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INTRODUCCIÓN
Debido a que Adán era una cabeza de la creación, el pecado que cometió trajo maldición sobre la tierra (Ge. 3:17) además
de que por ese medio abrió la puerta para que toda la humanidad muriera (1 Co. 15:22) la puerta que se le abrió al pecado
permitió que ciudades y naciones enteras acumularan sobre sí maldiciones sobre ellas, debido a que sus moradores andan
por malos caminos, desobedecen la ley de Dios (Jer. 26:3-6). En este tiempo El Señor envía a sus siervos con el propósito
de que puedan hacer declaraciones proféticas para sanar nuestra vida, nuestro pueblo y nuestra tierra.
DESARROLLO
Declaración manifestación formal que realiza una persona con efector jurídicos (E. Encarta 2,005) El sacrificio del Señor
Jesucristo es un sacrificio perfecto y aceptable a Dios (Heb 9:23-26), él quitó en la cruz el acta de los decretos que era
contra nosotros, quitando también la maldición (Col 2:14), esto lo vivimos a partir del momento de convertirnos al Señor
Jesucristo. Jesús derramó su sangre preciosa para remisión de pecados y para quitar la maldición que estaba sobre la tierra
(Lc. 22:44) entonces fueron borrados los pecados de nuestras vidas; pero ahora es El Señor quien nos mueve para realizar
actos proféticos de fe, con el propósito de quitar maldiciones que están afectando nuestra vida abundante o la tierra donde
vivimos, como Jerusalén que es dejada desierta hasta que diga “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Lc. 13:35)
Los profetas descritos en el antiguo testamento hacían actos proféticos por orden de Dios, por ejemplo Ezequiel recibió de
parte de Dios la orden de dormir sobre su lado izquierdo por 390 días, para simbolizar que Israel seria castigado por 390
años, luego se acostó sobre su lado derecho por 40 días para simbolizar que Judá seria castigado por 40 años; con ataduras
profetiza que Israel seria apresado entre las murallas de la ciudad quedando cautivo. (Ez. 4:4-6) Comió poco y bebía poco
agua, para señalar que habría escasez de alimentos cuando fueran sitiados por el ejército enemigo. Su pan tendría que ser
cocinado utilizando como combustible excremento, indicando que los hijos de Israel comerían pan inmundo en las tierras
donde serian arrojados, (Ez. 4:12-13). Profetas como Oseas (1:1-11), Jeremías (13.4-8) y Agabo (Hch. 21:10-11) hacen
también actos proféticos que Dios los mandó hacer, parecía sin sentido o fuera de la razón para la mente humana o
inclusive, locura, sin embargo el Señor tenía propósitos para cada uno de esos actos. En este tiempo los Rhemas proféticos
del Señor nos permiten hacer declaraciones o efectuar actos proféticos, cada Rhema tiene un propósito y es instrumento de
bendición.
Como Joás el rey de Israel, siguiendo las instrucciones del profeta Eliseo lanzo una saeta a los aires, declarando “Saeta de
salvación de Jehová y saeta de salvación contra Siria” conquistando de esta manera los cielos, acto seguido Eliseo le dijo:
que tomara las saetas y que las golpeara en la tierra, a lo que el rey obedeció pero solamente las golpeo tres veces y se
detuvo, el acto profético en la tierra no se hizo adecuadamente por eso el profeta Eliseo enojado al rey Joás diciendo “ Al dar
cinco o seis golpes hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno, pero ahora solo tres veces derrotaras a Siria” (2 Re
13:17-19). David cometió un grave error cuando quiso censar al pueblo de Israel porque tenía que dar una ofrenda por cada
persona mayor de 20 años que fuera contada (Ex. 30:12-15) debido a que no lo hizo en el orden de Dios, vino el Ángel de
Jehová y tenía que pasar tres días destruyendo entre el pueblo, David vio al Ángel, luego le pidió a Ornán que le vendiera la
parcela para ofrecer sacrificios al Señor, para que ya no continuara la plaga (1 Cr . 21:1-27) la Biblia relata que hubo guerra
en el cielo entre Miguel y sus ángeles contra el dragón y sus ángeles; luego Satanás fue echado a la tierra y sus ángeles con
él (Ap 12:7-9) primero son los eventos en el cielo, luego comienza la repercusión en la tierra, cuando comienza la
persecución hacia la mujer y la humanidad siendo engañada por medio de doctrinas extrañas para confundir a la humanidad,
el orden es el mismo, primero se debe de afectar los cielos, luego viene la repercusión sobre la tierra.
El Señor le dijo a Abram “alza ahora los ojos” y le ordenó que mirara hacia los cuatro puntos cardinales, esto es el acto de
conquistar los cielos, luego le dice que recorra la tierra; con esto se cumple el orden, primero conquistar el cielo, luego la
tierra (Gn 13:14-17). Dios nos enseña que si tenemos la promesa y solo la contemplamos no recibiremos nada, pero si
contemplamos la promesa y caminamos en pos de ella el nos la dará, entonces si recibiremos lo prometido. Por eso es que
también dice la Biblia que lo que pise la planta de nuestros pies será nuestro (Dt. 11:24) Entre los actos proféticos y las
consecuencias de ellos, puede pasar un tiempo para que se miren los frutos, como el caso en el que Abraham cuando
entregó el diezmo y se lo tomaron en cuenta a Leví tres generaciones mas tarde (He. 7:9-10). Nosotros podemos recibir los
beneficios de actos proféticos antiguos y ahora nosotros somos los quienes debemos hacer actos proféticos para futuras
generaciones. En los actos proféticos utilizamos nuestro cuerpo como “puntos de contacto” para los cielos y para la tierra.
Pero también las manos pueden ser un punto de contacto con las tinieblas y atraer contaminaciones, como aquellos en los
cuales se encuentra violencia en sus manos (Sal. 58:2) o que han planificado la maldad cuando aún están en sus camas y la
ejecutan, apoderándose de campos, casas, roban y hasta matan (Miq. 2:1) Levantar las manos es un acto profético, El
Señor declara que cuando nuestras manos estén llenas de sangre el esconderá sus ojos de nosotros y no oirá nuestra
oración y nos amonesta para que nos lavemos y limpiemos quitando la iniquidad de nuestras obras (Is. 1:15-16)
Pies
Los pies son el contacto entre los cielos y la tierra, debemos anhelar la relación de santidad en las obras de nuestras
manos y el caminar de nuestros pies, como lo hacia el salmista quien decía lavaré en inocencia mis manos, Y así andaré
alrededor de tu altar, Oh Jehová (Sal. 26:6)
CONCLUSION
Como canales de bendición, debemos vivir en santidad agradando al Señor, siendo vasos donde Él pueda depositar la
bendición que derramará sobre la tierra. Nosotros somos llamados a heredar bendición (1Pe 3:9) y debemos presentar los
miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de la justicia (Ro 6:13)