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La base de este modelo es el fortalecimiento considerado como un proceso que, a la vez que es

individual o psicológico, constituye también una experiencia grupal. Por lo tanto, el modelo consta
de tres dimensiones: la persona y el grupo, el ambiente y el nivel de fortalecimiento.
Este último representa una función de la interacción entre factores asociados con la persona o
grupo y ciertas características del ambiente. En este sentido, es un modelo transaccional, por
cuanto hay aspectos del ambiente que afectan las acciones fortalecedoras, influyendo así en los
individuos y grupos cuyas acciones a su vez pueden modificar el ambiente. Debido a ese carácter
transaccional, los niveles de fortalecimiento, así como los de necesidad y los recursos, varían a lo
largo del tiempo.

Partiendo de los factores que consideran influyentes, los autores plantean que es necesario actuar
para optimizarlos, quitando o disminuyendo las causas de tensión o estrés y las barreras que
impiden el desarrollo y bienestar de las comunidades

; aumentando en el nivel personal las experiencias positivas y desarrollando capacidades, y en el


caso de los apoyos y los recursos, actuando para fomentar el acceso y contacto con sus fuentes y
aumentando los aspectos positivos. En la experiencia desarrollada en nuestra práctica psicosocial
comunitaria hemos encontrado que para que una comunidad y sus miembros se fortalezcan, las
condiciones más beneficiosas son las siguientes:

1. Generación de situaciones en las cuales los miembros de la comunidad tengan el control y


dirección de las circunstancias..
2. 3. Planificación de la actividad partiendo del modelo acción-reflexion-acción.
3. 4. Planificación de la actividad de modo tal que permita alcanzar logros inmediatos. 5.
Incorporación del mayor número de personas posible a la ejecución de las actividades.

La experiencia de éxito así obtenida enseña a triunfar y, a la vez, el triunfo ratifica ese aprendizaje.
Una meta de alcance muy lejano compromete el desarrollo de muchas actividades donde los
beneficios se demoran y los logros no reportan un éxito inmediato. Esta ausencia aparente de
éxito a menudo induce al desánimo, el cansancio y la apatía. Por el contrario, la realización exitosa
de tareas, por pequeñas que sean, produce el placer de haber realizado bien algo, de alcanzar una
meta que de alguna manera modifica una situación que se desea distinta. Ese éxito, producto del
hacer en función de un beneficio colectivo, que se une a muchos otros pequeños éxitos
compartidos, hace la diferencia y produce tanto un fortalecimiento personal, como un
fortalecimiento vicario a través del ejemplo. Ese fortalecimiento sostiene la motivación para seguir
actuando y transformando.

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