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Universidad del Rosario

Facultad de Estudios internacionales, Políticos y Urbanos


Maestría en Estudios políticos e Internacionales
Luis Hernando Vanegas Cediel
Comportamiento político y acción colectiva
Ejercicio de análisis módulo 1

¿Un autoritarismo competitivo en Hungría?

La afirmación de Gyorgy Schopflin sobre la existencia de una democracia en Hungría luego de las elecciones
de 2010, es, desde mi punto de vista, desacertada, en vista de que es posible evidenciar un caso típico de lo
que Levitsky y Way (2004) denominan “autoritarismo competitivo” o “autocracia competitiva”, que en palabras
de estos autores se define como un régimen en el que las instituciones democráticas formales son
ampliamente vistas como medios principales para obtener y ejercer la autoridad política. Los funcionarios
violan estas reglas con mucha frecuencia, hasta el punto de que el régimen no logra tener los estándares
mínimos convencionales para la democracia. Para sustentar esta afirmación, se analizarán las arenas
propuestas por Levitsky y Way, lo que permitirá concluir con una desestimación de las características de las
democracias para el caso húngaro.

Analizando el comportamiento electoral desde 1998 hasta 2018 en Hungría, existió hasta antes de las
elecciones de 2010, un panorama favorable para los dos partidos más destacados en dicho país: el Fidesz,
que mantuvo un promedio del cuarenta por ciento de los escaños; así mismo, el MSZP de corte social
demócrata que igualmente se aproximaba al cuarenta por ciento de los escaños en el parlamento. Estos
competían por el control del parlamento en proporciones similares desde orillas diferentes. Ahora, con el
triunfo absoluto en el parlamento del Fidesz en 2010 las demás fuerzas políticas quedaron relegadas a ser
oposición con una notable desventaja en el número de escaños. Para la siguiente elección, el MSZP perdió
toda representación en el parlamento, sin embargo, recupera unos pocos escaños para el año 2018.

Este escenario electoral, muestra que hasta 2010 las elecciones fueron competitivas, así mismo podría
decirse que sucedió en las siguientes elecciones. Sin embargo, el partido de gobierno nunca estuvo por
debajo del 45% de los escaños, cuestión que sí sucedió antes de las elecciones de 2010. Así mismo, no es
posible evidenciar un gran fraude electoral, a pesar de que la fuerza en el poder utilice todo tipo de
mecanismos para abonar su victoria en los comicios. Por lo tanto, siguiendo a Levitsky y Way (2004), Hungría
es un régimen autoritario competitivo teniendo en cuenta que las elecciones son regularmente competitivas y
generalmente no se presenta fraude masivo. Otro ejemplo de esta competencia electoral es el escenario
electoral de 2018, en el que participan cinco fuerzas políticas, situación que no se había presentado antes.

Ahora bien, en la arena legislativa, los regímenes autoritarios competitivos se caracterizan porque este órgano
tiende a ser relativamente débil, aunque en ocasiones puede convertirse en punto focal de la actividad de la
oposición, lo cual es muy probable cuando los funcionarios no son de partidos mayoritarios fuertes (Levitsky y
Way, 2004). Con la designación de Orban como primer ministro en 2010, hubo una marcada ventaja de este
partido en las decisiones políticas del país, y una reducción del poder de la oposición, que hasta antes de su
elección tenía una representación similar en el parlamento. La arrolladora mayoría del Fidesz en el
parlamento, redujo la influencia de la oposición que en 2010 tenía nulas posibilidades de imponer su agenda.
En 2014 y 2018 como se dijo anteriormente, hubo una participación plural de fuerzas políticas, sin embargo,
no se lograba superar en número los escaños al partido de gobierno. Por lo tanto, el parlamento sería
indudablemente un aparato de poder del Fidesz que aprobó reformas constitucionales en el sistema electoral
(creando ventajas para el partido mayoritario) así como en el aparato judicial.

Esta última reforma constitucional da cuenta de otro elemento característico de los regímenes autoritarios
competitivos y es la subordinación de la rama judicial a favor de los intereses del gobierno. Con la reforma se
estableció el retiro obligatorio de los togados con 62 años o más, así como la designación de nuevos jueces,
en este caso, propuestos por el Fidesz. Este escenario da cuenta de la utilización de la justicia a favor de las
políticas gubernamentales, elemento fundamental en la no obstrucción a decisiones futuras tales como el
cierre de universidades o el control de los medios de comunicación. La creación de las “cortes de
administración pública” muestran cómo se crearon mecanismos judiciales, controlados por el partido de
gobierno, que favorecieran las actuaciones del aparato ejecutivo, creando una jurisdicción a favor de sus
intereses. Sin embargo, como lo mencionan Levitsky y Way, no es posible que exista un control total a los
aparatos judiciales, así como un castigo permanente a los jueces que actúan en contra del gobierno dado que
esto puede generar costos significativos en términos de la legitimidad del régimen.

Ahora bien, la creación de mecanismos para restringir la rentabilidad de los medios de comunicación, vía
impuestos y la reducción de pautas es otro de los elementos distintivos del autoritarismo competitivo en
Hungría. Para el año 2017, el Fidesz poseía el control de más del 90% de los medios directamente o por
medio de partidarios del mismo. Esta estrategia, si bien no restringía el ejercicio de la prensa, si favoreció en
mayor proporción los intereses del partido de gobierno. Sin embargo, podría decirse que estas actuaciones
tienden a ser autoritarias radicales, lo cual denota una vez más, la inexistencia de un régimen democrático
como lo defiende Schopflin.

Así mismo, desde mi perspectiva, y siguiendo la clasificación que establecen Levitsky y Way sobre
autoritarismos competitivos, podría decirse que el régimen húngaro tiende a asimilarse a la tercera línea de
los mismos, que según los autores surgen de la decadencia de regímenes democráticos, luego tensiones en
las instituciones.

Así las cosas, la evidencia empírica muestra cómo las características de un régimen democrático en Hungría
no son claramente perceptibles: Siguiendo a Levitsky y Way, a pesar de que haya elecciones competitivas,
estas no necesariamente son libres y justas; los derechos políticos y las libertades civiles dentro de los que se
encuentra la libertad de prensa o la libertad de criticar al gobierno, no son totalmente respetadas ni protegidas
y; a pesar de que exista un estado funcional con imperio de la ley y un gobierno sin tutela de otros actores,
hay un desgaste claramente evidente con la primacía de un partido que utiliza artimañas y todo tipo de
estrategias para inclinar la balanza a su favor.

En conclusión, la afirmación del portavoz del gobierno Gyorgy Schopflin no está fundada en una verdadera
concepción de un régimen democrático, en vista de que, en Hungría, luego de 2010 se vivenciaron cambios
en diferentes arenas políticas que se asimilaron a un régimen autoritario competitivo en los términos de
Levitsky y Way.
Referencias:

 Levitsky, Steven, and Lucan A. Way. (2004): "Elecciones sin democracia. El surgimiento del
autoritarismo competitivo." Estudios Políticos 24.
 Siaroff, Alan. Comparing political regimes: A thematic introduction to comparative politics. University
of Toronto Press, 2013

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