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La ciudadanía romana se basaba en el origen y domicilio. Los nacidos en Roma tenían derechos y obligaciones como ciudadanos. La ciudadanía otorgaba igualdad ante la ley e incluía derechos como la libertad, el sufragio y los honores públicos. La ciudadanía se adquiría por nacimiento, concesión o manumisión. En el 212 d.C., el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía a todos los libres en el imperio. Antes de esto, sólo los ciudadanos romanos tenían plenos
La ciudadanía romana se basaba en el origen y domicilio. Los nacidos en Roma tenían derechos y obligaciones como ciudadanos. La ciudadanía otorgaba igualdad ante la ley e incluía derechos como la libertad, el sufragio y los honores públicos. La ciudadanía se adquiría por nacimiento, concesión o manumisión. En el 212 d.C., el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía a todos los libres en el imperio. Antes de esto, sólo los ciudadanos romanos tenían plenos
La ciudadanía romana se basaba en el origen y domicilio. Los nacidos en Roma tenían derechos y obligaciones como ciudadanos. La ciudadanía otorgaba igualdad ante la ley e incluía derechos como la libertad, el sufragio y los honores públicos. La ciudadanía se adquiría por nacimiento, concesión o manumisión. En el 212 d.C., el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía a todos los libres en el imperio. Antes de esto, sólo los ciudadanos romanos tenían plenos
Con el paso del tiempo y a lo largo del desarrollo de la historia de la República y
durante los primeros tiempos del Imperio, el concepto de la ciudadanía tomando en cuenta sus variantes resulta de gran importancia para comprender muchos de los factores que influyeron en la vida y evolución de la sociedad romana y los grandes cambios que ésta sufrió a medida que la Urbe tomaba su control sobre el Mediterráneo. Hay que partir de la base de que este concepto de ciudadano es completamente distinto en el mundo romano que en otras culturas contemporáneas. Por supuesto, nada tiene que ver con el mundo de las ciudades orientales, pero también contiene profundas diferencias con otro ejemplo que, habitualmente, suele comparársele: la ciudadanía griega. El principio de ciudadanía se basa en el origen y en el domicilio. Es decir, que los antiguos romanos tenían un conjunto de derechos y obligaciones tan solo por el simple hecho de nacer en Roma. En la primera época el derecho a la civitas se confunde con el derecho de los quirites, palabra muy antigua, cuya etimología menciona la pertenencia a «curias» o mínimas demarcaciones ya existentes en Roma. Se trata de un estatuto unitario, que daba igualdad a todos los ciudadanos en Derecho. Comprende, en ámbitos del derecho público y privado, un conjunto de derechos en los que sobresalen: el derecho de libertad, el derecho de milicia, el de sufragio o voto, el derecho a los honores o cargos públicos, el derecho a contraer matrimonio con un romano, entre otros, los cuales se perdían en automático al perder el de ciudadanía. En principio, sólo el ciudadano romano podía servir en las legiones y sobre él pesó la carga del servicio militar, siendo, en muchas ocasiones, la política de concesión de la ciudadanía un recurso para ampliar la leva de soldados. Sólo el ciudadano gozaba del derecho de llevar una causa ante los comicios (o asamblea del pueblo), por medio de los magistrados competentes. Por otro lado, sólo al ciudadano le era permitido votar en específicas asambleas o ser electo magistrado, así como apelar ante la asamblea popular de una decisión del magistrado judicial, con lo cual quedaba momentáneamente inmovilizada la acción jurídica. La ciudadanía sería adquirida por nacimiento, concesión o manumisión. Así, todo aquel hijo de un romano, que había nacido de un matrimonio legal, era romano. También lo sería el individuo o la comunidad que recibían un privilegio siendo donación del pueblo o del emperador. Así mismo, todo esclavo que fuera liberado por un ciudadano iba a recibir en automático la ciudadanía romana. Italia fue unificada jurídicamente, recibiendo el estatuto ciudadano, sólo después de una enorme guerra (91-89 a.C.). Pero esta tendencia a la unificación no se generalizó hasta César y Augusto, siendo entonces muchas las comunidades indígenas que recibieron el derecho de ciudadanía en las provincias, llevando aparejado con ello el régimen municipal romano. (Municipios romanos.) Este movimiento terminó cuando, en 212 d.C., el emperador Caracalla otorgó mediante una Constitución Imperial el derecho de obtener la ciudadanía a todos los no romanos (peregrini) libres del Imperio. En Hispania, el edicto de Caracalla fue precedido y preparado por la concesión del Derecho latino por Vespasiano, en el año 71 d.C. La ciudadanía latina comportaba un estatuto equivalente al que tuvieron las antiguas ciudades latinas y vino a ser una antecámara del Derecho romano. No obstante, los latinos que, por no ser romanos, sin estar censados en las listas ciudadanas, se les prohibía asistir o apelar a las asambleas del pueblo romano, tampoco servir en las legiones, solamente en los cuerpos auxiliares, y por un tiempo mayor. De hecho, las ciudades latinas en las provincias gozaban de una autonomía considerable, ya que la posibilidad de asistir a los comicios que se celebraban en Roma era muy remota. En cuanto a las ciudades, cuando poseían la ciudadanía romana se organizaban según el régimen denominado municipal, al cual habían llegado a igualarse también las colonias. Así pues, colonias y municipios de ciudadanos romanos o latinos tenían su propio senado (denominado ordo decurionum o curia), sus magistrados, que solían ser duunviros y ediles, y sus sacerdotes del culto oficial. A grandes rasgos podemos resumir los estatutos de fundación y promoción de comunidades por Roma en los modelos siguientes, exceptuando los propiamente itálicos de civitas sine sufragio y otras de estatuto particular como Caere: -Colonias romanas: Reciben población de ciudadanos romanos, son creadas ex novo y organizadas a imagen y semejanza de la propia Roma. -Municipios romanos: Estructura igual a la anterior, pero desarrollada sobre una comunidad indígena cuyos habitantes reciben la ciudadanía romana, pudiendo recibir la llegada de inmigrantes itálico-romanos o no. -Colonias latinas: En un principio son nuevas creaciones que reciben el estatuto latino, pero en la práctica muchas de ellas están creadas sobre una comunidad indígena previa. -Municipios latinos: Comunidades indígenas en la que la población libre recibe el estatuto de ciudadanía latina. Estos cuatro grupos son incluidos dentro de la denominación de comunidades privilegiadas, y coexisten con otras comunidades de diferentes estatutos llamadas peregrinas, y dentro de las cuales pueden diferenciarse las libres, las federadas o las estipendiarias o dediticias, dependiendo de cómo se hayan establecido sus relaciones con Roma. Esta realidad en apariencia simple fue mucho más compleja, pues en ocasiones las diferencias entre colonia y municipio son prácticamente inexistentes en la práctica. El devenir histórico modificó muchos de los estatutos de las diversas comunidades, que pasaron de no ser privilegiadas a serlo o viceversa, o incluso de ser municipios a ser colonias. El concepto de ciudadanía en la Roma Antigua. (2016, 12 noviembre). Portal Clasico. https://portalclasico.com/el-concepto-de-ciudadania-en-la-roma-antigua
La antigua Roma para niños: Una guía fascinante de la historia de Roma, desde el surgimiento de la República hasta Bizancio, pasando por el Imperio romano