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Desde una perspectiva que analice la naturaleza de la relación entre la Psicología y la Ley, es posible
diferenciar en lo que se refiere a la contingencia Psicología y Derecho, tres grandes visiones: Psicología del
Derecho, Psicología en el Derecho y Psicología para el Derecho (Muñoz Sabaté, 1975). No obstante, se
puntualiza que sólo son asumibles dos de ellas: la Psicología "en" y "para" el Derecho, tal matización no es
compartida por algunos psicólogos jurídicos quienes afirman que los tres ámbitos existen con contenidos
propios. Si bien, otros autores aluden a una organización clásica, en la que únicamente se distingue entre
Psicología del Derecho y Psicología en el Derecho; unificando, de alguna forma, la Psicología en el Derecho y
la Psicología para el Derecho.
1. LA PSICOLOGÍA EN EL DERECHO
Parte del marco legal, y se justifica tomando como base que el Derecho está formado por componentes
psicológicos y por ello, existe la necesidad de averiguar cuáles se encuentran contenidos en las normas
jurídicas, entendiendo como normas las reglas establecidas para producir efectos jurídicos (las leyes, las
sentencias, las resoluciones administrativas, laudos arbitrales, los contratos). Así, las normas judiciales “no
son otra cosa sino estímulos verbales tendentes a producir o impedir determinadas conductas. Dentro de
estas normas figuran una serie de conceptos y definiciones de naturaleza igualmente psicológica”. Por tanto,
la eficacia jurídica, es decir, las implicaciones conductuales, estarán en gran parte determinadas por variables
psicológicas y sociales. De tal manera que la Psicología en el Derecho se centraría en explicar los términos
psicológicos que emplea la norma e interpretarlos en el caso concreto. Desde esta perspectiva, al igual que
ocurre con otras ciencias sociales, los juristas pueden recurrir a ellas con la intención de obtener
asesoramiento para definir la norma. El papel de la Psicología Jurídica, en este marco de actuación, sería el
propio de una ciencia auxiliar, con plena dependencia del mundo legal.
Sin duda la más difundida, hace referencia a la Psicología que se realiza con objeto de auxiliar al mundo legal.
Cuando éste requiere “información sobre sus fines, sus estrategias o para interpretar hechos relativos a casos
específicos” (Rico, 1995). La práctica psicológica encaminada a aclarar los fines del derecho no podrá ser
específica de la Psicología Jurídica, debido a que desbordaría la capacidad de ésta, dada su extensión y
generalidad; y, por tanto, ha de pertenecer a la Psicología, y no a una especialidad de ésta. Transcurrido casi
un cuarto de siglo desde las afirmaciones de Muñoz Sabaté, muy pocos psicólogos jurídicos las rubricarían en
su totalidad. Si bien se asumiría que la Psicología Jurídica es un campo complejo y amplio, conformado por
conocimientos compartidos con otras áreas, como la Psicología Clínica, Básica, Social y Evolutiva, pero
también con contenidos propios y exclusivos.
PSICOLOGÍA JURÍDICA
Psicología Para el Derecho Psicología en el Derecho Psicología Del Derecho
- Psicología Forense. - Psicología del sistema legal. - Derecho como causa de la
- Psicología Criminal/Victimología. - Fundamentos Psicológicos conducta.
- Psicología Penitenciaria. del derecho. - Conducta como causa del
- Psicología Policial. Derecho.
Frente a esta relación unidireccional, Garrido (1994) no sólo recupera estos tres niveles de complementación
sino que establece una relación biunívoca, señalando que desde la Ley también se influye en la Psicología. A
modo de ejemplo, podemos apuntar el carácter disuasorio de la ley penal y su influencia directa en la
conducta de los ciudadanos, y educativo. Así, la Psicología influye en el Derecho y el Derecho en la Psicología.
Por tanto, en la propuesta de Fabian (2000) a la Psicología del Derecho se la desposeería del “Derecho como
causa de la conducta”, para formar un nuevo ámbito diferenciado de los otros tres; en el que no sólo la
Psicología incide en el Derecho, sino que el Derecho también se refleja directamente en la Psicología humana,
normativizando los comportamientos. En los últimos años, más desde el mundo del Derecho que desde el de
la Psicología, ha surgido una propuesta de enorme relevancia: la Jurisprudencia Terapéutica. En líneas
generales, esta corriente considera que la Ley es una fuerza social que produce comportamientos y, por tanto,
consecuencias que pueden ser positivas o negativas para la vida emocional y el bienestar psicológico de los
usuarios del sistema legal. Es decir, la Ley puede resultar terapéutica o antiterapéutica. La Jurisprudencia
Terapéutica estudia no sólo las reglas y procedimientos legales, sino también la actuación de los agentes
legales y la conducta de todos los actores que intervienen en el procedimiento; principalmente, la de jueces,
abogados, fiscales y peritos (entre ellos los psicólogos). La Jurisprudencia Terapéutica es un marco conceptual
que integra la reforma legal y la investigación interdisciplinaria, nutriéndose principalmente de los
conocimientos de la Psicología Clínica, la Psicología Jurídica y la Psiquiatría. El objetivo primordial de ésta es
el fomento del desarrollo de leyes, procedimientos y roles legales que contribuyan al bienestar psicológico
de los actores implicados; todo ello, preservando los valores sociales protegidos por ley. Por tanto, la
Jurisprudencia Terapéutica evidencia la necesidad de una Psicología para, en el y del Derecho (Sturgis, 2003;
Tesler, 2001; Weisz, 2002; Wexler, 2002).