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de Maquiavelo.

Al parecer el pensador en- Brian Harley: el mapa


soñó a un grupo de hombres mal vestidos
que, tras una pregunta suya se identificaron
como metáfora
como santos y beatos que se dirigían al pa- Anac/et Pons
raíso. A continuación se encontró con otro
grupo ocupado en conversar sobre política,
entre sus miembros reconoció a grandes pen-
sadores e historiadores de la Antigüedad (Pla- « .. . En aquel Imperio, el Arte de laCar-
tón, Plutarco, Tácito); su aspecto era solem- tografía logró tal Perfección que el mapa de una
ne y, tras preguntarles, le respondieron que sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el ma-
se dirigían al infierno. Ya despierto, Nicco- pa del imperio , toda
lo Maquiavelli confesó a sus amigos que pre- una Provincia. Con el
fería antes que abmTirse en el paraíso disfru- tiempo , esos Mapas
Desmesurados no sa- LINUEVA
tar de la eternidad conversando con el grupo
tisfacieron y los Cole- NATURALEZA
de condenados al infierno. gios de Cartógrafos DE LOS MAPAS
También poco antes de mmir Jorge Luis levantaron un Mapa
Borges dijo, quizás con mayor lucidez, que del Imperio, que tenía --~;¡J:t
~
!I. IH .•
esperaba feliz la mue1te porque tenía fe en la el tamaño del Imperio
mortalidad. Pensaba el fin de su historia. y coincidía puntual-
mente con él. Menos
¿Cómo recordará la Historia con ma-
Adictas al Estudio de
yúscula a los príncipes de nuestro tiempo?
la Cartografía, las Ge- Brian Harfey
¿Es el retiro, empresarial, académico, o neraciones Siguientes La nueva naturaleza de los mapas,
México, FCE, 2005, 400 págs.
empresario-académico, ese que al parecer entendieron que ese
aguarda a los gobernantes, el lugar, el tiem- dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo en-
po donde cultivarán éstos las «praemium tregaron a las Inclemencias del Sol y de los In-
virtutis» por las que quieran merecer ser viernos. En los desiertos del Oeste perduran des-
pedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por
recordados? ¿Es tan vasto el poder de lo
Animales y por Mendigos ; en todo el País no hay
efímero que estos «grandes hombres» (los
otra reliquia de las Disciplinas Geográficas ».
políticos) saben que no cabe más estímu- (Jorge Luis Borges, El hacedor) .
lo que la renovación apresurada de su le-
gitimidad democrática? Quizá no haya mejores metáforas que
Posiblemente, habría que distinguir las de Borges y, si convenimos en ello, las
por nombres y por latitudes, pero no otor- referidas a la cartografía no iban a ser una
gando (a los «príncipes») la lucidez bor- excepción. El mapa, relata el narrador ar-
geana en confiar solamente en el descan- gentino, no es el territorio y, más aún, toda
so por extinción, esto es, en la mortalidad, pretensión de hacerlos coincidir resulta va-
y ni siquiera suponiéndoles la más ordina- na e inútil. Por eso la desmesurada tarea de
ria preocupación por su inmortalidad, en perseguir la mimesis ideal produce insatis-
tanto que forma de ser recordados, alber- facción. Así lo entendieron las generaciones
guemos al menos la esperanza de que pue- siguientes al preguntarse, con el apócrifo
dan ser olvidados fácilmente. Suárez Miranda, por el rigor en la ciencia.
¿Conversarán en el infierno? ¡Ya pues- Sin embargo, no todos estarán de acuerdo
tos, mejor aquí! Desde que la globalización con el efecto propuesto.
acerca el mundo nunca el infierno quedó De hecho, la perspectiva tradicional ha
tan cerca. entendido que un mapa es sólo una imagen
gráfica que representa cie1to aspecto del mun-
J. G. Cívico es abogado, Doctor en Filosofía del Derecho Moral y Pofídca. do exterior. Para realizar este cometido -se
LIBROS

nos dice-, los cattógrafos cuentan con su pe- ra nosotros disfrutamos. Por desgracia, ese
ricia, su rute, con unas técnicas topográficas proyecto quedó inacabado y hubieron de pa-
definidas y con un código repleto de signos sru· diez años pru·a que el editor Paul Laxton
@) Pod!Ía decirse que hubo un convencionales. Con tales premisas, la prác- consiguiera llevarlo adelante @). El interés
intento anterior: sin seguir los die-
tados de Harley pero aproxi- tica es percibida comúnmente como una dis- de Brian Hru·ley era petfectamente compren-
mándose a ellos: Baii~A. y Gould,
P (eds.), Le pouvoir des cortes.
ciplina que, a través de la precisión, aspira a sible. Por un lado, tenía la lógica voluntad de
Brian Harley et la cartographie, Pa- ofrecer una ventana transpru·ente al mundo, publicru· un libro en el que poder exponer me-
!Ís,Anthropos, 1995.
un espejo a escala de la realidad externa. Su jor y de fonna extensa sus ideas. Algo que es-
funcionamiento remite, pues, al del progreso taba en relación, por otra patte, con el cam-
acumulativo propio de una ciencia objetiva bio que había dado a sus investigaciones. Tras
que siempre produce y producirá mejores re- años dedicados al estudio de la cattografía in-
Q) Muestras de esta perspectiva presentaciones Q). glesa, su traslado a la Universidad de Wiscon-
las hay en abundancia. Véanse,
por ejemplo: Crone, G.R., Histo- No obstante, esta definición se ha ido sin-Milwaukee a mediados de los ochenta ha-
ria de los mapas, Madrid, FCE, erosionando desde los años setenta, entrega- bía coincidido con una mayor dedicación a
2000 o, en menor medida,Thm-
wer; N. J. W, Mapas y civilización, da a las inclemencias procedentes de la geo- las cuestiones epistemológicas. La obra sur-
Barcelona, Ediciones del Ser-bal,
2002. grafía crítica (o cultural o intetpretativa o pos- gía en su mente, pues, como el compendio de
moderna: elijan el calificativo). Los trabajos esa última trayectotia.
que siguen esta nueva perspectiva entienden, A lo lru·go de esos ensayos, Btian Hru·-
por el contratio, que un mapa es más bien un ley defiende un cambio epistemológico, una
instrumento que permite al ser humano dar reconsideración del mapa, que ahora es en-
sentido a su universo utilizando diversas es- tendido como una construcción social del
calas, una suette de mediación entre el mun- mundo, una reesclitura en términos de prác-
do mental interno y el mundo físico externo. ticas culturales y de relaciones poder. Es de-
El mapa, pues, facilita la comprensión espa- cir, los mapas serían más un texto que una
cial de cosas, conceptos, procesos e incluso imagen. Por la misma razón, la cattografía es
Q) The New Nawre o[ Maps. Es-
says in !he History o[ Cartography, acontecimientos. De ese modo, se ensancha definida como un discurso con sus propias re-
Baltimore, johns Hopkins Univer- notablemente su significado al contener ma- glas de representación que toman forma en
sity Press, 200 1. De todos mo-
dos, su definición de lo que es un nifestaciones muy diversas. Pues bien, esta imágenes que definimos como mapas y atlas.
mapa queda más resumida en el
texto que incluyó en lo que fue
reconsideración de los usos y el sentido de Así pues, lo que necesitamos analizru· es la
su mayor proyecto vital, una mo- la cattografía histórica se debe en buena me- forma cómo funciona ese lenguaje gráfico.
numental historia de la cartogra-
fía en varios volumenes, obra aún dida a uno de los estudiosos más singulares Harley se sirve para ello de los trabajos de
hoy inco nclusa: «The map and de las últimas décadas, Brian Harley, de quien Jacques Derriba y propone reconocer las cua-
the Development of the Histor·y
of Cartography>>, en j. B. Harley, se acaba de traducir el libro La nueva natu- lidades narrativas y, por tanto, retóricas de
y D. Woodwar·d, (eds.), The His-
tory o[ Cartography: f. Cartography raleza de los mapas (México, FCE, 2005) @. la representación cattográ:fica. Estat'Íamos ha-
in Prehisraric, Ancient and Medie- El volumen que nos ocupa recopila un blando de textos persuasivos que encienan un
val Europe and !he Mediterrane-
an, Chicago, Chicago University total de siete ensayos cuya cronología abru·- mensaje sobre el mundo, que invocan a una
Press, 1987, especialmente las pá-
ginas I-4 .También en la página
ca entre 1988 y 1991 , es decir, un lapso tem- autoridad determinada y que apelan a sus lec-
XVI del pr·ólogo que firman am- poral que se corresponde con lo que se sus tores a través de signos, símbolos, colores, de-
bos editores.
lectores han denominado el último Hru·ley, el coración, dedicatorias, leyendas, tipografía,
G) Sobr·e Harley, su vida y su
obra, véase el texto de Pau Ale- de los años ochenta. Se trata, además, del úni- etcétera. No se trata, en todo caso, de privile-
gre: <Óecrets i silencis: Brian Har-
ley i la cartografia>>, Trebaffs de fa
co volumen que publicó, y hemos de añadir giar el aspecto retórico sobre el científico, si-
Societat Catalana de Geogra{ia, su condición de póstumo, pues falleció en no de diluir la diferencia que algunos preten-
núm. 45 (1997), págs. 237-245.
En realidad, es la pr-esentación a 1991 G). Cierto es, por otra patte, que lo que den establecer entre ambos campos.
la traducción de un ensayo de hoy podemos leer se atiene con fidelidad a su
Harley que se incluye en ese mis-
Más aún: dado que nos las vemos con
mo númer-o: «El mapa com a deseo, pues acru·ició durante años la idea de un lenguaje que tiene sus propios códigos,
biografia: renexions entom del
full "Newton Abbot, Devonshir-e componer un libro de estas cru·acterísticas e la tarea que Harley se fija es decodificarlo,
CIX, SE" del mapa a sis polzades incluso había decidido disponer su conteni- romper el vínculo entre realidad y represen-
de I'Ordnance Sur·vey>>, págs.
247-253. do alrededor de esos mismos textos que aho- tación que ha dominado durante siglos lacar-
tografía y plantear, por contra, una búsqueda lismo, nos dice, es bien significativo. De he-
de las fuerzas sociales que la han estructura- cho, las cmtografías no sólo han sido m·mas
do históricamente. En este punto, Harley aban- coloniales o imperiales, sino que han prece-
dona a Derrida y retoma las lecciones de Mi- dido al propio imperialismo. Los topógra-
chael Foucault en dos direcciones: sus ideas fos que acompañaban a los soldados recono-
sobre la microfísica del poder y el concepto cían ciertamente el terreno, pero sus planos
de regla. En este segundo sentido, Harley serían usados posteriormente pm·a pacificm·,
muestra los dos tipos de reglas que han sus- civilizar, legitimar y explotar. Ahora bien,
tentado la cartografía occidental. En primer tampoco es necesm·io recurrir a ejemplos de
lugar, tenemos las que rigen la producción este tipo, pues los propios Estados europeos
científica de los mapas. Se trata de normas los usm·on con profusión en el continente. Los
que aplican estrategias similares a las de la mapas militm·es, pongamos por caso, facili-
ciencia, que pretenden producir un modelo taban la guerra al tiempo que aminoraban el
sentido de culpa, pues, como señala Hm·ley,
correcto y fiel del espacio, para lo cual se sir-
«las líneas silenciosas del paisaje de papel fo-
ven de instrumentos de medición cada vez
mentan la idea de un espacio socialmente va-
más precisos, de clasificaciones complejas y
cío». Algo similm· se puede decir de los ma-
de un saber profesional que se materializa en
pas catastrales, instrumentos privilegiados
la institucionalización de su práctica y en la
para disciplinm· el espacio: controlm· a lapo-
difusión de una literatura profesional. En se-
blación cat11pesina, reforzm·los títulos de pro-
gundo término, estarían las reglas que gobier-
piedad, aumentar la extracción de la renta o
nan la producción cultural de los mapas. És- una explotm· de forma más eficiente la tiena.
tas están imbuidas de valores y remiten al La segunda perspectiva, en cambio, re-
orden social dominante, de tal modo que las curre a los análisis de Panofsky, aplicando la
reglas sociales y las técnicas se refuerzan en- iconografía propia de la historia del mte. En
tre sí, razón por la cual sus resultados suelen realidad, se trata de preguntm·se de qué for-
ser convincentes, persuasivos. ma se plasmm·on las reglas sociales en el len-
Interpretar, pues, este orden social se guaje cmtográfico y la respuesta se hallaría
convierte en una exigencia de primer orden. al realizm· tres ejercicios interpretativos com-
Por ello, Harley propone descifrar las fuer- plementm·ios. El primero afectm·ía a signos,
zas que dialogan con el texto, los contextos símbolos y emblemas decorativos; el segun-
de los mapas: el del cartógrafo, el de los ma- do, a la identidad dellugm· representado; el
pas y el social. Los dos primeros exigirían tercero, al estrato simbólico. Con esa triple
emprender una suerte de cartografía com- interpretación aceptaríamos que el mapa no
parada, mientras que el último aludiría a las es sino una metáfora visual de los valores
condiciones que hacen que un mapa sea un más importantes de los lugares representa-
documento social y cultural. De nuevo es Fou- dos. Pm·a entender esa metáfora es necesa-
cault el referente empleado, aunque ello no rio, sin embm·go, ir más allá de lo evidente y
excluya la alusión a otros teóricos, como Ray- repm·ar en las estructuras ocultas de un ma-
mond Williams o Etwing Panofsky, por ejem- pa. Por un lado, lo que Hm·ley denomina la
plo. En cualquier caso, lo que nos propone es geometría subliminal. Es lo que ocurre, por
desentrañar el orden social desde dos pers- ejemplo, al distorsionar el globo terráqueo
pectivas distintas. La primera, de raíz fou- de modo que un continente quede en el cen-
caultiana, consistida en identificar sus reglas. tro , un diseño que magnifica el impacto po-
Las del cmtógrafo serían visibles, pero no lo lítico de la imagen percibida y que puede dm·
serían tanto las sociales, que petmanecerían a entender que un determinado territorio ha
por lo general escondidas. La interpretación sido escogido pm·a ser el centro de ese uni-
ha de buscm·, pues, los silencios, los conflic- verso. Por otra patte, los silencios, las omi-
tos que materializa. El ejemplo del colonia- siones, como los espacios en blanco que los
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europeos dibujaron dando a entender su de- de la denominada geografía crítica. Se enten-


recho a la conquista y a la apropiación. Fi- derán trunbién las críticas, presentes incluso
nalmente, la jerarquía de la representación , dentro del volumen que nos ocupa con el ar-
el orden visual de los signos, que tiende a le- tículo introductorio escrito por su colega John
gitimar lo establecido y que, por lo general, H. Andrews. En todo caso, su influencia está
constituye un vocabulario socialmente con- fuera de duda, como lo está también el que
servador. De hecho, a diferencia de la litera- descosiera las costuras de la disciplina, y ello
tura, del arte, la música o del pensamiento a pesru· de que podamos acusru·le de eclécti-
en general, los mapas no compiten con otras co, de iconoclasta o de haber importado de
representaciones gráficas alternativas o clan- forma descontrolada conceptos y categorías
destinas. Es decir, no existe una cartografía que hasta no hace mucho eran totalmente ex-
popular, alternativa o subversiva. Y ello por- traños en muchas áreas de la geog¡·afía.
que un mapa forma parte de un lenguaje de Pru·a concluir, pru·a no extende1me en as-
® Para una evaluación más so- poder, no de protesta. pectos que he tratado en otro lugar ®, qui-
segada de la obr·a de Har·ley, su
significado y recepción, véase mi Se llega así a lo que podríamos enten- siera señalru· las iinplicaciones éticas de esta
texto «El món a escala: poder· i der como la conclusión de esta empresa pos- obra, algo que está presente en el ensayo que
r-etórica deis mapes>>, El Contem-
poroni, núm. 33 (2006). moderna: entender cómo funcionan social- la cielTa. Si la naturaleza de los mapas no es
mente los mapas, aceptando con Foucault que positivista, entonces hemos de aceptru· que la
se trata de un tipo de saber y de poder. Lacar- suya es una manifestación moral que desplie-
tografía, nos dice Harley, muestra ese poder ga un conjunto de ideas y de valores con res-
de dos formas. Por un lado, externamente, en pecto al mundo. Por ello, hemos de lamen-
sus relaciones c,:on el poder político. Es decir, tar la escasa o nula discusión ética, la nula
el poder se ejerce sobre y con la cartografía, autocrít:ica más bien, en la literatura profesio-
de modo que el mapa es una especie de telTi- nal crutog¡·áfica. Insensibles a las consecuen-
torio jurídico que facilita el control. Por otra cias de lo que significa esta práctica académi-
parte, posee un poder interno relativo a los ca, olvidamos que nuestra comprensión del
efectos políticos de lo que un cartógrafo ha- mundo, de los cambios y los conflictos pa-
ce cuando traza un mapa. En realidad, no ha- sados y presentes está atravesada por multi-
ce sino producir poder e inse1tarlo en ese tex- tud de mapas. Pensemos con Hru'ley, por ejem-
to, creando una sue1te de panóptico espacial. plo, en la tragedia del pueblo palestino y
La clave de ello es, pues, el proceso crutog¡·á- repru·emos en cómo los mapas se han conver-
fico, donde conocimiento y poder se entreve- tido en un instrumento de poder y domina-
ran sin posibilidad de sepmación. En ese pro- ción. Los tomamos como evidentes cuando
ceso se diiime aquello sobre lo que se iiúorma, sencillamente no lo son.
se eligen unas normas pru·a abstraer el terre- Terminru·é acopiándome de nuevo con
no , se jerarquizan los elementos que apare- Borges y reproduciendo un fragmento de su
cen, se escogen los estilos pictó1icos que lo conversación con el locutor Antonio Carri-
representan, etcétera. Es decii·, clasifican el zo: «(Royce) imagina que sobre el territorio
mundo bajo una determinada perspectiva y de Inglaterra, en un lugru· del telTitorio de In-
se apropiru1 de él, lo controlan, lo disciplinan glaterra, destinan, digamos , una manzana a
y lo normalizan. De esa forma se resuelve el un mapa. Ese mapa, mapa iinposible desde
poder del crutóg¡·afo, que no se ejerce direc- luego, registra todos los lugares de Inglate-
tamente sobre los individuos, sino sobre el rra. Pero tiene que regisu·ru· esa manzana en
conocimiento del mundo , un conocimiento que está el mapa. Y luego, en ese mapa tie-
local que es a la vez universal. ne que estar a su vez el mapa ... es decii·, es
Estas son, de forma resumida, las ide- un mapa infinito. Que va profundizándose.
as de Harley. Se comprenderá así que sus se- Es una linda invención . .. ».
guidores le idolatren, que lo consideren un gi-
Anaclet Pons es profesor de Hrstorio Contemporáneo
gante o le atribuyan la paternidad exclusiva de lo Universitot de Voléncio.

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