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 Hable moles de santidad a los adolescente A fines de los noventa, en Estados Unidos se

puso de moda entre los cristianos llevar brazaletes, llaveros y ropa con la inscripción
W.W.J.D que son las iniciales de las palabras en inglés de la siguiente pregunta, traducida
al español: ´¿Qué haría Jesús?´ En una ocasión, me invitaron a predicar en un evento
multitudinario donde el lema del encuentro era aquella sigla. Los que hablaron antes que
yo se refirieron a la santidad y recomendaron a los jóvenes pensar muy bien antes de
hacer algo malo y les advirtieron que hacer lo que no agrada a Dios trae consecuencias.
Los jóvenes escuchaban con las cabezas gachas y algunos lloraban. Se respiraba un clima
de tensión y vergüenza. Mientras oraba con los ojos abiertos, esperando mi turno, el
Señor me indicó: Hasta este momento, se ha hablado como si la pregunta fuera ´¿Qué
cosas NO haría Jesús?´, en lugar de preguntar qué cosas sí hubiera hecho. Cuando me tocó
hablar, leí el pasaje en Lucas donde el propio Jesús anuncia con qué misión había venido a
la tierra:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar las buenas nuevas a
los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner
libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.” Lucas 4.18-19.

Acto seguido hablé de lo que Sí hizo Jesús y lo que quiere hacer hoy en la tierra a través de la
nueva generación. Hablamos de transformar la sociedad, de impacto, de amor y de sacrificio. Al
terminar, el entusiasmo entre los jóvenes era evidente.

Pecados de acción y pecados de omisión

Es una lástima que la iglesia haya enfatizado por tanto tiempo sólo lo que no deben hacer los
cristianos, lo que llamamos pecados de acción. Poco se ha enseñado sobre los pecados de omisión,
que son aquellos pecados que tienen que ver con lo que no hacemos. Si hacemos una lista de los
pecados de acción, de las cosas malas que no debemos hacer, la lista es larga como papel
higiénico. Si anotamos los pecados de omisión, es decir, las cosas que deberíamos hacer y no
hacemos, apenas recordamos unos cuantos: diezmar, orar, leer la Biblia, ir a la iglesia y obedecer a
los padres. Estas son cosas esenciales, sin duda. Pero, ¿ahí termina lo que el cristiano debiera estar
haciendo? ¿Qué haría Jesús en nuestro medio?

Estoy convencido de que hacer la obra de Cristo contribuye enormemente a nuestra santificación;
cuando empiezo a hacer lo que hizo Jesús, tengo mucho menos tiempo para hacer aquellas cosas
que no debería hacer y que Jesús nunca hizo. Cuando empiezo a quedarme, a no hacer lo que Dios
quiere que esté haciendo, es fácil que la tentación me encuentre ´disponible´. Eso fue lo que le
pasó a David.

Vayamos algunos años más adelante, mucho después de su valiente enfrentamiento con Goliat. El
capítulo 11 de 2 Samuel relata que David tenía que salir en campaña contra los enemigos del
pueblo de Dios, pero se quedó. El rey tendría que haber ido con el ejército pero se quedó muy
cómodo en el palacio de Jerusalén mirando la tele. Una tarde (!) al levantarse de la cama, comenzó
a pasearse por la azotea del palacio y desde allí vio a una mujer muy hermosa que se estaba
bañando. Primero la miró con un ojo, luego con dos y después le sacó una foto. Hizo que la
trajeran y, aprovechándose de ser el rey y de que el esposo de la mujer no estaba, se acostó con
ella. Una vergüenza para un hombre que conocía tanto de Dios.
Pero, ¿dónde había empezado todo? David no estaba donde tenía que estar. Estaba perdiendo el
tiempo en el palacio en vez de estar haciendo lo que Dios quería que hiciera.

Dios quiere hijos santos. La santidad es la belleza de la cristiana y el cristiano. Por ser la santidad
justamente un reflejo de la hermosura del carácter de Cristo en nuestra vida, somos santos
cuando hacemos lo que Cristo hizo. Es lamentable ver cristianos que piensan que ser santo es no
fumar, no tomar, no bailar ni decir malas palabras. Esas características son una mínima expresión
de lo que es la santidad. La persona santa es feliz porque está haciendo la voluntad de papá Dios,
que es ´agradable y perfecta´ (Romanos 12.2). La madre Teresa de Calcuta fue santa, Martin
Luther King, Martín Lutero y Hudson Taylor fueron santos, como todos aquellos que de todo
corazón se entregan a hacer lo que Dios les pide y eso los hace parecerse cada vez más a Jesús.

Dios quiere algo más que solo no nos metamos en problemas con los cristianos a nuestro
alrededor. Él quiere un corazón obediente y una fe total. Él está más interesado en el corazón de
sus hijos que en sus habilidades y conocimientos. Quiere vidas a prueba de pruebas. Quiere
cristianos que mantengan el gozo y la esperanza en las dificultades; que conserven la paz y el
dominio propio en medio de las tensiones. Dios quiere algo más que carisma y popularidad; él está
buscando verdadera santidad. Esa que tiene que ver con la pureza de corazón y de la que
podemos conversar en voz baja solo ÉL y nosotros. Santidad que tiene que ver con lo que en
nuestro lugar hubiese hecho el Santo.

 Yo quiero alejarme de aquellas cosas que ofenden a mi Señor. Pero también no quiero
ofenderlo al no hacer lo que A fines de los noventa, en Estados Unidos se puso de moda
entre los cristianos llevar brazaletes, llaveros y ropa con la inscripción W.W.J.D que son las
iniciales de las palabras en inglés de la siguiente pregunta, traducida al español: ´¿Qué
haría Jesús?´ En una ocasión, me invitaron a predicar en un evento multitudinario donde el
lema del encuentro era aquella sigla. Los que hablaron antes que yo se refirieron a la
santidad y recomendaron a los jóvenes pensar muy bien antes de hacer algo malo y les
advirtieron que hacer lo que no agrada a Dios trae consecuencias. Los jóvenes escuchaban
con las cabezas gachas y algunos lloraban. Se respiraba un clima de tensión y vergüenza.
Mientras oraba con los ojos abiertos, esperando mi turno, el Señor me indicó: Hasta este
momento, se ha hablado como si la pregunta fuera ´¿Qué cosas NO haría Jesús?´, en lugar
de preguntar qué cosas sí hubiera hecho. Cuando me tocó hablar, leí el pasaje en Lucas
donde el propio Jesús anuncia con qué misión había venido a la tierra:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar las buenas nuevas a
los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner
libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.” Lucas 4.18-19.

Acto seguido hablé de lo que Sí hizo Jesús y lo que quiere hacer hoy en la tierra a través de la
nueva generación. Hablamos de transformar la sociedad, de impacto, de amor y de sacrificio. Al
terminar, el entusiasmo entre los jóvenes era evidente.

Pecados de acción y pecados de omisión

Es una lástima que la iglesia haya enfatizado por tanto tiempo sólo lo que no deben hacer los
cristianos, lo que llamamos pecados de acción. Poco se ha enseñado sobre los pecados de omisión,
que son aquellos pecados que tienen que ver con lo que no hacemos. Si hacemos una lista de los
pecados de acción, de las cosas malas que no debemos hacer, la lista es larga como papel
higiénico. Si anotamos los pecados de omisión, es decir, las cosas que deberíamos hacer y no
hacemos, apenas recordamos unos cuantos: diezmar, orar, leer la Biblia, ir a la iglesia y obedecer a
los padres. Estas son cosas esenciales, sin duda. Pero, ¿ahí termina lo que el cristiano debiera estar
haciendo? ¿Qué haría Jesús en nuestro medio?

Estoy convencido de que hacer la obra de Cristo contribuye enormemente a nuestra santificación;
cuando empiezo a hacer lo que hizo Jesús, tengo mucho menos tiempo para hacer aquellas cosas
que no debería hacer y que Jesús nunca hizo. Cuando empiezo a quedarme, a no hacer lo que Dios
quiere que esté haciendo, es fácil que la tentación me encuentre ´disponible´. Eso fue lo que le
pasó a David.

Vayamos algunos años más adelante, mucho después de su valiente enfrentamiento con Goliat. El
capítulo 11 de 2 Samuel relata que David tenía que salir en campaña contra los enemigos del
pueblo de Dios, pero se quedó. El rey tendría que haber ido con el ejército pero se quedó muy
cómodo en el palacio de Jerusalén mirando la tele. Una tarde (!) al levantarse de la cama, comenzó
a pasearse por la azotea del palacio y desde allí vio a una mujer muy hermosa que se estaba
bañando. Primero la miró con un ojo, luego con dos y después le sacó una foto. Hizo que la
trajeran y, aprovechándose de ser el rey y de que el esposo de la mujer no estaba, se acostó con
ella. Una vergüenza para un hombre que conocía tanto de Dios.

Pero, ¿dónde había empezado todo? David no estaba donde tenía que estar. Estaba perdiendo el
tiempo en el palacio en vez de estar haciendo lo que Dios quería que hiciera.

Dios quiere hijos santos. La santidad es la belleza de la cristiana y el cristiano. Por ser la santidad
justamente un reflejo de la hermosura del carácter de Cristo en nuestra vida, somos santos
cuando hacemos lo que Cristo hizo. Es lamentable ver cristianos que piensan que ser santo es no
fumar, no tomar, no bailar ni decir malas palabras. Esas características son una mínima expresión
de lo que es la santidad. La persona santa es feliz porque está haciendo la voluntad de papá Dios,
que es ´agradable y perfecta´ (Romanos 12.2). La madre Teresa de Calcuta fue santa, Martin
Luther King, Martín Lutero y Hudson Taylor fueron santos, como todos aquellos que de todo
corazón se entregan a hacer lo que Dios les pide y eso los hace parecerse cada vez más a Jesús.

Dios quiere algo más que solo no nos metamos en problemas con los cristianos a nuestro
alrededor. Él quiere un corazón obediente y una fe total. Él está más interesado en el corazón de
sus hijos que en sus habilidades y conocimientos. Quiere vidas a prueba de pruebas. Quiere
cristianos que mantengan el gozo y la esperanza en las dificultades; que conserven la paz y el
dominio propio en medio de las tensiones. Dios quiere algo más que carisma y popularidad; él está
buscando verdadera santidad. Esa que tiene que ver con la pureza de corazón y de la que
podemos conversar en voz baja solo ÉL y nosotros. Santidad que tiene que ver con lo que en
nuestro lugar hubiese hecho el Santo.

Yo quiero alejarme de aquellas cosas que ofenden a mi Señor. Pero también no quiero ofenderlo
al no hacer lo que me

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