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Año de Cielos Abiertos 546 Guatemala, 20 de Febrero de 2,005

DECLARACIONES PROFÉTICAS DE FE.


(Mt 16:19)

INTRODUCCIÓN
Debido a que Adán era una cabeza de la creación, el pecado que cometió trajo maldición sobre la tierra (Ge. 3:17) además
de que por ese medio abrió la puerta para que toda la humanidad muriera (1 Co. 15:22) la puerta que se le abrió al pecado
permitió que ciudades y naciones enteras acumularan sobre sí maldiciones sobre ellas, debido a que sus moradores andan
por malos caminos, desobedecen la ley de Dios (Jer. 26:3-6). En este tiempo El Señor envía a sus siervos con el propósito
de que puedan hacer declaraciones proféticas para sanar nuestra vida, nuestro pueblo y nuestra tierra.

DESARROLLO
Declaración manifestación formal que realiza una persona con efector jurídicos (E. Encarta 2,005) El sacrificio del Señor
Jesucristo es un sacrificio perfecto y aceptable a Dios (Heb 9:23-26), él quitó en la cruz el acta de los decretos que era
contra nosotros, quitando también la maldición (Col 2:14), esto lo vivimos a partir del momento de convertirnos al Señor
Jesucristo. Jesús derramó su sangre preciosa para remisión de pecados y para quitar la maldición que estaba sobre la tierra
(Lc. 22:44) entonces fueron borrados los pecados de nuestras vidas; pero ahora es El Señor quien nos mueve para realizar
actos proféticos de fe, con el propósito de quitar maldiciones que están afectando nuestra vida abundante o la tierra donde
vivimos, como Jerusalén que es dejada desierta hasta que diga “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Lc. 13:35)

Los profetas descritos en el antiguo testamento hacían actos proféticos por orden de Dios, por ejemplo Ezequiel recibió de
parte de Dios la orden de dormir sobre su lado izquierdo por 390 días, para simbolizar que Israel seria castigado por 390
años, luego se acostó sobre su lado derecho por 40 días para simbolizar que Judá seria castigado por 40 años; con ataduras
profetiza que Israel seria apresado entre las murallas de la ciudad quedando cautivo. (Ez. 4:4-6) Comió poco y bebía poco
agua, para señalar que habría escasez de alimentos cuando fueran sitiados por el ejército enemigo. Su pan tendría que ser
cocinado utilizando como combustible excremento, indicando que los hijos de Israel comerían pan inmundo en las tierras
donde serian arrojados, (Ez. 4:12-13). Profetas como Oseas (1:1-11), Jeremías (13.4-8) y Agabo (Hch. 21:10-11) hacen
también actos proféticos que Dios los mandó hacer, parecía sin sentido o fuera de la razón para la mente humana o
inclusive, locura, sin embargo el Señor tenía propósitos para cada uno de esos actos. En este tiempo los Rhemas proféticos
del Señor nos permiten hacer declaraciones o efectuar actos proféticos, cada Rhema tiene un propósito y es instrumento de
bendición.

EL ORDEN DE LOS ACTOS PROFETICOS (Lc 11:2)


Los actos o declaraciones proféticas tienen un orden de parte de Dios, primero se actúa en los cielos, luego repercute en la
tierra, esto significa que lo que pasa en los cielos afecta la tierra, como la voluntad de Dios que se hace tanto en el cielo
como en la tierra. Otro ejemplo es cuando la Biblia dice que “los hombres se desmayarán del terror y de la expectación de
las cosas que sobrevendrán al mundo habitado, porque los poderes de los cielos serán sacudidos” (Lc 21.26) Cuando
sucede algo en el cielo tiene repercusión en la tierra, pero en un acto profético, esto se vuelve una espiral primero se dan en
el cielo las señales, luego repercute en la tierra; para que lo que ha sucedido en la tierra vuelva al cielo y lo afecte; por eso la
Biblia dice que “En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra,
será desatado en el cielo” (Mt. 18:18) es decir que lo que hagamos acá abajo en la tierra, afectará de alguna manera en el
cielo, para eso fue que nos dieron las llaves del reino de los cielos (Mt 16:19). Como cristianos, podemos influir en las cosas
que acontecen en los cielos y en la tierra, por lo tanto tenemos cierta responsabilidad respecto a lo que sucede en el lugar
donde habitamos. Con nuestra actitud impedimos que pasen o que no pasen algunos eventos en la tierra, si actuamos con
irresponsabilidad o ignorando, si dejamos de realizar actos por negligencia, esto va a repercutid en nuestra vida espiritual y
en el ambiente espiritual donde nos ha dejado El Señor.

Como Joás el rey de Israel, siguiendo las instrucciones del profeta Eliseo lanzo una saeta a los aires, declarando “Saeta de
salvación de Jehová y saeta de salvación contra Siria” conquistando de esta manera los cielos, acto seguido Eliseo le dijo:
que tomara las saetas y que las golpeara en la tierra, a lo que el rey obedeció pero solamente las golpeo tres veces y se
detuvo, el acto profético en la tierra no se hizo adecuadamente por eso el profeta Eliseo enojado al rey Joás diciendo “ Al dar
cinco o seis golpes hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno, pero ahora solo tres veces derrotaras a Siria” (2 Re
13:17-19). David cometió un grave error cuando quiso censar al pueblo de Israel porque tenía que dar una ofrenda por cada
persona mayor de 20 años que fuera contada (Ex. 30:12-15) debido a que no lo hizo en el orden de Dios, vino el Ángel de
Jehová y tenía que pasar tres días destruyendo entre el pueblo, David vio al Ángel, luego le pidió a Ornán que le vendiera la
parcela para ofrecer sacrificios al Señor, para que ya no continuara la plaga (1 Cr . 21:1-27) la Biblia relata que hubo guerra
en el cielo entre Miguel y sus ángeles contra el dragón y sus ángeles; luego Satanás fue echado a la tierra y sus ángeles con
él (Ap 12:7-9) primero son los eventos en el cielo, luego comienza la repercusión en la tierra, cuando comienza la
persecución hacia la mujer y la humanidad siendo engañada por medio de doctrinas extrañas para confundir a la humanidad,
el orden es el mismo, primero se debe de afectar los cielos, luego viene la repercusión sobre la tierra.
El Señor le dijo a Abram “alza ahora los ojos” y le ordenó que mirara hacia los cuatro puntos cardinales, esto es el acto de
conquistar los cielos, luego le dice que recorra la tierra; con esto se cumple el orden, primero conquistar el cielo, luego la
tierra (Gn 13:14-17). Dios nos enseña que si tenemos la promesa y solo la contemplamos no recibiremos nada, pero si
contemplamos la promesa y caminamos en pos de ella el nos la dará, entonces si recibiremos lo prometido. Por eso es que
también dice la Biblia que lo que pise la planta de nuestros pies será nuestro (Dt. 11:24) Entre los actos proféticos y las
consecuencias de ellos, puede pasar un tiempo para que se miren los frutos, como el caso en el que Abraham cuando
entregó el diezmo y se lo tomaron en cuenta a Leví tres generaciones mas tarde (He. 7:9-10). Nosotros podemos recibir los
beneficios de actos proféticos antiguos y ahora nosotros somos los quienes debemos hacer actos proféticos para futuras
generaciones. En los actos proféticos utilizamos nuestro cuerpo como “puntos de contacto” para los cielos y para la tierra.

LAS MANOS SANTAS (1 Ti. 2:8)


Nuestras manos pueden ser receptores para atraer las bendiciones de Dios, cuando Moisés levantaba sus manos el pueblo
de Israel obtenía la victoria y cuando las bajaba los Amalecitas prevalecían contra Israel, por lo que Aarón y Hur tuvieron que
sostener sus manos con firmeza hasta que se puso el sol y vencieron a Amalec (Ex. 17:11-12). Las manos son receptores,
ya sea de la bendición de Dios, o de maldiciones. Si tenemos manos santas, pueden ser utilizadas como instrumentos de
bendición, pero el que no quiere participar de la santidad, por la limpieza de manos nos recompensa (Sal. 18:20) a los niños
que llevaron delante de Jesús, él los bendecía poniendo sus manos sobre ellos (Mr. 10:16) los apóstoles a través de sus
manos hacían milagros y prodigios dentro del pueblo (Hch. 5:12) La bendición que le dieron a Timoteo fue por medio de la
imposición de manos (1 Ti. 4:14) Dios abrirá su tesoro, el cielo para bendecir toda la obra de nuestras manos (Dt. 28:12)

Pero también las manos pueden ser un punto de contacto con las tinieblas y atraer contaminaciones, como aquellos en los
cuales se encuentra violencia en sus manos (Sal. 58:2) o que han planificado la maldad cuando aún están en sus camas y la
ejecutan, apoderándose de campos, casas, roban y hasta matan (Miq. 2:1) Levantar las manos es un acto profético, El
Señor declara que cuando nuestras manos estén llenas de sangre el esconderá sus ojos de nosotros y no oirá nuestra
oración y nos amonesta para que nos lavemos y limpiemos quitando la iniquidad de nuestras obras (Is. 1:15-16)

LOS OJOS SANOS (Lc 11:34)


Cuando tenemos nuestros ojos sanos podemos sentirnos seguros porque alcanzamos a ver lo que pasa en el mundo
espiritual, como el caso de Eliseo quien miraba cosas que su criado no podía ver, por lo cual le tuvo que pedir al Señor que
le abriera los ojos y que pudiera ver la protección de Dios en su vida y la realidad de el mundo espiritual (2 Re. 6:17)
Debemos consagrar nuestros ojos al Señor, respecto a lo que vemos como Job que hizo pacto con sus ojos para no ver
doncellas (Job 31:1-2), pero no solo tomar en cuenta lo que se evidencia como pecado, sino también debemos de analizar
en nuestro corazón lo que nos motiva a ver a nuestro alrededor, pues podríamos estar viendo algo mal cuando en realidad
no lo es, como los fariseos y los discípulos de Juan el bautista que juzgaban a los discípulos del señor cuando estos no
ayunaban como lo hacían ellos (Mr. 2:18-20) Samuel se equivocó porque juzgó por la apariencia de los hijo de Isaí, entonces
se equivocó y pretendía ungir por rey a quien no había sido elegido por el Señor (1 Sa. 16:6-10) Para que nuestro ojo sea
sano tenemos que aprender a sacar la viga que pueda haber en el, antes de querer quitar la mota en el ojo de nuestro
hermano (Mt 7:3). Nuestros ojos deben de estar puestos siempre en Jehová porque el sacara nuestros pies de las trampas
del enemigo (Sal 25:15) Jesús utilizó sus manos como punto de contacto sobre un ciego y le restauró la vista (Mr. 8:25)

LA BOCA (Jos 6:5)


Dios el dio como instrucción a Josué, que le dieran vueltas a Jericó durante siete días, para luego tomarla, el séptimo día le
dieron vuelta siete veces, luego al sonido del Shofar, el pueblo tenía que gritar, de manera que las murallas cayeron y fue
tomada la ciudad (Jos 6:20) por medio de nuestra boca puede salir alabanzas al Señor, como los niños de pecho de entre
los cuales Dios fundó la alabanza (Sal. 8:2) Zacarías el padre de Juan el Bautista, tuvo cerrada su boca por la incredulidad
del anuncio del niño que llegaría a su hogar, hasta el momento que le preguntaron el nombre del niño (Lc. 1:60-64) cuando
el rey Nabucodonosor tuvo el sueño del árbol que era derribado, se quedaba sin follaje, solo quedaba un tronco pequeño del
mismo, lo cual era figura de su persona que pasarían siete tiempos sobre su vida, al final de doce meses habló y dijo que la
ciudad de Babilonia la había construido para su gloria y grandeza, siendo cumplida en ese momento la orden de echarlo con
las bestias del campo (Dn. 4:29-34) la boca nos permite entrar en una nueva dimensión espiritual, por eso todos los que han
dispuesto su corazón para que Cristo entre en su corazón lo deben de confesar (Ro. 10:10)

Pies
Los pies son el contacto entre los cielos y la tierra, debemos anhelar la relación de santidad en las obras de nuestras
manos y el caminar de nuestros pies, como lo hacia el salmista quien decía lavaré en inocencia mis manos, Y así andaré
alrededor de tu altar, Oh Jehová (Sal. 26:6)

CONCLUSION
Como canales de bendición, debemos vivir en santidad agradando al Señor, siendo vasos donde Él pueda depositar la
bendición que derramará sobre la tierra. Nosotros somos llamados a heredar bendición (1Pe 3:9) y debemos presentar los
miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de la justicia (Ro 6:13)

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