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nos dice-, los cattógrafos cuentan con su pe- ra nosotros disfrutamos. Por desgracia, ese
ricia, su rute, con unas técnicas topográficas proyecto quedó inacabado y hubieron de pa-
definidas y con un código repleto de signos sru· diez años pru·a que el editor Paul Laxton
@) Pod!Ía decirse que hubo un convencionales. Con tales premisas, la prác- consiguiera llevarlo adelante @). El interés
intento anterior: sin seguir los die-
tados de Harley pero aproxi- tica es percibida comúnmente como una dis- de Brian Hru·ley era petfectamente compren-
mándose a ellos: Baii~A. y Gould,
P (eds.), Le pouvoir des cortes.
ciplina que, a través de la precisión, aspira a sible. Por un lado, tenía la lógica voluntad de
Brian Harley et la cartographie, Pa- ofrecer una ventana transpru·ente al mundo, publicru· un libro en el que poder exponer me-
!Ís,Anthropos, 1995.
un espejo a escala de la realidad externa. Su jor y de fonna extensa sus ideas. Algo que es-
funcionamiento remite, pues, al del progreso taba en relación, por otra patte, con el cam-
acumulativo propio de una ciencia objetiva bio que había dado a sus investigaciones. Tras
que siempre produce y producirá mejores re- años dedicados al estudio de la cattografía in-
Q) Muestras de esta perspectiva presentaciones Q). glesa, su traslado a la Universidad de Wiscon-
las hay en abundancia. Véanse,
por ejemplo: Crone, G.R., Histo- No obstante, esta definición se ha ido sin-Milwaukee a mediados de los ochenta ha-
ria de los mapas, Madrid, FCE, erosionando desde los años setenta, entrega- bía coincidido con una mayor dedicación a
2000 o, en menor medida,Thm-
wer; N. J. W, Mapas y civilización, da a las inclemencias procedentes de la geo- las cuestiones epistemológicas. La obra sur-
Barcelona, Ediciones del Ser-bal,
2002. grafía crítica (o cultural o intetpretativa o pos- gía en su mente, pues, como el compendio de
moderna: elijan el calificativo). Los trabajos esa última trayectotia.
que siguen esta nueva perspectiva entienden, A lo lru·go de esos ensayos, Btian Hru·-
por el contratio, que un mapa es más bien un ley defiende un cambio epistemológico, una
instrumento que permite al ser humano dar reconsideración del mapa, que ahora es en-
sentido a su universo utilizando diversas es- tendido como una construcción social del
calas, una suette de mediación entre el mun- mundo, una reesclitura en términos de prác-
do mental interno y el mundo físico externo. ticas culturales y de relaciones poder. Es de-
El mapa, pues, facilita la comprensión espa- cir, los mapas serían más un texto que una
cial de cosas, conceptos, procesos e incluso imagen. Por la misma razón, la cattografía es
Q) The New Nawre o[ Maps. Es-
says in !he History o[ Cartography, acontecimientos. De ese modo, se ensancha definida como un discurso con sus propias re-
Baltimore, johns Hopkins Univer- notablemente su significado al contener ma- glas de representación que toman forma en
sity Press, 200 1. De todos mo-
dos, su definición de lo que es un nifestaciones muy diversas. Pues bien, esta imágenes que definimos como mapas y atlas.
mapa queda más resumida en el
texto que incluyó en lo que fue
reconsideración de los usos y el sentido de Así pues, lo que necesitamos analizru· es la
su mayor proyecto vital, una mo- la cattografía histórica se debe en buena me- forma cómo funciona ese lenguaje gráfico.
numental historia de la cartogra-
fía en varios volumenes, obra aún dida a uno de los estudiosos más singulares Harley se sirve para ello de los trabajos de
hoy inco nclusa: «The map and de las últimas décadas, Brian Harley, de quien Jacques Derriba y propone reconocer las cua-
the Development of the Histor·y
of Cartography>>, en j. B. Harley, se acaba de traducir el libro La nueva natu- lidades narrativas y, por tanto, retóricas de
y D. Woodwar·d, (eds.), The His-
tory o[ Cartography: f. Cartography raleza de los mapas (México, FCE, 2005) @. la representación cattográ:fica. Estat'Íamos ha-
in Prehisraric, Ancient and Medie- El volumen que nos ocupa recopila un blando de textos persuasivos que encienan un
val Europe and !he Mediterrane-
an, Chicago, Chicago University total de siete ensayos cuya cronología abru·- mensaje sobre el mundo, que invocan a una
Press, 1987, especialmente las pá-
ginas I-4 .También en la página
ca entre 1988 y 1991 , es decir, un lapso tem- autoridad determinada y que apelan a sus lec-
XVI del pr·ólogo que firman am- poral que se corresponde con lo que se sus tores a través de signos, símbolos, colores, de-
bos editores.
lectores han denominado el último Hru·ley, el coración, dedicatorias, leyendas, tipografía,
G) Sobr·e Harley, su vida y su
obra, véase el texto de Pau Ale- de los años ochenta. Se trata, además, del úni- etcétera. No se trata, en todo caso, de privile-
gre: <Óecrets i silencis: Brian Har-
ley i la cartografia>>, Trebaffs de fa
co volumen que publicó, y hemos de añadir giar el aspecto retórico sobre el científico, si-
Societat Catalana de Geogra{ia, su condición de póstumo, pues falleció en no de diluir la diferencia que algunos preten-
núm. 45 (1997), págs. 237-245.
En realidad, es la pr-esentación a 1991 G). Cierto es, por otra patte, que lo que den establecer entre ambos campos.
la traducción de un ensayo de hoy podemos leer se atiene con fidelidad a su
Harley que se incluye en ese mis-
Más aún: dado que nos las vemos con
mo númer-o: «El mapa com a deseo, pues acru·ició durante años la idea de un lenguaje que tiene sus propios códigos,
biografia: renexions entom del
full "Newton Abbot, Devonshir-e componer un libro de estas cru·acterísticas e la tarea que Harley se fija es decodificarlo,
CIX, SE" del mapa a sis polzades incluso había decidido disponer su conteni- romper el vínculo entre realidad y represen-
de I'Ordnance Sur·vey>>, págs.
247-253. do alrededor de esos mismos textos que aho- tación que ha dominado durante siglos lacar-
tografía y plantear, por contra, una búsqueda lismo, nos dice, es bien significativo. De he-
de las fuerzas sociales que la han estructura- cho, las cmtografías no sólo han sido m·mas
do históricamente. En este punto, Harley aban- coloniales o imperiales, sino que han prece-
dona a Derrida y retoma las lecciones de Mi- dido al propio imperialismo. Los topógra-
chael Foucault en dos direcciones: sus ideas fos que acompañaban a los soldados recono-
sobre la microfísica del poder y el concepto cían ciertamente el terreno, pero sus planos
de regla. En este segundo sentido, Harley serían usados posteriormente pm·a pacificm·,
muestra los dos tipos de reglas que han sus- civilizar, legitimar y explotar. Ahora bien,
tentado la cartografía occidental. En primer tampoco es necesm·io recurrir a ejemplos de
lugar, tenemos las que rigen la producción este tipo, pues los propios Estados europeos
científica de los mapas. Se trata de normas los usm·on con profusión en el continente. Los
que aplican estrategias similares a las de la mapas militm·es, pongamos por caso, facili-
ciencia, que pretenden producir un modelo taban la guerra al tiempo que aminoraban el
sentido de culpa, pues, como señala Hm·ley,
correcto y fiel del espacio, para lo cual se sir-
«las líneas silenciosas del paisaje de papel fo-
ven de instrumentos de medición cada vez
mentan la idea de un espacio socialmente va-
más precisos, de clasificaciones complejas y
cío». Algo similm· se puede decir de los ma-
de un saber profesional que se materializa en
pas catastrales, instrumentos privilegiados
la institucionalización de su práctica y en la
para disciplinm· el espacio: controlm· a lapo-
difusión de una literatura profesional. En se-
blación cat11pesina, reforzm·los títulos de pro-
gundo término, estarían las reglas que gobier-
piedad, aumentar la extracción de la renta o
nan la producción cultural de los mapas. És- una explotm· de forma más eficiente la tiena.
tas están imbuidas de valores y remiten al La segunda perspectiva, en cambio, re-
orden social dominante, de tal modo que las curre a los análisis de Panofsky, aplicando la
reglas sociales y las técnicas se refuerzan en- iconografía propia de la historia del mte. En
tre sí, razón por la cual sus resultados suelen realidad, se trata de preguntm·se de qué for-
ser convincentes, persuasivos. ma se plasmm·on las reglas sociales en el len-
Interpretar, pues, este orden social se guaje cmtográfico y la respuesta se hallaría
convierte en una exigencia de primer orden. al realizm· tres ejercicios interpretativos com-
Por ello, Harley propone descifrar las fuer- plementm·ios. El primero afectm·ía a signos,
zas que dialogan con el texto, los contextos símbolos y emblemas decorativos; el segun-
de los mapas: el del cartógrafo, el de los ma- do, a la identidad dellugm· representado; el
pas y el social. Los dos primeros exigirían tercero, al estrato simbólico. Con esa triple
emprender una suerte de cartografía com- interpretación aceptaríamos que el mapa no
parada, mientras que el último aludiría a las es sino una metáfora visual de los valores
condiciones que hacen que un mapa sea un más importantes de los lugares representa-
documento social y cultural. De nuevo es Fou- dos. Pm·a entender esa metáfora es necesa-
cault el referente empleado, aunque ello no rio, sin embm·go, ir más allá de lo evidente y
excluya la alusión a otros teóricos, como Ray- repm·ar en las estructuras ocultas de un ma-
mond Williams o Etwing Panofsky, por ejem- pa. Por un lado, lo que Hm·ley denomina la
plo. En cualquier caso, lo que nos propone es geometría subliminal. Es lo que ocurre, por
desentrañar el orden social desde dos pers- ejemplo, al distorsionar el globo terráqueo
pectivas distintas. La primera, de raíz fou- de modo que un continente quede en el cen-
caultiana, consistida en identificar sus reglas. tro , un diseño que magnifica el impacto po-
Las del cmtógrafo serían visibles, pero no lo lítico de la imagen percibida y que puede dm·
serían tanto las sociales, que petmanecerían a entender que un determinado territorio ha
por lo general escondidas. La interpretación sido escogido pm·a ser el centro de ese uni-
ha de buscm·, pues, los silencios, los conflic- verso. Por otra patte, los silencios, las omi-
tos que materializa. El ejemplo del colonia- siones, como los espacios en blanco que los
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