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ESCUELA NORMAL SUPERIOR JUAN BAUTISTA ALBERDI

LITERATURA ARGENTINA II

TEMA: RICARDO GÜIRALDES – ESTUDIO LITERARIO

DOCENTE: MERCADO ANGEL

ESTUDIANTE: CABRERA SOFIA

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ACTIVIDADES:

1. Cuáles fueron los aportes más sobresalientes de Güiraldes que los convierte en unos
de los escritores más importantes de la Literatura Argentina.

2. Elabore un breve informe referido a las etapas más sobresalientes en la producción


literaria del escritor.

3. Realizar un análisis literario de la obra Don Segundo Sombra. Incluya, a la misma,


una conclusión personal.

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Respuestas:

1. Los aportes más sobresalientes de Güiraldes que los convierte en unos de los escritores
más importantes de la Literatura Argentina:

Ricardo Güiraldes (1886-1927), a pesar de tener una vida relativamente corta, pudo
marcar los espíritus con sus poemas y sus obras inspiradas en la forma de vida de los
gauchos.

Este autor se destaca como una de las más grandes figuras de la literatura argentina.
Varios de sus poemas aparecen póstumamente, en reconocimiento de su obra mítica, que es
cada vez más admirada en todo el mundo. Su novela, Don Segundo Sombra, ha sido
traducida a aproximadamente 60 idiomas.

Los estudiantes de los colegios argentinos a menudo están sujetos a la lectura de este libro
y muchos viajes escolares se organizan cada año a Areco, siguiendo los pasos del novelista.
Ricardo Güiraldes es tan una imagen icónica de la literatura argentina que un museo abrió
en su honor en San Antonio de Areco en 1938. Muy visitado y llevando su nombre, rastrea
la vida del artista al mismo tiempo que ofrece una apertura en la cultura gauchesca
argentina, para sumergirse en el rico pasado de nuestro país.

2. Etapas más sobresalientes en la producción literaria del escritor:

Para el primer Centenario, nuestros mayores intelectuales trataron de encontrar y definir


la identidad nacional, las huellas de una tradición. En este proceso de reconocimiento, que
en todas las civilizaciones suele ser poco menos que constante, mucho tiene que ver la
literatura y, en nuestro caso, esa parte que llamamos “la gauchesca”, como la fijó don
Ricardo Rojas.  Parece iniciarse con los primeros y patrióticos poemas de la Independencia,
contener luego todo aquello que en la literatura argentina aludió al campo, a sus habitantes
(para un concepto general, ciertamente lábil y algo tautológico, “los gauchos”), a sus
costumbres y sus modos; engrandecerse, consagrarse, y hasta criticarse y trascenderse con
El gaucho Martín Fierro, y prolongarse bajo distintas formas por buen tiempo más. En lo

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que es conforme la doctrina es en el cierre del ciclo de la literatura de la pampa: casi todos
coinciden en asignar ese papel a Don Segundo Sombra.

No podía alcanzar otra cosa, con su gran talento literario, Ricardo Güiraldes, desde el
lugar donde la vida, el estamento social y familiar, y la evolución de las letras europeas y
nacionales, seguidas por él con tanta atención, lo habían ubicado, que a crear el canto del
cisne de la vieja estancia en desaparición, “una elegía emocionada al gaucho sobreviviente”
(Jitrik). Y hacerlo con las armas que su extensa formación literaria y lingüística, sus
contactos con los movimientos de la vanguardia europea, y la metáfora ultraísta, española y
porteña, le estaban ofreciendo.

En 1915 decidió publicar lo que tenía escrito: El cencerro de cristal, poesía, y Cuentos de
muerte y sangre, relatos al estilo de Horacio Quiroga, por cuya mediación algunos
aparecieron en Caras y Caretas. En 1918 publica Un idilio de estación en El cuento
ilustrado, revista dirigida por Horacio Quiroga. La crítica no recibió bien ni a uno ni a otro
libro y Güiraldes, decepcionado, emprendió un nuevo viaje, esta vez a las Antillas, que le
proporcionó material para una novela, Xaimaca (1923), que obtuvo parecida respuesta. A
ésta siguieron Raucho (1917), con elementos autobiográficos, y Un idilio de estación
(1918), publicada luego con el título de Rosaura.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Ricardo Güiraldes regresó a París, donde escribió
los primeros capítulos de Don Segundo Sombra, en cuya redacción trabajó los años
siguientes. Atraído por la teosofía y el esoterismo, estas disciplinas le inspiraron los
Poemas místicos, Poemas solitarios y El sendero (todos publicados póstumamente por su
viuda). De regreso a su país natal se vinculó a los jóvenes vanguardistas, participó en la
dirección de la revista literaria Proa en 1924, dirigida por Güiraldes, Rojas Paz, Borges y
Brandan Caraffa y colaboró en las publicaciones Martín Fierro y Valoraciones

En 1922, Güiraldes se había empezado a interesar por problemas religiosos a través del
hinduismo, lo que le llevó a la escritura de El sendero y poemas místicos. Camino a la India
se produjeron los síntomas del cáncer de garganta y su vida culminó el 8 de octubre de
1927 en París, sus restos llegan a Buenos Aires el 27 de noviembre.

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3. Análisis literario de la obra Don Segundo Sombra

Género: Narrativo

Subgénero: Novela histórica, realista

Tema: La vida de un Gaucho

Subtema: Deseo de libertad e independencia.

Eje: El gaucho

Síntesis argumental: El protagonista, Fabio Cáceres, tras ser entregado por su madre a sus
tías, para que éstas lo envíen al colegio, comienza a sentirse aprisionado por la vida
rutinaria y aburrida que lleva. En una de sus tantas recorridas por el pueblo conoce a Don
Segundo Sombra, con quien queda maravillado y decide escapar tras él. A su lado se
convertirá con el tiempo en un gran gaucho muy instruido.

La novela cuenta anécdotas propias del ambiente de campo, con interesantes leyendas
fantásticas y amoríos con chinas, realizando una rica descripción del paisaje en el que
transcurre.

Estilo del autor: Protagonista, omnisciente. Realiza un registro minucioso de sensaciones,


se advierte un animismo y personificación en la naturaleza.

Ambiente: La novela transcurre a principios del siglo XX en la llanura pampeana. Inicia y


finaliza en el pueblo de San Antonio de Areco, recorriendo en el medio de la historia, otras
zonas de la pampa.

El pueblo estaba formado por cuarenta manzanas. En el centro se encontraba la plaza, y a


diez cuadras, el puente viejo tendía su arco sobre el río Areco, que unía las quintas (donde
se encontraba el cementerio) al campo tranquilo; y al atardecer, el barro de sus orillas y las
barrancas se volvían color violeta. Las toscas costeras exhalaban como un resplandor de
metal. Las aguas del río se hacían frías a los ojos, y los reflejos de las cosas en la superficie
serenada, tenían más color que las cosas mismas. El cielo se alejaba, mudándose los tintes

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áureos de las nubes en rojos y los rojos en pardos. Sus casas eran chatas y estaban divididas
monótonamente por calles trazadas a escuadra, siempre paralelas o perpendiculares entre sí.

En el pueblo se encontraban: la Comisaría, la Tienda, el Correo, la Iglesia, el Hotel, el


almacén, la peluquería, el prostíbulo, y la pulpería “La Blanqueada”.

Cuando recientemente había habido aguaceros, las calles quedaban anegadas y había que
transitarlas cuidadosamente para no quedar sumidos en el barro. Las grandes estancias eran
casas pomposas y contaban con mayordomos y empleados. Las paredes podrían estar
empapeladas y las habitaciones llenas de muebles serios.

El agua generalmente se obtenía de pozos; la iluminación era dada por lámparas de aceite o
de kerosene. En la zona se podían encontrar árboles como el ombú (característico de la
pampa), paraísos, álamos (elemento simbólico propio de la literatura clásica), sauces,
eucaliptos y árboles frutales; también malezas, cultivos de alfalfa, maíz, etc. Entre la
vegetación de la zona menciona también a la cinacina, espinillos y tunas.

Los medios de transporte habituales eran el sulky, la carreta y el caballo. También llegaba
el tren por la madrugada con fines comerciales. Los habitantes de la zona eran estancieros,
molineros; comerciantes, pero la mayoría vivía principalmente de la ganadería: reseros;
domadores (trabajo brutal, lleno de sutilezas y mañas); peones de estancia (mensuales)
quienes llegado el domingo, preparaban su ida al pueblo para ver a sus novias o a sus
familias, para volver el lunes por la madrugada; quedando algunos en el rancho haciendo
sebo, entreteniéndose con algún juego (partida de bochas, truco, etc.).

Otras formas de diversión eran las carreras de caballos, las riñas de gallos, las ferias y
bailes.Estos trabajadores generalmente vestían chiripá, blusa, alpargatas o botas de potro,
poncho, tiradores, rastras y sabían andar armados con facones, cuchillitos y cuchillas, ya
sea para ser utilizados en su labor diaria (cuerear, cortar correas de cuero, etc.), alimentarse,
o enfrentarse con algún retador.

Las bebidas alcohólicas más frecuentes que se consumían eran caña, caña de durazno,
ginebra, Carabanchel, vino y sangría; y las comidas podían ser mazacote, carne a la parrilla
(churrascos), dulces (pasteles), chorizos, “ropa vieja”, entre otras cosas.

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Acostumbraban a tomar mate amargo o dulce durante largas horas junto al fogón. Durante
uno de sus tantos viajes el protagonista recorre las costas del Mar Argentino, al cruzar los
médanos de pura arena, que el viento en poco tiempo cambia de lugar arreando montículos,
que son a veces verdaderos cerros por la altura, lograban llegar al mar.

En el cangrejal, que era grande, el barro negro que rodeaba las aguas parecía como picado
de viruelas. Miles de agujeritos se apretaban en manada unos contra otros. Unos pocos
cangrejos pasaban de perfil: eran de diversos tamaños, chatos y patones que se paseaban
ladeados rápidamente en una actitud compadrona y cómica.

En el ancho de una legua, entre tierra y mar, toda la costa era así: una majada monótona de
lomos bayos, tersos y sin quebraduras. La arena mojada en la orillita se encontraba dura
como una tabla, y el mar hacia un ruido sorprendente.

Durante sus viajes recorriendo la pampa, observa distintas clases de aves: bandurrias,
ñandúes, teros reales, chajás, cabecitas negras, patos, gaviotas, chimangos, caranchos, etc.

Opinión personal: Ricardo Güiraldes, como narrador, tiene la facultad de intercambiar


experiencias. Él narra de lo que sabe por propia experiencia, o por lo que le han contado. Se
siente que pone en Fabio Cáseres elementos de su propia vida e interioridad, mientras que
narra su conocimiento de Don Segundo, como personaje de la realidad vivida. El otro
personaje omnipresente es el amor, Güiraldes es un paisajista enamorado, por eso transmite
con ojos de enamorado, lo que quizás otro, podría contar más crudamente, de una realidad
que es otra. De un hijo ilegítimo, hace a un niño dejado por cuestiones de estudio al
cuidado de unas tías, y por el desprecio oculto hacia la mujer, que lo maltrata o abandona,
busca una identidad en el hombre, que idealiza en Don Segundo.

Es hermoso ver a través de sus ojos, estampas campestres, conocer giros peculiares del
habla gauchesca, dentro del marco de una historia que habla de amistad, respeto y
admiración por la experiencia de un hombre mayor, que va a enseñarle sobre el valor, el
honor, la lealtad y el respeto al prójimo.

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Fabio Cáseres le da tanto valor a lo aprendido que teme que el dinero le haga perder su
identidad, su libertad de peregrino; sentimiento quizás experimentado por el mismo
Güiraldes en algún momento de su vida.

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