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REFUERZOS DE LENGUA ESPAÑOLA Y LITERATURA PARA 1º DE BACHILLERATO

. DEPARTAMENTO DE LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLAS


1º BACHILLERATO. Antología de textos periodísticos para comentario

 ¡QUÉ AGOBIO! Juan José Millás


Nos estamos quedando sin palabras. Todos: los tertulianos, los camareros, los filósofos,
los matrimonios, los adolescentes, los coroneles, los militares sin graduación, el personal
alterno, el subalterno, los bomberos y hasta el cuñado que disponía de una opinión para
cada asunto y de un proverbio para cada suceso. El personal se queda sin palabras
cada vez que se asoma al periódico o al telediario, cuando escucha la radio, cuando
aparece en los papeles un capítulo más de Bankia o un apartado nuevo de los ERE,
cuando emerge un dirigente sindical corrupto o un rojo infectado, cuando se manifiesta
una trama secundaria de la gestión del ébola, cuando los populares hablan de
populismo, cuando Valencia, cuando el FMI, cuando la troika, cuando el Banco Central,
cuando Ana Mato, cuando Javier Rodríguez, cuando Cañete, cuando la cesta de la
compra, cuando Cataluña… Nos quedamos sin palabras, sin saber qué decir, afásicos;
los hechos superan nuestra capacidad de respuesta, de análisis, rompen nuestras
defensas. Intentamos hablar y nos sale un gemido, ay. Se nos caen las palabras del
vocabulario como el alma a los pies. Abrimos la boca para expresar nuestro asombro
ante el grado de corrupción institucionalizada, de desfachatez, de atropellos políticos, y
económicos, y judiciales, y sale otro suspiro, ay, ay. España dice ay con un termómetro
debajo de la axila, febril, desfallecida, alérgica a sí misma. Se rasca la nariz y se le pudre
el léxico. El léxico vendría a ser como los glóbulos rojos, los eritrocitos o hematíes,
encargados de transportar el oxígeno a cada una de las células. Pues eso, sí, que nos
quedamos sin oxígeno, sin aire, perdemos la respiración cada mañana, al encender la
radio. Qué desazón, qué agobio.

El País (17/10/2014)

 MANUEL VICENT: «VILLANCICO»


En este supermercado de lujo suena el villancico Adeste fideles y su melodía
resbala sobre baterías de jamones de Jabugo y barricadas de patés, embutidos,
mariscos, turrones, vinos y licores, pirámides de frutas importadas de países
exóticos, gollerías encajadas como joyas en estuches dorados. A este
supermercado solo pueden acceder los muy adinerados, señores con la
mandíbula violácea y mujeres muy perfumadas. Los precios son un puro
esnobismo y marcan la línea roja infranqueable para una clase media
desaparecida. El resto de los mortales no cuenta. Ha nacido el Rey de los
ángeles, venid a adorar al Señor, dice el villancico, pero en este establecimiento
el único Rey es el jamón de pata negra orlado con guirnaldas de plata. Movidos
por la dulce llamada de Belén, los clientes cargan con las bolsas repletas de
bienes, la caja registradora los despide con un alegre tintineo y para llegar hasta
sus cochazos aparcados en tercera fila deberán vadear el bulto de una
pordiosera en la acera que tiene un niño Jesús drogado y dormido en su regazo.
En la esquina, una docena de mendigos aguarda la hora alrededor de un cartel
con una flecha que indica que ese lugar es el punto de recogida solidario. Cada
uno lleva un carrito de la compra cargado de latas, paraguas rotos, antenas,
cables, varillas. Sobre estos desechos extraídos de los contenedores de basura
un mendigo rumano ha plantado una gran bandera española, que exhibe como
un trofeo. Por esa bandera se produce de repente un grave altercado. Un
mendigo español ha intentado arrebatársela. No se trata de ningún patriota.
Conoce a un chamarilero que le dará un euro por su asta de aluminio. Sale un
dependiente del supermercado, deposita en el suelo unas cajas de comida
caducada y la refriega se calma.

El País, 23/11/2014

 Almudena Grandes. Abuso

En Madrid llovía a cántaros y la organización había vendido más de 15.000 entradas. En éstas,
que no eran baratas, no constaba advertencia de seguridad alguna, así que la mayoría de los
asistentes acudieron con sus paraguas. Los porteros les advertían que no podían entrar con
ellos y les sugerían que los dejaran en la consigna, una pequeña carpa instalada bajo la lluvia,
sin distintivo ni identificación de ninguna clase. Allí, dos personas recogían los paraguas de
15.000 y, además, cobraban dos euros por cada uno. Delante de mí, una pareja unió los suyos
con una cinta para que ocuparan una sola percha y les dijeron que tenían que pagar cuatro
euros igual. Entonces me acerqué y les pregunté quiénes eran. No quisieron decírmelo. Insistí en
que, si prestaban un servicio público, no podían negarse a decirme quiénes eran, y me dijeron
que iban a llamar al encargado. El encargado no vino y la gente siguió pagando. ¿A quién? No
conseguí saberlo. El Palacio de los Deportes es propiedad de la Comunidad de Madrid, y su
Gobierno el responsable último de no proporcionar una alternativa gratuita a los ciudadanos
perjudicados por una medida de seguridad no anunciada. Pagar en estas condiciones es propio
de una república bananera, pero es lo que tiene la corrupción, porque si roban los de arriba, ¿por
qué no van a robar los de abajo? Y es lo que tiene la opacidad, porque si no se sabe nada de
quienes roban por arriba, ¿por qué van a dar pistas los que roban por abajo? Esto ocurría en la
misma semana en la que se abrió el portal de transparencia del Gobierno y Rajoy dio la crisis por
terminada. Al final, la gente tiraba sus paraguas a los contenedores con tal de no pagar. Su rabia
me pareció digna de mejores causas. Ojalá lo sea pronto.
 Carlos Colón. Las víctimas no son culpables

Se está montando, con cierto disimulo, una campaña infame y cobarde contra Charlie Hebdo
difundiendo sus groseras e insultantes portadas para "explicar" el ataque asesino que ha sufrido.
Esto se hace por miedo a enfrentarse a la realidad e irritar a quienes responden degollando,
disparando o poniendo bombas cuando se sienten insultados. Se habla mucho estos días del
peligro de la islamofobia, olvidando que fobia tiene dos sentidos: aversión obsesiva contra
alguien o algo y temor irracional compulsivo. Por lo que islamofobia significa tanto odio como
miedo al islamismo. De la islamofobia como aversión que puede generar patologías racistas y
xenófobas que carguen contra todos los musulmanes las culpas de los fundamentalistas se está
alertando. Pero nada o muy poco se dice de la islamofobia como miedo a un conflicto de difícil y
peligrosa solución porque los radicales son muchos más de los que se reconoce, dominan
extensos territorios, están infiltrados en las sociedades occidentales y decididos a morir
matando. Y este miedo (o prudencia) está paralizando desde hace demasiado tiempo la
respuesta eficaz y realista a los atentados sufridos en Estados Unidos, Argentina, España, Reino
Unido, Francia, Rusia, Kenia, Tanzania, Nigeria, Turquía, Líbano, Irak, Jordania, Israel, Argelia,
Egipto, Túnez, Arabia Saudita, Marruecos, India, Sri Lanka, Pakistán, Indonesia, Filipinas o
China. Esto es obra de algo más que una minoría de locos fanáticos.

Desde siempre Charlie Hebdo apuesta más por el mal gusto que por el ingenio, más por la
grosería que por el razonamiento, más por el insulto que por el diálogo. El grueso calibre de su
humor comete injusticias manifiestas como, en plena expansión del terrorismo islámico, situar en
un mismo nivel al islamismo radical, al cristianismo y al judaísmo. ¿Y qué? Uno de sus enemigos
declarados es la religión, fundamentalista o no, violenta o no. En una de sus portadas el Corán,
la Biblia y la Torá aparecían como tiras de papel higiénico. Y las ha habido mucho peores,
dirigidas por igual contra musulmanes, cristianos y judíos. ¿Y qué? Mantenía la larga tradición
blasfema del laicismo radical francés. Esto era sabido. ¿Y qué? Se pueden escribir artículos
contra él o denunciarlo ante los tribunales. Y punto. No se busquen otras causas, apuntando al
tono de Charlie Hebdo, porque se hace el juego a los terroristas. La islamofobia es igualmente
peligrosa como odio y como miedo.

Diario de Sevilla (10/1/2015)

Manuel Rivas. El triunfo de la gracia

¿Qué es Sevilla? Por supuesto es la Giralda, surgiendo por sorpresa en plena noche,
monumental, insensata y deslumbrante, iluminada como un trasatlántico de piedra y oro varado
en la oscuridad. Sevilla es la plaza de toros de la Maestranza y el Hospital de la Caridad, cuyos
cofrades se entierran en solemnes funerales barrocos presididos por los indigentes más antiguos
de la casa.

Sevilla es un lugar donde la tradición y la ortodoxia avasallarían si no provocasen una asidua


floración de heterodoxos: el día de mi llegada me crucé por la calle con un hombre que
enarbolaba un gran cartel donde se leía: “Los ateos estamos libres de pecado” (más pequeño,
junto al dibujo de un tipo sacando la lengua, se leía también: “Chincha rabiña”); le pregunté al
hombre para qué hacía aquello. “Para predicar la buena nueva”, contestó. “Y para que no se
aburra el personal”. Sevilla es una ciudad donde —según el guitarrista Eduardo Rebollar— si la
gente ve a un tipo con un barril de cerveza al hombro, le toca las palmas porque piensa que es
un paso de Semana Santa, una ciudad donde se ríe hasta en los velatorios y donde todo el
mundo sabe o siente que no hay nada mejor que la gracia ni nada peor que un gracioso, porque
el gracioso es a la gracia lo que el sentimentalismo al sentimiento: un sucedáneo, una forma de
prostitución. Sevilla es un estrecho laberinto de calles con una iglesia en cada esquina y un lugar
tan autocrítico que todos los sevillanos critican su falta de autocrítica, con un renombre universal
debido a la ópera, la poesía y la pintura, un inmenso patrimonio que, según lamenta Iwasaki, los
políticos ignoran o desdeñan.

Todas estas cosas son Sevilla, o eso pensé después de pasar dos días allí, descubriendo que
Iwasaki estaba en lo cierto y que mi intuición sobre el cliché de Sevilla era errónea y que hay que
pensar contra el cliché pero con cuidado, porque los clichés contienen siempre una parte de
verdad: de lo contrario no hubieran llegado a ser clichés. También pensé que, aunque a algunos
sevillanos les atosiguen a veces la risa y la alegría permanentes de su ciudad, no hay antídoto
más fiable que ellas contra el fanatismo, el puritanismo y demás formas de la desdicha. Y pensé
por último que Sevilla es todo lo que yo había visto y sentido y miles de cosas más, pero sobre
todo es un enigma sin solución o cuya única solución es el propio enigma.

El País (21/12/2014)

Estabilidad. Juan José Millás

Observado con la perspectiva que proporciona el estudio de Oxfam Intermón, el espectáculo que
dimos en el Congreso hace unos días fue tremendo. ¡Una mujer amamantando a su hijo y unos
jóvenes en ropa de calle exhibiéndose frente a unos señores que acudían de negro a su propio
entierro! ¿Aún no hemos comprendido que el Congreso es un lugar para darse la razón y el
pésame? Veamos: el mundo tiene sesenta o setenta propietarios, quince o veinte de los cuales
viven en España o pasan temporadas en ella. A esta gente le sobran medios para fundar un
Estado propio, pero prefieren poner sus huevos en los ya existentes. No precisan de un ejército
porque tienen a su disposición los de todo el mundo, ni de una policía porque todas están a sus
órdenes, ni de un aparato legislativo porque ya han asaltado los Parlamentos regionales. Cuando
se les antoja hacer una reforma laboral, cursan las instrucciones oportunas y se lleva a cabo.
Quien dice una reforma laboral dice una ley mordaza, etcétera. Si permiten que se publiquen las
conclusiones de la ONG citada, es para que nos hagamos una idea de su poder. Les da igual:
nadie va a tomar las armas con las que ellos trafican y venden aquí o allí en función de sus
intereses. De hecho, ya nos hemos cuidado de no sacar la noticia, pese a su importancia, a
cinco columnas en la primera página de ningún periódico. Mucho ojo, pues, con lo que hacemos,
porque se pueden enfadar y enviarnos a unos matones para que nos rompan las piernas.
Sesenta o setenta personas son las dueñas de un mundo en el que la mayoría pasa hambre,
sed, frío y un sinfín de calamidades. Es lo que llamamos estabilidad. Menos mal que nos quedan
las rastas y el amamantamiento como materia para el análisis político riguroso.

El País (22/1/2016)

1.Manuel Vicent, El País

El pasado miércoles 26 de septiembre conversaba con algunas personas sobre los sucesos
ocurridos en Madrid el día anterior, en esa manifestación de decenas (sí, decenas) de miles
de ciudadanos a las puertas del Congreso de los Diputados. Y no pude soportar mi
perplejidad: esas personas habían reducido su visión de los hechos a una sola imagen, esa
en la que se ve a un encapuchado pegar una patada a un policía. Luego recordé que,
efectivamente, esa había sido la escena que más veces se repitió en la mayoría de los
espacios informativos de las principales cadenas de televisión.
Juan Goytisolo nos advertía de cómo los medios de comunicación "construyen
realidades" que pueden no corresponderse, en absoluto, con lo real, con lo verdadero. Y
que, por tanto, era necesario estar atentos a lo que no es noticia, para tener una
percepción objetiva de la realidad. No obstante, en cuanto a los acontecimientos del 25-S,
hay que decir que solo aquel que no ha querido ver, no ha visto, pues son toneladas de
imágenes, de informaciones alternativas a las oficialistas, a las manipuladoras, las que
están ahí (internet, prensa extranjera, etc.) por si alguien, de verdad, quiere abrir los ojos.
Pero es cierto, debemos tener siempre presente que son los medios (con sus oscuros
intereses) los que deciden apuntar con sus cámaras a un lugar, o a otro totalmente
distinto. Y con esa decisión, que solo ellos toman, pueden (lo hacen, constantemente)
distorsionar la realidad y, consecuentemente, modelar nuestro pensamiento, nuestra
actitud ante la vida.

Texto 2
El 25 de abril de 1998 fue el día del desastre del vertido tóxico de Aznalcóllar. Ante el
mayor desastre ecológico de Europa todos estuvieron a una para hacerlo irreversible.
Hoy, la Junta de Andalucía puede decir con orgullo que la zona está en mejores
condiciones que antes de que se produjera el vertido. El Centro Superior de
Investigaciones Científicas, la Estación Biológica de Doñana, los técnicos, científicos,
políticos, ciudadanos de a pie que participaron en los titánicos trabajos de limpieza; todos
los que han trabajado y siguen trabajando en la recuperación de la zona, pueden estar
orgullosos de haber demostrado que si se quiere se puede y que nada reversible tiene que
ser irreversible, si se pone empeño político, conocimiento, voluntad y dinero para que las
cosas funcionen como tienen que funcionar.
La recuperación de lo que fue un mar de lodos; la vuelta al lugar de pájaros, peces,
reptiles, insectos, la vida en fin, es una realidad que debe ser celebrada. La imagen de las
instalaciones de explotaciones fotovoltaicas, productoras de energía limpia, sobre lo que
fue la balsa de la que salió el veneno; cada uno de los logros tras la gesta de limpieza de
los suelos envenenados, debe conocerse. En los días del desastre hubo quienes se
excedieron en la apreciación sobre la imposibilidad de recuperar el lugar, a la vista está
que, felizmente, se equivocaron. El pesimismo recorrió el mundo y, por lo mismo, sería
justo que de lo hecho se supiera en el mundo o, al menos, en la España presta a atender
noticias de desastres, siempre que se sirvan desde una Andalucía tantas veces mal
contada.
Mª Esperanza Sánchez, El Correo de Andalucía, 26 de abril de 2008

Texto 3
Una joven atractiva, mientras se maquilla ante el espejo del cuarto de baño para ir
a trabajar, recita una nueva versión del monólogo de Hamlet: ser o no ser, esta es la
cuestión, levantarse todos los días a las siete de la mañana y tener que aguantar a un jefe
despótico, machista e incompetente, todo por mil y pico euros al mes, o renunciar a esta
lucha agotadora y quedarme en la cama para dormir, tal vez soñar, junto a un marido
vulgar, a quien con un poco de maña puedo dominar a mi antojo. Este dilema aciago
parece haber arraigado en buena parte de la juventud femenina. Frente a aquella
generación de mujeres, que en los años sesenta del siglo pasado decidió ser libre y realizó
un arduo sacrificio para equipararse a los hombres en igualdad de derechos e imponer su
presencia en la primera línea de la sociedad, cada día es más visible una clase nueva de
mujer joven, incluso adolescente, que ha elegido utilizar las clásicas armas femeninas, que
parecían ya periclitadas, la seducción, la belleza física y el gancho del sexo para buscar
amparo a la sombra de su pareja y recuperar el papel de reina del hogar. Puede que la
moral de la iglesia católica se haya aliado con la crisis económica para imbuir tenazmente
en la mujer la idea que vuelva a casa, críe hijos, se ponga guapa y complazca en todo a su
marido. Si una chica acude a diario a machacarse en el gimnasio, si se atiborra de silicona,
si camina sobre unas plataformas increíbles, si decora su piel con toda suerte de tatuajes,
¿busca sentirse saludable y fuerte para luchar por sus derechos o, tal vez, solo trata de
convertir su cuerpo en un objeto de deseo, en un arma de combate frente a los hombres?
Ser o no ser. ¿Qué es mejor, soportar a un jefe tirano que me explota o a un marido
mediocre que me llevará a París si le hago un mohín de gatita? Puede que el dilema no sea
tan rudo, pero aquellas mujeres que en el siglo pasado lucharon como panteras por su
dignidad, sin tiempo para pintarse los labios, tienen ahora unas nietas hermosas,
siliconadas, tatuadas con serpientes y mariposas, dispuestas a claudicar en sus derechos,
con tal de ganar la otra batalla, el viejo sueño de sentirse adorables y tener al macho de
nuevo a sus pies en la alfombra.

Manuel Vicent,
El País, 16 de septiembre de 2012

Texto 4
No es cierto que todos los partidos políticos sean iguales, pero sí que todos obedecen al
mismo jefe. Este jefe es un gánster capitalista, valga la redundancia, sin rostro y sin
nombre, o de rostro y nombre cambiantes. Hablamos de un tipo con pistola en la
sobaquera que permite a los políticos jugar a las derechas y a las izquierdas a condición de
que no se salgan del tablero. Así, el PSOE está autorizado a mostrar una mayor
preocupación social que el PP, lo que se traduce, por ejemplo, en disputas acerca del
regreso de la tartera a los colegios. Podemos discutir acerca de todo sin poner en cuestión
las reglas del juego, que incluyen la eventualidad de que votes a un tipo que una vez en el
poder diga sí donde juró no y proclame no donde declaró sí. Todo depende de las
instrucciones que reciba del gánster. Si el gánster ordena que por robar una barra de pan
te juzguen a las 48 horas y por robar 10.000 millones no te juzguen jamás, el sistema
judicial, más plástico que el chicle, se encoge o se estira en función de esas disposiciones.
No todos los políticos son iguales, claro que no, unos son más simpáticos que otros.
Pero las SICAV, por poner un ejemplo, no las toca ninguno, aunque les está permitido
prometerlo desde la oposición para animar la fiesta. Quien dice las SICAV dice el fraude
fiscal (90.000 millones de euros) o las triquiñuelas para que a Fulano o Mengano les
prescriban los desfalcos millonarios. Distintas sensibilidades, ya decimos, pero el mismo
jefe, que las alienta para provocar sensación de democracia. El modelo es la Iglesia, donde
los teólogos progresistas ponen a parir a los teólogos conservadores, sin romper,
increíblemente, con la institución. Definitivamente, hemos sustituido la democracia por el
teatro, de modo que no necesitamos analistas políticos, sino críticos literarios.

Juan José Millás, El País, 14 de septiembre de 2012

Texto 5
Ya se sabe que las cosas sólo existen si salen en las noticias, pero este axioma mediático
parece ser cada día más verdadero. Por ejemplo, me pregunto por qué el caso de Marta del
Castillo se ha convertido en un acontecimiento de semejante magnitud. Desde luego es
una tragedia y, para los padres, un infierno absoluto. En su lugar, todos estaríamos igual
de convencidos de que no ha sucedido nada más atroz. Pero, por desgracia, la vida abunda
en atrocidades. A juzgar por los indicios, en el drama de Marta no parece haber habido el
horror añadido que hubo en otras muertes, como, por ejemplo, la de Sandra Palo. Quiero
decir que hay demasiadas historias espantosas, adolescentes violadas y asesinadas,
mujeres apaleadas y quemadas, niños torturados hasta dejarlos inválidos, y ninguna de
estas brutalidades se convierte en un asunto de prioridad nacional ni los familiares de las
víctimas son recibidos por Zapatero como ocurre con Marta. ¿Qué ha pasado en esta
ocasión? Puede que una pura casualidad informativa: alguien de la prensa local que se fija
en el tema, alguien de la nacional que lo recoge porque tal vez esté flojo de noticias... Así se
va formando una pelota histérica. Los medios construyendo la realidad.
Más aún: los medios suplantando nuestra vida. La británica Jade, disparatada concursante
de Gran Hermano y enferma de cáncer terminal, piensa morir ante las cámaras previo
pago de un pastón. En esta sociedad somos capaces de chatear en directo con Australia,
pero puede que no sepamos que nuestro vecino está moribundo. Cada vez huimos más de
nuestras responsabilidades personales: nos escaqueamos del cuidado de nuestros
enfermos y de sus agonías. Pero el final de Jade será contemplado por millones. Es como
convertir la experiencia de la muerte en un descafeinado y manejable tamagotchi. Qué
mundo tan raro.

Rosa Montero, El País, 24 de febrero de 2009

Texto 6
Se debate acerca de si nos habríamos metido en la que estamos de haber mandado las
mujeres. O más mujeres. Dejado claro que hacen falta más mujeres en los puestos altos de
la política y en la dirección de las empresas, resulta dudoso que la feminidad suponga en
sí misma un plus favorable. Como si por el simple hecho de ser mujer ya se poseyeran, de
nacimiento, las cualidades necesarias para no conducir los asuntos al abismo: sensatez,
capacidad de diálogo, sensibilidad hacia los demás, incapacidad para la especulación...
Bueno, eso me parece francamente discriminatorio. Sería como decir que los negros
bailan mejor porque están más dotados para el ritmo, o que los árabes pueden fabricar
perfumes más interesantes porque tienen las fosas nasales más anchas, o que ser gay
garantiza un olfato impecable para la decoración de interiores. Un disparate.
Sí es cierto que necesitamos otro tipo de personas, de cualquier sexo. Personas con
valores distintos, cuyo sentido de la responsabilidad en el mando sea más importante que
su tendencia a someterse a la falocracia del poder -en el sentido de mira qué grande que lo
tengo, qué grande que soy, qué rico me he hecho-, hasta ahora tan en boga. Hombres y
mujeres con principios. Que no contemplen el capital que se les ha dado para administrar,
o el territorio político para el que deben trabajar, como un simple medio de autopromoción y de
rapiña.
Conozco a unas cuantas mujeres que se consideran feministas y que no le harían ascos a
una estafa de la pirámide como la de Madoff. También conozco a otras que llegaron por sus
propios méritos a los aledaños del poder. Una vez allí, al aspirar la viciada atmósfera de las
cumbres, vomitaron y se fueron a casa. Hombres de esta clase también conozco. Aunque
menos.

Maruja Torres, El País, 26 de marzo de 2009

Texto 8

¿En qué consiste el "Proceso de Bolonia", esto es, el Espacio Europeo de Educación
Superior? No es un simple cambio en el plan de estudios, ya lo verán. Lo más complicado a
la hora de explicarlo es separar los principios teóricos de las ejecuciones prácticas y,
dentro de aquellos, los que se declaran patentes y viajan en cubierta de los que, dicen los
críticos, no están confesados y pueden ir en un submarino. Hoy toca cubierta. Veremos lo
más significativo y, por ello, más conflictivo. Empecemos por la enseñanza propiamente
dicha. Bolonia intenta crear un sistema educativo común para Europa, extensible a otros
países. Pero lo que va a ser común son los nombres de las titulaciones y los créditos (o
sea, el número de horas) para el estudiante, pero no los contenidos, que se dejan a
disposición de las universidades: como ahora, pues, si no se remedia.
Dichos créditos se otorgarán por el trabajo realizado dentro y fuera del aula, y esto
último es muy importante por dos razones: una, por la dificultad que siempre ha habido
en el control de tales trabajos y más aún con la facilidad que hoy se tiene para "inspirarse"
en Internet, y otra porque se va a reducir la clase tradicional, presencial, a favor de
enseñanzas teóricas y prácticas dirigidas por tutores (es el sistema inglés y, sobre todo,
americano, que han sido el imán de Bolonia).
No sé por qué la clase directa (la magistral) tiene tan mala prensa: es en ella donde
se vierte la experiencia nunca escrita del profesor, sus vivencias, su entusiasmo por la
materia. No pocos estudiantes cambiaron su rumbo motivados por las clases presenciales.
Dudo que hubiera pasado lo mismo con esas clases virtuales y deseo vivamente que la
antorcha de la experiencia sepa transmitirla al sistema tutorial que se nos viene encima,
sistema que funciona en los países que siempre lo han tenido, los anglosajones, y que en
nosotros será una dificultad añadida muy a tener en cuenta.

José Ignacio Cubero, ABC, 24 de marzo de 2009

Texto 9
Esta tarde de lluvias antiguas, tarde en la que el viento suelta el chaparrón como si
restallara un látigo; esta tarde que en el reloj cierra los ojos una hora antes, recuerdo una
vieja letra de sevillana: «Mazagón es el vigía / de la entrada de la barra». Más vigías hacen
falta, por lo que nos dice la noticia. El mar nos duele todos los días, porque todos los días
nos deja una patera cargada de miseria, o los restos de un naufragio.
Todos los días nos escribe el mar. El mar es una rotativa, una editorial que lanza su
diario periódico, su crónica diaria; una editorial que publica las efímeras memorias de la
aventura con más desventaja: la de los negros que quieren cruzar el Estrecho, o la de los
pescadores andaluces que ya no saben hacia dónde remar.
Todos los días, todos, el mar nos deja en el zaguán de la arena la realidad del
hambre. Edición de mañana y edición de tarde, y, muchas veces, edición de noche. Ya no
hay manos para sujetar tanta desesperación. Y los vigilantes de la costa, de todas las
costas, sobre todo, de las costas andaluzas, ya no saben qué hacer, porque si sólo miran
con el ojo que divisa pateras, en un descuido se les cuela un barco, una lancha, una
embarcación peligrosa, sospechosa, un «crucero del delito». Por esto, esta tarde de lluvias
me acordé de la copla: «Mazagón es el vigía / de la entrada de la barra...».
Mil ojos necesita esa costa huelvana, porque, ya ven, se nos cuelan sin chistar. Más
de mil kilos de cocaína traía el catamarán de bandera gibraltareña y tripulación francesa.
¿Qué vigías no hacen falta en nuestras orillas, y no tanto para sujetar la marea del hambre
de los desesperados, como para sujetar, detener, encarcelar a los canallas que vienen a
matar criaturas? ¿Cuántos jóvenes muertos, enloquecidos, al menos, caben en mil cien
kilos de cocaína? O sea, también ese catamarán traía muerte, aunque ajena. Mercancía
para matar, muerte blanca, muerte en polvo, muerte cara.
Todos los días nos golpea el mar. Abramos los brazos para acoger a quienes,
desesperados, nos buscan como salvación. Y cerremos el mar, como lo cerró Moisés, a
quienes vienen a matar con mil kilos de cocaína.

Antonio García Barbeito: “El mar”, en El Mundo, octubre, 2003

Texto 10

No hay debate. Nos enfrentamos a un mañana sombrío en el que


acabaremos prescindiendo de lo fundamental y manteniendo lo accesorio, y no hay
debate. No saben tenerlo los partidos. Y, como reflejo de un sentido partidista de la
política que los ciudadanos hemos asumido dócilmente en estos últimos años, tampoco
nosotros sabemos: en cuanto nos enfrentamos a un asunto espinoso procuramos formar
nuestra opinión según lo que predique el partido al que votamos, y nos aferramos a ella.
Porque no sabemos debatir o porque todos los debates se nos pudren enseguida. Sale a la
palestra cualquier político para poner en duda el sistema autonómico y eso nos sirve para
considerar que cualquier cambio en la organización del Estado nos devolvería al
centralismo franquista, sin más.
Al margen de los que consideran un sacrilegio revisar los gastos que escapan
al control del Estado central, me gustaría que, en algún momento, y creo que el momento
es precisamente éste, existiera un debate real sobre cuánto dinero nos gastamos en los
coches oficiales que precisan nuestras instituciones, cuántos asalariados públicos han
generado los organismos locales, cuántas “embajadas” nos vemos obligados a costear,
cuánta duplicación inútil de competencias que impide la eficacia en sanidad o ralentiza la
puesta en marcha de negocios. Hubiera sido fundamental que ese debate se hubiera
adelantado a los recortes en educación, sanidad o en investigación. Pero sigue siendo un
debate urgente que debieran exigir los sindicatos, al que debería prestarse la oposición y
que le toca liderar a quien manda. Si es cierto que somos pobres habremos de prescindir
de los caprichos que nos permitimos cuando éramos nuevos ricos.

Elvira Lindo, El País, 2 de mayo de 2012


Texto 11

Lo lógico es que el cojo sea partidario de las muletas, el miope de las gafas y el
dispéptico del Almax. ¿Quién no intenta mitigar sus carencias? Solo el ignorante contumaz
se revuelca feliz en su pocilga. Si no logra disfrutar de Shakespeare, lo borra de la historia
de la literatura. Si no ha podido con el Quijote, lo califica de coñazo insufrible. Si no
comprende la filosofía, la tacha de entretenimiento inútil para vagos. Millán Astray, uno de
los burros más notables y peligrosos de la historia de España, sacaba la pistola cuando
escuchaba la palabra cultura. Nos recuerda un poco a Procusto, el célebre personaje de la
mitología griega que cortaba o estiraba las piernas de los huéspedes que no se adaptaban
a la longitud de su cama. El uno estaba convencido de que la medida canónica de todos los
cuerpos era la de su lecho; el otro no soportaba que hubiera alguien con más
conocimientos de los que poseía él.
Viene esto a cuento de la carta que Esperanza Aguirre ha dirigido a los profesores
de la enseñanza pública de la Comunidad de Madrid. Plagada de faltas de ortografía, les
anuncia en ella los recortes que ha decidido aplicar a la educación. La cama de Procusto. Si
yo no sé colocar los acentos, que nadie de mi entorno sepa hacerlo. Es probable que
Aguirre no haya escrito esa carta, quizá ni siquiera la leyó antes de darle curso (así están
las cosas), pero seguro que fue revisada por la Consejería responsable de enseñar a
escribir a los madrileños. No pasa nada, tenemos también un responsable de transportes
que desconocía la existencia del Metrobús. Cuando saltó el escándalo, Aguirre resistió la
tentación de eliminar ese billete a fin de adaptar la realidad al tamaño de su consejero,
pero en lo de la ignorancia contumaz parece dispuesta a sacar la pistola. Dice que hacen
falta más policías que profesores.

Juan José Millás, El País, 8 de septiembre de 2011

Texto 12

Se ha dicho que el partido de fútbol ideal es aquel que se gana con un penalti injusto fuera
del tiempo reglamentario. El error constituye la esencia de este deporte, generalmente
aburrido, que utiliza la mayor parte de los noventa minutos de juego en un insulso peloteo
en medio del campo, carente de emoción. Solo el error clamoroso del árbitro es capaz de
encender el fuego en las gradas, que al día siguiente llenará de disputas, de burlas y de
gritos las oficinas y las barras de los bares. Aparte de esto, es el único deporte que muestra
ante el público el vigor de un veredicto inapelable. En la vida ordinaria cualquier acción
ante la justicia tiene posibilidad de recurso. El delito tiene mil formas de escabullirse o de
aplazar la sentencia y el agravio puede tardar años en ser reparado. Solo en el fútbol
sucede un hecho ejemplar. A estos futbolistas de élite, divos multimillonarios con novias
espectaculares, con escudería de ferraris y maseratis, miles de fanáticos que les piden
autógrafos y niñas adolescentes que se arañan el rostro al verlos de cerca y se agolpan
para arrancarles los botones y llevárselos de recuerdo, he aquí que un árbitro, ante una
simple protesta, les muestra la tarjeta roja, les manda a la caseta y ellos agachan la cabeza
y obedecen. Solo en el fútbol sucede que el acta redactada por el árbitro, en general, sea la
primera y última instancia acatada por las autoridades deportivas. De otro lado, el árbitro
concierta todas las iras del público y asume los insultos, blasfemias y desplantes que el
subordinado no puede lanzar contra su jefe en la oficina o en la fábrica. Cuantos más
errores cometa el árbitro más limpios y purificados por dentro salen del campo los
espectadores al final del partido. Me gustaban más los árbitros cuando vestían de negro.
Ese atuendo era más acorde con el efecto expiatorio que tienen atribuido por la sociedad.
Hay partidarios de introducir la tecnología en el terreno de juego, pero si el fútbol es un
deporte todavía excitante se debe al elemento irracional que introduce el árbitro con esa
sensación de que su error en el penalti puede desencadenar un cataclismo en el universo.
No hay nada más ejemplar que esta justicia expeditiva: error, tarjeta roja y a la calle.
Atrévase usted a hacer eso con su jefe.

Manuel Vicent, El País, julio de 2010

Texto 13

Las noticias sobre cultura suelen venir acompañadas estos días de la palabra cierre. Se
suspenden festivales, se despiden músicos y bibliotecarios, se apaga la luz de las
fundaciones y se niegan ayudas a programas de conferencias. Llueve sobre mojado en los
dividendos de las grandes empresas, pero cae un sol implacable sobre la sequía de la
educación y la cultura. El panorama es aún más grave después de la bancarización de las
cajas de ahorros. Por lo que se refiere a patrimonio y actividades culturales, el Estado sólo
llegaba a muchos territorios a través de la obra social de las cajas. Es verdad que estos
recortes llaman menos la atención que el candado en quirófanos y salas de urgencia. Pero
merece la pena preocuparse de ellos, aunque sea en voz baja, en medio de la escandalera
de la crisis. ¿Qué nos queda a los ciudadanos? Puede resumirse en una palabra: la
telebasura.
Dentro del horizonte social ilustrado, la cultura se identificó con el conocimiento y la
educación. Los estudios realizados en los últimos años sobre esta materia indican que los
europeos identificamos ya cultura con espectáculo. Y el espectáculo no se concibe como
propuesta de pensamiento o belleza, sino como un modo de diversión fácil. Filósofos y
tertulianos del corazón pertenecen al mismo circo. Albert Camus nos avisó de que la
zafiedad y la degradación en el tiempo de ocio son tan graves como la precariedad laboral
y la falta de libertad. El populismo grotesco de la política dominante, los chistes, las
tonterías y los silencios de los candidatos, el papel de las mentiras en las campañas
electorales, serían poco efectivos sin ciudadanos adictos a unos entretenimientos
insustanciales y frívolos, acostumbrados a despreciar la cultura, orgullosos de su propio
analfabetismo y banalidad. Este es el horizonte que se cultiva con el cierre de fundaciones,
festivales, orquestas y bibliotecas, y la permisividad ética ante las atrocidades y
perversiones que se emiten en televisión. Se trata de recortes en la capacidad de pensar al
margen del populismo dominante.
El compromiso intelectual es doble: dejarse ver con seriedad en la política y dar un poco la
lata en el trabajo profesional. La cultura no tiene por qué someterse a las exigencias del
entretenimiento facilón.

Luis García Montero, www.publico.es

Texto 14

Este es el panorama que auguran los profetas. Si la crisis económica persiste con esta
virulencia, la sociedad quedará dividida en tres partes incomunicadas: unos pocos ricos
serán cada día más ricos; la clase media se verá reducida a la pobreza; los pobres de toda
la vida bajarán otro escalón y se convertirán en mendigos. Los ricos se harán invisibles en
sus yates y en los clubes financieros insonorizados; tramarán negocios redondos en los
reservados de los restaurantes de superlujo; delante de la tienda de ropa exclusiva
esperarán los mecánicos en tercera fila al volante de un cochazo a que salgan las señoras
con varias bolsas y los viernes en su todoterreno con las ventanillas tintadas se irán a sus
fincas a matar venados. La clase media comenzará a contar los euros uno a uno hasta los
céntimos de cobre para congraciar el sueldo o el subsidio con las necesidades básicas. Los
caballeros honorables deberán adaptar el estómago a la comida basura. Adiós al solomillo,
bienvenido el reino del pollo y del pollo se bajará directamente a las gallinejas. Habrá que
elegir entre el coche o el autobús, el cine o el helado, la copa en el bar o la rebusca en el
mercadillo guineano. Volverán a oler a repollo los portales donde antes había un conserje
de uniforme. Después de dar una vuelta al abrigo, los ciudadanos de clase media llevarán
la pobreza con resignación y dignidad, pero sus hijos cabreados saldrán los sábados noche
a romper escaparates con un horizonte iluminado por el cóctel molotov. Los mendigos que
antes limpiaban el parabrisas o hacían de saltimbanquis en los semáforos, ahora pondrán
solo la mano. Dado que la justicia social ha sido suplantada por la caridad estarán de
enhorabuena las antiguas damas del ropero parroquial y los ricos de buen corazón porque
se va a imponer de nuevo el placer de la limosna. El bodrio era un caldo que antiguamente
se impartía en la trasera de las catedrales y conventos a la hora del ángelus a la cuerda de
mendigos que esperaba remediar el hambre. Hoy una legión de verónicas y samaritanos
ejerce también la misericordia de dar de comer a los hambrientos. Pero los hambrientos
deberán aceptar su destino. Para ellos solo habrá una disyuntiva: si son buenos, tendrán
sopa; si se rebelan, rebotará en su espalda la verga de la policía.

Manuel Vicent, El País, 21-10-2012

Texto 15

Sísifo había sido condenado por los dioses a cargar con una pesada roca hasta la cima de
un monte. Logrado su propósito la roca se le escapaba de las manos y rodaba hasta el
fondo del valle. Sísifo debía empezar de nuevo. Una y otra vez. El mito de Sísifo es eterno y
puede aplicarse, como castigo, a cualquier orden de la vida. Hace ya muchos años mi
generación comenzó a acarrear esa roca de Sísifo a la cumbre de la montaña. Primero con
alpargatas, luego con zapatos de Segarra, después con gasógeno, con el biscúter, con la
vespa, con el seiscientos. Los obreros se fueron a Alemania y aquí la clase media jadeaba
con la piedra al hombro, pero comenzó a celebrar la vida con un pollo al ast y los domingos
al salir de misa unos pedían una de calamares o de gambas al ajillo en el bar y otros se iban
a la sierra a comer una tortilla de patatas con la suegra. Los Beatles se pusieron a cantar,
murió aquel sátrapa, llegó la libertad y la democracia con el diario EL PAÍS bajo el brazo.
Con el golpe del 23-F la roca de Sísifo estuvo a punto de rodar hasta el fondo del valle, pero
la ascensión siguió su curso. Del chato de vino se pasó al gin tonic, llegó el gobierno
socialista, Europa, la movida, la cultura del pelotazo, el milagro español, la fiebre del
ladrillo, el crédito a mansalva, el placer de la especulación y la codicia. La derecha se
instaló en el gobierno y con ella siguió la fiesta procaz de los bonus, el impúdico
despilfarro político, los banqueros y consejeros delegados que cargaban con pala los
millones de euros y blindaban sus contratos con cifras fuera de la imaginación de los
simples empleados. Sísifo llegó, por fin, a la cima del monte y, como es lógico, la roca se le
fue de las manos y ahora está rodando cuesta abajo. Nadie sabe a qué altura de la ladera se
detendrá, si en los años cincuenta del siglo pasado ante la cola del aceite o en los sesenta
ante unas sardinas en papel de estraza, pero eso solo es economía. Puede que la roca de
Sísifo en su caída se lleve consigo por delante la democracia, la cultura, la libertad de
expresión y todos los sueños de una generación que no ha tenido la culpa de que los
políticos, los banqueros y ejecutivos fueran unos tan golfos y otros tan ineptos.

Manuel Vicent, El País, 14-10-2012

Texto 16

En el periodismo español las mejores palabras, las más limpias, están secuestradas por la
política. Es una maldición. Antes, el periodista que sintiera cierto amor por el oficio podía
escribir el pormenor de un crimen o de un viaje, el análisis de un acometimiento
internacional, una crónica parlamentaria al estilo del fino Azorín o del cáustico Josep Pla o
relatar la minuciosa sangre que sigue a un bombardeo y las palabras discurrían libres,
limpias, incontaminadas. Otras veces las palabras se detenían en torno a un pequeño
suceso de la vida cotidiana, reflejo de una pasión que servía de ejemplo moral. Hoy la
mayor parte del periodismo español está cautiva de la baja política, que fluye como un río
contaminado y cuya corriente genera unos remolinos que se tragan las palabras más puras
hasta el fondo del légamo. Díganme si no es una desgracia tener que escribir
inevitablemente, un día tras otro, de un gobierno inútil, de una oposición inoperante, de un
reiterado caso de corrupción, de una crisis económica que no cesa, de la prima de riesgo,
del jodido rescate, de ese tornado de miles de millones de euros que todo el mundo espera
y que, tal vez, ni siquiera existe. Díganme si no es una tortura verse condenado a ensalivar
las tertulias comentando la idiotez que ha soltado un político inane recién salido de una
reunión en Bruselas, reiterar el lugar común de la Europa invertebrada, de una Alemania
que se comporta con los países del sur como un gorila en la cama. Es exactamente lo que
estoy haciendo ahora mismo, escribir palabras inútiles, consabidas, previsibles, mil veces
repetidas, con la certeza que no van a servir de nada. Díganme si no es un aciago destino el
del periodista que, después de haber estudiado una carrera, se ve obligado a vincular para
siempre su talento literario o su pensamiento elaborado, con verbos y predicados muy
escogidos, a la trayectoria de políticos mediocres, que se irán por el sumidero y en breve
pasarán al absoluto anonimato. He aquí el dilema. Si escribes de la política diaria las
palabras más bellas que uses se llenarán de basura; si tratas de huir de esa miseria y te
subes al puente sobre ese río contaminado algunos te insultarán con desprecio llamándote
poeta.

Manuel Vicent, El País, 09-09-2012

Texto 17

No puedo evitarlo. Veo a cada persona con un nubarrón sobre su cabeza, una sombra triste
que se desplaza a su ritmo, que dibuja sombras de apatía en los gestos, que impide que los
colores sean claros y los movimientos precisos. Algunas llevan nubarrones amplios, de
trazos oscuros y otros una montera más liviana, pero percibo en todas partes las malditas
sombras que ocultan la luz. El lunes (será septiembre, el verano habrá oficialmente
acabado) cada persona y su sombra volverán a sus quehaceres pero la alegría del retorno
ha desaparecido. Quien tiene un puesto de trabajo fijo sabe que su trabajo será más duro e
ingrato, sus retribuciones más magras, su estima profesional más baja; el que trabaja en el
sector privado se pregunta si será ella la próxima víctima del ERE que se rumorea, o si solo
se trata de una amenaza para rebajar salarios, aunque también pueden suceder las dos
cosas consecutivamente. Los que no tienen trabajo, volverán a las colas del paro, más
largas y silenciosas, más rápidas porque al final solo hay un rotundo NO que el funcionario
anuncia cada vez con más tristeza.
[…]
Nos quieren como pequeñas nubes al viento de la crisis, mecidas por las jaculatorias de un
lenguaje tecnocrático que nos paraliza, que nos amenaza con males mayores, que nos
priva del control de nuestras vidas. Dicen que la capacidad de pensar a largo plazo
muestra el control de nuestra existencia. Pues bien, prueben a imaginar el futuro y si
pueden hacerlo, verán lo difícil que es desprenderse de los tonos sombríos, del miedo y la
incertidumbre. Nos quieren asustados, deprimidos, nubes al viento sin control de nuestra
existencia. Han conseguido convertir los problemas reales del paro, la desesperanza, la
falta de oportunidades para la juventud, en nuestra nube particular mientras que
convierten en fetiche de nuestros tiempos sus problemas financieros o especulativos y nos
mecen al vaivén de sus intereses. Pero es justo al revés de esta terrible pesadilla: nuestro
trabajo, nuestra preparación, nuestra profesionalidad, produce bienes físicos o
inmateriales que existen realmente mientras que su mercado del dinero es pura ficción.
Somos necesarios y ellos inútiles. Si nos sacudimos la nube que nos impide pensar con
claridad y recuperamos nuestra autoestima, es posible cambiar la situación o, al menos, no
ser víctimas en este otoño que nos han dibujado con todos los colores de la desolación.

Concha Caballero, El País, 31 de agosto de 2012

Texto 18

¡Ahora resulta que la culpa es de los chinos! Nos dicen que la vasta red de contrabando y
blanqueo de dinero de la Operación Emperador distorsionaba la economía española, y
como prueba muestran carritos de supermercado llenos de billetes, la más perfecta
representación del robo a mansalva. ¿El mensaje subliminal? Ni el frenesí financiero ni la
burbuja del ladrillo ni las tropelías políticas ni los especuladores son responsables de esta
asquerosa crisis: fueron ellos, los chinos, reconocidísimos villanos desde Fu Manchú. ¡Y
encima la trama está decorada con un actor porno! Sexo y pasta: una combinación de
innegable éxito comercial. Es una operación policial que parece diseñada por Santiago
Segura para su próximo Torrente. Considero que la caída de la banda es un gran logro de
las fuerzas de seguridad, lo digo de verdad y sin pitorreo, pero, viendo la noticia en la tele,
Julia, mi asistenta, nacida en Perú, comentó con fatal sabiduría: “Ah, esto es como en mi
país: cuando las cosas van muy mal, siempre sacan una de estas noticias para que la gente
se olvide de sus problemas”. Pero lo peor es que, si se nos da tan bien esto de culpar de la
crisis a los malvados chinos, por ejemplo, o a la falta de imaginación de unos parados que
no saben reciclarse, o a esos empleados tan egoístas que se empeñan en no facilitarles las
cosas a sus empresarios para que puedan despedirlos cómodamente; si nos es tan fácil
acusar a todo quisque, digo, es porque en España la culpa anda suelta, quiero decir que la
pobre culpa vaga como perro sin amo sin que nadie la haya hecho suya todavía. Aquí
estamos, hundidos en el lodo hasta las cejas y nadie ha dicho aún: lo siento. Nadie ha
pedido perdón por las faltas cometidas, por las pifias políticas, empresariales, financieras,
por haber metido la mano o la pata. Sinceramente, creo que ayudaría mucho que alguien lo
hiciera.

Rosa Montero, El País, 23 de octubre de 2012


Texto 19

Ningún imperio se ha hecho sin eslavos. Egipto y Mesopotamia dominaron grandes


territorios e impusieron su hegemonía gracias a un genio que, en vez de pasar a cuchillo al
enemigo después de la victoria, pensó que era mucho más rentable respetarle la vida,
hacerlo prisionero y condenarlo a trabajar como esclavo hasta la muerte. El latido de la
Historia comenzó a exigir esta carne humana cada vez en mayor cantidad para erigir
templos a los dioses y morir en los campos de batalla. Fueron sus esclavos los que
permitieron a los griegos y romanos tener tiempo libre crear la democracia y el derecho
mientras ellos levantaban el Partenón y el Coliseo a golpe de látigo. Los romanos creían
que la familia estaba protegida por los dioses lares, pero en realidad los dioses lares eran
los propios esclavos sin los cuales resultaba imposible mantener el fuego sagrado del
hogar. Aun hoy la falta de criados es la que ha destruido a la familia burguesa. El Papado
tuvo esclavos mientras ejerció el poder temporal y el negrero fue la figura crucial del siglo
de oro español e inglés, la correa de transmisión de la conquista de América. Tampoco en
nuestros días se puede desarrollar un imperio hegemónico sin la esclavitud. Hoy la carne
humana más barata se halla en China y en la India. Son más de 1.500 millones de seres
dispuestos a ser sacrificados al dios del mercado a cambio de una ración de subsistencia, la
necesaria para seguir trabajando. Norteamérica aún es asaltada por las oleadas de
hambrientos hispanos que suben desde el fondo de los países del sur a ofrecerse como
carne de cañón. Alemania, el motor de la economía europea, solo tiene la cantidad ridícula
de 80 millones de habitantes para hacer frente a esa infame necesidad de empujar la
Historia hacia adelante. Europa no puede hacer nada porque carece de esclavos y si los hay
son todos renuentes a humillar la cerviz, acostumbrados al bienestar social y a toda clase
de derechos humanos. ¿Dónde están los esclavos italianos, franceses, ingleses,
escandinavos y españoles? En este momento los está fabricando la crisis económica. Si por
casualidad oyes sonar de noche las trompetas del Apocalipsis, deberás saber cual es su
pérfido augurio: solo si te conviertes en esclavo podrás sobrevivir.

Manuel Vicent, El País

Texto 20

No es que no tenga temas sobre los que escribir. En realidad, lo único que sobra
últimamente en España son argumentos de ficción y no ficción, casi todos, por desgracia,
del género de terror. Corralito sí, corralito no, los recortes de los viernes, la prima por las
nubes, la Bolsa por los suelos, la soledad del banco azul, el talento de Rato, el porvenir del
Estado de las Autonomías... Y así, hasta el infinito. Podría escribir muchas columnas
diferentes, todas de rabiosa actualidad. Pero la actualidad últimamente es tan efímera, que
las verdades como catedrales de hoy resultarían pasado mañana delirantes ensueños de
optimismo.
Por eso prefiero volver la vista atrás, hacia nuestros antepasados latinos, que para los
bárbaros del Norte eran un hatajo de holgazanes hedonistas y derrochadores,
ensimismados en placeres estériles, tan improductivos como la filosofía. Ellos nos lo
enseñaron, disfruta del día, no desperdicies las horas de hoy, porque son únicas e
irrepetibles, porque son tuyas, y cuando vuelen, no las recuperarás.
Eso es todo lo que puedo decirles hoy, carpe diem, porque ni siquiera Merkel tiene poder
para arruinar la dulzura de la primavera en el sur de Europa, el aire fresco, crujiente, de
estas mañanas que parecen estrenar el universo entero en cada amanecer. Disfrútenlas,
salgan a la calle, siéntense al sol y resistan en el bendito nombre de la felicidad. Niéguense
a acatar una angustia mucho más estéril, más improductiva que el optimista hedonismo
que nos reprochan, porque los que dicen que saben, no saben nada, porque los que
Niéguense la clave, no tienen ni puñetera idea, porque la verdad de ahora, será mentira
mañana, pero el día de hoy nunca volverá. Carpe diem. Piensen en latín, porque si alguien
ha sabido alguna vez lo que significa perder un imperio, fueron ellos, y sin embargo, aquí
seguimos estando.

Rosa Montero. El País, 21-05-2012

PREGUNTAS DE LITERATURA A CONTESTAR:

1. Características de la lírica española medieval. Explicar las Coplas a la muerte de su


padre de Jorge Manrique.
2. Características de la lírica renacentista desde el petrarquismo. Explicar Garcilaso de la
Vega.
3. Características de la lírica barroca, escuela conceptista y escuela culterana. Explicar
Quevedo y Góngora.
4. Explicar los corrales de comedias.
5. Explicar las características de la comedia nueva barroca impuesta por Lope de Vega.
6. Explicar la obra de Lope de Vega y la de Calderón de la Barca.
7. Analiza el movimiento romántico desde sus características, sus orígenes, los géneros
literarios (novela, poesía y teatro) y los autores.

EXPLICAR LOS TEXTOS PERIODÍSTICOS Y SUS GÉNEROS TANTO INFORMACIÓN COMO


OPINIÓN.

REALIZA EL ANÁLISIS SINTÁCTICO DE LAS SIGUIENTES ORACIONES:

1. Nos faltaba dinero, pero luego se solucionó nuestro problema


2.No está enferma, sino que lo aparenta
3.¿Has terminado ya el examen o te falta alguna pregunta?
4.No te fíes de las apariencias o te volverás loco
5. Al principio le llamaban friki, pero pronto se acostumbraron a él
6. Ande yo caliente y ría (se) la gente
7. Llego temprano siempre y tú nunca estás listo
8. Las huellas no han sido descubiertas por la policía, así que se desconoce
la autoría del delito
9. Beltrán, poeta de oficio, tomó en serio la enseñanza y la siguió
al pie de la letra
10. Debemos estar allí muy pronto o no podremos coger sitio
11. ¿Tenemos bastante comida en casa o hay que comprarla?
12. Hoy no puedo salir contigo. Estoy muy ocupada y no voy a tener
tiempo.
ORACIONES COMPLEJAS.

1. Verdaderamente, creo que es usted muy poco inteligente.


2. Señor, bien se nota que usted no ha recibido una buena educación
3. Dígame si le he ofendido
4. El profesor insiste constantemente en que analicemos los verbos
5. La verdad es ésta: usted no merece mi ayuda
6. Me gustaría saber la verdad
7. Tengo pocas ganas de verle
8. No es aconsejable multiplicar el número de sistemas.
9. Tenemos un problema: no se escucha nuestra voz
10. Tenía la esperanza de que me ayudaras
11. ¿ Es ésta la manera de saludar a un amigo ?
12. Me dijo que se sentía nervioso
13. No me gustaría que olvidaras a nadie
14. Me preguntaron a qué me dedicaba y no supe qué contestar
15. Nos han dado un aviso: hay que subir las sillas los viernes
16. ¡Qué nerviosa estoy! – nos dijiste
17. Tengo la sospecha de que me están engañando
18. Mañana te contaré qué vimos el domingo

ORACIONES COMPUESTAS
.
1. Entró Doña Pura, dueña del establecimiento, la cual ordenó el cierre
inmediato.
2. Los casos que precisan atención urgente tienen prioridad de paso
3. No seas tú uno de esos cazadores que caza a escondidas en
propiedades privadas.
4. El detective a quien encomendaron el caso averiguó la verdad.
5. Los niños que leen tebeos leen libros de mayores
6. Iré al cine con el chico que conocí ayer.
7. Hay seres a los que Dios otorga dones especiales
8. El amigo que te presenté ayer es ingeniero
9. Frente a la casa donde vivía había un hotel bastante bonito.
10.Había momentos ocasionales en que desaparecería esa terrible
inquietud.
11.La carretera por la que circulamos estaba mal asfaltada
12.Me dirigí hacia el lugar de donde procedía aquella algarabía
13.El hombre con quien te vimos ayer es encantador

REPASAR EJERCICIOS DE INTERNET DE VERBOS, PERÍFRASIS VERBALES,


PRONOMBRES Y DETERMINANTES.

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