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Adams
Resumen de los Capítulos 6 al 11
CAPITULO 6
El Proceso de Aconsejar
Es importante aconsejar a las parejas, pero siempre debemos hacerlo con ambos
juntos. Porque hacerlo por separados se presta para mala interpretaciones y se
puede usar el espacio para acusarse unos a otros. Es probables que toque
aconsejar a uno de los dos por separados por una razón ajena, pero ese no debe
ser el patrón.
Cuando los aconsejados llegan a las reuniones, regularmente vienen estresados
y con un patrón mental de cómo lo van a decir y lo que van hacer. Por eso es
importante tratar de relajarlo para no iniciar una consejería con ese nivel de
estrés y tensión.
Muchos psicólogos y terapeutas usan una hoja de registro con toda la
información del caso. Esto lo llenan los que serán aconsejados, la cual es un
método que sirve como patrón para que las personas pongan en orden el
problema que está enfrentando y con qué expectativa desea salir de la
consejería.
Todos el que va a un consejero es porque desea recibir una esperanza a su
problema. El consejero debe proveer estas esperanzas a los aconsejados, con la
palabra de Dios en su boca. Es importante que, aunque no se resuelva en la
primera sección el problema en definitivo por lo menos los aconsejados salgan
con esperanza de la misma para las próximas secciones.
CAPITULO 7
Veinticinco Principios Básicos Para Aconsejar
1. Comprobar toda posible causa orgánica
2. No estimular a intentar un cambio de conducta apersonas que no se han
arrepentido
3. Ponerse de acuerdo con planes que estén en armonía con la Biblia
4. La asignación de trabajo en casa después del comprometerse en el
cambio bíblico Si no se compromete a hacer el trabajo de casa, estás
invitando al fracaso y al desánimo del aconsejado.
5. Recoger todos los datos relevantes o de valor
6. El cambio ocurre en formas concretas
7. Resuelve los problemas en el orden apropiado
8. Trata de las relaciones y los resultados
9. Nunca consideres que sea poca cosa
10. La verdadera empatía es bastante sincera profunda para estar en
desacuerdo
11. Empatizar con el sufrimiento, no con la conmiseración propia
12. Pasa tan rápidamente como puedas del problema a la solución
13. Vigila las actitudes fijas adoptadas
14. Busca nuevos desarrollos
15. Recuerda la disciplina de la iglesia
16. Tu vida puede influir en el aconsejar
17. El error doctrinal puede estar implicado
18. Los aconsejados que toman drogas requieren un enfoque especial
19. La pérdida de sueño puede llevar a problemas de percepción
20.Reemplazar las pautas pecaminosas con alternativas bíblicas
21. Vigila tu trato y manera personal de enfocar
22. Llama siempre «pecado» al pecado
23. Pon énfasis en la obediencia a Dios, al margen de los sentimientos
24. Pon énfasis en la respuesta del aconsejado
25. Usa todos los recursos de tu iglesia
CAPITULO 8
La Disciplina
La indisciplina es un problema que agrava otro problema. Las personas que van
a consejería muchas veces no saben que su problema se resuelve con ser más
disciplinado. Realmente muchas veces no saben que son muy indisciplinado y
por eso no saben que su agravante es su falta de orden y disciplina.
Las personas desean alcanzar metas en la vida y el fracaso muchas de las veces
son porque no tuvieron disciplina en el intento. Por eso el indisciplinado no
alcanza sus metas. El consejero debe preguntar por el hábito de las personas y
tratar de encontrar la poca disciplina que tiene para mejorar su problema. Por
ejemplo, muchas personas se quejan de no avanzar espiritualmente pero cuando
observa su vida encuentra que no sacan tiempo para orar, leer, medita, etc.
El consejero debe y está obligado a ser disciplinado, porque el aconsejado quizás
no note su propio problema de disciplina y organización, pero notara el
desorden del consejero. Por eso el consejero debe ser ejemplo no solo en el área
que aconsejado tiene problema sino en todas las áreas, para no provocar que el
aconsejado sienta que tiene una persona que no es digna de aconsejarle.
Una manera de presentar orden en la consejería es dándole a entender a los
aconsejados que serán varias secciones de trabajo hasta que la persona mejore
la conducta que desea. Por lo tanto, el consejero debe tener en orden (carpeta) la
manera en que trabajara el caso, dando espacio a cosas nuevas que se presenten.
El consejero puede recomendarle libros sobre la disciplina a persona que
muestre dificultad disciplinaria. Esto le ayudara a mejorar en esa área, además
que cultivamos la lectura y podemos usar ese método para medir si en la lectura
es disciplinado.
Es importante recomendar libros que hayamos leídos y que nosotros sepamos
que son de sana doctrina que no estén plagados de humanismo y cosas extrañas.
Cuando el consejero se da cuenta que la persona tiene problema en el
cumplimiento de sus tareas diarias debe ayudar a organizar su tarea para que
sea más productivo. Pero no dejarlo solo sino darle seguimiento durante la
semana para ver cómo marcha el trabajo y se adapta al nuevo método y ritmo de
vida. Por esa razón el consejero debe ser organizado para saber cómo ayudar a
otros en esa dificultad.
CAPITULO 9
CAPITULO 10
La Confesión
La confesión es, esencialmente, un acuerdo. L a palabra griega en el Nuevo
Testamento significa «decir la misma cosa.» La palabra se usaba en los
contratos y en otros documentos legales para decir «estoy de acuerdo». Los
contratantes llegaban a un acuerdo y lo registraban y lo etiquetaban como tal.
La confesión es un acuerdo con Dios respecto al pecado de uno. Es un
reconocimiento formal, en oración, de que Dios es justo al considerar culpable a
uno por s u pecado. Es una admisión registrada de culpa. El confesor dice: «He
pecado; reconozco m i transgresión.» Cuando un aconsejado ve y está dispuesto,
y es capaz de articular su problema en términos y categorías bíblicas, entonces
(y sólo entonces) está en la posición de confesar s u pecado. Ningún otro análisis
le puede llevar a reconocer sus actitudes y comportamiento como pecado. Si lo
confiesa o no, naturalmente, es otra cosa. L a negativa persistente a confesar el
pecado como Dios manda en Proverbios 28:13, lleva, finalmente, al fracaso y a la
desgracia y al dolor (Dios dice que esta persona «no prosperará»; y la palabra
hebrea traducida por «prosperará» significa «alcanzar s u objetivo, tener éxito»)
y, posteriormente, al uso de la disciplina de iglesia, como ya hemos visto.
(Salmos 32:5)
El Perdón
Algunos se preguntan por qué necesitamos perdón cuando ya hemos sido
perdonados en Cristo. La respuesta es clara: el perdón que hemos recibido
cuando creímos en Jesús era judicial; Dios nos perdonó como Juez. El perdón
después del perdón — el perdón que estamos discutiendo ahora— es distinto; no
es judicial, sino paternal. Notemos especialmente el uso de la palabra Padre en
relación con el perdón en Mateo 6:9-15; 1 Juan 1:2, 3, 9. Los cristianos necesitan
confesar sus pecados a su Padre celestial y recibir s u perdón paternal. De la
misma manera, han de confesar el pecado a todos aquellos a los cuales hayan
ofendido y han de buscar su perdón. Entonces, es posible la reconciliación y
debe ser buscada hasta que se haya desarrollado una nueva relación.
El Cambio
Pero Proverbios 28:1 3 deja claro que la confesión genuina lleva al olvido del
pecado que ha sido confesado. Solo entonces puede uno esperar la bendición de
Dios. La confesión es el reconocimiento del mal; el abandonarlo implica la
dinámica del «quitarse/ponerse». Al principio podría parecer que «abandonar»
corresponde sólo al aspecto del «quitarse» de la dinámica, pero el hecho es que
ningún hábito pecaminoso ha sido quitado verdaderamente hasta que ha sido
reemplazado por su alternativa bíblica (Ef. 4:22-24). E s por esto que Pablo
manda no sólo que el mentir sea «quitado», sino que la verdad sea «puesta» en
s u lugar (Ef. 4:25); no sólo que el robar cese, sino que sea reemplazado por
trabajo duro y dar a los que tienen necesidad genuina (Ef. 4:28).Y así
sucesivamente.
La Amputación Radical
Pero al «quitarse», uno tiene que tomar medidas contra el retomo de la pauta
pecaminosa, así como que Cristo nos llama a lo que he descrito como
«amputación radical». E n Mateo 5:27-30 leemos:
«Oísteis que fue dicho: "No cometerás adulterio." Pero Yo os digo que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón. Y si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues
más te conviene que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea
echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala
de ti; pues más te conviene que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu
cuerpo sea echado al infierno."»
Hemos de dejar claro al aconsejado que en este pasaje Jesús está diciendo que:
1. Habrá tentaciones futuras a repetir los pasados actos de pecado. Hemos
de estar alerta contra esto y vigilar para no pecar.
2. Hemos de estar preparados para hacer frente y derrotar a estas
tentaciones cuando vengan.
3. No se puede eximir nada del proceso: ha de ser radical. Incluso tu ojo
derecho, tu pie derecho o tu mano derecha ha de ser sacrificada si es
necesario en esta metáfora. El guardamos contra la tentación será
costoso. Será tan costoso como perder una parte vital del cuerpo. Costará
trabajo, puede costar asociaciones (1 Cor. 15:33) etc. Los consejeros
hacen una mala pasada a sus aconsejados cuando dejan de decirles esto y
(en consecuencia) no les llaman a contar el coste.
4. Hemos de hacer todo lo que nos sea requerido, incluso llegar a extremos,
para hacer muy difícil que el pecado se repita otra vez.
5. Todo lo que realicemos también debe hacemos conscientes de la
tentación cuando ésta ocurre, de modo que nos deslicemos
inconscientemente al pecado otra vez sin damos cuenta de ello (el cojear
con un pie amputado, dando saltos, para ir al pecado no será cosa fácil,
como se puede ver. Naturalmente, Jesús no está defendiendo la
amputación literal. Lo que Cristo quiere decir es hacer algo que sea tan
radical como la amputación para prevenir el pecado futuro).
El consejero debe ayudar al aconsejado a hallar medios y métodos de erigir
obstáculos que prevengan la repetición del pecado. Éstos van a diferir en cada
caso, de modo que, para cumplir el mandamiento de Cristo, el consejero y el
aconsejado tendrán que pensar y, a veces, usar creatividad. Es justo decir que
muchos aconsejados se quedan cortos en esto; pero los consejeros no pueden.
Antes bien, cada consejero debe desarrollar su capacidad para ver necesidades y
posibilidades en las circunstancias que ayudarán a sus aconsejados a hacer
planes contra fracasos futuros.