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Paul Tillich
Integrantes:
❖ Elisa Edelmira Lezama
❖ Henry Alexander López Mora
❖ Maribel Pérez Valerio
I. LA REVELACIÓN CONCRETA.
• La Revelación Concreta y Final.
El cristianismo es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida
y enseñanzas de Jesús. Es la religión más extensa del mundo con 2400
millones de seguidores. El cristianismo es una religión diversa tanto
cultural como doctrinalmente.
Ser pueblo elegido por Dios significa salvar la alianza de elección. Los
profetas hablan la profundidad de la razón y su experiencia extática.
El centro de la historia de la revelación divide el proceso entero en
revelación preparatoria y revelación receptora. La portadora de la
revelación receptora es la Iglesia cristiana. El período de la revelación
receptora empezó con el inicio de la Iglesia. La revelación preparatoria es
cuando Según el juicio cristiano, todas las religiones y todas las culturas
que se hallan fuera de la Iglesia están todavía en el período de
preparación. Y más aún, existen numerosos grupos e individuos en el seno
de los pueblos y de las Iglesias cristianas que, en definitiva, están en la
etapa de preparación.
Nunca han recibido el mensaje de la revelación final en su significación y
su poder. La historia de la revelación y la historia de la salvación son la
misma historia. La revelación sólo puede recibirse en presencia de la
salvación, y la salvación sólo puede producirse en el seno de una
correlación de revelación, la teología sistemática debe rechazar
radicalmente conceptos que intentan separar la revelación de la salvación.
Son situaciones reveladoras corroboran sin la menor ambigüedad la
afirmación según la cual la revelación y la salvación son inseparables.
Moisés tiene que quitarse las sandalias antes de que pueda caminar sobre
la tierra sagrada de una situación reveladora; Isaías tiene que ser tocado
con un carbón ardiente como expiación antes de que pueda recibir la
revelación de su vocación; Pedro tiene que abandonar a sus allegados y
seguir a Jesús antes de que pueda formular la afirmación extática de que
Jesús es el Cristo; Pablo tiene que experimentar una revolución de todo su
ser cuando recibe la revelación que le convierte en cristiano y apóstol.
• Revelación y Salvación.
La palabra salvación procede de salvus, "sano, que goza de buena salud" o
"entero, íntegro", y puede aplicarse a todo acto terapéutico: a la curación
de la enfermedad, de la posesión demoníaca, de la esclavitud del pecado
y del poder último de la muerte. La salvación, en este sentido, tiene lugar
en el tiempo y en la historia, exactamente igual que la revelación.
En la Iglesia, tal como ésta debería ser, no existe oposición alguna entre
heteronomía y autonomía. Y tal oposición tampoco existe en la vida
espiritual del hombre, siempre que la vida espiritual del hombre posea
una integración última. Pero no es ésta la situación humana. La Iglesia no
es únicamente la comunidad del Nuevo Ser. Juan 12, 44.
• La Revelación Final Supera el Conflicto entre el Absolutismo y el
relativismo.
La revelación final no destruye la razón; es la plenitud de la razón. Libera
a la razón del conflicto entre la heteronomía y la autonomía ofreciendo la
base de una nueva teonomía, y libera a la razón del conflicto entre el
absolutismo y el relativismo presentándose bajo la forma de un absoluto
concreto. En el Nuevo
Ser que se manifiesta en Jesús como el Cristo, una vida personal, la más
concreta de todas las formas posibles de lo concreto, es la portadora de
aquello que es absoluto sin condición ni restricción alguna.
Si se concibe a Jesús como el maestro divino de la verdad absoluta. No se
debe tan sólo a una mala teología, sino también a una especie de
arrogancia ascética, el que algunos teólogos a partir de Tertuliano se
permitan ciertas combinaciones desatinadas de palabras y exijan de todo
verdadero cristiano que, en un acto de autodestrucción intelectual, acepte
el desatino como "sentido común divino". La "locura" de la
cruz (Pablo) no tiene nada que ver con la "obra" pretendidamente buena,
pero en realidad demoniaca, del sacrificio de la razón. El absolutismo del
amor es el poder que detenta para penetrar en la situación concreta, para
descubrir las exigencias que entraña la situación concreta a la que se
refiere. Por esto, el amor nunca puede hacerse fanático cuando lucha para
alcanzar lo absoluto, ni tampoco puede convertirse en cínico bajo el peso
de lo relativo. El amor los vence, sin que por ello dé paso al escepticismo
cognoscitivo, al caos estético, a la ausencia de ley o a la alienación. La
revelación final hace posible la acción. Toda acción tiene algo de
paradójica; siempre entraña cierto conflicto entre el absolutismo y el
relativismo.