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El mundo nunca se había enfrentado a una crisis como la de la COVID-19.

La pandemia
está afectando a comunidades de todo el mundo. Nunca ha sido más urgente brindar apoyo
a la respuesta mundial, liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La solidaridad es un valor humano fundamental en todo momento y más ahora con la crisis
del coronavirus. Cada día vemos ejemplos en los medios de comunicación que nos
muestran cómo unas personas ayudan a otras en esta situación tan complicada que estamos
viviendo.
Hemos querido recopilar en este post ejemplos de solidaridad que demuestran que la ayuda
mutua es fundamental para superar tiempos difíciles. También te proponemos ideas para
que puedas poner tu granito de arena.[ CITATION UNI20 \l 3082 ]
1. Médicos y psicólogos que ofrecen servicios gratuitos. Numerosas personas que
pueden tener síntomas de coronavirus necesitan hablar con un médico y hay
multitud de profesionales que se han prestado a dar su ayuda desinteresada en estos
casos. Por otro lado, la situación que supone el confinamiento y el no saber qué va a
ocurrir, puede afectar psicológicamente a las personas por lo que los psicólogos
también están ofreciendo servicios gratuitos.
2. Plataformas solidarias. Se han creado multitud de plataformas como la de
Zaragoza donde se ha lanzado #ZGZAyuda, una plataforma que pone en contacto a
personas que quieran prestar ayuda con personas que la necesiten. La ayuda puede
consistir en una llamada por teléfono para hacer compañía, hacer la compra o ir a la
farmacia a por medicamentos, por ejemplo.
3. Garantizar que todos los niños estén sanos y bien alimentados. Los esfuerzos
internacionales para fortalecer los sistemas de salud (como garantizar que los
suministros y los equipos de protección lleguen a las comunidades afectadas y
formar a los profesionales sanitarios para prevenir, diagnosticar y tratar la
enfermedad por coronavirus) servirán de gran ayuda para la lucha contra el virus.
Sin embargo, los sobrecargados sistemas de la salud no amenazan solamente a las
personas que se enferman por COVID-19. En las zonas más pobres del mundo, los
niños que necesitan servicios básicos y esenciales (como aquellos que los protegen
de enfermedades como la neumonía, el paludismo y la diarrea) corren el riesgo de
no recibirlos. Las interrupciones en las cadenas de suministro y la atención de la
salud amenazan con socavar los avances conseguidos recientemente en materia de
salud, nutrición y desarrollo infantil y, al mismo tiempo, tienen el potencial de dar
lugar a un aumento significativo de la mortalidad infantil. La suspensión de
sistemas alimentarios y programas de nutrición significa que los niños desnutridos
dejarán de recibir tratamiento, aumentando el riesgo de desnutrición que puede
causar retraso en el crecimiento. Además, las interrupciones en los servicios de
inmunización podrían desencadenar brotes de enfermedades para las que ya existe
una vacuna.
4. Llegar a los niños para proporcionarles agua, saneamiento e higiene. Es más
importante que nunca que nos protejamos a nosotros mismos y a los demás
cuidando nuestra higiene y lavándonos bien las manos. Sin embargo, las
instalaciones básicas de agua e higiene siguen estando fuera del alcance de muchos
niños. Algunos no disponen de acceso al agua potable porque viven en zonas
remotas o en lugares donde el agua no está tratada o está contaminada. Otros niños
carecen de acceso a las instalaciones porque no tienen hogar, viven en un barrio
marginal o en la calle. Aproximadamente un 40% de la población mundial sigue
careciendo de instalaciones básicas para lavarse las manos con agua y jabón en su
hogar; un porcentaje que en los países menos desarrollados asciende a casi tres
cuartas partes. UNICEF insta a los gobiernos a dar prioridad a los niños más
vulnerables. Hacemos un llamamiento de fondos y ayuda de emergencia para poder
llegar a más niñas y niños y proporcionarles acceso a instalaciones básicas de agua,
saneamiento e higiene.

5. Facilitar el aprendizaje de los niños. La educación de toda una generación de


niños ha quedado interrumpida. En su máximo pico, el cierre nacional de las
escuelas ha interrumpido la educación de más de 1.570 millones de estudiantes, un
91% de los escolares en todo el mundo, con consecuencias devastadoras. Los niños
marginados pagan el precio más alto a medida que aumentan las desigualdades en el
aprendizaje. Unos 346 millones de jóvenes no tienen acceso a internet para
continuar su educación a distancia. Además, el cierre de las escuelas ha dejado a
aquellos que dependen de los programas escolares de nutrición sin los alimentos que
necesitan para aprender y prosperar.

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