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Broderson y Sanjurjo

Financiamiento de la Educación en América Latina


La decisión política de proveer más y mejor educación refleja la idea de que mediante su desarrollo se beneficia al
individuo al darle una mayor capacidad para aumentar sus ingresos y se provean beneficios externos para toda la
sociedad. Es decir, la educación beneficia al individuo y a toda la sociedad.
Este tipo de beneficio social es el que ha fundamentado la intervención del gobierno para proveer una mayor oferta
de servicios educativos.
La presencia de estos beneficios privados y sociales no ha podido contrarrestar la preocupación pública por la
evolución futura de los gastos en educación. Existe la preocupación de si a través de la provisión gratuita o
subsidiada de los servicios educativos el gobierno no está contribuyendo a agravar la distribución del ingreso ya
desigual y si esta asignación de recursos es la más conveniente considerando las necesidades apremiantes de otros
sectores sociales.
Existen mayores requerimientos financieros para satisfacer la creciente demanda educativa. En la última década en
América Latina ha aumentado la participación de los gastos de educación en el presupuesto público y en el ingreso
nacional
Las perspectivas de que la demanda por educación seguirá aumentando generó una preocupación pública en
cuanto a si será posible financiar los nuevos requerimientos educativos
Por ello los gobiernos deben aliviar la previsible escasez de recursos financieros buscando otras soluciones como:
-nuevas alternativas de financiamiento público de manera tal que la elasticidad-ingreso de las fuentes de
financiamiento sea tan elástica como la de los gastos educativos.
-nuevas formas de participación privada en el financiamiento de la educación que no afecten ni la eficacia ni la
equidad.
CuadroIV-1 Porcentaje de analfabetismo en América Latina página 18
En 1970 el analfabetismo en América Latina contaba con un contexto más favorable que las otras regiones del
mundo.
En 1965 el 16.9 % de la población total estaba incorporado al sistema educativo. En 1970 ascendió al 19.7%.
El fuerte crecimiento en las tasas de escolaridad se puede interpretar como un indicador de mayor esfuerzo que se
realizó para proveer más educación pero este indicador no tiene en cuenta los cambios en la calidad.
En la década del 60 en la mayoría de los países el esfuerzo educativo de los gobiernos tiende a ser mayor en el nivel
universitario no sólo porque los costos son mayores que en los otros niveles educativos sino porque tiene las tasas
más altas de matriculación. Esto significó un fuerte crecimiento de los gastos educativos.
Un país en desarrollo típico destina a educación entre l 15 y el 20% y el 3-4 % del ingreso nacional.
La participación del gasto educativo es muy distinta entre países con un mismo nivel de ingreso per cápita.
El esfuerzo educativo de cada país está influido por tres factores: costo por estudiante en relación al ingreso nacional
per cápita, tasas de escolaridad y el factor demográfico.
Zymelman concluye que América Latina invierte menos en educación en relación al ingreso nacional que otras
regiones en desarrollo a pesar de que tiene mayores tasas de escolaridad en cada uno de los niveles. Esto se debe a
que el costo por alumno como porcentaje del ingreso nacional per cápita es menor especialmente en los niveles
secundario y terciario.
Un aspecto importante a analizar en torno al financiamiento educativo se refiere a las posibilidades de reducir los
costos por alumno introduciendo nuevas tecnologías educativas para buscar nuevas fuentes de financiamiento o
reducir los costos unitarios. La enseñanza a distancia reduce los costos y aumenta el acceso en el nivel secundario y
de adultos.
Carnoy cuestiona el criterio de medición, en particular el de la enseñanza a distancia porque al medir la efectividad
escolar se parte del principio de que el objetivo básico de la educación es el conocimiento cognitivo y la educación
tiene otros objetivos tan importantes como el de la socialización escolar.
Las teorías de desarrollo económico que prevalecieron en la década del 50 y 60 sostenían que el proceso de
expansión educativa conducía a mejorar la distribución del ingreso porque esa expansión implicaba que los sectores
de más bajos ingresos terminarían por invertir más en educación que los sectores de altos ingresos y la tasa de
retorno de la educación era más alta que la de otras inversiones.
Es necesario evaluar los efectos distributivos de la participación gubernamental, lo que implica considerar cómo se
distribuye la inversión educativa del gobierno por grupos socioeconómicos y cuáles son los grupos que financian el
gasto estatal en educación, es decir quién paga la educación.
Si bien los resultados de la política educativa están muy lejos de cumplir objetivos de equidad se pueden rescatar
sus fines distributivos dado que ofrece oportunidades de educación y su financiamiento se distribuye
equitativamente por niveles socioeconómicos. Esto no quiere decir que la educación sea capaz de resolver por sí sola
la inequidad distributiva.
La educación es una variable más y no la más importante entre las que pueden ser utilizadas en una estrategia
distributiva sin embargo a través de la política educativa se puede acentuar o atenuar las tendencias distributivas
que se observa en la sociedad.
Los beneficios que se derivan del consumo de bienes públicos no son apropiados individualmente por las personas
sino en forma indivisible por la sociedad en su conjunto ( por ejemplo la justicia, policía, etc.) Estos bienes cuando
son provistos por el gobierno no tienen un precio porque se pagan o financian a través de los contribuyentes
impositivos.
Los bienes privados se transan mediante un precio que es un indicador del beneficio que obtiene el demandante y
ofertante. Estos bienes privados pueden ser producidos por el gobierno y/o empresas privadas.
Debemos considerar no sólo la distribución de la cantidad invertida en educación sino cómo varía la rentabilidad por
niveles socioeconómicos. La misma política económica de un gobierno o las imperfecciones del mercado pueden
contrarrestar la equidad en la distribución de la cantidad invertida en educación a través del comportamiento de los
precios relativos de cada nivel educativo.
En América Latina la distribución de ingresos en la década del 60 se hizo más regresiva y coincidió con una rápida
expansión de las tasas de escolaridad.
La educación parece ser una variable significativa en la determinación del nivel de ingresos para analizar cómo se
distribuye por tramos de ingreso. Brasil y Colombia favorecen más a los grupos de altos ingresos. Esta desigualdad en
la distribución de la educación se debe al crecimiento más rápido de la educación postsecundaria a la que tienen
mayor acceso relativo los estratos de más altos ingresos. En México y Perú la distribución de la inversión educativa
mejoró durante la década del 60.
La política de gastos de los gobiernos y del financiamiento impositivo no fue neutral con respecto a la distribución de
la inversión.
Financiamiento privado de la educación
En el análisis económico es común distinguir entre bienes públicos y privados. Los primeros se caracterizan por que
su oferta genera economías externas dado que los beneficios que se derivan del consumo de dichos bienes no son
apropiados individualmente por las personas sino en forma indivisible por la sociedad en su conjunto. Por ejemplo:
la justicia y la policía. Estos bienes cuando son provistos por los gobiernos no tienen un precio dado y se pagan o
benefician a través de los contribuyentes impositivos.
Los bienes privados se transan en el mercado mediante un precio que es un indicador del beneficio que obtiene el
demandante y ofertante. Estos bienes privados pueden ser producidos por el gobierno y/o empresas privadas.
La distinción entre bien público y privado no depende de si lo produce el sector público o el privado sino del hecho
de que sea posible o no fijar un precio que mida los beneficios privados y sociales que se derivan de su utilización.
Se define a la educación como un bien semipúblico lo que indica que el mercado podría asignarle un precio en
función de la tasa esperada y de la utilidad derivada de su consumo y que ese precio de mercado podría no reflejar
los beneficios que acrecen a la sociedad
El gobierno puede subsidiar a la educación para asegurar una asignación óptima de recursos.
El gobierno interviene en el financiamiento de la educación mediante subsidios para lograr que la inversión en
educación sea compatible con una asignación óptima de recursos.
Desde el punto de vista de la eficiencia productiva está fundamentada la participación pública en el financiamiento
de la educación. Esto se debe a que si las personas para obtener educación tuviesen que pagar su costo total, las
oportunidades de acceder a la educación serían mayores para los grupos de alto ingreso.
Si los grupos de bajos ingresos se benefician con el subsidio público y los grupos de altos ingresos pagan el costo
total de la educación se facilitarían los fines distributivos dado que los últimos no sólo se autofinanciarían sino que
además contribuirían a través del sistema impositivo a financiar la educación de los grupos de bajos ingresos.
Los principios de eficiencia y equidad justifican la participación del gobierno en el financiamiento de la educación
independientemente de si la educación se realiza en escuelas públicas o privadas.
El acceso de los sectores de bajos ingresos a la educación puede ser trabado aún en el caso de educación gratuita no
sólo por el ingreso dejado de percibir sino también por la carga que se impone al grupo familiar en cuanto al
financiamiento de ciertos gastos asociados con la asistencia. Por ello el principio de igualdad de oportunidades se
verá restringido en la medida que los programas estatales de ayuda a los estudiantes no tomen en consideración
este tipo de gastos.
La educación formal constituye el modelo típico sobre el que se centra la educación rural en América latina, si bien
en los últimos años han surgido otras modalidades educativas.
El desarrollo de nuevos modelos educativos no formales parece tener implicaciones favorables en el financiamiento
y en la calidad del producto educativo en la medida que dicho desarrollo esté asociado con una mayor motivación
del grupo comunitario. El papel más activo de la comunidad puede hacer más viable la captación de recursos locales
y el aporte de servicios comunitarios contribuyendo a solventar las necesidades financieras asociadas con una mayor
demanda educativa.
Pero el avance en los programas de entrenamiento rural y de adultos y los mayores costos unitarios que puedan
implicar esos programas nos indica que el esfuerzo a realizar está más allá de la capacidad contributiva de las
comunidades locales.
La participación del alumnado en instituciones privadas es decreciente. La situación financiera de esas instituciones
es delicada como resultado de la reducida participación de los ingresos por matrículas. La importancia del apoyo de
las comunidades locales se ve disminuida por el mayor costo al aumentar la cobertura. Esto lleva a prever que le
financiamiento público de la educación deberá tener un papel creciente en el futuro y que el crecimiento de la
demanda educativa traerá problemas vinculados con le determinación de fuentes adicionales de financiamiento
para el sector público y deberá ser compatible con la mayor demanda y con la igualdad de oportunidades educativas
Dado que la educación es un bien semipúblico, los criterios de eficiencia y equidad recomiendan la participación del
sector público en el financiamiento de la educación a fin de evitar que se invierta menos de lo que es socialmente
deseable y que las oportunidades de estudiar se distribuyan en forma inequitativa en la sociedad.
En los países de América Latina se observan variadas combinaciones de financiamiento público y privado de la
educación, estando el monto invertido en educación y la mezcla aporte público y privado más asociados con
decisiones políticas que con criterios económicos.
La fuente más importante de recursos para educación es el presupuesto público.
Dentro de las distintas modalidades que adquiere la ayuda gubernamental a los estudiantes el centro educativo es
uno de los que más se ha desarrollado en los últimos tiempos. El régimen de préstamos a los estudiantes se basa en
tres principios: otorgar un subsidio a través de una tasa de interés que esté por debajo de la de los mercados;
canalizar el préstamos a estudiantes que pertenezcan a estratos de ingresos más bajos; orientar el préstamos para
seguir cursos en el nivel universitario y para carreras consideradas prioritarias.
Mediante estos préstamos subsidiados se busca satisfacer los criterios de eficiencia y equidad. Subsidiando unos
campos más que otros la oferta de mano de obra calificada será compatible con las demandas del mercado de
trabajo. A su vez se buscará otorgar selectivamente crédito subsidiado a los estudiantes de ingresos bajos que
provengan de un sistema impositivo progresivo. También se busca proveer una fuente adicional de financiamiento a
la educación. Si el crédito sirve para cubrir los gastos de estudio, de mantenimiento del estudiante y los costos de
matrícula, también contribuirá simultáneamente a financiar a los estudiantes y a las universidades.
Es poco posible que los fondos de crédito educativo alcancen una completa autosuficiencia, al iniciarse el período de
plena recuperación de los préstamos si no se les proporciona o continúa proporcionando recursos financieros
adicionales.
El crédito educativo sólo es viable para financiar la enseñanza media o superior pero no ambas; los gastos de
subsistencia o de matrícula pero no ambos.
Debido al crecimiento acelerado de la población estudiantil en el nivel superior e impulsado por Friedman se
comenzó a desarrollar la idea de que el crédito educativo debe formar parte de un esquema más amplio de
financiamiento. Este esquema se basa en que las instituciones de enseñanza pública y privada cobren el costo total
de la educación y a través de préstamos asegurar que las oportunidades para ingresar a la universidad sean
equitativas e independientes del nivel de ingresos del estudiante. Esto implica considerar a la educación una
inversión en capital humano tan rentable como cualquier otra inversión.
En el futuro las posibilidades del sistema educativo de absorber una creciente población estudiantil dependerán de
la capacidad del sector público para encontrar y acceder a nuevas fuentes de financiamiento
El aporte financiero de los organismos internacionales en el campo educativo es muy limitado en relación a los
gastos de capital en educación que realizan los países latinoamericanos. Estos organismos podrían contribuir a
mejorar el conocimiento de cómo opera el sistema educativo en América Latina y promover una mejor
programación de los recursos humanos.

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