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Es cierto que el centro del pensamiento platónico, que confiere una cierta
unidad a toda su filosofía, es la doctrina de las Ideas; pero Platón no habla
de las Ideas una única vez ni siempre de la misma manera. De todos
modos, el gran descubrimiento platónico, su más profunda convicción, es la
existencia de una realidad que trasciende y causa el mundo físico. Su
conocimiento y su justificación son necesarios para afrontar el resto de los
problemas, de orden epistemológico, antropológico, físico y ético-político.
3. La metafísica
3.1. Las Ideas
El descubrimiento de la realidad suprasensible, de las Ideas, constituye el
centro de la especulación platónica. Desde esta perspectiva Platón revisará
la filosofía de sus predecesores, también la de Sócrates, dando nuevas
soluciones a sus problemas a la vez que deberá resolver las cuestiones que
las Ideas le plantean.
Para Platón, por tanto, existen dos planos de la realidad, uno sensible,
material, y otro inmaterial e invisible, que sólo puede ser captado por la
inteligencia. El plano suprasensible está compuesto por las Ideas. Sin
embargo, al hablar de Ideas no se refiere Platón al concepto, al universal, al
que estaría otorgando subsistencia; más bien Platón piensa de un modo
opuesto: la Idea no es pensamiento, concepto, sino ser, lo verdaderamente
real, aquello a lo que el pensamiento se dirige cuando piensa y sin lo cual
no habría pensamiento. Idea significa para Platón esencia, causa, principio
de las realidades físicas; una esencia que es inteligible y como tal puede ser
captada por el pensamiento, pero no producida por él.
Platón comprende que para poder resolver los problemas físicos de los
primeros filósofos, así como las cuestiones éticas que Sócrates planteaba,
era inevitable admitir una realidad necesaria e inmutable, distinta de la
realidad física contingente y mudable que nuestros sentidos perciben. El
mundo físico no se justifica por sí mismo, tiene necesidad de una causa,
pero ésta no puede ser una realidad también física, contingente y mudable.
En el plano epistemológico, la estabilidad que nuestro conocimiento
reclama, exige también un fundamento inmutable. Prestar atención
exclusiva a lo que nuestros sentidos perciben, afirma Platón, sería actuar de
modo semejante a quien mira fijamente al sol durante un eclipse, es decir
correr el riesgo de perder la vista y, de consecuencia, la posibilidad de
conocer la realidad (cfr. Fedón 99 e-100 a).
Para Platón las Ideas tiene realidad por sí mismas y en sí mismas, y son
la causa de la determinación y de la inteligibilidad de la realidad sensible; si
el mundo físico no es pura indeterminación, como pensaba Heráclito, si la
medida de la realidad no es el hombre, como pretendía Protágoras, es
porque existe una realidad en sí y por sí que causa y determina la
consistencia de la realidad sensible: «[E]s evidente que las cosas poseen un
ser propio consistente. No tienen relación ni dependencia con nosotros ni se
dejan arrastrar arriba y abajo por obra de nuestra imaginación, sino que son
en sí y con relación a su propio ser conforme a su naturaleza» (Crátilo 386
e).