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Carlos Osorio M.
Introducción
Francia, la tecnología al final del siglo XVIII denotaba una relación no tan empírica y
descriptiva, más bien racional y crítica de la técnica, se utilizaba como referencia de las
escuelas de ingenieros, de las revistas técnicas, de racionalización de la gran industria.
Ella estaba confinada a la tarea de articular las ciencias y las técnicas (Séris, 1.994).
Ellul, (1960), define "la technique, como <la totalidad de los métodos a los que se ha
llegado racionalmente y que tienen una eficacia absoluta (para una fase de desarrollo
dada) en todos los campos de la actividad humana>"; tal definición se corresponde con
la definición de technology inglesa moderna, en su carácter de totalidad vasta, variada y
omnipresente (Winner, 1.979).
Siguiendo esta preocupación por el amplio número de definiciones de tecnología,
Mitcham (1.994) se inclina por diversos significados que pueden coexistir
fructíferamente. Definiciones que se expresan en situaciones específicas; por ejemplo,
una tecnología como la computadora, denotaría poder para unos y alegría existencial
para otros. Ambas definiciones pueden ser simultáneamente aplicables, en diferentes
niveles, frente a lo que Mitcham termina por acudir a una filosofía pluralista con relación
a la tecnología.
Nos interesa revisar el tema de la tecnología, a partir de tres enfoques que la han
caracterizado: el enfoque instrumental, el cognitivo y el sistémico; siendo éste ultimo, al
que más dedicamos nuestra atención. Por consideraciones del campo de los estudios
sociales de la ciencia y la tecnología, al entender el enfoque sistémico de la tecnología,
se nos abre el camino para una comprensión más amplia de las relaciones entre
tecnología, sociedad, innovación.
Según Quintanilla (2.001), las grandes orientaciones o enfoques en las teorías sobre la
técnica y la tecnología, pueden ser agrupadas en tres apartados: la orientación
instrumental, la cognitiva, y la sistémica. Coincide con Mitcham (1.994), sobre las
diferentes formas de manifestación de la tecnología: como conocimiento, como
actividad (producción, uso), como objetos (artefactos), y como volición(2).
tales estructuras, solo podían pasar a disfrutar las playas los vehículos particulares de
las familias blancas acomodadas y no los negros que se desplazaban en autobuses
(Winner, 1.985). Otra historia que muestra el carácter inherentemente político de la
tecnología, es la distribución de los espacios escolares, las cárceles, los hospitales y los
talleres en el siglo XVIII, los cuales seguían una concepción de diseño común: se
construía para generar una disciplina, un método de control minucioso de las
operaciones del cuerpo que garantizara una sujeción constante de las fuerzas, para lo
cual el ojo vigilante del maestro, del guardián, del capataz, o del medico, controlaba
atento cualquier movimiento que no fuera de docilidad y utilidad (Foucault, 1.978).
Desde el enfoque instrumental de la tecnología, el factor fundamental del desarrollo
tecnológico sería la difusión de innovación, es la fuerza del cambio, y serían las
máquinas las que deciden sobre la organización. A esta concepción, en donde la
tecnología determina la organización social, se le conoce como determinismo
tecnológico (Roe Smith y Marx, 1.996).
Algunos planteamientos han advertido sobre las implicaciones del determinismo
tecnológico. Mumford, por ejemplo, consideraba que en la era del desarrollo tecnológico
se generaban organizaciones despersonalizadas, siendo esta "megamáquina", la
entidad que englobaba el aparato científico y técnico, así como la jerarquía que lo
organizaba y lo controlaba. La megamáquina estaba formada por "<un grupo de
hombres, capaces de transmitir y ejecutar una orden, con la meticulosidad ritualista de
un sacerdote, con la obediencia ciega de un soldado>" (Mumford, 1.952). En el caso de
Ellul (1.960), su definición de la técnica engloba, más que a máquinas, a los métodos
de organización y a las prácticas de gestión y, lo más importante, a un modo de pensar
que es inherentemente mecanicista. Mientras que para Winner, el problema no
descansa simplemente en el uso de las tecnologías, ellas se viven de forma pasiva,
aceptada, en una especie de sonambulismo tecnológico, con consecuencias
insospechadas; de ahí que más que contemplar el determinismo, de lo que se trata es
de elecciones, que son ante todo políticas, en procura de sistemas tecnológicos menos
amenazantes y más democráticos.
Este carácter artefactual de la tecnología, como fuente de explicación del determinismo
tecnológico, se refleja en la posición de Heilbroner (1.996). Heilbroner identifica ciertos
momentos históricos que relacionan el determinismo en la tecnología de la producción,
a partir de unas secuencias fijas a seguir por la tecnología, las cuales serían
consecuencias lógicas de la conquista técnica de la naturaleza; por ejemplo, al molino
de vapor era imposible llegar sin haber pasado por el molino manual. Desde esta
perspectiva, el desarrollo tecnológico se cumple por secuencias fijas, con un cierto
carácter predecible teniendo como base el conocimiento científico, siempre y cuando se
presenten dos condiciones: simultaneidad de la invención, es decir, el descubrimiento
tiene lugar a lo largo de una frontera perfectamente definida del saber; y cuando no se
presenten saltos tecnológicos. Tales condiciones son posibles porque existen algunas
limitaciones que siempre influyen en la capacidad tecnológica de la época, como son la
limitación de su acervo de conocimientos, así como la competencia material de la
época. Concluye Heilbroner que el determinismo puede explicar por qué el cambio
tecnológico es el motor de la historia, o las máquinas el motor de la historia, si se tiene
en cuenta el principio de maximización de la economía (5) y el hecho de que la
maximización impone un cierto orden en la conducta. Luego, las máquinas serían un
mecanismo mediador por el que la actividad económica y la adquisición de fortuna
harían posible la sociedad capitalista; los cambios del trasfondo tecnológico se traducen
5
en cambios del sistema de precios. Pero advierte el autor que algunos elementos
blandos intervendrían en el determinismo tecnológico, como son: elementos volitivos,
actitudes sociales, novedades y modas culturales, la aversión al riesgo, entre otros
posibles; por lo cual habría que darle cabida a un cierto grado de incertidumbre y
conservar el determinismo desde una cierta heurística, como recurso más amplio de
explicación.
Gille (1.999), señala que aunque algunos autores consideran al sistema técnico dentro
del sistema económico, él se inclina más bien por una interrelación con el sistema
económico, en donde habrían fuerzas autónomas en ambos sistemas. El sistema
técnico tendría límites, los cuales vienen dados por tres factores: el suministro de
materias primas, la crisis de la rama tecnológica, y límites de tipo económico. Como
vemos, el sistema técnico en este autor compete a los aspectos estrictamente técnicos,
y a la existencia y transformación de los materiales. Los aspectos sociales o
económicos, así como los organizativos, estarían por fuera, en un proceso sinérgico.
El concepto de sistema, señala Gille, es la clave para entender los nexos entre la
técnica, su naturaleza y las exigencias del entorno. Bajo esta premisa, sugiere que el
análisis de Mumford en Técnica y Civilización, centrado en unos períodos del desarrollo
técnico, cada uno con sus complejos técnicos empleados, no debe asimilarse al de
sistema, considera que es un tanto impreciso y confuso acerca de lo que es un sistema
técnico.
por impedimento en alguna inconsistencia interna. Como se ve, este complejo modelo
de cambio tecnológico no implica autonomía tecnológica, como en el enfoque
artefactual y su determinismo tecnológico. Es la interacción de las propiedades de la
tecnología, con un amplio conjunto de contingencias geográficas, económicas, políticas
e históricas, lo que permite estilos tecnológicos específicos.
Para terminar con este apartado del enfoque sistémico, veamos la propuesta de
Quintanilla (2.001). Quintanilla tiene en cuenta el trabajo de Hughes, así como su propio
trabajo anterior (Quintanilla, 1.988), en donde el sistema técnico se definía como un
sistema de acciones intencionalmente orientado a la transformación de objetos
concretos para conseguir de forma eficiente un resultado que se considera valioso(11).
Insiste en que cualquier realización técnica concreta, independientemente de su
magnitud y complejidad, presenta esa doble dimensión, física y social, de artefactos y
de organizaciones, que obviamente es más visible en los grandes sistemas
tecnológicos. Sobre la base de esta consideración, un sistema técnico sería un
dispositivo complejo, compuesto de entidades físicas y de agentes humanos cuya
función es transformar algún tipo de cosas para obtener resultados característicos del
sistema.
De manera más específica, Quintanilla (2.001) propone caracterizar el sistema técnico,
a partir de componentes, estructuras, y objetivos. Los componentes del sistema,
pueden ser materiales (materia prima, energía, artefactos, etc.), y pueden ser agentes,
entendidos como individuos humanos caracterizados por unas habilidades, unos
conocimientos y portadores de una cultura. La estructura del sistema estaría definida
por las relaciones o interacciones, las cuales pueden ser de gestión, y de
transformación de materiales, y se producen en los componentes del sistema. En
particular, en las relaciones de gestión, tendría lugar la organización, siendo importante
su papel en función de los flujos de información que permiten el control y la gestión
global del sistema. Por otro lado están los objetivos previstos para el sistema, y los
resultados que finalmente se obtienen. Esta definición de sistema técnico, sería la base
para la construcción de una teoría de la estructura y la dinámica de la tecnología.
Referencias
BIJKER, W. E.; HUGHES, T.P.; PINCH, T., (eds.), The Social Construction of
Technological Systems, Cambridge (Mass.): MIT Press, 1.987.
CONSTANT II, E. W., “The Social Locus of Technological Practice: Community, System,
or Organization”, En: BIJKER, W. E.; HUGHES, T.P.; PINCH, T., (eds.), 1.987.
DRETSKE, F., Knowledge and the Flow of Information, Oxford: Basil Blackwell, 1.981.
FLORMAN, S., The Existential Pleasures of Engineering, Nueva York: St. Martin’s
Griffin, 1.976.
GONZÁLEZ, M.I., LÓPEZ, J.A. y LUJÁN, J.L., Ciencia, Tecnología y Sociedad: Una
Introducción al Estudio Social de la Ciencia y la Tecnología, Madrid: Tecnos, 1.996.
HEILBRONER, R. L., “¿Son las Máquinas el Motor de la Historia?”, En: ROE SMITH, M.
y MARX, L., (eds.).,1.996.
HUGHES, T. P., Networks of Power, Baltimore: The Johns Hopkins University Press,
1.983.
“The Evolution of Large Technological Systems”, En: BIJKER, W.E., HUGHES, T.P. y
PINCH, T. (eds.)., 1.987.
MITCHAM, C., Thinking Through Technology, The Path Between Engineering and
Philosophy, Chicago: University of Chicago Press, 1994.
PETRELLA, R., “¿Es Posible una Ciencia y una Tecnología para Ocho Mil Millones de
Personas?”, En: Redes, Revista de Estudios Sociales de la Ciencia, Vol. 1, (2), 1.994,
5-26.
PINCH, T., y BIJKER, W., “The Social Construction of Facts and Artifacts: Or How The
Sociology of Science and The Sociology of Technology Might Benefit Each Other”, En:
BIJKER, W. E., HUGHES, T. P. y PINCH, T. (eds.)., 1.987.
WIENER, N., Cybernetics, or Control and Communication in the Animal and the
Machine, Paris: Hermann, 1.961.
WINNER, L., Tecnología Autónoma, Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S.A. 1.979.
“¿Tienen Política los Artefactos?”, En: MACKENZIE, D. et al (eds.), 1.985. (versión
Castellana de Mario Francisco Villa, para la OEI).
WYNNE, B., “Redefining the Issues of Risk and Public Acceptance”, En: Futures,
Febrero, 1.983, 13-32.
Notas:
(1) "En el Webster's Second International (1.909), se dice que la palabra significa
<ciencia industrial, la ciencia o conocimiento sistemático de las partes industriales,
especialmente de las manufacturas más importantes>. En el Webster's Third New
International (1.961), la antigua definición se convierte en la siguiente: <la totalidad de
medios empleados por un pueblo para proveerse de los objetos de la cultura material>"
(Winner, 1.979).
(2) También frente al tema de la volición, Séris (1.994) se ha referido como voluntad
técnica.
(3) Un valor técnico corresponde a un valor de uso de un objeto técnico. Este valor
adquiere su forma monetaria en la forma de patentes. Valores técnicos pueden ser:
utilidad, resistencia, durabilidad, fiabilidad, economía, rendimiento, seguridad,
adaptación, comodidad, entre otros (Séris, 1.994: 32-34).
(4) Aspiración que proviene desde Bacon.
(5) Para algunos autores es parte de la naturaleza humana, según cita Heilbroner
(1.996).
(6) Las cursivas son de Bunge (1.972).
19
(7) Revisa los estudios publicados en la revista Technology and Culture, desde 1.959
hasta 1.980.
(8) La noción de fenómeno técnico también ha sido usada por Ellul (1.960).
(9) Pacey concentra su exposición en la esfera de los aspectos culturales y valorativos
de la tecnología.
(10) Illich, I.., Tools for Conviviality, London: Calder and Beyors, 1.973.
(11) Los aspectos concreto y valioso de la definición de Quintanilla, han sido discutidos
por Echeverría (2.001). En el primer caso, se trata de tener en cuenta no solo a objetos
sino a las acciones, que en el entorno telemático moderno involucra relaciones en
muchos ámbitos; en el segundo aspecto, lo valioso no se debe reducir a las
características técnicas, la valoración debe tener en cuenta el espacio social en donde
opera.