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CONTRATO DE MANDATO
La definición del contrato de mandato en el Código Civil y Comercial (art. 1319) adopta
algunos de los criterios que venía desarrollando la doctrina en relación a este vínculo jurídico;
en especial referencia a los términos representación y mandato escindiéndolos.
El contrato de mandato puede ser otorgado de forma expresa o tácita; no obstante en
este último supuesto si el mandatario realiza actos en interés del mandante y conocidos por
éste no los impide pudiendo hacerlo se entenderá que el mandato ha sido conferido
tácitamente.
Finalmente el perfeccionamiento del contrato mediante la aceptación del mandatario
puede darse de forma expresa o tácitamente cuando se ejecuta el mandato.
Las pautas generales que habrán de seguirse en caso del mandato si es con
representación se remiten a las normas contenidas en los arts. 362, CCyC y siguientes
mientras que si no existe representación es decir hay contrato de mandato se regirá por las
normas contenidas en el capítulo específico.
El art. 1321, CCyC regula las situaciones en las cuales no existe representación.
En el mandato sin representación el mandatario actúa a nombre propio pero en interés
del mandante que no queda obligado frente a los terceros, puesto que las relaciones externas
se plantean exclusivamente entre el mandatario y los terceros.
Asimismo, se mantiene vigente con una redacción más clara la posibilidad del
mandante de subrogarse en los derechos del mandatario frente a los terceros con los cuales
contrató, como así también la de estos últimos en las que tiene el mandatario frente al
mandante.
La nueva normativa con un criterio más moderno y adaptado a los nuevos lineamientos
económicos establece la presunción de onerosidad del mandato (art. 1322), y en caso de no
existir acuerdo o pautas impuestas por las partes en atención a la retribución se estará en
principio a las disposiciones legales o reglamentarias (p. ej. Ley de Aranceles) a los usos y en
los supuestos de carecerse de pauta la retribución será decidida por el Juez, que entendemos
habrá de tomar en consideración para tal fin según las circunstancias del caso la extensión de
la labor, la actividad del mandatario, etc.
En cuanto a la capacidad el art. 1323 dispone: El mandato puede ser conferido a una
persona incapaz, pero ésta puede oponer la nulidad del contrato si es demandado por
inejecución de las obligaciones o por rendición de cuentas, excepto la acción de restitución de
lo que se ha convertido en provecho suyo.
En principio se admite la posibilidad de otorgar mandato a una persona incapaz la que
podrá oponer la nulidad del mandato frente a la demanda del mandante por inejecución de sus
obligaciones o por rendición de cuentas.
La única acción que tendrá el mandante frente al mandatario incapaz es aquella
mediante la cual persiga lo que el mandatario hubiese convertido en su provecho y que
encontrase causa en el mandato conferido.
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Síntesis elaborada por Dra. Mirta Urlacher
suerte de reparación por la separación anticipada del negocio sin perjuicio de quedar a salvo la
posibilidad del reclamo de los daños y perjuicios.
En lo relativo a la extinción del mandato el art. 1329 CCyC dispone que se extingue
por:
a) El transcurso del plazo por el que fue otorgado, o por el cumplimiento de la condición
resolutoria pactada,
b) la ejecución del negocio para el cual fue dado,
c) la revocación del mandante,
d) la renuncia del mandatario,
e) la muerte o incapacidad del mandante o del mandatario.
En principio el cumplimiento del negocio para el cual se efectuó el mandato o bien el
transcurso del plazo convenido son los modos normales de extinción o agotamiento del
negocio.
En la revocación se posibilita al mandante dar fin al contrato sin expresión de causa y
puede ser expresa o tácita según se nombre otro mandatario o bien el mandante intervenga de
manera directa en el negocio.
Asimismo, el mandatario puede renunciar en cualquier momento al mandato, no
obstante de hacerlo de manera intempestiva y no mediando justa causa deberá reparar los
daños y perjuicios que correspondiesen y, aun mediando justa causa deberá continuar con su
gestión hasta que el mandante pueda reemplazarlo.
Por tratarse de un contrato de confianza el fallecimiento o incapacidad sobreviniente de
cualquiera de las partes pone fin al negocio y, finalmente, cuando las partes en ejercicio de su
autonomía establecen cláusulas contractuales resolutorias su cumplimiento dará por extinguido
el negocio.
En lo relativo al mandato irrevocable el art. 1330 de Código Civil y Comercial dispone
que el mandato puede convertirse expresamente en irrevocable en los supuestos contenidos
en el art. 380, inc. b), CCyC que establece: por la muerte del representante o del
representado; sin embargo subsiste en caso de muerte del representado siempre que haya
sido conferido para actos especialmente determinados y en razón de un interés legítimo que
puede ser solamente del representante, de un tercero o común a representante y
representado, o a representante y un tercero, o a representado y tercero.
Es decir que el mandato se extingue por la muerte de cualquiera de las partes pero
subsiste por muerte del mandante si fue conferido para actos de especialmente determinados
con un criterio más amplio.
Mientras que el inc. c) del art. 380 que establece: por la revocación efectuada por el
representado; sin embargo, un poder puede ser conferido de modo irrevocable, siempre que lo
sea para actos especialmente determinados, limitado por un plazo cierto, y en razón de un
interés legítimo que puede ser solamente del representante, o de un tercero, o común a
representante y representado, o a representante y un tercero, o a representado y tercero; se
extingue llegado el transcurso del plazo fijado y puede revocarse si media justa causa.
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Síntesis elaborada por Dra. Mirta Urlacher
De modo tal que por analogía, el mandato podrá ser irrevocable cuando lo sea para
actos especialmente determinados, mejorando la redacción anterior por cuanto los negocios no
deben ser especiales como determinaba el art. 1977 del Código de Vélez sino para actos
específicos , con una limitación de plazo y en razón de un interés legítimo que puede ser del
mandatario, o de un tercero, o bien de ambas partes de uno de los dos contratantes y un
tercero, abarcando de este modo todas las alternativas posibles.
No obstante aun cuando se haya pactado la irrevocabilidad el derecho a revocar podrá
igualmente ejercerse si media justa causa.
Finalmente el mandato para ser ejecutado después de la muerte pierde validez sino
puede adoptar la forma testamentaria.
La norma de fondo recientemente sancionada en el art. 1331 regula con mayor claridad
y en beneficio de ambas partes a diferencia de lo que ocurría con la normativa anterior
la facultad de revocación del mandato planteando distintos supuestos.
Siempre que no exista justa causa el derecho a revocar el mandato ejercida antes de la
conclusión del negocio o del plazo estipulado obliga al mandante a la indemnización de los
daños causados al mandatario al igual que sucede con la resolución anticipada de cualquier
otro contrato ya que obviamente, el mandatario si es un profesional en virtud del contrato
celebrado deshecha otras alternativas, cuenta con los ingresos ya que son su modo de vida,
etc.
Mientras que en aquellos supuestos en los cuales no se haya establecido un plazo
específico de duración del negocio jurídico antes del ejercido del derecho a revocar el
mandante debe dar preaviso al mandatario en igual sentido que sucede con otros contratos de
plazo indeterminado.
El plazo de preaviso deberá ser adecuado a las circunstancias, por lo que creemos ya
que acertadamente no se impone un plazo específico, deberá tomarse en consideración en
cada caso concreto el tiempo efectivo transcurrido, la realidad económica del mandatario, etc.,
para la determinación de lo que habrá de considerarse adecuado. Si el mandante omite el
preaviso deberá reparar los daños que cause dicha omisión.
En otro sentido la posibilidad de renuncia al mandato a la que el mandatario siempre
tiene derecho, no obstante el ejercicio de dicha facultad debe serlo dentro del marco de la
buena fe y del ejercicio regular.
La renuncia intempestiva y sin justa causa obliga al mandatario a indemnizar los daños
que su accionar ocasione.
Las disposiciones contenidas en el art. 1332, CCyC nos plantea interrogantes atento a
que en apariencia se requiere para que exista la obligación de reparar ambos supuestos
(renuncia intempestiva y sin justa causa) es decir que si la renuncia fuese intempestiva pero
existiera justa causa para ello el mandatario no será responsable por los daños.
En los supuestos de muerte o incapacidad del mandatario los herederos,
representantes o asistentes (no nos olvidemos que al tratarse de una actividad profesional
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Síntesis elaborada por Dra. Mirta Urlacher
puede estar organizada en forma empresarial) que conozcan de la existencia del mandato se
encuentran obligados a informarlo y a tomar las medidas requeridas en interés del mandante.
Adviértase que el art. 1333 CCyC refiere a las medidas requeridas por las
circunstancias y no al peligro en la demora como establecía el régimen anterior por lo que
entendemos que los herederos, asistentes o representantes podrán continuar en la gestión de
los negocios hasta tanto el mandante nombre nuevo mandatario salvo instrucciones expresas
de aquél.
Mientras que por el contrario si se produce la muerte o incapacidad del mandante el
mandatario deberá realizar los actos de conservación sólo si existe peligro en la demora y si no
hay instrucciones expresas en contrario de los herederos o representantes.
La obligación de rendir cuentas encuentra fundamento en el ejercicio del control por
parte del mandante de la evolución del negocio jurídico y en el deber de información que pesa
sobre el mandatario.
El art. 1334, CCyC que regula la rendición de cuentas por el mandatario remite al
capítulo específico de rendición de cuentas contenidas en los arts. 858 y ss. del CCyC, que
dispone los requisitos de la rendición, la oportunidad de la rendición etc., la que deberá ser
acompañada de toda la documentación relativa a su gestión.
En los supuestos en los cuales las partes no pactasen un lugar específico para efectuar
la rendición la norma determina que será en el domicilio del mandatario, siendo a cargo del
mandante los gastos que en virtud de la rendición se generen lo que resulta una solución
adecuada puesto que forma parte del ejercicio del control sobre la actuación del mandatario.
BIBLIOGRAFIA
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