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Hoy en día, la actividad empresarial y su relación con el sector ambiental se han

visto sensiblemente incrementados, por lo que cada vez se necesita que la


sociedad combine adecuadamente la permisión con el control de riesgos. En este
cometido, el Derecho como instrumento social para garantizar las condiciones
mínimas de convivencia debe adecuar sus contornos frente a esos nuevos riesgos
e intervenir para controlar aquellos espacios que la empresa viene ocupando y
que lindan o traspasan el riesgo permitido.

Efectivamente, las empresas y su actividad tienden a irrogarse ámbitos de


organización ajenos, toda vez que tienen como objetivo natural el alcance de
beneficios económicos, por lo que resulta necesaria la intervención de sectores del
Derecho que reestablezcan esas condiciones mínimas antes mencionadas. Si bien
el Derecho Administrativo desempeña un papel central para regular aquellas
conductas que no cumplen con los estándares formales que la ley impone, el
Derecho Penal debe entrar en juego para estabilizar ciertas reglas indispensables
y castigar aquellas conductas que lesionen o pongan en peligro las condiciones
mínimas de aseguramiento de las relaciones sociales.

Para ello, el Derecho Penal debe realizar una reingeniería a su estructura y


adecuar sus instrumentos a la función que cumple actualmente en la sociedad:
garantizar la identidad normativa de la misma por encima de la maximización de
protección de bienes jurídicos.

Efectivamente, si el Derecho Penal pretende estabilizar la configuración de la


sociedad moderna, debe vincular a su función y, en consecuencia, extender a sus
categorías la identidad de la sociedad de hoy, la cual se identifica actualmente con
una que ha hecho suya los valores y características de una organización
empresarial propiamente dicha, pues estas han configurado a la fecha la dinámica
de las relaciones sociales que se dan en su totalidad en su interior.

Estando a ello, el Derecho Penal no puede ejercer su función de manera


adecuada y, por lo tanto, elaborar sus criterios de imputación en estructuras
empresariales desde una realidad social desplazada en donde la empresa se
identificaba con un empresario que atomiza todas las funciones de gestión de su
actividad y observa lo que ocurre certeramente en la misma, sino debe hacerlo
desde una realidad moderna en donde las organizaciones están construidas sobre
dinámicas sociales despersonalizadas a propósito de una división del trabajo tanto
intra como inter empresarial", que se organiza por los principios de competencia" y
de confianza".

En este escenario, la teoría de la imputación objetiva es la que cumple un papel


fundamental, pues resulta ser el instrumento que se vale el Derecho Penal para
recoger la tipología actual de la empresa desde la realidad social que se asienta y
fundamentar sus criterios de imputación a partir de ella. Entonces, la teoría de la
imputación objetiva –de la cual partimos en este breve trabajo- no debe ser
entendida como aquel procese de atribución de un injusto típico a una con- dicta
que se fundamenta en criterios individuales; es decir, por las características
inmanentes de la persona (por ejemplo, la previsibilidad), sino desde la realidad
social.1

Imputación objetiva

Mediante el criterio de la imputación, se busca determinar si, mediante su


accionar, el agente ha realizado el tipo legal, de modo que pueda atribuírsele este
hecho de relevancia penal como obra suya. Sobre esta constatación, se procederá
enseguida a determinar si esta acción típica puede serle imputada como ilícita y
culpable

No se trata más de resolver el problema de la causalidad, comprendido en el


análisis de la imputación objetiva. Esto se debe a que la intervención penal no
tiene la finalidad de reprimir a las personas por el daño causado a terceros, sino
más bien por el hecho de crear o aumentar riesgos que perjudiquen bienes
jurídicos ajenos.

La imputación del comportamiento y, en los casos necesarios, de las


modificaciones producidas en el mundo cuando estén previstas en el tipo legal
concernido, tiene lugar a través de criterios meramente normativos, jurídicos: el
autor debe comportarse de manera de crear o aumentar un peligro, este peligro
ilícito debe materializarse en el resultado y debe tratarse del peligro considerado
en el tipo legal.

Relación de causalidad e imputación objetiva

El punto de partida del análisis de las condiciones de punibilidad (teoría del delito)
ha sido durante mucho tiempo, siguiendo los criterios iniciales establecidos por la
denominada escuela clásica del derecho penal, el criterio de la acción. Como
primer elemento del delito, era percibido sobre todo como un suceso acaecido en
el mundo externo y causante de una modificación perjudicial a los intereses de
terceros. La acción penalmente relevante era aquella indicada en el verbo central
del tipo legal (matar, lesionar, apoderarse, falsear). Como uno de sus factores
esenciales era considerada la relación de causalidad. Para explicarla se
plantearon y presentaron diversos criterios, como los de la causalidad natural y la
causalidad adecuada. Sus promotores los han planteado como explicaciones del

1
Demetrio, C.E., Caro, C.D., Escobar, B. M. (2020). Problemas y retos actuales del Derecho penal económico.
Cuenca, Perú.
suceso causal, y por esta razón, han sido criticados por sus opositores desde una
perspectiva calificada de «normativas. Sin entrar en la complejidad del contexto
general en que se desenvuelven estas ideas, es indispensable recordar que
ninguna de las concepciones constituye una explicación científica (menos natural)
de la «causalidad». El refinamiento de las ideas desde aquella denominada
«causalidad natural» hasta la de la «relevancia», pasando por la de la «causalidad
adecuada», revela el afán de precisar bajo qué condiciones mínimas debe
considerarse la acción típica como obra de quien la realizó. La culminación de
estos esfuerzos hasta el momento es la concepción de la imputación (objetiva y
subjetiva), que ha tenido como terreno propicio el ámbito del derecho penal
económico.

De esta manera, se busca superar no solo las dificultades planteadas a través de


las concepciones sobre la causalidad, sino tratar mejor las cuestiones relevantes a
la tipicidad cuando se trata de la imputación objetiva. Sin embargo, para ubicar
mejor la cuestión, resulta necesario presentar algunas consideraciones sobre la
causalidad.

En cuanto al derecho penal económico, hay que destacar, ante todo, el hecho de
que comprende principalmente delitos de peligro abstracto. Esto, como hemos
visto, da lugar a fuertes críticas a partir, sobre todo, del principio de lesividad. En
este tipo de delitos, no se plantea la cuestión de la causalidad, la cual concierne la
ejecución de delitos de resultado (de lesión o de peligro concreto). En tanto delitos
formales o de pura actividad, los primeros son realizados mediante la simple
ejecución de la acción prevista en el tipo legal. Una excepción está constituida por
los tipos legales llamados «de aptitud», que requieren, por un lado, la ejecución de
un comportamiento peligroso (apreciación ex ante), y por otro, la posibilidad de
que la situación de peligro se presente (apreciación ex post). Conviene entonces
determinar la «capacidad» del comportamiento para crear la situación de peligro y
no de probar que esta se haya realmente presentado.

En la perspectiva tradicional del tratamiento del vínculo causal, se afirmaba que la


teoría de la equivalencia de las condiciones solo puede dar soluciones
satisfactorias si está previamente establecido que el acto es apropiado para
provocar el resultado. Según la teoría de la causalidad adecuada, el
comportamiento del autor debe ser apropiado, según el curso ordinario de las
cosas y la experiencia general de la vida, para producir o favorecer el resultado
considerado. Por el contrario, dicha relación está excluida si ese resultado no se
realiza debido a causas concomitantes excepcionales o que aparecen como
propias de un comportamiento extraordinario, insensato o extravagante e
inesperado, concepción criticada por la imprecisión de las expresiones «curso
ordinario de las cosas» y «experiencia general de la vida». Estos criterios
normativos se dirigen más a establecer las condiciones en las que debería
considerarse al comportamiento como obra del agente que a explicar
«materialmente» la relación entre el agente, su comportamiento y el cambio del
mundo exterior producido.2

2
Hurtado, José. (2015). Compendio de derecho penal económico: Parte general. Lima, Perú: Editor Fondo
Editorial de la PUCP.

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