Religión & alimentación

La comida en la vida e historia del hombre, abarca connotaciones más allá de una respuesta
fisiológica de adquirir nutrientes esenciales partir de un alimento, ya que es realmente la cocina o
la ingesta de productos, una composición de múltiples factores sociales, políticos, religiosos y
culturales, los cuales adquirimos durante nuestro proceso de formación en la infancia. Estos
factores varían dependiendo de la localización y tiempo en el cual se desarrolle. Dicho esto,
conociendo la religión como un elemento interactivo de nuestro día a día y parte fundamental de
la comunidad, se ha dado cabida para convertirse en sujeto de decisión a la hora de ir a la mesa.
Las instituciones religiosas a lo largo de los años, se han posicionado como una autoridad
competente para instruir y categorizar todo dentro lo que se considere apropiado y lo que no. Por
esta razón, encontramos en diferentes textos que se estiman como sagrados entre los creyentes,
la presencia de alimentos tales como: el pan, vino, cerdo, miel, especias y entre otros, a los cuales
se les otorgaron múltiples significados influyentes para la vida misma. Por ejemplo, en la fé
católica mencionan constantemente el vino dentro de sus celebraciones, como en las bodas Caná
o los bautizos. Esto permitió posteriormente, que el consumo de bebidas alcohólicas se encuentre
socialmente aceptadas en medio de ciertas circunstancias. Otro ejemplo que podemos encontrar
en el judaísmo, es la Distinción en los animales como puros e impuros, (la vaca, cabra y pescados,
por otro lado, el cerdo, reptiles e insectos respectivamente), este juicio de valor da partida
explícitamente a lo que está permitido como alimento para ser parte de esa comunidad en
especial. Estas imposiciones gastronómicas al transcurrir del tiempo se van naturalizando y
convirtiéndose en tradición para los hombres y mujeres que componen esta agrupación. Para
concluir, se puede decir que la religión tiene un impacto importante para la vida y desarrollo del
ser humano, sin importar el grado de fe que se maneje, ya que para muchos se ha trasformado en
costumbres propias de la comunidad y no exactamente una regla inquebrantable como se
consideraba en un principio.

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