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Integrantes:
Cuestionario
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1.1. Proceso Administrativo
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El macroentorno recoge los aspectos que afectan de forma global a la empresa y
a todo su microentorno. Estas fuerzas se concretan en factores físicos,
demográficos, económicos, tecnológicos, socioculturales y político-legales.
El microentorno incide de forma más directa en la relación de intercambio entre la
empresa y sus clientes. Está conformado por cuatro actores: los proveedores, los
competidores, los intermediarios y los consumidores.
El análisis del mercado debe realizarse desde dos perspectivas: el mercado como
conjunto de individuos y el mercado como volumen de ventas. El primero,
requerirá un estudio profundo del consumidor para cada segmento. El segundo,
supone el estudio pormenorizado de todo lo relacionado con los aspectos
cuantitativos.
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1.1.4. Misión, Visión y Objetivos.
En toda organización es importante conocer cuál es el rumbo y los objetivos que
se pretenden lograr para poder ofrecer un producto y/o servicio de calidad a los
clientes.
Para dar rumbo a la organización y dirigir los esfuerzos 0de un fin determinado y
obtener resultados, se crean la visión, la misión y los objetivos.
La misión es cumplir con la finalidad para la cual fue creada la organización y está
vinculada con los valores centrales.
La misión de una organización es una frase concisa, con foco “interno”, de la
razón de la existencia de la organización, el propósito básico hacia el que apuntan
sus actividades, y los valores que guían las actividades de sus empleados.
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orientada a largo plazo. Una buena estrategia recoge tanto lo que se va a hacer
como lo que no se va a hacer.
La elaboración de una estrategia empresarial para una empresa ya sea grande o
pequeña tiene una gran importancia ya que se marcan las diferentes líneas de
acción que debe asumir cada recurso que desempeña funciones dentro de la
misma.
Las funciones de una estrategia son:
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Marcar los objetivos de ventas, que deben ser realistas, específicos, acordados,
medibles y deben estar relaciones con el tiempo.
Desarrollar la estrategia, decidiendo qué se hace, cómo se hace y cuándo se
hace.
Fijación de políticas. Es en este punto donde se establecen las decisiones de
carácter permanente que hacen referencia a las cuestiones estratégicas más
comunes para conseguir los objetivos que se persiguen.
Programación. Se establece un calendario en el que se recogen los pasos a
seguir, haciendo una jerarquización y especificando la secuencia de actuaciones.
Implementación de procedimientos. Se crean las líneas generales de los
programas de acción para las tácticas más frecuentes.
Asignación los recursos para cada programa. Así pues, se destina el personal,
el capital y la información precisa para que cada programa cumpla con su objetivo.
La información del plan de ventas debe ser clara, realista, objetivable, medible y
útil para poder procesarla y aplicarla con éxito.
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condiciones mínimas, tales como capacidad financiera y necesidad del
producto.
3. Se debe estimular la atención al cliente, crear un rapport, es decir estar
en sintonía con el cliente, con quien la comunicación fluye tanto en lo
verbal como en lo gestual, lo cual permitirá determinar sus necesidades.
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La relación de estos clientes hacia el producto generalmente está atravesada por
situaciones negativas o insatisfactorias. Esto ha hecho, con toda razón, que su
nivel de compromiso hacia la marca disminuya y que, en el peor de los casos, se
conviertan en pregoneros de la mala experiencia. Son esos clientes que aún no se
han ido, pero que seguramente no tardarán en hacerlo.
7) Agresivos:
Es el cliente fácilmente irritable y que siempre quiere que le den la razón, aun
cuando no la tenga. Tiene un carácter fuerte, difícil, y para seducirlo o ganarse su
confianza es necesario emplear todos nuestros recursos. Al menor error o fallo, es
posible que se dé de baja de nuestro servicio. Sin embargo, también es posible
que su actitud sólo sea una manera de exigir un buen servicio y que no efectúe su
plan de marcharse a otra compañía.
Se trata de uno de los tipos de clientes más comunes en el apresurado mundo
del siglo XXI. El entorno social, las dificultades de encontrar financiación o la
competencia feroz son algunas de las causas de que prolifere ese tipo de cliente
que parece enfadado cuando realmente está muy asustado y preocupado.
¿Cómo tratar con el cliente permanentemente enfadado? Dos claves:
1. Para enfrentarte con este cliente debes tener sólidos conocimientos
teóricos y prácticos de dirección y liderazgo, una formación especializada
en estrategias de negociación que te ayude a consolidar esa inteligencia
emocional clave para tratar eficazmente todo tipo de conflictos
profesionales.
2. No te empeñes en discutir o intentar convencer a un cliente que no quiere
soluciones, sino conflictos. Es difícil callarse en una discusión, pero ahí
precisamente está la diferencia entre un profesional y un gran
profesional: dominar la situación en todo momento.
8) Clientes impacientes:
A este cliente no lo mueven los detalles ni las explicaciones; lo que realmente le
importan son las soluciones a su problema. Se quedará con la marca que sepa
atender con mayor rapidez sus solicitudes.
La transformación digital en la que vivimos inmersos actualmente ha provocado
que aumente este tipo de clientes: el impaciente, ese hombre o mujer que está
acostumbrado a obtener información a golpe de clic y en un milisegundo y
que, por supuesto, lo quiere todo “para ya”.
Los clientes impacientes no son sencillos de tratar, convencer y enamorar,
pero con un poco de mano izquierda seguro que puedes conseguirlo. Dos
claves fundamentales:
1. Potenciar de forma teórica y práctica tu capacidad creativa.
2. Trasmitir al cliente que somos conscientes de la prisa que tiene y
convencerle de que nuestro equipo está trabajando “ya” en su encargo,
cuenta o proyecto.
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9) Clientes indecisos:
Se ubican en el mismo espectro que los clientes indiferentes, pero a diferencia de
éstos sí que demuestran algún interés por lo que se le ofrece. El asunto no es
que presten atención; el tema pasa por seducirlos para que realicen una buena
elección. Les cuesta decidir, generalmente entre dos o más opciones, y por ello la
mejor manera de captarlos es a través de un discurso breve, eficaz y directo.
10) Clientes objetivo:
El carisma, la simpatía y la facilidad de palabra no convencen a este cliente, al
menos de entrada, pues su prioridad es valorar si lo que le ofrecen supone un
verdadero beneficio para sus necesidades. No es agresivo, pero no se implica
como quisiéramos en la situación; la clave para convencerlos es suministrarle
información, datos, cifras y otros elementos de juicio.
11) Clientes reservados:
Se trata de uno de los tipos de clientes más complicados que existen. Conocidos
también como tímidos o introvertidos, representan un perfil complejo, sobre todo,
por la dificultad que entraña “sacarle” la información que necesitamos para
empezar a trabajar en su proyecto, entender las claves de su negocio, etc.
Algunas recomendaciones para tratar con este perfil tipo de cliente:
1. Prueba distintos tipos de comunicación: asertiva, proactiva, etc.
2. Si las reuniones presenciales no son eficaces, prueba a convocar reuniones
online, a trabajar de forma remota o por teléfono, etc.
3. Si detectas que las reuniones en tu despacho intimidan al cliente reservado,
propón entornos de trabajo más neutros como una sala de reuniones
externa, el despacho del propio cliente, etc.
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Capacitar los equipos de ventas en el uso de herramientas y nuevas
tecnologías: Es importante poder manejar en tiempo real las relaciones con
los clientes, el correcto uso de herramientas de CRM (Customer
Relationship Management). El Gerente de ventas debe asegurarse que la
fuerza de ventas tenga la capacidad para aprovechar la tecnología a
adecuada en el momento correcto del proceso comercial.
Integrar funciones estratégicas: Involucra a las fuerzas de ventas en el
desarrollo de las estrategias comerciales, las cuales se deben basar en el
correcto conocimiento de los clientes, el manejo de la información, el
desarrollo de ofertas y las proyecciones.
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La planeación estratégica tiene en cuenta el objetivo principal y planifica
acciones a largo plazo. Suele durar unos dos años, aunque cada vez se
reduce más este periodo. Se trata de la visión de empresa en un futuro.
¿Dónde queremos estar dentro de dos o tres años?
La planeación táctica se centra en los recursos necesarios para llevar a
cabo las estrategias definidas previamente. Estima su consumo y la
aplicación funcional de los mismos. Su estimación ronda uno o dos años.
Por último, en la planeación operativa se asignan los recursos al equipo, se
identifican las métricas con las que controlaremos cada uno de los objetivos
de las actividades y definiremos las sub-tareas necesarias. Se trata de
establecer el alcance de nuestro proyecto, lo que significa también la
elaboración de un presupuesto.
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Pero, sobre todo, ayuda a automatizar procesos reduciendo tiempos y costes en la
gestión empresarial.
En definitiva, es una manera de crecimiento empresarial a partir del conocimiento
de los clientes, permitiendo segmentarlos de acuerdo con sus preferencias para
darles la experiencia que ellos esperan y generando una mayor ventaja
competitiva frente a nuestros competidores que se traduce en un crecimiento de
nuestra empresa.
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Cuestionario
3. ¿Son clientes que nunca nos fallan, aunque no manifiestan de forma tan abierta su
compromiso con la marca?
4. ¿Objetivo principal de toda empresa para obtener más beneficios para poder
conseguir aumentando las ventas y reduciendo costes?
A) Estructura de vida
B) Estructura de un plan de ventas
C) Estructura Empresarial
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