El Futuro de la Electricidad Academico. Ing.

Nelson Hernandez

El Futuro de la Electricidad
Académico. Ing. Nelson Hernández
Fuente: Foro Económico Mundial (WEF)

Octubre 2020

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El Futuro de la Electricidad Academico. Ing. Nelson Hernandez

INDICE

Pagina
Resumen 3
Regionalización de los mercados eléctricos 4
Acceso universal 6
Digitalización del sector eléctrico 8
Regulación 10
Descarbonización de la electricidad 12
Electrificación de la economía 14
Impacto de la descentralización 16

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Resumen

Los sistemas mundiales de electricidad están experimentando los cambios más

profundos desde la inauguración de la central de Pearl Street de Thomas Edison en
el año 1882, la cual fue la primera central eléctrica comercial del mundo. En las
economías desarrolladas, los recursos de energía distribuida y las tecnologías
digitales están transformando la planificación y las operaciones del sistema. Estas
tecnologías también están creando oportunidades para llevar electricidad a más de
1100 millones de personas que aún carecen de acceso a este bien básico esencial.

La amenaza del cambio climático dio paso al impulso de la descarbonización de la

electricidad y estimuló los esfuerzos de electrificar la industria y el transporte. Por
otra parte, se están realizando muchos esfuerzos para expandir los mercados
regionales, crear mayores interconexiones geográficas y garantizar la seguridad del
suministro ante las amenazas cibernéticas y los desastres naturales.

Este informe se basa en las opiniones de un gran número de expertos de la Red de

expertos del Foro Económico Mundial y está dirigido en su conjunto por el
profesor Ignacio Pérez Arriaga (director de Formación de Energía de la Escuela de
Regulación de Florencia del Instituto Universitario Europeo, profesor invitado en
el Centro de Investigación de Políticas Energéticas y Medioambientales Centre for
Energy and Environmental Policy Research, del Instituto Tecnológico de
Massachusetts, y profesor y director de la Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad
en la Universidad Pontificia Comillas ICADE), y su equipo.
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Regionalización de los mercados eléctricos

Los mercados regionales de electricidad están compartiendo los recursos,

reduciendo los costos y aumentando la seguridad de suministro

Hay una tendencia mundial por la integración de sistemas de energía eléctrica a

nivel nacional, estatal y local, con el fin de crear entidades de electricidad
supranacionales o regionales. Estas entidades se denominan “interconexiones”,
“mercados regionales”, o “pool eléctrico” dependiendo de su organización.

Mientras que los recursos energéticos descentralizados (cualquier recurso

conectado a un sistema de distribución que es capaz de proporcionar servicios
eléctricos) se presentan cada vez más en los sistemas de energía, los sistemas
mismos se están interconectando mucho más en varios lugares, tanto físicamente
como en términos de las estructuras de propiedad y gestión.

El uso eficiente de las fuentes eléctricas que son demasiado grandes para un solo
país (como el caso de algunos proyectos hidroeléctricos), o demasiado
intermitentes (como los parques eólicos o solares a gran escala), ha sido posible
gracias a la creación de mercados regionales con un tamaño suficiente como para
poder explotar las economías de escala y reducir la intermitencia.

Además, los mercados regionales posibilitan la extensión del uso de los recursos
naturales (como la energía eólica o la solar) que son abundantes en algunos
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territorios, a lo largo de grandes zonas geográficas. La regionalización también

permite la creación de mercados líquidos eficientes en las distintas p rovincias,
estados o países que de otra forma serían demasiado pequeños como para sostener
una competencia efectiva. Los pools eléctricos en EE. UU., creados en la década
de los setenta, fueron las primeras organizaciones regionales de este tipo, y luego
se convirtieron en auténticos mercados regionales. Luego surgió el Mercado
Eléctrico Nacional (NEM, del inglés National Electricity Market) en Australia, el
Mercado Interno de Electricidad (MIE) de la Unión Europea, el Mercado Eléctrico
Regional (MER) en América Central y el Pool Energético de África Austral
(SAAP, del inglés Southern Africa Power Pool), entre otros.

Algunos han alcanzado un nivel avanzado de desarrollo e integración, mientras que

otros aún se encuentran en etapas iniciales. El comercio energético regional y el
uso eficiente de grandes proyectos de generación necesitan interconexiones de
redes transfronterizas resistentes. Además, el comercio regional necesita un
cuidadoso diseño de mercado y reglas claras para la planificación, la asignación de
costos y la gestión de la congestión de la inversión de transmisión. Los mercados
deben ser apoyados por análisis técnicos, económicos e institucionales de los
sistemas actuales y futuras reiteraciones. La creación de mercados regionales e
interconexiones transfronterizas costosas, que en algunos casos pueden merecer la
clasificación de “superredes”, necesita mucha voluntad política y la evaluación
cuidadosa de los intercambios; los mercados regionales de electricidad
generalmente son solo un componente de acuerdos regionales más amplios que
abarcan otros sectores económicos.

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Acceso universal

Según el camino hacia la electrificación actual, el acceso universal a la energía

no ocurrirá antes del año 2030

En el año 2015, las Naciones Unidas establecieron los Objetivos de Desarrollo

Sostenible (ODS), uno de los cuales es garantizar el acceso para todos a una
energía asequible, confiable y moderna para el año 2030. Sin embargo, para el año
2016, 1100 millones de personas aún no tenían acceso a la electricidad, y muchos
otros tenían un suministro inadecuado y poco confiable, principalmente en las
zonas rurales del África subsahariana, la India y el Sudeste Asiático.

Según la Agencia Internacional de Energía, los esfuerzos actuales de

electrificación no podrán mantener el ritmo debido al crecimiento de la población
del África subsahariana, y la ciudadanía mundial que cada vez se va a las ciudades.
La falta de inversión en centrales eléctricas y en infraestructura de la re d, los
aranceles subsidiarios que no cubren los costos de suministro, la mala gobernanza
y la insuficiente seguridad jurídica han contribuido a esta situación.

Casi todas las personas en el mundo que obtuvieron acceso a la electricidad hace
poco lo hicieron a través de nuevas conexiones a la red, por otra parte, alrededor
del 70 % de las personas que obtuvieron electricidad a partir del año 2000 lo
hicieron por medio de combustibles fósiles. Sin embargo, en los últimos años, las
energías renovables a gran escala (principalmente las energías hidráulica y
geotérmica) han sido fuente de más de un tercio de nuevas conexiones a la red,
mientras que los recursos descentralizados, como los sistemas solares domésticos y

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microrredes, han proporcionado una gran cantidad de acceso a la electricidad. Se

espera que esta tendencia aumente.

Las mejoras tecnológicas están creando oportunidades para avanzar en el acceso

universal a la electricidad; por ejemplo, la reducción de los costos de los
electrodomésticos y dispositivos de iluminación solares más eficientes y los
nuevos modelos de negocios que hacen uso de las plataformas digitales y móviles
han aumentado las soluciones disponibles para aquellos que no gozan del servicio
eléctrico.

Para poder darse cuenta de los beneficios más amplios de la electrificación a nivel
social y económico, se necesita mirar más allá de las conexiones domésticas y
tener en cuenta la electricidad que se utiliza en los negocios y la agricultura. Se
espera que el impacto a corto plazo que pueda generar el acceso universal a la
electricidad en las emisiones de gases de efecto invernadero y en el cambio
climático sea mínimo, debido a que el aumento general de la demanda será
relativamente pequeño (aunque las modalidades exactas de electrificación
determinarán los impactos a largo plazo).

Según un informe que publicó la Agencia Internacional de Energía el 2017, se

necesitaría una inversión anual de USD 52 000 millones (o sea más del doble de lo
que se ha movilizado hasta ahora bajo las políticas planificadas actuales) para
poder suministrar electricidad a todos antes del año 2030. De acuerdo con el
informe, el 95 % de la inversión adicional que se necesita debe dirigirse al África
subsahariana. La ampliación de la inversión en el acceso a la electricidad nece sita
políticas y marcos de inversión adecuados, y enfoques que conecten las iniciativas
que están desorganizadas.

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Digitalización del sector eléctrico

La digitalización está creando nuevas oportunidades, pero también riesgos

para la seguridad cibernética

El sector de la energía está cada vez más digitalizado, debido a que las tecnologías
computacionales y de control están integradas en los sistemas de todo el mundo.
Esto está impulsando la creación de valor, al mismo tiempo que crea riesgos para
la seguridad cibernética.

Las tecnologías digitales hacen que sea más fácil transmitir el valor de los
servicios eléctricos con mayor precisión, ya que los consumidores están cada vez
más susceptibles y comprometidos con los precios. Por otra parte, los sensores y
las tecnologías de medición están proporcionando una nueva visibilidad de las
condiciones de los sistemas de energía, además, la electrónica de potencia digital y
la infraestructura le brindan a los operadores de la red la capacidad de tomar
decisiones con nueva información disponible.

Hoy en día los recursos digitales que se demandan, como dispositivos de

calefacción, aire acondicionado y calentadores de agua, participan activamente en
el mercado PJM, el cual es el mercado de electricidad más grande de Est ados
Unidos. Cerca de 11 giga vatios de estos recursos proporcionaron los servicios
eléctricos en el mercado PJM el 2015 y el 2016, y fueron la fuente de alrededor
USD 825 millones de ingresos el 2015.

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Por otra parte, empresas como Amazon y Google vendieron más de 4,5 millones de
termostatos digitales “inteligentes” en Estados Unidos y Europa el 2016, lo que
permitió que propietarios de viviendas y negocios tuvieran un mayor control de su
consumo eléctrico; además, una mayor participación como esta ofrece un ejemplo
del impacto que puede tener el Internet de las cosas, el cual une los dispositivos
domésticos que tienen conectividad en línea.

El aumento de la digitalización también está ampliando el despliegue de una

infraestructura de medición más avanzada. Hoy en día, más de 60 millones de
medidores inteligentes miden el consumo de más del 40 % de los edificios de
Estados Unidos. Se espera que el despliegue de los medidores inteligentes alcance
el 72 % de los consumidores de la Unión Europea para el año 2020, en
comparación con China, la cual, por sí sola, había instalado alrededor de
350 millones de medidores inteligentes para el 2016.

Los medidores digitales asociados con tecnologías móviles están habilitando

nuevos modelos de pago que ayudan a llevar energía a algunos de los lugares con
menos electricidad del mundo. Por otro lado, la infraestructura digital de la red y la
recopilación de datos están habilitando una gestión más activa de la red; por
ejemplo, en el Reino Unido, UK Power Networks desarrolló un programa para
gestionar activamente la producción de las centrales de energía eólica, lo que
permite interconectar de forma más rápida y económica los generadores con la
demanda. Sin embargo, el aumento de la digitalización del sistema de energía
también ha creado nuevas vulnerabilidades, como lo demostró el ataque
cibernético del 2015 a la red de energía de Ucrania.

Debido a que las tecnologías digitales recopilan datos valiosos, crean la necesidad
de que las normas sobre cómo gestionar los datos de manera segura, las nuevas
regulaciones que garantizan los servicios y las otras partes interesadas del sector
de la energía estén preparadas adecuadamente para las amenazas cibernéticas.

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Regulación

Los sistemas deben fortalecerse contra amenazas como desastres naturales y

ciberataques.

Los fenómenos meteorológicos extremos, un posible fracaso de los esfuerzos de

mitigación del cambio climático, los ciberataques y los desastres naturales se encuentran
entre los diez principales riesgos mundiales en términos de probabilidad e impacto,
según un informe publicado por el Foro Económico Mundial en 2019, y plantean
amenazas específicas. a la disponibilidad de energía asequible.

Los impactos tangibles del cambio climático son cada vez más evidentes y el desarrollo
de respuestas adecuadas en lo que respecta a la seguridad energética requiere nuevas
formas de cooperación entre los sectores público y privado. También se necesitan
medidas preventivas para posibles ciberataques y terrorismo. Estas amenazas plantean
riesgos para la infraestructura crítica y para economías y sociedades enteras.

En el transcurso de la última década, los huracanes, los incendios forestales, las

inundaciones y los ataques cibernéticos han amplificado la necesidad urgente de hacer
que las redes eléctricas sean más resistentes, de endurecerlas y mejorarlas, con el fin de
mitigar las consecuencias sociales y económicas potencialmente devastadoras. Por
ejemplo, un apagón invernal de seis horas en Francia podría generar más de 1.500
millones de euros en costos relacionados para hogares, empresas e instituciones vitales
allí.

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Mientras tanto, los desastres en la región de Asia y el Pacífico en los últimos 40 años
han costado alrededor de $ 1,3 millardos, y todos los días la región incurre en $ 126
millones en pérdidas físicas directas debido a eventos climáticos extremos y peligros
geofísicos como inundaciones, según el Banco Asiático de Desarrollo. El costo
financiero de amenazas como los ciberataques también está aumentando (se espera que
el costo total del delito cibernético para las empresas durante los próximos cinco años
alcance los 8 millardos de dólares). Más allá del costo financiero inmediato, los
ciberataques como el ataque de ransomware WannaCry en 2017 interrumpieron la
infraestructura crítica y estratégica en todo el mundo, incluidos los ministerios
gubernamentales y las empresas de energía. WannaCry destacó una tendencia creciente
de ataques cibernéticos dirigidos a sectores industriales estratégicos y generó temores de
que, en el peor de los casos, los atacantes podrían desencadenar una falla en los sistemas
que mantienen funcionando a sociedades enteras.

Construir una resiliencia genuina significa fortalecer el sistema de energía global contra
eventos de alto impacto y baja frecuencia, y fomentar la capacidad de recuperarse
rápidamente de estos eventos, que pueden amenazar vidas y devastar los sistemas de
generación, transmisión y distribución de electricidad, sin mencionar los sistemas
relacionados como gasoductos y redes de telecomunicaciones, según el Instituto de
Investigaciones de Energía Eléctrica.

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Descarbonización de la electricidad

La completa descarbonización de la electricidad es fundamental para lograr

una economía baja en carbono

El consumo de energía que se necesita para apoyar la actividad humana es

responsable de aproximadamente tres cuartas partes de las emisiones de gases de
efecto invernadero del mundo, las que, a su vez, están provocando el cambio
climático.

La demanda de energía aumenta junto con el crecimiento de la población y los

niveles de vida, mientras que las mejoras en la eficiencia energética actúan como
un contrapeso. La porción de la demanda de energía cubierta por la electricidad ya
es considerable, y sigue ampliándose a medida que la economía mundial se
electrifica cada vez más.

Por consiguiente, hay una necesidad evidente de descarbonizar el sector de la

energía eléctrica para poder ayudar a garantizar la sostenibilidad del desarrollo
humano. Cómo y cuándo se logrará esto tendrá importantes repercusiones en el
proceso general de la descarbonización de la economía global. Existen buenas
razones para priorizar la descarbonización de la electricidad por sobre otros
portadores energéticos, como el hidrógeno; por ejemplo, la electricidad se puede
descarbonizar de una manera más fácil y se puede producir de muchas formas
diferentes con bajas emisiones de gases de efecto invernadero.

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Es técnicamente viable y económicamente asequible el producir electricidad a

partir de fuentes de energía renovable como la solar, la eólica, la geotérmica, la
hidráulica y de biomasa. La generación de electricidad con energía nuclear es ot ra
alternativa que está probada y que es eficaz, aunque a menudo se asocia con
problemas como la proliferación nuclear, los accidentes y los residuos nucleares,
lo que ha llevado a que no sea aceptada socialmente.

La electricidad es extraordinariamente versátil y puede sustituir el uso de

combustibles fósiles en muchas áreas. La movilidad es un ejemplo prometedor en
lo que respecta a los vehículos eléctricos, vehículos ligeros de carretera y vías
férreas. Otro ejemplo es la calefacción y climatización de edificios con el uso de
bombas de calor. Otras tendencias, como la descentralización y la digitalización,
pueden tener una influencia considerable en la descarbonización.

Por ejemplo, los avances disruptivos en las tecnologías de almacenamiento, como

las baterías, pueden ser un factor clave en la descarbonización total de la
electricidad, ya que pueden disminuir los efectos de la intermitencia de algunos
recursos de producción de energía renovable. Sin embargo, aún se investiga el
grado en que se necesitarán las tecnologías de almacenamiento para descarbonizar
los sistemas de energía.

La descarbonización de las economías es un esfuerzo mundial. Los países deben

colaborar, especialmente los tres que aportan con la mayor cantidad colectiva de
emisiones de gases de efecto invernadero: Estados Unidos, China y la India. Las
medidas políticas previsoras, desarrolladas con enfoques reglamentarios
adecuados, serán esenciales para guiar las fuerzas del mercado y la inversión
privada hacia la descarbonización, mientras que los modelos de negocios
innovadores pueden contribuir a este proceso de transformación.

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Electrificación de la economía

Las oportunidades de electrificación más prometedoras se encuentran entre

los mayores contaminadores

Para poder cumplir con los objetivos sobre las emisiones de dióxido de carbono
que se establecieron en el Acuerdo de París para el cambio climático el 2016, será
fundamental electrificar los usos energéticos que actualmente se alimentan con
combustibles fósiles. Según un informe que publicó la Agencia Internacional de
Energía (AIE) el 2017, el sector energético podría alcanzar la neutralidad de
carbono (la eliminación de nuevas emisiones) para el año 2060, mediante la
combinación de la electrificación y la eficiencia energética.

Las fuerzas del mercado por sí solas no impulsarán lo suficiente el desarrollo

tecnológico y tendrán que complementarse con políticas públicas y normas claras.
Solo algunas tecnologías de energía tienen un apoyo favorable de las políticas,
como la energía solar fotovoltaica (PV, por sus siglas en inglés), la energía eólica
en tierra firme, los vehículos eléctricos y el almacenamiento de energía.

Las zonas con un potencial sin explotar incluyen la eficiencia energética, la

bioenergía y la captura y el almacenamiento del carbono. Se necesita un mayor
apoyo financiero para poder desarrollar una mejor infraestructura y más
inteligente, incluidas las tecnologías de transmisión. De acuerdo con el informe de
la AIE, actualmente la calefacción y climatización de edificios, y la actividad
industrial representan aproximadamente el 40 % del consumo final de energía. Por
lo tanto, los edificios pueden desempeñar un papel importante en la transformación

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del sistema energético mundial; el aumento de la eficiencia en la calefacci ón, la

climatización, la iluminación y los materiales podría disminuir considerablemente
la demanda, lo cual, a su vez, disminuiría la carga del sistema en general.
La electrificación del sector del transporte podría afectar considerablemente el
sistema energético mundial, aunque todavía hay un largo camino por recorrer para
que tenga un verdadero impacto en la reducción de las emisiones de dióxido de
carbono. El acelerar la electrificación del sector del transporte, a través de la
mejora del urbanismo y el aumento del transporte público, así como la integración
de las tecnologías en el borde de la red, necesitará una importante inversión y
desarrollos tecnológicos, y el apoyo de la política.

Según el informe de la AIE, se espera que la demanda de energía ind ustrial

aumente cerca de dos tercios para el año 2060, y se le deberá otorgar una especial
atención a los sectores estratégicos como el hierro, el acero y los productos
químicos. Además de introducir la energía eléctrica a los procesos industriales
siempre que sea posible, existen muchas oportunidades para frenar el crecimiento
de la demanda, como el impulso de la eficiencia de la fabricación y la optimización
de los recursos y materiales disponibles a nivel local.

Tanto las políticas nacionales como las mundiales deben apoyar la innovación de
las tecnologías energéticas en todas las etapas, desde la investigación hasta el
despliegue comercial, para poder obtener los beneficios ambientales, económicos y
para la seguridad que brinda la transformación del sistema energético. La
globalización permite el despliegue más rápido de las tecnologías relacionadas
comprobadas, y puede permitir que el sector privado desarrolle modelos de
negocios sostenibles que puedan impulsar la electrificación del sistema energético
mundial y disminuir el cambio climático.

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Impactos de la descentralización

Los recursos de energía distribuida están transformando la manera en que se

planifican, funcionan y se usan los sistemas eléctricos

Los recursos de energía distribuida como las unidades de almacenamiento de

energía, los vehículos eléctricos, las microrredes y la energía solar fotovoltaica
(PV), que convierten la luz en energía, están transformando los sistemas eléctricos.

Si bien estos recursos todavía desempeñan un papel relativamente menor en la

prestación de servicios de electricidad, su despliegue y su impacto son cada vez
mayores. El sistema de energía de Alemania es uno de los ejemplos más
sorprendentes de la descentralización; según un informe que publicó la
organización de investigación Fraunhofer el 2017, el 98 % de los recursos de
energía solar fotovoltaica del país están conectados a la red de distribución, y el
85 % de esta capacidad proviene de instalaciones que son menores a 1 megavatio.

Por otra parte, hoy en día, uno de cada cinco clientes de Hawái y uno de cada diez
hogares en California tienen un sistema de energía solar fotovoltaica en el techo.
Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos, para el
año 2016 la energía solar fotovoltaica distribuida representaba casi el 13 % de
todas las incorporaciones a la capacidad de generación del país. Sin embargo, la
energía descentralizada no siempre es limpia; las mismas tendencias que impulsan
el despliegue de la energía solar distribuida afectan a otras fuentes de energía.

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Por ejemplo, para el año 2015, las pilas de combustible y las unidades de calor y
de energía combinadas que utilizan gas natural representaron el 8 % de toda la
capacidad de generación de EE. UU. y proporcionaron más de tres veces la
capacidad de la energía solar para el país, según GTM Research.

Los recursos de almacenamiento de la energía distribuida se están usando para

posponer las inversiones en las redes de transmisión y distribución, sustituir las
centrales eléctricas “de punta” de gas natural y petróleo, y rebajar las cuentas de
los clientes.

La descentralización no se limita a los países desarrollados; por ejemplo, las

microrredes y los recursos energéticos sin red están electrificando zonas de la
India y África subsahariana, a las cuales los servicios centralizados no pueden
llegar. La descentralización permite que los consumidores puedan expresar mejor
sus preferencias, mejora la producción y el suministro de energía, y lleva la
electricidad a comunidades que se encuentran en una situación de extrema
necesidad. Sin embargo, si no se implementa con cuidado, los recursos de energía
distribuida pueden llevar a que exista un gran aumento en los costos del sistema
energético y que se fomente la desigualdad entre los propietarios y no propietarios
del recurso.

Además, debido a la energía que se pierde durante la carga y la descarga, los

recursos de almacenamiento de energía podrían de hecho aumentar las emisiones.
Esto deja en evidencia la necesidad de un marco regulatorio sólido que incluya un
sistema de fijación de precios y tarifas que refleje con precisión el valor de
consumir o producir energía en diferentes momentos y lugares, y que también
cambie la forma en que se remuneran los servicios distribuidos, lo que permitiría
sacar el máximo provecho de los recursos de energía distribuida. Se deben
reformar los mercados organizados de electricidad con el fin de habilitar estos
recursos para que compitan eficazmente y reflejen la nueva realidad del sector de
la energía.

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