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Edisson Aguilar Torres

Un recipiente cilíndrico de vidrio, que poco a poco va haciéndose más estrecho al llegar
a su extremo superior y se convierte en un cuello de jirafa alargado y esbelto. Es un
cuerpo café, opaco y traslúcido. En su interior es posible ver un líquido del mismo
color, luminoso a los rayos del sol, que son como lazos de oro que hermanan el cielo y
la tierra. En el recipiente están pegados dos trozos de papel, que crean su anverso y su
reverso. El papel del anverso tiene la forma de un escudo de armas, que es su insignia.
El del reverso es un cuadrado con pequeñas letras impresas, que hablan de la
composición del líquido que contiene el recipiente: una pócima. El cuello de jirafa
también está cubierto de un papel dorado, delgado y de textura rugosa, que repite el
nombre de la casa y replica su escudo. Ese papel dorado cubre, además, un círculo de
metal que impide que el líquido escape del recipiente. Si se levanta ese círculo y el
líquido es trasvasado a un recipiente transparente, su color se transforma. Se hace
dorado, como el papel que recubre el cuello de jirafa. Dentro del cilindro, el color del
líquido es un grado de translucidez. Por fuera, en un envase de transparencia completa,
emerge su color esencial: el oro, que es hermano de los rayos del sol y del papel que
viste el cuello de jirafa. El oro se formó, millones de antes de que lo hiciéramos
símbolos de los dioses o del poder, a partir de la colisión de estrellas de neutrones,
cuyas partículas viajaron por el universo hasta depositarse en las cuevas, las lagunas y la
imaginación de los hombres, para después convertirse en un color, en el color del
líquido que el cilindro ajirafado contiene: en el color del sol, en brillo.

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