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Competencia Lectora Universidad de Antioquia.

Lectura Literal

¿Qué es la sub competencia literal?

Es el tipo de lectura en la que el lector solo se detiene en la información


aportada por el texto, es decir, en lo que dice el texto, sin ir más allá. Para esto,
quien lee puede reconocer las palabras y sus significados, los cuales son
válidos para ese texto y no para otros; analizar la significación de los
enunciados, tal como aparecen; o identificar los temas, tópicos o ideas
centrales. En cualquiera de estos casos, el tipo de literalidad se denomina
transcriptiva, pues como lo indica la palabra, el lector solamente “transcribe” los
significados del texto. 

Pero el lector también puede llevar a cabo una lectura literal por medio del
parafraseo, que consiste en decir lo mismo, pero de otra manera. El parafraseo
es la realización de una traducción semántica, sin modificar el sentido que el
autor le ha dado originalmente a sus ideas en el texto. 

¿Qué debo hacer si estoy en un nivel literal de lectura?

Primero, hacer una lectura general del texto para identificar cuál es la idea
global de la que habla. Después, analizar cada enunciado hasta identificar la
idea principal. Esto último lo puedo hacer de esta manera: hago
generalizaciones para condensar la información y suprimo aquello que resulta
accesorio. Imagina que alguien te pide que expongas brevemente lo que hiciste
el día anterior. Puesto que te han pedido que seas sucinto, tu relato omitirá
muchas cosas que hiciste, pero que dentro del conjunto de actividades no
resultan tan importantes como otras. Hay quienes pueden resumir su día en
una actividad central. Por ejemplo, si alguien tuvo un partido de fútbol en el que
su equipo clasificó a octavos de final, entonces esa será la actividad central del
día; para un estudiante universitario lo será, por ejemplo, un examen parcial del
que dependía si aprobaba o no la materia; y para un artista, la inauguración de
una exposición.

Ejemplo:

Leamos ahora este fragmento de ensayo acerca del libro digital.

Desde que aparecieron las novelas 1984 de George Orwell, Fahrenheit 451 de
Ray Bradbury y Memorias encontradas en una bañera de Stanislav Lem, la
idea de una central que controle la lectura ha sido una preocupación de los
escritores. El libro, hasta ahora, nos hace libres; y leer lo que queremos, en
términos de Michel Foucault, es un acto de resistencia. Así que una central en
red que controle contenidos y lectores es el objetivo de cualquier sistema. Y
esta central es posible con el libro electrónico y el soporte que utiliza.
En este caso, y en una mirada superficial, puedo apresurarme a decir que el
tema del texto es el libro y los medios de control, pero si observo con cuidado
el cierre, es decir, el último enunciado, no es cualquier tipo de libro, sino el
digital. Ahora bien, si nos hacen una pregunta de este tipo:
La idea según la cual leer lo que queremos es un acto de resistencia,
pertenece a:
 
 Michel Foucault
 El autor del texto

La respuesta correcta es la A. En el texto se puede leer de forma literal en este


apartado: “y leer lo que queremos, en términos de Michel Foucault, es un acto
de resistencia”. Observa muy bien la expresión que he resaltado: “en términos
de”. Esto indica, claramente, que el autor de nuestro texto objeto de estudio
está haciendo una referencia a una postura de Michel Foucault.

¿Qué ocurre si nos piden que resumamos el texto?

Es sencillo: leerlo una y otra vez hasta que logremos identificar unidades de
sentido. Veamos nuevamente el texto:

Desde que aparecieron las novelas 1984 de George Orwell, Fahrenheit 451 de
Ray Bradbury y Memorias encontradas en una bañera de Stanislav Lem, la
idea de una central que controle la lectura ha sido una preocupación de los
escritores. El libro, hasta ahora, nos hace libres; y leer lo que queremos, en
términos de Michel Foucault, es un acto de resistencia. Así que una central en
red que controle contenidos y lectores es el objetivo de cualquier sistema. Y
esta central es posible con el libro electrónico y el soporte que utiliza.
La primera parte del texto presenta títulos de algunas obras literarias con sus
respectivos autores, y concluye los escritores (no solo estos, que funcionan
solo como ejemplos) se han preocupado por el control de la lectura. Se puede
suponer que esos textos literarios hablan sobre el control o sociedades en las
que el control de la población es fuerte. 

La segunda parte dice, textualmente, que los libros nos hacen libres. Ojo, lo
que hacemos con ellos, o sea leerlos. El autor reitera esta idea después del
punto y coma: leer lo que queremos (no lo que nos imponen) es un acto de
resistencia. El autor aclara que esta última idea es de Foucault. 

En la tercera parte se concluye la idea que se viene desarrollando, por eso se


agrega la expresión “así que”. Dice de forma concreta que el objetivo de todo
sistema es controlar los contenidos (de los libros, que es de lo que viene
hablando) y de los lectores. Finalmente señala que el mecanismo para lograrlo
(la central) es el libro electrónico. 

Si analizamos un poco más el micro texto, podremos identificar tres partes: 1.


Una introducción, que funciona a su vez como ejemplo y argumento de la tesis,
que aquí está implícita; 2. Una afirmación, que sirve a su vez como antítesis y
contraargumento; 3. La conclusión, que funciona como resumen y síntesis de la
primera y segunda parte.

De modo que el micro texto podría resumirse así: 


1. El control de la lectura es una preocupación de los escritores
2. La lectura nos hace libre
3. El libro electrónico facilita el control de los contenidos y los lectores

Hasta aquí no hemos agregado nada, no hemos realizado inferencias en


sentido estricto, ni nos hemos preguntado por la intención del autor o del texto;
pero sí hemos parafraseado, analizado, resumido, suprimido información y
reelaborado el discurso para presentar la misma información del texto de base. 

¿Cuándo estoy leyendo de forma literal?

Reflexiona por un momento sobre aquellas cosas que haces cuando lees. Por
ejemplo, cuando leíste el texto de Guillermo Ángel. Toma un lápiz y empieza a
chequear estos indicadores. Entre más ítems marques, mejor será tu nivel de
lectura literal:
• Reconozco que el autor del texto cita a otro autor o se refiere a él

• Identifico la voz del autor cuando él habla o sienta su posición frente a lo que
dice otro autor

• Reconozco distintas expresiones que se refieren al mismo contenido del texto

• Tengo la capacidad de expresar con otras palabras los enunciados de un


texto sin cambiar su significado

• Soy capaz de relacionar los contenidos de un texto de acuerdo a las


relaciones que se presentan entre ellos

• Identifico las remisiones y referencias a enunciados del propio texto por medio
de deícticos, pronombres o términos sinónimos empleados por el autor

• Soy capaz de ubicar o construir el tema y los subtemas del texto

• Logro sintetizar la información del texto a partir de sus enunciados y


significados principales

Taller 1.

El texto.

Has una lectura general del texto que encontrarás a continuación. Presta


mucha atención a las palabras y expresiones subrayadas.
1. Hoy nuestros “signos de la historia”, aquellos que podrían hacer pensar en
un progreso de la humanidad hacia lo mejor, han desfallecido y han perdido
el “aura sublime” que elicitaba anteriormente ese sentimiento o esa idea de la
razón de que la humanidad había emprendido su marcha de ascensión hacia la
libertad y la autonomía racional. Estos signos ascensionales han muerto quizá
por la muerte misma del sujeto que enunciaba “el proyecto” que permitiría la
redención humana de sus injusticias, de su ignorancia, de su esclavitud. Ese
sujeto colectivo llamado vanguardia con su idea reguladora de un arte nuevo y
emancipador, con su enunciación llena de entusiasmo por el futuro prometido,
hace tiempo que se ha silenciado y le ha dejado su lugar al vacío o si se quiere,
en una perspectiva menos pesimista al carpe diem ('disfruta el momento'). Ya
nadie escucha las voces que prometen un “mundo mejor”, que enuncian ese
proyecto escatológico que exige renunciar al presente para vivir un mañana
que no llega y que se convierte solamente en una idea reguladora del individuo
y de la sociedad.

2. Pero el sentimiento que reemplaza al futuro sublime es el de un vacío por la


banalidad del presente. El sentimiento de lo trágico ante la muerte de Dios y la
desaparición de los valores supremos es hoy transmutado por un sentimiento
de indiferencia ante los valores prosaicos y ante los modos que se tienen hoy
de su enunciación “mass-mediática”. No es extraño pues que
las voces proclamen que vivimos una época de nihilismo consumado (G.
Vattimo), de derrota del pensamiento (A. Finkielkraut), de una era del vacío (G.
Lipovetsky), de un estado de banalidad (J. L. Pardo), es decir, vivimos en una
situación en la que se constata la muerte del intelectual (J. F. Lyotard) y la
fractalización del sujeto (J. Baudrillard).

3. Hemos pasado de lo sublime a lo prosaico y eso se constata no solo con


referencia a los individuos sino también a esos sujetos colectivos que hacen
masa. Hannah Arendt en su análisis de la cultura y de sus consumidores no
duda en ver en la bulimia colectiva un signo de regresión y de banalización de
los contenidos culturales. Hoy la masa se avalancha sin contemplaciones a los
grandes supermercados y adoptan esa misma actitud para devorar, fagocitar,
consumir los artículos que la cultura artística les ofrece: música, libros,
ilustraciones, museos. No es extraño que estos últimos se hayan convertido –
como el Louvre y el museo D’orsay- en auténticos supermercados del arte con
galerías comerciales y zonas de alimentación de tamaño inconmensurable.

4. A la desacralización de los espacios museísticos, es decir de la memoria, le


ha precedido todo un vaciamiento de la “seriedad” del arte. Desde el Arte
Pop hasta Almodóvar o Jeff Koons el arte también se ha aligerado
equiparándose su producción artística a los contenidos que hoy pululan en las
pequeñas narrativas del emisor mass-mediático y en otros campos como el de
la política, la moral, la sexualidad.
5. Por eso ya no vivimos de forma dramática la kitschización colectiva y
cultural. Es lo que llama Pere Salabert la “estética de lo light” como
característico de una sociedad y de una era sin valores supremos.

6. Nuestra cultura ha promovido una invasión masiva de los simulacros que


pasan ante todo por la emergencia descomunal, planetaria de una nueva
naturaleza que la podamos llamar con F. Lyotard y J. Echavarría “naturaleza
tele”. Hoy comenzamos a vivir de una manera más global los efectos
progresivos de la invasión de esta naturaleza que nos pone al mundo y a la
ciudad “a distancia”, borrando paradójicamente el espacio y el tiempo para
ubicarnos en la simultaneidad.

Taller 2
El párrafo y los significados locales.

El texto

Haz una lectura general del texto que encontrarás a continuación. Presta
mucha atención a las palabras y expresiones subrayadas, a la estructura del
texto y a los tipos de párrafo que lo componen.

Texto uno

1. La discusión de si el acta del 20 de julio de 1810 es o no una declaración de


independencia no es cosa nueva. En 1872 surgió una polémica entre Miguel
Antonio Caro, que escribía en El Tradicionalista, y José María Quijano Otero,
redactor de La América. Ambos polemistas militaban en las filas del partido
conservador. Caro arguye con su lucidez habitual y con argumentos
concluyentes que el 20 de julio no es aniversario de la independencia ni del
nacimiento de la República. Y concluye brillantemente: “Los patriotas, sin más
guía que religión y libertad, fueron a dar a lo que al principio no buscaban: a la
independencia y a la República”.

2. Por su parte, la farragosa argumentación de Quijano Otero se aferra a la


tesis de la “gloriosa fecha”, llama erróneamente a Fernando VII “el traidor de
Bayona” y sostiene, contra toda evidencia, el absurdo argumento de que los
signatarios del acta del 20 de julio “eran   republicanos, y tomaban el nombre
del monarca prisionero para no perder prestigio entre las masas populares”.
Miguel Antonio Caro comprendió que era inútil gastar tinta y materia gris en un
adversario tan obtuso y guardó un digno silencio, que su opositor interpretó
erradamente (una vez más) como el tácito reconocimiento de un triunfo. El
orgulloso silencio de Caro tuvo una consecuencia inesperada y fatal: el
presidente Manuel Murillo Toro, mediante la Ley 60 de 1873, definió el 20 de
julio fecha oficial de la independencia nacional y lo designó día de fiesta. Así, lo
que antes era una mera costumbre sentimental sin base histórica, de golpe se
convirtió en Ley de la República de carácter obligado.

3. Los testigos contemporáneos tenían una apreciación muy distinta de los


acontecimientos del 20 de julio. José María Caballero dejó anotado en el
epígrafe de su famoso Diario: “libro de varias noticias particulares que han
sucedido en esta capital de Santa Fe de Bogotá, provincia de Cundinamarca
[…], arreglado lo posible en el año del Señor de 1813, 3º de nuestra
transformación política y 1º de nuestra independencia absoluta” (énfasis mío).
Durante dos siglos no sólo hemos celebrado como mito fundacional una fecha
errónea, muy anterior a la verdadera declaración de independencia absoluta;
hemos celebrado también un documento que es todo lo contrario de una
ruptura de relaciones: un acta de adhesión. Peor aún: un manifiesto de
servidumbre. Quiénes se han beneficiado con esta mistificación y cómo ella ha
afectado la imaginación colectiva, no me corresponde a mí decirlo.

4. La inercia parece ser más poderosa que la verdad misma; ante el empuje de
la primera, la verdad termina   pareciendo anacrónica. En sus Recuerdos de
Santa Marta, Simón Camacho afirma que “Ni el lecho (de Bolívar) existe ni la
hamaca. Mesa, un asistente del Libertador, los quemó el día después de su
muerte, para que los enemigos del Viejo, según su propia expresión, no
encontrasen nada que le hubiese pertenecido”. No obstante, los guías de la
Quinta de San Pedro Alejandrino continúan aseverando la autenticidad de la
cama que se guarda en aquel museo. Y si bien hace más de cien años que
Panamá se separó de Colombia, el Istmo continúa figurando como si tal cosa
en nuestro escudo nacional.

Texto tomado de: Barrera, H. (2010). “20 de julio de 1810: ¿“gloriosa fecha” o


mera superchería?”. Agenda Cultural Alma Máter, 167, p. 2-3.

Lectura inferencial

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