ¿Es dicha teoría ‘autónoma’, en el sentido de ser independiente de otros elementos
propios de la teoría fenomenológica de Husserl?
La respuesta a la primera pregunta es algo ambigua. Parecería que, en un sentido estricto,
no hay una teoría sistemática, en tanto que no hay una presentación sistemática. Así todo, creo que
es posible reconocer que hay elementos suficientes en la obra de Husserl para poder comenzar a
reconstruir una teoría del lenguaje. En parte, ese fue el propósito de este trabajo.
En primera medida, encontramos en los primeros parágrafos de la I LU, como fue
presentado en la sección A del Capítulo I, una semiótica, una teoría del signo. Esta teoría no está
demasiado desarrollada, ya que su objetivo principal era el de distinguir expresiones lingüísticas de
otro tipo de signos que no expresan un significado. Esto, podemos decir, fue realizado exitosamente
por Husserl. En este ámbito, defendí la concepción de Husserl según la cual la categoría más amplia
es la de signo, que se divide a su vez en las subcategorías de señal y expresión. Las primeras son
definidas por establecer una relación por asociación empírica entre la señal y lo señalado para un
sujeto, mientras que las expresiones, si bien pueden funcionar como señales en el discurso
comunicativo, se definen por instanciar un significado lingüístico. En este sentido, son un tipo
especial de signo.
De esta manera, Husserl define las expresiones lingüísticas primero como aquellas que no
son señales. La caracterización positiva de estas expresiones se da en términos de tres factores
fundamentales: (a) un lado físico o fantaseado de la expresión, en VB llamado “sonido verbal”, sobre
el que se vuelve (b) una intención significativa, tipo de acto intencional que (c) instancia un
significado ideal y realiza una expresión como tal. Los aspectos (a) y (c) pueden ser considerados
como propios de una filosofía del lenguaje. Sin embargo, el aspecto (b), al menos tan fundamental
para dicha caracterización como los otros dos, es propio de una teoría de la conciencia o de la
intencionalidad. En este sentido, parecería que la caracterización más básica que Husserl realiza del
concepto de expresión ya conlleva elementos ajenos a una estricta teoría del lenguaje y torna

130
necesaria la inclusión de elementos fenomenológicos de la teoría general de la intencionalidad en
Husserl para dar cuenta de este concepto. Así, respecto de nuestra pregunta general (ii), podemos
responder tentativamente que no es el caso que la teoría del lenguaje sea autónoma. Queda abierta
la pregunta de si esto se debe a una necesidad conceptual al interior de la teoría fenomenológica o
sería posible brindar una teoría exclusivamente lingüística que fuera compatible luego con la teoría
de la intencionalidad husserliana. Como resultado tentativo provisto por este trabajo de
investigación, parecería que Husserl sí considera necesario presentar su teoría del lenguaje
utilizando elementos propios de su teoría de la intencionalidad.
El siguiente aspecto de las expresiones que fue evaluado en este trabajo concernía al uso
que de estas expresiones se hace en contexto comunicativo. Este aspecto puede ser considerado
como propio de una pragmática del lenguaje. Como conclusiones en este ámbito, podemos señalar
que la función notificativa no es un elemento esencial de la expresión, sino uno que solamente
aparece, justamente, en el contexto comunicativo, pero no hace a la caracterización esencial del
concepto de expresión. Respecto de la notificación, señalamos que existe un problema no resuelto
respecto del rol que cumple específicamente la expresión lingüística en el proceso de dar y tomar
nota de los estados mentales de otros individuos. Como conclusión provisoria, en este contexto,
señalamos que podía realizarse una suerte de solución de compromiso entre dos interpretaciones
posibles: o bien la comprensión de que el otro es otro como yo, que se expresa y tiene conciencia,
es un saber obtenido mediante la toma de nota que se produce gracias a la comprensión de la
expresión lingüística, o bien es independiente de esta comprensión. El modo en que Husserl
presenta el problema parecería indicar que no es necesaria dicha comprensión, dejando la cuestión
de cómo se produce ésta, abierta. Sin embargo, ciertos ejemplos controversiales y un análisis más
profundo, mostraron que esto es problemático, en tanto no queda claro cómo se produce esta
comprensión y en tanto no queda claro tampoco por qué Husserl presentaría entonces la
notificación como función de la expresión, en el contexto de su caracterización del concepto de
expresión. De esta manera, mi solución de compromiso consistió en considerar la notificación en
sentido estrecho como independiente de la comprensión de expresiones lingüísticas y la notificación
en sentido amplio como dependiente de dicha comprensión. De todas formas, queda para futuras
investigaciones determinar más claramente qué rol cumple la expresión lingüística en el proceso de
tomar al otro como un otro y si es realmente necesario un desplazamiento hacia consideraciones
respecto de la intersubjetividad trascendental para saldar esta cuestión o si es posible obtener una
teoría de la intersubjetividad mediante un análisis más profundo del concepto de notificación en
131
relación a la expresión lingüística. Por otro lado, respecto de la notificación y nuestra pregunta
general (ii), podemos señalar una vez más que, en este caso, el aspecto pragmático del lenguaje se
relaciona con elementos ajenos a una teoría estricta del lenguaje, en particular, la intersubjetividad.
Especialmente si consideramos que la comprensión del otro como tal es un saber independiente de
la expresión lingüística, este aspecto de la teoría del lenguaje también necesita de otros elementos
ajenos a la teoría del lenguaje.
La tesis de la idealidad del significado surge como necesaria para Husserl a la hora de
caracterizar la expresión justamente en términos de aquella que instancia un significado. Dicha tesis
busca garantizar la objetividad del conocimiento y determinar las condiciones de identidad de una
expresión lingüística en términos exclusivamente del significado que instancia. Así, si bien el lado
físico de la expresión es de hecho un componente esencial de ésta, no es la que determina la
expresión como tal: una expresión es aquella que expresa un mismo significado, que es ideal y por
lo tanto puede ser expresado a través de diferentes soportes físicos, de diferentes palabras, en
diferentes idiomas. Este ámbito de la idealidad del significado es accesible a la conciencia subjetiva
mediante los actos intencionales que se vuelven sobre los soportes físicos. Es interesante remarcar
aquí que si bien la caracterización del significado como ideal es propia de una teoría del lenguaje, la
unión entre el significado ideal y su aparición particular en la forma de una expresión lingüística está
mediada por un acto intencional, descrito propiamente en términos de la teoría husserliana de la
intencionalidad. La tesis de la idealidad del significado, a su vez, es coherente con el proyecto
general del Husserl temprano, especialmente en LU, en el cual se busca dar una caracterización
privilegiada da la conciencia, sus actos y correlatos. En este sentido, vimos cómo la tesis de la
idealidad aparece una vez que se produce el movimiento hacia la interioridad de la vida de la
conciencia, movimiento que resulta de caracterizar como no esenciales ciertos aspectos de la
expresión lingüística tales como: el aspecto físico (pudiendo éste ser reemplazado por uno
fantaseado), la comunicación y notificación. Al interior de la vida de la conciencia, entonces, no hay
solipsismo ni lenguaje privado en tanto que los significados que conforman las expresiones son
ideales y, en consecuencia, objetivos.
La caracterización de las expresiones lingüísticas como tales llevó a una semántica, en la cual
se distinguió significado de referencia. Podríamos decir que la preocupación husserliana en general
por los actos mentales y por la teoría de la conciencia lo llevó a desarrollar una semántica algo
inusual, en la que toda expresión es referencial en tanto se dirige a un objeto intencional, cuya
existencia no es implicada por el acto, y la referencia ‘clásica’ que sí implica tal compromiso con la
132
existencia de un objeto, sólo aparece cuando hay, además de la intención significativa, algún otro
acto de intuitivación que dé contenido plenificante a la expresión. Pero también podríamos decir
que ciertos problemas semánticos no pueden ser tratados con independencia de ciertos problemas
relativos a una teoría de la conciencia y la intencionalidad. En este sentido, creo, (i) sí, hay una
semántica en Husserl, largamente elaborada y (ii) no, esta semántica no es enteramente autónoma
de su teoría de la intencionalidad. Creo, sin embargo, y probar esta tesis será trabajo de otra
investigación, que al menos al interior de la teoría fenomenológica, no es posible desarrollar una
semántica independiente de una teoría de la intencionalidad y que, por lo tanto, no hay que
confundir esta falta de autonomía de la semántica husserliana, con una falta de una semántica en
Husserl. Creo, que el tratamiento husserliano de los conceptos de significado y referencia conforma
una semántica propiamente dicha, en primera medida, tan legítima como cualquier otra. Creo,
también, que la semántica al interior de un proyecto fenomenológico no puede omitir su relación
con los actos intencionales de la conciencia. Si bien determinar esta relación entre semántica e
intencionalidad en Husserl queda pendiente para futuras investigaciones, los resultados provisorios
de este trabajo apuntan hacia la idea de que el lenguaje es un aspecto fundamental en la teoría de
la conciencia y de que, en este sentido, es necesario dar cuenta de cuestiones semánticas en relación
a la teoría de la intencionalidad, a la vez que es necesario, para la teoría de la intencionalidad, tomar
en cuenta el caso particular del lenguaje, las expresiones lingüísticas y el significado, en tanto estos
conforman elementos fundamentales en la empresa de la ciencia y el conocimiento, dos
preocupaciones centrales para la fenomenología del Husserl temprano, como pudimos apreciar a
partir de la presentación de su proyecto en los Prolegómenos.
Si bien la semántica husserliana cuenta con elaboración y desarrollo, encontré a lo largo de
mi investigación ciertos casos particulares en los cuales fue preciso desarrollar cierta
problematización, creo, en beneficio de la teoría husserliana del lenguaje. En esta línea, el caso más
paradigmático apareció con la tríada significado-referencia-plenificación. El primer problema
planteado, como ya mencioné, fue la tesis de que toda expresión es referencial. Respecto de esta
tesis, resultó necesario comprender que el concepto de referencia en Husserl tiene menos carga
teórica de la que tiene en la tradición analítica, ya que no conlleva al compromiso ontológico
respecto de la existencia del referente, ya que el acto no alcanza por sí solo. Así todo, sostuve que
el carácter referencial de una expresión sigue siendo semántico por producirse mediante un
significado y por permitir tomar el acto lingüísticamente y su correlato, un objeto representado,
como uno sobre el cual es posible hablar, predicar y juzgar. En un segundo momento, introduje la
133
plenificación como la dotación de contenido intuitivo respecto de una expresión y logré distinguir
entre expresiones plenificadas y no plenificadas, o expresiones cuyo referente existe realmente y
expresiones cuyo referente era meramente supuesto. En discusión principalmente con David Bell y
siguiendo a Benoist, reivindiqué el carácter propio de la percepción como acto intencional que nos
da el objeto en carne y hueso, y permite así distinguir exitosamente entre expresiones que sólo son
referenciales en tanto dan una dirección objetiva y expresiones cuyo referente coincide con un
objeto dado en la intuición y son entonces también verdaderas y evidentes.
Un segundo problema elaborado respecto de la semántica consistió en problematizar un
grupo de ejemplos utilizados por Husserl para distinguir significado de referencia. Propuse eliminar
el caso de igual significado y diferente referencia, debido a que parecería contradecir la tesis de que
el significado es el responsable de determinar la referencia de una expresión. En un análisis
minucioso de los ejemplos de Husserl, encontré que no existe realmente este caso, ya que al
comparar los diferentes candidatos o bien se trataba de casos en los que el significado también
variaba o bien, cuando éste no lo hacía, la referencia objetiva permanecía idéntica. Para esto fue
necesario no solamente distinguir los diferentes niveles de análisis, i.e., una oración completa o sus
diferentes partes; sino también considerar las complicaciones ulteriores que aparecen cuando se
emplean expresiones esencialmente ocasionales cuyos significado pleno y referencia sólo pueden
ser determinados atendiendo a consideraciones contextuales.
En relación también a los ejemplos para distinguir significado de referencia, pero esta vez
para el caso de diferente significación e igual referencia objetiva, seguí de cerca el tratamiento que
Husserl hace de este problema en las VB. En este caso también encontramos cómo cuestiones de
origen semántico llevaron a problemas de otro orden, en este caso, la teoría husserliana del juicio,
la verdad y el categorial. Un problema que para Husserl aparecía al nivel de la semántica, cómo
establecer que expresiones que varían en significado alcanzan la misma referencia objetiva, obtiene
su solución en el ámbito de los juicios y el conocimiento. Así también, introduje los dos conceptos
de significación que aparecen por primera vez en VB y pueden ser considerados como ‘en camino’
a la filosofía trascendental-ideal de Husserl: el concepto fánsico y el fenomenológico. En este
sentido, la diferencia fuerte aparecía a nivel de las (re)presentaciones, donde Husserl sostiene este
significado fenomenológico como un correlato objetivo para un acto, determinado por el significado
ideal-fánsico, aquel concepto de significado ya presente en LU. A nivel de las (re)presentaciones es
posible, entonces, que diferentes objetos que pongo como correlato objetivo a mis actos, sean

134
llevados a una unidad al incorporar el nivel del juicio y la verdad, respondiendo así al problema de
cómo diferentes significaciones pueden dar la misma referencia objetiva.
Respecto del problema de las ‘representaciones’ sin objeto sostuve que en LU no introduce
ulteriores complicaciones, en tanto que ningún acto de intención significativa, por sí solo, alcanza
para dar un objeto. Por lo tanto, representar un objeto inexistente no presenta un problema, en
tanto que la existencia de éste no está nunca implicada por el acto solo. En VB, en cambio, donde sí
aparece un concepto de objeto como correlato de mi acto, el significado óntico, Husserl afirma que
es posible pensar (aunque sea de modo suposicional) en objetos que no existen de ninguna manera,
pero el modo en el cual los intenciono está sin embargo determinado por un significado ideal que
me ofrece el objeto determinado de una manera en particular, como correlato de mi intención. Así,
para hablar acerca de representaciones sin objeto, es menester desplazar el análisis del nivel de las
(re)presentaciones y los objetos meramente intencionales, al nivel del juicio y la verdad, donde
puedo concluir que un determinado objeto, tal como fue pensado, no existe y, por lo tanto, esa
representación que de él tenía, es una representación sin objeto.
Queda pendiente para investigaciones futuras el rol de la gramática pura que sí es
presentado con un alto grado de autonomía respecto de los elementos de la teoría de la
intencionalidad, aunque tampoco podamos decir que es enteramente autónomo, en tanto dicha
gramática pura es presentada por Husserl mismo como una aplicación de su ontología formal al
dominio del lenguaje. En este caso, si bien no se trata de la teoría de la conciencia, sí se trata de otra
teoría no específicamente lingüística.
A modo de conclusión general, podemos decir, entonces, que Husserl desarrolla en LU y VB
una teoría del lenguaje. Esta teoría, a su vez, es presentada a nivel fundamental utilizando
elementos de la teoría de la intencionalidad y del conocimiento que encontramos en otras partes
de estas obras. El lenguaje es visto por Husserl como un dominio esencial para la comprensión de
ciertos actos intencionales y del conocimiento científico en general, a la vez que su teoría de la
intencionalidad y el conocimiento es necesaria para la presentación que Husserl hace del lenguaje
y el significado. Nuestra respuesta tentativa a las dos preguntas generales, dice entonces:
(i) Sí, encontramos en la obra temprana de Husserl una teoría del lenguaje, no
presentada sistemáticamente, pero sistematizable en términos de una semiótica,
una semántica, una pragmática y una teoría del significado y de la significatividad a
priori.

135
(ii) No, no es posible en Husserl deslindar la teoría del lenguaje del resto de su teoría
fenomenológica de la conciencia y los actos intencionales, ya que ambos ámbitos
se complementan constantemente.
Creo que los resultados respecto de (i) y (ii) nos permiten hablar con derecho de la existencia
y validez de la aquí meramente esbozada y a continuar siendo investigada en un futuro,
fenomenología del lenguaje.

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Bibliografía

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