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Consecuencias del coronavirus

*Económicas: Que el coronavirus supone una amenaza para la salud pública es un hecho, pero
también está comenzando a mermar la economía mundial. Al igual que en su momento las
hipotecas basura supusieron un detonante en la recesión económica del 2008, el temor en el
mundo a una pandemia podría desatar otra recesión económica en el año 2020.

Y es que haber convertido a China en la fábrica del mundo ha creado una enorme dependencia
del gigante asiático. En un mundo globalizado, los expertos comienzan a temer un
determinado desabastecimiento de productos provenientes de China, algunos, como
medicamentos, que se producen en ciudades como Wuhan, justamente donde se inició el
brote de coronavirus, que se está propagando como una pandemia por todo el mundo. El
impacto económico del coronavirus va a afectar a todos los sectores económicos. Y dependerá
de lo que se tarde en controlar la pandemia y de las medidas que tomen los gobiernos para
que afecte en mayor o menor medida a las economías domésticas.

Resulta difícil prever la magnitud de todo lo que está ocurriendo y traducirlo en cifras
concretas de crecimiento económico y de empleo. Pero todo esto abre un debate sobre la
necesidad de desglobalizar y diversificar la producción, como ya está haciendo Estados Unidos.
El sector textil, el automovilístico, el electrónico o el tecnológico, por poner un ejemplo, serán
los más amenazados, ya que gran parte de los componentes vienen del país asiático, donde la
producción está estancada.

*Políticas: "Económicamente, esta crisis representa un enorme golpe para la región, los
precios de las materias primas se desploman y seguramente se mantendrán bajos todo el
año", señala el politólogo Bert Hoffmann. No solo los países exportadores de petróleo
(Ecuador y Venezuela), sino también otros (como Argentina) se verán afectados por la
disminución de la demanda de sus exportaciones en los mercados chino, europeo o
estadounidense, impactados a su vez por la recesión

"Por la magnitud de lo que está ocurriendo y por la tradición presidencialista latinoamericana,


los diferentes mandatarios han asumido una elevada exposición pública y un gran
protagonismo, así como la dirección directa de la crisis que se avecina", observan Malamud y
Núñez.

Así que su manejo será una prueba de liderazgo para muchos mandatarios, cuya popularidad y
respaldo social no pasa en general por su mejor momento, con la excepción de Alberto
Fernández, en Argentina, donde una buena gestión podría consolidarlo frente al actual
Gobierno y a su segunda al mando, la expresidenta Kirchner.

Pero implementar medidas de distanciamiento social, que se presentan como las más
importantes para enfrentar esta pandemia, por ejemplo, "es ilusorio en las estrechísimas
condiciones de vida de la población pobre, en los barrios marginalizados de Río u otras grandes
ciudades latinoamericanas", advierte Hoffmann.

Y a esto se agregan las dificultades para una coordinación supranacional efectiva, con la crisis
terminal de UNASUR y un limitado papel de la OEA hasta el momento. No obstante, si bien no
se han activado mecanismos interregionales o hemisféricos, sí se ha acudido a contactos
informales entre Gobiernos como el de Colombia, Chile, Argentina, Ecuador, Perú, Bolivia,
Uruguay y Brasil, por videoconferencia, destacan Malamud y Núñez.

*Sociales: Aún es muy temprano para determinar cuáles serán las consecuencias sociales
globales del Covid-19, ese enemigo microscópico, aparentemente dotado de una inteligencia
diabólica y con una vocación expansiva peor que la del mismísimo Hitler. El condenado no se
detiene ante nada.

Los signos más evidentes de su paso arrollador son miles, tal vez millones, de pequeñas,
medianas y grandes empresas, que sólo podrán subsistir si reciben financiamiento, subsidios o
exoneraciones fiscales de los gobiernos. La consecuencia inmediata se reflejará en el empleo y
en las remuneraciones de los trabajadores. Ya en algunos países, por ejemplo Inglaterra, las
empresas pequeñas han reducido un tercio el salario de sus trabajadores. Adoptaron estas
medidas para no tener que bajar la santamaría. El ingreso de los trabajadores disminuirá y las
posibilidades de cambiar de empleo serán remotas. Los trabajadores tratarán de preservar su
oficio, aunque el salario disminuya.

En numerosas naciones afectadas por la pandemia, el trabajo por internet se ha incrementado


de forma apreciable. Esta tendencia venía despuntando ya desde hace bastante tiempo, sobre
todo entre los trabajadores por cuenta propia. Ahora, con el Covi-19, se ha exponenciado. En
Alemania, el canal de televisión Deutsche Welle habla de un crecimiento superior a 15% desde
que el virus se universalizó. Si la propensión se mantiene, es muy probable que las relaciones
de trabajo se modifiquen a partir de ahora, y cada vez mayor cantidad de actividades se
realicen desde las habitaciones privadas o en lugares públicos donde los trabajadores
compartan un espacio común.

En ambos casos me refiero a lo que sucede en países con altos niveles de desarrollo, como
Inglaterra y Alemania, dos de las principales economías del planeta. La situación es distinta
cuando nos trasladamos a Venezuela. En el plano de las remuneraciones y la dinámica laboral,
lo que puede esperarse no resulta tan benigno como lo que está pasando en las naciones
europeas. En el caso de Venezuela, el cabezal atómico del Covid-19 está impactando sobre una
economía maltrecha, con siete años de deterioro continuo. Aquí ya no se trata de que las Pymi
van a verse obligadas a disminuir los salarios o que los trabajadores van a tener que cumplir
sus labores por la red. La cuestión resulta mucho peor. Durante toda la década actual, y con
especial agresividad desde que Nicolás Maduro llega a Miraflores, las empresas se han
descapitalizado, han perdido mercados, no consiguen materias primas y han sido víctimas de la
voraz hiperinflación que las ha llevado al borde de la quiebra. Si la parálisis se prolonga, las
pequeñas y medianas empresas se verán forzadas a cerrar sus puertas porque no poseen el
músculo suficiente para afrontar el pago de la nómina. La capacidad de ahorro de esas
unidades es nula o cercana a cero. Su tasa de letalidad será muy elevada.

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