Sunteți pe pagina 1din 3

17-10-2020 Leszek

Kolakowski
Iraida del Carmen García Rodríguez

Josué Rafael Ortiz Santiago


TEORIA DEL CONOCIMEINTO CIENTIFICO
Leszek Kolakowski abandonó Polonia en 1968, no sin antes haberse doctorado
por la Universidad de Varsovia, para recalar primero en la Universidad de
Berkeley, en California, y, más tarde, en Oxford. De ese mismo año de 1968 es su
libro Hacia un marxismo humanista. Ensayos sobre la izquierda de hoy. Era
entonces un pensador que batallaba todavía por rescatar las ideas de Karl Marx
del fango en el que las había embarrado la historia.
Las autoridades de su país le habían dado ya un buen coscorrón un par de años
antes por sus ideas reformistas, que formaban a la juventud "en unas ideas
contrarias a la tendencia oficial del país": le expulsaron de su cátedra universitaria.
El poder en que se había materializado el viejo sueño igualitario del marxismo no
se andaba con tonterías: quienes no estaban con él, estaban contra él.
 Fue un pensador marxista que no dejó nunca de ser católico
 Se ocupó con un distante desprecio de la obra de Sartre y de Mao
Nacido en 1927 en Radom, y formado en Lodz, Leszek Kolakowski estuvo buena
parte de los años cincuenta enredado en las categorías marxistas, peleando por
definir qué era el marxismo institucional, la simple racionalización de los
imperativos del poder político que terminan por eliminar la autonomía de la acción
moral, y cuál era el real, ese pensamiento que al penetrar en la naturaleza social
del hombre abre las puertas a un humanismo que nada tiene que ver con el puro
egoísmo individualista.
En ésas se afanaba y, curiosamente, su pensamiento incorporó elementos de la
filosofía analítica y positivista, acaso para salir de la asfixia que le producían las
férreas exigencias del materialismo dialéctico oficial.
Kolakowski, que fue un filósofo marxista y que no dejó nunca de ser un pensador
católico, empezó ocupándose precisamente de eso: de lo que podían dar de sí las
ideas que procedían de la religión que abrazó desde niño.
Exploró también las tendencias milenaristas de la filosofía medieval y, más
adelante, se ocupó de Spinoza, de Locke (de quien trató cuando investigaba los
fundamentos morales del liberalismo moderno), de Hume y de la filosofía analítica
hasta el Círculo de Viena, entre otras cuestiones.
Fueron, sin embargo, las 1.200 páginas de Las principales corrientes del
marxismo las que le dieron más fama. La obra se publicó en 1976 en tres
volúmenes (Los precursores, La edad de oro, La crisis), escrita en polaco, y
Kolakowski daba cuenta ahí de la abrumadora sabiduría que había acumulado a
propósito de la materia que trataba.
Esta vez, sin embargo, no lo guió el afán de salvar las ideas del manifiesto fracaso
político en el que se habían traducido sino que operó con la extrema libertad del
que puede tratar con autoridad los disparates de las modas (se ocupó con un
distante desprecio de la Crítica de la razón dialéctica, de Jean-Paul Sartre, o del
marxismo campesino de Mao, por ejemplo) y machacar sin que le tiemble el pulso
a quienes, desde Occidente, habían pretendido justificar lo injustificable: el
comunismo de los países del Este.
Analizó con todo detalle las contribuciones de los fundadores y herederos
inmediatos, supo ver la eficacia con que Karl Marx combinó la ilusión romántica
con el determinismo histórico y recorrió con toda minuciosidad las ruinas a las que
condujo una filosofía que sedujo a las mejores inteligencias del siglo XX. La suya
-fina, brillante, heterodoxa, independiente- se apagó en un hospital de Oxford
(donde se instaló tras su salida de Polonia) el viernes pasado. La noticia de su
fallecimiento fue recibida por el portavoz del Parlamento polaco, Bronislaw
Komorowski, con las siguientes palabras: "Hemos perdido a un hombre que hizo
un importante servicio a la libertad y a la democracia de este país". A continuación,
todos los diputados polacos le honraron con un minuto de silencio.
De su brillante aportación al conocimiento de lo que significó (y pensó) el
marxismo, queda una verdad que tiene ya la consistencia de un tópico: que el
marxismo político fue sobre todo una religión secular.

S-ar putea să vă placă și