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Parte I

Itinerarios
Capítulo 1
Contextos de origen. Entre las primeras izquierdas y la camiseta
garibaldina
«Los partidos extremistas que abominan de ella [la tradición], sin duda porque no
la tienen todavía, se oponen a un hecho natural y no advierten que, en esos precisos
instantes elaboran también su propia tradición para el futuro.»
Lorenzo Carnelli

Terminaba la primavera de 1916 cuando José Seregni, uruguayo de 37 años,


se presentó a inscribir a su segundo hijo. El declarante era un modesto empleado
administrativo y su esposa, Ema Mosquera, también oriental, se dedicaba a las tareas del
hogar. La mujer tenía casi tantos años como su marido, 35,1 lo que no era algo demasiado
corriente en la época. El matrimonio solo tendría dos hijos, una tendencia en avance
según se constataba en el último censo, pero todavía minoritaria.2
Montevideo entonces contaba con unas 350.000 almas y estaba consistentemente
urbanizada solo hasta Bulevar Artigas.3 La pareja vivía con su hija Selene, de tres años,
en la calle Isla de Flores 1568, entre Salto y la actual Lorenzo Carnelli, que por entonces
seguía siendo Tacuarembó.4 Alquilaban esa casa y parecía improbable que alguna vez
dejaran de ser inquilinos.5
El niño había nacido allí tres días antes, el 13 de diciembre a las 8 de la noche. Se
llamaría Liber, nombre poco común en la ciudad, pero que algunos ácratas como Adrián
Troitiño y Virginia Bolten habían elegido para sus hijos.6 Anarquista había sido también

(1)  José Seregni nació el 30 de enero de 1879. Ema Mosquera el 24 de junio de 1881. Departamento de
Estudios Históricos del Ejército Nacional. Legajo personal del General (r.) Liber Seregni, fojas 7 y 19.
(2)  En Montevideo, de acuerdo al Censo de 1908, el 63 % de las mujeres tenía más de tres hijos. Barrán,
José Pedro y Nahum, Benjamín, Batlle, los estancieros y el Imperio británico, tomo 1, El Uruguay del Novecientos,
Montevideo, EBO, 1979, p. 62.
(3)  Álvarez Lenzi, Ricardo, Arana, Mariano y Bocchiardo, Livia, El Montevideo de la expansión (1868-
1915), Montevideo, EBO, 1986, p. 18 y anexo n.º 21.
(4)  Departamento de Estudios Históricos del Ejército Nacional. Legajo personal del General (r.) Liber Se-
regni, foja 7.
(5)  Entrevista de los autores con Bethel Seregni, 21.9.2015.
(6)  Adrián Troitiño, de origen gallego, panadero, fue dirigente de la Sociedad de Obreros Varaleros y Ane-
xos de la Villa del Cerro. Impedido de conseguir trabajo por su condición de militante sindical, se hizo «canillita» y
fundó en 1920 el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas. Murió el 26 de mayo de 1941 siendo homenajeado
en la Cámara de Representantes, resultando el primer líder obrero que recibió tales honores (Carlos Zubillaga,
Perfiles en las sombras. Aportes a un diccionario biográfico del movimiento sindical en Uruguay (1870-1910),
Montevideo, Librería de la FHCE, 2008, p. 177. Su hijo Líber, que de niño formó parte de los elencos filodramá-
ticos del CIES, fue diputado del Partido Socialista entre el 15 de mayo de 1932 y el 31 de marzo de 1933 y desde
el 7 de junio de 1934 hasta el 21 de febrero de 1942. Urano Líber se llamó también el segundo hijo de Virginia
Bolten, militante rosarina que se instaló en Montevideo debido a que su marido fue expulsado de la Argentina por
la aplicación de la Ley de Residencia. Además de cumplir un papel destacado en el anarquismo rioplatense fue pio-
nera del feminismo en esta cuenca. En Montevideo dirigió La Nueva Senda, desde que se librara orden de captura

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David Seregni, el abuelo paterno del niño, explicaría Liber ochenta años después al
periodista Samuel Blixen. Su padre no. José Seregni había adherido al proyecto político
que conducía Batlle y Ordóñez.7 «Abuelo José era anarquista, batllista, anarquistabatllista,
anarcobatllista», matizó sin embargo Bethel, la hija mayor de Liber. «Votaba a los batllistas.
Nunca militó. Lo rascabas un poco y le salía el anarco», se explicó.8

***
José Batlle y Ordóñez ya era senador pero el batllismo no existía aún el 20 de setiembre
de 1900, cuando frente al puerto de Montevideo, en la ceremonia de colocación de la piedra
fundamental del monumento al León de Caprera, en nombre del Círculo Garibaldino, habló
Pietro Gori, anarquista prófugo de Italia. En ese acto, en representación de la Comisión
Nacional del Partido Colorado lo hizo Pedro Figari, su amigo.9
No había anarcobatllismo todavía en octubre de 1901, cuando los trabajadores
de las empresas tranviarias se declararon en huelga reclamando una jornada de trabajo
que no excediese las doce horas.10 El diario La Tribuna Popular, medio vinculado al
Partido Nacional, acusó entonces a los socios del Centro Internacional de Estudios
Sociales (CIES) de azuzar aquella huelga. Los aludidos respondieron públicamente en
un documento que llamaron «Desafío de los anarquistas», al pie del cual, junto a los
nombres de Edmundo Bianchi, Pascual Guaglianone y José Peyrot, aparece el de José
Seregni, quien entonces tenía 22 años.11
Según Daniel Vidal, investigador de la cultura ácrata novecentista, el Centro
Internacional fue «el más activo y permanente» de los numerosos locales barriales donde
los libertarios se reunían para realizar actividades proselitistas pero también artísticas y
educativas. Florencio Sánchez todavía peleaba con Saravia cuando un grupo de obreros
sastres italianos y criollos inauguró el local en la calle Río Negro 274 (hoy 1180), entre
Maldonado y Canelones.
Pero precisamente fue allí que Sánchez debutó como autor teatral, estrenando
Puertas adentro y Los ladrones el mismo año del citado «Desafío de los anarquistas».
En ese mismo lugar, el entonces anarquista y futuro batllista Edmundo Bianchi, 12
dictaba unas clases de contabilidad y teneduría de libros que quizá José Seregni haya
aprovechado, pues iba a ser empleado administrativo, cobrador y vendedor de solares.13

contra su conductora inicial, Juana Buela. (Fernández Cordero, Laura; Muñóz, Pascual; Prieto, Agustina, «Tras
los pasos de Virginia Bolten», en Políticas de la Memoria. Anuario de investigación e información de CeDinCI,
n.º 14, Buenos Aires, 2014, p. 210.)
(7)  Blixen, Samuel, Seregni. La mañana siguiente, Montevideo, Ediciones de Brecha, 1997, p. 10.
(8)  Entrevista de los autores con Bethel Seregni, 12.12.2011.
(9)  Vidal, Daniel, Florencio Sánchez y el anarquismo, Montevideo, EBO, 2010, p. 61.
(10)  Balbis, Jorge y Zubillaga, Carlos, Historia del movimiento sindical uruguayo, tomo I, Cronología y
fuentes (hasta 1905), Montevideo, EBO, 1985, p. 77.
(11)  Zubillaga, Carlos, Perfiles en las…, o. cit., pp. 45, 104, 147 y 170.
(12)  Para profundizar sobre la vida y la obra de Edmundo Bianchi, cf. Carlos Zubillaga, Cultura popular en
el Uruguay de la modernización. Dos textos desconocidos de Edmundo Bianchi, Montevideo, Facultad de Huma-
nidades y Ciencias de la Educación, 2000.
(13)  Vidal, Daniel, Florencio Sánchez y…, o. cit., pp. 35-93.

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También Emilio Frugoni frecuentaba el Centro Internacional. A los 17 años había


escrito unos versos en los que anunciaba «Un nuevo sol hermoso entre los soles/ Emblema
de justicia: la Anarquía».14 Sin embargo, los alzamientos saravistas lo encontraron
del lado del gobierno. Militó por entonces en las filas del Partido Colorado y revistó
como ayudante del Estado Mayor del general Justino Muniz. Todo eso ocurrió antes de
consolidar su «fe socialista», en nombre de la que integraría (al igual que Bianchi) la
coalición liberal-socialista, por la que salió electo diputado en los comicios de diciembre
de 1910.15
También fue en el Centro Internacional donde en 1905 se celebró el Congreso en
el que 32 organizaciones sindicales decidieron fundar la Federación Obrera Regional
Uruguaya (FORU).16 Allí mismo, seis años después, reelecto Batlle y Ordóñez y superada
la dispersión producida por la ruda política antisindical de su antecesor, la Federación
se reorganizó. Fue en ese local que sesionó la sociedad de resistencia de los obreros
tranviarios durante el conflicto en cuya solidaridad se desencadenó, el 22 de mayo de
1911, la primera huelga general decretada en Uruguay.
La crónica publicada por El Siglo cuenta que cuando los tranviarios reunidos en
el CIES conocieron la medida resuelta por la FORU, improvisaron una marcha hacia la
casa del presidente de la República, ubicada provisoriamente en el centro de Montevideo,
mientras la familia Batlle terminaba los arreglos en la quinta de Piedras Blancas. Siempre
según la crónica, durante la marcha los trabajadores coreaban «Viva la huelga general»
y «Viva Batlle». Según La Tribuna Popular pocos imaginaron que la paralización «fuera
tan unánime como llegó a ser en pocas horas». La actitud del presidente de la República
fue singular. El jefe de policía de Montevideo tuvo que poner en juego su renuncia para
que lo autorizara a reprimir ciertos «atentados a la libertad de trabajo» cometidos por los
huelguistas. El conflicto concluyó con la aceptación de las demandas sindicales y, justo
a un mes de su finalización, el Poder Ejecutivo juzgó oportuno remitir al Parlamento un
proyecto de ley limitando la jornada laboral a ocho horas diarias.17
Fue en ese contexto que Troitiño, desde las páginas de El Día, preguntó qué
sucedería si en las próximas elecciones triunfaba «el contubernio» de los adversarios de
Batlle. Y respondió: «Se considerarían a las organizaciones obreras ilícitas, se sometería
a los obreros por la fuerza, se aplicarían leyes tan injustas, como algunas que no pueden
conseguir derogar todos los empeños, todos los esfuerzos y todos los sacrificios del
proletariado argentino [...]».18

(14)  López D’Alesandro, Fernando, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 1, Anarquistas y socialistas,
2.ª edición, Montevideo, Carlos Álvarez Editor, 1994, pp. 133-134.
(15)  Caetano, Gerardo, La república batllista, Montevideo, EBO, 2011, p. 202.
(16)  López D’Alesandro, Fernando, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 1, Anarquistas y socialistas,
o. cit., p. 111.
(17)  Rodríguez, Universindo, Los sectores populares en el Uruguay del Novecientos. Segunda parte [1911-
1913], Montevideo, TAE, 1994, pp. 39 y 107-133.
(18)  López D’Alesandro, Fernando, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 2, 1911-1918, la izquierda
durante el batllismo, primera parte, Montevideo, Ediciones del Nuevo Mundo, 1990, pp. 106-107.

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Fue también entonces que Virginia Bolten argumentó que las libertades públicas y
las reformas sociales tenían un valor estratégico:
Mientras la clase obrera permanezca amarrada a la cadena de la esclavitud que hoy la oprime,
estará incapacitada para la revolución destructora del Estado, capital y propiedad privada». [...]
Para llegar a capacitarse necesita de mejoras económicas y de libertades públicas, porque si
está sujeta a una tarea de 14 o 15 horas diarias no le queda tiempo para leer un libro y si no hay
libertades políticas para editarlo, tampoco podrá llegar a sus manos la obra que ha de llevar
algunas luces a su obscuro cerebro.19
Sin embargo, la época en que Liber nació no fue la mejor para estos encuentros. Por
una parte, la Oficina Nacional de Trabajo había constatado una disminución del número
de huelguistas que de ser 20.000 en 1911 pasaron a poco más de un millar en 1914, un
fenómeno que al menos en parte puede ser atribuido a la intervención conciliadora del
batllismo.20 Pero, por otra, los salarios reales, que habían venido descendiendo desde
1909, continuaron haciéndolo al punto de que en 1918 significaban apenas el sesenta por
ciento de lo que valían nueve años antes.21
Lo que si crecía eran las exportaciones de carne congelada que producían los
frigoríficos instalados en la Villa del Cerro, en cuyas zafras se empleaban 7000 de
los 40.000 obreros que había en todo el país. A la Frigorífica Uruguaya (de capitales
angloargentinos), que operaba desde 1905, se agregaron en 1912 el Frigorífico
Montevideo (norteamericano) y, en 1915, el Artigas (nacional en sus comienzos).
Ese año trescientos obreros del Montevideo pararon media jornada para concurrir
al acto del 1.º de Mayo y fueron despedidos, lo que impactó en la reorganización de
los trabajadores de la carne. Ese otoño y los dos siguientes la Villa del Cerro vivió de
huelga.22
Pero en 1916 el presidente ya no era Batlle sino Feliciano Viera y los friyeros23 no
solo tuvieron de su lado a los anarquistas y al diputado Frugoni, lo que era habitual, sino
también a su colega, el nacionalista Enrique Andreoli, hombre cercano a Luis Alberto
de Herrera, quien logró que en 1915 fuese suspendido el comisario de la Villa, Luciano
Berruti. «La policía del Cerro [...] aparece en todos los conflictos como una dependencia
de la Dirección del Frigorífico Montevideo», había denunciado Andreoli en la Cámara.24
En 1916 ocurriría algo más grave. Nueve meses antes del nacimiento de Liber,
Melanio Goró, integrante de un grupo de trabajadores que había concurrido al puerto para

(19) Ibídem.
(20)  López D’Alesandro, Fernando, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 3, La fundación del Partido
Comunista y la división del anarquismo (1919-1923), Montevideo, Vintén Editor, 1992, p. 18. Es bastante seguro
que estos números sean inferiores a los reales, como lo han probado los investigadores contemporáneos para algu-
nos años. Sin embargo no han sido objetadas las tendencias que los guarismos señalan.
(21)  UDELAR, Facultad de Ciencias Sociales, Banco de Datos, ‹http://cienciassociales.edu.uy/bancosde-
datos›. Estimaciones de Luis Bértola, María Camou y Leonardo Galicchio.
(22)  Cosse, Isabella, Obreros y vecinos. Huelgas en los frigoríficos del Cerro (1915-1917). Monografía de
pasaje del curso Historia del Uruguay II, Licenciatura en Ciencias Históricas, FHCE-UDELAR, 1996, inédita, pp.
30-31. Agradecemos a la autora la posibilidad de su consulta.
(23)  Denominación popular de los trabajadores de los frigoríficos, usada en el Cerro durante la mayor parte
del siglo XX.
(24) Cosse, Obreros y vecinos..., o. cit., p. 34.

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evitar el embarque de rompehuelgas, resultó muerto de un tiro. La Democracia, órgano


nacionalista que podía perfilarse como vocero de un incipiente herrerismo, atribuyó «los
sangrientos sucesos» a «la torpeza policial».25
En un acto realizado en solidaridad con los huelguistas, Carlos Balsán, un dirigente
libertario que como Troitiño y Bolten, le había otorgado crédito al batllismo, resultó
abucheado. Según narró un informante de la policía presente en el acto, Balsán replicó
a sus oponentes que «si él en otra época había defendido al señor Batlle y Ordóñez era
porque había creído de verdad que este era un verdadero defensor de los intereses del
proletario, pero que ahora estaba convencido que [...] era un gran farsante».26
El 30 de julio de ese mismo 1916 vendría la elección de los constituyentes que
debían reformar la Constitución. Los historiadores José Pedro Barrán y Benjamín Nahum
han propuesto situar en esa fecha el acto inaugural de la democracia política uruguaya
pues en esos comicios «las mayorías pudieron expresarse, […] decidir un gran cambio y
porque el Gobierno lo aceptó».27
Y esa derrota fue aceptada en sentido amplio por el gobierno presidido por el todavía
batllista Feliciano Viera. «Las avanzadas leyes económicas y sociales sancionadas
durante los últimos períodos legislativos han alarmado a muchos. [...] Hemos marchado
demasiado a prisa», diagnosticó el presidente Viera ante la Convención Nacional
Colorada ese agosto; «hagamos un alto en la jornada», exhortó y fue aclamado.
Después aquel «alto» se iría cargando de contenidos. El coloradismo sufrió
sucesivas escisiones (los riveristas ya en 1913, los vieristas en 1919 y los sosistas en
1926). Frente a ello, el batllismo, que por sí solo representaba hacia 1916 alrededor
del 40 % del electorado, prefirió tramitar acuerdos con estas minorías (coloradas pero
contrarias a las reformas) antes que arriesgarse a una victoria del «adversario histórico»,
que parecía cada vez más cercana. Tales acuerdos, sin embargo, redujeron su presencia
en el gobierno y la posibilidad de probar con realizaciones su obrerismo y su reformismo
radical.
Por otra parte la victoria con que concluyó la huelga frigorífica de 1916 impulsó
la reorganización de la FORU (que se había disuelto en 1913) y marcó el inicio de un
vigoroso movimiento huelguístico que amainó recién en 1921 (la Oficina Nacional de
Trabajó contó 5000 huelguistas en 1916, 9000 en 1917, la misma cantidad en 1918,
18.000 en 1919 y 16.000 en 1920). En mayo de 1917 ocurrió la segunda huelga general,
en agosto de 1918 la tercera, en noviembre de 1920 la cuarta.
No solo del mundo de trabajo provenían los signos de la inestabilidad que intentaría
exorcizar la «república conservadora» que, mientras transcurrían los primeros meses de
la vida de Liber Seregni, se iba bocetando. Alguno de esos signos recordaban cuentas

(25)  Ibídem, p. 112.


(26)  Barrán, José Pedro y Nahum, Benjamín, Batlle, los estancieros y el imperio británico, tomo 6, Crisis y
radicalización (1913-1916), Montevideo, EBO, 1985, p. 89.
(27)  Barrán, José Pedro y Nahum, Benjamín, Batlle, los estancieros y el imperio británico, tomo 8, La
derrota del batllismo (1916), Montevideo, EBO, 1987, p. 87.

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viejas que 1904 no había saldado. El 6 de marzo de 1917, en el Rincón de la Urbana en


Cerro Largo, el matrero Martín Aquino usó contra sí mismo la bala que le quedaba.
Otros aparecían en los ambientes más modernos. El 26 de abril de ese mismo año los
estudiantes de Preparatorios, cada vez más hacinados por el continuo crecimiento de la
matricula, iniciaron una huelga que se prolongó hasta junio. Estos adolescentes provenían
de familias acomodadas y sus cabecillas eran blancos y socialistas. Nacionalista era el
más visible, Carlos Quijano.28 Durante la segunda presidencia de Batlle el gobierno no
había vacilado en reprimir a los universitarios que protestaron contra el desembarco de
los marines en Tampico (México) y esa vez la carga policial no se detuvo ante las puertas
de la Universidad, detrás de las que los estudiantes buscaron refugio.29
La misma jornada en que comenzó la huelga, el joven abogado Lorenzo Carnelli,
que había iniciado su militancia política en 1910 movido por la «amarga congoja
patriótica» que le produjo la posibilidad de una segunda presidencia de Batlle, debutó en
la Cámara de Diputados presentando un proyecto de reglamentación destinado a hacer
realmente eficaz la Ley de Horario Obrero que había promovido don Pepe. 30
Cabe recordar que la inquietud no era un fenómeno solo local. El espectáculo de
la guerra europea parecía confirmar la fragilidad del orden existente. Ese noviembre la
victoria de la revolución bolchevique en Rusia y, luego, el sorprendente hecho de que se
mantuviera en el poder mientras en la Europa derrotada revueltas de igual signo parecían
a punto de replicarla, instaló en muchos ánimos la idea de que la transformación radical
de la sociedad era una posibilidad inminente.
En el gobierno uruguayo también impactó esa coyuntura internacional. En 1918
los huelguistas muertos fueron al menos tres: Floro Ferrara, Mario Rodríguez y Alfonso
Lliera. El jefe de Policía de Montevideo anunció a fin de año el descubrimiento de una
conspiración «maximalista» por la que fueron detenidos cinco «obreros israelitas» de
origen ruso. Al ser liberados, los presuntos agentes del Soviet denunciaron apremios que
incluyeron un simulacro de ejecución.31
En enero de 1919, mientras Buenos Aires era estremecida por su «semana trágica»,32
el gobierno de Viera ordenó dar de baja a los soldados de origen extranjero que no
inspiraran confianza, acuarteló tropas, envió varios batallones al Cerro e hizo emplazar
dos ametralladoras en la azotea de la seccional del barrio y dos más en la fortaleza
General Artigas.33 También se detuvo preventivamente al socialista Eugenio Gómez,

(28)  Van Aken, Mark, Los militantes, Montevideo, FCU, 1990, pp. 50-53.
(29)  Ribeiro, Ana, Historias sin importancia, Montevideo, Planeta, 2006, pp. 171-176.
(30) Zubillaga, Carlos, Las disidencias del tradicionalismo. El radicalismo blanco, Montevideo, Arca,
1979, pp. 15-17 y 25.
(31)  López D’Alesandro, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 3, o. cit., pp. 18-48.
(32)  Ocurrida entre el 7 y el 14 de enero de 1919. Un conflicto metalúrgico derivó en enfrentamientos con
los rompehuelgas y la policía y se declaró la huelga general. El 9 de enero la policía disparó sobre los huelguistas
produciendo varias decenas de muertos. La ultraderechista Liga Patriótica Argentina desató el terror blanco. El
presidente Hipólito Yrigoyen intervino personalmente en la mediación y sacó el ejército a la calle. Los metalúrgi-
cos obtuvieron sus demandas.
(33)  Chagas, Jorge, Rodríguez, Universindo, Trullén, Gustavo y Visconti, Silvia, El sindicalismo uruguayo,
Montevideo, Taurus, Montevideo, 2006, p. 57.

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secretario general de la reciente pero poderosa Federación Obrera Marítima (FOM), en


cuya solidaridad la FORU había decretado la violenta huelga general del año anterior.34
Baltasar Brum, presidente desde ese 1.º de marzo de 1919, sostuvo en su discurso
de asunción que «no podrían excusarse en países como el nuestro» unos «movimientos
revolucionarios, que no han constituido, realmente, reacciones de la masa obrera en
sus ansias respetables y legítimas de mejoramiento colectivo, sino manifestaciones
anárquicas incitadas por elementos exóticos, a impulsos morbosos de destrucción y de
crimen».35
Para ese 1.º de Mayo la FORU difundió un manifiesto en el que aseguraba que aquel
debía ser el último Día de los Trabajadores que se conmemorara bajo el capitalismo y
el gobierno resolvió prohibir las celebraciones públicas. El 23 de julio, la FOM entró
nuevamente en huelga y a principios de setiembre un enfrentamiento derivó en la
muerte de un trabajador –Jerónimo González– que se negaba a cumplirla. Además del
responsable de aquella muerte, Gómez y varios dirigentes de la FORU volvieron a la
cárcel mientras numerosos locales sindicales eran clausurados por la policía. Después de
75 días de paralización la FOM fue finalmente derrotada.36
Sin embargo, los socialistas pensaban que de aquellas confrontaciones derivaban
avances. En las elecciones legislativas de 1917 habían cosechado solo 703 votos, por
lo que perdieron su banca en Diputados. En las elecciones de noviembre de 1919, en
cambio, obtuvieron 4324 adhesiones que se tradujeron en dos diputados (Celestino
Mibelli además de Frugoni) y cinco representantes en el legislativo departamental de la
capital.37
Los socialistas uruguayos habían condenado la «claudicación» de sus camaradas
europeos que habían votado los créditos de guerra. Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo
eran alabados por su prensa. Su asesinato el 15 de enero de 1919, durante una operación
represiva autorizada por un gobierno del que la socialdemocracia alemana participaba,
fue sentido como la confirmación de una traición.38
Radicalizados entonces, mientras en el plano local buscaban un frente único con
los ácratas y llegaban al punto de declarar el boycot a las elecciones de renovación de un
tercio del Consejo Nacional de Administración celebradas en 1920,39 por mayoría y con
la consecuencia del quiebre partidario, los socialistas adhirieron, en el plano externo, a la
Tercera Internacional que promocionaban los bolcheviques.
La decisión definitiva la tomaron durante el Sexto Congreso Extraordinario que
se reunió entre el 16 y el 19 de abril de 1921. Frugoni rechazó aquellas 21 condiciones
de inspiración leninista que la nueva internacional exigía para el ingreso. «Nosotros –
argumentó– no debemos complicarnos en esa obra de divisionismo, que se pretende

(34)  López D’Alesandro, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 3 etc. o. cit., pp. 22-32.
(35)  Vázquez Romero, Andrés y Reyes Abadie, Washington, Crónica General del Uruguay, volumen IV, El
Uruguay del siglo XX, Montevideo, EBO, 1986, p. 247.
(36)  López D’Alesandro, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 3, o. cit., pp. 33-48.
(37)  Ibídem, pp. 72-76.
(38)  Ibídem, pp. 123-129.
(39)  Ibídem, pp. 48-53.

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saludable, y va resultando suicida». «Por ese camino de tolerancia se llegó a la traición»,


le advirtió Gómez.40
El socialismo uruguayo se había definido casi una década antes como la extrema
izquierda avanzada. Como subrayara Fernando López D’ Alessandro, historiador de
la izquierda uruguaya, la fuerza reformista del batllismo no le dejaba otro lugar. Pero
entonces aquella posición significaba ser una fuerza «que critica la acción gubernamental
en todo lo que ella adolece de resabios criollos y burgueses, que la espolea hacia las
más francas orientaciones reformadoras, [...] y que vigila celosamente las conquistas
realizadas», según seguía diciendo la autodefinición.41
Ahora la argumentación de Mibelli a favor de la Tercera Internacional parecía una
tardía refutación de los argumentos de Virginia Bolten: «Fuimos reformistas cuando
las palabras, como ciertos alcaloides, nos hacían creer en los paraísos artificiales de la
democracia», decía el compañero de bancada de Frugoni. «Hemos obtenido la prueba de
que las reformas son como la carga de un buque, que la burguesía echa al agua durante
el temporal, sin perjuicio de recuperarla cuando ya ha pasado. El proletariado que aun
cree en las reformas [...] está en la situación del que recibe una limosna: compromete su
gratitud y su libertad de acción. Pierde más de lo que recibe», sentenció.
Por 1007 votos contra 110 el Congreso aceptó las condiciones que implicaban
también un cambio de denominación. En adelante aquella organización se llamaría
Partido Comunista del Uruguay.42
Las elecciones de noviembre de 1922 pudieron verse como una ratificación del
mandato congresal: el Partido Comunista obtuvo 2745 votos, mientras que el Partido
Socialista, que Frugoni con Líber Troitiño (hijo de Adrián) y otros seguidores estaban
reorganizando obtuvo apenas 943. Desde otro punto de vista, los dos partidos sumados
habían obtenido el 1,5 % de los sufragios. En 1919, antes de la división, habían llegado
a ser el 2,3 %.
Por esos días ya era muy difícil encontrar un anarquista que no compartiese la
opinión de Mibelli acerca del reformismo. Atrapado en sus luchas intestinas contra el
«alto» de Viera, el batllismo y su líder (también el incipiente socialismo frugoniano)
encontraban dificultades para seguir atrayendo a las huestes más radicales del movimiento
sindical. Pero por una cuestión distinta la revolución bolchevique también dividió a
estos sectores de las jóvenes izquierdas uruguayas. Los anarcodictadores, que tenían
su órgano en La Batalla, proclamaban –como Lenin– la necesidad de una vanguardia
que condujera la destrucción del antiguo orden y de un régimen de fuerza que sentara
las bases del porvenir. «¿Y qué es –argumentaban– una revolución sino una imposición
–justa o injusta–, una dictadura del que vence en contra del vencido?».
Los anarcopuristas, que se expresaban a través del periódico El Hombre,
denunciaban sin embargo que lo que había en Rusia no era la dictadura de una clase sino

(40)  Ibídem, pp. 218-221.


(41)  Ibídem, p. 99.
(42)  Ibídem, pp. 222-240.

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de un partido y que esa «dictadura de la blusa» no era «mejor que la de levita y chistera
de copa».43
La discusión se trasladó al plano sindical e involucró cuestionamientos personales
a los dirigentes de la FORU, que participaban del bando anarcopurista. El diálogo entre
las tendencias se tornó imposible y los anarcodictadores terminaron creando –con el
objeto de organizar una nueva central– el Comité Pro Unidad Obrera (CPUO), al que a
fines de 1922 se integró la FOM de Eugenio Gómez.
Los salarios habrían crecido un 67 % desde 1918 y a comienzos de 1923, el
periódico La Batalla echaba en falta «aquella atmósfera revolucionaria que vivimos en
los días de la Revolución rusa». Pero algunas crispaciones sobrevivieron a la coyuntura.
El 1.º de mayo de ese año dejó dos muertos: el obrero alpargatero Jesús Salandré, velado
en el viejo local del Centro Internacional,44 y el sargento Francisco Posadas, que lo fue en
el cuartel de la Guardia Republicana, ubicado entonces en Recinto y Guaraní.45
El 5 de setiembre del mismo año hubo un tercer caído, Ricardo Carril, dirigente del
CPUO. El tiró lo disparó un anarcopurista durante una asamblea en la que los obreros de
la madera decidían si adherir a la FORU o al CPUO. Entre sus papeles sus compañeros
de La Batalla encontraron un trabajo en el que se preguntaba a cuál de las organizaciones
internacionales debía adherir la nueva central sindical, si a la socialdemócrata de
Amsterdam, a la comunista de Moscú o a la anarquista de Berlín.
Forzados por una de las tres –había escrito Carril– nos inclinaríamos por Berlín. [...] Pero [...],
¿quién justifica una adhesión internacional mientras los cuadros sindicales están destrozados?
[...] ¿Qué país no tiene su proletariado sangrando por la herida estúpida de su propia división
interna? ¿Qué interés tiene hoy que esa división sea llevada al terreno internacional?46
Poco después de la muerte de Carril, el 23 de setiembre, el CPUO se transformó
en la Unión Sindical del Uruguay, que declaraba 5000 afiliados. La FORU de Cuareim
tendría posiblemente por entonces unos 3000. Doce años antes la vieja federación se
quejaba por no sobrepasar los 7000.47 Mientras tanto, solo 117 huelguistas contó la
Oficina Nacional de Trabajo ese año.
La década siguiente sería más pacífica. El producto, después de diez años de
vaivenes, creció de manera sostenida hasta 1930 (entre 1922 y 1930 a un ritmo del 6,6 %,
según las estimaciones de la época).48 La mortalidad infantil, que de 1910 y 1920 había
pasado de 110 a 117 fallecimientos cada mil nacidos vivos, empezó a descender y hubo

(43)  Ibídem, p. 160.


(44) Yamandú González Sierra, «1 de Mayo: 1890-1990. Cien años de solidaridad», en Fernando Pita
(comp.), Las brechas de la historia II, Montevideo, Ediciones de Brecha, 1996, pp. 117-118.
(45)  José Victoria Rodríguez, Evolución histórica de la policía uruguaya, tomo 2, Montevideo, Byblos,
2005, pp. 321-322.
(46)  Pascual Muñoz, Cultura obrera en el interior del Uruguay. Salto, Paysandú y Rocha 1918-1925, Mon-
tevideo, Lupita Ediciones, 2015, p. 282.
(47)  López D’Alesandro, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 3, o. cit., pp. 246-286.
(48)  Frega y otros, Historia del Uruguay en el siglo XX (1890-2005), Montevideo, EBO, 2.ª edición, 2008,
p. 62.

11
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

99 muertes por cada millar de partos en 1930.49 En 1927, la Oficina Nacional de Trabajo
reconoció que la tercera parte de los trabajadores aun «no cubr[ían] con sus salarios el
costo límite de la existencia individual» y que cuatro de cada diez «no podrían sostener un
hogar con sus solos recursos». Sin embargo, también era cierto que las remuneraciones
habían crecido un 69 % desde 1918.50
Entre tanto, un joven Carlos Quijano, que ya se había recibido de abogado y
disfrutaba de una beca de estudios en París, asistía al primer triunfo olímpico de la
selección uruguaya de fútbol en Colombes, París. «Estos muchachos [...] constituyen
la vanguardia de la cruzada americana», celebraba en su correspondencia que publicaba
El País.51 En el centro de Montevideo se iba elevando el Palacio Salvo, que pronto se
convertiría en el edificio más alto de América del Sur. También avanzaba la construcción
del monumental Palacio Legislativo, que se inauguraría el 25 de agosto de 1925. Y
en la víspera de la Navidad de 1926, el Municipio de Montevideo colocaba la piedra
fundamental del «mayor proyecto que hubiera emprendido nunca», la Rambla Sur, «un
triunfo de Batlle y Ordóñez sobre el promotor británico Lord Grimthorpe», como anotó
el historiador norteamericano Milton Vanger.52
No parecía la mejor etapa para contestaciones radicales. En términos absolutos,
el nivel de sindicalización estaba prácticamente estancado pues las estimaciones sitúan
entre 7000 y 10.000 el número de afiliados por entonces.53 En términos relativos debe
considerarse disminuido, mientras el número de asalariados continuó creciendo (solo la
industria manufacturera ocupaba en 1930 10.000 personas más que en 1919).54
Comunistas y socialistas acusaron el golpe y revisaron sus estrategias. El 4 marzo
de 1926 Justicia, el órgano de prensa de los primeros, señalaba que la organización
debía elegir su camino «según las condiciones revolucionarias en que actúa» y, en las
presentes, eso significaba elegir «la balota» y enterrar «el fusil». La etapa requería una
«bolchevización» del partido y los militantes debían entender, como se les explicaba en los
cursos realizados a tales efectos, que «el único medio de ganar la confianza de las masas
y de arrastrarlas es preocuparse de sus necesidades inmediatas, defender sus aspiraciones
y luchar por llevarlas a luchar por las aspiraciones del momento». Naturalmente esto
significaba que, para «atraer a las masas obreras», las reformas deberían ser votadas. La
expulsión de Mibelli en 1927, por trotskista, enfatizó la transformación.
«Se bautizan de bolcheviques al convertirse en mencheviques», ironizaba el 4 de
julio de 1927 el socialista El Sol. Los seguidores de Frugoni oponían a «las concepciones
catastrofistas del revolucionarismo bolchevista», el socialismo como un «movimiento

(49)  Caetano, Gerardo y Rilla, José Pedro, Historia contemporánea del Uruguay. De la colonia al siglo
XXI, Montevideo, CLAEH-Fin de Siglo, 2.ª edición, 2005, p. 496.
(50)  UDELAR, Facultad de Ciencias Sociales, Banco de Datos, ‹http://cienciassociales.edu.uy/bancosde-
datos›.
(51)  Caetano, Gerardo y Rilla, José Pedro, El joven Quijano (1900-1933). Izquierda nacional y conciencia
crítica, Montevideo, EBO, 1986, p. 41.
(52)  Vanger, Milton, José Batlle y Ordóñez. La elección de 1926. El fin de la edad dorada del colegiado,
Montevideo, EBO, 2012, p. 9.
(53)  Cures y otros, Desde abajo. Sectores populares en los años treinta, Montevideo, EBO, 1998, pp. 14-15.
(54)  UDELAR, Facultad de Ciencias Sociales, Banco de Datos, ‹http://cienciassociales.edu.uy/bancosdedatos›.

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Capítulo 1 | contextos de origen. entre las primeras izquierdas y la camiseta garibaldina

rítmico, metódico, educador y democrático». Acentuaron en la etapa su papel de fiscales


de los políticos «criollos», que en lugar de presentar al electorado ideas y programas, «se
han preocupado de hacer bandera de enganche electorero con la androlatría politiquera,
alternada por el zarandeo de la vieja divisa». Pero la censura de la androlatría no les impidió
explotar el capital político que significaba su líder, a quien empezaron a llamar Maestro.
Comunistas y socialistas coincidieron sí en un denodado internacionalismo, lo que
en los primeros significaba atenerse estrictamente a las obligaciones que les imponía su
pertenencia a la Tercera Internacional y, en los segundos, aceptar como fuente única de
inspiración la que provenía de los partidos de la Segunda Internacional y de la Unión de
Viena, que confluyeron en 1923 en la Internacional Obrera y Socialista.
Tanto comunistas como socialistas acordaban con los anarquistas en sentirse al otro
lado de una cesura sin sutura posible. Cualquiera de ellos podía haber afirmado, como lo
hizo Líber Troitiño el 20 de noviembre de 1926 en El Sol, que era inconcebible «conciliar
el tradicionalismo con la ciencia política moderna».55
Carnelli observaba que «los partidos extremistas que abominan de [la tradición], sin
duda porque no la tienen todavía, se oponen a un hecho natural y no advierten que, en
esos precisos instantes elaboran también su propia tradición para el futuro». Y desafiaba:
«¿Conseguirán, acaso, que resulte superior a la que repudian?».
Pero lo cierto es que la lectura radical de la tradición blanca que proponía Carnelli
no era pacíficamente aceptada por su partido. Carnelli y los suyos habían continuado en la
senda avancista (especialmente con sus iniciativas de extender las jubilaciones que hasta
entonces solo percibían los trabajadores estatales). En 1923 sus relaciones con el Directorio
del Partido Nacional comenzaron a complicarse por la determinación de José Otamendi,
consejal carnellista en el Ejecutivo municipal de la capital, de votar a un batllista como
presidente del Concejo en lugar del riverista que impulsaba el Directorio.56 El 21 de abril de
1924 la convención nacionalista terminó por expulsar a los carnellistas que en adelante se
presentarían a los comicios con su propio lema de Partido Blanco Radical.57
En junio de 1925, Batlle y Ordóñez proclamó en la Convención de su partido que «la
propiedad es también una gran injusticia», que «el mundo puede decirse sin equivocarse,
es de todos», y que «el que viene al mundo viene con el derecho de poner los pies, por
lo menos, en él».58 Y aunque de allí en adelante se concentró en lograr un acuerdo de
todos los colorados que permitiera vencer al oribismo en las elecciones presidenciales de
1926, que preveía con razón como reñidísimas, no evitó ocuparse personalmente de las
admoniciones contra aquellos que le disputaban sus electores de izquierda.
Los «burgueses» batllistas, ironizó en El Día el 25 de noviembre de 1926, habían
realizado y realizarían todas aquellas reformas que los maximalistas solo podrían

(55)  López D’Alesandro, Fernando, Historia de la izquierda uruguaya, tomo IV, en preparación. Agrade-
cemos al autor su consulta.
(56)  Zubillaga, Las disidencias del tradicionalismo. El radicalismo blanco, pp. 41-47.
(57)  Ibídem, pp. 53-58.
(58) Caetano, Gerardo, La República Conservadora (1916-1929), Montevideo, Fin de Siglo, 2 tomos, 1992
y 1993.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

verbalizar. «El avancismo de los carnellistas –escribió el día antes de la elección– pese a
todo el palabrerío [...], está íntimamente unido a “los otros” en la adoración inconcebible
a la memoria del sanguinario segundón de Rosas».59
La izquierda del electorado se había convertido en un segmento relevante de la
disputa política. Seis años atrás Carnelli había escrito que los gubernistas juzgaban toda
iniciativa ajena referida a «contemplar la condición de los gremios laboriosos» como
«una invasión a un campo vedado» del que ellos eran «celosos explotadores».60 Los
socialistas habían experimentado tales celos desde antes de Frugoni, desde los primeros
brotes: «Mañana se reunirán los socialistas, que no sabemos por qué anomalía, existen
sin razón entre nosotros», había informado El Día el 30 de abril de 1890.
Pero, a pesar del bienestar creciente, el tamaño de ese segmento iba en aumento. En
las elecciones de noviembre de 1925, la suma de socialistas y comunistas había superado
el porcentaje de 1919 y si se agregaba a los blancos radicales, el conjunto había obtenido
el 4 % del electorado a nivel nacional y el 9 % del montevideano.61
Los 3844 votos que obtuvo en 1926 el Partido Blanco Radical hubieran sido más que
suficientes para que sin esta escisión, Luis Alberto de Herrera obtuviera la presidencia
ya que la diferencia entre colorados y blancos terminó siendo de 1526. «¡Hemos caído
por obra de un felón! –escribía a Herrera un correligionario– “Raza’e Gringos” y en el
innumerable de canales circulatorios que al organismo riegan, siempre ha de existir una
hebra de la camiseta garibaldina. ¡Carnelli!».62
Pero esas líneas eran solo un desahogo. En el dilema de la Guerra Grande Carnelli
se había ubicado rotundamente del lado del Cerrito.63 Aquella continuidad de los
avancismos del Novecientos, de la que el anarcobatllismo fue una de las expresiones más
características, estaba dando paso a un abanico de progresismos de fuentes múltiples.
Y recién empezaba a mostrarse una «nueva generación [...], colocada por mandato del
tiempo en las izquierdas».
«El lector habrá disculpado nuestra insistencia en estos momentos en que la opinión
pública se concentra, y de una manera absoluta, en las luchas electorales. Pero es que
consideramos al imperialismo americano el problema esencial en nuestro continente y
en nuestro siglo», hacía saber, en noviembre de 1926, uno de sus heraldos más jóvenes,
Carlos Quijano, todavía en París.64

(59)  Vanger, José Batlle y Ordóñez. La elección de 1926…, o. cit., pp. 70-71.
(60)  Zubillaga, Las disidencias del tradicionalismo. El radicalismo blanco, o. cit. p. 27.
(61)  Vanger, José Batlle y Ordóñez. La elección de 1926…, o. cit, pp. 72-76.
(62) Caetano, La República Conservadora, o. cit., pp. 168-169.
(63)  El historiador Carlos Zubillaga ha escrito que la obra de Carnelli Oribe y su época fue «el primer
esfuerzo sistemático de reivindicación oribista», empeño que entonces rechazaban nacionalistas como Martín C,
Martínez y Juan Andrés Ramírez y saludaron Leonel Aguirre desde El País y el herrerista La Democracia. Zubi-
llaga, Las disidencias del tradicionalismo…, o. cit., p. 105.
(64)  Caetano y Rilla, El joven Quijano (1900-1933)... «, o. cit., pp. 156 y 191-192.

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Capítulo 2
Aquel verano
«No era ni del boliche ni de la cancha; era un nadador formidable, la playa y la
natación fueron su medio toda la vida. Era vegetariano y enemigo de las jaulas para
los pájaros. Jamás fumó; jamás tomó; jamás se peleó con un cuchillo en la mano;
nunca fue agresivo. En tiempos en que a nadie le movía un pelo que un hombre
borracho le pegara a una mujer, era mi abuelo el que protestaba.»
Marvis Bentancor sobre José Seregni.

Con 86 años Liber Seregni todavía recordaba haber conocido –de pantalón corto
y de la mano de su tío materno Alfredo Mosquera– la Convención batllista, el célebre
soviet del Teatro Royal.65 No se ha encontrado registro, sin embargo, de que haya
evocado acompañar a su padre a algún mitin. En realidad son bien pocas las referencias
a cuestiones de orden político en las narraciones que hizo de su infancia y adolescencia.
Tampoco hizo tantas sobre sus padres.66
Marvis Bentancor Seregni es la primera hija de Selene, la hermana mayor de Liber,
nacida en 1913.67 Selene continuaría viviendo con sus padres aun después de casada.
Sus hijos, Edwin (1937) y Marvis (1942), se criaron también con José Seregni y Ema
Mosquera. Marvis Bentancor conserva incluso una fotografía de sus bisabuelos paternos,
David Seregni y María Garibaldi, que puede ser de mediados de la década de 1870.
Habían llegado de Milán algunos años antes. David está de pie, a la izquierda, de traje y
bigote. María, bien compuesta también, aparece sentada a la derecha de su marido con
una niña de uno o dos años en la falda. En el barco habrían perdido un embarazo. Si fue
así, la niña sería su primera hija y sería uruguaya. «Puede ser Teresa», señaló Bentancor.
La imagen parece muy convencional pero quien la atesora ha descubierto algo:
aunque los cuerpos conservan la rigidez estilada, la niña ha atrapado los dedos índice
y mayor de la mano izquierda de su padre. Frente al lente, en ese momento un tanto
solemne, David permitió que su hija jugara con sus dedos. La pareja tuvo cuatro hijos
más: Josefa, Luis (el mayor de los varones, a quien Liber se refería como «el tío Luiggi»),
Juan y José, a quien sabemos nacido el 30 de enero de 1879.
El relato que recibió Bentancor es que José hizo dos o tres años de escuela y empezó
a trabajar con su padre, que era ebanista. En una ocasión el contratante habría sido el
dictador Máximo Santos y probablemente José derretía cera cuando el general y su
comitiva se presentaron inesperadamente a examinar la marcha de la tarea. El susto

(65)  Buttazoni, Fernando, Seregni-Rosencof. Mano a mano, Montevideo, Aguilar, 2002, p. 25.
(66)  Los relatos más completos que conocemos sobre la vida de Seregni fueron recogidos por Álvaro Ba-
rros Lémez, (Seregni, Monte Sexto, Montevideo, 1989), Samuel Blixen (La mañana siguiente, ya citado) y Fer-
nando Buttazoni (en el recién mencionado Seregni-Rosencof. Mano a Mano).
(67)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni, 14.11.2015.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

habría hecho que el niño derramara la cera provocando un pequeño incendio y que Santos
ordenase que echaran a los trabajadores del lugar. «“Santos le pegó una patada en el culo
a mi padre”, repetía abuelo José», recordó Bentancor. Pero el estupor no había paralizado
al niño que había permanecido en la puerta, protestando por qué no les habían pagado.
Cuando cumplió catorce, José y sus hermanos quedaron huérfanos. El quedó
viviendo con sus hermanas mayores que se ganaban la vida lavando y planchando.
Ayudaba trayendo y llevando atados hasta que, a los dieciséis, decidió abandonar el
hogar.
Vivió entonces en una pensión de la Aduana donde hizo amistad con un estudiante de
Magisterio que era anarquista. Antes o después de su pasaje por el Centro Internacional,
casi con seguridad después, estuvo en Buenos Aires. Ya conocía a Ema y tenía con ella
uno de aquellos noviazgos de la época, con días de visita. José aprovechaba a pasar
delante de la casa de Ema a la hora en que la muchacha cerraba el zaguán para tocar la
mano que arrimaba la puerta. Una vez él le prestó un libro de poesía libertaria. Ella se lo
devolvió con una sentencia: «Ponga este libro en un cajón, porque ni usted ni yo vamos
a ver la revolución social».
Pero a José sí lo esperó. De vuelta en Montevideo, Luiggi, que ya tenía mayor
madurez y cierta solidez, lo acompañó para respaldarlo en la solicitud de la mano de
su novia. Sus futuros suegros eran José Mosquera, asturiano, que tendría por entonces
cerca de setenta años y Francisca Ernal, quien de niña pastoreaba ovejas en un pueblo
de Euskadi hasta que una vecina que había emigrado a Montevideo la pidió a sus padres
para ocuparla de las tareas de su casa. Además de Ema y una hermana melliza, nacidas
el 24 de junio de 1881, los Mosquera tenían dos hijos varones: el ya mencionado Alfredo
y Arturo nacido en 1882, que era tipógrafo y «no sé si por llevarle la contra al hermano
mayor, porque siempre se llevaron de pica», sospecharía su sobrino,68 se había hecho
blanco. Vivían a pocas puertas de donde Liber nació, en Isla de Flores 1562.69
Para entonces José Seregni ya tenía lo que su nieta llama «una filosofía de vida».
Así lo explicó Marvis Bentancor:
No era ni del boliche ni de la cancha; era un nadador formidable, la playa y la natación fueron su
medio toda la vida. Era vegetariano y enemigo de las jaulas para los pájaros. Jamás fumó; jamás
tomó; jamás se peleó con un cuchillo en la mano; nunca fue agresivo. En tiempos en que a nadie
le movía un pelo que un hombre borracho le pegara a una mujer, era mi abuelo el que protestaba.
La intolerancia la reservaba para la Iglesia Católica. Y parece que Ema –aunque
había recibido educación religiosa– no solo aceptó casarse solo por lo civil sino que
compartía su anticlericalismo: «la abuela nos enseñaba a escondernos para gritarles
“cuervos” a los curas», contó su nieta.
La casa de Isla de Flores donde nacieron Selene y Liber no era propiamente una
casa, sino dos piezas más un baño que se compartía con otra familia, insertas en una

(68) Buttazoni, Seregni-Rosencof…, o. cit., p. 25.


(69)  Departamento de Estudios Históricos del Ejército Nacional. Legajo personal del General (r.) Liber
Seregni, foja 7.

16
Capítulo 2 | aquel verano

amplia vivienda subdividida para su arriendo. Apenas un escalón más arriba que la pieza
de conventillo.
El nacimiento del niño produjo la primera modificación en el reseñado ideario de
José. Ema quedó debilitada por el parto y el médico ordenó incluir carne vacuna a la
dieta. «Cuando el olorcito del churrasco inundó la casa –le contaron a Bentancor–, el
abuelo se rindió».
Pero los primeros recuerdos de Liber tienen que ver con la casa donde su familia
se mudó pocos meses después, dos cuadras al sur de la anterior, en Gonzalo Ramírez
1520. El más recurrido de los lugares del barrio sería el de la extinta playita Santa Ana,
que quedaba propiamente frente a su casa pues, antes de la construcción de la Rambla
Sur, en el tramo de Gonzalo Ramírez que va desde Javier Barrios Amorín hasta Salto, a
la costa se llegaba simplemente cruzando la calle, por cuya calzada adoquinada pasaba
un tranvía, el 36. A Seregni tampoco se le borró la usina, una planta generadora de la
electricidad que movía los tranvías de la empresa inglesa La Comercial. Estaba situada
en el borde oriental de la playa y además de producir ruido y hollín, su sistema de
refrigeración vertía un grueso chorro de agua tibia en las del río, determinando la zona
favorita de los bañistas, en especial de los más jóvenes.70
La tradición familiar agrega que, a pesar de la amable temperatura, al niño le costó
más que a su hermana iniciar la amistad con el río. «No puede, no lo llevés más», le pedía
Ema a José, aseguró Bentancor.
José era quien paseaba a los niños. También era quien los bañaba al volver de
trabajar en un bazar que habría sido el Mitre o el Dos Mundos. De ese modo, en esos
momentos su esposa podía adelantar con sus trabajos de costura. Había comenzado a
aprender el oficio con las monjas y evolucionaría en él. Su nieta la recordó haciendo
vestidos de novia y atendiendo clientes de altos ingresos.71
Pero Palermo era un barrio modesto. El temporal del 10 de julio de 1923, el mismo
que sepultó al antiguo bajo y abatió la terraza del Hotel Pocitos, se llevó buena parte de
sus «casitas viejas y miserables». Después las obras de la rambla terminaron de barrer
hileras de viviendas precarias que se amontonaban a los costados de la playa, albergue
de una singular marginalidad costera que don Aníbal Barrios Pintos supo referir en sus
libros.72
Mucho después Seregni recordaría a una de sus nietas que su madre los llevaba a
tomar leche recién ordeñada a un tambo que quedaba a dos cuadras de su casa. «El tambo
tenía el olor ese: olor a vaca, a estiércol y a heno. Es un olor que nunca me desagradó. Al
contrario», le confesó al escritor Fernando Butazzoni.
Su memoria retuvo además el desfile, un sábado de carnaval, de la comparsa lubola
La Marina Nacional y ya hacia el final de su vida todavía podía evocar una tradición

(70)  Barros Lémez, Seregni, o. cit.. pp. 16-17; Buttazoni, Seregni-Rosencof…, o. cit., pp. 365-370.
(71)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni, 14.11.2015.
(72)  La expresión «casitas viejas y miserables» es de Seregni, en el libro coordinado por Buttazoni, Sereg-
ni-Rosencof…, o. cit., p. 368. La referencia de Barrios Pintos a esa comunidad marginal costera está en Montevi-
deo: Los Barrios I, Montevideo, Nuestra Tierra, 1971, p. 19.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

belicosa de su barrio natal. Sucedió entre las dos comparsas más potentes. Una era Los
Esclavos de Nyanza, que según la historiadora del carnaval Milita Alfaro, a pesar de
su africana designación, estaba compuesta casi íntegramente por italianos y salía del
conventillo de La Facala (en Isla de Flores y Carnelli). A la otra Seregni la recordó como
Esclavos del Sur, pero de ella no hay registros, así que tal vez fuera Guerreros del Sur,
que venía de la Ciudad Vieja y de cuya existencia Alfaro sí tiene constancia.73
Ambas desfilaban con la misma formación: «primero el escobero, las banderas,
las insignias con la mama vieja y el hechicero, [...] la cuerda de tambores venía atrás
porque los lanceros venían adelante», narró Seregni. Avanzaban por la misma calle, pero
en sentido contrario: una venía del Sur, la otra de Palermo; a la altura de Ejido fue el
encontronazo. ¿Quién iba a dejar pasar al otro? «Hay primero una lucha de los escoberos
y mientras tanto las comparsas vienen cerrando y los tambores empiezan a aumentar
el ritmo y a aumentar el ritmo, y van calentando el ambiente y calentando el ambiente
y... ¡Pa! Terminó mal, porque las lanzas eran de verdad con caña y la moharra era de
hojalata, pero de hojalata de punta. Muertos no sé si hubo, uno o dos nomás... pero
heridos a montones».74
Sin embargo, será en Pocitos, adonde la familia se mudó en 1921, que Seregni
vivirá la mayor parte de su infancia y adolescencia. O más bien en la frontera oeste de
ese balneario en trance de incorporase como un barrio más, un intersticio por urbanizar
al este de Bulevar Artigas y al oeste de la «Biarritz Oriental», en torno a la entonces
Avenida España.75
Habían podido comprar ese solar gracias a un boleto de la lotería de fin de año que
José había comprado en sociedad con algunos compañeros del bazar. Todavía está en
pie la casa que construyeron en Pedro Viera 2495, entre Obligado y Brito del Pino. Se
recordaba que las destrezas de Ema con el metro tuvieron su papel en la construcción, en
especial del arco de la entrada.

(73) Alfaro, Milita, Memorias de la bacanal. Vida y milagros del carnaval montevideano (1850-1950),
Montevideo, EBO, 2008, p. 38. La autora dice que el cruce de comparsas provocaba un «duelo carnavalesco»: «los
respectivos estandartes se saludaban cabeceando y ambas [comparsas] redoblaban la intensidad de los tamboriles,
tocando “a taparse”. Pero el punto culminante […] era el desafío de los escoberos que se enfrentaban “a la buena”
y, mientras bailaban en una pierna y hacían malabarismos con la escoba, usaban la otra para intentar derribarse con
violentas zancadillas. Verdadero ceremonial de guerra que reeditó en su versión montevideana viejos combates
intertribales y que, en ocasiones, derivó en verdaderas batallas campales».
(74) Buttazoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 223-224. Alfaro ha informado a los autores que no tiene
registro de este encontronazo pero estos habrían sido tan recurrentes que la prensa de la época bien pudo pasarlo
por alto.
(75)  Recién en 1906 hubo un tranvía por Avenida Brasil que llegaba hasta la costa. En 1912 comenzaron
a correr también por el actual Bulevar España. La rambla de Trouville fue unida a la de Pocitos un año antes de
que naciera Seregni. Según Juan Antonio Varese, por esos días Pocitos «dejaba de ser un reducto balneario para
comenzar a respirar sueños de barrio», proceso que el cronista da por completado en 1935, cuando coincidieron
la demolición del viejo Hotel Pocitos y la inauguración del edificio Rambla Hotel y Casino. Varese, Juan Antonio,
Pocitos. Fotografías e historias, Montevideo, EBO, 2011, pp. 111, 144 y 152.

18
José aprovechó los descampados linderos para sembrar una huerta.76 Su hijo
recordaría haber disfrutado aquel espacio en transformación. No todas las calles estaban
abiertas y para llegar a la escuela (la n.º 17 «Brasil») andaba algo más de un quilómetro:
por Brito del Pino hasta Libertad, por esta hasta Cavia. Doblaba a la izquierda por
Santiago Vázquez y en la esquina de esta con Avenida Brasil bajaba por la susodicha
hasta 26 de Marzo. Una cuadra antes de su escuela, solía detenerse a cosechar moras de
una enorme planta que había allí: «te podés imaginar cómo nos dejaban los bolsillos de
los guardapolvos, con los consiguientes problemas en casa», le comentó a Álvaro Barros
Lémez al contarlo.
Los picaditos se hacían en la calle Viejo Pancho, que entonces se llamaba San
Salvador y era una de las primeras hormigonadas de la zona. Uno de aquellos épicos
partidos de chiquilines lo interrumpió el propio comisario de la seccional del barrio, a
caballo. «Disparamos todos y escondimos la pelota en la horqueta de un duraznero en
la casa de Lopacher», confesaría Seregni. Pero el policía igual la encontró. «Entonces
fueron las rogativas; la pelota número 5 era el sueño de toda la vida. Al final se condolió
y nos la dejó, pero con prohibición absoluta de jugar en el hormigón».77
Uno de esos picaditos tuvo derivaciones violentas que le dejaron como señal una
fisura en la órbita del ojo izquierdo. Parece que el responsable del sopapo fue uno de
los hermanos Castro, que dominaban aquel escenario. «El petizo Seregni es un poco
soberbio y eso se paga», le explicará de viejo a Blixen.78
Belicosidad no parece haber faltado en aquella infancia. «De niño escolar yo iba a
la plaza de deportes n.º 5, que era la del parque Rodó», contará otra vez.
Los reyes ahí eran los muchachos del asilo. Los peladitos… y donde ahora está el parque infantil,
al lado de los juegos, hicieron una cancha de fútbol. Yo vi los partidos más lindos de fútbol jugarse
ahí […], partidos de veintisiete contra veintiocho. Y yo miraba, porque eran los muchachos del
asilo que jugaban, se daban fierro bonito y todos terminaban a las piñas…79
La construcción de la calle Libertad proveyó otra oportunidad de entretenimiento.
Para el traslado de material se estableció una vía de trocha angosta sobre su recorrido. Al
terminar la semana, las vagonetas eran desenrieladas y un sereno quedaba custodiando
todos los materiales. «El problema –señalaba Seregni– era vigilar al vigilante y, en un
momento determinado, poder encarrilar allá arriba una vagoneta». Después era el placer
de deslizarse sobre la vía que bajaba hasta el Parque Rodó. La banda de Liber había
aprendido a usar el freno («una madera en la rueda de atrás») así que el único peligro era
que los pescaran.80
En Navidad las familias de los hermanos Seregni se reencontraban en casa del «tío
Luiggi», en Victoria (hoy Mario Cassinoni) y Canelones. «Era el comerciante, la cabeza
seria que aguantaba y aguantaba», relató Bentancor. A su casa fueron a parar los hijos de

(76)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 17-18.


Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni, 14.11.2015.
(77)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 17-18
(78) Blixen, Seregni…, o. cit.., p. 10
(79) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 225.
(80)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 17-18.

19
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Teresa, que falleció joven, y Josefa, que quedó soltera: «una telenovela; el novio la había
dejado en el altar y se encerró en un cuarto saturado de aromas de perfumes e inciensos
a hacer puntillas para toda la vida. Abuelo José no soportaba aquello, entraba al cuarto y
armaba lío. “Sal, sal al sol”, le gritaba», narró su nieta.81 El «tío Luiggi», socio fundador
del Club Nacional de Fútbol, fue el responsable de que Liber abrazara esta devoción que
siempre mantuvo pero que en aquellos primeros años no dejó de causarle problemas de
conciencia, pues en el barrio se le reclamaba para Defensor.82
Las ideas de los Seregni Mosquera derivaban en que en la casa de Pedro Viera no
hubiera regalo de Reyes Magos. «Nada de ilusiones ni falsas cosas pues todo tenía que
ser ciencia y usar la cabeza», recordó Bentancor. Pero como sin arreglo a ritual José
regalaba muñecas japonesas a Selene, la niña las atesoró y un 6 de enero las presentó
todas como lo que los Magos habían dejado en sus zapatos. Liber la imitaba: «se fabricó
un monopatín y no lo mostró hasta Reyes», aseguró su sobrina. «El abuelo José amasaba
el pan en su casa, pan negro. ¿Qué hacía mi tío de muchacho? Agarraba pancitos frescos
y salía a la calle a cambiarlos por pan blanco o por bizcochos».83
El verano era para la playa y los febreros también para el carnaval. A partir de
1927, en la triple esquina de Libertad, Obligado y Avenida España, al lado del entonces
almacén Fray Mocho, se levantaría un tablado homónimo al que aquel niño acudirá con
entusiasmo: «había espacio para que las comparsas de negros se armaran a una cuadra»,
explicó Seregni. «No era solo subir al tablado a cantar… Lo lindo era la venida y la
subida y ni qué decirte de lo que era el presidente del tablado y la elección».84
Seregni recordaba que en la escuela, dirigida por Amparo Prado de Martínez, le fue
bien. Con algunos compañeros de clase compartiría después y durante mucho tiempo
la adhesión al Partido Colorado: entre otros destacaba Eduardo Jiménez de Aréchaga,
futuro ministro del Interior del gobierno de Jorge Pacheco Areco, y Miguel Páez Vilaró,
amigo íntimo de Liber en los años de la escuela pero jefe de la campaña de Pacheco en
1971.85
En 1928 Seregni cursó sexto año y la embajada brasileña había resuelto condecorar
con una medalla de oro al mejor alumno de la escuela que llevaba el nombre de su país.
Amparo Prado, que era «muy avanzada», decidió que los alumnos eligiesen por votación
a quien consideraran el alumno más indicado para recibir esta distinción y la elección
recayó en Liber. «Andaba que reventaba el guardapolvo», recordó el electo. Pero «hete
aquí que después de la ceremonia, la maestra o la directora me llamó». Cualquiera haya
sido la docente, las palabras que Seregni recordó haber oído fueron: «Mira, esto ha sido
un acto formal. La medalla se te entregó a ti pero con carácter provisorio, la medalla es
para la escuela».

(81)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni, 14.11.2015.


(82)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 22-23 y 25.
(83)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni, 14.11.2015.
(84) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 143 y 220. Alfaro ha confirmado a los autores que desde el
año 1927 en la esquina mencionaba funcionaba ese tablado. Le había precedido otro llamado El Gigante, pero a
ese Seregni no lo recordó.
(85)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 17-18.

20
Capítulo 2 | aquel verano

El niño ya no volvió a su aula. No quiso. Resolvió preparar el examen de ingreso


que le permitiría acceder al liceo y lo salvó sin problemas.86
Eso narró Seregni. Sus padres, anotó Bentancor, contaban esto con una variante.
–La directora se quedó con la medalla –habría contado Liber a su padre.
– ¿Cómo que se quedó con la medalla?
–Si, para la hija.
–Ya terminó eso. No vas más a la escuela, ordenó José.
Cuando concluyeron las clases, José fue solo a la escuela a levantar el carné.
–El perjudicado no es mi hijo. Es su hija, porque usted le enseñó a mentir –le habría dicho a la
directora.87
Liber siguió estudiando. Le tocó cursar en el Juan Zorrilla de San Martín el cuarto
liceo de Montevideo, creado ese mismo año de 1929 en el que ingresó en Secundaria.
Durante el primer año el centro carecía de local por lo que el Instituto Alfredo Vázquez
Acevedo (IAVA) le cedió un espacio en su edificio. Los liceales eran una especie nueva
y escasa y no era obvio que el hijo de un hogar como el de Liber continuara estudiando.
La secundaria era gratuita desde 1916 pero en aquel Uruguay del Centenario, en el que
había 178.000 escolares, los liceales no llegaban a 7000.88
1929 fue un año de intensa actividad gremial entre los estudiantes. El 26 de abril se
labró el Pacto Federal, que dejó constituida la Federación de Estudiantes Universitarios
del Uruguay (FEUU). En el IAVA funcionaban también los Preparatorios, cuyos
estudiantes militaban con los universitarios. Primer año del Preparatorios cursaba
Rodney Arismendi, un muchacho recién llegado de Melo, que recién dos años más tarde
se afiliaría al Partido Comunista pero ya era muy activo gremialmente.89 Hubo un paro
y –según acotó Blixen– «en el IAVA mandan los grandotes»; Liber, «el liceal de doce
años, cumple el paro remando en bote con sus compañeros en el lago del Parque Rodó».90
Desde 1930 el Zorrilla tuvo su casa propia, en Guaná casi Blanes. Ese año ingresó el
futuro escritor Carlos Martínez Moreno, un año menor que Liber. Después compartirían
el influjo de Zelmar Michelini y la fundación del Frente Amplio. Martínez Moreno será,
además, uno de sus abogados en los tiempos de su prisión durante la dictadura. En la
adolescencia –sin embargo– Liber cultivó más su relación con el futuro teórico del
arte Fernando García Esteban, otra figura de ese colectivo intelectual que Ángel Rama
designó generación crítica.
La agitación universitaria iba en aumento. El Centro Ariel que había fundado
Quijano había sido renovado bajo la conducción de Héctor González Areosa. Como
señalara Mark Van Aken, historiador del movimiento estudiantil, a partir de 1930,
de la tapa de la revista Ariel «se eliminó a los jóvenes griegos con su antorcha
extendida», presentando en su lugar «una nueva carátula con dibujos de fábricas y
chimeneas, simbolizando obviamente el desplazamiento del Centro hacia una filosofía

(86)  Ibídem, p. 20.


(87)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni, 14.11.2015.
(88)  Caetano y Rilla, Historia del Uruguay contemporáneo…, o. cit., pp. 583-584.
(89)  Barros Lémez, Álvaro, Arismendi. Forjar el viento, Montevideo, Monte Sexto, 1987, p. 36.
(90) Blixen, Seregni, o. cit., p. 10.

21
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

proletarizante». Estos arielistas inscribieron la lucha por la reforma de la Universidad


en un programa socialmente radical, antifascista y antiimperialista, pero de inspiración
política variada y libre de obediencias sectarias.
Uno de ellos, Julio César Grauert, que ya era diputado por el batllismo, iba a
constituir una corriente de inspiración marxista en el sector, la agrupación Avanzar.91
Vuelto de la Europa de los años locos donde había descubierto el exilio intelectual
latinoamericano, la obra de Karl Marx, el rostro del fascismo y una interpretación que
colocaba al imperialismo norteamericano en el centro del drama de Latinoamérica y a la
unidad del continente en un sistema alternativo al capitalismo imperial, Carlos Quijano,
el fundador del centro, ni había querido seguir el camino que le ofrecían los adversarios
de Herrera, la gente del diario El País, ni permanecer con Carnelli, desamparado del lema,
restando votos al triunfo esperable del partido. Constituyó dentro del Partido Nacional su
propio sector, la Agrupación Nacionalista Demócrata Social. Esta agrupación conquistó
por sí sola dos bancas en la Cámara de Representantes y definió una doctrina que tenía
amplias coincidencias con la del centro a aquella altura.92
El Centro Ariel en efecto era plural e independiente, una organización político
gremial estudiantil. Sin consultar al Consejo Federal de la FEUU impulsó el asalto a la
Facultad de Derecho consumado el 30 de junio, demandando la renuncia del decano José
Irureta Goyena. Así, escribe Van Aken, «minaron el prestigio del decano de Derecho y
obtuvieron su objetivo básico de atraer a la FEUU y al movimiento estudiantil uruguayo
hacia posiciones más radicales en la campaña por una “universidad democratizada”».
No solo empujaron a la Federación hacia rumbos mucho más combativos que los
de su antecesora (la «FEU» llamada «de La Cumparsita») sino a la inscripción de su
reivindicación reformista en un programa como el que se dio el Congreso Nacional de
Estudiantes de esa primavera al que Ariel saludaría como una «muestra inequívoca del
pensamiento izquierdista que agita a la masa estudiantil».93
En febrero de 1931 el descontento de los estudiantes de Derecho con sus autoridades
tuvo su punto final el 1.º de marzo con la renuncia del decano. «Despedimos, de mala
manera, al Dr. Irureta Goyena», reconocería Alba Roballo, que entonces tenía 22 años y
estudiaba abogacía. «Hay una foto, donde no lo quiero dejar pasar a emitir su voto [...];
una foto donde lo empujo, en la escalinata de la Universidad».94
El 2 de marzo asumió el decanato Joaquín Secco Illa: «La Reforma está en el
clamor general. Hay mucho que hacer en ese sentido y por mi parte no seré un obstáculo
a su realización», anunció el nuevo decano en el acto de su asunción. El líder de los
socialistas uruguayos, el doctor Emilio Frugoni, fue elegido representante estudiantil
en el nuevo Consejo que se dio la Facultad. La huelga fue levantada el 14 de abril.
«Significó el derrumbe del último reducto de una Universidad aristocratizante» valoró
Rodney Arismendi más de medio siglo después, aunque advirtiendo que las concepciones

(91)  Van Aken, Los militantes…, o. cit., pp. 61-65.


(92)  Caetano y Rilla, El joven Quijano…, o. cit., pp. 39-94.
(93)  Van Aken, Los militantes…, o. cit., pp. 90-95.
(94)  Chifflet, Guillermo, Alba Roballo. Pregón por el tiempo nuevo, Montevideo, TAE, 1992, p. 48.

22
Capítulo 2 | aquel verano

que entonces lo inspiraban no eran del todo correctas: «todavía creíamos –dijo– que
cambiando la Universidad se podía cambiar el mundo».95
Justicia, órgano del Partido Comunista del Uruguay, había sido bastante más ácido.
Según su crónica, durante el asalto las fuerzas policiales «observaron un procedimiento
“amable” con los estudiantes que hubiera sido diferente si se hubiera tratado de
trabajadores». El cronista entendía que «movimientos como este /… / pese a que se
hagan a propósito de lo que se llaman “altas finalidades” [terminan con] mucha charla,
no resuelven de manera alguna los problemas fundamentales de la enseñanza desde el
punto de vista proletario. En cambio se prestan para que los políticos que la dragonean
de izquierdistas saquen alguna tajada».
Probablemente ni comunistas ni socialistas esperaban todavía demasiado del
movimiento estudiantil. Se ha observado que ni Justicia ni El Sol informaron demasiado
sobre la huelga del año 29 ni sobre la fundación de la FEUU. Frugoni había colaborado
con la Facultad Libre que los estudiantes organizaron durante aquella huelga. Pero con
desconfianza. Cuando los estudiantes postularon discordancias con la forma en que se
dictaba Derecho Laboral en la Universidad, el socialista, que tenía a su cargo la cátedra,
respondió que la crítica «no me extraña porque sé que en la Facultad de Derecho no
sólo hay crisis de profesores y de sistemas de enseñanza, sino de estudiantes, porque
entre estos predomina el tipo del señorito reaccionario, católico o catolizante, y además,
arribista».96
La repercusión de todos estos litigios en el «Zorrilla» pareció limitarse a la creación
de una «Asociación de Estudiantes del Liceo n.º 4». Seregni recordó que participaron de
ella unas «muchachas» de apellido Crotoggini, prima una y hermana la otra de Juan José,
por entonces un joven de 23 años que estudiaba Medicina, a quien Liber no conocía pero
que cuarenta años después completaría la primera fórmula presidencial que él encabezó
en el Frente Amplio. También integraban la agremiación un Carámbula y el mencionado
García Esteban. El secretario era Liber. Habían hecho algún paro pero sobre todo una
fiesta de la primavera, un picnic en el parque Durandeau, hoy llamado Rivera. 97
A los 72 años, en su conversación con Barros Lémez, Seregni intentó reconstruir
el plantel docente de aquel liceo: madame Lescagne en Francés, Willaber en Inglés,
Amorín en Cosmografía, Lenoble en Química. En Matemáticas, que junto a Física
formaban el grupo de sus materias preferidas, tendrá nada menos que a Juan Antonio
Scasso, el arquitecto del estadio Centenario, y también al Petiso Sales, que después sería
director del liceo Larrañaga. El profesor de Literatura fue Juan Carlos Sabat Pebet, luego
poeta y ensayista; Juan Carlos Gómez Haedo, el de Sociología y Óscar Secco Ellauri,
director del liceo y profesor de Historia. Secco Ellauri parece haber iniciado a muchos
en la devoción por José Artigas.98

(95)  Barros Lémez, Arismendi…, o. cit., p. 31.


(96)  Carta abierta de Emilio Frugoni publicada en varios diarios montevideanos en abril de 1929, citada
en Gerardo Caetano, El asedio conservador (1925-1929), 2 tomos, Montevideo, CLAEH, 1985, tomo II, p. 285.
(97)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 21-22.
(98)  Ibídem, p. 11.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Pero sus entretenimientos no parecían haber cambiado mucho respecto a los de


la infancia. «Dejábamos los libros en los balcones y hacíamos unos partidos de fútbol
tremendos», contó Seregni a Barros Lémez. Por alguna razón esos muchachos eligieron
como cancha la calzada de la calle Arenal Grande entre Guaná y la actual Rodó y las
quejas del vecindario motivaron también en esta ocasión la intervención policial. 99
Sí hay señales de que se ampliaba su radio de acción. Como los menores no podían
entrar solos a las canchas de fútbol profesional, la estrategia de Liber y sus compinches
era pararse en la entrada y «estudiar» a los que se aproximaban. «Mozo, ¿me lleva?»,
preguntaban a quien ofrecía un rostro amigable. «Y nos agarraba de la mano y entrábamos
con él», explicó Seregni, quien recordaba haber visto así, en 1930, un encuentro entre
Argentina y Francia, instancia en que junto a su barra apoyaban a la escuadra gala
cantando La Marsellesa.100
«A veces íbamos a jugar al billar, sobre todo cuando estábamos en cuarto año ya; no
eran escapadas sino que lo hacíamos después de clase», contó también.101 Iban sobre todo
al viejo Sportman, que estaba en la esquina de 18 de Julio y Ejido y contaba con todo un
salón de billares. Dos años antes de su muerte, Seregni se ufanaba de poder reconstruir la
lista completa de los boliches que en 1930 alineaban sobre 18 de Julio: el Bar Barucci, el
Gran Sportman, el Café Montevideo, el Ateneo, el Tupí Nuevo, La Cosechera «y dabas
la vuelta y estaba el Café Británico… Una enormidad…».102
Los romances que pudo haber habido no habrían tenido que ver con el liceo: «con
las compañeras de clase [...] nos tratábamos de “usted”», le aclaró una vez a Barros
Lémez, que intentaba acercarse al tema. Tal vez sí con la rambla de Pocitos, que era
el paseo clásico de las tardes de verano,103 y más probablemente aun con las noches de
febrero que ahora pasaba en un tablado instalado en la esquina de la casa del «tío Luiggi».
Al menos fue evocando su adolescencia en el escenario de Victoria y Canelones, sobre
el que exclamó: «¡Cuántos noviazgos se hicieron alrededor de las tablas del tablado!».104
La ciudad que treinta años antes contaba con veintidós escenarios carnavaleros,
tenía por esos días unos trescientos. Levantados por los vecinos, se disputaban los
premios establecidos desde 1926 por la Comisión Municipal de Fiestas y ofrecían un
menú de entretenimientos y espectáculos más variado aún que el que proponían en el
Novecientos los libertarios del Centro Internacional.105
En 1930 la troupe La Oxford había alegrado los tablados con su «Montevideo, qué
lindo te veo/ con tu cerro y tu fortaleza». Sin embargo, el humor popular había sufrido
desde entonces una singular embestida. La crisis económica internacional iniciada con
el crac de la Bolsa de Nueva York tardó en llegar, pero el país ya estaba en problemas.
La variable fundamental de su vida material, la producción ganadera, estaba estancada

(99)  Ibídem, pp. 20-22.


(100) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 198.
(101)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 20-22.
(102) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 77.
(103)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 19 y 21.
(104) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 220.
(105) Alfaro, Memorias de la Bacanal…, o. cit., pp. 35, 59 y 61.

24
Capítulo 2 | aquel verano

desde 1921, desde la crisis de posguerra de la cual todavía no se había podido recuperar.
Terminada la Gran Guerra los precios relativos de los rubros que exportaba el país (cueros,
carnes y lanas) comenzaron a caer. De 1930 a 1933 también disminuyó el volumen de las
exportaciones. Fue casi un 50 %. Cuando Seregni entró al liceo el peso cotizaba casi a la
par del dólar. Cuando terminó cuarto año, valía la mitad. «La profunda depresión sufrida
por la industria del comercio –informaba en 1932 la Oficina Nacional del Trabajo– dio
motivo, en muchos casos a supresiones de personal». En la Cámara de Diputados, Julio
César Grauert denunciaba que el frigorífico Artigas despedía hombres a los que pagaba
2,80 pesos diarios para tomar mujeres por jornales de 1,20. Para 1933, el consumo de
carne de los montevideanos era cuatro quintas partes del verificado en 1930.106
«El hambre ya echó raíces/ y cada día se extiende más. / El dólar está en el cielo/ y
el peso en el suelo está. / Sube la leche y el queso,/ la verdura sube más/el pan está por
las nubes y la carne más allá», denunciaba la murga Curtidores de Hongos en 1932. Y
propuso una explicación de lo que sucedía que parece haber predominado en las letras de
un país que iba rumbo a un golpe de Estado:
Construyen ramblas y ensanches/ con todo lujo y confort/ y después meta recargo/ contra la
contribución./ Cobran impuesto al que escupe,/ impuesto por pestañar,/ y al que se tire un eructo,/
le van a cobrar un real./ Divino Montevideo,/ rinconcito de pobreza,/ cualquier día nos comemos/
tu cerro y tu fortaleza.
Las murgas también hicieron suyos algunos de los motivos favoritos que se agitaban
contra el batllismo y sus aliados, en particular la concordancia entre el presidente Gabriel
Terra (que ya electo había tomado distancia del sector), el riverismo conducido por
Pedro Manini Ríos y el nacionalismo de Luis Alberto de Herrera (que había perdido las
elecciones por tercera vez y la última por gran diferencia). También en la coalición contra
el reformismo se contaba con el respaldo contundente de las «clases conservadoras»,
con protagonismo explícito de las organizaciones empresariales entre las que destacaba
el Comité Nacional de Vigilancia Económica, creado en 1929 para contrarrestar los
impulsos «socializantes» del batllismo.
Nacida el verano siguiente al sensacional asalto del cambio Messina (cometido por
ácratas catalanes y argentinos), la murga Asaltantes con Patente aludía desde su mismo
nombre a la ola delictiva en que se sentían inmersos. El anarquista Miguel Arcángel
Roscigno, llamado Roscigna, vinculado al episodio del Messina, aparecía diciendo
como un gangster en las letras de Asaltantes: «Yo me traigo contratados/ de todas partes
del mundo/ a punguistas importados/ de coraje furibundo,/ maravilla de ladrones/ que
quedaran asombrados». Y otro murguista disfrazado de mujer completaba el retrato: «Yo
soy una hermosa chica/ nacida allá en la Argentina./ Fui inducida por Roscigna/ que
ahora es mi papito actual./ Diez veces fui al hospital/ porque el garrote camina».
Fruto también de la crisis, la xenofobia se expresó incluso contra una inmigración
tan acostumbrada como la italiana. «En cuesto paese cum tanta pobreza/ ninguno criollo
levanta cabeza/ ma sin embargo llégano extranjero/ y al año siguiente están llenos de

(106)  Caetano, Gerardo y Jacob, Raúl, El nacimiento del terrismo, tomo 1, Montevideo, EBO, 1989, pp.
52-69.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

dinero./ Viéneno, te encajan un posto ‘e figazza/y en dos o tres meses/ tienen una casa./
Ma nosotros, como lo animale,/siempre trabacamo sin tener un reale», cantaron los
Curtidores de Hongos en el 33.
Y según los Curtidores Diablos de ese mismo año, la Constitución que había
establecido el colegiado era «una mujer bonita con hermoso cuerpo» que «tiene un galán
que hace de presidente/ pero ella gasta y derrocha/ y el mandatario no manda niente./
Tiene relaciones exterior/ tiene ministro del Interior/ tiene Cámara y consejeros/ y un
Senado que es un primor».107
Los versos de Asaltantes que dos años antes de morir Seregni entonó con Mauricio
Rosencof son también de ese febrero del 33. Derraman su ironía sobre la creación
más señalada del segundo impulso que el batllismo, apoyado por lo que constituiría
el nacionalismo independiente, logró encabezar en 1931, con la creación de la
Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP) a la cabeza:
«Es por eso que protestan los curdelas/ diciendo que es una barbaridad/ obligarnos a
tomar caña fulera/ porque quieren los señores de la Ancap», cantó ese dúo singular.108
Para entonces ya había llegado de Salto Raúl Galarza Leal Seregni. Liber lo llamaba
primo pero en realidad no lo era exactamente. Algo mayor que Seregni, Leal era hijo de
Lota, una hija del «tío Luiggi» casada con el salteño Fructuoso Leal, un escribano que
había hecho la guerra de 1904 del lado del gobierno y se había desempeñado como
diputado colorado entre 1920 y 1923.109
El segundo nombre de aquel primo era un evidente homenaje al teniente general
Pablo Galarza, caudillo militar colorado de peso, soldado del gobierno desde la
Revolución de las lanzas hasta la de 1904, cuando comandó el Ejército del Sur en la
guerra de 1904. Creador y conductor del 2.º Regimiento de Caballería con asiento en
Durazno, era por estos tiempos jefe de la Región Militar n.º 3. De raíces amerindias fue
conocido no solo por su capacidad bélica sino también por cierto bizarro atildamiento
que incluía anillos de mostacilla, atuendo rojo de cabo a rabo y aplicación generosa de
agua florida.110
El muchacho que llevaba tal nombre descollaba por otros motivos. Atleta y miembro
del equipo de básquetbol del Club Atenas, fue campeón de triple salto e hizo que Liber
tuviera que lidiar otra vez con la lealtad familiar que le imponía alentar a los alas negras
y la barrial, que lo tiraba hacia el lado de Sporting.111
En 1932 Seregni terminó el liceo y a él le cupo decidir qué rumbo seguir. En el
ambiente liceal, por su desempeño en Matemáticas y Física, «un poco se entendía que iba
a seguir Ingeniería o cosas como esa». En el ambiente familiar no se habló de estudios

(107)  Alfaro, Milita, «Otras miradas sobre la crisis de los años 30. Aproximaciones a la articulación entre
política y sociedad desde una fuente no tradicional», Revista Encuentros Uruguayos, volumen VII, n.º 1, Monte-
video, octubre de 2014, pp. 1-19.
(108) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 142.
(109)  Entrevista de los autores a Jorge Eduardo Leal Seregni (13.11.2015).
(110)  Washington Lockhart, «Los Galarza. El caos y el azar», en Revista Histórica de Soriano, n.º 9, Mer-
cedes, junio de 1963, pp. 35 a 52.
(111)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 25.

26
Capítulo 2 | aquel verano

universitarios. «Sufrimos nosotros también la crisis», recordaba más de medio siglo


después.
Al muchacho, por su parte, lo había seducido la prédica artiguista de su profesor
Secco Ellauri, la narrativa del «pueblo en armas» y el carisma de su popular general.
También lo impresionaba el uniforme de su «primo» Raúl, que había ingresado a la
Marina. «En eso tenemos que ser honestos ¿no es cierto? –explicó a los 72 años–. No
tenía entonces, un concepto cabal de lo que son las Fuerzas Armadas. En realidad, la real
vocación militar la fui adquiriendo después [...]».
El sueño de la vida de su padre era que fuese maestro y aunque «fue siempre
singularmente amplio». «Cuando le dije que iba a inscribirme en la Escuela Militar [...]
no es que se haya agarrado la cabeza, pero conversó conmigo: “Pero, ¿y por qué?”, dijo».
Ese verano Liber se encontró en la playa Pocitos con su profesor de Literatura.
Sabat Pebet no se podía convencer de lo que había hecho aquel muchacho: «¡No, no,
no me digas! ¿Tú? ¿Tú, Seregni?». Scasso y Sales tampoco aprobaron la elección de
su exalumno.112 El descrédito de la carrera militar era bastante corriente por entonces.
En algunos ambientes lo era tanto que el Congreso Nacional de Estudiantes de 1930
había aprobado resoluciones postulando no solo la censura de libros de texto y películas
para eliminar de allí todo militarismo sino también la revisión de todos los nombres
de calles, plazas y caminos que hicieran referencia a batallas o héroes militares.113 Ese
diciembre de 1932 en que Seregni anunció su resolución, un editorial de El Día señalaba
que los soldados vivían «en ambientes de verdadera corrupción» durante «la inútil y
torpe permanencia en los cuarteles», donde «se embrutecen» al punto «de dejarse llevar
por bárbaros impulsos».114
Para su hija Bethel conviene recordar que la carrera elegida era la única que
implicaba descargar inmediatamente de gastos el presupuesto familiar.115 «Mi abuelo lo
apoyó. El argumento era que el tío quería estudiar y ellos no podían sostener una carrera
universitaria. La Escuela Militar te paga por estudiar», ratificó por su parte la sobrina,
Marvis Bentancur.116

(112)  Ibídem, pp. 11-12.


(113)  Van Acken, Los militantes…, o. cit., pp. 95-96.
(114)  Caetano, Gerardo y Jacob, Raúl, El nacimiento del terrismo, tomo 3. El golpe de Estado, Montevideo,
EBO, 1991, p. 23.
(115)  Entrevista de los autores con Bethel Seregni, 21.9.2015.
(116)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni, 14.11.2015.

27
Capítulo 3
«Usted es un buen soldado»
«Es para mí un gran placer poder comunicar a sus superiores que el capitán Seregni es
un compañero perfecto tanto en el trabajo como en los ratos de ocio.»
Luis Alberto Erro, director del Observatorio Astrofísico Nacional,
Tonantzintla, México,26 de julio de 1945.

Mucho tiempo después Seregni seguía sintiéndose orgulloso de su desempeño en


el examen de ingreso a la Escuela Militar. «Éramos ciento nueve para disputar diez
vacantes», explicó.117 La generación del 33 se completaba con trece muchachos que, no
habiendo terminado secundaria, habían tenido que atravesar el curso de aspirantes.118
Estas normas de ingreso formaban parte de la reforma introducida por el general Alfredo
Campos, director de la Escuela, además de arquitecto de su sede (el edificio de Garibaldi
y Bulevar Artigas), pues el general también ejercía esa profesión.119
No eran los mejores días para la institución armada. «Se nos discute la legitimidad
del pan, se nos niega la honorable trascendencia cívica de la labor que realiza nuestro
hogar militar: el cuartel, palabra que ya empieza a ser impronunciable», se había quejado
el propio Campos en un banquete militar realizado tres años antes, al cumplirse un siglo
de la primera Constitución de la República.120
Egresado en 1898 como alférez de artillería, el director de la Escuela Militar había
hecho sus primeras armas enfrentando el alzamiento blanco de 1904, en un ejército que
llegaría a contar con 30.000 efectivos y que no tenía cómo saber que aquella iba a ser
su última guerra. Hacia 1933 la fuerza contaba apenas con 7500 hombres, muchos de
los cuales ni siquiera eran nacidos en 1910, cuando esta enfrentó su último desafío: una
montonera cuyas esperanzas en realidad estaban puestas en que una parte del Ejército se
le uniera y que se rendiría en menos de un mes.121
La doctrina militar en la que había sido formado era la francesa, que se adaptaba
muy bien a la situación de un país pequeño flanqueado por dos colosos: «un Ejército de
protección, que debía inducir a su oponente a delatar sus intenciones, realizando acciones
retardantes hasta encontrar las condiciones óptimas para un gran golpe ofensivo», se ha
explicado.122

(117)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 12.


(118) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 12.
(119)  Departamento de Estudios Históricos del Ejército Nacional (DEHEN), «Gral. Div. (Arq.) Alfredo R.
Campos», en Boletín Histórico del Ejército, n.º 298-300, Montevideo, 1998, pp. 11-14.
(120)  Real de Azúa, Carlos, «Ejército y política en el Uruguay», en Cuadernos de Marcha, Montevideo,
marzo de 1969, pp. 19-20.
(121)  Caetano, Gerardo, La República Batllista…, o. cit., pp. 41 ss.
(122)  Olivero, José María, «La influencia francesa en la educación militar en la primera mitad del siglo
XX», en Boletín Histórico del Ejército, n.º 327-330, Montevideo, 2006, p. 101.

29
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Por otra parte, cualquier repaso del pasado mostraba que en un conflicto regional
la clave era establecer la alianza correcta, pero incluso si esta resultaba victoriosa, el
escenario resultante iba a ser al menos tan peligroso como el anterior al conflicto. «Aun
suponiendo que en una guerra, con el concurso de Brasil y aun de Chile despedazáramos a
la Argentina, no habríamos ganado nada con ello, sino destruir el equilibrio internacional
que es la garantía de nuestra existencia y encontrarnos frente a frente y sin apoyo ante
otro gran poder, el Brasil», explicaba en una carta Batlle y Ordóñez a Domingo Arena,
fechada el 6 de diciembre de 1907.123
En realidad las fuerzas armadas uruguayas habían extraído su razón de ser a partir
de los combates con los alzamientos blancos. Desafiando los reglamentos, una de sus
leyendas vivas, el general Galarza entraba en combate de uniforme colorado. La paz civil
instaló un vacío. Según Carlos Real de Azúa, hacia 1930 «la sensación de nominalidad,
la experiencia de una burocratización sin horizontes» resultaba «opresiva».124
Pero también es cierto que desde 1904 la estructura del Ejército se volvió cada vez
más compleja, más moderna. Cuando terminó la guerra este se componía de 17 unidades.
Durante la segunda presidencia de Batlle pasaron a ser 45. Además se multiplicaron los
organismos especializados, como el Instituto Geográfico Militar, y entre los cuarteles y
el Estado Mayor se generó una estructura intermedia cada vez más densa en términos
institucionales.
Todo esto implicó que, mientras la tropa disminuía y se estancaba, la demanda de
oficiales creciera parsimoniosamente. La idea de desarrollar una carrera en una fuerza
que se modernizaba pudo resultar atractiva pero perdió credibilidad cuando, después de
1919, su presupuesto comenzó a impedirle actualizar su equipamiento.125
La fuerza, por otra parte, no parecía sentirse muy cómoda con el predicamento de los
avancismos. Como en 1927 había escrito al propio Batlle y Ordóñez el veterano general
Guillermo Ruprecht, mientras los oficiales subalternos eran «en su mayoría riveristas,
sosistas, vieristas y aun nacionalistas y solo en una mínima parte batllistas», entre los
jefes don Pepe contaba con «bastantes partidarios y amigos» pero su ascendiente distaba
de ser arrollador.126
Además, la nueva promoción batllista que, aliada al nacionalismo antiherrerista,
parecía estar logrando abrir un nuevo ciclo de reformas, asumía actitudes que ahondaban
ese divorcio. En 1930 el entonces diputado Luis Batlle Berres había dicho en el Parlamento
que podrían «haber militares [...] muy capacitados [...] pero la entidad Ejército [...] hay
que admitir [...] que no sirve para nada». «No hay fuerzas más antagónicas [...] que
nuestro pueblo y el ejército», había sentenciado por su parte el también diputado Julio
César Grauert.127

(123)  López Chirico, Selva, Las fuerzas armadas. De la milicia artiguista al Ejército de la Seguridad Nacio-
nal, Montevideo, Ediciones de «Las Bases», 1986, pp. 14-18.
(124)  Real de Azúa, «Ejército y política…», o. cit.
(125)  López Chirico, Las fuerzas armadas…, o. cit.
(126)  Vanger, Milton,José Batlle y Ordóñez. La elección de 1926…, o. cit, p. 79.
(127)  Caetano y Jacob, El nacimiento del terrismo…, o. cit., tomo 1, p. 181.

30
Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

Con todo y aunque los rumores de motín militar perturbaron ocasionalmente (en
junio de 1919, en febrero de 1927 y otra vez en 1928) el trámite de la joven democracia,
ninguna de estas amenazas había terminado de tomar forma. Naturalmente esto no
significaba que pudiera realizarse un golpe de Estado sin contar con la anuencia del
Ejército.
Por eso el 9 de febrero de 1933, cuando Seregni llevaba poco más de una semana
acostumbrándose a la rutina de la Escuela Militar, el presidente Gabriel Terra decretó
el arresto del general Julio César Martínez. El arrestado era de notoria filiación batllista
y mientras Terra ajustaba los planes del golpe que habría de consumar el 31 de marzo,
se había arriesgado a declarar para El Día que «nuestro Ejército, que ha sido y sigue
siendo ejemplo en América, por la corrección de sus procederes y su acendrado espíritu
democrático, continuará, hoy como ayer, dedicado silenciosamente al cumplimiento de
su deber».128
«El golpe de Estado cayó, en cierto modo, como una piedra en el charco», graficaría
Emilio Frugoni en su libro La revolución del machete: «Salpicó lodo sobre quienes la
arrojaron, pero no agitó mucho las ondas de la vida nacional ni levantó grandes olas
de indignación pública». El dirigente socialista mencionó un fracasado intento de que
las centrales sindicales acordaran una respuesta común. Eugenio Gómez, diputado
comunista entonces, reconoció que la convocatoria a un paro general para resistir al
golpe decretada por la CGTU, central que controlaba ese partido, fue rectificada por
mayoría del Secretariado el mismo 31 de marzo.129
Al mismo tiempo, el líder batllista Baltasar Brum, que estaba en su casa de Río
Branco casi Colonia, después de rechazar la partida policial enviada a detenerlo, se
acantonó. Una multitud expectante se congregó detrás del cerco policial hasta que cerca
de las cuatro de tarde, Brum salió a la calle, dirigió el revólver que empuñaba contra sí
mismo y gritando «¡Viva Batlle!» y «¡Vivan las libertades!», se mató.130
Alba Roballo, que entonces tenía 24 años y se desempeñaba como ayudante de
catédra del profesor de Filosofía del Derecho, Antonio Grompone, recordó que «donde
todos sintieron el balazo de Brum fue en la Universidad». En el Paraninfo hubo una
asamblea estudiantil donde se dijeron «discursos incendiarios». Julio César Grauert
y Rodney Arismendi fueron algunos de los que allí reclamaron que la Universidad
resistiera el golpe. Carlos Manini Ríos, hijo de Pedro, el conductor del riverismo, fue de
los que alegaron en contra. Encabezados por su decano, que era el propio Frugoni, los
estudiantes de Derecho resolvieron ocupar la facultad.131
Duró poco. Al día siguiente los estudiantes fueron desalojados y Frugoni marchó
preso al Regimiento 1 de Caballería. «Presidente y Junta de Gobierno en completo
control de la situación. Conmoción calmándose rápidamente», reportó al Departamento

(128)  Caetano y Jacob, Ibídem, tomo 3, pp. 50-51.


(129)  Ibídem, p. 91.
(130)  Ibídem, pp. 92-100.
(131)  Chifflet, Alba Roballo..., o. cit., p. 67.

31
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de Estado el ministro norteamericano en Montevideo, J. Butler Wright, el 1 de abril a las


10 de la mañana.132
La reacción de los militares constitucionalistas, que probablemente Brum había
estado esperando, no se concretó. La huelga universitaria se sostuvo 23 días más y los
profesores de Derecho adhirieron a ella por moción de Carlos Quijano. Hubo actos
aislados de resistencia. «Hay que prepararse, organizar fuerzas, provocar hábilmente el
disturbio, mantener en jaque a los esbirros de la dictadura», convocaba ¡Rebelión!, uno
de los impresos clandestinos con los que la oposición más beligerante buscaba eludir la
censura y que en ese mismo número daba cuenta de que, como resultado de una carga de
la policía contra la manifestación estudiantil de repudio a la dictadura, había sido muerto
el estudiante Francisco Causegui.133 Entre los jóvenes que distribuían prensa clandestina
había uno de catorce años que ese verano había llegado con su familia de Melo. Se
llamaba Wilson Ferreira Aldunate.134
Liber Seregni, de dieciséis cumplía entretanto su primer servicio como cadete en las
patrullas que recorrían la ciudad luego de la quiebra institucional.135 Los fines de semana,
en su casa, seguía con atención las conversaciones políticas de sus mayores. «El golpe lo
dieron blancos y colorados de derecha, razona el padre; las crisis económicas engendran
crisis sociales y estas desembocan en crisis políticas», sintetizó Blixen.136
Ese año Seregni obtuvo la peor calificación en conducta de sus días de cadete. El
jueves 19 de octubre su «Hoja de castigos» registró una sanción «por ponerse de acuerdo
con el resto del año para no ejecutar un trabajo ordenado por el profesor». La dispuso
el subdirector de la escuela, que no era otro que el entonces teniente coronel Juan Pedro
Ribas.137
El lunes siguiente, cuando Julio César Grauert regresaba de un mitin opositor
realizado en la ciudad de Minas. su auto fue acribillado por la policía. Mal atendido
por sus heridas desde un comienzo, la agonía del joven líder batllista de la Agrupación
Avanzar se prolongó hasta el miércoles. Al otro día su entierro fue multitudinario. «Hablé
también allí», narró Alba Roballo, que ya militaba en Avanzar. «Fue un entierro diferente
al de Brum. El de Brum fue con lágrimas [...]. El de Grauert fue una batalla campal.
Se gritaba, hubo disparos (un piquete policial hizo fuego desde el Palacio Santos) y
gases».138
Arismendi, que entonces tenía veinte años, recordó que el féretro de Grauert fue
llevado por 18 de Julio y «a una altura determinada la gente quiso ponerlo al pie de la
estatua de la Libertad; entonces cargaron las tropas, dispararon los gases y se produjo
pánico en la gente. Algunos resistían, y en medio de aquel caos, el féretro quedó al pie de
la estatua de la Libertad, y con Alba nos encontramos frente a frente a ambos lados de ese

(132)  Caetano y Jacob, El nacimiento del terrismo…, o. cit., tomo 3, p. 101.


(133)  ¡Rebelión!, Montevideo, 8.4.1933, pp. 1-2.
(134)  Carlos Luppi, Wilson. Una comunidad espiritual, Montevideo, Sudamericana, 2008, p. 40.
(135) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 12.
(136)  Ibídem, p. 11.
(137)  DEHEN, Legajo personal del general (r.) Liber Seregni, o. cit., f. 20.
(138)  Chifflet, Alba Roballo..., o. cit., p. 79.

32
Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

féretro».139 «Yo entonces era cadete de la Escuela Militar, y recuerdo que salí el domingo
y llorábamos todos», confesó Seregni a los 85 años.140
No solo Brum había alentado la esperanza de una reacción antidictatorial de los
militares. Arismendi prácticamente había dejado de estudiar desde su ingreso al Partido
Comunista y por influencia de su padre, Tibaldo, dirigente colorado conservador de
Cerro Largo, trabajaba desde 1932 en el ministerio de Defensa. A Eugenio Gómez esto
le pareció oportuno para intentar obtener alguna influencia entre los uniformados. «Lo
que se llamó [...] la conspiración de estudiantes y militares», le contó Arismendi a Barros
Leméz, fue descubierta a fines del 33 o principios del 34. Terminó con la prisión de varios
militares y la expulsión de otros, en particular del regimiento de artillería del Cerrito de
la Victoria. Arismendi recordó que entre sus contactos estuvieron Oneto Puentes, Alberto
Fajardo y Leoncio Raíz. 141 Seregni mencionó que al capitán Atanasildo José Gregorio
Suárez, al teniente Leoncio Raíz y al alférez Hugo Frigerio, opositores al golpe, les
quedaría el mote de isleños por haber cumplido su castigo en la Isla de Flores.142
En 1934 la Escuela Militar cambió de director. Campos pasó a dirigir la Escuela
Militar de Aplicación (que formaba oficiales) y la de Garibaldi y Bulevar Artigas quedó
en manos del general Manuel Dubra.143 Parece haber sido un año tranquilo para Seregni.
Su nota en «conducta» mejoró dos puntos y, como mantuvo la calificación que traía en
«aplicación», obtuvo el promedio más alto de sus años de cadete, que no era precisamente
brillante: 7,75. Sus bajas notas en equitación, esgrima y gimnasia opacaban su destacado
desempeño en otras materias.144
«La revolución del 35 [...] me quitó parte de mis vacaciones de cadete», bromeó
Seregni una vez.145 Ese enero el viejo caudillo nacionalista Basilio Muñoz, desterrado
por la dictadura, invadió el país por la frontera riverense convocando a un levantamiento
contra el régimen. El Estado Mayor del Ejército estaba al tanto de la conspiración y
temía que involucrara fuerzas que nunca antes habían convergido. De las conversaciones
preparatorias habían participado los que ya comenzaban a llamarse nacionalistas
independientes, los demócrata sociales de Quijano, los blancos radicales de Carnelli,
los batllistas netos y los de la agrupación Avanzar. Podía esperarse que comunistas,
socialistas y anarquistas también tuvieran que ver con el asunto.
Por eso la instrucción base que el inspector general del Ejército, coronel José María
Gomeza, remitió a los comandos en noviembre de 1934 ordenaba estar alertas no solo
frente a la eventualidad de una invasión sino a la de «movimientos de carácter social a
producirse en las principales ciudades de la República y especialmente en esta Capital».

(139)  Rodney Arismendi, «75 años son muchos años», El Popular, Montevideo, 8.4.1988.
(140) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 21.
(141)  Barros Lémez, Arismendi…, o. cit., p. 74.
(142) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 12.
(143)  El general Manuel Dubra era riverista, había sido ministro de Guerra y Marina durante la presidencia
de Juan Campisteguy y era reconocido por su ferviente antibatllismo. En más de una ocasión, en particular durante
la segunda presidencia de Batlle y Ordóñez en 1914, se lo vinculó con el liderazgo de intentos golpistas.
(144)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 22.
(145) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 294.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

«Estos movimientos –explicaba Gomeza– serán explotados seguramente por los


“insurrectos” en su beneficio y tratando de orientarlos hacia sus fines políticos (actividad
neto-posibilista-comunista). Es este, el más grave de los casos que pudiera producirse
ya que habrá que extremar medidas, para no obedecer al impulso natural de tratar de
atenderlo todo [...]. De esa manera, el Ejército podría verse debilitado de concurrir con
medios suficientes, al punto necesario en el momento oportuno».146
El Plan n.º 2 determinaba las responsabilidades de cada quien en la emergencia. A
los cadetes les tocó custodiar la empresa de Aguas Corrientes.147 La crisis, sin embargo,
se resolvió rápido. El 28 de enero en Paso Morlán (Colonia) hubo un breve combate que
terminó con la dispersión de la columna revolucionaria que actuaba en el sur. La del
norte, comandada por el propio Muñoz, era más poderosa pues había recibido el refuerzo
de 500 hombres de la división de Cerro Largo al mando del coronel batllista Exequiel
Silveira. Sin embargo, también se disolvió después de ser bombardeada por la aviación,
el 4 de febrero, en la Picada de los Ladrones, sobre el Río Negro.
La temida insurrección urbana nunca sucedió. La unidad opositora resultó más
difícil de tejer de lo que Gomeza cavilaba. El año anterior la iniciativa de Frugoni de
realizar un mitin conjunto contra la dictadura había naufragado cuando los trabajadores
gráficos se declararon en huelga y los dueños de algunos diarios opositores (El Día y
El Ideal, batllistas; El País y El Plata, nacionalistas independientes) se asociaron a los
terristas para terminar derrotándolos con la activa colaboración del régimen.
La participación electoral en el esquema institucional que la dictadura se dio desde
1934 también dividía el campo opositor. Socialistas y comunistas concurrieron a los
comicios convocados en 1933 y 1934 (y volverían a hacerlo en los de 1938) con el
propósito, decía Frugoni, de «constituirnos en el Parlamento en acusadores de los que
cometieron la tropelía del 31 de marzo». En cambio, para Carlos Quijano la abstención
era el «corolario forzoso» de «la oposición irreductible a la dictadura» y batllistas y
nacionalistas independientes entendían lo mismo. Refiriéndose a la actitud de los
partidos marxistas, Fernando López D’Alessandro ha escrito que «el historiador percibe
que […] las esperanzas de obtener réditos políticos, capitalizando la abstención de los
opositores dentro de los partidos tradicionales […] jugaron algún papel en la elaboración
de la estrategia».
Ante la invasión de Muñoz, los socialistas declararon que su partido no tenía «la
más mínima intervención en este suceso», reafirmando a la vez «su posición de aliado
moral de los revolucionarios». Eugenio Gómez, desterrado en Buenos Aires, atribuyó a
la preeminencia de trostkistas-oportunistas en la dirección de su partido la neutralidad
mantenida durante la insurrección.148

(146)  La «Instrucción Base reservada a los Comandos. Montevideo, XI-934 H» forma parte del anexo
documental que acompaña al artículo de Alicia B. Otero, «La revolución de 1935. El fin de una época», en Boletín
Histórico del Ejército n.º 327-330, Montevideo, 2006, p. 205.
(147)  Ibídem, p. 215.
(148)  López D’ Alessandro, Historia de la izquierda uruguaya, tomo 4, o. cit., pp. 188 y 191.

34
Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

Ese enero Seregni fue ascendido a cabo honorario y durante el año sería inscripto
en tres ocasiones en el Cuadro de Mérito.149 El general Mendivil, que ahora ocupaba la
dirección de la Escuela Militar, lo definía como un «carácter en formación».150
El subdirector Ribas consignó que el muchacho había sido «inicialmente muy mal
jinete»151 y un episodio algo dramático confirmaba el aserto. En una fiesta de fin de curso,
Clavo, el tordillo que montaba, al saltar a través de un circulo de llamas, lo hizo con
fuerza excesiva resultando de esto que el quepis del jinete golpeó el aro y lo desprendió.
Para evitar que el animal se quemase, Seregni estiró los brazos sosteniendo el aro y,
mientras lograba frenar ardieron las mangas del uniforme. (Más adelante se sabría quién
era la joven de capelina blanca, recién llegada de Florida, que había seguido tan admirada
como angustiada todo el episodio desde la tribuna.)152
El cadete tampoco parecía nacido para mandar. El capitán Juan Vernengo, a cuyo
cargo estaban los cursos de artillería por los que Seregni había optado, informaba que
si bien «manda[ba] con cierta claridad», aún le faltaba «entonación» y «rapidez para
corregir el error o estimular el acierto».153 «Fue exigente con sus subalternos aunque esa
exigencia no fue suficientemente firme», opinó a su turno el mayor José Cortese, jefe del
cuerpo de cadetes.154
Ninguna de estas objeciones resultó decisiva. «Como posee inteligencia, muy
buenas cualidades morales, y sus fallas son imputables a su inexperiencia, bien dirigido
y estimulada en particular su energía, puede superar la condición de buen oficial», había
sentenciado el propio Ribas.155
Seregni saldría de la escuela con el grado de alférez y algunos vínculos: el isleño
Frigerio y el tape Juan José López Silveira –único oficial de su región que se había
negado a firmar la declaración de repudio al atentado realizado contra Terra en junio de
1935–156 eran mayores que él. Otros como Alfonso González Hounie y Ángel Bertolotti
157
eran de su misma promoción. Pero sus amigos serían sobre todo el futuro aviador
Mariano Navajas («íntimo amigo») y el gallego Héctor Pérez Rompani, artillero como
Seregni, «el hermano que no tuve».158
El 19 de febrero de 1936 Seregni se presentó en su primer destino, que fue el
Regimiento de Artillería Montada n.º 2, con cuartel en Trinidad.159 Con él iba el gallego.
Los dos muchachos por entonces leían diarios opositores al terrismo gobernante: Seregni
El Día y Pérez Rompani El País. «Ostensiblemente nos sentábamos debajo de la ventana
del despacho del señor comandante, desplegando las páginas que venían censuradas, con

(149)  DEHEN, Legajo…, o. cit., p. 21.


(150)  Ibídem, p. 27.
(151)  Ibídem, p. 26.
(152) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 11.
(153)  DEHEN, Legajo…, o. cit., p. 24.
(154)  Ibídem, p. 25.
(155)  Ibídem, p. 26.
(156)  «Juan José López Silveira», Marcha, Montevideo, 19.11.1965.
(157)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 24.
(158) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 11.
(159)  DEHEN, Legajo, o. cit., p. 29.

35
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

grandes espacios en blanco», contó Seregni a Blixen. «Éramos bien considerados y eso
marca una diferencia entre una época y otra», apreció.160
El jefe de la unidad era el teniente coronel Carlos Quiñones (el tuerto Quiñones,
decía Seregni)161 y la primera salida que le ordenó fue a Montevideo con el destacamento
del capitán Antonio de Rago. El motivo era la huelga de los trabajadores tranviarios.162
Los sindicatos estaban reorganizándose. La dictadura no los había puesto fuera de la ley
pero una de las razones de la derrota del largo conflicto gráfico de 1934 había sido la
intervención oficial. La conflictividad ascendía: en 1934 se decretaron cuatro huelgas,
cinco al año siguiente y habría 17 en el 36. El año comenzó con una huelga muy bien
preparada por el sindicato de la construcción (y que además transcurrió paralelamente
a otra del mismo gremio que sacudía Buenos Aires) y a partir de febrero se superpuso
la de los tranviarios que venían de perder un conflicto por el cumplimiento de la ley de
ocho horas.163
Dos años menor que Seregni, Héctor Rodríguez había entrado ese año de tejedor
en una textil y recordaba que la huelga de los tranviarios había sido «unánime» y fue
«rodeada de una inmensa solidaridad popular». «El ejército salió a la calle para disolver a
la gente [...]. Pero la organización quedó. Fue tan importante y tan unánime el movimiento
de los tranviarios, que el gobierno no se animó a reprimir», afirmó Rodríguez.164
En abril triunfaron los tranviarios y en mayo los obreros de la construcción. En junio
el ministro de Industrias y Trabajo remitió dos proyectos de ley al Parlamento (sobre
«organización de sindicatos gremiales» y «juzgados de trabajo») que, aunque incluían
cláusulas autoritarias, al menos postulaban mecanismos de negociación colectiva.165
Ese 17 de julio una conspiración militar intentó derrocar al gobierno español
que desde febrero estaba en manos de un frente popular integrado por republicanos,
nacionalistas catalanes y vascos, socialistas, comunistas y anarquistas. El episodio signó
el inicio de una guerra civil que se prolongaría hasta 1939. El Tape –narró Seregni– «se
tomó unas copas unas noche, habló con no se quien y se fue a Brasil. Y en Brasil se alistó
en las Brigadas Internacionales y se fue a España a combatir».166
Sin embargo, según ha explicado más recientemente el periodista Jorge Barreiro,
el que viajó después de Brasil a España, fue Román, hermano del Tape, funcionario
de la Biblioteca Nacional. Juan José en realidad habría cruzado a Buenos Aires, donde
encontró a su amigo el capitán Atanasildo Suárez. Este, uno de los isleños, tenía
preparado su propio viaje a España pero también la voluntad de desistir de este por

(160) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 12.


(161)  Ibídem, p. 13.
(162)  DEHEN, Legajo, o. cit., p. 31.
(163)  Porrini, Rodolfo, La nueva clase trabajadora uruguaya, Montevideo, UDELAR, 2005, pp. 132, 134
y 136.
(164)  Ibídem, p. 192-193.
(165)  Ibídem, pp. 137-138.
(166) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 33-34.

36
Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

razones sentimentales. El Tape usó ese pasaje y se alistó en el ejército regular de la


República.167
Los viajes de Seregni eran por entonces más cortos. En noviembre volvió a la capital
conduciendo una tropilla de 96 caballos.168 En diciembre llevaría 166.169 Su relación con
los equinos mejoraba. En junio había participado de una carrera en el hipódromo de
Flores. Su superior directo en la instancia, el mayor Fructuoso Barbadora, asentó en
sus evaluaciones que en esa oportunidad el muchacho había «puesto en evidencia sus
condiciones de jinete». También estaba superando su otra debilidad. «Dejó sentada su
competencia en el mando», escribió el propio Quiñones tras inspeccionar la sección
a su cargo, en la que había constatado «el excelente estado disciplinario, apostura,
marcialidad, corrección y orden de su tropa».170
La vida del alférez incluía por cierto distracciones. A veces cabalgaba con Pérez
Rompani hasta una chacra cercana al paso Calatayud del arroyo Porongos. Ahí había
una cancha de frontón en la que se entretenían.171 En esa casa vivía con sus padres y
hermanos la novia de Luis Alberto Viñas, un camarada de armas. Alba Sendic se
llamaba la muchacha que tenía veinte años e iba a los bailes con ellos. Su padre había
estado preso por negarse a integrar una mesa electoral de la dictadura. Era nacionalista
independiente, como el Gallego.172 Alba tenía un hermano de once años, Raúl, «y cuando
tú tienes diecinueve años, y el otro tiene diez, once años, ni bolilla que le das», confesaría
Seregni en Mano a mano.173
Ese verano, del 29 al 31 de enero, le tocó arresto. En la contienda española el
Gallego y Seregni se habían definido desde el comienzo en favor de la República y,
vestidos de civil, se habían ido a un acto por la República que tuvo lugar en el Centro
Democrático de Trinidad. «Por supuesto que nos fueron a buscar y nos pusieron tres días
de arresto», contó Seregni a Butazzoni.174 Según su legajo personal, la sanción fue «por
no saludar a un superior en un Centro Social».175
El arresto no parece haber cambiado el concepto que Quiñones tenía del alférez.
Su Informe de Calificación se cierra con la afirmación de que este había demostrado
«actividad en el desempeño de sus funciones, voluntad para el trabajo, resistencia, salud,
sentimiento del deber, resolución, energía, tenacidad, lealtad, respeto de sí mismo;
escrupulosidad y celo en el desempeño de su deber, puntualidad, amor al servicio,
precisión en el mando, iniciativa, rapidez de concepto, tacto, previsión, espíritu crítico,
facultad de análisis y memoria».176

(167)  Barreiro, Jorge, «Uruguayos en la Guerra Civil Española», 25.11.2010, ‹http://jorgebarreiro.wor-


dpress.com/2010/11/25/uruguayos-en-la-guerra-civil-espanola›.
(168)  DEHEN, Legajo…, o. cit., p. 29.
(169)  Ibídem, p. 34.
(170)  Ibídem, f. 31.
(171) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 27.
(172)  Blixen, Samuel, Sendic, Montevideo, Trilce, 2000, pp. 11-24.
(173) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 27.
(174)  Ibídem, p. 28.
(175)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 33.
(176)  Ibídem, f. 36.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El 14 de febrero Quiñones lo comisionó a Durazno para representar a la unidad


en la inauguración de una escuela de ganadería.177 Seregni recordó que, de paso, debía
saludar al jefe de la Región Militar, el propio general Pablo Galarza, que ya tenía 85
años. «Nervioso, inseguro, Seregni se cuadra, trasmite el saludo. Galarza permanece
mudo, apenas un movimiento de cabeza», narra Blixen. «Me fui», relató Seregni. «No
sabía si tenía más miedo del general, o de su esposa alemana, Schultze, a quien decían
la Generala, una mujer de gran carácter [...]; muchos años después encontré libros de
estrategia con anotaciones en los bordes, de mano del propio general. Pero aquel contacto
con la historia fue muy fugaz y decepcionante».178
Otro encuentro le resultaría más promisorio. La joven de capelina blanca que
había presenciado aquel flamígero episodio ecuestre de sus días de cadete, estaba en
Durazno en ese preciso momento y fueron presentados. La muchacha, Lily Lerena, era
un año mayor que él y trabajaba como costurera. Desde aquel encuentro empezaron a
escribirse.179
En poco tiempo les resultaría más sencillo verse. El 19 de marzo de 1937 Seregni
fue destinado al Regimiento de Artillería Montada n.º 1, en el Cerrito de la Victoria. Lo
dirigía el teniente coronel Pablo Moratorio,180 un hombre al que Terra le había confiado,
a dos días del golpe, la intervención de ANCAP.181
A un mes de la llegada del alférez, su capitán Julio Jourdan comenzó a registrar en su
libreta observaciones halagüeñas. «He comprobado que el alférez Seregni es muy querido
por la tropa», anotó el 28 de abril. A raíz de una nueva huelga tranviaria había venido al
Cerrito un destacamento de tropa del regimiento de Flores donde Seregni había servido y
así su nuevo capitán pudo comprobar «que este personal siente un bien entendido aprecio
hacia quien por un año fue su superior, pues al verlo cruzar la Plaza de Armas, todos se
adelantaron para respetuosamente saludarlo con evidente satisfacción».182
Los caballos continuaban jugando su papel. El 8 de junio se le impuso un arresto de
dos días por «no dedicar la debida atención en la doma de potros, siendo encargado de
ella».183 Pero cuarenta días más tarde Jourdan noticiaba que Seregni había «dado prontos
para el servicio a la última tanda de potros». Los animales habían sido entregados «bien
de gordura, como así también de taras y lastimaduras».184 Ya tenía caballo propio y
Moratorio observaba que «monta continuamente [...] y en el cuidado y conservación de
su equino demuestra gran espíritu de jinete».185
Las fotografías revelan que por entonces empezó a llevar bigote. «Teniendo
concedidos 20 días de licencia, solo disfrutó de 14 y se presentó a colaborar en los

(177)  Ibídem, f. 34.


(178) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 13.
(179)  Rodríguez, Blanca, Confidencias, Montevideo, Cal y Canto, 1998.
(180)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 39.
(181)  Caetano y Jacob, El nacimiento del terrismo… , tomo 3, o. cit., p. 84.
(182)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 40.
(183)  Ibídem, f. 38.
(184)  Ibídem, f. 40.
(185)  Ibídem, f. 41.

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Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

preparativos del desfile del 25 de agosto», anotó Jourdan.186 «Concurre diariamente con
su batería al campo de instrucción, así como a las marchas de entrenamiento y vivacs»,
documentó por su parte Moratorio. En octubre participó de la formación ordenada
en homenaje al fallecido general Galarza. En su evaluación de fin de año Moratorio
caracterizó a Seregni como «muy bueno», «apto para desempeñar el empleo superior»,
«de sana moral», «leal, caballeresco y buen camarada», además de «buen jinete».187
Para entonces la vida de la familia Seregni Mosquera había sufrido una
transformación indeseada. José, el padre de Liber, había sido entusiasmado con la idea
de hipotecar la casa de Pedro Viera para construir en ella varios apartamentos de alquiler
pero el negocio fue un fracaso y, otra vez, tuvieron que alquilar. El nuevo hogar paterno
pasó a estar entonces en Rafael Pastoriza casi Rivera. Entretanto Selene, la hermana de
Liber, se había casado con Ruben Betancor y vivían con José y Ema. Ese año tendrían
su primer hijo, Edwin.188
Volver a Montevideo, además de acercarlo a su familia y a su novia, lo enfrentó a
una materia pendiente. En los reportajes que concedió después de la última dictadura,
insistió acerca de la fuerza que hacia los años cuarenta tenía la idea de que el militar de
profesión debía contar también con una carrera terciaria. El ejemplo que repetía para
encarnar la idea era el de otro artillero, el arquitecto y general Alfredo Campos.189
«Inmediatamente que vengo acá, al regimiento del Cerrito, me inscribí en el
liceo nocturno», contó Seregni a Barros Lémez. Eran «clases numerosas [...], gente
que trabajaba y que iba por las suyas a estudiar. No tuve ningún problema, ninguno;
compañerismo y discusiones», comentó.190
El Gallego, por su parte, fue transferido al Cerrito en 1938 y los amigos saldrán a
buscar respuestas juntos:
«Mi primer contacto con Quijano, fue allá por el año 38. No me acuerdo bien quien fue que me
dijo: “hay un doctor Quijano que da unas clases de historia, unas conferencias de historia, para un
grupito chico, interesantes”, “¿y dónde es?”, “en la calle Rincón?”; “y fui, me presenté”. Fuimos
juntos con Héctor Pérez Rompani. “Yo soy un oficial... me gustaría...”, “¡cómo no!”. Me acuerdo
que fue un ciclo de charlas sobre la historia contemporánea de nuestro país, que dio Quijano.
Para un grupito –éramos pocos, quince o veinte–, allá en un primer piso de la calle Rincón».191
Otro cenáculo, este sobre filosofía, los vinculó con estudiantes de Medicina. Tenía
lugar en el laboratorio Castro Gherardi y Seregni recordó que lo integraban Jorge
Gherardi, «un auténtico anarco de pensamiento», Enrique Castro y Ricardo Yanicelli.
Este último «siempre llevaba un retrato de Batlle en la cartera» y casi tres décadas
después sería –como Antonio Francese– ministro del presidente Óscar Gestido.192

(186)  Ibídem, f. 40.


(187)  Ibídem, f. 41.
(188)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni, 14.11.2015.
(189)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 24; Blixen, Seregni…, o. cit., p. 14.
(190)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 24
(191)  Ibídem, p. 69
(192) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 14.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Por la noche los amigos solían parar en el Tupí Nuevo, en 18 de Julio entre Julio
Herrera y Río Branco. La noche les costaba 10 centésimos (8 del café y 2 de propina) y
a veces estaba la orquesta de Emilio Pellejero.193 «Hablábamos de política y de mujeres
–confió a Blixen–, y a veces nos íbamos para el cabaret a pasar un rato».194
Al año siguiente el cuartel de la calle Burgues sería motivo de la conversación
ciudadana por algunos días. «Yo vi con verdadero asombro la incitación alemana: había
equipos de la embajada alemana que pasaban cine. Y fueron al Regimiento de Artillería
Montada n.º 1 [...] y en el casino de la tropa proyectaron sus películas de propaganda…
Mirá que te estoy hablando de febrero, acaso los primeros días de marzo del 38. ¡Era
propaganda nazi!», narró Seregni a Butazzoni.195
Por su parte, en el libro Seregni. La mañana siguiente constan las afirmaciones de
Seregni de que, al aproximarse las elecciones nacionales de marzo de 1938, Moratorio
habituaba reunirse a puertas cerradas con dirigentes blancoacevedistas.196 En aquella
oportunidad se descontaba el triunfo del Partido Colorado. Dentro del coloradismo
concurrencista (tanto el llamado batllismo neto como el nacionalismo independiente
mantenían la abstención como respuesta política ante el régimen), la contienda real se
daba entre el general Alfredo Baldomir, cuñado de Terra y jefe de Policía de Montevideo
durante el golpe, pero que parecía dispuesto a iniciar una apertura democrática, y el
doctor Eduardo Blanco Acevedo, consuegro del dictador, representante de una línea
política signada por una más estricta continuidad del régimen de Marzo.
El 27 de marzo, Baldomir obtuvo la mayoría pero algunos militares blancoacevedistas
habían planeado amotinarse. La conjetura más aceptada es que pretendían robar las
urnas y alterar el resultado en favor de su candidato. Mientras se realizaba la operación,
Terra debía permanecer bajo secuestro, lo que –en caso que discordara con la maniobra–
impediría que la obstruyera. Si en realidad era el inspirador, la farsa le permitiría
presentarse como inocente.
El 29 Baldomir supo de la conjura. Terra se enteró que Baldomir lo sabía y envió
al ministro del Interior, Raúl Jude, a advertirle el peligro, cosa que decidió al candidato
electo a trasladarse con su familia y su personal de confianza al cuartel de Bomberos,
sede de la jefatura de Policía.
El motín estaba fijado para las cuatro de la mañana del 30. A las tres, el ministro
llegó al cuartel del Cerrito. «Estaba iluminado, reforzadas las guardias, suscitando en
mi la impresión de que sus moradores estaban sobre las armas», revelaría Jude después
ante el Senado. Moratorio le habría explicado que, enterado también del rumor, se había
preparado para resistir a los insurrectos que estarían encabezados por el jefe de Policía
de Montevideo, el coronel Marcelino Elgue.197 Con esas nuevas Jude se presentó poco

(193)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 24.


(194) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 15.
(195) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 22.
(196) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 15.
(197)  «¿Hubo motín?», Marcha, 4.8.1939.

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Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

después ante el presidente. Elgue, ignorante al parecer de que el complot había sido
revelado, se dirigió al cuartel de Bomberos donde Baldomir lo hizo apresar.
Parte sustancial de los efectivos que comandaba Moratorio, ochenta hombres,
estaban, esa semana, a cargo de la guardia externa del penal de Punta Carretas, pero el
general José María Gomeza, que seguía en la Inspección General del Ejército, dispuso
que fueran relevados a efectos de que se reuniesen con Moratorio que en ese momento
marchaba con un centenar de hombres de su regimiento, armados a guerra, hacia la casa
de Terra.198
Seregni dijo a Blixen que allí lo esperaba, para detenerlo, el batallón 4.º de Infantería,
comandado por el coronel Raúl Michelini y que Moratorio se rindió. También le contó
que, por su intervención personal, el relevo en la penintenciaría nunca tuvo lugar. Él
habría sido quien estaba a cargo de esa tropa y Ángel Bertolotti, el oficial que llegó
con tres ómnibus y la orden de salir en ellos a encontrarse con el resto del regimiento.
Bertolotti, comentó Seregni, era un hombre de «firmes ideas batllistas pero muy apegado
al comandante de la unidad».
«El regimiento sale a casa de Terra, para custodiarlo», habría explicado. «Mirá
hermano –le habría retrucado Seregni–, esto es una locura, es un golpe».199
El conflicto se resolvería llamando al jefe del día, el capitán Álvaro Gestido,200
lateral izquierdo de la selección uruguaya de fútbol de 1930 y hermano del futuro
presidente. «Nadie se mueva», habría ordenado este y Bertolotti hubo de volverse con
los ómnibus vacíos.201
Al otro día se sabría que Terra había «aceptado las renuncias» de Elgue y Gomeza.
Moratorio, aunque pasó 36 horas incomunicado, volvió a su cargo. Tres meses después
fue relevado. Su última anotación sobre Seregni –realizada el 30 de junio– dice que
«durante el período que ha estado a mis órdenes, este oficial demostró ser correcto en
todos sus actos, contraído a sus obligaciones, lealtad y sincero espíritu de camaradería».202
El resto de sus superiores coincidía, por razones dispares, en alabarlo. «Puede llegar
a ser un brillante oficial»; «de muy buen corazón, excelente hijo, pues me consta que
aporta su ayuda a la casa de sus padres», había escrito sobre él el capitán Gestido.203
«Ha regularizado el sistema administrativo del casino [...] y establecido de su propia
iniciativa un estado diario de entradas y salidas que permiten en cualquier momento
un balance rápido», sumó Enrique Magnani, también capitán.204 El entonces mayor
Antonio Francese –el mismo que iba a ser derrocado por el febrerismo de 1973– refería
que en el concurso de esgrima realizado en la unidad, Seregni había obtenido «el título

(198)  «Los sucesos de la noche del 29 de marzo», El Día, 16.8.1939.


(199) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 15.
(200)  «Habla el coronel Moratorio», El Día, 13.8.1939.
(201) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 15. En ese anticipo de esta investigación (Seregni. La unidad de las
izquierdas, Montevideo, EBO, 2012, serie «Los caudillos», 11), una idea errónea sobre el momento en que se
produjo el motín condujo a una interpretación distinta de los hechos que se narran.
(202)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 48.
(203)  Ibídem, f. 46.
(204)  Ibídem, f. 49.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de campeón de sable, poniendo en evidencia su capacidad deportiva que aumenta».205


«Evidencia mucha voluntad, es enérgico y con dominio de sí mismo, correcto con sus
superiores y afable y paciente con sus subordinados», anotó el teniente coronel Nicasio
Laporta, nuevo jefe del regimiento.206
Sin embargo, de agosto a octubre de 1938 Seregni permaneció arrestado cinco
días. El 3 de enero de 1939 solicitó una licencia por veinte días «a pesar de ser
207

necesarios sus servicios de instructor». Una «contradicción en un oficial siempre correcto


[...] pero que es necesario hacer corregir», anotaba Francese.208 Laporta, por su parte,
observó que Seregni había obrado en el caso «con una ligereza que lo perjudica».209 «A
su regreso presentó su equino a las pruebas de picadero y salto en malas condiciones de
entrenamiento y educación», agregó Magnani.210
Esto no obstó para que el 1.º de febrero de 1939 Seregni fuera ascendido a teniente
segundo. Pero a los pocos meses volvieron los problemas. Solo de setiembre a noviembre
acumuló siete días de arrestos y sumó valoraciones contradictorias.211 A su favor Laporta
había documentado, entre otras cosas, su intervención «en un incidente provocado por
un propietario que alquilaba una pieza a un soldado de la 3.ª batería». «Se interesó por
el soldado sin perjuicio de la verdad y con amplio espíritu de ecuanimidad», valoró el
superior. Y dejó constancia también Laporta de que el informe realizado por el teniente
segundo acerca del estado de la munición lo había hecho «acreedor a una mención
especial por lo criterioso de su trabajo». Sin embargo, el 12 de octubre, el jefe del
regimiento literalmente subrayó que Seregni «no se adhiere al banquete de camaradería
militar sin justificar su actitud de forma convincente lo que, dada esa circunstancia, a
pesar de habérsele hecho ver su error, inclina a suponer al suscrito que la falta de edad
y experiencia ha sido la única causal de su actitud, en desacuerdo absoluto con [aquella
que] su deber de buen camarada le imponía».212
En diciembre, por ausencia del titular, que era Bertolotti, le tocó la administración
de la Mesa de Oficiales y la tarea lo proveyó de la oportunidad de enmendarse: «En
el almuerzo de despedida del señor Tte. Cnel. Nicasio Laporta Ximénez, se preocupó
personal y especialmente del arreglo del local y mesa, lo mismo que de la confección del
menú, obteniendo la aprobación unánime de la corporación», registró el capitán Adolfo
Sáez.213
El nuevo jefe del regimiento sería José Cortese, que ya había sido superior de
Seregni en la Escuela Militar (le había criticado su blandura en el mando). La conducta
del joven teniente continuaba siendo complicada. El 1.º de abril de 1940 y habiendo sido

(205)  Ibídem, f. 50.


(206)  Ibídem, f. 51.
(207)  Ibídem, f. 44.
(208)  Ibídem, f. 57.
(209)  Ibídem, f. 58.
(210)  Ibídem, f. 56.
(211)  Ibídem, f. 61.
(212)  Ibídem, f. 67.
(213)  Ibídem, f. 76.

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Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

arrestado dos veces en lo que iba del año, aquel joven teniente que siempre había tenido
en su presencia un punto a favor fue observado por «permanecer con un cigarro en la
mano y estas en los bolsillos».214
Dos semanas después de la última amonestación, Seregni tomó la determinación
de renunciar a sus sueños de ingeniero. Seguiría yendo al IAVA pero de oyente.215
Paradójicamente fue entonces que, «por los antecedentes de estudio que tenía»,216
el Ejército le ofreció una oportunidad singular: el 15 de abril de 1940 fue destinado
a prestar servicios al Instituto Geográfico Militar.217 Fue un sacudón profesional y
también personal. Había pasado sus últimos siete años, los del final de su adolescencia
y el comienzo de su juventud, haciendo una vida de cuartel a la que tardaría mucho en
retornar.
El Instituto Geográfico Militar era un organismo nacido durante la segunda
presidencia de Batlle y Ordóñez. Levantar la Carta topográfica de la República era su
objeto, determinar la dimensión espacial del país, algo cardinal para defender el territorio
pero también para planificar obras públicas o calcular impuestos sobre la propiedad
inmueble. El método más avanzado para cumplir la tarea era entonces ir cubriendo el
territorio mediante redes trigonométricas. Utilizando instrumentos astronómicos se
determinaban las coordenadas (longitud y latitud) de algunos puntos del territorio que
servían de apoyo para realizar la triangulación. Esta implicaba el uso del teodolito y
consistía en dividir el territorio en grandes cuadriláteros (de 100 a 200 kilómetros de
lado) cuyos límites seguían la dirección de los meridianos y los paralelos. Los vértices se
indicaban con señales que podían ser desde postes de tres metros hasta torres cuadradas
de madera que medían seis.
Esos grandes cuadriláteros se dividían luego en otros más pequeños, de segundo
orden, lo que permitía encuadrar la parcela del territorio cuyo croquis se levantaría
utilizando el taquímetro para establecer las alturas e hilos invar para medir las distancias.
Estos hilos tenían 24 metros de largo y su construcción aseguraba que sufrirían una
dilatación ínfima, a pesar de lo cual eran periódicamente ajustados siguiendo un protocolo
validado internacionalmente. Las hipomóviles brigadas del Geográfico pasaban meses en
campaña dibujando el territorio palmo a palmo.
El año en que el Instituto fue creado, el entonces capitán Julio Roletti, que integraba
su elenco inicial, anunció que «no sería aventurado afirmar que antes de tres lustros la
triangulación geodésica de nuestro territorio habrá tocado su término» por lo que sería
«el nuestro el primer país de América que haya alcanzado aquella meta».218 Siendo uno de
los Estados más pequeños y más fácilmente transitables, la promesa podía considerarse
plausible,219 pero lo cierto es que seguía pendiente más de cinco lustros después, cuando

(214)  Ibídem, f. 71.


(215) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 19.
(216)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 12.
(217)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 72.
(218)  Bordagorri, Enrique y del Pino Menk, Alberto, Historia del Servicio Geográfico Militar, Montevideo,
Servicio Geográfico Militar, 2013, p. 73.
(219)  Ibídem, p. 79.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Seregni se presentó en el palacete de la avenida 8 de Octubre 3255 casi Abreu, donde ya


tenía su sede el organismo.
Las tareas del Instituto eran particularmente adecuadas para atraer a quienes
disponían de formación universitaria en ciertas áreas. El coronel Silvestre Mato, su
primer jefe, se había graduado como ingeniero geógrafo en la Facultad de Matemáticas
de la Universidad de la República. De los seis jefes que se habían sucedido desde el
alejamiento de Mato hasta la llegada de Seregni, tres habían sido, además de militares,
agrimensores.220
Poco iba a tardar Seregni en zambullirse apasionadamente en la tarea pero durante el
receso invernal de 1940, mientras cumplía tareas de oficina en el edificio de 8 de Octubre
y dictaba clases de Matemáticas a personal subalterno del Instituto,221 su preocupación
principal parece haber sido la de buena parte de sus conciudadanos, la Guerra Mundial.
La conmoción era general en las fuerzas armadas, aseguró Seregni a Blixen, y «aunque
no fue un estado de asamblea», la discusión sobre la actitud que el país debía adoptar
ante el conflicto era «claramente permitida por la oficialidad».222
«Día a día los diarios nos dan la noticia de la matanza que la guerra produce [...].
Esto no conmueve a nadie y hasta circulan chistes sobre la ridícula cantidad de gente
asesinada hasta la fecha», había podido escribir todavía el año anterior un ácido cronista
de Marcha, el semanario que Quijano sacaba desde junio de 1939. Los ánimos cambiarían
radicalmente después de la batalla del Río de la Plata, aquel 13 de diciembre de 1939.
«Una ola de emoción intensa ha recorrido el alma de nuestro pueblo», afirmaba ahora el
cronista. «[…] la certeza de la próxima batalla lo sume en una angustiosa expectativa.
[...] sobre los horizontes lejanos cada observador cree ver, bajo minúsculas humaredas,
silenciosas fortalezas flotantes».223
«A poco que se medite sobre nuestra situación se vuelve al conflicto esencial que
desde los tiempos de la Independencia nos domina: aspirar a ser un país y no tener
las posibilidades de serlo», sentenciaba Quijano reflexionando sobre el episodio.224 El
diagnóstico del general Campos, que Baldomir había designado ministro de Guerra,
no sería muy distinto. Pocos días después del incidente, para fortalecer las capacidades
defensivas del país, presentó un proyecto de ley de servicio militar obligatorio.
La idea andaba en el aire incluso antes de la incursión del Graf Spee. «Aux armes
citoyens» había convocado la tapa de Marcha a la semana siguiente de la entrada
de los alemanes en Polonia.225 Y un mes después el semanario invitó a sus lectores a
pronunciarse acerca de la pertinencia de establecer la conscripción.226
Alegó en la instancia Basilio Muñoz:

(220)  Ibídem, pp. 46, 98, 102, 103, 112, 130.


(221)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 76.
(222) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 19-20.
(223)  Guarnieri, Juan Carlos, «Últimos capítulos de la novela del Graf Von Spee», Marcha, Montevideo,
22.12.1939, p. 9.
(224)  Quijano, Carlos, «Errores y misterios», Marcha, Montevideo, 22.12.1939, p. 4.
(225)  Marcha, Montevideo, 8.9.1939, p. 1.
(226)  Marcha, Montevideo, 27.10.1939, p. 7.

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Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

El ejército de ciudadanos formado por un gobierno democrático podría ser interesante pero ya
se puede imaginar uno lo que entiende por ciudadanía un gobierno como el actual que mantiene
la constitución del cuartel de Bomberos y destierra de la vida cívica a los partidos opositores
mediante la ley de lemas.227
Sostenía en cambio el líder socialista Emilio Frugoni:
Yo creo que ya es tarde –felizmente– para que nos dejemos arrastrar por el lazo de esa
preocupación. Los acontecimientos se encaminan a soluciones en que a los países pequeños
no ha de corresponderles sino desarmarse para sentirse más seguros en el seno de las grandes
organizaciones de pueblos hermanados bajo las normas del derecho como supremo amparo para
la razón de los débiles.228
«Sería indigno de nuestra historia y de un pueblo que tiene lo que hay que tener, la
espera con los brazos cruzados a nuestros salvadores. Mereceremos luchar a su lado, sin
perder el contacto de codos, cuando sepamos pelear y morir como ellos», replicaba por
su parte el dirigente nacionalista independiente Alfonso Lamas.229
Nadie representó la voz de los comunistas en esa encuesta pero en la asamblea
nacional de sindicatos, realizada a principios de 1940 con objeto de impulsar la
constitución de una central única, fueron miembros de ese partido los que impusieron
como primer punto de la plataforma aprobada: «Lucha contra toda tentativa destinada
a incorporar al país directa o indirectamente a la política guerrera del imperialismo.
Oposición al actual o cualquier otro proyecto de servicio militar obligatorio».230
Pero fue por la defección del baldomirismo que el proyecto de Campos fracasó en
su empeño. El ministro resolvió renunciar y pasó a ocupar su cargo el entonces general
Julio Roletti. A fines de mayo este reformuló la propuesta como «Instrucción militar
obligatoria», excluyendo el acuartelamiento. Y mientras Alemania avanzaba incontenible
sobre Dinamarca, Noruega, Luxemburgo, Holanda y Bélgica, la idea sumaba adeptos.
La situación regional incrementaba los motivos de prevención. Tras la caída de
París, desde el acorazado Minas Gerais, el presidente brasileño Getulio Vargas había
elogiado los sistemas totalitarios, al tiempo que auguraba el fin de las democracias.
Mientras tanto, en la Argentina soplaban los mismos vientos. El 11 de julio el Parlamento
uruguayo aprobó el proyecto de Roletti.
Ese 25 de agosto Seregni desfiló junto a su antiguo regimiento del Cerrito.231
Quijano se había opuesto a la conscripción no por principios, sino
por la imposibilidad económica en que se encuentra el país para afrontar la preparación de una
guerra moderna, por los peligros que acarrea entrar irreflexivamente en la corriente militarista y
armamentista y por una razón circunstancial pero más importante aún: la falta de confianza en
los hombres que tienen a cargo el gobierno de la nación.232

(227)  «La opinión de Basilio Muñoz», Marcha, Montevideo, 17.11.1939, p. 6.


(228)  «La opinión del Dr. E. Frugoni», Marcha, Montevideo, 1.12.1939, p. 6.
(229)  «Del Dr. Alfonso Lamas», Marcha, Montevideo, 15.12.1939, p. 6.
(230) Porrini, «La nueva clase trabajadora…», o. cit., p. 226.
(231)  DEHEN. Legajo…, o. cit., f. 75.
(232)  «Porque se resiste el servicio militar obligatorio», Marcha, Montevideo, 6.6.1941, p. 7.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Ninguna de esas razones bastó para que Wilson Ferreira, que además de militar
en la Agrupación Nacionalista Demócrata Social mantenía en el semanario la sección
«Macanas propias y ajenas», no formase en el mismo desfile que Seregni, junto a un
nutridísimo batallón de voluntarios.233
Ese mes Seregni se integró al Centro Militar,234 al mismo tiempo que preparaba
el examen para subayudante de Topografía, que rindió con éxito el 22 de setiembre.
Terminado el invierno partió con la brigada que comandaba el capitán Juan Socas a
levantar el mapa del río San José. «Yo era montevideano», diría al final de su vida
a Butazzoni. «Nací montevideano y salí de la Escuela Militar, como decían mis
compañeros del interior, cajetilla», insistió. «En el 40 empecé a salir y ahí me topé con
una realidad que desconocía: los grandes espacios, la hermosura del campo, la tristeza
de los atardeceres, la luz de la mañana. [...] Entonces aprendí lo que era el valor de la
mañanas, aprendí lo que no sabía acá: mirás el cielo cuando estás tendido en el césped
del campo, solo en el medio del campo».235
Pero tales contemplaciones no inhibieron su actividad: «Debiéndose hacer un
traslado de campamento y no existiendo pasos en condiciones para efectuar el pasaje
del río San José, este oficial, espontáneamente se ofreció para ejecutar los arreglos
necesarios, y tan bien los realizó que a pesar de haber crecido nuevamente el río, las obras
no sufrieron ningún daño, pudiéndose efectuar el pasaje en excelentes condiciones»,
consignó su capitán el 16 de octubre. A pesar de que el río San José «presenta un monte
muy espeso que dificulta mucho los trabajos, este oficial supo sortear infinidad de
obstáculos, haciendo posible el levantamiento regular de este río», agregó Socas una
semana después.236
Seregni regresó a la capital en enero de 1941, cuando el cine Trocadero inauguraba
su sala exhibiendo El gran dictador, de Chaplin. Los marinos de los navíos de guerra
italianos Adamello y Fausto, surtos en el puerto montevideano, desembarcaron en la
ciudad para intentar impedir la exhibición y el joven teniente participó de la reacción
popular que, liderada por la «fuerza de choque formidable» que representaban los
canillitas, obligó a los italianos a un intempestivo reembarque.
«Fue épico», narrará a Blixen. En la esquina de 18 de Julio y Andes estaba uno
de los locales comerciales de la lechería Kasdorf que tenía varias mesas de mármol
dispuestas en la vereda. «La gente estrellaba el mármol contra el piso y se entreveraba en
la batalla», recordaba Seregni. «Nosotros también nos entreveramos», ratificó. Al cabo
de un rato, «la Guardia Republicana, a caballo, vino a dispersar, pero vino al trote, así
que cuando intervino, la gente ya había acorralado a los marinos en el puerto». «Hay que
decirlo –precisó–: retrocedían muy disciplinados, muy formados».237

(233) Luppi, Wilson..., o. cit., pp. 40-44.


(234)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 76.
(235) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 252.
(236)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 77.
(237) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 19-20.

46
Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

Al otro día Seregni saldría hacia Artigas. «Es de destacar que este oficial en la
época que le correspondía su receso [...] se ofrece voluntariamente para cumplir esta
comisión», destacó Eusebio Casal, su capitán en esta nueva misión que consistía en
ubicar una base en el extremo norte del río Uruguay. «Ha quedado manifiestamente
demostrada la enorme capacidad física de este oficial que con altas temperaturas y en
terreno dificultoso (bañados, barrancas, etc.) dirige su equipo inexperto en el trabajo que
al mismo tiempo instruye», consignó nuevamente Casal el 8 de febrero. El 13 la misión
estaba de regreso en Montevideo y el 16 Seregni entregó un minucioso «gráfico» de la
nueva base.238
Según el coronel Francisco Aguiar, director del Geográfico, la «contracción y gran
competencia» demostradas por Seregni en el departamento norteño fueron el motivo
por el que fue enviado del 9 al 22 de mayo al Instituto Geográfico Argentino, con sede
en Buenos Aires, con objeto de hacer ajustar los hilos Invar en uso.239 A su regreso
el teniente convenció a Casal de que había encontrado un método para lograr que el
Instituto cumpliera en un plazo razonable aquella promesa de Roletti. «Este oficial ha
presentado un informe de procedimientos de trabajo topográfico aplicado a nuestro medio
que revoluciona los métodos de levantamiento de este Instituto y que hacen posible la
terminación de nuestra “Carta” en el corto período de diez años contra más de cien que
son necesarios siguiendo los actuales procedimientos», consignó Casal en su libreta.240
Pero alguna falla debía presentar la innovación pues nadie parece haber vuelto después
sobre el tema.
Entretanto, Adolfo Aguirre González, un estudiante de Derecho y militante
demócrata social que escribía también para Marcha, consignaba en sus páginas que
una asamblea de estudiantes del Liceo Nocturno, «por aclamación y entre aplausos
frenéticos», había aprobado una moción declarando no estar dispuestos a recibir
instrucción militar obligatoria. «No queremos que nuestra juventud, llegado el momento,
sea entregada vilmente como lo fue la juventud de Francia [...] y demás países invadidos,
cuyos gobiernos no pudieron o no quisieron combatir a tiempo, con toda energía, la
infiltración quintacolumnista dentro de las filas del ejército», fundamentaban.241
A la semana siguiente la FEUU declaró sustancialmente lo mismo pero recordando
que el reclamo de una «depuración en las filas del Ejército, la Policía y la Administración
Pública de elementos nazifascitas que en la actualidad existen», provenía de los mismos
estudiantes que habían formado el batallón de voluntarios el año anterior. «Basta para dar
cuenta del pleno conocimiento del lugar que nos está destinado en la defensa de nuestra
soberanía, recordar el sacrificio que nuestro ideal antiguerrero hemos debido consumar
para colocarnos en el campo de la capacitación militar», alegaban.242

(238)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 87.


(239)  DEHEN, Ibídem, f. 84.
(240)  DEHEN, Ibídem, f. 87.
(241)  Adolfo Aguirre González, «No iremos a los cuarteles», en Marcha, 13.6.1941, p. 8.
(242)  «Manifiesto de la Federación de Estudiantes», Marcha, 4.7.1941, p. 4.

47
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El lunes 22 de junio la Alemania nazi invadió a la Unión Soviética. El sábado


siguiente el propio ministro Roletti acudió al Liceo Nocturno a exponer su punto de vista
sobre la instrucción militar a los estudiantes.243 Al otro día, en la ciudad de Durazno,
un conocido simpatizante de las potencias del Eje disparó sobre un mitin antifascista,
asesinando a uno de los manifestantes e hiriendo a otro. Eso ocasionó una réplica
multitudinaria que incluyó el apedreamiento de los establecimientos pertenecientes a
los filofascistas y, posiblemente, no solo de los establecimientos. Como el propietario
del comercio donde estaba el único teléfono público de la ciudad sería uno de ellos
–narró un delegado de la FEUU presente en Durazno– los antifascistas duraznenses
habían colocado allí un cartel en el que se precisaba: «Por orden del C.[omité] de Lucha
Antitotalitaria se prohíbe apedrear el teléfono». El tumulto habría sido iniciado por La
Gaucha, una china de cuartel, que sentía «un orgullo propio de su ruda femineidad» por
«haberle dado una paliza a mano limpia y sin ventaja, a dos nazis del pueblo».244
En ese clima, junto a otros oficiales jóvenes del Centro Militar, Seregni constituiría
un comité electoral llamado Democracia, persiguiendo la intención de que el centro
se pronunciara «sobre ese movimiento que oponía la democracia y el fascismo». Con
el comité organizó conferencias sobre el servicio militar. Fue un ciclo «amplio, de tal
amplitud que fui a invitar a don Emilio Frugoni. Me presenté en la casa del entonces líder
indiscutido del Partido Socialista, en la calle Soriano. Don Emilio me recibió en bata,
una bata gris, hosco como el diablo, pero aceptó la invitación».245
Otra convite fue acaso más sorprendente: el realizado a la dirigente comunista
Julia Arévalo cuyos dos hijos varones de 16 y 20 años estaban realizando maniobras
militares como voluntarios y que además tenía una hija entre las voluntarias femeninas,
como dijo en su discurso. Después de que la Operación Barbarroja quebró el pacto
germanosoviético, los militantes comunistas acudieron «en masa» a recibir instrucción
militar, según ha afirmado el historiador Gerardo Leibner.246
Pero había que seguir trabajando. Ese invierno, además de rendir examen para
ayudante de Topografía, Seregni se dedicó a preparar los trabajos necesarios para
determinar la posición de una base situada esta vez sobre el curso inferior del Uruguay,
en la Agraciada. Allí acampó en la primavera.247
Entonces reapareció el Tape López Silveira. Tras la derrota de la República española,
a la que había servido como teniente en la brigada del muralista mexicano David
Siqueiros, cruzó a Francia por los Pirineos y, allí, como tantos derrotados, fue recluido en
un campo de concentración donde falleció de pulmonía su hermano Román.248 «Cuando
vino el Tape de regreso [...] volvimos a tomar contacto. [...] estábamos acampando en la

(243)  Marcha, 4.7.1941, p. 9.


(244)  «Un delegado de la Federación de Estudiantes en Durazno», «Durazno: brazo de una conciencia
nacional», Marcha, 1.8.1941, p. 6.
(245) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 20.
(246)  Leibner, Gerardo, Camaradas y compañeros. Una historia política y social de los comunistas del
Uruguay, Trilce, 2011, p. 79.
(247)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 84.
(248)  Barreiro, Uruguayos en la Guerra Civil…, o. cit.

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Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

Agraciada [...] con Casal, y creo que estaba [Hugo] Frigerio [otro isleño], el Flaco Roletti
[hijo del ministro] y yo. ¡Y fue el Tape de visita! Fuimos a la playa de la Agraciada y
nos fotografiamos», contó Seregni. Era «simpatiquísimo, una joyita, un tipo macanudo».
«Yo lo quería mucho», insistió.249
Mientras tanto, el noviazgo de Seregni discurría entre estas transhumancias. Según
recordó Lily fue «sin grandes preparativos y sin tener mucha plata» que decidieron
casarse. La novia estuvo dispuesta a que no hubiese ceremonia religiosa. Se casaron el
30 de octubre de 1941 y fueron a vivir a un apartamento de la calle Comercio 1811, dos
cuadras al sur de Avenida Italia.250
El recién casado se reintegró al trabajo el 16 de noviembre para preparar la campaña
que lo llevaría a pasar buena parte de 1942 en el noreste del país. Los departamentos de
Lavalleja, Rocha, Treinta y Tres, Cerro Largo, Tacuarembó y Rivera, fueron recorridos
palmo a palmo por Seregni aquel año en que una extensa sequía dejó tendidas en los
campos dos millones de osamentas bovinas y produjo una caída en las exportaciones que
determinarían el único saldo comercial desfavorable del período de la guerra.251
Valiéndose de la posición de los astros, el teniente y su brigada sembraban el
territorio de mojones para indicar a quienes vendrían después donde estaba el norte que
debía orientar sus mapas. Seregni quería que sus hijos llevaran nombres de estrellas.
Para varón le gustaba el de un astro casi invisible de la Osa Polar, Alcor. «¡Y yo estaba
horrorizada!», contó Lily a Blanca Rodríguez. «Cuando vayan a la escuela le van a decir
Alcornoque o algo así», argumentaba.252
Por eso a quien nació ese 16 de de mayo le favoreció ser niña. Se llamó Bethel, por
Betelgeuse, la supergigante roja que marca el hombro derecho de Orión, largo nombre
que Seregni aceptó cortar por la mitad. La hache vino para que el «Betel» resultante
no se confundiese con la hoja homónima que se masca con nuez de areca en el sudeste
asiático. Bethel reveló que su otro apelativo, Carmen, lo eligió el cura de la parroquia
San Cayetano cuando, a escondidas de Seregni, su madre y su abuela materna la llevaron
a bautizar.253
Seregni estaba en Montevideo cuando nació su hija y volvería a la capital otras
tres veces antes del receso. Ese año se le aplicó el primer arresto desde su ingresó al
Geográfico: lo tuvo «por faltar 45 minutos a la hora de presentación a la Oficina».254
Su capitán, seguramente, entendió lo que sucedía: «hay que decir que su inteligencia y
actividad son proverbiales [...], por ello es un oficial poco común e imprescindible en
toda obra en que la acción y la inteligencia sean necesarias», fue lo que sobre Seregni
escribió Casal al terminar el año.255

(249) Buttazoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 33 y 35.


(250)  Rodríguez, Blanca, Confidencias, o. cit.
(251)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 110-111.
(252)  Rodríguez, Blanca, Confidencias, o. cit.
(253)  Entrevista de los autores con Bethel Seregni, 12.12.2011.
(254)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 99, 100, 103 y 108.
(255)  Ibídem, p. 110.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El oficial había sido ascendido a teniente primero. Su salario líquido era entonces
de 146 pesos. En la mano le quedaban cien pues se le descontaban 31 pesos de alquiler
y 15 para la amortización de un préstamo. Lily, que continuó trabajando después de
casada, mencionó el «presupuesto pequeñísimo» con que iniciaron su vida conyugal,
pero considerando solo los ingresos de su marido cabe ubicar a la familia en la zona baja
de los estratos medios. Las estadísticas del Ministerio de Industria y Trabajo de la época
mostraban que los Seregni pagaban dos pesos más de alquiler que el promedio de los
empleados públicos.256
De todos modos, los salarios venían incrementándose. El producto y el empleo
venían creciendo. El 21 de febrero Baldomir había disuelto el Parlamento de la dictadura
y nombrado un Consejo de Estado en el que participaban los batllistas. La transición a la
democracia parecía ya inexorable y en ese clima, la reorganización sindical se dinamizó
al punto que, en marzo, se constituyó una central única, la Unión General de Trabajadores
(UGT). Con todo, el salario obrero más elevado era el que obtenían oficiales crisoleros
(como los de Cristalerías del Uruguay, ubicada ocho cuadras al sur del apartamento del
teniente), que llegaban a cobrar 128 pesos, 18 menos que el teniente. En los frigoríficos,
los que enfrentaban el trabajo en las cámaras, si eran prácticos, llegaban a 108 pesos. Un
oficial albañil podía llegar a 87.257 «Nunca nos faltó un sobrecito con unos pesitos para ir
al cine, para comprar un libro, para ir al teatro», redondeó Lily.258
El 27 de noviembre hubo, finalmente, elecciones democráticas. Triunfó, con el
57 % de los votos, el Partido Colorado y, dentro de este, la fórmula que apoyaban los
batllistas pero que encabezaba el colorado neutral Juan José de Amézaga y proponía de
vicepresidente a Alberto Guani, canciller de Baldomir. Los nacionalistas habían perdido
8 puntos respecto a la elecciones de 1931 y, además, se presentaron divididos: un 23 %
del electorado apoyó al herrerismo y un 12 % al nacionalismo independiente. Carnelli
había sido desterrado por la dictadura y su Partido Blanco Radical ya no existía. Quijano,
que ya había perdido su banca en 1931, se mantuvo en la abstención. Comunistas y
socialistas que antes de la dictadura reunían, sumados, el 8 % del electorado, descendieron
a menos del 4 %. En cambio el partido católico, la Unión Cívica, superó en algo el 4 %
duplicando el resultado de 1931.
Ese verano Seregni cumplió tareas en Durazno, Rivera y Tacuarembó pero a fines de
enero fue llamado a Montevideo pues sus habilidades eran necesarias en el aeropuerto de
Melilla, que estaba siendo objeto de reformas a fin de poder recibir vuelos internacionales,
ya que el aeródromo que se empezaba a construir en Carrasco tardaría cuatro años para
estar en condiciones.259 El impulso a la aeronáutica era uno de los efectos del convenio
de armamentos firmado entre Estados Unidos y Uruguay el verano anterior. Después del
ataque japonés a Pear Harbour, y la consiguiente entrada de los norteamericanos en la

(256)  Ibídem, f. 105.


(257)  Uruguay, Ministerio de Industrias y Trabajo, Asesoría en Estadigrafía y Economía, Clasificación in-
dustrial de ramas de actividad económica. Digesto de la actuación de los Consejos de Salarios entre los años 1943
y 1952, Montevideo, 1953, pp. 777 y 782.
(258)  Rodríguez, Blanca, Confidencias, o. cit.
(259)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 120.

50
Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

guerra, estos estaban extremando esfuerzos para alinear a Latinoamérica detrás de sí y el


préstamo de 17 millones de dólares que aquel convenio otorgó al Uruguay fue parte de
esto. La suma iba a permitir también la primera renovación significativa del arsenal y,
por lo mismo, el establecimiento de vínculos de asistencia técnica.
La caída de París en manos de los nazis había debilitado dramáticamente la
influencia de la doctrina gala en las fuerzas armadas uruguayas. «Incluso el elemento
resistente de la Francia Libre, que había tenido mucho apoyo en nuestro país [...],
tenía como cabeza al general Charles De Gaulle, quien había sido gran crítico de la
doctrina militar tradicional francesa», recuerda el historiador militar José María Olivero,
quien señala aquel convenio como punto inicial de la creciente gravitación de las ideas
norteamericanas entre los uniformados.260
El Geográfico tuvo oportunidad de constatar de manera contundente los beneficios
que podían esperarse de aquella relación. Mientras Seregni realizaba tareas de
centración en Melilla, el ministro Roletti encontró la oportunidad de cumplir, al menos
parcialmente, aquella promesa suya de 1913. Un acuerdo con la US Air Force posibilitó
un relevamiento aerofotogramétrico del territorio nacional, que permitiría publicar al
año siguiente una carta geográfica del país a escala 1/500.000.261
Ese febrero el Instituto vería otros cambios. Aguiar pasó a desempeñar la subjefatura
de la Región Militar n.º 2 y para la dirección del Geográfico se designó por primera vez
a un general, Eduardo Zubía, quien también era agrimensor.262
Pero un mes después Seregni recibió la orden de presentarse en la Escuela de Armas
y Servicios, con sede en Manga, para iniciar el curso que le permitiría ascender al grado
de capitán. Álvaro Gestido, que había sido su superior en el regimiento del Cerrito lo
sería de nuevo como jefe del curso de artillería. Los nueve meses que pasó Seregni
en Manga también le dejaron nuevos vínculos. «Yo tuve una gran amistad con Mario
Aguerrondo en el 43, [...], hicimos juntos el curso de pasaje de grado para capitán. Ya
en aquel momento, Aguerrondo, herrerista, se manifestaba como un hombre de derecha.
Pero, también, muy intransigente en cuanto a la honestidad pública y a la transparencia
en las cuestiones de administración de bienes», le explicó a Blixen.263
«Se destaca como el alumno más aventajado», escribió Gestido sobre Seregni ya
en mayo, observando de paso que no era opacando al resto como el teniente hacía verse:
«compañero leal y muy buen camarada pone siempre a disposición de sus compañeros
todos los conocimientos que puede brindarles», afirmó. Las capacidades obtenidas en las
campañas del Geográfico se hacían sentir. A principio de julio los tenientes enfrentaron
«trabajos pesados» en la costa del arroyo Pando con un «tiempo extremadamente duro»,
«todo lo cual contribuyó a poner en relieve el alto espíritu de sacrificio de este señor
oficial, así como su físico extraordinario», apreció el antaño campeón celeste. Las leguas
recorridas a caballo tampoco habían sido en vano: Seregni «ha participado en el concurso

(260)  Olivero, «La revolución de 1935…», o. cit., pp. 137-142. No está citada anteriormente
(261)  Bordagorri y Del Pino, Historia del Servicio Geográfico Militar, o. cit., p. 150.
(262)  Ibídem, p. 148.
(263) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 21.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

hípico realizado en el Campo de Deportes Policial en representación» de la Escuela de


Armas y Servicios y también en el concurso de saltos de obstáculos organizado por el
Centro Militar en el Prado, registrando «una actuación correctísima» y «demostrando a
la par que sus condiciones para estas competencias, su amor por los deportes militares»,
escribió el jefe del curso de artillería ya en primavera.264
Esa habilidad ecuestre le hizo conquistar la simpatía del director de la escuela, el
general Omar Buzó. Del 31 de octubre al 20 de noviembre los tenientes realizaron las
maniobras finales de pasaje de curso en el Paso de la Yeguada en Santa Clara de Olimar,
Treinta y Tres. La misión que el propio Buzó asignó a Seregni en estas instancias fue la
de «organizar y dirigir el trabajo de la carta de la región», tarea que realizó «a completa
satisfacción» según el general.265
El 16 de noviembre, estando aún en Santa Clara, Seregni recibió un telegrama de
Lily: «Nació Giselle». Al otro día pidió y obtuvo licencia pero recién en la capital se
enteraría de los antecedentes del parto: «Yo estaba al final del embarazo –contaría Lily
medio siglo después– e iba cruzando la calle Rivera con Bethel en el cochecito; la calle
era empedrada y se me atascó el cochecito en las vías del tranvía y eso me provocó el
parto... Llegué a casa de mi suegra y tuve que ir corriendo al Hospital Militar y enseguida
nació».
«Hay cosas que las puedo decir ahora, pero no podía decirlas cuando éramos
jóvenes», confesó esa vez Lily a Blanca Rodríguez. Entre ellas destacaba la referencia
de «que Seregni me ayudaba, en el rato que estaba en casa, a darles de comer a las hijas,
a cambiarles los pañales, a todas esas cosas».266
Un mes después la artillería otorgaría al teniente el Distintivo del Arma por haber
obtenido el primer puesto entre los artilleros que habían realizado el curso. Buzó le hizo
una recomendación: «Usted, Seregni, tiene que ir a unidades militares. Usted es un buen
soldado», contó este en la entrevista de Barros Leméz. «Si alguna vez precisa alguna
cosa...», había soltado al despedirse.267
Era usual que quienes obtenían el primer lugar en aquel curso fueran gratificados
con una beca en la Escuela de Guerra brasileña, pero Seregni no tuvo suerte.268 El isleño
Frigerio, que tenía a cargo la triangulación de la frontera con Brasil, había pasado a un
nuevo destino. La tarea era especialmente delicada. Podía afectar el trazado de los límites
por lo que la brigada que la cumplía incluía representantes brasileños y Zubía decidió
ponerla a cargo de Seregni.269
Aquel teniente ya tenía bastante campo visto y aquella era la segunda vez que se
instalaba a orillas del Cuareim. Sin embargo, la campaña del verano del 44 le dejó un

(264)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 121.


(265)  Ibídem, f. 126.
(266)  Rodríguez, Blanca, Confidencias, o. cit.
(267)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 27.
(268) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 84.
(269)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 140.

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Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

recuerdo sobre el que volvería durante el invierno de 2002, cuando el país atravesaba la
crisis económica y social más profunda del siglo XX.
«La marginalidad, de la que tanto hablamos ahora –y que es real, vaya si lo es– la
marginalidad había existido siempre en los pueblos de ratas. El peón trabajando en la
estancia y la gente en la orilla, haciendo un ranchito…», advirtió entonces, prologando
una evocación: «Estaba haciendo la triangulación del río Cuareim con mis carros y a
caballo. Paso de la Cruz y más acá el Yacaré y todos esos lados… Cruzamos el río y
empezamos a armar el campamento en una ladera… había un pueblito de ratas, a tres
cuadras. En la cuchilla, nada. La cuchilla pelada, un camino pelado y siete, ocho ranchos.
Hicimos el campamento y el asado de campo, como se hace, en un palito. Y yo me senté a
comer y empezaron a caer chiquilines, un montón de chiquilines, y a sentarse en cuclillas
alrededor de donde yo estaba, mirando el asado… Te juro que no pude comer, porque
eran las caritas de los chiquilines desnutridos y casi todos descalzos… y no me daba el
pedacito de cordero, no me daba y no lo pude comer… Y esa noche me acosté en mi
carpa, en mi catre y temprano, en la mañana, antes de que saliera el sol, un poco antes, oí
un gran griterío y un alboroto y voces de mujeres. Era un escandalete de proporciones…
Me levanté y ahí estaban dos mujeres revolcándose en el suelo, dándose. ¿Qué era lo que
había pasado? Se juntaban las mujeres y juntaban los montones de bosta seca, porque era
con lo que prendían el fuego a mediodía. [...] Pero estas dos mujeres se estaban peleando
por el mismo montoncito de bosta».270
A esta altura el oficial tenía un dominio de su tarea que le permitía acelerar el
ritmo. «Un mes antes de lo previsto por sus jefes este oficial terminó sus trabajos de
medición», notició el 21 de abril el teniente coronel Horacio Vico, su superior inmediato
en esta instancia.271 Para junio ya había llegado al Atlántico. El mayor Saúl Graceras
consideró del caso hacer constar que «a pesar de ser esta la primera experiencia» en
el uso de una torre de observación desarmable de 15 metros de altura, Seregni había
logrado que su desmonte se cumpliera en dos horas y media.272 A fines de agosto, al
concluir las mediciones en la zona de Santa Vitoria do Palmar, Vico dio testimonio de
su «probidad técnica»: «habiendo obtenido cierres admitidos por la tolerancia técnica,
[Seregni] no estuvo conforme con ciertas perturbaciones desconocidas, las que pasadas
por alto le hubieran permitido la comodidad de la vida en la capital varios días antes. No
pensando sino en su superación técnica, solicitó y obtuvo autorización para investigar
esos valores irregulares y recorriendo nuevamente más de 200 km en carro por no poder
suministrársele toda la nafta necesaria, consiguió favorecer las observaciones obteniendo
resultados precisos que sirven de ejemplo en las observaciones geodésicas», escribió el
teniente coronel.273
Según Seregni, el general Zubía, «un hombre grande y avasallante», le tenía mucha
estima y de regreso a Montevideo, lo llamó: «¡Seregni: le conseguí un viaje!», le anunció

(270) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 252-253.


(271)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 140.
(272)  DEHEN, Ibídem, f. 141.
(273)  DEHEN, Ibídem, f. 140.

53
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

a boca de jarro. «Resulta que [Zubía] hizo un viaje a Estados Unidos y pasó por México,
y allí habló [...] no sé si con el ministro de Educación o algo así, y el ministro le dijo:
“Mire, acabamos de inaugurar acá un observatorio astrofísico y sería muy grato que
Uruguay pudiera mandar a un hombre para acá, para especializarse en esto”», narró
Seregni. «¡General: yo de astrofísica no entiendo un pito!», opuso el teniente. Pero Zubía
insistió: «No importa, usted es muy inteligente. Prepárese», ordenó el general.274
Cuatro días después de cumplir 28 años, el 17 de diciembre de 1944, Seregni abordó
en Melilla un DC 4 del norteamericano Naval Air Transport Service y, después de pasar
una noche en un aeropuerto militar del norte de Río de Janeiro, llegó a Natal donde había
–según le narró a Butazzoni– un aeropuerto militar norteamericano «fantástico» que
funcionaba como punto de enlace entre el norte de África y los Estados Unidos.
Pero no estaba resuelto cómo Seregni continuaría su viaje.
Yo estaba en un ataque, así que me fui a hablar con el oficial de información a cargo, a entenderme
ahí como fuera… y yo con mi inglés… [...] Decirle que iba a un observatorio de astrofísica
en plena guerra… Te podrás imaginar la cara que puso el tipo… El hecho es que ya estaban
próximas las navidades, los vuelos llenos de gente que regresaba a su casa de la guerra.
Quince días pasaría Seregni en esa base («había más de tres mil habitantes [...]. Era
una ciudad con todos los servicios, dos cines, restaurantes»). El boleto siguiente tenía
como destino Miami pero durante una escala en La Habana le bajaron las valijas y debió
esperar allí otros dos días hasta que la embajada uruguaya en Washington le consiguió,
finalmente, vuelo.275
En junio los aliados habían desembarcado en Normandía y en agosto París había sido
liberada pero ese diciembre, mientras Seregni intentaba llegar a México, los alemanes
habían desatado una potente contraofensiva en las Ardenas, mientras en Budapest habían
conseguido frenar al Ejército Rojo, que venía avanzando casi sin tropiezos desde el
fin del sitio a Stalingrado. Una fotografía datada el 28 de diciembre muestra a Seregni
sentado a la mesa, siguiendo atentamente la exposición que un oficial cubano dirige a la
rueda que además del uruguayo integran tres militares norteamericanos.276 Parece poco
probable que no hablasen en algún momento de aquella situación bélica.
Al día siguiente de ese encuentro Seregni llegó, finalmente, a México. Previo a su
arribo al Observatorio Astrofísico Nacional de Tonanzintla, Puebla, donde realizaría el
curso, Seregni debía visitar algunas instituciones mexicanas con las que el Geográfico
deseaba estrechar vínculos y colaborar en las tareas de secretaría con la delegación
uruguaya en la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz,
que se realizaría en Chapultepec del 21 de febrero al 8 de marzo.
El 27 de enero sufrió una «apendicitis aguda con perforación y principio de
gangrena», complicada además con una «congestión pulmonar». Permaneció internado
ocho días. El 16 de febrero se reintegró a sus tareas y dos días después llegó la delegación
uruguaya a la reunión interamericana. El oficial destinaría las mañanas a visitar las

(274) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 83-84.


(275)  Ibídem, pp. 85-88.
(276)  Colección fotográfica de Bethel Seregni.

54
Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

dependencias del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, la Dirección General


de Geografía de la Secretaría de Agricultura y Fomento del gobierno mexicano y la
Comisión Nacional de Irrigación, y por la tarde asistiría a la delegación.277
México había declarado la guerra a las potencias del Eje apenas cinco meses
después de Pearl Harbour. Vargas, por su parte, había comprendido rápidamente lo
prematuro del responso por la democracia que había pronunciado sobre las ruinas de
París y rápidamente se había alineado detrás de los Estados Unidos declarando la guerra
a Alemania y Japón en agosto de 1942. Sometido a una intensa presión norteamericana,
el dictador argentino Pedro Pablo Ramírez había terminado aceptando romper relaciones
con esos países en enero de 1944, pero el hecho había determinado su derrocamiento por
el general Edelmiro Farrel, cuyo gobierno no había sido reconocido por el de los Estados
Unidos y excluido de la Unión Panamericana.
Será durante las conversaciones de Chapultepec que se encuentre un camino
de regreso para Argentina. Tres semanas después de concluida la conferencia, Farrel
declararía también la guerra y solicitaría además que se le aceptase su firma bajo el acta
del encuentro. El documento estipulaba, como Estados Unidos había querido, la creación
de un régimen de asistencia recíproca y acción colectiva frente a cualquier agresión.
El país del norte había manifestado claramente su visión de que aquel pacto no era
precisamente para preservar al hemisferio aislado de los conflictos globales. «Por muchos
años confiamos nuestra protección a los océanos que circundan las tierras americanas.
Hoy sabemos que ni el mar ni el aire ni la tierra constituyen barreras infranqueables…
Sabemos al fin que no basta detener la guerra ante nuestras playas, ni confinarla a los
mares que bañan nuestras costas. Hemos descubierto que hay que aniquilarla en germen,
donde quiera que se encuentre sobre la faz de la tierra», sentenció durante la conferencia
el secretario de Estado Edward Stettinius.
Uruguay, por su parte, se había esforzado con éxito en que la inminente
reorganización de la Unión Panamericana no impidiera a sus miembros solicitar el
auxilio de la organización internacional de naciones que se iría a crear, en octubre, en
San Francisco.278 El acta de la conferencia se firmó el 8 de marzo y el 16 Seregni ya
estaba cien kilómetros al sureste del D. F., en la cúspide del cerro Tonantzintla.
Por iniciativa del astrónomo mexicano Luis Enrique Erro se había establecido allí
tres años atrás un poderoso observatorio que su propio fundador dirigía. Hacia el este, a
solo 35 kilómetros, se alzaba el volcán Popocatépetl. Bajo el cerro estaba Santa María
de Tonantzintla, un pueblo pequeño y tan pobre que sus campesinos seguían sembrando
con azadas de palo, pero con una magnífica iglesia del siglo XVI que ya entonces había
sido declarada monumento histórico. El interior del templo estaba exhaustivamente
ornamentado con una yesería multicolor en la que no faltaban ángeles negros, papayas,
chiles ni mazorcas de maíz.

(277)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 155.


(278)  Cosio Villegas, Daniel, «La conferencia de Chapultepec», en Cuadernos Americanos, México, ma-
yo-junio de 1945, p. 20.

55
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El jefe de Observadores de Tonantzintla era Guillermo Haro, un hombre de 31


años. Hijo de una mujer modesta tempranamente fallecida, Haro y sus hermanos habían
pasado a vivir con una hermana de su padre, un patricio que hasta entonces había
mantenido oculta su paternidad. Estaba dotado de una excelente educación, que empezó
por la Filosofía y desembocó en la Astronomía. En cuanto tuvo edad suficiente le quitó
el «de» que precedía su apellido.
Cuatro años antes del encuentro con Seregni había trabajado con entusiasmo por
un proyecto político bastante inverosímil que conducía Narciso Bassols, el ministro de
Educación que había querido una educación socialista para México y que luego, como
enviado especial en Francia, contribuyera a rescatar del régimen de Vichy a centenares
de refugiados de la guerra civil española que terminarían hallando un hogar en México.
Pero en realidad Haro había concentrado su energía en la astronomía, pasión que
compartía con Luis Enrique Erro, quien había trabajado con Bassols en el ministerio y
que, electo diputado por Michoacán, había ofrecido su apoyo al presidente Manuel Ávila
Camacho a cambio de que el mandatario asegurara los recursos para el desarrollo de la
astronomía mexicana.279
El observatorio donde Seregni fue acogido era la materialización más notoria de
esa política; un parteaguas, según el sociólogo del conocimiento Jorge Bartolucci, quien
alega dos motivos para esa calificación. Por una parte, hasta Tonantzintla había primado
la idea sostenida por Joaquín Gallo, el estrellero mexicano más relevante entonces, de
que «la astrofísica era una locura temporal de la astronomía». Esta idea, además, se
vinculaba a una valoración negativa de las potencialidades del vínculo científico con
los Estados Unidos. Según Erro, Gallo creía «que la verdadera ciencia es europea y que
la ciencia estadounidense es un fraude porque consiste en el trabajo de los científicos
europeos bajo contrato» y «que las relaciones culturales entre Estados Unidos y México
solo son una forma de sumisión a los intereses económicos y políticos de los Estados
Unidos».
Sin embargo, el telescopio de Tonantzintla, uno de los instrumentos de observación
más poderosos de la época, había sido posible gracias a que la coyuntura de la guerra
hizo que los norteamericanos tomaran a cargo su construcción como un gesto de
reciprocidad ante un aliado necesario. Con seguridad por encima de estos cálculos,
Harlow Shapley, director del Harvard College Observatory e investigador principal
de los talleres ópticos de esa universidad, por ser también amigo de Erro, profesor de
Haro, se había comprometido personalmente en la tarea. El despliegue del telescopio era
también entonces un triunfo del espíritu cosmopolita de Erro sobre la estrechez de Gallo,
amplitud que sin embargo conservaba las precauciones de los hijos de la revolución
mexicana. «Los valores nacionalistas firmemente arraigados en su conciencia impidieron
que pasara por su cabeza la idea de poner en manos extranjeras, o tan siquiera compartir,

(279)  Poniatowska, Elena, El Universo o nada. Biografía del estrellero Guillermo Haro, México, Seix
Barral, 2013, pp. 1-62.

56
Capítulo 3 | «usted es un buen soldado»

la dirección intelectual ni la operación del [observatorio]», escribió Bartolucci sobre


Erro.280
En Tonantzintla, Seregni se zambulló en la astrofísica bajo la conducción de la
doctora París Pishmish (doctorada en Estambul, becaria de Harvard, casada con un
matemático mexicano) y por el propio Erro.281 Inclusive asistió con ellos al II Congreso
Nacional de Matemáticas, realizado en Guadalajara entre el 27 de mayo y el 3 de
junio (Erro había «tenido la gentileza de nombrarme delegado del Observatorio» ante
el congreso, notició Seregni a la embajada uruguaya en México, recordando tal vez al
Petizo Sales, su profesor del Zorrilla).282
Pero el uruguayo se iba a concentrar sobre todo en la observación. El entrenamiento
que alcanzaría en esa práctica se debió –informó Erro a la embajada uruguaya– «a la
preocupación constante que nuestro jefe de Observadores, Sr. Guillermo Haro, ha
tenido en todo momento para que el capitán Seregni encuentre fructífera su estancia en
Tonantzintla».283
Con Haro Seregni aprendería que –según le gustaba decir a Erro– la astronomía
requiere la «paciencia de una madre, la dedicación de un monje y el horario de un
búho».284 «Lo primero que hacíamos con mi cuate Guillermo [...] al terminar una noche
de observación era revelar las placas fotográficas para ver, sobre estas todavía húmedas,
si descubríamos un cometa o una nova», evocaría Seregni con 85 años.285
De las 27 fotografías que se conservan de su pasaje por Tonantzintla, nueve lo
muestran junto a aquel telescopio que era el orgullo del observatorio y que dos años
más tarde ayudaría a Haro a descubrir la etapa inicial de la formación de las estrellas
que el nomenclator científico designa como Objetos Helbing-Haro. El mismo repertorio
fotográfico revela que durante algunos meses Seregni se había dejado la barba al estilo de
su cuate.286
El cuate lo fue también a la hora del descanso, pues compartían el mismo bungalow
e incluso la jarana. Las amplias relaciones de Haro con el mundo cultural mexicano
podrían explicar que el uruguayo tuviera oportunidad de conocer a Frida Kahlo y Diego
Rivera («un sátrapa era con toda la gente que trabajaba con él», espetaría sobre el
muralista ante Butazzoni y Rosencof).287
La escritora Elena Poniatowska, viuda de Guillermo Haro, narró un episodio que
su marido siempre habría recordado: «Los sábados en la noche, los astrónomos solían ir
a la ciudad de Puebla a desquitarse del ascetismo contenido durante los días de trabajo.
Seregni, comedido y de magníficos modales, los acompañaba y festejaba sus ocurrencias,

(280)  Bartolucci, Jorge, La modernización de la ciencia en México. El caso de los astrónomos, México,
Plaza y Valdez, 2000, pp. 96, 154 y 304-305.
(281) Poniatowska, El Universo o nada…, o. cit., pp. 92-94, y DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 161-163.
(282)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 159.
(283)  Ibídem, f. 165.
(284) Poniatowska, El Universo o nada…, o. cit., p. 54.
(285) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 83.
(286)  Colección fotográfica de Bethel Seregni.
(287) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 304.

57
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

su alegría y su buen humor. Una vez que algunos le propusieron ir a un burdel, Seregni
respondió: «Es que yo amo a mi mujer».288
El año de la visita de Seregni, Haro leía el Anti-Düring, de Federico Engels. «El
tiempo no está formado de por sí, ni mucho menos, por partes reales, sino que es nuestra
inteligencia lo que lo divide a su antojo», dejó subrayado el mexicano en esas páginas.289
Hablábamos mucho de teoría en asuntos vinculados con la Física, y en las clases teóricas
reflexionábamos por supuesto sobre el problema del átomo, la fusión y la fisión del átomo –
recordó Seregni–. Y recuerdo que la noticia del átomo nos impactó a los dos de una manera
tremenda –siguió diciendo–, porque nosotros [...] especulábamos mucho sobre la aplicación de
la ciencia a la vida, y en los hechos la primera aplicación práctica de estos descubrimientos con
respecto al átomo fue la horrenda hecatombe de Hiroshima y Nagasaki.
Además después del bombardeo, Tonantzintla resultó invadida por periodistas que
querían entender la teoría que daba sustento a ese poder terrible. Esa misma noche Haro
le dijo a Seregni que deberían hacer algo más que denunciar. Plantaron un jacarandá
(«diga “iacarandá”, que es más dulce», recomendaban los mexicanos al uruguayo)
«como símbolo de la recuperación de la vida».290
«El comportamiento del capitán Seregni en este observatorio ha sido perfectamente
ejemplar», informaba Erro a la embajada uruguaya, tras describir minuciosamente los
cursos recibidos y las investigaciones realizadas. «Su capacidad de trabajo es inagotable.
Su capacidad para el estudio y sus facultades intelectuales son de primera línea. Sus
condiciones humanas de carácter [...] son excelentes», valoraba.
E inmediatamente añadía: «Es para mí un gran placer poder comunicar a sus
superiores que el capitán Seregni es un compañero perfecto tanto en el trabajo como
en los ratos de ocio». La confianza había llegado al punto de dejar ocasionalmente
el observatorio en sus manos «con una perfecta sensación de seguridad». «Debería
ser enviado más adelante a un observatorio norteamericano o europeo donde pudiera
aprovechar las enseñanzas de los astrónomos de primera fila», sugería finalmente Erro.291
La cancillería uruguaya creyó del caso enterar de aquellas apreciaciones al ministro de
Defensa que desde el 1.º de marzo de 1943 había vuelto a ser el general arquitecto Alfredo
Campos, el mismo que hacía poco más de una década había recibido en la Escuela Militar
a Liber Seregni, un adolescente de 66 kilos de peso y 1,70 metros de estatura, sin sombra
de bigote.292

(288) Poniatowska, El Universo o nada…, o. cit., p. 321-322.


(289)  Poniatowska, Ibídem, p. 83.
(290) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 182-183.
(291)  DEHEN, Legajo…, o. cit., ff. 161-165.
(292)  Ibídem, ff. 20 y 178.

58
Capítulo 4
«Buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»
«Destaquemos, en su génesis, la fidelidad a los principios democráticos de nuestros
primeros soldados, que se apresuran –en medio del fragor de las armas– a rendir su
fuerza ante las autoridades constituidas que ellos mismos levantan...»
Liber Seregni, 25 de agosto de 1955.

El plan era aprovechar que Seregni estaba en México para mandarlo a la IV


Asamblea del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, que se reuniría en Caracas
ese diciembre,293 pero un oficio del agregado militar uruguayo en Washington lo enteró de
que debía regresar de inmediato a Montevideo pues Lily estaba «gravemente» enferma.
El 3 de octubre el uruguayo obtuvo la audiencia solicitada para despedirse del presidente
mexicano y saludó también al ministro de Defensa. Siete días después abordó el vuelo
que lo trajo de regreso.294
«Es de esperar que este Capitán reintegrado a su cargo [...], pueda sacar provecho
en bien del servicio de los nuevos conocimientos adquiridos»,295 escribió Zubía, director
del Geográfico, insinuando que con seguridad habría algún tironeo por los talentos
que el joven oficial había revelado. Por si acaso, no bien lo tuvo en frente, le asignó
tarea: preparar la campaña que ese verano se realizaría en las costas del Río Negro para
cartografiar un cauce dramáticamente alterado por la represa del Rincón del Bonete,
inaugurada ese diciembre.296
En otoño de 1946 Seregni había cumplido la tarea asignada y estaba de nuevo en
Montevideo, por lo que no debió serle ajena la tensión creciente de la interna militar.
Una revisión de sus vaivenes, publicada en Marcha años después, situaba el origen de
los hechos en los primeros años de la dictadura de Terra, cuando el gobierno de entonces
apartó del Ejército a los militares que intentaron defender la institucionalidad. En 1943
los lesionados habían demandado reparaciones a las autoridades democráticamente
electas y de este movimiento resultó la ley 10726, del 25 de abril de 1946, que asignaba
al Tribunal Honorario (órgano creado el año anterior para restituir a los funcionarios
públicos injustamente destituidos por el terrismo) la tarea de atender también las
reclamaciones de «los militares que se consideren lesionados en sus derechos en el
período comprendido entre el 1.º de marzo de 1931 y el 14 de setiembre de 1945».297
Poco después, luego de historiar en detalle la peripecia de los isleños (y recordar que
uno de ellos había fallecido en la Isla de Flores por habérsele negado atención médica),

(293)  Ibídem, f. 171.


(294)  Ibídem, f. 172.
(295)  Ibídem, f. 173.
(296)  Ibídem, f. 177.
(297)  Ley 10726, art. 1.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

los demandantes señalaron en forma pública que, dada la vaguedad con que la ley de
abril había definido a sus beneficiarios, «los veinticinco o treinta recursos previstos,
correspondientes a otros tantos oficiales, víctimas reconocidas de arbitrariedades
pasadas, se multiplicaron prodigiosamente. Alrededor de trescientos expedientes fueron
iniciados al abrigo de la elástica norma legal».298 Las reparaciones que disponía el
tribunal consistían en reconstruir la carrera del afectado otorgándole los ascensos que le
hubieran correspondido. De este modo, la ola de ascensos interfería con las expectativas
de quienes habían previsto pasar a ocupar aquellos cargos.
Por su parte, tres meses después, el Parlamento volvió a legislar, probablemente
intentando reducir el impacto económico de la medida mediante el expediente de elevar
la antigüedad mínima exigible para subir de grado. A Seregni le había llevado nueve años
llegar de alférez a capitán. Bajo la nueva norma hubiera necesitado como mínimo diez.
Ese mismo mes fueron detenidos 29 policías y militares acusados de haber formado una
«Junta Revolucionaria» con objeto de llevar a cabo un «movimiento subversivo». El
coronel retirado Esteban Cristi fue acusado de conducir a los motineros. El general Juan
Pedro Ribas, entonces jefe de la Región Militar n.º 3, fue detenido en averiguaciones y
rápidamente liberado, pero Cristi y los amotinados fueron juzgados por «conspiración
contra el orden público», permaneciendo detenidos hasta agosto. La prensa batllista los
definió como nazificantes.299
En su libro Pacheco, la trama oculta del poder, Jorge Chagas y Gustavo Trullén
aseguraron que en realidad Cristi había sido un «fervoroso baldomirista». Había
abandonado su cargo en la Dirección de Aeronáutica Militar por diferencias surgidas con
el general Campos (cuando este ocupó por segunda vez la cartera de Defensa entre marzo
del 43 hasta junio del 46), y desde entonces escribía en el periódico herrerista El Debate
contra la política militar del gobierno.300
Tiempo después del «movimiento subversivo», durante una conversación
mantenida en el 5.º de Caballería de Tacuarembó, el capitán Esteban Cristi, hijo del
coronel condenado, le habría dicho al su par Pedro Aguerre Albano «que el general Ribas
había traicionado a su padre dejándolo solo».301
La carrera militar de Seregni tuvo sus propios obstáculos. Ya estaba en condiciones
de realizar los cursos de la Escuela de Estado Mayor que se impartían en el Instituto
Militar de Estudios Superiores (IMES), pero Zubía no pensaba prescindir de sus servicios.
A cuenta de los intereses del Geográfico pretendía que retrasara un año el comienzo de
los cursos, argumentando que «no es imprescindible tener el curso para ascender a los
grados superiores». «Me retobé», confesó Seregni a Blixen.302 Su legajo informa que
ese año se tomó treinta días de licencia cuando nunca antes había excedido los veinte.

(298)  «El Ejército y sus leyes», Marcha, 8.10.1954, pp. 16 y 17.


(299)  Frega, Ana, y otros, Historia del Uruguay en el siglo XX (1890-2005), o. cit., p. 133.
(300)  Chagas, Jorge y Trullén, Gustavo, Pacheco. La trama oculta del poder, 2.ª edición, Montevideo,
Rumbo, 2005, p. 43.
(301)  Aguerre, Pedro, Hermano, trabajaremos de presos. El coronel Pedro Montañez y la Corriente 1815,
Montevideo, EBO, 2012, p. 19.
(302) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 25.

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Capítulo 4 | «buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»

Hasta tuvo gripe, cosa que no le había sucedido en una década.303 Finalmente hubo humo
blanco: haría los cursos pero seguiría trabajando por las tardes en el Geográfico.304
La duplicación del esfuerzo no pareció afectar su rendimiento. El propio director del
IMES, el general Edgardo Ubaldo Genta (militar a quien en tiempos de Terra el fotógrafo
del diario La Mañana había captado en un acto de apoyo a la Italia fascista)305 felicitó
a Seregni a raíz de su trabajo Estudio detallado de las rutas de la segunda invasión
portuguesa. Una semana después se agregó a sus antecedentes el reconocimiento del
propio presidente de la República, Luis Batlle Berres, de visita en la escuela.306
Una «Nota de concepto» firmada por el general Zubía añadió que «a pesar de estar
realizando el primer año del Curso de Estado Mayor, a este Oficial se le ocupa fuera
de horario en algunas actividades técnicas». Desempeñándose siempre «muy bien»,
«evidenciando entusiasmo», Seregni había colaborado en las campañas geodésicas de
Salto Grande y Durazno y supervisado la construcción de las torres Bilby (estructuras de
acero desmontables usadas para elevar teodolitos y señales luminosas), que habían sido
encomendadas a Regusci y Voulminot.307
En esa metalúrgica no reinaba precisamente el mejor ambiente: el 15 de octubre
sus trabajadores –conducidos entre otros por el líder sindical trotskista Esteban Kirkich–
iniciaron la huelga probablemente más larga de la historia uruguaya. La empresa, una
metalúrgica naval, trabajó desde entonces con rompehuelgas reclutados por la Gorra
Blanca, organización que Ivonne Trías y Universindo Rodríguez han calificado de
mafiosa.308
Al año siguiente Seregni cursó el segundo año mientras en el Geográfico instruía a
los oficiales que se ocuparían del observatorio local.309 En setiembre de 1948 quiso ser
admitido para disputar una beca para la Escuela de Guerra Brasileña y, aunque Genta
alegó a favor de su pedido, el general Cipriano Olivera, jefe del Estado Mayor, no hizo
lugar a lo solicitado. Solo podían disfrutar de aquellas becas los mayores con un año de
antigüedad.310 Al mes siguiente, Seregni pidió que se le permitiera concursar para ese
grado. Esta vez la decisión correspondía al general Raúl Michelini, el mismo que había
desarmado la columna de Moratorio durante el motín del 38 y que ahora era presidente
de la Comisión Calificadora de Servicios Militares. Michelini autorizó lo solicitado y
desde el 1.º de febrero de 1949 Seregni fue mayor.311
Entretanto, su amigo, el Tape López Silveira litigaba ante la justicia la supresión
de los calificativos deshonrosos inscriptos en su legajo a raíz de su oposición a la

(303)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 182-183.


(304) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 25.
(305)  Rodríguez Ayçaguer, Ana María, Un pequeño lugar bajo el sol, Montevideo, EBO, 2009, p. 222.
(306)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 218.
(307)  Ibídem, f. 234.
(308)  Kikich en realidad habría sido yugoslavo y resistido a los alemanes en las guerrillas que integraba el
futuro Mariscal Tito. Rodríguez, Universindo y Trías, Ivonne, Gerardo Gatti. Revolucionario, Montevideo, Trilce,
2012, pp. 35.
(309)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 249.
(310)  Ibídem, fs. 254-255.
(311)  Ibídem, fs. 269-260.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

dictadura terrista, así como por el reconocimiento de los servicios prestados en el ejército
español.«Se valorizarán los servicios militares que hubieran prestado en otros ejércitos»,
establecía claramente el inciso tercero del artículo 3.º de ley 10726.
Mientras tanto, en 1944, con un prólogo del maestro comunista Jesualdo Sosa,
la Editorial Pueblos Unidos había publicado su libro Guerra de guerrillas, en el que
proponía esa táctica como medio de defender el país ante una agresión extranjera.312
Al Servicio de Inteligencia y Enlace de la Policía de Montevideo, creado en
setiembre de 1947, el Tape le resultaba una persona especialmente sospechosa. En abril
de 1948 se allanó su domicilio. En el operativo habría sido encontrado «material de
propaganda marxista» y se conocían los destinatarios: el mayor Óscar Petrides y los
capitanes Julio Roletti y Liber Seregni. «Se establece que los nombrados pertenecen
al “Grupo López Silveira”», concluía sin vacilaciones el funcionario que informó del
procedimiento.313
Muy probablemente ajeno a estas averiguaciones, Zubía reclamaba que, terminados
sus cursos, Seregni volviese al Geográfico. Fue entonces que el demandado oficial
recordó la antigua sugerencia de Buzó, que ahora comandaba la Región Militar n.º 1, y
lo fue a ver.
–Usted en el año 43 me dijo que…
– Sí, señor. ¿Qué quiere?
–Quiero ser militar, simplemente; me quieren llevar al Servicio Geográfico pero quiero seguir
la carrera.
Para Seregni los «buenos oficios» de Buzó hicieron que se desestimara la solicitud
del Geográfico.314 Durante la década siguiente su carrera avanzaría al galope.
Durante el verano del 49 prestó temporalmente servicios en el Estado Mayor pero
el 23 de marzo retornó, como secretario, al IMES, que ahora dirigía el coronel Guillermo
Murdoch.315 Tres meses después, habiendo quedado vacante el cargo de instructor en
Táctica General, Seregni asumió también esa tarea.316 En 1950 mantuvo esas funciones
y como en julio Murdoch fue designado jefe del Estado Mayor, le tocó ser director
accidental del Instituto hasta el 25 de octubre, cuando las autoridades nombraron para
ese cargo al coronel Raúl Sánchez.317 Desde 1951 sería también instructor de Inteligencia
e Información y comenzaría a integrar los tribunales que dirimían los ascensos.318
Al año siguiente, cuando la dirección del IMES quedó en manos del general José
Villar, dictó también clases de Estrategia y de Defensa Antiaérea. De diciembre en
adelante dejó la secretaría para pasar a ocupar la Jefatura de Operaciones, tarea que
implicaba resolver las necesidades logísticas de la institución, sin por eso desatender

(312)  Barreiro, Jorge, Uruguayos en la Guerra Civil…», o. cit.


(313)  Jefatura de Policía de Montevideo, Dirección Nacional de Inteligencia e Investigaciones, Prontuario
n.º 272, «Liber Seregni Mosquera», f. 1.
(314)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 27.
(315)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 279 y 285.
(316)  Ibídem, f. 85.
(317)  Ibídem, fs. 291-292.
(318)  Ibídem, f. 309.

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Capítulo 4 | «buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»

sus responsabilidades como docente ni descuidar tampoco la dimensión vertical de su


carrera: el 1.º de febrero de 1953, siempre por concurso, fue ascendido nuevamente.319
Pero el Ejército no era la única apuesta del ahora teniente coronel Seregni. Desde
el 49 con Julio Roletti, un exiliado argentino y la propia Lily, montó una compañía que
comenzó a importar hilo perlón. Esas «pequeñas operaciones que apenas daban para
pagar los gastos» le permitieron adquirir relaciones y conocimientos («descubrí, con
sorpresa, que muy a menudo la disciplina en las empresas privadas es mucho más severa
que en las Fuerzas Armadas», puntualizó una vez). En 1954, junto a «tres amigos civiles»
(«nada menos que los Obes Polleri», develó su sobrina),320 hizo un segundo intento, una
sociedad dedicada a la introducción de teleimpresoras con la que le iría mucho mejor.
Al principio «no teníamos plata, se hizo [...] con créditos bancarios. Trabajamos sobre
contratos hechos». Luego comenzaría a haber empleados: «además de los sueldos había
un reparto de utilidades y una participación progresiva en las decisiones», aseguró
Seregni.321
Para entonces López Silveira había obtenido el reconocimiento del grado de
coronel, se le habían abonado los sueldos del 39 al 42 («lo repartió con algunos amigos y
el resto se lo gastó todo en un cabaret en Buenos Aires», según contó su hijo) y se había
limpiado su legajo.322 Su caso podía ser justo, según fundamentaba en su libro «Sentencia
del Tribunal Extraordinario y otros documentos relativos a la reivindicación del Teniente
Coronel Juan José López Silveira», pero el desorden generado en la estructura jerárquica
de las Fuerzas Armadas por la forma en que eran atendidas las sucesivas reclamaciones
parecía ir en aumento.
Marcha señalaba que en lugar de revisarse lo actuado por el Tribunal Honorario
se había preferido calmar a los disconformes mediante una «nivelación hacia arriba,
que fue capitalizada por políticos expertos». Una nueva ley, aprobada el 13 de febrero
de 1952, restableció el orden de precedencias definido en los escalafones de 1931. Al
hacerlo «la mitad de la oficialidad, constituida por los egresados de la Escuela Militar
con anterioridad a los sucesos políticos de 1933, adquirió, en un acto de justicia o en un
golpe de suerte, el derecho al ascenso o ascensos, en tiempos mínimos». El semanario
de Quijano decía que, si en 1946 se habían amotinado 29, después de la nivelación eran
aproximadamente cuatrocientos los oficiales que manifestaban disconformidad.323
«Buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel» ironizaban habitualmente
los oficiales subalternos por aquellos años, recordó el propio Seregni en La mañana
siguiente.324 El 8 de octubre de 1954, Marcha revelaba una nueva «etapa de agitación
protagonizada por huéspedes con los que no se contaba: la tercera tanda de oficiales
descontentos, integrada por oficiales graduados desde 1934 en adelante». Trescientos de
ellos habían sido arrestados por solicitar a la directiva del Centro Militar la convocatoria

(319)  Ibídem, fs. 310, 322, 332, 335 y 346.


(320)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor Seregni (14.11.2015).
(321)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 47; y Blixen, Seregni…, o. cit., p. 29.
(322)  Barreiro, Jorge, «Uruguayos en la Guerra Civil…», citado.
(323)  «El Ejército y sus leyes», Marcha, 8.10.1954, pp. 16 y 7.
(324) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 27.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de una asamblea para discutir una modificación de la Ley Orgánica Militar, a los efectos
de acortar los tiempos mínimos de ascenso. El inciso H del artículo 22 de los estatutos
de la institución prohibía «en la sede y/o dependencias sociales todo acto o discusión
de carácter político o religioso que afecte la disciplina militar», y aquella demanda
«gremial» fue considerada violatoria de esta prescripción.
«Se asegura que las rebeldías presentes [...] nada tienen que ver con la ambición
política, ni nada debe temer de ellas la estabilidad de las instituciones», aclaraba sin
embargo el cronista.325 La página editorial del semanario acompañaba esa evaluación
tranquilizadora: «… los pronunciamientos han sido desterrados», aseguraba. «No
volverán porque el país, que tiene más fuerza que la fuerza, no lo toleraría. No volverán
porque el propio ejército, sus oficiales jóvenes, sus jefes responsables, son incapaces no
solo de intentarlos, sino aun de imaginarlos», argumentaba.326
Lo que sí volvió fue un general al Ministerio de Defensa, cosa que no sucedía
desde 1947. El escribano Ledo Arroyo Torres fue relevado por el general Ribas, quien
dispuso, el 18 de noviembre, la creación de un Grupo de Asesoramiento y Planificación
(GAP). Este tendría como el estructurar«un estatuto único para todos los integrantes
de las Fuerzas Armadas», estatuto que «contemplaría también –presumía Marcha– las
notorias aspiraciones de la oficialidad joven», además de encargarse de conceptualizar
la «misión y doctrina de las Fuerzas Armadas, en función de nuestra política exterior,
compromisos internacionales y recursos con que cuenta el país».327
La cronología ubicaría a Seregni en aquella tercera tanda de disconformes pero
en su caso, con 37 años, ya estaba a dos escalones del generalato. Los informes de sus
superiores seguían ayudándolo. «Durante el período de vacaciones continúa concurriendo
diariamente al Instituto a fin de preparar todo lo necesario para la buena marcha del
próximo año escolar», anotaba por ejemplo el general Villar, y subrayaba, no solo la
«gran escrupulosidad» con que Seregni había administrado los diez mil pesos que puso
en sus manos para adquirir los materiales necesarios para los cursos,328 sino que gracias
a su gestión financiera podía afirmarse «que por primera vez en el Instituto se ha logrado
obtener un superávit en el rubro impresiones». La cultura del oficial permitía asignarle
tareas como la de traducir y adaptar el Manual R.C.25-1 (Información de combate)329 y
su carácter hacía que también se le confiara la asistencia a las delegaciones extranjeras.330
Su competencia docente era ampliamente reconocida. El coronel Raúl Vernengo,
jefe del Centro General de Instrucción para Oficiales de Reserva, agradeció las
conferencias que Seregni dictaba en ese centro destacando además que las brindaba
«con sacrificio de sus horas libres».331 Las «Notas de concepto» del general José Baptista

(325)  «El Ejército y sus leyes», Marcha, 8.10.1954, pp. 16 y 7.


(326)  «El honor del Ejército», Marcha, 8.10.1954, p. 5.
(327)  «Tres hechos en Defensa Nacional», Marcha, 3.12.1954, p. 4.
(328)  DEHENLegajo…, o. cit., f. 329.
(329)  Ibídem, f. 349.
(330)  Ibídem, fs. 289, 298, 356.
(331)  Ibídem, f. 343.

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Capítulo 4 | «buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»

sobre su desempeño en los tribunales de concurso de enero de 1952 y diciembre de 1953


tampoco escatimaban alabanzas.332
Los episodios de la primavera de 1954 tuvieron consecuencias para el IMES, que
pasaría a dirigir el general Modesto Rebollo,333 pues para Villar habría un nuevo destino:
conducir el GAP. Villar quiso que en su nueva función lo acompañara Seregni.334 El
organismo parece haber actuado en forma muy rápida sobre el punto más caliente de su
agenda. A fines de enero de 1955 se informaba que el Poder Ejecutivo había enviado al
Parlamento un proyecto de ley que enmendaba la de julio del 46 acortando los plazos
mínimos de ascenso. La reforma, se aprobó el 15 de febrero: los diez años exigidos para
ascender de alférez a capitán se redujeron a siete.
El grupo continuó funcionando pero la participación de Seregni no fue de regular
intensidad. Según aseguró Villar entre diciembre de 1954 y febrero de 1955 «que fue
cuando este grupo realizó trabajos complejos e importantes, este jefe actuó en forma
brillante». No sucedió lo mismo de marzo en adelante, pues «las importantes funciones
que [Seregni] cumple en el Instituto Militar de Estudios Superiores le impiden concurrir
con asiduidad», explicó jefe del GAP.335
Es curioso que en el legajo de Seregni no conste registro de que el oficial fue uno
de los oradores del acto patriótico del 25 de agosto de 1955, donde habló en nombre de
las Fuerzas Armadas. Acción, el diario de la 15, la lista de Luis Batlle Berres, lo informó
de inmediato. El Día, que respondía a la lista 14, la de los hijos de Don Pepe, cada vez
más lejos de su primo y más cerca de la derecha colorada, tardó un día en registrar el
nombre del «representante de las Fuerzas Armadas», pero en la edición siguiente resolvió
publicar su discurso íntegro.
«Elocuente discurso del teniente coronel Liber Seregni en Piedra Alta», titulaba
la nota el órgano catorcista. Lo que el orador había elegido destacar en su discurso era
que los revolucionarios de 1825 «en medio del fragor de las armas» habían sido capaces
«de rendir sus fuerzas ante las autoridades constituidas que ellos mismos levantan»;
aquellos «ilustres varones» habían sabido «forjar nuestra libertad» pero «sobre todo
encauzarla en un régimen ordenado de legalidad, dentro de los más puros principios del
credo democrático».336
Blixen insiste en que algún destinatario específico tenía la amonestación democrática
de Seregni y narra que fue oyéndolo esa tarde que Batlle Berres –presidente del Consejo
Nacional de Gobierno desde ese 1.º de marzo– decidió incluir al teniente coronel en la
misión especial que el gobierno uruguayo enviaría a la brevedad a Chile.337 Cabe recordar
que este discurso fue el primero (y el único de su etapa como militar) que el propio
Seregni incluyó en la papelería que seleccionara al final de su vida como el archivo
diseñado por él para registrar lo que consideraba clave de su legado político.

(332)  Ibídem, fs. 314 y 351.


(333)  Ibídem, f. 349.
(334)  Ibídem, f. 357.
(335)  Ibídem, f. 361.
(336)  El Día, Montevideo, 27.8.1955, p. 1.
(337) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 31.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

La derrota del intento de golpe de Estado contra Perón, que había ocurrido el 16
de junio, trajo al Uruguay una nueva tanda de exiliados argentinos y la mayor parte
de la prensa local dio amplio espacio a sus ataques contra el gobierno argentino. La
cancillería oriental recordaba por entonces un documento reciente de su par argentina,
en que se predicaba la recuperación por la Argentina del Virreinato del Río de la Plata.
Al mismo tiempo, se sopesaban las notas amenazantes del entonces ministro argentino
de Relaciones Exteriores, Jerónimo Remorino.
La hipótesis de una invasión argentina era considerada con tanta seriedad por el
gobierno uruguayo que –de acuerdo a un memorándum de la CIA– durante la conferencia
de la OEA realizada en Caracas el año anterior, la renuencia de los uruguayos a votar
en favor de la moción norteamericana, que justificó la intervención militar contra el
gobierno democrático guatemalteco, fue vencida mediante el expediente de señalársele
«informalmente» al presidente de la delegación oriental «que el apoyo que podían
esperar de Estados Unidos en caso de agresión argentina dependía en gran medida de
la posición anticomunista [...] en la conferencia».338 Ahora el general Ribas aseguraba
que el peligro de un incidente bélico era inminente y las Fuerzas Armadas uruguayas
deberían prepararse.
Cortese, por entonces inspector general del Ejército, comandaría una misión a
Chile con objeto de conseguir apoyo. Aquel país, explicó Seregni, era «el aliado que
mejor se alineaba en ese momento [...] por la ancestral antipatía» que le profesaba a la
Argentina.339 La delegación estaba integrada además por un oficial de cada arma. Seregni
iría por el Ejército.340 Sin embargo, la sangre no llegó –por lo menos– a este lado del
río. El 16 de setiembre, mientras los militares uruguayos llegaban a Santiago, Perón era
derrocado y los objetivos de la misión caducaban naturalmente.341
Tonos distintos seguía teniendo la interna militar en esta orilla. Los insatisfechos
promovieron la derogación de la norma que impedía que el Centro Militar fuera su
portavoz. Según Marcha, que dedicó al asunto su editorial, la definición sobre la reforma
o no del inciso H fue dramática. Fueron necesarias tres votaciones sucesivas para que la
asamblea del Centro Militar adoptase posición. Primero se votó a mano alzada, pero el
resultado fue objetado. Entonces se marcó posición poniéndose de pie o permaneciendo
sentado y la cuenta siguió siendo confusa. Finalmente se ordenó a los asambleístas
proclives a la derogación del inciso que se ubicasen sobre una pared y a los de la tesitura
contraria que se alineasen sobre otra y así se terminó resolviendo la supresión de la
restricción de referencia.
Enteradas las autoridades militares impusieron a los mocionantes la máxima
sanción: 60 días de arresto a rigor. El Poder Ejecutivo decretó su pase a disponibilidad.
Desconforme con esto y tras declarar «que no hubo transgresión estatutaria por parte de

(338)  García Ferreira, Roberto, La CIA y los medios en Uruguay. El caso Arbenz, Montevideo, Amuleto,
2007, p. 63.
(339) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 265.
(340)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 357.
(341) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 31.

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Capítulo 4 | «buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»

ninguno de los señores oficiales», el general César Meiraldi, presidente del Centro Militar,
renunció. A todo esto, se convocó de inmediato a una nueva asamblea que repuso la
restricción derogada. «A la vista está el panorama de las dictaduras que padece América,
como justificativo bastante de alarma frente a las actitudes políticas ambientadas en
cuarteles», admitía el editorialista del semanario quijanista. Sin embargo, Marcha una
vez más valoraba que «este episodio [...] no es ni debe ser motivo de inquietud para la
ciudadanía».342
Mientras tanto, aquel año se cumplía una década de crecimiento incesante del
producto bruto interno a un elevado promedio anual. «Vivíamos en la abundancia»
recordaba Seregni a los 85 años. «Había un alto ingreso nacional y un reparto de ese
ingreso que, a diferencia de cómo fue en otros países de América y del mundo, era
bastante equitativo. Las clases medias vivían bien, construían sus sueños».343 Al año
siguiente la familia Seregni, por ejemplo, adquirió el apartamento de Pocitos (Bulevar
Artigas casi Bulevar España) donde viviría durante décadas. Además, como después de
la caída de Perón, los valores inmobiliarios cayeron en picada, también resultó realizable
el sueño de la casa en la playa.
Explicó Seregni:344
Recordé las enseñanzas del maestro Quijano, que en aquel momento decía (recién estaba
empezando el gradiente de inflación): «Estos son momentos de deber, hay que deber plata».
Entonces me metí (no tenía nada; tenía sí, buen nombre) en una casita [en Punta del Este] que
construí y que con terreno y todo costó en total $ 23.500 pesos, a pagar en conformes (lo único
que firmé fueron conformes) a amortizar semestralmente durante cinco años.
Selene, su hermana, ahora también tenía una hija, Marvis, nacida en 1942, pero
su marido viajaba en forma permanente al Interior por motivos laborales y continuaba
viviendo en la casa de sus padres. Desde 1946 estos habían alquilado en Malvín (Caldas
casi Asamblea) porque a Marvis se le había diagnosticado una severa infección pulmonar
y se le recomendaba la cercanía de la playa. Ema había logrado jubilarse en 1951. José
continuó trabajando como cobrador de la mutualista Médica Uruguaya hasta 1952. Se
jubiló con 73 años y una capacidad física todavía envidiable.
Marvis recuerda haberlo visto jugar carreras con su madre: Selene corriendo por la
playa y él nadando en paralelo. Como su nuevo domicilio no tenía fondo se asoció con
un vecino que disponía de espacio para seguir trabajando, como era su costumbre, una
quinta. A menudo marchaba con sus nietos a la casa de su hijo en Comercio y Solferino.
Los niños demandaban hacer el viaje en tranvía y José respondía: «¿Para qué están las
piernas?».
Todos sus nietos iban a la escuela pública. Bethel y Giselle a la n.º 60, en Solferino
y Comercio, donde su padre a veces disertaba sobre astronomía. Fuera de su horario de
trabajo Liber vivía como un civil. «En casa de mi tío nunca vi un arma. Hacía desaparecer
inclusive la de reglamento», recordó Marvis Bentancor. Su hermano Edwin era el único

(342)  «La política y el Ejército», Marcha, 14.10.1955, pp. 4-5.


(343) Butazzoni, Seregni-Rosencof. .»., o. cit., p. 196.
(344)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 46-47.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

varón de aquellos primos y Liber lo disfrutaba. «El tío no alcanzaba a sacarse las botas y
ya estaba jugando con él. Pero nunca le puso un arma en la mano. Ni siquiera le enseñó
a tirar. En la casa de aquel militar lo que era grande era la biblioteca», agregó la sobrina.
Condición y rango se recordarían sin embargo en Navidad. Un subordinado de
Seregni, el sargento Saureda, que a veces llevaba a los niños al cine, pasaba la fiesta
con ellos. Era el encargado de traer la pirotecnia que el vecindario envidiaría y también
traía música. Los niños constataron que año tras año eran los mismos villancicos y
preguntaban con ironía: «¿A ver qué trajo esta vez Saureda?». Seregni aprovechaba la
distracción de los fuegos artificiales para disfrazarse de Papá Noel. «Mi tío siempre fue
de mucho humor y nunca tuvo miedo al ridículo», aseguró Bentancor.345
Pero Seregni sabía bien que esas capas medias no eran todo el Uruguay. No solo
estaba el país de la miseria rural, donde tanto veces había acampado durante sus años
en el Geográfico, «estaba el “cinturón industrial” de Montevideo… Porque Montevideo
no tenía –como tiene ahora– un cinturón de miseria y marginación. El cinturón de
Montevideo eran las fábricas», recordaba Seregni durante el invierno de 2002.346
Y a Seregni le constaba que la dignidad material que estaba alcanzando la ciudad
obrera era el resultado de un proceso bien distinto al de su carrera de méritos. A los 19
años su primera misión fuera del cuartel había sido proteger la circulación de los tranvías
de los trabajadores en huelga. Dieciséis años después, en plena bonanza, los cursos
del IMES se suspendieron y Seregni, como todos los oficiales y clases del Instituto,
quedó a disposición de la Inspección General para «garantizar el orden en la capital»
y «mantener el funcionamiento de los servicios públicos en coordinación con la Marina
y la Policía».347 Nuevamente estaba en pie de guerra una alianza de sindicatos, la de los
llamados «gremios solidarios», que el año anterior había llevado a la huelga entre treinta
mil y cuarenta mil trabajadores, logrando que el Parlamento amnistiara y restituyera a los
dirigentes sindicales de ANCAP (procesados en aplicación del artículo 165 del Código
Penal que tipificaba como delito la huelga de funcionarios de servicios públicos).348
Desde sus días de alférez, aquel proletariado emergente se había convertido en una
clase robusta. Los noventa mil obreros de 1936 habían pasado a ser más de doscientos mil
en 1952, es decir que de ser la décima parte de la población activa habían pasado a ser la
quinta.349 Además se concentraban en el oeste y el norte de la ciudad marcando la tónica
de la sociabilidad de esos barrios. Desde 1936 estaban cada vez más organizados. Más de
la mitad de los sindicatos existentes a fines del siglo pasado nacieron precisamente entre

(345)  Entrevista de los autores a Marvis Bentancor, 14.11.2015.


(346) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 244.
(347)  «Ministerio de Defensa Nacional. Actuación del Ejército en los conflictos gremiales que afectaron a
la capital de la República (Desde el 1 de setiembre al 31 de octubre de 1952)», documento publicado íntegramente
en Cores, Hugo, La lucha de los gremios solidarios (1947-1952), Montevideo, Compañero-EBO, 1989, pp. 241-
249.
(348)  Ibídem, p. 201.
(349) Porrini, La nueva clase trabajadora..., o. cit., pp. 77-85.

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Capítulo 4 | «buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»

ese año y 1950. Si en torno al Centenario había diez mil trabajadores sindicalizados, al
final de los cuarenta ya eran cien mil.350
De 1936 databa también la primera convocatoria a la formación de una central
sindical única que acabaría plasmándose –como se ha visto– en la Unión General de
Trabajadores (UGT) de 1942.351 Esa unidad no lograría sostenerse pero el mismo año,
con la Ley de Consejos de Salarios, terminaba de legalizarse el derecho de los asalariados
privados a negociar colectivamente sus remuneraciones y se daba un impulso formidable
al proceso de organización: nada menos que el 68 % de los trabajadores industriales
habilitados sufragaron en las elecciones de sus representantes para los consejos.352
Un resultado de todo ese proceso había sido que de 1936 a 1952 los salarios de los
trabajadores de la industria privada creciesen más de un cincuenta por ciento en términos
reales y más todavía los sueldos más bajos en un movimiento de nivelación.353 Esta nueva
clase trabajadora uruguaya manifestaba una autonomía que pondría en problemas a las
organizaciones políticas que pretendían representarla. En 1951 ni la UGT –controlada
por los comunistas– ni la CSU –de la que los socialistas participaban– habían apoyado a
los trabajadores en conflicto. Exagerando apenas, Universindo Rodríguez e Ivonne Trías
han evaluado que en la época, «había más huelguistas solidarios que votantes de los
partidos de izquierda en conjunto».354
Además la nueva clase venía segregando una promoción de dirigentes que la
entenderían cabalmente y le dedicarían sus vidas: el zapatero Enrique Rodríguez y el
tejedor Héctor Rodríguez, el trabajador del metal Gerardo Cuesta y el del comercio José
D’ Elia, Enrique Pastorino, obrero del cuero, y León Duarte, que lo era del caucho, entre
otros. Serían parte fundamental del núcleo emergente de los pioneros que años después
crearían la CNT.
El batllismo, que venía triunfando electoralmente desde 1946, construyó con
esta nueva generación de trabajadores una relación ambigua. Su impulso había sido
decisivo para la expansión de una legislación laboral que por esos años sumaba derechos
como la indemnización por despido y la licencia anual, instituciones como la Caja de
Compensaciones de la Industria Frigorífica e incluso un estatuto para el trabajador rural.
Pero ante la huelga ferroviaria de mayo de 1947, todavía en vida de Tomás Berreta, se
había decretado la prisión de los dirigentes sindicales.355 Durante el conflicto metalúrgico
de 1950, el diputado nacionalista Daniel Fernández Crespo denunció que los huelguistas
eran sometidos a detenciones arbitrarias y fichajes.356 La masiva huelga de 1951 había

(350)  Ibídem, pp. 179-189.


(351)  Ibídem, p. 196.
(352)  Ibídem, p. 161.
(353)  Ibídem, pp. 95-104.
(354)  Rodríguez, Universindo y Trías, Ivonne, Gerardo Gatti. Revolucionario, Montevideo, Trilce, 2012,
p. 30.
(355) Porrini, La nueva clase trabajadora…, o. cit., pp. 170-174.
(356)  Kierszenbaum, Leandro, «”Estado peligroso” y Medidas Prontas de Seguridad: violencia estatal bajo
democracia (1945-1968)», en AGU, Contemporánea, volumen 3, Montevideo, UDELAR, 2012, p. 104.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

sido provocada por una controvertida decisión del presidente de ANCAP, el ingeniero
Juan P. Fabini, batllista, aunque de los de El Día.
En esa instancia, en el oeste de la ciudad el conflicto había asumido por momentos
un tono que recordaría el clima insurreccional de los días de la revolución rusa. Relató
Gerardo Gatti, que entonces tenía 19 años y representaba a la FEUU ante los gremios
solidarios:
La zona de La Teja y el Pantanoso será conocida como la zona del Paralelo 38 (llamado así
por ser donde se separaban las «dos Coreas» en guerra). Se replicará la represión, se castigará
la traición, con métodos de «acción directa». Bajo la bandera roja y negra con la inscripción
«autorizado por el Comité de Huelga General» circularán por «el paralelo» los vehículos que no
quieren arriesgar ser atacados con piedras, bulones, molotovs.357
Al año siguiente, tanto quincistas como catorcistas votaron el establecimiento
de medidas prontas de seguridad para enfrentar los conflictos gremiales. En marzo, la
huelga fue en la Salud Pública y el médico socialista José Pedro Cardoso (diputado
desde 1938) denunció que el Ejército había entrado «con bayoneta calada» a sanatorios
y hospitales.358 El Sol advertía entonces que el empleo que se daba al Ejército abriría
una «grieta en el edificio» republicano, por la que podrían «llegar al corazón de nuestro
edificio institucional los riesgos de un militarismo creciente».
En setiembre, ante la prolongación de un conflicto del transporte, nuevamente se
decretaron medidas. En un editorial titulado «El orden social», El Día sostenía que el
gobierno debía mostrar firmeza, a diferencia de los anteriores gobiernos que habían
«tolerado […] movimientos que, bajo una falsa máscara gremial, subvertían el orden
público y tendían a desorganizar e incluso paralizar el desarrollo normal de la vida del
país».359 Incondicionalmente batllista era el coronel Ademar Felippone, encargado de
mantener trabajando el Frigorífico Nacional en setiembre de 1952.360
En esos días Guillermo Chifflet, que entonces tenía 26 años y era el cronista sindical
de El Sol, se encontró cerca del Palacio Legislativo con el Ruso Esteban Kirkich, de
Regusci y Voulminot, uno de los dirigentes más destacados de aquel movimiento,
«amenazado de ser expulsado del país por su origen yugoslavo». Según narró Chifflet a
sus biógrafos,
se dio la casualidad que en aquel mismo momento pasaba por la Avenida Agraciada Luis Batlle
en su coche. Lo reconoció y se ofreció a llevarlo para evitar que la policía lo detuviera. Pese a
que los legisladores de la 15 habían votado las medidas prontas de seguridad, Luis Batlle parecía
no estar conforme con los acontecimientos. Kirkich agradeció el gesto y muy amablemente se
negó.361
Menos caballerescos resultarían los modales de la Liga Federal de Acción Ruralista,
organización que en 1951 se había desgajado del viejo gremialismo ganadero, acusándolo

(357) Cores, La lucha de los gremios…, o. cit., p. 200.


(358)  Chagas, Jorge y Trullén, Gustavo, Guillermo Chiflet. El combate de la pluma. 1926-2010, Montevi-
deo, Rumbo, 2010, p. 70.
(359)  Kierszenbaum, «“Estado peligroso”...», o. cit., p. 105.
(360) Cores, La lucha de los gremios, o. cit., p. 243.
(361)  Chagas, y Trullén, Guillermo Chiflet…, o. cit., p. 72.

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Capítulo 4 | «buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»

de limitarse a representar a «la casta de los “galerudos”, que son quienes se creen que
nacen para mandar porque se dicen superiores a todos, consideran que por sus venas
corre sangre azul y al pueblo ruralista lo miran con desprecio y con asco».362 El autor de la
invectiva, Benito Nardone, Chicotazo, era el líder indiscutido de la Liga. Según Seregni,
«Nardone capitalizó muy bien el descontento de los sectores agrarios, que veían como
todos los excedentes que producía el campo uruguayo se volcaban a la industrialización
urbana». Chicotazo –advirtió Seregni– había sido «menospreciado, vilipendiado y
despreciado por ciertas clases, sobre todo por los intelectuales» y justamente por esto el
militar insistía en sus «aportes fundamentales»:«Fue el “campeón de la radio portátil”.
El metió a la gente del campo, siempre hablando un lenguaje muy campechano, en el
comercio internacional… [...] Y cualquier paisano te hablaba de las divisas y la onza
troy. [...] Nardone democratizó mucho la vida política [...]», redondeó en 2002.363
Concluida la guerra de Corea en julio de 1953, la subsiguiente caída de los precios
de los productos agropecuarios que el país exportaba agravó la irritación de los sectores
medios rurales y Chicotazo la aprovecharía para fines que excedían el gremialismo.
Nardone supo reclutar intelectuales como Washington Reyes Abadie o Alberto Methol
Ferré, entre otros. En abril de 1954, en el discurso inaugural del primer Cabildo Abierto
Nacional organizado por la Liga, Nardone definió al ruralismo como un movimiento
popular con una doctrina propia, heredera del artiguismo. Hasta las elecciones de ese
año el caudillo ruralista mantendría cierta neutralidad, llamando a sus seguidores a votar
los que fueran blancos a Herrera y los que fueran colorados a Batlle Berres. Después se
fue volviendo claro que para 1958 tenía otros planes.
El tono de la interna militar también estaba cambiando. El general Ribas había
renunciado a la cartera de Defensa en mayo de 1956,364 siendo sucedido por Florentino
Guimaraens. En setiembre este dejó temporalmente su cargo al coronel Leoncio Raíz
mientras que, por enfermedad de Anibal Pérez, inspector general del Ejército, se designó
para suplirlo al general Rafael Milans.
La prensa habló de una comida en la que algunos oficiales superiores habían
acordado resistir los nombramientos. Esos generales entendían inaceptable que los
mandase un coronel pero revelaban aún mayor irritación contra la designación de Milans,
recientemente llegado al generalato. Aducían que el artículo 215 de la Ley Orgánica
Militar disponía que en eventualidades como esa, el cargo debía ser ocupado por el
primer general de la derecha, el más antiguo. El gobierno reaccionó removiendo a dos de
los rebeldes.365 El general José Baptista, jefe de la Región Militar n.º 4, considerándose
con mejor derecho que Milans a ocupar la inspección, renunció a su cargo en términos
que determinaron su arresto y pase a disponibilidad.
El incidente se convirtió en «la chispa de un conflicto, que planteado originalmente
por un reducido grupo de generales, se ha extendido e involucra, ahora, a jefes y oficiales

(362)  Frega, Ana y otros, Historia del Uruguay…, o. cit., p. 143.


(363) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 247-248.
(364)  «Revalúo de la colaboración» y «Dos actitudes», Marcha, 18.5.1956, pp. 4-5.
(365)  «Cónclaves desbaratados», Marcha, 14.9.1956, p. 4.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de todas las jerarquías», narraba por entonces Marcha. Baptista había sido obsequiado
con un álbum donde se expresaba el apoyo a su causa firmado por un centenar de
oficiales. Los organizadores del homenaje, ha escrito el general Pedro Aguerre Albano,
eran «oficiales próximos al coronel Mario Aguerrondo». A propósito de estos hechos,
se produjeron nuevos arrestos: «eran muchos, tantos que superaban la capacidad de
alojamiento disponible. La sanción entonces debió ser administrada por grados, en
cuotas», narró Aguerre Albano.366
Una carta remitida a Marcha bajo el seudónimo de «Castrense» sostenía que el
gobierno procedía con las Fuerzas Armadas «un poco a la manera del chico que molesta
al león entre las barras, rápido para refugiarse al primer rugido».367 «La situación actual
desborda las consecuencias limitadas y episódicas que pudieron y debieron tener las
designaciones», valoró el editorialista del semanario, al tiempo que consideró del caso
advertir que «si es posible que políticos de cintillo y partido hayan intentado o intenten
el manoseo de la dignidad militar, los actuales jefes y oficiales [...] saben perfectamente
que para un ejército no hay mayor desdoro que el que supone caer en la desconsideración
y el repudio de su propio pueblo», y que de eso el continente estaba lleno de ejemplos.368
Mientras tanto Seregni había ascendido a coronel y pasado a desempeñar la
subdirección del Geográfico,369 que ahora estaba al mando de un isleño de larga trayectoria
en el servicio, el coronel Hugo Frigerio Herrán, amigo personal de Rodney Arismendi,
que por entonces cumplía diez años como diputado y hacía dos que ocupaba la secretaría
general del Partido Comunista.370
Por esos días, el general Ribas –cuyo nombre, según Chagas y Trullén, «sonaba
como candidato de los grupos anticolegialistas colorados»– publicó una serie de artículos
en El Diario, enjuiciando la política militar de Batlle Berres. Sus críticas fueron de tal
tono que Batlle lo retó a duelo. El enfrentamiento tuvo lugar el 22 de noviembre en la
Plaza de Armas del Cuartel del Grupo de Artillería n.º 1, lindero con el Pantanoso. La
agencia EFE informó que a pesar del tajo que Luis Batlle había recibido en su mano
hábil, había conseguido asestar un sablazo en el brazo derecho de su oponente, quien –al
tercer asalto– declinó continuar.371
Pero en la arena política Batlle Berres no tendría tregua. La vida cotidiana de los
uruguayos se encarecía motivando conflictos sindicales de importancia que se conjugaron
con la campaña de los estudiantes universitarios por una ley orgánica que materializara
la autonomía y el cogobierno de la Universidad. Además al acercarse las elecciones,
Nardone terminó pactando un acuerdo político electoral con Luis Alberto de Herrera,
en coincidencia con el retorno de todos los sectores del nacionalismo independientes
al lema, cosa que no sucedía desde que el caudillo blanco otorgara su respaldo al golpe

(366)  Aguerre, Hermano, trabajaremos de presos…, o. cit., p. 38.


(367)  «Ni tanto ni tan poco», Marcha, 22.9.1956, p. 3.
(368)  «En las apuradas, la cabeza fría», Marcha, 5.10.1956, pp. 4-5.
(369)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 347, 365, 366, 377.
(370)  Martínez, José Luis y Rótulo, Matías, Los soldados del General, Montevideo, Arca, 2008, p. 146.
(371) Copia fascimilar de la página 45 de la edición del diario madrileño ABC correspondiente al
23.11.1957, en ‹http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc›.

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Capítulo 4 | «buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»

de Terra en marzo de 1933.372 Un mes antes de las elecciones, hasta el general Armando
Lerma, jefe de la Región Militar n.º 1, se manifestaba disconforme con el gobierno, y fue
relevado por Ademar Felippone.
Los resultados electorales tradujeron un cambio total en el escenario político
nacional. Del escrutinio resultó que el Partido Colorado había obtenido 379.062
votos contra 499.425 del Partido Nacional. Este además había ganado en todos los
departamentos salvo en Artigas. Por primera vez en 93 años habría rotación de los
partidos en el gobierno.
Pero pudo no ser así. Quien después de las elecciones organizó una comida fue el
general Felippone. Del encuentro habrían participado todos los jefes de unidades de la
capital salvo el teniente coronel Luis Garate, jefe del Regimiento n.º 6 de Caballería, el
único blanco de la nómina. Al teniente coronel Víctor Licandro, que prestaba servicios
en la Región n.º 1 y que estaba de jefe de servicio el día en que Felippone cursó la
invitación, le sorprendió que su superior, alterando el procedimiento habitual, no le
ordenase a él convocar a los comensales, sino al sargento de guardia.
Ha asegurado el general Pedro Aguerre Albano:
Según una versión que en ese momento se extendió en el Ejército, los generales Rafael Milans y
Carlos Bartolomé Herrera, inspector general y jefe de Estado Mayor [...] respectivamente, luego
de esa reunión habrían concurrido ante el presidente de la República [...], para expresarle que
estaban en condiciones de asegurar la no entrega del poder, si esa era su voluntad.
Aguerre, entonces capitán en el Regimiento de Caballería n.º 5 de Tacuarembó,
había bajado a la capital con el fin de presentarse al concurso para ingresar a la Escuela
de Estado Mayor del IMES. También estaba en Montevideo su amigo Pedro Montañez,
que acababa de salir de esa escuela con el grado de mayor. Ninguno de ellos era blanco
pero ya era reconocida la «prédica a favor del respeto de las instituciones» que ambos
compartían.
El coronel Eduardo Zubía, hijo del exdirector del Geográfico, habló con Montañez.
Por su parte, su par Esteban Cristi, hijo del Cristi «nazificante», lo hizo con Aguerre.
Lo que tenían para decirles era sustancialmente lo mismo: militares simpatizantes del
Partido Nacional, creyendo estar ante los preparativos de un golpe de Estado, habían
planificado un «esquema de contragolpe» y les propusieron participar en él. Montañez
y Aguerre aceptaron. El primero debería tomar el Centro de Instrucción de Oficiales de
Reserva. Al segundo le correspondía controlar su regimiento en Tacuarembó. El capitán
Hugo Medina lo secundaría en la misión.373
Desde mayo de 1958 Seregni había pasado a prestar servicios en la Inspección
General del Ejército,374 un lugar suficientemente cercano del despacho presidencial.
«Tuve una buena amistad con Luis Batlle Berres. La inicié, precisamente en 1959, tras la

(372)  Fiel a su estilo de siempre y ya retirado de la militancia directa en política partidaria, Carlos Quijano
desde su bastión de Marcha confirmó su independencia absoluta.
(373)  Aguerre, Pedro, Hermano, trabajaremos de presos…, o. cit., pp. 20-21.
(374)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 387 y 393.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

derrota electoral. Después fue más cultivada», narraría a Barros Leméz.375 «Alguien –un
militar– le ofreció a Luis Batlle Berres la posibilidad de no entregar el gobierno y [este]
lo mandó a rodar de la manera más categórica»,376 contó en la misma ocasión. El oficial
había encontrado al líder batllista «profundamente dolorido y entristecido». Lo del golpe,
habría dicho don Luis, era «un disparate que alguno pudo haber estado pensando».377
La asunción del Consejo Nacional de Gobierno emergente de las elecciones de
1958 sería sin duda histórica y Seregni tenía credenciales como para que se le confiara la
organización del desfile militar. Su trayectoria en materia de organización de ceremonias
había comenzado veinte años atrás cuando, siendo teniente en el cuartel del Cerrito,
se le confiara formar al regimiento para rendir honores póstumos al general Gamarra,
mereciendo por esto la felicitación del jefe de la Región. Su participación como agregado
militar a la Embajada Extraordinaria de Grecia en ocasión de la trasmisión de mando de
1951 le había valido que el rey Pablo I le confiriese la Cruz de Oficial de la Orden Real de
Phoenix. En 1955 había sido nombrado para asistir a la representación turca y a fines de
ese año organizó la ceremonia de clausura de cursos del IMES, a la que había asistido el
propio don Luis. «Sus dotes [...] hicieron que dicha ceremonia, así como el lunch que fue
servido a continuación, resultaran [...] merecedores de ser calificados como perfectos»,
escribió su superior de entonces, el general Rebollo.378
Según relató Seregni a Blixen, fue su propuesta que el desfile del 1.º de marzo fuese
encabezado por las máximas jerarquías militares: delante de todo el inspector general
Rafael Milans seguido por su Estado Mayor; al frente de las tropas estaría Ademar
Felippone, jefe de la Región n.º 1, y la formación de la Escuela Militar sería conducida
por Antonio Francese, director de esta.
Seregni también narró para La mañana siguiente que, en los últimos días de febrero
de 1959, Mario Aguerrondo y Eduardo Zubía hijo se aparecieron por el Estado Mayor.
Le pidieron que facilitara la presencia en la ceremonia de oficiales blancos armados para
garantizar la trasmisión de mando.
–El gobierno entrega –habría asegurado entonces Seregni, rechazando lo solicitado.
–¿Quién sos vos para responsabilizarte? –le habría inquirido Aguerrondo.
–Te aseguro que vamos a entregar. Yo estoy a cargo de todo y te prometo que va a ser así –
respondería entonces Seregni.
Pero como garantía nombró ayudante suyo en la preparación de los actos a un
hombre de Aguerrondo, el entonces mayor Luis Vicente Queirolo.379
El problema más serio de la transición parecía provenir de los propios triunfadores.
El 27 de febrero Marcha constataba que a solo dos días de la asunción del nuevo
gobierno, los dirigentes de la alianza herrero-ruralista todavía no habían logrado acordar
la formación del futuro gabinete. De hecho, el acuerdo que la había hecho posible se

(375)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 29.


(376)  Ibídem, p. 30.
(377)  Ibídem, p. 33.
(378)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 304, 356 y 359.
(379) Blixen, Seregni…, pp. 32-33.

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había roto en enero. Ahora Nardone se entendía con el otro sector del nacionalismo, la
Unión Blanca Democrática (UBD). Se habían redefinido los bloques oficialistas pero
seguía sin haber ministros.380
Las negociaciones continuaron hasta la mañana misma del 1.º de marzo. A mediodía
pareció alcanzarse el acuerdo pero uno de los representantes de la UBD se negó a
acompañarlo. En la tarde, el nuevo Consejo dio inicio a su primera sesión discutiendo el
asunto mientras las tropas esperaban la orden presidencial para iniciar el desfile. Seregni
dijo a Blixen que varios oficiales blancos andaban armados. El general Omar Porciúncula
«andaba por las azoteas con su pistola» y otros aparecieron en el primer piso de la casa de
gobierno «haciendo ostentación de sus pistolas calibre 45». Algunas unidades desfilaban
con las armas cargadas.381
Pero mientras todo esto era discutido –decía aludiendo a la distribución de cargos una crónica
de Marcha titulada «Siete minutos»– nuestros aviones a chorro habían iniciado sus raudas
maniobras sobre la ciudad. La reunión se dilataba, los segundos corrían. Y la persona encargada
de coordinar todos los detalles de la parada comenzaba a intranquilizarse.
Los aviones continuaban «pasando y repasando», la discusión proseguía «trabajosa
y lenta» y a su organizador «como en las mejores películas de suspenso, el sudor se le
deslizaba –junto con los minutos– frente abajo». Pero al cabo, escribió el cronista,
[…] nuestro hombre no resistió más [y] precipitándose a la Sala de Reuniones, dio la noticia:
«Señor Presidente: es absolutamente perentorio que Ud. aparezca en el balcón y ordene el
comienzo del desfile. Los aviones tienen querosén solo para siete minutos».
Ante la amenaza volante que significaba una escuadrilla que en cumplimiento de su deber,
agotase sus tanques en estériles vuelos sobre Montevideo y se precipitase sobre las cabezas de
los curiosos, el presidente salió al balcón y el desfile rompió la marcha.
Entretanto, el Consejo logró finalmente el acuerdo. Carlos Quijano firmó la nota
del 6 de marzo que intentó explicarlo: el gabinete y las autoridades militares del nuevo
gobierno serían las que el herrerismo quería. A cambio, en los entes los tres directores
de la mayoría se repartirían en razón de uno para cada uno de los tres sectores del
oficialismo; se otorgaban diez jefaturas de policía a los ruralistas y tres a la UBD,
quedando el herrerismo con cinco.
En cuanto a lo relacionado con las autoridades militares, las medidas adoptadas
fueron de inmediata aplicación. «Por quien sabe qué razones estratégicas el comando del
desfile militar fue relevado en plena marcha, un poco más allá de Río Branco», informaba
Marcha. «Un nervioso jeep que corría ágilmente esquivando tanques llevó al sustituto
y retornó con el defenestrado».382 La cabeza del desfile ya iba por Andes cuando los
generales Modesto Rebollo y Omar Porciúncula, que acababan de ser designados como
inspector general y jefe de la Región n.º 1 respectivamente, le dieron la orden a Seregni:
«“mande buscar al […]”. “Pero cómo –dije–, están en el desfile”. “Mándelos buscar”,
me dicen», contó Seregni. «El desfile queda marchando, solo, actuando mecánicamente
sin una figura de mando», hasta que, conducidos por el mismo «nervioso jeep», Rebollo,

(380)  «A solo dos días», Marcha, 27.2.1959, p. 5.


(381) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 33.
(382)  «Siete minutos de suspenso», Marcha, 7.3.1959, p. 5.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Porciúncula y el general Enrique Magnani, nombrado en la misma instancia jefe del


Estado Mayor, se colocaron delante.383
Cuando todo se hubo cumplido, Seregni regresó a la Inspección General del
Ejército. Milans estaba todavía en su despacho. «¡En la que me metió usted! Esta cosa
espantosa… Usted insistía en que yo fuera a comandar el desfile y mire lo que me han
hecho», le reprochó.384
«Mi fracción política, el batllismo, había perdido por amplia mayoría las elecciones
y me sentí obligado a prestarle mi apoyo en las malas y desde la situación legal de
retiro», contaría mucho después el coronel Óscar Petrides, que comenzó a militar como
coordinador de los clubes políticos de la 15 en Montevideo.385
El coronel Seregni, que continuó en actividad, actuó de manera más discreta.
«Mire, coronel, usted tiene que relacionarse con gente seria», le habría recomendado
Batlle Berres apuntando a Amílcar Vasconcellos y Alberto Abdala.386 Jorge Batlle ha
afirmado para esta investigación que por esas fechas frecuentemente veía a Seregni en
la sede de Acción.387
Pronto comenzaría a participar de algunos asados que se hicieron en una casa de
Camino Maldonado. Entre los comensales estaban «la magnífica figura del diputado
Teófilo Collazo»,388 Glauco Segovia, Manuel Flores Mora y Zelmar Michelini, anfitrión
y autor de la invitación al militar. «Zelmar buscaba ese contacto», afirmó Seregni. Lo
habría hecho «a través de un primo, el coronel Michelini, que era subalterno mío».
Contó Seregni a Barros Lémez:
Recuerdo que [yo] entonces opinaba que el fenómeno de Chicotazo no debía ser ignorado:
tenía que ser estudiado en profundidad. [...] A propósito de eso tuvimos una serie de charlas e
iniciamos una relación, particularmente con Zelmar, que se mantuvo durante toda su vida. Pero
también la tuve, posteriormente, con prácticamente todos los integrantes del batllismo.389
Ocho años menor que Seregni, Michelini había transitado de la militancia estudiantil
a la sindical y de esta a la política partidaria. Jorge Batlle, que lo había conocido en el
Centro de Estudiantes de Derecho, se lo presentó a don Luis en su casa de Camino de las
Tropas. Recordaría Jorge Batlle mucho después:
Era un hombre que generaba una enorme atracción en todos aquellos que lo conocían. Atracción
por su calidez, generosidad espiritual, por su espíritu de combate permanente por causas buenas.
Era un hombre que se hacía querer fácilmente por su natural manera de ser. En mi caso, además,
teníamos una conexión un poco mayor, claramente ligada a los buenos caballos.390
La carrera de Michelini sería vertiginosa. En 1954 había sido electo diputado por la
«15» y desde 1958 era el secretario general de la agrupación. Pero durante la campaña

(383)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 31.


(384)  Ibídem, p. 32.
(385)  Martínez y Rótulo, Los soldados…, o. cit., p. 137.
(386) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 49.
(387)  Entrevista de los autores a Jorge Batlle (10.4.2012).
(388)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 29.
(389)  Ibídem, pp. 29-30.
(390)  Rodríguez, Mauricio, Zelmar Michelini. La voz de todos, Montevideo, Fin de Siglo, 2016, p. 77.

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Capítulo 4 | «buenas noches mi capitán, buenos días mi coronel»

electoral de aquel año habría comenzado a dudar sobre si estaba en el camino correcto.
Una noche que la comitiva quincista pasó por la ciudad de Durazno, tarde, Michelini
había golpeado la puerta de la habitación donde descansaba Alba Roballo, pidiéndole
que saliera un momento pues necesitaba manifestarle algo. Recordó Roballo que le dijo:
¿No le parece, doctora, que estamos engañando a la gente? ¿Que estamos actuando de una manera
hipócrita y mentirosa? Todos los años vemos las mismas caras de hambre en las asambleas,
los mismos marginados a los que han regalado banderitas coloradas para que las agiten y les
decimos los mismos lugares comunes, les proponemos los mismos grandes planes que nunca se
realizan. Y a la elección siguiente otra vez. Con la diferencia que los que nos habían escuchado
tan esperanzados cuatro años atrás, ahora están pobres y en cambio nosotros estamos disfrutando
de los cargos que ellos nos dieron con sus votos.391
A fines de marzo de 1959 empezó a llover en forma inédita en el país. Hubo una
tregua a principios de abril, pero entre el 6 y el 15 cayó tanta agua que el Río Negro
duplicó el máximo caudal registrado durante medio siglo de observaciones. Otros
asuntos distrajeron de aquellas conversaciones.

(391)  Ibídem, o. cit., p. 104.

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Capítulo 5
Constitución o muerte
«[…] si seguía en la vida militar [...] era para utilizar las armas en el mal sentido de la
palabra. Y yo no quería eso.»
Liber Seregni, 2002.

Treinta años después, siendo uno de los tres líderes políticos de mayor peso en el
país y habiendo sido ya inspector general, es decir la autoridad máxima del Ejército,
Seregni aseguraría que la temporada que pasó en Paso de los Toros durante el otoño de
1959 «fue la experiencia militar de más valor» que tuvo en su vida. Lo estaba diciendo,
aclaró, «en el sentido del servir que corresponde a las Fuerzas Armadas». «Como
experiencia humana, como experiencia de aplicación de conocimientos, de organización,
fue el punto más alto de mi actividad», explicó.392
El ingeniero alemán Adolfo Ludín había diseñado la represa del Rincón del Bonete
sobre la base de que –a lo sumo– podría enfrentar una creciente que implicara el ingreso
al embalse de 9000 metros cúbicos de agua por segundo. Pero tanto llovió aquel otoño
que el ritmo estaba siendo de 15.000 metros por segundo y la duda sobre si la obra
resistiría aquel embate se instaló dramáticamente.393
Rebollo, entonces inspector general, ordenó a Magnani, jefe del Estado Mayor,
atender la situación. Seregni se ofreció de voluntario y Magnani se lo llevó. Esperaba
volver para la cena pero tardó cuarenta y cinco días en hacerlo. Según Seregni, los
militares solicitaron la opinión de los ingenieros de la represa y estos sostuvieron que
la estructura resistiría pero cuando les pidieron que lo afirmaran por escrito, después de
deliberar entre sí por media hora, se negaron. 394
De pie sobre el techo de un vagón de tren, Seregni comandó la evacuación de
la ciudad de Paso de los Toros amenazada de inmersión. Luego –desde la oficina que
instaló en el vagón-restaurante– dirigiría el campamento de evacuados que se instaló en
Chamberlain.
Fidel Castro, el joven comandante revolucionario que aquel 1.º de enero de 1959
había terminado de derrotar a la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba, de visita en
Uruguay y enterado de la situación, llegó con juguetes para los niños evacuados. «Igual
a Pancho Villa», le dijo al verlo.395

(392)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 42.


(393)  «Dijo Ludín: “Una vez cada mil años”», Marcha, 23.4.1959, pp. 24 y 14.
(394)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 34.
(395)  Ibídem, p. 35.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Finalmente, Seregni también condujo el retorno.396 El teniente coronel Víctor


Licandro fue uno de sus colaboradores, jefe de las operaciones de requisa necesarias
para sostener aquella población.397 El coronel José Ismael Castelao se ocupó de los
enlaces ferroviarios pertinentes.398Años después, los tres volverían a actuar juntos ante
circunstancias igualmente dramáticas aunque de muy diversa índole.
Seregni definiría el episodio como la «luna de miel» entre los uruguayos y sus
Fuerzas Armadas. Más de un hombre de armas se hizo popular en aquellos días. El general
Óscar Gestido, interventor de AFE y presidente de la Comisión Nacional pro Ayuda a los
Damnificados por las inundaciones, fue el caso más notorio. En Marcha el Tape López
Silveira aludía al «halo romántico y popular» que rodeaba a Magnani desde aquello.399
Este a su vez informó a Rebollo que el «trato afable y correcto aunque enérgico» que
Seregni había dispensado a una población civil «a la que siempre estuvo dispuesto a
solucionarle problemas de todo orden», le había hecho «conquistar las simpatías de los
que lo trataron, expresadas en diversas oportunidades ante el suscrito».400
«Por primera vez en muchos años una banda militar ejecutó la marcha nacionalista
de “Tres árboles”», informaba Marcha en aquel abril. La unidad que se había permitido
aquella reivindicación del último enemigo real del Ejército era la Guardia Metropolitana,
que comandaba el coronel Alberto Ballestrino.401
Mario Aguerrondo, también nacionalista, desempeñaba la Jefatura de Policía de
Montevideo. El 23 de julio, el Servicio de Inteligencia y Enlace de la fuerza decidió
iniciarle un prontuario a Liber Seregni y para ello, comenzó por desempolvar y utilizar
aquella anotación del año 48 sobre el allanamiento en lo del Tape. El funcionario atareado
en eso observó que faltaban los elementos probatorios de la pertenencia de Seregni al
«grupo López Silveira» y eso tenía explicación. En enero «cuando se produjo el cambio
de gobierno», la documentación había sido pedida por la secretaría privada del jefe de
Policía saliente, coronel Alberto Mussio, «de donde no regresó».402
Un análisis de la derrota colorada publicado en Marcha por Héctor Obes Polleri
motivó, entre otras, la réplica de un joven estudiante de Derecho llamado Julio María
Sanguinetti. El replicante admitía que «la división tremenda de los colorados es una
retranca demasiado poderosa en su camino al futuro». Sin embargo, a su juicio esto
ocurría «porque hay diferencias radicales entre ellos, que no podrán superarse».
Aseguraba ese joven:
Yo, por ejemplo, un modesto activista, pertenezco a lo que el Sr. Obes Polleri llama la «línea
roja» del Batllismo, o Sector Quince (subsector ala izquierda; Michelini-Flores Mora) y digo que

(396)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 419-420.


(397)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 40.
(398) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 75.
(399)  «Ejército y política», Marcha, 15.11.1963, p. 6.
(400)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 419-420.
(401)  «Los movimientos en el tablero», Marcha, 3.4.1959, p. 7.
(402)  Jefatura de Policía de Montevideo, Dirección Nacional de Inteligencia e Investigaciones, Prontuario
n.º 272, Liber Seregni Mosquera, Carpeta n.º 5577.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

no abdicaría de esa línea en homenaje a la unidad, particularmente en aquellos actos que –como
bien dice– lindaron en un «socialismo avanzado».
El Partido Colorado debe mantener sus alas de izquierda, centro y derecha firmemente definidas.
[Pero] habrá que cuidar siempre que el más de derecha no llegue nunca a identificarse con el
irreductible conservadurismo blanco (como ha sucedido con muchos colorados) ni –por otro
lado– que el más de izquierda llegue a peligrosos extremismos.
Reconocía que había existido «improvisación en la línea económica de los últimos
gobiernos». Confesaba también que medraban «muchos demagogos dentro de filas».
Pero a la hora de definir las tareas inmediatas iba en otra dirección, y sentenciaba:
Antes –con todo– será necesario destruir mucha calumnia que el «fascismo criollo» (en el
sentido de totalitarismo de los espíritus, desarrollado a través de una propaganda invasora y
obsesionante) ha sembrado en las conciencias. Y también hacerle sentir a todos los jóvenes que
hay razones para ser colorado, y que hay una diferencia de principios y de conducta, entre ellos
y los blancos.403
Durante la madrugada del 5 de octubre de 1960 una banda armada del ultraderechista
Movimiento Estudiantil por la Defensa de la Libertad intentó tomar la sede central de la
Universidad. «La policía detuvo algunos asaltantes con armas, pero enseguida los puso
en libertad», escribía en Marcha el maestro Julio Castro. El parte policial había sido
«vergonzoso»: «Ni nombres, ni edades, ni direcciones de los atracadores, ni remisión a
juez, pese a ser capturados seis de ellos con armas», denunciaba.404
El 10 de enero de 1961, durante una manifestación anticastrista que atacó la
sede del Partido Comunista, fue apuñalado Jaime Pérez, secretario de organización de
Montevideo.405 En el incidente «la policía detuvo a los que estaban en la casa. A los que
atacaron desde la calle no les alcanzó medida policial alguna», noticiaba Castro.
En la mañana del 17 de agosto, en protesta porque Eduardo Víctor Haedo, presidente
del Consejo, había recibido al representante cubano ante la Conferencia del Consejo
Interamericano Económico y Social de Punta del Este, comandante Ernesto Guevara,
Nardone soltó en su audición radial: «Si el gobierno no sabe hacerse representar, que lo
diga, para que las Fuerzas Armadas tomen el gobierno que los civiles no saben tener».406
Por la noche, cuando salía de la conferencia dictada por Guevara en el Paraninfo de
la Universidad, el profesor Arbelio Ramírez fue asesinado. «Los asesinos tiraron a
mansalva» y aunque «la zona estaba prácticamente rodeada de policías», «hasta ahora
aquellos andan sueltos», insistía nuevamente el maestro Julio Castro.
El 8 de noviembre un policía había matado a un obrero de la carne de un tiro en
la cabeza. El trabajador estaba desarmado. «Reiteramos nuestra total confianza en el
señor jefe de Policía», había dicho el entonces ministro del Interior Nicolás Storace
Arrosa, interpelado el 12 por el diputado Manuel Flores Mora. Durante el debate se
ventiló además la muerte de algunos detenidos a consecuencia de torturas policiales,
pero la Cámara se quedó al final sin quorum. Sentenciaba Julio Castro:

(403)  «Foro abierto. El drama del coloradismo», Marcha, 15.5.1959, pp. 6 y 14.
(404)  «Los asesinos andan sueltos», Marcha, 17.11.1961, p. 24.
(405) Leibner, Camaradas…, o. cit., pp. 402-423.
(406)  Chagas y Trullen, Guillermo Chiflet…, o. cit., p. 137.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

A la invocación inicial, ardorosa, de Flores Mora [...] se encargaron de ponerla en la heladera sus
propios compañeros de sector. Demostraron con su ausencia en la sesión que la insensibilidad
[...] no es solo privativa del sector que respalda al gobierno. Ha quedado solo, una vez más, el
pueblo. [...] Este pueblo, que como no es de eunucos, sabrá protegerse.
El año siguiente no fue mejor. El 6 de julio de 1962 la exiliada paraguaya Soledad
Barret fue secuestrada. Antes de liberarla, sus secuestradores dibujaron a cuchillo
esvásticas en sus muslos. El 14 de setiembre de ese año, como consecuencia de las
quemaduras recibidas durante un ataque con bombas molotov dirigido contra la sede del
Partido Comunista, falleció Olivio Píriz, de cinco meses de edad, hijo de los cuidadores
del local.407
La Inspección General del Ejército, sin embargo, no parecía afectada por la ola de
intolerancia. Aunque los papeles de inteligencia policial describieran a Seregni como
receptor de propaganda marxista, el general Hugo Tiribochi destacó en una «Nota de
Concepto» que «durante el estudio y discusión del delicado problema» del equilibrio
armamentista en el continente americano, su subalterno había demostrado «un profundo
conocimiento de la situación», sosteniendo sus puntos de vista «con solvencia y
madurez». El propio Rebollo alabó el informe preparado por Seregni sobre el Servicio
Nacional de Informaciones, subrayando que se trataba de una «tarea de carácter reservado
y confidencial», que «tenía importancia suma para esta Inspección General».408
Pero el superior que Seregni recordó siempre con mayor admiración era el general
(y abogado) Arturo Baliñas, director del IMES, por cuya iniciativa aquel fue nombrado
subdirector del Instituto el 7 de marzo del 1961.409
El año anterior, la antigua amistad entre militares franceses y argentinos había
desembocado en un tratado que determinó la presencia de una misión permanente de los
franceses en Buenos Aires. Los europeos traían la doctrina elaborada en su enfrentamiento
contra los movimientos de liberación vietnamita y argelino. Si el principio de sus
enemigos era que «el pueblo es a la guerrilla como el agua al pez», la nueva doctrina
ponía en la mira a la población civil.
Las batallas que la inspiraban eran en realidad operaciones represivas de carácter
masivo, como la practicada en Argel entre enero y setiembre de 1957 y retratada en
la película homónima por el cineasta italiano Gillo Pontecorvo. La doctrina definía la
inteligencia como el componente más importante de la lucha, legitimaba la tortura como
procedimiento de obtención de información, promovía su práctica generalizada así como
la posterior desaparición de los interrogados pues, como escribió uno de sus creadores,
el general Paul Aussaresses, después «era imposible volver a introducirlos en el circuito
judicial».
El ejército argentino, empeñado en reprimir la llamada resistencia peronista, adoptó
la doctrina y se convirtió en su difusor. En abril de 1961 una delegación militar de esa
procedencia visitó el IMES. Baliñas dejó a cargo de Seregni la valoración crítica de las

(407) Leibner, Camaradas…, o. cit., pp. 402-423.


(408)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 427 y 429.
(409)  Ibídem, f. 432.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

apreciaciones que los argentinos habían hecho sobre «la guerra revolucionaria» ante la
oficialidad del instituto.410
«La Dirección realizó varias reuniones con directores de escuelas y profesores
del Instituto para el examen crítico de la doctrina expuesta», relató tres años después
en Marcha un oficial anónimo en un texto dirigido a defender la gestión de Baliñas.
Inclusive se había organizado una conferencia con este motivo. El expositor había sido
el embajador boliviano Hernán Siles Zuazo. Una elección curiosa, pues en 1952 el líder
del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) había demostrado que lo que sabía
de revoluciones era hacerlas.
La tarea siguiente que Baliñas propuso a Seregni fue «la preparación y desarrollo
[...] de una doctrina de guerra nacional».411 Según el colaborador no identificado del
semanario de Quijano, resultaba lógico que el IMES se planteara esa discusión pues tal
doctrina era el «fundamento obligado para el desarrollo de una enseñanza que, como
la militar, tiene que tener un fundamento empírico y [estar] revestida de caracteres
rigurosamente realistas».
De la tarea habían participado también los directores de las Escuelas de Estado
Mayor y los profesores del Instituto y tenía «fines y alcances estrictamente docentes».
Se la caracterizaba por sostener «una actitud defensiva en lo estratégico», ajustada a «las
obligaciones contraídas por el país como miembro de la ONU, de la OEA y del Tratado
Internacional de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro del 2 de setiembre de 1947». Y
derivaba de estas los aliados probables.
El autor no mencionaba qué amenazas se habían barajado pero parece posible
deducirlas de un corolario que derivaba de aquella línea de razonamiento:
Es mediante la seguridad interna en que fundamentalmente tendrían intervención en la defensa
continental las fuerzas armadas del país, ya que la defensa militar en el orden continental, fuera
de las áreas nacionales, estaría asumida fundamentalmente por los EE. UU. de América.412
Según relató Seregni, en esa discusión él había sido uno de quienes pretendían que
las Fuerzas Armadas cumplieran «el papel histórico de apoyo a la sociedad y de apoyo
[...] al desarrollo del país». Naturalmente esto involucraba «estudiar los componentes
del potencial del país».413 En julio del 61, Baliñas dejó constancia precisamente de la
intervención de su segundo en la preparación de un ciclo de conferencias «sobre diversos
aspectos de la problemática nacional, relacionados con la Estrategia Nacional».414
El anónimo colaborador de Marcha también recordaba esas conferencias. Una de
ellas, sobre la estructura económica del Uruguay, había sido dictada por el propio Quijano
(«en cuya oportunidad se le impuso de la concepción doctrinal de defensa nacional en
que estaba empeñada la Dirección del Instituto», puntualizaba el oficial).415

(410)  Ibídem, f. 433.


(411)  Ibídem, f. 433.
(412)  «Hacia una estrategia nacional», Marcha, 17.1.1964, p. 10.
(413) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 282-284.
(414)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 434.
(415)  «Hacia una estrategia nacional», Marcha, 17.1.1964, p. 10.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Sobre otros aspectos de la realidad nacional las averiguaciones habían sido más
discretas. Un «elemento sustantivo y sustancial era valorar un potencial emergente que lo
habíamos sentido durante todo el año 1950, que el batllismo lo sintió cuando lo enfrentó:
el movimiento obrero», recordó Seregni mucho después. Dado el recelo con que las
Fuerzas Armadas contemplaban a este movimiento, para conocerlo en forma exhaustiva
y directa, Seregni tomó contacto con el dirigente textil Héctor Rodríguez a través de un
oficial de la marina «que participaba de las ideas batllistas» y era vecino del sindicalista.
«Ese oficial estaba en ese momento separado de su mujer y tenía un apartamentito solo
en Pocitos, así que ahí empezaron las reuniones quincenales con Héctor Rodríguez»,
contó Seregni en Mano a mano.416
Pero el esfuerzo de discusión profunda que parecía estar en curso en el IMES
quedaría trunco. Entre octubre y noviembre de 1961, Baliñas fue relevado por el general
Héctor Pratto. Según Seregni dijo a Blixen, su desplazamiento fue efecto de las presiones
de los militares que lideraba Aguerrondo. Estos habían capitalizado el descontento contra
la política militar del batllismo de modo de obtener posiciones de influencia gracias al
nuevo gobierno.417
Las diferencias con ese sector se iban a hacer cada vez más hondas. Como señalaría
el teniente coronel Jean Nougués, uno de los instructores franceses de la misión en
Buenos Aires: «El mérito del comando del ejército argentino consiste también en
concebir que la lucha no se puede dar eficazmente limitándola al marco nacional». Por
eso los argentinos habían querido «compartir su experiencia con las demás repúblicas del
Nuevo Mundo» y con tal objeto organizaron el primer Curso Interamericano de Guerra
Contrarrevolucionaria del que participaron oficiales de catorce países.
En la apertura del curso, que se desarrolló entre octubre y noviembre de 1961,
el general Carlos Turolo, director de la Escuela Superior de Guerra, convocó a la
coordinación de los Estados del hemisferio para llevar adelante una guerra preventiva
y «sin escrúpulos» contra «el mayor enemigo de nuestra forma de vida» que era el
«comunismo internacional».418 Los norteamericanos, que estuvieron presentes en la
instancia, habrían descubierto recién allí la utilidad de incorporar los métodos galos.419
También hubo representantes uruguayos. Seregni aseguró que después de ese curso y
de una conferencia posterior dictada en Montevideo por militares franceses, la doctrina
contrainsurgente gala reclutó sus primeros partidarios dentro del ejército uruguayo.420
Seregni retornó el 8 de mayo de 1962 a la Inspección General del Ejército, ahora
a cargo de Porciúncula, pues Rebollo había pasado a ocupar la cartera de Defensa.421

(416) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 282-284.


(417) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 34.
(418)  Chiarini, Sebastián y Portugheis, Rosa Elsa (coords.), Plan Conintes. Represión política y Sindical,
Argentina, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Secretaria de Derechos Humanos, Buenos Aires, 2014,
pp. 194-195.
(419)  Mazzei, Daniel, «La misión militar francesa en la escuela superior de Guerra y los orígenes de la Gue-
rra Sucia, 1957-1962», Revista de Ciencias Sociales, n.º 13, Universidad Nacional de Quilmes, diciembre de 2002.
(420) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 34.
(421)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 442.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

El 14 de setiembre se anunció un concurso de oposición y méritos para el cargo de


general.422 Seregni dudaba de tener éxito pues «sabida era en el ejército mi simpatía por
el batllismo».«Ahora más que nunca usted tiene que presentarse y ganar el concurso. Esa
es la manera de fortalecer la posición», le habría aconsejado sin embargo don Luis y el 3
de octubre Seregni se sumó a la lista de aspirantes.423
Ese noviembre las elecciones mostraron algunas novedades. El Partido Nacional
retuvo el gobierno pero el herrerismo se dividió. Un sector mantuvo su alianza con los
ruralistas mientras la llamada ortodoxia, liderada por Haedo, se alió con la UBD, que
conquistó 316.533 de los 545.029 sufragios que cosechó el nacionalismo.
Hubo intentos de constituir un frente electoral que reuniera a las izquierdas.
Héctor Rodríguez recordó que con un grupo de textiles «partidarios de una unidad sin
exclusiones» organizó un acto en Belvedere en el que hablaron Rodney Arismendi, Ariel
Collazo, un blanco cuyo entusiasmo por la revolución cubana lo había llevado fuera
de su partido y Vivian Trías, el nuevo conductor de los socialistas. Según Rodríguez,
la concurrencia había sido sorprendente pero en su discurso Trías «dejó las cosas muy
indefinidas».424 En Marcha Quijano daba a entender su expectativa de una unidad
amplia pero ya el 24 agosto, el Tape lamentaba que socialistas y comunistas no hubieran
«podido o [...] sabido entenderse».425 Finalmente Enrique Erro, otro escindido del
nacionalismo, constituyó una alianza con el Partido Socialista que obtuvo la adhesión
de brillantes intelectuales y pésimos resultados. En cambio tuvo una buena votación el
Frente Izquierda de Liberación (F. I. de L.), que reunía a los comunistas con Collazo
y otros blancos de más antigua intemperie como Luis Pedro Bonavita, nacionalista
independiente, o Adolfo Aguirre González, de la Agrupación Nacionalista Demócrata
Social, así como algunos batllistas menos conocidos. La vieja Unión Cívica, también a
partir de un giro progresista, se había transformado en el Partido Demócrata Cristiano,
reteniendo la mayor parte del electorado.
El Partido Colorado, por su parte, mejoró sensiblemente su votación. Dentro del
lema, la lista 15 volvió a imponerse con 277.259 votos y entre otros, Julio Sanguinetti
obtuvo una banca de diputado. La antigua 14 había confluido con los colorados
conservadores en la Unión Colorada y Batllista, cuyos 167.085 sufragios le permitieron
ubicar al general Óscar Gestido en el Consejo Nacional de Gobierno.
Zelmar Michelini había intentado presentar una lista propia en Montevideo que
acumulara sus votos con la 15 a nivel nacional pero no logró entenderse con don Luis.
Explicaba a mediados de año, en Reporter, el periodista César Di Candia.
Michelini piensa que el Partido Colorado perdió las elecciones [de 1958] por factores ajenos
y por errores propios, Batlle no admite esto último y se asombra de que el entonces diputado
Michelini no haya intentado reaccionar desde su banca de legislador ante esos supuestos errores.
Michelini sostiene que se le echa del quincismo porque no se le permite discrepar con el jefe.

(422)  Ibídem, f. 455.


(423)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 43-44.
(424)  Fernández Huidobro, Eleuterio, El tejedor. Héctor Rodríguez, Montevideo, TAE, 1995, pp. 248-249.
(425) Leibner, Camaradas…, o. cit, p. 429.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Batlle dice que no es posible discrepar con el quincismo, señalar sus defectos pasados, y utilizar
el magnetismo de su número para provecho electoral.426
Michelini terminaría presentándose con lista aparte (la 99) y recibiendo una
impactante votación: nada menos que 76.510 votos. Entre los simpatizantes de esta
nueva agrupación se encontraba Seregni.
A todo esto, sus temores sobre la obtención del generalato no se cumplieron. El 21
de abril de 1963 su ascenso estaba resuelto.427 Le había llevado 27 años llegar al cargo. A
Gestido le había llevado 28. A Gregorio Álvarez le llevaría 26. En este sentido, no parece
poder aducirse que haya pesado ninguna discriminación en perjuicio suyo. Lo que es
cierto es que le costó casi dos años obtener mando de tropa. «Normalmente cuando uno
asciende se le da el mando de una región», puntualizó Seregni a Barros Lémez.428 «La
peor puteada que se le puede inferir a un oficial es llamarlo oficial de escritorio», graficó
para esta investigación el general retirado Pedro Aguerre.429 Jorge Batlle, por su parte,
recuerda que su padre le trasmitió a él y a otros dirigentes del sector su preocupación por
la postergación a que Seregni estaba siendo sometido.430
Las tareas que se le asignaron fueron –sin embargo– de importancia. Fue designado
presidente de Escuelas y Cursos por lo que tuvo a su cargo la dirección de todo el aparato
de formación militar.431 Asimismo, el 12 de julio de 1963 se le agregó la presidencia de la
comisión designada a los efectos de proponer una nueva Ley Orgánica para las Fuerzas
Armadas, a la que, como representante del Ejército, asistía Licandro.432
Seregni recordó que fue aceptada su propuesta de avanzar en la materia manteniendo
continuamente informado al Parlamento de modo de minimizar los eventuales motivos
de conflicto que podían plantearse si se aguardaba a terminar el proyecto para darlo a
conocer. Por este motivo, Seregni participó en tres oportunidades de las sesiones de la
comisión integrada de Defensa.433
«Me acuerdo que tuve una discusión que provocó, no digo que pánico, pero si
cierto asombro», contaría a Barros Lémez. Había dicho que la defensa nacional «no
era simplemente las guardias de frontera sino todo aquello que hacía a la defensa de
la nación como tal, en todos sus aspectos, y que eso involucraba factores económicos,
factores sociales, una buena organización de la salud, de la educación».
En esa entrevista Seregni no pudo precisar si fue el senador Dardo Ortíz quien le
objetó que «esa es la función del gobierno», pero si que la objeción le permitió aclarar
que lo que quería significar era que había un concepto erróneo de acuerdo al cual se
ve «la defensa nacional como la parte militar de la cosa». El concepto ampliado que

(426)  Citado en Rodríguez, M., Zelmar Michelini, o. cit., p. 132.


(427)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 461.
(428)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 44.
(429)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.
(430)  Entrevista de los autores a Jorge Batlle realizada el 11.4.2012.
(431)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 463.
(432)  Aguirre Bayley, Miguel, «Militares leales a su juramento. Una opción ética. Testimonios». Monte-
video, EBO, 2016.
(433) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 42.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

el general defendía implicaba por lo mismo que esa discusión no debía dilucidarse en
las oficinas del Ministerio de Defensa sino en el «más elevado nivel nacional».434 Años
después, conversando con Blixen, admitiría que, de todos modos, «se creó un escandalete
de proporciones».435
Ortíz no habría sido el único preocupado por el proyecto en discusión. En
noviembre el ministro de Defensa recibió a un periodista de Marcha y le ofreció café.
La conversación primero se centró sobre Porciúncula que había pasado a ser inspector
general pero también se desempeñaba como vicepresidente de la FIFA. En el gobierno
incomodaban los frecuentes viajes que por tal motivo realizaba y, en consecuencia, el
militar había solicitado su relevo. El entrevistador seguramente sabía que en realidad
Porciúncula había sido acusado de presionar a sus subordinados para que en la elección del
Tribunal de Honor de la Región Militar n.º 1 votaran la lista que encabezaba Aguerrondo,
quien había sido regresado al Ejército.436 En cambio, prefirió saber si Rebollo apoyaría
que Magnani fuese su sucesor y pasó de inmediato al punto que más le inquietaba y que
tenía que ver con la reforma de la Ley Orgánica.
«¿Es verdad que los funcionarios civiles de su cartera serán asimilados al estatuto
militar, como represalia por haber intervenido en la huelga reciente del funcionariado
público?», preguntó a quemarropa. Rebollo se puso serio, hizo venir a Seregni y
explicando que el convocado presidía la comisión que estudiaba la reforma, dejó en sus
manos la respuesta. La cuestión –aclaró el convocado– era que los funcionarios civiles
querían ser asimilados mientras el ministerio pretendía restringir la militarización a los
casos imprescindibles.
La nota, publicada el 3 de noviembre, explicaba en su remate la causa por la que
el reportero otorgaba tanta importancia a la militarización: «La asimilación de civiles
al estatuto militar es un antecedente peligroso. [...] Los funcionarios de UTE, de OSE,
del Transporte, etc., integran un cuadro de responsabilidad común que una sola pizca de
mala fe puede convertir en obligaciones militares amparadas por la ley».437
La preocupación era apenas prematura. La selección documental de Clara Aldrighi,
Conversaciones reservadas entre políticos uruguayos y diplomáticos estadounidenses,
ha confirmado cómo el golpe de Estado consumado en Brasil entre la noche del 31 de
marzo y el 1.º de abril de 1964 terminó de darle consistencia a los temores de que ese
ejemplo fuera seguido en la antigua Cisplatina.
«En lugar de un sinvergüenza, ahora tenemos un dictador militar que no respeta
la democracia», habría comentado Luis Batlle durante una conversación informal
mantenida en los estudios de la Radio Ariel en la que participó un funcionario de la
embajada norteamericana. «Nos esperan tiempos difíciles con ellos en el poder», habría
profetizado «“Don Luis”».438

(434)  Barros Lémez, , Seregni, o. cit., pp. 44-45.


(435) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 42.
(436)  «Ejército y política», Marcha, 15.11.1963, p. 6.
(437)  «Un café con el ministro Rebollo», Marcha, 3.11.1963, p. 10.
(438)  Aldrighi, Clara, Conversaciones reservadas entre políticos uruguayos y diplomáticos estadouniden-
ses. Uruguay y Estados Unidos 1964-1966. La diplomacia de la Guerra Fría. Selección de documentos del Depar-

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El 21 de mayo, el Consejo Nacional de Gobierno aprobó un decreto suspendiendo


ciertas categorías de importación sin consultar al ministro de Hacienda. Este renunció y
a continuación lo hizo el resto del gabinete. Las negociaciones para formar uno nuevo
insumieron veinte días y la incertidumbre instalada se volvió muy intensa. Entre otras
cosas, contribuía a ello el que el Partido Nacional no contaba con los votos necesarios
para aprobar el presupuesto.
Chagas y Trullén han registrado las presiones militares que indujeron, el 4 de junio,
el nombramiento del general Pablo Moratorio para la cartera de Defensa. Era el mismo
Moratorio a quien Seregni había servido como alférez en el regimiento del Cerrito y
que se había amotinado para intentar impedir que Baldomir asumiera la Presidencia en
1938.439
La documentación de la embajada norteamericana da cuenta de que seis días
después, a primera hora de la tarde, el entonces diputado Jorge Batlle se comunicó
con un funcionario de la embajada informándole que altos oficiales del Ejército
habían denunciado a su padre la existencia de una conspiración militar liderada por los
coroneles Ventura Rodríguez, entonces jefe de Policía de Montevideo, su predecesor en
el cargo, Mario Aguerrondo y Julio Tanco, exjefe de la Casa Militar. Los conspiradores
amenazaban dar un golpe de Estado si no se terminaba de integrar inmediatamente
el gabinete. Los colorados, informaba también el diputado, estaban intentando reunir
militares de su partido para que convencieran a los conspiradores de que el Éjército se
les opondría.440
El sucesor de Porcíuncula en la Inspección General fue el general Gilberto Pereira
quien, según lo que por entonces escribía el Tape en Marcha, tenía «méritos sobrados
para ocupar el cargo».441 La embajada norteamericana supo por otras fuentes que Pereira
había prometido que «tendría las cabezas [de los] coroneles locos» implicados en la
conspiración.442
El contralmirante Óscar Lebel ha recordado que entonces participó de una reunión
en la casa del coronel aviador Alberto García, aquel a quien se le acababa peligrosamente
el querosene en la ceremonia de trasmisión de mando de marzo del 1959, amigo del
general Gestido y piloto preferido de Luis Batlle. En lo del aviador estaban también el
coronel Raúl Flores y el general Seregni.
Este último informó que Moratorio y Aguerrondo impulsaban un golpe de Estado
y que en respuesta se había «conformado una muralla antigolpista con la colaboración
de su colega y amigo el general Santiago Pomoli», un nacionalista independiente. Lebel
aceptó sumarse a la acción antigolpista, convocó a sus subordinados, puso la pistola en
el medio de la mesa, planteó los hechos y obtuvo todo su apoyo.

tamento de Estado, Montevideo, EBO, 2012, pp. 24-25.


(439)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., pp. 80-82.
(440) Aldrighi, Conversaciones reservadas…, o. cit., pp. 31-33.
(441)  «Ejército y política», Marcha, 15.11.1963, p. 6.
(442) Aldrighi, Conversaciones reservadas…, o. cit., pp. 31-33.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

Don Luis, por su parte, ordenó a los legisladores de la 15 que permanecieran


junto al teléfono, aun durante el fin de semana.443 Entretanto, su hijo visitó a Moratorio,
expuso las pruebas de la conspiración y le reclamó una declaración pública de apoyo
al régimen constitucional. Moratorio aceptó. Al día siguiente, el diputado de la 15 y el
diplomático norteamericano escucharon juntos la declaración de Moratorio: respaldaba
a las instituciones y al gobierno pero negaba el complot.444
Wilson Ferreira, diputado por la UBD desde el triunfo nacionalista del 58 y ministro
de Ganadería desde el 5 de marzo de 1963, había obtenido en esos días el apoyo de
Michelini para la aprobación del presupuesto asegurando que el complot era cierto.445 «Un
gobierno que no funciona es un gobierno sin legitimidad» afirmaba en cambio El Debate,
que había quedado en manos de Haedo, la misma mañana del comunicado de Moratorio.
Para el diputado Jorge Batlle, Haedo era el responsable último de la intentona.446
Los norteamericanos especularon con la probabilidad de que todo hubiese sido
una puesta en escena: «Los dirigentes colorados, en especial los de la Lista 15, tienen
un casi patológico miedo a Aguerrondo y podrían verse forzados a hacer concesiones
políticas para impedir que reciba una designación que le facilitaría perpetrar el golpe que
los colorados están convencidos que desea», escribió un funcionario de la embajada al
Departamento de Estado.447
Pero Seregni obtendría mando de tropa antes que Aguerrondo. El 12 de diciembre
fue nombrado jefe de la Región n.º 2 que ahora tenía asiento en San José.448 Según
narró a Blixen, sistematizó allí un sistema de mando que se fundaba en una reunión
mensual con los comandantes que le estaban subordinados, donde se examinaban
libremente las cuestiones antes de dictar las órdenes que correspondiesen.449 El general
retirado Pedro Aguerre, que sería subordinado de Seregni en la Región n.º 1, observó
que este otorgaba amplia independencia a sus subordinados acerca de la forma de
aplicación de las decisiones que tomaba, sin declinar por esto la responsabilidad última
sobre los resultados. Según Aguerre, si Seregni necesitaba corregir un procedimiento
prefería plantear a su subordinado cuál era el conflicto y permitir que este encontrase la
respuesta.450
A todo esto, Luis Batlle había fallecido el 15 de julio. Su muerte, como la de Herrera
en el 59, repercutiría profundamente sobre el destino de su sector. En abril del 65,
mientras el país se veía conmocionado por la escandalosa crisis del Banco Transatlántico
del Uruguay y el sacudón financiero subsiguiente, se habló otra vez de golpe de Estado,
pero aparentemente sin fundamento.

(443)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., pp. 80-82.


(444) Aldrighi, Conversaciones reservadas…, o. cit., pp. 31-33.
(445)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., pp. 80-82.
(446) Aldrighi, Conversaciones reservadas…, o. cit., pp. 31-33.
(447)  Ibídem, p. 57.
(448)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 474.
(449) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 44-45.
(450)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Cuando el temor se hubo diluido, William MacDonough, encargado de negocios


de la embajada norteamericana, se reunió con el consejero Abdala y el diputado Batlle.
Abdala se retiró antes. Entonces Batlle le habría dicho al diplomático que la falsa alarma
provenía de Vasconcellos y que, detrás de esto, «había un oficial militar que estaba jugando
con los temores» del referido consejero a quien imputaba «una adversidad emocional a
cualquier toma del poder por la derecha». Batlle deducía que tal oficial era Seregni,
a quien describía como «de extrema izquierda, amigable con los comunistas». «Batlle
piensa que el general Seregni está tratando de empujar a Vasconcellos para que organice
un grupo de líderes responsables, [...], para tomar parte en un golpe de moderados a fin
de evitar el golpe de extrema derecha», informó MacDonough a sus superiores.451
El 16 de noviembre de 1965 falleció el Tape. La inteligencia policial registró que
había viajado a Cuba en 1961. La oficina no parecía enterada de su encuentro personal
con Guevara pero se transcribió una nota de El País donde se recogía que era comunista,
«estaría encargado del adoctrinamiento de elementos izquierdistas del Ejército y la
Policía» y, aunque no ocupaba formalmente ningún cargo en el partido, «su autoridad
superaría incluso a Rodney Arismendi y José Luis Massera». Nada más se sabría del
misterioso «grupo López Silveira».452
En la interna militar por cierto que no faltaban sociedades secretas. Seregni recordó
que la masonería había reclutado un buen número de oficiales batllistas: el isleño
Atanasildo Suárez, Carlos Bartolomé Herrera y Ademar Felippone, mientras que los
golpistas desautorizados del 58 agrupaban a Armando Lerma, Juan Antonio Vernengo.
«A mi me hicieron varias invitaciones, pero nunca me interesó, Atanasildo Suárez, el
propio (Luis) Batlle», aclaró Seregni.453 Por cierto él integraba junto a Pomoli y muchos
otros aquella muralla antigolpista puesta en acción en 1964.
En ese marco, con objetivos más amplios, había nacido a mediados de 1964 la
Corriente 1815, fundada por Pedro Montañez, Pedro Aguerre y tres oficiales más de
identidad desconocida. La 1815 buscaba renacionalizar a las Fuerzas Armadas, que
consideraban subordinadas a los intereses norteamericanos, así como enfrentar cualquier
intentona golpista.
Aquella asistencia recíproca que en 1945 Seregni había visto prometerse a
los representantes de los gobiernos americanos en Chapultepec, cuando Berlín aún
combatía, se había transformado en un sistema de defensa hemisférica al que Estados
Unidos marcaba el paso. En 1948 el casco tradicional de estilo francés que usaban
los infantes uruguayos fue sustituido por el M1 norteamericano y lo mismo empezó a
suceder con elementos bastante más significativos del equipamiento bélico. En 1950,
durante la conmemoración del centenario de la muerte de José Artigas, sus restos
fueron transportados en uno de los tanques M3A1 utilizados por los Estados Unidos

(451) Aldrighi, Conversaciones reservadas…, o. cit., p. 93.


(452)  Jefatura de Policía de Montevideo, Dirección Nacional de Inteligencia e Investigaciones, Prontuario
n.º 272, «Liber Seregni Mosquera», Carpeta n.º 5577.
(453) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 153-154.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

en la Segunda Guerra.454 Uruguay en particular, tal como le había sido recordado a sus
representantes en la Conferencia de 1954 en Caracas, contaba con que Estados Unidos
siempre pondría freno a las amenazas de sus poderosos vecinos.
Incluso uno de los presuntos integrantes del grupo del Tape, el coronel Óscar
Petrides, que escribía en Marcha con el seudónimo de Belisario, consideraba todavía en
1956 que ese alineamiento era una derivación lógica de la escena geopolítica. Señalaba
Petrides:
No planteamos el tema en términos de simpatía o de justicia sino en términos de la realidad actual
y tal realidad exhibe e implica una lucha a muerte y sin cuartel entre dos sistemas económicos,
políticos y sociales absolutamente antagónicos, [...] una lucha en fin, que no dejará de envolvernos
entre sus mallas porque carecemos de la suficiente entidad física para mantenernos al margen.455
Se ha visto ya que esa línea de pensamiento parecía subsistir en la provisional
doctrina bélica nacional que Baliñas y Seregni venían impulsando en el IMES. Pero
hasta allí no parece hablarse de otra cosa que de una alianza para defender las fronteras.
Ya en 1960 la editorial porteña Sur había puesto en circulación Armas y política
en América Latina, un libro de Edwin Lieuwen, asesor de política exterior del Senado
norteamericano, cuya visión de esta amistad no dejaba bien parados a los ejércitos
latinoamericanos:
La alianza militar de Río, [...], las concesiones de armamentos, la ayuda reembolsable [...],
todo eso no tiene importancia militar. Están destinados, sobre todo, a atraer a los cuerpos de
oficiales latinoamericanos, que ejercen gran influencia en el escenario político de la mayoría de
las repúblicas, más cerca de los Estados Unidos, en la esperanza de que excluirán la influencia
soviética, darán su apoyo a los EE. UU., mantendrán la estabilidad política, asegurarán el acceso
a materias primas estratégicas y proporcionaran derecho al uso de bases.
Pero según Jon Lee Anderson fue en aquel curso de octubre de 1961 en la Escuela
Superior de Guerra argentina que «comenzó la era de la contrainsurgencia en América
Latina». Entonces «Washington decidió recurrir a la medicina preventiva para “vacunar”
al hemisferio», robusteció a la CIA en la región e impulsó los programas de adiestramiento
y coordinación de las fuerzas represivas. A ello se agregaba la combinación con los
planes de desarrollo económico y social que anunciaba la Alianza para el Progreso y los
de acción cívica de las fuerzas armadas en las zonas más carenciadas, para disputarles el
apoyo que podrían brindarle a las emergentes guerrillas.456
Desde diciembre de 1963 hasta mayo de 1964, Petrides publicó una serie
de artículos en Marcha acerca de la estrategia de defensa que, anunció, de crítica y
autocrítica. En ellos recomendó leer a Lieuwen y sostuvo que la política de Estados
Unidos para precaverse de la agresión indirecta del bloque soviético terminaba situando
como enemigo a todo ciudadano «comunista, comunizante, izquierdista o simplemente
nacionalista». Bajo esta influencia, advirtió, «a pesar de las resistencias de las mentes
más preclaras, las fuerzas armadas nacionales se mueven hacia su funcionamiento como

(454)  Olivero, José María, «La influencia francesa en la educación militar…», o. cit., pp. 138-140.
(455)  «La gran revolución de nuestro tiempo. Desde Suez al Atlántico Sur», Marcha, 24.8.1956, pp. 12-14.
(456)  Anderson, Jon Lee, Che. Una vida revolucionaria, Buenos Aires, Emecé, 1997, p. 529.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

duro y segundo escalón policial cuyo principal enemigo es buena parte de su propio
pueblo».457
El 25 de agosto de 1965 nació otra organización secreta. Aguerrondo formó la Logia
«Tenientes de Artigas». La integraban entre otros los coroneles y tenientes coroneles Luis
Vicente Queirolo, Abdón Raymúndez, Alberto Ballestrino, Amaury Prantl, Julio César
Vadora, Boscán Hontou y Eduardo y Rodolfo Zubía, hijos del primer jefe de Seregni en
el Geográfico. «Casi todos los nombres aparecerán, después, en 1973», ha observado
Blixen. Se autodefinían como militares nacionalistas y definían al marxismo como el
«más peligroso enemigo de la patria».458
La izquierda, a la que definían como enemigo, hegemonizaba los sindicatos, que
estaban en camino a formar una central única. Tenía también una fuerte influencia en
el movimiento estudiantil pero su peso electoral era realmente escaso: el F. I. de L. más
la Unión Popular y la democracia cristiana sumados significaban apenas el 8,8 % del
electorado. Se estaba conformando el Movimiento de Liberación Nacional pero, según
ha consignado Alain Labrousse en Una historia de los tupamaros, seis meses después de
la formación del grupo sus miembros apenas llegaban a ser cincuenta.459
La alarma de los Tenientes de Artigas coincidía paradojalmente con la de los
herederos del viejo imperio del Brasil. El 11 de mayo de 1965, el general Carlos de
Meira Mattos, subjefe de la Casa Militar de la Presidencia brasileña, había planteado al
agregado norteamericano la hipótesis de que la crisis económica y política del Uruguay
podía desembocar en una toma del poder de sectores izquierdistas.460 Cinco días después,
el propio general Humberto Castello Branco, presidente del Brasil, le insistió con ese
temor.461 Mientras tanto, en el Jornal do Brasil se publicaba que «el cuadro uruguayo»
había «sido objeto de examen tanto por Brasil como por Argentina, cuyos ministros de
Exteriores han intercambiado información y evaluado el desenlace de esta crisis con
vistas a salvaguardar la mutua seguridad argentino-brasileña».462
El canciller uruguayo Luis Vidal Zaglio se comunicó inmediatamente con el
encargado de negocios norteamericano William T. Briggs y el secretario de Estado Dean
Rusk instruyó a sus representantes en Montevideo, Río y Buenos Aires, en el sentido
de disuadir a los golpistas de sus propósitos, así como a las autoridades brasileñas de
adoptar una actitud intervencionista: «no creemos que alguna forma de intervención
sea necesaria en este momento, y nos opondríamos fuertemente en las presentes
circunstancias», estableció.463

(457)  Marcha, 27.12.1963, 10.1.1964, 24.1.1964, 31.1.1964, 7.2.1964, 21.2.1964, 27.2.1964, 6.3.1964,
13.3.1964, 20.3.1964, 3.4.1964, 17.4.1964, 24.4.1964, 30.4.1964, 15.5.1964.
(458) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 44.
(459)  Labrousse, Alain, Una historia de los tupamaros. De Sendic a Mujica, Montevideo, Fin de Siglo,
2009, p. 23.
(460) Aldrighi, Conversaciones reservadas…, o. cit., pp. 94-95.
(461)  Ibídem, pp. 98-99.
(462)  Ibídem, p. 101.
(463)  Ibídem, p. 111.

92
Capítulo 5 | constitución o muerte

A partir del 1.º de marzo siguiente le tocó a Alberto Heber desempeñar la presidencia
del Consejo Nacional de Gobierno. El 19 de abril en el Batallón de Infantería n.º 13
toda la oficialidad estaba reunida esperando la llegada del presidente a efectos de la
conmemoración del Día de la Infantería. A su llegada, Heber estrechó las manos de todos
los generales salvo las de director de la Escuela Militar, Santiago Pomoli, y las del jefe
de la Región Militar n.º 2, Liber Seregni.
«Pomoli era muy amigo de mi padre. A Seregni no lo conocía», recordó Juan Raúl
Ferreira, entrevistado para esta investigación. «Wilson era ministro de ese gobierno pero
en una situación muy particular. Sus grandes proyectos los votaban algunos batllistas y
la izquierda pero los rechazaba buena parte del Partido Nacional. En la lógica tan rara de
aquel período, en el que los ministros no sentían que los consejeros de gobierno tuvieran
más autoridad que ellos, mi viejo fue a saludar como ministro a Seregni y a Pomoli. “Es
un gran gusto conocer a un general de honor”, le dijo a Seregni», aseguró.464
En el Consejo, Vasconcellos requirió a Heber las razones de su actitud y este
replicó que lo había hecho siguiendo «los dictados de su fuero íntimo, como gobernante
y como ciudadano». Seregni se dirigió entonces al inspector general solicitando por su
intermedio que el presidente del Consejo le hiciera conocer esas razones.465 El 29 de
abril, mientras el diario El País recogía el rumor de que Seregni era comunista, Heber
rechazó la solicitud «por improcedente», alegando que el solicitante incurría en la falta
de «calificar» los hechos referidos.466
Esa tarde Seregni envió una nota a tres diarios, entre ellos El País, en cuyas páginas,
decía que «se lo intentaba ofender con una suposición infundada». A la mañana siguiente
escribió una misiva similar dirigida al presidente del Consejo.467
Aguerre ha narrado que entre los militares legalistas del IMES se inició un
movimiento formado por mayores que resolvió abrir un compás de espera de tres días
con la expectativa de que la oficialidad superior reaccionara contra la ofensa y, de no
ocurrir esto, presentar una protesta por cuenta propia.468 Según Blixen, Seregni venía
recibiendo el apoyo de muchos de sus camaradas e incluso «algún ofrecimiento de
levantarse en armas».469 Este en una nueva carta al presidente del Consejo se limitó a
acatar la reconvención de solicitar explicaciones sin añadir adjetivos.470 El 1.º de mayo

(464)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016. Pomoli era también muy cercano a Washin-
gton Beltrán, quien como integrante del Consejo Nacional de Gobierno defendió de manera muy firme a los dos
generales desairados por Alberto Heber.
(465)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 481.
(466)  Ibídem, f. 466. Seregni había descripto la actitud de Heber en los siguientes términos: «Se trató de un
hecho premeditado, dirigido contra un general del Ejército, agravado por ocurrir en un acto oficial […] y realizado
por quien investía, en aquel acto, la representación de la máxima autoridad de las Fuerzas Armadas». DEHEN,
Legajo, f. 481.
(467)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 488.
(468)  Aguerre, Hermano, trabajaremos de presos…, o. cit., p. 39.
(469) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 45.
(470)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 487.

93
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Heber recibió finalmente a los generales agraviados y, según Seregni, toda su explicación
consistió en repetir que no había estado en su espíritu vulnerar sus jerarquías.471
El País, por su parte, no había publicado la carta de Seregni alegando no haberla
recibido. Seregni no solo se hizo firmar un recibo de la copia que volvió a remitir
al matutino, sino que elevó el asunto al Tribunal de Honor. El organismo, presidido
entonces por el general Hugo Tiribochi, desestimó el pedido basándose en que Seregni
había preferido dirimir el conflicto a través de la prensa.472
El 1.º de junio se concretó finalmente la temida ascensión de Aguerrondo. La región
militar más poderosa del país, la n.º 1, quedó a sus órdenes. A fines de julio, Moratorio
comunicó a Seregni que sería sustituido por el recientemente ascendido general Luis
Toniolo. Según El Diario, Heber había adoptado la decisión «aún al extremo de una crisis
política», pero los consejeros colorados Abdala, Vasconcellos y Gestido, así como los
blancos Washington Beltrán y Carlos Penadés, impidieron la remoción. Un funcionario
de Inteligencia y Enlace recortó la nota y la agregó al prontuario de Seregni.473
El 11 de agosto Seregni y sus oficiales subalternos recibieron un sobre de remitente
desconocido conteniendo en su interior un ejemplar de la edición del periódico Verdad
correspondiente al día 5. Era un quincenario publicado en Young, bajo la responsabilidad
de Raúl Parietti Stirling y Amílcar Perea. A sus habituales cuatro páginas se le había
agregado media más, de un «boletín de último momento» titulado «Seregni descalificado».
El autor del mismo pretendía haber accedido al dictamen del Tribunal de Honor
solicitado por Seregni, informando que del mismo se deducía que este había sido
«descalificado como caballero». Añadía que quienes apoyaban al general estaban «atados
al carro del comunismo». Su relevo de la Región n.º 2 habría sido –según el texto– «una
solución amable». Solo «excluyendo de sus filas al descalificado», el gobierno podría
reparar el honor de las Fuerzas Armadas.474 Perea había sido fundador del anticomunista
Movimiento Nacional para la Defensa de la Libertad del que fue filial el grupo que en
octubre de 1960 había intentado asaltar la Universidad.475
Dos meses después, los Tenientes de Artigas parecían tener listo su golpe.
Aguerrondo reunió a sus subalternos y les denunció la «absoluta pasividad» del gobierno
ante la «situación gremial de huelgas». En un cuartel de Camino Maldonado se reunieron
después ochenta oficiales y el teniente coronel Caride les advirtió que ya estaba en
curso «la tercera fase de la estrategia marxista-leninista», es decir «la toma del poder».
Vasconcellos denunció la conspiración en el Consejo pero Moratorio volvió a negarla.

(471) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 46.


(472)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 490-502.
(473)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, Carpeta n.º 1799.
(474)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 490-502.
(475)  Broquetas, Magdalena, La trama autoritaria. Derechas y violencia en Uruguay (1958-1966), Monte-
video, EBO, 2014, pp. 79-80. Amílcar Perea fue un connotado dirigente de la ultraderecha. Fue asimilado militar,
en 1971 fue director del semanario El Tiempo, medio que se dedicó en forma expresa a un ataque continuo al Frente
Amplio en general y a Seregni en particular. Luego del golpe de Estado, fue jerarca de la dictadura y ocupó funcio-
nes de conducción en la Facultad de Derecho intervenida. Entrevista de los autores con Wilfredo Penco, 11.8.2016.

94
Capítulo 5 | constitución o muerte

A todo esto, Seregni ya había tomado sus propios recaudos. Bajo la divisa
«Constitución o muerte» había agrupado a la oficialidad constitucionalista, organizando la
resistencia a la posible intentona y disponiendo un sistema de información independiente
de la estructura militar («un cura que estaba en la parroquia de San José de Mayo era el
que recibía y me comunicaba los mensajes» contaría después a Butazzoni).476
Los generales Silvio Groppi y Luis Toniolo solicitaron el apoyo de Aguerre y
Montañez. Estos pusieron al tanto a sus compañeros de la «1815» y, a través de Héctor
Rodríguez, buscaron la colaboración de la militancia sindical y estudiantil. También
pidieron ayuda a Vasconcellos, quien se comprometió a sacar su gente a la calle. La idea
era que los civiles entorpecieran con movilizaciones el desplazamiento de las tropas
enredadas en el golpe.
Con la expectativa de que la probable resistencia hiciera desistir a los golpistas,
Aguerre trató el tema con Ballestrino. Luego Montañez viajó a Rocha para alertar a sus
apoyos mientras también hacia lo propio en Rivera y Tacuarembó, donde habló con el
jefe del Regimiento de Caballería n.º 5, teniente coronel Hugo Medina. «Respondió que
él prefería no hablar del tema pues no creía en un posible golpe de Estado. Conociéndolo
como lo conocía después de haber prestado servicios juntos por nueve años en el
mismo regimiento, esta respuesta me resultó la confirmación de que Medina ya se había
comprometido con los golpistas», escribió Aguerre.477
Finalmente, en un asado de los comandos del Ejército realizado en el campo militar
de «Los Cerrillos», Seregni decidió enfrentar en forma directa a Aguerrondo. «La cosa
va en serio. Si se meten en esa aventura van a morir muchos de ustedes», le advirtió, de
acuerdo a su relato de años después. «Ustedes siempre inventando cosas; no hay nada de
eso», habría respondido Aguerrondo.478
La embajada norteamericana parece haber supuesto que el orden institucional no
estuvo nunca en entredicho de manera efectiva. Heber había dicho al nuevo embajador
que era Henry A. Hoyt, que «conocía perfectamente los rumores y que no los rebatía [...]
porque ayudaban a mantener a los comunistas [...] bajo control». El embajador informó
a sus superiores que por su parte él había expresado «con firmeza» sus «propios puntos
de vista sobre el peligro de una toma del poder por parte de los militares, del peligro
de que el primer golpe no sea necesariamente el último y de que las capacidades de
gobierno de los militares eran muy dudosas, particularmente en Uruguay».479 Como
había sentenciado escuetamente su antecesor durante los movimientos del 64: «No hay
golpistas aceptables a la vista».480
El 27 de noviembre de 1966 las elecciones nacionales se sucedieron con toda
normalidad. Triunfó el Partido Colorado y dentro de este la fórmula encabezada por
el general Óscar Gestido. También triunfó un proyecto de reforma constitucional que

(476) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 93.


(477) Aguerre, Hermano, trabajaremos de presos…, o. cit., pp. 40-41.
(478) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 46-47.
(479) Aldrighi, Conversaciones reservadas…, o. cit., p. 228.
(480)  Ibídem, , p. 75.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

promovía el retorno al sistema presidencialista y otorgaba nuevas facultades al Poder


Ejecutivo. Los partidos de izquierda habían mejorado su votación arañando el 10 % de
los sufragios.
Dos semanas después de la asunción presidencial de Gestido, Seregni fue nombrado
jefe de la Región Militar n.º 1.481 Al mismo tiempo y como un nuevo símbolo del cambio
de contexto, Aguerrondo quedaba sin destino. La amenaza a las instituciones que el
aguerrondismo venía representando pasaba a segundo plano. La interna militar cambiaba
de signo en forma paralela al cambio de gobierno.
En diciembre de 1966, un enfrentamiento armado entre la policía y los tupamaros
había terminado con tres muertos, confirmando de manera definitiva la existencia de una
organización guerrillera en el país. Un hombre de Aguerrondo, el comisario Alejandro
Otero, por entonces número uno de Inteligencia y Enlace, lo había advertido antes pero
según recordó hace unos años, hasta aquel enfrentamiento «mis compañeros me decían
que estaba loco, que era un fantasioso».482 El 29 de marzo –en el contexto instalado por
aquel descubrimiento– distintos medios de prensa radial y escrita divulgaron que un
soldado perteneciente al batallón de infantería de Camino Maldonado había robado de su
cuartel munición, una carabina y pólvora negra.
Entendiendo que la fuente de la noticia había sido la policía, Seregni dirigió un
oficio a su superior, el inspector general Juan Decillis: «la diseminación de información
sobre hechos de este tipo, sin la evaluación correspondiente por los órganos competentes
del Ejército, agrava las consecuencias que el hecho en sí puede arrojar sobre la integridad
moral de la institución, ante la opinión profana», argumentaba en su nota Seregni.
«Compartiendo las inquietudes del señor jefe de la Región Militar n.º 1», Decillis
remitió el oficio a la Jefatura de Policía. Inteligencia y Enlace agregó una copia de este
al prontuario del general, que poco a poco se iba engrosando.483
Aguerre ahora era teniente coronel, comandaba el 9.º Regimiento de Caballería,
con asiento en Montevideo y estaba a gusto con su nuevo jefe. «Seregni me dejó las
manos libres para que hiciera y deshiciera», recordó para esta investigación. «Incluso
autorizó que mis soldados cambiaran la manera de llevar el arma, volviendo al uso
francés, más natural que el que había venido de Panamá», agregó. Una sola vez lo había
hecho modificar –«y por razonamiento»– una decisión que estaba a punto de realizar:
«Yo había ideado instalar una pequeña maternidad al lado de la enfermería del cuartel
y esto seguramente hubiera dado dolores de cabeza por la relación de los soldados con
las mujeres».
El 9.º Regimiento era de la mayor importancia para Seregni. Tenía razones para no
contar demasiado con los jefes del 4.º y del 6.º, los otros dos regimientos del arma a sus
órdenes. Había consentido que en el noveno se sirviese una tercera comida diaria pues
la unidad cumplía tres turnos de ocho horas, en la calle y a caballo. El último regresaba

(481)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 505.


(482)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., p. 115.
(483)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, Carpeta n.º 3968.

96
Capítulo 5 | constitución o muerte

a las tres de la mañana. En beneficio de este último también había aceptado que no se
estorbase su sueño con la corneta matinal.
Aguerre dio cuenta de que, para reforzar al 9.º, Seregni dispuso que todos los
reclutas ingresados a la región hicieran en el cuartel de Piedras Blancas sus tres meses
de instrucción. En el mismo sentido, hizo venir un escuadrón de caballería del interior y
también le agregó una compañía de infantería. En algún momento todo el personal del
6.º de Caballería llegaría a estar bajo el mando de Aguerre.484 La intensa actividad exigida
al 9.º no era el resultado de ninguna amenaza externa sino de la creciente implicación de
las Fuerzas Armadas en el mantenimiento del orden interno.
La asunción de Gestido había estado rodeada de las mejores expectativas.
Seregni, que había visitado «un par de veces» al nuevo presidente en su propia casa
(no se había mudado a Suárez y seguía en la calle Gabriel Pereira), aseguró décadas
después a Butazzoni que este «vivía con una austeridad espartana», cualidad relevante
para una ciudadanía que había visto cómo buena parte de sus representantes se habían
transformado en gestores de prebendas para sus correligionarios y para sí mismos.485
Por otra parte, más allá de su integración contradictoria, buena parte del gabinete
parecía tener un proyecto consistente, de corte desarrollista, para enfrentar la crisis
económica en que el país se venía hundiendo desde mediados de los años cincuenta.
Ya en primavera, sin embargo, las dificultades para sostener el presupuesto sin contraer
nuevas deudas empujaron a asumir las políticas restrictivas que el Fondo Monetario
Internacional reclamaba a cambio de su apoyo financiero.
Ante el crecimiento de la conflictividad, el 9 de octubre el gobierno recurrió a
decretar medidas prontas de seguridad, recurso que sus antecesores nacionalistas habían
empleado en 1959, 1963 y 1965. La esperanza de acordar una tregua con la recién
formada Convención Nacional de Trabajadores (CNT) quedó atrás y renunciaron a sus
cargos los ministros Amílcar Vasconcellos (Hacienda), Zelmar Michelini (Industrias),
Enrique Véscovi (Trabajo) y Heraclio Ruggia (Obras Públicas). Lo propio hizo Luis
Faroppa, director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.
Entre tanto, Seregni no había perdido su gusto por la equitación. Como presidente
de la Comisión de Deportes Ecuestres, en noviembre organizó un festival hípico en
Rivera, e invitó a Gestido para el acto de clausura.486 El presidente le pidió a Seregni que
lo acompañase en el vuelo de regreso a la capital. «En el avión a Montevideo le vi los
pies a ese hombre: tenía los tobillos hinchados, deformados de la hinchazón. Yo nunca
había visto algo así», contaría Seregni.487
El 6 de diciembre, poco antes de las cuatro de la mañana, Gestido falleció. Se ha
narrado repetidas veces como esa misma madrugada, el jefe de la Región Militar n.º 1,
disipando incertidumbres sobre la actitud que asumiría el Ejército en la instancia, se
apresuró a jurar obediencia a su sucesor, el hasta entonces vicepresidente Jorge Pacheco

(484)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.
(485) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 294.
(486)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 505.
(487) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 93-94.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Areco, un político escasamente conocido que, según su propia confesión, había llegado
al cargo «en una quinta o sexta hipótesis».488 Al otro día, encabezando el desfile realizado
para el sepelio del presidente muerto, iba Seregni, a caballo.489
Había sido una crisis modesta frente a las que sacudían el continente. El mismo año
del golpe en Brasil, en Bolivia los militares habían derrocado a Víctor Paz Estenssoro,
del Movimiento Nacionalista Revolucionario, mientras que en junio de 1966 los
militares argentinos habían hecho lo propio con Arturo Illia, de la Unión Cívica Radical.
Mientras tanto, movimientos guerrilleros inspirados en el ejemplo cubano estallaban
en múltiples puntos de América Latina. En setiembre de 1967, desde La Habana,
sectores minoritarios de la izquierda uruguaya habían acompañado la proclama de la
Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), enfatizando que la lucha armada
era la vía idónea para el acceso al poder de los movimientos populares en el continente.
El 8 de octubre, en la Quebrada del Churo, Bolivia, caía Ernesto Che Guevara intentando
instalar un foco guerrillero en el corazón de Sudamérica.
La Universidad había realizado un homenaje al guerrillero caído. En respuesta, los
generales Mario Aguerrondo, Juan Pedro Ribas, Ventura Rodríguez y el coronel Esteban
Cristi, entre otros, gestionaron ante el Centro Militar la realización de una asamblea de
este con el objeto de resolver un homenaje «a los soldados de ejércitos sudamericanos
caídos en cumplimiento de su deber, en defensa de la soberanía de sus países, en lucha
contra guerrilleros».
En diciembre, el general Hugo Tribochi, presidente del Centro, se mostró de acuerdo
con la propuesta. El 4 de enero se realizó la asamblea. Asistieron 851 oficiales en retiro
y en actividad del Ejército y la Fuerza Aérea pues la Armada decidió no concurrir. El
miembro informante fue el general Luis Toniolo, director del IMES, quien fundamentó
que la asamblea no debía pronunciarse puesto que los estatutos de la institución prohibían
que esta asumiese pronunciamientos políticos.
Según Seregni narró a Blixen, el general Ribas, aquel del duelo con don Luis, lo
acusó de presionar a los oficiales en actividad para que votaran la moción de Toniolo.490
Aguerre niega que eso haya sucedido en la Región n.º 1. El jefe del 9.º supo sí que el
inspector general César Borba dio órdenes en ese sentido al comandante del Batallón de
Infantería n.º 13, que dependía directamente del Estado Mayor, y que este explícitamente
le negó acatamiento.491
El diario comunista El Popular destacó la presencia en la asamblea de los generales
Óscar Baliñas y Liber Seregni, aunque señaló que la presencia de este último se había
dado «más entre bambalinas». Un anónimo oficial declaró que el resultado había sido
una «reafirmación del espíritu civilista ampliamente reconfortante»: 534 oficiales –de los

(488)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., pp. 111 y 134.


(489)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 55.
(490) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 51-52.
(491)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

cuales la mayoría estaba en actividad– negaron su apoyo al homenaje. De los 221 que se
pronunciaron a favor, la mayor parte eran retirados.492
Ribas, que se desempeñaba en la presidencia de la Administración Nacional de
Puertos, había tenido un duro conflicto con los trabajadores a partir de julio de 1967
por haber querido prohibirles realizar actividades sindicales en horas de trabajo. En ese
marco, tres días antes de que se decretaran las medidas prontas de seguridad se había
dirigido a la población por cadena de radio y televisión, con un discurso que Chagas y
Trullén han definido como «amenazante hacia el Partido Comunista». Pero aun después
de la salida de la Lista 99 del gabinete, no todo el gobierno parecía dispuesto a confrontar
con el movimiento sindical. El 19 de febrero de 1968, el entonces ministro de Trabajo
Guzmán Acosta y Lara logró solucionar amigablemente un conflicto en FUNSA.
Sin embargo, Acosta y Lara duraría poco al frente de la cartera. El 26 de abril
Wilson Ferreira lo interpeló en el Senado, demostrando que extorsionaba empresarios
en complicidad con el presidente del Banco Hipotecario, Juan Guillermo Silva. Otro
escándalo estalló tres días después. El 29, BPColor tituló «Desde mañana lunes el dólar
se cotizará a 250 pesos». El Debate acusó al «hijo de Luis Batlle» de haber filtrado el
dato para beneficiarse de lo que popularmente se conoció como la «devaluación de la
infidencia».493
Al otro día, 1.º de mayo, cuando el presidente de la CNT José D’Elía comenzaba
a hacer uso de la palabra en el acto, la Guardia Metropolitana cargó a caballo contra los
trabajadores reunidos para celebrar su día. En Camaradas y compañeros, el historiador
Gerardo Leibner da cuenta de que en la huida falleció de un ataque cardíaco Pesia
Grignberg de Pirogowski, de 63 años. «Nunca habíamos visto una actitud policial como
la de esta tarde», declaró D’Elía. «Censuramos al ministro del Interior y al jefe de Policía
de Montevideo. Los jerarcas responsable de estos hechos deben renunciar», reclamó.494
El gobierno pareció escuchar. Dos días después, mientras el movimiento sindical
paraba en protesta contra la represión, el presidente designaba a Manuel Flores Mora en
la cartera de Trabajo, quien reestableció de inmediato el diálogo con los trabajadores.
El 8 renunció el ministro del Interior Augusto Legnani y fue sustituido por Eduardo
Jiménez de Aréchaga. A su vez, Alberto Aguirre Gestido suplantaba a Raúl Barlocco en
la Jefatura de Policía de la capital.
El 11 de mayo los estudiantes de la enseñanza media habían iniciado movilizaciones
contra el aumento del boleto. El 16 parecían haber alcanzado su objetivo, al obtener
del general Carlos Bartolomé Herrera, ahora intendente de Montevideo, la promesa de
mantener el precio. Pero el 28, hablando en cadena de radio y televisión, el intendente
señaló que el incremento era inevitable. Ante este cambio de posición, los liceales
volvieron a sus protestas, acompañados ahora por los estudiantes de la Universidad del
Trabajo, a la que el gobierno no hacía entrega de fondos prometidos.

(492) Leibner, Camaradas…, o. cit., pp. 523-524.


(493)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., pp. 127, 143, 147-148.
(494) Leibner, Camaradas…, o. cit., pp. 529-536.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El 21 se había constituido el Movimiento por la Defensa de las Libertades. La


Universidad de la República, la central sindical, la democracia cristiana, los socialistas,
los comunistas y sus aliados del F. I. de L., así como figuras independientes como Carlos
Quijano y el presbítero Mauricio García, convergían en esta expresión de inquietud
por las actitudes represivas emergentes. Solo tres semanas después, una demostración
convocada por la FEUU en demanda del pago de la deuda que el Ejecutivo mantenía
con la Universidad de la República, a la que adhirieron los estudiantes de la enseñanza
media, fue baleada desde un vehículo policial dejando a cinco estudiantes heridos. Las
armas usadas habían sido las 38 de reglamento.
En su libro El 68 uruguayo, la historiadora Vania Markarian afirma que «la forma
y el propósito de las movilizaciones estudiantiles sufrieron a partir de entonces notorias
alteraciones». La protesta del día siguiente culminó con graves choques entre los
estudiantes y la policía. El 12 de junio, al término de un acto «en defensa de las libertades,
contra la represión, por la libertad de los estudiantes presos», el llamado a dispersarse
realizado por las autoridades universitarias fue desoído por los estudiantes que montaron
barricadas, apedrearon vidrieras y lanzaron bombas molotov contra la policía.495
A la mañana siguiente, mientras trescientos estudiantes despertaban tras las rejas,
el embajador uruguayo en Washington telefoneaba a Enrique Iglesias, presidente del
Banco Central, para informarle que con el incremento de la represión la imagen del
país se deterioraba rápidamente, haciendo peligrar la refinanciación de la deuda cuya
negociación estaba en curso. A mediodía, el presidente Pacheco reunió al Consejo de
Ministros. Expresó que los estudiantes obraban como punta de lanza de una revolución
en ciernes, que el desprestigio internacional del país estaba a punto de provocar su asfixia
económica y que –por lo tanto– debían aplicarse medidas prontas de seguridad.
Flores Mora votó las medidas por entender que «no se tomaban contra los trabajadores
organizados», pero renunció de inmediato a su cargo. Alba Roballo, que había asumido
el 3 de mayo la cartera de Cultura, no las votó y también renunció. Además publicó
una carta en la que fundamentaba su actitud: esta obedecía a la defensa de principios
que había mantenido toda su vida, pero subrayaba que los motivos del gobierno para
establecer el estado de excepción eran de «orden superior y patriótico»: «nunca ha tenido
más motivo un gobierno para llegar a ese extremo», escribió. Vasconcellos y Michelini,
por su parte, también declararon su rechazo a las medidas. Sin oponerse frontalmente,
Alberto Abdala, entonces vicepresidente, recordó que Luis Batlle se había negado a
aplicar el instituto en ocasión de los disturbios estudiantiles de octubre de 1958. Mientras
tanto, la mayoría del Partido Nacional y las cámaras empresariales apoyaron al gobierno.
El domingo 23 de junio Juan Pablo Terra habló en cadena de radio y televisión en
nombre del PDC. Propuso que se disolviese el Parlamento, se convocase a elecciones
legislativas anticipadas y que, en estas, la oposición conpareciera formando un frente
común. «Quizá no sea el momento oportuno para plantear la unión electoral. Insisto
en el acercamiento en torno a puntos comunes para oponernos a la línea del gobierno»,

(495)  Markarían, Vania, El 68 uruguayo. El movimiento estudiantil entre molotovs y música beat, Univer-
sidad Nacional de Quilmes, Bernal, Provincia de Buenos Aires, 2012.

100
Capítulo 5 | constitución o muerte

respondió entonces el senador comunista Enrique Rodríguez. Por su parte, Michelini


explicó que, por razones ideológicas, la 99 no podría integrar una alianza con los
comunistas.496
Entretanto, Borba viajó al exterior y Seregni pasó a ocupar interinamente la
Inspección General del Ejército.497 Al día siguiente, el gobierno resolvió enfrentar el
conflicto que venía desenvolviéndose en la banca oficial militarizando a sus funcionarios.
Según el testimonio de Aguerre a los autores de este libro, Seregni «tuvo la deferencia» de
presentarse personalmente en la casa central del Banco República, pero lo recibieron con
un tinterazo y bajo una lluvia de insultos. Ante ello, ordenó a sus hombres acordonar el
edificio y hacer venir cinco camiones para aplicar sin más dilaciones la medida ordenada.
Un centenar y medio de bancarios fueron trasladados al 9.º, donde se les tomarían
los datos indicándose que luego esperarían en la plaza de armas del cuartel a que llegaran
los vehículos que debían trasladarlos a una unidad del departamento de Lavalleja, donde
se les impartiría instrucción militar. Como llovía, Aguerre dispuso que la espera se
hiciera en el casino de oficiales.
«La orden es que esperen en la plaza de armas», le recriminó telefónicamente el
secretario de Seregni, pero el jefe del 9.º se mantuvo en sus trece. Por eso cuando esa
noche Seregni llegó a la unidad, el oficial que le anunció a Aguerre su arribo se permitió
una ironía: «Mi comandante; ahí en la entrada está el general con su relevo», le dijo.
«Seregni me entendió perfectamente» aseguró, sin embargo, Aguerre. La orden había
sido dada para que los bancarios no se dispusieran a pasar la noche en el 9.º puesto que
seguirían viaje hacia Lavalleja. No había ningún propósito de maltratarlos.498
El propio general Seregni señalaría a Blixen décadas después que no pasó lo mismo
en las unidades de la Marina, adonde fueron destinados los funcionarios que trabajaban
en la Ciudad Vieja: estos militarizados pasaron la noche de plantón en la explanada
del puerto y su pelo fue rapado.499 Aguerre señaló enfáticamente que la ocurrencia
de atropellos en la unidad de su mando es «una novela».500 Pero los estudiantes de
Arquitectura la creyeron y el 29 de julio, a la entrada de su facultad, es decir frente a
donde estaba el domicilio de Seregni, colgaron una pancarta que lo presentaba en una
caricatura sentado sobre las puntas de unas bayonetas.
También en La mañana siguiente, Seregni narró que el general Francese, que
ocupaba entonces la cartera de Defensa, le ordenó hacerla retirar. Seregni sugirió que
podrían hacerlo la intendencia o la policía. La réplica del ministro no le dejó opción:
«¿Usted se está insubordinando?».501 Según Vania Markarian, Seregni solicitó a las
autoridades universitarias el retiro del cartel pero como esto no sucedió, ordenó a sus
hombres que lo hicieran.502

(496)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit, pp. 159-164.


(497) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 54.
(498)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.
(499) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 54.
(500)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.
(501) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 54.
(502) Markarian, El 68 uruguayo…, o. cit.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

La crónica publicada al día siguiente en Jornada, órgano de la federación de


estudiantes, cuenta que la pancarta fue desprendida mediante un potente chorro de agua,
pues la lluvia de piedras con la que los estudiantes recibieron a los soldados impidió
a estos acercarse. Estaba presente la policía, que protegió la operación con bombas
de gases lacrimógenos. Dos horas después los estudiantes colgaron un nuevo cartel e
iniciaron una marcha por Bulevar Artigas hacia 18 de julio. Hubo un nuevo choque con
la policía y un estudiante herido de bala.503
La agitación estudiantil era, en realidad, incesante y la actitud de las autoridades no
parecía sino azuzarla. El hogar de los Seregni se veía doblemente implicado por ella. Lily
recordará que mientras su marido estaba entre los que debían guardar el orden, Bethel
–que estudiaba Derecho– y Giselle –que estaba en Bellas Artes– participaban de las
manifestaciones estudiantiles, cada una con su propia bandera. «Uno no sabía a qué hora
volvían, era una gran preocupación». Sin embargo, Lily aseguró también que Seregni
«nunca les prohibió que manifestaran lo que pensaban en la forma que creyeran».504
Por otra parte, las medidas prontas de seguridad, la militarización de los bancarios
y el decreto de congelación de precios y salarios dictado el 28 de junio de 1968, habían
avivado las protestas del movimiento sindical que el 1.º de julio decretó un nuevo paro
general. Detenciones de dirigentes sindicales, destituciones y sanciones dictadas contra
los militantes hicieron recrudecer la confrontación. El 7 de agosto los motivos de alarma
se incrementaron inusitadamente: Ulises Pereyra Reverbel, presidente de UTE, fue
secuestrado por el comando tupamaro «Mario Robaina».
La madrugada del 9, alegando investigar el paradero del secuestrado, la policía
allanó el local central de la Universidad y los de varias facultades, sin que hubiera orden
ni presencia judicial, ni siquiera notificación alguna a las autoridades universitarias. «En
la mañana, al difundirse la noticia, comenzó en el centro de la ciudad una verdadera
batalla campal con gran participación estudiantil que duró todo el día y dejó varios
heridos graves», narra Markarian. Alegando la existencia en el ámbito universitario
de material destinado «a la agresión contra la vida y los bienes de las personas», el
presidente Pacheco obtuvo el apoyo unánime de su gabinete para solicitar al Senado que
diese su venia a la destitución de las autoridades universitarias. Al día siguiente Pereyra
Reverbel fue liberado.505
El 12 de agosto, mientras participaba de una manifestación frente a la Facultad de
Veterinaria, Líber Arce, estudiante de Odontología y militante comunista, fue herido
gravemente por el agente de policía Enrique Tegliachi; falleció dos días después. A la
mañana siguiente, Pacheco convocó a una reunión para determinar las providencias
necesarias por lo que pudiera suceder en el sepelio. Chagas y Trullén recogen que
Francese tenía la idea de que agitadores profesionales aprovecharían la conmoción
pública provocada por el asesinato para provocar una asonada, por lo que sería necesario

(503)  Jung, María Eugenia, Markarian, Vania, Wschebor, Isabel, 1968. La insurgencia estudiantil, Archivo
General de la Universidad de la República, UDELAR, Montevideo, 2008, pp. 116-119.
(504)  Rodríguez, B., Confidencias, o. cit.
(505) Markarian, El 68 uruguayo…, o. cit.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

traer tropas del Interior. Estas, junto a las de la capital, deberían intervenir directamente
en el mantenimiento del orden. El ministro del Interior, Eduardo Jiménez de Aréchaga,
acompañó decididamente esta posición.506
Seregni seguía como inspector general del Ejército y participó del encuentro.
Pensaba distinto a los ministros y, ante Blixen, recordó haber fundamentado que
el sepelio sería multitudinario, excediendo el ámbito estudiantil y que esto mismo
aseguraría que transcurriese con normalidad. Las tropas en la calle podían ser un «factor
irritativo y urticante». La discusión fue ardua pero la posición de Seregni terminó siendo
aceptada. Blixen anota que era «impensable un protagonismo militar en la represión si el
comandante de la Región n.º 1 esta[ba] en contra».«¿Usted se hace responsable de lo que
pase?», habría preguntado el presidente Pacheco. Seregni afirmó que sí.507
Luego se reunió con Aguerre y con el comandante del Regimiento n.º 1 de
Infantería, el teniente coronel Mario Zerpa –«un demócrata», según el jefe del 9.º–.
Informó de indicios sobre la presencia de infiltrados en el acto, que probablemente
realizarían autoatentados y podrían intentar un ataque al Palacio Estévez, todavía sede
de la presidencia de la República. Seregni dispuso que Zerpa concentrara a sus hombres
a la altura del Templo Inglés, manteniendo a los soldados en sus camiones hasta nuevo
aviso. Aguerre, por su parte, se situaría detrás del Palacio Legislativo. «Tengan en cuenta
una cosa y este es mi concepto: la demostración de la fuerza muchas veces evita su uso»,
les habría dicho.508
Inmediatamente el general advirtió a los parlamentarios los motivos por los que
verían pasar tropas por las inmediaciones del Parlamento. A Michelini, Vasconcellos,
Roballo y Flores Mora les brindó una versión minuciosa de la reunión de la mañana.
Este último se reunió con Óscar Maggiolo, rector de la Universidad, acordando que el
entierro se hiciese en el cementerio del Buceo y no en el Central, de manera de evitar que
la multitud se agolpase en el centro de la ciudad.509
Un helicóptero de la policía informaba a Jefatura sobre cómo estaba transcurriendo
el acto. Ubicado en el sitio dispuesto, Aguerre oía las voces que sonaban desde la radio
de un patrullero que tenía abierta la ventanilla. Según su recuerdo, el diálogo producido
fue el siguiente:
–Empieza la desconcentración. La gente marcha hacia el este.
–Te equivocaste. Habrás querido decir hacia el oeste, hacia el centro.
–No hacia el este, hacia Carrasco.
El comandante del 9.º dedujo entonces que también los organizadores del entierro
sospechaban que este podía ser manipulado, y habían dispuesto por eso la alteración de
la costumbre de terminar los actos en 18 de julio.510

(506)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., p. 174.


(507) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 55
(508)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.
(509)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., p. 174.
(510)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Sin embargo, mientras anochecía, grupos de revoltosos aparecieron en la principal


avenida y empezaron a apedrear vidrieras. Francese y Jiménez de Aréchaga telefonearon,
inquietos, a Seregni. En el relato de La mañana siguiente se sostiene que este último
comprobó «con estupor» que mientras los revoltosos avanzaban hacia el Palacio Estévez,
la policía había desaparecido. Había recibido la información que entre los manifestantes
había agentes policiales y militantes de ultraderecha. «¿Qué espera para mover las
tropas?» lo apremiaba el ministro del Interior desde el teléfono.
Seregni se comunicó entonces con los dirigentes de la CNT, la FEUU y los políticos
de la oposición, al tiempo que, como la guardia de la casa presidencial empezaba a ser
apedreada, ordenó que tomaran posición de defensa y mandó a Zerpa hacer descender a
su tropa de los camiones.
Pero la intervención militar no sería necesaria: «Antes de la medianoche, fuerzas
civiles hicieron la contraofensiva», contó Seregni. Eran militantes sindicales, estudiantiles
y del Partido Comunista. Recién cuando estos enfrentaron a los provocadores habría
aparecido la policía.511
Para Seregni esa noche «se montó una trampa, una inmensa trampa sin lugar a
dudas, entre las fuerzas policiales y el gobierno».512 En definitiva, «el gobierno quería
forzar la presencia del Ejército en la calle y nos negamos».513 Desde este punto de vista,
el general definiría 1968 como el año en que vivió «presionado por la disyuntiva de
plegarme a la escalada del autoritarismo o protagonizar un golpe».
Esta última sugerencia provenía de «gente bien intencionada del medio civil»,
dirigentes políticos de indiscutible definición democrática que temían un golpe de Estado
de la derecha política y militar.514Parece un hecho que esa idea estaba circulando. En
aquel encuentro de mayo del 65, Jorge Batlle le había dicho al encargado de negocios
norteamericano que Vasconcellos había escandalizado a su correligionario Ledo Arroyo
Torres, entonces presidente del Consejo Departamental de Montevideo, al señalarle que
una de las opciones planteadas por la situación política era «un golpe liderado por la
gente que realmente creía en la democracia».515
En realidad Seregni reconoció más de una vez haber recibido varias propuestas. No
todas provinientes de dirigentes políticos. A Barros Lémez le mencionó que algún planteo
de ese tipo le fue formulado por «sectores sociales [...] más o menos esclarecidos».516
«Sin duda que en aquel clima de violencia, de crisis, de pauperización, una salida
de ese tipo no habría sido rechazada por el medio civil, pero no hubiera sido perdurable,
y tenía la convicción de que los grandes cambios no se imponen así», explicó Seregni
a Blixen. Aceptar esa propuesta «hubiera significado renegar de todo por lo que había
luchado».517 «Toda la actuación mía a lo largo de mi carrera, había sido en la defensa de

(511) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 56-57.


(512) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 63.
(513)  Ibídem, p. 60.
(514) Blixen, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 56-57.
(515) Aldrighi, Conversaciones reservadas…, o. cit., p. 92.
(516)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 62.
(517) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 56-57.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

la Constitución y la ley, como una religión. En mí alcanzaba el carácter de un rito. En el


mejor sentido del término. [...] Sigo pensando así», había explicado a Barros Lémez.518
Allegados a Pacheco Areco han manifestado a Chagas y Trullén que fue durante la
mañana en que se discutieron las providencias para el entierro de Líber Arce cuando el
entonces presidente empezó a sentir desconfianza «no de orden personal ni profesional,
sino política» hacia Seregni.519 Por eso le ofreció pasar a ocupar el cargo de agregado
militar y representante ante la Junta Interamericana de Defensa en los Estados Unidos, lo
que rechazó de plano y en forma inmediata el general.
«Claro, usted quiere defender sus intereses», le habría dicho Pacheco, aludiendo
a la empresa de teletipos de Seregni cuya prosperidad se había vuelto notoria: las
dos máquinas iniciales se habían convertido en 350 y su planilla incluía a cincuenta
funcionarios. Seregni replicó que en aquellas circunstancias críticas sentía por encima de
todo el deber de permanecer en el país.520
La pulseada continuaría. A fin de mes se le ordenó a Seregni allanar los locales de la
Universidad de la República. Este se reunió previamente con el rector Maggiolo y acordó
que los operativos en tal sentido se realizarían con presencia del decano correspondiente
y un notario que levantara acta de los resultados del procedimiento en cada lugar.521
«Alguien nos jodió», comentó Aguerre, a quien ese 26 de agosto le tocó allanar la
Facultad de Agronomía. Lo primero que encontraron fue, colgado a la entrada, un gran
cartel de recibimiento que decía: «Fuera milicos de la Facultad». El comandante del 9.º
conocía de antes, por motivos particulares, la residencia para estudiantes del Interior
que había al fondo del predio. «Las paredes estaban llenas de afiches del Che Guevara
y de varias organizaciones de izquierda, pero cuando hicimos el allanamiento estaban
limpias, no había nada».522
La agitación social y el clima conflictivo no hicieron más que recrudecer. El 20 de
setiembre, durante una manifestación estudiantil ante la sede central de la Universidad,
fue herido por la policía el estudiante Hugo de los Santos. Susana Pintos, también
estudiante, trató de evacuarlo y resultó baleada. Ambos murieron. La policía estaba
estrenando escopetas de perdigones en lugar de las armas de reglamento. Para impedir
nuevas confrontaciones, el presidente Pacheco decretó la clausura de los cursos hasta el
15 de octubre y ordenó al ejército que mantuviera cercadas las facultades.
La suspensión de los cursos trajo tranquilidad a corto plazo, pero la huella que
aquellos meses dejaron en la vida colectiva resultó profunda e indeleble. Para Markarian
las protestas uruguayas estuvieron «entre las más prolongadas e intensas de América
Latina». La relativa calma con que terminaba el 68 uruguayo pudo ser en realidad la
del ojo del huracán. Como señala Markarian, «el decaimiento de la protesta pública fue
inversamente proporcional a la radicalización de algunos grupos de jóvenes movilizados,

(518)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 62.


(519)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., p. 174.
(520) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 57.
(521)  Ibídem, p. 57.
(522)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

muchos de los cuales se integraron entonces a propuestas políticas abiertamente


confrontacionales».523
Fue también durante aquella distensión que el vínculo entre el presidente Pacheco y
Seregni tuvo su peor momento. El motivo final de un ya prolongado conflicto que, como
vimos, había venido creciendo, fue el destino dispuesto para el edificio de la Escuela
Militar y del IMES, que todavía funcionaban en la calle Garibaldi. El general arquitecto
Alfredo Campos se había ocupado personalmente de diseñar el antiguo edificio,
jerarquizando así la cuestión de la estructura arquitectónica adecuada para albergar
funciones de esa naturaleza, pero el espacio ya no resultaba suficiente.
Seregni seguía de inspector general. De la solicitud que presentó a Pacheco el
6 de noviembre surge que el ministro Francese había pedido la opinión del general
sobre el edificio necesario para las instituciones educativas del ejército. «Se habían
hecho estudios y habían intervenido (por supuesto) los comandos, habían opinado los
distintos oficiales generales y también los institutos», contó Seregni a Barros Lémez.524
Sin embargo la solución incluida en el proyecto de Rendición de Cuentas elevado al
Parlamento «violentaba nuestras ideas».
En la resolución del Poder Ejecutivo se disponía un trueque de propiedades entre los
jesuitas y el Ejército que significaba que la Escuela Militar y el IMES deberían arreglarse
con el edificio del seminario que los jesuitas tenían en Toledo. El 5 de noviembre, Seregni,
que sabía que a Francese lo obligaba una promesa de orden religioso a la Compañía de
Jesús, le planteó directamente sus objeciones al presidente:
–¿Usted está acusando al ministro de corrupción? –le preguntó Pacheco.
–No.
–Entonces el asunto ya está liquidado. El decreto ya está firmado.525
Al día siguiente Seregni solicitó su pase a retiro con un texto en el que daba razones
de orden económico y pedagógico para oponerse al trueque. En su nota terminaba
señalando que «lo más trascendente y profundo del problema planteado» era que los
procedimientos utilizados para la decisión sentaban «la doctrina de que el señor ministro
de Defensa Nacional, esencialmente de funciones políticas y administrativas, puede
resolver –sin consulta ni asesoramiento del órgano afectado– en problemas que inciden
en la funcionalidad y en el futuro de una institución [...] como es el Ejército».526
«Esa mañana me reuní con los oficiales –narraría a Blixen casi tres décadas
después–; les expliqué cuál era mi manera de pensar, de actuar, como entendía el mando
y la jefatura. Así que ahí mismo entregué el mando al segundo jefe, [Hermenegildo]
Irastorza, y me fui para mi casa».527 Aguerre recuerda que después de terminada la
reunión, mientras Seregni quedaba a solas con Irastorza, se le presentó el jefe de un
batallón de ingenieros, «que no era de izquierda ni nada por el estilo».

(523) Markarian, El 68 uruguayo…, o. cit.


(524)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 64-65.
(525)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., p. 183.
(526)  DEHEN, Legajo…, o. cit., fs. 532-533.
(527) Blixen, Seregni..., o. cit., p. 58.

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Capítulo 5 | constitución o muerte

–Mirá, cabezón –le dijo aquel jefe al comandante del 9.º– vos que sos más allegado a Seregni,
decile que vamos a plantear una posición al ministro: que obedecemos órdenes solo de Seregni.
–No seas estúpido –habría respondido Aguerre–. Si él hubiera querido eso, no hubiera actuado
como actuó. Él tiene bien fijo lo que va a hacer. Ya no puede aguantar más. No puede hacer
coincidir su concepto con las órdenes que le están dando.528
«Los ramos de flores que venían con saludos de los oficiales y las guarniciones,
tapaban mi apartamento», contó Seregni. «Siento que es el entierro de lujo de una
carrera», le respondió a un periodista que le preguntó entonces por sus sentimientos.529
Varios militares visitaron por esos días el apartamento de Seregni. Entre ellos
Ramón Trabal, entonces teniente coronel de Caballería e integrante del estado mayor
de la Policía. Casi no se conocían, pero Trabal también era batllista y conversaba con
Vasconcellos y Flores Mora. «Solemnemente cuadrado, como corresponde frente a un
general, [Trabal] le expresó su respeto. También le dijo que estaba de acuerdo con su
comportamiento y que era un ejemplo», narró el periodista Sergio Israel.530
El 9 de noviembre el diario Extra (originalmente muy cercano a la figura de Glauco
Segovia, había sido luego adquirido en agosto por Federico Fasano) publicó una carta
atribuida a un presunto grupo de oficiales jóvenes de la Región Militar n.º 1, en la que
estos establecían su «profunda discrepancia para con los hombres y los hechos» que
habían conducido a la separación de Seregni, realizando además críticas al sistema
económico y social vigente. El general puso distancia con esas expresiones atribuyendo
a sus autores «propósitos muy bajos». Extra fue clausurado por tiempo indeterminado.531
La nueva ubicación de la Escuela Militar no era una cuestión nimia para Seregni.
«Hay un simbolismo de las piedras y los ladrillos que tienen que ver con la gente y con
los institutos que luego van allí. [...] La formación religiosa [...] es de muros cerrados
para que el hombre tenga su comunicación con Dios. [Nosotros] Queríamos cadetes que
estuvieran mirando a su país y a su gente», explicó Seregni a Barros Lémez quien le
preguntaba si realmente el asunto «era tan significativo como para llevarlo a tomar esa
decisión».
Pero en su respuesta Seregni había empezado aclarando que esa no había sido la
razón fundamental de su renuncia. Puntualizó:
Me acuerdo de la historia de HD [...], que estudiábamos cuando éramos jóvenes, cuando hablaba
de la Revolución de Mayo, –y hablaba de las causas lejanas, las causas próximas– y siempre hay
un acontecimiento que es como la gota que desborda el vaso. Entonces no es el incidente en sí,
sino la acumulación de incidentes».532
En realidad «la única explicación lógica» para la actuación del gobierno era que
fuese un intento para lograr «de todas maneras la intervención del Ejército en el orden
público». Seregni sentía que todo el tiempo se estaba buscando «que cometiera un

(528)  Entrevistas de los autores con Pedro Aguerre Albano realizadas el 10.2 y el 2.3.2012.
(529)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 63.
(530)  Israel, Sergio, El enigma Trabal. La conexión francesa, 2.ª edición, Montevideo, Fin de Siglo, 2011,
p. 87.
(531)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., p. 183.
(532)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 64-65.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

acto en el que quedara fuera de la ley». «Como todas las cosas se hacían dentro del
ordenamiento jurídico [...] o cumplía la orden y contrariaba mi manera de ser, o la otra
cosa era insubordinarme, lo cual me repugna y me repugnó siempre».533
Esa fue la explicación que, sin variantes significativas, el general mantuvo hasta su
muerte: «si seguía en la vida militar [...] era para utilizar las armas en el mal sentido de
la palabra. Y yo no quería eso», insistió en 2002.534
El paso dado ha sido objeto de cuestionamientos. Gabriel Castellá, que firmando
Ramírez publicaría tres años después un texto pionero sobre las transformaciones que
estaban ocurriendo en las Fuerzas Armadas, censuró aquellas renuncias por cancelar
la oportunidad de «inaugurar una legítima corriente progresista en el ejército».535 La
historiadora Selva López Chirico ha sugerido que por su propia mentalidad civilista,
Seregni y Licandro habrían minimizado el papel que «podría ser jugado por el brazo
armado en el proceso que se estaba desarrollando en el país».536 Lo cierto fue que
como también estaba sin mando la Región n.º 3 (en octubre del 68 había fallecido
su jefe, Santiago Pomoli), Pacheco pudo reestructurar a su gusto el esquema militar
heredado de Gestido.
Reflexionará Seregni en otro momento:
A veces los que no están en la cosa, no comprenden lo qué es un verdadero desgarramiento. [...]
El comando del Ejército me correspondía, [...] y en un momento así, abandonar la carrera, cortar
el lazo, es, repito, un desgarramiento. ¿Cómo explicarlo? ¿Con qué ejemplo? [...] Un cirujano
que estuviera en una intervención activa, y en un momento dado tiene que tomar una decisión y
abandona el hospital y la sala de operaciones y se va para nunca más hacerlo.537
De todos modos, la desvinculación formal se demoró. No era lícito solicitar retiro
mientras estaban en vigor medidas prontas de seguridad. El 12 de diciembre Francese
aprovechó la continuidad de la subordinación para sancionar a Seregni con un arresto
simple de 15 días, por haber incluido en su solicitud «consideraciones improcedentes
sobre atribuciones, procedimientos y actitudes de un superior».538
El nuevo año trajo señales confusas. Eduardo Jiménez de Aréchaga, ministro del
Interior bajo cuya gestión habían sido muertos los tres estudiantes, fue relevado por
Alfredo Lepro. El 21 de enero, sin embargo, la acción policial ocasionó otro muerto,
Arturo Recalde, obrero municipal. La inflación estaba cediendo. En la CNT había
triunfado la posición de los comunistas quienes aceptaban participar de la Comisión
de Productividad, Precios e Ingresos (COPRIN), creada por el gobierno. Entre tanto, la
guerrilla desarrollaba sus propios planes: el 14 de febrero asaltó la Financiera Monty y
cuatro días después el casino San Rafael.

(533)  Ibídem, pp. 64-65.


(534) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 61.
(535)  «Las fuerzas armadas uruguayas en la crisis continental», Montevideo, Tierra Nueva, 1971.
(536)  López Chirico, Selva, Estado y fuerzas armadas en el Uruguay del siglo XX, Montevideo, EBO,
1985.
(537)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 63.
(538)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 535.

108
Un mes después, Pacheco levantó el régimen de excepción. Después de 38 años y dos meses
de servir en las Fuerzas Armadas, Seregni obtuvo finalmente su retiro. Correspondía un último
encuentro con Pacheco. Seregni lo recordó así veinte años después: «Cuando nos despedimos, en
la Casa de Gobierno, el presidente fue hasta la puerta del salón: “Adiós, mi general”, dijo, y el
“adiós” fue duro, como sacarse un peso tremendo de encima».539
Le esperaban algunas alegrías. El monto de su jubilación ($ 66.370) lo ubicaba en
el noveno decil de ingresos según la clasificación de la Dirección General de Estadística
y Censos. Tenía comprados en cuotas pasajes para viajar junto a su esposa a Estados
Unidos y Europa y el 25 de marzo, el Ministerio de Defensa había autorizado su viaje.540
A una semana de la partida, un vendedor muy cargoso logró venderle a Seregni un
vigésimo de lotería. «Dos o tres días antes de irnos –contó el general a Barros Lémez– nos
estábamos vistiendo para ir a una cena que nos daban unos amigos y Lily, que siempre es
más bicha que yo en esas cosas de lotería y quiniela, me dice: “decime una cosa, ¿tú no
habías comprado un número?”. “Sí”, digo. “¿Y te fijaste?”. “No”. “¿Y dónde lo tenés?”.
“A ver, dejame buscar”. Y en un bolsillo de un chaleco apareció el número». La familia
Seregni-Lerena había sacado la grande.541

(539)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 66.


(540)  DEHEN, Legajo…, o. cit., f. 541.
(541)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 67.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

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Capítulo 6 | la admirable alarma

Capítulo 6
La admirable alarma
«El régimen actual no es el orden, sino el desorden establecido. Nosotros sí queremos
cambios radicales en la vida económica y social del país. Son los que no quieren
cambiar las cosas los agentes de la violencia y los agentes del desorden.»
Liber Seregni, 26 de marzo de 1971.

La gira que empezó por Estados Unidos, siguió por Inglaterra y que abarcaría toda
Europa Occidental, debió ser interrumpida en forma intempestiva. La conflictividad
social se había agravado nuevamente en el país. La guerrilla tupamara había profundizado
su deriva violentista, mientras que con la sustracción de la bandera de los Treinta y Tres
Orientales, anunciaba su entrada un nuevo grupo de origen anarquista, la OPR-33.
El Poder Ejecutivo y el Parlamento empezaron a chocar entre sí en forma cada vez
más frecuente. En mayo de 1969, el presidente Pacheco mantuvo en el cargo al ministro
de Industrias, Jorge Peirano Facio, a pesar de que el Parlamento lo había censurado en
una interpelación. En junio, la Asamblea General había levantado una nueva clausura
impuesta al diario Extra, pero Pacheco la había mantenido.
El diputado Héctor Gutiérrez Ruiz había denunciado en la Cámara que un grupo
de oficiales del Servicio de Inteligencia y Enlace de la policía, armados con metralletas,
había rodeado el domicilio del coronel Julio César Vadora mientras este cenaba con
un nutrido grupo de oficiales en actividad (Alberto Ballestrino, los hermanos Artigas y
Gregorio Álvarez, Manuel Núñez y Rufino Domínguez) y algunos civiles. Sergio Israel
en su libro sobre Trabal anotó que el herrerista Mario Heber habría alcanzado a escapar
del procedimiento por la puerta de atrás.542
La operación había sido ordenada por el jefe de Policía y comandada por el coronel
Trabal. Inicialmente la acción se limitó a identificar a los reunidos pero a la mañana
siguiente, cuando Vadora salía de su domicilio con objeto de denunciar lo acontecido, la
policía lo detuvo y allanó su domicilio. Según Chagas y Trullén, se manejaba información
sobre que la cena, conocida como el «Pacto de la buseca», había sido un intento de
desplazar a Pacheco. Para Gutiérrez Ruiz, toda la cuestión configuraba un agravio a sus
correligionarios.543
Entre tanto, ante un nuevo conflicto bancario, el Poder Ejecutivo volvió a recurrir
al instrumento de la militarización. «Si levantan la militarización no respondo de los
mandos», había advertido el ministro de Defensa a los parlamentarios quienes, sin
embargo, dejaron sin efecto la medida. Pacheco la reimplantó a las 24 horas mientras sus
visitas nocturnas a algunas unidades militares hacían temer a Aguerre y a sus compañeros

(542) Israel, El enigma…, o. cit., p. 88.


(543)  Chagas y Trullen, Pacheco…, o. cit., p. 216.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de la 1815 que iba a ser el propio presidente quien ahora protagonizara el tan temido
golpe de Estado.
El dirigente sindical Héctor Rodríguez recordó haber recibido en esas fechas la
visita de Montañez. El militar le habría manifestado que las Fuerzas Armadas apoyarían
al Parlamento si este declaraba que Pacheco estaba violando la Constitución, colocando
en su lugar al vicepresidente Abdala, pero que «la situación era tan grave que había que
hacer venir de apuro a Seregni».544 Este último confirmó años después a Chagas y Trullen
que había recibido telegramas de Alba Roballo, apremiándolo a regresar, porque estaba
en curso una crisis militar.545
Un largo cuarto intermedio y finalmente una declaración reivindicando sus poderes
fue –sin embargo– toda la respuesta del Poder Legislativo. La presunta crisis militar se
desvaneció mientras el matrimonio Seregni volvía al Uruguay. Sin embargo, no cesaba
la crisis política. El 15 de setiembre el presidente Pacheco sellaba su alianza con el
ruralismo, nombrando a Juan María Bordaberry como ministro de Ganadería. Algunos
batllistas consideraron el hecho como imperdonable. «Pacheco es el chicotazismo en
el Partido Colorado y representa las ideas de Nardone», denunció con indignación, por
ejemplo, Zelmar Michelini.546
El presidente Pacheco contaba con el apoyo más o menos estable del sector herrerista,
que por entonces conducía Martín Etchegoyen, pero no podía esperar lo mismo del resto
del nacionalismo. Denuncias del senador Carlos Julio Pereira hicieron caer al Intendente
de Montevideo –que era el general Carlos Bartolomé Herrera– mientras los tupamaros
decidían llevar la confrontación a un nivel más alto, tomando por unas horas la ciudad de
Pando, en un episodio que terminó trágicamente.
Los comunistas, por su parte, habían mejorado su disposición ante la propuesta
realizada por Juan Pablo Terra en junio del año anterior. «Sí; es posible edificar una nueva
alternativa para la República», asumía El Popular la primera semana de diciembre. «Hay
que levantar –proponía– una gran fuerza política independiente, al margen de los partidos
tradicionales, a la que se sumen los hombres y mujeres de los partidos tradicionales, a la
que se sumen los hombres y mujeres honrados y patriotas que proviniendo desde muy
diversos sectores sociales y políticos, aspiran a un cambio de verdad, a un Uruguay
nuevo y mejor».547
A la semana siguiente, desde Marcha, el dirigente demócrata cristiano insistía en
su propuesta y la afinaba: llamaba a la unidad opositora «Frente Amplio», afirmaba que
su programa debería contener el reestablecimiento de los derechos y las libertades, la
planificación para el desarrollo, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, la
reforma agraria y la industrialización. Al mismo tiempo, anunciaba que su partido estaba

(544)  Fernández Huidobro, Eleuterio, El tejedor. Héctor Rodríguez, Montevideo, TAE, 1995, pp. 284-285.
(545)  Chagas y Trullén, Pacheco…, o. cit., p. 214.
(546)  Ibídem, p. 222.
(547)  Ibídem, p. 227.

112
Capítulo 6 | la admirable alarma

dispuesto a «abrir el lema» a los efectos de superar los obstáculos que la legislación
electoral oponía a un acuerdo de este tipo.548
Según Juan Raúl Ferreira, Alberto Methol Ferré concertó por entonces una entrevista
entre Terra y Wilson, en la que el dirigente democristiano propuso al nacionalista
participar de aquella confluencia.
–Decime una cosa, ¿cuántos votos tuvieron ustedes? –habría inquirido Ferreira.
–Treinta y siete mil.
–Entonces por qué no se vienen con nosotros y nos dejamos de cosas raras –habría espetado el
nacionalista (probablemente sin intenciones de ser tomado en serio).549
En todo caso Ferreira no era el único que se resistía a dar aquel paso. «Separemos el
trigo de la paja. Pienso que en este país, por muchos años, solo habrá blancos, colorados
y comunistas y que es muy difícil hacer una mezcla electoral con ellos», precisaba por
entonces Alba Roballo. En realidad, tres de los cuatro grupos en que se había divido la
vieja 15, el Frente Colorado de Unidad, la 315 y la 99, estaban negociando la constitución
de una nueva corriente capaz de disputarle la mayoría al naciente pachequismo y al
quincismo liderado por Jorge Batlle.
Las conversaciones tuvieron lugar durante el verano de 1970. Según los relatos que
recibió el politólogo Óscar Bottinelli, estaba «cerca de esa idea» Manuel Flores Mora,
«la consideró en algún momento» Glauco Segovia y «se llegó a hablar» con Alberto
Abdala. «No es que hubiese gente adentro y gente afuera –ilustró Bottinelli–, sino mucha
gente conversando qué iba a hacer hacia la elección del 71».
Los posibles socios de la iniciativa avanzaron hasta alcanzar el acuerdo de que la
fórmula presidencial debería estar integrada por Vasconcellos y por el general retirado
Liber Seregni. De allí no se pudo pasar. «Vasconcellos consideraba que su trayectoria lo
obligaba a encabezar la fórmula», explicó el politólogo. En cambio, los demás entendían
que el candidato a presidente debía ser Seregni. «Pensaban que el proyecto era para salir
con una figura nueva» y «probablemente muchos de ellos no estaban dispuestos a ir con
Vasconcellos puesto que por algo se habían separado antes». La negociación se bloqueó
en ese punto y el grupo terminó dispersándose.550
Los hechos, sin embargo, parecían estar desbordando los mecanismos habituales de
trámite en el sistema político. En los primeros meses de 1970, el gobierno –después de
decretar la intervención de Secundaria y de la UTU– hacía caso omiso de la resolución
parlamentaria que dejaba sin vigor las medidas prontas de seguridad. Por su parte, el
MLN desafiaba a las fuerzas represivas ejecutando a un comisario acusado de torturar
a los detenidos y apropiándose del arsenal del Centro de Instrucción de la Marina. Un
grupo de oficiales reclamó al presidente que disolviese el Parlamento. Otros militares,
los de la agrupación 1815, se encontraban en secreto con el dirigente tupamaro Amodio
Pérez, que les había prometido informarles dónde se reunían los golpistas.551

(548)  Ibídem, p. 227.


(549)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.
(550)  Entrevista de los autores a Óscar Bottinelli, 18.5.2012.
(551)  Entrevistas de los autores a Pedro Aguerre Albano (10.2.2012 y 2.3.2012).

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Durante la primera semana de junio, mientras se archivaba el expediente judicial


sobre la devaluación de la infidencia, hacía público su informe la comisión especial
del Senado designada para investigar si la policía estaba torturando a los detenidos. La
integraban Alba Roballo, Amílcar Vasconcellos, Mario Durán Rubio, Edwin Amstrong
Brum, Alejandro Zorrilla de San Martín, Washington Guadalupe y Luis Hierro
Gambardella.
Este informe demostraba en forma contundente la extensión e intensidad con que
se estaba aplicando la tortura en dependencias policiales. Se aseguraba que se aplicaban
torturas contra personas que terminaban siendo procesadas pero también contra otras que
nunca habían sido imputadas de delito alguno. Se denunciaba que entre los torturados se
contaban «mujeres en estado avanzado de gravidez» y otras «en compañía de sus hijos
lactantes», que los métodos utilizados iban desde la humillación y el golpe más corriente,
pasando por el plantón y la paliza, hasta las quemaduras de cigarrillo y la aplicación de
la picana eléctrica.
Frente a estas denuncias, la búsqueda de una convergencia opositora creó espacios
de diálogo cada vez más importantes entre algunos legisladores opositores. Bottinelli en
su testimonio para esta investigación señaló que este tipo de vínculos eran cultivados
en forma denodada por personalidades políticas como Luis Pedro Bonavita, Rodney
Arismendi y Juan Pablo Terra. Alba Roballo había participado de estos espacios, por lo
menos al principio, con mayor entusiasmo que Zelmar Michelini (después los roles se
invirtieron). Francisco Rodríguez Camusso (proveniente del Partido Nacional, de origen
herrerista y ministro del último gobierno blanco) formaba parte de la misma rueda, en la
que alguna vez llegó a participar su correligionario Héctor Gutiérrez Ruiz.
Por cierto que entre los participantes había ideas distintas sobre el alcance de
aquellos encuentros. Los comunistas habían definido desde 1955 que el centro de su
estrategia nacional pasaba por la configuración de un «frente democrático de liberación
nacional», considerado como «una gran coalición antifeudal y antiimperialista», un
«bloque de clases diversas: proletariado, campesinado, pequeña burguesía, intelectualidad
y burguesía nacional, donde el proletariado cumpl[iera] la función dirigente» con el
objetivo de instaurar un «gobierno democrático avanzado». Su interés era entonces la
creación de una alianza política de carácter y proyección estratégica. En cambio, según
asegura Bottinelli, «el planteo del PDC era constituir una coalición electoral para un
momento político determinado del país y nada más».
De todos modos, el politólogo estima que entre junio y julio de 1970 ya se perfilaba
con claridad «un pacto tácito» entre varios de estos interlocutores. Arismendi, Bonavita,
Terra, Michelini y Rodríguez Camusso se habían consolidado como el Grupo de los
Cinco, que era el que elaboraba los acuerdos. Se daba por hecho que habría una expresión
electoral común y que estaría encabezada por Seregni, propuesto por Michelini y
aceptado por todos.
Se lo vio como natural –aseguró Bottinelli–. Había que salir con un nombre nuevo y no era nada
menor apostar a un militar en un momento en que todos apostaban a figuras militares. Gestido
había aparecido en el 62 y llegado a la presidencia en el 66. En el 71 Aguerrondo encabezaría
una de las fórmulas del Partido Nacional. Era clara la idea de que Uruguay necesitaba un militar

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Capítulo 6 | la admirable alarma

porque necesitaba de más autoridad. Podían buscarse militares de derecha, de centro o de


izquierda, pero todos estaban buscando generales.552
Sin embargo, la idea no satisfizo a la mayoría de aquellos militares que habían
continuado discutiendo opciones políticas con Seregni después de su pase a retiro.
Según este dijo a Blixen, el grupo incluía casi un centenar de oficiales, básicamente
aquellos con los que había coordinado acciones preventivas contra un eventual golpe de
Estado. «Con usted sí, pero con los comunistas no», le habrían dicho muchos de aquellos
altos oficiales.553 Entre quienes continuaron con él estaban los integrantes de la 1815.
La presunción de que se preparaba un golpe de Estado los había resuelto a sumar su
«cañoncito» a las fuerzas comprometidas a defender las instituciones, graficó Aguerre.554
Como sobre Extra pesaba la clausura definitiva, Fasano dirigía ahora el vespertino
Ya. Entrevistado para ese medio, Seregni sostenía por aquellos días que «en todos los
casos la violencia debe ser prevenida y, si se presenta, reprimida», pero que «para
combatir la violencia no son necesarias las armas convencionales sino las razones de tipo
político y social. Debemos formar una conciencia nacional en efectivas realizaciones
sociales, que terminen con la injusticia. Esa es la mejor arma para combatir la violencia»,
aseguraba.555
La disyuntiva entre dialogar o no con la guerrilla se constituyó en un debate
conflictivo y de importancia creciente a partir del 31 de julio, cuando el MLN secuestró
al cónsul brasileño Aloysio Días Gomide y al norteamericano Dan Anthony Mitrione, un
asesor de la policía acusado de introducir tecnologías de tortura. «Exigimos la inmediata
liberación de los presos políticos cuyos nombres daremos oportunamente a conocer, para
poner en libertad a los funcionarios diplomáticos detenidos por nuestra organización»,
decía por su parte el comunicado del MLN tras los secuestros.
«La de ahora, es la hora de la conciliación, del entendimiento e incluso de la
amnistía», declaró el vicepresidente Abdala, pero el gobierno se mostró dividido frente
a la disyuntiva que se abría. Abdala habría sido apoyado por el ministro de Educación
Carlos Fleitas, pero no por el general Francese, que ahora ocupaba el Ministerio del
Interior, tampoco por el canciller Jorge Peirano Faccio, ni por el propio Pacheco, que se
oponían de modo enfático a todo tipo de acuerdo con la guerrilla.
El 1.º de julio la policía había capturado a Amodio Pérez y cuando el 7 de agosto
logró la detención de Raúl Sendic y de otros siete integrantes de la dirección tupamara,
la posición de los duros dentro del MLN se fortaleció. El 9 de agosto, tras una nueva
advertencia y un ultimátum, el MLN terminó con la vida de Mitrione.556
«Condenamos el crimen» expresó entonces el quincenario democristiano Flecha.
«El camino de la violencia individual no es el nuestro», enfatizaba por su parte El
Popular. Pero las coincidencias de los futuros frentistas todavía no eran plenas. El 10

(552)  Entrevista de los autores a Óscar Bottinelli, 18.5.2012.


(553) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 62 y 64.
(554)  Entrevistas de los autores a Pedro Aguerre Albano (10.2.2012 y 2.3.2012).
(555)  Chagas y Trullén, Pacheco…, o. cit., pp. 259-260.
(556) Labrousse, Una historia…, o. cit., pp. 45-51.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de agosto, Arismendi y Michelini votaron en contra de la suspensión de las garantías


constitucionales solicitadas por el Poder Ejecutivo, pero Terra las apoyó «por un plazo
muy corto, y delimitándolas con precisión». El mismo mes, una resolución del Comando
General del Ejército dispuso adjudicar prioridad a la hipótesis de conflicto definida como
«ruptura de la unidad interior».
El 4 de setiembre de 1970, la victoria de Salvador Allende en Chile como candidato
presidencial de la Unidad Popular, una alianza que aunque distinta tenía similitudes
con el frente que se proponía en Uruguay, alentó a sus constructores. El Movimiento
Socialista, que reunía a quienes se habían alejado del partido originario siguiendo a
Emilio Frugoni, aceptó inmediatamente la idea.
Algunos entusiastas de la alianza venían recorriendo el país en favor de la propuesta
desde comienzos de año. Entre ellos estaban el general Baliñas, Héctor Rodríguez (ahora
líder de los Grupos de Acción Unificadora), Washington Fernández (exministro de Luis
Batlle, director del diario La Idea), el escribano Fernando Miranda y el doctor Luis
Alberto Viera, entre otros muchos.
El Partido Socialista estaba ilegalizado por su adhesión a la declaración violentista de
la OLAS en 1967 y el recuerdo del fracaso que había significado la Unión Popular todavía
coexistía en su interior, con el telón de fondo de varias contiendas internas irresueltas. En
cambio, el Movimiento Revolucionario Oriental, que orientaba el exnacionalista Ariel
Collazo y que también había sido uno de los movimientos ilegalizados por Pacheco
Arecho el 12 de diciembre de 1967 por adherir a la línea violentista,557 manifestó su
adhesión al emprendimiento frentista el 18 de setiembre.
A todo esto, el 7 de octubre Marcha había publicado un documento que los
frenteamplistas considerarían clave en la historia de su organización. Los firmantes,
«preocupados por la grave situación que le ha creado al país la aplicación sistemática de
una política cuya regresividad y violencia no ha conocido precedentes en el correr de este
siglo», declaraban estimar indispensable
[…] la concertación de un acuerdo sin exclusiones, entre todas las fuerzas políticas del país que
se opongan a la conducta antinacional y antipopular del actual gobierno, con vistas a establecer
un programa destinado a superar la crisis estructural que el país padece, restituirle su destino de
nación independiente y reintegrar al pueblo la plenitud del ejercicio de las libertades individuales
y sindicales.
Firmaban la declaración, entre otros, el doctor Carlos Quijano, director del
semanario, el maestro Julio Castro, jefe de redacción, intelectuales de la jerarquía de
Carlos Real de Azúa y Óscar Bruschera, seguidos de una larga lista de personalidades
prestigiosas de la izquierda, entre quienes estaban las de aquellos que con Baliñas habían
recorrido el interior del país tras la promoción de la iniciativa.

(557)  Menos de una semana después de asumir ante el fallecimiento de Gestido, el nuevo presidente Jorge
Pacheco Areco había clausurado el diario Época y el semanario El Sol e ilegalizado seis sectores de izquierda
(además del MRO, la Federación Anarquista Uruguaya, el Grupo de Accionistas, Militantes y Amigos del diario
Época, el Movimiento de Acción Popular Unitaria, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y el P. Socialista).
La medida se fundamentaba en el apoyo de estos periódicos y movimientos políticos a la lucha armada, definida
por la OLAS como la estrategia central para la revolución continental en América Latina.

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Capítulo 6 | la admirable alarma

Fue a Lily Lerena que la candidatura de Seregni le cayó mal. «Me pareció horrible»,
confesaría a Blanca Rodríguez casi treinta años después. La esposa de Seregni era hija
y nieta de caudillos blancos, sabía muy bien lo dura que podía ser la política. Unos
emboscados en el paso de un arroyo habían destrozado la cara de su abuelo de un
pistoletazo. Su padre se había alzado con Saravia y un tío suyo había muerto en Masoller.
«Es una vida tan cruel y tan esclava. ¡Perdés tu vida personal!», recordó haberle advertido
entonces a su marido. Pero este no cejó en su empeño ya decidido.558
A mediados de noviembre nació en la ciudad de La Paz, Canelones, el primer comité
de base de la nueva fuerza. El 27, entrevistado por Gulliermo Chifflet para Marcha,
Seregni definió el tipo de organización por la que estaba trabajando: «De ninguna manera
puede concebírsela como el simple montaje de un aparato electoral [...]. El Uruguay
no termina en 1971, y la tarea es histórica, trascendente, lo que hay que construir es el
futuro».559
En las jornadas del 4 y 5 de diciembre, el Congreso Nacional de Delegados de
la Lista 99 resolvió por su parte que el sector se desvinculase del Partido Colorado:
«las orientaciones ideológicas de la 99 son incompatibles con la filosofía y las prácticas
políticas del actual gobierno y con las fuerzas que directa o indirectamente lo respalden»,
se decía en su declaración final. El 7 del mismo mes, el Movimiento Blanco Popular
y Progresista, liderado por Rodríguez Camusso, hizo lo propio respecto del Partido
Nacional: «ante la hoy inocultada unidad de acción de los círculos dirigentes de ambos
partidos tradicionales [...] no se justifica mantener divididas a las fuerzas populares»,
fundamentaba el comunicado de la resolución.
El 18 se publicaba la resolución del II Pleno Nacional del Partido Socialista que
había determinado «realizar todos los esfuerzos para la formación del Frente Amplio
de Unidad Popular (en proceso de gestación)». El nombre final de la alianza tardaría
hasta el 3 de enero en afirmarse. Hasta esa fecha El Popular la refería como Frente
Unido o Frente de Unidad. Los comunistas preferían un nombre y una estructura que
se acercara más al formato de un frente popular, posición que en particular resistían los
demócratacristianos que preferían la concepción implícita tras el título de Frente Amplio.
Cinco días después que los socialistas se pronunciaran a favor de la convergencia
frentista, los tupamaros hicieron pública su posición: «no creemos, honestamente, que
en el Uruguay, hoy, se pueda llegar a la revolución por las elecciones», afirmaban. «Sin
embargo, consideramos conveniente plantear nuestro apoyo al Frente Amplio». Para los
guerrilleros, la nueva fuerza «es o puede ser un instrumento poderoso de movilización,
de lucha por un programa nacional y popular, por la libertad de los presos políticos y
sindicales, por la restitución de los despedidos, por el levantamiento total de las medidas
de seguridad».
Por aquellos días Seregni había empezado a arrastrar una pierna. Una rodada
durante una exhibición de equitación en sus tiempos de teniente le había producido una
hernia de disco. Los médicos le decían que esta estaba afectando la mitad motora de

(558)  Rodríguez, B, Confidencias, o. cit.


(559)  Chagas y Trullén, Guillermo Chifflet…, o. cit., pp. 225-226.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

la masa nerviosa de la columna vertebral. Se operó con éxito en el Hospital Militar,


pero movimientos inducidos por un médico de guardia hicieron que las suturas saltaran
(hecho que Seregni consideró un atentado). A fuerza de novocaína, el futuro candidato
presidencial realizó una ronda de contactos personales con objeto de presentarse
formalmente a las organizaciones integrantes de la coalición.560
A principios de enero de 1971, mientras el coronel Trabal pasaba a comandar el
Servicio de Información de Defensa y un comando del MLN secuestraba al embajador
británico Geoffrey Jackson, el movimiento «Por el Gobierno del Pueblo» (Lista 99) y
el Partido Demócrata Cristiano concertaban la creación del Frente del Pueblo. Se había
acordado que fuese esta entidad la que realizase la convocatoria formal para la creación
del Frente Amplio, puesto que los democratacristianos deseaban que la iniciativa no
fuese atribuida a organizaciones marxista-leninistas.
El senador Alberto Couriel relató para este libro que por esos días Seregni pidió al
agrónomo Esteban Campal, un seguidor de Michelini que había sido subsecretario de
Ganadería de Luis Batlle, que le formara un grupo de asesores. Campal habría empezado
por consultar al contador Mario Buchelli, pero este ya asesoraba a Ferreira Aldunate,
por lo que sugirió a otros dos expertos involucrados en el informe de la CIDE: Samuel
Lichensztjen, director del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas,
y el propio Couriel, que entonces dirigía los estudios de coyuntura del instituto referido y
que había sido, a comienzos del gobierno de Gestido, un importante asistente de Faroppa
en la OPP. Tres años atrás, Lichensztjen y Couriel habían escrito juntos El FMI y la crisis
económica nacional y eran coautores de El proceso económico del Uruguay.
Campal también convocó a Germán Wettstein, especialista en geografía humana de
nutrida obra y al difícilmente definible autor de El Uruguay como problema, el profesor
Alberto Methol Ferré. Héctor Rodríguez aconsejó incluir otro técnico de la CIDE, Pedro
Seré, abogado y economista. En el grupo, el hombre de Seregni sería el coronel Carlos
Zufriategui.561 Este grupo de asesores cumplirá un papel fundamental durante toda esta
primera etapa del liderezgo frenteamplista de Seregni.
La primera reunión de este grupo fue en el apartamento de Seregni. Casi siempre
se realizarían allí. Tendrían lugar los lunes a las nueve de la noche. Su existencia fue
básicamente secreta al menos hasta 1972. Durante la primera reunión, la respuesta
que Couriel buscaba con mayor empeño de parte de aquel militar que se vislumbraba
candidato, ponía foco sobre su visión acerca de la participación. «Y entonces nos dio una
clase sobre participación», recordó.
Aquel general le resultó «un tipo extremadamente abierto. En diez y siete años
de asesorarlo recuerdo una sola imposición y ocurrió mucho después» de aquellos
primeros tiempos, aseguró Couriel. Desde el comienzo, «ya tenía una visión global bien
estructurada, por lo que incorporaba ideas o datos nuevos sin temor a la confusión».

(560) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 64-65.


(561)  El pedido de cese del coronel Pablo Zufriategui al ejército fue demorado expresamente por lo que
su colaboración directa con el general Seregni en 1971 debió hacerse en forma especialmente discreta y sigilosa.
Entrevista de los autores con Óscar Bottinelli, 15.7.2016.

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Capítulo 6 | la admirable alarma

Recordó también que lo sorprendió el vigor con que se oponía «a todo lo que sospechase
de “populismo barato”».562
El 5 de febrero de 1971, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo,
culminó el proceso fundacional del Frente Amplio. Once organizaciones políticas
acudieron, además del «Comité ejecutivo provisorio de los ciudadanos que formularon
el llamamiento del 7 de octubre» y un grupo de invitados invitados especiales entre los
que se encontraban el presidente de la CNT, José D’Elía, el arquitecto Carlos Herrera
Mac Lean, el doctor Carlos María Moreno, el maestro Julio Castro, los exlegisladores
Arturo Dubra y Ángel Cusano, los coroneles Hermenegildo Irastorza y Antonio Nese y
los generales Licandro y Seregni.
Esa misma tarde en la sede del PDC, ubicada en la plaza Cagancha, el plenario
del Frente designó una Mesa Ejecutiva Provisoria: al Grupo de los Cinco antes referido
se agregaba una representación para las personalidades independientes (que ocuparon
en forma alternativa Baliñas y Bruschera), además de Héctor Rodríguez por los GAU,
José Pedro Cardoso por el PS, Eduardo Jaurena por el MS y Jorge Durán Matos por el
Movimiento Herrerista. El nuevo organismo tuvo inmediatamente un primer encuentro
informal en una confitería de la avenida 18 de Julio.
«Las sesiones no duraban más de tres horas, y resolvíamos el mundo», contó
Seregni a Blixen, lo que explicaba por la calidad de los participantes: «eran las cabezas
de los grupos, no tenían que consultar a nadie; […] además eran primeras figuras por
sí mismas, no necesitaban hacerse “carpeta” y no tenían que apelar a discursos para
expresar sus ideas, lo decían en tres palabras, y eran solo las necesarias».563 Bottinelli,
que ya era secretario político del general, observó que en esta etapa las funciones de
Seregni eran las de aglutinador, coordinador y moderador, todavía no las de líder.564
Cuadernos de Marcha dedicó su edición de febrero al flamante Frente Amplio.
«Esto es el comienzo de la revolución» declaraba allí Seregni. El general advertía que
«ningún calco de soluciones que en otros lados pueden ser promisorias sería el verdadero
camino para nosotros», pero aseguraba que «nadie puede discutir que la organización y
planificación de nuestra economía debe tender hacia formas socialistas».
Preguntado sobre si podía definirse al gobierno de Pacheco como dictadura,
Seregni respondía afirmativamente «en el sentido que es, sin lugar a dudas, un régimen
de fuerza, que actúa a espaldas de los intereses populares y sirviendo a intereses de
grupos privilegiados». Consideraba a la vez que la guerrilla «no configura cuadros de
delincuencia sino de respuestas políticas por parte de quienes entendieron que esa era la
única forma de resolver los problemas».565
El 10 de febrero, la Unión Popular, de Enrique Erro, decidió sumarse a la coalición
que una semana después tuvo listas sus «Bases programáticas». «Hasta aquí la
acompaño doctora», habría dicho por entonces Sergio Previtali a su madre, la senadora

(562)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.


(563) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 66.
(564)  Entrevista de los autores a Óscar Bottinelli, 18.5.2012.
(565)  Cuadernos de Marcha, n.º 46, febrero de 1971, pp. 41-45.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Alba Roballo, al saber que esta evaluaba continuar dentro del Partido Colorado. Roballo
reconsideró entonces su posición y el 5 marzo, su movimiento Pregón entraba también
adhiriendo al Frente.566
«El primer candidato a vicepresidente de la República para acompañar a Seregni en
el Frente fue Quijano. Se nos encomendó a Bonavita y a mí, algunos de los más próximos
desde el punto de vista amistoso, ir a entrevistarlo», contó Arismendi a Barros Lémez.
Quijano, sin embargo,
se negó terminantemente, diciendo a la vez que le iba a dar todo su apoyo al Frente Amplio,
que estaba realmente impresionado, positivamente impresionado de esta gran operación de la
izquierda que por primera vez en la historia, decía él, la iba a situar en el gran campo de juego
de la política nacional. Pero él no era hombre para hacer campaña electoral en toda la República,
que no se veía.567
El 16 estuvo pronto el «Reglamento de organización» de la nueva fuerza y se
formalizó el Plenario Nacional, organismo integrado por todos los sectores que Bonavita,
su primer presidente, calificó en algún trance de plenario demencial. El 24 este organismo
proclamó las candidaturas comunes de Seregni para la presidencia de la República, del
ginecólogo Juan José Crottogini para la vicepresidencia y del médico Hugo Villar para la
intendencia de Montevideo. Estos serían presentados a la ciudadanía en el acto público
que se realizaría dos días después en la explanada municipal.
Seregni ha recordado que fue buscándole fecha a ese primer acto público que surgió
la idea de vincular las movilizaciones electorales a las conmemoraciones artiguistas.
«Nos sentíamos y nos pregonábamos los legítimos herederos de la tradición artiguista»,
reconocería a Blixen.568 Esta opción tendría fuertes consecuencias sobre toda la
simbología inaugural de la coalición. El 26 de marzo de 1815 Fernando Otorgués había
izado en Montevideo la bandera de la Provincia Oriental, por lo que el Frente Amplio
imitaría sus colores.
El grupo asesor advirtió que convendría incluir en su integración a un periodista que
puliese estilísticamente los discursos y documentos públicos que debían redactar. Pero la
incorporación de Julio Rossiello se produciría recién después del primer acto. El grupo
había ofrecido inicialmente el puesto a Eduardo Galeano que no aceptó la invitación.
Galeano había sugerido a Chifflet, pero este también declinó participar.
Couriel asegura que Methol Ferré soltaba cada lunes «seis ideas nuevas y creativas
donde siempre había al menos una valiosísima» y que fue el redactor principal del
discurso del 26 de marzo. La tarea de prepararlo habría insumido 15 días. Lichensztjen
se ocupó de los párrafos sobre economía. Después Seregni habría reordenado el discurso
e introducido algunas modificaciones.
Couriel también recuerda que el candidato quitó del discurso una frase que de alguna
manera podía ser entendida como una reivindicación indirecta de la acción guerrillera.569

(566)  Chifflet, Alba Roballo…, o. cit., p. 165.


(567)  Barros Lémez, Arismendi…, o. cit., pp. 190-191.
(568) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 66-67.
(569)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.

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Capítulo 6 | la admirable alarma

Luego el general pidió a su hija Bethel que transcribiera el texto con letra grande y clara
para poder leerlo con más facilidad. En alguna lectura previa tachó las apariciones de la
palabra uruguayo y puso en su lugar oriental, lo que constituía toda una definición sobre
su visión del tema de la nación y su acendrado fervor artiguista.570
«La Patria nos llama. Orientales al frente» fue la consigna que presidió aquel acto.
La cantante lírica Nelly Pacheco cantó como solista el Himno Nacional y se izó la bandera
de la fuerza política que era la misma que se había izado tras la reconquista artiguista de
Montevideo en 1815. Hablaron primero Baliñas y Cardoso. Edmundo Soares Netto leyó
un mensaje de Bonavita, que estaba enfermo. Luego tomaron la palabra Terra, Rodríguez
Camusso, Roballo, Arismendi, Michelini y Crottogini, quien tal vez haya definido
exactamente el estado de ánimo de la multitud al decir que aquello era «un plebiscito
de la alegría», así como el entierro de Líber Arce había sido «un plebiscito en el dolor».
La explanada estaba colmada. Bottinelli ha estimado que había entre cincuenta y
sesenta mil personas en ella.571 Según Blixen, cuando Seregni comenzó a leer su discurso,
Michelini estaba nervioso, temiendo que el orador perdiese el hilo y se disipase la
atmósfera mágica que se había instalado en la concurrencia. Pero el orador se desempeñó
con asombrosa sangre fría. El mensaje se oía claramente: «El régimen actual no es el
orden, sino el desorden establecido. Nosotros sí queremos cambios radicales en la vida
económica y social del país. Son los que no quieren cambiar las cosas los agentes de la
violencia y los agentes del desorden».
En el extremo este de la explanada, esperando su emplazamiento definitivo en la
ciudad de Artigas, estaba expuesto un monumento al prócer realizado por el escultor
comunista Armando González. A esa estatua miró Seregni al terminar su discurso
diciendo: «Padre Artigas, aquí está otra vez tu pueblo; te invoca con emoción y con
devoción y bajo tu primera bandera, rodeando tu estatua, este pueblo te dice otra vez,
como en la Patria Vieja, ¡padre Artigas, guíanos…!».
En Wilson. Una comunidad espiritual, Carlos Luppi, entonces estudiante de
Ciencias Económicas, ha dado cuenta de que tuvo que preguntar el nombre de «aquel
señor sonriente con ancho bigote [...] cuya imagen flameaba detrás del estrado». El acto
le pareció «multitudinario, extraordinario, lleno de fraterna comunión» y los discursos de
Michelini y Rodríguez Camuso le resultaron «los más emocionantes».
Faltaban ocho meses de campaña. En noviembre se definiría, en primer término,
el destino del proyecto de reforma constitucional promovido por el pachequismo que
autorizaba la reelección presidencial. Para el caso de su aprobación, el sector oficialista
postulaba la candidatura del propio Pacheco y, para el caso contrario, la del ruralista Juan
María Bordaberry.
Había otras cuatro fórmulas coloradas: la 15 y la 14 postulaban a Jorge Batlle;
un tercer frente colorado integraba a los batllistas antipachequistas con Amílcar
Vasconcellos y Manuel Flores Mora a la cabeza; y estaba la candidatura testimonial del

(570)  Archivo Seregni, Discurso del 26 de marzo de 1971.


(571)  Entrevista de los autores a Óscar Bottinelli, 18.5.2012.

121
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

general retirado Juan Pedro Ribas. En el Partido Nacional, Por la Patria y el Movimiento
Nacional de Rocha proclamaron a Wilson Ferreira, mientras la derecha partidaria levantó
la candidatura del general retirado Mario Aguerrondo.
Durante toda la contienda cívica las acciones guerrilleras y las respuestas represivas
constituyeron un inquietante telón de fondo. El 18 de mayo, el Movimiento 26 de Marzo
que había nacido en abril y evidenciaba inéquivocas simpatías por los tupamaros, solicitó
ingresar al Frente. Ocho días después recibió una respuesta afirmativa.
Según Alain Labrousse, «rechazar al movimiento habría significado dejar fuera
de la alianza a una importante masa social e intelectual de izquierda, lo cual sería
contradictorio con el principio de una unión sin exclusiones». El historiador francés ha
señalado que al igual que Michelini, Seregni entendía que la inclusión política de esta
corriente podría permitir «el ejercicio de una presión sobre la guerrilla con el fin de
llevarla a deponer las armas».572
El sociólogo César Aguiar ha escrito que Uruguay vivía todavía su prehistoria
en materia de estudios de opinión pública. Los de la empresa Gallup sugirieron que
la elección era entre el Partido Colorado y el Frente Amplio. En octubre, una encuesta
realizada por el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad todavía auguraba el
triunfo de la nueva fuerza en la capital.
Tales auspicios traerían complicaciones importantes. El 30 de mayo, Jornal do
Brazil reveló que la dictadura brasileña tenía el designio de invadir el país para evitar
que la izquierda llegase al poder. Más adelante se sabría que el plan se llamó Operaçâo
30 horas. Por lo pronto, el III Cuerpo del Ejército brasileño estaba acuartelado en la
frontera, la ruta Porto Alegre-Uruguayana había sido especialmente balizada para mover
las fuerzas y el Hospital de Sâo Gabriel fue acondicionado especialmente para recibir a
los heridos que pudiera producir la invasión.
Seregni recordó en La mañana siguiente que, cuando le consultaron qué actitud
cabría esperar de los militares uruguayos, respondió que si la invasión se producía
«primaría el sentimiento de orientalidad», que al menos esa era su «sensación visceral».
En cambio sí creyó necesario tomar medidas cuando le informaron que algún sector de
las Fuerzas Armadas preparaba un golpe de Estado para el caso de que el Frente Amplio
triunfase en noviembre. «Hicimos contactos con los partidos tradicionales [...]. Pero no
encontramos eco», refirió en la misma ocasión.573
Para conjurar aquella amenaza, Seregni ordenó la preparación de un plan que él
llamó «Contragolpe», sus otros planificadores «Poncho Verde» y los tupamaros «Plan
71». Consistía en aprovechar las fuerzas militares y militantes disponibles para demorar
el avance de los golpistas. «Puede abortarse un golpe de Estado pero una vez que ha
sucedido costará años y sangre sacárselo de encima», explicó para esta investigación
el general retirado Pedro Aguerre. Por eso la táctica esencial consistía en dificultar el

(572) Labrousse, Una historia…, o. cit., p. 90.


(573) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 74.

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Capítulo 6 | la admirable alarma

avance de los golpistas, demorar su reunión, haciendo vacilar su confianza en lo planeado


y dando tiempo a que la sociedad reaccionase.
«Hable con el coronel Castelao», respondió Seregni a Aguerre cuando el jefe del 9.º
solicitó sus órdenes. El mismo José Ismael Castelao, que se había ocupado de los enlaces
ferroviarios cuando la evacuación de Paso de los Toros, era en 1971 el jefe operativo
del plan designado por Seregni. Según Aguerre, Castelao fue quien más insistió sobre la
necesidad de incluir al MLN en el plan.574
Dos años antes de su muerte, Seregni reconoció que ese invierno, en su apartamento
de Bulevar Artigas, tuvo al menos tres entrevistas con representantes de la organización
guerrillera. En algún momento del otoño, algunos de sus integrantes habrían intervenido
secretamente para proteger la vida del candidato. Los tupamaros presos en Punta Carretas
habían reclutado a algunos delincuentes comunes. Cuando se informó que un asesino
argentino había sido contratado para ultimar a Seregni, los guerrilleros habrían acudido
a esos vínculos: «Los de acá les dijeron a los de allá que no se metieran en ese asunto, y
así desarmaron la conspiración».
Así narró el episodio Mauricio Rosencof, quien recordó también que, al entrar al
apartamento de Seregni, sus primeras palabras fueron: «General, sentado frente a ese
ventanal usted es un blanco perfecto». Durante esas reuniones, Seregni habría planteado
que el secuestro del embajador británico había sido un acto de soberbia, que la izquierda
estaba siendo perjudicado por la doble militancia de algunos de sus integrantes que
públicamente trabajaban por el Frente Amplio pero militaban clandestinamente en el
MLN y que la estrategia tupamara interfería con la frenteamplista. «Nosotros hacíamos
un movimiento de masas impactante y venía una acción tupamara [...] y nos tiraba abajo
desde el punto de vista de la opinión pública», recordó Seregni.
En la tercera reunión se discutió el plan antigolpista y habrían estado en ella Rodney
Arismendi, Rosencof y Seregni. De allí en adelante, Seregni se abstendría de intervenir
directamente en el asunto.575 Labrousse asegura que los tupamaros Henry Engler y
Adolfo Wasem, junto a los comunistas Jaime Pérez y Aurelio Pérez González, tuvieron
un nuevo encuentro por ese motivo.
El relato de Seregni recogido por Blixen y lo narrado por Aguerre a los autores
coinciden en la existencia de una estructura militar dirigida por Castelao e integrada por
Zufriategui, el coronel César Ojeda, también seregnista, y dos oficiales de la 1815, Pedro
Montañez y el propio Aguerre.
El departamento de Montevideo fue divido en tres zonas. La defensa del centro
quedó a cargo de Ojeda, que debía coordinar con el socialista Vivian Trías la intervención
de la militancia estudiantil. En el oeste, donde se concentraba la población obrera, un
representante del Partido Comunista combinaría sus fuerzas con las de Aguerre, pues
durante la huelga frigorífica de 1969 su regimiento había sido encargado de asegurar la
salida de la carne y lo había hecho sin que se produjesen enfrentamientos de lamentar,

(574)  Entrevistas de los autores a Aguerre, 10.2.2012 y 2.3.2012.


(575) Butazzoni, Seregni-Rosencof…, o. cit., pp. 42-56.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

prestigiando al jefe del 9.º entre los cerrenses. A Montañez y los tupamaros les tocaba
controlar los accesos del costado este de la ciudad, en particular el aeropuerto.
Hay múltiples testimonios del clima intimidatorio bajo el que transcurrió aquella
campaña electoral. Los obreros del ingenio azucarero de RAUSA en Pueblo Aznárez
caminaban más de diez kilómetros para asistir a las reuniones del comité frentista situado
sobre el arroyo del Bagre, pues la empresa había amenazado con el despido a quien
intentara formar un comité en la localidad. La noche del 21 de julio se produjo una ola de
atentados con bombas molotov contra sedes frenteamplistas y residencias de militantes
de izquierda, entre las que estuvo la del cuñado de Seregni, Ruben Bentancor. El 31
apareció el cadáver de Manuel Ramos Filippini, que había sido colaborador del MLN.
Un Comando Caza Tupamaros se adjudicó el asesinato.
Tres semanas después una delegación del Centro Militar entregó a Seregni una carta
que en representación de dicha institución firmaban los coroneles Esteban Cristi y Oscar
Silva Vaeza. El documento reclamaba que el general definiera claramente su posición
respecto al MLN, en tanto esta era «una organización delictiva combatida por las Fuerzas
del Orden y las Fuerzas Armadas». También le reclamaban que explicase su integración
en un «conglomerado político» del que participaba el Partido Comunista ignorando
«la definida posición que las Fuerzas Armadas siempre han sustentado y sustentan con
respecto a tal partido».
El interpelado respondió señalando que la carta significaba «un claro apartamiento
del marco estatutario del Centro Militar» y renunció de inmediato a continuar como
socio de la institución. El mismo día elevó al general Alcides Tamiel, comandante en
jefe del ejército, otra nota en la que le indicaba la «clara violación de los estatutos del
Centro» que estaba ocurriendo, a los efectos de que dispusiese las medidas disciplinarias
correspondientes.576 No obstante, antes de que terminase el mes, Pacheco había resuelto
que Esteban Cristi (oficial de conocidas ideas ultraderechistas) fuera ascendido a general.
La tanda de promociones incluyó también a Gregorio Álvarez, oficial que junto a
su hermano Artigas había participado de aquel «Pacto de la buseca», interrumpido por
un operativo policial a cargo de Trabal. A efectos de su promoción al generalato, Álvarez
concursó presentando un trabajo en que desarrollaba lo que entendía por seguridad
nacional. En su análisis proponía la creación de algunas estructuras que más adelante
serían concretadas, como la Junta de Comandantes en Jefe y el Consejo Nacional de
Seguridad. Hugo Chiappe Posse, que había sido edecán del presidente, también resultó
ascendido.
Entre tanto, la embajada de Estados Unidos en Montevideo respondía a las
instrucciones recibidas del Consejo de Seguridad Nacional de su país que le había
indicado diseñar una estrategia «para aumentar el respaldo a los partidos democráticos
en Uruguay y tratar de disminuir la oportunidad del triunfo político del Frente Amplio».
El texto del análisis de la embajada es del 25 de agosto, fue desclasificado en 2002 y
publicado en el National Security Archive Electronic Briefing Book, n.º 71, omitiéndose

(576)  Archivo Seregni, Carta del Centro Militar al general Liber Seregni, Montevideo, 18.8.1971; Carta del
general Liber Seregni al comandante en jefe del Ejército general Alcides Tamiel, Montevideo, 29.8.1971.

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Capítulo 6 | la admirable alarma

parte de su contenido. Sí consta que parte de la batería táctica consistía en «colaborar


abierta o encubiertamente con los medios de prensa que compiten con los del Frente
Amplio».577
Dos días después, el Departamento de Estado recibía un informe solicitado a la
embajada norteamericana en la Argentina acerca de la actitud con que ese país abordaría
un eventual triunfo del Frente Amplio. La respuesta fue que Argentina no tenía planes de
intervención en las elecciones uruguayas «pero que sí apoyarían un golpe para reinstalar
al actual presidente Pacheco si la izquierda “Frente Amplio” gana en noviembre».578
«En setiembre del 71 llegué a la conclusión, por las encuestas que hacíamos, que
más allá de los mejores deseos, no teníamos ninguna posibilidad de ganar las elecciones»,
recordó Seregni.579 La conclusión volvía inútil seguir corriendo los riesgos de mantener
operativo el plan «Contragolpe» que, por lo tanto, fue desactivado. El entonces coronel
Yamandú Trinidad le informó, sin embargo, que algunos todavía temían verlo convertido
en presidente. Seregni lo recibió en su apartamento y Trinidad, en nombre del ministerio
de Defensa, le advirtió que la inteligencia militar tenía conocimiento de un plan para
asesinarlo por lo que cabía ofrecerle custodia. Después de consultarlo con su círculo
cercano, el candidato frenteamplista prefirió solicitar al ministerio un arma para
defenderse. Fue entonces que se le proporcionó una subametralladora Thompson, según
Seregni, «un socotroco».580
La primera semana de setiembre había ocurrido el Abuso, la evasión poco creíble de
111 presos del penal de Punta Carretas. Por la noche, la dirección del MLN pudo reunirse
con los «viejos» líderes del movimiento, hasta entonces recluidos, disponiendo la
liberación del embajador británico Jackson. Pero el 9, un día antes que esta se produjese,
el Poder Ejecutivo dispuso encomendar a las Fuerzas Armadas la conducción de la lucha
contra la subversión.
En Estado de guerra el periodista Alfonso Lessa recogió la hipótesis de Juan María
Bordaberry según la cual, la fuga había sido tolerada para justificar la intervención militar
en el conflicto interno: el coronel Pascual Cirillo, director de los Institutos Penales, en
lugar de ser sancionado fue designado segundo jefe de la Región Militar n.º 4. Solo seis
días después del decreto presidencial que le encomendaba la lucha antisubversiva, la
Junta de Comandantes en Jefe aprobó un plan de acción cuya última etapa excedía con
creces la misión consignada. «Proporcionar seguridad al desarrollo nacional» y «tomar
a su cargo planes de desarrollo parciales» eran algunos de los objetivos que ya desde
entonces se proponían los mandos militares.
El 17, entrevistado para Marcha por Eduardo Galeano, Seregni valoraría la
resolución del Poder Ejecutivo como «un paso altamente positivo»:

(577)  Documentos desclasificados en 2002 sobre la actitud de los gobiernos norteamericano, brasileño
y argentino en las elecciones uruguayas de 1971 en National Security Archive Electronic Briefing Book, n.º 71,
accesible en ‹http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB71/indexesp.html›.
(578) Ibídem.
(579) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 50.
(580)  Ibídem, pp. 207-208.

125
Las fuerzas armadas tienen ahora a su cargo el resguardo del acto electoral. Y en la
composición actual de las fuerzas armadas y de sus comandos, prevalece, por sobre las
consideraciones de tipo político, el cumplimiento de una función y un orden doctrinario que
está muy metido en nosotros y sobre todo muy metido en el ejército: la salvaguarda de la
voluntad popular.581
Sin embargo, la Caravana de la Victoria que los frenteamplistas iniciaron el
7 de noviembre no pareció beneficiarse de ningún resguardo. El primer acto fue
realizado esa mañana en Lascano bajo una lluvia de piedras. Al pasar por Velázquez
la caravana encontró a los vecinos encerrados en sus casas. Habían puesto crespones
negros en las puertas y una venda sobre los ojos del busto de Artigas ante el cual
se realizaría el acto. Por la tarde, en Castillos, se produjo una balacera resultando
muerto un niño de ocho años, que observaba los incidentes tras la ventana. Por la
noche la caravana llegó a la ciudad de Rocha. Al ingresar al teatro donde se realizaría
el acto, un hombre armado con cuchillo intentó atacar a Seregni, pero el dirigente del
26 de Marzo, Ruben Sassano, lo vio a tiempo y pudo derribarlo.
A comienzos de noviembre la propaganda desplegada contra el Frente Amplio
adoptó un tenor extremadamente agresivo. «Los avisos televisivos alcanzaron
extremos tan imaginativos que no era fácil tomarlos en serio», escribió sobre el
particular el periodista César Di Candia. Estos incluyeron:
muros como el de Berlín atravesando Montevideo por la mitad como un augurio de lo que
podía significar un gobierno del Frente Amplio, la advertencia de que votar a la izquierda
era autorizar a que los niños fueran separados por la fuerza de sus familias y llevados a
estudiar a Moscú, los tanques soviéticos que habían arrasado Hungría y Checoslovaquia,
dueños ahora de nuestra capital. Los anuncios de página entera de los diarios presagiaban
parecidas catástrofes.582
El miércoles 24 de noviembre la izquierda realizó su acto de cierre en
Montevideo, sobre la avenida Agraciada, con el estrado ubicado en los jardines
del Palacio Legislativo, mirando hacia 18 de julio. Bottinelli calculó que asistieron
180.000 personas.583 La prensa simpatizante hablaría de 300.000 o incluso de medio
millón de personas. «Un mar de gente. Un acto que, mirado retrospectivamente,
resultó negativo, que asustó por lo demasiado grande», diría Seregni a Barros
Lémez.584
Como réplica, en la víspera del acto electoral, algunos blancos y colorados
organizaron la Caravana de la Democracia, pero Ferreira Aldunate se manifestó en
contra. Ese mismo día, un memorando del Departamento de Estado señalaba que
las encuestas sugerían que la presidencia quedaría en manos de blancos o colorados
pero que el Frente Amplio seguía teniendo posibilidades de acceder a la intendencia
de Montevideo. Habiéndose disipado el escenario más temido, el documento parecía

(581)  «Las voces de Seregni», Marcha, 17.9.1971, pp. 12-14.


(582)  Di Candia, César, «Fraude electoral», ‹http://memoriaviva5.blogspot.com.uy/2008/06/fraude-elec-
toral-di-candia.html›, 6.6.2008.
(583)  Entrevista de los autores a Óscar Bottinelli, 18.5.2012.
(584)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 82.
desaconsejar la intervención de la Agentina o el Brasil en las cuestiones uruguayas,
declarando que su interés era promover la estabilidad en nuestro país aunque solo fuera
para preservar las buenas relaciones entre los dos poderes regionales.585
«Durante el año 71 se habían creado expectativas más allá de lo lícito», confesaría
Seregni a Barros Lémez.586 Ese domingo el Frente Amplio obtendría 304.275 sufragios,
el 18,3 % del total. En las elecciones votaron 1.663.565 ciudadanos, casi el 89 % del
padrón. En las elecciones de 1966, los grupos que podían considerarse pertenecientes
a corrientes de izquierda habían representado el 9,8 % del electorado. El ala izquierda
del coloradismo, que entonces representaba el 10 %, cayó al 3 % en 1971. «Claramente
el Frente Amplio recogió en su electorado la suma del que provenía de la izquierda
más la disconformidad colorada. Es muy poco el aporte electoral que surge del Partido
Nacional», consideró Bottinelli.587
Aunque obtuvo 489.680 votos (29,4% de los votos emitidos), la propuesta de
reforma constitucional para la reelección de Pacheco no resultó aprobada. Venció el
Partido Colorado con 681.624 votos (41,0%), con una diferencia de apenas 12.802 sobre
el Partido Nacional que obtuvo 668.822 (40,2%). Dentro de este triunfo, Bordaberry se
convertía en presidente de la República por ser el candidato más votado dentro del lema
más votado (379.515 votos, un 22,8 % del total). Ferreira (439.649 votos y 26,4 %)
duplicó a Aguerrondo (228.649 votos y 13,7%) dentro del Partido Nacional. Aun más
estruendosa fue la derrota del tercer general: solo 1034 ciudadanos se pronunciaron a
favor de Ribas.

(585)  Documentos desclasificados en 2002 sobre la actitud de los gobiernos norteamericano, brasileño
y argentino en las elecciones uruguayas de 1971 en National Security Archive Electronic Briefing Book, n.º 71,
accesible en ‹http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB71/indexesp.html›.
(586)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 86.
(587)  Entrevista de los autores a Óscar Bottinelli, 18.5.2012.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

Capítulo 7
«Un jefe no abandona a la tropa»
«La guerra impulsa a la lógica militar pura, al mando y a la obediencia [...]. La lógica
bélica lleva necesariamente a la limitación y –finalmente– al cabo de su camino, a la
destrucción de [los] derechos civiles y al imperio del miedo y la inseguridad. El miedo
lleva a multiplicar el miedo. La guerra lleva a multiplicar la guerra.»
Liber Seregni, 29 de abril de 1972.

Durante la campaña electoral Ribas había afirmado que Seregni era un «militar
traidor a la patria». Terminada la contienda comicial, este le mandó los padrinos. «Los
compañeros, incluso en la Mesa Ejecutiva, no querían entender», contó Seregni a Blixen.
Michelini sí lo había entendido y seguramente también lo hizo Erro, pues dos meses atrás
se había batido con el ministro del Interior, brigadier Danilo Sena. Para los militares el
duelo «no era una fantochada. [...] Si no hubiese reclamado la reparación –fundamentó
Seregni– hubiera habilitado cualquier clase de hechos».588
El enfrentamiento fue a pistola, el 7 de diciembre, en el campo de la Aviación de
Pando. En una entrevista de Gerardo Tagliaferro publicada en Crónicas Económicas,
Lily Lerena dio su versión: «Las leyes de duelo son muy estrictas, no hay posibilidades
de tomar puntería. Están de espaldas, se dan vuelta y tiran. Y Seregni tiró y bajó el arma;
Ribas tomó puntería y tiró. Le pasó raspando la cabeza».589
Lo siguiente para Seregni fue realizar un amplio balance del desempeño electoral
del Frente Amplio. «Los resultados no han sido los que esperábamos», había empezado
por admitir en el mensaje que redactó la noche misma de las elecciones.590 «La baja clase
media y los sectores de menores ingresos parecen haber adoptado una conducta electoral
que los revela como menos permeables a las ideas de cambio social que el Frente Amplio
propugna», declaró pocos días después a la televisión holandesa. «Asumir la crisis para
muchos significa, aunque no se lo formulen en esos términos, una especie de traición a
la patria», razonaba en la misma instancia.
La propaganda definida centralmente había sido «directa y sencilla» pero
«probablemente no lo suficientemente agresiva para contrarrestar la campaña calumniosa
y agraviante que desataron los lemas tradicionales y el gobierno». La realizada «mano
a mano» presentaba otro problema: «nuestro hombre medio tiene dificultades para
comprender términos que para los militantes del Frente Amplio tienen un significado
claro e inmediato».591

(588) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 78 y 87.


(589)  «Él sentía que estaba haciendo obra, que cada día tenía que servir para algo», Crónicas Económicas,
21.5.2005.
(590)  Archivo Seregni, Mensaje 29.11.1971.
(591)  Archivo Seregni, Entrevista en TV holandesa, noviembre 1971.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Las expectativas desmesuradas también habían tenido que ver con el hecho
incontrastable que, en relación a su electorado, la dimensión de la militancia frentista
resultaba muy superior a la de los lemas tradicionales. También que muchos militantes no
tenían la edad mínima para votar aunque sí participaban en las manifestaciones masivas.
–Me contaron que en cada uno de los 15 actos simultáneos del Frente había 700 personas –decía
un parroquiano a otro en Polidoro, una tira cómica de entonces.
–No. Ha invertido las cifras: 700 eran los actos –respondía Polidoro a su interlocutor.592
Pero en ningún caso aquellos resultados podían verse como retroceso o
estancamiento. Con el 30 % de los montevideanos a favor, la nueva fuerza quedó segunda
en la capital. Había obtenido representación en todas las juntas departamentales, 18
escaños en la Cámara de Representantes y 5 en la Cámara alta. Enrique Erro, que había
perdido su banca en 1966, consiguió 70.000 votos y resultó electo senador (Labrousse ha
señalado que buena parte de los electores simpatizantes de los tupamaros optaron por él).
Alba Roballo, en cambio, quedó de suplente. Michelini, aliado a la democracia cristiana,
conservó su posición en la Cámara alta por escaso margen, pero en la de Representantes,
su Movimiento por el Gobierno del Pueblo retuvo apenas un escaño, que correspondió a
Hugo Batalla. Para la Lista 99, las elecciones de 1971 fueron casi una catástrofe.
En términos electorales, la nueva fuerza podía dividirse en tres tercios desiguales:
la alianza encabezada por los comunistas recogió 100.000 votos, la de la democracia
cristiana con Michelini obtuvo 93.000 y Erro, ya se dijo, 70.000. En forma autónoma, los
socialistas solo reunieron 35.000 voluntades, pero eso significó triplicar su última marca
y –sobre todo– volver al Parlamento del que habían salido en 1962.
Para Seregni, el Frente Amplio no era una «mera yuxtaposición de partidos».
Desde el principio se había ocupado de subrayar la importancia de los ciudadanos
independientes en la acción y en el pensamiento de la nueva identidad política. En esa
dirección, en el Encuentro Nacional de Comités de Base –que se realizó del 18 al 19 de
diciembre de 1971 en el Platense Patín Club– formuló lo que desde entonces sería la
doctrina oficial: los comités de base estaban llamados a «la acción política permanente»,
eran la expresión de la «movilización popular común del Frente Amplio» y por eso era
necesario otorgarles «mejor y mayor participación en la conducción de nuestro Frente».593
Entre tanto, el Partido Nacional con Wilson Ferreira Aldunate a la cabeza había
reclamado ante la Corte Electoral la anulación de las elecciones. Carlos Luppi ha narrado
que durante el cumpleaños del caudillo blanco, celebrado el 28 de enero de 1972, este
recibió la visita de unos cuarenta oficiales en actividad encabezados –en forma por demás
insólita– por el general Julio César Vadora, por entonces cercano a Wilson, a quien luego
traicionaría plegándose al golpe en 1973. Algunos de los militares asistentes le habrían
propuesto al caudillo blanco «dar un golpe de Estado que obligara a llamar a nuevas
elecciones», oferta que Ferreira habría rechazado enfáticamente.594

(592)  Prat, Graciela, «El dibujo político y la campaña electoral uruguaya (1971)», en Cuadernos de Cien-
cias Sociales, Instituto de Ciencias Sociales, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad de la Repúbli-
ca, Montevideo, 1973, p. 192.
(593)  Archivo Seregni, Encuentro Nacional de Comités de Base, 18 y 19 de diciembre de 1971.
(594) Luppi, Wilson…, o. cit., p. 123.

130
Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

A pesar de haber coincidido en su oposición al pachequismo y de las afinidades


programáticas constatables entre el ferreirismo y el Frente Amplio, la campaña había
dejado resquemores. Once días antes de los comicios, El Eco, que era el nuevo diario
del notoriamente frenteamplista Federico Fasano, había titulado «La ESSO financia
a Wilson». Esa misma noche, en el Cerro falleció Walter Castro, obrero frigorífico y
militante frenteamplista. En su edición del 19 de noviembre El Popular recogió que
había muerto a consecuencia de la agresión de una banda que, supuestamente, venía de
un acto de Ferreira.595
En su libro La actualidad del pasado, José Rilla ha sostenido que durante la campaña,
Ferreira había terminado «tocando también la fibra anticomunista y antintelectual que
más podía lesionar al Frente Amplio, [...] [así como] el futuro de unas relaciones políticas
que habrían cumplido una buena tarea democrática de haber sido fluidas y sinceras». Sin
embargo todavía quedaban vínculos fluidos entre Ferreira y muy destacados dirigentes
frenteamplistas. «Había dos personas que entraban sin golpear al despacho del Wilson y
a quienes los secretarios teníamos prohibidísimo preguntarles dónde iban. Eran Rodney
Arismendi y Zelmar Michelini, dos personalidades distintas a quienes lo unía una gran
confianza personal con Wilson», ha recordado Juan Raúl Ferreira en entrevista con los
autores.596 De todos modos, en el encuentro de diciembre, Seregni descartó hacerse
ilusiones con un eventual triunfo de Ferreira. En su concepto de entonces, el Partido
Nacional era «también una expresión de la oligarquía», aunque reconoció que sus
métodos «podrían ser distintos». La valoración del general no era justa y por cierto no
ayudaba a recomponer los vínculos luego de la dureza de la campaña electoral. Sin duda
que tampoco era compartida por muchos dirigentes frenteamplistas de primera línea, aun
cuando en la masa frenteamplista pudiera ser más popular y aceptada.
El 4 de febrero de 1972, durante la conmemoración del primer aniversario del Frente,
Seregni subrayó que en aquel país «donde cinco años atrás habría parecido una novela de
ciencia ficción la existencia de presos políticos», «la resistencia al fascismo» se estaba
convirtiendo en una tarea política primordial.597 Aquella diferencia «metodológica»
con el ferreirismo no impidió que el 14 de febrero, cuando la Corte Electoral ratificó
la validez del sufragio y se instalaron las cámaras, Héctor Gutiérrez Ruiz fuera electo
presidente de la Cámara de Diputados con los votos de la bancada frenteamplista. Según
Juan Raúl Ferreira el acuerdo lo habrían diseñado Ferreira, Arismendi y Michelini.598
A esa altura la organización que firmaba Comando Caza Tupamaros llevaba en
su haber –según las cuentas del MLN– tres asesinatos y centenares de atentados. Para
frenar su accionar, los tupamaros secuestraron a uno de sus presuntos integrantes, el
fotógrafo de la policía Nelson Bardesio, quien entregó una confesión completa poniendo
en evidencia la relación entre aquellos terroristas de ultraderecha y el gobierno: Armando
Acosta y Lara, subsecretario del Ministerio del Interior, era según sus dichos la figura

(595)  «El Cerro expresó dolor y rabia», El Popular, 19.11.1971, citado en Leibner, G., Camaradas…, o.
cit., p. 593.
(596)  Entrevista de los autores con Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.
(597)  Archivo Seregni, Discurso, 4.2.1972.
(598)  Entrevista de los autores con Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

principal de aquel «Escuadrón de la muerte», en el que revistarían varios funcionarios de


la Policía y el Ejército.
Cinco días después, coincidiendo con la asunción presidencial de Bordaberry,
apareció el cadáver de Íbero Gutiérrez, cuarta víctima mortal del Escuadrón. «Vos
también pediste perdón. Bala por bala, diente por diente. C. C. T.» decía un mensaje
encontrado al lado del cuerpo. Según Labrousse, solo José Mujica –otra vez preso en
Punta Carretas– y Mauricio Rosencoff –que integraba el ejecutivo del MLN– rechazaron
la propuesta de la columna 15 de replicar con la misma moneda.
El tema fue el centro del discurso que Seregni realizó el 17 de marzo de 1972 en un
acto zonal organizado por la Coordinadora que nucleaba los comités de Punta Carretas,
Pocitos y Buceo. En él empezó por definir al Frente Amplio como el antagonista de «la
dictadura pachequista y [...] del gobierno que hoy la continúa». Inscribió a este último
en el concepto de fascismo (definido «esencialmente» como «el capitalismo atrapado
en un callejón sin salida», defendiéndose «a zarpazos de su inexorable destino histórico
que es desaparecer»). Denunció asimismo que se habían instalado en nuestro país las
mismas «sociedades anónimas de asesinos» que –con la complicidad de las fuerzas
policiales– azotaban Guatemala, México, Brasil y Argentina. Aseguró que «un gobierno
verdaderamente dispuesto a pacificar el país debería, entre otras cosas, haber iniciado ya
los pasos para la identificación y captura de los asesinos del Escuadrón de la Muerte».
En los doce párrafos finales de aquella intervención, Seregni definió una actitud
totalmente opuesta a la que primaba entre los tupamaros, reforzando la visión de que
su concepción acerca del rol del Frente Amplio apuntaba a configurar una izquierda
alternativa a la de la guerrilla:
El Frente Amplio, que en toda la campaña electoral repitió hasta el cansancio que la violencia
de los grupos armados no podía ser detenida con el solo argumento de las balas, dice ahora, con
plena conciencia de que la violencia del fascismo tiene signo opuesto, [...] que esa escalada de
terror no debe ni puede ser contestada por nuestra fuerza política con el argumento de la fuerza.599
Tres días después, el senador comunista Enrique Rodríguez reclamó en el Parlamento
una investigación sobre las actividades del Escuadrón de la Muerte. El 23 de marzo un
funcionario de inteligencia policial registró la presencia de Seregni en un acto de repudio
al Escuadrón organizado por la FEUU y la CNT en la explanada de la Universidad. El
presidente del Frente habló después del rector Maggiolo y del representante sindical de
una empresa en conflicto, ateniéndose a los conceptos planteados la semana anterior.
El informe policial –que fue incorporado a su ficha patronímica de la DNII–
mostraba la existencia de otros estados de ánimo. La adhesión del Comité de Familiares
de Presos Políticos, leída tras el discurso de Seregni, habría sido respondida por parte del
público presente con cánticos que decían «Escuadrón, escuadrón; el pueblo te enfrenta
con lucha tupamara». Y la adhesión enviada por el 26 de Marzo leída a continuación
concluía sentenciando que «Al fascismo no se le discute, se le aplasta».

(599)  Archivo Seregni, Discurso, 17 de marzo de 1972.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

El metalúrgico comunista Gerardo Cuesta, representante de la CNT, buscó retornar


a la reflexión política situando los asesinatos del Escuadrón en la larga nómina de las
aberraciones atribuibles a las fuerzas represivas. Sin embargo, el último orador, el
representante de la FEUU, Edmundo Canalda, convocó «al lanzamiento de una ofensiva
popular por la destrucción de las organizaciones fascistas». Era claro que el clima del 72
ya no era el del 68: el acto había terminado a las nueve y media de la noche, «retirándose
los presentes en forma ordenada y pacífica», según consignó el informante policial.600
Tres semanas después, las denuncias seguían sin respuesta. La mañana del viernes
14 de abril, el MLN dio finalmente la suya: el capitán Ernesto Moto, el comisario
Carlos Leites, su chofer Óscar Delega, el agente Sagunto Gonis y el exsubsecretario del
Ministerio del Interior, Armando Acosta y Lara, fueron ultimados en diferentes atentados
en pocas horas. La réplica de las fuerzas represivas fue tan inmediata como concluyente.
Según Labrousse, los tupamaros Luis Martirena y su esposa Yvette Giménez fueron
muertos en Amazonas 1440 sin oponer resistencia, mientras en Pérez Gomar 4392 eran
fusilados Jorge Candán Grajales, Horacio Rovira, Gabriel Schroeder y Armando Blanco,
también integrantes del MLN.
El comisario Hugo Campos Hermida y el inspector Víctor Castiglioni condujeron
esas operaciones. Integraban, como los muertos de la mañana, la lista de quienes los
tupamaros habían condenado a muerte por pertenecer al Escuadrón, según informaba
el panfleto «Aviso a la población» que los guerrilleros difundieron durante la jornada.
Durante la noche fueron allanados los locales del Partido Comunista, el Partido
Demócrata Cristiano y el 26 de Marzo, y se registró además un atentado contra la
embajada soviética. Al otro día, después de veinte horas de discusión, con la solitaria
oposición de la bancada frenteamplista, la Asamblea General aprobó la declaración
del Estado de guerra interno y la suspensión de las garantías individuales por treinta
días. Entre otras cosas, lo aprobado implicaba que los detenidos serían juzgados por
la Justicia Militar. Labrousse asegura que «desde ese momento el Ejército comenzó
sistemáticamente a someter a los presos a tortura, ya fueran tupamaros, miembros del
resto de la izquierda o sindicalistas».601
Ese domingo se informó de atentados contra los domicilios de Quijano y Crottogini,
entre otros. Durante la madrugada siguiente, las Fuerzas Conjuntas constituidas por la
policía y los militares traspasarían un nuevo límite. Luis Alberto Mendiola, Ricardo
González, Ruben López, Elman Fernández, Justo Sena, Raúl Gancio, José Abreu
y Héctor Cervelli, obreros comunistas que custodiaban la seccional 20 de su partido
(Agraciada y Valentín Gómez), fueron fusilados mientras abandonaban el local con las
manos en alto. Los siete primeros murieron de inmediato.
Esa misma mañana, con la firma de los ministros del Interior y Defensa, se dictó
la «Orden de Seguridad n.º 1», en la que se establecía que «los medios de difusión e
información, no pueden brindar ningún tipo de noticias sobre operaciones militares o

(600)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, «Liber Seregni Mosquera», Informe
n.º 22, 24.3.1972.
(601) Labrousse, Una historia…, o. cit., p. 113.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

policiales que no sean las suministradas oficialmente». Opinar sobre la actuación de las
fuerzas represivas se convirtió así en delito militar.
Para Arismendi la táctica tupamara de golpe contra golpe solo servía «para eliminar
cuadros revolucionarios en cantidad». Leibner da cuenta de que en las enconadas
discusiones tácticas que ocurrían dentro de los movimientos estudiantil y sindical, los
comunistas mantenían que había que evitar una nueva Yakarta. Allí, en 1965, un atentado
contra un grupo de militares golpistas había dado pretexto a una masacre que costó la
vida a más de medio millón de comunistas indonesios.
La respuesta a lo ocurrido en la seccional 20 fue, entonces, el multitudinario sepelio
de los asesinados y el cumplimiento de dos paros generales. El segundo fue el 29 de abril,
cuando Cervelli, la octava víctima, finalmente falleció. Esa tarde, al pie del Monumento
al Gaucho, el Frente Amplio realizó un acto en respuesta a la declaración del estado
de guerra interno. El único orador fue Seregni. «Los compañeros ya me estaban dando
cierta autonomía. [...] La verdad, nadie supo previamente que era lo yo iba a decir»,
recordó años después en La mañana siguiente.602
Dijo esa tarde el general:
Inevitablemente la guerra implica en cualquier sociedad, una regresión de la vida civil. […] La
guerra impulsa a la lógica militar pura, al mando y a la obediencia [...]. La lógica bélica lleva
necesariamente a la limitación y –finalmente– al cabo de su camino, a la destrucción de [los]
derechos civiles y al imperio del miedo y la inseguridad. El miedo lleva a multiplicar el miedo.
La guerra lleva a multiplicar la guerra.
Alcanzaba enunciar sus modos posibles de resolución («por diálogo entre partes o
por exterminio de una de las partes») para explicar la posición adoptada: «Proponemos
a las autoridades públicas y a los tupamaros que establezcan un período de tregua en la
violencia, en la lucha armada. Y que en ese período de tregua se establezca un diálogo».
En forma consecuente, el discurso sugería otros diálogos. Seregni sostuvo esa
tarde que Ferreira «también reflejaba, [...] las presiones de las masas, las necesidades
del pueblo, que le exigen emprender cambios so pena de disgregación de sus fuerzas».
Incluso ofreció «un apoyo crítico e independiente», «no al gobierno en su conjunto»
pero sí a aquellas «medidas concretas» que introdujeran cambios positivos «aunque en
nuestro concepto se queden cortas».
Estaba seguro, dijo, de que la tregua propuesta expresaba un «sentimiento popular
profundo», un «clamor» incluso.603 Pero buena parte de su auditorio del acto parecía
no compartir esas ideas. «Aquella noche sentí que la gente no reaccionaba; incluso vi
cómo se iba yendo de a grupos», confesó Seregni a Blixen. «La sensación que recibí –
recordó– era que la gente esperaba una actitud más agresiva contra el gobierno».604 Para
Alberto Couriel, quienes quedaron más desconformes fueron los comunistas. Sobre el

(602) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 91.


(603)  Archivo Seregni, Discurso, 29.4.1972.
(604) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 91-92.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

punto «hubo una gran discusión, mano a mano, entre Arismendi y Seregni», aseveró
Couriel para este trabajo.605
No obstante, Seregni mantuvo su tesitura. Retomó el tema para el Boletín Interno
del Frente Amplio que se publicó ese mes, advirtiendo que «ni queremos una paz
cualquiera, ni la tregua que queremos nos alcanza a nosotros», lo que fundaba en que
a su juicio la lucha de los frenteamplistas era de carácter político, no militar.606 En esos
días, en su intervención ante los secretarios de organización de las coordinadoras zonales
de Montevideo, también expresó «extrañeza en el sentido de crítica, porque [...] desde
el 29 hasta ahora han pasado semanas y no hemos instrumentado en la práctica las
tareas correspondientes y la aplicación efectiva de la línea a la coyuntura, a nivel de las
bases».607
El 18 de mayo el ametrallamiento de los desprevenidos soldados Saúl Correa,
Osiris Núñez, Gaudencio Núñez y Jesús Ferreira, que custodiaban el domicilio del
comandante en jefe del Ejército, general Florentino Gravina, disipó casi todas las
simpatías que pudiera conservar aun el MLN a nivel de la opinión pública. Siete días
más tarde, Amodio Pérez volvió a ser apresado. Según Labrousse fue este quien reveló a
los militares la ubicación de la Cárcel del Pueblo, en la que todavía permanecían Pereyra
Reverbel y el antiguo ministro Carlos Frick Davis. La cárcel fue descubierta 48 horas
después de su detención.
Al día siguiente, en Paysandú, Seregni aprovechó la convención departamental de
los frentistas sanduceros para desarrollar las ideas de abril: «Hemos dicho y reiterado
que un estado de guerra es un suicidio colectivo», insistió. E introdujo además una nueva
advertencia: «En el juego de tales acontecimientos [...] la señalada expansión del factor
militar puede derivar, por la propia lógica de la guerra, en sustitución institucional». Esto
último no surgía sin embargo del «análisis de la presente situación nacional». Era una
posibilidad planteada en «el campo de la especulación teórica».608
A principios de junio, el presidente Bordaberry logró concertar un acuerdo que le
permitiría aprobar sus proyectos de ley gracias a la colaboración de la minoría nacionalista
(los sectores de Martín Etchegoyen, Alberto Heber y Washigton Beltrán). En los estrados
de la justicia militar, Elisa Michelini, hija mayor de Zelmar, resultaba acusada de integrar
la guerrilla y algo después –cerca de Pan de Azúcar, Maldonado– era descubierto el
cadáver de Pascasio Baéz, trabajador rural que sin querer había descubierto una tatucera
y al que los tupamaros asesinaron para evitar que informara de su ubicación.
De todas formas, más o menos en esos días, de manera inesperada, la llamada tregua
armada empezó a ocurrir. La idea surgió –contó Rosencof en Mano a mano– mientras
él mismo estaba siendo «interrogado»: «dije, en plena biaba, que nosotros deberíamos
sentarnos a hablar sobre cómo solucionar la crisis del país en lugar de estar averiguando
quien había hecho esto o lo otro». Según Labrousse, el coronel Trabal organizó una

(605)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.


(606)  Archivo Seregni, Frente Amplio, Boletín Interno, abril de 1972.
(607)  Archivo Seregni, Encuentro de organización, abril de 1972.
(608)  Archivo Seregni, Discurso, 28.5.1972.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

reunión de Rosencof con los generales Cristi y Álvarez, quienes entonces comandaban
respectivamente la Región Militar n.º 1 y el Estado Mayor de las Fuerzas Conjuntas
(ESMACO). Luego la rueda de participantes fue más nutrida.609
Al principio Bordaberry ignoraba esas conversaciones, que habrían determinado un
compromiso por el que los tupamaros se abstendrían de nuevas acciones y los militares
de torturar. El presidente había replicado a la propuesta de Seregni llamando a los
frenteamplistas «falsos apóstoles de la paz». Por su parte, Alfonso Lessa ha registrado
minuciosamente cómo Bordaberry buscó bloquear esas conversaciones entre tupamaros
y militares desde que –a fines de junio– supo de estas.
El 29 de ese mes, en el Teatro El Galpón, Seregni pronunció un discurso ante
docentes frenteamplistas. Criticó «el acuerdo pequeño» (entre Bordaberry y algunos
blancos) porque «solo sirve para hacer la guerra». Denunció la escasez de productos
básicos como el azúcar o el papel de diario e ironizó: «A partir de la llamada Ley de
Seguridad poco importará que no haya papel de diario». La trama argumental conducía
a afirmar que «el estruendo de la guerra no debe silenciar [...] el crujido de una sociedad
que se resquebraja».
Y como estaba en discusión «esa otra ley de seguridad del Estado que es la ley
de enseñanza», llamó «a no hacer ahora del laicismo una pancarta al servicio de los
intereses de la oligarquía». Y preguntó:
¿Quién puede añorar una descripción imparcial sobre el fascismo cuando quizás esos propios
alumnos pueden haber sido víctimas de las agresiones de las patotas jupistas, como las del 2
de junio, en que armados hasta de granadas, de gases lacrimógenos, atacaron a estudiantes, a
profesores y a la directora del liceo Zorrilla?610
Al día siguiente, durante la discusión de una prórroga del estado de guerra, el
ministro del Interior, Alejandro Rovira, informó que desde el 15 de abril habían sido
capturados 846 guerrilleros. «A esta altura se puede afirmar que la subversión está
afectada en sus proyecciones inmediatas. [...] La subversión no está destrozada, sino
que sufrió un gran revés militar. Conserva la capacidad de rearmarse, al no ser destruido
su aparato político», manifestó Rovira. Labrousse afirma que los militares partidarios
de negociar con los tupamaros aducían sin embargo que lograr la rendición de Sendic
«evitaría meses de lucha».
El 22 de junio el diputado demócrata cristiano Daniel Sosa Díaz había interpelado
al ministro de Defensa que era el general Enrique Magnani, aquel a quien su papel en
las inundaciones de 1959 –cuando era superior de Seregni– «le había otorgado un halo
romántico y popular». El diputado probó que Luis Batalla, militante de su partido, había
muerto por las torturas recibidas en el Batallón de Infantería n.º 10, en Treinta y Tres.
En una sesión con 20 legisladores ausentes, los 18 votos del Frente Amplio y de 22
nacionalistas alcanzaron para que la Cámara reclamara «una máxima celeridad de los
procedimientos y el público señalamiento de los culpables y de las penas que se les
apliquen».

(609) Labrousse, Una historia…, o. cit., pp. 118-122.


(610)  Archivo Seregni, Discurso en El Galpón, 29.6.1972.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

Ocho días después, 559 oficiales reunidos en asamblea en el Centro Militar a pesar
de la oposición del comando, declaraban:
[…] que repudian cualquier señalamiento de las penas a aplicar a cualquiera de sus integrantes,
[así como] toda acción o manifestación corporativa o individual que tienda a menoscabar u objetar
maliciosamente los procedimientos de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la subversión o lo
que es lo mismo traición a la patria, constituye una complicidad embozada con los enemigos del
régimen republicano democrático que la ciudadanía ha elegido y afirmado.
Habían pasado poco más de cuatro años desde aquella famosa asamblea del Centro
Militar, en el que los grupos constitucionalistas se habían anotado una resonante victoria
impidiendo un pronunciamiento político de la institución vinculado con la muerte del
Che Guevara. El cambio operado expresaba el vértigo que había tomado el proceso
político en todos los actores, pero a la vez confirmaba la idea del propio Seregni sobre
que las Fuerzas Armas, en virtud de su verticalidad, podían cambiar aceleradamente sus
posturas dominantes.
«No me molesta que se reúnan ciudadanos que piensan distinto de lo que yo
puedo pensar y den su opinión», fue la respuesta del senador ferreirista Alembert Vaz
cuando Chifflet le preguntó, para Marcha, que pensaba de aquel pronunciamiento. Tales
oscilaciones se ratificarían la semana siguiente, cuando el ferreirismo aportó sus votos
para la aprobación de la Ley de Seguridad del Estado que ampliaba penas, creaba nuevos
delitos y extendía de manera permanente el campo de la justicia militar.
En el Encuentro Nacional de Militantes realizado el 18 de julio, Seregni volvió
sobre aquella advertencia que había hecho en Paysandú: «los avances que determina
la continuidad de este estado de guerra permanente [...] pueden acelerar el riesgo de
una sustitución de tipo institucional». Ya no calificaba de ejercicio especulativo este
razonamiento ni evitaba caracterizar el tipo de régimen que esperaba ver surgir de esa
sustitución: «contra ese riego debemos luchar, para contener aquellas fuerzas que,
evidentemente, limitarían aun más que en el presente, las posibilidades de ascenso de
nuestra fuerza política».
«Ninguna fuerza popular ha podido enfrentar el fascismo disminuyendo el nivel
de lucha», enfatizaba. Observaba sin embargo que «la fuerza potencial que el Frente
Amplio representa [...] no ha encontrado cabal expresión en la circunstancia presente».
No sería fácil atraer a una opinión pública «ensordecida por el estruendo de la guerra»,
pero Seregni intentaba definir una plataforma básica que reanimara la movilización
frenteamplista.611
Al día siguiente, Magnani renunció y fue sustituido por Augusto Legnani. Las
negociaciones entre tupamaros y militares se interrumpieron. Aquellos denunciaron
la muerte por torturas de sus militantes Carlos Alvariza y Héctor Jurado, así como la
ejecución de Nelson Berreta, miembro de la dirección, cuando este ya se había rendido.
El 25 de julio, en respuesta, un comando tupamaro terminó con la vida del coronel
Artigas Álvarez, hermano del general Gregorio Alvarez, en la puerta misma de su casa y
a la vista de parte de su familia.

(611)  Archivo Seregni, Discurso en Encuentro Nacional de Militantes, 18.7.1972.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Para entonces, la colaboración de Amodio Pérez con las fuerzas represivas había
aportado a estas elementos contundentes para actuar contra la organización de militares
constitucionalistas 1815. Aguerre, a quien ya se había apartado del 9.º, Montañez,
Gerónimo Cardozo y otros quince oficiales fueron detenidos y los dos primeros fueron
procesados por aquel contacto que habían tenido con Amodio a mediados de 1970.612
También fue detenido, pero por algunas horas, el colaborador y amigo de siempre
de Seregni, el coronel retirado Héctor Pérez Rompani. Las gestiones para su liberación
dieron lugar a una serie de tres encuentros entre dirigentes frenteamplistas y el secretario
de la Presidencia, el quincista Luis Barrios Tassano. Según dijo Seregni a Blixen, Barrios
Tassano sostuvo en esas instancias que la izquierda «no debía tirar más de la cuerda»
pues creía que los mandos de las Fuerzas Conjuntas no tenían otra ambición que la
aprobación de la Ley de Seguridad del Estado.613
En realidad ya el 5 de agosto una asamblea realizada en el Club Naval permitiría
colegir que los militares se trazaban nuevas metas más ambiciosas. La reunión precisó
en la declaración final «su repudio a cualquier tipo de subversión», incluyendo la que
«expolia la economía nacional».
Aunque la tregua había fracasado, en los cuarteles de Artillería n.º 1 y n.º 5, en el
9.º de Caballería y sobre todo en el Batallón Florida, un grupo de oficiales organizaron
junto a tupamaros presos una operación de represión contra políticos y empresarios
presuntamente corruptos. El MLN estaba en posesión de profusa documentación obtenida
durante el asalto a la Financiera Monty, el robo a la familia Mailhos y la operación contra
el Banco Francés e Italiano.
Según Sergio Israel, «la participación de Trabal en estos hechos es innegable».
Leonardo Haberkorn narró en Milicos y tupas cómo estos hicieron allanamientos
conjuntos y llegaron a planear vaciar los cofres-fort existentes en los bancos y usar lo
obtenido en planes de desarrollo nacional, idea que uno de los detenidos, el contador
Carlos Koncke, había visto realizar en el Perú gobernado por el general Velazco Alvarado.
Según Koncke, el plan fue desactivado a último momento. En una primera instancia, la
misma suerte habría corrido el proyecto –ya presente por entonces– de detener a Jorge
Batlle para interrogarlo sobre la devaluación de la infidencia.
«Es claro que el “peruanismo”’ ha encontrado campo propicio y fértil en la
convulsionada América Latina de nuestros días», afirmaba Vivian Trías en Perú: fuerzas
armadas y revolución, publicado ese agosto de 1972 por Ediciones de la Banda Oriental.
«Como ocurre en tiempos revueltos y conflictuales, los hechos presionaron la conciencia
del militar y empezaron a desprenderse vendas de sus ojos. En la encrucijada de elegir
entre la patria y la antipatria, son cada vez más los que se deciden por la patria. En
la disyuntiva entre las oligarquías y los pueblos, son cada vez más los que se deciden
por los pueblos», aseguraba allí el entonces diputado socialista. La visión de que había
militares peruanistas en las fuerzas armadas uruguayas y que se podía pactar con ellos
comenzaba a adquirir densidad en sectores de la izquierda frenteamplista.

(612)  Entrevistas de los autores a Pedro Aguerre Albano, 10.2.2012 y 2.3.2012.


(613) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 94.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

En el discurso que Seregni pronunció el 25 de agosto no aludió a esta cuestión.


Enfatizó sí que el problema más grave que estaba viviendo el país era «la pérdida de
respeto a la vida y a la persona humana»:
Asesinatos a sangre fría, suicidios, atentados criminales, dejan huellas [...] difíciles de borrar,
pero son tanto o más perdurables los rencores [...] que sobrevienen a tanta tortura, tanto vejamen,
tanto arrasamiento material y espiritual que hemos venido conociendo estos últimos meses.
Por eso, el objetivo político que encabezaba la propuesta que esa tarde Seregni
expuso a los frentamplistas era «restablecer el Estado de derecho».614
Tres días después de aquel discurso, el líder frenteamplista partió hacia la República
Democrática Alemana, de donde regresó el 12 de setiembre.615 Leibner ha señalado que
el editorial del número de Estudios publicado en esos días daba cuenta de una alteración
en la percepción que los comunistas tenían de la coyuntura. En junio habían realizado
un acto en homenaje a Georgi Dimitrov, el comunista búlgaro que había teorizado sobre
la naturaleza del fascismo e impulsado, para combatirlo, la constitución de frentes
populares de la mayor amplitud posible.
Esa tarde Arismendi había empezado comparando el incendio del Reichstag con la
masacre de la seccional 20, había tendido la mano a Wilson Ferreira y a otros eventuales
aliados subrayando que «no todos son fascistas dentro de las clases dominantes». Al
mismo tiempo, predecía implícitamente el agravamiento de la confrontación con las
fuerzas represivas, enfatizando a propósito de la necesidad de reflexionar sobre cual
debía ser la conducta de los comunistas «en la cárcel y en la persecución».
«Se han sorteado las instancias más críticas», se proclamaba sin embargo en el
editorial de Estudios en setiembre, explicando que «como fruto de las luchas populares»
se habían puesto «en tensión las reservas democráticas existentes en el pueblo que
permitieron sortear las instancias más críticas para la vida institucional del país». Nuevas
condiciones hacían «prever que el futuro próximo del continente estará cargado [...] de
avances». El nivel de alianzas subrayado era el de «los obreros de la ciudad y el campo,
todos los sectores de la intelectualidad, hasta los sectores patrióticos y progresistas de
las Fuerzas Armadas».
Desde otra perspectiva, Jorge Batlle también tenía sus propias razones para
mostrarse con ciertas expectativas positivas en relación a la evolución de la situación.
Declaró el 10 de octubre:
Tengo confianza en las instituciones; en el ejército la casi unanimidad de los oficiales están en la
misma línea, la de hacer las grandes transformaciones del país, respetando la ley y la Constitución.
Digo casi todos porque siempre hay algún loco, como existen en todas las instituciones, [...] pero
eso no es representativo de nada. Tengo la absoluta certeza de que todo se hará bien a través de
un gobierno firme y prestigioso [...]. Cada día que veo al presidente Bordaberry, tengo y hago
más confianza en él.

(614)  Archivo Seregni, Discurso, 25.8.1972.


(615)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, «Liber Seregni Mosquera», f. 3, ano-
tación del 15.1.1976.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Lo indiscutible era que el MLN había sido derrotado militarmente. El 1.º de


setiembre había caído Raúl Sendic. A un año de asumir la lucha antisubversiva, las
Fuerzas Conjuntas habían dado muerte a 35 tupamaros en combate o bajo tortura y
habían apresado a 1300. Las víctimas de los tupamaros habían sido 20. De acuerdo con
las estimaciones de Gallup, el 59 % de la población aprobaba lo actuado y solo un 5 %
lo condenaba.
«El control de la situación táctica se ha logrado», asumían por su parte los mandos
en un documento que Vasconcellos leyó en el Senado el 19 de octubre. Los redactores
de aquel texto no deducían de esto que las Fuerzas Armadas debiesen retornar a su
estatus anterior. Por el contrario, afirmaban que «los mandos militares [...] han decidido
gravitar directamente en la vida del país» y previendo que «esta nueva modalidad de
acción levante resistencia en el poder político», proponían, entre otras cosas, «comenzar
incidiendo en decisiones políticas que levanten el mínimo de resistencia».
Ese mismo día, el ministro Legnani había ordenado que se cumpliese la sentencia
de la justicia militar de liberar a cuatro médicos detenidos en un cuartel de la Región n.º 1
y que –según denunciaron Ferreira y Michelini en el Parlamento– habían sido torturados.
El inspector general Gravina trasmitió la orden a Cristi, comandante de la región, pero
este apoyó al capitán del cuartel que se negaba a cumplirla. Legnani insistió y reclamó
el relevo de Trabal. Después que los mandos se reunieron con el presidente, quienes
renunciaron fueron Legnani y Gravina. Bordaberry nombró a Armando Malet para la
cartera de Defensa y al general César Martínez, un constitucionalista que tenía trato con
Seregni, para la Inspección General del Ejército.
Al otro día, las operaciones contra la corrupción que desarrollaban los militares
con asistencia de los tupamaros tuvieron un final abrupto. El teniente coronel Carlos
Legnani, jefe del Batallón Florida, reunió a los presos y les «agradeció los servicios
prestados a la patria». Luego los tiraron arriba de un camión y, «esposados» con alambre,
los repartieron por todo el país, según narró a Sergio Israel uno de ellos, David Cámpora.
Algunos capitanes implicados también fueron redistribuidos. «Habían quedado resentidos
con Trabal porque primero les había dado manija y después cambió el trolley y los dejó
pagando», afirmó Fernández Huidobro al mismo investigador.
Para la opinión pública, «el combate a los ilícitos económicos» en realidad había
comenzado el 25 de octubre. Según dijo a Israel, Jorge Batlle sabía que oficiales del
Batallón Florida habían robado el expediente judicial sobre la devaluación de la
infidencia cuando en esa fecha denunció por la radio la existencia de aquellas operaciones
conjuntas. Esto determinó su procesamiento, aunque no por resultancias del expediente
aquel, sino «por atentado a la fuerza moral de las Fuerzas Armadas». Sí serían procesados
más tarde por corrupción el exministro de Pacheco, Jorge Peirano Facio y su hermano
Juan. Su detención ocurrió el último día de octubre y con ella finalizó la campaña. «La
movida peruanista la paró Cristi», aseguró Batlle en la entrevista mencionada. «Los que
nos apoyan no consienten que se manosee a esta gente», había sentenciado el jefe de la
Región Militar n.º 1.616

(616) Israel, El enigma…, o. cit., p. 134.

140
Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

«Estamos de acuerdo con que se persiga a todos quienes resulten ser delincuentes
económicos, porque se trata de reales enemigos del pueblo», aseguraba por su parte
Seregni en el acto frenteamplista realizado el 3 de noviembre. Y luego aumentó la
apuesta: «bienvenida sea la lucha contra los delitos socioeconómicos, si es que ella
se propone traspasar los umbrales de la mera moral económica y lograr una verdadera
transformación del actual régimen».
Aludiendo a las protestas de la Lista 15 por la detención finalmente efectivizada
de su líder, Jorge Batlle, el orador ironizó sobre «quienes recién ahora parecen haber
descubierto el valor de la persona humana y la importancia que tiene el derecho a la
libertad personal». Pero advirtió también que el método para combatir la «rosca de
intereses» que definió como «enemigo principal del pueblo uruguayo» no podían ser «el
escarmiento, las torturas ejemplarizantes o las vejaciones».
Reiteró su idea de que la «expansión del factor militar puede derivar en sustitución
institucional» y señaló claramente que «la experiencia peruanista [...] no puede ser
transferida como modelo para Uruguay». Pero la tarea que en ese discurso Seregni propuso
a las Fuerzas Armadas tampoco se parecía a los que habían sido sus rumbos tradicionales
sobre el tema: «Ahora [...] la acción militar debe ser pueblo, debe integrarse con la
columna en marcha hacia la conquista de las más puras reivindicaciones nacionales»
pues «otra vez la cuestión es entre el pueblo y la oligarquía».
La confrontación oligarquía versus pueblo en un discurso de Seregni en semejante
coyuntura alcanzaba una enorme significación, que no dejaba de generar perplejidades en
ciertos dirigentes y militantes frenteamplistas. En cualquier caso, la iniciativa que venía a
presentar era iniciar una amplia movilización en torno a cinco propuestas: «ante todo [...]
el reestablecimiento de los derechos y garantías individuales el 1.º de diciembre de este
año». En el campo económico y para «eliminar los centros de poder que han hecho del
tráfico de divisas [...] un área de lucro y un factor inflacionario», la idea era promover el
monopolio estatal de estas. Además, por razones de justicia y de estímulo a la economía,
se proponía el aumento de sueldos, salarios y pasividades al nivel adquisitivo del 1.º de
enero de 1967. La cuarta propuesta era lograr la aprobación de expropiación de tierras
en manos extranjeras, ya presentada en un proyecto por el Movimiento Nacional de
Rocha, así como extender el apoyo ya anunciado para una Ley de Tierras «que constituya
la base de una reforma agraria auténtica». Finalmente, en lugar de «la llamada Ley de
Enseñanza», se reclamaba estudiar una «necesaria ley de coordinación en la enseñanza,
pero atendiendo a los planteos técnicos de los organismos competentes, salvaguardando
y extendiendo la autonomía de los entes de enseñanza».617
El 30 de noviembre el Parlamento prorrogó la suspensión de las garantías hasta
el 15 de febrero de 1973. Ese fin de año, los cinco puntos planteados por Seregni en
el acto antes referido continuaron siendo el eje de movilizaciones frenteamplistas, con
el instrumento innovador de las 17 ferias consultivas que la organización realizó en

(617)  Archivo Seregni, Discurso pronunciado en la explanada municipal. 3.11.1972.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Montevideo entre el 15 y el 17 de diciembre.618 Pero es probable que la mayor parte de


los esfuerzos militantes de la izquierda se hayan concentrado en aquellos momentos en la
campaña contra la sanción legislativa del proyecto de Ley de Enseñanza que finalmente
fue aprobado el 5 de enero del 73.
El diario El País inició el nuevo año con una serie de denuncias sobre gastos
indebidos de algunos ediles de la capital. Se hablaba de dispendios en restaurantes
costosos y boites, viajes al exterior y compra de whisky, siempre con el dinero de la
comunidad. El 19 de enero, la Junta de Comandantes en Jefe elevó al ministro Malet un
informe secreto «sobre la situación planteada en la Junta Departamental de Montevideo
y afectación de la Seguridad Nacional».
Según Israel, ese mismo día Trabal informó a varios de sus pares (entre ellos al
inspector general del Ejército) que el presidente, a instancias de Jorge Batlle, estaba
decidido a relevarlo de su cargo de jefe de la inteligencia militar. En lugar de Trabal iba
a ser nombrado el coronel Eduardo Modugno. Entonces el general Martínez telefoneó
a Bordaberry. El presidente confirmó la noticia y Martínez le manifestó su desacuerdo.
«Yo decido porque soy el presidente de la República», habría replicado Bordaberry.
«Entonces hágase cargo de las consecuencias», le advirtió Martínez. Finalmente, Trabal
conservó su puesto.
En cambio, acerca de las denuncias contra los ediles, el presidente respondió a los
mandos que las autoridades civiles correspondientes ya habían tomado las disposiciones
necesarias. Lessa cita un análisis de Bordaberry sobre el informe secreto que habían
elevado los mandos en el que concluía «que la preocupación [de estos] radica no tanto en
corregir las irregularidades y castigar a los eventuales responsables, como en alzarse con
el prestigio de la tarea moralizadora».
Tomándole el pulso a la República era un programa radial muy popular que por
entonces trasmitía la emisora Carve. La noche del 1.º de febrero de 1973, el senador
Vasconcellos realizó en este espacio declaraciones contundentes y alarmantes. «En
otros países latinoamericanos la soberanía radica en los cuarteles [...] y algunas mentes
extraviadas creen que en el Uruguay el hecho igualmente puede ser cierto», denunció el
senador. «Que nadie se haga ilusiones. Latorre llegó y nadie ha olvidado cómo se tuvo
que ir; los “Latorritos” que tratan de llegar– aunque puedan lograrlo– que no olviden la
lección histórica», concluía.619
Al otro día era viernes. Marcha traía un artículo de Michelini. «Damos un artículo
de nuestro compañero el senador Zelmar Michelini, a pesar de que no compartimos
el enfoque general del tema», advertía el copete, con seguridad escrito por Carlos
Quijano. El senador no aludía directamente a los dichos de Vasconcellos pero sí al asunto
fundamental de estos. En esas líneas, Michelini se ratificaba:
Dijimos en más de una oportunidad que las propias Fuerzas Armadas, concientes de que la
guerrilla tenía orígenes distintos de los que se mostraban desde el Poder Ejecutivo, hasta por

(618) «Mañana jornada “mano a mano” preparando 17 ferias consultivas del Frente Amplio», Ahora,
13.12.1972, p. 6.
(619)  Vasconcellos, Amílcar, Febrero amargo, 6.ª edición, Montevideo, Arca, 2010, pp. 17-24.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

una razón de egoísmo [...] estarían dispuestas a librar una dura lucha contra los privilegios, la
injusticia, la dependencia internacional, la desocupación, la mala y absurda distribución de la
riqueza [...] como única manera de que efectivamente el país se salvase y no tuviesen que verse
sometidas de nuevo a una tarea de repercusiones tan dramáticas.620
Para El Popular las declaraciones de Vasconcellos constituían «un error garrafal»
en tanto «los problemas esenciales del país, los de las libertades y la crisis económica,
no se resuelven en un enfrentamiento entre civiles y militares sino en la lucha de todo el
pueblo contra la oligarquía, la rosca y el fascismo».
Bordaberry respondió a Vasconcellos por cadena de radio y televisión: «Sepan pues
el señor senador y quienes a raíz de sus expresiones públicas puedan tener dudas acerca
de mi conducta, que para el presidente de la República no hay más compromiso que
el de la defensa de las instituciones”. Para la mayoría de los mandos, la respuesta del
presidente resultó insatisfactoria pues a su juicio no había ido lo suficientemente lejos.
El entonces comandante de la Armada, contralmirante (r.) Juan José Zorrilla, contó
a Di Candia en 1998 que por esos días Wilson Ferreira lo citó a un escritorio de la calle
Treinta y Tres y le pidió que trasmitiera a los distintos sectores militares su propuesta:
hacer renunciar a Bordaberry y luego –mediante una ley constitucional– convocar a
elecciones anticipadas. Lessa señala que Ferreira habría hecho igual planteo a Álvarez y
a Cristi a través del general retirado Ventura Rodríguez. Sanguinetti aseguró a Lessa que
Ferreira dio a conocer sus ideas también al vicepresidente Jorge Sapelli.
Para el semanario ferreirista Opinión Nacionalista la idea provenía de Sapelli, quien
la habría propuesto no solo a Ferreira sino también a Seregni, como parte de una «gran
ofensiva democrática». Pero el plan de Sapelli contaba con convencer a Bordaberry de
que debía renunciar. «Dos comandantes en jefe [...] vinieron a verme y a hablarme de
sacar a Bordaberry [...]», narró Sapelli en una entrevista concedida a la revista Zeta en
1986. «Yo les pregunté si el presidente había renunciado. Incluso hubo un comandante
que me preguntó si yo no iba a cumplir con mi deber de asumir en caso de acefalía. Le
respondí que en caso de acefalía sí, pero que ello no había ocurrido», aseguró Sapelli.
Los mandos habían decidido que deberían dar su propia respuesta a Vasconcellos
y, con conocimiento del ministro Malet, la elaboraron en deliberaciones autónomas. El 6
de febrero se la presentaron a Bordaberry quién rechazó la declaración, pidió la renuncia
al ministro y en su lugar nombró al general Antonio Francese.
«Yo escuché en esos días de fuentes militares que [Francese] tenía la consigna de
hacer regresar al Ejército a los cuarteles [...] y que había sido sugerido por el secretario de
la Presidencia Luis Barrios Tassano para provocar disturbios internos», recordó Zorrilla
en la entrevista citada. Lessa afirma que el gobierno había anunciado el nombramiento al
sindicalista Luis Iguini; pronosticando que esto generaría resistencias, esperaba el apoyo
de la CNT para defender las instituciones. La central sindical habría respondido que no
se movilizaría en respaldo a Bordaberry.

(620)  «Política y FF. AA.», Marcha, 2.2.1973, p. 8.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Opinión nacionalista afirmaba que al ofrecer el cargo a Francese, Sapelli expresó


que era condición del nombramiento que el viejo general relevara de sus cargos a
Álvarez y a Cristi. Lessa narra que los comandantes de las tres armas (Martínez, Zorrilla
y Pérez Caldas) intentaron que Francese no aceptara el cargo pues significaba colocarse
en medio de una cada vez más dura contienda entre los militares y los políticos. El
nuevo ministro asumió a las diez de la mañana del miércoles 7: «soy un fiel cumplidor
de la Constitución, un respetuoso de todas las jerarquías y en ese camino nos vamos a
encontrar», dijo en la ceremonia.
A la una de la tarde de ese mismo miércoles, el Ejército y la Fuerza Aérea emitieron
su réplica a Vasconcellos: de acuerdo a su visión, los «tendenciosos y gratuitos agravios»
que el senador habría inferido a las Fuerzas Armadas, eran expresión de una «concertada
maniobra política que persigue [...] desprestigiar a las FF. AA.». Estas fundamentaban
su autoridad para responderle al senador «dentro del marco de la aseveración de que
las FF. AA., no son ni serán el brazo armado de grupos económicos o políticos, cuyos
personeros [...] pretenden apartarlas del camino que ellas deben recorrer».621
El secretariado ejecutivo de la CNT también emitió posición: por una parte
recordaba que para el movimiento sindical «la verdadera línea divisoria no es otra que la
que separa a las fuerzas de la oligarquía y el imperialismo por un lado y la clase obrera y
el pueblo por el otro»; por otro reafirmaba la disposición asumida desde 1964 de ocupar
las fábricas y lugares de trabajo «para oponerse a todo designio antidemocrático».622
En la madrugada del jueves en la Quinta de las Rosas (sede de la Región Militar
n.º 1) se reunieron los jefes de las cuatro regiones militares (Cristi, Chiappe Posse, Vadora
y Eduardo Zubía) junto con Álvarez (jefe del Estado Mayor Conjunto) y los coroneles
Alberto Ballestrino, Ruben Camps, Luis Queirolo, Julio González Arrondo, Germán
González, Juan Méndez, Iván Paulós, Amaury Prantl, Abdón Raimúndez, Manuel Talín
y Rodolfo Zubía, este último jefe de Policía de Montevideo.
Durante la mañana, Francese recibió la dimisión del general Martínez. Según Blixen,
Seregni se reunió con él en casa de Licandro para intentar –sin éxito– convencerlo de que
permaneciese en su puesto. Incluso le habría ofrecido el apoyo del Frente Amplio si eso
le permitía enfrentar a los desacatados y apuntalar la institucionalidad. «Fue muy claro
conmigo», recordó Seregni. «De ninguna manera iba a actuar contra la fuerza».623 Israel
narra que Trabal interceptó a Martínez cuando este ya iba camino a La Paloma (Rocha)
también para pedirle que cambiara de opinión, pero Martínez se atuvo a lo decidido.
Couriel relató que Seregni le pidió que buscase a Michelini y le explicase la situación.
Este lo ubicó almorzando con un amigo.624
Pasado el mediodía, el ministro de Defensa informó al presidente que efectivos
del Ejército y la Fuerza Área estaban acuartelados en todo el país. Luego Bordaberry

(621) Vasconcellos, Febrero amargo, o. cit., pp. 33-37.


(622)  «Declaración de la CNT (7 de febrero)», en «7 días que conmovieron a Uruguay», Cuadernos de
Marcha, n.º 68, Montevideo, marzo de 1973, p. 22.
(623) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 100.
(624)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

recibió a Zorrilla disponiendo el acuartelamiento de la Armada. Israel afirma que Trabal


presentó entonces su renuncia ante Francese pero que este la rechazó: «No, Ramoncito,
ahora te jugás el puchero», le habría dicho.
Según Lessa, el ministro salió entonces hacia el Batallón de Infantería n.º 13 con
el objeto de ponerse al mando de la unidad para controlar con sus recursos al resto del
ejército. Pero en la puerta del Batallón lo esperaban Cristi, Álvarez y Trabal. Cuando
Francese y sus acompañantes vieron lo que ocurría frenaron sus automóviles y se
volvieron al ministerio.
Zorrilla narró a Di Candia que intentó dialogar con los rebeldes «para ver si se
distendía una situación que se estaba poniendo grave». «El general Gregorio Álvarez me
dijo que ellos no querían de ninguna manera el gobierno. Sacó un papel y me aclaró: “De
acuerdo a este documento, un importante dirigente político nos ofreció el gobierno por
unos meses siempre que después hubiera elecciones y nosotros nos opusimos”», contó
Zorrilla.625
Couriel se había «instalado» en el apartamento de Seregni. Recordó haberse sentido
sorprendido porque en todo el día, el único dirigente frenteamplista que visitó al general
fue el socialista Vivian Trías, que pasó al atardecer «con gente de la marina».626 Trías
había concertado una reunión con el capitán de navío José Bello y el presidente de la
Cámara de Diputados. Israel narra que fue en el bar de La Marina, Rambla 25 de agosto
y Pérez Castellanos, frente al comando de la Armada. En ella Gutiérrez Ruiz explicó una
propuesta que había negociado con los mandos rebeldes: sacar a Borbaberry y llamar
a elecciones en seis meses. «Hay caminos constitucionales», afirma haber respondido
Bello.
A las ocho de la noche, el Ejército tomó el canal 5. El nuevo inspector general
José Verocay junto con el brigadier Pérez Caldas divulgaron por ese medio un nuevo
comunicado: «El señor general Francese regresa al Ministerio [...] a cosechar amargos
y eventuales laureles de unas FF. AA. cuya actuación no le es grata, con la consigna,
conciente o inconsciente de esterilizarlas y ofrendarlas como trofeo a la victoria de la
concertada maniobra política ya denunciada». En consecuencia, el Ejército y la Aviación
habían «decidido desconocer las órdenes del ministro».627
En la redacción de El País Washington Beltrán estaría por entonces escribiendo el
editorial que al otro día publicaría:
No sabemos si nos encaminamos al eclipse de nuestra democracia. No será necesario mucho
tiempo para develar la incógnita. Posiblemente ya no la exista cuando estas líneas salgan a la
calle. Pero lo dramático, lo estremecedor, es que se está jugando el destino quizás por décadas
de la República, en medio del silencio inexplicable, del silencio temeroso, del silencio frívolo
de muchos.

(625)  Di Candia, César, «El presidente que no quería a los políticos», 14.6.2008, ‹memoriaviva5.blogspot.
com.uy›.
(626)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.
(627)  «Los mandos militares desconocen al ministro Francese (8 de febrero)», en «7 días…», o. cit., pp.
22-23.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El Parlamento, por ejemplo, continuaba de receso.


«No es un rayo en el cielo sereno y no caben ahora las sorpresas que algunos
manifiestan y las tardías admoniciones que otros desparraman» escribía por su parte
Quijano al iniciar el editorial de Marcha. «Uruguay es un país engañado y descreído: pero
enviciado con el engaño. Necesita de él, porque se ha acostumbrado a temerle a la verdad
y porque intuye, lo que refuerza su temor, que la verdad es muy dura», sentenciaba.
Luego situó la coyuntura dentro de un largo proceso de «decadencia nacional».
Todo había empeorado con Pacheco: «de entonces es la caída vertical de las libertades;
el imperio de la fuerza; un más acentuado desprecio de la Constitución y la Ley; el cínico
desconocimiento de los derechos ciudadanos; la inquisición ideológica y la resurrección
o la aplicación más refinada de la tortura». Ahora la rebelión militar mostraba cómo los
«conquistadores ensoberbecidos» que habían instalado aquel régimen estaban «envueltos
en sus propias redes».
Para Quijano la proposición de que en un nuevo Uruguay «debe mantenerse
o se mantendrá el predominio de las fuerzas armadas» era una «elección y no una
deducción». Además, «cuando se repite que la oposición no es entre el pueblo y tales
fuerzas, sino entre aquel y la oligarquía, se olvida, como ya dijimos en otra ocasión, que
esa contradicción sustancial no es la única y que, en ocasiones, no es la previa».
En realidad la pregunta debía ser «si el poder militar debe sustituir al poder civil,
si el poder político y el poder militar pueden confundirse y ser ejercidos solo por este».
Pero el director de Marcha no pudo completar su desarrollo pues debía dar cuenta al
lector de que el Ejército y la Aviación acababan de sugerir la renuncia de Francese. «Los
dados están echados», remató.628
Lessa asegura que finalmente fue Sanguinetti el encargado de proponerle a
Bordaberry que dimitiese. «Pero no Julio, díganme a mí la receta mágica que le van
a dar a Sapelli para salir de esta situación y yo la llevo adelante», habría respondido el
presidente. Según Opinión Nacionalista, Barrios Tassano había impedido que el ministro
de Ganadería y Agricultura Benito Medero hiciera otro tanto en nombre del Partido
Nacional. Habría aducido que Bordaberry en algún momento había aceptado renunciar
pero que había cambiado definitivamente de opinión. El semanario ferreirista atribuía
la conducta de Barrios Tassano a una orden de Batlle: «Si hay elecciones ganan los
blancos», habría dicho el líder de la 15.
Quien sí ofreció irse fue el ministro Francese. Bordaberry no le aceptó la renuncia.
A las diez de la noche, acompañado por este, anunció por cadena que mantendría al
ministro y convocó a la población a una concentración que se realizaría esa misma noche
en la plaza Independencia para manifestarse en defensa de las instituciones. La orden
era retrasmitir la convocatoria pero el Ejército fue tomando el control de las emisoras
e interrumpiendo la reiteración. Lessa afirma que solo algunas decenas de personas
concurrieron a la plaza y que en los balcones del Palacio Estévez se veía solo a los
quincistas Francisco Forteza y Eduardo Paz Aguirre. Beltrán concurrió también a la

(628)  «Tanto va el cántaro al agua», Marcha, 9.2.1973, p. 7.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

plaza. «Solo fueron a apoyarlo algunas tías viejas”, ironizó Ferreira. «Aquí ya flaqueaba
mi fe democrática», admitió Bordaberry a Lessa.629 Cabe preguntarse sin embargo si
alguna vez Juan María Bordaberry había creído efectivamente en la democracia. Lo que
no cabe duda es que su convocatoria de febrero de 1973 ya no podía alcanzar credibilidad
alguna ante la gran mayoría de la dirigencia política y de la ciudadanía.
Zorrilla ofreció al presidente trasladar su despacho a la Ciudad Vieja puesto que
vistos los movimientos de tanques que había en la ciudad, había dispuesto establecer
una barrera defensiva que asegurara el control de al menos ese barrio. Bordaberry no
aceptó la invitación pero de todos modos, a la una menos veinte de la madrugada del
viernes 9 de febrero, la Armada clausuró la Ciudad Vieja y a las dos libró un comunicado
declarándose leal a las instituciones.
«Seregni estaba reunido con su equipo asesor, que yo integraba, cuando tuvimos
conocimiento de que iba a ocurrir algún tipo de pronunciamiento militar», narró
Zufriategui a Israel. Couriel era amigo de la economista Celia Barbato, prima y amiga
de Trabal. A través de ella el equipo decidió solicitar al jefe del SID que se pusiera en
contacto.630 Prosiguió Zufriategui:
Por la madrugada, [Trabal] llamó a lo de Seregni y habló conmigo. Entonces yo le digo: «Mirá,
acá hay una serie de informaciones en el sentido de que van a hacer un disparate».Le pregunté
si tenía plena conciencia de lo que se estaba gestando, le recordé las conversaciones que tantas
veces habíamos tenido sobre el papel de los militares. Yo siempre le reiteraba que las Fuerzas
Armadas no estaban preparadas para liderar el proceso de cambio, porque la formación del
militar no está orientada en este sentido. Pueden apoyarlo pero no liderarlo. Me dijo que no, que
disparates no iban a hacer. Me respondió con un largo discurso político que era una especie de
anticipo del comunicado 4.631
Siete meses después Trabal diría al periodista brasileño Neiva Moreira que él había
coordinado la serie de comunicados que los amotinados darían a conocer a partir de ese
día, definiéndolos como el programa de un golpe cuyo conductor era el general Álvarez.
El jefe del SID tenía contactos con Michelini, con el diputado de la democracia cristiana
Daniel Sosa Díaz y con su colega comunista Jaime Pérez. Un exintegrante del aparato
militar del Partido Comunista aseguró a Israel que Trabal informó a Pérez del contenido
del comunicado n.º 4 antes de que este fuese públicamente conocido.
El documento, que definía la función de las Fuerzas Armadas como «dar seguridad al
desarrollo», enumeraba una serie de propuestas de gobierno que como «la redistribución
de la tierra» o el aumento de la parte de los «grupos menos favorecidos» en la distribución
del ingreso, podían resultar aceptables para la izquierda.
«No haga caso a esta parte» le habría dicho Trabal a Jaime Pérez, refiriéndose al
inciso c del numeral 6 donde se declaraba que el marxismo-leninismo era «incompatible
con nuestro tradicional estilo de vida». Jaime Pérez recordó que Seregni al saber de

(629)  Lessa, Estado de guerra, Alfonso Lessa, Estado de guerra. De la gestación del golpe del 73 a la caída
de Bordaberry, 1.ª edición. Montevideo, Fin de Siglo, 2003, p. 107.
(630)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.
(631) Israel, El enigma…, o. cit., pp. 144-145.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

sus contactos con Trabal le había advertido: «Tené cuidado que la gente que hace
interrogatorios trabaja así».632
El Frente Amplio reunió su Mesa Política para ajustar los detalles de un acto que
se realizaría esa noche en la esquina de 8 de octubre y Comercio. La idea original había
sido celebrar el segundo aniversario de creación de la fuerza realizando un llamado al
restablecimiento de las garantías pero evidentemente la coyuntura se imponía y había
que posicionarse frente a la nueva situación.
Para el libro La mañana siguiente, Seregni recordó que en esos momentos lo llamó,
desde el comando de la Marina, el capitán Óscar Lebel. Le trasmitió la solicitud de
que la izquierda apoyase la acción asumida por esa arma. «Fue una conversación muy
dramática» narró Seregni. «Respondí que no. No se trataba de defender la institucionalidad
en abstracto. La gente en la calle no quería a Bordaberry», explicó, y rememoró:
Todos estábamos de acuerdo en que había que pedir la renuncia de Bordaberry. Pero quiero
rescatar la posición de Erro, que estuvo en desacuerdo; él tenía la posición de que nosotros
teníamos que embestir contra las Fuerzas Armadas. Fue fundamental definir con precisión la
diferencia con Wilson: él hablaba de elecciones; nosotros hablábamos de sucesión constitucional
y consulta al pueblo a través de plebiscito. En la fórmula de Wilson había un elemento muy
peligroso, porque sabíamos que los militares le cobrarían después el mandado, si ellos destituían
al presidente.
Pero a la vez era necesario expresarse sobre los mandos rebeldes. Seregni habría
argumentado:
Yo les decía a los compañeros: «Miren que esta gente hizo cursos de inteligencia, yo fui profesor
de ellos. Con el 4 y 7 lo único que hicieron fue abrir la caja fuerte y sacar los trabajos que habíamos
elaborado con Baliñas en la Escuela Superior de Guerra. Los pulieron Álvarez y Trabal para
darles forma. Los comunicados 4 y 7 no son doctrina. La única doctrina es el anticomunismo».
Con el conocimiento que teníamos era impensable que se estuviera promoviendo una postura
peruanista.633
Dada la posición de Erro, alterando la idea inicial de que hablasen los cinco senadores
frenteamplistas y luego Seregni, solo hubo una introducción de Michelini y luego el
discurso del general. Couriel aseguró que el texto fue elaborado fundamentalmente por
Methol Ferré.634
Fue un largo ataque a Bordaberry: «el presidente agotó la confianza que le puede
prestar el pueblo uruguayo, los orientales honestos». Por eso debería renunciar. «La
presencia del señor Bordaberry entorpece las posibilidades de diálogo. [...] Y solamente a
partir de ese diálogo reestablecido es viable la interacción fecunda, entre pueblo, gobierno
y Fuerzas Armadas, para comenzar la reconstrucción de la patria en decadencia».
En una probable alusión al comunicado en ciernes el orador anunció que «militancia
y dirigencia del Frente Amplio están prontos a conceder su apoyo crítico a todas las
instancias políticas, económicas y sociales que vayan en defensa de la causa popular».
Ese apoyo crítico no significaría ajenidad, pues «balconear los sucesos de hoy es

(632)  Ibídem, pp. 112-113.


(633) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 101-103.
(634)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.

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convertirse en cómplice del régimen». Pero el Frente no aceptaría que ninguna entidad
pretendiese «el monopolio de la reconstrucción de la patria». «Para ser válida, cualquier
solución necesita el apoyo del pueblo» y por eso entendía «insoslayable» una consulta
popular «sobre las cuestiones de fondo que agitan a la nación».
«Nada de falsos dilemas, [...]. Nada de dogmatismos ni de los prejuicios y las falsas
opciones con que intentan defenderse los oligarcas y los políticos corrompidos. Una
vez más la cuestión es solo entre la oligarquía y el pueblo», terminaba.635 El discurso
resultaba sin duda controversial y no hubo unanimidad en filas frenteamplistas. Se
apartaba incluso un paso más de las posturas que tradicionalmente había defendido de
manera insistente Seregni. Es cierto que habían factores de contexto insoslayables: la
continuidad de Bordaberry no era respaldada por la mayoría de la dirigencia de todos
los partidos y por cierto no despertaba el apoyo de la ciudadanía; su figura no ofrecía
garantías de firmeza institucional y democrática y la desconfianza sobre sus ideas y planes
era generalizada. En ese marco, resultaba razonable que los principales dirigentes de los
partidos exploraran alternativas. Sin embargo, la visión de que el conflicto era entre
oligarquía y pueblo y la seducción más o menos difusa ante el poder de los militares
peruanistas y sus comunicados 4 y 7 terminaba por enredar todo el panorama y por
impedir cualquier acuerdo civilista consistente. También debe señalarse que en cualquier
hipótesis, la correlación de fuerzas que se advertía en el seno de las fuerzas armadas no
parecía viabilizar las posibilidades de ninguna alternativa consistentemente democrática.
A las 21.30 por orden de Bordaberry fue levantada la línea defensiva que la Marina
mantenía en la entrada de la Ciudad Vieja. Una hora después los mandos del Ejército y la
Aviación trasmitieron por cadena de radio y televisión el Comunicado n.º 4. Couriel ya
había vuelto del acto y lo escuchó junto a Raúl Trajenberg, en casa de Celia Barbato. Entre
la una y las dos de la mañana del sábado, el comandante de la Armada fue informado
de que Bordaberry había llegado a un acuerdo con los rebeldes. «Me fui para mi casa
[...], prácticamente estaba solo. No recibí ni una llamada de apoyo», explicó para Estado
de guerra. Por la mañana Barbato recibió la visita de Trabal, quien le preguntó por las
repercusiones del texto entre sus amigos. Todavía habría más comunicados.636
El editorial de El Popular del 11 de febrero sostenía:
Las Fuerzas Armadas deben reflexionar sobre este hecho: los marxista-leninistas, los comunistas,
integrantes de la gran corriente del Frente Amplio, estamos de acuerdo en lo esencial con
las medidas expuestas por las FF. AA. como salidas inmediatas para la situación que vive la
República y por cierto no incompatibles con la ideología de la clase obrera.
Esta y otras posturas hechas públicas por entonces comenzaban a evidenciar que los
vagos anuncios de los militares amotinados comenzaban a tener respaldos inesperados
en filas frenteamplistas.637

(635)  Archivo Seregni, Discurso pronunciado en 8 de Octubre y Comercio, 9.2.1973.


(636)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.
(637)  «Los objetivos expuestos por las Fuerzas Armadas (editorial de El popular domingo 11 de febrero)»,
en «7 días…», o. cit., pp. 33-35.

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Juan Pablo Terra definió como apoyo crítico su tesitura frente a los comunicados, al
tiempo que Michelini profetizó que «con la ayuda de las fuerzas progresistas dentro de
las Fuerzas Armadas se produciría la gran revolución que el país espera». «No deja de
sorprendernos la euforia con que muchos se han aplicado a la tarea de leer e interpretar
los comunicados de las Fuerzas Armadas», escribió en cambio Aguirre González.
Para Rodríguez Camusso, estos eran un mamarracho. Héctor Rodríguez los rechazó
también, al igual que los anarquistas de la Resistencia Obrero Estudiantil (ROE).638 Estas
divisiones en la izquierda denotaban perplejidad y también desconocimiento respecto a
lo que estaba ocurriendo en ese momento crucial, en particular en el seno de una nueva
cúpula castrense que ni siquiera Seregni ni Licandro podían describir e interpretar con
precisión. Afirmaría Licandro veinte años después:
Yo estaba convencido y creía que en las Fuerzas Armadas había militares progresistas. No
podía no pensarlo, si yo era de izquierda y había salido del Ejército. [...] En febrero de 1973 esa
situación comenzó a cambiar cuando las FF. AA. toman una posición a nivel de los mandos y
hacen una selección: estás conmigo o no lo estás; apoya el golpe o no lo apoya.639
Por su parte, El País hablaba de cautela y el editorial de Beltrán revelaba una
inflexión respecto a su conducta anterior: «No cuenta más la vieja idea de las Fuerzas
Armadas en los cuarteles», sostenía. El herrerista Alberto Heber declaró para el mismo
medio que el conflicto no había sido «un enfrentamiento contra el orden constitucional»
sino «del desorden y la corrupción política, contra la rectitud, la honradez y el patriotismo
de las Fuerzas Armadas».
El coronel Aguerre tuvo más compañeros presos pues durante el alzamiento muchos
oficiales de la «1815» habían sido obligados a definir su posición. El lunes 12 recibió la
visita del socialista José Korzeniak que era su abogado defensor.
–Coronel, tenemos al ejército de nuestro lado –dijo el abogado.
–Mire, doctor –contestó Aguerre–, yo de política no sé nada, pero del ejército entiendo. Esto es
un golpe de Estado.640
«Crisis superada» tituló esa tarde el oficialista El Diario: «Al cierre de esta edición,
los mandos militares emitieron el comunicado n.º 11 confirmando el principio de acuerdo
convenido con el presidente de la República», refería en su primera plana el medio.
Francese había renunciado y en una reunión realizada en la base militar de Boisso Lanza,
Bordaberry había aceptado formalizar la injerencia militar en el gobierno a través de la
creación del Consejo Nacional de Seguridad y otros mecanismos.
«Hay quienes sostienen que todo ha pasado, que todo está bien, que la crisis ha
sido superada», decía Seregni cinco días más tarde, cuando el Parlamento había vuelto
a prorrogar la suspensión de las garantías individuales y además se anunciaba una ley
de estado de peligrosidad. En la ocasión el presidente del Frente Amplio hablaba para
los representantes de las mesas departamentales del Interior y de las coordinadoras de

(638) Israel, El enigma…, pp. 145-147.


(639)  Rico, Álvaro (coord.), 15 días que estremecieron al Uruguay, Montevideo, Fin de Siglo, Montevideo,
2005, p. 381.
(640)  Entrevistas de los autores a Pedro Aguerre Albano, 10.2.2012 y 2.3.2012.

150
Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

Montevideo, es decir para muchos de los principales cuadros políticos de su fuerza


política. «Para muchos uruguayos este es quizá un momento de desconcierto», admitió.
Era un hecho que «la crisis desencadenada para marginar a las Fuerzas Armadas,
terminó por afianzarlas». Otra circunstancia irrefutable era que Bordaberry «si bien no
ha renunciado, ha declinado funciones ante los ojos del país». Y estaba la prórroga de
la suspensión de garantías. Para él todo aquello era una mezcla de «signos positivos
y negativos». «La evolución puede ser finalmente desastrosa o puede llegar a buen
puerto», alertó.
Aceptó que había habido un conflicto entre el poder político y el poder militar
pero reclamó ir más allá de esa generalidad y preguntarse por la índole de cada poder
en la etapa. «El poder político está ejercido por la conjunción político-partidaria más
reaccionaria [...]. Difícil ir más a la derecha que el “pacto chico”; es difícil ser más
representativo de la oligarquía; es difícil pisotear más la legalidad». Era «difícil, no
imposible». «Es un proceso posible», insistió.
Lo insólito había sido «la intervención de las Fuerzas Armadas en conflicto con
el poder político más reaccionario del país». Para Seregni el alzamiento había sido «la
primera fisura» pero «no un hecho consumado e irreversible». El programa de los rebeldes
«tiene una amplitud suficiente para que pueda ser orientado en muy diferentes sentidos»,
decía. Y, por otra parte, dado el estado de las colectividades políticas tradicionales podía
preverse con facilidad «que la oligarquía sacrifique sus expresiones políticas [...] y se
lance a la conquista y seducción de las Fuerzas Armadas, tratando que ellas se conviertan
en su última carta».
Luego realizó un análisis acerca de las medidas necesarias para alcanzar aquellos
de los propósitos anunciados por los alzados que el Frente Amplio podía compartir
pero insistió en que «las soluciones solo pueden tener sentido positivo en la medida
en que el pueblo participe desde el momento de la definición del programa hasta la
concreción y ejecución del mismo». Y para hacer posible esa participación se requería el
«reestablecimiento de las libertades, derechos y garantías».
Para Seregni, «quienes hoy asumen las responsabilidades y los compromisos
inherentes al poder», deberían escuchar estas demandas o volverse impopulares. El
pueblo debía mantenerse movilizado «pues no se trata de esperar pasivamente que
desde las alturas se ensayen posibles reformas». «Tenemos que afirmarlas nosotros ya
–exhortó–, para que los depositarios del poder estén comprometidos a realizarlas».641
Durante la crisis Arismendi estaba en Italia. Leibner da cuenta de que el motín lo
obligó a alterar su agenda y que pasó todo un día telefoneando a Montevideo desde la sede
del diario L’ Unitá. «Los camaradas italianos no se convencían de su interpretación acerca
de la posible corriente nacionalista-progresista que estaría detrás de los comunicados»,
escribe el historiador. L’Unitá concedió espacio a las reflexiones de Arismendi pero al día
siguiente del discurso de Seregni tituló significativamente «L’Uruguay non e il Peru».642

(641) Archivo Seregni, Exposición ante las Mesas Departamentales del Interior y las Coordinadoras de
Montevideo, 17.2.1973.
(642) Leibner, Camaradas…, o. cit., pp. 613-614.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Al mes siguiente la Cámara de Diputados renovó su presidente. Entre los diputados


nacionalistas, Gutiérrez Ruiz generaba algunas resistencias; una mayoría se inclinaba
por elegir a Guillermo García Costa para presidir la Cámara. Narra Juan Raúl Ferreira:
Gutiérrez Ruiz ya estaba en la mira de los golpistas. Wilson quería protegerlo y, además, como
después se vio, era importante que la presidencia de la Cámara estuviera en sus manos. Pero
Wilson no buscó a Seregni. Le dijo a Arismendi que estaba preocupado por el Toba. Le pidió que
fuese el Frente el que propusiese volver a elegir a Gutiérrez Ruiz, porque él iba a tener problemas
con la bancada. Y el Frente dijo: «Votamos otra vez un blanco, siempre y cuando sea Gutiérrez
Ruiz. Entonces el Toba fue nuevamente electo pero con una mayoría distinta. El Herrerismo no
lo votó. Los colorados votaron a su candidato y Gutiérrez Ruiz salió electo con los votos del
Frente Amplio y una mayoría de legisladores del Partido Nacional que después iba a terminar
siendo el cerno del partido. […] Evidentemente puedo ser subjetivo en esto, pero no creo que
Wilson hubiese tenido intención de excluir a Seregni de la decisión. Pero con Arismendi había un
nivel de relación que trascendía lo formal y estaban ahí, en el Parlamento».643
Por esos días el Poder Ejecutivo elevó a la Asamblea General un proyecto de ley
titulado de «Consolidación de la paz». Su fundamentación asumía la derrota militar
de la guerrilla pero sostenía que para precaver su resurrección era necesario otorgar al
Ministerio de Defensa la facultad de declarar el «estado peligroso» de las personas. En
la edición de Marcha del 23 de marzo, el doctor Carlos Martínez Moreno explicaba que
esto permitía que el Ejecutivo pudiese imponer medidas de seguridad que iban desde
«formas de cautiverio social sin prisión» hasta «la prisión lisa y llana».
El domingo siguiente Seregni dio a conocer un mensaje a la militancia frenteamplista
anunciando que al día siguiente partiría de viaje hacia «países donde surgen y se consolidan
procesos revolucionarios de liberación nacional de vastas y hondas repercusiones para
América Latina». Se trataba de una gira por Argentina, Chile y Perú.644
Dos semanas antes de la llegada de Seregni a Buenos Aires, el 49,5 % de los
argentinos había votado por Héctor Cámpora, candidato presidencial del Frente
Justicialista de Liberación Nacional (Frejuli), explícitamente avalado por el general Juan
Domingo Perón que continuaba exiliado en España. Cámpora asumiría su cargo el 25
de mayo, poniendo fin a nueve años de dictadura militar. El mayor Pablo Vicente, que
durante esos años permaneció exiliado en Uruguay, había militado por el Frente Amplio.
La apertura le permitió retornar y fue quien se ocupó de organizar la visita de Seregni.
El entusiasmo con el que la Juventud Peronista lo recibió en Ezeiza terminó en
«un perenguendengue terrorífico», contó también a Butazzoni.645 La concurrencia
«rebasó todas las previsiones de los dispositivos de seguridad dispuestos por el Frejuli»,
decía por su parte la crónica del corresponsal de El Popular. La prisa de periodistas y
manifestantes por acceder a la sala de Aduanas determinó el destrozo de dos grabadores
y la ruptura del cable de trasmisión de una emisora de televisión. «Aquí me siento como
en mi país (como) en las demostraciones del Frente Amplio», anunció Seregni parado
sobre el mostrador mientras el público coreaba consignas como «Atención, atención,

(643)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.


(644)  Archivo Seregni, Mensaje a la militancia frenteamplista, 26.3.1973.
(645) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 151.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

ahí viene un tupamaro que es amigo de Perón». Acción y El País se encargarían de


destacarlo.646
En la Argentina, Seregni cumplió una apretada agenda que incluyó encuentros
con varios dirigentes del justicialismo y del movimiento sindical, una entrevista con la
dirección de la Alianza Popular Revolucionada liderada por Óscar Alende, un mitin en
Vicente López y otro en La Plata. El 27 de marzo, luego de almorzar en el Plaza Hotel
con Vicente Solano Lima, vicepresidente electo, respondió a la prensa sobre la definición
ideológica del Frente Amplio: «Somos partidarios del pluralismo de clases populares, del
pluralismo de partidos. Las metas económicas que planteamos son, a mi juicio, medidas
de orden socialista, ya que no puede ser de otra manera, dada la realidad de nuestros
pueblos de América Latina».647 648
El 31 de marzo Seregni partiría hacia Chile. Las autoridades del aeropuerto porteño,
para evitar otro perendenguengue como el de la bienvenida, resolvieron cerrarlo. En
Pudahuel el recibimiento fue mucho más ordenado: lo esperaban una representación
presidencial y los embajadores de la Unión Soviética, China y otros países socialistas.
El 2 de abril se publicó que Allende había mantenido una reunión de tres horas con el
general viajero, pero este contó a Buttazoni que el presidente chileno lo alojó en una casa
del centro de Santiago y que cenaron juntos toda la semana. Se habían conocido en 1959,
cuando Allende visitó Montevideo por primera vez. Seregni mencionaría como uno de
los «tesoros que yo tenía que se los llevó san puta» la carta que el chileno le escribió
cuando fue designado candidato a la presidencia por el Frente Amplio.649
El balance del gobierno de la Unidad Popular ya por entonces era inquietante.
El año anterior había terminado con un 225  % de inflación y en 1973 duplicaría
largamente ese guarismo. Los mecanismos con los que el gobierno pretendía superar
el desabastecimiento no resultaban eficaces. Las actividades ultraizquierdistas del MIR
ponían al gobierno en situaciones embarazosas y los enfrentamientos callejeros entre
militantes de la izquierda y la derecha eran frecuentes y sangrientos.
El asesinato del dirigente demócrata cristiano Edmundo Pérez Zujovic por un
grupo escindido del MIR había significado el comienzo de un distanciamiento cada
vez más profundo entre la democracia cristiana y el gobierno. En Montevideo Seregni
había conocido a Radomiro Tomic, candidato presidencial demócrata cristiano en las
elecciones del 70, de orientaciones progresistas, y quiso aprovechar esto para intentar un
acercamiento de las partes. «Fracasé rotundamente», confesó a Blixen mucho después.
En octubre de 1972, para enfrentar las movilizaciones opositoras conducidas por
la Agrupación de Dueños de Camiones, Allende había incorporado tres militares a su

(646)  «Seregni: “Tomar contacto con movimientos populares”», El Popular, 28.3.1973; «Seregni; peronis-
tas argentinos lo reciben como “tupamaro”», Acción, 28.3.1973; «Liber Seregni en Buenos Aires; “Aquí viene un
tupamaro que es amigo de Perón”», El Popular, 29.3.1973.
(647)  «Solano Lima; “Seregni, auténtico representante del pueblo uruguayo”», El Popular, 28.3.1973.
(648)  En el Archivo Seregni que actualmente obra en el Archivo General de la Nación hay un carpetón que
el Partido Justicialista le regalara al propio Seregni en recordación de esta visita. Contiene fotos, recortes de prensa
adicta al peronismo y otros documentos. Cf. AGN, Archivo Seregni.
(649) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 154 y 164-172.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

gabinete: Carlos Prats, comandante en jefe del Ejército, había sido designado en la
cartera de Interior; el contralmirante Ismael Huertas en la de Obras Públicas; y el general
de Brigada Carlos Sepúlveda en la de Minería. Después de las elecciones parlamentarias
de marzo del 73, Allende reorganizó su gabinete y proveyó con civiles estos cargos.
Seregni quiso saber «qué sentían las fuerzas armadas después de haber participado
en el gobierno y volver a los cuarteles; si eso significaba una frustración». Como Prats
descansaba unos días en el sur, pudo reunirse con su sustituto, los comandantes de la
Marina, la Aviación y Carabineros y con el general Augusto Pinochet, por entonces jefe
del Estado Mayor. Todos negaron sentir frustración. Había sido «simplemente una etapa».
Seregni aseguró para La mañana siguiente que en aquella reunión «el más ferviente
defensor de la Constitución y del presidente» había sido precisamente Pinochet.650
«Creo que yo fui en realidad a recoger, en esa semana preciosa que pasé en Santiago,
el legado de lo que no debía hacerse desde un gobierno de izquierda», reflexionó dos
años antes de morir. Esencialmente Allende le había dicho:
Liber, la única forma que la izquierda tiene de realizar los cambios que tiene que realizar es
siendo rigurosamente apegada a las formas constitucionales. [...] Hay que adecuar sí el sistema
constitucional a la situación, pero la gran fuerza de la izquierda está en mantener los valores
éticos y, sobre todo, el apego a los aspectos institucionales. Sin eso no tienes ni siquiera la
posibilidad de responderle a la derecha en su terreno ni en el nivel internacional.
El chileno también le habría pedido que, cuando volviese a pasar por Buenos
Aires, le trasmitiese a Cámpora un mensaje: «No se debía permitir ninguna acción ilegal
que diera pretextos a la derecha». En esto «hay que ser intransigente desde el primer
momento», subrayaba Allende.651 Pero antes de regresar a Argentina, Seregni iba a visitar
lo que muchos consideraban por entonces como la «meca» del progresismo militar: el
Perú de Velazco Alvarado. Tampoco allí encontraría mucho de lo que esperaba.El mes
anterior había sido necesario amputarle la pierna derecha al general Velasco Alvarado,
debido a una gangrena que había puesto su vida en riesgo. Velasco nunca se recobraría
completamente y este hecho influiría en el ocaso de las tendencias progresistas de aquel
gobierno.
Seregni dijo a Blixen que algunas de sus noches en Lima las pasó conversando
con el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, entonces asesor de los generales peruanos.
También habló en forma directa con estos. «El centro de las conversaciones [...] fue
la exploración de lo que ellos ya visualizaban como un fracaso. [...] Habían dispuesto
cambios radicales, pero sin la participación de la gente. Sin el pueblo no hay revolución,
fue la conclusión que me trasmitieron».652
La noche del 9 de abril Seregni regresó a Buenos Aires. En Montevideo, en respuesta
al paro general con ocupación de los lugares de trabajo que la CNT había realizado el 29
de marzo, la Junta de Comandantes en Jefe emitió un comunicado en el que declaraba
que «si bien la Cnt reconocía la identidad de sus objetivos con los expresados por las

(650) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 104.


(651) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., pp. 154 y 164-172.
(652) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 104.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

FF. AA. en sus comunicados números 4 y 7, [...] los caminos preconizados por ambas
instituciones son inconciliables».
Al día siguiente Seregni pasó el mensaje de Allende a Cámpora y recibió a un grupo
de dirigentes del Frente Amplio que consideraron necesario imponerle inmediatamente
las novedades: los mandos militares habrían pedido a Bordaberry los desafueros de Erro,
Vasconcellos y Ferreira. Especialmente el de Erro era prioritario por sus vínculos con
la guerrilla.653 En agosto del 72 habían obtenido el del diputado frenteamplista Leonel
Ferrer, que había tenido tiempo de huir del país. Alfonso Lessa ha señalado que los
nuevos desafueros habían sido parte del orden del día de la reunión de febrero en Boiso
Lanza, y que se había establecido entonces la «inconveniencia» de intentar el de Wilson
Ferreira.
Finalmente, la tarde del 11 de abril Seregni regresó a Montevideo. Para recibirlo
el Frente Amplio realizó una caravana que culminó con un acto en el Palacio Peñarol.
La caravana estaba compuesta por 16 camiones, 245 automóviles, 11 ómnibus, 50
motocicletas y un «público estimado» en tres mil personas. Por su parte, en el Palacio se
reunieron 5500, según calculó un oficial de inteligencia policial presente.654 El discurso
del viajero fue, básicamente, un examen del rol de las Fuerzas Armadas en cada uno de
los países visitados.
Si en Perú las Fuerzas Armadas habían «debido asumir un papel necesariamente
preponderante» era porque el pueblo había sido marginado durante demasiado tiempo,
pero este gobierno de excepción tenía el «cometido de traspasar el poder a sus dueños
naturales». De los militares chilenos alabó su sujeción al presidente Allende, «el
primer revolucionario», así como la «responsabilidad» de haber sabido «regresar a sus
actividades específicas, con la convicción del deber cumplido». El caso argentino, en
cambio, mostraba el fracaso de la presencia de las Fuerzas Armadas cuando desoían
al soberano: «no se puede marginar al pueblo, porque el pueblo vence al fin y esa es la
experiencia argentina», aseguró. Para los militares uruguayos reservó una reprimenda:
«Los cambios se hacen con hechos, no se declaman en comunicados».655 Como puede
advertirse, resultaba un diagnóstico equivocado, como dramáticamente los sucesos del
futuro cercano se encargaron de demostrar.
Erro sería bastante más severo dos días más tarde en el acto que la Unión Popular
organizó en Carlos María Ramírez y Agraciada: «Es para mí un honor la preocupación
que manifiestan los integrantes de las Fuerzas Conjuntas al pretender mi desafuero de la
Cámara de Senadores», ironizó. Para el senador esto era un reconocimiento indirecto de
que él «había luchado junto al pueblo». «Mientras se encarcela a los jóvenes por luchar,
no hemos visto que el general Chiappe o el general Cristi hayan hecho nada por combatir
los ilícitos económicos», denunció. Y quiso recordar a los uniformados que «ellos no son
tan puros, que en sus filas existen la corrupción y los negociados».

(653)  Ibídem, p. 105.


(654)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, «Liber Seregni Mosquera», Informe
n.º 96, 12.4.1973.
(655)  Archivo Seregni, Discurso pronunciado en el Palacio Peñarol, 11.4.1973.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El 25 de abril Bordaberry elevó finalmente el pedido de desafuero solicitado por


el coronel Federico Silva Ledesma, «magistrado» de la justicia militar A efectos de
fundamentar su acusación los militares accedieron a que la Comisión de Constitución
del Senado se entrevistase –el 7 de mayo– con uno de los guerrilleros detenidos cuyas
declaraciones incriminaban a Erro. Este resultó ser nada menos que Héctor Amodio
Pérez.
Durante el encuentro, el senador entonces ferreirista Dardo Ortiz logró que Amodio
Pérez le diera un papel con una frase escrita de su puño y letra, lo que permitió al
legislador comprobar que el testigo era el autor de un manuscrito entregado a Federico
Fasano donde se hacían afirmaciones tan inverosímiles como que el general Aguerrondo
había negociado con los tupamaros. Según Ortiz, esto invalidaba todo el testimonio.
El episodio, que estuvo a punto de generar un desacato de magnitud cuando el coronel
Trabal intentó recuperar la nota obtenida por el senador Ortiz y luego amenazó con
retener en el cuartel a toda la delegación parlamentaria, finalmente pudo resolverse en
la legalidad y configuró un golpe muy duro contra la estrategia ya inequívocamente
golpista de los jefes militares.
El 17 del mismo mes el Senado resolvió no pronunciarse sobre la solicitud de
desafuero. Por la noche el Frente Amplio realizó un acto en la explanada municipal.
En su discurso Seregni advirtió sobre el peligro de que adviniese «una dictadura de
derecha, de extrema derecha». Las incertidumbres de febrero finalmente se develaban:
«Desde febrero hasta hoy lo que podemos comprobar en sus líneas generales es que
el proyecto oligárquico sigue en marcha arrastrando consigo a las fuerzas armadas»,
aseguró el general.656
El mes anterior, mientras Seregni llegaba de Buenos Aires, el Directorio del Partido
Nacional había anunciado su rechazo al proyecto de ley de «Consolidación de la paz»
y, al menos a partir de entonces, las actitudes de ferreiristas y frenteamplistas tendieron
firmemente a converger. Seregni narró a Blixen que desde mediados de junio tuvo cuatro
encuentros con Ferreira.657 «Yo participé de un par de ellos, no puedo recordar cuántos»,
confirmó Juan Raúl Ferreira.658 Seregni recordó, sin embargo, que ni él ni Wilson
aceptaban rendirse a la evidencia de que en forma ineluctable sobrevendría la disolución
del Parlamento.
Ambos líderes habrían dado crédito a indicios provenientes de fuentes dudosas.
Zelmar Michelini tenía contacto con Chiappe Pose, quien había sido edecán del presidente
Gestido cuando Michelini fue ministro. El comandante en operaciones del Ejército le
aseguraba que la disolución del Parlamento no era un hecho confirmado. Ferreira había
recibido la misma versión de parte del general Julio César Vadora, a quien consideraba
uno de sus asesores en asuntos militares, aseguró Seregni para La mañana siguiente.659
La dirigencia política, incluso Seregni, habían perdido contacto con la realidad de lo que

(656)  Archivo Seregni, Discurso pronunciado en la explanada municipal, 17.5.1973.


(657) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 107.
(658)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.
(659) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 107.

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Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

verdaderamente estaba ocurriendo en la interna militar. En aquellas circunstancias, ello


era gravísimo sin duda.
El 1.º de junio se disolvió el «pacto chico», que aportaba al gobierno los votos
de los sectores nacionalistas liderados por Heber, Etchegoyen y Beltrán. La Lista 15
también prefirió desvincularse de aquella gestión. El 21 de junio la Cámara de Diputados
rechazó por 49 votos contra 48 la solicitud de juicio político contra Erro, iniciativa que,
de prosperar, tendría los mismos efectos prácticos que el desafuero.
En Estado de guerra se sostiene que, al otro día, en Suárez, Bordaberry se reunió
con los comandantes de las tres armas y sus estados mayores, con los jefes del Esmaco
y de las cuatro regiones militares. El presidente expuso los motivos y objetivos del paso
que iba a dar: la disolución del Parlamento. Dos días más tarde, el coronel Montañez,
conductor de la 1815, ya liberado, informó a Zufriategui que las unidades de la Región
Militar n.º 1 estaban en estado de alerta.
Erro estaba en Buenos Aires. Con informes coincidentes de la situación trasmitidos
por el capitán Bernardo Piñeyrúa, Ferreira visitó a Seregni. «Que había que demorar
a Erro era una preocupación común. Que lo metieran preso pasando por arriba del
Parlamento era la peor hipótesis de golpe de Estado. Pero también fue una preocupación
común sacar a Zelmar de una situación de enorme riesgo», aseguró Juan Raúl Ferreira.660
«Trabal el día previo del golpe le avisó a Zelmar y le aconsejó que se fuera. Eso sí me
consta porque me lo contó Zelmar. Trabal le dijo que el golpe era inevitable y que él
podría ser alguien que podía correr riesgos», ha dicho Sanguinetti.661
«Tuvimos una reunión de la Mesa Política», narró Zufriategui. A Erro «no había
forma de convencerlo por teléfono. Entonces dijimos de mandar a alguien que fuera
allá y le explicara la situación, e incluso que lo atara. [...] Designamos a Zelmar para
que fuera», agregó el coronel. Tanto Seregni como los dirigentes de la CNT vivieron
desde entonces «con una valija debajo del brazo», semiclandestinos, durmiendo donde
no pudiesen ser sorprendidos.662
Lessa afirma que el discurso que Ferreira hizo la tarde siguiente en el Cine Grand
Prix del Cerrito de la Victoria «adelantaba la despedida». Michelini demoró en irse.
«Lo llevé a Carrasco casi en el aire porque perdía el último avión. Cuando llegamos ya
habían retirado la planilla de pasajeros e incluso tuvieron que esperarlo para que el vuelo
partiera», ha narrado Carlos González, su secretario.663 A las ocho de la noche Seregni
estaba en su casa y recibió una llamada de Michelini, finalmente en Buenos Aires. El
general trató de convencerlo de que permaneciese allí. Ferreira, entretanto, había llegado
al Palacio Legislativo, había convocado a Gutiérrez Ruiz y le había aconsejado el
exilio». No había esa preocupación con Arismendi porque el Partido Comunista tenía
una estructura en la clandestinidad y nadie le iba a decir al Partido Comunista lo que tenía

(660)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.


(661)  Rodríguez, M., Zelmar Michelini…, o. cit., p. 316.
(662)  Rico, Álvaro (coord.), 15 días que estremecieron al Uruguay…, o. cit., pp. 79-80.
(663)  Rodríguez, M, «Zelmar Michelini…, o. cit., p. 317.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

que hacer con su primer secretario», comentó Juan Raúl Ferreira.664 El presidente del
Frente Amplio nunca habría considerado la alternativa del exilio: «un jefe no abandona
a la tropa», aseguró para La mañana siguiente.665
La sesión del Senado de esa noche reunió el quórum necesario recién a las 0.25 del
27 de junio. Los oradores denunciaron enfáticamente el golpe en ciernes, con discursos
históricos como los de Wilson Ferreira y Hierro Gambardella, entre otros. A las cinco
y veinte de la mañana, el Poder Ejecutivo irradió por cadena nacional el decreto de
disolución de las Cámaras. Dos horas después, los generales Cristi y Álvarez subían las
escalinatas del Palacio Legislativo mientras los blindados rodeaban el lugar.
Como había resuelto la CNT en 1964, el golpe de Estado sería resistido por una
huelga general. Parecen haberse contemplado otras opciones: «¿En qué forma podíamos
oponernos? [...] Lo discutimos y desde un principio quedó descartada la posibilidad de
hacer cualquier acción violenta. ¿Por qué? Porque estaban enfrente intactas las fuerzas
armadas y la policía fuertemente armada», explicó Seregni en 2002.666
El ferreirismo apoyó claramente la huelga. Ferreira se había instalado en Buenos
Aires y el historiador Juan Pivel Devoto fungía de enlace entre este y Seregni, responsable
del comando operativo del Frente. Asistiendo a Seregni en ese órgano estaba Zufriategui
y, según su testimonio, ambos mantenían contactos permanentes con los dirigentes
sindicales José D’Elía, Vladimir Turiansky y Gerardo Cuestas. «Se advertía que la CNT
tenía un esquema de desarrollo futuro más concebido desde atrás», valoró en la misma
ocasión el coronel.667
Ante la ejemplar firmeza con que los trabajadores orientales vienen desarrollando la lucha por las
libertades políticas y por sus reivindicaciones específicas, el Partido Nacional y el Frente Amplio
declaran su más amplia y fervorosa solidaridad y el apoyo decidido a ese combate popular en
defensa de los intereses del país.
Así decía la primera declaración conjunta de esos partidos, volanteada el 30 de
junio. Durante la misma jornada, mientras la CNT era ilegalizada y su sede ocupada y
saqueada, los militares desalojaron a los huelguistas de ANCAP y CUTCSA, tomando a
su cargo la producción de combustible y el transporte capitalino. Israel da cuenta de dos
reuniones mantenidas entonces entre emisarios de Trabal y dirigentes de AEBU. Según
el dirigente bancario Carlos Bouzas, la pregunta que hacía llegar el jefe del SID era la
siguiente: «si nosotros damos un golpe dentro del golpe, que asegure el cumplimiento de
los propósitos de los comunicados 4 y 7 ¿ustedes nos apoyarían?».
El 3 de julio el diario frenteamplista Ahora informó de la existencia de contactos
entre el ferreirismo, la 15 y Vasconcellos para convocar una Asamblea General en la
clandestinidad. El comunicado que ese día había librado la secretaría del Frente Amplio
revelaba dificultades de la resistencia. El texto llamaba a «volcar esfuerzos para que el
paro del transporte sea total, no solo después de caer el sol».

(664)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.


(665) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 110.
(666) Rico, 15 días…, o. cit., p. 434.
(667)  Ibídem, p. 485.

158
Pero esa noche, a las nueve menos veinte, los vecinos de los barrios montevideanos
que rodean la bahía vieron como «la rubia», la llama que corona la chimenea más alta de
la refinería de La Teja, crecía inusitadamente para apagarse del todo un instante después,
en medio del desconcierto de los militares que ocupaban la planta.
La reacción del gobierno fue inmediata. Al otro día autorizó despidos masivos de
trabajadores públicos y privados y ordenó la captura de 52 dirigentes de la CNT. El 5 de
julio, como la capacidad de las comisarías y los cuarteles estaba colmada, se habilitó el
Cilindro Municipal (por entonces el estadio cerrado más grande del país) como centro
de detención.
Seregni y Ferreira habían acordado unas Bases para la salida de la actual
situación, que difundieron en esa misma jornada. Habían intentando dotarla de un apoyo
más amplio: «hicimos contactos con el batllismo; no tuvimos suerte; no querían, no
quisieron», recordó Seregni.668 Tampoco todos los nacionalistas estaban en la posición
de Ferreira: «No creemos en una política de conmixtiones», había anunciado Washington
Beltrán esa mañana desde El País.
Al mediodía siguiente, una marcha contra la dictadura encabezada por las
autoridades universitarias fue duramente reprimida, resultando heridos el rector Samuel
Lichtensztejn, Pablo Carlevaro, decano de Medicina, y Alberto Pérez Pérez, decano de
Derecho. Por la tarde, en la esquina de Rivera y Bustamante, el estudiante de Veterinaria
Ramón Peré fue muerto por la espalda mientras huía perseguido por un coronel que
lo había encontrado distribuyendo volantes y poniendo «miguelitos». Enterados de que
Peré iba a ser velado en la Universidad, las Fuerzas Conjuntas pusieron bajo cerco el
edificio.
Iban once días de huelga. Seregni recordó que a aquella altura «la huelga se desgastaba
tremendamente» y «había que elegir un momento para no morir de agotamiento sino
para hacer un repliegue..., un repliegue ordenado». Era sábado y comenzó a circular la
convocatoria a una movilización contra la dictadura para el lunes.
No todo el movimiento sindical compartía la valoración de Seregni, respaldada en
especial por la mayoría de la dirigencia sindical comunista. Ese mediodía, almorzando
tallarines, León Duarte, dirigente de los trabajadores de Funsa y de la anarquista
Resistencia Obrero Estudiantil, discutió sus puntos de vista con el general. «Duarte
entendía que todavía había capacidad de lucha. Pero claro, en el nivel en que Duarte se
movía había todavía», explicaría Seregni mucho después. En cambio su tesis era que «la
batalla estaba perdida» y que había que «procurar mantener las fuerzas para continuar la
lucha de otra forma», recordó. Como llovía, Seregni prestó su paraguas al sindicalista.
Desde su punto de vista, la entrevista había sido «excelente».669
El domingo, el comando operativo del Frente Amplio se reunió con representantes
del Partido Nacional y de la CNT para terminar de definir la naturaleza de la protesta.
Debía ser «un acto pacífico, breve, que mostrara a mucha gente en actitud combativa,

(668)  Ibídem, p. 485.


(669)  Ibídem, p. 434.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

protestando, cantando el Himno y que luego se disolviera rápidamente [...], a las 5 en


punto de la tarde, en 18 de julio», recordó Zufriategui.
El 9 de julio, veinte minutos antes de las cinco, Seregni y Licandro pasaron por la
casa de Zufriategui, en Colonia entre Ejido y Yaguarón, y luego los tres subieron por
Yaguarón hacia 18 de Julio. La manifestación era populosa y la represión no demoró.
«Tropas del ejército usaron gases lacrimógenos, unidades lanza agua y efectuaron
disparos de rifle sobre las cabezas de una multitud estimada en ocho mil personas»,
informaría esa noche La Voz de los Estados Unidos.
«Fue una reacción tremenda cuando la gente vio al general Seregni», recordó
Zufriategui. En la oportunidad mencionada precisó además que luego caminaron en
dirección a la Plaza del Entrevero donde se había acordado que se encontrarían los
dirigentes políticos y sindicales. A la altura de la Plaza Cagancha había barricadas que
los carros policiales embestían. «Vimos un intento provocativo de quemar un trolley
de AMDET por parte de un grupo que huyó rápidamente ante la acción decidida de los
manifestantes que apagaron el fuego con prontitud», relató el coronel.
Llegando a la esquina con Paraguay se les dijo que una columna de blindados
avanzaba por Agraciada en dirección a la Plaza del Entrevero. «Tratábamos de mirar
hacia el ‘Entrevero’, pero lo que se veía era un caos. El aire estaba saturado de gases
lacrimógenos y comenzaron a oírse disparos que provenían del cruce de 18 de Julio con
Julio Herrera y Obes», narró Zufriategui. Recién «a esa altura logramos persuadir al
general de que ya no era posible seguir adelante», aseguró.
Retornaron entonces al domicilio de Zufriategui pues estaba convenido reunir allí
a la Mesa Política del Frente Amplio junto con el comando de la huelga de la central
obrera para evaluar la situación. Los militantes que custodiaban la sede del Frente,
situada entonces en Julio Herrera y Obes, telefonearon informando que temían un
ataque de los represores y Zufriategui salió a atender la situación. Seregni y Licandro
permanecieron reunidos con los sindicalistas José D’Elía, Gerardo Cuesta e Ignacio
Huget hasta que la esposa de Zufriategui se asomó a la habitación.670
Huguet describió la situación para los investigadores del libro 15 días que
conmovieron al Uruguay: «General, [...] hay unos tipos de metralleta que son de las
Conjuntas y me piden para entrar. Yo les dije que venía a buscar la llave. ¿Qué hago?»,
había planteado entonces la mujer. Huguet recordó que Seregni «todavía se sonrió» y
acto seguido emitió su orden: «Si vienen con metralletas, ábrales, pero saque a estos
señores antes», indico refiriéndose a los sindicalistas. Después «sacó un bufoso que tenía
en el bolsillo» y lo escondió debajo de un cojín.
Los captores fueron «muy correctos» aseguró Seregni a Blixen. «Tenemos a zorro
1 y a zorro 2. Zorro 3 no está», habían trasmitido por radio tras aprehender a Seregni y a
Licandro.671 «Zorro 3», Zufriategui, se entregó unas horas después: «Mi reacción como

(670)  Ibídem, p. 485.


(671) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 110.

160
Capítulo 7 | «un jefe no abandona a la tropa»

militar fue que si mi jefe había caído en una parte de su lucha, yo debía estar al lado de
él», explicó el coronel.672

(672) Rico, 15 días…, o. cit., p. 434.

161
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

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Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

Capítulo 8
«Seguir siendo quien soy»
«Por eso no importa la intensidad del temporal –que al fin y al cabo es solo un
accidente–, no importa tanto la rotura de las ramas y la amputación sufrida, si se
guarda, en lo más profundo del ser, la voluntad y la capacidad de brindar nuevos
brotes. “Mírame” –dijo [el árbol]– [...] he soportado mil tempestades; me han
tronchado ramas; estoy lleno de cicatrices. Pero tengo brotes nuevos y por sobre todas
las cosas, vivo y sigo siendo árbol y sigo siendo ombú.»
Liber Seregni, 7 de setiembre de 1974.

Esa misma noche, a las once, los tres detenidos fueron trasladados hacia el
departamento de Lavalleja, territorio de la Región Militar n.º 4, al mando entonces del
general Julio César Vadora. Seregni contó a Blixen que antes de llegar a Minas el convoy
se detuvo. Se hizo descender a los conducidos y el mayor de caballería que custodiaba
a Seregni le ordenó ponerse una capucha. «Yo me negué», recordó el general. El mayor
contestó que se la pondría por la fuerza. «Por la fuerza y atado con alambres. Usted va a
pasar a la historia como el primer oficial que encapuchó a un general de la República»,
habría replicado el detenido que al cabo fue ingresado a cara descubierta por el fondo del
Batallón de Infantería n.º 11.673
El día siguiente a su llegada, el segundo jefe de la Región le informó que su
detención había sido dispuesta en ejercicio de las facultades extraordinarias otorgadas
por el régimen de medidas prontas de seguridad. Además estaba incomunicado; podía
mantener correspondencia pero está sería censurada.
Su primer alojamiento fue una pieza del pabellón de oficiales con la ventana tapiada.
Una semana después lo cambiaron a otra con una ventana orientada al sur, que aunque
estaba parcialmente pintada, le permitía leer con luz natural. El general comenzó a llevar
un registro de las novedades del día que tituló «Secuencia». «Escribo a Lily. Organizo
actividad. Dos veces al día paseo de ½ hora en la celda. Lectura», anotó por ejemplo el
10 de julio.674
Se conservan también las cartas a su esposa de este período. Las primeras se
reducían a tratar cuestiones prácticas. «Me importan los lentes –escribió el 11– porque
solo dispongo de luz artificial».675 «Te regreso el termo; ya había comprado otro», notificó
cuatro días después.676 «En las circunstancias actuales prefiero reservar mis ideas para los
tiempos en que estemos juntos», se explicó el 22.677 El territorio personal era apenas

(673) Blixen, La mañana siguiente…, o. cit., p. 114.


(674)  Archivo Bethel Seregni, entrada del martes 10 de julio en «Secuencia».
(675)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 11.7.1973.
(676)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 15.8.1973.
(677)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 22.7.1973.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

aludido: «si sintieras “morriña”, pon el disco de Albinoni que tanto me gusta y piensa
que lo escuchamos juntos», aconsejó un domingo de invierno.678
El censor no debía encontrar signos de desánimo. «Siempre el espíritu por las
nubes, la cabeza fría y el corazón caliente. Al final del camino, una luz puntual nos
espera. [...] Eres la mujer de un general, presidente del Frente Amplio; no puedes tener
claudicaciones», arengó desde su primera carta.679
Eso sí, rara vez faltó la crítica del régimen: «El miércoles es aniversario de la Jura
de la Constitución. No saques bandera al balcón porque habría que poner el pabellón a
media asta, en luto por la Constitución y por la Patria, pero no tenemos mástil», escribió
el 15 de julio.680 La relectura que estaba haciendo de la Historia de los orientales de
Carlos Machado le había permitido encontrar situaciones análogas al presente, refirió
en la del 22. Para Seregni la historia señalaba «lo absolutamente transitorio de esas
recesiones». La etapa actual era de «retrocesos ciertos, pero circunstanciales».
Tampoco dejó de haber alguna línea escrita como para fastidiar al censor: «La
historia nos juzgará, dijo ese impagable vocero de la situación que es el ministro
Bolentini. No es necesario esperar tanto; ya están juzgados», tuvo que leer el funcionario
en esa misma epístola.681 Del mismo modo, el 5 de agosto leería que «en esto de la
correspondencia censurada [...] la carga de inmoralidad es para el violador del secreto,
que el que se degrada es el torturador y no el torturado».682 Sin embargo, el 28 de
noviembre el censor debió sentirse indirectamente reconocido: «Habría que creer en
la “para-sicología”», bromeó el detenido en su carta de ese día, pues había bastado que
Lily y Giselle manifestasen en las suyas «preocupación [...] respecto a las condiciones de
ventilación del alojamiento en que estoy confinado» para que las autoridades cambiaran
uno de los vidrios superiores de la ventana por tela metálica.683
La abertura tenía dos hojas de cuatro vidrios cada una. En ambas hojas, los dos
vidrios inferiores estaban pintados de blanco. Además existían postigos metálicos
exteriores que permanecían abiertos durante el día y se cerraban por la noche. Hasta que
se puso la tela metálica la celda solo se ventilaba cuando Seregni estaba en el recreo. Las
autoridades carcelarias aceptaban que la ventana estuviese abierta durante el día siempre
y cuando los postigos permaneciesen cerrados. El detenido desechó aquella oferta como
«una broma» pues significaba privarse de luz natural.
Seregni pintó una acuarela sobre aquella pieza que tituló La frialdad de Minas. El
piso era de baldosas amarillas y medía lo mismo de largo que de ancho (3,20 metros).
El mobiliario era de hierro y consistía en una cama, una silla y una mesita donde apenas
cabían un libro abierto, el mate, el termo y la caja de cigarros.684 La habitación tenía

(678)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 1.8.1973.


(679)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 11.7.1973.
(680)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 15.7.1973.
(681)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 22.7.1973.
(682)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 5.8.1973.
(683)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 28.11.1973.
(684)  Archivo Bethel Seregni, La frialdad de Minas, acuarela de Liber Seregni en prisión.

164
Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

«un buen cuarto de baño con agua caliente», por lo que el detenido no extrañó su ducha
matinal.685
Rápidamente había definido una rutina. El 28 de noviembre la explicó así:
«El primer toque es a las 5 ½, y normalmente me despierto a esa hora. Pero me quedo acostado
hasta las 7. Tomo el desayuno alrededor de 7 ½ y el paseo en la azotea es enseguida. De mañana
leo alguna cosa seria y luego el diario. A las 11 ½ el sagrado mate conjugado con algo de pensar
[...] o con algunas palabras cruzadas. El almuerzo se hace alrededor de la 1. Entre las 2 y las 3
normalmente me recuesto un rato, más para cortar el día que para descansar (de qué?). [...] A
primera hora de la tarde paso un rato con los colores. Entre 4 ½ y 5 ½ me doy “baños” en las
piernas. [...] Después leer, alternando más o menos cada hora, con paseos tipo “león enjaulado”.
La cena es entre 8 y 8 ½ y luego un rato más de lectura hasta las 10 en que me acuesto. Aunque
no me duermo enseguida.686
Lo de los baños de sol en las piernas consistía en una «complicada maniobra
que abarca desde movimientos de la cama, a la toma de dos o tres posiciones más o
menos inverosímiles para aprovechar el rectángulo de sol», cuyo objeto era combatir la
avitaminosis que le había sido diagnosticada. «Lo tomo con toda seriedad y paso un rato
ocupadísimo», había escrito el 28 de octubre.687
El recreo se cumplía en una azotea que medía tres metros de ancho y 12 de largo.
«Tenía pretiles altos, solo se veía el horizonte» y «estaba marcado con ladrillos el lugar
por donde podía caminar», explicó a Blixen.688 Pero las anotaciones diarias sobre el
estado del tiempo dejan ver la importancia de aquel espacio para el prisionero. «Solo 15
m en azotea. Lluvia, viento y frío. Sale ropa y carta para Lily. Termino “Topaz”», es –por
ejemplo– su balance del 16 de julio. El 29 de agosto consignó haber visto las primeras
golondrinas de la temporada.689
Lamentó más de una vez que solo le permitiesen comprar El País, La Mañana o
El Día, pues eran «prensa situacionista».690 Después Lily comenzó a enviarle la revista
colombiana Visión, a veces París Match. También le mandó la peruanista 9 de febrero,
pero nunca se la entregaron.691 Leía a buen ritmo: a los 51 días de detención llevaba 41
libros leídos (desde Juntacadáveres de Juan Carlos Onetti a Las bocas inútiles de Simón
de Beavouir, desde La República de Platón hasta Ideologías del desarrollo y dialéctica
de la historia de Franz Hinkelammert, que le resultó difícil).692
Una o dos veces por semana le escribía a Lily. A Bethel «rara vez» le escribía aparte
pues incluía pasajes para ella en las cartas a su madre. A Giselle a veces le hacía «unas
líneas especiales un poco por las “enciclopedias” que ella me manda». Volvió a pintar a

(685)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 15.8.1973.


(686)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 28.11.1973.
(687)  Archivo Seregni, Cartas a Lily, 28.10.1973.
(688) Blixen, La mañana siguiente…, o. cit., p. 115.
(689)  Archivo Bethel Seregni, entradas del 16.7.1973 y 29.8.1973, «Secuencia», documento citado.
(690)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 22.7.1973.
(691)  Archivo Seregni, Carta a Lily, del 1.12.1973.
(692)  Archivo Bethel Seregni. La lista de lecturas realizadas al 31 de agosto consta en «Secuencia» a con-
tinuación de la entrada correspondiente a esa fecha. Repetiría esas nóminas primero como parte de los diarios y
luego aparte de estos. El ritmo de lectura no parece haberse alterado significativamente en ningún momento de su
primera prisión. La observación sobre el libro de Hinkelammert está en la carta a Lily, 16.9.1973.

165
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

partir del 23 de agosto.693 Declaró que consumía quince cigarrillos diarios. Después bajó
a diez.694
«La única ventaja es que aquí no hay veda de carne», escribió el 22 de agosto.695
Lo malo para su avitaminosis era la escasez de verduras frescas. Una vez por semana
la cena era un plato de fideos gruesos con perejil crudo por encima. «Nunca como los
fideos [...], que vienen fríos y un poco “matete”, pero en cambio me dedico a pescar los
pedacitos de perejil», le contaba a su esposa en la carta del 17 de octubre. Como estaba
permitido comprar fruta, lo hacía puntualmente. Se le había recetado Vitacé-A y también
tomaba Redoxón.696
En materia alimenticia el único problema fue con la yerba. «No hay yerba carajo!»
registró el 5 de octubre en «Secuencia».697 «Liquidé la cucharada de yerba que me
quedaba», anotó tres días después.698 La carta fechada el 24 de octubre es la única que
tiene título y es «Hoy tomé mate después de casi 20 días !!!».699
En aquel registro cotidiano consta algún contacto con otros detenidos. El 12 de julio
intercambió diarios del día anterior con otro preso y un mes después anotó un canje de
libros.700 Pero esto debió realizarse a través de la guardia: «No he cruzado una palabra
con nadie, salvo las rituales con los custodias», escribió a su esposa el 8 de agosto; e
inmediatamente acotó: «Esto es, por supuesto, en salvaguardia de mi garganta, sometida
a un tratamiento reparador».701
En las páginas de la «Secuencia», los subrayados indican lo que Seregni recibía
de su familia. Casi siempre lo mismo, cartas y ropa, que le eran entregadas con cierta
regularidad. Pero pequeñas modificaciones en lo subrayado implicaban cambios
significativos en las rutinas del detenido. «Llega carta, estufa, hilo», subrayó el 22 de
agosto.702 Después leyó la carta y escribió a Lily: «Está de más decirte que lo primero que
hice fue encender la estufa y –enseguida– ponerme a coser unos botones que tenía flojos.
Y tú sabes que cuando yo pego un botón, ni el Diablo lo descose», agregó.703
Desde el 12 de setiembre las bromas se hicieron más raras y las cartas más largas.
«Hoy, cuando regresaba del recreo diario, me golpeó el titular de la prensa: SE MATÓ
ALLENDE», escribió a Lily en esa jornada. La impresión recibida en abril era que aquel
gobierno había vivido en «un dramático encierro entre una derecha muy fuerte y bien
organizada y una izquierda radicalizada absurdamente». El 11 de setiembre demostraba
«una vez más, el papel negativo, antihistórico, y por lo tanto antipopular, de esos sectores

(693)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 23.8.1973, en «Secuencia», doc. cit.
(694)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 1.9.1973.
(695)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 22.8.1973.
(696)  Archivo Seregni, Cartas a Lily, 17.10.1973.
(697)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 5.10.1973, en «Secuencia», doc. cit.
(698)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 8.10.1973, en «Secuencia», doc. cit.
(699)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 24.10.1973.
(700)  Archivo Bethel Seregni, entradas del 12.7.1973 y 13.8.1973, en «Secuencia», doc. cit.
(701)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 8.8.1973.
(702)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 22 de agosto en «Secuencia», doc. cit.
(703)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 22.8.1973.

166
Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

que anteponen exigencias seudorrevolucionarias a las necesidades de una realidad en el


proceso lógico del desarrollo social».
Asignó una responsabilidad a Allende: «no supo o no pudo contrarrestar su acción y
marginarlos de la escena» afirmó, pero no estaba muy seguro de la explicación. «Quizá,
tal vez, por su repugnancia a la violencia». Pero lo fundamental era haber preferido «su
holocausto a una traición». «Jugó las cartas lealmente en la realidad de un pluralismo
democrático, porque el camino marcado era la transición al socialismo por vías
institucionales», definió.
Evaluó también a los militares: «No creo que el pensamiento de las fuerzas
armadas chilenas sea mayoritariamente de derecha y reaccionario». Propuso que la
explicación de su conducta estaba en que en «estas crisis» los militares «tienden también
a radicalizaciones como reacción, en esos movimientos pendulares que tienen los
fenómenos sociales».704
En todo caso desde aquella carta dejó sin efecto la consigna temprana de «reservar
mis ideas para los tiempos en que estemos juntos».705 «Sucede que de tanto leer novelas
policiales [...] se me contagió el espíritu de Hércules Poirot», escribió a Lily. Así como el
personaje de Agatha Christie, «encerrado en sus habitaciones, con el conocimiento que
se le hace llegar de ciertos hechos delictuosos, por simple meditación y razonamiento,
resuelve los crímenes más intrincados», Seregni, «con las manos entrelazadas» pero «no
sentado en una poltrona [...], sino en la silla de hierro», intentaba «pensar en nuestro
país» y compartir esas reflexiones.706
El comentario de las novedades familiares era el otro gran asunto de su
correspondencia. Nunca faltó una línea referida a sus nietas Luana y Lucrecia, hijas
de Giselle, pero el 4 de noviembre, después de discurrir largamente sobre sus primeros
pasos y sus primeras palabras, escribió que estaban en la edad de los «cambios más
notorios», «cuando pasan de ser “cosas lindas” a “gente”». Por eso sabía que aunque
siempre las reconocería, física e irremediablemente se había perdido «esa trasformación
a personas». E imaginó el reencuentro: «Será un poco como la “conquista” de las hijas
cuando regresé de México, ¿te acuerdas?».707
De cualquier manera, Seregni no se conformaba con una actitud contemplativa y
buena parte de su correspondencia se destinaba a cuestiones como conminar a Lily a
respetar las indicaciones médicas sobre su problema lumbar, aconsejar sobre la nutrición
de las niñas o la mejor manera de aserrar unos pinos de la casa de Punta del Este. Los
espacios dirigidos a Bethel eran de naturaleza variada. En una ocasión recordó que
alguien dijo que «política y estrategia son las artes de lo posible» e inmediatamente,
presumiendo que su hija opondría la reivindicación de lo imposible del muro parisino,
se anticipó: «Si, Bethel, conozco la frase y es muy bonita. Pero así quedaron y están

(704)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 12.9.1973.


(705)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 22.8.1973.
(706)  Archivo Seregni, Cartas a Lily, 30.12.1973.
(707)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 4.11.1973.

167
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

las cosas».708 Otra vez desafió a su hija mayor a resolver más velozmente que él, el
«Enigmograma» del último número de la revista de crucigramas Jocker.709 El 9 de
diciembre le ofreció una bien fundada apología sobre la naturaleza poética del tango.710
En todo caso, aquellas cartas testimonian el esfuerzo de encontrar la manera de
permanecer en la vida familiar. El 26 de diciembre describió su Navidad: «Desplegué las
fotografías de ustedes: la tuya, de las hijas y de las nietas, en una reunión, no “sentimental
y llorosa”, sino reconfortante y esperanzada, de afirmación y seguridad en el futuro. Y
con esa imagen me acosté a la hora de siempre [...]».711
Sus descubrimientos literarios los compartía sobre todo con Lily. «Me divertí con
“La pandilla”, que es cáustica. [...] Me reía solo [...] casi hasta las lágrimas. Pensaba la
panzada de risa que nos hubiéramos hecho, de leerlo juntos», le comentó sobre la novela
de Philip Roth.712 Evaluando la prosa de Morris West, desembocó en una apreciación
autocrítica: «Siempre fui sensible al problema individual [...]. Pero muchas veces otras
urgencias, otras necesidades, me llevaron a dejar esos problemas de lado, a no asignarles
el valor que tenían, a no poder profundizar en ellos, que es casi como no sentirlos con
intensidad». Eso había hecho que él pareciera un hombre «frío, casi te diría que como
inhumano». Prisionero, sin aquellas urgencias prácticas, las lecturas le habían permitido
un «replanteo» de esta tesitura. «Sobre estas cosas es que me gustará charlar contigo
cuando estemos juntos», anunció nuevamente.713
Apenas una muestra de la infinidad de cosas que aquella correspondencia podía
sugerir entre líneas es la constancia de la recepción de «una pequeña foto de nosotros dos
[...] hace unos 17 o 18 años más o menos». «Me acuerdo muy bien de esos días de verano,
en que estábamos “solteros”, porque creo que las nenas habían ido a un campamento de
la A. Cristiana», escribió solamente.714
Aunque se trataba por várices de las piernas y por la insuficiencia vitamínica
mencionada, Seregni siempre consideró bueno su estado de salud. «Estoy bien de salud
y mejor de espíritu» escribió el 1.º de agosto y en esa línea se mantuvo.715 Si hay una
disminución de su jocundidad desde el golpe de Estado en Chile hasta el final de la
«crisis» de la yerba, después esta vuelve a su presencia anterior.
Sin embargo, su discusión sobre la situación nacional lo fue conduciendo a una
interpretación realista de la coyuntura. Sobre la cumbre gubernamental de San Miguel
que el 25 de agosto había perfilado la política económica del gobierno, Seregni entendió
que «defraudaba» y que nada tenía que ver «con lo que pudo ser el espíritu de los tan
comentados –y ahora enterrados– comunicados 4 y 7». La política económica oficial

(708)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 14.11.1973.


(709)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 1.12.1973.
(710)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 9.12.1973.
(711)  Archivo Seregni, Cartas a Lily, 26.12.1973.
(712)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 23.9.1973.
(713)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 4.11.1973.
(714)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 14.11.1973.
(715)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 1.8.1973.

168
Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

era fundamentalmente «hacer apretar el cinturón a los de abajo», sintetizó716 el 1.º de


diciembre.
A fines de noviembre Seregni ya había realizado un inventario de propósitos oficiales
incumplidos. Era una «verdad de Pero Grullo» que era «más fácil destruir que construir»
y que sin embargo convenía recordar que «uno de los argumentos para la disolución
del Parlamento fue la dilatoria en la aprobación de leyes y la pérdida de tiempo en las
discusiones». (Y de esto extraía también una conclusión de uso propio: «Yo creo que
todos debemos sacar conclusiones de estas cosas que –en lo individual– nos tienen que
llevar a posiciones de una mayor humildad y a ser más serios y justos en nuestras críticas
al prójimo y más severos en la apreciación de nuestras posibilidades».)717
En esos días quiso profundizar su análisis económico e incluso remitió un
cuestionario a Alberto Couriel y Pedro Seré, que habían integrado su equipo asesor.718
El 26 de diciembre volvió a la Astronomía para graficar sus conclusiones económicas:
«Los pueblos antiguos conservan, entre sus tradiciones, la que la aparición de un cometa
es síntoma de terribles tragedias y padecimientos. [...] En lo que a Uruguay refiere, la
presencia del cometa Kohoutec [...] no puede haber sido peor presagio».719
Cuatro días antes Seregni había disfrutado finalmente de la primera visita de Lily
pero sus predicciones políticas eran tan amargas como las económicas.720 Ocho días
después del encuentro insistía en recordar que el marco de aquella había sido de «sillas
separadas y oidor presente», «no para rendir culto a Némesis, sino porque /ese marco/
precisa las líneas de una situación, de un régimen, de un estilo de cómo se entienden las
relaciones humanas, del sentido social, de lo que puede esperarse para el futuro».721
Con todo creyó entrever alguna perspectiva de afloje. En principio juzgaba que
su prisión era una medida de carácter político sin base legal alguna cuyo objetivo era
ejemplarizante: «Si es posible detener y mantener incomunicado al líder de un grupo
político, que además es general, qué no se podría hacer con un ciudadano común».722
La única razón brindada aludía a los poderes que otorgaba al Ejecutivo el régimen
de medidas prontas de seguridad. Por eso dedicó especial atención a las demoras en
la conformación del Consejo de Estado anunciado por el gobierno en sustitución del
Parlamento disuelto. Razonó el 28 de octubre:
«Si a ese Consejo se le asignan todas las competencias del Poder Legislativo, uno de los primeros
pasos a cumplir, es tomar posición respecto a las medidas prontas de seguridad. [...] El panorama
general –según puedo apreciar yo por la prensa que leo– es de absoluta tranquilidad. Lógicamente
ello tendría que conducir al levantamiento de tales medidas excepcionales.723

(716)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 1.12.1973.


(717)  Archivo Seregni, Cartas a Lily, 28.11.1973.
(718)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 1.12.1973.
(719)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 26.12.1973.
(720)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 22.12.1973, en «Secuencia», doc. cit.
(721)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 30.12.1973.
(722)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 18.8.1973.
(723)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 28.10.1973.

169
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Naturalmente esto significaría la liberación de quienes como él, permanecían


detenidos sin acusación. En algunos momentos sospechó que esta estuviese siendo
fabricada. ¿Cuál podría ser entonces su fundamento? El 12 de setiembre el ministerio
de Defensa le había enviado un cuestionario acerca de las razones por las que estaba
en 18 de Julio durante la manifestación antidictatorial del 9 de julio. El 15 de agosto
el Frente Amplio había iniciado una campaña de recolección de firmas por la libertad
de Seregni y los demás presos políticos. El 20 de agosto el Ejecutivo la prohibió. El 28
de noviembre el prisionero creyó conveniente pedirle a su esposa el texto del decreto
«porque los “considerandos” hacen referencia a nuestra detención y quiero leerlo».724
Si sospechaba algo, también es cierto que dos días después todavía le parecía
«extraño» que «no se haya enviado al Consejo de Estado [...] ningún mensaje sobre
permanencia de las medidas prontas de seguridad».725 En todo caso, el segundo día de
1974 resolvió comprobar si efectivamente no se formularían cargos contra él y –al igual
que hizo el coronel Zufriategui– solicitó que «de acuerdo a lo establecido en el inc. 17
del art. 168 de la Constitución de la República, se le franqueen las facilidades para salir
del territorio de la República, hasta tanto se levante la interdicción que pesa sobre su
libertad». Tal inciso facultaba al Ejecutivo a decretar medidas prontas de seguridad, y
en él se establecía que «en cuanto a las personas, las medidas prontas de seguridad sólo
autorizan a arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro del territorio, siempre que no
optasen por salir de él».726
El 3 de enero registró en «Secuencia» que el coronel le había informado que ya
había entregado su petición a la Región. Cuatro días después se le había terminado la
hoja en que anotaba sus partes. Pero Seregni era un hombre disciplinado. Escribió: «Voy
a seguir con la norma y empiezo esta hoja que espero (sea) la última». El martes 15
de enero la esperanza se desvaneció: «a 12:30 me entregan exhorto Juez M. Inst. 3er.
Turno», se lee en el registro.727
«En los autos cartulados “General Liber Seregni. Antecedentes” se ha resuelto
librar a usted el presente exhorto a efectos de que se sirva declarar dentro de un plazo
de 48 horas, a tenor del siguiente interrogatorio», explicaba el juez, pasando luego a las
preguntas que se dirigían a establecer si, antes de las elecciones de 1971, el indagado se
había entrevistado en alguna oportunidad con dirigentes tupamaros.728
«La labor del Consejo de Estado ha de desarrollarse libre de toda perturbación y aún
agresión de los intereses depuestos el 27 de junio», había anunciado Bordaberry el 20
de diciembre al inaugurar las sesiones del órgano. De aquellos intereses, aclaró, «el más
peligroso, el más artero y condenable es el que representa al marxismo internacional». Por
eso la tarea del gobierno era «atacarle en sus reductos de la falsa organización sindical,

(724)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 28.11.1973.


(725)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 30.11.1973, en «Secuencia», doc. cit.
(726)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 2.1.1974.
(727)  Archivo Bethel Seregni, Entradas del 3, 7 y 15.1.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(728)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 16.1.1974.

170
Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

de la desnaturalizada Universidad de la República y, finalmente, de su organización


política».
Conviene advertir que el concepto de comunismo internacional resultaba tan amplio
como para comprender a todas las organizaciones integrantes del Frente Amplio, con
excepción de la democracia cristiana y el sector de Michelini, a quienes se consideraba
como «cretinos útiles» y «aliados del marxismo». El objetivo era desterrar para siempre
a toda la izquierda. La imposición de un certificado de buena conducta política para
acceder a un empleo público mostraba cuán profundamente se pretendía reestructurar el
sistema político. Fue resuelta el 16 de enero de 1974, el mismo día en que fue desechada
la solicitud de traslado al exterior interpuesta por Seregni y Zufriategui («me enteré por
la prensa», haría notar el general a su esposa).729
Un mes después, el mismo 11 de febrero en que Seregni fue trasladado al Batallón
de Infantería n.º 1, en Montevideo,730 los escritores Mercedes Rein y Juan Carlos Onetti
junto con Carlos Quijano eran conducidos al Cilindro, imputados de haber premiado un
cuento presuntamente ofensivo para las Fuerzas Armadas. En esos días Ramón Trabal
pasó de dirigir el Servicio de Inteligencia a desempeñarse como agregado militar en
Francia e Inglaterra. Una hija suya se había casado el 9 de enero con el hijo del entonces
coronel Aguerre, que aprovechó el encuentro en la puerta del juzgado para interpelarlo:
–Usted está desertando, dejando colgada a su gente –le dijo. Sergio Israel asegura que el coronel
Óscar Antúnez de Olivera apoyó la tesis de Aguerre y que entonces Trabal respondió:
–Hay gente que me ha ofrecido su apoyo para que me quede, pero sería dar vuelta la tortilla y
es muy temprano.731
El 21 de febrero el Consejo de Estado daba su aprobación a una nueva Ley Orgánica
Militar en la que, en el inciso G de su artículo 192, se facultaba a la Junta de Oficiales
Generales para imponer el retiro obligatorio de cualquier oficial que «comprometiera la
unidad de doctrina de las FF. AA»., mecanismo que pronto sería utilizado para mantener
las ideas de la seguridad nacional. Seregni por su parte tenía que vérselas con la justicia
militar. El 20 de enero había pedido a Lily que consultara su caso con los abogados Carlos
Martínez Moreno, José Korzeniak y José Arlas (penalista el primero, constitucionalista
el segundo y procesalista el último).732 Para Martínez Moreno, la Ley de Seguridad del
Estado había sido «la partida de defunción de la civilidad uruguaya», precisamente por
someter a la justicia militar a los presuntos implicados en delitos de lesa nación (y a sus
colaboradores).
Para empezar, a los jueces militares «no les está permitido proceder por su propia
iniciativa»; «deben requerir el correspondiente permiso y ser autorizados por sus
superiores para actuar», denunció Martínez Moreno en un ensayo («Seregni ante sus
jueces») que Quijano, ya libre y exiliado en México, incluyó en el número de Cuadernos
de Marcha del 10 de mayo de 1979. Además, en la práctica, la justicia militar negaba

(729)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 20.1.1974.


(730)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 11.2.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(731) Israel, El enigma…, o. cit., p. 66.
(732)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 20.1.1974.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

lo que el Código consagra o supone: el derecho de iniciativa de la defensa para producir prueba.
Y todavía más escandalosamente que todo eso –agregaba el penalista–, fiscal y juez tienen a
la vista un expediente paralelo y secreto, donde se consignan las presunciones, sospechas y
certidumbres discrecionales –sin prueba legal– de los organismos de inteligencia militar respecto
a la persona del preso [...] y es con sujeción a las constancias de tal legajo [...] que en definitiva
se comportan fiscal y juez».
Siempre según Martínez Moreno, en el caso de Seregni la justicia militar había
empezado por desconocer sus propias disposiciones con el objetivo de que el caso no
cayera en manos del juez que hubiese correspondido según el turno, sino en las del coronel
Federico Silva Ledesma. La elección de este era la mayor garantía del resultado final del
«proceso judicial»: el 14 de febrero le había impuesto a Seregni de su procesamiento con
prisión por «encubrimiento de atentado a la Constitución en grado de conspiración» y
por «instigar públicamente a asumir y ejercitar funciones públicas».733 Seis días después
se le comunicó que también sería sometido a un tribunal especial de honor y por eso
pidió a su esposa que le trajese su casaquilla y su gorra de general (además de seis cajas
de cigarrillos).734
Los integrantes del organismo habían sido designados el 8 de enero y eran los
generales Luis Forteza, Julio César Vadora y Esteban Cristi. Se constituyeron en el mismo
batallón donde estaba preso Seregni y el 28 de febrero plantearon su acusación: su honor
militar estaba en juego por su responsabilidad en el mensaje n.º 1 sobre «Organización
de la Resistencia» que había firmado al otro día del golpe como presidente de la Mesa
Ejecutiva del Frente Amplio, por haber dirigido «la asonada que el 9 de julio se produjo
en la avenida 18 de Julio» y por haber sido procesado por la justicia militar.
El 4 de marzo Seregni hizo su defensa ante el tribunal de honor. Durante las sesiones
del 22, 23 y 25 de marzo fue interrogado por los jueces sobre los hechos que daban lugar
a los cargos. El 28 de marzo se destinó a la lectura de las actas levantadas. Y el 4 de abril
el tribunal falló hallándolo comprendido en el límite D del artículo 108 del Reglamento
de los Tribunales de Honor de las FF. AA.: «Descalificación por falta gravísima». Cuatro
días después recurrió lo resuelto, pronunciando un duro alegato ante el Tribunal:
Tengo clara conciencia del cuadro general en que se inscriben las distintas actuaciones dirigidas
contra mi persona [...]. Si bien es cierto que en el accionar político el vencedor del momento dicta
leyes y modela el derecho a sus intenciones no puede modificar la moral, cuyas normas escapan
a su alcance. [...] Habrá siempre una fuerza de la moral, pero no puede edificarse una moral de la
fuerza, cuya sola enunciación es un contrasentido.
Pero el 11, Forteza, Vadora y Cristi ratificaron el fallo, bajo el fundamento de que
la condición de militar resultaba «incompatible» «con las ideas marxistas-leninistas»
que le adjudicaban a Seregni.735 «Significa la muerte militar», tituló El País cuando el
21 Bordaberry homologó la medida: pasaba a ser un «exoficial», sin derecho a continuar

(733)  Martínez Moreno, Carlos, «Seregni ante sus jueces», en Cuadernos de Marcha, segunda época, Mé-
xico, n.º 1, mayo-junio de 1979.
(734)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 21.2.1974.
(735)  Martínez Moreno, Carlos, «Seregni ante sus jueces», o. cit.

172
Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

usando el uniforme y su jubilación sería rebajada.736 «Era lo previsto», consta en el diario


del degradado.737
Lo que empezó a resultar imprevisible fue su régimen de detención. El recreo diario
y la limpieza de la celda se volvieron extremadamente irregulares.738 El 17 de abril el
médico le suministró una pomada para combatir las escaras producidas por la continua
posición sedente y recomendó que le fuera cambiado el asiento. Pero «el problema era
la delgadez» subrayó el detenido.739 El ingreso de la prensa también se hizo irregular. El
19 de abril fue trasladado a la Escuela de Armas y Servicios.740 Su nuevo alojamiento no
tenía baño.
Martínez Moreno narró que en el corredor que el preso debía recorrer hasta el
baño, «bajo vigilancia con ametralladora amartillada», había un cartel con una leyenda
redactada «en gerundio de cepa anglosajona»:«Atención: enemigo apareciando en el
corredor». Según el abogado, los oficiales tenían orden estricta de no dirigir la palabra
al detenido y prohibición de reconocerle, en caso de trato ineludible, su grado militar.741
Pero el encierro montevideano abrió la posibilidad de nuevas visitas. El 16 de
febrero consignó que además de Lily habían estado con él Bethel y las hijas de Giselle,
sus nietas.742 Gisselle también solía visitarlo y ambas hijas suplieron a su madre cuando
esta fue internada por una congestión pulmonar.743 Los jueves se veía con sus abogados,
también ante «guardia de vista y oído». A partir del 6 de junio se le informó que podía
comprar en el casino de oficiales y lo celebró ordenando una copa.744 Dos días después los
mecanismos de vigilancia no lograron impedir que una de sus cartas eludiese la censura
escondida en un calcetín que remitió a su casa junto al resto de la ropa para lavar.745
La pintura ocupó buena parte de su tiempo. «Pucha que es difícil pintar. Hay que
respetar a los que saben», renegaba en su diario.746 Pero de ese julio es una bella acuarela
titulada Tarde de sol pálido que obsequió a Bethel.747 Para Lily hizo varias, entre ellas un
ombú tricentenario que según había leído en una nota del «Suplemento Dominical» de
El Día continuaba señalando la localización de una guardia instalada en el siglo XVIII
en Maldonado. El detenido se identificaba con la «actitud» del ombú: «mírame», le había
«dicho» la planta que pintaba, «he soportado mil tempestades; me han tronchado ramas;
estoy lleno de cicatrices. Pero tengo brotes nuevos y por sobre todas las cosas vivo [...] y
sigo siendo ombú», explicó a su esposa en la carta del 7 de setiembre.748 Del mismo modo

(736)  «Significa la muerte militar; sigue preso», El País, 22.4.1974.


(737)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 11.4.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(738)  Archivo Bethel Seregni. A partir del 13 de marzo, Seregni comenzó a consignar estas irregularidades
en la «Secuencia», que desde entonces continuó en un cuaderno, doc. cit.
(739)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 17.4.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(740)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 19.4.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(741)  Martínez Moreno, Carlos, «Seregni ante sus jueces», o. cit.
(742)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 16.2.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(743)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 17.8.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(744)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 6.6.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(745)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 8.6.1974.
(746)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 30.7.1974, en «Secuencia», doc.cit
(747)  Archivo Bethel Seregni, «Tarde de sol pálido», acuarela de Liber Seregni en prisión.
(748)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 7.9.1974.

173
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Seregni se había propuesto «seguir siendo quien soy [...]. Esa es mi tarea y la cumplo».749
Mientras tanto, Albert Camus, a quien leía en esos días, le pareció «pesado».750
Pero Seregni consignó también una señal material de los vaivenes del nerviosismo
con que vivió la etapa: durante los meses de encierro en Minas no rompió ningún termo;
en los de su encierro montevideano había roto tres.751 Por entonces, la situación física de
Seregni daba nuevas señales de deterioro. El 6 de setiembre le extrajeron un canino pues
alojaba un quiste en su raíz.752 El 18 de octubre consultó al médico pues tenía los tobillos
hinchados y el facultativo le había recetado diuréticos y vasodilatador.753
La causa ante la justicia militar había tomado un rumbo que habilitaba alguna
esperanza. El primer cargo que el fiscal militar había formulado era por «encubrimiento».
Los defensores entendieron que este era materia correspondiente a la justicia ordinaria
pues desde el Código Penal del año 1934, el encubrimiento «era un delito autónomo
contra la administración de la Justicia». El 11 de abril presentaron un escrito ante el
juez letrado a quien habría correspondido intervenir ante el supuesto de delitos del
fuero ordinario. El 29 de agosto este aceptó lo planteado y presentó una contienda de
competencias. El conflicto debía ser dirimido por la Suprema Corte integrada por dos
conjueces militares.
A fines de octubre empezaron las señales alentadoras. Los recreos comenzaron a
cumplirse con regularidad y fueron cada vez más extensos. «Los dos paseos diarios
parecen ser norma», escribió el 20. Diez días después subrayó en «Secuencia» que había
sido autorizado a tener una radio. No necesitaría hacer uso de aquella autorización.
«Hermoso día. Leí “La tregua” de corrido y en un rato», venía anotando el viernes 1.º de
noviembre de 1974 y a las 18:45 horas agregó: «me comunicaron que mañana me dan
la libertad!! Whisky doble (no pudo ser; fue grapa doble)».754
En libertad provisional, Seregni debió constatar el cumplimiento de sus peores
temores. Durante el invierno del 73 le había sorprendido que él, Zufriategui y Licandro
fuesen los únicos dirigentes frenteamplistas detenidos. Pero a la fecha de su liberación ya
habían sido capturados, entre otros, Rodney Arismendi, Jaime Pérez y Jorge Mazzarovich,
integrantes del Comité Central del Partido Comunista.
Según se asegura en la Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo
de estado en Uruguay (1973-1985) que coordinó Álvaro Rico, en 1974 había unos dos
mil presos políticos y de los 439 procesados ese año solo una treintena eran tupamaros.
Los demás eran comunistas, integrantes de los GAU de Héctor Rodríguez, miembros de
organizaciones de raíz anarquista o simplemente militantes gremiales.
Militantes y dirigentes de organizaciones con existencia legal como el Partido
Demócrata Cristiano o el Partido Nacional eran detenidos en cuanto daban señales

(749)  Archivo Seregni, Carta a Lily, 31.8.1974.


(750)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 18.10.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(751)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 25.10.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(752)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 6.9.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(753)  Archivo Bethel Seregni, entrada del 18.10.1974, en «Secuencia», doc. cit.
(754)  Archivo Bethel Seregni, Entradas del 6.9.1974, 18, 20 y 30.10.1974 y 1.11.1974, en «Secuencia»,
doc. cit.

174
Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

de actividad pública. En la misma Investigación antes referida se deja constancia, por


ejemplo, de que el 28 de enero, tras una misa celebrada en Punta Carretas en ocasión
del cumpleaños de Wilson Ferreira, 38 de los participantes que cantaron el Himno
Nacional a la salida de la celebración fueron arrestados. Pese al clima represivo, aun en
aquellos días especialmente difíciles, la documentación revela la existencia de actores
que reintentaban insistentemente la movilización política y sindical.
En el tomo publicado de la cronología documentada La resistencia a la dictadura
se registra, por ejemplo, que en la semana siguiente a la liberación de Seregni, en
dependencias de UTE y ANTEL se realizaron paros de cinco minutos reclamando el
reintegro de funcionarios sancionados por su militancia. El martes 5 de noviembre una
marcha de la CNT logró avanzar seis cuadras por la avenida 8 de Octubre antes de
ser disuelta, mientras que doscientos docentes de la Facultad de Medicina renunciaron
a sus cargos en protesta por la destitución de otros 54. En la Facultad de Derecho la
renuncia del doctor Enrique Tarigo había iniciado una cadena de acciones similares y el
viernes el decano interventor debió librar una nota «aclaratoria» intentando convencer a
docentes y funcionarios para que firmaran su certificado de «buena conducta», política
con resultados casi nulos. Los comunistas juntaban firmas en favor de la liberación de
Arismendi y editaban esa semana el número 35 de su boletín clandestino Carta. Ese
viernes –además– volvió a salir Marcha, algo que no sucedía desde el 19 de febrero.
«Hay que empezar de nuevo» prometía su tapa, pero sería definitivamente clausurada
dos ediciones después.755
Bordaberry había anunciado que las elecciones previstas constitucionalmente para
1976 estaban condicionadas a que culminara «el proceso» iniciado con el golpe de
Estado, lo que significaba que ocurrirían solamente si podía asegurarse la exclusión del
«marxismo» y de los «políticos profesionales». Entre tanto, para la cartera de Economía,
se había designado al ultraliberal ingeniero Alejandro Végh Villegas.
Seregni se reencontró pronto con algunos integrantes de lo que había sido su equipo
asesor. Seguían en el país Alberto Couriel, Germán Wettstein, Julio Rosiello y Pedro
Seré. Según su prontuario en la inteligencia policial, Seregni compartió un asado con
los tres primeros realizado con motivo de que Couriel, contratado por las Naciones
Unidas, partía hacia Honduras.756 El viaje de Couriel incluyó escalas en otros países de
América Latina. En Lima cenó con Darcy Ribeiro y Methol Ferré, quien había llegado
acompañado de Guzmán Carriquiri, entonces auditor del Sínodo Mundial de Obispos de
la Iglesia Católica. Este último informó a Couriel que su domicilio había sido allanado. El
economista ha narrado a los investigadores que entonces llamó a la economista Barbato
para que consultase a su primo, el coronel Trabal, sobre qué sería conveniente hacer. Este
habría asegurado que no había cargos contra Couriel y el economista volvió.
«Alberto: ahora tú te presentas para dejar tu expediente limpio», recuerda que le
aconsejó Seregni entonces. Pero el economista dudó y una vez más llamó a Barbato.

(755)  Marcha, Montevideo, 8.11.1974.


(756)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 3.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Trabal no entendía para qué pretendía presentarse. Couriel era un «comunista». «Si entra
no sale más; lo van a tener de cuartel en cuartel» habría advertido el militar a su prima.757
A partir del 19 de diciembre sería imposible contar con esos consejos. Ese día Trabal
fue asesinado en París. Sergio Israel recoge que el general Álvarez lloró al enterarse
y narra como esa madrugada, en venganza, fueron fusilados en Soca, Canelones, los
tupamaros Héctor Brum, María de los Ángeles Corbo, Graciela Estefanell, Floreal
García y Mirta Hernández. Los represores los habían secuestrado en la Argentina.
Finalmente ese 23 de diciembre Seregni debe haber podido leer 9 de febrero. En esa
edición el general retirado César Martínez escribió el obituario: «las virtudes de Trabal:
ponderación, lealtad, sentimiento humanitario, valentía, patriotismo y respeto por los
demás, deberían haberlo hecho digno de consideración pública». Seregni dirá mucho
después a Israel que el asesinado «era distinto al resto de los oficiales que protagonizaron
el golpe». Lo caracterizó como «muy inteligente, muy capaz, muy soldado en el mejor
sentido del término, aferrado al cumplimiento del deber, profesional desde todo punto de
vista y una persona muy abierta».758
El director del semanario peruanista era el mismo periodista que había entrevistado
a Vasconcellos aquel 31 de enero que desdencadenó la crisis de febrero, Luis Michelini.
Este singular sujeto, detenido en 1976, se declararía agente doble del Partido Comunista
y de la CIA. También contará que durante su libertad provisional Seregni se reunía
públicamente con Martínez.759
Más discretos debían ser los encuentros con la mesa política del Frente Amplio,
que se había continuado reuniendo bajo la presidencia de Crottogini. El 5 de marzo de
1975 el comisario José Luis Telechea informaba a la Dirección de Inteligencia policial
que Seregni pretendía «impulsar la unidad de los distintos sectores que aún integran / el
Frente Amplio/», con un énfasis especial en acercar al Partido Comunista y el Partido
Demócrata Cristiano. Según el comisario, los demócrata cristianos coincidían con
Seregni en que debía ser el Frente quien liderara la oposición «y no un sector (refiriéndose
a los comunistas)», pero simultáneamente se negaban a continuar manteniendo
reuniones clandestinas dado «que ellas pueden derivar en la disolución de su partido,
y no se encuentran en condiciones de actuar en la ilegalidad». Para Telechea, el Partido
Comunista continuaba siendo «el sector más importante del Frente Amplio», pretendía
«ser la vanguardia de la lucha “del pueblo contra la dictadura”» y a la vez exigía «una
total unidad» en la acción frenteamplista. Por ello, a su juicio era «fundamental que
no llegue a concretarse esta pretendida unidad, que el Partido Comunista continúe solo
como hasta el momento». Para el citado comisario, Seregni era la «única persona que
podría eventualmente lograr un acercamiento entre el PDC y el PC», así «como también
lograr que nuevos sectores se reintegren a la militancia».760

(757)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.


(758)  Israel, S., El enigma…, o. cit., p. 86.
(759)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 4.
(760)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, «Informe n.º 11, 5 de marzo de 1975».

176
En la Argentina, donde se habían exiliado numerosísimos frenteamplistas, la fuerza
no se había reorganizado como tal. Allí Zelmar Michelini, Enrique Erro, los GAU, la
fracción «Nuevo Tiempo» del MLN y la llamada «Agrupación de Militantes Socialistas»
habían articulado la Unión Artiguista de Liberación. Luis Alemañy, integrante de la
fracción «Nuevo Tiempo», narró para el libro de Carlos Luppi antes referido un diálogo
entre integrantes de su grupo y Zelmar Michelini ocurrido en mayo. Este les habría
contado que Ferreira le había afirmado que «cuando llegue la hora de volver, no puedo
pensar en que retornemos en proyectos políticos separados». Los extupamaros habrían
apoyado la idea. «Entonces tendremos que pensar en fundar el PIN», habría respondido
Michelini, «con esa sonrisa que le iluminaba el rostro». Y cuando le preguntaron por el
significado de la sigla había explicado que era el «Partido de la Independencia Nacional».
Juan Raúl Ferreira, que entonces viajaba continuamente de Montevideo a Buenos
Aires, aconseja no sobrevalorar esa anécdota:
Es cierto que papá y Zelmar chiveaban mucho con la fórmula Ferreira-Michelini. Pero no
apuntaban a una fórmula política, era una manera de decir lo cerca que estaban. Creo que a mi
viejo jamás se le hubiera ocurrido sustituir en una fórmula a un tipo que estaba preso y por cuya
libertad estaba pidiendo y Michelini tenía como una constante, aun en las conversaciones más
informales imaginables, de dejar en claro su solidaridad absoluta con Seregni. Zelmar lo quería
a Seregni y lo explicitaba en cualquier oportunidad. Hablar de Seregni era, para Zelmar, hablar
de su paisaje cotidiano.761
Por otra parte, el tiempo de Michelini en Buenos Aires, que la biografía de Mauricio
Rodríguez reconstruye con minucia, se iba en extensas jornadas laborales (tenía diez
hijos), incluía la atención a infinidad de compatriotas más o menos perseguidos que
acudían a él en busca de ayuda de distinto tipo y –sobre todo– el empeño cardinal de
denunciar a la dictadura, tarea que lo había llevado hasta Roma (donde en marzo de
1974, ante el Tribunal Russell, había presentado un demoledor alegato) y trabajaba
denodadamente por poder realizar otra presentación de denuncia en Washington. Y estaba
además su hija Elisa, que la dictadura mantenía en condición de rehén,762 para completar
un cuadro de preocupaciones en la que muy escaso papel debían jugar las ingenierías
electorales del mañana. Por esos días Washington Fernández, vástago también del tronco
batllista, hacía de correo entre Seregni y Zelmar.763
En Montevideo, el general también tenía encuentros con dirigentes nacionalistas.
«Hubo conversaciones [...] con el actual senador Carlos Julio Pereyra, pero también con
dirigentes de Por la Patria, algunas reuniones tuvimos», contó Seregni a Barros Lémez.764
No eran simples intercambios de impresiones; se coordinaban acciones de resistencia,
buscando formas que las hicieran «lo más irreprimibles que fuese posible», aseguró Juan
Raúl Ferreira.

(761)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.


(762)  Ruiz, Marisa, Sanseviero, Rafael, Las rehenas. Historia oculta de once presas de la dictadura, Mon-
tevideo, Fin de Siglo, 2012.
(763)  Rodríguez, M., Zelmar Michelini, o. cit., p. 409.
(764)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 106.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

En esto Seregni tenía una lógica notable. Mi padre entendía mucho menos de organización y
además estaba en Buenos Aires. Pero, dos por tres, Seregni me arrimaba alguna carta para él y,
dos por tres, yo le traía una carta. Los coordinadores de las reuniones éramos Óscar Bottinelli
y yo. Además de Carlos Julio, en alguna circunstancia participó Dardo Ortiz. Normalmente
estaban Óscar López Balestra y Héctor Goñi. Por el Frente, además de Seregni y Bottinelli,
alguna vez asistieron Juan Pablo Terra y Daniel Sosa Díaz y me estoy olvidando de alguien
más. Seregni primero que nada le puso nombre a las medidas: Jornadas de Acción Nacional,
un nombre muy amplio. Todas las acciones que recuerdo fueron ideas de Seregni, por ejemplo
jornadas de no consumo, apagones voluntarios. Era muy difícil que te allanaran la casa porque a
tal hora habías apagado la luz. En una de esas jornadas, el corte fue tan de golpe que afectamos el
funcionamiento de la central térmica. Fue todo un éxito. Fue un período muy rico, como lo había
sido la huelga general, en el acostumbramiento de hacer cosas juntos. Se habló con Sanguinetti,
quien entendía que lo mejor era que cada cual actuara por sus propios caminos y Seregni no
hizo cuestión sobre la ausencia de los colorados. La última reunión fue cerca de fin de año.
Seregni se había ido hacia instantes cuando llegaron las Fuerzas Conjuntas. Ortiz se dirigió hacia
su auto y un fusilero quiso detenerlo: «¿Adónde va usted?», le preguntó. «Tengo inmunidad
parlamentaria», declaró Ortiz agitando el carné de senador. ¡En plena dictadura! Lo desconcertó
a autoridad moral. Subió al auto y se fue. Fuimos presos los demás.765
Ese setiembre Seregni protagonizaría un hecho político notorio. «Recibí una
invitación para una fiesta aniversario en el Parque Hotel. Lo pensé muy bien pero decidí
concurrir. Fui con mi señora», narró Seregni en una entrevista de 2001. El aniversario
a que se lo había invitado era el del «Grito de Independencia» mexicana. El anfitrión
era Vicente Muñiz Arroyo, embajador de ese país. Por cierto que también habían sido
invitadas las autoridades nacionales.
Fue la noche del 15 de setiembre. Seregni y su esposa se pusieron en la fila para
saludar protocolarmente al cuerpo diplomático mexicano. En el primer capítulo de La
embajada indoblegable, la historiadora Silvia Dutrènit cuenta que entonces alguien se
acercó a Muñiz Arroyo y le trasmitió discretamente la disconformidad de los jerarcas
presentes con la presencia de Seregni. «El embajador les dijo que podían actuar como
quisieran; esa fiesta continuaba, pero continuaba con la presencia del general Seregni»,
recordó el secretario de la embajada Gustavo Maza Padilla, quien había continuado
atendiendo la fila mientras Muñiz Arroyo atendía la demanda.
Entonces en forma ostensible abandonaron la fiesta el ministro de Defensa Walter
Ravenna, el comandante en jefe del Ejército, que era entonces el general Julio César
Vadora, otros oficiales y hasta la banda de la Fuerza Aérea. «Nos dejaron sin orquesta
pero hicimos un pachangón», afirmó Maza. En México por lo menos el Excélsior, El
Nacional, El Heraldo, El Sol, Novedades y Ovaciones cubrieron la noticia que alcanzó
difusión internacional.
México ya había roto relaciones con la dictadura chilena y cinco días después
del incidente, Bordaberry confesaba no tener decidido qué hacer. Desde la embajada
uruguaya en México le informaron que aquel gobierno se inclinaba a restarle importancia

(765)  Entrevista de los autores con Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.

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Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

al episodio pues aquello había sido una determinación personal de Muñiz Arroyo y no de
la Cancillería, «si bien esta le hubiera respaldado de haber sido necesario».766
A principios del mes siguiente Seregni fue invitado a un coloquio sobre las
relaciones entre América Latina y los Estados Unidos que se realizaría en noviembre
en la localidad mexicana de Oaxatepec, organizado por el Centro de Investigación y
Docencia Económicas de aquel país y el Institute for Policy Studies de Washington.
Los abogados de Seregni se dirigieron por escrito al juez de instancia, solicitándole
autorización para que el general viajara el extranjero pero el juez y el fiscal denegaron el
permiso, explicó Martínez Moreno.767
La primera semana de noviembre las fuerzas conjuntas se hicieron presentes en el
Centro de Investigaciones Económicas (CINVE) donde trabajaba Couriel y lo detuvieron
junto a Luis Macadar y a Lindor Silva. Los dos últimos fueron liberados rápidamente.
Couriel fue interrogado por lo menos tres veces. «No me torturaron; me pasaban
cerca una cosa con electricidad», aseguró el economista para esta investigación. Las
preguntas referían a la reorganización del Frente Amplio y contenían mensajes implícitos
para Seregni. Una vez liberado, Couriel se los trasmitió a Seregni. El economista, así
como Carlos Quijano y Enrique Iglesias, también habían sido invitados al coloquio de
Oaxatepec. Seregni le insistió en que aprovechase la oportunidad para exilarse. Couriel
se preocupó por el destino del general. «Mirá Alberto, si a mí me vienen a buscar, antes
me van a avisar», habría respondido este.768
Según su ficha patronímica de la DNII, Seregni y su esposa estaban el 27 de
noviembre en su chalet de Punta del Este. Las planillas firmadas por el comisario de la
primera sección Armando De León dan cuenta de la hora de entrada y de salida de cada
una de las personas que permanecían en el chalet o lo visitaban, así como el nombre de
estas, su número de cédula, el vehículo que habían usado y el motivo de su movimiento.
Seregni podía bajar a la playa si lo acompañaba un policía. Por las planillas sabemos
que solo pudo hacerlo el 27. El Gallego Pérez Rompani lo visitó ese día y el 29 de
noviembre. La mañana del 1.º de diciembre los amigos, acompañados de sus esposas,
salieron hacia Montevideo. Seregni y Lily regresaron después al balneario.769
Entre tanto, el inminente vencimiento del período constitucional de gobierno
aceleraba la discusión sobre el futuro político del país. El 9 de diciembre Bordaberry cursó
un memorándum secreto a los mandos militares proponiendo una nueva Constitución que
otorgaría a las Fuerzas Armadas la suma del poder relegando a los partidos y aceptando
solo la existencia de corrientes de opinión. El 7 de enero de 1976 el ministro Végh
Villegas presentó al presidente un documento alternativo que había elaborado junto a
Jorge Batlle pero que por razones obvias solo firmó él. Sintetizaba el entonces ministro:

(766)  Dutrénit, Silvia, La embajada indoblegable, Montevideo, Fin de Siglo, 2011.


(767)  Martínez Moreno, Carlos, «Seregni ante sus jueces», o. cit.
(768)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.
(769)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, «Control de personas y vehículos que
entran al chalet Lua-Lu», días 27.11 al 1.12.1975.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Mi opinión es coincidente con el Memorándum en lo referente a aspectos doctrinarios


fundamentales, al papel de las Fuerzas Armadas en el manejo de la cosa pública y a la
conveniencia de la prórroga del mandato del presidente de la República [...]. Pero discrepo en
una cuestión fundamental como es la extinción de los partidos políticos [...].
«Noticias llegadas de Punta del Este dan cuenta de que en varios hoteles de categoría,
millonarios argentinos y brasileños piden la cuenta y cancelan reservas», se leía mientras
tanto en una publicación clandestina de tono izquierdista titulada En pocas palabras. El
11 de enero de 1976 habían ocurrido varias explosiones en la boite Zorba, el puerto y
otros puntos del balneario. Las «manos del pueblo» habían atacado a la «oligarquía en
uno de sus centros de vicio y corrupción», habrían escrito las autores de los atentados en
un comunicado donde definían el episodio como Operativo Aurora.
El cronista de En pocas palabras afirmaba que la respuesta de las Fuerzas Armadas
«revisando coches y realizando procedimientos de pedido de documentos, arma en mano
y dedo en el gatillo, aunque no permitió, al parecer, la detención de los responsables,
aumentó el desagrado de los oligarcas porteños y brasileños», que estaban optando por
destinos más tranquilos.770
Lo que aquel militante de la resistencia ignoraba es que esa misma madrugada,
aproximadamente a las dos, tres oficiales del Órgano de Coordinación de Operaciones
Antisubversivas (OCOA) de la Región Militar n.º 4, vestidos de civil, habían irrumpido
en el chalé de la familia Seregni y se habían llevado al general. Según narró a Blixen,
Seregni fue inmediatamente conducido al cuartel de Dragones de Artigas, en la plaza
principal de Maldonado, sede del OCOA 4. «Me tenían en la guardia, esperando, cuando
veo que por el patio se acerca el general Gregorio Álvarez. Entra en la guardia, me mira
y se va. Al rato viene un sargento que me encapucha y me esposa», contó Seregni sobre
aquella instancia.771
Ese mediodía Álvarez tenía un compromiso con el presidente. A fin de calmar a
los turistas, el militar almorzó con Bordaberry y Ravenna en un lujoso restaurante de
la península. Se habían dejado fotografiar largamente. «La prensa del régimen, por su
parte, fue aconsejada de aumentar su información tranquilizante sobre la situación del
balneario», terminaba la nota de En pocas palabras.772 Según dijo para esta investigación
el general Pedro Aguerre, la hipótesis más razonable que se manejó entonces fue que las
explosiones las habían causado los petardos del Goyo.773
Seregni permanecería un día y medio de pie en aquella guardia. «Me interrogaron
sobre las cosas más disparatadas, armas, planes, que sé yo, mientras un parlante estaba
a todo volumen. Ni agua ni comida ni médico, el tratamiento ruin habitual para los
detenidos», contó para La mañana siguiente. Luego lo trasladaron a Minas, a la sede de
la Región. Allí se reiteró el tratamiento: capucha, plantones, golpes en los riñones. Lo
interrogaron con una luz muy potente frente a su cara y recostado contra un calefactor

(770)  «Intranquilidad en Punta del Este», En pocas palabras, Montevideo, 16.1.1976.


(771) Blixen, La mañana siguiente, o. cit., p. 117.
(772)  «Intranquilidad en Punta del Este», En pocas palabras, Montevideo, 16.1.1976.
(773)  Entrevistas de los autores a Aguerre, 10.2.2012 y 2.3.2012. Otras fuentes han adjudicado el hecho al
PVP, en el marco del intento de relanzamiento de sus actividades en territorio uruguayo.

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Capítulo 8 | «seguir siendo quien soy»

que lo quemaba. «Por las voces sabía que estaba rodeado de oficiales. A cada pregunta
que me hacían, yo respondía: “Quiero saber por qué me detuvieron”», dijo Seregni a
Blixen. «Seregni siente vergüenza: es un militar que quiere al ejército», consignó el
periodista.774

(774) Blixen, La mañana siguiente, o. cit., p. 119.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

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Capítulo 9 | operar en la fisura

Capítulo 9
Operar en la fisura
«La velocidad de la progresión como la amplitud de la brecha, dependerán de las
fuerzas que operen sobre la fisura. No solo de su potencia, sino de su acertada
aplicación. Es en esto donde juega un papel fundamental la unidad de las fuerzas
opositoras.»
Liber Seregni, julio de 1978.

Durante los treinta y dos días en que Seregni permaneció desaparecido vivió en una
celda que había sido una pieza antiguamente destinada a depósito de sal.775 En un salón
contiguo había otros prisioneros. Seregni contó a Blixen que los soldados usaban ocho
o diez capuchas para todos ellos y que en ellas estaban las huellas de los tormentos de
todos: sangre, llanto, vómitos. Por eso la vez que le pusieron una nueva, la retuvo. Así
hizo realidad –dijo– «el sueño de la capucha propia».776
Mas adelante los interrogatorios cesaron. El general recordó para Mano a mano que
llenaba las horas de encierro solitario «pasándome la película», es decir, obligándose
a repasar en forma minuciosa su pasado: «¿Tú te acuerdas cuando ibas a la escuela
Brasil? ¿Cómo era entonces?», se preguntaba de modo sistemático.777 Tenía recreos,
aunque irregulares. Escoltado por un sargento caminaba por los fondos del cuartel, junto
a un arroyo. Ya no lo encapuchaban. Una vez se distrajo y, cuando lo advirtió, estaba
demasiado lejos del sargento. Dio la vuelta y este le dijo: «Siga, siga nomás». Pero
Seregni retrocedió intuyendo que se buscaba aplicarle la «ley de fuga».778
El 16 de febrero recibió orden de recoger sus cosas. Denuncias internacionales y
gestiones encabezadas por Lily habían derivado en la intervención del jefe de Policía
de Montevideo, coronel Alberto Ballestrino, junto con otros altos oficiales opositores a
Alvarez. Ballestrino era un «Teniente de Artigas», golpista y simpatizante del nazismo.
Sin embargo, al otro día de la llegada de Seregni a Cárcel Central, cuando se presentó
en su celda, ignoró la sentencia del tribunal de honor: «Con permiso mi general, voy a
pasar», dijo. Inmediatamente ordenó que el detenido fuera visto por un médico y autorizó
las visitas de Lily.779
Seregni no había sido el único militar detenido tras el estallido de los petardos del
Goyo. Siguieron una ruta análoga «Zorro 2» (Licandro) y «Zorro 3» (Zufriategui), viejos
coroneles constitucionalistas como Óscar Petrides y Hugo Frigerio, los fundadores de la
1815 Pedro Montañez y Pedro Aguerre, así como el teniente coronel Ariel Gerona, los

(775) Blixen, La mañana siguiente, o. cit., p. 113.


(776)  Ibídem, o. cit., p. 120.
(777) Butazzoni, Mano a mano, o. cit., p. 320.
(778) Blixen, La mañana siguiente, o. cit., p. 113.
(779)  Ibídem, p. 120.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

mayores Walter Maceiras, Julio Giorgi, Jaime Igorra, Guillermo Castelgrande, Carlos
Dutra, Juan Antonio Rodríguez y Carmelo López, los capitanes Carlos Cabán, Édison
Arrarte, Antonio Buela, el teniente primero Saverio Casella, el capitán de navío Yamandú
Della Santa y los aviadores Humberto Sena y Félix Rosales, entre otros.
El primero en llegar a Cárcel Central fue Licandro, después llegaría el resto. A
Zelmar Michelini, en cambio, Seregni ya no lo vería. Lo había visto por última vez el 25
de junio de 1973, cuando el senador había viajado a Buenos Aires para impedir el regreso
de Erro. Washington Fernández y Óscar Bottinelli les habían servido de enlace. El 24
de marzo de 1976 el golpe de Estado militar encabezado por Videla había desalojado
del gobierno a la viuda de Perón. Al mes siguiente Michelini había recibido la visita de
Végh Villegas, que tramaba su propio proyecto transicional. «El régimen comienza a
desflecarse y todo parece indicar que Bordaberry está liquidado», le escribió Michelini
a Quijano.
Ha trascendido: a) que Végh Villegas se siente fuerte en su condición de «gestor financiero» del
gobierno; b) que existe un núcleo militar que desea un presidente civil, una apertura política,
que el ciclo de Bordaberry se termine y que se posibilite la vigencia de determinadas libertades;
c) que en círculos financieros y económicos uruguayos hay preocupación por la muy probable
victoria electoral demócrata en EE. UU., lo que tornaría dificultosa o debilitaría sensiblemente la
ayuda económica que se proporciona en el presente y que ha sido la salvación del régimen [...];
que la lista 15 y Jorge Batlle así como algunas figuras del pachequismo [...] apoyan la gestión
de Végh Villegas, atribuyéndose a figuras notorias del quincismo la necesidad de encontrar al
«Baldomir» que permita superar la etapa.780
Bottinelli estaba desde febrero exiliado en Buenos Aires y seguía viéndose con
Michelini.
Una noche, ya a mediados de mayo, mostró su tesoro: unas treinta carpetas de correspondencia,
memorandos, su célebre discurso en el Tribunal Russell, sus cartas frecuentes con [Edward]
Kennedy y el congresista [Edward] Koch, propulsor de la enmienda de bloqueo a la dictadura.
[...] Algunas frases me quedaron grabadas [...] «Créame, no me interesa volver a ser senador». Su
dolor constante por su hija rehén, Elisa. La frustración por no poder ayudar a cuanto compatriota
se le acercó. Para Seregni reclamaba el reconocimiento de papel de líder de la izquierda
uruguaya: por la claridad con que define la línea política; por su visión de los acontecimientos
futuros («salvo en cuanto a su destino personal», ironizó); por jugarse por sus principios y
convicciones.781
Días más tarde, el 18 de mayo el senador frenteamplista sería secuestrado junto
a Héctor Gutiérrez Ruiz y a dos extupamaros de «Nuevo Tiempo», Rosario Barredo y
William Whitelaw. Sus cadáveres aparecerían con claros rasgos de tortura el 20 de mayo.
Seregni contaría más de una década después a Di Candia:
Recuerdo haber bajado una escalerita que conducía a un pequeño espacio entre las celdas, donde
me esperaban los compañeros para enterarse de las noticias de afuera y cuando llegué les dije:
«Mataron a Zelmar, encontraron su cadáver esta madrugada». [...] Nadie dijo una palabra. En
medio de un silencio total, cada uno se retiró a su celda envuelto en su propia angustia. […] A
Zelmar lo asesinaron porque era la vanguardia cierta de la resistencia. No solo por su actuación

(780)  Rodríguez, M., Zelmar Michelini, o. cit., p. 415.


(781)  Ibídem, p. 440.

184
Capítulo 9 | operar en la fisura

durísima en el Tribunal Russell, que hizo conocer al mundo la dictadura uruguaya, sino porque
a su alrededor giraban en Buenos Aires todas las formas operativas y todas las búsquedas de
formas de combate a la dictadura.782
Las investigaciones históricas sobre el período dan cuenta de que con ellos se
elevaba a siete el número de militantes uruguayos muertos en la Argentina en lo que
iba del año 1976. Siete habían muerto en las unidades militares uruguayas durante el
mismo período. De otros nueve se ignoraba el destino. Pero en las costas de Colonia,
Rocha y Montevideo empezaron a aparecer cadáveres a los que un comunicado oficial
atribuyó «origen asiático». Mientras algunos débiles intentos transicionales fracasaban,
los fundadores comenzaban a prevalecer en la interna militar, lo que coincidía con
una clara radicalización del terrorismo de Estado y con el despliegue del Plan Cóndor.
Entretanto, la cúpula castrense había rechazado la propuesta refundacional propuesta en
los memorándums de Bordaberry, lo que tuvo el corolario de la destitución de este el
12 de junio de 1976. El novel presidente nombrado en su lugar, el entonces octogenario
Alberto Demichelli, suspendió la convocatoria a elecciones que la Constitución ordenaba
para ese año. Tres meses después, tras negarse a firmar los actos institucionales que
proscribirían a la dirigencia política, sería sustituido por otro civil de edad provecta y aun
mayor obsecuencia con el régimen, el doctor Aparicio Méndez.
Se consolidaba el peor tramo represivo de la dictadura. Sin embargo, para aquella
veintena de militares que llegaban al sexto piso de Cárcel Central después de haber
permanecido desaparecidos, sometidos a largos interrogatorios y en muchos casos a
torturas y vejámenes, las nuevas condiciones de detención implicaron algunas ventajas
importantes. Ballestrino nunca omitía su «permiso, mi general» cuando llegaba y
luego Seregni «entregaba las novedades», señalando las principales necesidades de
los prisioneros, contó Aguerre para esta investigación. Aunque el alojamiento era muy
pequeño y las condiciones físicas se acercaban al hacinamiento, en otros aspectos la
situación mejoró. «La revisación de la visita era más floja que en otros lados», aseguró
también Aguerre. La prensa situacionista entraba habitualmente y los detenidos fueron
autorizados a tener radio y, poco después, un televisor.783
Igorra narró a los autores que Seregni era el primero en levantarse a hacer gimnasia
y que organizó grupos de estudio que convirtieron la reclusión en una «segunda
universidad». También recordó Igorra que, dos veces por semana, los bajaban a un patio,
una especie de pozo de aire desde el que podían ver algo de cielo. Entonces aquella
compañía de militares degradados trotaba disciplinadamente detrás de Seregni, quien
marcaba el ritmo silbando la marcha de aquellos soldados británicos que, solo para
mantener la moral en alto, construyeron para sus carceleros japoneses un puente sobre
el río Kwai.784
Por su parte, Ferreira –que había estado a punto de correr la misma suerte que
Michelini y Gutiérrez Ruiz– había abandonado la Argentina y el 17 de junio estaba en

(782)  Citado en Rodríguez, M., «Zelmar Michelini», pp. 484 y 558.


(783)  Entrevistas de los autores a Pedro Aguerre, 10.2.2012 y 2.3.2012.
(784)  Entrevista de los autores a Jaime Igorra, 13.1.2012.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Washington, denunciando la situación del país ante el Congreso de los Estados Unidos.
Dijo entonces:
Nosotros no venimos a solicitar la ayuda ni la intervención del gobierno de Estados Unidos para
derribar la tiranía que sufrimos. Esa es una tarea que les corresponde a los uruguayos. [...] Lo que
solicitamos sí, es que se ponga término a la actual interferencia directa en los asuntos internos de
mi país, donde se apoya pública y expresamente a la dictadura.
Al lado del lugar que ocupaba Ferreira había una silla vacía, que debía haber
ocupado Michelini, pero el Departamento de Estado había tardado seis meses más de
lo común en concederle el salvoconducto necesario para viajar y había sido asesinado.
«En aquella audiencia en el Senado hubo dos testigos. Wilson en presencia y Zelmar en
ausencia. Y eso tuvo un impacto muy grande en los senadores», ha asegurado Juan Raúl
Ferreira.785
Edward Koch, representante demócrata por Nueva York, propuso prohibir la
utilización de fondos federales estadounidenses para brindar asistencia, entrenamiento
o crédito militar a Uruguay por su política de violaciones de los derechos humanos. La
«Enmienda Koch» fue aprobada en ambas Cámaras y el 2 octubre el presidente Gerald
Ford la ratificó.
Cuatro semanas después, el general Julio César Vadora, por entonces comandante
en jefe del Ejército, anunció a la prensa extranjera el Plan Político Básico de las
Fuerzas Armadas: el régimen elaboraría una propuesta de reforma constitucional que
sería plebiscitada en noviembre de 1980; luego se realizarían elecciones internas de los
partidos habilitados (que serían solo los tradicionales); finalmente, en noviembre de
1981 habría elecciones nacionales con candidato único. El plan establecía que habría
que esperar una década, hasta 1986, para que hubiese diversidad de candidatos.
El dramático endurecimiento de la represión que se produjo por aquellos años
había conducido al exilio a un numerosísimo contingente de militantes de izquierda. En
su libro sobre el Frente Amplio durante la dictadura, Miguel Aguirre Bayley sostiene
que a inicios de 1977, el secretario general del Partido Comunista Rodney Arismendi,
desterrado a comienzos de 1975, lanzó la iniciativa de realizar un encuentro de dirigentes
frenteamplistas en el exterior. José Díaz en representación del Partido Socialista, el
demócrata cristiano Jorge Luis Ornstein a título personal, el excandidato a intendente
Hugo Villar y Óscar Maggiolo, exrector de la Universidad, acudieron al encuentro que
ocurrió en Berlín, los días 12 y 13 de marzo de ese año.
La noticia de la segunda detención de Seregni, y de las torturas que le habían sido
infligidas, habían llegado a conocimiento de su cuate Guillermo Haro, ahora director del
Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, quien no tardó en buscar contacto
con su viejo amigo. «Lamentablemente, por el momento, no se vislumbra la libertad
de mi papá», contestó Bethel a la carta enviada por el astrónomo mexicano. Unos días
después Seregni también le escribió, el 11 de mayo de 1977:
Yo estoy bien; encerrado físicamente, pero con el espacio infinito para el vuelo de mis
pensamientos, como cuando abríamos la cúpula de la Cámara Schmidt para fotografiar el cielo.

(785)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.

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Capítulo 9 | operar en la fisura

Tuve largos meses de aislado confinamiento, pero nunca estuve solo porque me acompañaron
siempre mis ideas, por una parte, y el cariño y la solidaridad de cientos de miles de compañeros
de causa y de amigos aun lejanos, como usted.786
«Jamás habría pensado que las rejas de mi celda se convertirían en ventanas al
mundo» le comentaría casi dos décadas después a Samuel Blixen.787 Aquellas rejas,
unidas mediante un alambre fino a la antena de la radio, permitían recibir las emisiones
de onda corta. De nueve a doce de la noche los detenidos del sexto piso de Cárcel Central
se repartían la tarea de escuchar las noticias sobre el Uruguay trasmitidas desde Londres,
Amsterdam, Moscú, Berlín y La Habana. Los domingos, después de la visita de los
familiares, los detenidos ponían en común la información reunida y discutían la situación
política. Seregni –recordó Igorra– concluía aquellas sesiones ofreciendo su síntesis.788
El «prontuario» de la DNII sobre Seregni consigna que el 12 de julio de 1977 el
diario Neues Deutschland, de Berlín oriental, afirmaba que la vida de Seregni corría
peligro.789 Aguerre había oído en Radio Berlín que la amenaza provenía de unos comandos
verdes organizados por el general Álvarez que terminarían con la vida del susodicho y
sus compañeros mediante un tiro de bazuca contra el sector de la cárcel donde estaban
detenidos. Para entonces Ballestrino había sido promovido a general y desde abril la
Jefatura de Policía había quedado en manos del coronel Julio César Bonelli, quien
ordenó sorpresivamente el traslado de los detenidos al cuarto piso.
Cuando unos días después aquellos presos regresaron al sexto piso, Aguerre
descubrió que su pequeña biblioteca ya no cabía en el sitio donde la había tenido siempre.
Los detenidos midieron el espacio de la celda colectiva y descubrieron que este había
sido reducido a 43 metros cuadrados.790 La pared que mediaba con el exterior ahora era
doble y de hormigón armado, aseguró Seregni en La mañana siguiente.791
Según la sentencia dictada el 29 de marzo de 1978 por el juzgado militar del cuarto
turno, el general debería permanecer en prisión hasta 1990 y quedaría inhabilitado hasta
el año 2000 para desempeñar «cargos, oficios públicos y derechos políticos y especiales
de profesiones comerciales, e industriales o académicas». También se dictaba orden de
embargo sobre los bienes del condenado y se le imponía «resarcir los daños y perjuicios
causados», abonar las costas del proceso así como «indemnizar al Estado, los gastos
de alimentación, vestido y alojamiento durante el proceso y la condena». Firmaba la
sentencia el coronel retirado Luis G. Blanco Vila.
Guillermo Haro escribió exasperado al embajador uruguayo en México:
Me he enterado por los periódicos mexicanos que el Sr. Gral. Liber Seregni ha sido sentenciado
por un juez uruguayo a catorce años de prisión, no obstante que el fiscal «solo» pedía once
años de condena. Entre las razones que se aducían para condenar a Liber Seregni aparecía la
extraordinaria acusación de haber tenido un padre con tendencias anarquistas. Los otros delitos,

(786) Poniatowska, El universo o nada, o. cit., p. 322.


(787) Blixen, La mañana siguiente, o. cit., p. 122.
(788)  Entrevista de los autores a Jaime Igorra, 13.1.2012.
(789)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 5.
(790)  Entrevistas de los autores a Pedro Aguerre, 10.2.2012 y 2.3.2012.
(791) Blixen, La mañana siguiente, o. cit., p. 120.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

por lo menos los mencionados por los periódicos mexicanos, a mi modo de ver, son tan bufos
como el anteriormente señalado.
«Sé [...] que mi voz puede carecer, ante el gobierno que usted representa, del más
mínimo peso. No obstante lo anterior, quiero hacer patente mi protesta, mi indignación y
mi desolación por el trato que se le ha estado dando a uno de los mejores hombres que he
conocido en todo lo que llevo de vida», remataba el astrónomo la carta que el 12 mayo
de 1978 los mexicanos pudieron leer en la revista Proceso.792
Seregni sostuvo que la costumbre de la vida militar y la común pertenencia al Frente
Amplio encuadraron esa convivencia.793 Tanto Aguerre como Igorra definen como sobrio
el trato que Seregni mantenía con sus compañeros de prisión.794 «Solo una vez Licandro
se permitió hacerle un chiste a Seregni», contó el primero. Aguerre también señaló que
había existido un motivo de divergencia entre Seregni y los militares que pertenecían
a la 1815, es decir, Montañez, Castelgrande, López, Arrarte, Buela, Sena y Rosales,
además de él mismo. Seregni había solicitado que dejaran de reunirse por separado sin
conseguirlo. Aguerre intentó incluso bromear sobre la autoridad del general tallándole un
bastón de mando con el mango de una sopapa, pero Licandro intervino haciendo que la
entrega del obsequio resultara un homenaje desprovisto de cualquier ironía.
Aunque el alojamiento estaba dividido en cinco cuartos, un espacio común y un
baño, aquellos 43 metros cuadrados eran demasiado estrechos para 22 personas y las
autoridades ordenaron el traslado de Zufriategui, Petrides, Aguerre, Gerona, Dutra,
Rodríguez, Arrarte y Cabán a la cárcel de Punta Carretas. «Mi convicción es que esa lista
la hizo Seregni», confió Aguerre a los autores. Los traslados habrían correspondido a su
intención de terminar con la autonomía férrea de la 1815 separando a sus cabecillas. Para
conducir al grupo trasladado iba Zufriategui, que disfrutaba de la confianza personal del
general.795
Seregni explicó sin embargo a Blixen que la separación había interrumpido un
diálogo con Zufriategui acerca de la estrategia que debía adoptar el Frente Amplio por
lo que, en la primera semana de julio, el general aprovechó la visita de Korzeniak para
remitirle a aquel una carta que no podía pasar por la censura.796 Era un análisis de la
coyuntura y una propuesta estratégica, «Esquema sintético para desarrollar», lo tituló.
En el documento advertía que se había «agudizado el divorcio» del régimen
«con todos los sectores sociales y de la producción, con la única excepción del sector
bancario-financiero», mientras que en el campo internacional se había producido «una
toma de conciencia (particularmente en el último año) de la real situación del Uruguay».
Aunque no vislumbraba un crac económico en el corto plazo, valoraba que «la crisis y
el deterioro general son los más graves de la historia». Frente a estas circunstancias «en
las FF. AA. no hay fortaleza de unidad positiva, no hay modelo, no hay doctrina salvo el

(792) Poniatowska, El universo o nada, o. cit., p. 322.


(793) Butazzoni, Mano a mano, o. cit., p. 320.
(794)  Entrevista de los autores a Jaime Igorra, 13.1.2012.
(795)  Entrevista de los autores a Pedro Aguerre, 10.2.2012 y 2.3.2012.
(796) Blixen, La mañana siguiente, o. cit., pp. 122-123.

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Capítulo 9 | operar en la fisura

documento de 1974 y “cronograma”. Tampoco hay liderazgo reconocido». En realidad


«la unidad se ha mantenido –hasta ahora– no dejando asomar cabezas y transformando
al conjunto en una máquina de acción inercial».
Sin embargo, las contradicciones internas del régimen debían ser consideradas
«sin embalajes». La oposición «activa y eficiente en el exterior» aparecía «latente y
potencial» dentro de fronteras. Aquel Plan Político Básico aludido como «cronograma»
obligaba al régimen a «cierta apertura [...] que –aunque no lo quieran– abre camino
al dinamismo». En definitiva, «el régimen está condenado. Pero no caerá solo. Puede
durar. Y no caerá por la simple presión externa». Por eso para Seregni tenía que ser
«muy claro para todos que sin la ruptura de la situación actual no hay posibilidad
alguna de futuro, cualquiera sea el “modelo” que se tenga». Dicha ruptura, sin embargo,
«dadas las condiciones presentes y en el corto plazo, no puede operarse por una acción
violenta revolucionaria». Habría que entenderla «como consecuencia de las fisuras que
se produzcan al inmovilismo. La velocidad de la progresión como la amplitud de la
brecha, dependerán de las fuerzas que operen sobre la fisura. No solo de su potencia, sino
de su acertada aplicación. Es en esto donde juega un papel fundamental la unidad de las
fuerzas opositoras», subrayaba.
La salida sería «un proceso en el cual habrá negociación, pulseo de fuerzas»,
preveía. Le parecía «evidente» que, «inicialmente», «el Frente Amplio no podrá actuar
directamente en el campo interno». Levantar esta restricción imponía la tarea de «crear
las condiciones para que regresen los ausentes y sean liberados los presos». Pero el
general no imaginaba esto como una fase posterior a la ruptura buscada, sino como una
posibilidad que habilitaría el mismo quiebre y que para el Frente debía ser el «O-1»,
la primera meta. Es que según Seregni el Frente era «la única fuerza históricamente
capacitada y dinámica en el cuadro político actual, siempre que actúe según los principios
que llevaron a su creación». «Amplios como nunca hacia fuera. Estrictos y exigentes
como nunca hacia adentro», los cuadros de la izquierda debían «impulsar el cambio,
crear condiciones favorables, empujar a otros hacia adelante», «empecinados, duros,
firmes, pero no impacientes ni aventureros». Debían ser concientes a la vez de que «no
habrá futuro para ningún grupo sin alcanzar primero el horizonte común», por lo que la
condición primera de su actividad debería ser la «unidad real, no solamente voceada,
tantas veces dicha, tantas veces falseada».
La meta de la etapa era entonces una y doble, «aspectos de un mismo problema a
resolver»: «unidad de las fuerzas opositoras-amnistía».797 Korzeniak entendió que el
contenido de aquella carta debía ser conocido por la Mesa Política que, a pesar de la
dureza de la represión, continuaba reuniéndose en la clandestinidad bajo la conducción
de Crottogini.
Al mes siguiente, el constitucionalista socialista sería otra vez mensajero de
Seregni, pero esta vez ante Hugo Villar, exiliado en Madrid, que el año anterior había
sido designado secretario ejecutivo de un comité coordinador del Frente Amplio en el
exterior, nacido en el encuentro de Berlín. En la carta Seregni dejaba «ahora por escrito»

(797)  Archivo Seregni, Esquema sintético para desarrollar, 1978.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

su «reconocimiento, total apoyo y solidaridad [...] a los compañeros Rodney Arismendi,


José Díaz y Óscar Maggiolo, firmantes de la declaración de nuestro Frente Amplio,
donde se afirmó su vigencia y vivencia». Seguramente evitó en forma expresa nombrar a
Ornstein pues la democracia cristiana lo había sancionado por su participación en aquel
evento, confirmando así su separación formal del Frente Amplio desde 1974.
Aguirre Bayley exhumó también otra carta de Seregni a Villar, fechada el 6 de
noviembre. En el caso anterior, el general había preferido que Korzeniak, como su
«delegado personal», explicara verbalmente su «apreciación de la situación actual»,
pero el constitucionalista ya no podría regresar al país por lo que la nueva carta debió
contenerlo todo. Seregni reiteraba que los objetivos del «primer tiempo» eran la unidad
de las fuerzas opositoras y la amnistía, pero también advertía sobre la necesidad de un
«balance crítico de lo actuado en el plano de la organicidad y funcionamiento del FA».
«Hasta donde conozco –afirmaba– no se ha realizado ninguna reunión formal de los
delegados de partidos y grupos, ni se ha instalado –con carácter estable– la Secretaría
del FA».
Esto no era óbice para reconocer «una progresiva toma de conciencia internacional
sobre la situación en el Uruguay» que era «fruto del trabajo inteligente y esforzado de
los compañeros».798 La documentación archivada en la DNII sobre los años de prisión
de Seregni es, fundamentalmente, una fuerte confirmación de la dimensión internacional
de la lucha por la libertad del general. Hasta 1979, la liberación de Seregni había
sido reclamada o promovida por el Parlamento italiano y el español, el Senado de
Colombia, los presidentes Arístides Royo de Panamá y José Figueres de Costa Rica, la
Internacional Socialista (por resolución unánime), una extensísima lista de numerosos
partidos comunistas (incluido el de Sri Lanka) y un sinfín de organizaciones civiles y de
personalidades de todo el mundo. A esto se agregaba una lista interminable de actos de
solidaridad y reclamo por la libertad de Seregni, protagonizados no solo por exiliados
frenteamplistas sino contando a menudo con la presencia de otros dirigentes opositores,
en especial de Wilson Ferrreira y de su hijo Juan Raúl.799
Desde fines de 1979 la posibilidad de consolidar un frente común opositor
pareció aproximarse. El 15 de enero de 1980 Seregni informaba a Villar que durante la
primera quincena de diciembre en Montevideo se había producido un encuentro entre
representantes del Partido Nacional y el Partido Colorado al que no se había presentado
ningún representante de la 15.800 Mientras tanto, el 19 de abril, en México, quedó
constituida la Convergencia Democrática en Uruguay bajo la presidencia del hijo de
Wilson Ferreira, Juan Raúl. Su declaración constitutiva estaba firmada también por Luis
Echave, del Partido Comunista, José Korzeniak (socialista), Carlos Martínez Moreno
(independiente) y Justino Zavala Carvalho, colorado independiente.

(798)  Aguirre Bayley, Miguel, Frente Amplio. Uno solo dentro y fuera del Uruguay en la resistencia a la
dictadura, Montevideo, Cauce, 2007, pp. 120-123.
(799)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, «Prontuario n.º 272», fs. 5, 6, 10 y 13.
(800)  Aguirre Bayley, Frente Amplio. Uno solo…, o. cit., pp. 130-132.

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Capítulo 9 | operar en la fisura

Por su parte, el 16 de mayo el gobierno uruguayo publicó las «Pautas» a que debería
atenerse la reforma constitucional que esperaba que la ciudadanía aprobase en noviembre.
Según sostiene Diego Achard en La transición en Uruguay, era por entonces consensual
en los mandos militares la idea de que los dirigentes políticos pagarían cualquier precio
con tal de volver a disfrutar de lo que el general Abdón Raimúndez llamó «las prebendas
que otorga el ejercicio del poder». Por eso rechazaron la iniciativa de los triunviratos que
dirigían los partidos tradicionales en el sentido de crear un ámbito de negociación sobre
la reforma. Escribe Achard que «en general, cuando los militares debieron pronosticar
las reacciones y actitudes que tendrían los dirigentes partidarios, se equivocaron».
Seregni señaló a Barros Lémez que en los militares primó entonces «una conciencia
eufórica de su papel». Como la represión había barrido a «los elementos más dinámicos
de la resistencia [...] desde el punto de vista formal, había la apariencia de una aceptación
de la situación». No faltaron civiles que estimularon esa percepción.801 «El no [a la
reforma propuesta] significará un empantanamiento. El sí supondrá seguir escalando
hacia la cima», editorializaba El País el 22 de mayo. El 5 de noviembre Jorge Pacheco
Areco, embajador en los EE. UU., reclamó a sus conciudadanos «un pronunciamiento
categóricamente afirmativo en torno a la nueva Carta». Además, un mes antes del
plebiscito, la encuestadora Gallup aseguraba que el sí contaba con el 67 % de las
adhesiones.
El jueves 27 de noviembre Seregni recibió la visita de su hija mayor pues Lily
estaba enferma: «quedáte tranquila y dile a los compañeros que estén absolutamente
tranquilos. La relación va a ser de dos a uno. Dos tercios van a votar por el no», le habría
dicho.802 El domingo siguiente se votó. A las diez de la noche el Ministerio del Interior
comunicó los resultados primarios que ya daban una victoria concluyente del no. Los
resultados finales serían categóricos: 945.176 uruguayos (55,9 % de los votos emitidos)
habían votado por no y 707.118 (41,9 %) por sí. Seregni no olvidará aquella noche en
el sexto piso de Cárcel Central: «¡La algazara, la algazara y los cantos que hicimos no
obstante que venían a golpear la puerta! [...] ¡Qué, no importaban los guardias ni las
cosas que decían! [...] No dormimos. Creo que en el Uruguay no durmió nadie [...]».803
Seregni ha sido mi adversario, no mi enemigo. Yo afirmo que no existe hoy en el mundo caso más
vergonzoso; no hay prisionero de conciencia en el sentido más puro de la expresión que él. Está
detenido por la única razón de que es un militar de honor y esto es difícil de soportar para el resto
de los militares. Seregni es la demostración de que el ser humano es capaz de resistir a todas las
sevicias en defensa de sus convicciones.
Esta hermosa definición pertenece a Wilson Ferreira Aldunate. La había pronunciado
nueve meses antes de aquel memorable último domingo de noviembre de 1980 en el
Palais Bourbon de París, sede de la Asamblea Nacional francesa, en un acto organizado
por el Secretariado Internacional de Juristas para la Amnistía en Uruguay.804

(801)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 117.


(802)  Ibídem, p. 119.
(803)  Ibídem, p. 120.
(804)  «Juristas lanzan campaña por la libertad del Gral. Seregni», Desde Uruguay, México, primera quin-
cena de marzo de 1980.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El general sabía de esto. El propio Ferreira le había remitido un libro en cuya


dedicatoria lo trataba como «nuestro preso emblemático».805 Seregni recordó años más
tarde a Barros Lémez que durante aquel período solía repasar una decepción juvenil. Con
veintipocos años había creído que la lucha contra la dictadura de Terra iba a determinar
«un reestructuramiento político» del que iban a surgir partidos sustentados en «ideologías
y doctrinas» más que en su «raigambre emocional e histórica». Desde la «cucheta de
arriba, celda número uno, sexto piso especial», Seregni pensaba que «ahora sí, con la
experiencia vivida, [...] con las barridas que ha hecho la dictadura, será posible emerger
con formaciones políticas centradas en concepciones político doctrinarias».806
Parte de las conclusiones de aquellas «cavilaciones de cucheta» llegarían a la Mesa
Política del FA a través de Lily, a veces verbalmente y otras, cuando la necesidad de
precisión hacían ineludible el riesgo, en forma escrita. Respecto a esta última hipótesis,
los peligros no eran menores: por una parte, el alojamiento del sexto piso no era lo
suficientemente «especial» como para estar exonerado de inspecciones sorpresivas; por
otra, la entrega de las cartas clandestinas iniciaba una etapa de angustia que solo cesaba
cuatro días después (las visitas eran lunes y jueves), cuando Seregni reencontraba a su
esposa sana y salva.
Lily añadió a Barros Lémez que, cuando traía carta, se apresuraba por llegar a su
casa a acostarse «por el cansancio y por los nervios». Antes de esconder el papel en el
soutien, la media o incluso en la boca, había que provocar la distracción de la guardia.
Para lograrlo se complotaba con las esposas de algunos de sus camaradas presos con
las que coincidía en el locutorio: «siempre había formas», aseguró.807 Cuando llegase el
domingo, la esposa de Crottogini pasaría a buscar a la de Seregni para que compartiese
el almuerzo familiar y las novedades, contaría luego Crottogini al periodista Alberto
Silva.808
En su mensaje del 29 julio de 1981, bajo el título de «Diálogo con movilización»,
Seregni apuntaba a tres claves estratégicas: «Somos –el Frente Amplio– los campeones
del diálogo», definía primero. Luego insistía en que: «El 30 de noviembre fue el resultado
y la expresión de ideales compartidos, de la convergencia de esfuerzos, de la unidad».
Por lo tanto era vital «no dejarse dividir, no caer en trampas». Y al mismo tiempo, «no
traicionar a la voluntad popular expresada el 30 de noviembre: no aceptar, no brindar
legitimidad a una seudodemocracia condicionada». Era necesario que aquello quedase
«bien claro»: «no puede haber democratización cierta sin la participación del Frente
Amplio y la legalidad de todos los partidos».809
La derrota sufrida por el gobierno significó la imperiosa revisión del plan político
propuesto. El organismo donde se establecían las disposiciones fundamentales había
pasado a ser la Junta de Oficiales Generales de las Fuerzas Armadas (con los oficiales

(805)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 124.


(806)  Ibídem, p. 135.
(807)  Ibídem, pp. 132-133.
(808)  Silva, Alberto, Profesor Juan José Crottogini. Una vida alumbrando vida, Montevideo, Ediciones de
la Rueda de Amargueando, 2004, p. 98.
(809)  Archivo Seregni, Diálogo con movilización, 29.7.1981.

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Capítulo 9 | operar en la fisura

superiores del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea) y en particular su Comisión de


Asuntos Políticos (COMASPO), presidida entonces por el general Raimúndez. El
11 de junio de 1981 la COMASPO resolvió invertir el anterior cronograma: primero
habría elecciones internas de los partidos políticos y luego, con intervención de estos,
se elaboraría un nuevo proyecto constitucional a plebiscitarse junto con las elecciones
nacionales que cerrarían el ciclo transicional. La duración del mandato del presidente que
debería sustituir a Aparicio Méndez el 1.º de setiembre fue un asunto más debatido. «No
puede ser un período de cinco años pues no aguantamos», habían coincidido en sostener
el 18 de junio cuatro de sus siete miembros. Y también resultó controversial el tema de
si este debía ser civil o militar. Como señala Diego Achard, detrás de estos debates «se
escondía la pugna entre quienes estaban a favor o en contra de Álvarez», polémica que
provocaría «la más importante fractura que se habría de dar durante todo el Proceso».
Una heterogénea coalición que integraba el general Hugo Medina y que tenía
amplio apoyo en la Armada y la Fuerza Aérea dificultó y prolongó el nombramiento del
sucesor de Méndez hasta el 31 de julio. El general Álvarez finalmente fue electo pero su
mandato cesaría el 28 de febrero de 1985. En octubre la COMASPO comenzó a negociar
el estatuto que regiría a los partidos con representantes de los colorados, los nacionalistas
y los cívicos, legitimados por el régimen como la tercería habilitada. Toda la izquierda
permanecería proscripta e inhabilitada. El debate más arduo se daría acerca de si las
elecciones serían abiertas o con padrones de afiliados. El 23 de diciembre quedó saldado
también este punto: las elecciones serían en noviembre de 1982 sin afiliación previa.
El batllista Enrique Tarigo, que había emergido en 1980 como una de las voces
fundamentales de la campaña por el no, en su editorial en el número de Opinar anterior
a aquel acuerdo había sostenido que la prohibición de
aquellos partidos que por medio de la violencia o de la propaganda que incite a la violencia
tiendan a destruir las bases fundamentales de la nacionalidad y aquellos otros que evidencian
subordinación a Partidos o Estados extranjeros, puede ser, hoy y aquí, en esta coyuntura
especialísima del país, una solución prudente y adecuada.
Sanguinetti había sugerido en El Correo de los Viernes la posibilidad de habilitar al
PDC o a la 99. Por el momento, sin embargo, se aplazaba incluso eso.
Por su parte, la opinión de Ferreira circulaba clandestinamente a través de casetes
con su voz. Decía por entonces el líder nacionalista en uno de sus mensajes transcripto
por Carlos Luppi:
La elección de autoridades de los partidos será ilegítima porque no pueden participar todos los
partidos. [...] Esta elección de por sí ilegítima, irregular y fraudulenta, es la elección que el
pueblo uruguayo va a ganar en forma aplastante. ¿Por qué? Bueno, porque no tenemos más
remedio que ganar.
La meta de todos debía ser impedir que la dictadura sustituyera las «direcciones
legítimas» de los partidos «por autoridades complacientes».
«El régimen afirmó su propósito de conducir el proceso con mano dura y rienda
corta», escribió Seregni a la Mesa Política en marzo del ‘82. En su parecer, para el régimen
«el Frente Amplio es el principal enemigo» y debían «reconocerse como extremadamente

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

difíciles, en el corto plazo, desproscripciones o habilitación de los partidos del Frente».


Sin embargo, la coyuntura estaba permitiendo «un orden de actividad política abierta»
que los frenteamplistas deberían aprovechar. «Existe y se ampliará progresivamente un
campo de actividad y movilización política abierta», insistía. «No podemos entregar
pasivamente este campo», subrayaba, conociendo o intuyendo desavenencias internas
sobre este aspecto. Ocupar ese campo era otra razón para destacar una idea que hasta
entonces había sugerido con menos rotundidad: «El centro de gravedad de la acción
política de la oposición se trasladó del frente externo al frente interno».810
«¿Qué hacer con la izquierda?» se había preguntado desde la tapa de El Correo de
los Viernes y a esa pregunta aludía Seregni para afirmar que «en todas las especulaciones
del régimen y (de) los partidos políticos está presente el fantasma del Frente Amplio».
Y por cierto que frente a esa interrogante, por entonces muchas conjeturas parecían
posibles. El PDC había abandonado formalmente el acuerdo frenteamplista en 1974,
Michelini había muerto y en 1977 Erro había anunciado su desvinculación del acuerdo
porque «el Uruguay de 1977 no es el de 1971». Seregni no necesitaba recordarle eso a
sus compañeros pero sí decirles que si nadie desconocía la «decisiva significación» de la
«acción potencial» de la izquierda, esto en verdad sucedería «cuando se considerasen las
posibilidades del Frente Amplio como conjunto y no como la de sus partidos considerados
individualmente».
Las tareas eran entonces «mantener y consolidar la militancia» pero también
«incorporar a las generaciones de juventud que no tienen definiciones políticas
partidarias». En lo inmediato proponía estudiar la ley de partidos buscando el resquicio
que permitiese «actuar en el campo legal y abierto», lo que conduciría «formalmente,
a la movilización para la construcción de un partido político con nombre distinto que
sostuviera los mismos principios y base doctrinaria del Frente Amplio convenientemente
redactados».811
Aguirre Bayley ha exhumado una carta de Villar a Seregni datada el 29 de abril
de 1982, en la que se revelaba que en el exilio frenteamplista se hacía un análisis
bastante distinto sobre la situación. El entonces secretario del Coordinador manifestaba
la necesidad de «directivas» y daba cuenta de que «una opinión compartida [...] en
el exterior» era «que no es conveniente el “voto en blanco”». Villar agregaba que si
bien no era necesario «sugerir directamente el voto por un sector determinado», había
que «aconsejar que nuestros compañeros actúen disciplinadamente, con una clara
orientación, votando por aquellos sectores que en uno u otro partido mantengan una
actitud democrática definida».812
El estatuto de partidos finalmente promulgado el 7 de junio dejó muy en claro
que el régimen impediría la presentación de cualquier actor que expresase –directa o
indirectamente– el frenteamplismo. «Toda la ley es un engendro antidemocrático [...].
Es imponer la democracia tutelada, con un bipartidismo disfrazado», se apresuró a

(810)  Archivo Seregni, Mensaje de marzo de 1982.


(811) Ibídem.
(812)  Aguirre Bayley, Miguel, Frente Amplio. La admirable alarma, Montevideo, Cauce, 2005.

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Capítulo 9 | operar en la fisura

escribir Seregni tres días después. «No podemos contribuir al mantenimiento de una
trampa, con el pretexto de ayudar a los menos malos, en una elección interna», definía de
manera contundente. Los «sectores progresistas que responden al Directorio [del Partido
Nacional], que se han pronunciado clara, precisa y unitariamente ante los problemas
sustanciales del país, [...] no necesitan apoyos externos para alcanzar la mayoría»,
mientras que los opositores colorados «han hecho manifestaciones peyorativas y
divisionistas respecto al Frente Amplio y agraviantes para los partidos que lo integran»,
razón por la cual «no concitan [...] nuestro apoyo». Por otra parte, a su juicio la hora era
«de clarificación política, de definición de partidos, de la polarización necesaria». «Lo
que realmente importa en esta batalla, es que en noviembre de 1982 –como en noviembre
de 1980– se manifieste un pueblo que no acepta dictaduras ni democracias tuteladas».
Una vez más, Seregni estaba pensando también en la mañana siguiente, desde
una perspectiva claramente estratégica: «Hemos dicho que una de las grandes tareas es
incorporar a las nuevas generaciones, [...] que constituyen la gran masa que definirá el
futuro. A esa juventud solo la ganaremos con posiciones claras, definidas, de principios y
que nos individualicen». La conclusión a su juicio resultaba muy clara: «Los integrantes
del Frente Amplio no deben votar dentro de los partidos en las internas de noviembre
de 1982. Esto debe ser difundido y comprendido desde ahora, para evitar dudas y
compromisos entre nuestros militantes. La intervención del «Frente Amplio» en este
acto debe expresarse por una abstención manifiesta, o por el voto en blanco».813
«Algunos de nuestros compañeros que estaban en el exterior, principalmente [...] en
Europa, eran partidarios de que los frenteamplistas votaran por las personas que dentro
de los partidos tradicionales tenían ideas [...] menos derechistas», explicó Crottogini a
Silva. «Nosotros creíamos que esta no era una buena solución», recordó.
Recibimos una carta del general Seregni en la cual aconsejaba la abstención calificada o el voto
en blanco. Llamamos al Dr. [José Pedro] Cardoso y nos pusimos inmediatamente de acuerdo en
que convenía más el voto en blanco [...]. En la primera reunión que de inmediato se realizó de la
Mesa Política en la clandestinidad [...] apoyaron nuestra posición la totalidad de los compañeros.
Recuerdo que en esa reunión no estaba [Hugo] Batalla [representante de la lista 99], pero se puso
en comunicación con él la Dra. Roballo que sí estaba presente y él dio también su voto.814
La respuesta de Seregni a esa resolución está datada en junio. En ella asumió
tácitamente la opción por el voto en blanco y prefirió abundar en los fundamentos para
una expresión independiente.815
El 15 de junio Arismendi intervino en la clausura de un acto realizado en Sofía,
Bulgaria, en conmemoración del centenario de Giorg Dimitrov. «Quizá sea entre las
aportaciones de Dimitrov y el VII Congreso, la lección de la unidad en la brega por la
democracia y la liberación nacional, la más palpitante y actual», propuso allí el secretario
general de los comunistas uruguayos. Un signo del presente latinoamericano era
precisamente que «la pugna por la reconquista de la democracia en Uruguay y por abatir
el fascismo en Chile y otros países se extiende y ahonda», mientras «se congrega una

(813)  Archivo Seregni, Mensaje, 10.6.1982.


(814) Silva, Una vida alumbrando…, o. cit., p. 100.
(815)  Archivo Seregni, 1982. Voto en blanco.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

coincidencia de pueblos y gobiernos, de partidos y organizaciones revolucionarias con


partidos nacional reformistas o de inspiración socialdemócrata». Y la conclusión a que
arribaba era rotunda: «En la unidad y convergencia está la clave de nuestro triunfo».816
El texto formó parte del número de julio de 1982 de la revista Estudios. El editorial
estaba escrito por Enrique Rodríguez. Se llamaba «Cerca de noviembre» y no aludía a
ningún camino de expresión independiente de la izquierda en las elecciones internas
de noviembre. Lo que enfatizaba era la voluntad de la dirección frenteamplista en el
exterior de «convertir las convocadas elecciones internas de los partidos tradicionales en
un nuevo plebiscito, en una nueva instancia de lucha y derrota de los planes del régimen
dictatorial».817
Pero el 13 de agosto, el Jornal do Brasil informaba que Seregni estaba definido por
el voto en blanco y el 23 esa misma noticia fue publicada en un boletín de uruguayos
asilados en Suecia llamado Liberación. El 8 de setiembre la noticia estaba también en
un cable de la Agence France Press.818 En el sexto piso de la Cárcel Central también
había distintas opiniones y Seregni aún no había revelado la suya. Igorra estaba
encargado de seguir las trasmisiones de onda corta y le sorprendió lo que estaba oyendo,
comunicándoselo de inmediato a Seregni: «¿Sabe lo que está diciendo la radio, general?
Qué usted dio la consigna de votar en blanco». Igorra recuerda que Seregni lo escuchó
atusándose el bigote y, por toda respuesta, carraspeó.819
Recordó Crottogini a Silva:
Entre la segunda carta de Seregni y nuestra resolución definitiva, pasan unos días porque
estábamos tratando con nuestra gente en el exterior y con algunos que estaban acá. Muchos
intelectuales ponían como excusa que no se había discutido bastante el tema. Querían otra cosa
que hubiera sido un error tremendo. Así que pasan esos días hasta que convencemos a casi todos.
Incluso hay una declaración que dice que se reconoce que la autoridad del Frente Amplio está
radicada en Uruguay, en Montevideo y que ellos son una rama de esto.820
Según Aguirre Bayley, la resolución definitiva a la que alude Crottogini se tomó el
9 de setiembre en una reunión de la que participaron también Adolfo Aguirre González,
Hugo Batalla, José Pedro Cardoso, Roberto Gilardoni, Alba Roballo, Francisco
Rodríguez Camusso y Héctor Pérez Rompani en la secretaría.821 Aguirre Bayley sostiene
que el presidente del Partido Socialista continuaba actuando como nexo con el Partido
Comunista, pero Walter Olazábal declaró a Brecha el 2 de febrero de 1996 que él mismo
participó de esa reunión en representación de este partido y –aunque tenía la directiva
de pronunciarse por el voto programático– se decidió por la desobediencia histórica de
acompañar el voto en blanco. Para Olazábal era un error estratégico dividir al Frente
«contradiciendo a Seregni».822

(816)  «Dimitrov y la actualidad», en Estudios, Roma, julio de 1982, pp. 24-27.


(817)  «Cerca de noviembre», en Estudios, Roma, julio de 1982, pp. 2-11.
(818)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, «Prontuario n.º 272», fs, 27-28.
(819)  Entrevista realizada por los autores a Jaime Igorra, 13.1.2012.
(820) Silva, Una vida alumbrando…, o. cit., p. 100.
(821)  Aguirre Bayley, Frente Amplio. Uno solo…, o. cit., pp. 179-180.
(822)  Gobbi, Carina, «1982-1985: Cacerolas, banderas y dilemas», en Brecha, 2.2.1996, p. 5.

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Capítulo 9 | operar en la fisura

Lily precisó a Barros Lémez su intervención en todas aquellas instancias:


Costó en el exterior enormemente. Fuimos a México, a España, a Holanda a explicar la
necesidad, la razón, de mantener el espacio frenteamplista, y claro, estaban tan embalados con la
«Convergencia», estaban tan alejados de la realidad interior, que los de la «Convergencia» no lo
entendían, no entendían el voto en blanco.823
El calor del debate pudo ambientar comportamientos peligrosos. El capitán aviador
Gerónimo Cardozo, que había logrado eludir la suerte de otros miembros de la Corriente
1815 con el auxilio de la embajada de México, contó al periodista Raúl Legnani que fue
destinatario de una de las dos cartas que Seregni había dirigido a los frenteamplistas en
el exilio promoviendo el voto el blanco. Narró Cardozo que al presentarla en la Mesa
Política del Frente Amplio en México, «el Colorado [Luis Echave, representante del
PCU] levantó el teléfono y me puso en línea con Hugo Villar (secretario del FA en el
exterior), quien me dio la orden de no difundir la carta hasta que no se expidiera el FA
en el exterior». El aviador, sin embargo, acató a su general y no demoró en difundir
el texto de Seregni con el auxilio de José Neiva Moreira, que empleó para eso la red
de distribución de su revista Cuadernos del Tercer Mundo y de exiliados que, como
Federico Fasano, Guillermo Waksman y Jorge Quartino, «no estaban con la CDU y
tenían sus diferencias con la dirección del FA en el exterior».824
Pudo haber algún intento de convencer en forma más directa al propio Seregni. El 3
de setiembre monseñor Carlos Parteli, arzobispo de Montevideo, acompañado del obispo
y vicario general José Gottardi, visitaron al dirigente ferreirista Alberto Zumarán, en uno
de sus pasajes por Cárcel Central. Al término de ese encuentro Parteli «manifestó que
deseaba –aprovechando la oportunidad– saludar al procesado Liber Seregni Mosquera,
siendo informado el peticionante que dicho procesado recibía visitas normales por parte
de sus familiares, los días establecidos, y que cualquier otro tipo de visitas eran otorgadas
únicamente por el jefe de Policía», reza el parte remitido al coronel Washington Varela,
quien ocupaba ese cargo.825
Pero de acuerdo a la transcripción remitida a la DNII por el Departamento de
Contralor de Radiodifusión de ANTEL, en el programa Panorama uruguayo que
conducía el uruguayo Ricardo Saxlund y emitía Radio Moscú de 20.47 a 20.57, se había
informado que Arismendi, en el sexagésimo segundo aniversario de su partido celebrado
en la sede de la Unión Nacional de Escritores y Artistas Cubanos, en La Habana, había
pronunciado un discurso rechazando
[…] la campaña anticomunista, con la que se pretende dividir al Frente Amplio, y adjudicar a
los comunistas uruguayos la decisión de votar por determinadas candidaturas. «Los comunistas
somos fieles y firmes integrantes del Frente Amplio y bregaremos por el éxito de la resolución

(823)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 136.


(824)  Legnani, Raúl, Gerónimo Cardozo. Militar, demócrata y frenteamplista, Montevideo, Fin de Siglo,
2014, pp. 69-70.
(825) Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, «Prontuario n.º 272», «Parte especial de información
n.º 001/982», 11.9.1982.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

por consenso tomada por el Frente Amplio, en el sentido de exhortar a votar en blanco el 28 de
noviembre próximo».826
El 19 de octubre, el semanario demócratacristiano Opción anunció la creación de
la Comisión Nacional de Ciudadanos por el Voto en Blanco. Aunque en su integración
predominaban militantes del PDC, había también notorios representantes de sectores
frenteamplistas (como el socialista Carlos Gómez Haedo, el militante de la 99 Héctor
Fabregat o los independientes Oscar Bottinelli, Ruben Figueroa y Alejandro Paternain).
Al día siguiente, los doce miembros de la Comisión fueron detenidos. Pero todavía el 24 de
noviembre los funcionarios de la DNII consignaban que debían despegar autoadhesivos
de los semáforos que anunciaban que «El Frente Amplio vota en blanco por amnistía
general, libertades democráticas, asamblea constituyente [y] soluciones económicas».827
También por las transcripciones del Departamento de Contralor de la Radiodifusión
puede saberse que el sábado 27 de noviembre, desde la capital soviética Panorama
uruguayo informaba que:
En la madrugada de ayer, viernes, y a pesar de reiterados anuncios de inflexible mantenimiento
de esa política [la de un tipo de cambio regulado oficialmente de acuerdo a cierta «tablita»],
se acordó una ruptura total del esquema, con liberalización de la cotización del dólar y otras
medidas que provocarán un abrupto salto inflacionario y una devaluación de la moneda uruguaya
presuntamente del ciento por ciento.
Saxlund también daba cuenta de que Hugo Villar estaba en Brasilia y que desde
allí había ratificado que el Frente votaría en blanco. Por su parte Arismendi, en aquella
jornada de cierre de campaña, había hecho pública su felicitación «a la militancia del
Partido Comunista del Uruguay por su disciplina y actitud unitaria y convergente, en
especial por su fidelidad a las banderas del Frente Amplio».828
Aquel último domingo de noviembre de 1982 acudió a las urnas el 61 % de los
ciudadanos habilitados. Dentro del Partido Nacional sufragaron 619.945 votantes,
mientras que en el Partido Colorado lo hicieron 527.562 y dentro de la Unión Cívica
14.986. Hubo 85.373 votos en blanco. Los que en 1980 se habían pronunciado por el no
eran ampliamente mayoritarios. ACF, la lista de Ferreira, cosechó el 54 % de los votos
nacionalistas. Susana Sienra, viuda del líder nacionalista fallecido en 1988, recordó años
después a Di Candia cómo pasaron esa noche en su casa de Kensington, Londres:
A la una menos cuarto llamó [...] Morelli, con los primeros datos alentadores. Y partir de ahí
empezaron a llegar llamadas una tras otra. [...] Las noticias eran tan fantásticas que se hacían
difíciles de creer. Wilson apuntaba los datos pero no tenia tiempo para estudiarlos porque en
seguida venía otra llamada. Fue el delirio. No vacilo en afirmar que nunca lo vi tan feliz.

(826)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, ANTEL-División Control de Servicios Radioeléctricos-Ge-


rencia Técnica-Departamento de Contralor de Radiodifusión, 2.10.1982, Versión n.º 736, «Radio Moscú» en 9796
KHZ, hora 20.47 a 20.57.
(827)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Departamento n.º 2, «Memorándum Operacional n.º 329-
982».
(828)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, ANTEL-División Control de Servicios Radioeléctricos-Ge-
rencia Técnica-Departamento de Contralor de Radiodifusión, 27.11.1982, Versión n.º 802, «Radio Moscú» en 9796
KHZ, hora 20.45 a 20.55.

198
No resulta difícil imaginar que desde la cárcel Seregni vivió aquella noche con
sentimientos muy distintos. A siete años de aquellas internas, cuando lo entrevistó Barros
Lémez, no lograba aceptar la cifra, hablaba del «milagro de noventa y tantos mil votos en
blanco, en un país que nunca cultivó el voto en blanco».829 «En cierto momento me enojé,
estaba muy amargado», reconoció a Blixen catorce años después. «¿Cómo solo 85.000
de los 300.000 que tuvimos en el 71?», se preguntaba.830
Su duelo fue duradero y tuvo múltiples consecuencias. «La auténtica alegría por el
triunfo popular del 28 de noviembre», escribió a la Mesa Política dos semanas después
de las elecciones internas, «no puede ocultarnos el hecho concreto de que un muy alto
porcentaje de las bases del Frente Amplio no aceptó la decisión de la dirigencia». Para
Seregni no había habido abstención entre los frenteamplistas y por lo tanto «la cantidad
de votos en blanco indica que gran parte de los frenteamplistas sufragó dentro de los
partidos tradicionales, particularmente en ACF». Algunas causas del hecho habían sido
«la existencia de dos posiciones», el «manejo de cada una de ellas», «las desinteligencias
posteriores a la adopción de la decisión interna», «las dificultades de comunicación de
la Mesa Ejecutiva con la Coordinadora del exterior, así como entre dirigencia y bases»,
«la carencia de prensa –no obstante el invalorable aporte de CX 30–, las clausuras y la
represión». Entendía que lo ocurrido imponía «repensar» al Frente Amplio. No creía
que alguien cuestionara «la necesidad –por lo menos– de una íntima coordinación de
las izquierdas». Él seguía creyendo «más valederos que nunca [...] los fundamentos
que condujeron a la formación del Frente Amplio». Pero advertía que «las realidades y
circunstancias actuales pueden conducir a una “forma” distinta de aquella concepción».
En todo caso, advertía: «la tarea de revisión es urgente».831
«Estoy desconcertado y confuso ante la actitud del PC [Partido Comunista] referente
al tema», confesó Seregni en una carta que en abril de 1983 hizo llegar a su amigo y
confidente Pérez Rompani. «Nadie puede haber comprometido o comprometer posición
prematuramente» agregaba aludiendo quizás a un acuerdo secreto entre Arismendi y
Ferreira. «Tenemos que estar lealmente unidos y afiatados. Y tomar todos conciencia
que el bacalao se corta acá; porque es en este teatro donde se juegan las fuerzas y los
actores».832
Entre los papeles ordenados en el archivo que construyó el propio Seregni, esta
carta es antecedida por un documento llamado «Elementos de la discusión del comité
central. Febrero-marzo de 1983». El texto no podía alimentar la sospecha sobre el
acuerdo secreto. En dicho documento del máximo órgano comunista se aclaraba que
«nuestro objetivo no es ser fuerza de apoyo, un estribo, para que tales o cuales accedan
a determinados puestos, ni siquiera en forma transitoria». Pero la distancia de los
comunistas respecto al pensamiento de Seregni parecía seguir siendo rotunda en otros
tramos. «Ya vimos que el planteo del voto en blanco era parcial, limitado, centrado en

(829)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 129.


(830) Blixen, La mañana siguiente, o. cit., p. 132.
(831)  Archivo Seregni, 1982. Análisis crítico de la elecciones internas», 10.12.1982.
(832)  Archivo Seregni, Carta a Héctor Pérez Rompani, abril de 1983.

199
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

la preocupación por la vigencia del FA», se sostenía en el documento y el fundamento


del aserto podía ser aun más inquietante: «Fue el resultado de ver el panorama político
en forma estática, con fuerzas políticas coaguladas y no la situación en desarrollo, con
fuerzas políticas en movimiento, que van haciendo su experiencia y tomando conciencia
en el transcurso de la propia lucha».833
Dos años antes, el Consejo de Estado había aprobado una Ley de Asociaciones
Profesionales que deberían sustituir a los antiguos sindicatos. «Los comunistas
sostuvieron que debía rechazarse de plano porque pretendía dividir y debilitar a los
trabajadores»; en cambio, «los socialistas [...] consideraron que se debía aprovechar el
marco legal por más estrecho que fuese», posición en la que fueron secundados por los
sindicalistas de «La Tendencia» y los democratacristianos, se afirma al respecto en el
libro El sindicalismo uruguayo. El 19 de diciembre de 1981 los trabajadores bancarios
constituyeron su asociación profesional y la iniciativa fue luego ampliamente imitada.
La conmemoración del 1.º de Mayo de 1982 todavía debió encubrirse como celebración
religiosa (ese año hubo misas con ese carácter en las iglesias Tierra Santa y de los
Vascos), pero el 21 de abril de 1983 el coronel Varela autorizó la realización de un acto
público con tal motivo. Esta decisión fue tomada ante una solicitud formal proveniente
de una entidad coordinadora de 37 asociaciones profesionales denominada Plenario
Intersindical de Trabajadores (PIT). El Diario informó que concurrieron al acto 150.000
personas. El tono de los discursos y las consignas del mitin («Libertad, trabajo, salario
y amnistía») no dejaban dudas de que aquellos jóvenes dirigentes sindicales recogían
el legado de quienes habían enfrentado desde sus orígenes a la dictadura con la huelga
general.
Los estudiantes también supieron encontrar una forma legal para organizarse,
constituyendo la Asociación Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública
(ASCEEP). Su presencia fue ostensible en el acto del 1.º de mayo. La Federación
Uruguaya de Cooperativas por Ayuda Mutua (FUCVAM), movilizada desde el año
anterior contra los incrementos en las cuotas dispuestos por el Banco Hipotecario, así
como la organización defensora de los derechos humanos Servicio de Paz y Justicia
(SERPAJ), liderada por el jesuita Luis Pérez Aguirre, participaron también del acto del
Día de los Trabajadores, prefigurando una alianza de movimientos sociales que ponía la
recuperación de la democracia y la amnistía en el centro de sus reivindicaciones.
El 13 de mayo comenzó en el Parque Hotel el diálogo formal entre los representantes
de las Fuerzas Armadas y de los partidos políticos habilitados. Las bases de negociación
que presentaron los militares repetían en forma casi íntegra la propuesta de reforma
constitucional rechazada en noviembre de 1980. Los dirigentes políticos expresaron
su total perplejidad ante esta circunstancia que parecía anunciar fatalmente el fracaso
de la nueva etapa de diálogo. Por si fuera poco, en la misma fecha se libró orden de
detención contra un convencional del Partido Nacional, Carminillo Mederos (h), a raíz
de sus críticas públicas de la gestión del gobierno. Desde La Paz, Bolivia, Ferreira señaló
que el hecho implicaba que no estaban «dadas las condiciones mínimas de respeto

(833)  Archivo Seregni, Elementos de la discusión del comité central. Febrero-marzo de 1983.

200
Capítulo 9 | operar en la fisura

hacia el Partido Nacional para que este participe en la negociación». Tres días más
tarde, en acto organizado por la CNT en Bogotá, Colombia, insistió en que la unidad
de las fuerzas democráticas también debería servir para preservar la democratización
«de aquellos que obsesionados con la idea o con el propósito de lograr algo, estén
dispuestos a concesiones que terminen en entregamientos [...], de aquellos que con tal
de salir no termin[arán] consiguiendo otra cosa que en cierto modo entrar». Ferreira no
identificó a los acusados, pero de sus palabras emergía claramente quiénes esperaba que
fueran sus aliados consecuentes en la salida. En La Paz había dicho que se iba sintiendo
cada vez menos solo. ¿Quiénes estaban con él? En Bogotá, de entre un «montón de
sombras queridas» nombró a Gutiérrez Ruiz y a Michelini –«No puedo pensar el uno
sin el otro. Me parece que hasta estuvo bien que hubiera cierta justicia en la tragedia,
en que ambos cayeran juntos. Hay en eso una hermosa lección de unidad». Nombró
también a los presos políticos («y cuando pienso en ellos, pienso en todos», precisó) y
nombró a Seregni: «¿Cómo no puedo yo sentirme hoy, aquí, o en cualquier lugar donde
se congreguen compatriotas [...] acompañado [...] por el general Liber Seregni? Fue mi
adversario, quizá lo siga siendo –espero que no– [...]», deslizó.834
En Montevideo, luego de fuertes discusiones en el seno del propio ferreirismo,
la postura del líder –trasmitida a través de casetes llegados desde el exterior– terminó
predominando con claridad. Los representantes wilsonistas Fernando Oliú y Juan Martín
Posadas finalmente se retiraron de las negociaciones ante la requisa y clausura del
semanario La Democracia el 20 de mayo. En el marco de un clima represivo y luego
de siete reuniones infructuosas, el 5 de julio los representantes partidarios que siguieron
concurriendo a la mesa de diálogo anunciaron la decisión de suspender las negociaciones
ante las diferencias insalvables entre las partes.
Para entonces Seregni había sido condecorado con la orden Vasco Núñez de Balboa
por el presidente de Panamá Arístides Royo y con la de San Andrés por la República de
San Marino. La ciudad italiana de Cúneo lo había declarado «Ciudadano de Honor», el
Consejo Mundial por la Paz de Helsinski le había otorgado su «Medalla de Oro» y el
Presidium del Soviet Supremo de la URSS lo había condecorado con el premio «Lenin».
La Democracia Cristiana Europea y la Comisión Permanente de Partidos Políticos
Latinoamericanos se habían sumado al reclamo de su liberación. La Organización de
Solidaridad de los pueblos de Asia, África y América Latina (que ya había hecho lo
propio) lo mencionaba como «General del Pueblo», el escritor Juan Goytisolo había
escrito sobre su caso para The New York Review of Books y hasta Bibí Andersson, la
actriz «de Bergman», integraba el comité de personalidades suecas por su libertad.835
En abril de 1983 había sido liberado el general Licandro y la nueva situación
política propició el rumor de que pronto le tocaría a Seregni. «El general Seregni está
en manos de la justicia militar, se le aplicó una pena y tendrá que cumplirla», aseguró
sin embargo el 20 de mayo el entonces ministro del Interior, general Yamandú Trinidad,

(834)  Ferreira Aldunate, Wilson, Discursos, conferencias y entrevistas, Montevideo, Talleres Gráficos Sa-
randí, 1984, pp. 75-82.
(835)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, «Prontuario n.º 272», fs 20, 23, 24, 27, 29-30.

201
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

en una conferencia de prensa realizada el mismo día en que llegaba al Uruguay el Rey
de España Juan Carlos.836 En realidad, muchos indicios permitían conjeturar que la
apertura aún no podía considerarse irreversible. En 1981 solo 16 personas habían sido
procesadas por delitos políticos y en 1982 el número disminuyó a 10, pero del 3 al 10 de
junio de 1983 fueron procesados 27 integrantes de la juventud comunista después de ser
sometidos a feroces torturas. Pese a todo, para el décimo aniversario del golpe más de un
millar de jóvenes marcharon contra la dictadura por la avenida 18 de Julio.
«A las 19.30 comenzó a reunirse un grupo de personas sobre la acera sur de 18
de Julio y Ejido, los que, a las 19.50 se acrecentaron con otro grupo que venía desde la
Universidad de la República, todos los cuales comenzaron a caminar [...] hacia Plaza
Independencia», refiere el parte de novedades diarias de la DNII correspondiente a esa
jornada. Según el mismo documento, los manifestantes se detuvieron en la esquina de
Yaguarón y
el grupo que marchaba por la acera sur, comenzó a golpear las manos, para luego entonar
diversos estribillos como: «El pueblo unido jamás será vencido», «Se va a acabar, se va a acabar
la dictadura militar», «Seregni, amigo, el pueblo está contigo», «Liberar, liberar, a los presos por
luchar», «En un bosque de la China un milico se perdió, por qué no se pierden todos, la p… que
los parió».837
Seregni explicó a Barros Lémez que «el recinto nuestro [...] no tenía ventanas ni
salidas a la calle». Sin embargo, había un pozo de aire en el medio del edificio y «en
mi celda, contra el techo, una banderola, de esas que se abren hacia adentro y dejan un
espacio muy chiquito [...] pero que permitía que entraran sonidos del exterior». «Nos
turnábamos para pararnos en la cucheta y poner el oído en la rendijita que daba a la
banderola y escuchar [...] el “Seregni amigo”», recordó. «Era palpar, estar viendo, estar
sintiendo, cómo se procesaba una situación y cómo estaba creciendo, ciertamente, un
orden de participación popular que tiene su expresión final en el acto de noviembre».838
Las movilizaciones se potenciaron particularmente a partir del 10 de agosto,
cuando los políticos opositores y las organizaciones sociales establecieron una instancia
de coordinación operativa denominada Intersectorial. Quince días después la misma
convocó a una jornada nacional de protesta que se materializó en un estruendoso
caceroleo. El 23 se repitió el estruendo, el 30 de octubre se celebró en las calles la
reinstalación de la democracia en Argentina y el 25 de setiembre ASCEEP cerró la
Semana del Estudiante con una marcha multitudinaria. El 9 de noviembre, contradiciendo
una prohibición expresa del Ministerio del Interior y desoyendo el intimidante mensaje
que por cadena de radio y televisión había realizado el ministro la noche anterior, el PIT
intentó marchar por 18 de Julio. «Hubo lesionados, contusos y arrestos masivos», se
refiere en El sindicalismo uruguayo, pero también que en el medio sindical la evaluación
de lo ocurrido era que «la clase trabajadora había perdido el miedo».

(836)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, «Prontuario n.º 272», f. 30.


(837)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, «Parte n.º 179/983. Montevideo, junio 28 de 1983. Parte de
novedades diarias registradas entre las 6:00 horas del día de ayer y las 6:00 del día de la fecha».
(838)  Barros Lémez, Seregni, o. cit.., p. 138.

202
Capítulo 9 | operar en la fisura

Durante esta etapa Seregni, sin abandonar su correspondencia con la Mesa Política
(del 1.º de setiembre es la carta en que describe una estrategia apoyada en la concertación
de las fuerzas opositoras, la movilización popular y la negociación con el régimen),839
decidió aprovechar la circunstancia de que Pérez Rompani viajaba a España para darle
la misión de entrevistarse con Arismendi e intentar solucionar los desacuerdos existentes
con el Partido Comunista. El general advirtió a su amigo el 15 de setiembre que, estas
desavenencias «no se solucionaron después de las elecciones».840
Roger Rodríguez narró en su contribución a ¿Requiem para el movimiento sindical?
que tres días antes de esas líneas, por ejemplo, los dirigentes sindicales que respondían al
Partido Comunista habían convocado a un paro general que la mayoría de la dirigencia
del PIT descartó. «Afirmaban directamente que los verdaderos dirigentes sindicales
estaban en el exterior», recordó para esa pesquisa el socialista Daniel Martínez, entonces
dirigente del sindicato de los trabajadores de ANCAP.
En su respuesta a Seregni, Arismendi atribuyó los desbordes sectarios como aquel al
«apresuramiento de algún muchacho inexperto» que había sido «corregido a tiempo por
expertos con quienes he tomado mucho mate en la vida». Pero lo esencial del intercambio
estuvo dirigido a aclarar que los comunistas no estaban afiliados a ninguna estrategia
posfrentista. Arismendi recordó que «cuando los dirigentes del PDC, Erro y otros grupos
de personas proclamaron que el FA estaba perimido [...], nos batimos sin cortapisas por su
vigencia», aludiendo a las jornadas de Berlín del año 1977. Insistió en que la Convergencia
Democrática era, para los comunistas, un organismo para denunciar la situación uruguaya
ante la comunidad internacional, que por eso no habían acompañado la iniciativa de Juan
Raúl Ferreira de crear comités de la organización en el interior del país y que –en lugar de
eso– estaban organizando «500 reuniones» para rendir homenaje a Seregni entre el 11 y el
17 de diciembre.841
Hay que anotar que para entonces la movilización opositora había alcanzado su punto
más alto con la realización, el 27 de noviembre, del acto político más concurrido de la
historia del país. En el estrado habían coincidido desde Ulises Pereyra Reverbel hasta Lily
Lerena de Seregni. El lema había sido «Por un Uruguay democrático sin exclusiones».
Su contundencia había provocado una ofuscada respuesta del general Álvarez (llamó
«cambalache» al estrado), quien además parecía dispuesto a obstruir la reapertura del diálogo.
Un mes después el Partido Nacional proclamó a Ferreira como candidato a la presidencia y
las autoridades dictatoriales reaccionaron reiterando el pedido de captura que habían emitido
contra él. El 18 de enero de 1984 el PIT realizó un paro general del que los dirigentes de los
partidos tradicionales tomaron distancia. El gobierno había respondido imponiendo medidas
prontas de seguridad y decretando la disolución de la novel organización sindical.
Para Arismendi,
los manejos para calmar las movilizaciones, las condenas al paro, expresan [...] cierto compromiso
con sectores de la dictadura como base para nuevas negociaciones. Wilson proclama que no, pero

(839)  Archivo Seregni, 1983. Concertación, movilización, negociación, 1.9.1983.


(840)  Archivo Seregni, Carta a Héctor Pérez Rompani, 15.9.1983.
(841)  Archivo Seregni, Carta de Rodney Arismendi a Héctor Pérez Rompani, 5.10.1983.

203
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

su directorio sigue haciéndolo: no es casualidad su no apoyo explícito al paro. [...] W. por su


parte sueña en su hegemonía política al estilo de Perón, desea triunfar aun con aventuras políticas
como su candidatura, aunque estoy seguro que se retirará dos meses antes, poniendo un hombre
de su confianza [...] para repetir luego la operación Cámpora.
EL líder comunista creía que Ferreira soñaba «con arrastrar masas independientes y
negociar con la izquierda desde posiciones de hegemonía, incluso con vistas a su “futuro
gobierno”». Tampoco se le escapaba que Sanguinetti deseaba «la participación de la
izquierda en la elección, pensando facilitar su triunfo frente a W»., según escribió a
Seregni dos días antes de su liberación.842
Esta ocurrió finalmente el 19 de marzo de 1984 y constituyó un hito muy relevante
de este tramo final de la dictadura transicional. Desde febrero la situación se había
distendido: el general Julio César Rapela había declarado no descartar la legalización
del PDC y de algún otro partido de izquierda y los contactos entre los militares y los
dirigentes opositores eran cada vez más notorios. En el seguimiento de los partes diarios
de los servicios de la DNII se advierte con claridad como la noticia sobre la inminente
liberación del líder frenteamplista se había filtrado muchos días antes de que esta
finalmente se concretara. Varios documentos del repositorio de la DNII relatan en detalle
los pormenores de aquel histórico 19 de marzo. Uno de los más significativos es un
memorándum operacional de ese día que en su primera parte señala lo que sigue:
Con motivo de la puesta en libertad del líder del Frente Amplio Liber Seregni, un Sr. Oficial y un
Chofer en VW se instalan como observadores en San José y Yaguarón, a la vez un motonetista
recorre la Av. 18 de Julio en (toda) su extensión con igual cometido. A la hora 16.50 en la
acera frente a la J. P. M. [Jefatura de Policía de Montevideo]. 11 reporteros gráficos en actitud
expectante; posteriormente a la hora 17.30 unos 50 n/n se encuentran frente a Jefatura por la
calle San José. A la hora 17.40 sale Liber Seregni de J. P. M. en Brasilia de color blanco [...]
acompañado de sus hijas, dirigiéndose a su domicilio donde arriba a la hora 17.49. En Bulevar
Artigas y Bulevar España unos 80 o 100 n/n entonando cánticos se acercan al domicilio, en tanto
los vehículos hacen sonar las bocinas. A la hora 17.55 Liber Seregni sale al balcón y cantan «El
Pueblo unido jamás será vencido», el público afluye de diferentes direcciones, portando banderas
del Frente Amplio, estimándose 200 n/n en el lugar que obstaculizan el tránsito. A la hora 18.07
Liber Seregni sale nuevamente al balcón con sus dos abogados, Clavijo y Batalla, como así
también el Dr. Crotogini. A las 18.20 la prensa escrita y de televisión entran al domicilio de
Seregni [...], mientras continúa afluyendo público en forma masiva. A la hora 18.40 ya se calcula
el público en unas 2000 personas, que entonan el himno del Frente Amplio y cánticos conocidos.
Hora 18.50 sale Seregni nuevamente al balcón, esta vez provisto de un megáfono y hace uso de la
palabra, donde habla de «Amnistía», «del Frente Amplio», etc. Posteriormente a la hora 19.20 se
enciende un reflector perteneciente a la televisión, alumbrando uno al departamento de Seregni
y otro en dirección al público presente.843
En el seguimiento del relato y de las formas de este memorándum resulta evidente
que los «observadores» estaban asistiendo a un tipo de evento cuyo registro los
desbordaba, de acuerdo a sus pautas tradicionales de trabajo. Trataban de individualizar
con poca suerte a la gente que confluía en el lugar, anotaban al pasar algunas matrículas

(842)  Archivo Seregni, Contestación de Rodney Arismendi a Héctor Pérez Rompan, 17.3.1984.
(843) Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Departamento n.º 4, «Memorándum Operacional N.º
079/984», 19.3.1984.

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Capítulo 9 | operar en la fisura

de autos que se detenían o que tocaban sus bocinas, trataban de descifrar con dificultades
la letra detallada de los cánticos y de las consignas. Algunas de estas ya las habían
comenzado a conocer por las movilizaciones de los últimos dos años, pero surgían otras
que desconocían, pues su origen se retrotraía a más de una década atrás, en los tiempos
de la fundación del Frente Amplio.
Desde el balcón de su apartamento de Bulevar Artigas, megáfono en mano y cuando
la audiencia expectante y enfervorizada cesaba sus ovaciones, la voz de Seregni volvía a
sonar en la escena pública y el funcionario de la DNII la registró: «Solo quiero decirles
esto, han pasado diez largos años; salgo con la conciencia tan tranquila como entré; salgo
más firme, más convencido de nuestros ideales, salgo más decidido que nunca».
En la ratificación de su compromiso, Seregni definía todo un talante político:
Es momento de expresar una tremenda alegría, es momento de pensar en el camino que tenemos
que transitar hacia delante. [...] Por eso compañeros pedía recién a ustedes, ni una palabra
negativa, ni una sola consigna negativa. Somos y seremos una fuerza constructora, obreros de la
construcción de la Patria del futuro.844

(844)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Departamento n.º 4, «Memorándum Reservado. Ref: Liber-
tad de Liber Seregni. Hechos sucedidos. Se informan», 20.3.1984.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

206
Capítulo 10 | frío de primavera

Capítulo 10
Frío de primavera
«A menudo reflexiono sobre la experiencia boliviana [...], sobre la peruana de estos
últimos tiempos, y me desvelo pensando si existirá un sino desgraciado que hace
inviable la unidad de las izquierdas en América Latina.»
Liber Seregni, 5 de agosto de 1987.

En su discurso del balcón, Seregni habló de las veces que había soñado con
el momento de la libertad. Pero«una cosa es soñarlo y otra cosa vivirlo», había
advertido. Él era un «hombre de la costa» y su primer deseo era volver a ella, pero
entre su apartamento y la rambla estaba la calle. Durante ocho años su horizonte
había estado a «centímetros de distancia» y ahora «era muy larga la calle, era larga y
había bocacalles». «Yo tenía cierta angustia», confesaría. Al final del camino estaba
la Playa Ramírez: «Me descalcé, me remangué los pantalones, caminé por la arena
y me metí un poco al agua. [...] Son las grandes sensaciones táctiles que uno tiene
con las patitas». Como explicó entonces, la cárcel agudiza unos sentidos y adormece
otros: «El tacto se va perdiendo y después cuesta recuperarlo [...]. Tu mujer, estar
junto a ella, poder tocarla. [...] Una cosa tan linda como esa, uno no puede resignarse
a perderla».
Algunos de los jóvenes que se habían instalado en frente al apartamento de Seregni
para esperar la libertad (José Bayardi, Fernando Lorenzo, Martín Odriozola, Luis
Osimani, Fernando Pellicer, Marcelo Pereira e Ignacio Seré) terminaron formando el
comité «el pastito». «Constituyeron el gran equipo organizador de la vida durante la
salida y durante los días subsiguientes», recordó el general. Dormían en el pasillo y
la cocina, ingerían las milanesas que freía Lily, la desesperaban buscando micrófonos
ocultos y regulaban las visitas. Pero también existía un comité político informal (que
integraban algunos dirigentes entre los que se encontraban Carlos Cassina, Edwin
Bentancur, Wilfredo Penco y Germán D’Elía), que era quien «filtraba» y seleccionaba
las visitas al apartamento del general, en coordinación directa con el secretario político
de Seregni, Oscar Bottinelli.845 El mismo 19 de marzo dejaron entrar a las autoridades
del Partido Colorado y del Partido Nacional pero el flujo era interminable y terminaron
negándole el paso, entre otros, a la actriz China Zorrilla.846 Tampoco pudieron trasmitirle
personalmente su alegría el presidente de la Convergencia Democrática, Juan Raúl
Ferreira, ni su padre, Wilson Ferreira, que telefonearon esa misma noche a la casa del
Seregni desde México y Londres.847

(845)  Entrevista de los autores a Wilfredo Penco, 12.8.2016.


(846) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 339, 348-349.
(847)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.

207
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Seregni tenía prohibida toda actividad profesional («fueron los compañeros de los
distintos grupos los que se cotizaron y me pagaron todo ese tiempo», dijo en Mano a
mano) y por supuesto que le permanecía vedada la acción política.848 Sin embargo, el
21 de marzo ya daba una conferencia de prensa y concedía entrevistas a los medios.
La DNII dejaba constancia de las múltiples reuniones que mantenía y de que su sola
presencia –en la caravana de bienvenida al cantor Alfredo Zitarrosa, en el acto del 1.º de
Mayo, en los recitales con que Zitarrosa y Los Olimareños celebraron sus regreso o el 20
de mayo, ante las tumbas de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz– generaba fuerte
impacto popular y constituía un hecho político innegable.849
Mientras tanto, las movilizaciones opositoras eran incesantes y la bandera del
Frente Amplio flameaba en todas ellas. La primera semana de junio, el general Julio
César Rapela, desde febrero ministro del Interior, citó a Seregni a su despacho. «Yo,
seco», narró Seregni a Butazzoni, pero Rapela le ofreció algo que los hábitos castrenses
prohíben ante un oficial degradado: su mano. «Le pido que se sujete usted a la situación
jurídica en que se encuentra», demandó el ministro. «La realidad es otra, señor general,
[...] los hechos son más porfiados que [...] los reglamentos. Yo voy a seguir [...] porque
es mi responsabilidad», recordó haber respondido Seregni.850 «Tras la entrevista Seregni
y Rapela conversaron respecto a la posibilidad de realizar declaraciones a la salida del
Ministerio y el presidente del Frente Amplio fue expresamente autorizado», informó
entonces Aquí, el nuevo semanario demócrata cristiano.851
Otros planos de la actividad del general se realizaban con más reserva. El paro del
18 de enero había motivado el retiro de los colorados de la Intersectorial y en marzo
el Partido Nacional había declarado «inútil e inconducente todo intento de alcanzar
un acuerdo político con las Fuerzas Armadas». El primer propósito de Seregni fue
recomponer el frente opositor. «Personal de esta [repartición] logró establecer que el día
de ayer se reunió la denominada “Interpartidaria”», decía el parte de novedades diarias
firmado el 11 de abril por el director de Información e Inteligencia, inspector mayor
Máximo Costa Rocha. En la reunión «propiciada por Liber Seregni» habían estado,
además del anfitrión, los colorados Julio María Sanguinetti y Enrique Tarigo, los blancos
Gonzalo Aguirre, Guillermo García Costa y Alembert Vaz, los cívicos Juan Vicente
Chiarino y Humberto Ciganda y el frenteamplista José Pedro Cardoso. El encuentro
duró cinco horas pero había un motivo de disensión irreductible: para los nacionalistas
la desproscripción de Ferreira era condición sine qua non de cualquier posible acuerdo
con los militares.852
Hacía poco más de un mes Ferreira había escrito al profesor Juan Pivel Devoto,
presidente del directorio blanco, que «en estos momentos el Partido Nacional es el dueño
de la situación», según el texto de la carta publicada por Achard. «Si se afirma que el

(848) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 339, 348-349.


(849)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, fs. 35-37 y «Memorándum Reservado,
8 de abril de 1984».
(850) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 347.
(851)  «Habla Seregni: “No habrá revancha”», Aquí, Montevideo, 12.6.1984, pp. 3-4.
(852)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, «Parte n.º 179/984. Montevideo, abril 11 de 1984».

208
Capítulo 10 | frío de primavera

Partido no concurrirá a elecciones fraguadas y se sabe que el gobierno no puede [...]


convocar a elecciones en las que no intervenga el Partido Nacional, se tiene la batalla
ganada de antemano», argumentaba el caudillo blanco. Ferreira entendía «que ante una
oposición inflexible el gobierno no tendría otro camino que ceder» pero se mostraba
dispuesto a conceder en alguna materia y además en los plazos: «no buscamos venganza,
desde luego, ni siquiera desquite y [...] en la búsqueda de la felicidad nacional no es
imposible pensar que el porvenir puede y debe ser comprado aun con el sacrificio de la
justicia», advertía. «Me parece factible reunir firmas [...] para un proyecto de reforma a
plebiscitar en noviembre [de 1984], según el cual el gobierno elegido deberá convocar
a nuevas elecciones», proponía el caudillo nacionalista. La reforma estipularía que
presidente y vicepresidente se elegirían –desproscripciones mediante– en 1986.
Tres días antes de la liberación de Seregni, Pivel había presentado esa última
propuesta a los militares. Seregni se enteró cuando cumplía su segunda jornada en
libertad porque –bajo reserva– se lo había informado Sanguinetti.853 Los nacionalistas,
que querían su apoyo para esa salida, solicitaron una audiencia al comité de «el pastito».
Seregni estaba en Parque del Plata y recordó que:
Estos bandidos citaron a la delegación de los blancos en un café, les hicieron una manganeta:
los entraron por una calle, los sacaron por otra, después los subieron en un auto y fueron por la
ruta 11... ¡No sabían adónde iban! Y claro, estaban nerviosos... Y estos les decían «Ya vamos a
llegar, ya vamos a llegar». Todo con mucho secreto [...], dando unas vueltas bárbaras... Y a mí
me cambiaron de casa, me llevaron a una casa en La Floresta. Y al final, cuando llegaron todos
en el auto, uno de mis muchachos se arrimó y me dijo:«General, aquí se los traemos mansitos».
«Yo les dije que a mí, personalmente, no me parecía el momento apropiado, porque
no se salía de una dictadura con un plebiscito», recordó haber respondido Seregni al
planteamiento que finalmente le realizaron Aguirre, García Costa y los otros dos o tres
dirigentes que integraban la comitiva.854
De todos modos, el Frente Amplio otorgó libertad de acción a sus adherentes
respecto a la campaña de recolección de firmas en apoyo a aquel plebiscito pero la
convergencia espontánea de ambos sectores en las movilizaciones antidictatoriales
dejó de ser tan fluida como antes. Ferreira que desde el 23 de abril estaba en Argentina,
quiso reunirse con Seregni y para eso manejó distintas alternativas, que incluían hasta
una reunión secreta en la frontera del río Uruguay. El líder frenteamplista respondió,
según dijo a Barros Lémez, «que no iba a salir del territorio nacional porque era como
poner la cabeza en el degolladero». Algunos interlocutores pensaron en un encuentro
clandestino en alguna estancia del centro o del norte del país. «Se habían barajado

(853) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 138-139.


(854) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 351. Seregni ya había realizado este relato a Barros Lémez
(Seregni, o. cit., pp. 159-161). En esa ocasión el general recordaba que la propuesta de Ferreira le fue comunicada
en una reunión realizada en el apartamento de Seregni de la que, además de Sanguinetti, participaron Enrique
Tarigo, Jorge Batlle, José Luis Batlle y alguien más. En esa oportunidad dijo que su respuesta a la delegación na-
cionalista que le pidió su apoyo fue: «Una dictadura no se vence pidiéndole a ella un plebiscito. Esto es distinto a
lo del año ochenta. No es el pedido para volver a la institucionalidad democrática. Tenemos que proceder por otra
vía, que es la de acumulación de fuerzas, que no se presenta así».

209
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

distintas hipótesis», rememoró Seregni pero «ninguna de ellas se pudo operar».855 Las
diferencias entre ambos líderes de la oposición más franca al régimen dictatorial, que
ya habían empezado en 1982 con el debate sobre el voto en blanco, recrudecían en el
momento culminante de la pulseada de 1984.
El 2 de mayo Ferreira resolvió su regreso a Uruguay. Tomo un ejemplar del libro
que reunía sus discursos del exilio y escribió una dedicatoria («A Liber Seregni, General
del pueblo, y por lo tanto mi General, con un abrazo muy afectuoso») y lo envió a
Montevideo.856 El 25 de mayo, desde Concordia, anunció que regresaría al Uruguay a
pesar de la orden de captura librada en su contra.
Participación, una revista frenteamplista que había empezado a editarse en
Montevideo ese año, anunció su discrepancia con quienes convocaban a una movilización
para recibir a Ferreira. Alegaba su editorial:
No estamos dispuestos [...] a constituirnos en carne de cañón de una movilización que no levante
las consignas de unidad que generó por ejemplo la concentración del 27 de noviembre del año
pasado. [...] En esta oportunidad, lamentablemente, la situación es distinta. Aparentemente lo
que se está buscando es promocionar a una figura personal desviando los objetivos primarios
que son –que duda cabe– las desproscripciones totales, la Amnistía general e irrestricta, la plena
vigencia de los Derechos Humanos y la concreción de un clima apto para que en noviembre
tengamos un acto eleccionario acorde con la rica tradición civilista y libertaria que tiene nuestra
Nación.857
Sin embargo, José Germán Araújo, como dirigente frentamplista, acompañó a
Ferreira en su regreso y en gesto de bienvenida –recordó Seregni a Barros Lémez–«la
masa frenteamplista llenó la avenida Agraciada de punta a cabo».858 «Hubo algunos que
pensaron que el régimen se caía (y por eso fue el paso político dado), se desplomaba y
desaparecía con la simple presencia de Wilson Ferreira acá», señaló.859 A su juicio, se
equivocaban y mucho. El dirigente y su hijo Juan Raúl fueron detenidos y recluidos.
Wilson fue internado en aquel cuartel de Flores donde Seregni, casi medio siglo antes,
había iniciado su vida militar.
Según los funcionarios de la Dirección de Información e Inteligencia de la Policía
la reunión de la Multipartidaria que tuvo lugar diez días después fue tormentosa. Seregni
habría señalado «que quería dar a conocer en el tono más firme, la mala intención de
algunos de los presentes en la reunión, dirigiéndose en forma ostensible hacia el sector
del Partido Nacional, por lo que consideró una “jugada sucia” contra su persona y contra
el Frente Amplio».

(855)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 164-165.


(856)  Juan Raúl Ferreira, «Wilson y Seregni», La República, 5.5.2008, p. 24; Juan Raúl Ferreira, «Historia
de un objeto testigo de nuestra historia», La República, 11.5.2009, p. 9. El libro, con la dedicatoria especial de Wi-
lson, aparecería años después en una librería. En el segundo de los artículos referidos se narra su increíble historia:
el libro fue comprado por un español y llegó al presidente de las Cortes españolas, quien decidió enviarlo –repa-
triarlo– al Poder Legislativo uruguayo. El libro hoy es atesorado en la biblioteca del Palacio.
(857)  «Por qué no iremos al puerto», Participación, Montevideo, 7.5.1984, p. 3.
(858)  En realidad los organizadores del acto establecieron con claridad los lugares de la avenida que cada
partido ocuparía esa mañana del regreso de Wilson Ferreira. Entrevista de los autores a Wilfredo Penco (11 de
agosto de 2016).
(859)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 165.

210
Capítulo 10 | frío de primavera

«Ustedes pensaban que trayendo a Wilson provocarían una [...] división en el seno
de las Fuerzas Armadas, pretendían un enfrentamiento del pueblo contra el gobierno,
provocando la caída del gobierno, pero en nada eso se cumplió», habría dicho el general.
Dirigiéndose específicamente a los representantes de Por la Patria había dicho también
«que si se habían metido en un brete sin salida [...], nunca podían haber asumido
actitudes contrarias a un honorable cuerpo de representantes partidarios» y, sin embargo
él tenía conocimiento «que dirigentes blancos se comunicaron con integrantes de la
Mesa y el Plenario del FA a efectos de hacerles cambiar de posición, presionándolos
para que cambiaran la posición negociadora del Frente Amplio». García Costa había
querido entonces replicar pero Seregni irritado lo acalló: «Con usted es el primero, usted
me va a negar a mí que habló con Rodríguez Camusso». «Usted es el segundo y me
extraña que usted –presbítero– tome esa actitud», habría dicho inmediatamente después,
cuando el que quería hablar era Juan Martín Posadas, y después había sacado una lista
de su bolsillo con la lista de los frenteamplistas con que Posadas había hablado. Gonzalo
Aguirre quiso entonces terciar, pero no lo fue mejor: «Usted doctor, no se meta –exigió
Seregni–, esto no tiene nada que ver con usted, usted pertenece al Movimiento de Rocha
y esto es con la gente de Por la Patria, que son los que se han desubicado», explicó.
Finalizado el incidente, los presentes habían entrado en la materia fundamental de
la reunión que era si se retomaría el diálogo con el gobierno y Alembert Vaz (también
de Por la Patria) habría pedido tiempo para obtener una «respuesta definitiva» de Wilson
Ferreira sobre la cuestión. En definitiva, «todo estaba en manos del loco (sic) y del
Directorio», comentó Gonzalo Aguirre.860 Pero frenteamplistas, colorados y cívicos
entendieron que la suerte estaba echada.861
El propio Seregni fue quien anunció que el Frente Amplio, la Unión Cívica y el
Partido Colorado estaban dispuestos a volver a dialogar con los militares. La noche en
que la televisión trasmitió su mensaje era la víspera del paro cívico del 27 de junio
contra la dictadura, que ratificaría la extraordinaria convocatoria del frente opositor.
La oportunidad elegida y el mensaje dialoguista justo minutos antes –la conferencia de
prensa se celebró bien tarde a la noche– de una de las manifestaciones más unánimes
contra la dictadura, produjo fuertes controversias en filas del nacionalismo ferreirista e
incluso en varios sectores del Frente Amplio. El nuevo diálogo que se abría entonces
insumió un mes y en él no participó el Partido Nacional, ante la prisión y la persistente
proscripción de su máximo líder.
Las negociaciones tuvieron, según Seregni, su día «dramático». El general relató a
Barros Lémez que fue aquel en que se discutieron las futuras competencias de la justicia

(860)  La referencia al «loco», aludiendo a en forma inequívoca a Wilson Ferreira y adjudicando la refe-
rencia a dichos de Gonzalo Aguirre, provienen de un tipo de documento cuya fidedignidad y autenticidad siempre
hay que tomar con pinzas, en tanto se trata de un memorándum secreto de la DNII acerca de una reunión privada.
Queda la duda sobre cómo pudo esta dirección policial obtener una reconstrucción tan aparentemente precisa de la
reunión y en ese caso las hipótesis no son muchas: o había micrófonos ocultos o alguien de los presentes filtró los
detalles de lo conversado. Lo cierto es que, de acuerdo a este tipo de fuentes, fueron frecuentes la distancia y hasta
el menoscabo sobre la figura y la postura de Wilson en varias reuniones interpartidarias de aquellos días y meses.
(861)  Jefatura de Policía de Montevideo, Dirección de Información e Inteligencia, Sección Análisis de la
Información, «Memorándum secreto n.º 091/984, Montevideo 29 de junio de 1984, Ref: Reunión multipartidaria».

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

militar. «El proyecto que traían las Fuerzas Armadas establecía [...] que además de los
delitos tipificados en el estado de guerra interno [...], competían a la justicia militar todos
los delitos cometidos en actos de servicio o en relación con ellos y aquellos cometidos
dentro de recintos militares». Significaba que sería la «justicia» de las Fuerzas Armadas
la que dirimiría las gravísimas acusaciones por violaciones flagrantes a los derechos
humanos que pesaban contra ellos, jurisdicción que también se mantenía sobre los
civiles imputados bajo subversión. «Me corto la mano antes de firmar eso» habría
asegurado Tarigo y los representantes partidarios participantes resolvieron abandonar
las negociaciones si los militares no retiraban el inciso. Los militares cedieron y el 3 de
agosto, cuando a la salida del encuentro un periodista preguntó al teniente general Hugo
Medina, comandante en jefe del Ejército, si los uniformados concurrirían a declarar en
caso de ser citados por la justicia civil, este respondió con un escueto «Sí, señor».862
Los partidos pactistas se habían asegurado la definitiva confirmación del cauce
electoral de la transición, restringiendo la futura incidencia de las Fuerzas Armadas
y acelerando la liberación de los presos políticos. Por su parte, los militares habían
impuesto la condición nada menor de que ni Ferreira ni Seregni serían candidatos
presidenciales en los comicios de ese año. Y ciertamente la persistencia de la prisión
y de la proscripción de Wilson Ferreira afectaba duramente las chances electorales del
Partido Nacional, quien en lo previo era sin duda uno de los favoritos para competir
en la contienda. El 6 de agosto el directorio del Partido Nacional se pronunció contra
el acuerdo. Al día siguiente, el plenario del Frente Amplio, con 31 votos por sí, 14 por
no y 6 abstenciones, lo aprobó. Ese mismo viernes el semanario Jaque (que respondía
al ala izquierda del coloradismo conducida por Manuel Flores Silva) refería que los
democratacristianos (vueltos a la coalición el 12 de febrero) habían votado a favor. Lo
mismo habían hecho los comunistas, los socialistas, el sector de Rodríguez Camusso, la
99 y el propio Seregni. En contra del acuerdo se habían manifestado la Unión Popular
de Erro, la agrupación Pregón que dirigía Roballo, los GAU de Héctor Rodríguez, los
«Núcleos de Base» inspirados por la emergente figura de Danilo Astori (por entonces un
joven contador y académico que había sido el último decano democráticamente electo de
la Facultad de Ciencias Económicas) y el Partido por la Victoria del Pueblo (organización
derivada de la tradición anarquista, salvajemente reprimida desde su propio nacimiento
en 1975, que había sido aceptada, con voz pero sin voto, en el plenario frentista). Las
abstenciones corrieron por cuenta del F. I. de L., representado en la ocasión por el doctor
Adolfo Aguirre González.863
La noche del 10 de agosto, el Frente Amplio convocó a una concentración en la
Explanada Municipal a la que, según la DNII, concurrieron unas treinta mil personas.864
Allí Seregni fundamentó y «plebiscitó» a mano alzada el acuerdo con los militares.
También señaló lo que a su juicio era una mutación política de importancia para una
organización tradicionalmente situada en la contestación. La participación en las

(862)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 170-171.


(863)  «Frente: 31 votos por sí, 14 por no y 6 abstenciones», Jaque, Montevideo, 10.8.1984.
(864)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, «Parte n.º 284/84. Montevideo, agosto 11 de 1984».

212
Capítulo 10 | frío de primavera

negociaciones había demostrado para Seregni la «profunda vocación de poder» del


Frente Amplio. La influencia alcanzada significaba para él un «extraordinario cambio
cualitativo»: «El Frente Amplio –dijo– sale de la minoría de edad».
En ese mismo acto el líder frenteamplista anunció un programa de cambios que
habría de sustentarse en un acuerdo que excedería largamente a las propias fuerzas de la
izquierda. «La concertación no es solamente para la emergencia, sino también para la
construcción de una nueva sociedad», postuló. De manera consistente con esa idea, sus
propuestas económicas contrastaban, por lo moderadas, con el programa levantado en
el 71: «el Estado deberá modernizarse y dinamizarse para cumplir un papel central en
el proceso económico»; «tenemos que aprender de los errores del pasado y aprovechar
los avances tecnológicos producidos en el exterior [...] para impulsar dinámicamente al
país»; «debemos dar prioridad y seleccionar los complejos agroindustriales dinámicos que
tengan capacidad de arrastrar a la economía a un proceso de crecimiento generalizado»;
todo esto exigía una «nueva inserción internacional», que implicaría una «concertación
con los países y los pueblos de América Latina» capaz de enfrentar «la protección de
los países desarrollados» y «las condiciones leoninas impuestas por los bancos privados
acreedores que usan al Fondo Monetario como instrumento», así como «fórmulas de
complementación con Argentina y Brasil» que facilitasen esa inserción.865
El acto, tanto en sus formas como en los contenidos de sus pronunciamientos, no
dejó de generar «ruidos» en algunos sectores minoritarios del FA en aquellos momentos,
articulados en la llamada Izquierda Democrática Independiente (IDI). A pesar de que
en los otros sectores había también algunos disidentes, las mayorías prevalecieron y
las voces discordantes encontraron muchas dificultades para hacerse públicas. Alberto
Couriel atestiguó que el discurso había sido preparado por el antiguo equipo asesor,
recompuesto desde abril. Ya no era de la partida Methol Ferré, a quien Seregni había
decidido excluir por motivos no explicitados.866
El 20 de agosto fue liberado Juan Raúl Ferreira. Seregni lo llamó. «La conversación
fue muy fría. Me dijo “Bueno, me alegro mucho”, pero era una cosa casi leída. “Este es un
paso adelante. Lo de Wilson no se ha podido concretar pero vamos a seguir negociando”,
agregó», recordó Juan Raúl.867
La campaña electoral fue especialmente breve para el Frente Amplio que recién
desde el 26 de julio, con la rehabilitación formal del PDC y del socialismo, dispuso con
medios legales para participar en ella. La izquierda había sido el blanco principal de la
represión durante la dictadura. La propaganda del régimen y buena parte de su política
educativa habían sido orientadas a eliminar su influencia. Además contaba con unos 4500
proscriptos y gran parte de su dirigencia todavía estaba en la cárcel o en el exilio. Por
otra parte, siempre según Seregni, aún adolecía de «un discurso demasiado radicalizado
(radical no en el sentido verdadero del término, sino llevado al extremo; radicalizado)».
Como explicaría después a Barros Lémez, «cuando se sale de una dictadura, la gente

(865)  Archivo Seregni, Discurso de Seregni en la Explanada Municipal, 10.8.1984.


(866)  Entrevista de los autores a Alberto Couriel, 30.3.2012.
(867)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

no privilegia la aventura. [...] Propicia sobre todo la seguridad». Como ejemplos de


ello refería la entonces reciente transición española, así como la salida del fascismo de
Alemania e Italia. Por otra parte, el elevado promedio de edad de los uruguayos hacía
que estos tuviesen consecuentemente «la mentalidad de la gente madura».868
El resultado de aquellos restringidos comicios de noviembre de 1984 mostró un
electorado con perfiles bastante parecidos al de las elecciones de 1971: colorados y
blancos sumados representaban aproximadamente el 76 % de la ciudadanía. Con 401.104
votos y el 21,3 % de los sufragios emitidos, el Frente había avanzado 3 puntos respecto
a 1971, aunque seguía siendo un tercero lejano. El Partido Nacional con 660.773 votos
y el 35 %: había bajado 5 puntos respecto a igual elección. Los colorados con 777.701
votos habían ganado en forma clara, con el apoyo del 41,2 % del electorado. Entre los
blancos se había consolidado la hegemonía del ferreirismo y entre los colorados la del
nuevo presidente, Julio María Sanguinetti.
Hubo fuertes cambios en la interna frentista: con el 39 %, la lista 99 resultaba
claramente mayoritaria. Los comunistas dejaban de ser la primera fuerza y aunque
habían reclutado nuevos aliados para su sublema Democracia Avanzada (como al
popular conductor radial José Germán Araújo), su cuota parte dentro de la coalición
descendió del 33 al 28 %. Los socialistas quedaron en el tercer lugar, casi duplicando su
votación del 71. El PDC disminuyó seriamente su caudal y aún más lo hizo el espacio de
opinión más o menos afín que le había dado 70.000 votos a Erro trece años antes. Apenas
27.000 sufragios consecharon los sectores identificados con el rechazo al acuerdo con
los militares, agrupados como se ha anotado en la Izquierda Democrática Independiente
(IDI).
Couriel recordó que esa noche no le fue fácil a Seregni convencer a Crottogini (quien
había encabezado la fórmula presidencial del Frente con José D’Elía como vice) que era
necesario ir a felicitar al triunfador.869 «He de ser honesto: con el doctor Sanguinetti
mantuvimos, durante todo ese tiempo y durante gran parte del 85, una excelente relación»,
diría Seregni un lustro después a Barros Lémez.870 Debe anotarse que ese acercamiento
con Sanguinetti coincidió históricamente con el período de distanciamiento creciente y
paralelo que se dio entre Seregni y Ferreira. Por cierto que el apunte no resulta ocioso.
El 30 de noviembre otra mano se tendió hacia la del presidente electo. Precisamente
Wilson Ferreira, liberado ese mismo día, pronunció un vibrante discurso en una ajetreada
Explanada Municipal ocupada por una muchedumbre, en la que no faltaron banderas
frenteamplistas: «Nuestro primer deber, el deber de todos, es asegurar la gobernabilidad
del país, y si no se asegura, enemigos de los cuales creemos habernos librado están
acechando, prontos para aplicar un nuevo zarpazo», señaló el líder nacionalista. En
palabras como esta residía el núcleo argumentativo para fundamentar su ofrecimiento de
gobernabilidad al gobierno electo. En ese clima Sanguinetti instaló en el hotel Columbia
una suerte de gobierno en trámite de asunción.

(868)  arros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 178-180.


(869)  Entrevista de los autores a Alberto Couriel, 30.3.2012.
(870)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., p. 184.

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Capítulo 10 | frío de primavera

La Concertación Nacional Programática (CONAPRO) había funcionado


entre setiembre y noviembre de 1984. En ella los partidos políticos y las principales
organizaciones sociales del país buscaron acuerdos para consolidar el reinicio de la
vida democrática, a partir de un paquete de soluciones prácticas y consensuadas para
sustituir autoridades y establecer marcos de acción mínimamente comunes. Cuando
los economistas de los cuatro partidos lograron un documento común sobre política
económica, el entendimiento general pareció estar al alcance de la mano. Couriel señaló
a los autores que Seregni quedó gratamente sorprendido cuando los delegados del Frente
(Couriel y Astori) le anunciaron su disposición a firmarlo.871
Como presidente en ciernes, Sanguinetti buscó que la oposición participase del
gabinete. Los nacionalistas declinaron hacerlo formalmente pero permitieron que
adherentes a su partido fuesen nombrados para las carteras de Relaciones Exteriores
(Enrique Iglesias) y de Salud Pública (Raúl Ugarte). La Unión Cívica aportó a Juan
Vicente Chiarino como ministro de Defensa. Para los frentistas los acuerdos no eran
tantos ni tan importantes como para aceptar el compromiso. Solicitaron infructuosamente
tener representantes en la Corte Electoral y el Tribunal de Cuentas.872 Sin embargo, por
primera y única vez hasta 2005, se aceptó que tuvieran representación en los directorios
de los bancos de la República y de Seguros, en ANTEL, AFE y en el Instituto de
Colonización. El nuevo gobierno no fue de coalición pero pudo ser tipificado como «de
entonación nacional».
Seregni viajó repetidamente al exterior en aquellos años. Se sentía en la obligación
de cumplir una «peregrinación laica de agradecimiento por todo lo que se ha hecho en
el mundo en solidaridad con el pueblo uruguayo y por mi libertad».873 En ese marco, en
febrero de 1985 pudo regresar a México. Su amigo Guillermo Haro había fallecido pero
el jacarandá que ambos habían plantado en agosto de 1945 para materializar su protesta
contra el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki estaba enorme. «Y al pie del árbol –contó
Seregni–, los mexicanos habían colocado un pequeño monumento: dos cuñas que se
meten en la tierra, con una especie de puente entre ellas y una placa que dice que es “En
recuerdo de Guillermo y de Liber, quienes plantaron este árbol en 1945 para recordarle a
la Humanidad que la vida está por encima de todas las cosas”».
El mismo día de su asunción, Sanguinetti desproscribió al Partido Comunista y
envío al Parlamento su proyecto de ley de «pacificación nacional», con una propuesta
de amnistía para los prisioneros políticos. También se creó una comisión de repatriación
para facilitar el regreso de los exiliados. Para buena parte de los uruguayos fueron días
de fiesta y de reencuentro. El 10 de marzo salieron de las cárceles mil presos políticos
y el 14 fueron liberados los últimos, entre ellos los viejos dirigentes tupamaros que la
dictadura había sometido a la condición de rehenes. En la conferencia de prensa que
dieron al salir anunciaron su compromiso con la «democracia primaveral» que estaba

(871)  Entrevista de los autores a Alberto Couriel, 30.3.2012.


(872)  Recién en 1996 y a través del correspondiente pacto político para posibilitar las venias en el Senado,
hubo representación frenteamplista en estos organismos de contralor.
(873) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 234.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

adviniendo, pero no revisaron su ataque a la «democracia caduca» de mediados de los


sesenta.
Cuatro días después, Seregni habló en un plenario de coordinadoras frentistas
realizado en el Teatro Astral. «Nosotros queremos hacer la revolución», aseguró
con solemnidad. Tras una pausa añadió volumen para agregar: «La vamos a hacer si
hacemos; y no si simplemente hablamos. [...] No podemos ser como hasta ahora un
simple movimiento de militantes. Necesitamos cientos de miles». Por eso, en su concepto
había que «cambiar la mentalidad y los procedimientos», pues una entidad que desease
ser «opción cierta de gobierno y de poder» debía «tomar decisiones y participar en el
gobierno nacional».874
Al otro día partió hacía Moscú donde recibiría la orden «Lenin» de la Paz. Ya
había regresado a Montevideo el día 26, cuando preguntado por un periodista del diario
comunista La Hora sobre si el Frente Amplio incluiría a los tupamaros, respondió:
Las declaraciones de los jefes del MLN son una afirmación de un movimiento de carácter propio,
separado, que nada tiene que ver con el Frente Amplio. El Frente Amplio tiene un perfil preciso,
muy bien definido y su política y su estrategia definitivamente trazada. Si algún grupo solicita
su ingreso, es porque adhiere a los principios, a los procedimientos y a la política trazada por el
Frente Amplio.875
Estaba en Estados Unidos el 8 de mayo, día en que el gobierno dejó sin efecto
su baja del Ejército (que le había sido impuesta el día de su liberación) así como su
«situación de reforma». En adelante volvería a ser también formalmente un general. Lo
mismo se resolvió sobre Licandro. La situación del resto de los militares damnificados
por el régimen tardaría mucho más en resolverse. El 27 de junio estaba en Montevideo
(es inolvidable la fotografía que lo recuerda en la marcha de aquella jornada, del brazo
de Ferreira). Viajó a La Habana en julio junto a una delegación integrada por todos
los partidos para asistir a un encuentro latinoamericano para discutir sobre el problema
común del endeudamiento externo. En agosto estuvo en la Argentina que estaba juzgando
a los miembros de las juntas militares como responsables de secuestros y desapariciones.
De agosto en adelante pasó por Berlín, Praga, París, Madrid, Roma, Belgrado, Sofía y
Zurich. Durante una conferencia de prensa realizada en Madrid se mostró satisfecho por
el desarrollo político del país aunque –según la anotación que se realizó en su prontuario
de la DNII– señaló también que, en materia económica, «en los grandes problemas,
no se produce ningún avance sustancial». El registro siguiente dejó constancia de que
las principales autoridades de la ciudad de Roma lo habían declarado «ciudadano de
honor».876
Seregni regresó de Europa el 5 de octubre de 1985. La democracia transicional
empezaba a encontrarse con sus dilemas centrales. El 12 de setiembre Búsqueda había
publicado declaraciones del teniente coronel José Nino Gavazzo quien afirmaba: «No
concurriré ante un juez civil para ser juzgado por actos de servicio». Y el 23 de octubre,

(874)  Archivo Seregni, «De la liberación de Seregni a la liberación de todos los presos políticos», 18.3.1985.
(875)  La Hora, Montevideo, 26.3.1985, p. 3.
(876)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, fs. 46-50.

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Capítulo 10 | frío de primavera

el mismo medio revelaba que las citaciones judiciales contra militares acusados de
violaciones a los derechos humanos habían sido retenidas «en la órbita del Ministerio de
Defensa». Tres días después, las fuerzas policiales invadieron «a palo limpio» el Instituto
de Profesores Artigas, ocupado pacíficamente por sus estudiantes. Entre los apaleados
estuvieron los diputados Gilberto Ríos (Democracia Avanzada) y Carlos Negro (Lista
99), que estaban dialogando con los estudiantes. Negro, incluso, marchó preso. El día
29 su colega Yamandú Fau interpeló al entonces ministro del Interior, Carlos Manini
Ríos, y logró el apoyo de la bancada nacionalista para votar su censura. En respuesta, a
través de su ministro interpelado, el presidente Sanguinetti hizo saber que disolvería las
Cámaras de procederse a la censura. Los representantes, por 47 votos en 89, declararon
insatisfactorias las explicaciones del ministro. Sanguinetti no decretó la disolución pero
tampoco relevó a Manini Ríos. «En la interpelación Fau... Otra que Fau, fue un gol de
media cancha. Con altura, con serenidad, con argumentos. [...] Se pasó Yamandú», se
apreciaba en la columna «Esta semana» de El Popular, que había vuelto a salir, ahora
como semanario.877
En noviembre hubo un nuevo signo de convergencia entre las principales fuerzas
opositoras: La Democracia publicó el 15 de noviembre un proyecto de ley elaborado por
los senadores Zumarán y Batalla, por el que se buscaba continentar el juzgamiento de
los delitos de lesa humanidad dentro de determinados límites. Pero nueve días más tarde,
cuando se votaron las leyes de refinanciación de la deuda de los productores rurales
(que la brutal devaluación del 82 había multiplicado) y la de creación de la Corporación
Nacional para el Desarrollo, los legisladores frentistas y de la mayoría nacionalista
dividieron sus fuerzas.
Seregni diría a Barros Lémez años después que los nombramientos de Ricardo
Zerbino para el Ministerio de Economía, de Ariel Davrieux para la Oficina de Planeamiento
y Presupuesto y de Ricardo Pascale para el Banco Central habían demostrado la voluntad
de Sanguinetti de incumplir lo acordado en la CONAPRO en el terreno económico y de
mantener la dirección de política económica que había seguido básicamente la dictadura.
De acuerdo a la visión del líder frenteamplista, Zerbino había sido coautor del Plan
Nacional de Desarrollo 1973-1977, adoptado por el gobierno de Bordaberry. Su política
a partir de 1985 sería «la aplicación estricta del modelo neoliberal» que importaba «el
privilegio de los factores financieros sobre los factores productivos».
Su relación con Sanguinetti había entrado en una fase de «serio deterioro» después
de las discusiones sobre la participación del Frente en la Corte Electoral y en el Tribunal
de Cuentas. El presidente la rechazaba alegando que los blancos no la aceptaban.
También se complicaban los vínculos con Ferreira por su apoyo a una solución al
endeudamiento que había «cocinado el equipo de gobierno» y porque después de un
largo trabajo multipartidario acerca de la Corporación para el Desarrollo (que había
empezado en la CONAPRO), «de la noche a la mañana, en una operación que no quiero

(877)  El Popular, 1.11.1985.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

calificar [...], sacan [...] este proyecto que salió, que no tenía nada que ver, que ya nace
sin posibilidades, sin lo que hubiera sido en el espíritu de la CONAPRO».878
El «frente antidictatorial» no era el único que crujía. Un informante de la DNII
comunicó un incidente que habría sucedido en Carmelo el 11 de noviembre, durante
un encuentro de la democracia cristiana en el que estaba presente Seregni. Según esta
versión, cuando se le concedió la palabra al escribano Antonio Sarachu, este habría
comenzado por dirigir duros reproches al líder frenteamplista por permitir la infiltración
del comunismo en las distintas agrupaciones y su dominio del FA, para terminar exigiendo
la expulsión del Partido Comunista y de los grupos radicalizados que integraban el Frente
Amplio. Sarachu habría agregado que Seregni «por los años 1971 se identificó como un
idealista pero actualmente ha sido comprado por el Partido Comunista Uruguayo por
un apartamento, un auto y un giro por una suma importante en dólares». En la elección
de autoridades realizada con posterioridad, Sarachu obtuvo 37 votos y sus antagonistas
solo 6. Seregni y el entonces diputado del PDC, Héctor Lescano, se habrían «retirado
violentamente de la sala, sin saludar a nadie».879
Tres semanas después, el 27 de noviembre, fueron 506 los delegados que se
retiraron del III Congreso ordinario de la central sindical en protesta por «la aplanadora»
con que la mayoría (740 delegados se quedaron) negaba sus poderes a delegaciones
que no controlaba, como la de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas. En el
movimiento sindical, revitalizado por la convocatoria oficial a los consejos de salarios,
se habían venido acumulando tensiones. El celebrado regreso de los viejos dirigentes
presos, destituidos o exiliados tenía otra cara: «La cuestión de cómo se insertarían los
“históricos” en las nuevas estructuras creadas en la resistencia popular a la dictadura fue
un problema que produjo fuertes desgarramientos», señalan los autores de El sindicalismo
uruguayo. El Congreso ordinario de lo que ahora se llamaba PIT-CNT iba a ser además la
primera oportunidad de realizar el balance de lo actuado desde 1971 y había polémicas
pendientes que amenazaban terminar mal. Parecía reinstalarse la discusión sesentista
que enfrentaba la estrategia comunista de las conquistas parciales con la de los grupos
que demandaban la unificación de las luchas. Al mes siguiente se pactó un secretariado
ejecutivo que involucraba a todas las tendencias pero la reunificación efectiva tardaría
más de un año en formalizarse.
Ese 22 diciembre la Comisión de Reestructura del Frente cumplió once meses de
discusiones sin alcanzar acuerdo sobre el nuevo estatuto que regularía a la fuerza. En un
discurso pronunciado en la ciudad de Tacuarembó, Seregni situó el centro del conflicto en
las condiciones requeridas para que alguno de los sectores integrantes del Frente pudiese
obrar con «libertad de acción». Se trataba de «precisar los límites en los cuales el disenso
puede operarse sin lesionar la integridad del Frente», explicó. No había que esconder los
desentendimientos. «Tenemos que airear, ventilar nuestro Frente», exhortaba. «Abrir las
puertas y ventanas de nuestro Frente. No tenemos problemas secretos [...]», sostenía.880

(878)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 184 y 193-194.


(879)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 51
(880)  Archivo Seregni, «Discurso en Tacuarembó. “El FA no oculta sus problemas”», 22.12.1985.

218
Capítulo 10 | frío de primavera

Una semana después, en el discurso que dio el 29 en el Prado, reiteró la idea: «Estamos
aquí al aire libre para traer un aire renovador a nuestro Frente; para airear nuestras ideas
y nuestros problemas, para hacerlo, repito, a cielo abierto». Probablemente uno de los
motivos por los cuales no se había logrado el acuerdo era por haberlo intentado «a nivel
de dirigencias, actuando un poco en círculos cerrados». Se trataba entonces de «resolver
entre todos nuestros problemas», por lo que proponía «practicar en lo interno lo que
pregonamos para la sociedad entera, realizar en lo interno la democracia participativa».881
En 1986 el asunto de los juicios sobre los delitos de lesa humanidad cometidos
por la dictadura se instaló rápidamente en el centro del debate. La justicia militar venía
interponiendo contiendas de competencia ante cada caso de ese orden que se presentara a
la justicia civil. El 4 de abril Búsqueda tituló «Derechos humanos: el gobierno no aceptó
tratar el proyecto de Zumarán y de Batalla. El Ejecutivo vetará eventual ley». El 18 de
mayo, en las celebraciones del Día del Ejército, Medina cuestionó la ecuanimidad de
la amnistía resuelta el año anterior en favor de los presos políticos por excluir de ella a
militares y policías. El 12 de junio Ferreira (que –según ha consignado Carlos Luppi–
venía de tres horas de reunión con Sanguinetti) se reunió con Seregni para discutir el
tema y luego manifestó al semanario referido: «Un solo camino es inaceptable para el
esclarecimiento de las violaciones de los DD. HH. y, por desdicha es el que el gobierno
ha elegido: el de la obstrucción». En la contratapa de Búsqueda de ese jueves, el diputado
quincista Federico Bouza se manifestaba partidario de que su colectividad presentara un
proyecto de amnistía para los militares.
La aplicación de amnistía a los presos políticos había sido parcial: los imputados
de delitos de sangre habían sido liberados pero estaban siendo reprocesados bajo un
régimen especial. También fue morosa. Recién el 16 de julio Seregni fue notificado del
oficio 280 del Juzgado Letrado en Primera Instancia en lo Penal del 8.º turno, por el
cual se declaraba «Definitiva la libertad de que goza y clausurados los procedimientos
a su respecto», de acuerdo al decreto 3300 del 9.12.1985 comprendido en la amnistía
dispuesta por la Ley de Pacificación Nacional.882
Mientras tanto, el conductor radial José Germán Araújo, que había sido electo
senador, propuso el 5 de agosto que se plebiscitara la ruta a seguir sobre los delitos de
lesa humanidad. El mismo día se presentaban las firmas necesarias para convocar una
asamblea del Centro Militar «en defensa del honor de las Fuerzas Armadas». Medina
había arrestado a dos coroneles por participar de la recolección de firmas. Araújo desde
CX30 y el matutino La Hora convocaron a una protesta ante el Centro Militar para el
14 de agosto. Horas antes Medina se reunió con los generales Cristi, Vadora, Queirolo,
Aranco, Hontou y Paulós, con el propósito de desactivar la convocatoria.
Dos días después Seregni estaba en Brasil como integrante de una comitiva que
encabezaba el propio Sanguinetti. Según Achard, en el avión el presidente recriminó
a los opositores por el acto ante el Centro Militar y les anunció su propósito de remitir
al Parlamento un proyecto de ley para amnistiar a los acusados de delitos de lesa

(881)  Archivo Seregni, «A cielo abierto». Mensaje del Gral. Seregni al FA, 29.11.1985.
(882)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 52.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

humanidad. El 29 de agosto concretó la remisión. El 19 de setiembre los nacionalistas


presentaron su propio proyecto que atribuía competencias a la Suprema Corte de Justicia
en la instrucción de los procesos y limitaba los delitos punibles a los casos de homicidios,
lesiones gravísimas, violación y desaparición de personas. Diez días después, en la
votación del Senado, ferreiristas y frentistas derrotaron juntos la propuesta del gobierno.
En las negociaciones políticas posteriores se habría planteado la fórmula de que
los juicios corrieran por cuenta de un tribunal especial. Seregni propuso en cambio
delimitar «delitos imperdonables» (desaparición de niños, homicidio, violación de
mujeres) y aportar garantías de reserva para que los juicios no dieran lugar al vilipendio.
«Estuvimos a un tris de lograr una solución», diría a Blixen, incluso el gobierno había
manifestado aceptar esa salida. La diferencia habría aparecido «en el tramo final». Los
frentistas defendían la idea de que los militares fueran juzgados por tribunales civiles
pero, siempre de acuerdo con la versión de Seregni, los ferreiristas querían integrarlos
con jueces militares.883
En una entrevista otorgada a Cuadernos de Marcha el 26 de diciembre, Seregni
dijo que «el Partido Nacional no quería acordar con nosotros sino con el gobierno».884
En el mismo número de la revista, Zumarán lo admitía de modo indirecto: «¿De qué
servía un proyecto blanco-frentista [...] que el presidente iba a rechazar?».885 El 8 de
octubre los blancos presentaron su proyecto –que seguía dejando abierta la posibilidad
de que hubiera jueces militares– con carácter de grave y urgente, por lo que había que
tratarlo «sobre tablas». «Era un acto de prepotencia política, fue por eso que nosotros no
lo votamos», explicó Seregni a Barros Lémez.886 En una actitud que generó polémicas
dentro y fuera de la coalición de izquierdas, esa noche los frentamplistas votaron junto a
los colorados resultando rechazada la propuesta nacionalista.
El 17 de noviembre Búsqueda publicó que «fuentes militares» aseguraban que tras
la firma del acuerdo del Club Naval, los mandos habían trasmitido a las distintas unidades
militares las seguridades de que no habría juzgamiento para quienes hubieran actuado
cumpliendo órdenes. Diez días después, el gobierno anunció una nueva cumbre de los
dirigentes de los partidos que ocurrió el 1.º de diciembre. En la entrevista de Cuadernos,
Seregni aseguró que ese día se rompieron «las reglas del juego del sistema político».
De la reunión había participado Medina y Ferreira había logrado que este respondiese
afirmativamente a la pregunta sobre si el militar «había dado por sobrentendido que no
habría revisionismo después del pacto». «El propósito de la reunión era facilitar el cambio
de posición del Partido Nacional», valoraba Seregni en el reportaje mencionado. En su

(883) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 155.


(884)  Arocena, Rodrigo y Quijano, José Manuel, «Entrevista a Liber Seregni. La oposición contra la pa-
red», Cuadernos de Marcha, enero de 1987, pp. 69-73.
(885)  Quijano, J.M., «La política de alianzas. Entrevista a Alberto Zumarán», Cuadernos de Marcha, enero
de 1987, pp. 61-68.
(886)  Barros Lémez, Seregni, o. cit., pp. 205-206.

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Capítulo 10 | frío de primavera

concepto, el mismo fin habría tenido la polémica televisiva convocada por Prioridad, un
programa político conducido por Omar De Feo que emitía Canal 10.887
Fue el 3 de diciembre. Estuvieron el ministro del Interior Antonio Marchesano,
Seregni y Ferreira. Este último logró que el general admitiese que durante una reunión
mantenida con Marchesano, ambos habían conversado sobre la posibilidad de postergar
un año todos los juicios, así como también sembrar la sospecha de que el líder de la
izquierda había pretendido que fuesen los blancos y colorados los que asumiesen el
costo político de la prórroga. Este programa terminó de generar una grieta insalvable
entre Seregni y Ferreira: de acuerdo con su hijo Juan Raúl, fue la última vez que se
encontraron personalmente:
La sensación que mi padre trasmitía de las últimas reuniones con Seregni era que este partía de la
base que el Partido Nacional tenía que votar de cualquier manera una solución pero que el Frente,
por su naturaleza política, no. Tenía la sensación que si le decía a Seregni que no pensaba votar
nada, lo mataba de un infarto.888
El 17 Medina anunció a Seregni, Tarigo y Ferreira que en la caja fuerte del
Comando tenía guardadas varias citaciones judiciales contra oficiales militares. Estas los
convocaban a declarar el 22 de diciembre pero Medina aseguraba que no saldrían de la
caja. Menos de una semana después, el 22 de diciembre el proyecto de ley de «preclusión
de la capacidad punitiva del Estado» presentado por el directorio del Partido Nacional,
se transformó en ley de «caducidad». Las reuniones de ambas Cámaras por aquellos
días fueron especialmente borrascosas. Tres senadores y doce diputados nacionalistas
(además de Carlos Pita, recientemente escindido del nacionalismo) acompañaron el
voto en contra del Frente Amplio, como también lo hicieron el diputado colorado Víctor
Vaillant y los dos representantes cívicos. En la calle las manifestaciones de repudio
terminaron en enfrentamientos con la policía, automóviles destrozados y tres diputados,
partidarios de la ley, agredidos. Por unanimidad, al día siguiente los senadores blancos
y colorados atribuyeron a su par Araújo haber instigado aquellos desmanes y votaron su
suspensión, de acuerdo con el artículo 115 de la Constitución. El mismo 22 de diciembre
Sanguinetti promulgó la nueva ley.
Otros motivos trajo ese diciembre para confirmar esa «inversión de las alianzas»,
de larga gravitación en la democracia recuperada. El mismo número de Cuadernos de
Marcha que venimos mencionando, publicado en enero de 1987, puso en escena varios
de esos fundamentos. También contenía una entrevista al senador Hugo Batalla en la que
este daba cuenta de tratos menos conocidos que había tenido con los ferreiristas y que
tenían que ver con una propuesta de reforma constitucional. El eje de las conversaciones
había girado en torno a cambios relevantes en el sistema electoral: sobre si introducir
una segunda vuelta en la elección presidencial (balotaje) o habilitar el voto cruzado
(intendente de un partido, presidente de otro, por ejemplo). Batalla, que había imaginado
posible construir junto al ferreirismo una alternativa de centro izquierda, no se había

(887)  Arocena, Rodrigo y Quijano, José Manuel, «Entrevista a Liber Seregni. La oposición contra la pa-
red», cit.
(888)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

animado a cerrar el trato. Sus interlocutores habían incumplido el acuerdo de actuar


conjuntamente en el debate de la Rendición de Cuentas y los había visto «vacilantes en
otros temas, en particular en el [...] de los derechos humanos».889 Como vimos, Zumarán
ya había dejado claro que la alternativa de centroizquierda no prosperaría. Su partido iba a
un entendimiento con el gobierno, pues «esta hora no es de cambios sino de afirmación de
la democracia».890 Para Seregni aquella expectativa no había tenido fundamentos sólidos:
«Ferreira Aldunate vivió el microclima del exilio. Al regresar al país se encontró con su
verdadera base de sustentación. Su discurso y su posición fueron entonces cambiando.
[...] a Wilson Ferreira le preocupa rehacer su relación con las fuerzas armadas».
En esa conversación con Cuadernos, el general tampoco fue complaciente con el
desempeño de su fuerza política: «una parte de la izquierda no ha superado la actitud
testimonial y contestataria. Con la mejor buena fe [...] suele predominar una actitud
puramente de denuncia. Yo digo que el Frente debe prepararse para gobernar [...] y que
para eso no basta con la actitud de denuncia», sostuvo. Preguntado por si continuaría
liderando el Frente Amplio respondía «probablemente», a lo que agregaba: «Yo estoy
aquí para lograr cambios profundos [...]. No es suficiente un Frente que se unifica ante
los ataques [...] exógenos, si al mismo tiempo fracasan los elementos endógenos de
cohesión».891
Sin embargo, en aquellos mismos días los frenteamplistas cerrarían filas en torno
a la iniciativa de derogar la Ley de Caducidad mediante la convocatoria ciudadana a
referéndum. El 28 de enero de 1987, la constitución de la comisión que impulsaría
ese movimiento ciudadano pareció habilitar la idea de que aún era posible alcanzar un
entendimiento amplio para un camino de cambios: la nacionalista Matilde Rodríguez,
viuda de Héctor Gutiérrez Ruiz, era una de sus cabezas visibles y el Movimiento Nacional
de Rocha, tradicional aliado de Ferreira, también declaró su apoyo a la propuesta.
Batalla había dicho en diciembre que a partir del apoyo de la mayoría blanca a la Ley
de Caducidad, en el centro de espacio político «queda un vacío que el futuro determinará
quién lo ocupa». Desde febrero siguiente, Seregni perseveró en una interpretación
distinta. «Polos de acción política hay dos: uno conservador, otro transformador. [...] Hay
una fuerza que nítidamente está por los cambios: es el FA. Y hay también, un proyecto
conservador claro, definido –diría que hasta asumido– que es el del Partido Colorado»,
declaró para el número de Brecha del viernes 20. «En la calle, aun entre los blancos,
Wilson perdió prestigio», aseguró en el mismo reportaje. Además, aunque ya no parecía
vacilar sobre su permanencia a la cabeza del Frente, hizo el inventario de las deficiencias
que el Frente mantenía a su juicio: «dispensamos mucho tiempo a la contienda interna, lo
que nos hace perder proyección externa»; estaba faltando «transparencia en las relaciones
mutuas»; «tenemos una extraordinaria capacidad para [...] formular diagnósticos, pero
hay que admitir que tenemos una cierta incapacidad para la aplicación práctica de

(889)  Arocena, R. y Quijano, J. M., «Entrevista a Hugo Batalla. Hay que barajar de nuevo», Cuadernos de
Marcha, enero de 1987, pp. 75-79.
(890)  Quijano, J. M., «La política de alianzas. Entrevista a Alberto Zumarán», cit.
(891)  Arocena, Rodrigo y Quijano, José Manuel, «Entrevista a Liber Seregni. La oposición contra la pa-
red», cit.

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Capítulo 10 | frío de primavera

terapéuticas»; persistía una «mentalidad clásica de la izquierda» definida como «crítica,


contestataria, testimonial, teórica». Para superarla «lo que nos hace falta es práctica en
la acción de gobierno».892
Durante 1987 las energías políticas se invirtieron en la recolección de firmas
necesarias para convocar el referéndum. En agosto, Seregni describía la situación
nacional como de «bloqueo» y adjudicaba las causas de ello a «que hay un proyecto
que juega solo en la cancha, el proyecto conservador colorado». Según señalaba en una
entrevista que Rodrigo Arocena le hizo para Cuadernos de Marcha (y de la que Seregni
guardó una copia aunque no fue publicada), en su concepto los frenteamplistas estaban
«atrapados en la trampa mortal del denominado consenso». «Con la más pura de las
intenciones, sin duda, pero con resultados paralizantes, se demanda que para actuar haya
acuerdo de todos los grupos, y a la hora de decidir pesan igual sectores de muy distinta
significación», agregaba. El general ubicaba «la real discrepancia» en un aspecto de
las propuestas de reforma constitucional: si se postularía o no que el presidente de la
República se eligiese mediante una hoja de votación separada, en forma independiente
de toda definición partidaria. Seregni además explicitaba su firme rechazo a ideas que
estaban sosteniendo dirigentes de la Lista 99 y del PDC: a su juicio, presentar más de una
candidatura a la Presidencia o a la Intendencia sería «un retroceso» para el Frente y los
acuerdos necesarios para transformar al Uruguay no podían hacerse «excluyendo a los
grupos marxistas». La situación se agravaba. «A menudo reflexiono sobre la experiencia
boliviana [...], sobre la peruana de estos últimos tiempos, y me desvelo pensando si
existirá un sino desgraciado que hace inviable la unidad de las izquierdas en América
Latina», confesaba. Pero cuando Arocena quiso saber qué haría Seregni para evitar la
división frentista, este solo pudo responder con otra pregunta: «¿Qué harán otros?».893
También por aquellos tiempos hubo decisiones domésticas. En noviembre la familia
Seregni se mudó a un apartamento situado en 18 de Julio y Tacuarembó.894 El 10 de
diciembre el general recibió una buena noticia: la Comisión Nacional pro Referendum
había reunido 622.000 firmas, superando la cifra fijada por la Constitución para que la
consulta fuese convocada. El Frente seguía sin ponerse de acuerdo sobre la solicitud
de ingreso formulada por el MLN ante la negativa cerrada del PDC a aceptarlo. Los
tupamaros estaban actuando dentro de la ley pero en más de un punto sostenían posiciones
contrastantes con las de la coalición. El líder tupamaro Raúl Sendic, por ejemplo, había
coincidido con el discurso ferreirista de que la impunidad de los represores incursos en
delitos contra los derechos humanos era un resultado del acuerdo del Club Naval. El 19
de diciembre, durante un acto realizado en el estadio Luis Franzini, el dirigente pareció
alejarse aun más del frenteamplismo, convocando a la conformación de un confusamente
definido «Frente Grande». Sí se había alcanzado consenso sobre la integración inmediata
al FA de la Corriente Popular que lideraba el exnacionalista Carlos Pita.

(892)  Chifflet, Gillermo y Waksman, Guillermo, «Con Liber Seregni. El horizonte hacia el cual vamos»,
Brecha, 20.2.1987.
(893)  Archivo Seregni, «“El destino de la unidad de las izquierdas”. Reportaje “Cuadernos”. No se publi-
có», 5.8.1987.
(894)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 56.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El verano de 1988 empezó con alarmantes declaraciones del ministro de Salud


Pública sobre las playas montevideanas: «Visto el estado que tienen las aguas yo no
le recomendaría a nadie que se bañara», dijo el ministro Ugarte, desencadenando una
tormenta política sobre la gestión del intendente de Montevideo, el colorado Jorge
Elizalde. En la edición de El Popular del 8 de enero, un recuadro con la fotografía de
Mariano Arana advertía que: «La próxima administración municipal ha de enfrentarse
a una ardua tarea: buscar soluciones de fondo [...] al tema de la contaminación de las
aguas».895
El 9 de febrero la Mesa Política pareció haber consensuado las bases para una reforma
constitucional. Se orientaban hacia el establecimiento de un régimen parlamentarista,
la ampliación de los mecanismos de democracia directa, la descentralización de las
decisiones y la incorporación de nuevas garantías y derechos. Sobre el sistema electoral
se proponía la separación de las elecciones nacionales y municipales, la eliminación
del triple voto simultáneo y –cuestión clave en discordia– la elección de las fórmulas
presidenciales en hojas de votación separadas y no acumulables por lema.
A fines de febrero comenzó una serie de jornadas de intenso trabajo del equipo de
la presidencia del Frente Amplio. Las notas que el general dejó sobre ellas testimonian
su preocupación por el fortalecimiento de las estructuras centrales de la fuerza política
y también la polémica motivada por la invitación de Sanguinetti a que formase parte
de una comitiva oficial que viajaría a Suiza, Bélgica y la URSS. Las relaciones con el
gobierno se habían deteriorado enormemente. El oficialismo había incurrido en excesos
para evitar que la campaña de recolección de firmas tuviese éxito: los apuntes del general
reflejaban su preocupación de que la Corte Electoral cometiese fraude en el conteo de
las adhesiones. El año que advenía «será muy difícil» advertía Seregni, pero el camino
era «crear un ambiente de discrepancia política en una atmósfera de convivencia, no de
violencia, porque en ese campo perdemos». «No tengo dudas que una negativa a ir al
viaje a la Unión Soviética, acompañando a la Presidencia de la República, tendría mucho
eco», admitía. Pero «si ahora yo le digo a Julio María Sanguinetti que no concurro al
viaje, eso me lleva a no cruzar una palabra con él hasta el fin de su mandato» y eso sería
negativo para la «atmósfera de convivencia» pretendida.896
Couriel afirma que por esos días Seregni le sugería que cediese en la discusión
que, en el ámbito de la Comisión de Programa del Frente Amplio, lo enfrentaba al
representante del Partido Comunista. «En diecisiete años fue la primera vez que sentí
que el general me hacía objeto de una imposición», comentó el economista. «Quienes
componen estos [...] equipos son portadores del pensamiento del general Seregni», quedó
escrito en aquellas notas. Couriel renunció.897
Durante el invierno anterior se había diagnosticado que Wilson Ferreira padecía
un cáncer de pulmón. Las terapias no tuvieron los efectos deseados y en la mañana

(895)  «El Popular, 8.1.1988.


(896)  Archivo Seregni, Conceptos básicos expuestos por el Gral. Liber Seregni en la reunión plenaria del
equipo político ejecutivo y en las primeras dos mesas políticas; 4 y 9 de marzo, marzo de 1988.
(897)  Entrevista de los autores a Alberto Couriel, 30.3.2012.

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del 15 de marzo de 1988 el líder nacionalista falleció. Seregni no pudo participar del
entierro pues esa misma tarde debió partir hacia Europa con la representación oficial que
finalmente había decidido integrar. Más allá de lo fortuito de las circunstancias, resultaba
en los hechos una señal definitiva del distanciamiento que habían tenido ambos líderes
especialmente desde 1982 y de modo muy particular luego del Pacto del Club Naval.
Representantes de aquellos ciudadanos que durante la dictadura se habían encontrado
en las protestas más radicales contra la dictadura, Wilson Ferreira y Liber Seregni
culminaban muy alejados, lo que por cierto no expresaba un fenómeno ideológico sino
tal vez una disputa más política y personal. En cualquier hipótesis, ese distanciamiento
marcó a fuego la evolución de la política uruguaya en la década de los ochenta.
El 9 de abril la Mesa Política tuvo una reunión extraordinaria en Shangrilá,
Canelones, con una agenda que incluía asuntos programáticos, organizativos y electorales.
La 99 y el PDC se negaron a ratificar el «Acuerdo político» de 1971, que establecía el
compromiso de los frentistas de votar las mismas fórmulas nacionales y departamentales.
El sector dirigido por Batalla solicitó y le fue concedido un plazo de noventa días para la
presentación de una propuesta de «Reformulación del Frente Amplio».
El PDC, por su parte, aportó en la instancia un documento en el que sostenía que la
fuerza política estaba atravesada por la confrontación entre una «vieja izquierda» (cuya
concepción vanguardista le dictaba una estrategia de oposición intransigente hasta que el
Frente fuese el tercio mayor y se alzara con el gobierno) y una «nueva» (que revaloraba
las formas democráticas y se integraba al sistema como una oposición responsable en
la búsqueda de amplias alianzas progresistas). De acuerdo con la visión demócrata
cristiana, la «vieja izquierda» se valía de las «intrincadas instancias [...] de participación
colectiva» establecidas en la estructura del Frente para imponerse a la «nueva». Por ello
sus dirigentes reclamaban el funcionamiento de una coalición clásica, suprimiendo la
participación de representantes de los comités de base en los organismos de dirección
de esta. La resolución de la Mesa subrayaba «el clima de franqueza y fraternidad» en
que la reunión se había desarrollado y –a propuesta de los representantes de las bases de
Montevideo– convocó a un acto público para el 19 de abril.
Cinco días antes del acto Seregni estuvo con Jorge Batlle en Prioridad. El quincista
había sido parte de la representación uruguaya que acompañó a Sanguinetti a Europa y
en Moscú le fue asignado el mismo cuarto que a Seregni (el líder quincista recordó que
en ocasión de su matrimonio con Mercedes Menafra, Seregni se valió de la experiencia
para realizarle una larga recomendación a la novia).898 La presentación televisiva «casi
no fue una polémica y sí podríamos definirla como una muy positiva conversación sobre
la realidad soviética en esta apasionante hora de la “perestroika”», comentó al otro día el
cronista que redactaba la columna «Esta semana» de El Popular. En el referido programa
de Canal 10, ambos dirigentes reconocieron como valioso aquel proceso aunque
discrepaban sobre si la introducción de «formas mercantiles en la economía» haría que
el sistema desembocase en el capitalismo. Seregni creía que no. Batlle también había

(898)  Entrevista de los autores a Jorge Batlle, 11.4.2012.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

intentado, sin éxito, que su interlocutor se definiese entre las discordantes tradiciones
que, de Felipe González a Mijaíl Gorbachov, se declaraban socialistas.899
Habían pasado tres años desde el último mitin público del Frente, aquel del
discurso titulado «A cielo abierto». Esta vez la fecha volvía a coincidir con una
celebración patriótica y Seregni lo aprovechó para sacar una vez más «lecciones» de
la historia: «Artigas fue derrotado, y la unidad de los pueblos libres y soberanos se
rompió. Hasta hoy estamos sufriendo las consecuencias de la fragmentación de lo que
debió ser una sola fuerza [...]». Sus críticas parecían golpear a los distintos bandos
enfrentados en la interna frenteamplista. Afirmar que «un acuerdo no escrito sobre el
respeto mutuo» implicaba «desechar todo intento de predominio interno» podía aludir
a los triunfadores de la contienda por las delegaturas de los comités de base que venían
siendo los comunistas. Refiriéndose a los dirigentes que exponían las diferencias
internas en los medios de comunicación, sostuvo que «utilizar de mensajero a nuestro
enemigo no es una buena manera de asegurarnos que los mensajes lleguen en tiempo
y forma, sin distorsión ni engaño, al destinatario», invectiva que parecía dirigida a la
autodesignada «nueva izquierda». La reformulación organizativa que Seregni proponía
incluía restringir la aplicación de la norma del consenso en favor de la decisión de la
mayoría, así como simplificar la composición de los organismos comunes mediante la
representación por bloques de la docena de grupos políticos que integraban el Frente.
Pero en un contexto en el que el líder de la izquierda uruguaya enfatizaba que los
comités de base eran «un elemento esencial de la estructura frenteamplista» y se
rechazaba «un frente bipolarizado, que conduce a enfrentamientos internos y a la
ruptura», decir «no estoy dispuesto a aceptar cualquier solución, ni liderar algo que
apenas tenga el rótulo del Frente Amplio», sonaba como un ultimátum a quienes
pensaran como los redactores del documento del PDC.900
Entretanto, fracasaban las negociaciones por la reforma constitucional. El
Directorio del Partido Nacional se había negado a participar en las reuniones de las que
participara Seregni y este había sido designado por el Frente como su representante en
aquellas. El general ofreció renunciar a esa investidura para destrabar la situación y la
Mesa Política reconoció pero no aceptó su gesto. «Se ha confirmado el desinterés del
Partido Nacional por la reforma [...], en torno a la cual la mayoría nacionalista quiso –
sin lograrlo– dividir al Frente intentando acuerdos con el PDC y la 99 a espaldas de los
demás frenteamplistas», se sentenciaba en El Popular el 6 de mayo. Según la encuesta
que Equipos Consultores realizó a mediados de ese mes, la fórmula Seregni-Astori había
pasado de contar con un 25 % de apoyo entre los frenteamplistas a colocarse con el 52%
a la cabeza de la disputa. En el mismo lapso, la dupla Batalla-Lescano había caído del 52
al 48 %. Además las mediciones indicaban que solo el 22 % de los frentistas aceptaría
que hubiese múltiples candidaturas. El apoyo a esa idea era minoritario, incluso entre los
votantes de la 99 y del PDC (el 58 % de estos prefería candidatos únicos).901

(899)  El Popular, 15.4.1988.


(900)  Archivo Seregni, Discurso «De frente al futuro», 19.4.1988.
(901)  Búsqueda, 2.6.1988, p. 40.

226
Capítulo 10 | frío de primavera

El 29 de julio, la dirigencia de la 99 explicitó las demandas a sus aliados. Requería


un reconocimiento colectivo expreso de las vías democráticas para el cambio, una
opción por alianzas que abarcaran al conjunto del espacio progresista y una reforma
constitucional que permitiera su expresión. Proponía reducir la estructura a una mesa
coordinadora que excluyese a los delegados de base y funcionase por riguroso consenso.
Reclamaba finalmente que se habilitaran varias candidaturas para los mismos cargos
ejecutivos. En este último punto se concentró la discusión. El 2 de setiembre Seregni
declaró a La Hora que no sería candidato de habilitarse la doble candidatura.902
Durante la sesión de la Mesa Política del 7 de setiembre, los acuerdos parecieron
sin embargo estar cerca. La 99, los comunistas y los socialistas, coincidieron en validar
la autoridad de la Mesa Política hasta las elecciones de 1989. En cambio, el PDC
deseaba cambiar inmediatamente su integración excluyendo a los delegados de las bases
y disponiendo que la conformaran dos delegados por cada sector con representación
parlamentaria. La IDI propuso que se mantuviese a los delegados de las bases pero que
estos fueran elegidos por consenso pero los comunistas rechazaron la iniciativa.
El 8 de octubre, en la conmemoración de los 68 años de su partido, Arismendi
calificó de «novela anticomunista» la tesis de las dos izquierdas y prácticamente
proclamó la candidatura única de Seregni. Al otro día los socialistas apoyaron la misma
fórmula. En la edición de Búsqueda de la semana siguiente Batalla se dio por agraviado
por Arismendi y preguntado acerca de si «¿estaría dispuesto a apartarse [del Frente] y
tomar un camino propio?», respondió que «si hay algo que uno tiene que tener claro es
que las decisiones políticas siempre son dolorosas». «Nosotros –aseguró también– jamás
participaremos de una solución política y electoral que no sintamos profundamente
compenetrada con nuestra línea de pensamiento [...]».903
«Vamos a dejarnos de eufemismos. El gran problema a resolver es el de la definición
político-electoral, que tiene un solo punto de discusión [...]: el de la simple o múltiple
candidatura a los cargos ejecutivos» alegó por su parte Seregni en la reunión del Plenario
realizada dos días después, logrando que se ubicara en el 31 de octubre el límite máximo
para completar la discusión.904 Si no se resolvía para entonces, el presidente del Frente
convocaría a una consulta entre los adherentes a esa fuerza para dirimir la cuestión.
El trámite de la otra consulta reclamada sobre la Ley de Caducidad adquiriría
ribetes asombrosos. El 19 de octubre, la Corte Electoral, tras rechazar una larga lista de
firmas cuyos autores habían adherido notoriamente al referéndum, descartó también las
de Liber Seregni y Carlos Julio Pereyra, líder del Movimiento Nacional de Rocha. Las
cacerolas que descansaban desde fines del 84 volvieron entonces a sonar, ahora contra lo
que se denunciaba como amenaza de «fraude».
El 31 de octubre pasó y Seregni no lanzó la consulta anunciada (a la que se habían
opuesto la 99 y el PDC) sino que hizo otra propuesta que consistía en dar aprobación
al programa de gobierno (que había sido acordado en la comisión pertinente) e ir a las

(902)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 58.


(903)  Búsqueda, 13.10.1988, p. 40.
(904)  Archivo Seregni, Informe al Plenario Nacional del Frente Amplio, 15.10.1988.

227
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

elecciones con candidaturas únicas para los cargos ejecutivos. Las cláusulas que podían
entenderse como concesiones al PDC y a la 99 ofrecían mantener la norma de las
resoluciones consensuadas, dilatar hasta marzo de 1989 las elecciones a delegados de las
bases (previstas para el 13 de noviembre de 1988), establecer mecanismos de consenso
o de mayorías calificadas para su designación y demorar todavía más –hasta 1991– la
convocatoria del Congreso (donde las bases tenían un espacio importante). También se
aportaba una salida de emergencia para los grupos que solicitaban unirse al Frente pero
eran vetados por el PDC (el MLN y un desprendimiento de este que se había hecho con
el nombre de 26 de Marzo). Esta consistía en habilitar que las organizaciones frentistas
estableciesen acuerdos electorales con ellos para los comicios de 1989. Sobre todo este
paquete de medidas Seregni deseaba que se pronunciase el Plenario convocado para
el 19 de noviembre.905 Sin embargo, el organismo aplazó su resolución hasta el 17 de
diciembre. «Dar un paso más era romper el Frente», declaró Rodríguez Camusso durante
la reunión del 19.
Los comunistas habían propuesto que Batalla fuese candidato a la vicepresidencia
y el 5 de diciembre los tupamaros lo propusieron como intendente, pero cinco días
después, 107 de 134 integrantes del Plenario Nacional de la 99 votaron a favor de
múltiples candidaturas promoviendo la de Batalla para la primera magistratura. Batalla
–sin embargo– había acompañado la opción minoritaria condensada en torno al Frente
Sindical del grupo. «Están anulando a Hugo que tiene una profunda vocación por la
intendencia; si hacemos una buena gestión en la intendencia [...] Batalla es presidente
en 1994», profetizó uno de sus integrantes, el bancario Carlos Negro. El mismo fin de
semana, por 232 votos en 392, la Convención del PDC también se pronunció por la
doble candidatura. El 17 de diciembre encontró a los actores en las mismas posiciones de
siempre. Los delegados de la 99 y del PDC buscaron dilatar otra vez la decisión y, al no
lograrlo, abandonaron la reunión. El Plenario del Frente resolvió finalmente que Seregni
sería candidato único a la presidencia de la República.906 907
Dos días después de esta reunión, cumplido el plazo para la ratificación de las
firmas cuestionadas, la Corte Electoral anunció que había 555.917 firmas válidas y que
por tanto el referéndum sería convocado. Durante los festejos algunos policías perdieron
la calma y una docena de manifestantes terminó con heridas de bala.
«Después del Plenario del 17 [...] el Frente no está pendiente de ninguna resolución.
Las que pueda adoptar el senador Batalla [...] conciernen solo al senador Batalla»,
declaró Seregni a Brecha el 10 de febrero de 1989.908 En realidad la campaña en favor de
la derogación de la Ley de Caducidad (o por el voto verde) pasó rápidamente a primer

(905)  Archivo Seregni, Mensaje a la Mesa Política, 1.11.1988.


(906)  Archivo Seregni, Discurso en el Plenario Nacional del FA, 17.12.1988.
(907)  En este Plenario decisivo hubo intervenciones que evitaron la utilización del veto, instrumento que
pretendían utilizar la mayoría de los delegados del PGP y del PDC. Fue ante esta situación que dejaba la vía libre
para la postulación del general Seregni como candidato único del FA que la amplia mayoría de los delegados de
ambos sectores se retiraron. Permanecieron algunos disidentes de ambos partidos. Entrevista de los autores a Wil-
fredo Penco, 11 de agosto de 2016.
(908)  Guillermo Waksman, «Sin acuerdo político no puede haber acuerdo electoral», Brecha, 10.2.1989,
p. 11.

228
Capítulo 10 | frío de primavera

plano. Algunos dirigentes de Por la Patria habían insistido con la afirmación de que en el
Club Naval se había negociado la impunidad de los delitos de la dictadura y ese mismo
viernes, en conferencia de prensa, Seregni exigió «detalles precisos de esos supuestos
acuerdos». «Mientras no se den [...] todo esto no pasa de ser un infundio», expresó.
En cuanto a la situación interna del Frente, el 3 de marzo, en Salto, el general aclaró
que no podía hablarse de que continuase habiendo negociaciones «porque la negociación
supone la presentación de una propuesta» y eso no había sucedido.909 Lo que sí habían
eran conversaciones y la edición de El País de la mañana siguiente informó sobre la
respuesta de Batalla:
Siempre a nuestra mesura se ha respondido con hostilidad. En este asunto el elefante en el bazar
ha sido Seregni. Estas actitudes son la prueba de que el Frente Amplio [...] no tiene quien lo
represente. Yo creo que a esta altura Seregni no lo representa; yo tampoco. Pero Seregni no
representa al Frente Amplio y menos aún a nuestra gente.
Tal vez Seregni y Batalla fueron los últimos en manifestar una hostilidad abierta
que venía subiendo de temperatura mes a mes. «Hemos sido unos irresponsables» tituló
por entonces Marcelo Pereira en un artículo de prensa, en el que señalaba que si para los
renovadores habían pasado
[…] a primer plano los aspectos electorales [...] y para todo esto, se considera mejor separarse de
lo que huela a marxismo y a pólvora [...], entre quienes permanecemos en el Frente Amplio, [...] se
dio al frenteamplismo por suficientemente implantado en el país, desvalorizando en consecuencia
la tarea de mantener un marco adecuado para la cooperación [...] y se desencadenaron las
aspiraciones de hegemonía. Reapareció con fuerza la teoría que dice: «solo yo represento los
intereses populares, y lo que yo no conduzca no puede salir bien. Todo debo controlarlo yo».910
El lunes 6 de marzo la Junta Nacional del PDC decidió retirarse del Frente. El
viernes Batalla publicó una carta a sus compañeros anunciando que «están hoy cerrados
los caminos que nos permitan a todos concurrir unidos electoralmente». Al día siguiente,
en su informe al Plenario, Seregni volvió sobre la metáfora que un día había conmovido
a Lily:
Ninguno de nosotros está alegre el día de hoy. [...] Hoy es un día triste para el Frente Amplio.
[...] Pero el Frente Amplio sigue, permanece, aunque tenga desgajamientos. Alguno tendrá a mal
una imagen que dijéramos en Salto. La idea no es nuestra: la naturaleza nos ha mostrado árboles
que tuvieron ramas tronchadas después de tempestades y los hemos visto crecer y crear nuevas
ramas.911
Mientras tanto, en un acto realizado en Belvedere el 15 de marzo, Jaime Pérez, que
había relevado a Arismendi en la secretaría general del Partido Comunista, manifestó
que «si alguien no se siente frenteamplista y se va con el argumento que sea, el Frente
Amplio andará más rápido todavía, sin trabas ni pujas internas, ni discusiones que lo
frenen».

(909)  Archivo Seregni, Palabras de Seregni a los frenteamplistas y ciudadanos salteños, 3.3.1989.
(910) Pereira, Marcelo, «Hemos sido unos irresponsables», Cuadernos de Marcha, mayo de 1989, pp.
33-37.
(911)  Archivo Seregni, Discurso inaugural al Plenario Nacional. (Solo borrador), 11.3.1989.

229
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Ese mes surgió el Movimiento de Participación Popular (MPP), agrupando al


PVP, el MRO, la UP y dos grupos cuyo ingreso a la coalición se daba por descontado
tras el alejamiento de la democracia cristiana: el Partido Socialista de los Trabajadores
(trotskista) y el MLN. Barros Lémez visitaba a Seregni desde febrero para registrar los
diálogos que publicó en el libro del que tanto se han servido estas páginas. El 27 de
marzo le preguntó al general qué pasaría si en el referéndum del 16 de abril era ratificada
la Ley de Caducidad: «Si apelamos a la expresión de la voluntad del pueblo, [...] solo
cabe una posición: aceptar ese veredicto, sea cual sea. Para decirlo más claro: si no
triunfa el voto verde, habremos de aceptar la continuidad de la Ley de Caducidad»,
respondió Seregni.912 Así sucedería: el 55,9 % de los votos fueron por la ratificación de la
polémica ley, mientras que los votos verdes por la derogación de la norma alcanzaron el
del 41,3 % de los sufragios emitidos.
«Opción 2: Perdimos» se lee en el encabezado al texto titulado «Declaraciones del
presidente del Frente Amplio [...], al conocerse los resultados primarios del plebiscito
realizado el día de hoy», en las que sustancialmente Seregni confirmó lo anunciado a
Barros Lémez. «Independientemente del resultado», la instancia había «afirmado la
democracia» pues el cuerpo electoral se había expresado en forma «ordenada y ejemplar»
al cabo de un proceso señalado por «una participación más activa» de la mujer y la
«dedicación y empeño» de los jóvenes. «La inmensa mayoría de los uruguayos –estoy
convencido– hemos votado por la democracia y por la paz: enfoques distintos nos han
hecho seguir, en este caso, caminos diferentes. Pero todos hemos tenido, esencialmente, el
mismo objetivo». Lamentablemente Seregni no conservó en su archivo la presuntamente
existente «Opción 1».913
«En el velorio de Raúl Sendic se hizo presente una delegación del Frente encabezada
por el titular, Juan José Crottogini, Jaime Pérez y Marcos Abelenda», establece el
prontuario de Seregni en la entrada del 6 de mayo.914 Doce días después la Mesa Política
aceptó el ingreso del MLN, del Movimiento 26 de Marzo y de un grupo recientemente
escindido del PDC llamado Artiguismo y Unidad. También resolvió poner a consideración
del Plenario que se realizaría al otro día la candidatura a la vicepresidencia del contador
Danilo Astori. Pero la sorpresa de la semana fue que Arana había declinado postularse
a la intendencia de Montevideo. En 1984 el arquitecto había sido la solución ante la
negativa del Partido Comunista para apoyar la candidatura de Batalla. En el plenario
del 17 de diciembre se había abstenido de votar la candidatura de Seregni. «No me
parecía adecuado el momento en que se hacía la propuesta», explicó para la edición
de Brecha del 19 de mayo. Arana decía también que en realidad él ya había anunciado
a Seregni su decisión de no ser candidato. «En primer término, porque creo que hay
mejores candidatos que yo», dijo. Además consideraba «innegable que el alejamiento de
la 99 y del PDC debilitan el pluralismo del Frente» y por eso había decido fortalecer una
nueva opción interna, la Vertiente Artiguista, donde habían confluido la IDI, la Corriente

(912)  Barros Lémez, Seregni, ob, cit., p. 211.


(913)  Archivo Seregni, Mensaje del Gral. Seregni al conocerse los resultados primarios del plebiscito del
16 de abril de 1989.
(914)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 60.

230
Capítulo 10 | frío de primavera

Popular, Artiguismo y Unidad y personalidades independientes como Alberto Couriel.


«Evidentemente usted, que dice que hay mejores candidatos, debe tener su propuesta»,
acució el periodista y el arquitecto aceptó que así era y que ya se la había trasmitido a
Seregni: «tenemos que aprender a extraer de nuestras propias filas capacidades que hoy
son desconocidas para los demás y que están subutilizadas por nosotros mismos», agregó
enigmático.
En el archivo documental que Seregni seleccionó y ordenó, no hay muchos textos
de plumas ajenas. Ninguno en el primer bibliorato. En el segundo hay un documento
interno del PCU, hay dos cartas de Arismendi en respuesta a las que el general le remitió
desde fines del 83 hasta principios del 84 y está el editorial que Manuel Flores Silva
escribió en Jaque cuando su liberación. En el tercero Seregni incluyó un suplemento de
El Día llamado «Historia de 1985» y en el quinto un ensayo de Germán Wettstein. De
los 44 documentos producidos entre 1988 y 1990 que componen el cuatro bibliorato, el
único que no lleva la firma de Seregni es la «Intervención del Cr. Danilo Astori tras su
proclamación a la vicepresidencia», realizada del 4 de junio de 1989.915
Couriel narró que cuando todavía integraba la asesoría de Seregni, el general
ya describía los atributos de quien debería acompañarlo en la fórmula presidencial
con términos que solo podían aplicarse a Astori.916 El contador había participado del
diagnóstico de la CIDE y había sido el decano más joven en la historia de la Facultad
de Ciencias Económicas. No habiendo sido proscripto por la dictadura, fue uno de los
frenteamplistas que en el 82 alegó por el voto en blanco desde las páginas de Opción.
Al año siguiente, cuando Seregni todavía no había normalizado su relación con los
comunistas y los democristianos se mantenían aparte del Frente Amplio, había contribuido
a crear el efímero grupo Núcleos de Base para apoyar las posiciones del general e integró
junto a Couriel la delegación del Frente a la CONAPRO en el área económica. En 1984
el propio Seregni lo había nombrado también presidente de la Comisión de Programa
del FA a Danilo Astori. Su discurso del 4 de junio prefiguró los ejes de la campaña. Era
fundamentalmente emotivo. Catorce veces fue interrumpido por ovaciones y aplausos,
la primera vez al término de su decimoséptima palabra. Apelaba a la dimensión utópica
de la cultura izquierdista: «esto se sigue llamando revolución», tronaba. No anunciaba
ideas nuevas sino que aportaba una versión estilizada de las de siempre: «vamos a hacer
[...] una profunda transformación de la estructura de la propiedad y explotación de la
tierra», anunciaba. Tenía palabras duras para los «bancos privados y extranjeros que hoy
subsisten en el país»: «Vamos a obligarlos a que contribuyan [...] y además, los vamos a
controlar rigurosamente y si no les gusta: que se vayan. Que se vayan. Al enemigo que
huye puente de plata. Que se vayan».917

(915) Archivo Seregni, Intervención del Cr. Danilo Astori tras su proclamación a la vicepresidencia,
4.6.1989.
(916)  Entrevista de los autores a Alberto Couriel, 30.3.2012.
(917) Archivo Seregni, Intervención del Cr. Danilo Astori tras su proclamación a la vicepresidencia,
4.6.1989.

231
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Más novedoso parecía el lenguaje que el candidato a intendente sugerido por Arana
usaba en las dos páginas de la entrevista que Roger Rodríguez le hizo para Brecha la
misma semana de su designación. Sintetizaba Rodríguez en el copete:
Tabaré Vázquez, 48 años, es miembro del Comité Central del Partido Socialista y fue integrante
de la Comisión Nacional pro Referéndum. Públicamente se le conoce por su condición de
director del Instituto de Oncología y su labor en la presidencia del Club Progreso o quizá como
el dirigente que «vetaron» en la presidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol.
Vázquez no mencionaba ni a la oligarquía ni al imperialismo sino que trataba
de la manera de mantener en primera división a un cuadro que siempre había estado
en segunda o de cómo arreglárselas para comer un refuerzo en medio de una fastuosa
recepción en Washington.
La segunda semana de noviembre, Equipos Consultores atribuía a Vázquez el 29 %
de las adhesiones (25 al Partido Nacional, 16 al Colorado y 15 al Nuevo Espacio, que
era la agrupación constituida por la 99 y la democracia cristiana). María Esther Gilio,
la formidable periodista y entrevistadora que Brecha había heredado de Marcha quiso
seguirlo en una caravana que, a pie, recorrió el oeste obrero de la ciudad. «A diferencia
de la mayoría de los candidatos, era alguien a quien, por lo menos en estos barrios,
se conocía muy de cerca y desde hacía mucho, mucho tiempo», escribió Gilio. Había
nacido en «un ranchito» de la calle Heredia (La Teja) y su padre, trabajador «de pico y
pala», había sido secretario general del sindicato de ANCAP cuando la célebre huelga
del 52. Decía Vázquez:
Quiero que los habitantes de Montevideo puedan volver a sus cosas queridas. […] Quiero ver
de nuevo a la gente en la vereda tomando mate y charlando con el vecino. [...] Quisiéramos que
como en los cincuenta se junten los vecinos en Navidad, dos, tres. Que compren un cordero y
lo hagan asado. [...] Quisiéramos que renaciera ese sentimiento de solidaridad que hace 30 o 40
años era tan fuerte, tan vivo.

232
Capítulo 11 | las mayorías nacionales

Capítulo 11
Las mayorías nacionales
«[...] si la izquierda gana con el 38 % o el 40 % de los votos, después de las elecciones
le arrancarán pedazos de su programa.»
Liber Seregni, 17 de noviembre de 1995.

Las elecciones ocurrieron catorce días después de la caída del muro de Berlín.
El Partido Nacional (con 765.990 votos y el 37 % de los votos válidos) triunfó en los
comicios nacionales por una contundente diferencia de casi 170.000 votos. Pero la
gran novedad entre los blancos fue que el ferreirismo, fuerza dominante desde 1971
dentro del nacionalismo, se había convertido en minoritario. El herrerista Luis Alberto
Lacalle sería el próximo presidente. A pesar de su división, el Frente Amplio mantuvo
el 20 % del electorado (418.403 votos válidos). Sumados los votos frentistas a los del
Nuevo Espacio se alcanzaba el caudal de sufragios obtenido por el Partido Colorado
que, en una muy mala elección (596.964 sufragios, el 29 % de los válidos), perdió 10
de las 12 intendencias conquistadas en 1984. Entre ellas se encontraba la intendencia
de Montevideo, que el Frente con la candidatura de Tabaré Vázquez conquistaba por
primera vez con el 34 % de los votos.918
La primera fuerza del Frente volvía a ser –como en 1971 desde la extraña paradoja
de la coincidencia con la caída del muro de Berlín y la implosión del mundo soviético–
el sublema liderado por el Partido Comunista que alcanzó el 48 % de los sufragios de la
coalición. Los socialistas, asociados electoralmente a la Vertiente Artiguista, alcanzaron
el 38 % y bastante atrás quedó el MPP, con poco más del 11 % de los sufragios
frenteamplistas. Danilo Astori, por común acuerdo, había encabezado todas las listas al
Senado, de modo que ocuparía uno de los sietes lugares que el Frente había conquistado
en la Cámara alta, cedido finalmente por la 1001 que había conquistado cuatro escaños
senaturiales.919
El 22 de febrero de 1990, Lacalle recibió al general Seregni. La reunión «fue muy
dura», narró años después el líder frenteamplista. No hubo puntos de acuerdo y quedó
claro que el nuevo presidente no quería frentistas ni en los órganos de contralor ni en los
directorios de las empresas públicas.920 El lugar del Frente era el de una nítida oposición,
pero otra cosa era decir, como dijo el 29 de abril el secretario general del MRO, que la
fuerza debía «relacionarse con el ejercicio de la violencia y actuar en la legalidad y en la
ilegalidad».921 Ante estas declaraciones Seregni fue rotundo. Fasano había vuelto a sacar

(918)  Elecciones nacionales de 1989 en ‹www.corteelectoral.gub.uy›.


(919)  Caetano y Rilla, Historia contemporánea…, o. cit.., p. 547.
(920) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 190.
(921)  La Hora Popular, 30.4.1990, p. 9.

233
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

un diario, La República, el que en su edición del 4 de mayo informó que Seregni entendía
que estas declaraciones ubicaban al sector fuera de la línea del Frente.922
Hacía casi un año que su secretario político, Oscar Bottinelli, había saltado «al otro
lado del mostrador» para dedicarse al análisis político con su consultora Factum.923 El 28
de abril de 1989 había muerto Sendic, el 7 de diciembre Zufriategui y el 27 Arismendi.
El mismo mes se había retirado Crottogini. Era hora de alentar nuevos liderazgos y de
promover una renovación de elencos, por lo que en noviembre Seregni empezó a manejar
públicamente la idea de sumar a Astori y a Vázquez como integrantes permanentes de la
Mesa Política de la coalición.924
Fallecido Sendic, la llamada tendencia proletaria se había vuelto hegemónica en el
MLN. «Si nuestro análisis de la crisis es correcto y la acumulación de fuerzas se produce,
el Uruguay marcha hacia la confrontación y el golpe de Estado», sentenciaba una de las
tesis aprobadas por la V Convención del sector bajo su predominio.925 El objetivo era
entonces «preparar condiciones para la resistencia popular a las agresiones y rupturas en
que caiga el régimen».926 Diego Piccardo y Edmundo Canalda, contrarios a este horizonte
insurreccional, fueron apartados de los medios de comunicación de la organización (el
semanario Mate Amargo y la Radio Panamericana).927 «Jóvenes tupamaros abandonan en
masa las filas del MLN», anunció la tapa de La República el 30 de enero de 1991, dando
cuenta de que la nueva perspectiva había provocado también el alejamiento del Frente
Juvenil del movimiento.928
Temporalmente embarcado tras ese horizonte insurreccional, Eleuterio Fernández
Huidobro, que ya había atacado en términos personales a Seregni dos años antes por su
participación en un brindis con el secretario de Estado norteamericano, en abril de 1991
–desde Búsqueda y Mate Amargo– denunció la presunta opacidad con que Seregni había
manejado su apoyo al tratado fundacional del Mercosur, firmado en marzo de 1991.929 En
la edición del 27 de abril de El País, el general denunció ser objeto del «terrorismo verbal
y escrito» del MLN.930 En noviembre, al comprobarse la complicidad de un dirigente del
MRO en el asalto a una financiera, los comunistas se sumaron a la tesitura mayoritaria
dentro de las organizaciones frentistas acerca de que ese grupo debía ser expulsado.
Pero el PCU ya no era el de noviembre de 1989. El llamado socialismo real y el
experimento soviético se descalabraban ostensiblemente y la potencia del partido había
quedado anulada por una cada vez más enconada polémica interna entre históricos y
renovadores. Seregni se mostraba preocupado por las imprevisibles consecuencias de
ese proceso. Años después Seregni le comentaría a Blixen que más allá de profundas

(922)  La República, 4.5.1990, p. 2.


(923)  Entrevista de los autores con Óscar Bottinelli, 18.5.2012.
(924)  Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 65.
(925)  Garcé, Adolfo, Donde hubo fuego, Montevideo, Fin de Siglo, 2006, p. 97.
(926)  Ibídem, p. 114.
(927)  Ibídem, pp. 97-98.
(928)  La República, 30.1.1991, p. 1.
(929)  Búsqueda, 25.4.1991, p. 7.
(930)  El País, 27.4.1991, p. 7.

234
Capítulo 11 | las mayorías nacionales

diferencias, lo cierto era que para «los procesos antimperialistas, antifascistas y


liberadores del Tercer Mundo», la presencia soviética había sido desde su creación «un
dato de la realidad», y que, mientras esta se había mantenido en pie, el cálculo estratégico
de la izquierda descontaba «que el peso de la URSS y del bloque socialista jugaría un
papel determinante, [...] positivo, en cuanto a los respaldos económicos, políticos y
tecnológicos».931
Además el partido uruguayo había tenido un papel central en la conducción
del Frente pues, como explicó Seregni a Blixen, «cuando tomaba una decisión, la
estructura la sostenía en todos los campos».932 Poco antes de morir, el general haría un
reconocimiento más enfático. Aseguró a Butazzoni:
Yo quiero rescatar, de la manera más formal y más terminante, el apoyo que el Partido Comunista,
como entidad política, le dio a la Presidencia del Frente Amplio durante los veinticinco años
en que yo [la] ejercí. […]Sin este apoyo, fundamental y protagónico, no hubiera sido posible
mantener la acción que mantuvimos.933
La disolusión de aquellas estructuras ofrecía oportunidades y amenazas. El 6 de
julio de 1991, La República publicó el documento «Más allá del desaliento, hay un
país que nace», en el que 24 referentes políticos, sindicales e intelectuales de izquierda
(representativo de un arco muy plural de procedencias) trataron de dar respuesta al
sacudón histórico proponiendo, entre otras cosas, «nuevas confluencias». «Confluencias
renovadoras dentro del Frente Amplio [...]. Confluencias del Nuevo Espacio y el Frente
[...]. Confluencias de las izquierdas con sectores progresistas de los partidos tradicionales,
en ruta hacia una coalición para un gobierno alternativo de mayorías». Jaime Pérez,
por su parte, había obtenido que el Congreso de su partido se definiese como socialista
democrático y en un documento titulado El ocaso y la esperanza planteaba la posibilidad
de que los comunistas renovadores convergieran con otros grupos en una formación más
amplia, «socialista y humanista».
En La mañana siguiente Seregni descalificaría ambos textos porque sus
formulaciones «podrían interpretarse como tendientes a sondear instancias políticas
superadoras del Frente Amplio».934 Mientras tanto la polémica crecía y se instalaba
en la interna frentista. El 22 de agosto comenzaría el II Congreso del Frente pero diez
días antes el general debió promover una reunión buscando disminuir la agresividad de
las discusiones internas.935 Las opciones situaban –en forma esquemática– de un lado
a Tabaré Vázquez, el PS y la VA, y del otro al PCU y el MPP. La ajustada mayoría
con que se aprobó el mandato a los legisladores frenteamplistas para ratificar el Tratado
de Asunción que fundaba el Mercosur sugería que no sería sencillo formular nuevos
consensos, pero para Seregni significó un «paso de gigante» para un Frente que podía
aprender a «avanzar en las definiciones en lugar de congelarlas».936

(931) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 194.


(932)  Ibídem, p. 160.
(933) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 229.
(934) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 195.
(935)  La República, 13.8.1991, p. 4.
(936) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 195.

235
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

El 1.º de octubre de 1991 Lacalle promulgó la ley n.º 16211 sobre «Servicios públicos
nacionales», luego de una aprobación concluyente en el Parlamento, que autorizaba un
conjunto de privatizaciones. El sindicato de los trabajadores de Antel propuso convocar a
un referéndum para derogar cinco artículos claves de la nueva norma. El PIT-CNT asumió
la propuesta y convocó a participar de esa campaña al Frente Amplio, al Polo Progresista
del Partido Nacional (que integraban entonces el senador Zumarán y el intendente de
Cerro Largo Rodolfo Nin Novoa) y al Movimiento de Reafirmación Batllista, del Partido
Colorado, liderado por Víctor Vaillant. El 20 de diciembre estos sectores formaron la
Comisión de Defensa del Patrimonio Nacional y Reforma del Estado. El mecanismo
de convocatoria había variado y ahora era necesario que el 25 % del electorado se
pronunciase mediante el voto a favor de su realización. En la primera instancia del 5 de
julio no se alcanzó el número de votos necesarios pero habría una segunda oportunidad el
1.º de octubre. «Lejos de amedrentarnos redoblamos esfuerzos», narró Seregni anotando
además que aquella fue «una de las campañas más lúcidas y pujantes del Frente Amplio;
sin caer en sectarismos [...] desplegamos todo nuestro potencial movilizador».937 El 1.º de
octubre el respaldo superó en forma clara el porcentaje requerido. Cumplida esta primera
etapa, se pronunciaron a favor de la derogación FUCVAM, el Nuevo Espacio, la Unión
Cívica, una agrupación herrerista del departamento de Colonia, el senador colorado
Pablo Millor y el diputado Wilson Craviotto de ese mismo partido. A último momento se
unió también Julio María Sanguinetti y su sector, lo que terminaba de definir en lo previo
la disputa. El 13 de diciembre de 1992 el sí a la derogación ganaba la pulseada con más
del 66 % de los votos emitidos.
En el siguiente plenario del Frente, Seregni valoró que aquel pronunciamiento ponía
«de manifiesto el quiebre de las lealtades partidarias, el quiebre de los verticalismos»,
al tiempo que revelaba la «inadecuación del actual sistema político a la realidad».938 Fue
entonces que se produjo una invitación del presidente a dialogar. La nueva entrevista
entre Seregni y Lacalle ocurrió cinco días después. Fueron 45 minutos de «clima
cordial», escribió Seregni en sus apuntes sobre el encuentro. En el «Resumen» con que
dio término a sus anotaciones consignó:
1) Reconocimiento «formal» pero explícito del FA como protagonista. 2) Pedido de no hostigar
(tiempo para procesar cambios ministeriales, etc.). 3) Voluntad de acordar aumentos salariales.
4) Prescindencia en proyecto de reforma del Estado. 5) Reconocimiento y voluntad para procesar
modificación del sistema político, la ley de partidos políticos, electorales. 1993. 6) Propuesta de
relaciones más fluidas.939
La victoria parecía brindar una enorme oportunidad al Frente Amplio. En su
mensaje del 5 de febrero de 1993 el líder frenteamplista señaló que la fuerza política
ahora tenía que dar «satisfacción y respuesta» a «ese millón trescientos mil orientales»
que habían acompañado la derogación en la consulta.940 Durante el activo realizado el

(937) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 196.


(938)  Archivo Seregni, Discurso al Plenario Nacional, 26.12.1992.
(939)  Archivo Seregni, Borrador sobre la entrevista con el presidente Luis Alberto Lacalle, diciembre de
1992. Los subrayados pertenecen al original.
(940)  Archivo Seregni, Fragmentos del mensaje emitido por el Gral. Seregni el 5 de febrero de 1993.

236
26 de marzo sostuvo que eso significaba asumir las tareas de «alcanzar con las fuerzas
del sí los acuerdos que posibiliten un proyecto de auténtica reforma del Estado»,
«asumir plenamente nuestro protagonismo en la búsqueda de coincidencia para procesar
las reformas constitucionales y electorales, así como de la legislación de los partidos
políticos» y convocar a «todas las fuerzas sociales y políticas que coincidan en la
necesidad de modificar la actual política económica, a constituir los ámbitos [...] desde
donde promover soluciones».941
«Aquí el problema no es ya entre blancos, colorados, nuevoespacistas y
frenteamplistas. Aquí la cosa es entre neoliberales y progresistas», declaró por su parte
el 11 de julio Zumarán en el Primer Congreso Departamental del Polo Progresista de
Montevideo.942 El wilsonista sostenía que, reforma constitucional mediante, se podría
llegar a una fórmula que postulara a Tabaré Vázquez a la presidencia y a Rodolfo Nin
Novoa de vice.943 «Creo que es condición sine qua non, que los acuerdos sean sobre
programas, sobre todo cuando los acuerdos no son entre hombres sino entre fuerzas
políticas», advirtió sin embargo Seregni. Pero no era que dudara de la candidatura de
Vázquez, aunque sus vínculos no siempre fueran armónicos y a que su delfín había sido
inicialmente Danilo Astori. El intendente de Montevideo se manifestaba distante ante esa
perspectiva, pero el general aprovechaba para advertir que «hay [...], para los que de una
forma u otra ingresamos en la vida política, un campo de responsabilidad que evade lo
que es nuestro libre albedrío. [...] Hay ataduras que se van creando y que llevan a asumir
responsabilidades cuando son exigidas», reafirmaba.944
En realidad los motivos de la renuencia de Vázquez coincidían con las tareas
pendientes que Seregni señalaba en la agenda del Frente Amplio: dar término a la reforma
estatutaria que venía siendo discutida desde el año anterior, realizar elecciones internas
y procesar una indispensable actualización programática en los plazos adecuados, para
buscar las alianzas políticas que permitieran vencer y gobernar.
Respecto a reformar la Constitución, Seregni consideraba que con Sanguinetti no se
podría contar. «A nosotros la Constitución actual nos sirve, solo la modificaríamos para
acrecentar al Ejecutivo», le había dicho el dirigente colorado y expresidente, es decir,
una reforma en sentido opuesto al que impulsaba el Frente Amplio por entonces. Pero
[…] de repente en agosto, en la sala de ministros y en la vicepresidencia del Senado, se produce
un acuerdo con Jorge Batlle y con todo el Partido Nacional. ¿Qué pasaba? Por un lado Lacalle
quería pasar a la historia como el gestor de la reforma [...]. Por otro lado Jorge Batlle, que se
enfrentaba con Sanguinetti por el control del Partido Colorado, compromete su apoyo sólido a
una fórmula que era un sensible avance parlamentario.
En octubre el proyecto se presentó en el Senado. «Yo soñaba. [...] Teníamos un
acuerdo formal y los votos asegurados», contó Seregni para La mañana siguiente.945

(941)  Archivo Seregni, El país reclama el cambio de la política económica, 26 de marzo de 1993.
(942)  Búsqueda, 15.7.1993, pp. 6-7.
(943)  Búsqueda, 12.8.1993, p. 7.
(944)  Búsqueda, 15.7.1993, p. 18.
(945) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 198.

237
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Lo que seguía inmóvil era la interna frenteamplista, al punto de que el 11 de


noviembre Vázquez advirtió que no sería candidato si antes de terminar el año no se
daba fin a la reestructura y se realizaban las elecciones internas.946 Después de una ronda
de consultas, Seregni encontró la propuesta que permitiría salir del atolladero. «Pero
es un conjunto, un paquete para ser aceptado o rechazado», se lee al final del esquema
de la intervención que presentó en el Plenario del 20 de noviembre. Consistía en dar
fin inmediatamente a los nuevos estatutos pero diferir las elecciones internas, las que a
su juicio, de celebrarse en ese momento determinarían que la confrontación interna se
agravase. Hasta tanto pudiesen realizarse estas, y aunque no se disolvieran ni la Mesa
Política ni el Plenario, sus cometidos serían desempeñados por un «órgano transitorio
para la conducción política, ágil, flexible, con capacidad resolutiva y representativo de
la realidad». Todo esto sería sometido a un plebiscito entre los adherentes al Frente.947
«De pie, el Plenario Nacional ovacionó durante tres largos minutos a Liber Seregni, en
uno de los momentos más emotivos de la historia de la coalición. No era para menos.
Una vez más el veterano líder sacó de la galera una solución casi mágica que abre nuevas
perspectivas», narraba un cronista de Brecha.948
El Órgano de Conducción Política (OCP) quedó integrado por el llamado triunvirato
de Seregni, Vázquez y Astori, tres representantes de las bases y seis representantes de
los grupos políticos (Enrique Rubio por la VA, Reinaldo Gargano por el PS, Marina
Arismendi –que encabezando a los históricos había alcanzado la secretaría general del
PCU–, sus aliados electorales Francisco Rodríguez Camusso y Sergio Previtali así como
Eleuterio Fernández Huidobro, por el MPP).949 El nuevo estatuto (que estableció un
régimen de mayorías, otorgó a las bases la mitad de los lugares en el Congreso y en el
Plenario y ponderó la participación de los grupos políticos en estos de acuerdo con su
resultado electoral) fue aprobado por el plenario frentista del 4 de diciembre de 1993.
Nueve días después, 48.000 frenteamplistas ratificaron la reforma.950
Para entonces la conversación ciudadana registraba la emergencia de un nuevo
motivo de contienda entre frenteamplistas. «Cuénteme al lado de quién se sienta usted...»,
preguntó a Seregni uno de los periodistas que lo entrevistaron para la edición de la revista
Guambia en la última semana de diciembre. «Bueno, mira... yo me siento entre Danilo
y Tabaré» contestó Seregni, quien viendo las risas con que sus interlocutores recibían su
afirmación, preguntó a su vez: «¿qué tiene eso de raro?». «Justo es el problema que tiene
ahora: entre Danilo y Tabaré», le aclararon. El desenfado de la respuesta no alcanzó para
entrar en otra cuestión que ya asomaba: Botinelli ha observado que desde que «quedó
expedito el camino de Vázquez hacia la presidencia de la República, el papel de Seregni
disminuyó».951

(946)  Marcelo Pereira, «Una patada de 220 voltios», Brecha, 12.11.1993, pp. 3-4.
(947)  Archivo Seregni, Discurso ante el Plenario Nacional, 20.11.1993.
(948)  Carlos Abin, «De la galera de Seregni al gobierno de mayorías», Brecha, 26.11.1993, p. 5.
(949)  Búsqueda, 25.11.1993, p. 5.
(950)  Marcelo Pereira, «Avances y asperezas», Brecha, 17.12.1993, p. 7.
(951)  Entrevista de los autores con Óscar Bottinelli, 18.5.2012.

238
Capítulo 11 | las mayorías nacionales

Esa Navidad el general invitó a Batalla a su casa. Le ofreció ser el candidato a


la Intendencia de Montevideo por la alianza que se estaba tejiendo. Batalla rehusó el
ofrecimiento. «Decime que querés», habría pedido Seregni a su antiguo abogado.
«General. París bien vale una misa. Quiero estar donde se corta la torta», habría
respondido Batalla.952 «Estuve tironeando hasta último momento, y estoy convencido de
que a Hugo lo presionaron, lo tironearon, lo arrastraron», confesaría después Seregni.
El líder del Partido por el Gobierno del Pueblo terminaría aceptando acompañar como
vicepresidente a Sanguinetti dentro del lema colorado. El Nuevo Espacio se fragmentó.
El diputado Daniel Díaz Maynard renunció a su banca y se acercó al Frente Amplio,
pero Rafael Michelini levantó su propia candidatura y formó un nuevo partido. Seregni
tampoco logró convencer a Vaillant ni al Movimiento Nacional de Rocha de que se
sumaran al acuerdo.953
En marzo de 1994, Seregni se encontró con Astori en Shangrilá para ofrecerle el
cargo que Batalla había desestimado, pero el senador tampoco lo quiso: señaló que no
tenía vocación para la gestión municipal y que pretendía conformar su propio grupo
dentro del Frente.954 El 19 de mayo de ese mismo año se fundó Asamblea Uruguay. Couriel
recuerda que Seregni se encontró con él por entonces. El general sentía la necesidad de
una fuerza política potente sobre la que apoyarse en la conducción del Frente Amplio
y entendía que, dado que Arana sería finalmente el candidato a Intendente, la Vertiente
Artiguista se disolvería y que era conveniente que sus fuerzas fueran a nutrir al grupo de
Astori. El economista discordó. Para Couriel seguía vigente el proyecto político que por
entonces integraba.955
En junio el PVP abandonó el MPP, que se oponía rotundamente a la alianza política
por la que, de todos modos, se seguía trabajando. El 22 de junio dirigentes blancos
liderados por Nin Novoa, el PDC y escindidos del PGP hicieron al Frente Amplio su
oferta formal de alianza. El 1.º de julio comenzó el II Congreso Extraordinario del Frente
Amplio que debería considerarla. En el discurso inaugural Seregni propuso proclamar
las candidaturas de Vázquez y Arana:
Hemos circulado estos cuatro años de gobierno [...] en Montevideo soportando ataques
despiadados, pero particularmente centrados en ataques a la figura del doctor Tabaré Vázquez. El
apoyo popular –más allá de las fronteras del Frente Amplio– a la gestión de Tabaré es la mejor
sanción y respuesta. Y un poco por aquello de que si no quieres un plato de sopa toma dos, y
por todo un reconocimiento [...], es que proyectamos la figura de Tabaré a la candidatura a la
Presidencia [...].956
Pese a las competencias apenas disimuladas entre Astori y Vázquez por la
candidatura presidencial y a que la postura del general más de una vez pareció alinearse
tras la figura del primero, Seregni finalmente terminaba de zanjar la competencia de
manera concluyente e inapelable.

(952) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 203.


(953)  Ibídem, p. 206.
(954)  Ibídem, pp. 207-208.
(955)  Entrevista de los autores con Alberto Couriel, 30.3.2012.
(956)  «Congreso Extraordinario. 1, 2, 3 de julio de 1994», AGS.

239
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Más difícil fue aprobar la alianza. No estaba la mayoría de dos tercios requerida
para autorizar acuerdos electorales. Hugo Cores, secretario general del PVP, logró
consensuar la formación de una comisión que dirimiera la polémica por mayoría simple.
El 23 de julio esta comisión aprobó la creación del Encuentro Progresista (EP) y postuló
que sus candidatos serían Vázquez y Nin Novoa. «No es el frente de Sendic» titulaba por
entonces Mate Amargo, aludiendo al frente grande que aquel propusiera.957
En agosto el Poder Judicial resolvió dar trámite a una solicitud de extradición
de tres ciudadanos vascos acusados por la justicia española de pertenecer a la ETA.
Buscando impedirlo, los acusados iniciaron una huelga de hambre. Para preservar la
salud de los presos, el gobierno los trasladó al Hospital Filtro. Mujica y Fernández
Huidobro iniciaron una campaña para impedir la extradición y obtuvieron el apoyo del
PIT-CNT y del Frente. El 24 de agosto las inmediaciones del hospital se llenaron de
manifestantes. El gobierno estaba resuelto a trasladar a los detenidos al aeropuerto y para
hacerlo no vaciló en reprimir la manifestación. Algunos manifestantes lanzaron piedras
y cócteles molotov. Algunos estaban armados. Un patrullero apareció baleado. Hubo
más de cien heridos pero en la veintena de uniformados que eran de la partida solo se
documentaron contusiones causadas por pedradas. Entre los manifestantes, en cambio,
hubo varios heridos de bala e incluso un muerto, Fernando Morroni. También ese día
perdió la vida Roberto Facal, aunque se ha insistido en desvincular este homicidio del
episodio represivo.958
Al otro día, en el OCP, Seregni sostuvo que la responsabilidad de lo ocurrido no
era solo del gobierno y la policía sino también de los manifestantes, entre los cuales
habría quienes portaban armas de fuego. «Hay que estar al lado de la gente [...] en los
enfrentamientos como los del otro día [...]. La heroica juventud uruguaya [...] siguió
peleando contra las balas hasta las once de la noche, sola [...]. Y nunca vimos ahí a los
dirigentes del Frente Amplio», replicó Fernández Huidobro por CX30 tres días después.
Durante la siguiente reunión del OCP, el 31 de agosto, el general argumentó que no
podía caminarse juntos sosteniendo perspectivas tan contradictorias. Alzando la voz y
golpeando la mesa reclamó que «el que no esté de acuerdo con las alianzas y con los

(957)  En su libro recientemente publicado sobre la biografía del general, Valeria Conteris y Sergio Israel
han referido que en ocasión del III Congreso del Frente Amplio, Seregni ordenó la manipulación en el conteo de
los votos para que pudiera alcanzarse la mayoría especial de dos tercios requerida «para dar luz verde a la creación
del Encuentro Progresista». Cf. Conteris-Israel, El General…, o. cit., pp. 323 ss. Han respaldado esta versión en
testimonios obtenidos que mantienen en reserva de acuerdo a los códigos de la práctica periodística. Los autores no
han podido confirmar esta información ni a través de la documentación existente ni de los testimonios recogidos.
Es obvio también que para los historiadores, el marco teórico y metodológico sobre el uso de la fuente documental
del testimonio como prueba de la fidedignidad de un hecho tiene otras reglas y restricciones. Sobre este Congreso
señaló Seregni en un documento que consta en su archivo: «Fue una circunstancia muy difícil, porque para aprobar
la participación del FA en el Encuentro Progresista hubo que votar tres veces: no se alcanzaban los dos tercios de
votos necesarios para ello. Para decirlo con una terminología gruesa, votaron a favor todos los sectores llamados
“renovadores”, más allá de las diferencias –por entonces ya superadas– en el proceso previo de discusión sobre
los criterios para llegar al Encuentro Progresista». Cf. Archivo Seregni, 1989-1994: Por los difíciles caminos de la
unidad y de la renovación, diciembre de 1995.
(958)  Brecha, 2.9.1994, pp. 2 a 8.

240
Capítulo 11 | las mayorías nacionales

candidatos definidos por el Frente, que se busque otras alianzas y otro candidato, pero sin
lugar a dudas afuera del Frente Amplio».959
En octubre del mismo año, poco antes de las elecciones, el venezolano Hugo
Chávez, que acababa de salir de prisión por su participación en el intento de golpe de
Estado de 1992 contra el presidente Carlos Andrés Pérez, visitó el Uruguay. En una
entrevista publicada en La República, el capitán aviador Gerónimo Cardozo recordó
que la mañana en que el visitante llegó, un matutino tituló «Teniente coronel golpista
llega a visitar a Seregni». El general no concedió la cita «justamente porque dado ese
título publicado por el matutino y por los antecedentes de Chávez podía ser utilizado en
medio de la campaña electoral» y porque «nosotros ya habíamos tenido un episodio en
Venezuela que a Seregni lo había marcado mucho». En 1986, invitados por el entonces
presidente venezonalo Luis Herrera Campins, Seregni y Cardozo habían cenado con
algunos militares que hicieron una fuerte crítica al sistema político venezolano, afirmaron
la caducidad de los partidos y reclamaron que las Fuerzas Armadas eran la última reserva
moral de la Nación. «Viejo verso», dijo Cardozo, «que nosotros habíamos sufrido en
carne propia».960
Las elecciones del 27 de noviembre tuvieron un resultado tan ajustado que no se
pudo saber el ganador hasta entrada la madrugada del 28. «De la misma forma que Tabaré
estaba convencido hasta el último momento de que habíamos ganado, así el Partido
Socialista estaba convencido de que sería la fuerza principal», contó Seregni a Blixen.961
Finalmente triunfó el Partido Colorado, con la fórmula Sanguinetti-Batalla a la
cabeza. Pero la diferencia entre este (que obtuvo 656.428 votos válidos, el 30,83 % del
total de estos) y el EP, que quedó tercero (con 621.226 votos, el 29,18 %), fue de poco
más de 35.000 votos. Las adhesiones al Nuevo Espacio de Rafael Michelini triplicaban
esa suma: eran 104.773 votos válidos (el 4,92%). La dispersión había hecho que el
segundo lugar le tocara al Partido Nacional con 633.384 votos válidos (el 29,75 % del
electorado).962
La Intendencia montevideana permaneció en manos del Frente pero la interna de
la fuerza varió drásticamente: la novel Asamblea Uruguay conquistó el 39 % de las
adhesiones al Encuentro Progresista. La alianza entre los socialistas y la VA alcanzó el
33 %, mientras que los comunistas –aunque acumularon con el PVP– cayeron al 11 %.
Con el 9 % de los sufragios encuentristas, el MPP apenas superaba al Espacio Renovador,
que reunía a los aliados extrafrentistas. Nin Novoa, que encabezaba la lista al Senado de
este sector, no ingresaría a la Cámara alta.963
La victoria electoral había estado cerca; sin embargo, el avance ofrecía sus
paradojas. «Hay un descaecimiento del sentido fraternal, y hay una ambición de someter.
La ambición, que da impulso, tiene que estar sujeta a un código ético. Esa pérdida

(959)  Búsqueda, 1.9.1994, p. 14.


(960)  «Seregni fue el referente, por ser un gran profesional», La República, 5.2.2011.
(961) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 209.
(962)  Elecciones nacionales de 1994 en ‹www.corteelectoral.gub.uy›.
(963)  Caetano y Rilla, Historia contemporánea…, o. cit., p. 548.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de fraternidad es consecuencia directa de la proximidad del poder. He visto crecer el


fenómeno», observaría poco después Seregni.964 La porción de poder concedida a las
bases en los nuevos estatutos frentistas a nivel de los organismos de dirección estimulaba
la tentación de convertirlos en instrumentos sectoriales. Las elecciones internas realizadas
finalmente en mayo de 1995 ratificaron, además, que los resultados de esta contienda
de militantes tendían a diverger enormemente respecto a los comicios ciudadanos de
noviembre. Asamblea Uruguay, aunque había sido el único sector que había hecho
propaganda televisiva para la instancia, alcanzó apenas el 7 % de los delegados de base,
lo mismo que el MPP. La VA por sí sola obtuvo el 11 %, el PVP y el PC juntos alcanzaron
el 22 % y el PS el 32 %.965 La combinación de representaciones contrastantes surgidas
de las elecciones nacionales y de las internas establecía un escenario de tenso empate.
En marzo del 95 los legisladores del MPP y el PCU negaron su apoyo a la
participación de las Fuerzas Armadas en una misión de las Naciones Unidas en Angola.
Fue la primera vez en la historia del Frente Amplio en que sus parlamentarios votaron
divididos. Pero no sería la última. Cuando llegó el momento de dar la venia para la
integración del CODICEN, Asamblea Uruguay las votó todas, la VA y el PS algunas,
mientras que el PCU y el MPP no avalaron ninguna. Para Seregni esto era ir demasiado
lejos. «Se acabó el voto dividido, se acabó el tener distintas posiciones. Somos una
fuerza política, hemos de actuar como una fuerza política», reclamó en su informe al
Plenario del 17 de junio.966
La sorda disputa sucesoria entre Vázquez y Astori, que se reinició luego de las
elecciones de 1994, se superponía a la que oponía a radicales y moderados, de modo que
las contiendas internas discurrían –como ha apuntado Blixen– «en dos planos simultáneos
donde las fronteras son difusas y las posiciones a menudo intercambiables».967
Además, según Bottinelli, la institución de la presidencia del Encuentro Progresista
y la designación de Vázquez para ese cargo generó en los hechos una diarquía Seregni-
Vázquez. «De ahí la broma de Sanguinetti cuando convocó a la izquierda a una nueva
ronda de conversaciones sobre la reforma constitucional: “No tengo claro esto de
‘Frente Amplio-Encuentro Progresista’; por las dudas invito a los dos”», habría dicho
el presidente Sanguinetti, según recordó el politólogo. La situación era especialmente
complicada para Seregni: «La diarquía le daba a Vázquez la posibilidad de estar cuando
quería. Si la oportunidad le favorecía era el presidente del Encuentro Progresista; cuando
no le convenía, se apartaba de escena pues había un presidente del Frente Amplio para
atender el problema», reflexionó Bottinelli.968
A fines de agosto de 1995, los médicos le diagnosticaron a Seregni un cuadro
hepático y el 28 este debió solicitar licencia de sus responsabilidades políticas. El texto

(964) Blixen, Seregni…, p. 212.


(965)  Búsqueda, 11.5.1995, pp. 6-7.
(966)  Archivo Seregni, Informe al Plenario Nacional, 17.6.1995.
(967) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 214.
(968)  Entrevista de los autores con Óscar Bottinelli, 18.5.2012.

242
Capítulo 11 | las mayorías nacionales

de la carta del general a la Mesa Política sonaba, sugiere Blixen, a un terminante «no va
más»:
Perdimos iniciativa y llegamos tarde a las decisiones. Votamos divididos [...]. Hemos
sido imprecisos en nuestras definiciones, en un intento de contemplar a todos, habilitando
interpretaciones distintas, con la consiguiente debilidad hacia afuera y confusión hacia adentro.
[...] Así no podemos seguir.969
Entretanto, las conversaciones sobre la reforma constitucional sí habían avanzado.
El proyecto que se perfilaba incluía una segunda vuelta electoral o balotaje.
Una crónica de Brecha aseguraba, a mediados de noviembre:
Es unánime en el FA la apreciación de que la segunda vuelta ha sido urdida por los partidos
tradicionales para cerrar paso a un gobierno de izquierda, pero no puede decirse que la discusión
sobre el rechazo o la aceptación del balotaje obedezca a razones de principios, sino más bien a
estrictos cálculos de conveniencia política.
Seregni –había confiado al cronista una fuente cercana– analizaba el asunto en otra
clave:
El general está convencido de que la candidatura única por lema a la Presidencia, e incluso el
balotaje, suponen la posibilidad de un cambio casi revolucionario en la organización política del
país. Por lo tanto está dispuesto a aceptarlo sin más condicionamientos, y cree que el FA debe
ir desde ya clarificando su posición ante la ciudadanía, diciéndole que está dispuesto a llegar a
la confrontación del modelo progresista con el conservador. Al argumento de que los sectores
tradicionales se juntaran en 1999 para bloquear el triunfo de la izquierda, Seregni opone otro:
si la izquierda gana con el 38 o el 40 % de los votos, después de las elecciones le arrancarán
pedazos de su programa, no solo cargos y otros elementos de poder. Él opina que si el Plenario
impone [...], como elemento condicionante, las candidaturas únicas departamentales a cambio
del balotaje, se le estaría pidiendo a colorados y blancos que paguen un precio demasiado alto.970
Según Bottinelli, Seregni, empujado por su convicción, adhería «demasiado
solo, demasiado a contrapelo» a la propuesta de reforma constitucional que se venía
perfilando.971
El 18 de noviembre el Plenario Nacional decidió oponer nueve exigencias a la
fórmula propuesta que incluía la separación en el tiempo de las elecciones departamentales
y nacionales pero donde descollaba la candidatura única por lema para las diecinueve
intendencias departamentales que «según todos sabían, –estimaba Marcelo Pereira–
«blancos y colorados no están dispuestos a aceptar». La resolución había sido apoyada
por la Vertiente Artiguista, Asamblea Uruguay y el Partido Socialista. Para el MPP y el
PCU las contrapartidas no eran suficientes.972
Sin embargo, el 28 de diciembre de 1995 Seregni y Vázquez salieron de la reunión
de la multipartidaria con un anteproyecto de reforma constitucional que incorporaba
buena parte de las modificaciones que el Frente requería: se aceptarían dos candidatos
a intendente por lema y los comicios departamentales se alejarían 150 días de los

(969)  Archivo Seregni, Carta de Liber Seregni a la Mesa Política, 28.8.1995.


(970)  Nelson Cesín, «Sí pero no», Brecha, 17.11.1995, p. 5.
(971)  Entrevista de los autores con Óscar Bottinelli, 18.5.2012.
(972)  Marcelo Pereira, «Redondeando un cuadrado», Brecha, 24.11.1993, p. 5.

243
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

nacionales. En la reunión el general se había comprometido a que el Plenario de la fuerza


política se pronunciaría sobre esta propuesta antes del 15 de febrero.973
Esa misma jornada Búsqueda divulgó que el gobierno analizaba documentación
que sugería que Vázquez, en su carácter de jefe de radioterapia director del Instituto
Nacional de Oncología, había favorecido que el organismo adquiriese equipamiento
informático del que el único proveedor era uno de sus hijos.974 En medio de la tormenta
que la acusación desencadenó y mientras se aguardaba que el dirigente fuese citado por
las autoridades del Ministerio de Salud Pública, este afirmó para CX30 que el manejo
del tema lo había conducido a replantearse su apoyo a la reforma constitucional, «porque
una cosa es la reforma de la Constitución con reglas claras, imparciales, bien cristalinas,
y otra la reforma de la Constitución que se plantea con la realidad política y periodística
que el país tiene».975
El 22 de enero Seregni volvió a Montevideo para participar de la Mesa Política.
Aún convalesciente, realizó un informe de hora y media y se retiró. La reunión continúo
durante tres horas y aunque el dirigente de Asamblea Uruguay Carlos Baraibar propuso
convocar al Plenario para el 10 de febrero, este quedo citado recién para el 3 de marzo.976
Seregni estaba en Costa Azul. Desde 1971 había abandonado mucho en favor de
aquel colectivo. Desde la salida de su prisión bajo la dictadura, su rutina reservaba las
mañanas a los periodistas e interlocutores políticos, mientras que sus jornadas en la sede
del Frente Amplio por lo general no terminaban antes de las nueve de la noche. La
actividad «no le deja tiempo ni fuerzas para leer siquiera uno de los tantos libros que
recibe, o de los que compra empecinadamente, como si ello estableciera una obligación
con la lectura», escribió Blixen. Ni hablar de ir al cine con Lily.977 Sus colaboradores
cercanos conocían la resolución que meditaba e intentaron que desistiese de ella pero en
la víspera de año nuevo, el general se la anunció telefónicamente a Vázquez.978
El 5 de febrero de 1996 el Frente cumplía un cuarto de siglo y lo celebró con un
acto en la explanada de AFE. Esa fue la ocasión elegida por Seregni para confirmar
públicamente la renuncia indeclinable a la presidencia del Frente Amplio que horas antes
había presentado a la Mesa Política. Ante su gente propuso una lectura del cuarto de
siglo frenteamplista que se conmemoraba y se detuvo a historiar las negociaciones sobre
la reforma constitucional hasta diciembre del año anterior. «Y yo compañeros soy muy,
muy cuidadoso de la palabra que empeño y de los compromisos que asumo», recordó
entonces. «Debo parecer, a alguno, algo trasnochado. Pero para mí, mi palabra es un
capital fundamental de mi accionar personal y político», insistió. A partir de esa premisa,
la resolución del 22 de enero de la Mesa Política desembocaba lógicamente en una
decisión que juzgaba impostergable.

(973)  Manuela Scovi, «Asignatura pendiente», Brecha, 5.1.1996, p. 7.


(974)  Búsqueda, 28.12.1995, p. 9.
(975)  Nelson Cesin, «Entre la ofensa y la defensa», Brecha, 19.1.1996, p. 7.
(976)  Carina Gobbi, «Con Tabaré y sin reforma», Brecha, 26.1.1996, p. 7.
(977) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 193.
(978)  Ibídem, p. 219.

244
Capítulo 11 | las mayorías nacionales

Ante esta situación ¿cómo podría yo negociar o acordar con el gobierno de la República o con
los otros partidos, con ese menoscabo de la credibilidad y la confianza a que me sometían las
circunstancias? No estaba, no estoy en condiciones de negociar con el gobierno de la República
y con los otros partidos [...]. Y esto lleva, in-de-fec-ti-ble-men-te a que yo no pueda permanecer
un momento más en la presidencia del Frente.
En la multitud inicialmente desconcertada empezó a crecer una vez más el canto
tradicional de «Seregni, amigo el pueblo está contigo». El general lo agradeció pero fue
terminante sobre el carácter indeclinable de su decisión. «Estoy casado por toda la vida
con el Frente Amplio. Estoy casado con el Frente Amplio, pero no estoy casado con la
presidencia del Frente Amplio», sentenció.979

(979)  Archivo Seregni, Discurso del general Liber Seregni. Explanada de AFE. 5.2.1996.

245
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

246
Capítulo 12 | la ética de las convicciones

Capítulo 12
La ética de las convicciones
«No se trata tan solo de que no percibo en los actuales partidos la capacidad de mirada
que necesita este nuevo mundo que nace a borbotones [...]. Lo que realmente abruma
es que, si se quiere, es más opaca y distraída la mirada de las fuerzas populares
de izquierda, que por su vocación y autodefinición, afirman estar siempre en la
vanguardia de los cambios y en la torre del vigía que los anuncia.»
Liber Seregni, 20 de agosto de 1998.

La renuncia de Seregni generó un profundo impacto en filas frenteamplistas. Más


allá de las diferencias entre los dirigentes, entre adherentes y militantes cundió una
profunda desazón y perplejidad. Los debates en los órganos de conducción del Frente no
acertaban a determinar un rumbo claro y los principales dirigentes se cuidaban mucho de
definiciones tajantes. El propio Tabaré Vázquez se mantenía parco y hasta algo distante
frente a las exigencias que le llegaban sobre que debía asumir el rol dejado por Seregni.
Sabía bien la carga pesada que ello configuraba.
Distante pero cercano a la realidad política, desde octubre de 1996 a abril de 1997,
dos o tres mañanas por semana el general comenzó a recibir la visita de Samuel Blixen,
que escribiría a partir de aquellos diálogos Seregni. La mañana siguiente.980 En el balance
de aquellas conversaciones, el entrevistado se mostró pesimista respecto a los efectos de
su apartamiento: «Creo que mi intención falló porque no fui lo suficientemente explícito
sobre las razones de mi decisión».981
¿O era la evolución electoral la que oscurecía el análisis? «En el 89, a pesar de
la fractura, ganamos Montevideo. [...]…se da el juego diabólico: a pesar de todo, las
encuestas nos dan creciendo sostenidamente, [...] la gente no siente el castigo de sus
errores. A mí me tiene aterrado, porque siempre viene el momento de pagar», razonaba.
El episodio que había desencadenado su renuncia, en realidad expresaba un desacierto
más general:
La reforma constitucional fue una bandera histórica del Frente [...]. Cuando finalmente [...] se
pone sobre la mesa una fórmula que contempla nuestras aspiraciones, magnificamos los aspectos
negativos con una visión cortoplacista, [es decir que] el Frente Amplio es el partido del cambio
y cuando llega el momento vota por el statu quo.
El general consideraba que, embarcados en «esa actitud errónea, enfermiza, respecto
de ser contrarios al gobierno para afirmar el rol opositor», los frenteamplistas «estamos
incurriendo en el delito político de omisión». «Quizá lo único que tenemos definido es la
reforma tributaria», graficó Seregni. «Uno de los grandes temas que habíamos planteado
era el de la reforma de la educación», recordó. Los frenteamplistas debían superar el

(980) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 5.


(981)  Ibídem, p. 221.

247
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

sentimiento extendido en las izquierdas del continente de que la globalización era «un
invento perverso», asumirla como «un dato de la realidad [...], resultado de la marcha
de la economía y, fundamentalmente, de la revolución científica y tecnológica y del
progreso de las comunicaciones», pero «para elaborar una estrategia general», advertía,
«debemos empezar por reconquistar la colaboración de los intelectuales».982
De momento, las negociaciones sobre la reforma constitucional se reiniciaron sin
él. Mientras tanto, en el Frente decantaba una mayoría vazquista (con el apoyo del PS,
la VA, pero también del PCU e incluso del MPP, al que se agregaba el de la mayoría de
los representantes de las bases), ante la que se anteponía la minoría astorista, articulada
a través de su sector, la AU. La izquierda había obtenido siete de las nueve pretensiones
que había formulado en torno a la reforma constitucional pero continuó reclamando las
dos restantes y agregó una nueva. Sus interlocutores rechazaron tales demandas y el
Frente terminó definiéndose contra la reforma.
El 13 de octubre de 1996, el Partido Colorado, el Partido Nacional y el Nuevo
Espacio consiguieron la aprobación del proyecto de nueva Constitución, que la
ciudadanía refrendó en el plebiscito del 8 de diciembre por margen mínimo: 50,5%
de los votos emitidos. Cuatro días después del plebiscito, el semanario Mate Amargo
divulgó declaraciones realizadas por Seregni en Buenos Aires en las que calificaba de
«error histórico» la oposición al proyecto aprobado.983 La semana siguiente, en el mismo
semanario se publicó una carta abierta al general en la que un militante se mostraba
«avergonzado» porque el 8 de diciembre, Seregni, Astori y otros frenteamplistas
habían votado «junto a los responsables de la política económica y los que encubren
torturadores».984
En minoría pero beligerante, Seregni abrió otro campo de batalla el 27 de febrero
de 1997, cuando, con el propósito precisamente de «reconquistar la colaboración de los
intelectuales», se constituyó el Centro de Estudios Estratégicos 1815. En la asamblea
fundacional de la nueva institución participó buena parte de lo que había sido su último
equipo en la presidencia del Frente: César Bertellotti, Hernán Castro, Antonio Elías, Jorge
Galzerano, Julio Halty, Belela Herrera, Martha Jauge, Fredy Lima, Ricardo Magnone,
Julio Vidal Amodeo, José Luis Villamil, Octavio Racciatti y Alberto Rosselli, entre otros.
La primera finalidad que los estatutos fijaban al Centro era propia de una usina de
ideas:
Impulsar, a través de actividades académicas, mejoras relevantes en la planificación y la gestión
estratégica del Estado, redefiniendo las relaciones entre Estado, Sociedad y mercado, buscando
con ello la mejora de la calidad de vida, el desarrollo de la competitividad sistémica del país,
el crecimiento de la actividad económica en armonía con la preservación del medio ambiente y
la distribución progresiva del ingreso, con especial énfasis en la reducción significativa de los
niveles de marginación y exclusión social.

(982) Blixen, Seregni…, o. cit., pp. 222-227.


(983)  Mate Amargo, 12.12.1996, p. 2.
(984)  Mate Amargo, 19.12.1996, p. 14.

248
Sin embargo, este también autorizaba la intervención del instituto en la acción
política concreta habilitándolo a «aportar al Frente Amplio estudios y trabajos sobre
temas de Estado y Gobierno» e incluso a «elaborar propuestas que viabilicen, cuando
sea necesario, acuerdos estratégicos entre las principales fuerzas políticas y sociales».985
A diferencia de lo que había sido el Instituto Fernando Otorgués (creado en 1992
como organismo asesor del Frente), el Centro no solo tendría independencia técnica
sino también orgánica y financiera.986 El 19 de junio fue presentado públicamente en una
instancia auspiciosa: aunque Seregni dijese que el Centro tenía una «relación familiar»
con el Frente, ningún partido dejó de enviar a la cita representantes de peso; era esperable
la presencia de los profesores de la Universidad de la República, pero también los hubo
de la Univeridad Católica.987 Cuatro meses después tuvo lugar el primer seminario
organizado por el Centro. «Ideas para un Proyecto Nacional en el siglo XXI» fue el título
y el tema elegidos.988
Dentro de su fuerza política, sin embargo, la posición de Seregni seguía perdiendo
fuerza. En el plenario realizado el 8 de agosto de 1998, por ejemplo, su tesitura fue
derrotada por 125 votos contra 9. La nueva Constitución preveía elecciones internas en
todos los partidos para dirimir las candidaturas, pero el Frente estaba obligado por sus
estatutos a elegirlas en un congreso extraordinario. Seregni sostuvo que para respetar
el espíritu además de la letra de la norma constitucional aprobada, correspondía que el
congreso tuviera lugar después de las primarias, procediendo simplemente a ratificar el
resultado de estas últimas. Por el contrario, lo que la tapa de La República definió como
una «fraternal aplanadora» desechó la competencia de candidatos, manifestando su
preferencia porque fueran las internas las que confirmaran la resolución del Congreso.989
Fue en esos días que María Esther Gilio lo entrevistó para Brecha. Recientemente
había fallecido Pacheco Areco. Los legisladores frenteamplistas se habían negado
a concurrir a la sesión en la que el Parlamento le rindió homenaje. El general había
concurrido al velatorio y Gilio buscaba una explicación. Y recordó el general:
Lo que yo digo es que Pacheco tuvo la inteligencia de no romper con la Constitución. Se manejó
con un uso abusivo de las medidas prontas de seguridad y llevó hasta los límites últimos un
Estado autoritario, pero –y esto no lo digo para exculparlo– no olvidemos que fue el sistema
político quien se lo permitió. En algunos casos la aprobación explícita y en otros el silencio del
Parlamento. [...] El conjunto del sistema político no se opuso a estas medidas. El movimiento
obrero organizado sí se opuso. Pero la resistencia del país a estas medidas no tuvo la fuerza que
debía. [...] Pero la gente prefiere echar un manto sobre eso.

(985)  Centro de Estudios Estratégicos 1815 (en adelante CEE 1815), Libro de Actas, Acta n.º 1, 27.2.1997,
en ACEE 1815.
(986)  En este último sentido, en una primera etapa la Fundación Ebert en el Uruguay (FESUR) resultó
clave, y luego, a partir de 1999, en la última etapa los apoyos más decisivos provinieron del PNUD y de la Univer-
sidad para la Paz, con un especial protagonismo para que ello pudiera efectivizarse de Martín Santiago (como re-
presentante residente del PNUD) y de Roberto Domínguez y Rafael Sanseviero (que hacían lo propio en la UPAZ).
(987)  «Seregni y la estrategia», Brecha, 20.6.1997; «El CEE 1815 será la usina de ideas para Seregni», El
Observador, 20.6.1997.
(988)  Carpeta «Seminario Ideas para un Proyecto Nacional en el siglo XXI», en ACEE 1815.
(989)  Búsqueda, 13.8.1998, pp. 6-7.

249
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

«Usted era el enemigo más duro que tenía el gobierno», objetó la periodista.
«Enemigo... prefiero no usar esa palabra», intervino Seregni. «¿Para quién deja la palabra
enemigo?», fue la interrogante inmediata. «Para aquel que, según mi criterio, merece ser
destruido». Gilio afinó la puntería: «¿Quién es hoy en el país su enemigo?». «Nadie»,
declaró Seregni. «No puedo nombrar uno».990
Sus dichos y sus acciones de aquellos años lo indispusieron con no pocos dirigentes
y militantes frentistas. La conferencia «Independencia y futuro», que impulsó el Centro
de Estudios Estratégicos el 20 de agosto, mostró que veía con claridad las oportunidades
del nuevo mundo que emergía con la revolución científico tecnológica, la globalización
y la debacle del socialismo real. Pero el final de su exposición fue, según él mismo
reconoció, melancólico:
No se trata tan solo de que no percibo en los actuales partidos la capacidad de mirada que
necesita este nuevo mundo que nace a borbotones [...]. Lo que realmente abruma es que, si se
quiere, es más opaca y distraída la mirada de las fuerzas populares de izquierda, que por su
vocación y autodefinición, afirman estar siempre en la vanguardia de los cambios y en la torre
del vigía que los anuncia.
Con todo, algo salvaba en sus expectativas hacia adelante: «Del pueblo que fatiga
senderos y veredas, que piensa y crea cotidianamente el presente y pensará y creará el
futuro. Por eso, como el romance finalizo: “que buen vasallo si oviesse buen señor”».991
En 1999 su obsesión fue la política de alianzas de la izquierda pues, a su entender,
la segunda vuelta implicaba «una perentoriedad en materia de coaliciones». Inició el
año con una ronda de encuentros con dirigentes frenteamplistas y a mediados de agosto,
mientras el Centro de Estudios Estratégicos realizaba precisamente un seminario sobre
gobernabilidad, coalición y cambio institucional, concedió una entrevista a Brecha en la
que hizo públicas sus reflexiones. A su juicio «la búsqueda de acuerdos que conduzcan
a la coalición no se hace en la semana siguiente a octubre» (mes en el que se realizaría
la primera vuelta) pues «los procesos políticos y sociales» tienen una «viscosidad e
inercia» características. Precisó:
En esta nueva lógica de acuerdos el lenguaje político [...] no puede ser agresivo ni descalificante
de personas, institutos ni de partidos; puede ser profundamente crítico, pero en la contraposición
de ideas, de programas, y no de ataques que imposibiliten la búsqueda de acuerdos con aquellos
que puedan estar más próximos a nuestra manera de pensar.
El Frente había mantenido «una línea estratégica de oposición de tipo confrontacional
[...] que sin dudas le redituó beneficios de corto plazo. [...] Era capitalizar a todos
los desconformes a través del ataque sistemático». Sin embargo, argumentaba, «la
confrontación en sí y por sí no es la vida».
Se atraviesan períodos de oposición y de confrontación mientras se consolidan fuerzas, pero
llegado ese momento hay que ir a la batalla o buscar la paz. El problema de esta concepción es
que no se puede cambiar de un sábado para un lunes, porque permea de arriba hacia abajo.

(990)  María Esther Gilio, «La realidad siempre impone sus límites», Brecha, 14.8.1998, pp. 8-9.
(991)  «Independencia y futuro. Conferencia con motivo del aniversario de la Proclamación de la Indepen-
dencia del Uruguay 25 de agosto de 1825, 20 de agosto de 1998», en ACEE 1815.

250
Capítulo 12 | la ética de las convicciones

Si su razonamiento resultaba aplicable tanto para fuerzas progresistas como


conservadoras, la coyuntura parecía volver imperativo que la izquierda lo entendiera:
Hay urgencias dictadas por la situación económica, cuyas características son de tipo estructural
y se arrastran desde mediados de la década del 50. La crisis del sistema neoconservador, que
se advierte con las debacles de tipo financiero y deriva en una crisis económica seria, tiene su
puntillazo final con la devaluación en Brasil. [...] Este conjunto de circunstancias regionales y
mundiales impone la obligación, mucho más apremiante que nunca, de buscar acuerdos para
conducir una política que pueda salvar al país.992
«La relación entre Seregni y Tabaré no era buena, pero trató de ser buena. Eso era
parte de mis contactos con Seregni, eran por eso justamente», confesó a los autores el
doctor Gonzalo Fernández, quien integraba el equipo asesor de Vázquez. El penalista
tenía desde mucho antes cierta relación con el general:
«Compañero dotor», me decía jocosamente. Creo que el primer encuentro personal fue una vez
que habían descubierto y atrapado a un tipo que había puesto unas bombas en un comité de base.
Lo habían llevado a un juzgado penal y Seregni me pidió que averiguara acerca de si eso había
sido parte de alguna agresión organizada. Pero en realidad no se investigó nada. Luego volvió
a convocarme por cuestiones puntuales. Me había tenido como un referente en materia penal y
cuando surgía algún problema de ese orden me mandaba llamar.
Pero durante la primavera de 1999 se verían más seguido. Narró el abogado:
Yo era el delegado de Tabaré en el comando electoral que integrábamos con Mónica Xavier, Jorge
Rodríguez y Nelson Macedo. En ese período Tabaré me pidió que me reuniera semanalmente con
Seregni en su apartamento, que quedaba arriba de la sastrería Ovalle Hermanos, para mantenerlo
informado de todo lo que estábamos organizando. Fui durante meses, a veces acompañado por
Ariel Bergamino, que redactaba los discursos de Tabaré, y hablábamos con el viejo. Seregni
siempre parecía muy satisfecho con la actitud de Tabaré. A veces pedía más información. Nunca
cuestionó nada. Hice lo propio con Licandro, aunque estas visitas no fueron tan frecuentes.993
Ese 31 de octubre el Encuentro Progresista obtuvo 861.202 votos válidos, el
39,06 % del total, lo que lo ubicaba en el primer lugar, a 157.000 votos del Partido
Colorado. El Nuevo Espacio de Rafael Michelini había recibido 97.943 votos (el
4,4 % de los válidos) pero aunque su líder afirmó enfáticamente que él personalmente
respaldaría a Vázquez en la segunda vuelta,994 el 7 de noviembre la convención del sector
resolvió dejar en libertad de acción a sus electores.995 Dos días después, el directorio del
Partido Nacional resolvió por unanimidad apoyar la fórmula del Partido Colorado, que
encabezaba Jorge Batlle. La resolución había sido redactada por Luis Alberto Lacalle y
Alberto Zumarán.996 El periodista de Búsqueda encargado de perseguir a los candidatos
del Encuentro Progresista vio el anuncio en la televisión del hotel Crown de Melo pues el
cumplimiento de su tarea lo había llevado hasta allí, donde Vázquez y su compañero de
fórmula, que era nuevamente Nin Novoa, intentaban lograr la adhesión de dirigentes de

(992)  Nelson Cesín, «Para ganar el balotaje y para gobernar hay que construir ya una coalición», Brecha,
13.8.1999.
(993)  Entrevista de los autores a Gonzalo Fernández, 8.3.2016.
(994)  Elecciones nacionales de 1999 en ‹www.corteelectoral.gub.uy›.
(995)  Búsqueda, 11.11.1999, p. 14.
(996)  Ibídem, pp. 10-11.

251
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

segunda línea del Partido Nacional y el Nuevo Espacio.997 En la segunda vuelta del 28 de
noviembre, Batlle triunfó con el 52,52 % de los votos válidos. Vázquez había obtenido
el 44,50%.998
El 2 de diciembre Seregni salió al cruce de quienes se apresuraban a atribuir la
derrota a la reforma constitucional. «Lo que pasa es que cuando llega el momento de
explicar las causas de una no victoria, la gente busca normalmente chivos emisarios»,
dijo a Búsqueda.
Yo por política y por formación, cada vez que no he alcanzado un objetivo, busco cuales fueron
mis errores y no cuales fueron los aciertos del adversario. Es la única forma de superar la
distancia. Y es fuerza reconocer que el Frente Amplio en los últimos tiempos, en dos años o más,
cometió severos errores en el planteamiento estratégico, en este año también, donde no solo hubo
errores y desprolijidades estratégicas sino tácticas.
No quiso decir cuales. «Seregni evitó identificar esos errores», consignó el
cronista.999
El 10 de diciembre, en Brecha, entró en detalles. «Empecemos por identificar esos
errores», le pidió el periodista, pero el general advirtió que a él le gustaría «inscribir
todo esto en una concepción política». Entonces explicó lo que a comienzos de año
había sostenido en la ronda de encuentros que había mantenido con dirigentes de todos
los sectores de la fuerza. El problema tenía que ver con los orígenes, con 1971. Historió
Seregni:
En aquel momento, particularmente difícil, nacimos como fuerza de oposición y entonces
nuestra acción era de confrontación y de denuncia. Así transitamos aquella época difícil de
la dictadura. Pero todo ese proceso llevó a identificar el papel del FA exclusivamente con la
conquista del gobierno, ya que de lo contrario debíamos ser oposición y oposición cerrada. […]
Yo dije que no, que esa visión era deformante, porque circunscribía y ataba. Propuse que el FA,
efectivamente había sido creado para participar en los cambios que el país exige, si fuera posible
desde posiciones hegemónicas o mayoritarias, pero si ello no era posible también debíamos
participar desde las posiciones que permitiera nuestra presencia en el escenario político. [...] Esta
concepción implica, sostuve, un profundo cambio mental para nosotros [...].
Respondió finalmente:
Por supuesto, éramos oposición, seguimos siéndolo [...]. Pero la oposición tiene tonalidades, y
tiene formas de expresión. Desde formas civilizadas, en las que priman las ideas y la necesaria
relación entre vecinos, a las formas de confrontación brutal, que conducen a grietas y no a la
búsqueda de acuerdos. En su momento advertí que la política de confrontación cerrada debe
ser limitada en el tiempo; sirve para acumular fuerzas hacia adentro pero tiene un punto de
tensión en el cual hay que hacer una inflexión para hacer un cambio que habilite el diálogo
hacia el encuentro de soluciones. Eso fue justamente lo que no hicimos, y a mi entender el error
estratégico central.
Su interlocutor le recordó entonces que había hablado de errores en plural. Entonces
agregó el general:

(997)  Ibídem, p. 64.


(998)  Elecciones nacionales de 1999 en www.corteelectoral.gub.uy
(999)  Búsqueda, 2.12.1999, p. 16.

252
Capítulo 12 | la ética de las convicciones

Las propuestas de soluciones [...], si no están elaboradas perfectamente, uno no puede caer
en el detalle, más cuando ese detalle no está elaborado colectivamente, y por eso puede dar
lugar a distintas interpretaciones. Y voy concretamente al tema del impuesto a la renta, donde
empezamos a hablar livianamente de franjas y porcentajes sin estar preparados para ello. El
adversario, que no es tonto, vio allí un punto tremendamente sensible.1000
«Cuando se perdieron las elecciones y salió aquel reportaje de Búsqueda
cuestionando la estrategia electoral del Frente Amplio, no me gustó ese gesto», recordó
Gonzalo Fernández, y añadió:
A Tabaré esas declaraciones lo enojaron mucho. Pero en realidad nunca me explicitó cuales eran
sus agravios con Seregni. Una o dos veces más me pidió que lo acompañara a verlo por algo
de poca importancia pero con la intención de cuidar la relación. Creo que a Seregni le costaba
aceptar los gestos de Tabaré.1001
Lo ocurrido durante ese año de campaña electoral de 1999 venía a ratificar lo que
ya todos sabían: entre Seregni y Vázquez no había buena química. El general sin duda
prefería el estilo de Astori, aun cuando la dimensión estratégica de su visión política
le hizo ver pronto que el carisma y las características del nuevo liderazgo popular que
el Frente Amplio requería para esta nueva etapa convergían en la figura de Tabaré. La
relación entre ambos fue correcta y, como se ha visto, a Vázquez le interesó en todo
momento cuidarla. Seregni intentó hacer lo mismo, pero a menudo las diferencias no
pudieron ocultarse.
En este penúltimo Seregni se percibía una urgencia visible por hacerse oír antes que
fuera demasiado tarde. Había dicho al concluir su diálogo con Brecha:
Déjeme decirle que tengo plena conciencia de quien soy, y del papel que puedo jugar. Tengo
plena conciencia de que mis críticas pueden molestar. Pero no las hago para molestar, las hago
porque más frenteamplista que yo no hay nadie. Nunca me sirvió un ayudante que me dijera a
todo que sí. No confundamos la obediencia debida con la obsecuencia indebida
Sentía que le quedaban batallas por cumplir y, fiel a su estilo, más suelto que antes,
no vaciló en pagar el costo de cada una de ellas.
Luego de su fallecimiento, en la hora del primer balance, Marcelo Pereira recordó
una de las más sonadas:
En una entrevista publicada por Búsqueda el 25 de mayo de 2000 [que levantó gran polvareda]
[Seregni] avanzó en el cuestionamiento expreso [que fue también autocrítica] a una concepción
instrumental de los derechos humanos muy extendida en la izquierda de antes, que no reconocía
su carácter universal sino que ubicaba su defensa en el marco de una estrategia para golpear y
aislar al enemigo, y se toleraba a sí misma lo que condenaba en otros.1002
Sin embargo, los términos que Seregni había elegido para iniciar la contienda
habían sido, por lo menos, provocativos. Dijo, por ejemplo:
Desde el punto de vista de los derechos humanos fue tan brutal el destrato que tuvieron los
rehenes cuando estuvieron en el aljibe como el destrato que tuvo Frick Davie, que tuvo el

(1000)  Nelson Cesín, «Abandonar el complejo de petizo», Brecha, 10.12.1992, pp. 3-4.
(1001)  Entrevista de los autores con Gonzalo Fernández, 8.3.2016.
(1002)  Pereira, Marcelo, «El destino de Moisés», Brecha, 6.8.2004.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

embajador inglés, que tuvo Pereyra Reverbel y otros que estuvieron en la Cárcel del Pueblo
sometidos a las mismas vejaciones.1003
Sus adversarios internos no fueron menos severos en sus críticas a los dichos del
viejo general. «Basta recordar que cuando el Frente celebra en el Cilindro Municipal los
treinta años de su fundación, Seregni no es incluido en el estrado y ante algunos planteos
de Seregni, Tabaré responde que fuera a su comité de base a hacerlos», ha recordado
Bottinelli.1004
La viuda del amigo juvenil de Seregni que había sido el astrónomo mexicano
Guillermo Haro, la periodista y narradora Elena Poniatowska, visitó Montevideo en junio
de 2001. Butazzoni participó entonces de la cena que la reunió con Seregni, Rosencof, el
novelista Omar Prego y su esposa, un gerente del Grupo Santillana y Viviana Echeverría,
editora de Alfaguara. Parece que el centro de la reunión fue el «encantador aluvión de
anécdotas y reflexiones que sostenían Seregni y Rosencof», que además, a la hora de
la retirada, no aceptaron subirse a ningún auto sino que siguieron su conversación de a
pie, rumbo a 18 de Julio. «Ahí va un libro caminando», pensó la editora de Alfaguara.
Ese fue el origen de los encuentros entre Seregni, Rosencof y Butazzoni que ocuparon
las mañanas del general los martes y jueves desde mayo a julio de 2002, materializados
luego en el libro tantas veces recurrido en estas páginas.1005
Durante el invierno siguiente el Centro de Estudios Estratégicos llevo adelante un
ciclo de coloquios sobre «los partidos políticos frente a los retos del siglo XXI». Las
conferencias de apertura tocaron a dos hombres de la generación de Zelmar Michelini,
dos pensadores profundos, dos militantes: Alberto Methol Ferré y Julio Rodríguez. El
primero, católico converso, «herrerista intelectual», tercerista, ruralista, cómplice en el
ensayo izquierdista de la Unidad Popular, asesor decisivo de Seregni durante el trienio
fundacional del Frente Amplio, teólogo que había dejado huellas en el documento del
episcopado latinomericano de Puebla, era posfrentista desde 1986 (había votado a
Batalla en el 89 y al nacionalista Alberto Volonté en el 94). El segundo, invariablemente
frenteamplista, también provenía de la militancia estudiantil de mitad de siglo. Se había
iniciado en una pequeña agrupación marxista, antiestalinista y antitrotskista, de la que
formaban parte también José D’Elía y Gerardo Cuesta. En 1950, movilizado por una
tremenda campaña anticomunista que atizó el entonces embajador norteamericano
Christian Ranvdal y que tuvo su ápice en la agresión física a la joven profesora Lucía
Sala, se había hecho también él comunista. Con Sala y otros historiadores marxistas había
protagonizado un esfuerzo de investigación fundamental sobre el artiguismo. En 1968
había polemizado al interior de su partido contra la invasión soviética a Checoslovaquia
y las reformas de Gorbachov le habían dado motivo para ensayar una vigorosa revisión
de la tradición comunista, a pesar de lo cual, junto a José Luis Massera y Lucía Sala
había batallado infructuosamente por mantener la unidad de su viejo partido.

(1003)  «Seregni rechazó que el Ejército deba pedir perdón por sus errores y se reprochó por no haber en-
frentado a la guerrilla con más firmeza», Búsqueda, 25.5.2000.
(1004)  Entrevista de los autores con Óscar Bottinelli, 18.5.2012.
(1005) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., p. 9.

254
Capítulo 12 | la ética de las convicciones

En la jornada inicial del ciclo, a diferencia de Methol, Rodríguez se atuvo a su


tiempo. Y Seregni, que oficiaba de moderador, aprovechó: «Yo insto a los compañeros a
aprovechar. Tenemos media hora casi, para hacer preguntas o para discrepar con Julio…».
El primer interpelante fue Conrado Hughes, director de la Oficina de Planeamiento y
Presupuesto durante la presidencia de Lacalle, abanderado entusiasta de lo que él definía
y define como liberalismo a secas, sus contendientes favoritos como neoliberalismo
y que Seregni hubiera preferido en cambio que fuese llamado neoconservadurismo,
probablemente para no obsequiarle al adversario la vieja camiseta garibaldina.1006
Aunque la cobertura de la prensa fue escasa, los tres coloquios del ciclo contaron
con la participación de académicos y políticos de fuste incluso continental (el brasileño
Marco Aurelio García, por ejemplo). «Cada uno de los participantes tiene veinte minutos
para intervenir… yo me manejo acá con mis cartelitos de siempre para indicar los minutos
que faltan y el término de la misma», advertía Seregni desde la mesa. Su preocupación
era hacer lugar al debate y a eso se limitaba salvo cuando entendía conveniente abrirlo
planteando el tema en términos que hicieran imposible eludir sus aristas más afiladas.1007
En noviembre la Organización Sionista del Uruguay lo distinguió con el premio
«Jerusalem». Al recibirlo hizo algo que no acostumbraba hacer en instancias públicas:
recordó a José Seregni. Lo definió como «un idealista del siglo XIX que se definía a sí
mismo como libertario y librepensador». «De él bebí las primeras ideas que quedaron
profundamente insertas en mi espíritu y que guiaron toda mi vida», apreció. «La primera
cosa que me dijo mi padre, desde mi niñez fue: “Mira Liber, todos los hombres son
iguales”», aseguró.1008
El 13 de diciembre de 2003, cuando cumplía 87 años, Seregni anunció su
retiro definitivo de toda actividad pública y resolvió incluso el cierre del Centro de
Estudios Estratégicos (cuyos debates de 1999 en adelante se habían publicado en ocho
volúmenes).1009 Su estado de salud se había deteriorado en forma severa, no debía
continuar exigiéndole tanto a su cuerpo ni su orgullo hubiese admitido demasiados
testigos de su decadencia física.
Cuando finalmente se confirmó que Seregni padecía cáncer, su hija mayor Bethel
solicitó la asistencia del oncólogo Tabaré Vázquez. «Médico y enfermo se llevaron de
maravilla», señaló Bethel.1010 Durante el verano recibió en Costa Azul la visita de siete
integrantes de aquella multitud que en setiembre de 1983, cuando la marcha final de
la Semana del Estudiante llegó a la esquina de Bulevar Artigas y Bulevar España, se
pararon a vivar su nombre. Los visitantes encontraron que el general estaba mucho mejor
de lo que habían supuesto, la conversación fue larga y animada y sintieron que merecía
ser compartida con un público más amplio.

(1006)  «La cresta de la ola es para hacer surf, no para hacer política», Bitácora, 25.3.2001, p. 8.
(1007)  CEE 1815, Los partidos políticos frente a los retos del siglo XXI, Montevideo, EBO, 2004, especial-
mente pp. 49, 60-61, 211-213 y 255.
(1008)  Organización Sionista del Uruguay, Jerusalem. 19 años del premio, 19 discursos, Montevideo, Fin
de Siglo, 2009, pp. 131-132.
(1009)  Los datos editoriales se consignan en la bibliografía.
(1010)  Entrevistas de los autores con Bethel Seregni, 12.12.2011 y 21.9.2015.

255
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Fue así que organizaron un homenaje a veinte años de su liberación, el 19 de marzo


de 2004, en el Paraninfo de la Universidad. En esa ocasión fue que Seregni pronunció su
último discurso o, mejor dicho, su último discurso público. «Mi general, el grave error
en su vida es no haberse muerto», contó que le había dicho uno de los militares que había
estado preso con él en el sexto piso especial de Jefatura de Policía. «Si usted se hubiese
muerto serían nada más que largos homenajes, pero usted siguió viviendo y habla y
molesta», le aclaró.
Allí estribó para, una vez más, «tercamente como mi abuelita la vasca», como le
gustaba decir, renovar su apuesta a tender puentes por la vía de explicarse:
Traté de perseguir el paradigma de decir lo que se piensa y hacer lo que se dice; a veces pude
hacerlo y otras veces no, porque yo también sentí, como muchos de ustedes, la vigencia del
dilema que planteara Max Weber hace 80 años [...]: el dilema de la posible oposición entre
la ética de las convicciones y la ética de las responsabilidades. [...] Por eso, hasta que pude
desprenderme de las ataduras de mis responsabilidades, recién entonces pude hablar por mí
y para mí y ser auténtico. Así, dije mi verdad (la mía, no la verdad), dije mi verdad, que en
ocasiones pudo chocar o herir a alguien. No fue mi propósito lastimar ni herir a nadie, y si en
algún momento eso pasó, aquí, públicamente, presento mis excusas.1011
El 27 de junio Seregni hizo su última salida pública para votar en unas elecciones
internas donde, a diferencia de lo ocurrido en 1999, no había competencia. Vázquez
era el candidato único pero el general desafió consejos y advertencias para respaldarlo
públicamente. Como se presumirá, durante ese invierno, médico y paciente no hablaron
solo acerca de degeneración celular. Pero Seregni también hablaba con Astori y con
Arana. Antes del viaje a Estados Unidos en que el candidato a la presidencia por la
izquierda develaría a quien tenía en mente para la cartera de Economía, el general
reunió «al pie de su cama» al oncólogo con el contador. Según los relatos orales que han
reconstruido esa última conversación con los herederos del liderazgo frenteamplista, a
Vázquez le habría dicho: «Tú eres el conductor político»; a Astori: «Tu eres el conductor
económico». «Pero –concluyó, según las versiones que se han conocido de ese singular
encuentro– deben recordar siempre que es la política la que gobierna la economía».1012
Blixen se detuvo, al final de su libro, en el tintero que distinguía el escritorio de
Seregni. «Pequeñas cosas que amamos» tituló Butazzoni el capítulo en el que Seregni
les contó a él y a Rosencof la historia del objeto. El útil era de plata. Sobre él se alzaban
dos caballos del mismo metal, casi rozándose. En la base, a los lados de una herradura,
encajaban dos bollones de cristal, el de la tinta y el de la arena. Había pertenecido a Pablo
Galarza,1013 legendario jefe militar colorado que había hecho carrera bajo la dictadura de
Máximo Santos pero en quien Batlle y Ordóñez terminó confiando la definición de la
guerra de 1904 (y luego de esto, en buena medida, el mantenimiento de la paz).
Galarza era el segundo nombre de aquel primo marino de Seregni que tanto había
tenido que ver con que a los 15 años se inscribiese en la Escuela Militar. Galarza era la
leyenda ante la cual el álferez Seregni, de veinte años, se había quedado sin palabras.

(1011)  Archivo Seregni, Discurso del general Liber Seregni en el Paraninfo de la Universidad, 19.3.2004.
(1012)  Entrevistas de los autores con Bethel Seregni, 12.12.2011 y 21.9.2015.
(1013) Butazzoni, Seregni-Rosencof..., o. cit., pp. 365-373.

256
Capítulo 12 | la ética de las convicciones

Su talento militar se le había revelado por sorpresa dos décadas después, ya general
y jefe de la Región Militar n.º 2, en libros de estrategia que tenían sus anotaciones en
los bordes.1014 Uno de sus sobrinos, artillero como Seregni, había sido su amigo, un
consecuente militante frenteamplista y le había legado el tintero.
«¡Es como tener en tu casa el clarín de Palleja!», había soltado Rosencof cuando
Seregni completó su narración.
El 29 de julio La República informó que el general Federico Wins, comandante de
lo que entonces se llamaba División de Ejército II (y que cuando la gobernaba Seregni se
había llamado «Región»), había repuesto la fotografía de Seregni en el «Salón de Honor»
de la unidad. En su nota del 6 de agosto en Brecha, Blixen explicó que la operación
había sido coordinada con Seregni, ya en la cama y deshauciado. Lily y Bethel habían
sido las encargadas de conseguir una fotografía de Seregni correspondiente a su etapa en
la jefatura de la región. Es más difícil saber si el general supo de la fuerte batahola que
desencadenó el descubrimiento de aquel simple acto de justicia.
El comandante en jefe del Ejército Santiago Pomoli (hijo de aquel nacionalista
independiente que junto a Seregni había organizado la resistencia a un eventual golpe
de Estado liderado por Aguerrondo) sancionó a Wins pero no mandó sacar la foto. El
presidente Jorge Batlle, el hijo de Don Luis, había dicho claramente: «El cuadro se queda
donde está». Yamandú Fau había avanzado más: «De pronto hay que colgar otros», había
dicho. Por cierto que el Centro Militar no dudó ni tardó en repudiar la restitución de la
imagen. Entre tanto, Seregni agonizaba. Falleció dos días después de la revelación de La
República, el 31 de julio de 2004, sin poder cumplir su promesa de que no moriría sin
ver en el gobierno a su Frente Amplio.1015
Gonzalo Fernández narró para esta investigación:
Dos militares que no puedo identificar vinieron esa noche a mi casa a traerme un mensaje. Eran
coroneles. Decían que las Fuerzas Armadas no le querían rendir honores militares a Seregni. Eso
en realidad quería decir que los encargados de preparar la honra fúnebre, no lo querían hacer. «Si
no lo hacen –les dije– cuando ganemos nosotros, se van todos para sus casas».1016
«¿Que imagen elegir para graficar la postura del gobierno y el ejército ante la
muerte de Liber Seregni?», se preguntaba Blixen en su nota. «¿La del general Francisco
Wins restituyendo el cuadro [...]? ¿La del oficial rigurosamente vestido de gala que pide
permiso al civil Tabaré Vázquez para cargar el féretro en la cureña? ¿La del ministro de
Defensa entregando la bandera nacional a la viuda Lily Lerena?». En todo caso, Seregni
fue enterrado con honores de ministro de Estado, igual que Wilson Ferreira, que sí lo
había sido.1017
La misma edición del semanario referido dio cuenta de que, rodeada por una
multitud que «cuarenta minutos después de finalizada la ceremonia seguía intentando
atravesar los portones del Cementerio Central, que seguían tan intransitables como al

(1014) Blixen, Seregni…, o. cit., p. 13.


(1015)  Blixen, Samuel, «La siembra», Brecha, 6.8.2004.
(1016)  Entrevista de los autores a Gonzalo Fernández, 8.3.2016.
(1017)  Blixen, Samuel, «La siembra», o. cit.

257
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

principio», para la periodista Mariana Contreras la interrogante era porque también


estaban ahí los de su edad, «los de la generación “light” e individualista».1018
Precisamente refiriéndose a aquella generación iniciada en la vida pública cuando,
sobre las ruinas del soviet, algún ultraliberal anunciaba la clausura de la historia, Seregni
había dicho:
Los jóvenes actúan con cierta prescindencia de la problemática del país. Para no cargar todo
sobre sus hombros es necesario advertir que la sociedad uruguaya entera perdió buena parte de
su sentido de la fraternidad y la solidaridad. Tampoco en la juventud está presente sentir una
adhesión y una voluntad en los fenómenos de tipo social. [...] Nosotros desde el Frente, nos
hemos ido desconectando de las generaciones juveniles.1019
Ahora, entre la multitud de dolientes, la periodista encontraba a un muchacho de 28
años asombrado de sí mismo: «Me extraña emocionarme tanto con la muerte del tipo.
Era una persona que iba perdiendo notoriedad. Su accionar de relevancia es previo a la
época de que tengo conocimiento, es parte de mi adolescencia, aunque en esa etapa uno
no da mucha bola», le había dicho. Otro joven dio una pista más sólida: el 19 de marzo de
1984, el día de la liberación de Seregni, era «su primer recuerdo político». El psicólogo
social Antonio Pérez García propuso a la cronista otra explicación: «es la entrega del
relato fundacional de las generaciones anteriores, la tradición».1020
Había nacido 87 años atrás, con la democracia uruguaya, y le quedaba todavía un
gesto. En cumplimiento de su propia decisión testamentaria, sus restos serían trasladados
a la Meseta de Artigas, al norte del país, el escenario donde aquella figura, que admiró como
a nadie y que inspiró siempre su lucha cívica, acuñara una nueva noción de patria.Parte II
Claves interpretativas

(1018)  Contreras, Mariana, «El último acto», Brecha, 6.8.2004.


(1019)  Wettstein, German (ed.), El Frente Amplio en el umbral del gobierno nacional, Montevideo, Edicio-
nes de La República, 1994, volumen 2, p. 164.
(1020)  Contreras, Mariana, «El último acto», Brecha, 6.8.2004.

258
Parte II
Claves interpretativas
Capítulo 13 | seregni, el militar

Capítulo 13
Seregni, el militar
«Mire. Usted observe la presencia del general Seregni en la Región Militar n.º II.
Mientras él se mantenga en ese cargo es porque las fuerzas que defienden las
instituciones están siendo mayoría.»
Óscar Diego Gestido, general retirado y entonces integrante del Consejo
Nacional de Gobierno por la minoría, futuro presidente de la República
entre marzo y diciembre de 1967, circa 1965.

Lo primero que surge al analizar la trayectoria de Liber Seregni como militar es la


pregunta acerca de cómo surgió su vocación por esta profesión. Como ya se ha señalado
en el capítulo correspondiente, su decisión tomada a los 16 años sorprendió a casi todos
quienes conformaban su entorno de entonces. En primer lugar a su familia y en especial
a su padre. Pero sobre todo a sus profesores, que pensaban para él en otros horizontes
profesionales más académicos, conocidas las calidades y la intensidad de sus lecturas y
de su trabajo intelectual en los cursos liceales.
En sus explicaciones posteriores, el propio Seregni y sus allegados más cercanos
fueron acercando razones e hipótesis variadas, en el marco de lo que todos coinciden en
que fue una decisión adolescente pero que desde el comienzo tuvo la impronta seregnista
de la firmeza. Entre las razones invocadas se han referido varias: el deslumbramiento
que le provocaba la figura de Raúl Galarza Leal Seregni (a quien llamaba y consideraba
su primo); la seducción por la prédica artiguista que entre otros le había inculcado nada
menos que su profesor Oscar Secco Ellauri; la impresión que le generaba la prestancia
con que lucía el uniforme militar su admirado Raúl; aunque tampoco hay que desechar –
como han indicado su hija Bethel y su sobrina Marvis Bentancur– los factores económicos
dentro de una familia que no podía costear una carrera universitaria. «En eso tenemos
que ser honestos ¿no es cierto?», explicó sobre este particular el propio Seregni a los 72
años. «No tenía entonces, un concepto cabal de lo que [eran] las Fuerzas Armadas. En
realidad, la real vocación militar la fui adquiriendo después».1021
Lo cierto es que esa decisión de juventud, que provocó una auténtica crisis en
su familia y en parte de su entorno más cercano de entonces, se fue galvanizando con
el tiempo para no declinar jamás, ni siquiera durante y después de los vejámenes y
arbitrariedades que debió sufrir durante los tiempos inicuos de la dictadura civil militar.
Quien lo conoció en los últimos años de su vida con seguridad podrá recordar la firmeza
alegre que mantenía respecto a su vocación militar, que siempre ostentó con orgullo,

(1021)  Barros Lémez, Álvaro, Seregni, Montevideo, Monte Sexto, 1989.

261
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

incluso frente a la distancia y hasta el desdén de sus camaradas, que persistió hasta su
muerte.1022
Y eso que el ejército en el que Seregni debió vivir su vida profesional no fue nada
sencillo. Como se ha visto, su ingreso en la Escuela Militar se produjo en febrero de
1933, en el mismo momento en que el entonces presidente Gabriel Terra realizaba
modificaciones en la cúpula castrense1023 con el objetivo manifiesto de asegurarse su
aquiescencia cómplice y su completa inacción ante el golpe de Estado, que ya estaba
preparando y que se efectivizaría el 31 de marzo de 1933.1024 Pero el desprestigio popular
del ejército uruguayo no había nacido entonces, venía de más lejos.
Como ha sido estudiado por varios autores,1025 un cúmulo de factores confluía en
ese generalizado desprestigio del ejército a nivel popular y del sistema político. Los
recuerdos de las dictaduras de Latorre y de Santos ya estaban distantes, pero no lo
suficiente como para disolver –por ejemplo– el recelo de José Batlle y Ordóñez en el
Novecientos. Don Pepe, que había nacido precisamente a la vida política desde una
militancia antimilitarista intransigente, postura que incluso lo llevó a participar junto
a su hermano y a varios futuros presidentes en la Revolución del Quebracho en 1886,
receló siempre del ejército como una amenaza latente que había que desarticular. Cuando
le tocó ser presidente de la República, Batlle, que no olvidaba fácilmente, además de
cooptar a algunos militares con pasado santista, desarrolló una política militar muy clara:
promovió una verdadera pulverización de los mandos para impedir que nadie pudiera
reunir a las Fuerzas Armadas bajo un mando único; consolidó la coloradización de la
cúpula castrense, política que heredaba de los tiempos de Julio Herrera y Obes y que en
la perspectiva colorada buscaba –además de incrementar el poder del partido– disolver
cualquier tentación de protagonismo político autónomo del ejército; finalmente, apostó
a la construcción de una policía fuerte con perfiles de unidad militarizada, dotada de un
poder que la situaba no tan distante al de una organización militar.1026
El propio Seregni, en reportaje que le hiciera González Guyer para su tesis de
maestría, describía esa política de manera por demás ilustrativa:
El viejo Batlle, que siente que su potencial está muy erosionado, disminuido por la fuerte
presencia de los Galarza, sobre todo de don Pablo, hace dos cosas: [...] organiza una policía
como Fuerza... [...] Nunca fue policía ciudadana... La policía que monta José Batlle es la que
después forma sus cuerpos de elite, la Guardia Republicana y la Metropolitana... unidades

(1022)  Cf. en el último capítulo de la primera parte del libro, el relato que sobre las circunstancias del
sepelio y la participación militar en los honores fúnebres oficiales dispuestos por el gobierno realizara Gonzalo
Fernández en entrevista a los autores. Aunque como se ha anotado, las autoridades del ejército accedieron y los
honores como ministro de Estado se realizaron con normalidad, el clima de incertidumbre y de desconfianza no
cedió hasta el final del sepelio.
(1023)  En particular con la sanción y el desplazamiento del general Julio César Martínez, militar batllista y
constitucionalista, luego de declaraciones de este en el sentido de que las FF. AA. serían salvaguarda inclaudicable
de la continuidad constitucional.
(1024)  Cf. Caetano-Jacob, El nacimiento del terrismo, tomo III…, o. cit.
(1025)  La mayoría de ellos ya han sido citados en los capítulos correspondientes a la primera parte del libro.
(1026)  González Guyer, Julián, «La política exterior en el ámbito de la defensa. Toma de decisión en un
tema opaco. Un avance en la interpretación de las relaciones FF. AA. y sociedad en el Uruguay del siglo XX»,
Montevideo, FCS, noviembre de 2002, tesis de maestría (inédito).

262
Capítulo 13 | seregni, el militar

militarizadas.... Esa es una medida: una fuerte policía, para compensar a las FF. AA. Y la otra
cosa es que atomiza al Ejército y lo divide en pequeñas parcelas –batallones, seudobatallones,
poco más que compañías– que las reparte. [...] No había nadie que pudiera juntarlas... Esas
fueron las dos grandes medidas que tomó. Que fueron para asentar el poder político, por encima
de un poder militar.1027
Lo que no previó Batlle es que su política iba a crear un ejército más colorado que
batllista, de donde podían emerger amenazas de complots en su contra, como el que
intentó impulsar el general riverista Manuel Dubra en 1914.1028 Lo que sí sabía pero
no parecía interesarle era que esa política militar no podía satisfacer de ningún modo
al Partido Nacional, al que en los hechos marginaba. De esa pugna emergerían, tarde
o temprano, disputas partidarias que impactarían en la vida interna del ejército durante
décadas. Precisamente eso fue lo que se incrementó con el golpe de Estado de Terra.
A partir de entonces y durante varios años, los militares batllistas fueron claramente
marginados, incluso –como vimos– algunos hasta sufrirían prisión en la Isla de Flores, de
allí su mote de isleños que se mantendría en el tiempo. La postergación de estos militares
batllistas, sumado a la preferencia natural por los ascensos y los mejores destinos para
los oficiales colorados no batllistas, resultaron el caldo de cultivo para el incremento de
una conflictividad sorda dentro de un ejército que, al tiempo que vivía una «sensación de
nominalidad y [...] de burocratización sin horizontes»,1029 iba politizando cada vez más
la vida profesional de sus integrantes.
En efecto, desde fines del siglo XIX hasta los años sesenta del siglo XX, la vida
de las fuerzas armadas en general y del ejército en particular quedó muy atada a esos
conflictos y a la tramitación partidaria de esteos. Como se ha visto, los partidos se
acostumbraron a incidir en la interna militar y a menudo lo hicieron con poco criterio y
de manera especialmente arbitraria. En especial a partir del golpe de 1933 se sucedieron
distintos momentos que sin duda dejaron heridas en el seno de buena parte de la
oficialidad: a la marginación de los oficiales batllistas bajo el terrismo, siguieron las
iniciativas de reparación a partir del cambio de coyuntura política durante el gobierno
de Amézaga; luego bajo el batllismo luisista se produjo una suerte de «revancha» –con
un poder enorme de lo que por entonces se conoció en la interna militar como la patota,
conformada por varios de los principales generales y oficiales batllistas–,1030 lo que generó
como reacción el que durante los dos colegiados blancos (1959-1963 y 1963-1967) se
verificara en gran medida, aun sin su presencia física, una nueva orientación que vino a
concretar en los hechos aquella famosa síntesis que popularizó Luis Alberto de Herrera

(1027)  Ibídem, p. 99.


(1028)  Cf. Barrán, José Pedro, Batlle, los estancieros y el Imperio Británico, tomo 7. Lucha política y
enfrentamiento social. (1913-1916), Montevideo, EBO, 1986, en especial el capítulo VI, «El camino del golpe de
Estado», pp. 163-180.
(1029)  Real de Azúa, Carlos, «Ejército y política en el Uruguay», en Cuadernos de Marcha, Montevideo,
marzo de 1969.
(1030)  Este término y su utilización es referida ampliamente por el general Víctor Licandro en su texto
«Centro Militar. Elecciones del año 1956» (Desarrollado a pedido de la CEDN/FA, 9.12.19 de abril de 1996, (Doc.
1.A4) (inédito). En el reportaje antes citado que le hiciera Julián González Guyer, Seregni se refiere a este grupo
como el clan: «un riguroso grupo que dictaminaba, que era el grupo afín a Luis Batlle, sobre todo (durante) el
período 1950-1955». Cf. González Guyer, Julián, «La política exterior en el ámbito de la defensa…, o. cit., p. 99.

263
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

en relación con su visión de la política militar que debía seguir un gobierno de mayoría
nacionalista: «hay que echarle agua al vino» había dicho el caudillo nacionalista, lo que
en buen romance significaba nombrar una mayoría de generales de origen blanco. Todo
eso ocurrió y a menudo fue motivo de duras internas militares, algunas de las cuales
incluso amenazaron con terminar con golpes de Estado, como se ha detallado en los
capítulos correspondientes.
En ese mismo texto inédito que se acaba de referir, fechado en abril de 1996, el
general Víctor Licandro reseñaba de esta forma lo medular de este período de la historia
militar así como sus consecuencias más perdurables.
Aunque Terra se apoyó en la policía y [...] las FF. AA. se manifestaron prescindentes del golpe
de Estado de 1933, hubo sí un grupo de militares que adoptaron una actitud abiertamente
antidictatorial; fueron detenidos y en su mayoría –junto con otros grupos de políticos– fueron
confinados en la isla de Flores. Fueron reintegrados a los cuadros activos, pero padecieron
postergaciones en sus carreras militares. Cuando se llega al gobierno de Amézaga [...], se
establece por ley un tribunal extraordinario para atender los reclamos de los «destituidos»,
«perseguidos» o «perjudicados» por la dictadura de Terra. Aparecieron «grupos de presión»,
principalmente «los de la isla de Flores». No faltaron otros que se subieron al carro de los
damnificados, agregándose «los de la dictadura de Baldomir». [...] Atendiendo a los fallos, el
Poder Ejecutivo dio ascensos y modificó escalafones, produciéndose alteraciones, en [las] que,
quienes habían ganado legítimamente su lugar, se vieron relegados en el escalafón respectivo…
[...] [Luego vino] la preeminencia política del Batllismo y para la interna militar jugó un papel
descollante el cargo de jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la República. Desde allí se
manejaron listas con distribución de cargos en cada Fuerza. [...] Fue una época de revanchismo.
[...] Conjugados los ascensos –con adjudicaciones de hasta dos grados–, con los destinos de
privilegio, hizo aparecer un resentimiento en buena parte de la oficialidad…1031
Seregni no discrepaba con la visión ofrecida por su camarada y amigo Víctor
Licandro, con quien sin embargo mantuvo diferencias en no pocas ocasiones. Decía:
Lo que sí hubo por el 50 [fue] una muy fuerte influencia por amiguismo de los oficiales de
tendencia batllista, gente que ocupaba los cargos más importantes. Yo te digo que era amigo de
ellos, yo era batllista también, no integraba el clan. Había un grupo que manejaba las cosas. Así
que [...] fue un momento que no fue de fortaleza del poder militar ante el poder político... Muy
bajo. Lo más bajo posible.1032
Toda esta partidización de la interna militar, al tiempo que distorsionó
arbitrariamente y en forma asistemática el sistema de la pirámide de cargos, destinos y
escalafones, contribuyó a generar un clima de inestabilidad y enfrentamientos, también
de aspiraciones de revanchismo. Cuando luego de casi un siglo el Partido Nacional ganó
las elecciones de 1958, no fue casual que la oficialidad de origen blanco creyera llegada
la hora de su reparación. Los acontecimientos narrados a propósito del acto de entrega
del mando el 1.º de marzo de 1959, que como se ha visto tuvieron al entonces coronel
Seregni como protagonista decisivo en su condición de organizador responsable de todo

(1031) Ibídem.
(1032)  González Guyer, Julián, «La política exterior en el ámbito de la defensa…», o. cit. (entrevista del
autor a Seregni).

264
el desfile militar, ofrecen una imagen concluyente acerca del impacto que habían dejado
esas décadas de politización aguda de la interna militar.1033
A esta situación de corte más local deben agregarse como agravantes las influencias
externas que, a menudo promovidas o aceptadas de buena gana por los distintos
gobiernos nacionales que se sucedieron en aquellas décadas, comenzaron a inocular en
las fuerzas armadas uruguayas el veneno de la radicalización ideológica de la guerra
fría y de las experiencias de las guerras protagonizadas por las viejas potencias para
evitar el desprendimiento de sus colonias, en particular a partir de la ola anticomunista
que siguió a la segunda posguerra. En el primer caso se destacó en forma nítida el rol
decisivo que comenzó a jugar la ayuda militar norteamericana, a través de planes de
asistencia y participación de oficiales uruguayos en cursos de la llamada Escuela de las
Américas (la mayoría de ellos dedicados a temas como aprendizaje de estrategias de
contrainsurgencia, tácticas represivas, etc.).1034
Pero la progresiva pentagonización de buena parte de la oficialidad castrense
uruguaya no fue el único movimiento que influyó desde afuera a las fuerzas armadas por
aquellos años. En forma a veces directa y a menudo en clave triangular con Argentina, la
influencia francesa también jugó un rol determinante, a partir de la transferencia directa
de las experiencias y los aprendizajes logrados por los militares franceses en las guerras
de Indochina y Argelia. De este modo destacaba ese papel el general Licandro en una
entrevista que se le hiciera en el año 2000, a propósito de la misión militar francesa que
vino a la Argentina en 1959 y que también actuó en Uruguay:
En 1959, cuando los argentinos hacen traer una misión militar de Francia, [...] destinó un grupo
–dos o tres de ellos y algunos argentinos– que vinieron a Montevideo a dar algunas charlas en
el IMES. Recuerdo el nombre del francés que vino: Tte. Cnel. Vantresky. Esa misión estuvo
como una semana. Y conversamos mucho. [...] ¿Qué era lo que esta misión francesa estaba
desarrollando en la Argentina? El tema era la «guerra revolucionaria». [...] Ellos desarrollaban
las experiencias que tenían sobre la guerra revolucionaria y ahí, para nosotros importa, cuál era
el concepto que los franceses les trasmitieron en 1959 a los argentinos. Ellos les definieron que
la guerra revolucionaria era la que seguía el comunismo internacional para hacerse del poder en
el mundo. Eso mismo lo trajeron acá. [...] Los argentinos, en 1959 tuvieron la pretensión de dejar
un oficial de ellos acá como conferencista permanente. Y eso no cuajó [...] [por] lo que ellos
resolvieron dejar un oficial [...] anotado como alumno del curso de Estado Mayor. Un oficial ya
graduado como oficial de Estado Mayor de su escuela. Los dos primeros que vinieron fueron el

(1033)  En su texto inédito antes citado escrito en abril de 1996, el general Víctor Licandro describe la
forma casi brutal en que se produjo el relevo de los mandos en pleno desfile, al tiempo que reflexiona sobre su alta
significación: «Del punto de vista de política nacional general, lo del relevo de los mandos en pleno desfile militar
resultó de una gran trascendencia. Dejaba en claro que los blancos no tenían ninguna confianza en los colorados.
Y que los rumores de días anteriores habían calado muy hondo en la preocupación de quienes a partir de ese día
estarían llamados a conducir el gobierno de la República. Del punto de vista de política militar, de conducción de
la institución FF. AA., aparecía un nuevo mando superior con una gran flaqueza». Cf. Licandro, Centro Militar.
Elecciones del año 1956…, o. cit., p. 14.
(1034)  Para profundizar en un seguimiento pormenorizado de este tema, cf. también la tesis de González
Guyer.

265
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

mayor Leoni, que fue después comandante del Regimiento de Granaderos a Caballo y el otro fue
Albano Arguindeguy, que fue ministro del Interior de la dictadura de Videla.1035
Como se recordará, Baliñas comisionó a Seregni la tarea de enfrentar aquella
doctrina dictando una conferencia donde la sometiera a análisis crítico. En sus relatos
sobre la emergencia del terrorismo de Estado, este último se ocupó persistentemente
de subrayar el aporte francés al respecto, opacado rápidamente por la proactividad del
Pentágononorteamericano.
Fue en ese ejército difícil, impactado primero por la politización indiscriminada de
los partidos tradicionales en la interna militar y luego por la influencia ideológica externa
protagonizada fundamentalmente por norteamericanos y franceses, en el que tuvo que
transitar Seregni la parte medular de su carrera. Sin ocultar nunca sus posiciones políticas
(ni su acendrado batllismo ni tampoco su apoyo a la República Española o su apertura
para entrar en contacto con dirigentes sindicales y de la izquierda política), como vimos,
Seregni supo administrar sus fuerzas y sus vínculos con la astucia necesaria para ascender
en forma muy sistemática y hasta vertiginosa, sin por ello acallar sus discrepancias o sus
posturas controversiales en los momentos críticos.
Y aun antes de las circunstancias más polémicas y confrontativas de finales de los
cincuenta y de la década de los sesenta, para el Seregni militar no faltaron encrucijadas
difíciles: sus vínculos tempranos con figuras sospechosas para el oficialismo militar
bajo el terrismo como el isleño Hugo Frigerio y el Tape Juan José López Silveira;1036
su participación obligada y controvertida en acciones represivas contra sindicatos en
huelga por los mismos años; su presencia vestido de civil en actos de solidaridad con el
bando republicano en plena Guerra Civil (lo que como vimos le valió el arresto); su firme
actitud contraria (siendo apenas alférez) al intento de motín protagonizado por el teniente
coronel Pablo Moratorio en marzo de 1938, quien entonces era su superior directo, militar
blanco que buscaba evitar de cualquier modo la elección presidencial del general Alfredo
Baldomir; su rol junto a otros oficiales jóvenes en la constitución del Comité Electoral
«Democracia», para impulsar en el Centro Militar una clara orientación contraria al
«nazifascismo» durante la Guerra Mundial; su reclamo por integrarse más profundamente
en la carrera militar luego de sus largos años en el Instituto Geográfico Militar y en
la misión especial que desarrollara en México; sus vínculos y cercanía frecuente con
figuras de la izquierda como Carlos Quijano, Héctor Rodríguez o Zelmar Michelini,
que permitían identificar con claridad sus preferencias ideológicas en una carrera en la
que por entonces, el bajo perfil en estos temas era la pauta preferida, en particular en

(1035) Ibídem, p. 102. Entrevista realizada por Julián González Guyer al general Víctor Licandro,
15.12.2000.
(1036)  Como se ha anotado anteriormente, la primera anotación en el «prontuario» de la DNII sobre Sereg-
ni surge como consecuencia de un allanamiento realizado en abril de 1948 en el domicilio del «militar comunista
Juan José López Silveira». En el apunte de referencia se señalaba en forma textual: «figura el nombre del causante,
también capitán del Ejército, como destinatario de material de propaganda marxista (libros, etc.), conjuntamente
con el capitán Julio C. Roletti y el mayor Óscar D. Petrides. Además se ha establecido que los nombrados pertene-
cen al Grupo de López Silveira». Cf. Jefatura de Policía de Montevideo, DNII, Prontuario n.º 272, f. 1.

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Capítulo 13 | seregni, el militar

relación con cualquier contacto con la izquierda;1037 la elocuencia de sus definiciones


democráticas y constitucionalistas en ocasión de su oratoria en representación de las
fuerzas armadas en el acto oficial del 25 de agosto de 1955; entre otros hitos similares
que podrían anotarse de su actuación profesional por aquellos años.
Como puede advertirse, su vida profesional fue muy cuidada y sus objetivos de
ascenso profesional para nada ocultados, lo que sin embargo no le impidió asumir en
circunstancias riesgosas aquellas definiciones y opciones que se encontraban en línea con
su pensamiento. No cultivó el bajo perfil ni buscó de manera burocrática la cercanía con
sus superiores, lo que sin embargo no parece haberle generado obstáculos para una carrera
militar que, como se ha descrito, fue tan brillante como acelerada. Esta rara capacidad para
combinar actitudes de rebeldía y firmeza y al mismo tiempo ganarse el apoyo decidido
de sus superiores revela sin duda una personalidad tan fuerte como hábil. Eso le valió el
que muchos de sus camaradas lo celaran y aun lo vieran como un carrerista, orientado
finalmente a ascender y a formarse para los cargos superiores de la jerarquía militar de
manera sistemática y sin pausa. Sin embargo, como también se ha podido registrar en
los capítulos correspondientes y emerge de manera por demás nítida de la lectura de su
legajo personal, la carrera militar de Seregni fue realmente excepcional. Dan prueba
abrumadora de ello los juicios encomiásticos sobre su desempeño, provenientes de los
más diversos jefes y jerarcas que lo tuvieron bajo su égida. Ya en páginas anteriores se
han dado varias muestras muy impactantes de ello. Pero lo que en verdad sorprende
es la unanimidad de esos juicios extremadamente favorables, que incluso suscribieron
jerarcas castrenses que se encontraban –y lo sabían– en las antípodas de sus preferencias
ideológicas y que luego serían feroces opositores políticos.
De todos modos, hay que decir también que el Seregni militar perfiló desde épocas
muy tempranas señales muy singulares para el prototipo promedial de sus camaradas.
No tuvo demasiada experiencia cuartelera y el mando directo de tropa le llegó más bien
tarde, más de un año después de haber ascendido por concurso al generalato, cuando en
noviembre de 1964 asumió la jefatura de la Región Militar n.º 2. La mayor parte de su
carrera estuvo dedicada a actividades técnicas y docentes, lo que lo llevó a tener cierta
fama de intelectual y hasta una imagen algo aristocrática para sus pares, acostumbrados
a otro tipo de trayectorias. Reforzaron ese perfil su dedicación en la realización de
cursos de especialización y pasaje de grado, sus éxitos reiterados en los concursos
de ascenso y hasta las distinciones y condecoraciones que cosechó.1038 Además de su
compromiso profesional, Seregni tuvo una intensa vida social, fue empresario y directivo

(1037)  De allí, como vimos, que en conversaciones con un funcionario de la embajada norteamericana
celebrada el 29 de abril de 1965, el entonces diputado Jorge Batlle no vacilara en describirlo como «como de
extrema izquierda, amigable con los comunistas». Cf. Aldrighi, Clara, Uruguay y Estados Unidos 1964-1966…,
o. cit., p. 93.
(1038)  En su legajo profesional figuran las siguientes: «Distintivo del Arma por haber obtenido el Primer
Puesto Dentro de su Arma en el Curso de Pasaje de Grado para Capitán, otorgado por la EAS», en 1943; el «Di-
ploma de Estado Mayor», en 1948; las «Insignias correspondientes a la Condecoración “Cruz de Oficial de la
Orden Real de Phoenix”, otorgada por el Reino de Grecia», en 1951; el «Distintivo del Arma por haber obtenido el
Primer Puesto Dentro de su Arma en el Curso de Pasaje de Grado para Coronel, otorgado por el IMES», en 1956.
Cf. DEHEN, Legajo Personal, f. 3.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de instituciones civiles, a lo que debe sumarse que cultivó junto a su esposa un amplio
círculo de amistades y relaciones que trascendían largamente el circuito militar. En ese
sentido puede señalarse también que era un ávido lector, que le gustaba pintar, que tenía
una curiosidad cultural que trascendía con claridad los intereses más propios de su oficio
de militar.
También resulta evidente en su trayectoria militar que la cercanía con la política le
picó desde muy joven. Todos los vínculos y acontecimientos reseñados y en particular
su especial cercanía con Luis Batlle, afirmada luego de su discurso del 25 de agosto de
1955, parecen enfocarlo en forma muy nítida en esa dirección. Por múltiples razones que
ya se han reseñado, su participación en las acciones de emergencia cuando las famosas
inundaciones de 1959, «la experiencia militar de más valor que tuve en mi vida», como
él mismo señaló, con seguridad terminaron de consolidar este último perfil. Junto a los
entonces generales Gestido y Magnani, el entonces coronel Seregni se convirtió en uno
de los referentes públicos de un ejército que en aquellas circunstancias dramáticas vivió
una inesperada luna de miel con la opinión pública uruguaya. Después de muchísimas
décadas, los nombres de algunos oficiales superiores de las Fuerzas Armadas uruguayas
se volvían populares. Seregni estuvo entre los principales y junto con Gestido fueron
quienes lograron mayor proyección política a partir de esa experiencia.
Sin embargo, cuando el Partido Nacional ganó en forma abrumadora las elecciones
de 1958 y luego volvió a repetir su triunfo –aunque en forma mucho más disputada–
cuatro años después en 1962, sus perspectivas de ascenso al generalato parecieron
comprometerse seriamente, dada su reconocida filiación batllista y la definida política
de los gobiernos nacionalistas de «blanquear» y reequilibrar en clave partidaria la cúpula
castrense. Radicado en el refugio intelectual y político del IMES, junto con su admirado
amigo el general y abogado Arturo Baliñas, Seregni dudó mucho antes de jugar la carta
riesgosa de presentarse al concurso de ascenso a general. Desde marzo de 1961, y a
instancias del propio Baliñas, se había convertido en subdirector del Instituto. Ambos
lideraron entonces una iniciativa estratégica que involucró docencia e investigación en
la perspectiva de una reflexión abierta sobre una nueva doctrina de defensa nacional,
muy emparentada con los impulsos desarrollistas por entonces en boga, de la mano de
la CEPAL en América Latina y de la CIDE en el Uruguay. Como vimos, en esa tarea
Seregni profundizó sus contactos con figuras como Carlos Quijano –a quien conocía
bien desde finales de los treinta– y los inició con Héctor Rodríguez. Sin embargo, los
tiempos políticos y la evolución de la interna militar no parecían favorecer este tipo de
movimientos: como se ha anotado, entre octubre y noviembre de 1961 el general Baliñas
fue relevado como director del IMES, en una jugada que el propio Seregni interpretó como
una intervención impulsada por su viejo conocido Óscar Mario Aguerrondo, devenido
en general y en el líder de los oficiales superiores de origen blanco que clamaban por la
revancha dentro del ejército.
Con aquellas señales, y en medio de aquella coyuntura política, Seregni vaciló
mucho antes de presentar su postulación para el concurso de ascenso a general. Como
vimos fue el propio Luis Batlle quien lo empujó en forma decisiva a la postulación, la
que terminó de confirmarse en octubre de 1962, en plena campaña electoral. Una vez

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Capítulo 13 | seregni, el militar

más, Seregni demostró su capacidad para ganar los concursos y a la muy joven edad de
46 años, en los primeros meses de 1963 se oficializó su ascenso por concurso a general.
Como vimos, le había costado 27 años alcanzar la máxima jerarquía militar, uno menos
que los 28 que le había demandado nada menos que a Gestido. Se trataba sin duda de la
culminación de una carrera profesional muy exitosa. Pero una cosa era llegar a general
y otra ocupar los destinos más estratégicos en términos de mando directo de tropas, algo
que Seregni no había tenido mayormente a lo largo de su carrera. Si bien su ascenso al
generalato no había sido bloqueado por el gobierno nacionalista, la definición ulterior de
su destino generaba recelos a nivel del oficialismo y de los generales de filiación blanca
que, comandados por Aguerrondo, veían en Seregni un adversario de cuidado en la
interna militar. Claramente ellos preferían que siguiera siendo un militar de escritorio –
algo muy rechazado en el ámbito castrense y que Seregni para nada quería como destino
de su generalato– antes que un general prestigioso con mando de tropas.
Contó el propio Seregni años después:
Yo gano el concurso de general y en mi tesis había estado el tema de lo que habíamos tratado de
imponer en el IMES como gran concepción de una nueva estrategia de defensa nacional]. No te
olvides que estábamos tratando de salir de la guerra mundial y luchando contra la dependencia.
Entonces la idea nuestra fue la defensa nacional como tema nacional, no [como] un tema
[exclusivo] de las FF. AA.. La nación en conjunto debía [involucrarse en el debate] [...]. Y las
FF. AA. no [eran] más que la parte armada de la defensa nacional. Así asciendo a general y no
me querían dar comando de fuerza. Quedo de Inspector de Escuelas y Cursos, presidente del
Tribunal de Ascensos, un montón de cosas, cargos honoríficos. Pero, entre otras cosas, se designa
una comisión para organizar una Ley Orgánica de las FF. AA.. Y me nombran a mí presidente de
esa comisión, con una integración de las tres ramas de brillantes oficiales, Marina, Fuerza Aérea
y Ejército. Dependía directamente del ministro de Defensa Nacional».1039
Como antes se ha anotado, la participación de Seregni en la presidencia de esta
comisión y en especial las discusiones promovidas en el Parlamento con la Comisión
Integrada de Defensa de ambas Cámaras, constituyeron un gran hito en su carrera militar,
en una instancia en la que además pareció nuevamente perfilarse su vocación política,
siempre desde un apego irrestricto a sus definiciones constitucionalistas. Esas reuniones
en el Parlamento despertaron polvareda en el ámbito político pero también permitieron
que Seregni presentara en forma pública sus ideas en temáticas especialmente sensibles,
como una nueva concepción de defensa nacional articulada con una perspectiva
estratégica del desarrollo para el país.
La coyuntura nacional y regional otorgaba el mayor relieve político a esta instancia.
Estados Unidos ya hacía años que venía defendiendo un nuevo rol para los ejércitos
latinoamericanos como garantes de lo que ya por entonces comenzaba a llamarse la
doctrina de la seguridad nacional, concebida como una forma de garantía para el
alineamiento continental en contra de toda insurgencia conceptuada peligrosa para su
postura geoestratégica en aquella coyuntura. La postura de Seregni, que venía a retomar
las reflexiones desarrolladas en el IMES junto a Baliñas y que habían sido concretadas

(1039)  González Guyer, Julián, «La política exterior en el ámbito de la defensa…, o. cit. (entrevista del
autor a Seregni).

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

en su tesis para el concurso de ascenso a general, nada tenían que ver con ese tipo de
doctrina. Se emparentaban en cambio con las posturas desarrollistas de la CEPAL por
entonces en auge y con su fuerte convicción acerca de la necesidad de replantear roles
más relevantes para unas fuerzas armadas acostumbradas, como vimos, a una suerte de
vida burocrática carente de objetivos consistentes. Sin embargo, con los ecos golpistas
de nuevo cuño que comenzaban a vislumbrarse en el continente –entre el 31 de marzo
y el 1.º de abril de 1964 se concretaría en Brasil el primer golpe de Estado asociado a
la doctrina de la seguridad nacional– y los embriones militaristas ultranacionalistas y
antiliberales que emergían dentro del propio ejército uruguayo, las posturas de Seregni
podían despertar sorpresa y hasta recelos.
Años después Seregni narraría con detalle su versión sobre todo lo acontecido con
el trabajo de esta comisión en el Parlamento:
[…] lo convencí al ministro de hacer [...] un proceso conjunto en el cual el Ejecutivo empezara a
trabajar conjuntamente con el Legislativo de manera de allanar el camino para aprobar las leyes.
[...] Con este esquema yo estaba con un embalaje bárbaro. [...] Le sugerí [...] el replanteo de la
defensa nacional, [...] que [esta] pertenecía a la nación como tal y (suponía) todo un conjunto
de medidas que después se apropiaron «los que te dije». [...] Se organizaron unas sesiones
conjuntas que tuvieron mucho éxito en el Parlamento. [...] Yo defendía que el trabajo de nuestra
gente componía un elemento sustancial de la defensa: trabajo, salud, [que éramos] integrantes
del potencial nacional y eso llevaba a que las FF. AA., con su especialidad y su distribución
geográfica eran una herramienta muy importante para cualquier plan de desarrollo del país. [...]
Tuve un éxito fantástico. [...] Después de esto –era el gobierno blanco– [...] yo empecé a ganar un
prestigio. Incluso a nivel del Legislativo. No me acuerdo quién fue que dijo [un legislador]: «Pero
general, Ud. quiere sustituir al gobierno nacional». «No, senador […] los problemas de salud,
de educación, son de defensa en el más estricto sentido del término». Pero fue muy provechoso,
[...] se marcó una doctrina [con un ejército] subordinado al poder político, total y absolutamente
subordinado, pero [con] la tesis [de] la participación de las fuerzas armadas en el campo de sus
especialidades en el programa de desarrollo aprovechando esta ley de reestructura.1040
El episodio de la Comisión y su comparecencia en el Parlamento reforzaron el
prestigio de Seregni. La visibilidad de su figura comenzaba a volverse notoria, no solo
como un referente entre sus pares sino también como un interlocutor respetado dentro
del sistema político, trascendiendo incluso los límites de su adscripción conocida a los
círculos batllistas. En medio de la expansión de rumores golpistas de diversa índole, con
la emergencia de logias y corrientes enfrentadas en el seno mismo del Ejército, con un
Uruguay en búsqueda de una alternativa de desarrollo que terminara con el estancamiento
económico y la conflictividad social en alza, con el telón de fondo de un continente en un
acelerado curso de polarización política e ideológica, Seregni emergía como el líder de
la fracción constitucionalista dentro de la cúpula castrense, cada vez más enfrentado con
Aguerrondo, que aparecía acaudillando a un grupo de oficiales nacionalistas sindicados
como de ultraderecha y proclives a un golpismo difuso.
Aquellas instancias de debate y reflexión de la comisión presidida por Seregni con
legisladores de todos los partidos en 1963 tuvieron sin duda trascendencia política y
se daban en un contexto muy especial, en el que el debate sobre un nuevo modelo de

(1040) Ibídem.

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Capítulo 13 | seregni, el militar

desarrollo parecía ocupar a casi todos los actores políticos y sociales. Apunta en su tesis
ya mencionada González Guyer:
La idea de Seregni buscaba otorgar un papel y una ubicación a las FF. AA. como instrumento al
servicio del desarrollo nacional a partir de establecer, coherente con la metodología de análisis
militar, que el desarrollo armónico del conjunto del «potencial nacional» es la garantía para
contar con una adecuada defensa nacional. En esa perspectiva, el potencial militar –estrictamente
subordinado al poder político, subrayaba Seregni– debía ser aprovechado para promover el
desarrollo nacional. Recuérdese que aquel concepto de Seregni se alineaba perfectamente con
el esfuerzo de la CIDE, tan característico de la sociedad uruguaya de los 60, e indudablemente
expresa[ba] la idea de la planificación económica y social como instrumento de desarrollo que
tanta fuerza había alcanzado por entonces. Vale señalar que aquel ambiente de época también
nutrió a la doctrina de la seguridad nacional cuya concepción básica se estructuró alrededor de
la idea de otorgar seguridad para el desarrollo, en un verdadero «enroque conceptual» que llegó
a confundir a muchos.1041
La posibilidad de ese enroque conceptual que vinculara equivocadamente sus ideas
con aspectos de la nueva doctrina de la seguridad nacional promovida por los Estados
Unidos entre las jefaturas de los ejércitos latinoamericanos fue algo que preocupó mucho
y de modo prolongado al propio Seregni. Él mismo se encargó de señalar que muchas
de las ideas manejadas en el IMES, en su tesis para el ascenso a general y en el trabajo
de esta comisión fueron utilizadas con objetivos totalmente distintos por los sectores
golpistas de 1973. Por otra parte, Seregni siempre creyó que la principal responsabilidad
en la promoción de la doctrina de la seguridad nacional les correspondió a los políticos
antes que a los militares.
Historiadores y politólogos se han equivocado cuando dicen que la doctrina de la seguridad
nacional la inventaron los militares. [... ]No, la doctrina de la seguridad militar [...] la llevó
adelante el poder político que fomentó las misiones en Panamá. [...] Yo te digo porque eso
fue contra mi mejor opinión, yo ya era subdirector del IMES con Baliñas como director y ahí
peleamos. Perdimos como en la guerra, nos sacaron a los dos. [...] [Y además] no te olvides
de que el [primer] gobierno blanco, después del 58, ya comenzó [con lo] de la guerra fría...
lo de «comunista chapa 15». Los batllistas eran desde el punto de vista del Partido Nacional
identificados con el comunismo. De manera que fue el Partido Nacional –sacando la figura
señera de Luis A. de Herrera, que fue el que salvó [al país] de las bases militares acá– [el que]
de alguna forma... propició la doctrina de la seguridad nacional. Las misiones de estado mayor a
Estados Unidos comienzan con el gobierno blanco.1042
Fue en ese contexto, que incluía también estos debates de proyección política e
ideológica sobre el rol de las fuerzas armadas, que el gobierno del segundo colegiado
blanco decidió asignarle el tan ansiado mando de tropa que Seregni venía reclamando
desde su ascenso como general y aun desde antes. A fines de 1964, fue finalmente
designado como jefe de la Región Militar n.º 2 con sede en San José. En medio de
aquel contexto enrarecido, constituía sin duda una señal política fuerte y una expresión
significativa de confianza política desde una parte del gobierno. Para muchos, tras esa
designación se buscaba arraigar una muralla antigolpista capaz de enfrentar algunas
intentonas militaristas que se anunciaban. Sobre este particular, resulta importante advertir

(1041)  González Guyer, Julián, «La política exterior en el ámbito de la defensa…, o. cit., p. 63.
(1042)  Ibídem (entrevista del autor a Seregni).

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

que la adjudicación de mando de tropas a Seregni se producía apenas unos meses después
del controvertido nombramiento el 4 de junio del general Pablo Moratorio (el mismo
del amago de motín contra Baldomir en 1938) como ministro de Defensa. Interpretada
esta designación como el resultado de la presión de los generales ultranacionalistas
comandados por Aguerrondo, el temor ante la posibilidad de una asociación entre ambos
para liderar un golpe de Estado con el apoyo de la derecha del Partido Nacional dividía
opiniones dentro del Consejo Nacional de Gobierno, incluso dentro de los consejeros
nacionalistas de la mayoría.
Por cierto que en este contexto conflictivo, la consolidación del prestigio de Seregni
no generaba unanimidades ni dentro de la cúpula castrense ni tampoco en el seno del
gobierno. Esto último vino a quedar por demás de manifiesto con el episodio ya narrado
ocurrido el 19 de abril de 1966, cuando el nuevo presidente del Consejo, Alberto Heber,
en un acto que reunía a todo el generalato se negó a saludar a los generales Seregni y
Santiago Pomoli, precisamente a quienes se sindicaba como los baluartes de la muralla
antigolpista.1043 Como se ha visto, el episodio desató un conflicto de gran magnitud, en
el que en particular Seregni insistió por todos los caminos formales –notas al inspector
general del Ejército y pedido de tribunal de honor– e informales –cartas públicas en la
prensa– para exigir la reparación del desplante del nuevo presidente del Consejo, así
como para replicar a las versiones que en forma pública lo sindicaban como «comunista».
Aunque después de varias mediaciones, la situación de conflicto entre Heber y los
dos generales desairados logró encaminarse de manera parcial, la designación efectivizada
el 1.º de junio de Aguerrondo como comandante de la Región Militar n.º 1, así como
la decisión de remoción del propio Seregni –que incluso llegó a comunicársele por el
ministro Moratorio a fines de julio– permiten concluir que todo formaba parte de una
ofensiva de dirigentes políticos de la derecha herrerista y de militares ultranacionalistas
por hacerse del dominio absoluto del Ejército. La remoción de Seregni fue finalmente
evitada en el seno del Consejo cuando a los votos de los consejeros colorados de la minoría
–Abdala, Vasconcellos y Gestido– se agregaron los de los consejeros nacionalistas
Beltrán y Penadés, con lo que la propuesta de Heber quedó en minoría.
Sin embargo, durante todo ese año electoral de 1966 y en especial al acercarse la
fecha de las elecciones nacionales, los rumores sobre la posibilidad cierta e inminente
de un golpe de Estado liderado por Aguerrondo y Moratorio y apoyado por la derecha
del Partido Nacional arreciaron. Ello volvió a agitar en gran forma a la interna militar.
Bajo la consigna «Constitución o muerte» y cierto liderazgo informal que se le reconocía
desde distintos sectores constitucionalistas a Seregni, la movilización de los oficiales
constitucionalistas y la firmeza de los sectores democráticos del sistema político lograron
finalmente que la iniciativa golpista se disolviera de manera gradual.
El triunfo del Partido Colorado en las elecciones del 27 de noviembre y la asunción
del general Óscar Diego Gestido como nuevo presidente de la República significaron un

(1043)  El general Santiago Pomoli era de filiación nacionalista independiente, muy cercano a las figuras de
Washington Beltrán (entonces consejero de gobierno) y también del entonces ministro de Ganadería y Agricultura,
Wilson Ferreira Aldunate. Era también amigo de Seregni y como él, un constitucionalista neto.

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Capítulo 13 | seregni, el militar

cambio total en la interna militar. Dos semanas después de la asunción del nuevo presidente
el 1.º de marzo de 1967, Seregni fue designado jefe de la poderosa Región Militar n.º 1,
mientras que Aguerrondo quedaba sin destino. La pugna entre constitucionalistas
y ultranacionalistas golpistas, personalizada en la disputa de liderazgos dentro de la
cúpula castrense entre Seregni y Aguerrondo, parecía reorientarse de manera drástica
y, con ello, las versiones sobre la posibilidad inminente de un golpe de Estado en el
país parecían disiparse definitivamente. Sin embargo, los procesos políticos del país y la
región, así como la persistencia de la crisis económica y el consiguiente agravamiento de
la conflictividad social, no habilitaban tampoco en este plano trayectorias sencillas. Por
si fuera poco, el garante último de este cambio frontal de la correlación de fuerzas en la
interna militar, el presidente Gestido, fallecía en la madrugada del 6 de diciembre. Había
presidido un corto gobierno sin duda muy bien inspirado pero erosionado desde múltiples
flancos, con trayectorias en varios planos que habían terminado siendo dubitativas y
hasta erráticas, cuando no contradictorias.
En medio de fuertes incertidumbres y con un respaldo inmediato de Seregni,
sindicado por todos como el nuevo hombre fuerte del Ejército, ante la muerte de Gestido
asumió la presidencia el hasta entonces vicepresidente, Jorge Pacheco Areco. Era un
dirigente colorado poco conocido, de bajo perfil, al que no se le conocían capacidades
especiales para ejercer el mando presidencial en un contexto tan difícil. Sin embargo,
como otras veces en la historia colorada, el ejercicio de la presidencia y el manejo directo
del poder volvieron a demostrarse como instrumentos idóneos para reposicionar carreras
políticas y hasta para cimentar liderazgos imprevistos. Ni Seregni ni casi nadie podía
entonces inmaginarse a fines de 1967 cuánto estaba por cambiar en el país a partir de la
asunción presidencial de Pacheco.
El proceso uruguayo sufrió entonces una fuerte radicalización a partir de diciembre
de 1967 y muy especialmente en 1968, con el nuevo gobierno presidido por Pacheco
impulsando una respuesta represiva frente a la militarización creciente de las acciones
del MLN y la profundización de las protestas de los movimientos sindical y estudiantil.
Es probable que este autoritarismo civil que vino a emblematizar la figura de Pacheco
no fuera la expresión de un proyecto previo sino sobre todo el fruto de una reacción,
frente al violentismo tupamaro, la crisis agravada por el estancamiento económico, la
polarización política y social que le sucedieron. Lo cierto es que el gobierno pachequista
no solo radicalizó su política represiva, sino que realizó ese mismo año de 1968 un ajuste
autoritario en la política económica, con la constitución del llamado gabinete empresarial
(sustentado en la presencia directa de altos representantes del sector privado desplazando
a los políticos profesionales) y el decreto de congelación de precios y salarios del 28 de
junio de 1968.
En ese contexto parecía bastante obvio que más temprano que tarde las posiciones
de Seregni y de Pacheco se volverían incompatibles. Tal vez el canto del cisne de la
prevalencia del sector constitucionalista en la interna militar fue el haber logrado bloquear
en enero de 1968 una iniciativa promovida por los generales Mario Aguerrondo, Juan
Pedro Ribas, Ventura Rodríguez y el coronel Esteban Cristi, para que el Centro Militar
decidiera realizar un homenaje «a los soldados de ejércitos sudamericanos caídos en

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

cumplimiento de su deber, en defensa de la soberanía de sus países, en lucha contra


guerrilleros». La iniciativa configuraba una réplica a un homenaje realizado por la
Universidad de la República al Che Guevara, muerto en Bolivia el 8 de octubre de 1967.
En los hechos, el homenaje propuesto implicaba que el Centro Militar ingresara en el
debate político, algo expresamente prohibido por sus estatutos. Ese fue el argumento
utilizado por el general Luis Toniolo, por entonces director del IMES para presentar
una moción adversa al homenaje propuesto, la que resultó ampliamente respaldada
por la Asamblea. Como vimos, el general Ribas acusó directamente a Seregni de haber
presionado a los militares en actividad para lograr que la iniciativa prosperara.
Pero 1968 resultó finalmente un año terrible para el país y especialmente adverso
para Seregni. En función de la responsabilidad que le imponía su cargo y como sustituto
interino del general Borba como inspector general del Ejército, máximo cargo por
entonces dentro de la cúpula castrense, Seregni debió participar en acciones represivas
dispuestas por el gobierno de Pacheco especialmente sensibles como la militarización
de los bancarios en conflicto de la banca oficial, enfrentamientos contra la movilización
estudiantil y nada menos que la coordinación de la seguridad en ocasión de la gran
movilización popular en el entierro del primer estudiante asesinado, Líber Arce.
Aunque mucho se ha discutido sobre su rol en estas acciones, la mayoría de los actores
entrevistados y de la documentación indican que Seregni buscó en todo momento
minimizar la violencia de los enfrentamientos y resguardar los derechos de todos.
Pero su prestigio comenzó a erosionarse y sus diferencias con el presidente Pacheco se
volvieron cada vez más abismales. Entre ambos la desconfianza política comenzó a ser
absoluta. Para sacarlo de escena, el presidente llegó a ofrecerle, como se ha anotado,
ocupar el cargo de agregado militar y representante ante la Junta Interamericana de
Defensa en los Estados Unidos, un destino dorado para muchos que Seregni rechazó en
forma inmediata.
En aquella coyuntura especialmente crítica, como ya había acontecido en años
pasados, Seregni recibió la propuesta de varios dirigentes políticos y sociales, así como
de camaradas del sector constitucionalista de las fuerzas armadas, para que liderara una
suerte de nuevo golpe bueno, que se anticipara al que muchos veían venir liderado por
las fuerzas de la ultraderecha política y militar. Nunca aceptó siquiera considerar esta
posibilidad.
Años después Seregni le explicaría al periodista Samuel Blixen:
En aquellos momentos, gente bien intencionada del medio civil me sugirió que encabezara un
movimiento dentro del ejército, pero ello hubiera significado renegar de todo por lo que había
luchado. Sin duda que en aquel clima de violencia, de crisis, de pauperización, una salida de
ese tipo no habría sido rechazada por el medio civil, pero no hubiera sido perdurable, y tenía la
convicción de que los grandes cambios no se imponen así. De hecho, en 1968 viví presionado por
una disyuntiva: o plegarme a los designios de quienes impulsaban la escalada de autoritarismo, o
protagonizar un golpe. Decidí pasar a retiro. Para ellos me convertí en un desertor.1044

(1044)  Blixen, Samuel, Seregni. La mañana siguiente, o. cit., p. 56.

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Capítulo 13 | seregni, el militar

Pero hasta la renuncia y el cese subsiguiente fueron difíciles. A todas las diferencias
insalvables en materia política que tenía con Pacheco vino a sumarse la resolución del
Poder Ejecutivo, impulsada por el ministro Francese pero resistida por la mayoría de
los mandos, por la que se disponía un trueque de propiedades entre los jesuitas y el
Ejército. La disposición aprobada significaba que la Escuela Militar y el IMES deberían
arreglarse con el edificio del seminario que los jesuitas tenían en Toledo. Luego de un
último intento por persuadir a Pacheco del profundo desatino de la medida y de lo que
implicaba en términos de desatender la opinión ampliamente mayoritaria de los oficiales,
al día siguiente de la reunión con el presidente, el 6 de noviembre, Seregni solicitó
formalmente su pase a retiro por carta.1045 En la misma mañana del envío de la carta,
Seregni se reunió con los oficiales, les explicó su posición y las razones de su renuncia,
entregó el mando a su segundo, Hermenegildo Irastorza y se fue para su casa.
Su renuncia provocó de inmediato un gran impacto. Muchos camaradas lo apoyaron
y hasta fueron a visitarlo a su casa para expresarle su adhesión. También hubo quienes
cuestionaron su renuncia: ese mismo 1968, se daba la paradoja de que en octubre
moría Santiago Pomoli, por entonces jefe de la Región Militar n.º 3, mientras que al
mes siguiente renunciaba Seregni. El dúo de la«muralla antigolpista de 1966 y cimiento
fundamental del esquema constitucionalista dispuesto por Gestido en 1967 desaparecía
en apenas dos meses, dejando a Pacheco las manos libres para reordenar la cúpula
castrense a su gusto.
Pero el cese efectivo de Seregni se demoró. Como ya se ha señalado, el país se
encontraba bajo el imperio de medidas prontas de seguridad –como durante buena
parte del mandato de Pacheco– y en esas condiciones el pedido de pase a retiro no era
lícito. El ministro Francese aprovechó la continuidad impuesta por las circunstancias
para sancionar a Seregni con un arresto simple de quince días. Recién en marzo de
1969 Pacheco dispuso provisoriamente el levantamiento del régimen de excepción
y allí Seregni pudo finalmente concretar su renuncia y su retiro formal de las filas de
integrantes activos del ejército.

***
De esta manera concluyó una carrera militar sin ninguna duda excepcional. Con
la misma firmeza con la que había defendido contra todos su decisión adolescente de
ingresar en la Escuela Militar a los 16 años, a lo largo de una exitosa carrera militar de
más tres décadas y media, Seregni había podido mantener los principios rectores de lo
que concebía como un buen militar que respondiera con honor ante las circunstancias
más variadas. Desde sus tiempos de alférez, cuando se enfrentó al intento de motín
de Pablo Moratorio en 1938, hasta sus tiempos de general, cuando supo rechazar de

(1045)  Hay quienes han concentrado las razones de la renuncia de Seregni y de su pedido de paso a retiro
el factor puntual de su desavenencia por este asunto del trueque de propiedades entre los jesuitas y el Ejército,
promovido por el ministro Francese y avalado por el presidente Pacheco. Un análisis somero de todo el proceso
seguido por Seregni desde la asunción presidencial de Pacheco en diciembre de 1967 no puede sino concluir que
este factor fue apenas el punto final de un distanciamiento que no podía sino concluir de esa manera. Por el trámite
tortuoso de su renuncia y de su pase a retiro, cf. DEHEN, Legajo personal, fs. 521-539.

275
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

plano las propuestas que se le hicieron, en tiempos de golpistas Seregni supo ser un
constitucionalista neto.1046 Para un militar ello significaba tener un compromiso radical
con la democracia como régimen. Bregó también por un Ejército mucho más dinámico
que el que heredó, que pudiera concebirse como un instrumento para el desarrollo sin
menoscabo alguno de la más estricta subordinación al poder civil.
Sus distintas actividades como militar le permitieron conocer a fondo el país,
en especial las zonas más abandonadas y miserables del interior rural, que como
montevideano no conocía. Sus viajes y sus estudios le dieron vuelo y cultura, un
conocimiento afinado del continente y de sus contradicciones. Aprendió a ejercer la
autoridad pero nunca perdió su capacidad de escuchar y su vocación por el trabajo en
equipo. Su apertura a ser un interlocutor abierto con dirigentes de los más diversos
ámbitos políticos y sociales lo hizo conocedor de gente diversa, le dio la sabiduría de saber
discernir entre las personas y su auténtico valor. Aunque logró ese ascenso profesional
y social que siempre ambicionó, lo hizo sin dejar valores por el camino. Finalmente, en
una institución de obediencia y verticalidad, nunca perdió su espíritu rebelde, su coraje
para protestar contra lo que consideraba injusto, su vocación de conducir sin imposición,
la sabiduría de forjar acuerdos entre diversidad de opiniones. Puede decirse entonces que
en aquel general principista y orgulloso que siendo el hombre fuerte del Ejército prefirió
el retiro antes que la inconsecuencia, anidaba un líder político de fuste. En él ya estaba
desde hacía tiempo la vocación. Más de un político ya lo había descubierto. En muchos
sentidos, como se verá, su carrera militar proyectó y condicionó al dirigente político
en Seregni. En cualquier hipótesis, los tiempos que vendrían no serían de retiro ni de
descanso.

(1046)  En ocasión de una instancia de homenaje en el Senado de la República a la figura del expresidente
y general Óscar Diego Gestido, Martín Ponce de León relató que a quien le escuchó hablar por primera vez de
Seregni fue precisamente a Gestido, a quien conocía por razones de vínculo familiar. Ante la inquietud manifestada
por él como dirigente estudiantil ante rumores de conspiración golpista en las FF. AA., Ponce de León recordó que
Gestido le respondió: «Mire. Usted observe la presencia del general Seregni en la Región Militar n.º II. Mientras él
se mantenga en ese cargo es porque las fuerzas que defienden las instituciones están siendo mayoría». Cf. Diario
de Sesiones de la Cámara de Senadores, tomo 389, Sesión del 15 de julio de 1998.

276
Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

Capítulo 14
De los orígenes del Frente Amplio al
golpe de Estado de 1973
«La patria es de todos y se conquista luchando junto a todos los verdaderos patriotas:
la construye el obrero y el ama de casa; la construye el estudiante y el profesional;
tienen que construirla también el militar y el campesino. Nada de falsos dilemas, de
opciones falsas. [...] Una vez más la cuestión es solo entre la oligarquía y el pueblo,
entre los que comercian con nuestra soberanía y los que saben honrar la memoria de
Artigas.»
Liber Seregni, discurso del 9 de febrero de 1973.

La izquierda uruguaya, como en general las de todo el mundo, prefiere con


frecuencia fundar sus identidades en las ideas antes que en las historias (colectivas o
personales) y en las tradiciones. De allí que muchas veces reconstruye su personalidad
colectiva y aun su propia trayectoria como una historia de ideas y estos partidos ostentan
con orgullo su condición de partidos de ideas. Hasta no hace mucho tiempo y aun hoy
en ciertos de sus sectores, este prejuicio prevalece, por ejemplo en el rechazo casi reflejo
ante la asunción de la condición de tradicional, que hoy sin duda puede ostentar el Frente
Amplio en el país. Ese rasgo, tantas veces rechazado, resulta en verdad producto de un
éxito notable en el campo de la cultura política nacional. Junto con otros factores, ello le
permitió crecer electoralmente de manera tan espectacular desde el final de la dictadura
hasta su acceso al gobierno nacional tras su victoria comicial en primera vuelta el 31 de
octubre del 2004, con más del 50 % del total de los votos emitidos y más del 52 % del
total de los válidos. Fracasaban en ese mismo momento los cálculos y estrategias de
muchos de quienes habían diseñado la reforma de 1996, que consideraban imposible que
la izquierda por sí sola obtuviera semejante guarismo electoral. El general Seregni, que
precisamente creía en esa posibilidad y estaba convencido de que la reforma serviría en
el corto plazo para los objetivos de la propia izquierda, siempre descreyó (tal vez por su
origen colorado y batllista) en ese antitradicionalismo militante predominante durante
tanto tiempo en las fuerzas y partidos de la izquierda clásica. Por el contrario, como lo
señalara en varios pasajes de sus discursos y entrevistas, él coincidía con Robert París y
Madeleine Rebérioux en que todo partido político debía tener una historia de ideas y de
hombres.1047
No hay pues textos sin contextos, como suele señalarse. Esto vale especialmente
para observar y analizar lo ocurrido en la vida de Seregni y en el proceso político
nacional a partir de la efectivización de su retiro de la actividad militar en 1969. Como
vimos, su viaje al exterior junto a su esposa debió acortarse ante mensajes que le llegaban

(1047)  Cf. París y Rebérioux, «Socialismo y comunismo en América Latina», en Jacques Droz (dir.), Histo-
ria general del socialismo. De 1945 a nuestros días, tomo I, Barcelona, Destinolibro, 1986, pp. 225 ss.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de Montevideo urgiendo su presencia ante la inminencia de una crisis militar. Esta


finalmente se disipó pero Seregni ya estaba con un pie adentro de la vida política. Quien
primero supo advertir su proyección en este campo fue Zelmar Michelini, que se había
vuelto un interlocutor cotidiano del general, en especial en los momentos más críticos de
los últimos años. En el Partido Colorado se imponía la necesidad de construir un tercer
frente de neto perfil batllista, capaz de distanciarse y de competir con posibilidades con
el pachequismo y con la Lista 15 liderada por Jorge Batlle. En ese proyecto convergían
tres de los grupos escindidos de la vieja 15 de Luis Batlle: el Frente Colorado de Unidad,
la 315 y la 99. Las negociaciones para formalizar ese nuevo espacio político avanzaron a
buen ritmo: no había grandes divergencias ideológicas entre los socios, el giro autoritario
del gobierno de Pacheco coadyuvaba al surgimiento de una alternativa batllista radical y
la cercanía de los tiempos electorales empujaban la iniciativa. Sin embargo, el proyecto
se frustró en el momento de conformar la fórmula presidencial: en una nueva señal
respecto a que los partidos buscaban candidatos militares, la mayoría de los líderes de los
sectores convocados y en particular Michelini, estaban convencidos de que el candidato
a la presidencia debía ser Seregni. Pero Amílcar Vasconcellos no acompañó ese criterio,
reivindicando su trayectoria y su condición de político avezado, con experiencia en el
desempeño de distintas responsabilidades (consejero de gobierno, ministro, legislador).
De esa manera fracasó un proyecto que de haber prosperado hubiera complicado
muy seriamente las posibilidades del surgimiento del Frente Amplio. En efecto, si
prosperaba la candidatura de Seregni dentro del Partido Colorado, Michelini y Roballo
se hubieran quedado dentro del lema, lo que sin duda hubiera reforzado la potencia
de la oferta electoral colorada.1048 Por otra parte, la ausencia de Michelini en la fragua
originaria del Frente Amplio en aquellos meses decisivos de 1970 hubiera impedido
con seguridad la concreción de la coalición por lo menos con la amplitud lograda. Sin
la compañía del líder de la 99, a la democracia cristiana liderada por Juan Pablo Terra le
hubiera resultado casi imposible establecer un acuerdo electoral con el Partido Comunista,
por ejemplo, al tiempo que tal vez no se hubieran producido algunas escisiones de los
partidos tradicionales que pasaron a engrosar al Frente.1049
También el registro de los contextos de época contribuye en forma decisiva a
visualizar mejor las claves de la campaña electoral de 1971 desde nuestro presente.
Como vimos, eran aquellos años de polarización, violencias, enfrentamientos enconados
en varios ámbitos de la vida nacional. El violentismo imperaba por doquier: desde la
actuación del MLN Tupamaros y de otras organizaciones de izquierda armada, hasta
la acción autoritaria y represiva del gobierno del entonces presidente Pacheco Areco y
el despliegue de grupos de ultraderecha y paramilitares. Empujado por la polarización

(1048)  Una probable prueba de ello puede referirse al claro descenso electoral sufrido por el Partido Co-
lorado entre las elecciones nacionales de 1966 y las 1971: de un total de 49,32 % del total en las primeras, el
partido gobernante descendió a un 40,97 % cinco años después. En el Partido Nacional no se da ese descenso y
permaneció prácticamente igualmente su caudal de votos: 40,34 % en 1966 y 40, 19 % en 1971. Aunque no fueron
para Michelini y la 99, puede colegirse que un porcentaje importante de votos batllistas fueron al Frente Amplio.
Cf. Marius-Bacigalupe, Sistema electoral y elecciones uruguayas. (1925-1998), Montevideo, Fundación Konrad
Adenauer, 1998.
(1049)  Por ejemplo, las de Alba Roballo y Francisco Rodríguez Camusso con sus respectivos sectores.

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Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

y por múltiples factores endógenos y exógenos, germinaba el nefasto crecimiento


de movimientos golpistas dentro de las Fuerzas Armadas. En las luchas callejeras se
producían las primeras muertes y desapariciones de militantes estudiantiles, sindicales
y políticos. Las deslealtades hacia el Estado de derecho se multiplicaban de un lado y
del otro, mientras que la aspiración por el cambio y el desempate (hacia la izquierda o la
derecha) comenzaban a prevalecer sobre la adhesión consensuada en torno a los caminos
de la democracia, cada vez más amenazada. Mientras los Estados Unidos conspiraban
tras la instauración de dictaduras de la seguridad nacional en toda América Latina
para enfrentar el temor de cambios revolucionarios y aun de gobiernos reformadores,
las rebeldías y utopías (algunas de ellas totalitarias y trasnochadas) de un mundo en
convulsión congregaban el idealismo de organizaciones estudiantiles y sindicales, a
menudo desde lógicas violentistas. Con el telón de fondo de una guerra fría que por
entonces tomaba como escenario privilegiado a América Latina, con militares golpistas
y focos de guerrillas armadas buscando adueñarse del centro del escenario, la mayoría de
los partidos uruguayos y de la ciudadanía (que aun polarizada se encontraba bien lejos de
habilitar toda teoría de los dos demonios) seguía apostando una vez más a que los pleitos
fundamentales podían dirimirse en las urnas. Ese contexto polarizado y represivo fue
uno de los factores que dominó la campaña electoral de 1971, con restricciones y ataques
durísimos contra la participación del Frente Amplio.
Pero tampoco hay que olvidar la influencia poderosa que ejercieron fenómenos
como la lucha de los trabajadores organizados en la CNT, la movilización estudiantil,
la acción popular en sus más diversos frentes, desafiando las medidas crecientemente
autoritarias del gobierno de Pacheco. 1970 no fue solo un año tupamaro: toda una muy
fuerte movilización popular empujó también a los dirigentes de la izquierda a acordar
una unidad sin exclusiones, venciendo en particular los recelos que muchos grupos
mantenían ante la idea de formalizar una coalición electoral con el Partido Comunista.
El peso de lo ocurrido en el proceso de unificación sindical, que había desembocado
en la conformación de la CNT en 1966, se proyectó con fuerza en el campo político,
abonando el camino para el origen del Frente Amplio de la manera en que finalmente se
dio. Ese clima de movilización popular también nutrió la actividad de los comités de base
frenteamplistas, factor que resultó decisivo para que Seregni transitara lentamente de un
papel de moderador y coordinador de dirigentes al de un líder político de masas que, aun
sin desbordar su condición de primus inter pares en relación a los principales políticos
históricos de la izquierda, supo generar un vínculo muy especial con los militantes y
adherentes del Frente Amplio desde un principio.
Fue en ese marco que el Frente Amplio se presentó sin duda como una de las grandes
novedades de aquellas elecciones históricas de 1971. Finalmente concretado tras largos
años de desencuentros y experiencias fallidas, la unidad de las izquierdas uruguayas,
efectivizada tras la Declaración Constitutiva del 5 de febrero de 1971, reconocía también
un largo proceso fundacional. Sin remitir a los más lejanos antecedentes de los intentos
frustrados del Frente Popular de los años treinta o de las experiencias más cercanas
del F. I. de L. y de la Unión Popular de 1962, la fundación del Frente Amplio venía
a heredar efectivamente una serie de antecedentes fundamentales y difíciles. En esa

279
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

secuencia podían citarse como jalones ineludibles, refiriendo aquí solo los emanados
de organizaciones sociales y políticas: el proceso de unificación sindical que culminó
con los hitos del Congreso del Pueblo en agosto de 1965 y el Congreso de Unificación
Sindical de octubre de 1966; el Movimiento de Defensa de las Libertades y la Soberanía
creado para enfrentar los embates autoritarios del gobierno de Pacheco;1050 las propuestas
del Partido Demócrata Cristiano de 1968, reiteradas en 1970, para la constitución de un
frente de fuerzas políticas unidas tras un programa de pacificación y cambios estructurales
en el país; la constitución en octubre de 1970 de un comité ejecutivo provisorio integrado
por ciudadanos independientes que realizarían un llamamiento a la unidad de las fuerzas
progresistas; la Declaración Conjunta del PDC, del Movimiento Blanco Popular y
Progresista y del Movimiento por el Gobierno del Pueblo en diciembre de 1970, seguida
luego en enero de 1971 de una convocatoria concreta de dos de estas fuerzas para la
constitución del Frente Amplio, concretada finalmente al mes siguiente; entre otras
iniciativas y negociaciones que involucraron a comunistas, socialistas, grupos escindidos
de los partidos tradicionales, grupos de izquierda independiente y un amplísimo espectro
de fuerzas de izquierda. Como vimos, todos estos hechos se expresaban y a su vez
eran estimulados por una movilización popular en muchos aspectos inéditos, de gran
influencia política en la izquierda.
En la trastienda de un arduo escenario de negociaciones e iniciativas, un grupo de
dirigentes con un protagonismo decisivo del entonces senador Zelmar Michelini pero
en el que también estaban Juan Pablo Terra, Francisco Rodríguez Camusso, Rodney
Arismendi y Luis P. Bonavita, entre otros, terminaron convenciendo a Seregni para
presidir como candidato presidencial la aventura de la nueva fuerza política a crearse.
Una vez convencido, el general asumió la tarea con la firmeza y la convicción de
siempre. Aunque el amplio respaldo militar obtenido en 1968 se resquebrajó cuando se
supo que en el nuevo lema ingresarían los comunistas, muchos oficiales de alto rango
lo acompañaron, entre ellos nada menos que los generales retirados Baliñas y Licandro,
los coroneles Hermenegildo Irastorza y Antonio Nese, entre otros. Pero Seregni supo
no encerrarse en su círculo de militares más cercano. Ya en el segundo semestre de
1970, mientras crecían los rumores sobre su candidatura presidencial en el marco de un
nuevo frente de izquierdas, su participación en reuniones y negociaciones se multiplicó
de manera exponencial. El retiro había durado casi nada y se iniciaba un tiempo en que
la política permanente invadiría su vida personal y la de su familia. Su esposa Lily no
parecía muy contenta con la perspectiva pero, como siempre haría, lo acompañaría en
forma total. Las hijas Bethel y Giselle, aunque las discusiones ideológicas no terminaron,
encontraron en la nueva vida del general un espacio mayor de encuentro.
La unidad política y electoral de la izquierda en 1971 fue en suma el producto de
múltiples factores. La crisis nacional y su derivación autoritaria, así como el imperativo
de presentarse como una alternativa progresista y de política no violenta alternativa a

(1050)  Entre otras personalidades integró este movimiento Lil Gonella de Chouy Terra, quien lideró tam-
bién el Movimiento Femenino por la Justicia y la Paz Social, organizacionaes creadas en ese auténtico año de in-
flexión que configuró 1968. Cf. Mercedes Terra, Historia y memorias de Lil Gonella de Chouy Terra, Montevideo,
FHCE, 2009.

280
Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

la propuesta revolucionaria de la guerrilla (factor en el que siempre insistió Seregni,


aunque no siempre su opinión fue compartida por la unanimidad de los frenteamplistas)
actuaron como fuerte catalizador, del mismo modo que todas las experiencias de
unificación ymovilización antes citadas. Sin embargo, la creación del Frente Amplio, no
parece haber estado tan vinculada con condicionamientos externos favorables. Eventos
como la invasión a Checoslovaquia de 1968 o la expansión de experiencias foquistas en
América Latina no facilitaban consensos en el debate de las izquierdas uruguayas acerca
del escenario internacional, aunque también es verdad que por entonces hacían sentir su
influjo algunos ensayos frentistas en el continente (la Unidad Popular de Allende, por
ejemplo) y en Europa, ninguno de los cuales sin embargo tuvo la amplitud ideológica
del Frente Amplio uruguayo. En cualquier forma, la unidad de la izquierda uruguaya en
1971 parece haber sido más hija de una larga acumulación política y de la respuesta a una
coyuntura local que reflejo de un condicionamiento externo favorable.1051
Sin embargo, en la explicación de los esfuerzos que hicieron posible al Frente
Amplio hay que otorgarle un lugar muy importante a una refinada política de
negociaciones múltiples, en la que hubo muchos protagonistas pero a la que Seregni
supo adaptarse de inmediato. Todavía no era líder y él lo sabía. A lo sumo cumplía el
rol imprescindible de un primus inter pares, pero con un conjunto de interlocutores con
un peso político impresionante, a lo que venía a sumarse su aprendizaje cotidiano en el
contacto con los comités de base y la movilización popular.1052 Adviértase, por ejemplo,
quiénes eran algunos de los titulares de la Mesa Ejecutiva que empezó a reunirse luego
del 5 de febrero de 1971: además de Seregni que la presidía, estaban Juan José Crotogini
como vicepresidente e independiente, Juan Pablo Terra, Zelmar Michelini, Alba Roballo,
Rodney Arismendi, Adolfo Aguirre González, José Pedro Cardoso, Mario Benedetti,
Enrique Erro, Francisco Rodríguez Camusso, entre otros. De todos modos, había una
mesa chica paralela, que integraban además de Seregni, Michelini, Terra, Arismendi y
Cardoso.1053 Asimismo, de inmediato se conformó un grupo de asesores que integraban
Pedro Seré, Alberto Couriel, Samuel Lichtenstein, Alberto Methol Ferré, Germás
Wettstein y Julio Rossiello. Finalmente, un poco más tarde, se designaría oficialmente
a Óscar Bottinelli como secretario político de Seregni quien, con el coronel Carlos
Zufriategui, constituiría su equipo inmediato y cotidiano.1054 Eran sin duda grupos muy
pesados y con seguridad Seregni no hubiera podido interactuar con ellos de la forma que
lo hizo sin el antecedente de su singular carrera militar y de su cercanía de siempre con
la política.

(1051)  Cf. Gerardo Caetano, José Rilla, «El Frente Amplio: orígenes y tradicionalización», en Historia
contemporánea del Uruguay…, o. cit; también Miguel Aguirre Bayley, El Frente Amplio. Historia y documentos,
Montevideo, EBO, 1985.
(1052)  Cf. Bottinelli, Óscar, «Las diez etapas del Seregni político», El Observador», 20.12.2015. La in-
fluencia decisiva que tuvieron en Seregni el contacto directo con la movilización sindical y estudiantil, así como
sus encuentros con los comités de base, es una idea que nos ha sugerido Martín Puchet, lector atento del manus-
crito, a quien mucho agradecemos.
(1053)  Entrevista de los autores a Óscar Bottinelli.
(1054)  Cf. nota al pie n.º 561.

281
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Esa fue la verdadera cocina política del primer Frente Amplio y aunque, como ya
se ha señalado, Seregni todavía no era líder, su rol en aquella etapa inaugural fue central.
Ha señalado al respecto Bottinelli:
En esta etapa es primero un referente aglutinador y luego el candidato presidencial y presidente
coordinador del agrupamiento, que es estrictamente una alianza de grupos preexistentes con
identidad y liderazgo propios. Cumple una función de moderador y comienza a ir destacándose
como algo más que un moderador y apunta hacia un futuro liderazgo.1055
Fue en ese marco y con rol singular de Seregni que el Frente Amplio pudo emerger
con algunas marcas de origen que lo acompañarían casi siempre, en particular en sus
buenos tiempos: i) la necesidad de una mirada estratégica; ii) la apuesta a la construcción
de una nueva cultura política; iii) la innovación organizativa, en la combinación de un
partido singularísimo que supiera articular las dimensiones de coalición y movimiento;
iv) una sabia combinación entre una importancia muy destacada de los dirigentes,
pero asociada con una despersonalización necesaria (al menos en ese primer momento
fundacional) del proyecto político; v) la dialéctica entre diversidad ideológica y unidad
programática y política; vi) una aceitada administración de los conflictos; vii) una
asociación privilegiada con las organizaciones sociales, en especial con el movimiento
sindical, pero manteniendo autonomías necesarias. Por cierto que en 1971 todavía no
existía el frenteamplismo como tradición e identidad de pertenencia. Pero ya comenzaban
a atisbarse las bases de una comunidad política proyectada a la permanencia.
Aquella primera campaña electoral de Seregni y del Frente Amplio por cierto que
no fueron nada fáciles. Como narran Samuel Blixen y el propio Seregni en Seregni.
La mañana siguiente, en aquella campaña pasó de todo. Desde las provocaciones y
agresiones de grupos de ultraderecha como la Juventud Uruguaya de Pie o la doble
militancia de tupamaros en comités de base que el propio Seregni resistiera firmemente.
«En realidad –señaló el entonces líder frenteamplista en el libro de Blixen– el MLN
se constituyó en un serio obstáculo para el crecimiento del Frente. A cada triunfo del
movimiento popular sucedía una acción violenta del MLN».1056 Como se ha visto,
también tuvieron lugar agresiones directas a militantes y dirigentes, sufridas en varias
oportunidades y que llegaron a la violencia desembozada en actos como en Castillos
(donde se hizo fuego contra la caravana frenteamplista hiriendo de muerte a un niño de
ocho años) o el fallido intento de asesinato a Seregni en Rocha capital, que logró frustrar
en una arriesgada acción el dirigente sindical Ruben Sassano. Entre rumores de atentados,
climas hostiles sobre todo en ciudades del interior del país, allanamientos injustificados
en casas de frenteamplistas, una actitud nada neutral de la policía, hasta la información
sobre la llamada «Operación 30 horas» que incluía la posible invasión del país de las
fuerzas armadas brasileñas en caso de un triunfo de la izquierda en las elecciones, el
Frente Amplio afrontó aquella difícil campaña con un desbordante entusiasmo, con la
realización de actos multitudinarios y la presencia de una militancia cargada de un aura
muy especial, con un protagonismo decisivo de los más jóvenes.

(1055)  Bottinelli, «Las diez etapas del Seregni político»…, o. cit.


(1056)  Blixen, Seregni. La mañana siguiente…, o. cit., p. 71.

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Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

A pocos años de su retiro como militar, estrenando un oficio para el que no se


había formado pero para el que demostraría condiciones también excepcionales, con
singularidades de estilo que mucho tenían que ver con su condición de militar, Seregni
recorrió varias veces el país, en giras y actos agotadores y entusiastas. La lectura atenta de
sus discursos de entonces permite confirmar algunas ideas fuerza que serían permanentes
en su pensamiento. Asimismo, también se pueden registrar algunas propuestas e ideas
que por entonces aparecían como dominantes en el discurso general de la izquierda y
que, con la perspectiva de las décadas transcurridas, el propio Seregni se encargó de
cambiar años después ante la necesidad de renovar el programa y la ideología de 1971.
Entre esas ideas fuerza que configurarían referentes tan permanentes como anticipadores
en su pensamiento hay algunas que resultan especialmente decisivas.
En primer término, habría que destacar su firme convicción no violenta en una
época de tantos violentismos, sustento fundamental de una adhesión inclaudicable a la
democracia, entendida entre otras cosas como la defensa permanente de la primacía de
la política.
Dijo en uno de los fragmentos de su discurso en Paysandú el 9 de mayo de 1971:
[…] el Frente Amplio es la verdadera defensa de las instituciones democráticas. [...] Somos –y lo
repetimos– una fuerza pacífica y pacificadora. La única fuerza capaz de asegurar la pacificación
que el Uruguay ansía. El Frente es, sí, el último, el definitivo intento del Uruguay para buscar
salidas legales, democráticas y pacíficas.1057
En esa misma dirección, su voluntad de un camino político de carácter no violento
se proyectaba en la necesidad, que juzgaba imperiosa, de arraigar cambios estructurales
en múltiples ámbitos de la realidad nacional y de no renegar nunca del espíritu de rebeldía
frente a las situaciones de injusticia y autoritarismo. Señaló, por ejemplo, en ocasión de
un discurso pronunciado el 11 de junio de 1971 en el barrio montevideano de Belvedere,
muy cerca del liceo Bauzá, uno de los bastiones de la JUP:
Hoy las fuerzas represivas están asentadas dentro de los mismos liceos. Su máscara visible es
la JUP. Pero discrimino en ésta a los jóvenes adiestrados para la violencia y el ataque físico, de
los jóvenes honestos arrastrados a combatir a un enemigo fantasmagórico –el Frente Amplio–,
al que a corto plazo, tendrán que reconocer como la única vía para sus idealismos trascendentes.
[...] El Frente Amplio es pacificador en cuanto rechaza la violencia del garrote, del fierro y del
revólver en los liceos. Pero no puede apaciguar la rebeldía ante la injusticia ni la protesta contra
la explotación. [...] Ante la violencia provocada desde arriba, reafirmamos, una vez más, nuestra
vocación pacificadora. No entraremos en los terrenos de la provocación a que se nos quiere
llevar. Frente a las provocaciones, responderemos con firmeza, pero con madurez, movilizando a
nuestro pueblo, organizando nuestro Frente Amplio a todos los niveles, señalando, en los hechos,
quiénes queremos la pacificación y quiénes son los que incitan a la violencia.1058
Finalmente y como ya se ha dicho, aparece en el Seregni de 1971 no solo su
devoción artiguista de siempre, sino su búsqueda incesante por inscribir –aun desde
ciertas visiones totalizadoras y unanimistas, típicas de la época– la aventura y el futuro

(1057)  Colección Liber Seregni, tomo I, La fundación del Frente Amplio y las elecciones de 1971, Monte-
video, Taurus, 2005, pp. 77 ss.
(1058)  Ibídem, pp. 119 ss.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

de su fuerza política en una lectura específica de la historia nacional, apostando desde el


comienzo a la creación de una nueva tradición política en el país.
Señaló Seregni, en un discurso pronunciado el 30 de mayo de 1971 en la ciudad de
Treinta y Tres:
A nosotros, los del Frente Amplio, nos complace muy especialmente encontrarnos aquí, en
Treinta y Tres, en este departamento que evoca la gesta de aquel frente amplio patriótico de
Lavalleja, Rivera y Oribe [...]. Para nosotros encierra un concepto respecto a la historia del país
uruguayo, una visión del pasado y del futuro. [...] Hemos sostenido que en nuestra historia hubo
tres frentes amplios, hubo tres oportunidades en que el pueblo se unió unánimemente contra
los poderes dominantes. La primera vez fue con Artigas, unificador del pueblo oriental, primer
embate del pueblo unido contra la oligarquía latifundista, primera expresión colectiva de nuestro
sentimiento nacional. La segunda vez fueron los tenientes de Artigas, que se sobrepusieron a sus
diferencias, que se abrazaron ante la patria ocupada y tuvieron la energía del sentido colectivo
formando el frente amplio de los Treinta y Tres Orientales [...]. Luego, en toda la historia de la
República, el pueblo uruguayo estuvo dividido entre blancos y colorados. Las divisas tuvieron un
gran y decisivo papel en la configuración del país. Nadie va a desconocer su gran y decisivo papel
en la configuración del país. Nadie va a desconocer su valor, sino todo lo contrario. Nosotros
no somos enemigos de las divisas que son pueblo; nosotros somos enemigos de los lemas que
manejan los valores de las divisas tradicionales y pretenden usarlas al servicio de la oligarquía
que está arruinando al país y a su pueblo.1059
Sin embargo, si el año electoral había sido una dura prueba para el general retirado
devenido en novel dirigente político, los años venideros configurarían uno de los períodos
más conflictivos de la historia uruguaya en el siglo XX: esos 19 meses dramáticos,
vertiginosos y controversiales que van entre las elecciones del 27 de noviembre de 1971
y el golpe de Estado finalmente terminado de consumar el 27 de junio de 1973. Aquel
año y medio largo configuró un proceso en el que, a medida que la violencia política
retornaba al centro de la escena nacional y alcanzaba sus máximos niveles en décadas, el
sistema político e institucional en su conjunto entraba en su agonía, entre deslealtades a la
democracia y la primacía de estrategias que, con la perspectiva de los años, se visibilizan
hoy, al menos, como profundamente controvertidas.
El gobierno emergente tras los comicios de 1971 se había instalado con una
marcada debilidad. Emanado de elecciones impugnadas por el Partido Nacional y que se
habían resuelto por una diferencia mínima (menos de 15.000 votos, que no alcanzaban a
constituir un 1 % del total de votantes) entre el Partido Colorado y el nacionalismo, con
un cuadro partidario y legislativo en buena medida empatado y polarizado, Juan María
Bordaberry se hacía con la Presidencia de la República en una situación casi insólita.
Jorge Pacheco Areco, con la oposición soterrada incluso de buena parte de su propio
grupo político, lo había impuesto como candidato presidencial (ante la eventualidad que
su propuesta reeleccionista no prosperara como efectivamente ocurriría). Era en verdad
una figura realmente exótica en la política uruguaya: católico integrista, proveniente del
ruralismo nardonista, exsenador por el nacionalismo durante la legislatura 1963-1967,
productor rural pudiente, de ideas antidemocráticas y antiliberales como él se encargaría
de proclamar a los cuatro vientos, sin poder político propio, protagonista anodino de

(1059)  Ibídem, pp. 107 ss.

284
Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

una campaña electoral centrada por la Unión Nacional Reeleccionista tras el logro de
la reforma constitucional (el «sí verde») que habilitara la reelección de Pacheco, entre
otras rarezas.1060
El escaso caudal electoral que concitó en forma directa su candidatura (apenas
un 22 % del total de votos emitidos) preanunciaban que su debilidad política personal,
sumada a la fragmentación partidaria también emergente del pronunciamiento ciudadano
en las urnas, se proyectarían en un muy comprometido horizonte de gobernabilidad.
Además, como ya se ha observado, en las fuerzas armadas ya se encontraban fuertemente
arraigados la voluntad y aun el proyecto golpistas, que sería catapultado como efecto
reactivo ante la decisión del MLN de iniciar una ofensiva militar a partir del 14 de abril
de 1972, que terminaría en tragedia y desastre.
Si la gobernabilidad política del novel gobierno aparecía muy amenazada, la
situación económica no resultaba menos preocupante. Tras la dura herencia del carnaval
electoral dispuesto por Pacheco para aumentar sus chances en los comicios de 1971, el
gobierno de Bordaberry no logró evitar que en forma casi inmediata a su asunción la
inflación volviera a dispararse. Mientras tanto, solo en 1972 el salario real cayó en un
17 %, las pasividades se redujeron en un 22 %, el endeudamiento externo se incrementó
en casi un 15 % y el producto cayó un 3,3 %. La respuesta del gobierno fue intentar crear
a través de un «ajuste inflacionario» las condiciones necesarias para la implementación
de un nuevo y más radical impulso liberalizador de la economía, cuyo programa se
consagró en el llamado Plan Nacional de Desarrollo 1973-1977, implementado luego, a
partir de 1974, por la dictadura.
El país salía de una elección casi empatada en muchos sentidos, más afectado
aun por una espiral de confrontación que no parecía cesar. Como vimos, Bordaberry
intentó conformar una coalición que diera algún atisbo de sustentabilidad política a
una situación que hacía aguas por todos lados. El resultado fue muy magro: el llamado
«pacto chico» celebrado en junio de 1972 entre las fuerzas oficialistas (con un gobierno
respaldado desde un comienzo por la Unión Colorada y Batllista y por Unidad y Reforma
- Lista 15) y un sector minoritario del nacionalismo (aquellos sectores que habían
apoyado la candidatura del general Óscar M. Aguerrondo en noviembre de 1971 y la
Lista 400 liderada por Washington Beltrán), a quienes el líder mayoritario del partido,
Wilson Ferreira Aldunate, denominó entonces blancos baratos. Este acuerdo otorgaba
al gobierno una muy estrecha mayoría parlamentaria (50 diputados y 16 senadores) y
se traducía en el ingreso de tres ministros blancos al gabinete. Como lo demostrarían
los hechos venideros, ese «pacto chico», mucho más en aquel contexto confrontacional,
auguraba la profundización de una situación de fuerte debilidad gubernamental.
Aunque la hipótesis de un golpe de Estado liderado por los militares (pero con
colaboración de civiles y algunos dirigentes partidarios) ya estaba desde hacía tiempo
instalada en la opinión pública, muchos espejismos y opacidades en los análisis
sustentaban visiones y apuestas que secundarizaban el gran peligro de la inminencia

(1060)  Cf. entre otros textos, Chagas-Trullen, Pacheco. La trama…, o. cit., y Alfonso Lessa, Estado de
Guerra, o. cit.

285
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

del advenimiento de una dictadura en el país. De todas maneras, como vimos, Seregni
y otros militares frenteamplistas y constitucionalistas, ya desde 1971 diseñaban planes
antigolpistas, incluso contando con el concurso de los tupamaros y del aparato armado
del Partido Comunista. Quienes denunciaban (como las figuras emblemáticas de Carlos
Quijano desde las páginas de Marcha o Amílcar Vasconcellos desde sus alocuciones
de prensa y sus discursos parlamentarios, entre otros) que no había que errar el rumbo
y que el dilema fundamental era democracia o dictadura, aparecían literalmente muy
disminuidos y solitarios, ante una opinión pública que percibía cada vez más presente la
postura (dominante especialmente en la izquierda) de privilegiar la oposición oligarquía
versus pueblo como clave interpretativa de toda la coyuntura.1061
No se trata de juzgar con anacronismo y desde la perspectiva que permiten las
más de cuatro décadas transcurridas pontificar acerca de errores y omisiones de los
actores de entonces, sometidos a la dura contingencia y a las en verdad dramáticas
circunstancias vividas en aquellos años por el país. Sin embargo, el señalamiento vale
pues indica un elemento sustantivo de la coyuntura: la idea de cambio (en un sentido u
otro) predominaba claramente sobre la noción de la democracia como valor primero e
irrenunciable en la convivencia. La vieja ecuación que asimilaba nación a democracia
y a república para definir el primer componente de la identidad de los uruguayos se
encontraba profundamente erosionada y desde sus grietas emergían actitudes y
desempeños desleales o al menos equívocos respecto al orden democrático.
También es cierto que, empezando por el presidente Bordaberry, el orden
institucional venía de años de decadencia y descaecimiento, que la centralidad de los
partidos se veía desbordada, que el violentismo se imponía en la perspectiva de varios
sectores como la única salida. En primer lugar, la fortaleza política de Bordaberry era
casi nula. El desempeño de su gobierno durante su primer año de gestión había sido
pésimo y su popularidad era paupérrima. Como veremos algo más adelante, la hipótesis
del pedido de su renuncia estaba presente en todos los partidos, incluso en el Partido
Colorado y hasta en el sector pachequista que lo había llevado al poder. Nadie podía ver
en Bordaberry un referente de la institucionalidad, entre otras cosas porque carecía en
forma absoluta de convicciones democráticas, como él mismo se encargaría de proclamar
más tarde a los cuatro vientos.1062
Mientras tanto, la represión y la violencia se incrementaron a niveles inusitados.
En ese contexto, como se ha señalado, Seregni intentó por todos los medios evitar que el
clima de guerra se instalara definitivamente. Incluso llegó a hablar de tregua y a plantear
acuerdos parciales para facilitar una disminución de la violencia. El resultado de sus
planteos fue muy desalentador: sus posturas en aquella coyuntura crítica no despertaron
apoyos ni siquiera dentro de las filas del Frente Amplio, exigentes de una postura de neto
combate frente al gobierno de Bordaberry. También sus posibilidades de interlocución

(1061)  Cf., por ejemplo, Lessa, Alfonso, El pecado original. La izquierda y el golpe militar de febrero de
1973, Montevideo, Sudamericana, 2012; y Yuri Gramajo, Sergio Israel, El golpe de febrero, Montevideo, Planeta,
2013.
(1062)  Cf. Lessa, Alfonso, Estado de guerra…, o. cit.

286
con los dirigentes de los otros partidos y del propio gobierno eran muy reducidas: la dura
campaña electoral de 1971 había dejado heridas y los puentes posibles –en particular con
el gobierno y el oficialismo– eran poco menos que inexistentes. Otro elemento que se
agregaba era que el mapa de la interna militar había cambiado vertiginosamente y que
los contactos que mantenían Seregni y otros militares frenteamplistas ya no podían dar
informaciones fidedignas. Este factor de desinformación de todos los partidos sobre lo
que efectivamente estaba ocurriendo en el seno de las fuerzas armadas y en el Ejército
en especial configura sin duda otro elemento importante en la coyuntura: adviértase por
ejemplo que uno de los principales informantes que tenía Wilson Ferreira para saber que
éstaba pasando en el Ejército era nada menos que el general Vadora.1063
Por su parte, las Fuerzas Armadas, animadas tanto por ambiciones pedestres como
por la importada doctrina de la seguridad nacional, preparaban su escalada hacia el
poder. Contaban con el respaldo directo (décadas después ampliamente reconocido tras
la desclasificación de documentación de la época) del gobierno norteamericano y de otros
gobiernos vecinos en América Latina, emergentes tras golpes de Estado y dominados por
ejércitos tan proclives a las prácticas autoritarias como a modalidades de represión que
llegarían a formas nítidas de terrorismo de Estado. Por otra parte, estas prácticas (como
la tortura indiscriminada, la desaparición forzada) ya habían empezado a desarrollarse
ampliamente en el país antes del golpe en dos tiempos de 1973.
En ese marco, el proceso golpista ingresó en sus etapas decisivas. Como vimos, la
ofensiva tupamara iniciada en los primeros meses de 1972 fue respondida con extrema
dureza por el gobierno y los militares –a quienes desde 1971 se les había confiado la
conducción de la lucha antisubversiva–, en un recrudecimiento del enfrentamiento que
culminó con la completa derrota guerrillera, anunciada con bombos y platillos por las
fuerzas armadas en octubre de 1972. El éxito de la represión contra el MLN reforzó
la autonomía castrense, así como impulsó la marginación o el retiro de los oficiales
constitucionalistas que aún quedaban y consolidó el giro ya inocultablemente golpista
de las jerarquías militares, en especial en el Ejército.
Dentro de un contexto cada vez más conflictivo y rupturista, el golpe de Estado se
produjo finalmente en dos tiempos. La primera fase se dio en febrero de 1973, cuando
los mandos del Ejército y de la Fuerza Aérea (con la inicial oposición de la Armada)
rechazaron la designación del general Francese como nuevo ministro de Defensa. El
presidente Bordaberry intentó enfrentar el conato de insubordinación militar convocando
al pueblo en su apoyo, llamado tardío que obtuvo una decepcionante respuesta que
confirmaba su desprestigio y aislamiento políticos. Los militares aprovecharon esta
circunstancia para hacer públicos los llamados comunicados 4 y 7, que contenían un
confuso plan de objetivos y propuestas generales de gobierno, con enunciados tan vagos
como «la lucha contra la corrupción económica» y «la erradicación de la desocupación»,
entre otros similares. El espejismo peruanista hizo sin embargo que varios actores
relevantes de la oposición a Bordaberry –muy especialmente desde el Frente Amplio–
sobreinterpretaran el contenido de estos comunicados, otorgándoles una orientación y

(1063) Ibídem.

287
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

una consistencia que el tiempo se encargaría de desmentir tajantemente. Otros como


Wilson Ferreira observaron el episodio como la posibilidad de que, tras la renuncia de
un totalmente desprestigiado Bordaberry y un breve interregno de un gobierno cívico-
militar provisorio, se convocara rápidamente a elecciones generales, incluso con alguna
nueva regla electoral (como la entonces invocada reforma del balotaje) que aumentara
las chances de concretar un gobierno de mayorías, factiblemente liderado por fuerzas
opositoras. Ni la visión de los militares progresistas ni la del interregno cívico-militar
para dar lugar a nuevas elecciones resultaron opciones acertadas, como el proceso que
siguió a febrero confirmó de manera rotunda.
Febrero de 1973 fue una coyuntura en la que el desconcierto predominó claramente
en el elenco político de todos los partidos. Salvo el respaldo de Pacheco y de parte de su
grupo, aun en el Partido Colorado tendía a predominar la opinión de que los tiempos de
Bordaberry en la presidencia habían concluido y que su renuncia y la asunción de Jorge
Sapelli podían constituir una buena salida. Las gestiones por su renuncia recrudecieron
en medio de los acontecimientos de febrero. Tuvieron como interlocutores al propio
Bordaberry, a Sapelli pero también a jerarcas militares. En estas estuvieron involucradas
figuras de los partidos tradicionales de la relevancia de Wilson Ferreira, Julio María
Sanguinetti,1064 Héctor Gutiérrez Ruiz, hasta figuras del propio pachequismo como
Raumar Jude o Wilson Craviotto. La mayoría de ellos veían la salida de Bordaberry como
la consecuencia natural de una situación de desgobierno y como la posibilidad de tener
mayores garantías institucionales con una persona conservadora pero de credenciales
democráticas intachables como Jorge Sapelli, quien por otra parte se mostraba dispuesto
a asumir la responsabilidad siempre y cuando Bordaberry diera el paso al costado.
Desde el campo de la izquierda frenteamplista, nadie defendía la continuidad
de Bordaberry pero, como veremos, había discrepancias muy fuertes respecto a la
credibilidad de los llamados militares peruanistas, a la evaluación de los contenidos
de los comunicados 4 y 7 y al diagnóstico sobre que la situación a dirimir aparecía
identificada con la oposición pueblo versus oligarquía, en la que entraba la posibilidad
de un apoyo crítico a los militares. Estos últimos elementos deterioraron muchísimo
la imagen de firmeza democrática del Frente en una instancia clave. No todos los
principales dirigentes pensaban de esa manera. Figuras como Quijano, Crotogini, Erro,
Alba Roballo, Rodríguez Camusso y Aguirre González se manifestaron totalmente
contrarios con esa posición, al igual que varios de los militares frenteamplistas como
Licandro y Aguerre.1065 En la posición contraria, con mayor o menor entusiasmo y con
algunos disidentes en ciertos casos, se encontraba el resto de los sectores frenteamplistas.
Como veremos, en ese marco controversial pero en el que predominaba claramente una

(1064)  Sanguinetti hace varios años reconoció haberle entregado a Bordaberry una carta en que le solitaba
la renuncia, aparentemente en nombre de la lista 15. Luego ha negado hasta el presente ese episodio. Sobre el
particular, cf. Lessa, El pecado original…,. o. cit., pp. 45 ss.
(1065)  Lessa, Alfonso, El pecado original…,. o. cit., y Gramajo, Israel, El golpe de febrero…, o. cit.

288
Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

posición, Seregni asumió una vez más el rol de ser el vocero de una síntesis, aunque con
el eje de la postura mayoritaria y pocos matices.1066 1067
El episodio de febrero terminó con un acto de clara defección institucional de
Bordaberry, quien aceptó firmar el llamado acuerdo de Boiso Lanza que, entre otras
concesiones a los insubordinados, incorporaba formalmente la injerencia política y
gubernamental de los militares en el gobierno a través de la creación del Consejo de
Seguridad Nacional (COSENA). Como se ha señalado, salvo honrosas excepciones, las
fuerzas políticas y sociales, aun las más netamente opositoras, no llegaron a concretar
una respuesta firme y concertada ante la grave situación emergente tras este primer
tramo golpista. Conspiraron contra ello el absoluto desprestigio de la figura presidencial
y su ostensible falta de convicciones democráticas, el agravamiento de la conflictividad
social, las desconfianzas mutuas entre los partidos opositores. También es cierto que el
espejismo de la imagen de los militares peruanistas (amplificada también por claves
continentales, en tiempos de Velasco Alvarado en Perú y del retorno de Perón y del
peronismo en la Argentina) pesó también mucho para debilitar la estrategia de consolidar
un polo de fuerzas democráticas en respuesta ante el ya inocultable ascenso político de
los militares y de la aquiescencia cómplice de civiles (entre ellos connotados dirigentes
políticos y empresariales) que ya no dudaban en apostar al golpe de Estado como una
solución favorable a sus intereses.
Los meses que separan febrero y junio de 1973 no hicieron sino confirmar los
pronósticos más sombríos. Entre el cada vez más avasallante intervencionismo de
las fuerzas armadas y la profundización de las vacilaciones y divisiones (también de
defecciones civilistas) de los partidos, las tensiones institucionales recrudecieron a través
de reiterados enfrentamientos entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento. La segunda y
definitiva fase del proceso golpista se produjo finalmente el 27 de junio, unos días más
tarde de lo previsto por sus propios autores, cuando Bordaberry decretó la disolución
del Parlamento y su sustitución por un Consejo de Estado, en el inicio de una serie de
medidas de claro signo dictatorial. Si por entonces alguien esperaba (y por cierto que
todavía los había en todos los partidos pero especialmente en el Frente) que los militares
peruanistas predominaran en la interna castrense, los hechos subsiguientes se encargaron
rápidamente de despejar cualquier duda al respecto: la escena militar fue protagonizada
de inmediato en forma nítida y sin fisuras por los golpistas más duros y derechistas.

(1066)  Acerca del talante de Seregni como conductor, ha señalado Bottinelli en una posición que suscribi-
mos: «Seregni fue un conductor estratégico en el tiempo en que ejerció efectivamente y casi en solitario la conduc-
ción, por encima y con independencia de los líderes sectoriales, que abarca el periodo 1981-1985 (con el tiempo
vuelca a casi todos los líderes sectoriales a su estrategia y su objetivo estratégico relacionados con la salida a la
dictadura); pero antes y después fue esencialmente un moderador o coordinador más que un conductor propiamen-
te dicho». Cf. Bottinelli, Óscar, «De la conducción política en el FA», El Observador, 10.1.2016.
(1067)  En una observación muy sagaz, Martín Puchet nos ha sugerido que es muy posible que en las opcio-
nes de Seregni en febrero de 1973 pesaran mucho las interlocuciones de figuras a los que reconocía mucho peso
intelectual: Rodney Arismendy y Carlos Quijano. Aunque lo intentó, Seregni no logró en esta ocasión alcanzar una
síntesis entre las visiones polares que sostenían uno y otro, optando –aunque con matices– por la posición del líder
comunista, que por otra parte era la dominante en la mayoría del FA.

289
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Enfrentados a la huelga general impulsada por la CNT en respuesta al golpe y ante


las acciones de resistencia provenientes de los partidos opositores, las características de
la represión desatada (prohibiciones y censuras a medios de prensa, detenciones masivas,
restricciones severas al derecho de reunión, disolución de la CNT disponiéndose el
arresto y el procesamiento de sus dirigentes, etc.) confirmaron la primacía del peor
golpismo con claridad meridiana. En suma, como vimos, ni giros peruanistas en las
orientaciones gubernamentales, ni tampoco interregno cívico-militar para habilitar a la
brevedad nuevas elecciones nacionales. En su lugar, con la continuidad cómplice de
Bordaberry y de otros grupos de civiles afines al régimen ahora plenamente dictatorial,
lo que se impuso fue la definitiva radicación en la acción de gobierno de los rasgos
autoritarios y represivos que ya venían perfilándose desde el gobierno de Pacheco, pero
que se profundizaron sin ambigüedades desde febrero de 1973, con la implementación
práctica de aspectos distintivos de la doctrina de la seguridad nacional. Como otro de los
símbolos de la derrota de las alternativas democráticas fracasadas, entre los renunciantes
del 27 de junio figuró Jorge Sapelli, quien supo honrar su juramento de fidelidad a
la Constitución y no aceptó la designación que le ofreciera Bordaberry de presidir el
Consejo de Estado a crearse.
Este período previo al golpe ha quedado en la memoria colectiva de la sociedad
uruguaya como escenario de una disputa (más política que historiográfica) acerca de los
desempeños de los distintos actores en la coyuntura. Con mucho anacronismo, como se
advertía antes, se siguen lanzando acusaciones y denuncias sobre acciones y desempeños
en aquellos años. En ocasiones, este tipo de juicios se realizan con consistencia documental
e interpretativa; en otros casos como simple retórica normalizadora, al estilo del «todos
fuimos responsables»; a menudo desde la invocación de la mentada y equivocada teoría
de los dos demonios, no importa que la derrota guerrillera fuera anunciada nueve meses
antes de la consumación del quiebre final de las instituciones; en otras oportunidades
como simple instrumento de lucha política sin preocupación alguna de los anacronismos
y errores consignados.
En los documentos registrados por Seregni en su archivo predominan claramente
sus discursos y sus dichos en entrevistas, que dan cuenta de la trayectoria de sus opiniones
a lo largo de toda aquella coyuntura. En sus primeros pronunciamientos posteriores a las
elecciones de 1971 predomina en primer término la búsqueda de explicaciones sensatas
y también autocríticas para explicar y hacer un balance consistente de toda la primera
experiencia electoral del Frente Amplio.
El segundo énfasis que aparece en sus pronunciamientos tiene que ver con la
necesidad de consolidar la idea del Frente Amplio como un actor político permanente,
nacido para permanecer y crecer desde la actividad política cotidiana, contrarrestando
así las insinuaciones de sus adversarios que proclamaban en cambio su condición de
mero acuerdo electoral y de una coalición con divisiones internas irreconciliables,
incompatibles con su continuidad en tiempos postelectorales. En ese sentido, su discurso
inaugural ante el Primer Congreso Nacional de Comités de Base, realizado menos de
veinte días después de las elecciones, resulta por demás significativo. En este reafirma
que «el camino (del Frente Amplio) está constituido para la acción política permanente»;

290
Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

que su identidad tiene como «características distintivas y fundamentales» el ejercicio


permanente de su doble condición de «coalición de fuerzas políticas permanentes por un
lado, y encuentro, unidad, solidaridad de las masas populares en sus comités de base», la
típica dinámica de coalición y movimiento al mismo tiempo; la necesidad de una fuerte
convocatoria a la «movilización y participación» de los militantes.1068
Decía Seregni al respecto en el mencionado discurso:
Un error tremendo sería minimizar a los comités de base, sin percibir que [...] son la dinámica
común del Frente. [...] Pero el otro error [...] es el llevar al máximo el rol de los Comités
[creyendo que] son todo el Frente Amplio, y confundirlo así [...] con un partido único, y no la
convergencia, el acuerdo, la colaboración de varios partidos. [...] Entre esos dos errores opuestos,
nosotros debemos encontrar [...] la línea adecuada que sepa aunar esa doble característica de
nuestro Frente Amplio [...]. La unidad [...] es tarea de todos los días, es una tarea difícil realizarla.
Exige discreción, buen tino, comprensión mutua, [...] la mayor libertad de crítica al servicio del
fortalecimiento del Frente Amplio.1069
Otro factor que destaca en los pronunciamientos de Seregni a lo largo de todo el
período elegido es la dureza de su crítica a ambos partidos tradicionales, con una particular
reciedumbre en la calificación del pachequismo y del nuevo gobierno encabezado por
Bordaberry, que juzgó desde el principio como continuista. «Ninguno de los dos lemas
tradicionales, cualquiera sea el que acceda al poder, logrará resolver los problemas
de nuestra Patria y de nuestro pueblo. Porque los dos, finalmente, son expresión de la
oligarquía».1070 Como se analizará en particular más adelante, en esta frase, pronunciada
en diciembre de 1971 en ocasión del discurso antes citado al inaugurar el Primer Congreso
de Comités de Base, ya se perfilaba lo que sería la clave fundamental de la estrategia
seregnista –ya presente en el discurso del 26 de marzo de 1971– para caracterizar y
definir la polaridad que a su juicio definió toda la coyuntura desde la fundación del
Frente Amplio hasta el golpe de Estado: la controvertida dicotomía oligarquía-pueblo.
Dentro de ese marco, el juicio de Seregni sobre el pachequismo resultó particularmente
duro y crítico: «dictadura», «un régimen empecinado en aniquilar la resistencia popular a sus
desmanes», «fascismo criollo», «régimen de feroz opresión», entre otros epítetos similares.
En relación con el gobierno de Bordaberry, desde su comienzo fue juzgado por Seregni
como «continuidad esencial del pachequismo». «Es la continuidad esencial –decía el 17 de
marzo de 1972– del régimen porque los hombres que ejercen el gobierno hoy responden a
los mismos intereses que determinaron la gestión del gobierno de ayer».1071
Pese a ese señalamiento tan duro y casi inmediato, por entonces el líder frenteamplista
reconocía ciertos cambios de estilo que sin embargo juzgaba como superficiales. Estos
matices se daban en aquellos momentos que antes anotáramos acerca de la preocupación
de Seregni por que se instaurara en el país de manera definitiva una lógica de guerra,
postura que como vimos no logró arraigar. Su juicio sobre Bordaberry y su gobierno se
iría radicalizando con el tiempo, en particular luego de la convocatoria presidencial al

(1068)  Ibídem, pp. 41 ss.


(1069) Ibídem.
(1070) Ibídem.
(1071)  Ibídem, pp. 77 ss.

291
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

diálogo que, inicialmente, tuvo una extensión que, aunque parcial en sus alcances, llegó
hasta el propio Frente Amplio, pero que finalmente culminó –como vimos– en la restringida
coalición del llamado «pacto chico».
Esta evolución culminaría con el pedido de renuncia a Bordaberry, hecho público por
Seregni en el controvertido acto realizado en el barrio de la Unión el 9 de febrero de 1973.
El régimen actual no es el orden, sino el desorden establecido. [...] Lo reiteramos hoy, refiriéndonos
al gobierno del señor Bordaberry, pues ambos se inscriben en un régimen que, a partir de junio de
1968, ha implantado el desorden como sistema. [...] El gobierno, el señor Bordaberry, no solo no
ha sabido corregir el desorden, sino que ha contribuido a agravarlo. [...] El señor presidente pudo
contar con el apoyo del Frente para construir. Pero prefirió realizar un acuerdo mezquino, que
le aseguraba una mayoría parlamentaria reglamentada, un acuerdo para sobrevivir. Hoy el señor
presidente agotó la confianza que le puede prestar el pueblo uruguayo, los orientales honestos.
[...] La renuncia del señor Bordaberry abriría una perspectiva de diálogo.1072
En cuanto al Partido Nacional y sus distintos sectores, la visión de Seregni se inició
–llamativamente, dadas las notorias diferencias entre el ferreirismo y el aguerrondismo–
muy homogénea, para ir luego alcanzando mayores matices. En su discurso ya referido
ante el Primer Congreso de Comités de Base, Seregni sentenciaba: «La posibilidad del
lema del Partido Nacional [...] no nos engaña. Es también una expresión de la oligarquía.
Pero sus métodos, en lo inmediato, por su propia campaña electoral, por las razones que
en función de demagogias electorales o no, debió de explicitar, podrían ser distintos».1073
En la fundamentación de ese juicio tan adverso, en especial respecto a las fuerzas
del ferreirismo y del Movimiento Nacional de Rocha, pesaba la convicción que el líder
frenteamplista tenía respecto a que estos sectores «con su silencio [habían actuado]
como cómplices de las maniobras» de la campaña sucia en el proceso electoral contra
la izquierda.1074 A fines de abril de 1972, en circunstancias en que Bordaberry buscaba
afanosamente un acuerdo con todo el Partido Nacional y en especial con su sector
mayoritario, la visión de Seregni ante el accionar del nuevo líder del nacionalismo
evidenció cambios visibles. En un discurso pronunciado el 29 de abril de 1972, señaló:
Ahora parece que [la mayoría] del Partido Nacional pone dos condiciones de cambio en el terreno
económico: la reforma agraria y la nacionalización de la banca. Este sería un giro positivo en
los acontecimientos que vivimos. Claro, por supuesto, que la reforma agraria del señor Wilson
Ferreira y su nacionalización de la banca, no son las nuestras. Nosotros vamos más allá. Pero
esas propuestas constituyen una salida del inmovilismo que nos trae la guerra. [...] [Wilson
Ferreira] también refleja, de algún modo, las presiones de las masas, las necesidades del pueblo,
que le exigen emprender cambios so pena de disgregación de sus fuerzas.1075
Aun con altibajos, la postura de Seregni respecto al sector mayoritario del
nacionalismo liderado por Wilson Ferreira iría evolucionando en la coyuntura hacia una
perspectiva de valoración más positiva. Prueba de ello sería, por ejemplo, la mención
especial a las banderas desplegadas en una sede del Movimiento Por la Patria, en ocasión
de un acto frentista realizado en la explanada municipal el 18 de mayo de 1973. En su

(1072)  Ibídem, pp. 221 ss.


(1073)  Ibídem, pp. 41 ss.
(1074) Ibídem.
(1075)  Ibídem, pp. 99 ss.

292
Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

discurso, en referencia directa al debate parlamentario en torno al desafuero del entonces


senador frenteamplista Enrique Erro, Seregni señaló:
Nuestros compañeros legisladores y otros que, sin ser nuestros compañeros, comprenden la
gravedad de la hora que vivimos, defienden también lo profundo de las libertades. Y saludamos
en ese sentido porque sentimos la obligación de hacerlo, las banderas y la presencia de una sede
que no es la nuestra pero que también está en el momento actual alineada por las defensas del
pueblo oriental.1076
Este paulatino acercamiento culminaría con un apoyo explícito de Seregni a
la declaración de los diputados ferreiristas y rochanos, pocos días antes del golpe de
Estado, reclamando medidas de gobierno «que el Frente Amplio siempre ha considerado
vitales como instrumentos para la liberación nacional» (en referencia a iniciativas
como la nacionalización de la banca, la reforma agraria, el desarrollo industrial). Esta
convergencia gradual llegó a su punto más alto con la declaración conjunta contra el
golpe de Estado acordada y hecha pública, ya con la huelga general en curso, por la
mayoría del Partido Nacional y el Frente Amplio.1077 A esta estrategia de convergencia
opositora más visible no se sumaron los dirigentes de la 15 ni tampoco las principales
figuras del tercer frente colorado como Vasconcellos y Flores Mora.
A lo largo de toda la coyuntura analizada en este capítulo, Seregni insiste en varios
aspectos que juzga como centrales en la acción y en el pensamiento del modelo de Frente
Amplio que defiende, en clara contraposición frente a otras visiones que también se
encontraban presentes por entonces en el interior (o en los márgenes) de la coalición de
izquierdas. En ese sentido, cabría destacar una vez más la persistencia de su rechazo al
violentismo y su hincapié permanente en mantener distancias claras con el accionar del
MLN, su visión especial de lo que a su juicio debían ser el Frente Amplio como fuerza
política y sus integrantes como militantes dotados de una visión nueva de cómo hacer
política en el país, su auténtica obsesión por inscribir la aventura de su fuerza política en
el corazón mismo de la historia uruguaya, de la mano de una invocación casi religiosa al
artiguismo y de una apelación al frentismo de izquierda como el embrión de una nueva
tradición política en el Uruguay.
En relación con su rechazo radical a toda forma de violentismo político y con
el imperativo del discernimiento permanente entre las metodologías y estrategias del
Frente Amplio y del MLN, en realidad los pronunciamientos de Seregni constituían
una clara continuidad respecto a sus posiciones ampliamente manifestadas durante la
campaña electoral. «La guerrilla –señaló en su discurso del 17 de marzo de 1972– sirve
de pretexto a las medidas de seguridad, y las medidas de seguridad sirven para todo,
especialmente para defender los derechos de latifundistas y banqueros». En ese mismo
discurso, Seregni resumió las razones fundamentales de su opción por la no violencia
y por la política como contestación a lo que juzgaba como «la violencia del fascismo»:
El Frente Amplio, que en toda su campaña electoral repitió hasta el cansancio que la violencia
de los grupos armados no podía ser detenida con el solo argumento de las balas, dice ahora, con

(1076)  Ibídem, pp. 261 ss.


(1077)  Ibídem, pp. 319 ss.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

plena conciencia de que la violencia del fascismo tiene un signo opuesto, contrarrevolucionario,
que esa escalada de terror no debe ni puede ser contestada por nuestra fuerza política con el
argumento de la fuerza. ¿Acaso porque nos falta coraje o decisión? Todo lo contrario. Porque
nos sobra coraje y decisión decimos que la única respuesta posible del Frente Amplio es la
movilización organizada.1078
Fue en esos tiempos revueltos que Seregni afirmó la consigna de «paz para los
cambios, cambios para la paz», en la búsqueda no de una tregua armada sino de un
camino en verdad alternativo para consolidar una «paz cimentada en la justicia».1079
Decía en mayo de 1972:
[…] éramos y somos una fuerza pacífica y pacificadora en la coyuntura presente. Frente a los
peligros que entraña la posibilidad del estado de guerra y de la violencia, nosotros levantamos
nuestra solución pacificadora, establecida a través de una propuesta de tregua en la violencia
armada, que no es tregua en la lucha política. No hay que confundir los términos. La paz que
nosotros queremos [...] es la paz de la justicia social, es la paz que sólo puede alcanzarse por los
cambios en las estructuras y en la situación económico-social que estamos viviendo.
Desde su larga trayectoria en la vida militar supo advertir la fuerte imbricación
entre lo que llamaba la lógica de la guerra y la lógica de la crisis, bregando desde allí
para que su fuerza política postulara «los valores de la vida contra el inmovilismo de la
muerte».1080
En esa misma perspectiva, Seregni defendió también con insistencia la necesidad de
forjar un Frente Amplio tan movilizado como propositivo, sustentado en la convicción
de que cada militante frenteamplista debía ser un auténtico político. «[…] el Frente –
decía en su discurso de conmemoración del primer aniversario del nacimiento formal del
Frente Amplio el 4 de febrero de 1972– encarna una nueva concepción de la vida política
[...]. Cada militante frentista es un político, y así debe ser. Para eliminar la politiquería,
dijimos una vez, promovemos la politización».1081 Todo ello significaba para Seregni
tanto una apropiación crítica de las propias tradiciones del clásico militante de izquierda
–lo que implicaba una dura crítica contra vicios que él mismo identificaba, tales como
el esloganismo, el actismo o el sectarismo–, al tiempo que la defensa acendrada del
frenteamplismo como una nueva tradición política uruguaya, plenamente inscrita en la
historia nacional para ser el instrumento del reencuentro con el artiguismo y para ir más
allá del «destruido país de Batlle y Herrera». Señaló en su discurso del 25 de agosto de
1972:
En nuestra militancia frenteamplista hemos ido generando una tradición, un nuevo hábito
político en el país. Si ustedes reflexionan y hacen memoria, apreciarán que la mayoría de los
grandes actos del Frente Amplio [...] han coincidido con las grandes fechas nacionales. Y eso
no es un azar. Lo hemos hecho siempre deliberadamente, porque nos sabemos un movimiento
nacional, un movimiento cuyo aliento y vocación es la soberanía nacional. [...] El ayer se hace
testimonio de nuestra actualidad y también imperativo de nuestro futuro. Hemos tenido una
verdadera obsesión con nuestra continuidad nacional. Hemos nacido afirmando esa continuidad.

(1078)  Ibídem, pp. 77 ss.


(1079) Ibídem.
(1080)  Ibídem, pp. 121 ss.
(1081)  Ibídem, pp. 59 ss.

294
Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

[...] Lo hemos recordado siempre y a cada paso para explicar [...] la razón de ser histórica, última,
del propio Frente Amplio.1082
A partir de lo que llamaba resonancias de historia, Seregni también fundamentaba
la necesidad de actuar siempre en clave propositiva, sin que importara el cálculo acerca
de las posibilidades ciertas –en verdad nulas en aquella coyuntura– de que el gobierno
adoptara alguna de las medidas propuestas por el Frente Amplio. Es desde esa lógica de
hacer oposición con el señalamiento de medidas de gobierno alternativas que Seregni
proponía el 3 de noviembre de 1972 un programa de cinco medidas básicas para iniciar
la senda de «los cambios que aseguren la paz». Ellas eran: «1. Restablecer las garantías
el 1.º de diciembre; 2. Monopolio estatal de las divisas; 3. Aumento de sueldos, salarios
y pasividades; 4. Expropiación de tierras en poder de extranjeros; y 5. Coordinación de la
enseñanza». A juicio del líder frenteamplista resultaba imperativo que el pueblo opinara
sobre esos cinco puntos, a los que entendía además como el núcleo para «la unión de
todos los orientales dispuestos a luchar por su patria», en el marco de un «proceso de
unificación, a través del cual el pueblo reconquistará su derecho a decidir».1083
En esa apelación a la posibilidad de la unificación del pueblo, Seregni
fundamentaba esa invocación tan típica en la época sobre la unicidad de la categoría
pueblo. Esa expectativa –sin duda rígida– constituía el primer paso para el sostenimiento
de la dicotomía pueblo versus oligarquía como la clave explicativa casi excluyente
para entender y actuar en aquella difícil coyuntura. En lo que sin duda constituye la
zona más controversial y polémica del discurso y del pensamiento de Seregni en la
época, fundamento además de la estrategia no única pero sí claramente predominante
en el accionar del Frente Amplio de cara a los desafíos de la hora, el entonces líder
frenteamplista pareció encontrar una de las grandes ideas fuerza para la definición de
sus opciones y las de su fuerza política en el período estudiado. A partir de una suerte de
concepción genérica tributaria de un marxismo tan vago como primitivo, ya en diciembre
de 1971, en el citado discurso inaugural del Primer Congreso de los Comités de Base,
Seregni no vacilaba en proponer «la sustitución de las clases en el poder», lo que de
inmediato asociaba con la idea –bastante vaga también– de «desplazar del poder a la
oligarquía y llevar al pueblo a gobernar».1084
A lo largo de todo el período estudiado en este volumen, esta confrontación pueblo
versus oligarquía aparece entonces como la idea dominante en la concepción política de
Seregni y del Frente Amplio ante los acontecimientos dramáticos que se sucedían. En
ocasión del primer aniversario de la coalición de izquierdas, el general no vacilaba en la
profundidad de su apelación –una vez más– a la idea homogeneizadora de la noción de
pueblo. Decía en su discurso del 4 de febrero de 1972:
Cuando del pueblo se trata no hacemos distingos. El pueblo que no acompañó al Frente Amplio
en las elecciones no es peor ni mejor que nosotros. [...] Frente a ellos no pronunciemos una
palabra de reproche. Son nuestros hermanos y sus sufrimientos son nuestros sufrimientos.1085

(1082)  Ibídem, pp. 179 ss.


(1083)  Ibídem, pp. 201 ss.
(1084)  Ibídem, pp. 41 ss.
(1085)  Ibídem, pp. 59 ss.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Fue así también que para enfrentar a la Ley de Seguridad del Estado –a la que
no dudó en calificar de «escandaloso mamarracho jurídico» y «verdadero atentado a
la inteligencia»–, Seregni volvía a invocar «aquel meridiano que mencionamos el 26
de marzo en la explanada municipal: de un lado la oligarquía, del otro lado el pueblo».
Fue esa misma línea interpretativa la que lo llevó a tener una visión exageradamente
optimista y benévola respecto a la trayectoria de las Fuerzas Armadas a lo largo de todo
el período. En su discurso del 3 de noviembre de 1972 señaló:
[…] concebimos el acento militar como esencia misma del pueblo. Así eran y fueron los
orientales de Artigas, donde las diferencias cardinales entre los que visten de paisano y los que
visten de uniforme eran esencialmente ésas, el vestido distinto. Ahora, como entonces, la acción
militar debe ser pueblo, debe integrarse con la columna en marcha hacia la conquista de las más
puras reivindicaciones nacionales. Otra vez la cuestión es entre pueblo y oligarquía. Esta es
justamente nuestra formulación.1086
Como era de esperar, fue precisamente esta polémica premisa analítica, que por
cierto permeaba ampliamente el microclima de la izquierda uruguaya de entonces, la que
guió el posicionamiento de Seregni y de la gran mayoría del Frente Amplio frente a los
acontecimientos decisivos del 9 de febrero de 1973.
La patria es de todos y se conquista luchando junto a todos los verdaderos patriotas: la construye
el obrero y el ama de casa; la construye el estudiante y el profesional; tienen que construirla
también el militar y el campesino. Nada de falsos dilemas, de opciones falsas. [...] Una vez más
la cuestión es solo entre la oligarquía y el pueblo, entre los que comercian con nuestra soberanía
y los que saben honrar la memoria de Artigas.1087
Esa insistencia por caracterizar el proceso político uruguayo de la época como la
confrontación pueblo versus oligarquía fue la que llevó a compartir en lo básico la visión
equivocada sobre los acontecimientos de febrero que tenía la mayoría de la dirigencia
frenteamplista en aquella instancia, en particular los comunistas. Pero aun cuando había
perdido conocimiento directo con la interna militar, Seregni no se equivocaba tanto
respecto a quienes lideraban el movimiento. No le otorgaba credibilidad alguna a los
comunicados 4 y 7 como síntesis de una propuesta progresista. Conocía sus orígenes y
desconfiaba de los generales que aparecían como principales protagonistas. Incluso no
simpatizaba con Trabal, a quien veía como a alguien muy ambicioso y que manipulaba
información con objetivos no siempre claros. Tampoco le entusiasmaba demasiado el
proceso peruano, como señalaría a la vuelta de su viaje a Lima producido muy poco
después ese mismo año. Pese a esos matices, Seregni entendía que debía ser vocero de
la opinión mayoritaria de la dirigencia frenteamplista, creía absolutamente en que la
oposición pueblo versus oligarquía era la más adecuada para caracterizar la coyuntura
y como exmilitar sentía que no podía marginar a las fuerzas armadas de un proyecto de
desarrollo alternativo, su vieja idea de la comisión de 1963 aunque siempre bajo estricta
subordinación al poder civil. Su franco rechazo a Bordaberry hizo el resto, embretándolo
en un pronunciamiento que en una hora crítica como aquella agregaba confusión.

(1086)  Ibídem, pp. 201 ss.


(1087)  Ibídem, pp. 221 ss.

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Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

Fue también esa misma línea interpretativa la que llevó a Seregni a una evaluación
sin duda benévola –e ingenua– sobre la creciente injerencia de las fuerzas armadas en
la vida política uruguaya. En un discurso pronunciado el 17 de febrero de 1973 ante
las mesas departamentales del Interior y las coordinadoras de Montevideo, el líder
frenteamplista convocaba a interpretar ese proceso innegable,
con serenidad, con realismo. Sin lanzarse a imaginerías apresuradas, pero tampoco, de ninguna
manera, defendiendo a los peores enemigos del pueblo. Porque la oposición poder político-poder
militar debe ser juzgada hoy entendida a la luz de su intersección con la oposición política
fundamental: la de la oligarquía y el pueblo.1088
Finalmente, en el que sería su último discurso público ante la militancia
frenteamplista previo al golpe de Estado, el 19 de junio de 1973 en el Palacio Peñarol,
Seregni completaba su perspectiva de análisis en torno al nuevo rol de las fuerzas armadas
y a lo que entendía como el dilema fundamental de la hora. Eso lo llevó a diagnósticos
que el tiempo demostraría equivocados. Luego de señalar su esperanza respecto a que
«el ciclo defensivo está cerrado» y que estaban dadas las circunstancias para el inicio
de una etapa favorable a «una nueva ofensiva popular», Seregni exponía sin tapujos sus
convicciones acerca de los dilemas en juego:
Los militares no son la rosca. Constituyen una institución socialmente configurada por sectores
medios de nuestra sociedad, que puede estar ya al servicio de la oligarquía, ya al servicio
del pueblo. [...] Nosotros no estereotipamos la realidad; nosotros no congelamos ninguna
imagen de las Fuerzas Armadas. Y esta es la razón por la cual nos pareció inválida la tesis
de una oposición «civilismo-militarismo». Quienes afirman que la contradicción principal es
«civilismo-militarismo», están profundamente equivocados. Están ocultando la verdadera,
que es, repetimos, oligarquía-pueblo. [...] En febrero las FF. AA. dijeron querer un desarrollo
nacional, y de sus bases surgía un enjuiciamiento al proyecto oligárquico. Desde febrero hasta
hoy, lo que podemos comprobar [...] es que el proyecto oligárquico sigue en marcha, arrastrando
consigo a las FF. AA.. La oligarquía está integrando a las FF. AA. para su modelo represivo,
parece haber absorbido febrero. [...] Y esa es la razón de un claro bajón en el prestigio de las
FF. AA. desde febrero, por no cumplir con febrero. [...] ¿Podemos dar por terminado el proceso?
De ninguna manera. Sabemos que vivimos una historia muy compleja, muy contradictoria, que
todo es aun muy provisorio, muy dinámico. Nosotros no somos ilusionados ni desilusionados.
Somos realistas. Seguimos en la brecha, atentos al vaivén de los acontecimientos».1089
Y los acontecimientos, esa «tozudez de los hechos», como siempre le gustó decir a
Seregni, jugaron claramente en una perspectiva muy diferente a la esperada por el general
frenteamplista. Como antes se ha señalado, esa posición tan firmemente defendida por
Seregni era, en mayor o menor medida, la dominante en el seno de una fuerte mayoría de
todos los partidos y organizaciones importantes de la coalición de izquierda –en especial en
el Partido Comunista– y también dentro de organizaciones populares, en particular como eje
del accionar de la CNT. Asimismo, con otros ropajes, formas e intensidades, ideas similares
también se hallaban presentes en el resto de los partidos políticos, aunque sin duda con
menos rotundidad que en la izquierda. Ante la defección inocultable de las convicciones
democráticas de Bordaberry y la mayor parte de su gobierno, que ya por entonces

(1088)  Ibídem, pp. 241 ss.


(1089)  Ibídem, pp. 277 ss.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

conspiraban con los generales cuándo y de qué manera se efectivizaría finalmente el golpe,
los militares seguían concitando expectativas acerca de para qué lado inclinarían la balanza.
Consumado el acto final del golpe de Estado el 27 de junio, de inmediato Seregni
se puso al frente de las acciones de resistencia impulsadas por el Frente Amplio, entre
ellas y con particular énfasis la convocatoria y el apoyo decidido a la huelga general de
los trabajadores que se mantendría durante quince difíciles días. En aquellos momentos
dramáticos no rehuyó lo que entendía sus responsabilidades como el más alto dirigente
de la izquierda. Por eso rechazó los muchos ofrecimientos de asilo político que recibió y
encabezó medidas de lucha que, sabía, lo conducirían inevitablemente a la cárcel.
De allí que cuando su detención finalmente se produjo, en la tarde misma del gran
acto popular del 9 de julio, quienes fueron a arrestarlo lo encontraron sereno y recio,
sabedor de las consecuencias de sus actos y de sus convicciones, para nada resignado.
Estaba absolutamente convencido que él, desde su condición de principal figura del
Frente Amplio, debía acompañar la suerte de los miles de militantes y ciudadanos que
por entonces enfrentaban la dictadura jugándose el pellejo. He allí, una vez más, al
hombre comprometido serena y firmemente con sus circunstancias. Quizá también deba
discurrirse aquí si, en la controvertible elección de un destino que ningún otro dirigente
de rango similar acompañó, no le ofreció a la política uno de sus más apreciables gestos
de soldado. Con esa actitud Seregni demostraba hasta qué punto su condición de militar
y sobre todo de general, condicionaban fuertemente su manera de entender y de encarar
la política en una encrucijada decisiva.
Sus primeras cartas desde la cárcel, que han dado lugar a ese libro entrañable
compilado por Blanca Rodríguez, El correo del General, dan cuenta precisa de
sus pensamientos y sentimientos de entonces. En la primera carta que le envía a su
compañera de todas las horas, Lily Lerena, sintetiza al final su concepción de cómo
enfrentar los acontecimientos ocurridos. «Firmes, seguras, conscientes», les dice a su
esposa y a sus dos hijas. Unos días después, el 18 de julio, una vez más fiel a su viejo
rito de celebración cívica de las efemérides nacionales, demuestra también al pasar una
sensación de rebeldía de su razón, de su sentido común, ante los sucesos acaecidos. Le
escribe a su esposa:
Me dicen que te haces a la idea de que estoy cumpliendo un arresto. No te equivoques; esto es
distinto. El arresto es una medida militar, que cumple una función correctiva y educativa. Y esto
es una absurda medida política, inscrita en los métodos represivos de quienes –inútilmente–
quieren detener y volver atrás el curso de la historia. Una y mil veces: no podrán; el pueblo
vencerá. [...] Varias veces hablamos, antes, de la historia. Siempre dijimos que el camino era
largo pero hermoso; que se pueden perder una y mil batallas; que lo que hay que ganar es la
guerra. [...] Esta época tiene similitudes con los tiempos de la Patria Vieja. No es porque sí que
decimos estar transitando la segunda etapa de la revolución emancipadora. Por eso, en estos
momentos, tenemos que transformar la derrota en redota, como cuando Artigas.1090
Desde la prisión Seregni se dedicaba a templar el ánimo de los suyos, de su familia
y de la ciudadanía que enfrentaba la dictadura, que por cierto no era toda la población.
Pero enfatizando en esa tarea, a Seregni, al militar que siempre fue y al político

(1090)  Ibídem, pp. 329 ss.

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Capítulo 14 | de los orígenes del frente amplio al golpe de estado de 1973

empecinadamente racional que ya era, se le sublevaba el sentido común, se le volvía


muy difícil –como a tantos uruguayos de entonces– entender el sentido de la tragedia
republicana que se estaba perpetrando. Decía en su carta del 28 de julio:
Como soy una persona de pensamiento lógico y creo que los demás son seres inteligentes, me he
devanado los sesos tratando de descubrir las relaciones de «causa a efecto» buscadas con estas
medidas. Y te aseguro que no puedo hallarlas, en términos comprensibles. [...] Es decir, que me falta
imaginación. Porque lo que ni siquiera podría considerar es que sólo se trata de una medida ruin, sin
ningún propósito constructivo ni altruista. Esto es nada más que la demostración de mis limitaciones
inductivo-deductivas, pero, cómo me gustaría que alguien me explicara la relación de estas cosas
con la «orientalidad»!!1091
Ya en la cárcel, que con un breve interregno entre sus dos detenciones sería su
principal morada durante una década, víctima de un enjuiciamiento absurdo de quienes
habían avasallado la legalidad y las instituciones, Seregni se obstinaba en pensar «más
largo», en proyectar sus padecimientos en el horizonte de la historia, apostando, como
siempre, a la esperanza. Escribió en su carta del 29 de julio de 1973:
[…] de las lecturas de historia [...] aprendí que la vida es una sucesión de avances y retrocesos,
de logros y fracasos, de empujes del Mal y recuperaciones del Bien, de estados «yin» y estados
«yan», pero que a cada paso atrás corresponden cien adelante, que por algo el hombre abandonó
la barbarie y las cavernas (aunque a veces reaparezcan). Que después de cada noche, viene la
aurora anunciando un nuevo día.1092

(1091)  Ibídem, pp. 333 ss.


(1092)  Ibídem, pp. 339 ss.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

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Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

Capítulo 15
1973-1984, Seregni en prisión bajo la dictadura
«Alguien puede pensar que la luz está detrás de las rejas. Es un grueso error. Siempre
la luz está más allá de las rejas.»
Liber Seregni, Cárcel Central, marzo de 1977, texto mensaje que
acompañaba un marcalibros regalado a su gran amigo y colaborador
Germán Wettstein, exiliado por entonces en Venezuela.

Cuatro años después de su retiro como militar en marzo de 1969 y cuatro años
también a partir de su ingreso pleno a la vida política, Seregni debió enfrentar desde
la cárcel una larga dictadura encabezada por muchos militares que habían sido sus
colegas y hasta sus alumnos. Esto último siempre lo hizo señalar su convencimiento
que como docente había sido un total fracaso. Para él (como para tantos otros
compatriotas) aquellos años quedaron marcados a fuego por la prisión, la tortura y
la negación de derechos y libertades fundamentales. En su caso, como es sabido, su
período de encarcelamiento transcurrió en dos etapas separadas por un interregno de
libertad vigilada: fue detenido en primera instancia entre el 9 de julio de 1973 (poco
después de participar de la multitudinaria manifestación de resistencia realizada ese
día en el centro de Montevideo) y el 2 noviembre de 1974, mientras que su segunda
prisión se inició intempestivamente el 11 de enero de 1976 y se prolongó hasta su
liberación definitiva el 19 de marzo de 1984. Casi una década de prisión neta, con ese
intermedio de «libertad» con fuertes restricciones y controles, jalonan este período
crucial en la trayectoria del líder frenteamplista.
De los veinticinco años durante los que Seregni presidió el Frente Amplio, casi once
transcurrieron en dictadura y casi diez los vivió en prisión. En efecto, una década larga
de dictadura separa el comienzo y el final de este tramo de la vida pública de Seregni, en
el que sin duda terminó de arraigar su liderazgo y de construir un lugar muy especial en
la historia política uruguaya y en la consideración general de sus contemporáneos, tanto
dentro como fuera de fronteras. Correligionarios y adversarios, sólo con la restricción
de hallarse unidos en una oposición radical a la dictadura, coincidieron entonces en
calificarlo como «el preso emblemático de los uruguayos»,1093 condición que también
alcanzó una muy fuerte proyección y reconocimiento en el plano internacional.1094 Como

(1093)  Cf., por ejemplo, Juan Raúl Ferreira, «Nuestro preso emblemático», artículo publicado durante la
dictadura en la revista Cuestión. De la misma forma se tituló una publicación en México, que recogía los discursos
pronunciados el 13 de diciembre de 1978, en una conferencia organizada en la ciudad de México por la Conferen-
cia de Partidos Políticos de América Latina (COPPAL), en conmemoración del cumpleaños número 62 de Seregni.
(1094)  Fueron en verdad muy numerosos y destacados los manifiestos, solicitudes y acciones internacio-
nales desplegados durante los años de la dictadura en muchos países del mundo exigiendo la liberación de Liber
Seregni. El frondoso prontuario que elaboró la DNII sobre su persona está dedicado muy especialmente a reseñar
toda esa gigantesca acción internacional en procura de la liberación del general. Su simple reseña nos llevaría
a escribir otro libro. Para consultar algunas otras reseñas sobre el particular, cf. por ejemplo Aquí, Montevideo,

301
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

se ha visto, uno de quienes pudo sintetizar mejor esta idea por aquellos años fue nada
menos que Wilson Ferreira Aldunate, líder del sector ampliamente mayoritario del
Partido Nacional desde 1970 y uno de sus rivales en la contienda electoral de 1971, quien
en múltiples foros internacionales se dedicó a reclamar por la liberación de Seregni.
Tanto Seregni como el Frente Amplio fueron percibidos desde un comienzo por
la dictadura civil militar como dos de sus enemigos principales. La dictadura uruguaya
presentó desde el comienzo a todas las corrientes de izquierda en general y al Frente
Amplio en particular como enemigos a eliminar para siempre de la cultura política
nacional. En ese sentido, no cabe duda –la propia documentación de los organismos
de la represión de la época y los discursos públicos de los jerarcas de la dictadura así
lo explicitan sin ambages– que uno de los objetivos centrales del terrorismo de Estado
desplegado por aquellos años ominosos se orientó prioritariamente en esa dirección
específica.1095 En ese marco, Seregni y los otros militares vinculados a la acción de la
coalición de izquierdas o que mantuvieron sus convicciones constitucionalistas durante
el golpe de Estado, fueron objeto de una represión particularmente enconada. En el caso
particular de Seregni resultan en verdad innumerables los documentos y pruebas de ese
odio especialísimo de sus excolegas de armas.
En ciertos momentos de sus dos prisiones el trato que se le otorgó revistió una
especial severidad y crueldad. Aunque el líder frenteamplista rehuía por lo general
hablar de estos temas, hoy se sabe con certeza que fue torturado en varias ocasiones,
en particular durante el primer mes de su segunda reclusión, y que fue objeto de un
tratamiento especialmente denigrante en múltiples oportunidades. Luego de su primera
detención el 9 de julio de 1973, fue conducido esa misma noche al cuartel de la ciudad
de Minas y permaneció incomunicado hasta el mes de diciembre, cuando poco antes
de la Navidad su esposa Lily logró finalmente verlo. Fue trasladado luego a la Escuela
de Guerra, con posterioridad al Regimiento de Infantería n.º 1 con sede en Montevideo
y finalmente a la Escuela de Armas y Servicios. El 2 de noviembre de 1974 se dispuso
su prisión domiciliaria, que luego se ampliaría a «vigilada», luego de casi dieciséis
meses de reclusión solitaria.1096 Será solo un breve interregno de poco más de un año,
durante el cual Seregni rechazará distintas propuestas para exiliarse en el exterior.1097

20.3.1984, p. 4, edición especial: «Los pedidos internacionales por su libertad lo convirtieron en el preso político
más famoso del mundo»; «Una vida al servicio del país», en Avanzada. Revista Sindical, Política, Económica y
Cultural, Montevideo, año 4, n.º 23, abril de 1984; entre otros.
(1095)  Cf. por ejemplo, Álvaro Rico et. al., Investigación Histórica sobre Detenidos Desaparecidos, en
cumplimiento del Artículo 4.º de la Ley 15848, tomos I a IV, Montevideo, IMPO, 2007.
(1096)  Sobre detalles de esta primera prisión, cf. Blanca Rodríguez (selección y prólogo), El correo del
general. Correspondencia del general Liber Seregni a su esposa, Lily Lerena, escrita en su primera prisión
(9.7.1973-2.11.1974), Montevideo, Aguilar, 2004; Fernando Butazzoni, Seregni-Rosencof, Mano a mano, Mon-
tevideo, Aguilar, 2002; Samuel Blixen, Seregni. La mañana siguiente, Montevideo, Ediciones de Brecha, 1997,
entre otros.
(1097)  Poco después de ocurrida su primera prisión, Seregni exigió que se le iniciara proceso, lo que fue
demorado durante más de seis meses, permaneciendo detenido bajo medidas prontas de seguridad. El 2 de enero de
1974 el líder frenteamplista solicitó ampararse en el derecho que otorgaba el art. 168 de la Constitución para salir
del país, lo que le fue negado en forma expresa por decreto del dictador Juan María Bordaberry. El proceso de la
justicia militar se iniciaría recién el 14 de enero de 1974.

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Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

Durante este período, siempre bajo estricto control policial y militar, Seregni y su familia
fueron autorizados a trasladarse a la casa que tenían en Punta del Este, lugar en el que se
produciría finalmente la segunda detención.1098
Pese a las fuertes restricciones a que fue sometido durante este breve interregno de
libertad condicional, la presencia física del general en algunas ocasiones en las que pudo
salir a caminar al aire libre generó problemas para las autoridades del régimen. En libros
como La embajada indoblegable. Asilo mexicano en Montevideo durante la dictadura,
de Silvia Dutrénit Bielous,1099 o en la biografía de Blixen tantas veces citada, se narra
el famoso episodio ocurrido el 16 de setiembre de 1975, en ocasión de una recepción
ofrecida por la embajada de México a propósito de la fecha patria de ese país, a la que
asistieron invitados Seregni y su esposa. Ante la exigencia de los militares y autoridades
presentes para que el embajador mexicano Vicente Muñiz dispusiera el inmediato retiro
del líder frenteamplista, el diplomático se negó en forma terminante expresando que
«el general Seregni es un amigo de México». Como ya se ha narrado en la parte I, esto
provocó el retiro inmediato de las autoridades del régimen.
Este tipo de hechos convencieron a los jerarcas de la dictadura de que Seregni
libre, aun bajo fuerte medidas de vigilancia y de restricción de movimientos, era un
peligro. Meses después de este episodio, en la madrugada del 11 de enero de 1976, con el
pretexto de adjudicarle responsabilidad directa en unas explosiones con bomba ocurridas
en el balneario en plena temporada turística,1100 oficiales del OCOA vestidos de civil
irrumpieron armados en el chalet de la familia Seregni y lo llevaron detenido al cuartel
de Dragones de Artigas, situado en la plaza principal de Maldonado. Allí mismo fue
encapuchado, esposado y sometido a un duro interrogatorio en el que desde el comienzo
no faltó la tortura. Pocos días después fue trasladado al cuartel de Minas, sede de la
Región Militar n.º 4, entonces bajo el mando del general Gregorio Álvarez, quien desde
la misma madrugada de la detención en Maldonado se había encargado de supervisar
personalmente todo el operativo.1101 Durante los primeros 32 días de esta segunda
detención, Seregni fue sometido a fuertes vejámenes y a un feroz interrogatorio, período
en el cual su salud sufrió un duro y acelerado deterioro. Su sitio de confinamiento fue un

(1098)  Personal de la Jefatura de Policía de Maldonado llevaba un control estricto de las personas y ve-
hículos que entraban al chalet «Lua-Lu», propiedad de la familia Seregni, el cual era enviado periódicamente al
ministro del Interior de entonces, Gral. Hugo Linares Brum. Cf. Dirección Nacional de Información e Inteligencia.
Oficio n.º 3389/SG/975, Maldonado, 5.12.1975.
(1099)  Dutrénit Bielous, Silvia, La embajada indoblegable. Asilo mexicano en Montevideo durante la dic-
tadura, Montevideo, Fin de Siglo, Instituto de Ciencia Política, 2011. En este libro se narra en forma detallada
la peripecia vivida por centenares de uruguayos que se asilaron en dictadura en la casa personal del embajador
Vicente Muñiz Arroyo y en otras dependencias de la embajada mexicana.
(1100)  Como se ha visto en la primera parte, en la época y aun después estas explosiones eran usualmente
adjudicadas a los llamados «petardos del Goyo», en alusión a que habrían sido atentados fraguados por la propia
dictadura. Investigaciones posteriores han descubierto evidencia de que estas explosiones en Punta del Este po-
drían haber sido responsabilidad del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), en el marco de la llamada Operación
Aurora, la que formaba parte de un intento de llevar al territorio nacional la lucha contra la dictadura por parte de
ese grupo político. Por entonces el PVP no formaba parte del Frente Amplio y cualquier vínculo de esta acción con
Seregni resultaba de todos modos disparatado. Cf., por ejemplo, Conteris-Israel, El General…, o. cit, pp. 209 ss.
(1101)  Cf. Blixen, Samuel, Seregni…, o. cit., pp. 119 ss.

303
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

viejo y muy húmedo depósito de sal. Ante el aluvión de las denuncias internacionales
por su situación y en el marco de una pulseada entre camarillas de la interna militar, fue
trasladado y recluido en forma definitiva en la Cárcel Central de la Jefatura de Policía
de Montevideo, por entonces a cargo del general Alberto Ballestrino. Allí mejoraron las
condiciones de prisión, lo que no impidió que durante dos años fueran allí concentrados
más de una veintena de «militares traidores» para el régimen, en un recinto carcelario de
apenas 43 metros cuadrados de superficie y con un solo baño.1102
Prácticamente hasta el final de su vida, incluso en el seno más íntimo de su familia,
Seregni prefirió no hablar del tema de sus años de cárcel y de sus condiciones de detención.
Un cierto pudor lo llevaba a evitar el señalamiento de los detalles más terribles de sus
sufrimientos por aquellos años, que para él resultaban más agraviantes porque habían
sido perpetrados por integrantes de una institución que había querido y defendido toda su
vida. En una de las pocas ocasiones en que aceptó referirse genéricamente al tema señaló
apenas dos años antes de su muerte:
Yo tuve dos grandes tiempos [en la cárcel]. Estuve un año y medio confinado, solo. Y estuve ocho
años en un grupo, en aquel piso 6.º especial de la Cárcel Central de Policía… [...] Era un ambiente
muy pequeño. [...] Y entonces ahí aprendés a convivir, [...] con cosas muy enriquecedoras,
algunas muy penosas, muy tristes y otras muy positivas. [...] Yo he intentado muchas veces
trasmitir lo que fue aquel año y medio en que no hablaba con nadie, con dos centinelas en la
puerta y un cabo. ¡Era carísimo! Yo era un preso caro, absolutamente caro. [...] ¿Y sabés que
descubrí? Era una cosa que después la he valorado como enriquecedora: sólo podía pensar. [...]
Yo llegué a la conclusión cuando caí preso de que [...] había dos cosas básicas. Me dije: Seregni,
la cárcel persigue el deterioro físico y el deterioro moral e intelectual. El frente de batalla es ese.
El enemigo es ese y tienes que luchar contra eso. [...] Soledad primero y después el tiempo de la
comunidad del piso seis, que fue una cosa completamente distinta. [...] Nosotros mismos vamos
separando los velos que a propósito nos pusimos en nuestra propia memoria. [...] Yo hay mucha
cosa que no me gustaría recordar y como no me gusta he tratado de borrarlo. [...] Todos éramos
frenteamplistas y todos estábamos en esa situación por un compromiso político asumido. En esa
segunda parte es que todo fue para mí muy, muy rico. El pensar primero y compartir después,
por qué estábamos presos y cómo teníamos que actuar políticamente siendo presos. [...] Y uno
de los días más difíciles para mí, más de trauma emocional, fue cuando un compañero nuestro
enloqueció. [...] Porque [...] yo era el general y físicamente la cosa aquella fue una de las más
traumáticas que tuvimos en la convivencia. [...] La responsabilidad que sentí, el hecho en sí, el
acontecimiento de la locura.1103 1104

(1102)  Ibídem. Cf. también Butazzoni, Seregni-Rosencof… o. cit., pp. 315 ss. El croquis de ese pequeño
lugar de confinamiento figura en el pliego de fotos.
(1103)  Ibídem, pp. 309 ss.
(1104)  En una entrevista que concediera al semanario Crónicas el 13.10.2006, Bethel Seregni narró con
más detalle algunos aspectos poco conocidos en particular de la segunda prisión de su padre. De este modo sinteti-
zó la página web de la Presidencia de la República lo medular de ese reportaje: «Cuando el periodista le preguntó
con qué frecuencia visitaba a su padre en prisión, Seregni respondió así: “Teníamos visitas los lunes y jueves en
Cárcel Central. En Minas, yo no lo vi. Mamá lo vio después de cinco meses en condiciones muy adversas, en febre-
ro del 74, cuando lo traen al juzgado militar. Las condiciones eran muy, muy duras. Después salió en libertad provi-
sional, lo detienen nuevamente en enero de 1976. Ahí esta desaparecido treinta y tres días, justo en el momento en
que yo me tengo que ir a Suiza a trabajar. Aparece en condiciones absolutamente deplorables y cuando me vengo,
en agosto del 77, lo empiezo a visitar en Cárcel Central, lunes y jueves». Preguntada acerca del estado del general
Seregni luego de los días de «desaparición», Bethel respondió: «Deplorable. Quemaduras… como una trombosis
venosa en los tobillos por los golpes…Papá nunca quiso hablar del tema, pero él está muerto y yo ahora quiero

304
Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

Otro de los escenarios en los que pudo constatarse la especial saña con la que la
dictadura actuó en contra de Seregni estuvo radicado en los procesos que se le realizaron
en la justicia militar y en su sometimiento paralelo a un tribunal especial de honor en
el campo estrictamente castrense. Como vimos, inicialmente el líder frenteamplista
había sido detenido e incomunicado sin proceso, bajo el régimen de medidas prontas
de seguridad. Como también se ha señalado, fue el propio Seregni el que debió exigir la
formalización de las acusaciones que sustentaban su detención. A comienzos de enero de
1974 comenzaron a circular volantes en forma clandestina en Montevideo que alertaban
contra una inminente maniobra en contra de Seregni para involucrarlo en vinculaciones
directas con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.1105 Fue en ese marco
que se le inició poco después un proceso en la justicia militar que en sus distintas etapas
se prolongaría hasta el momento de su liberación en 1984.1106
El doctor Gonzalo Fernández, que prepara un libro sobre todo el proceso de la justicia
militar contra Seregni, en entrevista que le hiciéramos tuvo la gentileza de aportarnos
la cronología de un proceso deliberadamente moroso. Adviértase esta extrema lentitud
contra la que poco pudieron hacer los abogados que en distintos momentos defendieron
al general.
20.12.1973 Nota del juez militar de instrucción al comandante en jefe, dando
cuenta de que ha recibido testimonio de las declaraciones precedentes
y pidiendo orden de intervención.
21.12. 1973 Orden del ministro de Defensa Nacional (Dr. Walter Ravenna) de
iniciar actuaciones sumariales.
27.12. 1973 El juez de instrucción militar toma declaración a Wasem y Engler.
8.1.1974 EL juez de instrucción militar toma declaración a Marrero.
9.1.1974 El juez de instrucción militar toma declaración a Mauricio Rossencof.
15.1.1974 Declara por exhorto (detenido en Minas) el general Liber Seregni.
24.1.1974 Declara por exhorto (detenido en Minas) el general Liber Seregni.

hablar. Que se sepa, que nadie crea que fue un preso privilegiado. El no quería hablar, como no quiere hablar casi
nadie que haya sufrido torturas. Yo lo respeté mientras él vivió. Pero si (Alberto) Ballestrino, que era un hombre
que tenía como libro de cabecera Mi lucha de Hitler, y que había estado enfrentado durísimamente con papá en el
Ejército, quiso que mi madre lo viera para no cargar con la responsabilidad por su estado… No lo dejó bañar ni
afeitarse. Una de las torturas más terribles era ponerle un reflector delante, de esos para búsqueda de aviones, en
una pieza chiquitita. Le prenden eso y se deshidrata en una forma pavorosa. Creo también que le hacían escuchar
grabaciones de gente torturada. Todo para buscar quebrarlo». Cuando el periodista le recuerda que en el cuartel de
Minas, Seregni estaba directamente en manos de Gregorio Álvarez, la entrevistada responde sin dudar. «Sí, claro.
Incluso tengo entendido que él no sólo ordenó la tortura sino que la miraba. Cosa que me resulta impactante. Que
dé una orden… pero que él participe… habla de un ser humano que a mí me resulta incomprensible».
(1105)  Cf. los relatos de Liber Seregni y Mauricio Rosencof sobre estos episodios del llamado
«plan contragolpe» en sus testimonios recogidos en el año 2002 en Butazzoni, Seregni-Rosencof…, o. cit.
(1106)  En realidad, el cierre definitivo del proceso ocurrió recién en julio de 1986, cuando se le notificó
formalmente a Seregni la resolución por la que se declaraba «definitiva la libertad de que goza y clausurados los
procedimientos a su respecto». Cf. DNII, Departamento 3. Reservado. Oficio n.º 1796/986. Montevideo, 16 de
julio de 1986.

305
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

25.1.1974 El juez militar de instrucción pide antecedentes al SID, Centro Militar,


Comando División de Ejército 1, Servicio Nacional de Información e
Inteligencia y Comando General del Ejército.
6.2.1974 Recibidos los antecedentes se le confiere vista al fiscal militar.
7.2.1974 El fiscal militar pide el procesamiento por encubrimiento de atentado
contra la Constitución en el grado de conspiración seguida de actos
preparatorios y por instigación pública a delinquir.
11.2.1974 Auto de procesamiento que imputa los delitos precedentes. L. S.
nombra defensores a los Dres. Carlos Martínez Moreno, José Arlas y
José Korseniak.
12.2.1974 Se lo traslada a Brigada de Infantería n.º 1.
14.2.1974 Declaración ampliatoria de L. S. ante el juez.
14.2.1974 La defensa plantea recurso de reposición contra el auto de
procesamiento.
22.2.1974 La defensa formula el primer pedido de excarcelación.
6.3.1974 El fiscal se opone a la excarcelación y contesta el recurso de reposición,
pidiendo mantener el procesamiento.
15.3.1974 El juez solicita antecedentes al Supremo Tribunal Militar.
6.5.1974 Resolución judicial que deniega la excarcelación.
13.6.1974 La defensa formula segundo pedido de excarcelación.
24.6.1974 La defensa pide que se de trámite a la solicitud de excarcelación.
24.7.1974 La defensa reitera el pedido.
5.8.1974 El fiscal se opone a la excarcelación.
19.9.1974 La defensa urge resolución.
23.9.1974 Se deniega la excarcelación.
29.10.1974 La defensa promueve un tercer pedido de excarcelación.
1.11.1974 El fiscal militar accede.
1.11.1974 Se otorga la excarcelación.
14.11.1974 El fiscal pide ampliación del auto de procesamiento, imputando
adicionalmente el delito de irrespetuosidad.
27.2.1975 Ampliación del auto de procesamiento imputando irrespetuosidad y
asistencia a la asociación.
10.4.1975 Habiendo concluido el sumario se eleva al juzgado militar de 1ª.
instancia de 4.º turno.
9.6.1975 Pasa en traslado al fiscal para acusación.
14.1.1976 Comunicación del comandante de la División Ejército IV (Gregorio
Álvarez) de que el 11.1.1976 se realizaron actos terroristas en Punta
del Este y se detuvo a L. S. como involucrado en estos.

306
16.1.1976 Se decreta la prisión de Seregni.
8.3.1976 La acusación pide tres años de penitenciaría y revocación de la libertad
provisional.
15.3.1976 La defensa pide que se deje sin efecto la nueva orden de prisión.
23.4.1976 Se deniega la solicitud de revocación de la prisión.
18.8.1976 La defensa contesta la acusación (hecha el 8.3.1976).
17.11.1976 Nuevo procesamiento por atentado contra la Constitución.
19.11.1976 Traslado a Cárcel Central.
17.2.1977 Resolución que acumula las dos causas en trámite (una por
encubrimiento de atentado contra la Constitución en el grado de
conspiración seguida de actos preparatorios, instigación pública
a delinquir, irrespetuosidad y asistencia a la asociación; la otra por
atentado contra la Constitución).
29.4.1977 El fiscal deduce por segunda vez acusación y pide diez años de
penitenciaría.
15.8.1977 La defensa contesta la acusación.
29.3.1978 Sentencia de primera instancia condena a catorce años de penitenciaría.
7.4.1978 La defensa apela.
2.5.1978 La causa se eleva al Supremo Tribunal Militar.
1.2.1979 Pasa a estudio de Silva Ledesma.
5.2.1979 Lo devuelve.
6.2.1979 Pasa a estudio de Bonilla.
9.2.191979 Lo devuelve.
12.2.1979 Pasa a estudio de Falco.
16.2.1979 Lo devuelve.
19.2.1979 Pasa a estudio de Bia.
23.2.1979 Lo devuelve.
15.3.1979 Se designa defensor a Batalla.
4.8.1980 Batalla pide fotocopia del expediente.
11.8.1980 Se le deniega la solicitud.
18.8.1980 Batalla pide revisión de la denegatoria.
20.8.1980 No se accede a la revisión.
14.5.1981 Batalla pide fotocopia de los dictámenes fiscales y la sentencia de
primera instancia.
21.5.1981 Se accede a la solicitud.
26.6.1981 Renuncia el Dr. Arlas.
15.9.1981 Se le entregan a Batalla las fotocopias que pidieron el 14.5.1981.

307
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

28.4.1982 Batalla pide la convocatoria a audiencia pública.


26.6.1982 El Supremo Tribunal Militar resuelve «téngase presente».
19.8.1982 Designación como codefensor del Dr. Clavijo.
15.3.1984 Se señala para la vista de la causa el 19.3.1984 (no hay acta en la que
conste haberse realizado dicha audiencia).
19.3.1984 Se dicta sentencia de segunda instancia con purgatoria con la prisión
preventiva cumplida.
19.3.1984 El mismo día Batalla consiente la sentencia y el fiscal también
consiente la sentencia.
19.3.1984 El mismo día se devuelve el expediente al juzgado de primera
instancia, que decreta la libertad.
19.3.1984 La Jefatura de Policía comunica que se hizo efectiva la liberación a la
hora 17.38.1107
Los cargos iniciales que le imputó el juez militar coronel Federico Silva Ledesma
fueron los de «encubrimiento de atentado a la Constitución en el grado de conspiración
seguido de actos preparatorios» y el de «instigación a desobedecer las leyes» en relación
con el «delito de usurpación de funciones públicas», a los que luego se le agregarían los
de «asistencia a la asociación», «atentado a la Constitución» e «irrespetuosidad». En
el expediente final, fechado precisamente el 19 de abril de 1984, en el que se dicta la
sentencia de primera instancia por la que Seregni pudo acceder a su libertad, curiosamente
se le agregan otros delitos a los antes reseñados, como «excepción a las normas relativas
a la participación criminal» y «asonada».1108
Este inicuo proceso fue en su momento objeto de múltiples denuncias
internacionales por su escandaloso apartamiento de las mínimas normas de ecuanimidad,
incluso en relación a las disposiciones de la propia normativa castrense. Uno de los
abogados defensores designado por Seregni en aquella oportunidad, el Dr. Carlos
Martínez Moreno,1109 escribió en 1979 un ensayo demoledor sobre dicho proceso para
Cuadernos de Marcha que por entonces se editaba en México,1110 en el que registró en
forma rigurosa algunos de los detalles más escandalosos del trámite seguido por él a lo
largo de casi un lustro. En dicho texto, Martínez Moreno prueba en forma concluyente la
ilegalidad de todos los cargos imputados a los que califica como disparatados. Con igual
contundencia, denuncia con dureza el comportamiento profundamente arbitrario del juez
militar de la causa, coronel Silva Ledesma, que hasta llegó a expandir la pena solicitada

(1107)  Los autores agradecemos al Dr. Gonzalo Fernández el aporte de esta cronología por él elaborada.
(1108)  Ministerio de Defensa Nacional. División Registro Trámite y Archivo. Expediente n.º 84-5256-3.
Supremo Tribunal Militar. Sentencia n.º 6, 19 de marzo de 1984.
(1109)  En 1974, Seregni designó como abogados defensores a Carlos Martínez Moreno, José Korzeniak y
José Arlas. A partir de 1979 su defensa quedó a cargo de Hugo Batalla y de Héctor Clavijo.
(1110)  Cf. Martínez Moreno, Carlos, «Seregni ante sus jueces», en Cuadernos de Marcha, México, ma-
yo-junio de 1979, pp. 15-25.

308
Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

por el fiscal militar (que solicitaba una prisión de diez años) llevándola a catorce años de
condena por el agregado de nuevos cargos insólitos.1111
Bajo la inspiración del texto de Martínez Moreno, a finales de 1979 el escritor
español Juan Goytisolo escribió en la página editorial de El País de Madrid otro texto
implacable bajo el título «El “caso Seregni”», a través del que procuraba advertir a la
opinión pública internacional como, a su juicio, «el genocidio selectivo llevado a cabo
por el régimen militar argentino [...] ha divertido la atención de los mass media de cuanto
ha ocurrido y ocurre en el país vecino, la República Oriental del Uruguay». En uno de
los fragmentos de su espacio editorial de Tribuna Libre, Goytisolo realizaba una síntesis
precisa de algunos de los elementos más ominosos de los procesos judiciales contra el
líder político de la izquierda uruguaya:
Seregni fue procesado por «atentado contra la Constitución en grado de preparación, conspiración
y conspiración seguida de actos preparatorios». En abril de 1974 su caso fue remitido al Tribunal
de Honor del Ejército, el cual, de acuerdo con las reglamentaciones castrenses, juzgó la conducta
del acusado conforme a la «convicción moral». Dicho tribunal condenó a Seregni, «por falta
gravisima», a la pérdida de la condición militar. En noviembre de 1974 el líder del Frente
Amplio consigue la libertad condicional, pero permanece en un virtual arresto domiciliario y
se le deniega su solicitud de abandonar el país. En 1976, [...] es detenido de nuevo y encerrado
en un lugar secreto por espacio de un mes. El juez militar le acusa de «usurpación de funciones
públicas» (por haber autorizado la construcción de [...] refugios peatonales por los militantes
del Frente Amplío durante la campaña electoral), de «atentado a la Constitución» (en realidad,
para castigar su «desviación ideológica») y de «porte ilegal de armas» (a pesar de que el arma
en cuestión le había sido entregada por orden del Ministerio del Interior durante la campaña
electoral ante las informaciones de que se fraguaba un atentado contra él). Aunque el fiscal
militar ha pedido tan solo una pena de diez años, el juez militar le condena el 9 de marzo de 1978
a catorce años de penitenciaría por los delitos de asonada (su participación en la manifestación
pacífica del 9 de julio de 1973), irrespetuosidad (sus críticas a Pacheco Areco durante la campaña
electoral, cuando este era candidato a la presidencia), etcétera. Para apreciar la «objetividad» de
la justicia militar uruguaya bastará recordar que la sentencia reprocha al acusado el hecho de
que su padre fuera «un emigrante anarquista», su asistencia, cuando era alto jefe en el Ejército,
a una recepción oficial en la embajada de la URSS, e incluso su vieja amistad con el coronel
Juan López Silveira, quien en su juventud había tenido la desvergüenza de ir a luchar en España
«contra la revolución del general Franco» (!).1112 1113

(1111)  En su artículo, Martínez Moreno aludió en forma más breve a otros procesos a militares frenteam-
plistas como el general Víctor Licandro y los coroneles Carlos Zufriategui, Pedro Aguerre y Pedro Montañez. Su
texto terminaba de la siguiente forma: «Esta es una visión parcial –y no parecería exagerado decir que escandalosa
y desgarradora– de la represión en el Uruguay, referida a la sola situación de los militares constitucionalistas
presos. En tanto otros, que han impulsado y sostenido el golpe del 27 de junio de 1973, siguen en la titularidad
del gobierno y embajadas, sin que el cuestionamiento de los famosos derechos humanos parezca afectarlos dema-
siado». Cf. ibídem, p. 25.
(1112)  Goytisolo, Juan, «El “caso Seregni”», en El País, Madrid, viernes 7.12.1979, pp. 10 y 11. Existe una
copia de este artículo en el archivo de la DNII.
(1113)  La última referencia que hacía Goytisolo al vínculo de amistad entre Liber Seregni y Juan José
López Silveira fue el motivo de la primera anotación en el «prontuario» de Seregni por parte de los servicios de la
entonces Dirección de Inteligencia y Enlace, antecesora de la más contemporánea. Cf. DNII, Prontuario n.º 272,
correspondiente a Liber Seregni Mosquera, p. 1. Años después, presumiblemente en 1966, un informe sobre el ya
general Liber Seregni volvió a referirse en forma específica a la presunta significación de este vínculo y a la forma
en como se evaluaba la influencia de la acción de López Silveira en la interna militar. Cf. DNII. Departamento
n.º 3. «Asunto: Gral. Liber Seregni Mosquera. Informe del causante. Líder F. A.». F. 29-5.000 4-72. n.º 5577.

309
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Aunque mucho más podría decirse acerca de las arbitrariedades y atropellos que
sufrió el general a lo largo del proceso de la justicia militar1114 un capítulo aparte merece la
consideración pormenorizada del trámite del tribunal especial de honor al que se sometió
a Seregni en abril de 1974 y que finalizó con el fallo unánime de su «descalificación por
falta gravísima», lo que supuso la «degradación» y «la muerte militar» (como publicara
un periódico uruguayo por entonces, haciéndose eco de «voceros castrenses»),1115 con
«la pérdida al uso del título del grado y al uso del uniforme» y una fuerte rebaja en
sus ingresos jubilatorios.1116 El fallo de este «tribunal» (que estaba integrado por los
generales. Luis A. Forteza como presidente, Julio C. Vadora como vocal y Esteban R.
Cristi como vocal secretario), emitido inicialmente el 4 de abril de 1974, destacaba
especialmente entre los fundamentos de su decisión la mención expresa a que «sus
contactos personales, sus declaraciones más o menos veladas, sus alocuciones en la
tribuna pública y sus manifestaciones de que no practica el anticomunismo, tienden a
vincularlo fuertemente a tal ideología».1117 1118

Esta información reservada motivó la formación de un Tribunal Especial de Honor el 10 de mayo de 1966, ante
la acusación que se le formulara a Seregni de ser «procomunista». Este episodio sería referido como «agravante»
en el Tribunal Especial de Honor que degradaría a Seregni en 1976. Cf. José Luis Martínez y Matías Rótulo, Los
soldados del General, Montevideo, ARCA/Testimonio, 2008, pp. 60 ss. Para la consulta de la visión de Seregni
acerca de López Silveira y sus vínculos con este, cf. Butazzoni, Seregni-Rosencof…, o. cit., pp. 33 ss., capítulo ti-
tulado «El Tape». Hay que señalar que de acuerdo a la evidencia recogida resulta poco creíble que Juan José López
Silveira fuera efectivamente comunista.
(1114)  Las arbitrariedades fueron constantes. Incluso puede manejarse la hipótesis de que su liberación en
marzo de 1984 puede haber tenido más que ver con la visión política de los militares que Seregni en libertad podía
dar un mayor perfil negociador al Frente Amplio, en momentos en que en las conversaciones de trastienda, en
particular entre dirigentes colorados y jerarcas militares, se consideraba indispensable alguna salida electoral para
la izquierda, ya que si continuaba proscripta en su totalidad con seguridad sería el árbitro indirecto de la elección.
Algo similar ocurrió con el «proceso» seguido a Wilson Ferreira: su liberación a poco de celebradas las elecciones
confirmó que su detención y prisión obedecieron a un hecho político (que no fuese candidato ni actor en las elec-
ciones de 1984) que a una decisión jurídica. Es que, como se solía decir por entonces, en tono jocoso pero efectivo,
«la justicia militar se parece tanto a la justicia, como la música militar se parece a la música».
(1115) Cf. La Mañana, Montevideo, 24.4.1974. El Día, Montevideo, 15.2.1974. Ahora, Montevideo,
25.4.1974. Estos y otros recortes de prensa de la época forman parte de un informe especial procesado en el
Departamento n.º 3 de la DNII. El periódico Ahora de la democracia cristiana, pese a las restricciones imperantes
por la censura periodística, al informar sobre la homologación por el Poder Ejecutivo de la resolución del tribunal
de honor del Ejército, publicó en su tapa una foto de Seregni en uniforme militar, con el título «Degradan al Gral.
Seregni». En la página interior en la que se desarrolló la noticia se le agregó un artículo titulado «Dreyfus: se
cumplen 80 años».
(1116)  Cf. AGN. Archivo Liber Seregni. Caja 4. Tribunal de Honor y hojas sueltas por Justicia Militar.
Tribunal Especial de Honor. Acta 30. Para un seguimiento muy detallado y riguroso de este proceso así como de
otros similares que se realizaron durante la dictadura contra militares frenteamplistas, ver especialmente José Luis
Martínez y Matías Rótulo, Los soldados del General…, o. cit. Este análisis se realiza a partir de la documentación
presentada en el libro de la Junta de Comandantes en Jefe, titulado Testimonios de una traición, publicado a me-
diados de los setenta.
(1117)  AGN. Archivo Liber Seregni. Caja 4. Tribunal de Honor y hojas sueltas por Justicia Militar. Tribunal
Especial de Honor. Acta 30, fs. 1 ss.
(1118)  Es muy interesante observar el documento pues Seregni marca y replica de puño y letra las consi-
deraciones de este, sus falsedades y agravios. Resalta el comentario que realiza a un considerando en el que se
mencionan unas declaraciones de su esposa en un reportaje del diario Ahora fechado el 27.7.1973, en el que Lily
expresa que «Seregni estuvo desde niño influido por su padre, anarquista en sus primeros años, batllista militante
luego. [...] De él aprendió desde los doce años a leer textos de vanguardia política de la época, los que fueron mo-
delando su personalidad». Seregni escribe al margen: «¡Bárbaros!!! ¡Los pinta de cuerpo entero!!! Ibídem, f. 19.

310
Al ser notificado, Seregni rechazó el fallo y solicitó su «reconsideración» y la
fijación de «la correspondiente audiencia». Esta se realizó el 8 de abril y en ella el
acusado realizó un extenso alegato en contra del fallo del tribunal:
Es absolutamente claro [que] el tribunal [...] lo que juzga finalmente es la ideología política
del recurrente, en lo que define como una conducta habitual. Y esto no es competencia de los
tribunales de honor, en el marco constitucional en que fueron creados. [...] Frente a lo señalado,
pierden relevancia los recursos que podrían interponerse en relación con otros elementos [...].
Es necesario señalar el carácter esencialmente político de la situación que me envuelve, a partir
de mi detención [...]. Tengo clara conciencia del cuadro general en que se inscriben las distintas
actuaciones dirigidas contra mi persona, en una singularidad que es nada más que una expresión
del tiempo particular en que vive la República. [...] Si bien es cierto que en el accionar político
el vencedor del momento dicta leyes y modela el derecho a sus intenciones, no puede modificar
la moral, cuyas normas escapan a su alcance. Y es así porque estas tienen otra permanencia. Lo
contrario sería aceptar que el honor, tanto individual como de institutos, está condicionado al del
grupo que, en el momento, ocupe el poder. Habrá siempre una fuerza de la moral, pero no puede
edificarse una moral de la fuerza, cuya sola enunciación es un contrasentido».1119
Tres días después del alegato de Seregni, el Tribunal Especial volvió a sesionar,
ratificando en forma unánime su sentencia anterior. En sus renovadas conclusiones,
sus integrantes dejaban expresa constancia acerca de la «clara incompatibilidad [de]
la condición de militar en actividad o retiro, con la [doctrina] marxista-leninista y sus
nítidamente derivadas, apreciadas estas últimas desde el punto de vista ideológico como
de un mismo origen…».1120
Con las severas restricciones de estar en prisión y con un Frente Amplio
reprimido, disperso, dividido, a Seregni se le hizo muy difícil ejercer mínimamente
su liderazgo en esos años. Aun con las pocas conversaciones que podía tener con sus
abogados o utilizando el correo corajudo de Lily,1121 las posibilidades de coordinar
desde allí la acción política del Frente eran en verdad mínimas. Desde el desenlace
de 1973 y en particular luego del discurso de Seregni del 9 de febrero de 1973,
figuras como Erro daban por agotado al FA. El PDC se había desligado formalmente
del Frente en 1974. Michelini se había exiliado en Buenos Aires y mantenía una
cercanía muy fuerte con Wilson Ferreira, de lo que de todos modos no puede

(1119)  Martínez, José Luis, y Rótulo, Matías, Los soldados del General…, o. cit., pp. 63 a 66.
(1120)  AGN. Archivo Liber Seregni. Caja 4. Tribunal de Honor y hojas sueltas por Justicia Militar. Tribunal
Especial de Honor. Acta 32. En sus comentarios en los márgenes del expediente del fallo, Seregni anota: «Es la
aceptación, tácita o expresa, de todo lo que dije en mi recurso. Se acepta, pues, la realidad de la norma supuesta».
Fiel a su estilo, Seregni siguió paso a paso y con toda atención las distintas alternativas del proceso. Lo mismo haría
en la justicia militar, estudiando cada posibilidad y utilizando cada recurso posible, incluso contra la opinión de
sus abogados que le señalaban que todo resultaría inútil. Por cierto que Seregni sabía que ambos procesos estaban
decididos antes de empezar pero quería recurrir con todos sus derechos, tal vez para incomodar a sus censores, lo
que sin duda logró.
(1121)  Cf. Rodríguez, Blanca, El correo del General. Correspondencia del General Liber Seregni a su
esposa, Lily Lerena…, o.cit. En una entrevista realizada por Montevideo Portal en abril de 2009, Lerena contó
su papel como «correo del general» durante los tiempos de la dictadura: «Yo mantuve a Seregni en contacto per-
manente en forma clandestina con la Mesa Política durante todos los años que estuvo preso. A mí me revisaban
y nunca me encontraron nada. Traía sus mensajes a la Mesa Política en forma verbal o escritos en papelitos que
eran como para fumar y a la vuelta le llevaba la respuesta. Seregni siempre estuvo totalmente informado de lo que
pasaba». Cf. Montevideo Portal. «Una gran mujer». 18 de agosto de 2012.

311
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

inferirse que estaba en una posición posfrentista. Los otros partidos y grupos del
FA se hallaban prohibidos y actuaban de manera clandestina, mientras que aquellos
que podían moverse un poco lo hacían con enorme sigilo. Pese a los empeños de la
dirigencia central del FA, aquellos partidos que tenían más estructura habían vuelto
a actuar desde una fuerte autonomía, en los mínimos márgenes disponibles por la
represión. En 1975, en el llamado Año de la Orientalidad, los militares fundacionales
parecieron comenzar a tomar el timón de la política del régimen, lo que coincidió con
el inicio de la etapa más cruenta del terrorismo de Estado. Por su parte, los frentistas
en el exilio armaban sus redes pero las diferencias y las críticas sobre lo ocurrido
no coadyuvaban a reforzar la mística de la unidad frenteamplista. Las partidas de
defunción sobre el Frente Amplio comenzaron a abundar y no todas provenientes
desde las filas del régimen o de los otros partidos. También desde dentro de filas la
reunificación con el formato de 1971 aparecía como quimérica y, para algunos, hasta
indeseable. Con ese panorama, era en verdad muy poco lo que podía hacer Seregni
desde la cárcel.
De todos modos y en medio de múltiples dificultades, el general se las ingenió
para hacer política. El lector podrá encontrar dos momentos históricos y políticos
claramente discernibles en la trayectoria de Seregni y del Frente Amplio durante los
años de la dictadura, con una clara inflexión en el bienio 1982-1983. Entre 1973 y
1981, predomina claramente una tónica de unidad de las fuerzas opositoras en procura
de confrontar de modo genérico una dictadura que intentaba afirmar un proyecto
fundacional, en el que no se proponía lugar alguno para la izquierda, pero en el que
tampoco se perfilaba una mínima apertura que pudiera ser calificada de democrática.
El rechazo del proyecto de reforma constitucional de la dictadura en noviembre de
1980 marcó el punto más alto de esta coyuntura dominada por el eje de la conjunción
de esfuerzos interpartidarios, muy especialmente entre el Partido Nacional y el Frente
Amplio, en procura de desinstalar al régimen de sus lógicas continuistas. Por su parte,
ya desde el segundo semestre de 1981 pero en particular durante 1982, en el que tienen
lugar las elecciones internas para los partidos habilitados, con la exclusión expresa
del Frente Amplio, comienzan a surgir motivos de desavenencias acerca de varios
factores centrales de táctica y de estrategia, tanto entre los partidos opositores como
en el seno mismo del Frente. Esta inflexión se advierte muy claramente en la secuencia
de los pronunciamientos de Seregni en toda esta etapa. Sin reducir la firmeza de la
oposición radical a la dictadura, la persistencia de la exclusión del Frente Amplio en
las negociaciones con los militares, sumada a la emergencia de ciertas propuestas u
horizontes de perfil posfrentista impulsados por varios sectores de la izquierda, llevan
a Seregni a priorizar una estrategia claramente dirigida al objetivo de preservar y
consolidar la identidad de la coalición de izquierdas, que él sentía desafiada desde
fuera pero también desde dentro de filas.
Es durante este bienio de inflexión 1982-1983 en el que surgen temas
conflictivos ante los que Seregni responderá –en un marco de inocultables debates–
con contundencia y coherencia. Alarmado por lo que percibía como la posibilidad
cierta de un debilitamiento o una disolución directa del Frente Amplio como proyecto

312
Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

político vigente, el líder frenteamplista no vaciló en afirmar la opción por el voto en


blanco ante las elecciones internas de noviembre de 1982. Ello suponía comenzar
a marcar distancias con la estrategia de la Convergencia Democrática del Uruguay
(en adelante CDU), en la que aparecía comprometido fundamentalmente el Partido
Comunista y su dirigencia en el exterior. Con igual firmeza, rechazó la vía planteada
(fundamentalmente por el Partido Demócrata Cristiano, separado formalmente del
Frente desde 1974) sobre la creación de una nueva fuerza como alternativa aún
transitoria para un Frente Amplio proscripto y excluido. Es desde esta clave que se
entienden mejor las diferencias que emergen en 1982 entre Seregni y las autoridades
del Frente Amplio en el exterior, su fuerte debate con la dirigencia comunista
(claramente expresado en su duro intercambio epistolar con Rodney Arismendi
luego de noviembre de 1982), así como su paulatino distanciamiento político con
las estrategias e iniciativas lideradas por Wilson Ferreira Aldunate desde el exilio.
De ese modo, puede decirse que la hoja de ruta que Seregni proponía para presentar
sus principales definiciones y opciones durante esos últimos años de la dictadura
apuntaba al eje de la preocupación –sin duda acicateada por la baja votación del
voto en blanco en noviembre de 1982– por la reconstitución innegociable de un
Frente Amplio unido, fuerte y protagonista insoslayable del proceso de salida de la
dictadura.
De la primera etapa previa a la inflexión anotada, resultan especialmente
representativas las cartas de Seregni a Zufriategui del 4 de julio de 1978 y la enviada a
la Mesa Ejecutiva del Frente Amplio de fecha 29 de julio de 1981. En la primera, el líder
frenteamplista enfatizaba el «papel fundamental de la unidad de las fuerzas opositoras»,
advertía sobre la necesidad de comprender que «sin la ruptura de la situación actual no
hay posibilidad alguna de futuro, cualquiera sea el «modelo» que se tenga», al tiempo
que insistía en que «el FA es más vigente y necesario ahora que nunca». Sintetizaba por
entonces Seregni: «Amplios como nunca hacia afuera. Estrictos y exigentes como nunca,
hacia adentro».1122
Por su parte, en su mensaje de julio de 1981, bajo el título de «Diálogo con
movilización», reseñaba como claves de la coyuntura:
Somos –el Frente Amplio– los campeones del diálogo. [...] El 30 de noviembre fue el resultado
y la expresión de ideales compartidos, de la convergencia de esfuerzos, de la unidad. Solamente
actuando unida la oposición podrá enfrentarse al régimen para dialogar. No dejarse dividir, no
caer en trampas. No traicionar a la voluntad popular expresada el 30 de noviembre: no aceptar,
no brindar legitimidad a una seudodemocracia condicionada. [...] Que quede bien claro: no puede
haber democratización cierta sin la participación del Frente Amplio y la legalidad de todos los
partidos.1123
Los motivos que llevaban a Seregni a esta última advertencia no cabe duda de que
se consolidaron en los meses siguientes. Casi un año después, en su carta presentando
los fundamentos para definir una presencia independiente en las elecciones internas de

(1122)  Colección Liber Seregni, Los años de prisión bajo la dictadura (1973-1984), Montevideo, Taurus,
pp. 59 ss.
(1123)  Ibídem, pp. 69 ss.

313
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

noviembre de 1982, su preocupación por el mantenimiento de «nuestra integridad como


movimiento político» resultaba ya inocultable y era expuesta en forma especialmente
enfática:
Hemos dicho que una de las grandes tareas es incorporar a las nuevas generaciones (9 años
de inactividad) que constituyen la gran masa que definirá el futuro. A esa juventud solo la
ganaremos con posiciones claras, definidas, de principios y que nos individualicen. Si en estas
circunstancias de las internas aconsejáramos votar dentro de un partido tradicional, lo que
lograríamos –en el mejor de los casos– sería ligar al nuevo ciudadano a ese partido. [...] Los
integrantes del Frente Amplio no deben votar dentro de los partidos en las internas de noviembre
de 1982. Esto debe ser difundido y comprendido desde ahora, para evitar dudas y compromisos
entre nuestros militantes. La intervención del Frente Amplio en este acto debe expresarse por una
abstención manifiesta, o por el voto en blanco.1124
Si en Seregni ya desde tiempo atrás había alarma y una creciente preocupación por
la vigencia de la identidad de un Frente Amplio unido y vigoroso, no cabe duda de que
los resultados de los comicios de noviembre de ese año profundizaron la centralidad
del tema en su pensamiento y en su proposición de iniciativas políticas hacia adelante.
Sus reflexiones contenidas en el mensaje enviado desde la cárcel y fechado el 10 de
diciembre de 1982, en el que convocaba a «la necesidad de la autocrítica y de repensar el
Frente Amplio», daban prueba manifiesta de ello:
La auténtica alegría por el triunfo popular del 28 de noviembre y la íntima satisfacción por la
cifra de votos en blanco, obtenida en las más adversas condiciones, no puede ocultarnos el hecho
concreto de que un muy alto porcentaje de las bases del Frente Amplio no aceptó la decisión de
la dirigencia. [Se impone] analizar los hechos, realizar una autocrítica serena, madura, realista,
para determinar las causas que condujeron a esa situación, porque ellas cuestionan la integridad
del Frente Amplio y podrían afectar a su vigencia. Esta propia autocrítica debe ser, obviamente,
previa a cualquier consideración de actuación futura. [...] En lo personal, sigo creyendo más
valederos que nunca –con criterio histórico– los fundamentos que condujeron a la formación del
Frente Amplio».1125
Los resultados de las internas ponían de relieve que se había producido una
grieta profunda en la interna frenteamplista. A nivel de sectores los indicios resultaban
especialmente preocupantes. Como se prueba de manera categórica en el documento del
Comité Central del Partido Comunista fechado en febrero-marzo de 1983, la disparidad
de criterios sobre la conveniencia del voto en blanco como forma efectiva de mantener la
vigencia del Frente Amplio era manifiesta y refería a diferencias sustantivas en términos
de estrategia política.1126 Por otra parte, también parecía evidente que otros sectores
tampoco se habían afiliado a la postura del líder frenteamplista en aquella ocasión: en

(1124)  Ibídem, pp. 81 ss.


(1125)  Ibídem, pp. 93 ss.
(1126)  Como nos ha señalado Martín Puchet, la aceptación comunista del voto en blanco supuso una re-
signación de la postura de Arismendi en función de dos situaciones cruzadas y muy difíciles de congeniar para
él: romper la unidad de la izquierda o la del partido exterior con el interior. En sus inicios, Arismendi concebía
la revolución uruguaya como el producto de un proceso de acumulación de fuerzas sociales y de organizaciones
políticas en la perspectiva de crear el más amplio frente democrático de liberación nacional. En ese marco y sobre
todo desde el exterior, Arismendi optó inicialmente por el llamado voto programático, orientado a fortalecer las
posiciones más opositoras dentro de los partidos tradicionales. El reclamo exigente de Seregni con posterioridad a
1982 llevó al líder comunista a un cambio de orientación y a alinearse con la posición del General.

314
Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

el entonces Movimiento por el Gobierno del Pueblo - Lista 99 resultaba evidente el


acercamiento de algunos de sus dirigentes y militantes a las filas de los sectores batllistas
del Partido Colorado. Por su parte, la iniciativa de constitución de una nueva fuerza de
centroizquierda como alternativa al Frente seguía vigente luego de las elecciones: el
PDC, que había sido el principal impulsor de la Comisión por el Voto en Blanco (entre
cuyos integrantes tenía una clara mayoría),1127 se mantenía como partido independiente
y muchos de sus principales dirigentes alentaban abiertamente esa propuesta, fundada
entre otras razones en su rechazo o en su descreimiento acerca de una restauración de la
coalición frentista de 1971. Si ya en los años previos muchos dirigentes de procedencias
muy diversas habían extendido por anticipado –como anotáramos– la carta de defunción
al Frente Amplio conocido, con los resultados de noviembre de 1982 a la vista y expuestas
también las divergencias estratégicas de los viejos socios, esa visión acrecentaba su
persuasividad para muchos actores. Si faltaba algo para ello, la coyuntura fue también
propicia para la emergencia de diferencias entre Seregni y la Mesa Permanente del Frente
Amplio en el exterior, en especial con su secretaría ejecutiva.
En ese marco cobra especial significación el intercambio epistolar que Seregni,
con la intermediación de Héctor Pérez Rompani,1128 establece a la distancia con Rodney
Arismendi a partir de setiembre de 1983 y hasta su liberación, en el que efectivamente
logra resultados muy positivos para la reafirmación de su estrategia en la perspectiva de
cohesionar la interna frentista. De una lectura atenta de esas cartas francas y cargadas
de profundidad política que intercambiaron Seregni y Arismendi en 1983 y 1984
puede extraerse la conclusión de un reencuentro sólido, no solo en el plano afectivo
sino fundamentalmente en el conceptual y político. Señala Arismendi, en respuesta a la
primera carta que le enviara Seregni interpelándolo por la actitud del Partido Comunista
frente a su convocatoria al voto en blanco en las elecciones internas de noviembre de
1982:
[…] paso a sintetizar nuestra concepción teórico-política sobre el proceso histórico uruguayo, que
en última instancia es nuestra actitud frente al FA. Para nosotros el FA, síntesis de maduración y
de largos esfuerzos unitarios de la clase obrera y el pueblo, es una opción histórica irreversible: el
nacimiento por primera vez de una alternativa de poder popular, democrática y antiimperialista,
fue un cambio cualitativo del panorama político nacional; quebrantó los corsettes bipartidistas
y transformó la izquierda en fuerza política real [...]. [...] Nuestra actitud frente al FA está por

(1127)  Cf. los números de la revista Opción en los meses previos a las elecciones internas de 1982.
(1128)  Héctor Pérez Rompani (1913-1991) fue un dilecto amigo y un muy relevante colaborador político
de Seregni, con una actuación especialmente importante durante la dictadura, como se testimonia en varias de las
cartas que se recogen en este tomo. Fernando Butazzoni ha reseñado su semblanza de la siguiente forma: «Oficial
del arma de Artillería y de Estado Mayor. El propio Seregni lo llama “el hermano que no tuve”. Fueron compañeros
de año en la Escuela Militar. Se graduaron juntos y juntos sirvieron en Flores y en el Cerrito. Compadres de toda
la vida. Frenteamplista desde la fundación, Pérez fue secretario de organización y, en la práctica, secretario del FA
junto con el Prof. Crottogini durante la dictadura. [...] El coronel Pérez Rompani cumplió muchas misiones de ex-
trema delicadeza al servicio del Frente Amplio [...]». Cf. Butazzoni, Seregni-Rosencof…, o. cit., p. 26. Precisamen-
te en este tomo se registra en forma detallada una de esas misiones, al servir como intermediario del intercambio
epistolar entre Seregni y Arismendi entre fines de 1983 y comienzos de 1984.

315
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

encima de toda fluctuación cortoplacista y por encima de toda apariencia de distinción respecto
a menudos intereses seudo partidistas.1129
La visión de Arismendi a comienzos de octubre de 1983 resultaba muy contrastante
respecto al análisis sobre la estrategia del voto en blanco contenido en el documento
del Comité Central del Partido Comunista de fecha febrero-marzo de 1983, que tanto
alarmó y desconcertó a Seregni, como podrá advertirse en una de sus cartas de abril de
ese mismo año. También en estos ejes es que cobra mayor relevancia la visible intención
de disciplinar la estrategia frentista como tal, que se advierte en la evolución de los
comunicados de la Mesa Ejecutiva del Frente Amplio entre 1982 y 1983, sin duda a
instancias de Seregni.
La consideración central acerca de los motivos que explican esta inflexión 1982-
1983 en la acción política de Seregni también tienen mucho que ver con el cambio de
óptica del líder frenteamplista frente a la iniciativa de la CDU y su distanciamiento
progresivo con Wilson Ferreira Aldunate. En relación con ambos temas, que sin duda se
articularon progresivamente en aquella coyuntura, resulta evidente que los resultados de
noviembre de 1982 y las consiguientes discrepancias desatadas con el Partido Comunista
coadyuvaron para promover un cambio sustantivo en la actitud general de Seregni frente
a la experiencia de convergencia entre frentistas y wilsonistas. Él mismo se encarga de
explicitar ese cambio en la carta que le envía a Pérez Rompani fechada el 15 de setiembre
de 1983:
Creo que en el fondo de todos los problemas hay una diferencia sustancial de enfoque con
respecto a la validez y vigencia del FA. Considero que el PC actúa no solo como partido, lo
que es lógico, sino en función del partido. [...] Las discrepancias se concretan en la posición
respecto a la CDU en el campo político doméstico que es nada más –pero nada menos–
que la concepción distinta de la línea política a seguir. Quiero ser concreto y claro en esto.
Sé muy bien de qué consideraciones (1977) sobre la situación que se vivía surge la idea de
«convergencia» y sé también quién fue su «alma mater». La apoyé sin reservas y varias veces
extendí mi reconocimiento y mi aplauso por el magnífico trabajo realizado en el exterior, que
hubiera sido imposible a nuestras organizaciones. No voy a repetir los elogios a lo que fue una
brillante concepción. Pero, CDU nunca pudo penetrar en el escenario interno y todavía, quedó
distorsionada, en la opinión de muchos, en relación a las elecciones internas. [...] Considero
fundamental para el proceso inmediato y mediato una ACF unida y coherente, que levante
unánimemente la figura y el liderazgo de WFA. Todas las acciones, en consecuencia, para afirmar
esa posición; ninguna para debilitarla, crear recelos o fisuras. Esto como concepción política,
más allá de mi aprecio personal por W. y mi reconocimiento por las referencias que siempre hace
a mi persona. Claro que me parece grave falencia, que WFA nunca se haya referido al FA como
fuerza política real y actual.1130
La obsesión frentista de Seregni tenía asidero real, se veía además estimulada por
la simultaneidad de la negociación final por la transición y la subsiguiente competencia
electoral que cada vez estaba más cerca y que para el Frente Amplio, luego de los
resultados de 1982, revestía el desafío de una coyuntura crítica e incierta. No resulta
exagerado afirmar que la sobrevivencia del Frente Amplio nunca estuvo tan amenazada

(1129)  Colección Liber Seregni, Los años de prisión bajo la dictadura. (1973-1984), Montevideo, Taurus,
pp. 135 ss.
(1130)  Ibídem, pp. 127 ss.

316
Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

en términos reales, ni antes ni después. En ese contexto, la consolidación y profundización


del distanciamiento entre Wilson Ferreira y Liber Seregni ya parecía irreversible a
comienzos de 1984, como lo indica a las claras los contenidos de la carta enviada por el
líder frenteamplista a Pérez Rompani del 15 de febrero de 1984.
En el momento decisivo y por razones políticas quizá comprensibles, quienes
habían estado más cercanos en los momentos más difíciles de la dura década anterior,
quienes lideraban los agrupamientos políticos con mayores coincidencias ideológicas y
hasta políticas en relación al futuro más o menos cercano que debería enfrentar el país
luego de finalizada la dictadura, tendían casi inevitablemente a diverger en sus caminos
al final de la larga noche de la dictadura. No solo se acercaban los momentos decisivos
de la lucha final y de las inevitables negociaciones para terminar con la dictadura, sino
que también se aceleraban los tiempos de la competencia política que terminaría en las
elecciones de 1984. Y allí los más cercanos política e ideológicamente eran quienes
más fronteras de votantes compartían. Y por supuesto jugaban también los terceros,
nada menos que el Partido Colorado y sus avezados dirigentes, con Sanguinetti a la
cabeza, siempre expertos en finales de carrera. Paradojas de la historia política quizá,
pero también un factor decisivo para entender y explicar lo que ocurriría en el país en
los años siguientes.
Una perspectiva diferente para el análisis de los años vividos por Seregni bajo la
dictadura proviene de la documentación que ha podido conocerse acerca de la acción de
los organismos represivos durante el período, en este caso en relación con el seguimiento
concreto de todo lo concerniente al líder frenteamplista en cautiverio y a los actos y
actividades diversos realizados por su liberación, tanto dentro como fuera de fronteras.
Debe advertirse que la mirada y el registro del represor configuran un observatorio
privilegiado pero al mismo tiempo tramposo, desde el que se construye un relato nada
ingenuo ni transparente, cargado de opacidades, intenciones, prejuicios, omisiones y
también muchos errores. Sin embargo, por su misma naturaleza, constituye también una
documentación especialmente rica en relación a cómo la dictadura y sus organismos
represivos definieron sus acciones y estrategias en la construcción-percepción de aquellos
a quienes consideraban sus enemigos. Al mismo tiempo, permite registrar episodios
poco conocidos o literalmente ignorados u olvidados, protagonizados muchas veces por
personas no connotadas que se jugaban el pellejo en lo que a la distancia puede reputarse
como pequeños actos de resistencia y solidaridad, pero que en aquellos años comportaba
acciones muy riesgosas y significativas.
El análisis profundo del «Prontuario n.º 272» correspondiente a Liber Seregni
Mosquera,1131 sin duda uno de los más extensos de aquellos a los que hasta el momento
ha podido accederse, no puede siquiera reseñarse ya que excedería largamente los
límites y objetivos de esta capítulo. Tal vez merezca una investigación aparte. Solo cabe
registrar algunos rasgos significativos de este documento tan especial. Consta de 73
hojas con centenares de anotaciones rigurosamente fechadas, con contenidos de muy
diversa índole, desde la constancia de información obtenida a través de documentación

(1131)  DNII, Prontuario n.º 272, correspondiente a Liber Seregni Mosquera.

317
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

secuestrada en allanamientos, informes provenientes de seguimientos y servicios de


control clandestinos, informes reservados con el registro detallado de lo discutido en
reuniones políticas (acompañados en ocasiones de su correspondiente evaluación y
comentario), seguimiento pormenorizado de todo lo publicado en la prensa nacional e
internacional sobre su persona, la secuencia detallada de las distintas instancias de su caso
en la justicia militar, informes remitidos por embajadas uruguayas ante distintos países
del mundo conteniendo información sobre manifestaciones de exiliados o acciones de
gobiernos u organismos internacionales en su defensa, etc. La primera anotación data
del 23 de julio de 1959 (en la que se alude a documentación obtenida en abril de 1948,
cuando Seregni era capitán, en ocasión del allanamiento ya antes citado de la casa del
Tape López Silveira), mientras que la última tiene fecha del 2 de agosto de 2004, en la
que se recoge la información brindada por distintos periódicos acerca de su fallecimiento
y de los actos que rodearon sus exequias. La información sobre su actuación hasta su
detención en 1973 abarca solo las dos primeras páginas (aunque la investigación sobre
su trayectoria en esos años previos al golpe de Estado provocaría nuevas y abundantes
anotaciones en años posteriores), la suscitada durante los años de la dictadura se extiende
desde finales de la página 2 hasta comienzos de la página 45, mientras que las páginas
restantes hasta el final (entre la 45 y la 73) cubren el registro de su accionar entre 1985 y
su muerte. Cabe acotar en torno a este último tramo del registro que la intensidad de este
y del seguimiento sobre el accionar de Seregni se mantuvo constante y sistemático hasta
agosto de 1997, y decayó en forma muy pronunciada después.1132
En los registros e informaciones promovidos por los servicios de la DNII aparecen
en ocasiones referencias sobre hechos y episodios que por su característica especial
brindan una visión muy particular sobre este período dramático de la vida de Seregni y
del país todo. En múltiples ocasiones y ya desde el segundo semestre de 1973, sin dejar
de aparecer prácticamente en ningún momento, se suceden las anotaciones acerca de
investigaciones sobre volanteadas y pintadas en las que, entre otras consignas, aparecía
casi siempre el reclamo por la liberación de Seregni. Un caso en verdad muy especial
se dio en junio de 1978, lo que dio lugar al siguiente «memorándum operacional» del
servicio de la DNII. Se señalaba en el registro respectivo, bajo el título «Averiguación
de inscripciones»:
En el día de la fecha y de acuerdo a las instrucciones precisas recibidas del Sr. Ministro del
Interior, la superioridad dispuso que un equipo de este Departamento se constituyera en las
intersecciones de las calles Jaime Zudañez y Luis de la Torre, en virtud de que en las paredes de
una finca de la zona se había colocado una inscripción cuyo tenor sería «Libertad para Seregni».
Ubicado el lugar, se pudo constatar que en la pared de la finca reseñada [...] que corresponde a
los fondos del Supermercado Disco, se evidenciaba una mancha que (indicaba) que había sido
pegado un mural, cosa que se comprobó puesto que se encontró un trozo del mismo con los

(1132)  Luego de agosto de 1997 aparecen solamente tres anotaciones: una de agosto de 1998 en la que se
informa sobre su integración en la Comisión Nacional por el Memorial de los Detenidos Desaparecidos (extraída
del diario Últimas Noticias); otra de febrero de 2001 acerca de las «situaciones inesperadas» suscitadas en el seno
de la militancia frentista contraria a la decisión de Seregni de no ir a votar la instancia pro referéndum contra la
«Ley de urgencia n.º 1» (tomada de la edición del semanario Búsqueda del 9.2.2001); y la última, con los ya refe-
ridos recortes de prensa sobre su muerte y los actos de su sepelio.

318
Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

colores blanco, azul y rojo en la vereda junto a la pared. Indagada la moradora de la finca [...]
expresó que no se había percatado de la existencia de dicho mural, ignorando quien o quienes
pudieron colocarlo, quien o quienes pudieron haberlo despegado, como así también su tiempo
de permanencia. Asimismo en una recorrida efectuada por la zona se ubicó otra inscripción del
mismo tenor. [...] Indagados los moradores de [esta otra] finca expresaron que la misma data
de unos tres años atrás y que pese a que han intentado borrarla pintando la pared con cal, las
inclemencias del tiempo hacen que esta desaparezca, quedando la misma nuevamente visible. En
virtud de ello, se solicitó la colaboración de la Dirección Nacional de Bomberos, a los efectos de
proceder al borrado de la misma».1133
En los primeros años de prisión hasta el retorno de la acción política local a partir
de la derrota del proyecto de reforma constitucional en 1980, lo que más abundan es
la referencia a actos, pronunciamientos y publicaciones de las más diversas partes del
mundo, expresando solidaridad y exigiendo su inmediata liberación. Durante los primeros
meses de 1978 varias noticias internacionales denuncian que la vida del general estaría
en peligro. Ese mismo año también se dio una situación especial que fue registrada en su
prontuario. En El Día del 21 de noviembre aparece en la página de avisos fúnebres una
participación de Seregni, junto a su esposa e hijas, ante la muerte de un amigo o conocido
de nombre Dr. Luis Angel Campalans. Esta circunstancia motivó una acción de personal
de la DNII que aparentemente dio sus frutos. Al día siguiente aparecía en páginas de El
País un «remitido a la opinión pública» en el que la familia Campalans aclaraba «que
el extinto [...] no tuvo relación alguna con el titular [en referencia a Seregni], siendo
solamente el médico de la esposa y la hija de este, en carácter de asociadas de una
institución médica colectivizada».1134 Otros hechos de una significación singular que
fueron registrados en los archivos de la DNII aluden a las manifestaciones antidictatoriales
que empezaron a arreciar entre 1982 y 1984, las que cuando se desplazaban por 18 de
Julio entre las calles Ejido y Yaguarón o cuando lo hacían frente al domicilio de entonces
de la familia Seregni sobre la calle Bulevar Artigas, voceaban muy especialmente sus
cánticos de solidaridad con el líder frenteamplista y las consignas que reclamaban por
su libertad.1135
Otro episodio especialmente significativo que fue registrado por servicios de la DNII
y que incluso motivó algún procedimiento posterior fue protagonizado curiosamente por
la nieta menor de Seregni, Lucrecia, en diciembre de 1983, en el marco de un suceso muy
peculiar que le ocurrió en la escuela y que alcanzó una inusitada proyección como noticia
internacional. Así decía el cable de la agencia United Press Internacional (UPI), enviado
a circulación mundial el 8 de diciembre de 1983:

(1133)  DNII. Departamento n.º 5. Memorándum Operacional n.º 163. «691. Averiguación de inscripcio-
nes». Montevideo, 11.6.1978.
(1134)  DNII, Prontuario n.º 272, correspondiente a Liber Seregni Mosquera, notas del 21 y 22.11.1978, f. 7.
(1135)  Dos casos especialmente significativos que quedaron registrados tuvieron que ver con la manifes-
tación de frenteamplistas en la tardecita del 27 de junio de 1983, al cumplirse diez años del golpe de Estado, así
como con la marcha de ASCEEP desarrollada durante la «Semana del estudiante» el 25 de setiembre de ese mismo
año, la que circuló por las calles 18 de Julio desde la explanada de la Facultad de Derecho, Bvar. Artigas, Tomás
Giribaldi para llegar al Estadio Luis Franzini, donde se realizó el acto final. Cf. respectivamente DNII. Departa-
mento n.º 4. Memorándum Operacional n.º 177/983/LAPR. Montevideo, 27.6.1983; y DNII. Departamento n.º 2.
Memorándum Operacional n.º 267/983-wlvd. Montevideo, 25.9.1983.

319
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Una maestra de la ciudad de Artigas, 500 kilómetros al norte de Montevideo, se llevó una gran
sorpresa cuando interrogó a sus alumnos sobre la ocupación de sus padres y abuelos. Entre
los niños se encontraba una nieta del general Liber Seregni, candidato a la presidencia del
Uruguay en 1971 por el Frente Amplio de izquierda, pero la maestra no lo sabía. Seregni fue
detenido 10 días después del golpe militar de 1973 y aún permanece preso en una cárcel de
Montevideo. Cuando la nieta de Seregni, de diez años de edad, debió contestar la pregunta, dijo
con naturalidad: «abuelito trabaja de preso político». La maestra, sorprendida, quiso rebatir a la
pequeña, afirmando que no existe tal «ocupación», pero la niña le dijo: «él es como la conciencia
de los que lo tienen preso». «Es que nos costó mucho explicarle por qué su abuelo estaba preso,
cuando ella sabía que las cárceles eran solo para quienes robaban y mataban, y nunca estuvimos
muy seguros que lo hubiera entendido, hasta que supimos de esta respuesta a su maestra», dijo
Lily Lerena, esposa de Seregni, a United Press Internacional.1136
Los servicios de la DNII tuvieron noticia de este episodio al leerse el citado cable
en el resumen informativo de la hora 12.00 del viernes 9 de diciembre de 1983 en la
radio montevideana Emisora del Palacio. Como consecuencia de esta circunstancia
fueron citados el jefe de Prensa de la citada radio, Juan Francisco Fontoura (que por
entonces era también secretario de redacción de los semanarios La Democracia y ACF),
y cuatro de sus informativistas. Después del interrogatorio de rigor, en el que quedó de
manifiesto el vacío existente ante la vigencia de una normativa rígidamente restrictiva
(que comenzaba a incumplirse de manera cotidiana por su desfasaje total con la realidad
de una reactivación ya incontenible de la vida política y civil), todos los periodistas
quedaron en libertad.1137
Finalmente, otro episodio singular y muy representativo de aquellos momentos
finales de la dictadura, en la que los servicios pertenecientes a organismos como la
DNII no podían ocultar su perplejidad ante la revitalización política ya desbordante,
pero frente a la que persistían en sus actividades de vigilancia, control y registro,
estuvo dado por algunas derivaciones del recital que Joan Manuel Serrat celebró en
noviembre de 1984 en el Estadio Centenario. Viejo amigo del Uruguay y de Seregni, con
simpatías manifiestas hacia el Frente Amplio que nunca ocultó, a Serrat y a otros artistas
internacionales se les había prohibido actuar en territorio nacional por resolución del
Ministerio del Interior de fecha 20 de enero de 1976. Dicha resolución también prohibía
la transmisión por cine, televisión o radio de «películas, grabaciones de video tape o
discos [...] de los nombrados», a lo que se sumaba la orden a las casas comerciales de
«retirar de la venta al público el material que pudieran tener, realizados por las referidas
personas, cualesquiera fueran los temas que en ellos se interpretan». Poco después, el
entonces ministro del Interior, general Hugo Linares Brum, debió dar marcha atrás en
su disposición ya que la prohibición señalada «si bien resulta eficaz en nuestra lucha
contra el marxismo-leninismo, [...] deteriora nuestra imagen de gobierno y crea serios
inconvenientes a las empresas nacionales y medios de difusión». Se mantuvo empero

(1136)  DNII. Departamento n.º 2. Memorándum Operacional n.º 342/983 DAPA. Fotocopia adjunta del
cable de UPI. Montevideo, 10.12.1983.
(1137) Ibídem.

320
Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

la prohibición en cuanto a «canciones de protesta o de crítica contra nuestra forma de


gobierno».1138
Hacia 1984 tales disposiciones habían quedado de hecho inaplicables, aunque
persistía en los servicios de seguridad y en las autoridades de la dictadura la profunda
desconfianza en torno a Serrat, en especial a propósito de su cercanía con Seregni y el
Frente Amplio. En verdad no les faltaba razón para mantener sus recelos. En su retorno al
Uruguay, el artista catalán fue seguido de cerca por los servicios de seguridad, a cuya sed
de registro no defraudó. En un memorándum reservado fechado el 12 de noviembre de
1984, un subcomisario encargado entonces del Departamento n.º 2 de la DNII informaba
a sus superiores que «en base a una fuente confiable» (a la que identificaba como «A-1»)
se había confirmado que:
[…] Serrat donó de su porcentaje la suma de USD 5000 para el Frente Amplio, que entregó
personalmente a Liber Seregni cuando este concurrió al Hotel a saludarlo en la mañana del día
del espectáculo. En ese momento fue que además, coordinaron el saludo que se harían en el
Estadio, durante el desarrollo del recital, a pesar de la negativa del organizador del mismo».1139
Cabe agregar que durante toda su estadía en el Uruguay, en pleno tramo final de la
campaña electoral de 1984, Serrat llevó una escarapela del Frente Amplio en su solapa
y en sus declaraciones públicas no ocultó que esas eran sus simpatías políticas en el país
desde el propio origen de la coalición de izquierdas.1140
Estas distintas escenas de la dictadura, que tanto tienen que ver con la peripecia
de Seregni durante aquellos duros años, refieren al mismo tiempo el clima de agobio y
de falta de libertades imperante bajo aquel rígido autoritarismo comisarial del régimen
uruguayo, así como también el impacto liberalizador y la progresiva recuperación de la
iniciativa cívica por la ciudadanía tras el decisivo no en el plebiscito constitucional de
noviembre de 1980. La liberación de Seregni el 19 de marzo de 1984 constituyó un hito
muy relevante de este tramo final de la dictadura transicional,1141 acontecimiento que
por cierto fue meticulosamente seguido y registrado por los servicios de la DNII. En

(1138)  DNII. Departamento n.º 2. Memorándum Operacional n.º 289/981. DAPA. Montevideo 15.10.1981.
(1139)  DNII. Departamento n.º 2. Memorándum Reservado n.º 276/984. GCDL/ejpg. De acuerdo al mismo
informe, Serrat donó también USD 2000 para el Hogar de Ancianos de la Colectividad Española.
(1140)  Cabe consignar que en octubre de 1981, directivos de Canal 4 habían realizado gestiones ante la
DINARP y ante la Oficina de Prensa del Ministerio del Interior a los efectos de obtener el permiso correspondiente
para emitir en su programación las imágenes de un video con las canciones del nuevo long play de Joan Manuel
Serrat titulado En tránsito. Dichas gestiones habilitaron la trasmisión de siete de las nueve canciones que contenía
dicho long play, prohibiéndose en forma expresa las composiciones Las malas compañías y Esos locos bajitos,
«por contener algunos pasajes que se pueden considerar obsenos (sic), no poniendo objeciones a las demás». Cf.
DNII. Memorándum Operacional n.º 289/981-DAPA. Montevideo, 15 de octubre de 1981. En dicho memorándum
se incorporaban las anotaciones del «prontuario» que Serrat tenía en los ficheros de la DNII. Entre otros «antece-
dentes» figuraban «declaraciones contrarias al régimen del Gral. Francisco Franco» emitidas en México en octubre
de 1975 que en la opinión de los censores «cubrían de barro la bandera de su país y su propia honorabilidad»;
acusaciones de «contactos con militantes de grupos subversivos»; la participación junto a artistas del mundo entero
en la denuncia sobre «el secuestro ocurrido el 16 de diciembre de 1977 en Uruguay del pianista argentino Miguel
Angel Estrella»; la firma de numerosas denuncias y manifiestos contra la dictadura uruguaya; la realización de
actividades de solidaridad con exiliados uruguayos opuestos al régimen; entre otros (ibídem).
(1141)  Para la comprensión de los alcances de este concepto de dictadura transicional cf. Caetano-Rilla,
Breve historia de la dictadura (1973-1985), Montevideo, CLAEH-EBO, 1987.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

el seguimiento de los partes diarios de dicho servicio se advierte con claridad como la
noticia sobre la inminente liberación del líder frenteamplista se había filtrado muchos días
antes de que esta finalmente se concretara. De hecho, un número importante de personas
comenzaron a reunirse frente al domicilio de Seregni, ante lo que la DNII decidió apostar
desde comienzos de marzo servicios de vigilancia por turnos y de cobertura permanente.
En todos los partes diarios desde esas fechas, se incorporan en cada turno informes
sobre el estado de situación en dicho lugar, identificándose personas y reiterándose el
señalamiento acerca de la mayoría de jóvenes que participaban de esas concentraciones,
así como de las pancartas y consignas establecidas. El día 16 de marzo se informaba que
«mediante una fuente confiable» se había podido confirmar la constitución el día anterior
de un centro de prensa en el lugar, lo que se verificó que había sido comunicado a los
medios.1142
Entre múltiples documentos que los funcionarios de la DNII dedicaron a la
liberación puede incluirse el siguiente, que en más de un sentido complementa el que ya
se adelantara en el capítulo 9. Este nuevo documento a destacar tiene otra factura, revela
una pluma y un método más sistemático, un tiempo mayor de elaboración y síntesis,
al estar fechado el día 20. Sin duda fue elaborado por un jerarca de más alto rango,
con mayores insumos provenientes de diversas procedencias, pero que de algún modo
participó o pudo presenciar desde muy cerca alguno de los hechos relatados. Se trata
además de un memorándum reservado, cuyo destino con seguridad apuntaba también a
una audiencia de más alta jerarquía. Presentaba anexos en los que el jefe del Cuerpo de
Policía de Tránsito identificaba a pedido expreso de sus superiores la titularidad de varios
autos cuya matrícula había sido anotada por los vigilantes que habían estado en el campo
mismo de los acontecimientos el día anterior.
A los efectos de complementar el relato de aquel momento tan especial de la liberación
de Seregni el 19 de marzo de 1984, pueden tomarse varios fragmentos significativos de
este memorándum reservado, de manera especial aquel que hace referencia a lo ocurrido
en el propio recinto carcelario donde Seregni fue notificado de su libertad:
En el día de ayer, próximo a la hora 16.10, se hicieron presentes en la JPM, los abogados
defensores de Liber Seregni, Dres. Hugo Batalla y Héctor Clavijo, los que, acompañados de
Sres. Oficiales del Supremo Tribunal Militar, proceden a notificar de su libertad a dicho detenido,
luego de lo cual, ya en poder de sus pertenencias, comienza a despedirse de sus compañeros de
reclusión, en primer término con Montañez, luego de Frigerio al que abraza diciéndole «[…]
cuidate Huguito», y por último, en forma muy especial por su duración y efusividad, de Igorra,
dirigiéndose al sótano de la JPM, donde en una camioneta marca Brasilia, color blanco, [...]
conducida por su hija Bethel y seguido de VW color blanco, [...] conducido por el Dr. Hugo
Batalla, se retiran del lugar».1143

(1142)  DNII. Departamento n.º 2. Memorándum Operacional n.º 076/984-wlvd. Montevideo, 16.3.1984.


(1143)  DNII. Departamento n.º 3. Memorándum Reservado. Ref: Libertad de Liber Seregni. Hechos su-
cedidos. Se informan, Montevideo, 20.3.1984. En este documento también se informa sobre los líderes políticos
que concurren al domicilio de Seregni, las principales consignas y cánticos coreados por la gente, las principales
ideas expresadas por el líder frenteamplista en sus distintas alocuciones de la noche. Asimismo, se identifica «la
actividad de un grupo de 40 personas más o menos que funcionan como un cuerpo de seguridad», con el objetivo
de ordenar los movimientos de la multitud y de evitar situaciones de desborde.

322
Capítulo 15 | 1973-1984, seregni en prisión bajo la dictadura

A través de la mirada singular de la policía política del régimen todavía imperante


pero ya en retirada, de este modo se relataba la liberación de Seregni después de
casi una década de prisión. Sin demasiado tiempo para festejos ni para descansos, lo
esperaba al líder frenteamplista una tarea gigantesca y cargada de desafíos complejos,
un tiempo de opciones y decisiones, de encuentros y desencuentros, de construcción
debatida y conflictiva de los caminos de la reinstitucionalización democrática. Seregni
era muy consciente que salía de prisión con un gran prestigio, lo que sin duda reforzaba
su legitimidad como dirigente político frente a las autoridades de los otros partidos y
como símbolo principal de la unidad frenteamplista, renacida tras una década de no
pocas divergencias internas. También advertía que los partidos políticos opositores a
la dictadura no coincidían en muchos aspectos centrales del camino a recorrer en
la etapa crucial que se abría. Y para que el Frente Amplio fuera actor decisivo en la
coyuntura resultaba más imperiosa que nunca su unidad de acción, lo que no resultaba
sencillo de imaginar y mucho menos de construir rápidamente. En ese objetivo, que
para él alcanzaba los perfiles de una auténtica obsesión por aquellos días, Seregni estaba
dispuesto a hacer jugar toda la fuerza de un liderazgo que nunca fue ni sería tan poderoso
como entonces.1144

***
Cuando al general Seregni sus carceleros le tomaron la fotografía de preso del 20
de noviembre de 1976,1145 con seguridad ninguno de ellos pudo imaginar que algún día
ese rostro desafiante, adusto, rebelde, ese gesto de un preso político al que ni siquiera
respetaban como tal y al que habían intentado degradar desde sus códigos de honor,
serviría algún día como símbolo implacable para marcar a fuego y para la historia la
ignominia de una dictadura que trataba de traidores a los militares constitucionalistas
y que condenaba a la prisión a quienes eran símbolos de la libertad civil. Esa mirada
imborrable, como la del resto de sus compañeros de la comunidad del piso seis, cuarenta

(1144)  De la siguiente manera define Bottinelli las transformaciones como dirigente político de Seregni
durante estos años en prisión: «El Seregni preso, en dos tiempos: desde ese 9 de julio hasta el domingo 2 de
noviembre de 1974; y luego desde el domingo 11 de enero de 1976 hasta su salida definitiva el 19 de marzo de
1984. En total estuvo 3472 días en prisión, que suman nueve años, siete meses y un día. Fue considerado el preso
político número uno del Uruguay y en el exterior, uno de los presos políticos más importantes del mundo. En este
período Seregni va creciendo en silencio, pasa a ser un referente de la izquierda y de las fuerzas de izquierda en
el exilio, como un hombre que está ahí presente aunque no pueda hablar. En el intervalo de libertad condicionada
entre su primera salida y su segunda prisión, en ese año largo, ya ejerce un poder un poco mayor que el de mero
moderador. Va camino al liderazgo. [...] En la propia cárcel, en los últimos años es cuando empieza a vislumbrarse
como el conductor de la izquierda al elaborar una estrategia propia de salida a la situación del país. Empiezan las
cartas desde la prisión. Hay una primera muy importante en 1981, en que preanuncia la estrategia, y sobre todo hay
una clave de 1982, donde formula la convocatoria al voto en blanco para marcar la existencia del Frente Amplio,
en un momento en que era muy dudosa su supervivencia. Se difundía la idea de que lo que existían era el Partido
Comunista, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Cristiano (que explícitamente se consideraba fuera del
Frente Amplio) y otros grupos más o menos orgánicos. En el exterior funcionaba una autoridad del Frente Amplio
donde no estaban todos los que habían sido parte del mismo en los tiempos de legalidad; además había estrategias
diversas hacia las elecciones de autoridades partidarias de 1982. Allí hace el llamado al voto en blanco con la idea
de decir “el Frente Amplio existe, está proscripto pero va a marcar su presencia”».
(1145)  Esta foto y la de los otros militares frenteamplistas confinados en Carcel Central aparecen en DNII.
Departamento 3. Cárcel Central. Reservado. Sección Secreta. S-2. 2.1.2-170.

323
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

años después nos sigue interpelando. Por entonces, Seregni bordeaba los sesenta años y
en la dura hora de la prueba, sin saberlo tampoco, con su mirada indignada y honorable
también convocaba al futuro.
Estaba preso por sus convicciones, por compromisos asumidos con la seriedad
de ese coraje tranquilo que muchas veces destacó como una de las características más
señaladas de los orientales, que era como le gustaba denominar a sus compatriotas. Con
seguridad el Frente Amplio no hubiera sobrevivido los retos inmensos de la dictadura
sin Seregni. Desde entonces, no es posible pensar al Frente Amplio y a Liber Seregni
por separado. Más allá de errores y diferencias, de aciertos y desaciertos, fue en aquellos
años de la dictadura que por primera vez Liber Seregni se convirtió de pleno derecho
en el líder histórico del Frente Amplio. La cárcel compartida lo había vinculado de un
modo nuevo a la izquierda tradicional cuyos militantes eran, con los tupamaros, la parte
sustancial de ese universo. Dicho de otra manera, la prisión también lo había soldado a
la historia de la izquierda.
Como vimos, en las horas más desafiantes de la dictadura, desde una gran soledad,
jugó todas sus cartas a una apuesta que muchos daban por perdida: la continuidad
vigorosa y unitaria del partido que como nadie había contribuido a preservar. Como diría
apenas dos días después de su liberación, en la conferencia de prensa del 21 de marzo de
1984: «Muchas veces he pensado que el Frente tuvo dos años de vida y tuvo once años
de martirologio. Alguien pensó que podía hacerlo desaparecer. Acá está el Frente, acá
está en la calle». Tal vez es esa misma fuerza de convicción la que permite más de treinta
años después que los frenteamplistas de hoy sigan encontrando los ecos de su identidad
en aquellas frases inolvidables de Seregni recién liberado: «Fuimos, somos y seremos
una fuerza constructora. Obreros de la construcción del futuro Uruguay democrático».

324
Capítulo 16 | seregni, wilson y las grandes controversias: el pacto del club naval y la ley de caducidad

Capítulo 16
Seregni, Wilson y las grandes controversias:
el pacto del Club Naval y la Ley de Caducidad
«¿Qué hacen los «dialogadores»? ¿Prosiguen dialogando? Y después, ¿participan en
las elecciones de las que nos separan seis meses, aunque el señor Ferreira siga preso o
aunque siga proscripto? Y ¿qué hace el ferreirismo, si al líder lo mantienen en prisión
o no lo desproscriben? ¿Se levanta en armas? ¿Hace una revolución? ¿Cómo? ¿Con
quién o con quiénes? ¿En tal situación puede haber elecciones?»
Carlos Quijano, fragmento de su carta a Guillermo Chiflet, fechada el 26
de mayo de 1984.

Sin duda que uno de los recuerdos que ha quedado más en las marcas de la memoria
sobre la vida de Seregni ha sido su «discurso del balcón». Para muchos fue el momento
estelar de su vida política.1146 De lo que no cabe duda es que sus breves palabras en ese
momento, así como las declaraciones que realizaría a distintos medios de prensa en los
días siguientes marcaron con mucha claridad el talante con el que Seregni salía de su
larga prisión y, sobre todo, el enfoque que primaba en su visión estratégica sobre el
proceso decisivo de las negociaciones que se avecinaban:
Todos nuestros esfuerzos [estarán] para pacificar esa marcha y para encauzar la libertad y el
total ejercicio de la democracia. Por eso, compañeros, quiero decirles a ustedes: ni una palabra
negativa. Ni una sola consigna negativa. [...] Antes de que ustedes se retiren… quiero decirles una
cosa: la gran preocupación de este momento para poder transitar efectivamente los caminos para
la reconstrucción de la democracia es la pacificación de los espíritus, la pacificación nacional. Lo
sentimos como una necesidad: no hay democracia si no hay paz.1147
Como se ha señalado, esa idea fuerza se convirtió en una de las definiciones
centrales de sus pronunciamientos ante los medios nacionales e internacionales que lo
entrevistaron profusamente luego de su liberación. Incluso, esa exigencia prioritaria de
pacificación fue el principal fundamento para justificar algunas de sus demandas más
sentidas por aquellos días: la amnistía general e irrestricta, el reconocimiento pleno del
Frente Amplio como protagonista insoslayable de toda negociación, el fin inmediato del
exilio político, entre otros. Interrogado en forma expresa por el sentido que le otorgaba
al concepto de pacificación, tantas veces invocado, Seregni quiso ser bien preciso en
ocasión de su primera conferencia de prensa el 21 de marzo de 1984:
Cuando hablo de pacificación, hablo de cicatrizar heridas, de cerrar brechas, de eliminar odios
y resentimientos. La sociedad oriental tiene en el momento actual profundas heridas, traumas

(1146)  Esta es por ejemplo la opinión de Óscar Bottinelli, durante tantos años su secretario político: «Su
mayor legado, el “discurso del balcón”, el 19 de marzo de 1984, apenas salido de la Cárcel Central tras diez años
de prisión: “fuimos, somos y seremos una fuerza constructora, obreros de la construcción de la Patria del futuro que
queremos […] ni una palabra negativa, ni una consigna negativa […] tenemos que bregar para alcanzar la pacifica-
ción de los espíritus, la pacificación nacional». Cf. Seregni. Suplemento de El Observador…, o. cit.
(1147)  Colección Liber Seregni, tomo III, Los años de prisión…, o. cit., p. 253.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

tremendos por esos presos que están detrás de rejas, por esos exiliados que están lejos de su
patria. El sentido de pacificación que damos es la posibilidad de vivir en [...] total y absoluta
libertad en comunidad, en concordia, y para eso nuestro pedido de pacificación exige eliminar
como primera cosa [...] estas vallas tremendas que han producido estas heridas que todavía son
hondas.1148
Como ya se ha anotado, Seregni tenía muy bien perfilada y aun definida su estrategia
para la transición desde el bienio 1981-1982. La trilogía de movilización-concertación-
negociación ya había estado presente en varios de los documentos que había logrado
filtrar desde la cárcel a las autoridades semiclandestinas del Frente Amplio. Su obsesión
por afirmar la vigencia del Frente Amplio (en lo posible con su composición originaria
de 1971) se había profundizado luego del resultado del voto en blanco en 1982. Como
vimos, este último episodio tuvo muy fuertes consecuencias en la visión política de
Seregni. En primer lugar, lo impulsó a realizar un escrutinio afinado de qué grupos y
líderes acompañaban plenamente su reafirmación frentista y hasta qué punto reconocían
su liderazgo. Es en ese contexto que se explica el muy franco cruce de cartas con Rodney
Arismendi. También utilizó a este último para hacer llegar a las autoridades frentistas
en la clandestinidad mensajes muy duros en este sentido. Luego de manifestar su
desconcierto y confusión ante la actitud del Partido Comunista, en una de sus cartas a la
Mesa Ejecutiva del Frente Amplio de abril de 1983, Seregni no vacilaba en manifestar
de manera cruda sus dudas y sospechas:
Me falta información responsable. Nadie puede haber comprometido o comprometer posición
prematuramente. [...] En el momento adecuado, debemos decidir la mejor solución para nuestro
pueblo y –siempre– negociar nuestra participación. Somos, sí, la gran reserva estratégica, la
fuerza decisoria. Pero tenemos que estar lealmente unidos y afiatados. Y tomar, todos, conciencia
de que el bacalao se corta acá, porque es en este teatro donde juegan las fuerzas y los actores.1149
Ese escrutinio político que Seregni impulsó especialmente luego del episodio
electoral del voto en blanco fue hacia adentro pero también hacia fuera. Hacia adentro
no solo pasó por exigir lealtad y coherencia a los comunistas, sino que también implicó
registrar con precisión las posturas de todos los sectores frentistas y de sus principales
dirigentes, incluso de aquellos que, como en el caso del PDC, desde 1974 habían resuelto
formalmente su alejamiento del FA. Pero dada la coincidencia de 1982, cuando el PDC
se convirtió en el eje de la campaña por el voto en blanco, en 1983 ya existieron primeras
exploraciones sobre su eventual retorno a una reconstrucción frenteamplista.1150.
También existía sin duda una especial preocupación sobre lo que hacían y decidían las
autoridades frentistas en el exterior, con un recelo particular sobre Hugo Villar (a partir
de sus actitudes duales de 1982 en relación al mandato del voto en blanco), una distancia

(1148)  Ibídem, p. 284.


(1149)  Ibídem, p. 117.
(1150)  La Comisión Nacional de Ciudadanos por el Voto en Blanco fue apoyada en forma privilegiada
por el PDC, desde su medio periodístico de entonces que era el semanario Opción. La mayoría de sus integrantes
eran connotados militantes democristianos, aunque también participaron representantes socialistas y de la 99, más
ciudadanos de izquierda independiente. No participaron de la Comisión ninguna figura cercana al PC o al MLN.
Por entonces, el PDC, liderado por Juan Pablo Terra, orientaba su estrategia en la configuración de una «nueva
fuerza», una suerte de nuevo frentismo pero con una integración diferente a la de 1971. De todos modos, mantenían
un buen vínculo con Seregni.

326
Capítulo 16 | seregni, wilson y las grandes controversias: el pacto del club naval y la ley de caducidad

personal que no desaparecería más en el espíritu de Seregni. Mientras tanto, hacia fuera
del FA los últimos años habían comenzado a generar una decisiva inversión de alianzas
y alineamientos. Mientras Julio Sanguinetti afianzaba sus vínculos y contactos con
el general a través principalmente de un correo privilegiado como su amigo personal
Hugo Batalla,1151 el distanciamiento entre Seregni y Wilson Ferreira comenzó a crecer
progresivamente, sobre todo de parte del primero.
Esta circunstancia del cambio progresivo en los vínculos entre Seregni, Sanguinetti
y Wilson Ferreira, que se acrecentó luego de la liberación del general en marzo de 1984,
terminó siendo un factor clave en todo el trámite de las negociaciones con los militares
y aun en los itinerarios posteriores de la transición operada fundamentalmente durante la
primera administración de Sanguinetti.1152 La situación tenía su perfil paradójico. Wilson
Ferreira conocía a Seregni desde sus tiempos de ministro de Ganadería y Agricultura (1963-
1967) y lo había respaldado junto al general Santiago Pomoli, que era su amigo, cuando
el famoso incidente del desaire de Alberto Heber a ambos en 1966. Durante la dictadura
había denunciado en todos los lugares en los que estuvo y más que ningún otro dirigente
no frenteamplista, durante todo su exilio, la prisión del general, exigiendo su inmediata
liberación y exaltándolo como el preso emblemático del Uruguay en dictadura.1153 Aun
cuando los roces de las elecciones de 1971 habían dejado heridas entre ambos, el vínculo
personal y político luego había podido retomarse con rapidez, en particular cuando
arreció el proceso pregolpista y a través de la intermediación de dos figuras de gran
influencia para ambos, como lo eran Zelmar Michelini y Rodney Arismendi.1154 Puede
decirse también que Seregni y Wilson estaban más cerca ideológicamente, a pesar del
origen y las definiciones batllistas del general, a lo que se agregaba el hecho evidente
que en las movilizaciones callejeras contra la dictadura, quienes más se encontraban y
convergían eran precisamente frenteamplistas y ferreiristas.
También es cierto que la condición de militar de Seregni podía no aportar a la
química personal entre ambos y que Wilson siempre prefirió vincularse con otros
dirigentes frentistas, a quienes sentía más cercanos desde más de un punto de vista. Pero
sin duda el factor decisivo de su apartamiento fue la convicción que forjó Seregni en la
cárcel respecto a que la subsistencia del Frente en su formato originario corría severos
riesgos sobre todo por la competencia política del ferreirismo (como ya había acontecido
en 1971). Sin duda que esta convicción se profundizó a partir de lo ocurrido en noviembre

(1151)  Entrevista de los autores con Julio María Sanguinetti (22.7.2016). Por cierto que esta función de
correo informal de Batalla no implicaba de su parte ningún atisbo de postura posfrentista o de complicidad desleal
con el líder colorado. Solo que a través de su condición de abogado de Seregni y de amigo personal de Sanguinetti
era sin duda el mejor vehículo para que ambos líderes intercambiaran visiones e información sobre la coyuntura.
Batalla también fue muchas veces el correo del Seregni preso con Wilson Ferreira pero no cabe duda que la lejanía
del exilio volvía menos ágiles los contactos. Además, Wilson tenía otros muchos interlocutores frentistas, tanto en
el exilio como dentro del país, lo que dispersaba el vínculo directo.
(1152)  Para profundizar sobre la diferenciación entre los conceptos de dictadura tradicional (1980-1985) y
transición democrática efectiva (1985-1989), cf. Caetano-Rilla, Breve historia de la dictadura, Montevideo, EBO,
1987, primera edición.
(1153)  Para confirmar la fuerte militancia de Wilson Ferreira durante su exilio en el reclamo por la situación
y la liberación del general Seregni, cf. Jefatura de Policía de Montevideo. DNII. Prontuario 290.
(1154)  Entrevista de los autores con Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.

327
de 1982 cuando las elecciones internas de los partidos habilitados, con el éxito
rutilante de ACF, que contrastó vivamente con el caudal de sufragios logrado1155 por
la convocatoria por el voto en blanco.1156 A ello se sumó la confirmación creciente
de que sus proyectos de cómo conducir la transición a la democracia no convergían
en muchos aspectos.
Mientras tanto, Julio Sanguinetti supo moverse en ese contexto complejo con
gran habilidad. El líder colorado también conocía a Seregni de los tiempos del
segundo colegiado blanco (1963-1967), cuando arregiaron los rumores golpistas
vinculados con el creciente protagonismo del general Aguerrondo al frente de la
logia Tenientes de Artigas. Fue entonces que se convirtió, pese a su juventud, en
el interlocutor de la lista 15 ante Seregni, con el objetivo de conocer de primera
mano lo que estaba ocurriendo o podía ocurrir en la interna militar.1157 Disipado
el peligro golpista y con la nueva cúpula castrense netamente constitucionalista
dispuesta por Gestido como presidente electo en noviembre de 1966 (quien nombró
a Seregni nada menos que como comandante de la Región Militar n.º 1), Sanguinetti
y Seregni mantuvieron contactos normales hasta que, ya retirado del Ejército,
el general se convirtió en el presidente del Frente Amplio en 1971. Como se ha
advertido en los capítulos correspondientes, la Lista 15 mantuvo distancia política
con el Frente desde su origen, incluso luego de verificado el golpe. En junio de
1973, para negarse a coordinar acciones con el FA, algo que sí hizo el ferreirismo,
los dirigentes quincistas –entre ellos el propio Sanguinetti– invocaron entre otros
factores la desconfianza que les generaba el fervor febrerista que habían exhibido en
su momento varios dirigentes de la izquierda.1158
Sin embargo, Sanguinetti siguió manteniendo un vínculo muy estrecho con
su amigo de siempre, Hugo Batalla. Cuando este se convirtió en abogado defensor
de Seregni en 1979, la posibilidad de una intermediación directa por esa vía quedó

(1155)  En las circunstancias de 1982 y en la perspectiva de lo que ocurrió después, la apuesta al voto
en blanco, como muchas veces se encargó de señalar el propio Seregni, no puede considerarse un fracaso. Si
bien es cierto que el número de votos alcanzado fue sustantivamente inferior al obtenido por el FA en 1971
y al que obtendría dos años después en 1984, como hecho político marcó una presencia cuya consideración
resultó desde entonces imperativa para todos los actores, tanto para los militares como para los partidos
tradicionales. A propósito de la valoración de la opción por el voto en blanco en 1982 señaló años después
el propio Seregni: «La historia nos ha dado la razón, la profunda razón que teníamos cuando levantamos
la bandera del voto en blanco, que fue la salvación del Frente, sin lugar a dudas. [...] El voto en blanco le
demostró incluso a la dictadura que no podía haber ningún tipo de solución en el país, sin que interviniera,
en forma protagónica, el Frente Amplio». Cf. Silvia Dutrénit Bielous, El maremoto militar y el archipiélago
partidario, Montevideo, Instituto Mora-ECS, 1994, p. 200.
(1156)  Wilson Ferreira y su hijo Juan Raúl pudieron confirmar ese distanciamiento y esa frialdad
cuando el día de la liberación de Seregni, el 19 de marzo de 1984, sus llamadas telefónicas desde Londres y
desde México no lograron llegar a la comunicación directa con el general, pudiendo hablar solo con su hija
Bethel. Entrevista de los autores con Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.
(1157)  Entrevista de los autores a Julio María Sanguinetti (22.7.2016). En la segunda de sus entre-
vistas con el general Seregni, Sanguinetti concurrió acompañado por Carlos Fischer, dirigente colorado de
Young, último presidente del Consejo Nacional de Gobierno de mayoría colorada en el período 1958-1959.
(1158)  Entrevista de los autores a Julio María Sanguinetti (22.7.2016).
planteada. Esta comenzó a efectivizarse sobre todo a partir del bienio 1981-1982,
precisamente cuando Sanguinetti afirmaba su liderazgo y cuando cada vez se ponían más
de manifiesto sus diferencias estratégicas con Wilson Ferreira a propósito de las mejores
vías de salida de la dictadura. Cuando se produce la reunión entre Sanguinetti y Wilson
Ferreira en Santa Cruz de la Sierra, en agosto de 1983, el primero sinceró por completo
su visión de la coyuntura con el líder nacionalista: a su juicio tanto Wilson como Seregni
no serían desproscriptos para las elecciones del año siguiente y si el Partido Nacional no
acompañaba en las negociaciones con los militares al Partido Colorado, este las llevaría
adelante con el Frente Amplio.1159
En la entrevista que concedió a los autores, Julio María Sanguinetti confirmó que
su principal correo con Seregni preso era efectivamente Batalla y reconoció que por esa
vía él conocía bien lo que pensaba el general sobre las vías posibles de la transición.
No confirmó si en agosto de 1983 ya sabía que Seregni aceptaba como inevitables su
proscripción y la de Wilson en las elecciones de 1984 como concesiones inevitables
para una salida negociada.1160 Pero siguiendo la documentación de Seregni en aquellos
años puede conjeturarse que era muy posible que eso fuera así. Más allá de esto, lo que
resulta evidente siguiendo los pronunciamientos de estos tres grandes protagonistas de
la política uruguaya en aquellos años es que Seregni y Sanguinetti tendían a coincidir
en el proyecto de transición, mientras que sobre ese particular, Wilson quedaba en una
posición cada vez más distante de ambos.
La gran pregunta que podía hacerse entonces es si la postura negociadora de Seregni
lograría ser predominante en un Frente Amplio que planteaba fuertes incertidumbres
en su interna, luego de más de una década de proscripción, clandestinidad, represión
y también de varios intentos posfrentistas impulsados o por lo menos explorados por
algunos de sus dirigentes. Y aquí sí a Seregni le correspondió un rol determinante. En
1984, por primera vez, con toda la legitimidad que traía de sus años de cárcel, el general
se había convertido en el auténtico líder del Frente Amplio, ya no era un simple primus
inter pares como antes de la dictadura.
En una dirección concurrente, también cabe indagar cuándo puede decirse que
nace efectivamente el frenteamplismo como una identidad que supera con claridad a
la de los sectores o partidos componentes del FA. Tampoco resulta una casualidad que
la resistencia a la dictadura y la propia liberación de Seregni en 1984 coincidan con la
primacía también inédita de un sentimiento frenteamplista sobre el origen partidario o
sectorial dentro de la fuerza política de la izquierda uruguaya. Volvemos a una cita de
Bottinelli al respecto:
Estaban sentadas las bases para una pertenencia, pero faltaba crear la pertenencia. Para ello
debió necesitarse un elemento identificador y aglutinador en el largo silencio de la dictadura,
favorecida esa búsqueda de pertenencia por el debilitamiento de las tres identidades de tipo
partidario existentes al interior del Frente Amplio (y de sus colores): la comunista (roja), la
socialista (verde) y la demócrata cristiana (naranja). Y allí aparece con fuerza el tricolor

(1159)  Cf. Achard, Diego, La transición en Uruguay, Montevideo, EBO, 1995, pp. 180-182.
(1160)  Entrevista de los autores a Julio María Sanguinetti (22.7.2016).

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

frenteamplista. Y nace el frenteamplismo, encarnado en la figura del general Liber Seregni, que
preso una década, adquiere para su gente características míticas».1161
Todas estas circunstancias y sobre todo su conjugación dieron un enorme poder
a Seregni luego de su liberación. Su figura simbolizaba en ese momento, de manera
inapelable, la mística frenteamplista emergente tras la dura prueba de una dictadura no
concluida, una nueva tradición que expresaba –como otrora lo habían hecho blancos
y colorados desde el siglo XIX– los contornos de una comunidad de sangre forjada en
la resistencia. Y sabedor de ello, convencido además de su estrategia, Seregni utilizó
plenamente esa dimensión emocional de su liderazgo que antes nunca había tenido.
Y literalmente jefeó, en una coyuntura en la que por muchas circunstancias el Frente
Amplio podía ingresar en una dura fase de controversias internas. Fue desde esa
condición que pudo desbordar por completo las restricciones que los militares quisieron
imponerle luego de su liberación para acotar su accionar político. «La realidad es otra,
señor general, [...] los hechos son más porfiados que [...] los reglamentos. Yo voy a seguir
[...] porque es mi responsabilidad», le replicó al general Rapela, ministro del Interior, que
lo citó en junio de 1984 para recordarle esas restricciones.1162
Con la fuente de esa misma autoridad, en contra de la opinión de varios dirigentes
frentistas habituados a una mayor cercanía con la dirigencia ferreirista, como se ha visto,
Seregni se manifestó contrario a la propuesta nacionalista de llevar adelante un plebiscito
para confirmar elecciones plenamente libres, además de negarse a correr el riesgo de
encontrarse con Wilson Ferreira a pedido de este, ya fuera intentando viajar a Buenos
Aires o en un encuentro clandestino en la frontera.1163 Aunque fue por su impulso que
volvió a reunirse la Multipartidaria, en sus sesiones los delegados nacionalistas no dejaron
de sorprenderse con las crecientes coincidencias que mostraban en sus análisis Seregni
y Sanguinetti. Tampoco le agradó al general la decisión de Wilson del 2 de mayo, en la
que comunicó su decisión unilateral de retornar al país el 16 de junio. Aunque juzgaba
equivocado ese paso, no impidió una resolución del Plenario del Frente Amplio del 6 de
junio en la que, ante la inminencia del retorno del líder nacionalista, se expresaba la firme
solidaridad con Wilson en su retorno, así como la inscripción de este acontecimiento en
las luchas frentistas por la amnistía general e irrestricta, el retorno de todos los exiliados
y la desproscripción de todos los hombres y partidos.
Se dejaba en libertad a los militantes para concurrir al acto de recepción de Ferreira
en la avenida del Libertador, pero la declaración culminaba con un párrafo que parecía
responder a las advertencias seregnistas:

(1161)  Bottinelli, Oscar, «El nacimiento del frenteamplismo», Montevideo, El Observador, 14.2.2016,
también disponible en la página web de Factum, ‹www.factum.uy/analisis/2016/ana160214.php›.
(1162) Butazzoni, Mano a mano…, o. cit., p. 347.
(1163)  Entrevistado por Juan Miguel Petit para el semanario Jaque el 6 de julio, ante la pregunta de por qué
no habían conversado juntos Sanguinetti, Ferreira y él, Seregni respondió: «Pienso que si esa reunión se hubiera
realizado, ciertamente hubiera disipado dudas y allanado los caminos de futuro. La reunión se hacía dentro o
fuera del país. Y sucede que para salir del país yo no tengo ninguna limitación jurídica. Pero tengo una limitación
administrativa: no puedo cruzar las fronteras sin abonar las dispensas carcelarias, sin pagar lo que a los presos
políticos se les cobra por estar presos. O sea que por un lado Wilson no podía entrar, yo no podía salir», «Seregni y
la negociación. “No podíamos esperar sentados”», Jaque, Montevideo, viernes 6.7.1984, p. 6.

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Capítulo 16 | seregni, wilson y las grandes controversias: el pacto del club naval y la ley de caducidad

Que aun reconociendo el origen partidario del recibimiento previsto, manifiesta su apoyo al
acontecimiento que debe ser situado en el marco de un proceso que hoy más que nunca requiere
una firme voluntad política de concertación opositora de todas las fuerzas políticas, sociales y
empresariales.
En cualquier caso, la presencia de la militancia frenteamplista debería darse
«plenamente identificada con sus banderas y consignas».1164 En respuesta o más allá de
esta resolución, miles de frenteamplistas se hicieron presentes aquella mañana fría en la
avenida del Libertador. Incluso Seregni y Licandro fueron a la manifestación del 16 de
junio, aunque su presencia duró unos pocos minutos.
Un viejo conocido y amigo personal de ambos, nada menos que Carlos Quijano,
a fines de mayo le había escrito preocupado a su «hermanísimo Guillermo» (Chiflet),
prefiriendo, como siempre, el rol de «ser crítico a ser actor»:
Veo día a día que la situación del Uruguay se hace más confusa. El frente opositor se ha
resquebrajado. El plebiscito –¿qué otra cosa podía esperarse?– ha sido prohibido. El señor
Ferreira se dispone a iniciar una cruzada fluvial el 16 de junio. Muy bien. Es un desafío. Pero,
¿con qué fuerzas espera contar? Entretanto, los demás continúan dialogando o aprestándose a
dialogar de nuevo. De lo cual resulta: a) que la dictadura parece tener una estrategia y una
táctica que, metralleta en mano, aplica con rigor; b) que la oposición carece de unidad, además
de carecer de plan o proyecto. Dictadura unida contra la oposición desunida. [...] ¿Qué hacen
los «dialogadores»? ¿Prosiguen dialogando? Y después, ¿participan en las elecciones de las que
nos separan seis meses, aunque el señor Ferreira siga preso o aunque siga proscripto? Y ¿qué
hace el ferreirismo, si al líder lo mantienen en prisión o no lo «desproscriben? ¿Se levanta en
armas? ¿Hace una revolución? ¿Cómo? ¿Con quién o con quiénes? ¿En tal situación puede
haber elecciones? No hubiera sido, entonces, mejor no participar en un diálogo, condenado
desde el principio? ¿Y no hubiera sido mejor también, no haber propuesto más tarde fórmulas
transaccionales, como la elección indirecta?1165
Con su perspectiva crítica de siempre, opuesto como en 1942 a un modelo de salida
en el que a su juicio se cedía mucho frente al régimen, más proclive a lo que caracterizaba
como una ruptura democrática que por cierto incluía negociación pero desde posiciones
más fuertes y unidas, Quijano se mostraba tan radical como visionario en sus juicios
sobre la coyuntura que se abría. En más de un sentido, sus palabras condensaban una
sabia descripción de la grieta que en el arco de oposición más dura a la dictadura se abría
con el distanciamiento irreversible entre Seregni y Ferreira.
Ante la confirmación de la prisión de Wilson Ferreira y de su hijo Juan Raúl, las
diferencias políticas y estratégicas entre los partidos estallaron. Frente a la negativa
rotunda del Partido Nacional de negociar con su líder preso, sin duda que bajo los
impulsos firmes de Seregni, el Frente Amplio decidió continuar las negociaciones con
el Partido Colorado y la Unión Cívica. En los registros de la DNII sobre las reuniones
de la Multipartidaria en los días previos al paro cívico del 27 de junio de 1984, más allá
de la controvertida fidedignidad de la fuente, puede advertirse la muy fuerte tensión de

(1164)  Archivo Seregni, Resolución del Plenario Nacional del Frente Amplio fechada el 6.6.1984 con el
título «Ante el regreso de Wilson Ferreira Aldunate».
(1165)  Quijano, Carlos, «Los años del exilio». Cuadernos de Marcha, tercera época, año 1, n.º 1, junio
1985, pp. 132 y 133. La carta estaba fechada el 26 de mayo de 1984, apenas dos semanas antes de su fallecimiento,
que se produciría en la ciudad de México, el 10 de junio de ese mismo año.

331
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

los debates de entonces, así como la polarización sin retorno de las posturas asumidas.
En tal sentido, en un memorándum secreto fechado el 22 de junio, en el que se narra con
un insólito detalle lo conversado en oportunidad de una reunión de la Multipartidaria, se
registra una intervención de Seregni particularmente significativa. Escribía el informante
anónimo:
[…] los delegados nacionalistas aguardaban la posición del Frente Amplio, para esgrimir sus
argumentos defendiendo la posición adoptada, confiados en el apoyo de este. Manteniendo el
orden preestablecido le sigue en el uso de la palabra el Frente Amplio, en nombre del cual,
Liber Seregni reitera la posición negociadora de la coalición, ya hecha pública en declaraciones
previas. Ya en el análisis de la problemática, trató en un momento de ensoberbecidos a algunos
dirigentes nacionalistas, que manifestaran públicamente que ellos SOLOS saldrían al frente, que
ellos SOLOS sacarían a Wilson, que había que acabar de una vez con mirar solo a FERREIRA
y no forzar más las posiciones. Interviene entonces el Pbro. Juan Martín Posadas, quien señala
que su afirmación anterior no concordaba con lo declarado recientemente en forma pública por
el presidente de la Junta Nacional del Partido Demócrata Cristiano, Cr. Juan Young (es del caso
recordar que últimamente se viene deteriorando la relación entre el PDC y Liber Seregni) ante
lo cual visiblemente alterado, con vehemencia Seregni, apoyado por Cardozo, establece que «la
posición del Frente Amplio soy yo, y fue, es y será dialogar». Se acuerda que los tres PP.PP. van
a tratar el documento [borrador que contenía las pautas de negociación] con o sin los «blancos»,
la expresión fue: «o conversan sobre el documento o de lo contrario quedan afuera».1166
Como ya se anotara en el capítulo 10 de la parte I de este libro, la reunión siguiente
de la Multipartidaria resultó aun más tormentosa que la anterior. La reunión se inició con
durísimas recriminaciones de Seregni dirigidas especialmente a Guillermo García Costa
y a Juan Martín Posadas, por las gestiones realizadas por estos ante autoridades del Frente
Amplio con el fin de desautorizar sus posiciones en las conversaciones interpartidarias y
con el objetivo de que «cambiaran la posición negociadora del Frente Amplio». Luego de
varias réplicas del líder frenteamplista ante explicaciones de los delegados nacionalistas,
Seregni en acuerdo con Sanguinetti propusieron la declaración que finalmente se aprobó
con el voto contrario del Partido Nacional. El informante anónimo sintetizó «que la idea
general es tratar esta etapa como una prenegociación pero que esto es para la opinión
pública, ya que la idea es continuar de cualquier forma las reuniones con las FF. AA.».
El memorándum concluía con el siguiente párrafo, por demás significativo:
Las fuentes señalan que a esta altura, el Partido Colorado, el Frente Amplio y la Unión Cívica,
van a prescindir en el futuro del Partido Nacional, debido fundamentalmente a la posición dura
e intransigente que adoptara Seregni, luego de la injerencia pretendida del Partido Nacional».1167

(1166)  Jefatura de Policía de Montevideo. DNII. Memorándum secreto n.º 089/84. Montevideo, 22 de junio
de 1984. Ref. : Reunión Interpartidaria. En el mismo memorándum, el informante anónimo continúa informando
sobre la reunión y agregando algunos detalles fuertes: la información de que luego de la intervención de Seregni
«prácticamente se les trasmitió (a los delegados nacionalistas) un ultimátum hasta la próxima reunión de la Inter-
partidaria»; que «Gonzalo Aguirre admitió [...] la culpa de Ferreira, a quien califica de muy «tozudo» en no querer
ningún tipo de diálogo o negociación». «Ya a nivel informal –prosigue el autor del memorándum– los delegados
del P. Nacional al referirse a Wilson Ferreira Aldunate lo llaman «el loco», hecho por demás significativo. [...]
Alembert Vaz, por su parte, reconoció los serios errores cometidos por los dirigentes de su sector y del propio
Wilson Ferreira Aldunate». Cf. Ibídem.
(1167)  Jefatura de Policía de Montevideo. DNII. Memorándum secreto n.º 091/84. Montevideo, 29 de junio
de 1984. Ref.: Reunión Multipartidaria.

332
Capítulo 16 | seregni, wilson y las grandes controversias: el pacto del club naval y la ley de caducidad

Más allá de todo cuanto puede decirse sobre los contenidos de estos documentos
–el carácter absolutamente ilegítimo de la fuente, el anonimato del informante, el grado
de perforación de la imprescindible reserva de estas reuniones, las grandes dudas sobre
cómo se llegó a tener una información tan detallada de una reunión política reservada y
de esa significación, la debilidad en la que quedaban los partidos antes sus interlocutores
militares en la negociación de fondo, quiénes eran las fuentes invocadas, entre tantas
otras preguntas posibles–, lo que se señala en ellos no diverge mayormente de las
definiciones públicas que asumieron los actores por aquellos días. Por su parte, estos
informes también refuerzan la magnitud de los realineamientos entre Seregni, Sanguinetti
y Ferreira, así como el vigor sorprendente del ejercicio de liderazgo político del general
ante los delegados de los demás partidos.
En los días siguientes al paro cívico, Seregni debió volver a realizar un trabajoso
ejercicio para convencer a sus huestes, lo que incluyó no solo reuniones con la dirigencia
frenteamplista sino múltiples encuentros en comités de base, a los efectos de unificar
posturas en una militancia bastante perpleja ante el desarrollo de los acontecimientos.
Por su parte, ya sin la participación del Partido Nacional, que se excluyó de toda
negociación mientras su líder estuviera preso, el proceso de las negociaciones con las
FF. AA., representadas en esta ocasión por los comandantes en jefe de las tres armas,
se aceleró de manera sostenida. Como se ha visto no faltaron dificultades, pero el
acuerdo entre las partes finalmente se pudo lograr en un mes. Seregni no participó de
las reuniones por razones obvias pero los otros delegados le reconocieron públicamente
el rol de director técnico del equipo negociador conformado por los delegados de los
partidos participantes. Las negociaciones se iniciaron formalmente el 6 de julio en la
sede del Esmaco. Luego de cuatro reuniones en esa sede se resolvió cambiar de lugar de
encuentro: la quinta reunión se realizó en el ámbito sin duda más amable del Club Naval
el 30 de julio. Muy pocos días después, el 2 de agosto se aprobó el acuerdo, el que se
formalizó en forma pública al día siguiente.1168
Para Seregni, sin embargo, la pulseada no había concluido. Debía lograr primero
que el Plenario Nacional aprobara lo acordado, lo que finalmente se produjo el 7 de
agosto con 31 votos por sí, 14 por no y 6 abstenciones. El resultado no era apabullante
y demostraba las resistencias que todo el proceso había despertado en la dirigencia y en
los sectores frenteamplistas. En esa instancia Seregni volvió a poner en juego su nuevo
rol de líder estratégico y los principales grupos del Frente lo apoyaron. Pero quedaban
los militantes de a pie y en la perspectiva seregnista, aun en una coyuntura tan difícil, su
aprobación simbólica resultaba fundamental. Para lograr ese efecto fue que se realizó el
acto del 10 de agosto en la Explanada Municipal, un genuino lugar de la memoria para
todo frenteamplista que se preciara. Pese a todos los preparativos y prevenciones, la
instancia no resultaba sencilla. No había unanimidad sobre el camino asumido, las dudas
y recelos eran muchos y había grupos fuertes que de manera muy directa repudiaban lo
pactado. En un acto difícil que Seregni quiso presentar, desde su imaginario artiguista,

(1168)  Para un seguimiento pormenorizado de todo el proceso del tramo final del llamado Pacto del Club
Naval, cf. Achard, Diego, La transición en Uruguay…, o. cit., en especial pp. 53-55.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

como una asamblea abierta frente al pueblo frenteamplista, el general debió poner en
juego nuevamente la fuerza renovada de su liderazgo.
Su discurso comenzó con una extensa evocación sobre la continuidad histórica
del Frente Amplio durante la dictadura, en la que asumió en forma directa la retórica
artiguista, tomando incluso pasajes textuales de algunos de los principales documentos
del prócer, dirigidos «a nuestros pueblos, los pueblos de todos nuestros comités de base».
Desde ese soporte netamente artiguista, que tanto le gustaba, Seregni luego pasó revista a
las luchas y los dolores de los frenteamplistas durante la dictadura, presentándolos como
señas de identidad y de unión indubitables. Luego de esa larga introducción, el general
entró en el tema de la negociación tratando de persuadir acerca de su imperiosa necesidad:
«[…] no ha sido fácil entender la necesidad de negociar. [...] Ya hemos explicado esto:
negociamos porque somos fuertes, de lo contrario se nos impondrían las soluciones. Pero
negociamos también porque el enemigo es fuerte, porque no somos capaces de imponerles
todas nuestras soluciones». En lo que presentó como una rendición de cuentas, Seregni
se preocupó muy especialmente en señalar los límites formales de lo acordado: «El único
documento que existe es el de la dictadura, el que reconoce ciertas conquistas del Frente
Amplio y de sus aliados. No hay ningún documento en contrapartida. No hay ningún
documento ni ningún acuerdo verbal que reconozca a la dictadura derecho alguno».
Luego en una suerte de consulta popular bastante teatral, sometió a la aprobación de
los militantes bajo un imperativo «¿sí o no?» preguntas y disyuntivas a propósito de la
relevancia de logros como «la desproscripción política y jurídica del Frente Amplio», «la
liberación de presos políticos», «el que las Fuerzas Armadas volverán a los cuarteles en
marzo del 85», hasta si se estaba de acuerdo «con la liberación y la desproscripción del
Sr. Wilson Ferreira Aldunate».1169
Ante todas estas preguntas, la casi totalidad de los asistentes contestaron con un
rotundo sí, como era de esperarse. Pero también es cierto que a militantes de los grupos
que habían votado en contra de lo acordado en el Plenario y que llevaban pancartas con
objeciones a aspectos del pacto, se los obligó a bajar los carteles por los responsables
de la seguridad del acto. También es cierto que algunos intentos de ciertos grupos por
corear consignas adversas al pacto fueron rápidamente acallados por ensordecedores
cánticos a favor del general. Luego de una presentación de los aspectos medulares
del proyecto de desarrollo frentista para el futuro Uruguay, Seregni retomó al final la
retórica artiguista para someter a consideración de los manifestantes las dos preguntas
fundamentales que llevaba: «¿Aprueban ustedes lo actuado hasta el presente por la
dirigencia del Frente Amplio? (el público responde con un enorme “¡¡Sí!!”) ¿Ratifican a
este Plenario y a quienes lo integran hasta que las próximas elecciones permitan señalar
nuevas autoridades? («¡¡Sí!!») (ovación)».1170
Como se señalara en la parte I, el acto no acalló las críticas, sin duda minoritarias
pero existentes, dentro del FA. Seregni continuó multiplicando su presencia para

(1169) Archivo Seregni, Discurso de Seregni en ocasión del acto organizado por el Frente Amplio en la
explanada municipal el 10 de agosto de 1984.
(1170) Ibídem.

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Capítulo 16 | seregni, wilson y las grandes controversias: el pacto del club naval y la ley de caducidad

convencer a los descontentos, tanto en el país como a través de mensajes dirigidos a los
comités frenteamplistas en el exterior. En un mensaje dirigido a los militantes frentistas
en México, el general insistió respecto al desagrado del Partido Nacional frente a las
opciones de la izquierda:
Ya no debemos pensar, nunca más, si estamos más cerca o más lejos de alguno de los partidos
tradicionales. Porque en Uruguay no existen dos, sino tres grandes fuerzas políticas. Y una de
ellas, nuestro Frente Amplio, es la que está marcando la línea a los demás.1171
Por su parte, en el Boletín del FA correspondiente a julio, en plena negociación, en un
editorial titulado «La concertación», el general recurría a fundamentar la moderación en
épocas difíciles con argumentos especialmente cercanos a la sensibilidad militante: «El
“todo o nada” implica optar momentáneamente por lo peor; y rechazamos enérgicamente,
compañeros, ese error teórico que significa “cuanto peor, mejor”».1172
Mientras tanto, el distanciamiento –plenamente recíproco ahora– entre Seregni y
el Partido Nacional alcanzaba su momento álgido. El 20 de agosto fue liberado Juan
Raúl Ferreira. Seregni lo llamó por teléfono pero de acuerdo con la versión del hijo
del líder blanco, «la conversación fue muy fría».1173 Incluso, luego de los episodios
de las últimas reuniones de la Multipartidaria, antes del retiro del Partido Nacional, la
dirigencia nacionalista se negó a tener a Seregni como interlocutor en las conversaciones
y gestiones entre ambas fuerzas políticas. Por su parte, luego de la liberación del líder
nacionalista ocurrida con posterioridad a las elecciones, el primer encuentro personal
entre Wilson y Seregni fue gélido, según todas las fuentes de información.1174
Luego de una campaña electoral tan breve como intensa, dentro de ese nuevo
mapa de competencia que emergió tras el Pacto del Club Naval, con elecciones que
se realizaron con candidatos y partidos proscriptos, pese a no poder acceder al triunfo
en Montevideo que era la expectativa mayor del Frente Amplio, Seregni pudo sentirse
satisfecho con los resultados. A dos años del voto en blanco de 1982, el objetivo de
reconstituir a un Frente Amplio protagonista y competitivo en materia electoral
(aproximadamente 22 % del electorado) se había logrado. El mapa interno del Frente
cambiaba en forma radical pero también allí Seregni podía encontrar razones para un
balance positivo: la 99 de Batalla, que en ese momento se veía como un sector muy
cercano y hasta representativo del seregnismo, se convertía en la fuerza más votada,
mientras que la IDI, que se había manifestado en contra del pacto y de las estrategias
negociadoras, emergía como la fuerza menos votada del Frente, con la cosecha de apenas
un diputado, en una situación similar a lo que le ocurriría al PDC. En cuanto al resto de
los resultados a nivel nacional, sobre la posición íntima de Seregni solo pueden realizarse

(1171)  Archivo Seregni, Mensaje de Seregni a los militantes frenteamplistas residentes en México fechado
el 4 de julio de 1984.
(1172) Archivo Seregni, Editorial de Seregni titulado «La concertación», publicado por el Boletín de la
Comisión Nacional de Propaganda para uso interno, julio de 1984.
(1173)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.
(1174)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016. De acuerdo con la versión del entrevistado,
Seregni no llamó a Wilson Ferreira el día de su liberación y en ocasión de su primer encuentro personal luego de la
liberación, Seregni concurrió solo, no hubo abrazo sino apenas un apretón de manos. Según sus expresiones, «no
hubo reproches, no fue reunión».

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

conjeturas. El nacionalismo y en particular el ferreirismo se sentían trampeados por la


exclusión impuesta y por la prisión durante la campaña de su principal dirigente, lo que
sin duda los había perjudicado en clave electoral. De esa situación, para muchos blancos
el principal responsable era Seregni, lo que alimentó un encono recíproco del que por
cierto resultaba ampliamente beneficiado el Partido Colorado. En cualquier hipótesis,
su reafirmada cercanía con Sanguinetti durante el trámite de las negociaciones parecía
garantizarle al general un interlocutor más amigable en el gobierno.
Pero se avecinaban tiempos de dura prueba para este nuevo Seregni que funcionaba
como líder efectivo del Frente. La Concertación Nacional Programática (CONAPRO)
que había funcionado con buenos resultados entre setiembre y noviembre de 1984,
incluso con la firma de un documento común en materia de política económica,
rápidamente quedó relegada en sus orientaciones por el nuevo gobierno, que reivindicó
la legitimidad que le otorgaba el triunfo en las urnas para asumir sus propios rumbos.
Esto significó un duro golpe para Seregni, que creía de un modo especial en el espíritu
concertacionista luego de una dictadura.1175 Más allá de la experiencia novedosa de la
inclusión de dirigentes frenteamplistas en varios directorios de instituciones del Estado,
los giros del gobierno de Sanguinetti comenzaron a marcar distancias con Seregni y el
Frente Amplio. El general había focalizado su discurso en ocasión de la conmemoración
del XIV aniversario del FA –el primero en vísperas de la reinstitucionalización–
precisamente en el tema de la concertación.1176 Pero ya en junio de 1985 la evolución
del gobierno lo llevaba a reclamar con firmeza el incumplimiento de lo pactado: «Hoy
no pedimos nada más que el estricto cumplimiento de las etapas que fueron concertadas.
[...] Pedimos el cumplimiento de lo acordado entre todas las fuerzas políticas que no se
está aplicando».1177
Junto con el progresivo y previsible distanciamiento del gobierno del presidente
Sanguinetti, que no casualmente coincidía con el reacercamiento de este último
con Wilson Ferreira y el Partido Nacional; también más allá de los muchos viajes de
reconocimiento que Seregni realizó durante ese primer año de democracia por distintos
lugares del mundo, para recibir premios, para agradecer campañas de solidaridad o para
reencontrarse con las colonias de uruguayos, en 1985 comenzaron a aparecer asuntos y
problemas que marcarían un lento pero efectivo deterioro en la capacidad de liderazgo de
Seregni. Las cuentas pendientes de la dictadura dejaban sobre la mesa nada menos que el

(1175)  Sobre el sentido más profundo adjudicado por Seregni al concepto de concertación ha señalado
Oscar Bottinelli: «Concertación fue una palabra puesta en el ruedo político por el general Seregni desde la cárcel
y adquirió en 1984 dos formas: la Concertación Multipartidaria, como la unión de todas las fuerzas políticas y
la Concertación Nacional Programática (CONAPRO), que agrupó a los cuatro partidos políticos más las organi-
zaciones sociales y las cámaras empresariales; y trazó las bases del acuerdo político-social para la restauración
democrática, con éxito desparejo. La Concertación –en la versión Seregni– quedó asociada además al concepto de
un proyecto de país que resultase de un gran acuerdo entre todos los partidos políticos, las fuerzas sociales y las
distintas capas de empresariado, para desarrollar el país a lo largo de toda una etapa histórica, algo similar al pacto
de Suecia de 1937». Cf. Oscar Bottinelli, «De la Concertación a la des-concertación». Montevideo, El Observador,
30.3.2015. Disponible en ‹www.factum.uy/analisis/2015/ana150330.php›.
(1176) Archivo Seregni, Mensaje con motivo del XIV aniversario de la creación del Frente Amplio,
5.2.1985.
(1177)  Archivo Seregni, Reportaje a Seregni del diario La Hora, junio de 1985.

336
Capítulo 16 | seregni, wilson y las grandes controversias: el pacto del club naval y la ley de caducidad

tema del enjuiciamiento de las flagrantes violaciones a los derechos humanos cometidas
durante los años de vigencia del terrorismo de Estado, un asunto que expresamente había
sido dejado de lado en el Pacto del Club Naval, ante la evidencia de la imposibilidad
de acuerdos sobre el punto. A ello se sumaba el desgaste cotidiano de ser el líder del
partido más opositor al gobierno, así como el factor no menos problemático de hacer de
facilitador de acuerdos dentro de un Frente difícil, con un mapa político distinto luego
de las elecciones de 1984.
Todo ello tendía a erosionar las posibilidades de la continuidad de un liderazgo
estratégico y a afirmar la necesidad de un retorno a las claves del un liderazgo de síntesis
y equilibrios. El propio Seregni sintió poco a poco el cambio, que reducía sin duda el
poder que había podido esgrimir en 1984 y en los comienzos de 1985. Además estaba
el urticante tema de la reestructura interna del propio FA: el año pasó y la Comisión de
Reestructura, luego de once meses de discusiones, no pudo alcanzar puntos de acuerdo.
Por otra parte, los muy fuertes conflictos verificados en el III Congreso del PIT-CNT, que
tuvo lugar en noviembre de 1985, venían a demostrar que no solo en el frente político
sino también en el campo de las organizaciones sociales, en la izquierda uruguaya
comenzaba una nueva etapa con disputas de toda índole.
Sin embargo, aun en ese momento de inflexión que en tantos aspectos significó
para el general el primer año de la democracia reconquistada, quedó espacio para un
reflejo de esa visión estratégica que tanto lo había caracterizado en su accionar en los
años anteriores. Advertido de las implicaciones profundas del fracaso del programa
concertacionista y del reacercamiento visible de los dos partidos tradicionales, retornado
–sin duda a su pesar– al rol de liderar una tercería distante del gobierno, Seregni quiso
advertir en momentos que comenzaban a resultar cada vez más difíciles las proyecciones
posibles de un Frente Amplio que pudiera ser unido y consolidado: En un discurso
pronunciado en mayo de 1985 en el Cilindro de Montevideo, el líder frenteamplista
señaló:
¿Cómo caracterizar la situación presente [...]? Lo más evidente, lo más obvio, es que ya no
existe un frente común de todas las fuerzas políticas contra la dictadura. [...] La dictadura
institucionalmente hablando, forma parte del pasado [...]. Este hecho entraña consecuencias
importantes. [...] Para los partidos tradicionales, este reordenamiento de la estructura política
significa que el Frente Amplio se ha convertido nuevamente en su adversario principal. El Frente
Amplio dejó de ser el aliado contra la dictadura, para ser el intruso político, el que rompe el
oligopolio bipartidista tradicional. Bien sabemos que todo sistema multipartidista es inestable y
tiende a la recomposición de un bipartidismo. En el largo plazo, pues, el Frente Amplio amenaza
la vida misma de uno de los dos partidos tradicionales. El Frente Amplio es una amenaza para
la plácida coexistencia política de dos partidos que disputan incansablemente sobre todo lo
accesorio, pero que están de acuerdo en lo esencial. En lo esencial, en lo profundo, tanto el
Partido Colorado como el Nacional son los opositores naturales de los intereses que representa
el Frente Amplio.1178
En aquel momento más de uno tomó a broma y caricaturizó el ejercicio prospectivo
de Seregni. Incluso se comentaba que el general pensaba que a la larga ese nuevo

(1178)  Archivo Seregni, Discurso de Seregni pronunciado en un acto frenteamplista celebrado en el Cilin-
dro de Montevideo, 22.5.1985.

337
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

bipartidismo opondría al Frente Amplio con el Partido Colorado, tras un opacamiento


progresivo del Partido Nacional. En cualquier hipótesis, en esta reflexión seregnista
de mayo de 1985, a la luz de lo ocurrido en las décadas siguientes, puede atisbarse
nuevamente la profundidad de la mirada estratégica de Seregni, su capacidad de análisis
de la coyuntura siempre proyectada a las exigencias de la imaginación de los futuros
posibles.
Pero en lo que Seregni se equivocaba era en creer que los problemas que dejaba la
dictadura formaban parte ya del pasado. Y el año 1986 se encargó de probarlo con creces.
Los procesos judiciales iniciados por las víctimas de la dictadura empezaron a avanzar
y a generar contiendas de competencia entre la justicia civil y la militar. Lo omitido en
1984 detonaba con toda su fuerza en 1986 y la cúpula militar, que seguía comandada por
el teniente general Hugo Medina, esa misma que había rechazado cualquier proyecto
de amnistía a su favor un año antes por considerarlo lesivo y hasta agraviante para la
institución, ahora exigía un tratamiento igualitario para policías y militares implicados
en denuncias. El impacto y la preocupación creciente que empezó a generar el tema de
las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura bajo terrorismo
de Estado parecía demostrar que los actores principales del pacto de 1984 –Seregni
incluido– habían subestimado el tema.
Aunque sea hasta hoy la postura oficial del Partido Nacional, ningún investigador
ha podido probar hasta el momento de forma persuasiva que la impunidad haya sido
consagrada en las negociaciones de 1984. No solo todos los partícipes del pacto lo han
señalado una y otra vez en sus declaraciones, sino que muchos discursos y acciones
desplegadas en 1985 parecen otorgar poco crédito a esa hipótesis. La negativa explícita
de los militares a ser amnistiados por ley en 1985, lo que quedó expresamente señalado
en la ley de amnistía aprobada para los presos políticos de la izquierda, se perfila en
esa dirección. Este tipo de señalamientos por cierto que no puede ignorar el poder
ganado por los militares en tanto interlocutores formales de un pacto de transición a la
democracia. Pero cabe recordar también que ningún actor político relevante, incluido
Ferreira, excluía la negociación con los militares.
Sin duda que el tema del juicio a los responsables del terrorismo de Estado bajo
la dictadura comportaba el tema más difícil y sensible. Las crípticas declaraciones que
sobre el asunto se hicieron luego del anuncio formal del pacto de 1984 habían dejado un
espacio de indefiniciones relativas, que sin duda los militares y aquellos grupos proclives
a dar vuelta la página supieron resolver de manera mucho más efectiva. Sin duda, el
distanciamiento entre los partidos y grupos que habían sido más radicalmente opositores
a la dictadura contribuyó en forma indirecta y sin quererlo a que el desenlace fuera el
que finalmente se concretó. Por decirlo de otra forma, lo que ocurrió finalmente en 1986
no era ineluctable; en el bienio 1985-1986 tuvo lugar una disputa política en más de un
sentido abierta. Y en ese terreno, como ya había anunciado Quijano antes de morir, la
ruptura del frente más opositor no contribuía en nada a la concreción de las alternativas
más civilistas y democráticas.1179

(1179)  Quijano, Carlos, «Los años del exilio», Cuadernos de Marcha, o. cit.

338
Capítulo 16 | seregni, wilson y las grandes controversias: el pacto del club naval y la ley de caducidad

En cualquier hipótesis, el tema derechos humanos acaparó la agenda política de


inmediato en 1986 y en ese contexto, la polarización y los reproches volvieron con
fuerza inusitada, recordando a todos que las cuentas pendientes de la dictadura eran
muchas y muy complejas de resolver. El fracaso del proyecto elaborado por Zumarán y
Batalla, hecho público por La Democracia el 15 de noviembre de 1985, reveló en forma
temprana que tras la tramitación de este espinoso tema todos los actores estaban jugando
sus fichas. Los militares, que habían dado por concluido el asunto en 1984, se mostraban
intransigentes ante cualquier eventualidad de juicio. El Partido Colorado en su gran
mayoría quería lo mismo, por lo que no vaciló en promover un proyecto de amnistía
irrestricta para militares, policías y asimilados para de ese modo dar por terminado el
tema. Pero este proyecto sucumbió rápidamente ante el rechazo pleno de ferreiristas
y frenteamplistas. Como vimos, en setiembre de 1986 los nacionalistas presentaron su
propio proyecto, apelando al otorgamiento de competencias especiales para la Suprema
Corte de Justicia y a acotar el margen de los delitos punibles.
Por entonces, Seregni advertía con responsabilidad la dimensión institucional de lo
que estaba en juego pero no quería proponer ninguna solución transaccional en público,
pues sabía que esta, cualquiera fuera, sería rechazada por la mayoría de las autoridades
del FA. Claramente ya no tenía la fuerza de mando que en 1984 le había permitido
imponer un rumbo al conjunto del Frente Amplio, aun con disidencias. De allí que su rol
en aquel momento fue también participar activamente en reuniones reservadas entre los
máximos líderes partidarios y el gobierno en la búsqueda de alguna solución alternativa
que pudiera ser aceptable para todos, incluidos los militares, que se mostraban cada vez
más firmes en la idea del no juzgamiento. Al mismo tiempo, en sus apariciones públicas,
Seregni afirmaba sin vacilaciones que el pueblo uruguayo «no aceptaba la impunidad»1180
y que sin una resolución digna «sobre la cuestión de los derechos humanos, no va a haber
afirmación cierta de la democracia y no va a haber pacificación».1181 En un mensaje
radial con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos el 10 de diciembre, el
general quiso ser absolutamente claro y no dejar espacio a especulaciones:
[…] es mi deber ratificar públicamente, de manera seria, responsable, pero también rotunda,
que el Frente Amplio no participará en ningún acuerdo que consagre la renuncia a esclarecer
y a juzgar las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas. [...] Como lo hemos hecho
siempre, estamos sí dispuestos a dialogar con todas las fuerzas políticas, sin exclusión alguna, en
la búsqueda de soluciones que contribuyan a instrumentar la actuación de la justicia. Siempre,
claro está, que esas soluciones no vayan dirigidas a validar la referida impunidad, porque
entonces no serían soluciones.1182
Sin duda, 1986 fue uno de los años más difíciles en la vida política de Seregni.
Como vimos, carecía del poder pero también de la convicción sobre la propuesta para
llevar adelante. Su responsabilidad política lo llevaba a explorar límites riesgosos en las
conversaciones con los líderes de los otros partidos. Pero también su liderazgo le exigía

(1180) Archivo Seregni, Discurso pronunciado en el acto del 66 aniversario del P. Comunista, Cilindro
Municipal, 26.9.1986.
(1181)  Archivo Seregni, Entrevista de periodistas del diario La Hora, publicada el 23.11.1986.
(1182)  Archivo Seregni, Mensaje a través de CX16 y CX30 en ocasión del Día Internacional de los Dere-
chos Humanos, 10.12.1986.

339
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

establecer definiciones y principios innegociables frente a la militancia frenteamplista.


En esta oportunidad, si ya no resultaba posible el protagonismo y la propuesta, los
márgenes para negociar una síntesis, que en este caso debía abarcar mucho más allá de
su partido, lo ponían frente a una situación límite. Volvió a reunirse con Wilson Ferreira
en más de una oportunidad en búsqueda de una propuesta aceptable pero la desconfianza
entre ambos ya resultaba insalvable.1183 Por otra parte, la propia evolución del gobierno
y de la coyuntura hacía que el presidente Sanguinetti privilegiara la búsqueda de una
salida por el lado de una negociación con Wilson sin el Frente Amplio. La articulación
inesperada que hizo posible el Pacto del Club Naval en 1984 ya no era viable en 1986.
En cambio, aunque arduo y difícil, Ferreira y su gente tenían muy fuertes motivos para
no quedar fuera del escenario en esta nueva encrucijada. La perspectiva de ganar las
elecciones en 1989 y ser gobernantes en 1990 los empujaba a reconciliarse de algún
modo con los militares.
Tal vez, salvo los militares pero por las peores razones, ningún actor político tenía
la fuerza y la convicción necesarias para una salida radical. Tampoco resultaba sencillo
imaginar cuál podía ser esta. El talante y la propia historia del general nunca apuntarían a
una dirección ultrista o que juzgara irresponsable. El presidente Sanguinetti había venido
bregando desde el inicio de su gobierno por rearticular un vínculo privilegiado y más
previsible con Wilson Ferreira y el Partido Nacional. Y a Wilson Ferreira, quizás en la
hora menos wilsonista de su vida política, le pesaban mucho su derrota y su marginación
de 1984. Todo parecía conducir a un cambio profundo de escenarios respecto a 1984,
en los que Sanguinetti y el Partido Colorado mantendrían el timón aunque con cambio
de socios. La historia de lo que pasó después es conocida y se encuentra resumida en el
capítulo 10 de la parte I.
No cabe duda de que, como le ocurre a todo dirigente político en una encrucijada
de negociación difícil, en aquellos meses dramáticos del segundo semestre de 1986, las
exploraciones de soluciones posibles en reuniones privadas no coincidían totalmente
con lo que esos mismos dirigentes debían o podían decir en los actos de militantes o en
las entrevistas de los medios. Esas diferencias quedaron de manifiesto en el programa
Prioridad, de Canal 10, en la que el 3 de diciembre de 1986, Liber Seregni y Wilson
Ferreira, con la extraña –y sospechosa– presencia entre ellos del ministro del Interior
Antonio Marchesano, discutieron acaloradamente ante una enorme audiencia de
televidentes el tema y las posibilidades de resolución de la crisis institucional que se
perfilaba. En esa ocasión, que sin duda con el paso del tiempo puede reconocerse como
una trampa en la que cayó Seregni,1184 Wilson Ferreira hizo públicas algunas de las
propuestas informales que el general había manejado en reuniones privadas, en particular
la de postergar por un año los juicios para buscar alternativas que, de cualquier modo,

(1183)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.


(1184)  En enero de 1987, Seregni advertía –como se ha anotado– en reportaje que le hicieran José Manuel
Quijano y Rodrigo Arocena para Cuadernos de Marcha que tanto la audiencia en el Palacio Esteves el 1.º de di-
ciembre como el programa en Canal 10 del 3 de diciembre habían sido realizados a pedido de Wilson Ferreira para
justificar ante la opinión pública su cambio de posición. Cf. Arocena, Rodrigo y Quijano, José Manuel, «Entrevista
a Liber Seregni. La oposición contra la pared…», o. cit.

340
Capítulo 16 | seregni, wilson y las grandes controversias: el pacto del club naval y la ley de caducidad

sería muy difícil que el Frente Amplio pudiera acompañar con su respaldo explícito.1185
Aquel fue el último encuentro personal que tuvieron Seregni y Ferreira, nos ha contado
Juan Raúl Ferreira.1186
Desconocemos si alguna vez cayeron en la cuenta de que casi medio siglo antes
habían marcado el paso juntos en aquel desfile del 25 de agosto de 1940, cuando caído
París, los dos buscaban, como muchos uruguayos, algún tipo de puesto en la batalla
contra el fascismo. En todo caso, la despedida de 1986 fue el final penoso de una historia
que pudo tener a ambos líderes empujando en un rumbo convergente, no solo en la
salida de la dictadura sino también después, con mayores coincidencias de rumbo en el
gobierno que siguiera. Algo de eso parece atisbarse en la foto en que ambos aparecen
caminando del brazo en una manifestación por 18 de julio, en ocasión de la primera
conmemoración del golpe de Estado en democracia el 27 de junio de 1985. Sin embargo,
paradojas de la política y de la vida, ambas figuras han quedado en el recuerdo de muchos
uruguayos signadas por aquellas últimas imágenes de rispidez y distancias insalvables.
El 22 de diciembre de ese mismo año fue aprobada la ley de Caducidad. En 1987 se le
descubrió un cáncer terminal a Wilson, que fallecería el 15 de marzo de 1988, sin tiempo
para reencuentros. Por estar en la comitiva oficial de un viaje del presidente Sanguinetti
al exterior, Seregni no estuvo presente en el cementerio del Buceo, cuando el sepelio del
líder nacionalista.
Tal vez para que ambos líderes hubieran podido congeniar más sus posturas en
encrucijadas tan decisivas y complejas como las de 1984 y 1986, a ambos les faltaron
puentes, ese tipo de vínculos que quizás podrían haber aportado figuras de la envergadura
de Zelmar Michelini o de Héctor Gutiérrez Ruiz. Pero ambos habían sido asesinados
por el terrorismo de Estado en 1976 y una década después no había nadie de su talla
que pudiera terciar de manera decisiva para saldar o por lo menos mitigar los fuertes
desencuentros de entonces entre Seregni y Wilson Ferreira. Ni siquiera estaba ya
don Carlos Quijano, para retarlos a ambos. Sin sobreestimar el rol de los liderazgos
en coyunturas tan complejas, tampoco proponiendo conjeturas imposibles siquiera de
imaginar, constatar esa ausencia, lejos de conducir a hipótesis contrafácticas tan lejanas
al oficio del historiador, tal vez pueda contribuir sí a interpelar y a agregar contingencia
al relato, incluso ayudar a entender un poco más y mejor lo que finalmente ocurrió.

(1185)  Dos meses después, Seregni negó que esa llamada «fórmula del amigo» hubiera existido de manera
formal. En una entrevista concedida al semanario Brecha, el general señaló a los periodistas Chifflet y Waksman:
«en el curso de una conversación informal, recordé lo que todas las fuerzas políticas habían sostenido –la conve-
niencia de una autocrítica y una depuración interna de las Fuerzas Armadas– y señalé que la única posiblidad de
que esas medidas se cumplieran era postergando los juicios por cierto tiempo, por ejemplo, un año. Después de esa
conversación me preguntaron si el F. A. acompañaría la postergación de los juicios y yo, interpretando la realidad
del FA, respondí que no, aclarando que una salida de esa naturaleza no daría lugar a una oposición tan frontal como
la que generaría cualquier fórmula que significara la impunidad definitiva. [...] De ninguna manera fue una pro-
puesta formal. Ni siquiera creo que pueda calificársela de hipótesis de trabajo. [...] Precisamente allí está lo central:
no hubo propuesta. Ni del Frente ni a título personal. Si la hubiera habido existiría, sí, una contradicción e, incluso,
una inmoralidad». Cf. Brecha, «La lupa», Montevideo, 20.2.1987.
(1186)  Entrevista de los autores a Juan Raúl Ferreira, 9.5.2016.

341
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

342
Capítulo 17 | del proceso de ruptura a la emergencia de un nuevo frente amplio (1987-1994)

Capítulo 17
Del proceso de ruptura a la emergencia de un
nuevo Frente Amplio (1987-1994)
«Mi compromiso es con el FA como frente de las izquierdas de este país. No concibo
polos de centroizquierda. Yo no podría jugar en ninguno de los polos de ese tipo. Yo
solo juego en los polos del FA tal como fueron concebidos en 1971 y en 1984.»
Liber Seregni, 18 de enero de 1987.

En el marco de todas estas tramitaciones a propósito de la exploración de alternativas


para una solución viable en torno al tema de los derechos humanos, resultó notorio que
fueron creciendo otros procesos paralelos que tendrían grandes consecuencias en los años
venideros. El proyecto Zumarán-Batalla de 1985 ponía de manifiesto de manera pública
el acercamiento político entre una franja de dirigentes ferreiristas y frenteamplistas, en la
búsqueda de confirmar coincidencias que permitieran crear lo que informalmente comenzó a
denominarse como un polo de centroizquierda. La figura de Hugo Batalla se había vuelto muy
popular y comenzaba a actuar políticamente con creciente autonomía respecto al liderazgo
de Seregni, con un respaldo cada vez más explícito del PDC. Esto hizo que su nombre
comenzara a ser incorporado como un presidenciable posible dentro del FA en las encuestas,
con guarismos que lo ponían en parámetros de competencia más o menos paritaria con el
propio Seregni. No fue para nada una casualidad, sino una expresión de esta nueva realidad
que el Movimiento por el Gobierno del Pueblo pasara a denominarse y a configurarse como
partido, a partir de una decisión tomada el 28 de noviembre de 1987, con lo que se oficializaba
la sigla PGP.1187 Por otra parte, junto con los acercamientos con dirigentes ferreiristas, los
dirigentes del PGP y del PDC comenzaron a constituir una suerte de espacio común en los
temas que agitaban la interna frenteamplista: el debate ideológico sobre las dos izquierdas,
la reestructura del FA efectivizada en 1986,1188 la reforma constitucional, la posibilidad de
conformar un acuerdo político en un polo de centroizquierda con el ferreirismo. Obviamente,
todos estos movimientos inquietaban a Seregni.

(1187)  Sobre este punto y otros vinculados a la historia de Hugo Batalla y de la Lista 99, la referencia obli-
gada es el libro de Leonel García, Hugo Batalla. Las luchas más duras, Montevideo, Ediciones B, 2013, p. 154.
(1188)  El nuevo Estatuto del FA, aprobado en 1986 y comenzado a efectivizar en 1987, pese a sus grandes
transformaciones, no dejó satisfecho plenamente a nadie y no logró apaciguar la interna. Por el contrario, en más
de un sentido profundizó las diferencias. Los grandes cambios operados, en particular la incorporación de las
«bases» con peso variado en los distintos organismos de dirección (con más de un tercio de los integrantes del
Plenario Nacional, al que se reconocía como «la máxima autoridad permanente») y las modificaciones en torno a
las condiciones requeridas (posibilidades de veto, exigencia de consenso, mayorías especiales, etc.) para definir el
carácter vinculante de las decisiones adoptadas por los órganos de conducción, no pudieron impedir el fortaleci-
miento «coalicional» de la acción de los sectores frenteamplistas. Para profundizar sobre el punto, consultar entre
otros a Jaime Yaffé, Al centro y adentro. La renovación de la izquierda y el triunfo del Frente Amplio en Uruguay,
Montevideo, Linardi y Risso, 2005; Bruno Vera, Sistema electoral, reglas de decisión y fraccionalización en el
Frente Amplio: análisis de la estructura de oportunidades para las fracciones. (1971-2008), ‹http://aucip. org.uy/
docs/cuarto_congreso/11112011 %20- %20Vera, %20Bruno.pdf›; etc.

343
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Como se ha anotado en el capítulo 10, en el número de enero de Cuadernos de


Marcha toda esta trama de vínculos y negociaciones políticas paralelas fue reseñada
en forma exhaustiva a través de múltiples entrevistas a connotados dirigentes políticos,
lo que marcó de manera particular las discusiones en aquel verano de 1987 por tantos
motivos especial.1189 Las reuniones políticas, ya tradicionales en las playas del este,
se multiplicaron aquel año. En una de ellas, celebrada en el balneario City Park el 18
de enero de 1987, Seregni reunió a un grupo de sus colaboradores más cercanos para
discutir la coyuntura.1190 La reunión se inició con un «Informe de la situación actual» a
cargo del líder frenteamplista, en el que manejó definiciones contundentes. En la minuta
sobre su intervención se sintetizaban algunas de las consideraciones vertidas:
[…] las últimas declaraciones públicas señalan un orden de polarización que puede sernos
fatal. Hubo una aceptación tácita de creación de un polo de centroizquierda, que excluiría a
sectores del FA. «Un proyecto –para algunos sectores– que supone la ruptura del FA». Buscando
antecedentes se llega al proyecto de ley Zumarán-Batalla., que no fue conocido por el FA y nunca
se le entregó en mano propia a Seregni. [...] En el campo político las opciones son polares; es
incierto hablar de tres opciones (solo hay conservadurismo o cambio). «En ese esquema, hay que
plantear la vigencia y vivencia del FA, tal como fue concebido». «El FA es tan peculiar que hasta
su horizonte puede ser temporal o finito».1191
Los comentarios de los otros participantes en la reunión no resultaron menos
impactantes en cuanto a sus alcances analíticos. Gerónimo Cardozo enfatizó sobre la
necesidad de lograr la supervivencia del FA, para lo cual propugnaba «una estrategia
flexible como para que los proyectos comunista, democristiano y socialdemócrata puedan
confluir». Oscar Bottinelli, por su parte, advertía críticamente que en el FA «la estrategia
oficial no concuerda con la realidad», al tiempo que constataba «que todos los grupos
del FA eran más coalicionistas» que un año atrás y que había «una baja en el liderazgo
de Seregni» coincidente con un crecimiento de «las estrategias sectoriales». Mientras
tanto, Nicola Cetraro instaba a «revertir el empuje coalicionista en empuje frentista»,
para lo que proponía «ir al fondo del asunto y ver qué plantean los compañeros del PDC
y del PGP, [...] en la forma más fraterna posible» pero llamándolos «a la realidad». La
mayoría de los participantes coincidía en atender también los problemas que se daban
en el movimiento sindical, como otro reflejo de las divisiones en la izquierda. La minuta
registraba al final lo central de la respuesta de Seregni ante todas las intervenciones, en un
resumen en el que se destacaban expresiones textuales del general: «Mi compromiso es
con el FA como frente de las izquierdas de este país. No concibo polos de centroizquierda.
Yo no podría jugar en ninguno de los polos de ese tipo. Yo solo juego en los polos del FA
tal como fueron concebidos en 1971 y en 1984».1192
En esa minuta que recogía la discusión de Seregni y sus principales colaboradores
en enero de 1987 se sintetizaba en buena medida lo que sería la postura seregnista en los

(1189) Cf. Cuadernos de Marcha, enero de 1987, o. cit.


(1190)  Archivo Seregni, Síntesis de la reunión de City Park. 18.1.1987. A dicha reunión concurrieron, ade-
más del general, Mariano Arana, Nicola Cetraro, Oscar Bottinelli, Gerónimo Cardozo, Alberto Roselli, Jorge Luis
Ornstein, Julio Villamil y Germás Wettstein.
(1191) Ibídem.
(1192) Ibídem.

344
Capítulo 17 | del proceso de ruptura a la emergencia de un nuevo frente amplio (1987-1994)

tiempos que se avecinaban. En ese sentido, promovió el máximo apoyo a la Comisión


Nacional pro Referéndum creada el 28 de enero, lo que a su juicio configuraría uno de
los ejes centrales de la acción política del Frente en la coyuntura. Sin embargo, esta
prioridad no debía debilitar la réplica opositora ante las políticas de un gobierno del que
se sentía cada vez más distante. Esta definición, que en varias ocasiones calificó como
el imperativo de confrontar lo que llamaba la doble impunidad, aparece de modo central
en sus discursos en ocasión de los principales actos e instancias del Frente durante todo
1987. «¿Por qué hablo de las contradicciones fundamentales y de la ley de impunidad?»,
se preguntaba en su Informe al III Plenario Nacional del FA celebrado el 14 de febrero de
1987. «Porque están íntimamente relacionadas y una cosa no es independiente de la otra.
En lo profundo, los que apoyan el modelo conservador y regresivo, se resignan a una
democracia tutelada y votan la ley de impunidad».1193 Ese fue el mismo eje conceptual de
su discurso en el IV Plenario Nacional realizado el 25 de abril de 1987:
En los hechos, no puedo menos que atar otra vez íntimamente lo que es la impunidad a la
violación de los derechos humanos, con lo que es la impunidad [...] [que] se intenta dar a los
banqueros y al sistema financiero de nuestro país. Impunidad a todos los responsables de delitos
contra la sociedad, es una realidad y no meras palabras.1194
Junto con esa idea de priorizar la lucha articulada contra esa doble impunidad, que
reforzaba su perfil cada vez más opositor frente a las políticas del gobierno de Sanguinetti,
Seregni también comenzó a concentrar su estrategia política en dicotomizar su visión del
sistema político nacional (modelo regresivo del gobierno y sus aliados versus modelo
transformador, liderado por el FA en compañía de otros sectores progresistas con los
que fuera posible acordar), lo que a su juicio suponía como primer paso consolidar la
«unidad en la diversidad», en tanto sello distintivo de la izquierda uruguaya. En esa
dirección, ya el 22 de enero de 1987, la presidencia del FA emitía un comunicado de
prensa aclaratorio:
1. Seregni opina que Uruguay tiende, en lo político, a un esquema bipolar [y no bipartidista]. [...] 2.
En la actual coyuntura histórica del Uruguay, están bien definidos esos dos polos. El conservador
está liderado por el Partido Colorado que gobierna y parece haber arrastrado tras de sí a buena
parte del Partido Nacional. En el polo progresista se sitúa el Frente Amplio –ayer, hoy y siempre– y
también todos aquellos sectores políticos y ciudadanos libres [...] [que se oponen a las políticas
gubernamentales]. 3. En coherencia con lo anterior, entonces, Seregni no concibe que pueda existir
ningún «polo de centroizquierda».1195
En la perspectiva estratégica del general, esta postura prioritaria del Frente Amplio no
contradecía la apertura a la concertación de fuerzas y a la acción conjunta con otros sectores
de la oposición,1196 siempre y cuando quedara claro que el norte debía ser necesariamente
un «programa progresista» y que para que ello se concretara resultaba imprescindible

(1193)  Archivo Seregni, Informe de Seregni al III Plenario Nacional del FA celebrado en el Club Colón el
14.2.1987.
(1194)  Archivo Seregni, Informe al IV Plenario Nacional del FA, Montevideo, 25 de abril de 1987.
(1195)  Archivo Seregni, Comunicado de prensa de la Presidencia del Frente Amplio, fechado el 22 de enero
de 1987.
(1196)  Este fue el núcleo del discurso de apertura de Seregni al inaugurar el Primer Congreso Nacional del
Frente Amplio, el 4 de diciembre de 1987. Cf. Archivo Seregni.

345
consolidar la vigencia y unidad del Frente Amplio. Estas definiciones contrastaban de
manera abierta con las posiciones dominantes en la dirigencia del PGP y del PDC, a
pesar de que la convergencia de miras de todos en la necesidad de contribuir para que
se llegaran al número de firmas necesarias para la realización del referéndum contra la
ley de Caducidad, atenuaba en parte la polarización creciente que se estaba dando en
la interna frenteamplista. Sin embargo, un asunto de la coyuntura que sí coadyuvaba a
desnudar esas diferencias eran las posturas a propósito de la reforma constitucional, en
particular la posibilidad de votar a presidente en listas separadas, lo que era visto como
una vía indirecta para concretar una alianza posfrentista con el ferreirismo. También la
posibilidad cada vez más manejada de habilitar la posibilidad de una doble candidatura
presidencial dentro del FA agitaba las aguas de la interna, ya que constituía una propuesta
absolutamente inaceptable para Seregni y los sectores que le eran próximos en el nuevo
mapa frentista que tendía a configurarse. Mientras tanto, el pedido de ingreso del MLN
y la propuesta de Raúl Sendic (padre) para conformar un «frente grande» cargaban
de mayor confusión al escenario ya complicado de la interna: mientras Hugo Batalla
miraba con simpatía ambas cosas, Seregni podía encontrar ante estos dos temas varios
puntos de contacto con las posturas adversas del PDC.1197
El año terminó con una noticia alentadora pero desafiante para todos, al
confirmarse en diciembre que se había alcanzado y superado el número de firmas
exigidas para confirmar el referéndum contra la Ley de Caducidad. Quedaba
pendiente lo que sería un largo y controvertido proceso de verificación de firmas por
parte de la Corte Electoral, pero por entonces la Comisión y las fuerzas que la habían
apoyado daban como un hecho indudable la realización de la consulta. Sin embargo,
pese a la convergencia en torno a este asunto, todos los temas restantes se orientaban
a marcar las discrepancias que culminarían en la ruptura del Frente Amplio a fines
de 1988, eventualidad que ya resultaba más que una hipótesis en la agenda de la
izquierda uruguaya. Al cerrar el Primer Congreso del FA el 8 de diciembre de 1987,
que había transcurrido sin grandes desavenencias, Seregni todavía se aferraba a la
posibilidad de confirmar finalmente la unidad y la vigencia del Frente Amplio en su
versión histórica:
Todos los que ocuparon esta tribuna, todos, expusieron su vocación frenteamplista. [...] Ya no
hay más, ni puede haber más dudas fuera de acá, porque dentro nunca las hubo. Que aprendan
la lección de unidad frenteamplista, de unidad en la diversidad, como siempre fuimos, somos
y como siempre seremos.1198
Ya por entonces aseveraciones como estas resultaban más una expresión de
deseos que una convicción. Seregni no lo ignoraba. El año 1988 probaría que la tarea
de evitar la ruptura tan temida ya no era posible.

(1197)  Seregni no estaba muy convencido sobre la conveniencia del ingreso del MLN al FA, posición
que marcaba de manera más intransigente el PDC.
(1198) Archivo Seregni, Discurso de clausura del primer Congreso Nacional del Frente Amplio,
8.12.1987.
Como se ha anotado, las reformas estatutarias de 1986 tampoco lograron reforzar la
unidad de acción política del FA ni evitar su retorno a un tipo de acción cada vez más
coalicional. Pese a la convergencia que creaba la movilización contra la Ley de Caducidad,
la realidad política se orientaba en un sentido absolutamente inverso. El debate por
los contenidos de la reforma constitucional y el retorno de la discusión interna sobre la
«reformulación del Frente Amplio» que el PGP y el PDC volvían a reclamar, llevaron a
Seregni a la convicción de que la ruptura era inevitable y que había que prepararse para
disputar política y electoralmente la herencia, ante la inminencia de las elecciones nacionales
de 1989.
En un año muy intenso en actos políticos y en movilizaciones callejeras, en sus
discursos de 1988 Seregni quiso anticipar las claves de una competencia política que ya
comenzaba a ver como inevitable, en la que se pondría en juego no solo la consistencia de
su liderazgo, sin duda deteriorada, sino la propia sobrevivencia del FA. En un fragmento
de su ya citado discurso en el importante acto público en pleno 18 de Julio realizado el
19 de abril, señaló:
[…] si estoy tan preocupado por las dificultades que atraviesa el Frente Amplio es porque sigo
convencido de que el país, no menos que hace 17 años, necesita a un Frente Amplio políticamente
eficaz en la oposición y con vocación real de gobierno. [...] Por esto, compañeros, es que afirmo
que quien hoy atenta contra la integridad del Frente, está facilitando el cumplimiento del proyecto
conservador.1199
Estas ideas, con tonos más o menos enérgicos, serían las dominantes de todos sus
pronunciamientos públicos durante el año. Su distanciamiento con los dirigentes del PGP
y del PDC fue haciéndose cada vez más notorio, en especial respecto a Hugo Batalla, que
sin embargo en sus apariciones públicas era quien más dudaba sobre el camino a seguir.
Una vez más, los procesos venían a distanciar a dos figuras que habían tenido una muy
fuerte identificación política y personal durante décadas, en especial durante los años
de la dictadura. El general demostraba en sus salidas públicas que se había terminado
de convencer que ya no había margen para zurcir las diferencias. Con un estilo muy
combativo, Seregni de algún modo aceptó competir en ese escenario planteado de las
dos izquierdas, pero prefirió orientar sus definiciones sobre el particular en el campo
político y no en el ideológico, sin duda preferido por sus adversarios de entonces. En
todo este tramo final del proceso de ruptura, el general volvió a apelar a la fuerza de la
mística frenteamplista, al peso de la tradición y de la emoción en la competencia política
de la interna.
«Estoy dispuesto a dar pelea porque creo en el FA. Y como creo en el Frente, no
admito la violación de sus principios básicos. Que no acepto cualquier solución. Ni a
liderar algo que apenas tenga el relato del Frente Amplio».1200 Así escribía de puño y
letra Seregni en un borrador para un discurso que pronunció en junio en Salto. «El Frente
Amplio nunca será una etiqueta», decía por su parte en su discurso en un nuevo acto
de masas realizado otra vez en 18 de Julio, nada menos que en conmemoración de la

(1199)  Archivo Seregni, Discurso de Seregni del 19.4.1988…, o. cit.


(1200)  Archivo Seregni, Borrador del discurso pronunciado en Salto el 5.6.1988.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

movilización del 9 de julio de 1973. En su alocución de aquella noche, a pesar de que


señalaba que seguía trabajando comprometida y esperanzadamente «para mantener la
unidad en la diversidad», no vacilaba en volver a destacar que en «las bases [imperaba]
un espíritu unitario inconmovible» y que los comités de base eran «el elemento esencial
de la estructura frenteamplista».1201
Muchos frentistas disidentes lo acusaban de recostarse en el Partido Comunista y de
haber arrancado la campaña electoral de 1989 dando la pelea por el voto frenteamplista
más tradicional. A Seregni no parecían molestarle demasiado esas acusaciones. Sabía
muy bien que, por muchos motivos, en aquellas circunstancias tenía en el Partido
Comunista un aliado decisivo. Por eso tampoco vaciló en concurrir al XXI Congreso de
dicho partido. En el acto inaugural, frente a un auditorio que lo ovacionó, volvió a centrar
su oratoria en la enésima reiteración de su posición innegociable frente a la propuesta del
PGP y del PDC para la habilitación de la doble candidatura dentro del Frente Amplio:
Si no existieran los compromisos asumidos [...] exigiendo a los otros partidos como una condición
de claridad de la vida política, de transparencia, de verdad, de voto verdad, si no existiera todo
esto yo no podría admitir de ninguna manera la doble candidatura en nuestro Frente (aplausos);
porque más allá de las buenas intenciones que descarto, dije al comienzo de estas discusiones, en
ámbitos periodísticos y en ámbitos políticos, [...] que de buenas intenciones estaba empedrado el
camino de la ruptura del Frente Amplio.1202
Otro factor que entonces contribuyó a crispar aun más el clima en la interna
frenteamplista fue el progresivo fracaso en las negociaciones por la reforma
constitucional, en especial a partir de la decisión del Partido Nacional de negarse a
conversar con la interlocución de Seregni. La grieta de los nacionalistas con el general se
había profundizado luego de la muerte de Wilson Ferreira y de algún modo eso también
repercutía en los debates de la izquierda, teniendo en cuenta el tema de la política de
alianzas que los bandos enfrentados en la interna frentista ya comenzaban a manejar
de cara a las elecciones de 1989. A ello se agregaba como factor de confrontación lo
tortuoso del camino de verificación de las firmas para habilitar el referéndum, en un
proceso en el que la Corte llegó a anular –como vimos– las firmas del propio Seregni y
de Carlos Julio Pereira, que adhería al recurso al frente de su Movimiento Nacional de
Rocha. En un clima especialmente agitado, el general amenazó con la convocatoria a un
plebiscito de adherentes frenteamplistas si las negociaciones entre los sectores y en los
organismos estatutarios continuaban empantanadas. Finalmente, este extremo no llegó
a concretarse, pese al plazo del 31 de octubre que había puesto el propio Seregni para la
resolución de los diferendos.
Como se ha visto en el capítulo 10 de la parte I, a pesar de que el retiro formal de
Hugo Batalla, del PGP y del PDC terminó de confirmarse definitivamente en marzo de
1989, ya en ocasión del Plenario Nacional celebrado en diciembre de 1988 y que culminó
con el retiro de los delegados de ambos grupos disidentes, la ruptura del Frente Amplio
se había convertido en un hecho irreversible. En ese Plenario, ante la acusación del líder

(1201) Archivo Seregni, Discurso pronunciado en el acto del Frente Amplio, en 18 de Julio y Vázquez,
Montevideo, el 9.7.1988.
(1202)  Archivo Seregni, Discurso ante el Congreso del Partido Comunista, Montevideo, 7.12.1988.

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Capítulo 17 | del proceso de ruptura a la emergencia de un nuevo frente amplio (1987-1994)

del PDC, Héctor Lescano, de su alineamiento con determinadas fuerzas frenteamplistas,


Seregni replicó con una dureza inusitada, que revelaba la firmeza de su diagnóstico sobre
lo que finalmente ocurriría:
Bien puede tener razón el doctor Lescano. Ha llegado el momento de las definiciones. Yo estoy
alineado con todas las fracciones y con todos los frenteamplistas que no quieren que el Frente
se rompa [...]. No estoy alineado, no puedo estar alineado con quienes, con los mejores deseos
de cultivar una ideología modernista y renovadora, conduzcan a transformar al FA en un partido
tradicional; una cooperativa de votos sin sustancia política.1203
La historia del trámite final de ese Plenario y de la ruptura final del Frente ya
ha sido narrada. En la semana siguiente a esta reunión, que terminó resolviendo que
Seregni sería el candidato único por el Frente Amplio en las elecciones de 1989, la Corte
Electoral informaba que el número de firmas verificadas finalmente había alcanzado los
requerimientos constitucionales y que se confirmaba el referéndum contra la Ley de
Caducidad. En forma paradójica, los procesos de la ruptura del Frente y del referéndum
contra la Ley de Caducidad habían tenido cursos paralelos.
¿Pudo Seregni evitar la ruptura del FA? ¿Le caben responsabilidades personales en
que el desenlace haya sido una divergencia tan drástica de caminos? Por cierto que en
la respuesta a estas y otras preguntas todavía pesan los argumentos y posturas asumidas
por los protagonistas de aquel proceso. Parece sin embargo evidente que ni Seregni ni
Batalla fueron quienes empujaron ese desenlace. Fiel a su estilo componedor, el general
intentó de mil formas sintetizar una vez más las diferencias, por lo que ensayó múltiples
fórmulas y encabezó infinitas negociaciones. Como se ha señalado, siempre tuvo claros
los límites y alcances de un acuerdo: una vez más, su obsesión y su definición primera
eran preservar la unidad del Frente Amplio en su formato histórico. Era la misma
convicción que tanto había pesado en él al definir los caminos de salida en 1984. En
esa dirección, parece claro que sus posiciones no podían ser distintas y que ninguna
flexibilidad podía generar una nueva síntesis que preservara lo que pensaba y sentía
como principios innegociables.
Por cierto que tampoco Batalla fue quien lideró la escisión, sobre la que dudó y receló
hasta el final, sin duda sintiendo el peso emocional de sus décadas de militancia frenteamplista.
Asimismo, ambos líderes no hablaban por sí, representaban posiciones colectivas. Y en
aquel momento, las diferencias políticas e ideológicas que se habían generado dentro del
FA resultaban insalvables. La ruptura de la unidad de las izquierdas uruguayas no dejó de
tener su carga dramática, demostrando que el frenteamplismo ya conformaba una identidad
autónoma, propiamente tradicional, nutrida de ese tipo de filiaciones que arraigan como
comunidades de sangre en procesos como el de la resistencia a la dictadura. De todos
modos, Seregni pareció entender mejor que Batalla esta última dimensión: como vimos,
supo anticipar el desenlace y bregó con especial énfasis por ganar el pleito fundamental por
los símbolos, que significaba por ejemplo quedarse con el lema Frente Amplio.
En una confirmación de esa tónica dominante de priorizar la realización de actos
públicos, con una capacidad militante que por entonces podía permitirse esas demandas,

(1203)  Archivo Seregni, Discurso en el Plenario Nacional del Frente Amplio, 17.12.1988.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

el FA (con la ausencia de dirigentes del PGP y del PDC) resolvió despedir el año con
una nueva movilización en pleno centro de Montevideo. En su discurso, Seregni marcó
precisamente la articulación de ambos procesos, definiendo como prioridades el triunfo
electoral en el referéndum y la consolidación de un Frente Amplio reunificado, orientado
a la obtención del gobierno en los comicios nacionales de noviembre. A pesar de que
todavía no aceptaba públicamente la irreversibilidad de la ruptura, el general reafirmaba
los alcances de su estrategia:
[…] si las líneas políticas, aun en el mediano y corto plazo, son inconciliables, el FA no puede
acogerlas; sí son conciliables, por medio de candidaturas únicas. Esa es la concepción originaria
del FA, la que le dio su sentido en 1971 y cuya última expresión fue el proyecto de reforma
constitucional, aprobado por consenso [...] en 1987. [...] No queremos una unidad muerta, que se
complazca en mantener la fachada [...]. [...] El FA se justifica en nuestras cabezas de dirigentes
y militantes políticos, pero está arraigado en nuestros corazones y en el corazón del pueblo; es
razón y es sentimiento de comunidad popular.1204
La confirmación definitiva de la ruptura del FA y la derrota electoral en el
referéndum prácticamente coincidieron en el tiempo. El alejamiento del PGP y del PDC,
como vimos, terminó de formalizarse a comienzos de marzo, mientras que la ratificación
de la Ley de Caducidad se consumó en el referéndum celebrado el 16 de abril. Apenas
al conocerse los resultados, Seregni hizo declaraciones públicas aceptando y acatando el
veredicto popular, al mismo tiempo que felicitaba la labor desplegada por la Comisión y
se negaba a una valoración de derrota.
La inmensa mayoría de los uruguayos, estoy convencido, hemos votado por la democracia y por
la paz; enfoques distintos nos han hecho seguir [...] caminos diferentes. Pero todos hemos tenido,
esencialmente, el mismo objetivo. [...] Templados por esta batalla, miramos con confianza el
futuro. Otras luchas hermosas nos esperan.1205
El espíritu conciliador que tanto caracterizaba a Seregni en estas instancias
fundamentales no obstó para que de inmediato el Frente formalizara el inicio de la campaña
electoral de cara a las elecciones nacionales. Ya el 24 de abril, en otro acto celebrado esta
vez en el Club Platense, Seregni reiniciaba el camino con paso firme y mirada estratégica.
Luego de un análisis profundo sobre todo el proceso que había significado el referéndum y
sus resultados finales, el líder frenteamplista diseñaba el horizonte de los nuevos escenarios:
En los momentos de crisis, el camino del medio no sirve. En los momentos de crisis no es posible
estar bien con Dios y con el diablo [...]. Hoy más que nunca tenemos que tener presente una vieja
afirmación de don Carlos Quijano, que es por otra parte lo que hemos venido señalando a través
de nuestro enfrentamiento al modelo conservador. No hay división en nuestra sociedad entre
verdes y amarillos. Lo que sí hay en nuestro país es el partido del inmovilismo y el partido de los
cambios. Es en las filas de este último que nuestro Frente se mueve.1206

(1204)  Archivo Seregni, Discurso en el acto del 29.12.1988 bajo la consigna «De Frente al futuro; por la
justicia, al gobierno».
(1205) Archivo Seregni, Mensaje a la ciudadanía al conocerse los resultados primarios del referéndum
contra la ley de caducidad, 16.4.1989.
(1206) Archivo Seregni, Discurso en acto del Frente Amplio, bajo el título «Después del plebiscito qué:
ahora lo sabemos». Club Platense, 24 de abril de 1989.

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Capítulo 17 | del proceso de ruptura a la emergencia de un nuevo frente amplio (1987-1994)

El año 1989 configuraría una inflexión muy potente en el proceso histórico general
y en la vida del propio Seregni. Más allá de un cúmulo de acontecimientos cruciales a
nivel regional e internacional, simbolizados tal vez mejor que nada por la significación
histórica de la caída del muro de Berlín, dentro del Uruguay y en especial dentro del
Frente Amplio emergían novedades que el tiempo demostraría muy poderosas. Puede
decirse sobre este último particular que en 1989 comenzó a emerger de manera efectiva
un nuevo Frente Amplio. Adviértanse algunos acontecimientos de ese año, que venían
a sumarse el impacto fortísimo de la confirmación del alejamiento del PGP y del PDC:
como ya se ha señalado, en marzo se había configurado el Movimiento de Participación
Popular (MPP), agrupando al PVP, el MRO, la UP y dos grupos cuyo ingreso a la
coalición se daba por descontado tras el alejamiento de la democracia cristiana: el
Partido Socialista de los Trabajadores (trotskista) y el MLN; en mayo se confirmaba
el ingreso al Frente del MLN, del Movimiento 26 de marzo, del grupo Artiguismo y
Unidad (conformado por escindidos del PDC) y del PST, los que venían a sumarse a
las incorporaciones ya resueltas de la Corriente Popular (liderada por Carlos Pita, cuyo
ingreso se había resuelto en diciembre de 1987), así como del Movimiento 20 de Mayo,
grupo conformado por dirigentes escindidos del PGP (liderados por Alberto Pérez Pérez
y Lucas Pittaluga, ingresados ese mismo año pero en junio); Danilo Astori fue designado
candidato a la vicepresidencia, convirtiéndose luego por acuerdo electoral en candidato
al Senado por todos los sectores;1207 ante la renuncia de Mariano Arana a aceptar la
candidatura frenteamplista a la Intendencia de Montevideo, fue postulado en su lugar
nada menos que Tabaré Vázquez, un socialista con fuerte militancia social en su barrio
de La Teja pero también un recién llegado a la vida política desde una militancia discreta
en el Partido Socialista, al que se había afiliado en 1983;1208 con la figura emblemática de
Arana a su frente y aglutinando a varios sectores (la IDI, la Corriente Popular, Artiguismo
y Unidad y personalidades independientes como Alberto Couriel) surgía la Vertiente
Artiguista; entre otros sucesos.
En la campaña pudo confirmarse esa idea de que efectivamente nacía un nuevo Frente
Amplio, en el que entre otras cosas se procesaba una profunda renovación de su elenco
dirigente y se reconfiguraba el mapa interno. Seregni fue un decisivo impulsor de estos
movimientos, desde la convicción que en los comicios de noviembre de 1989 se jugaban
muchas cosas decisivas: en primer lugar se volvía a competir con vocación de gobierno,
en particular de cara a la posibilidad cierta de pelear la Intendencia de Montevideo; pero
tampoco se le escapaba que esos comicios constituían un arbitraje electoral fundamental

(1207)  Como ya se señalara, Seregni incorporó el discurso de aceptación de Astori como candidato fren-
teamplista a la vicepresidencia en los biblioratos de su archivo. En aquella instancia, fue que Danilo Astori, en
uno de los pasajes más aplaudidos de su alocución, señaló: «No le tengamos miedo a las palabras. Nos han tratado
de infundir miedo. Pero esto, esto, se sigue llamando revolución. (ovación) [...] Nos han querido hacer creer que
pasó de moda. Si algún día, si en algún minuto, sentimos la más leve tentación de creerlo, por favor, mirémonos
en los ojos de un niño pobre y desarrapado. (ovación) Miremos los ojos de un padre sin trabajo. Mirémonos cara
a cara con su madre, recorriendo barrios por un pedazo de pan o un poco de leche. Mirémonos frente a frente con
el joven que se desgarra de esta tierra todos los días, para buscar afuera lo que aquí le negamos». Archivo Seregni,
Intervención del Contador Danilo Astori tras su proclamación a la Vicepresidencia.
(1208)  Para una biografía de Tabaré Vázquez, cf. Lanza, Edison, y Tulbovitz, Ernesto, Tabaré Vázquez.
Misterios de un liderazgo que cambió la historia, Montevideo, Alcierre ediciones, 2004.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

entre esas dos izquierdas que emergían tras la ruptura. Resultaba decisivo demostrar un
perfil renovado de cara a ambos desafíos. Seregni, acompañado a cada lado por Danilo
Astori y por Tabaré Vázquez, protagonizó la campaña palmo a palmo, disimulando muy
bien que ya estaba por cumplir 73 años. Sus dos «lugartenientes», mucho más jóvenes
y de perfiles muy contrastantes entre sí, prefiguraban en buena medida muchos de los
itinerarios que el Frente Amplio viviría en los años venideros.
En la campaña, los discursos de Seregni remarcaron los ejes estratégicos sobre los que
tanto había insistido en los años anteriores. Una vez más volvía a estar convencido de que
su estrategia había sido la acertada pero sabía muy bien que ello debía ser refrendado por
el voto popular. Al inaugurar el primer Congreso Especial del Frente Amplio, celebrado en
el Palacio Peñarol, se encargó de confrontar lo que calificaba como un proyecto progresista
«nacional, popular y democrático» con el modelo conservador, enfatizó sobre la necesidad
de «ser abiertos hacia fuera» (lo que entendía como «la obligación de conocer la realidad
real» para lo que había que «comprenderla, estudiarla, estar capacitados para incidir en
ella») y reafirmó la continuidad histórica del Frente con la necesidad de su transformación
permanente. Al mismo tiempo, volvía a apelar a la tradición frenteamplista, con aquellas
citas artiguistas que tanto le gustaban y con una invocación directa a la dimensión espiritual
de toda identidad política. En este sentido, al informar sobre la adjudicación formal del
lema «Frente Amplio» por la Corte Electoral, mostraba una especial satisfacción: «Donde
estamos nosotros está el Frente Amplio. [...] Siempre fuimos Frente Amplio, pero hoy lo
somos también según los requisitos jurídicos, sin necesidad de recurrir a lemas prestados.
[...] Somos quienes somos, quienes fuimos y seremos: el Frente Amplio».1209
En el lanzamiento formal de la campaña electoral de cara a noviembre, en acto
celebrado en Montevideo el 18 de julio (continuando con su costumbre de bregar porque
los actos frenteamplistas se realizaran coincidiendo con efemérides de carácter histórico),
convocó a luchar por temas cruciales como la reforma electoral, el endeudamiento
externo o la reforma tributaria, entre otros, desde una convocatoria «a promover acuerdos
y asumir compromisos» con sectores y ciudadanos de cualquier origen o divisa. «El
Frente Amplio es una fuerza para el cambio, pero no un espacio para absorber en él a la
inmensa gama de fuerzas capaces de procesarlo. El espacio del cambio es la sociedad
entera», consideró necesario precisar.1210
Los resultados electorales mostraron un escenario que si bien giraba hacia el eje
liberal que comenzaba a predominar en la región (Lacalle se convertía en presidente
de la República y confirmaba el retorno de la hegemonía herrerista dentro del Partido
Nacional), le otorgaba al Frente Amplio una doble satisfacción: la obtención de la
Intendencia Municipal de Montevideo y una diferencia nítida frente a la otra izquierda
emergente tras la ruptura. Mientras el FA mantenía, pese a la escisión del PGP y del
PDC, prácticamente el mismo porcentaje de votos obtenido en 1984 (21,2 % del total

(1209)  Archivo Seregni, Discurso de inauguración del primer Congreso Especial del Frente Amplio. Pala-
cio Peñarol, 3.6.1989.
(1210)  Archivo Seregni, Discurso en el acto de lanzamiento de la campaña electoral. Montevideo, calles
18 de julio y Ejido, 18.7.1989.

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Capítulo 17 | del proceso de ruptura a la emergencia de un nuevo frente amplio (1987-1994)

de votos emitidos, apenas un 0,1 % menos que cinco años atrás), la disidencia reunida
en el Nuevo Espacio alcanzaba un 9 % del total. Por otra parte, en los grandes números
el comportamiento electoral de los uruguayos comenzaba a cambiar en forma más
contundente: el Partido Nacional ascendía a 38,9 % del total, pero el Partido Colorado
se desplomaba a un 30,3 %, perdiendo más de 10 % de sus votos de 1984. En el mapa
interno también se producían cambios significativos, con el retorno de la subcoalición
liderada por el Partido Comunista al primer lugar (con casi el 50 % de los sufragios
frentistas), mientras que los socialistas en sublema común con la Vertiente Artiguista
quedaban en segundo lugar y bastante más atrás se ubicaba un debutante MPP.
En su mensaje posterior a las elecciones, luego de convocar a la continuidad de la
acción política permanente y de saludar especialmente el triunfo en Montevideo («bajo
la conducción de ese líder formidable que ha demostrado ser Tabaré Vázquez»), Seregni
instaba a «[…] erradicar el esquematismo que [...] ha sofocado y que llegó incluso a
ahuyentar a la gente de nuestros comités, [para] transformarlos en un lugar de fraternidad
y de trabajo». Y concluía el general:
Hemos recorrido exitosamente una etapa difícil. Hemos demostrado que teníamos razón cuando
afirmábamos, contra un descreimiento que en algún instante pudo ser lógico, que el Frente
Amplio es una opción real de gobierno en el Uruguay. Pero el horizonte sigue allí, tendido como
siempre a leguas de distancia. Quizás no exista una victoria final: quizás el triunfo consista en
ver siempre el horizonte y en no deformarlo.1211
Una vez más el foco se radicaba en convencer a todos (en primer lugar a los
frenteamplistas) sobre la idea del Frente como opción real de gobierno y en el carácter
indispensable de nunca perder la mirada estratégica. Apenas unos días más tarde, el 6 de
diciembre, Seregni enviaba una carta a los presidentes de todas las mesas departamentales
del FA, en uno de cuyos fragmentos señalaba: «Hemos ganado la elección en el departamento
más poblado del país. Nada existe que haga imposible un logro similar en otro gobierno
comunal. Mientras tanto, los hechos nos están demostrando que el camino a la victoria está
trazado».1212
Sin embargo, el lustro que se iniciaba luego de los comicios nacionales de 1989
no sería más fácil que el anterior para Seregni. Después de una negociación ardua, en
la que las distintas fracciones partidarias hicieron pesar sus intereses y diferencias,
finalmente pudo concretarse el acuerdo del nuevo gobierno presidido por Lacalle, al
que se llamó «Coincidencia nacional». Más allá de sus fragilidades, este configuró, al
menos al comienzo, un caso de coalición neta, sustentado en acuerdos sobre temas de
relevancia: ajuste fiscal, forma de elección de las autoridades de la enseñanza, creación
del Ministerio de Vivienda, reforma del Estado a través de privatizaciones y otros
instrumentos, reforma de la seguridad social, desregulación laboral como los puntos más
importantes. La coalición así formada contaba con 84 escaños en la Asamblea General
(un 64 % del total), lo que le otorgaba al gobierno electo mayorías parlamentarias

(1211)  Archivo Seregni, Mensaje a los compañeros frenteamplistas después de las elecciones, 30.11.1989.
(1212)  Archivo Seregni, Carta enviada a los Presidentes de las Mesas Departamentales de todos los depar-
tamentos, 6.12.1989.

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SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

sólidas. Sin embargo, las diferencias internas dentro de las fracciones de los partidos
tradicionales volvían frágil a la coalición de gobierno, como se demostraría rápidamente.
Lacalle era un férreo defensor de una nueva agenda reformista de corte netamente
liberal, dominada por temas como la reducción del déficit fiscal en tanto camino prioritario
para abatir la inflación, una fuerte apertura de la economía, la desregulación del mercado
laboral, la reforma del Estado a través del instrumento de las privatizaciones, el otorgamiento
de mayores espacios para la iniciativa privada y para que el mercado se convirtiera en el gran
asignador de costos y beneficios, etcétera. Si Seregni había sido un duro opositor al rumbo
de las políticas gubernamentales durante la primera administración de Sanguinetti, con el
gobierno de Lacalle su margen de negociación resultaba inicialmente casi nulo. Como se ha
anotado, ya en la primera reunión entre Seregni y el presidente electo a fines de febrero de
1990–que fue muy dura y franca– las diferencias se marcaron muy nítidamente. Las visiones
eran casi antagónicas en casi todos los temas, a lo que se sumaba que Lacalle no quería que
hubiera representantes frentistas en los entes autónomos ni tampoco en los organismos de
contralor. El general advirtió públicamente que el Frente sería un opositor frontal ante esta
radicalización liberal del nuevo gobierno. En un acto en julio de 1990 señaló:
El actual gobierno [...] ha radicalizado la política económica y social iniciada por la dictadura y
continuada por la administración anterior, [...] condicionada por la orientación que propician los
acreedores y los organismos financieros internacionales. [...] El gobierno [...] optó por una alianza
tradicional y excluyente, que no conduce a la unidad nacional sino a la confrontación social. [...]
Son los efectos severos de un modelo equivocado que está transformándose en una trampa mortal
para el país.1213
Fiel a ese diagnóstico, que compartía el Frente en su conjunto, Seregni lideró la
confrontación contra las políticas clave del nuevo gobierno, como la desregulación
del mercado laboral, la llamada Ley de Empresas Públicas y el proyecto de la reforma
de la seguridad social. Con la conducción del general, el Frente fue un actor decisivo
para frenar el impulso liberal respecto a estas dos últimas iniciativas. En el primer
caso, las fuerzas del gobierno pudieron obtener la sanción parlamentaria de la citada
ley, cuyo principal contenido radicaba en la habilitación de ANTEL para la asociación
con capitales privados. La ley fue impugnada por sectores y partidos así como por
organizaciones sociales opuestas a su contenido central. Cumplidos los requisitos legales
para someterla al recurso del referéndum popular en la segunda instancia de ratificación
de este, este finalmente se celebró el 13 de diciembre de 1992, siendo derogada la ley
por cifras concluyentes: 71,58 % contra 27,19 %. En esa oportunidad, el Frente Amplio
y el Foro Batllista empujaron juntos la campaña por la derogación de la ley, lo que sin
duda configuró un factor decisivo para explicar lo abultado de la derrota del gobierno.
Por su parte, en lo que respecta a la reforma de la seguridad social, el fracaso político del
gobierno de Lacalle fue más profundo, ya que ni siquiera pudo alcanzarse la aprobación
de una ley. Pese a la sucesión de iniciativas del gobierno para impulsar soluciones al
tema (ley de urgencia, funcionamiento de un grupo técnico-político de integración

(1213)  Archivo Seregni, Discurso en acto del Frente Amplio celebrado en el Palacio Peñarol, el 21.7.1990.

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Capítulo 17 | del proceso de ruptura a la emergencia de un nuevo frente amplio (1987-1994)

multipartidaria, informe general como sustento de una norma de consenso, etc.), no se


llegó finalmente a ningún acuerdo sobre el particular.
Luego de la durísima derrota en el referéndum de 1992, el presidente Lacalle
volvió a reunirse a su pedido con Seregni. La entrevista fue absolutamente distinta a la
mantenida en febrero de 1990 y transcurrió, como ya se ha anotado, en un clima más
cordial. En sus apuntes sobre el resultado de la entrevista el general anotó:
1) Reconocimiento «formal» pero explícito del FA como protagonista. 2) Pedido de no hostigar
(tiempo para procesar cambios ministeriales, etc.). 3) Voluntad de acordar aumentos salariales.
4) Prescindencia en proyecto de reforma del Estado. 5) Reconocimiento y voluntad para procesar
modificación del sistema político, la ley de partidos políticos, electorales. 1993. 6) Propuesta de
relaciones más fluidas.1214
Sin embargo, la dureza opositora de Seregni no pudo reducirse, ante el mantenimiento
de las políticas y de los elencos de gobierno por el presidente Lacalle, que desde 1991
–ante el retiro primero del Foro Batllista y luego de la 15– se había quedado sin mayorías
legislativas. El 26 de marzo de 1993, en un «activo de militantes», señaló el general:
Hemos dicho que estamos ante un gobierno que, en materia económica, es extremista. [...] No
deseamos que estos dos últimos años de la actual administración transcurran en un clima de
alteración social. [...] Con este ánimo afrontamos la batalla popular del 13 de diciembre, de la cual
nuestro Frente Amplio emergió con la responsabilidad que le confiere el haberse constituido en
la fuerza política más importante del escenario nacional [...]. Reafirmamos nuestro compromiso
para alcanzar con las fuerzas del Sí los acuerdos que posibiliten un proyecto de auténtica reforma
del Estado. [...] En la lucha contra el modelo neoliberal y por soluciones alternativas somos
irreductibles. Está en juego el destino de la patria y de nuestro pueblo.1215
No había entonces diferencias en el Frente respecto a la postura de oposición radical
pero responsable ante las políticas del gobierno de Lacalle. Sin embargo, ese nuevo Frente
Amplio que emergió a partir de 1989 contenía otros factores internos de división, muy
desafiantes en más de un sentido para el liderazgo de Seregni. La renovación de elencos en el
seno de la izquierda no se había dado solo por lo nuevo que representaban Tabaré Vázquez,
Danilo Astori y la nueva realidad del mapa parlamentario y político de las fuerzas frentistas.
En 1989 habían muerto, como vimos, Raúl Sendic y Rodney Arismendi, lo que en aquellas
circunstancias de cambios radicales en el contexto internacional –con la caída del socialismo
real y la implosión de la URSS en primer término– se generaban situaciones muy difíciles
en dos fuerzas históricas de la izquierda uruguaya como el Partido Comunista y el MLN.
En el caso del primero, los debates ideológicos y políticos se dispararon, culminando en un
verdadero estallido de un partido que tenía la mayor bancada y una hegemonía persistente
en el movimiento sindical. Las consecuencias de este proceso resultarían muy impactantes
para todo el Frente Amplio en su conjunto. A esto se sumaba una situación tan inesperada
como detonante: la primacía de la llamada tendencia proletaria en el MLN orientaba
a este grupo a la adopción de una estrategia denominada de horizonte insurreccional,
absolutamente reñida con las posiciones del Frente Amplio en general y con las de Seregni

(1214)  Archivo Seregni, Entrevista con el presidente Luis Alberto Lacalle, diciembre de 1992. Los subra-
yados pertenecen al original.
(1215)  Archivo Seregni, Discurso en reclamo de un cambio en la política económica pronunciado en un
activo de militantes. Montevideo, 26.3.1993.

355
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

en particular. Esta radicalización política del MLN provocó alejamientos de militantes


tupamaros y de todo su Frente Juvenil, al tiempo que generaba una diferencia de magnitudes
insospechadas dentro de la interna frentista.1216 Seregni confrontó de inmediato esta postura
del MLN, lo que profundizó sus relaciones siempre difíciles con algunos de los principales
dirigentes tupamaros. La magnitud del problema llevó a la expulsión del MRO del Frente,
al comprobarse la participación de uno de sus dirigentes en el asalto a mano armada a una
financiera.
La crisis comunista y el retorno de la tentación violentista en el MLN resultaban
problemas de una gravedad inusitada para una interna frentista que volvía a convulsionarse y a
tornarse incierta. En ese marco, se profundizaron los debates ideológicos entre agrupamientos
más o menos informales de renovadores y ortodoxos, como comenzó a llamárseles a quienes
confrontaban posiciones, no solo respecto a la agenda local sino también en relación a los
procesos globales que generaban profunda perplejidad en el seno de las izquierdas del
mundo. Dentro de un mapa interno del FA signado por el colapso de las fronteras sectoriales
y por iniciativas transversales de todo tipo, la orgánica frentista se volvió muy poco apta para
continentar la nueva realidad. La historia del quinquenio anterior, aunque con asuntos y actores
nuevos, parecía reeditarse. Como vimos, Seregni se mostraba especialmente receloso ante
la inorganicidad de muchas iniciativas, así como frente a la posibilidad que alguna de ellas
convergiera nuevamente en perspectivas posfrentistas. Además, las diferencias ideológicas y
políticas volvían a resurgir con mucha fuerza, por ejemplo frente al surgimiento en 1991 del
Mercosur y del mandato que llevarían los legisladores frentistas frente a la aprobación o no
del Tratado de Asunción en el Parlamento.1217 1218
A todas estas situaciones conflictivas había que sumar la nueva realidad de dos liderazgos
emergentes que rápidamente empezaron a competir. Desde el gobierno de la Intendencia
de Montevideo, Tabaré Vázquez comenzó a tener una proyección política inmediata e
imprevista. Era un dirigente completamente diferente para la experiencia tradicional de la
izquierda: de talante popular pero ordenado y sistemático, poco dado a la deliberación y a la
negociación, ejecutivo, pragmático, con mucho olfato político y un carisma popular diferente
al de los políticos tradicionales, a menudo imprevisible, al que las discusiones interminables
de los organismos frenteamplistas le provocaban alergia. Su estilo no congeniaba mucho con
Seregni, quien en principio tenía una preferencia clara por Danilo Astori, a quien conocía

(1216)  Sobre este tema cf. Garcé, Adolfo, Donde hubo fuego. El proceso de adaptación del MLN-Tupama-
ros a la legalidad y a la competencia electoral, Montevideo, Fin de Siglo, 2006.
(1217)  En el Senado, el tratado fue acompañado por los 31 senadores. En la Cámara de Representantes, los
dos diputados del MPP votaron en contra y otro legislador frenteamplista se ausentó de sala para no votar.
(1218)  Sobre el tema de la integración regional, Seregni opinó en muchas oportunidades en foros naciona-
les e internacionales. En febrero de 1988, en el marco de los cursos de verano de la Universidad de la República,
decía el general en un documento con ideas guía para su exposición: «Nos preocupa [...] que el tema de la integra-
ción haya sido y sea monopolizado por los economistas; estos, a su vez, lo vuelcan en un ámbito exclusivo para
empresarios del comercio y de la industria. Esta situación mantiene el tema a nivel de élites o de minorías. Por la
misma razón, no nos parece ajustada la opción de la Universidad en estos cursos de verano, al tratar el tema de la
integración únicamente desde el punto de vista económico. El problema se agrava, además, porque los economistas
han fracasado en tarea de advertir hacia dónde camina el mundo, la región y el propio país». Cf. Archivo Seregni,
Ideas guía para la ponencia de Seregni en mesa redonda con dirigentes políticos sobre el tema «Uruguay y la inte-
gración regional», Paraninfo de la Universidad, 12 de febrero de 1988.

356
Capítulo 17 | del proceso de ruptura a la emergencia de un nuevo frente amplio (1987-1994)

desde 1971 y que era percibido por todos como su delfín. Astori había hecho todo el cursus
honorum tradicional en la izquierda, era frenteamplista desde los orígenes, de oratoria
doctoral, más previsible, menos carismático, más ideológico, más orgánico, también más
rígido. Seregni advirtió de inmediato que entre los dos estaba su sucesor y de muchas formas
quiso administrar el traspaso de mando de manera ordenada. De allí surgió su idea de que
los tres concurrieran juntos a todos los actos y comparecencias públicas, estableciendo un
orden protocolar de oratoria que empezaba por Tabaré, seguía por Danilo y terminaba con
el general. Esa dinámica, que en la interna frenteamplista se refería como la trinidad o el
triunvirato, no resultaba favorable a Tabaré, que comenzó a sentirse como el tercero. Muy
rápidamente marcó su personalidad: empezó a demostrar cada vez más independencia tanto
en las decisiones del gobierno de Montevideo, como en su relacionamiento político con otros
actores frentistas o de otros partidos; interrumpió el protocolo trinitario y comenzó a hacer
política dentro y fuera del Frente a su modo.
El retorno de los temas de la reestructura del FA, del debate ideológico y de la política
de alianzas, además de reeditar viejos debates en la interna, comenzó a generar una
rara dialéctica entre Vázquez y Astori. Ambos establecieron una suerte de alineamiento
entre ellos. Inicialmente Astori aparecía como el candidato de los radicales, mientras
Tabaré representaba a los moderados. Por su vínculo especial con los intendentes de
los otros partidos, Tabaré aparecía más propicio a una política de alianzas más abierta y
flexible, mientras que Astori buscaba simbolizar el frenteamplismo más neto. Mientras
este aparecía siempre junto a Seregni, Tabaré prefería aparecer más suelto, confiado en
que su carisma y su estilo lo harían el preferido por la gente. Y el pueblo frenteamplista
comenzó poco a poco a laudar, de manera informal pero evidente, la competencia a favor
del entonces intendente de Montevideo. Seregni sabiamente comenzó a advertirlo en
silencio.
En este marco complejo y múltiple, como se ha anotado en el capítulo 10, luego de
largas negociaciones Seregni volvió a encontrar la fórmula para una reestructura que, al
menos provisoriamente, continentara un nuevo Frente que parecía ingobernable. Como
se ha visto, a través de propuestas como la creación del Órgano de Conducción Política
(OCP) como una instancia transitoria para agilizar las decisiones (con una integración ad hoc
viable), la adjudicación a las bases de la mitad de los lugares en el Congreso y en el Plenario
y un nuevo régimen de mayorías, entre otras,1219 el general logró lo que parecía imposible:
la aprobación en el Plenario Nacional del 4 de diciembre de 1993 de un nuevo Estatuto, el
que nueve días después fue refrendado por un plebiscito en el que votaron 48.000 adherentes
frenteamplistas.1220 Una vez más, el líder encontraba la fórmula para salir del atolladero

(1219)  Para profundizar sobre el punto, cf. Yaffé, Jaime, Al centro y adentro…, o. cit.; Bruno Vera, Sistema
electoral, reglas de decisión y fraccionalización en el Frente Amplio: análisis de la estructura de oportunidades
para las fracciones. (1971-2008), ‹http://aucip.org.uy/docs/cuarto_congreso/11112011 %20- %20Vera, %20Bru-
no.pdf›.
(1220)  En un reportaje que le hicieran para El Observador en enero de 1994, Seregni comentó sobre su pro-
puesta de reestructura finalmente aprobada en 1993: «Llevo 23 años en el Frente Amplio y he transitado distintas
etapas, incluso momentos de intensa emoción. Pero no recuerdo un momento –que fue muy corto en el tiempo– de
emoción tan intensa, tan profunda, como cuando en el Plenario del 20 de noviembre encontramos la solución».
Archivo Seregni, Reportaje a Seregni publicado por El Observador, 3.1.1994.

357
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

cuando todo parecía complicarse al extremo, a un año apenas de las nuevas elecciones de
1994.
La decisión ya había sido tomada antes pero, a comienzos de 1994, Seregni propuso
formalmente en el OCP que Tabaré Vázquez fuera el candidato a la Presidencia de la
República y que Astori asumiera la candidatura a la Intendencia de Montevideo. Tabaré
aceptó y Astori volvió a rechazar la propuesta que ya le habían hecho una década antes.
La primera señal contundente de su opción la había dado el general en una Mesa Política
de 1993 en la que le señaló sorpresivamente a Tabaré Vázquez «que nadie entendería ni
dentro ni fuera del Frente Amplio que [...] hubiera otro candidato que no fuera él».1221
En reportaje de comienzos de enero de 1994, justificando la insistencia en promover
la reforma constitucional y en una visión amplia de la política de alianzas del Frente,
Seregni expresó: «El momento, el tiempo de los cambios revolucionarios brutales
pasó. Ahora es un esfuerzo sostenido, sabiendo que al horizonte al que pretendemos
ir llegaremos por etapas sucesivas. Y en esto, que es un principio cardinal, todo paso
adelante que pueda dar yo lo doy».1222
¿Por qué Seregni se inclinó finalmente por Tabaré Vázquez en esta competencia
informal por la candidatura presidencial del FA? En esa opción puede verse una vez más
la forma en que entendía su papel como líder: sentía la responsabilidad de representar
lo que expresaba la mejor opción para la síntesis frenteamplista antes que expresar sus
preferencias personales. Más allá de cercanías o lejanías, Seregni supo advertir para qué
lado se inclinaba el alma de la mayoría del pueblo frenteamplista. Intuía que en buena
medida estaba administrando su sucesión y una vez que forjó su convicción sobre esa
decisión, actuó como siempre en consecuencia, buscando lo que creía que más servía
para los intereses del Frente Amplio. En diciembre, en un reportaje que le hiciera el
equipo de la revista Guambia, había señalado:
Hay momentos, hay pulsos, hay estados de opinión pública que uno no puede ignorar. Hay
circunstancias que te dicen «bueno, pero en el momento actual está cantado fulano para
candidato». Sí. Pero vamos a esperar, dejemos circular la historia, participemos de esa historia.
Y llegado el momento de la elección, elegiremos.1223
Si 1993 fue el año en que el general pudo evitar lo que muchos advertían como la
posibilidad cierta de una nueva ruptura del Frente Amplio,1224 1994 tuvo una intensidad
política que trascendió incluso el propio escenario de la campaña electoral. Pese a sus
denodados esfuerzos por obtener los acuerdos necesarios para habilitar una reforma
constitucional, los tiempos y los proyectos acuerdistas no pudieron alcanzarse. Quedaba
de todos modos la posibilidad de constituir una alianza de fuerzas progresistas, en procura
de lo cual Seregni no vaciló en hablar con todos los socios posibles, entre los que incluso

(1221) Ibídem.
(1222) Ibídem.
(1223)  Archivo Seregni, «Don Liber Seregni, un general con tropa difícil», entrevista de Antonio Dabezies,
Carlos A. Muñoz y Adhemar Acerenza, Guambia, diciembre de 1993.
(1224)  Seregni la calificó como «una crisis muy severa, una de las crisis más peligrosas de la vida del Fren-
te, incluso más que la que terminó con la separación del PGP y del PDC». Archivo Seregni, Reportaje a Seregni
publicado por El Observador, 3.1.1994.

358
no faltó el propio Hugo Batalla y su PGP que, sin embargo, optaron por acordar su
ingreso –para muchos era un reingreso– al Partido Colorado, sobre la base de un acuerdo
electoral con Sanguinetti. El Encuentro Progresista finalmente se aprobaría en julio, en
una instancia muy apretada y debatida.1225 Lo conformarían, además del Frente Amplio,
el PDC (que retornaba luego de la ruptura del Nuevo Espacio) y el Polo Progresista de
origen blanco, liderado por Rodolfo Nin Novoa. En el seno del propio Frente Amplio
hubo también novedades importantes, la más importante de las cuales fue la creación de
Asamblea Uruguay con el liderazgo de Danilo Astori.
En una campaña cargada de avatares (desde el llamado episodio del Filtro en
agosto, con las características dramáticas ya anotadas, hasta los recordados debates
presidenciales que protagonizó Vázquez con Sanguinetti y con Juan Andrés Ramírez,
nominado finalmente como el candidato del Herrerismo), el proceso electoral se tornó
mucho más competitivo de lo previsto. El amplio favorito inicial que era Sanguinetti,
aliado con Batalla en una fórmula que se proponía tener un cariz socialdemócrata
dentro del Partido Colorado, no pudo confirmar en la campaña la amplia ventaja que le
otorgaban las encuestas a comienzos del año.
Los resultados de los comicios de 1994 indicaron finalmente una situación
extremadamente singular, consagrando un resultado de casi triple empate entre el Partido
Colorado que finalmente resultó el vencedor, el Partido Nacional y el Frente Amplio-
Encuentro Progresista, en ese orden. Basta decir que entre el primero y el tercer partido
la diferencia fue de apenas un 1,7 % de los votos válidos. Dentro del Frente Amplio, la
primera fuerza resultó la recién creada Asamblea Uruguay de Danilo Astori que, con
seguridad –aunque no haya pruebas–, contó en la ocasión con el voto de Seregni.

(1225)  Cf. la nota al pie n.º 951 de este libro.

359
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

360
Capítulo 18 | las luchas finales (1994-2003)

Capítulo 18
Las luchas finales (1994-2003)
«¿Quién había dado la palabra? Yo, Liber Seregni. Y yo, compañeros, soy muy, muy
cuidadoso de la palabra que empeño y de los compromisos que asumo. […] Para mí,
mi palabra es un capital fundamental de mi accionar personal y político. […] Ante
esta situación, […] no estaba, no estoy en condiciones de negociar con el gobierno
de la República ni con los otros partidos políticos desde la condición de una fuerza,
de un sostén y de un reconocimiento de mi fuerza política. Y esto no le sirve y no le
conviene al Frente Amplio. Y esto lleva, in-de-fec-ti-ble-men-te a que yo no pueda
permanecer un momento más en la Presidencia del Frente.»
Liber Seregni, discurso de renuncia en el acto del
5 de febrero de 1996.

En diciembre de 1994 Seregni podía hacer balances y evaluaciones ambivalentes.


Había pasado un nuevo lustro muy difícil y la unidad del Frente Amplio se había
preservado en buena medida, una vez más, gracias a sus buenos oficios de componedor.
El Frente había logrado conformar el anhelado Encuentro Progresista y había estado
muy cerca de ganar el gobierno nacional, tras acrecentar nuevamente su electorado. De
acuerdo con sus deseos, el balance de fuerzas que habían dejado las elecciones mantenía
ciertos equilibrios en la interna, a partir de la gran votación de Asamblea Uruguay, que se
convertía en la primera fuerza de la nueva coalición y del propio Frente. Pero también el
general tenía preocupaciones acuciantes: su liderazgo ya no era el mismo y había sufrido
nuevos desgastes, tal vez irreversibles; era consciente de que si el Encuentro Progresista
hubiera ganado la elección habría encontrado grandes problemas para gobernar dentro
del nuevo mapa político nacional; advertía también que los equilibrios de la interna eran
frágiles y que la cuestión de las representaciones cruzadas o dobles no había terminado
de resolverse con la reestructura de 1993, como lo probaría el resultado de las elecciones
internas celebradas en mayo de 1995.1226 Además, con seguridad estaba cansado de tanto
batallar y del imperativo de atar su discurso público a sintetizar las opiniones del difícil
colectivo que representaba, callando o atenuando muchas de sus propias ideas. Como se
ha visto, no había terminado de congeniar demasiado con ese nuevo Frente Amplio que
comenzó a emerger en 1989.
Un año atrás, en el ya citado reportaje que le habían hecho los periodistas de Guambia
en diciembre de 1993, ya había confesado que la idea del retiro de la Presidencia del FA
–no de la vida política– le venía rondando la cabeza desde hacía tiempo.
Cuando el último Congreso del Frente Amplio, en el que me hicieron otra vez el honor de
nominarme, yo conversaba con Lily, le decía: «Mirá, petisa: firmé contrato por dos años y medio,

(1226)  En dicha oportunidad, los sectores más organizados y con aparato, como el Partido Socialista o el
Partido Comunista (este último aun después de la ruptura), habían ampliado su peso en los organismos de conduc-
ción copando muchos de los representantes electos por las bases.

361
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

pero después no renuevo…». Y ese contrato vence en el próximo Congreso Extraordinario. Seguir
militando, por supuesto. […] Seguir en la vida política, seguiremos. Pero buscando primero la
necesaria renovación generacional, que el Frente la necesita; y luego también una cuestión de
tener plena conciencia de los tiempos políticos y los tiempos físicos. Yo soy bastante autocrítico
y tengo conciencia de que no soy el mismo de veinte años atrás o diez años atrás […]. Y eso hay
que cuidarlo mucho. Hay que saber colgar los zapatos como Piendibene.1227
Un año después, al cumplir 78 años el 13 de diciembre de 1994, Seregni con
seguridad pensaba lo mismo y hasta tal vez un poco más. Decía en una entrevista
publicada ese mismo día en La Juventud:
[…] hay niveles de responsabilidad. Las etapas son en otros planos; planos de militancia siempre,
sin ser en la tarea de la Presidencia del Frente, que es una tarea honrosísima, hermosa, pero tiene
sus cosas. Absorbe tiempo y acompasa los premios de ser presidente del Frente con las angustias
y los pesares de serlo. Estoy casado de por vida con Lily, pero tan casado con ella lo estoy con el
Frente Amplio, también de por vida.1228
Ese mismo día, en el diario La República, su amigo entrañable y colaborador leal
desde febrero de 1971, Germán Wettstein, publicaba como regalo sorpresa para el
general un ensayo inédito hasta entonces en el que fundamentaba su visión de Seregni
como «un hombre y un líder radical»:
Los sucesos ocurridos en estos años […] han confirmado plenamente la talla de Seregni como
dirigente político. […] En su cumpleaños 78, bien orgulloso puede estar por los 600.000 votos
obtenidos. El «problema» es que ahora lo necesitamos más que antes.1229
Y esto último que señalaba Wettstein era estrictamente cierto, pero en más de un
sentido, irresoluble. Aunque la prioridad lógica para Seregni era concentrar los esfuerzos
en la tan postergada reforma constitucional, los problemas en la interna frenteamplista
no demoraron en resurgir con fuerza renovada. Como se ha visto, la pugna entre
bases, sectores y dobles representaciones, luego de las internas de mayo, amenazaron
con desequilibrar nuevamente los balances de poder en las decisiones de los órganos
del FA. Por si esto fuera poco, en marzo los legisladores del MPP y el PCU votaron
contra la participación de las Fuerzas Armadas en una misión de las Naciones Unidas
en Angola. Era –como se ha visto– la primera vez en la historia del Frente Amplio que
sus parlamentarios votaban divididos. La situación se repitió cuando debió votarse en el
Senado la venia para los nuevos integrantes del Codicen. La unidad de acción política era
un imperativo estratégico para Seregni, que no demoró en reaccionar.
El FA debe tomar una posición política […] para poder tomar decisiones. Actuar con racionalidad
política y no reaccionar por emotividad. […] No actuamos como un conjunto. […] ¡¡Eso se
acabó, compañeros!! De aquí en más.1230
Pero las diferencias de toda índole continuaron, enrareciendo una vez más el clima
de la interna y poniendo en cuestión la unidad política de legisladores y dirigentes. Como

(1227)  Archivo Seregni, «Don Liber Seregni, un general con tropa difícil», o. cit.
(1228)  Archivo Seregni, Entrevista a Seregni publicada por La Juventud, 13.12.1994.
(1229)  Archivo Seregni, «Liber Seregni, un líder radical que hoy cumple 78 años y 23 presidiendo el FA»,
La República, ensayo de Germán Wettstein, 13.12.1994.
(1230)  Archivo Seregni, Documento con las notas para su discurso de apertura del Plenario Nacional del
Frente Amplio, Hotel del Lago, 17.6.1995.

362
Capítulo 18 | las luchas finales (1994-2003)

se vio en el capítulo 11 de la parte I, un pedido de licencia por un problema médico le


dio a Seregni la oportunidad de dirigir una dura carta a la Mesa Política del FA a fines de
agosto, con un análisis exhaustivo de la situación creada:
[…] es absolutamente necesario abordar esos temas ahora […]. Hemos perdido presencia y
contundencia en el escenario nacional. […] Hemos sido imprecisos en nuestras decisiones, en
un intento equivocado de contemplar a todos […]. Y cuando alcanzamos una resolución rotunda,
[…] se incumple lo resuelto. […] Así no podemos seguir. Hemos de reconocer que […] subsisten
diferencias internas que no son simplemente tácticas o de detalle: alcanzan a lo estratégico, a la
propia concepción del Frente Amplio, al papel que debe jugar […].1231
Parecía volver a verse una película muchas veces repetida. Los propios argumentos
de Seregni se reiteraban casi en forma textual, lo que sin duda desgastaba profundamente
al general y sus vínculos con dirigentes y sectores. A esto se agregaba el efecto innegable
de un proceso que ya venía dándose desde 1990, pero que con la creación del Encuentro
Progresista y la candidatura presidencial de Tabaré Vázquez en 1994 se profundizó de
manera incontenible: su liderazgo languidecía frente a la diarquía que de hecho se había
generado con la creación de la Presidencia del Encuentro Progresista, cuya titularidad
tenía Tabaré. No era un problema de superposición de orgánicas, a las que el líder
encuentrista escapaba. Era la competencia política de dos liderazgos que poco a poco
se volvían inconciliables, tanto en sus posiciones como en sus estilos y estrategias. Ha
señalado al respecto Bottinelli, en su análisis ya citado sobre las distintas etapas del
liderazgo seregnista, refiriéndose en este caso a la que situaba como octava:
El ocaso en la Presidencia del Frente Amplio. Tras la candidatura presidencial de Tabaré Vázquez
y la creación de la Presidencia del Encuentro Progresista, Seregni pasa de hecho a copresidir
la izquierda. Hay un juego de diunviros entre el presidente del Frente Amplio (Seregni) y el
presidente del Encuentro Progresista (Vázquez). Son dos referentes separados, con estrategias y
discursos no coincidentes.1232
Ya no se trataba de choques de personalidad o de falta de química personal. Era un
proceso creciente de incompatibilidad política. Además, ese doble liderazgo proyectaba
un balance cada vez más asimétrico a favor de Vázquez, lo que repercutía con mucha
fuerza en la interna frenteamplista. Como tantas veces en encrucijadas anteriores,
Seregni supo anticipar los procesos. Era tiempo de tomar distancia de la Presidencia del
FA para hacer política desde otros lugares. Pero le quedaban dos asuntos fundamentales
en los que su papel como presidente del FA podía jugar a su favor: desterrar nuevamente
cualquier posibilidad posfrentista y obtener un acuerdo interpartidario para la reforma
constitucional, que por entonces –finalmente– parecía estar muy cerca de concretarse.
Al primer asunto le dedicó un documento elaborado especialmente, titulado 1989-
1994: Por los difíciles caminos de la unidad y de la renovación, que fue hecho público
en diciembre de 1995. En él no puso el foco en el balance del quinquenio pasado, sino
en una mirada estratégica que hacía hincapié en la idea de que la renovación ideológica y

(1231) Archivo Seregni, Carta a los integrantes de la Mesa Política del Frente Amplio, 28 de agosto de
1995.
(1232)  Bottinelli, Oscar, «Las diez etapas del Seregni político…», o. cit.

363
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

política de las izquierdas uruguayas era una tarea insoslayable y urgente, pero que debía
–y, a su juicio, podía– hacerse dentro del FA y de sus vías orgánicas.
[…] nunca concebimos una renovación excluyendo a parte del Frente o actuando de espaldas
a sus estructuras orgánicas –adecuadas o inadecuadas, pero legítimas–. Por otra parte, la vida
demostró que por fuera del FA no hay posibilidades de renovación ni de acciones políticas
efectivas. ¿Qué fue finalmente el Encuentro Progresista? Un acuerdo válido y fermental porque
en él participó todo el Frente; el Frente como tal, unido y orgánicamente representado. De otra
manera, ¿hubiéramos obtenido el resultado electoral y político que logramos? Yo estoy seguro
que no.1233
En cuanto a la reforma constitucional, de acuerdo con lo ya señalado, en 1995
parecieron alinearse todos los astros para que lo que no había sido posible concretar
en la última década pudiera finalmente prosperar con un acuerdo multipartidario. Para
Seregni, como se ha visto, resultaba un tema prioritario, crucial, que hacía a una de
sus convicciones más sentidas y firmes desde años atrás. Incluso veía al balotaje (el
aspecto más controvertido de la propuesta en negociación) como una vía positiva para la
izquierda, que a su juicio tenía que pugnar por obtener mayorías (propias o acordadas con
socios confiables) para poner en práctica su programa. Como era previsible, el trámite de
las negociaciones fue muy arduo dentro del Frente.
El 18 de noviembre de ese mismo 1995, el Plenario Nacional del FA resolvió
plantear nueve exigencias de cambio a la propuesta en curso hasta el momento, entre
las que se establecía la demanda de candidatura única a intendente y de separación
en el tiempo entre las elecciones departamentales y las nacionales. La mayoría de los
analistas coincidían en que, en especial, esas dos condiciones no resultaban aceptables
para los partidos tradicionales. Sin embargo, con un empuje particular de Seregni, el 28
de diciembre el general y Tabaré Vázquez pudieron salir de la reunión de negociación
interpartidaria con una propuesta de acuerdo inesperada, que daba respuesta satisfactoria
a casi todas las exigencias de la izquierda: incluso se acordaba que habría dos candidatos
a intendente por lema y que las elecciones departamentales se realizarían por lo menos
cinco meses después de las elecciones nacionales.
Exultante, pero también imprudente, en esa misma reunión Seregni se comprometió
personalmente a que el Plenario Nacional del Frente Amplio se pronunciaría sobre la
propuesta antes del 15 de febrero. Sin embargo, ese mismo día –como se ha visto–
se hizo pública la información que el gobierno analizaba documentación que podría
inculpar a Vázquez de favorecer a su hijo en compras de equipamiento especializado
por el Instituto Nacional de Oncología, del que era jerarca. El impacto producido por la
noticia llevó a Vázquez a replantearse su apoyo a la reforma constitucional, con lo que el
acuerdo con la izquierda caía en los hechos y su aprobación por el Plenario Nacional del
FA se volvía una utopía. Fue la gota que desbordó el vaso. Pese a los intentos de varios de
sus colaboradores y dirigentes cercanos que advertían lo que se venía, antes de fin de año
Seregni le anunció por vía telefónica a Vázquez que, ante su cambio de posición, había
resuelto presentar su renuncia indeclinable a la Presidencia del FA.

(1233)  Archivo Seregni, Documento de Seregni titulado 1989-1994: Por los difíciles caminos de la unidad
y de la renovación, diciembre de 1995.

364
Capítulo 18 | las luchas finales (1994-2003)

Como siempre había hecho, Seregni quiso que su resolución tuviera una fuerza
simbólica especial. La fecha elegida para hacer efectiva y pública su renuncia fue el 5
de febrero, cuando el FA celebraba los 25 años de su Declaración constitutiva. En su
archivo, el general guardó un borrador de su carta de renuncia presentada ese mismo día
a la Mesa Política, en la que, en medio de tachaduras y enmiendas, exponía que, ante
la no aceptación de ese cuerpo a que el Plenario Nacional se reuniese para considerar
la propuesta de acuerdo antes del 15 de febrero, él quedaba inhabilitado para cumplir
lo anunciado frente a los representantes de los otros partidos y frente al gobierno. El
borrador de la carta –presentada también el 5 de febrero– concluía con un estilo muy
seregnista: «No puedo ni debo seguir siendo presidente del Frente Amplio. Mi decisión
de renuncia es producto de un proceso de racionalidad política, lo que asegura su carácter
definitivo».1234
En la noche de ese mismo día, con Vázquez ausente y Astori sentado en primera
fila, con trasmisión directa por televisión a través de Canal 10 y una estricta y muy
afinada preparación de todos los detalles, Seregni compareció ante una multitud de
frenteamplistas reunidos en la Explanada de AFE para pronunciar su último discurso
como presidente del FA. Luego de reafirmar ciertos principios fundamentales de lo
que consideraba la identidad del Frente, el general historió el largo proceso de reforma
constitucional de aquellos años. Tras informar sobre los últimos acontecimientos que le
impedían cumplir con el compromiso asumido ante el gobierno y los representantes de
los otros partidos, explicó los motivos que le imponían tomar la resolución de renunciar:
¡¡Claro que fue un acto individual y personal!! ¿Quién había dado la palabra? Yo, Liber Seregni.
Y yo, compañeros, soy muy, muy cuidadoso de la palabra que empeño y de los compromisos que
asumo. […] Para mí, mi palabra es un capital fundamental de mi accionar personal y político.
[…] Ante esta situación, […] no estaba, no estoy en condiciones de negociar con el gobierno de
la República ni con los otros partidos políticos desde la condición de una fuerza, de un sostén
y de un reconocimiento de mi fuerza política. Y esto no le sirve y no le conviene al Frente
Amplio. Y esto lleva, in-de-fec-ti-ble-men-te a que yo no pueda permanecer un momento más en
la Presidencia del Frente.1235
Ante una multitud perpleja que protestaba y que solo atinaba a entonar el viejo
cántico de respaldo al general (Seregni, amigo, el pueblo está contigo), frente a la gran
mayoría de la dirigencia frenteamplista que tampoco convergía a la hora de reaccionar
frente a la renuncia (algunos lloraban, otros protestaban, algunos se mostraban irritados
y hasta no faltó quien esbozara una sonrisa),1236 el líder frenteamplista terminaba su
discurso con el telón de fondo de las estrofas de la épica canción A redoblar:
A redoblar, compañeros, el esfuerzo, a redoblar… Quiero que crezca el volumen. (Se escuchan
in crescendo los acordes de A redoblar). ¡¡¡Ese es el mensaje!!! ¡¡¡Ese es el compromiso!!! A

(1234)  Archivo Seregni, Borrador de la carta de Seregni al presidente de turno de la Mesa Política, en la que
oficializa su «renuncia indeclinable» como presidente del Frente Amplio, 5.2.1996.
(1235)  Archivo Seregni, Discurso de renuncia a la Presidencia del Frente Amplio en el acto por el 25 ani-
versario del FA, Explanada de AFE, 5.2.1996.
(1236)  Cf. Conteris-Israel, El General…, o. cit., pp. 334-339.

365
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

redoblar los esfuerzos, compañeros, a superar nuestras distancias, a superar las dificultades, en el
empeño, el tesón y la entrega de que somos capaces los frenteamplistas.1237
La renuncia cayó como una bomba, y no solo en el seno de la izquierda uruguaya.1238
Un actor fundamental de la política uruguaya durante el último cuarto de siglo dejaba
de ocupar un cargo que se había identificado con su persona y con su nombre. Mucho
se especuló entonces y después en cuanto a si Seregni quería, con su acto, generar una
reacción dentro del FA para desbloquear el respaldo a la reforma constitucional.1239
Por cierto, es muy difícil contestar categóricamente esa interrogante. Luego de leer
la documentación, sus discursos públicos de la época, sus alusiones posteriores en
entrevistas, las opiniones y los testimonios de otros actores, nuestra hipótesis se inclina
por que, con toda su relevancia específica, el desacuerdo de fines de 1995 por el tema
de la reforma constitucional no fue sino el punto final de un largo proceso que Seregni
venía madurando.
Como se ha señalado, resulta plausible pensar que el general sabía muy bien que
su liderazgo ya no tenía sustento político para continuar. También estaba cansado de la
obligación de actuar y de opinar en representación de un colectivo al que ya no podía
sintetizar. Había un nuevo Frente Amplio, con el cual seguiría casado de por vida, pero
al que ya no podía conducir. Su tiempo como dirigente se había terminado, pero no su
vida política como militante y como ciudadano, ahora más suelto para actuar y expresar
sus convicciones desde la representación de sí mismo.
Como era previsible, el Frente Amplio, a través de su Plenario Nacional, no
apoyó la reforma. El proyecto, respaldado por el resto de los partidos y aprobado en el
Parlamento con la oposición disciplinada de toda la bancada encuentrista y frentista,1240
fue finalmente plebiscitado favorablemente el 8 de diciembre de 1996 por un margen
muy estrecho: obtuvo el 50,5 % del total de los votos emitidos.1241

(1237)  Archivo Seregni, Discurso de renuncia, cit.


(1238)  Cf. por ejemplo la edición del semanario Tres. Revista de actualidad, n.o 3, Montevideo, 10 de
febrero de 1996. En su portada había una caricatura de Seregni por Sábat bajo el título «Cuestión de honor».
(1239)  Bottinelli señala en su texto ya citado sobre las etapas del liderazgo de Seregni: «Inicialmente es una
renuncia más pensada en pos de obtener ecos para fortalecerse, que una renuncia para pasar a retiro; pero esos ecos
no existieron y el retiro se produce». Cf. Bottinelli, Oscar, «Las diez etapas del Seregni político…», o. cit. Esta
interpretación fue manejada por algunos analistas en aquel momento, pero otros expresaron opiniones distintas.
Desde entonces ha sido y sigue siendo objeto de controversia interpretativa.
(1240)  Astori y su grupo, Asamblea Uruguay, aunque afines al proyecto, en el Parlamento acataron la de-
cisión del FA. Sin embargo, tanto Seregni como Astori, así como la mayoría de los dirigentes que le eran afines,
hicieron saber de distintas formas más o menos directas su apoyo al proyecto en ocasión del plebiscito. Tabaré
Vázquez, en cambio, lideró la posición opositora e hizo una fuerte campaña por el no.
(1241)  De acuerdo con una ajustada síntesis de Daniel Buquet, los principales aspectos de la reforma eran
los siguientes: a) En materia electoral, introducción de elección presidencial por mayoría absoluta, eventualmente
en una segunda vuelta; exigencia de candidatos únicos por partidos para el cargo de presidente y de hasta tres
por partido para el cargo de intendente, designados por la Convención Nacional en el primer caso por mayoría
simple de convencionales, y en el segundo por las convenciones departamentales, y que cada candidato contara
por lo menos con un 30 % del apoyo de los convencionales; prohibición de acumulación de votos por sublemas
para la Cámara de Diputados; eliminación de la distinción entre lemas permanentes y accidentales. b) En materia
de régimen de gobierno y relación entre poderes, habilitación al presidente a solicitar el voto de confianza para
su gabinete y remover a miembros de este y a directores de empresas públicas o entes autónomos si carecen de
ese voto; reforzamiento de los poderes presidenciales ante el Parlamento, al restringirse los plazos para el trámite

366
Capítulo 18 | las luchas finales (1994-2003)

Liberado de sus compromisos de representación como presidente del FA, emergió


un Seregni distinto, mucho más libre y abierto a la polémica –quizás también más terco–
en sus opiniones y acciones políticas. En cuanto a la reforma constitucional aprobada,
más allá de las opiniones en términos estrictamente constitucionales, en lo que tiene que
ver con las dimensiones políticas más estratégicas, el tiempo terminó por darles la razón
en muchos aspectos a Seregni y a Astori. Las nuevas reglas electorales afectaron mucho
más a los partidos tradicionales, y el recurso al balotaje para frenar el acceso al gobierno
de la izquierda pudo funcionar solo una vez, en 1999, cuando Jorge Batlle le ganó en
segunda vuelta a Tabaré Vázquez. En más de un sentido, la reforma constitucional de
1996 puede considerarse un instrumento que le ha servido mucho más al Frente Amplio
que a los partidos tradicionales, los cuales se han visto afectados en su funcionamiento
clásico por las modificaciones impuestas al viejo sistema electoral. De todas maneras,
no creemos que haya una «determinación jurídica del comportamiento político», como
expuso alguna vez Carlos Real de Azúa con relación a otros tramos de la historia
política uruguaya.1242 Lo que sí es cierto es que muchas de las visiones estratégicas que
Seregni defendió por aquellos años y que terminaron incorporadas a las enmiendas
constitucionales de 1996 fueron básicamente corroboradas en términos políticos.1243
Como se ha reseñado en el capítulo 12, Seregni abrió otro espacio de acción
política el 27 de febrero de 1997, cuando bajo su conducción se constituyó el Centro de
Estudios Estratégicos 1815 (CEE). A partir de sus viejas convicciones sobre la necesidad
de vincular más y mejor la reflexión académica con la vida política, la idea era abrir
un espacio para reflexionar en clave estratégica acerca de los principales temas de una
agenda de desarrollo de mediano y largo plazo. En el Centro convergieron desde un
principio la mayoría de quienes habían conformado su último equipo de la Presidencia del
FA, pero también se integraron luego intelectuales de izquierda como Julio Rodríguez,
Gerónimo de Sierra o Mario Bergara, entre otros,1244 quienes conformaron un think tank
cuya proyección comenzaría a acrecentarse con el tiempo. Los estatutos de la institución
referían ese perfil de independencia y análisis crítico, aunque también autorizaban la
intervención del instituto en la acción política concreta, habilitándolo, por ejemplo, a
«aportar al Frente Amplio estudios y trabajos sobre temas de Estado y gobierno» e incluso
a «elaborar propuestas que viabilicen, cuando sea necesario, acuerdos estratégicos entre
las principales fuerzas políticas y sociales».1245
En más de un sentido, esta nueva iniciativa recordaba los propósitos del general
cuando impulsó desde la Presidencia del FA la creación del Instituto Fernando Otorgués

de las leyes de urgencia y modificarse a su favor la consideración de los vetos interpuestos. Cf. Buquet, Daniel,
«Elecciones y sistema electoral», en Varios autores, El Uruguay del siglo XX. La política, Montevideo, EBO-ICP,
2003, pp. 137 ss.
(1242)  Cf. Real de Azúa, Carlos, «Poder, política y partidos en el Uruguay de hoy», en Varios autores,
Uruguay hoy, Buenos Aires: Siglo XXI, 1971, pp. 145 ss.
(1243)  Esto ha sido reconocido incluso por varios actores de la izquierda uruguaya, que en aquellos mo-
mentos discreparon duramente con las posturas asumidas por Seregni y Astori.
(1244)  Cf. el capítulo 11 de la primera parte, donde se incluye una nómina reducida de algunos de los
integrantes del CEE.
(1245)  CEE 1815, Libro de actas, acta n.o 1, 27.2.1997, en ACEE 1815.

367
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

(creado en 1992 como organismo asesor del Frente), aunque el CEE contaba con
independencia técnica y también orgánica y financiera.1246 Pese a la «relación familiar»
que el CEE siempre tuvo –y nunca ocultó– con el Frente, fue un espacio reconocidamente
plural, lo que permitió que en sus actividades participaran siempre actores académicos
y políticos de todas las tiendas y procedencias. Incluso en su grupo de colaboradores
directos estuvo en la última época –y muy a gusto– un herrerista liberal como Conrado
Hughes, con la satisfacción de todos.
Entre otras muchas cosas, el CEE estaba hecho a la medida de cómo encaraba
Seregni su acción política luego de su alejamiento de la Presidencia del FA. La sede de
la institución quedaba muy cerca de su casa (y también, dicho sea de paso, de la sede
del Frente Amplio), en un edificio de apartamentos situado en la esquina de las calles
Colonia y Barrios Amorín. Eso permitía que Seregni mantuviera una férrea disciplina
de asistencia cotidiana, lo que le permitía concentrar sus entrevistas y actividades. Entre
estas últimas, la que todos quienes participaron en esa experiencia recuerdan con mayor
nostalgia fue la práctica de lo que Seregni bautizó Los martes, orquídeas, que venía a
continuar una instancia de debate abierto y colectivo semanal, organizado sobre una
agenda variable de temas y asuntos, que contaba siempre con ponencias iniciales del
general o de algún colaborador o invitado especialmente designado.
En ese ámbito más acogedor fue que Seregni pudo reflexionar con total apertura
y en un clima de confianza sobre algunas de sus opiniones vertidas públicamente en
aquellos años y que generaron especial encono desde algunas de las tiendas de la
izquierda. Entre ellas cabe mencionar muy especialmente sus valoraciones revisionistas
sobre la constitucionalidad última del gobierno de Pacheco Areco –en ocasión del
fallecimiento de este, en 1998–, que venían a diferenciarse en forma nítida de buena
parte de sus discursos del período 1971 y 1973,1247 o, de manera muy particular, sus
dichos a Búsqueda –en una entrevista de mayo del año 2000– a propósito del tema de
los derechos humanos y la «falta de autocrítica» del MLN sobre muchas de sus prácticas
del pasado.1248 Como vimos en las referencias recogidas sobre este hecho en la primera
parte del libro, al comparar el trato dado por el MLN a los secuestrados en la «cárcel del
pueblo» o al reprocharse no haber sido más crítico en su momento con las «violaciones a
los derechos humanos cometidas por el MLN», Seregni volvía a encender la polémica y
las réplicas más duras en torno a un tema tan sensible como central, en especial pero no
únicamente con los máximos dirigentes del MLN.1249

(1246)  Cf. nota al pie 985.


(1247)  Cf. al respecto los tomos I y II de la Colección Seregni, coordinada por Gerardo Caetano, publicados
en 2005 y 2006 por la editorial Taurus, reeditados este año por la editorial Planeta.
(1248)  Cf. Conteris-Israel, El General…, o. cit., pp. 355 ss.
(1249)  En la citada entrevista de Búsqueda, entre otros conceptos señaló Seregni: «[…] a mí mismo me
he reprochado que como presidente del Frente Amplio en aquel momento no enfrenté con la suficiente fuerza y
valentía las violaciones y los desbordes de ciertos actos que cometió la guerrilla urbana en nuestro país. El caso
más típico es el asesinato inexplicable de los cuatro soldados en la puerta (de la casa) del comandante en jefe (del
ejército) de aquel momento». Cf. Búsqueda, Montevideo, 25.5.2000, p. 12. Algunos de quienes fueron más duros
con los dichos de Seregni en aquellos momentos fueron Mujica, Marenales y Fernández Huidobro. Sin embargo, el
único de ellos que retomó contacto y hasta se reconcilió con el general en vida fue Mujica.

368
Capítulo 18 | las luchas finales (1994-2003)

Además de configurar un ámbito refugio para este Seregni más libre y directo en sus
opiniones, el CEE jugó de manera formal e informal un papel incesante en la defensa de
la idea de políticas de Estado, tanto para pensar estratégicamente las vías del desarrollo
como para respaldar la gobernabilidad del país en momentos críticos. En este último
sentido, como ejemplo, cabe destacar la iniciativa para impulsar un documento de acuerdo
multipartidario en medio de la crisis del 2002 (más precisamente en mayo, cuando no
se había dado todavía el estallido de finales de julio), que elaboraron los economistas
Mario Bergara, Walter Cancela y Luis Porto y Seregni acogió personalmente desde el
CEE. En entrevista concedida a los autores, Bergara recordó que, a través del apoyo
directo de Seregni, el documento –que buscaba dar la señal de unidad política nacional
ante la corrida financiera en curso– pudo obtener el respaldo de líderes políticos como
Sanguinetti, Lacalle y Vázquez, así como de economistas de todos los partidos y hasta
el apoyo genérico del movimiento sindical y expreso de AEBU, con un rol muy especial
jugado por el dirigente sindical Juan José Ramos.
El documento consensuado era breve pero contundente: tenía en primer lugar un
«resumen de diagnóstico», luego una visión global sobre «los caminos de salida» y
culminaba con una reseña de cambios urgentes en «la institucionalidad», que contenía la
mención específica a programas de acción inmediata en diversos campos («Competitividad
y crecimiento», «Adecuación de las finanzas públicas», «Políticas sociales», «Reforma
financiera y bancaria», «Reorganización de los mercados de servicios públicos»).1250
Concluía sintetizando el objetivo central de toda la propuesta:
La conformación de una política global consistente que incorpore claras señales de amplio apoyo
político y otorgue credibilidad al proceso parece ser un requisito sine qua non para la obtención
del respaldo financiero que el Uruguay debe obtener de parte de los principales organismos
internacionales […].
[…] se corre el riesgo de un debilitamiento institucional (como lamentablemente ocurre en el
vecino país) [se refiere a Argentina], lo cual no se condice con la tradición democrática del
Uruguay.
A finales de mayo, cuando el gobierno de Batlle aprobó su primer paquete de ajuste
fiscal, los discursos confrontativos entre gobierno y oposición terminaron por frustrar la
iniciativa que, sin embargo, había avanzado mucho en la obtención de apoyos.1251
Este tipo de iniciativa de acuerdo político impulsada en medio del vértigo de
la crisis del 2002 sintetiza muy bien el espíritu seregnista de entonces y de siempre:
reivindicar la primacía de la política como respaldo indispensable de la gobernabilidad
y privilegiar la cooperación sobre el oportunismo ante situaciones de inestabilidad
institucional y económica, sin que importaran costos o protagonismos. Eran valores
que en abstracto podían recoger un amplio respaldo, pero, cuando se concretaban,
despertaban de inmediato críticas en contextos en los que la debilidad del gobierno de
Jorge Batlle y el agotamiento manifiesto de los partidos tradicionales –en particular del
Partido Colorado– llevaban a que en la izquierda se sintiera la posibilidad inminente de

(1250)  Entrevista de los autores con Mario Bergara, 30.7.2016, quien proporcionó una copia del documento
citado.
(1251) Ibídem.

369
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

acceso al gobierno en las siguientes elecciones. Seregni, que siempre había creído que el
Frente debía mantener a toda costa su vocación de gobierno, ante un contexto crítico de
proyección nacional prefería el camino de empujar los acuerdos.
Por cierto, ese no era un programa que pudiera resultar muy atractivo en aquellos
momentos dentro del Frente Amplio. Puede debatirse si Tabaré Vázquez no tenía razón,
incluso en clave estratégica, cuando bregaba (desde la «lealtad institucional» que en
ningún momento abandonó)1252 por afirmar la postura férreamente opositora de la
izquierda. En un contexto de amplia impopularidad del gobierno y de ciertas señales
de agotamiento de los partidos tradicionales, esa actitud puede ser interpretada también
como una forma de resguardar ante la opinión pública la idea de una alternativa distinta
y como una consecuencia lógica de la confrontación ideológica con la prédica frentista
(que, como se ha visto, también compartió Seregni) de crítica intransigente contra el
modelo neoliberal. Por lo ocurrido después, no cabe duda de que en términos electorales
fue una opción que dio frutos. También es dudoso que otra estrategia más acuerdista
hubiera podido tener receptividad plena en el seno de la militancia frenteamplista. El
líder de la izquierda uruguaya, con todas sus implicaciones, ahora era Vázquez, y ello,
como bien sabía Seregni, condicionaba la definición de las posturas personales ante las
responsabilidades de la representación de síntesis colectivas. Se habían invertido los
roles.
De cualquier manera, la figura del general comenzó a molestar a muchos dirigentes
frentistas, tanto de la vieja como de la nueva guardia. El nuevo estilo, más incisivo e
interpelante, de Seregni en sus declaraciones públicas resultaba perturbador, sobre todo
cuando la estrategia de afirmar la oposición ante un gobierno impopular resultaba tan
mayoritaria en un Frente cada vez más vazquista. En un clima de mucha confrontación,
algunos dirigentes comenzaran a tildarlo de traidor y otros trataron de menoscabar
sus declaraciones remitiéndolas a problemas de senilidad. El general persistió en ese
camino nuevo y controvertido con la firmeza de siempre cuando alcanzaba a forjar la
convicción sobre un rol o una estrategia. Más allá de egos, creía en verdad que su nuevo
papel era necesario y que, lejos de perjudicar a la izquierda, la fortalecía. Sus vínculos
con Tabaré Vázquez se volvieron muy distantes, aunque este último siempre buscó no
perder totalmente el vínculo ni la relación con el general. Sin embargo, las situaciones de
rispidez y distanciamiento comenzaron a ser difíciles de manejar.
Ya vimos cómo en el Plenario Nacional del FA del 8 de agosto de 1998, por ejemplo,
su tesitura de que el FA debía dirimir las candidaturas a través de elecciones internas
(como preveía la nueva Constitución) y no a través del Congreso (como indicaban los
estatutos frenteamplistas) fue derrotada por una mayoría demoledora de 125 votos contra

(1252)  El concepto de lealtad institucional fue manejado en forma insistente por Tabaré Vázquez en todas
sus manifestaciones públicas durante los distintos momentos de la crisis del 2002. Aunque hubo disidentes muy
aislados, esa misma postura fue absolutamente predominante en los sectores y en la orgánica del Frente Amplio.
Hubo sí algunos intentos trasnochados que intentaron presionar por la sustitución del presidente Jorge Batlle, pero
surgieron de la derecha empresarial y no obtuvieron eco en las dirigencias partidarias. Cf. Claudio Paolillo, Con
los días contados, Montevideo: Búsqueda-Fin de Siglo, 2004.

370
Capítulo 18 | las luchas finales (1994-2003)

9.1253 La situación llegó a un nivel de intolerancia insólita en ocasión del 30 aniversario del
FA, el 5 de febrero de 2001, cuando, para evitar enfrentamientos en un momento en que
algunas de sus declaraciones habían generado nuevamente polémicas, Seregni decidió
no asistir al acto central de celebración que se realizaría de noche en el Velódromo.1254
Es también cierto que a Seregni le costó adaptarse a ciertas cosas muy propias
de ese nuevo Frente Amplio emergente que, si bien había nacido en 1989, en muchos
sentidos venía profundizando las novedades a partir de su renuncia de 1996. El nuevo
Frente en su crecimiento electoral había penetrado en capas sociales y territoriales a las
que nunca había llegado bajo el liderazgo de Seregni, zonas y sectores marginales en los
que los carismas de Tabaré primero y de Mujica después se volvieron referencia. Muy
lejos de prejuicios clasistas –que no los tenía por ideas ni por origen–, Seregni temía,
sí, los peligros de una lumpenización del FA.1255 Dicho de otra forma, le inquietaba la
posibilidad de una deriva peronista de la izquierda uruguaya.
Cuarenta años antes, tras una década de recorrer el país como oficial del Instituto
Geográfico Militar, había intentado (sin éxito visible) que sus amigos políticos, los
jóvenes turcos de la 15, entendiesen la racionalidad de las voces que Chico Tazo lograba
sintetizar. El Uruguay se situaría ante el desafío de la coyuntura, pero el país, la crisis y
la propia izquierda eran muy diferentes a los de la admirable alarma de 1971, en cuyo
seno habían nacido casi juntos el Frente Amplio y el Seregni político. En esta otra crisis,
de nuevo se subrayaba la desigualdad, pero también emergían impulsos de diversidad y
evidencias de fragmentación difícilmente asimilables aun para quien, como alguna vez
dijo Lily, tantos hombres había sido. Lo que podía leerse de los números de las elecciones
era que en muchos de los barrios en los que en 1971 quien votaba mejor era Pacheco,
en 1999 –año de la última elección nacional que pudo apreciar el general– empezaba a
prevalecer el Frente Amplio. En la entrevista que le realizamos, Mario Bergara recordaba
que en aquellos momentos de desasosiego de 2002, cuando algunos medios divulgaron
la falsa noticia de que una columna de desarrapados marchaba desde el Cerro sobre
el Centro de Montevideo, Seregni consideró la hipótesis de que detrás de la asonada
estuviera algún sobreviviente del pachequismo.1256
Pese a las dificultades, Seregni vivió muy intensamente esos últimos años de su
vida. Aunque le costaba, sentía una gran curiosidad por ese nuevo mundo de la ciencia
y de la investigación, de las nuevas formas de comunicación, de las redes sociales y de
sus nuevos formatos de vínculos. Tal vez por esa misma curiosidad, una de sus últimas
obsesiones fue la de atraer de nuevo a los intelectuales a la vida política, hacer puentes
para que se restaurara ese vínculo en más de un sentido roto. Por eso, en uno de los ritos
tradicionales que disfrutaba especialmente y que nunca dejó de cultivar, la celebración

(1253)  Seregni proponía que el Congreso se realizara después de las internas, limitando su rol a refrendar
lo dispuesto por el voto ciudadano.
(1254)  Cf. Conteris-Israel, El General…, o. cit., p. 359.
(1255)  En la entrevista con los autores, Bergara narró que a Seregni le generó mucha perplejidad el acto
final de campaña del Encuentro Progresista de 1999, incluso las nuevas prácticas de seguridad que se empleaban
para controlar la manifestación.
(1256)  Entrevista de los autores con Mario Bergara, 30.7.2016.

371
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

muy abierta y concurrida de su cumpleaños cada 13 de diciembre, varias veces se refirió


al tema. Nada menos que el 13 de diciembre del dramático 2002, dedicó el final de su
clásico discurso a ese tema:
Yo digo, si en esta vida y en este Uruguay tan sumido en la crisis en que está, hay un sector
que no puede perder los sueños y las esperanzas, son los intelectuales. Abarco con este término
genérico que siempre utilizamos en el pasado no solo al investigador científico, no solo al
escritor, al poeta; también incluyo a los plásticos, la gente de teatro, los cantores; toda la gente
que de una forma u otra tiene algo fundamental en común: el espíritu creador. El espíritu creador
es estar siempre persiguiendo un sueño. ¿Qué otra cosa hace aquel que está inclinado sobre un
microscopio que estar persiguiendo un sueño, encontrar algo? ¿Qué otra cosa hace el que mira
a través de un telescopio y se interna en el cielo, si no también buscar un sueño y perfilar la
realización de un sueño en las estrellas? ¿Qué otra cosa hace si no fabricar sueños el poeta y el
escritor? Bueno, en estos (tiempos) yo me permito convocarlos a ellos también, porque los siento
un poco ausentes de este momento en que el país necesita tanto de la gente […].1257
Al año siguiente el rito se cumplió como siempre, pero muchos sabían que el marco
era muy distinto y que tal vez sería el último. Seregni estaba realmente enfermo y, como
siempre, buscaba actuar combinando racionalidad y sentimiento. En su discurso no habló
de su enfermedad ni trasuntó tristeza, nos han señalado varios de quienes estuvieron
presentes. Pero sí anunció el cierre definitivo del CEE 1815 y su retiro de la vida pública.
Como siempre, Seregni seguía apelando al futuro, pero cargaba con sus responsabilidades
hasta el final.

(1257)  La transcripción de este discurso fue proporcionada por Gonzalo Pereira, colaborador de Seregni
durante muchos años e integrante del CEE, a quien los autores agradecen muy especialmente tanto este documento
como su ayuda invalorable para la publicación de la colección del Archivo Seregni.

372
Capítulo 19 | «decir lo que se piensa y hacer lo que se dice»

Capítulo 19
«decir lo que se piensa y hacer lo que se dice»
«[…] a mí me gusta vivir, amo la vida, no me aferro a ella; he dicho mil veces la vida
es pugna, la vida es lucha, pero si es cierto el precepto latino de cogito, ergo sum, no
menos es cierto que si yo vivo, existo y soy, puedo pensar, y entonces, mis amigos,
[…] seguiré pensando. Y si en un momento siento la necesidad de pelear, lo haré […]»
Liber Seregni, 19 de marzo de 2004.

Ya enfermo de muerte, pero con mucho espíritu, siguiendo el ritual de sus últimos
años, en aquel enero del 2004 Seregni fue a descansar con su familia al balneario
Costa Azul, en Canelones. Enterado de la gravedad de su enfermedad, un grupo de
militantes de lo que por entonces ya comenzaba a llamarse generación 83 se contactó
con la secretaria de Seregni, María Elena Fernández, para explorar la posibilidad de
visitarlo. Así se concretó la visita de una comitiva que integraron Lucía y Pedro Arzuaga,
Gonzalo Ponce, Benjamín Liberoff y su esposa, Esther Paulós, Hugo Rodríguez, Alicia
Oschendorf y Óscar Rocca. Encontraron al general muy animado y pudieron hablar con
él más de dos horas. Le habían llevado como regalo un libro publicado para conmemorar
la Semana del Estudiante, iniciativa organizada en setiembre de 1983 por la Asociación
Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública (ASCEEP), un casete y un cedé
con imágenes de aquel hito de los últimos tramos de la resistencia.1258
De ese encuentro, al que siguieron otros, surgió la iniciativa de realizar un acto
en el Paraninfo de la Universidad de la República el 19 de marzo, para conmemorar el
20 aniversario de la liberación de Seregni de su segunda prisión, ese mismo día pero
de 1984. Los organizadores titularon la convocatoria «Liber Seregni, ética y coraje»,
por lo que enviaron una invitación pública que en uno de sus pasajes más significativos
señalaba:
Tras el alejamiento del general Liber Seregni de la vida pública, creemos justo y oportuno
tributar un reconocimiento a su ejemplar trayectoria. Más allá de toda posible coincidencia o
divergencia con las opciones políticas por él asumidas, Seregni encarna y representa un conjunto
de valores que se hace necesario rescatar y proyectar hacia el futuro del país. Es un símbolo vivo
de la lucha por la democracia y la libertad.1259
Ante un Paraninfo desbordante de público y con la presencia de figuras representativas
de todo el espectro político y social del país, un Seregni contento y emocionado dio
su último discurso, en una pieza oratoria que no quiso leer sino improvisar en tono
coloquial, siguiendo apenas una guía. Con 87 años cumplidos, severamente enfermo

(1258) Cf. ‹www.republica.com.uy/en-su-ultimo-mensaje-seregni-convoco-a-una-reconstruccion-mor-
al-del-pais-2/470914›.
(1259) Ibídem.

373
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

pero intentando aparecer con su prestancia de siempre, el general inició sus palabras
contando una anécdota:
Hace un tiempo, cinco u ocho años, después de que había abandonado la Presidencia del Frente
Amplio (FA), me expresé con libertad y dije cosas que motivaron críticas severas y hasta
algún agravio de mis propios amigos y compañeros. Recuerdo que en esos días un compañero
del piso sexto de la Cárcel Central, un querido compañero, me dijo en casa: «Mi general, el
grave error de su vida es no haberse muerto». Esta frase, que puede ser brutal, era hasta cierto
punto comprensible. Él me dijo: «Si usted se hubiese muerto, serían nada más ahora que largos
homenajes, pero usted siguió viviendo, y habla y molesta a la gente […]». Mañana, mañana lo
voy a llamar a este compañero y le voy a decir: «Mira, compañero, no estuve tan errado en seguir
viviendo». Los hechos de hoy, esta jornada, me lo demuestran. Cierto, cierto es que yo anuncié
mi retiro de la vida pública, que es una forma de desaparecer también. Pero no es menos cierto
que en vida recibo este homenaje.1260
Antes de reseñar su visión sobre los hitos de la movilización popular contra la
dictadura en 1983, Seregni reiteró sus ideas acerca de los valores esenciales desde los
que había encarado no solo su vida política, sino también su trayectoria personal en los
más diversos ámbitos de acción:
[…] intenté ser en mi vida fiel a mí mismo, coherente, en el marco de principios éticos elementales,
en la defensa de la libertad y de la democracia, en el respeto irrestricto a la Constitución y a la
ley. Pero, mis amigos, todo lo que hice, lo bueno y lo malo, lo acertado y lo erróneo, fue a plena
conciencia. Traté de perseguir el paradigma de decir lo que se piensa y hacer lo que se dice.
A veces pude hacerlo y otras veces no, porque yo también sentí, como muchos de ustedes, la
vigencia del dilema que planteaba Max Weber […] de la posible oposición entre la ética de las
convicciones y la ética de las responsabilidades. Cuando uno tiene un cargo, cuando uno habla
en nombre de otros, no es uno solo el que habla, y eso limita seriamente las posibilidades de
expresión propias. Esto debe ser tenido muy en cuenta, la ética de las responsabilidades […]. Por
eso, hasta que pude desprenderme de las ataduras de mis responsabilidades, recién entonces pude
hablar por mí y para mí y ser auténtico. Así dije mi verdad, la mía; no la verdad, dije mi verdad,
que en ocasiones pudo chocar o herir a alguien. No fue mi propósito ni lastimar ni herir a nadie,
y si en algún momento eso pasó, aquí, públicamente, presento mis excusas.1261
Sin duda, el viejo líder necesitaba explicar el sentido primordial de sus opciones
de los últimos años, esas que lo habían mostrado tan distinto al Seregni componedor de
sus tiempos de la Presidencia del FA, pero que expresaban de manera cabal muchas de
sus convicciones más íntimas. En realidad, en buena medida expresaban valores desde
los que había enfrentado, en el acierto o el error, las encrucijadas decisivas de su vida
–como militar, como político, como persona– y en los que creía de manera profunda.
Desde esa perspectiva habló de su invariable «amor a la vida», de la necesidad de afirmar
siempre «un no a todos los miedos», de su certeza acerca de que el «cambio moral» es
«la condición primera para cualquier proyecto de recuperación del país, […] una tarea
común a todas las fuerzas políticas y sociales». Luego de exigir a los militantes de la
generación 83 que se mantuvieran «movilizados en el mejor sentido de la palabra» y
de excusarse por ser demasiado largo en el discurso («les pido que comprendan: esta es

(1260)  Fragmento del discurso pronunciado el 19 de marzo de 2004 en el Paraninfo de la Universidad, en


el marco de la conmemoración del 20 aniversario de su liberación, bajo la convocatoria «Liber Seregni, ética y
coraje».
(1261) Ibídem.

374
Capítulo 19 | «decir lo que se piensa y hacer lo que se dice»

mi última comparecencia pública, y entonces es lógico que un poco me aferre a ella»),


Seregni remató su mensaje con la manifestación de una convicción que sin duda le salía
de las entrañas:
[…] a mí me gusta vivir, amo la vida, no me aferro a ella; he dicho mil veces la vida es pugna,
la vida es lucha, pero si es cierto el precepto latino de cogito, ergo sum, no menos es cierto que
si yo vivo, existo y soy, puedo pensar, y entonces, mis amigos, […] seguiré pensando. Y si en un
momento siento la necesidad de pelear, lo haré […].1262
Era el mismo Seregni de siempre, el que exteriorizaba su desafío ante sus carceleros
mostrando su cara más nítida de indignación y rebeldía cuando lo fotografiaban para
hacerle su ficha de preso en 1976.1263 O aquel general díscolo que en 1966 había llevado
hasta las últimas consecuencias su reclamo de explicaciones al entonces presidente del
Consejo Nacional de Gobierno, Alberto Heber, quien lo había desairado el negarle el
saludo en una ceremonia militar.1264 Aun enfermo de muerte y fatigado, era el mismo
espíritu de siempre, con su «religión de la Constitución y la ley», como él mismo expresó
en más de una oportunidad.1265 En su último discurso público, Seregni se preocupaba
de ser muy específico y de no olvidar el señalamiento de algunas de sus convicciones
más queridas. Luego del acto y visiblemente cansado, tampoco quiso faltar a la cena de
homenaje que le brindaba el Frente Amplio, con Tabaré Vázquez a la cabeza, en el Hotel
del Prado.
Pero aquella no sería su última aparición pública. Poco más de dos meses después,
con un deterioro físico notorio, en un gélido 27 de junio, el viejo líder no quiso privarse de
ir a votar en las elecciones internas de su Frente Amplio. Aunque había un solo candidato
(Tabaré Vázquez), a Seregni, contrariando una vez más la opinión de los médicos y de
su familia, le parecía natural e indispensable dejar su imagen atada a ese gesto cívico.
Poco más de un mes después, el 31 de julio de 2004, el general falleció. Con esa
información culmina su ficha patronímica en la DNII, que lo siguió de cerca hasta el final.
Como se señaló en la primera parte del libro, su muerte provocó disputas e incidentes en
el Ejército, muchos de cuyos más altos oficiales seguían considerándolo un traidor dos
décadas después de finalizada la dictadura. Las controversias dramáticas que generó el
gesto del entonces comandante de la División Militar n.o 2, general Wins, de restituir la
foto de Seregni en el Salón de Honor de la unidad, o el intento de resistencia –finalmente
frustrado– de un grupo de oficiales superiores para evitar toda participación militar en
los honores fúnebres dispuestos por el Gobierno, venían a expresar –entre otras muchas
cosas– la profundidad de los impactos que había generado la vida de aquel «hombre
radical», como supo definirlo bien Germán Wettstein.

***

(1262) Ibídem.
(1263)  Véase la foto que sirve de tapa al tomo III de la Colección Seregni, publicada por Taurus en 2008
y por Planeta en 2016.
(1264)  Véase la narración del episodio en el capítulo correspondiente de la primera parte del libro.
(1265)  Archivo Seregni, Entrevista publicada en La República, 7.4.1996.

375
¿Cómo definir a Seregni y lo que algunos han llamado seregnismo? Fue sin
duda y durante toda su vida un demócrata inclaudicable. También un batllista neto,
de aquel primer batllismo de don Pepe y de Domingo Arena. Por lo mismo, un
republicano solidarista o incluso un socialista liberal, como él mismo se definió
alguna vez.1266 Fue también un militar constitucionalista, un general liso y llano,
desde una vocación que siempre ostentó con orgullo. Pero la definición que
él quería más era sin duda la de un artiguismo raigal, tal vez más sustentado en
valores morales que en referencias ideológicas rígidas. En efecto, resulta muy difícil
recordar el legado de Seregni sin remitir a la noción de valores y de convicciones
morales. Es que el seregnismo es antes que nada un conjunto de valores plenamente
identificables. «Si no hacemos una revolución moral –le había señalado a una
periodista mexicana en 1996–, no vamos a poder hacer la otra».1267
Aunque llegó tarde a la política partidaria, le tocó protagonizar como presidente
del Frente Amplio uno de los períodos más dramáticos de la historia uruguaya en el
siglo XX: el proceso final que culminó en el golpe de Estado de 1973, la dictadura
civil-militar, la transición a la democracia, su ardua consolidación posterior,
el ascenso político y electoral de la izquierda hasta los umbrales de su acceso al
gobierno. En todos esos momentos nunca rehuyó posicionarse frente a los dilemas
que signaban el proceso político uruguayo. Su voz estuvo siempre presente, a
menudo despertando polémicas dentro y fuera de las filas del Frente Amplio. En ese
sentido pueden mencionarse sus definiciones en el complejo itinerario que precedió
al golpe de Estado de 1973, sus visiones en torno a los principales hitos del proceso
de la transición democrática o sus postulados acerca de las formas en que el Frente
debía encarar su acción política y su renovación ideológica y programática de cara
a su búsqueda del gobierno.
Puede decirse que sin su protagonismo difícilmente el Frente Amplio hubiera
sobrevivido como tal, durante la dictadura y aun después de ella. Y adviértase que
durante ese largo período las partidas de defunción del Frente Amplio no solo
provinieron de los militares o de los otros partidos, sino que muchas surgieron de las
propias filas de la izquierda. Frente a todas esas iniciativas, Seregni se convirtió en el
más tozudo defensor de la existencia del Frente Amplio como expresión política de
la unidad de las izquierdas uruguayas. Sin embargo, cada vez se lo menciona menos
en los discursos de buena parte de los principales dirigentes frenteamplistas.
Tuvo un sentido muy particular de la responsabilidad histórica en el
desempeño de sus roles como dirigente político. Nunca escondió sus convicciones
y con frecuencia se proyectó como un hombre puente, como un negociador hábil y
serio, dentro y fuera de su fuerza política. Sin embargo, como se vio, en ese papel
latía también el pulso de un auténtico luchador, al que le gustaba pelear por sus
convicciones, comprometido con la racionalidad política y la responsabilidad moral

(1266) Conteris-Israel, El General…, o. cit., pp. 359-360.


(1267)  Archivo Seregni, Entrevista a Seregni por Frida Modak, El Día, México D. F., 27.10.1996.
por un futuro mejor. Supo ser, como militar y como político, un planificador estratégico
y un organizador. Siempre creyó que la izquierda debía tener una clara vocación de
gobierno y que debía terminar de cultivar en exclusividad una cultura de la resistencia.
Con mirada estratégica, abogó sin suerte por una necesaria ampliación del estatuto de
coparticipación blanquicolorado, por lo que en forma muy temprana defendió la idea de
que el Frente debía ocupar espacios de cogobierno en gobiernos blancos y colorados,
incluso como forma de prepararse para gobernar. En esa dirección, fue también un
decidido defensor de la adopción de políticas de Estado con amplio apoyo nacional en
áreas estratégicas. Empero, como también se ha analizado, cuando forjaba convicciones
podía llegar a ser muy duro en la confrontación, aunque, según él mismo se encargó de
explicitar muchas veces, prefería hablar de adversarios antes que de enemigos, que por
otra parte «no [podía] nombrar ninguno».1268
Desde siempre se mostró convencido de la necesidad de la autocrítica y de la
humildad militante como antídotos contra el dogmatismo en las filas de la izquierda.
«Podemos –sintetizaba en uno de sus discursos de la campaña de 1971– acelerar en
nuestros militantes el aprendizaje de la humildad, que es el único modo de comunicarnos
directamente con las grandes masas populares». Asimismo, también fue constante su
reivindicación del Frente como un actor político permanente, nacido para permanecer y
crecer desde la actividad política cotidiana, trascendiendo la condición de «mero acuerdo
electoral» y de una coalición con divisiones internas irreconciliables, incompatibles con
su continuidad en tiempos poselectorales. Creía en verdad en la primacía de la política
como soporte de la gestión y del gobierno.
Tras los ecos de lo que permanece y lo que cambia, como huellas de un
largo camino que supo de momentos de victoria y de derrota, de horas sombrías,
de padecimientos, prisión y tortura, junto con resurrecciones cargadas de baños de
multitud, de errores y de aciertos, de desazones por la incomprensión de los más
próximos junto con la celebración de jornadas de reconocimiento, de este modo se
desplegó el compromiso político del general Liber Seregni. Su legado ya pertenece,
como el de otros políticos emblemáticos de nuestra historia, al patrimonio común de
la república, sin desmedro alguno de su frenteamplismo de siempre, que no supo de
claudicaciones ni de cálculos alternativos, ni siquiera en las peores horas. Sus ideas y
su legado ya forman parte de la historia. De ahora en adelante les toca a los uruguayos
todos recoger su interpelación, en el debate de ideas que Seregni nunca rehuyó. Como
tozudamente bregó por enseñar a propios y ajenos, fiel a su razón originaria, para él
la democracia siempre tiene y tendrá una mañana siguiente.

(1268)  Archivo Seregni, Entrevista a Seregni por María Ester Gilio, Brecha, 14.8.1998.

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Prat, Graciela, «El dibujo político y la campaña electoral uruguaya (1971)», en Cuadernos
de Ciencias Sociales, Montevideo, Instituto de Ciencias Sociales, Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales, Universidad de la República, 1973, pp.45-66.
Real de Azúa, Carlos, «Ejército y política en el Uruguay», en Cuadernos de Marcha, Mon-
tevideo, marzo de 1969.
— «Poder, política y partidos en el Uruguay de hoy», en VV. AA., Uruguay hoy, Buenos
Aires, Siglo XXI, 1971.
Vera, Bruno, «Sistema electoral, reglas de decisión y fraccionalización en el Frente Amplio:
análisis de la estructura de oportunidades para las fracciones. (1971-2008)», ‹http://
aucip.org.uy/docs/cuarto_congreso/11112011%20-%20Vera,%20Bruno.pdf›.

Fuentes
Publicaciones periódicas
Boletín clandestino Carta.
Boletín clandestino En pocas palabras.
Boletín clandestino Desde Uruguay
Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, Montevideo.
Diario Acción, Montevideo.
Diario El Día, Montevideo.
Diario El Diario, Montevideo.
Diario El País, Montevideo.

384
Bibliografía y fuentes | fuentes

Diario El Observador, Montevideo.


Diario El Popular, Montevideo.
Diario La Hora, Montevideo.
Diario La República, Montevideo
Diario La verdad, Young, Río Negro.
Revista Ariel del Centro de Estudiantes Ariel, Montevideo.
Revista Estudios, Montevideo (primera época), Roma (segunda época) y Montevideo (ter-
cera época).
Revista Cuadernos de Ciencias Sociales, Instituto de Ciencias Sociales, Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales, Montevideo.
Revista Cuadernos de Marcha, Montevideo (primera época), México (segunda época) y
Montevideo (tercera época).
Semanario Crónicas Económicas, Montevideo.
Semanario Brecha, Montevideo.
Semanario Bitácora, Montevideo.
Semanario Búsqueda, Montevideo.
Semanario Marcha, Montevideo.
Semanario Mate Amargo, Montevideo.
Semanario Opción, Montevideo.
Periódico ¡Rebelión!, ¿Montevideo?

Libros
Caetano, Gerardo (coord.), Colección Liber Seregni, tomos I, II y III, Montevideo,
Taurus-Santillana, 2004,2005 y 2009.
Centro de Estudios Estratégicos 1815, Gobernabilidad, coalición y cambio institucional,
Montevideo, EBO, 1999.
— Servicios públicos, Montevideo, Trilce, 2001.
— Telecomunicaciones, Montevideo, Trilce, 2001.
— Educación para la sociedad del conocimiento, Montevideo, Trilce, 2002.
— Uruguay: opciones para su inserción, 3 tomos, Montevideo, EBO, 2002.
— Los partidos políticos frente a los retos del siglo XXI, Montevideo, EBO, 2004.
Comando General del Ejército, Testimonio de una Nación agredida, Montevideo, Comando
General del Ejército, 1978.
Ferreira Aldunate, Wilson, Discursos, conferencias y entrevistas, Montevideo, Talleres Grá-
ficos Sarandí, 1984.
Michelini, Zelmar, Uruguay vencerá. Discursos, entrevistas y artículos de Zelmar Michelini,
Barcelona, Laia S. A., 1978.
Ministerio de Industrias y Trabajo, Asesoría en Estadigrafía y Economía, Clasificación in-
dustrial de ramas de actividad económica. Digesto de la actuación de los Consejos de
Salarios entre los años 1943 y 1952, Montevideo, 1953

385
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Rodríguez, Blanca (selección y prólogo), El correo del General. Correspondencia del ge-
neral Líber Seregni a su esposa, Lily Lerena, escrita en su primera prisión (9/7/73-
2/11/74). Montevideo, Aguilar, 2004.
Seregni, Liber, Solamente el pueblo, Montevideo, Comisión de Propaganda del Frente Am-
plio, 1972.
Trías, Vivian, Perú: fuerzas armadas y revolución, Montevideo, EBO, 1971.

Fuentes electrónicas
Copia fascimilar de la página 45 de la edición del diario madrileño ABC, correspondiente
al 23.11.1957, en‹ http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc›.
Documentos desclasificados en 2002 sobre la actitud de los gobiernos norteamericano, bra-
sileño y argentino en las elecciones uruguayas de 1971 en National Security Archive
Electronic Briefing Book, n.º  71, accesible en ‹www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/
NSAEBB71/indexesp.html›.

Fuentes inéditas
Archivo de Bethel Seregni (ABS) sobre su padre (cuadernos de prisión, correspondencia,
acuarelas, distinciones y fotografías del general Liber Seregni), actualmente deposita-
dos en el Archivo General de la Nación.
Archivo del Centro de Estudios Estratégicos 1815 Ayuí (ACEE 1815)
Archivo del General Seregni (AGS). Copia de la colección de documentos de la vida política
de Liber Seregni seleccionados por él mismo, actualmente depositados en el Archivo
General de la Nación.
Departamento de Estudios Históricos del Ejército Nacional. Legajo personal del General (r.)
Liber Seregni (681 fojas).
Jefatura de Policía de Montevideo, Dirección Nacional de Inteligencia e Investigaciones,
Prontuario N.º 272, «Liber Seregni Mosquera» y documentación conexa.
Licandro, Víctor, Centro Militar. Elecciones del año 1956 (Desarrollado a pedido de la
CEDN/FA, 9-12-19 de abril de 1996. (Doc. 1.A4), inédito.
Ministerio de Defensa Nacional. División Registro Trámite y Archivo. Expediente n.º 84-
5256-3. Supremo Tribunal Militar. Sentencia n.º 6, 19.3.1984.

Entrevistas realizadas por los autores


Bethel Seregni (12.12.2011 y 21.9.2015)
Jaime Igorra (13.1.2012)
Pedro Aguerre Albano (10.2.2012 y 2.3.2012)
Alberto Couriel (30.3.2012)
Jorge Batlle (11.4.2012)
Óscar Bottinelli (18.5.2012, 18.7.2016 y 20.7.2016)
Marvis Bentancor Seregni (14.11.2015)
Jorge Eduardo Leal Seregni (13.11.2015)
Gonzalo Fernández (8.3.2016)

386
Bibliografía y fuentes | fuentes

Juan Raúl Ferreira (9.5.2016)


María Elena Fernández (27.6.2016)
Julio María Sanguinetti (23.7.2016)
Mario Bergara (30.7.2016)

Colecciones fotográficas
Bethel Seregni
Marvis Bentancor
Jaime Igorra
Fundación Seregni
Frente Amplio
Editorial Planeta
Editorial Banda Oriental

387
Índice

Parte I. Itinerarios

Capítulo 1
Contextos de origen. Entre las primeras izquierdas
y la camiseta garibaldina, 3
Capítulo 2
Aquel verano, 15
Capítulo 3
«Usted es un buen soldado», 29
Capítulo 4
«Buenas noches mi capitán, buenos días mi
coronel», 59
Capítulo 5
Constitución o muerte, 79
Capítulo 6
La admirable alarma, 111
Capítulo 7
«Un jefe no abandona a la tropa», 129
Capítulo 8
«Seguir siendo quien soy», 163
Capítulo 9
Operar en la fisura, 183
Capítulo 10
Frío de primavera, 207
Capítulo 11
Las mayorías nacionales, 233
Capítulo 12
La ética de las convicciones, 247

389
SEREGNI. Un artiguismo del siglo xx | Gerardo Gaetano - Salvador Neves

Parte II. Claves interpretativas

Capítulo 13
Seregni, el militar, 261
Capítulo 14
De los orígenes del Frente Amplio al
golpe de Estado de 1973, 277
Capítulo 15
1973-1984, Seregni en prisión bajo la dictadura,
301
Capítulo 16
Seregni, Wilson y las grandes controversias:
el pacto del Club Naval y la Ley de Caducidad,
325
Capítulo 17
Del proceso de ruptura a la emergencia de un
nuevo Frente Amplio (1987-1994), 343
Capítulo 18
Las luchas finales (1994-2003), 361
Capítulo 19
«decir lo que se piensa y hacer lo que se dice», 373
Bibliografía y fuentes
Bibliografía general, 379
Bibliografía específica, 379
Publicaciones periódicas, 383
Artículos, 383
Fuentes, 384

390
Bibliografía y fuentes | índice

391

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