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10034 - SALA IV
BARRAZA, Cristian David
s/recurso de casación
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Es que, la función que la Constitución Nacional y la
ley le atribuyen al Ministerio Público Fiscal no se trata de una
mera función dogmática concretada en una opinión legal sino
que tiene a su cargo el ejercicio de la pretensión punitiva en
todos sus aspectos posibilitando al propio tiempo el ejercicio
imparcial de la jurisdicción.
Ello no empece que sí, en ejercicio del control de
legalidad que también le compete, el juez hubiera advertido que
el representante del Ministerio Público Fiscal, hubiera emitido
su dictamen con tal déficit en la consideración de las
circunstancias de la causa o en un palmario apartamiento del
texto legal que lo tornen infundado o arbitrario, pudo haber
actuado en concordancia con lo dispuesto por el C.P.P.N., arts.
167, inciso 2º y 69.
Ahora bien, no siendo este el caso, no puede el juez
de intervención sustituir las razones del Fiscal para restringir el
derecho del imputado a permanecer en libertad durante la
tramitación del proceso.
En esa inteligencia, habré de otorgar favorable
acogida al reclamo de excarcelación formulado por la
recurrente pues, tal como lo manifestara el señor Fiscal al
prestar conformidad con lo solicitado por la Defensa.
III. En orden a lo antes manifestado, voto por
HACER LUGAR al recurso de casación interpuesto a fs.
10/11vta por el doctor Juan Pablo GARCIA CASERTA
asistiendo a Cristian David BARRAZA, sin costas, y, en
consecuencia, ANULAR la resolución de fs. 6/7 vta., y remitir
las presentes actuaciones al Tribunal de origen para que emita
un nuevo pronunciamiento, de acuerdo con las pautas aquí
establecidas (C.P.P.N., arts. 471, 530 y 531).
Así voto.
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
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I. Liminarmente, tal como se ha resaltado en
diversos precedentes de esta Sala IV (causa Nro. 1607,
“SPOTTO, Ariel Alberto s/ recurso de casación”, Reg. Nro.
2096, rta. el 4/10/99; causa Nro. 4827, “CASTILLO, Adriano
s/recur-so de casación”, Reg. Nro. 6088, rta. el 30/9/04; causa
Nro. 5117, “MARIANI, Hipólito Rafael s/recurso de casación”,
Reg. Nro. 6528, rta. el 26/4/05; causa Nro. 5115, “COMES,
César Miguel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 6529, rta. el
26/4/05 y causa Nro. 5199, “PIETRO CAJAMARCA, Guido
s/recurso de casación”, Reg. Nro. 6522, rta. el 20/4/05; causa
Nro. 5438: “BRENER, Enrique s/ recurso de casación”, Reg.
Nro. 6757, rta. el 7/7/05; causa Nro. 5843: “NANZER, Carlos
Alberto s/recurso de casación”, Reg. Nro. 7167, rta. el 28/12/05
- entre varios otros- y recientemente en el Plenario Nro. 13
“DIAZ BESSONE, Ramón Genaro s/ inaplicabilidad de ley”,
dictado el 30 de octubre de 2008) la prisión preventiva es una
medida cautelar de carácter excepcional (función cautelar que
es la única constitucionalmente admisible), y que sólo puede
tener fines procesales: evitar la fuga del imputado y la
frustración o entorpecimiento de la investigación de la verdad.
Este criterio no sólo surge del principio de
inocencia como primera y fundamental garantía judicial,
consagrado por la Constitución Nacional (artículo 18) y los
Tratados Internacionales (artículo 8.2.- de la C.A.D.H.), sino
también de los artículos 280 y 319 del C.P.P.N.; y fue además
sostenido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(“ESTÉVEZ, José Luis”, rta. el 3/10/97) y por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (caso “SUÁREZ
ROSERO”, sentencia del 12 de noviembre de 1997). De manera
que ese objetivo -subrayado también por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en los informes 12/96 y
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2/97- es el principio rector que debe guiar el análisis de la
cuestión a resolver.
Regla en orden a la cual he señalado también que
entonces las pautas contenidas en los artículos 316, 317 y
concordantes del Código Procesal Penal de la Nación deben
interpretarse armónicamente con lo dispuesto en el artículo 319,
considerándoselas presunciones iuris tantum, y no iure et de
iure (cfr. mi voto en las causas Nº 1437, “ACUÑA, Vicente s/
recurso de casación”, Reg. Nro. 1909, rta. el 28/6/99; Nro.
4827, “CASTILLO, Adriano s/recurso de casación”, Reg. Nro.
6088, rta. el 30/9/04; Nro.4828, “FRIAS, Delina Jesús s/recurso
de casación”, Reg. Nro. 6089, rta. el 30/9/04; Nº 5124,
“BERAJA, Rubén Ezra y otro s/recurso de casación”, Reg. Nro
6642, rta. el 26 de mayo de 2005 -entre varias otras-; y en el
Plenario Nro. 13 “DIAZ BESSONE”).
Cabe también tener presente que instrumentos
internacionales (artículo 75, inciso 22º de la Constitución
Nacional) dan sustento normativo con jerarquía constitucional
al instituto de la prisión preventiva, sin contradicción con aquél
principio general [artículos 32.2, 7.2 y 5.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (o Pacto de San José de
Costa Rica), artículo 25 de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, artículos 9.1, 9.3 y 10.2 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos].
Tampoco puede desconocerse que, tal como lo ha
señalado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(cuya opinión debe servir de guía para la interpretación de los
preceptos convencionales en la medida en que el Estado
Argentino reconoció su competencia para conocer en todos los
casos relativos a la interpretación y aplicación de la Convención
Americana -artículo 2º de la ley 23.054-), tanto el argumento de
seriedad de la infracción como el de severidad de la pena
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pueden, en principio, ser tomados en consideración cuando se
analiza el riesgo de evasión del detenido -punto 86 del Informe
12/96, criterio mantenido en el Informe 2/97-, en casos en los
que el escaso tiempo de detención cumplido, no se presenta
irrazonable en atención, fundamentalmente, a los plazos
contenidos en la mencionada ley 24.390 (CIDH, Informe Nº
2/97; y la doctrina que emana de los fallos de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación en los precedentes “BRAMAJO,
Hernán J.”, Fallos 319:1840 y “ESTÉVEZ, José L.”, Fallos
320:2105) (cfr. mi voto en la causa “CASTILLO”, rta. el
30/9/04 y “PIETRO CAJAMARCA”, antes citadas -entre
muchas otras-y en el Plenario Nro. 13 “DIAZ BESSONE); ni,
por lo demás, desproporcionado en relación al estado procesal
de la causa.
Esta interpretación armónica, a la luz del principio
de inocencia contenido en el artículo 18 de la Constitución
Nacional, fue en definitiva sostenida por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en cuanto sostuvo que la impugnación
constitucional de los artículos 316, 317 y 319 del C.P.P.N. no se
justifica pues ellas no constituyen sino una razonable
reglamentación del derecho constitucional de obtener la libertad
en tanto no medie sentencia penal condenatoria (Fallos
322:1605).
II. En primer término, y a la luz de los parámetros
expuestos cierto es que la pena máxima prevista para el delito
que se le imputa a Cristian David BARRAZA: robo calificado
por su comisión en lugar poblado y en banda en grado de
tentativa (artículos 42 y 167, inciso 2º) del C.P. -ver dictamen
fiscal de fs. 4/5-), no supera el monto de ocho años de prisión
previsto por el artículo 316, segundo párrafo, del C.P.P.N.; y
que si bien su mínimo permite la procedencia de una condena
de ejecución condicional no se trata de un supuesto de primera
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condena a pena de prisión (artículos 26 y 27 del código de
fondo -cfr. fs. 6 vta.-). Todo lo cual define el encuadramiento
del caso estudiado en la regla contenida en el inciso 1) del
artículo 317 del Código Procesal Penal de la Nación.
En efecto, el a quo sostuvo que además de la
gravedad de la sanción hipotética a aplicar se suma “...la
circunstancia de que, en caso de recaer condena, el imputado
Barraza no podrá gozar de una eventual condena de ejecución
en suspenso, ni tampoco podrá verse beneficiado con el
instituto de la libertad condicional. Así también debe valorarse
como un dato de significancia la posibilidad de declaración de
reincidencia...” (el imputado registró dos condenas anteriores,
respecto de las cuales el Juzgado de Ejecución Penal Nro. 1 de
la Capital Federal modificó la unificación y fijó la pena única
de cinco años y dos meses de prisión, que venció el 18 de
diciembre de 2007); y agregó “...todos estos elementos
valorados en su conjunto me permiten presumir fundadamente
que en caso de recuperar su libertad, el encausado se sustraerá
al accionar de la justicia.” (cfr. fs. 6/7vta.).
Sin embargo, entiendo que el razonamiento
evidenciado por el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 29 de la
Capital Federal en el caso no importa una válida interpretación
armónica de las reglas contenidas en los artículos 316, 317 y
319 del C.P.P.N. ya citados, sino que se advierte contrario a los
principios fundamentales incorporados a la Constitución
Nacional con esa jerarquía -artículo 75, inciso 22, de la C.N.- en
cuanto se protege el derecho a la libertad estableciéndolo como
regla en el proceso penal.
Es que, tanto la seriedad de la infracción como la
seriedad de la pena y la posibilidad de ser declarado reincidente
son parámetros válidos a efectos de evaluar el riesgo de evasión
-más aún en el presente caso en que el tiempo de detención
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sufrido no se presenta como irrazonable atento a lo establecido
en la ley 24.390- pero ello debe ser estimado teniendo también
presente las circunstancias personales que rodean al imputado o
si este ha gozado de excarcelaciones anteriores.
Así, de las constancias obrantes en el presente
incidente surge que el imputado no gozó de excarcelaciones
anteriores así como también que posee un núcleo familiar
propio que integra con su pareja y los tres hijos de ambos (ver
fs. 4/5), extremo este que no ha sido merituado ni desvirtuado
por el tribunal a efectos de evaluar el riesgo de fuga del
imputado en caso de recuperar su libertad, por lo que entiendo
que la resolución recurrida carece de debida fundamentación.
En este orden de ideas, he tenido oportunidad de
dejar sentada mi opinión en cuanto a que las restricciones a la
libertad durante el proceso, especialmente transcurrido cierto
tiempo de detención, en las respectivas etapas procesales, no
pueden basarse única y exclusivamente en la gravedad de los
hechos o en la naturaleza de los delitos investigados, sino que
deben apoyarse también, en consideración del conjunto de
circunstancias concretas del caso, en otros parámetros como los
previstos en el artículo 319 del C.P.P.N., que demuestren la
imprescindibilidad de tales medidas (cfr. esta Sala IV, causa
Nro. 5115, “MARIANI, Hipólito Rafael s/recurso de casación”,
Reg. Nro. 6528, rta. 26/4/05; causa Nro. 5117, “COMES, Cesar
Miguel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 6529, rta. 26/4/2005;
causa Nro. 7821: “OLEA, Enrique Braulio s/ recurso de
casación”, Reg. Nro. 9634, rta. el 22/11/07; causa Nro. 8822:
“MUÑOZ, Carlos Antonio s/ recurso de casación”, Reg. Nro.
10.315, rta. el 19/3/08; causa Nro. 9032: “KRUGER, Roberto
Orlando s/ recurso de casación”, Reg. Nro. 10.600, rta. el
25/6/08; y causa Nro. 8827: “BENITEZ ISAAC, Amado s/
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recurso de casación”, Reg. Nro. 10.227, rta. el 10/3/08; entre
otras).
III. Por lo expuesto, propongo al acuerdo HACER
LUGAR al recurso de casación interpuesto a fs. 10/11 por el
doctor Juan Pablo GARCÍA CASERTA asistiendo al imputado
Cristián David BARRAZA y ANULAR la resolución obrante a
fs. 6/7vta. y remitir las presentes actuaciones al tribunal de
origen para que emita un nuevo pronunciamiento, de acuerdo
con las pautas aquí establecidas (artículo 471 del C.P.P.N.). SIN
COSTAS ya que ha tenido razón plausible para recurrir
(artículos 530 y 531 del C.P.P.N.).
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el
Tribunal
RESUELVE:
HACER LUGAR al recurso de casación
interpuesto a fs. 10/11, por el doctor Juan Pablo García Caserta,
asistiendo al imputado Cristián David Barraza , sin costas;
ANULAR el decisorio de fs. 6/7 vta. y REMITIR las
actuaciones al tribunal de origen para que emita un nuevo
pronunciamiento.
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, remítase
la causa al Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 29 de esta ciudad,
sirviendo la presente de muy atenta nota de envío.
Ante mí:
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MATÍAS SEBASTIÁN KALLIS
Secretario de Cámara
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