Sunteți pe pagina 1din 2

RELACIÓN PSICOLOGÍA - DERECHO

Fariña, Arce & Novo (2005)

Desde una perspectiva que analice la naturaleza de la relación entre la Psicología y la Ley, es posible
diferenciar en lo que se refiere a la contingencia Psicología y Derecho, tres grandes visiones: Psicología del
Derecho, Psicología en el Derecho y Psicología para el Derecho (Muñoz Sabaté, 1975). No obstante, se
puntualiza que sólo son asumibles dos de ellas: la Psicología "en" y "para" el Derecho, tal matización no es
compartida por algunos psicólogos jurídicos quienes afirman que los tres ámbitos existen con contenidos
propios. Si bien, otros autores aluden a una organización clásica, en la que únicamente se distingue entre
Psicología del Derecho y Psicología en el Derecho; unificando, de alguna forma, la Psicología en el Derecho y
la Psicología para el Derecho.

1. LA PSICOLOGÍA EN EL DERECHO

Parte del marco legal, y se justifica tomando como base que el Derecho está formado por componentes
psicológicos y por ello, existe la necesidad de averiguar cuáles se encuentran contenidos en las normas
jurídicas, entendiendo como normas las reglas establecidas para producir efectos jurídicos (las leyes, las
sentencias, las resoluciones administrativas, laudos arbitrales, los contratos). Así, las normas judiciales “no
son otra cosa sino estímulos verbales tendentes a producir o impedir determinadas conductas. Dentro de
estas normas figuran una serie de conceptos y definiciones de naturaleza igualmente psicológica”. Por tanto,
la eficacia jurídica, es decir, las implicaciones conductuales, estarán en gran parte determinadas por variables
psicológicas y sociales. De tal manera que la Psicología en el Derecho se centraría en explicar los términos
psicológicos que emplea la norma e interpretarlos en el caso concreto. Desde esta perspectiva, al igual que
ocurre con otras ciencias sociales, los juristas pueden recurrir a ellas con la intención de obtener
asesoramiento para definir la norma. El papel de la Psicología Jurídica, en este marco de actuación, sería el
propio de una ciencia auxiliar, con plena dependencia del mundo legal.

2. LA PSICOLOGÍA PARA EL DERECHO

Sin duda la más difundida, hace referencia a la Psicología que se realiza con objeto de auxiliar al mundo legal.
Cuando éste requiere “información sobre sus fines, sus estrategias o para interpretar hechos relativos a casos
específicos” (Rico, 1995). La práctica psicológica encaminada a aclarar los fines del derecho no podrá ser
específica de la Psicología Jurídica, debido a que desbordaría la capacidad de ésta, dada su extensión y
generalidad; y, por tanto, ha de pertenecer a la Psicología, y no a una especialidad de ésta. Transcurrido casi
un cuarto de siglo desde las afirmaciones de Muñoz Sabaté, muy pocos psicólogos jurídicos las rubricarían en
su totalidad. Si bien se asumiría que la Psicología Jurídica es un campo complejo y amplio, conformado por
conocimientos compartidos con otras áreas, como la Psicología Clínica, Básica, Social y Evolutiva, pero
también con contenidos propios y exclusivos.

3. LA PSICOLOGÍA DEL DERECHO

Contrariamente a la Psicología en el Derecho, toma como punto de partida el conocimiento de la Psicología


para el estudio teórico del Derecho (Garzón, 1990); incide en la investigación psicológica de los preceptos
legales; en otras palabras, un psicologismo jurídico. Ésta última intersección ha sido ejercida generalmente
por juristas, aunque tanto en el Derecho de Evidencia como el Derecho Estatutario, ya se han apreciado
aportaciones exclusivamente psicológicas tales como la consideración psicológica del mens rea o la autoría
moral (Fariña, Arce y Jólluskin, 2000). Haesart (1967) ya señalaba que un cometido de la Psicología debía de
ser el estudio del Derecho en sí mismo. Una de las funciones del psicólogo jurídico se centra en asesorar en
el proceso de elaboración de leyes, ya sean contribuyendo con sus conocimientos sobre una materia
concreta, u oponiéndose a las leyes vigentes cuando posea datos objetivos contrarios a ellas. En los países
occidentales suele ser una práctica común el contar con la opinión experta de psicólogos jurídicos cuando se
aborda la reforma de la ley, o nueva legislación. Un ejemplo en España ha sido la última Ley Penal del Menor
(Ley 5/2000), que pese a seguir las directrices internacionales, el ministerio llevó a cabo varias sesiones de
trabajo con psicólogos jurídicos del país, para escuchar sus propuestas y considerarlas en la redacción de la
Ley, así como en su puesta en marcha. Sin embargo, debemos de reconocer que en otras leyes el legislador
no ha debido considerar la opinión de expertos jurídicos. Tal es el caso de la Ley de Víctimas (Ley 15/95); que,
aunque en ella se hace referencia al derecho a asistencia psicológica de la víctima, presumimos por el
contenido de la propia Ley y el modus operandi de la mayoría de las oficinas de atención a la víctima, que el
psicólogo jurídico poco o nada ha intervenido en el proceso de elaboración de la Ley.

PSICOLOGÍA JURÍDICA
Psicología Para el Derecho Psicología en el Derecho Psicología Del Derecho
- Psicología Forense. - Psicología del sistema legal. - Derecho como causa de la
- Psicología Criminal/Victimología. - Fundamentos Psicológicos conducta.
- Psicología Penitenciaria. del derecho. - Conducta como causa del
- Psicología Policial. Derecho.

Frente a esta relación unidireccional, Garrido (1994) no sólo recupera estos tres niveles de complementación
sino que establece una relación biunívoca, señalando que desde la Ley también se influye en la Psicología. A
modo de ejemplo, podemos apuntar el carácter disuasorio de la ley penal y su influencia directa en la
conducta de los ciudadanos, y educativo. Así, la Psicología influye en el Derecho y el Derecho en la Psicología.
Por tanto, en la propuesta de Fabian (2000) a la Psicología del Derecho se la desposeería del “Derecho como
causa de la conducta”, para formar un nuevo ámbito diferenciado de los otros tres; en el que no sólo la
Psicología incide en el Derecho, sino que el Derecho también se refleja directamente en la Psicología humana,
normativizando los comportamientos. En los últimos años, más desde el mundo del Derecho que desde el de
la Psicología, ha surgido una propuesta de enorme relevancia: la Jurisprudencia Terapéutica. En líneas
generales, esta corriente considera que la Ley es una fuerza social que produce comportamientos y, por tanto,
consecuencias que pueden ser positivas o negativas para la vida emocional y el bienestar psicológico de los
usuarios del sistema legal. Es decir, la Ley puede resultar terapéutica o antiterapéutica. La Jurisprudencia
Terapéutica estudia no sólo las reglas y procedimientos legales, sino también la actuación de los agentes
legales y la conducta de todos los actores que intervienen en el procedimiento; principalmente, la de jueces,
abogados, fiscales y peritos (entre ellos los psicólogos). La Jurisprudencia Terapéutica es un marco conceptual
que integra la reforma legal y la investigación interdisciplinaria, nutriéndose principalmente de los
conocimientos de la Psicología Clínica, la Psicología Jurídica y la Psiquiatría. El objetivo primordial de ésta es
el fomento del desarrollo de leyes, procedimientos y roles legales que contribuyan al bienestar psicológico
de los actores implicados; todo ello, preservando los valores sociales protegidos por ley. Por tanto, la
Jurisprudencia Terapéutica evidencia la necesidad de una Psicología para, en el y del Derecho (Sturgis, 2003;
Tesler, 2001; Weisz, 2002; Wexler, 2002).

S-ar putea să vă placă și